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1 ¿CÓMO ABORDAR EL ESTUDIO

DEL LENGUAJE AUDIOVISUAL?


Al emprender el estudio del principal elemento de la comunicación audiovisual, el lenguaje
audiovisual, primero es necesario plantear la necesidad de establecer un marco teórico, o por el
contrario ir directo al análisis práctico de casos concretos, sin embargo, ambos pasos son
inevitables.

El establecer un marco teórico, al menos referencial, nos ayuda a tomar conciencia del grado
de plenitud en el que se llevan a cabo los aspectos del lenguaje audiovisual y que nos conducen a
un procedimiento interdisciplinar en el momento de abordar este campo de la cultura.
También es necesario complementarlo con el análisis práctico de casos concretos, porque el
proceso de percepción solo se adquiere por aprendizaje.
Un tercer aspecto a contemplar es la producción de materiales que permitan adquirir las
destrezas y el conocimiento de la importancia de la creatividad y el sesgo que, en esa fase de la
producción, tienen para la compresión posterior de los mensajes.
Por último, pero no menos importante, debemos tomar en cuenta el conocimiento de las formas
de escritura de los productos comunicacionales que se emplean tanto en el entretenimiento, la
educación, la publicidad y la propaganda.
Por ello, en el proceso de la educación audiovisual es conveniente abordar, en primer término,
una fase teórica que contemple ejemplos de mensajes audiovisuales actuales y cercanos que nos
lleven a dejar de ser simples receptores y nos ayuden a adquirir y mantener una actitud crítica
ante la gran cantidad de mensajes de este tipo en el que hoy nos vemos inmersos.
Una persona alfabetizada audiovisualmente cuenta con los elementos para ser un actor
participativo. Asimismo, puede interpretar los mensajes audiovisuales y enfrentarlos
críticamente, lo que implica una aportación en el hecho comunicativo. Al tener la posibilidad de
construir sus propios mensajes audiovisuales le convierten en una persona interactiva con su
entorno, y, por lo tanto, creativa y no alienada.
1.1 Una nueva forma de conocer
El desarrollo tecnológico y las invenciones que han permitido la captación, el registro y la
reproducción de mensajes audiovisuales fueron concebidos originalmente como extensiones del
cuerpo humano, prolongaciones de facultades físicas o psíquicas; la cámara, como extensión del
ojo –de hecho el procedimiento de selección de color rgb es idéntico al funcionamiento del ojo
humano– el micrófono, como extensión del oído, las bocinas extienden la boca, y los soportes de
almacenamiento intentan recrear las cualidades del cerebro.
McLuhan (1969:26-41) observó que:
“Cualquier prolongación o extensión, ya sea de la piel de la mano o del pie, afecta a todo el
complejo, psíquico y social”, exigiendo nuevos equilibrios entre los demás órganos o
prolongaciones, e indica que “los medios de comunicación, cambiando el entorno, hacen surgir en
nosotros relaciones únicas de percepción sensorial. La extensión de un sentido cualquiera
transforma nuestra manera de pensar y de actuar, nuestra manera de percibir el mundo. Cuando
cambian estas relaciones cambia el hombre”.
Es decir, la aparición y el uso de nuevas tecnologías comunicacionales producen alteraciones en
las formas de pensamiento y de expresión, en los procesos y actitudes mentales, en las pautas de
percepción, en la proporción de los sentidos.
A la lógica de los principios y la racionalidad le sucede la de la intuición y la pragmática.
Leer un texto escrito y contemplar una fotografía o una estatua son dos operaciones distintas
desde el punto de vista del progreso mental, dos operaciones que ponen en juego áreas distintas
del cerebro. Para leer un texto escrito hace falta situarse por encima de él. La lectura se desarrolla
en el tiempo. Es una operación analítica, doblemente abstracta: primero hay que hacer un análisis
gramatical y luego un análisis lógico. El hombre que lee es un ser deductivo, racional, analítico,
riguroso, preciso.
Por el contrario, contemplar una imagen o escuchar una melodía sólo puede hacerse
sumergiéndose en ella. Es una operación sintética, que se realiza primariamente de una manera
global. La abundancia actual de imágenes y sonidos en los distintos medios audiovisuales está
dando lugar al desarrollo de un nuevo tipo de inteligencia. El nuevo hombre, con dominio del
hemisferio derecho, comprende sobre todo de un modo sensitivo, dejando que vibren todos sus
sentidos. Conoce a través de sensaciones. Reacciona ante los estímulos de los sentidos, no ante las
argumentaciones de la razón. Giovanni Sartori (1998) se refiere a él como el homo videns, al
tiempo que Simone (2001:78) lo sitúa en la sociedad de la tercera fase donde han cambiado todos
los parámetros vigentes en la sociedad tradicional para la creación y difusión de nuevos
conocimientos; ahí donde el hombre se enfrenta a un volumen infinitamente mayor de
información y a la reducción inversamente proporcional de capacidad de abstracción, lo que lo ha
llevado a perder su inteligencia secuencial[1] para adquirir una inteligencia simultanea.[2]
Así pues, conviven hoy el adulto crecido en la antigua cultura, con predominio del uso del
hemisferio izquierdo del cerebro, sólo comprende abstrayendo, y el joven, con predominio del
hemisferio derecho, que sólo comprende sintiendo.
Este fenómeno es observable en tipo de publicidad y propaganda modernas. Antes, el comerciante
y el político intentaban convencer racionalmente cara a cara. Hoy, apenas si se preocupan por dar
a conocer las cualidades objetivas de los productos y proyectos sumergiendo a “la masa” en un
clima eminentemente sensorial, en el que lo que cuenta son las sensaciones visuales, las
sensaciones sonoras y sensaciones táctiles.
Este “nuevo” lenguaje audiovisual es una forma de expresión que integra a los lenguajes verbal
(escrito y hablado), auditivo y visual, aunque su forma de expresión está condicionada por la
especificidad tecnológica de cada uno de los medios, que lo hace diferenciarse tanto en su
escritura como en su recepción. Veamos entonces cúal es la importancia de su estudio y aplicación
en la vida diaria.
[1] Inteligencia secuencial.- Se aplica a la lectura (del texto que se lee) y escritura. Opera en la sucesión de estímulos,
los coloca en línea, analizándolos y articulándolos. Procede de pasos consecutivos, uno detrás de otro, linealmente.
Establece jerarquías y niveles de importancia (Simone 2001:33,90).
[2] Inteligencia simultánea.- Se aplica a la lectura audiovisual (del texto que se mira, Simone lo denomina visión).
Opera sobre datos simultáneos como los estímulos visuales, que se presentan en un gran número al mismo tiempo, y
entre los cuales es difícil establecer un orden, una sucesión y una jerarquía, en consecuencia ignora el tiempo
(Simone 2001:33,89).
1.2 Un nuevo lenguaje
Para este tema sigamos a Joan Ferrés i Pratts, cuando comenta:
“Lo audiovisual no es una cuestión de medios sino de lenguaje. Podría decirse que es una cuestión
de hemisferios. No se trata de usar medios audiovisuales, sino de expresarse audiovisualmente, de
dar prioridad al hemisferio que ha adquirido más relevancia en la era de la imagen.[3] Los medios
tienden a potenciar y vehicular una forma de expresión específica. Pero el lenguaje no puede
reducirse a los medios.”

“Refiriéndose a la identidad del lenguaje audiovisual, el realizador ruso Sergei M. Eisentein decía
que el cine opera de la imagen a la emoción y de la emoción a la idea. Inspirándose en esa idea, el
realizador de la televisión francesa Claude Santelli decía que “el lenguaje audiovisual es aquel que
comunica las ideas a través de las emociones.”[4] Expresarse audiovisualmente significaría, pues,
comunicar las intenciones en el acto mismo de suscitar emociones. Es una forma de expresión
que moviliza la sensibilidad, la intuición, las emociones. Es así como funciona la expresión
audiovisual.”

Babin y Kouloumdjian definen el lenguaje audiovisual mediante siete rasgos principales. El


lenguaje audiovisual es:

1. Mezcla. En la mesa de mezclas se conjugan y establece el orden del sonido-palabra-imagen,


con la intención de crear en el receptor una experiencia unificada.

2. Lenguaje popular. Simple y llano, ni discurso, ni conferencia, ni lenguaje literario e


intelectualizado.

3. Dramatización. Crear la acción, es suscitar relieve y establecer tensión.


4. Relación óptima entre fondo y figura. Establecer las relaciones entre todos los elementos:
correspondencias y distancias que crean el relieve.

5. Presencia. Se ve y se escucha con todo el cuerpo.

6. Composición por segmentos. Presentar los aspectos que destacan, aparentemente sin
orden, sobre un fondo común.

7. Encadenamiento de mosaico. No lineal, deductivo o casual. Los elementos de un mosaico


parecen inconexos si se aíslan unos fragmentos; sólo tiene sentido si se contempla el conjunto, la
coherencia interna global.[5]

Babin y Kouloumdjian dan una propuesta al reto que los medios masivos lanzan a la sociedad. Es
una respuesta unificadora, integradora. Un intento de superar el absurdo. Aseguran que tanto en
la escuela como en los medios masivos funcionan en mono, es decir, utilizan sólo uno de los
hemisferios del cerebro, aunque utilizando canales distintos.

En cambio, “el funcionamiento en estéreo utiliza ambos hemisferios, respeta en parte lo que se ha
dicho sobre las relaciones entre hemisferio derecho e izquierdo: cada uno tiene su especificidad,
su punto de vista, su singularidad, pero entre uno y otro hay tendido un puente. Y las
informaciones recibidas en la derecha, según el sistema del hemisferio derecho, pasan a la
izquierda. De este modo existe distinción, pero también influencia recíproca. En ocasiones será el
registro artístico, global, intuitivo, gustativo, el que domine. En otros, el registro analítico,
riguroso, secuencia, abstracto. Del uno al otro hay un puente, pero respetando los puntos de vista
y las dominancias.”[6]
Cuadro 1: Características de los hemisferios del cerebro

Diseño: Boden M. (1994) La mente creativa.


Barcelona. Gedisa.
[3] Alvin Toffler se refiere a ella como la tercera ola o la era de la información y McLuhan como la Aldea Global.
[4] Babin, P. y McLuhan M. (1980:128). Otro hombre, otro cristiano en la era de la electrónica. Edebé, Barcelona.
[5] Babin, P. y Kouloumdjian, M. F. (1980:34-37).
[6] Babin, P. y Kouloumdjian, M. F. (1980:34-37).
¿Cómo se tiende este puente? Es preciso introducir aquí dos conceptos clave en la utilización
didáctica de los medios audiovisuales: la comunicación y la gimnasia cerebral.
Una educación en estéreo utilizará la comunicación, el diálogo y la confrontación para facilitar el
pase de las emociones al hemisferio de la reflexión y la racionalidad. De mono al estéreo. Del
hombre fragmentado al hombre integral.
P. Babin cuenta la siguiente historia:
“En el principio estaban Gutenberg y los mass media. Luego se levantaron los hombres. Les dolía
la cabeza, pero sus ojos brillaban de envidia. Entonces nacieron los group media.” Y continua,
“tenían dolor de cabeza por exceso de intelectualismo –la civilización de lo escrito– y por
despersonalización –la civilización de los mass media. Envidiosos por el deseo imposible de
utilizar el nuevo lenguaje de los medios de comunicación.”[7]

Lo audiovisual nace con vocación de servir a una educación en estéreo. Asume lo mejor de los
medios de masas –una forma específica de expresión que conecta con la sensibilidad del hombre
de hoy– y de la cultura del libro –el carácter personalizador, conseguido ahora mediante la
comunicación. Y hace frente a los excesos de cada uno de ellos.
Este planteamiento pedagógico asume al alumno en su especificidad y en su integridad, asume
también las posibilidades expresivas de los medios audiovisuales y facilita la unificación del
entorno cultural. En definitiva, así concebido, el producto didáctico audiovisual facilita la
coherencia entre la sensibilidad del alumno, la especificidad del medio y la evolución del sistema
social.

La educación en estéreo convierte a la escuela no en un centro de enseñanza, sino de aprendizaje.


Un centro preocupado no por la simple transmisión de conocimientos, sino por el
enriquecimiento en experiencias de todo tipo: conocimientos, sensaciones, emociones, actitudes,
intuiciones... Es la oportunidad de que el alumno elabore un proyecto propio de personalidad
mediante la integración de todas sus facultades físicas y psíquicas y mediante la interrelación
constante con el grupo, con la clase, con la escuela, con la sociedad en general.
El empleo irracional de la televisión, nos lleva a pensar que, si bien incrementa la presión de la
información y reduce las posibilidades de intercambio de los espectadores, al usarla
masivamente, favorece así la manipulación de las conciencias.
El hecho de que ahora los softwares[8] computacionales de video hayan hecho técnicamente
posible la edición, producción y difusión de programas domésticos, nos pone en una situación
única. Es como si hubiéramos aprendido de golpe a “leer” y a “escribir” imágenes y sonidos y nos
pusiéramos a crear nuestros propios mensajes audiovisuales para decir aquello que más nos
interesa.
Sin embargo, Aparici y García-Matilla, advierten:
“Si consideramos como analfabeto funcional a aquel individuo que por diferentes causas
descodifica unos signos sin poder reflexionar sobre ellos, sin poder entender la relación entre su
significado y su significante, sería oportuno investigar de qué manera se da esa situación ante un
producto audiovisual”.[9]

Hasta ahora casi analfabetos audiovisuales, las modernas tecnologías digitales personales nos
ponen ante esta disyuntiva, y, por lo general, reproducimos lo mismo que hemos visto y
escuchado en otros medios antecesores sin tener la competencia de un lenguaje audiovisual.
Al estudiarlo podemos observar que el lenguaje audiovisual es un lenguaje vivo que se amplía y
enriquece día a día con nuevas aportaciones. La única condición es la adecuación al significado
informativo y expresivo de la situación representada, significado que naturalmente ha de ser
decodificado por el espectador. Se sobreentiende que el resultado obtenido por las cámaras y
micrófonos no es, en absoluto, una copia fiel de la realidad y que se requiere la interpretación de
sus convenciones para decodificar dicho mensaje. Las convenciones del relato audiovisual se
basan en la analogía, la homología y la connaturalidad, es decir, la similitud, correlación y la
semejanza con lo representado. Son estas características que nos hacen comprender el relato
como si formásemos parte del mismo.
La connaturalidad, que facilita la interpretación inmediata sin convención explícita, se apoya en la
utilización de recursos que el público conoce en otros contextos. De este modo, el espectador
integra inmediatamente dichos elementos del lenguaje que interpreta y experimenta como
naturales. Pero no todos los sonidos e imágenes tienen tal virtud, cuando esto sucede, el
espectador percibe y es conciente de la mediación técnica y humana, y deja de apropiarse del
relato porque la composición audiovisual dejó de tener significado, no siguió las reglas del
lenguaje, ni tampoco tiene ningún sentido, o sea, rompió su continuidad.
Es importante aquí hacer una breve referencia al sonido, tema que retomaremos posteriormente
dedicando un espacio para ello, siendo conscientes de su importancia, pues, por ejemplo, la
palabra hablada cubre campos de informaciones que no aparecen en la imagen visual. A nuestro
alrededor casi siempre tenemos algún tipo de ruido; por esta razón, existe una relación
permanente entre la palabra y la imagen. El receptor no separa las sensaciones auditivas y las
visuales, sino que las unifica; de ahí la eficacia comunicativa del documento audiovisual.
En este sentido, Aparici y García Matilla afirman que:
“El sonido es una imagen, una imagen auditiva que curiosamente, dispara más la imaginación que
las imágenes visuales.”[10]
Las imágenes son portadoras de mensajes, pero para que se lleve a cabo esta transmisión han de
darse dos factores:

1) que tengan contenido y fuerza suficiente para que el mensaje pueda ser percibido, y
2) que el receptor esté capacitado para interpretarlo.

Es decir, es preciso que haya un conocimiento del lenguaje audiovisual, una cultura audiovisual,
por parte de quien lo percibe para que pueda leer en ella.
Para llegar a la comprensión de los mensajes audiovisuales, es necesario que se haya dado un
aprendizaje en el sentido de técnicas para interpretar, leer y decodificar lo que se está viendo y
escuchando, o sea, conocer el lenguaje audiovisual en su expresión más amplia. Estas técnicas
podrían denominarse técnicas de producción audiovisual.
Por todo ello, hay que separar una doble actitud en cuanto a observar las imágenes, con una
actitud crítica y creativa frente a aquellas, o ver y escuchar las imágenes, que implica una postura
simplemente receptiva o pasiva.

Visto esto, podemos decir sin riesgo a equivocarnos que las imágenes audiovisuales son como un
texto cultural. No obstante, una imagen de por sí no significaría nada si no es cuando y después de
que el receptor se pregunta a sí mismo su significado.
[7 Babin, P. y McLuhan M. (1980:125).
[8] Software.- voz angloamericana usada en la informática para nombrar al conjunto de programas y rutinas que
permite a la computadora la realización de ciertas tareas.
[9] Aparici y García-Matilla (1978:10) La imagen, Vol. I. UNED, Madrid.
[10] Aparici, Roberto y García Matilla. (1978:81) La imagen, Vol. I. UNED, Madrid.
1.3 Integración de los lenguajes visual y auditivo
Con respecto al registro y reproducción del lenguaje visual y auditivo, y su integración en el
lenguaje audiovisual, Ángel Rodríguez[11] describe:
“Desde la prehistoria el hombre fue capaz de desarrollar técnicas de dibujo que le permitieron
fijar en mayor o menor grado las sensaciones proporcionadas por el sentido de la vista. En cambio
la capacidad para fijar sonidos no aparece hasta la invención de la escritura, es decir, mucho más
tarde. Aun así, la escritura se limita sólo a fijar las sensaciones sonoras vinculadas a la lengua,
pero resulta un instrumento limitadísimo para fijar otro tipo de sonidos. Mientras el naturalismo
crece y se desarrolla progresivamente en la pintura, desde el siglo xii al siglo xix, y con él el
crecimiento sobre las sensaciones visuales y las técnicas para su reproducción, hasta bien entrado
el siglo xx no aparecen sistemas fiables que permitan fijar y reproducir los sonidos.
A esto hay que agregar que desde que se crean las unidades de medida, de longitud y de superficie
es posible aplicarlas sobre la forma objetiva de una imagen reproducida en dibujos o pinturas.
Contrariamente, el sonido fluye en el tiempo y se escapa a la capacidad de análisis objetivo hasta
que también a mediados del siglo xx la informática otorgó un impulso a la sonografía y a la
espectrografía, es decir, hoy existe la posibilidad de fijar espectrográficamente un sonido aunque
sólo sea posible para un reducido grupo de expertos que disponen de los equipos, programas, el
material y los conocimientos adecuados para hacerlo.
Todo esto ha hecho avanzar el conocimiento sobre la percepción y la narrativa visual mucho más
rápidamente que el conocimiento sobre la narración sonora, sin embargo ambas son importantes
y están en íntima relación y aunque quizás, los productos más representativos del lenguaje
audiovisual se observen en la cinematografía y la videografía, a través de las películas, programas
televisivos y videogramas, no debemos pasar por alto los productos auditivos como los
radiogramas y sonogramas, y que en cada uno de ellos contienen sonido a diferencia de los
fotogramas y los infogramas.”

Aunque en la literatura sobre la comunicación audiovisual suele asignársele a la visión un papel


preponderante sobre los otros sentidos, especialmente en comparación con la audición, esta
primacía del sentido de la vista y lo visual no tiene una base perceptiva sino que se sustenta
fundamentalmente en motivos históricos y metodológicos.

[11] Rodríguez, Ángel (1998:25) El lenguaje audiovisual como objeto de estudio, en La dimensión sonora del
lenguaje audiovisual. Paidós Ibérica, España.
1.4 La comunicación y lo audiovisual
Para que se realice todo proceso de comunicación es necesario la intervención de una serie de
elementos constantes: emisor, receptor y el medio que se emplee para llevarlo a cabo. El emisor
codifica la información a través de su léxico hablado o escrito, de imágenes, de sonidos o de una
forma combinada de lenguajes. El mensaje son las señales que el receptor debe de interpretar. La
comunicación será más eficaz, en tanto el emisor y el receptor compartan los mismos códigos y el
campo de experiencias sobre un tema determinado sea común o cercano, para que el significado
del mensaje pueda ser comprendido, decodificado.
Como dice Eco,[12] código es “un sistema de símbolos que por convención previa está destinado a
representar y a transmitir la información desde la fuente emisora hasta el punto de destino
receptor”.
En el proceso de la comunicación, los roles de emisor y receptor interactúan dinámicamente
intercambiándose, lo que convierte a cada elemento en endo-emisores; es decir, ambos realizan
un proceso de codificación y decodificación. Cuando se obtiene una respuesta al mensaje enviado
el proceso se llama retroalimentación.
En este proceso la interpretación que el receptor hace del mensaje no siempre coincide con lo que
el emisor ha querido transmitir, por lo que éste debe tomar en cuenta las experiencias comunes
que tenga con el receptor dentro de su repertorio. Tras los problemas interpretativos se esconden:
a) la mala codificación del mensaje por falta de conocimientos o hábitos comunicativos del endo-
emisor,
b) la transmisión deficiente del mensaje por falta de habilidad comunicativa de quién emite,
c) la distorsión del mensaje por ruidos en los canales seleccionados,
d) una mala decodificación del mensaje por parte del endo-emisor por falta del conocimiento del
vocabulario, diferentes connotaciones culturales o barreras, o por falta de hábitos comunicativos
y diferencias de contextos.

[12] Eco, Umberto (1975) La estructura ausente. Lumen, Barcelona.


Cuadro 2: Proceso de la comunicación

El proceso de la comunicación también se interrumpe cuando la información es unilateral. Como


en el caso de los medios masivos de comunicación, sobretodo los audiovisuales, que se dirigen a
una audiencia amplia, dispersa y anónima. A esto se le denomina proceso información y, de
acuerdo a la estructura actual de los medios, se considera a los receptores como individuos
parcialmente activos, es decir, sólo se espera que consuman la información pero que no la
generen, además de que no se les permite ningún otro tipo de retroalimentación.

En el proceso de comunicación colectiva, aunque se envían muchos mensajes idénticos por


distintos medios, cada receptor codifica el mensaje de acuerdo con el contexto, los grupos de
pertenencia, sus experiencias previas, vivencias y formas de ver la realidad (ideas, valores y
comportamientos).
El proceso de la comunicación también se interrumpe cuando la información es unilateral. Como
en el caso de los medios masivos de comunicación, sobretodo los audiovisuales, que se dirigen a
una audiencia amplia, dispersa y anónima. A esto se le denomina proceso información y, de
acuerdo a la estructura actual de los medios, se considera a los receptores como individuos
parcialmente activos, es decir, sólo se espera que consuman la información pero que no la
generen, además de que no se les permite ningún otro tipo de retroalimentación.

En el proceso de comunicación colectiva, aunque se envían muchos mensajes idénticos por


distintos medios, cada receptor codifica el mensaje de acuerdo con el contexto, los grupos de
pertenencia, sus experiencias previas, vivencias y formas de ver la realidad (ideas, valores y
comportamientos).
Cuadro 3: Comunicación colectiva

Wilbur Schramn Hombre, mensaje y medios. Forja, Madrid (1982)


Aquí también intervienen líderes de opinión informales, quienes actúan como mediadores y
decodificadores de los mensajes. Su experiencia y actitud ante ciertos temas les permite emitir
opiniones que son tomadas en cuenta por el grupo social al que pertenece, sus miembros les
buscan para confirmar el sentido de aquella información donde tienen dudas y que ellos
contextualizan y re-dirigen.

Por otra parte, el emisor puede emplear diversos medios de comunicación para hacer llegar un
único mensaje, de tal forma que maneja diversos recursos de acuerdo al soporte que requiere cada
medio, lo que demanda del conocimiento del lenguaje apropiado para ello de acuerdo a la forma
que toman los mensajes, sus características son las siguientes:
Cuadro 4. Clasificación de Medios de Comunicación
Diseño: G. Martínez Castillo (2000)
1.5 Dimensiones y códigos de lo audiovisual
La capacidad de fusión de cada uno de los elementos de los distintos lenguajes en la confección de
nuevas formas audiovisuales, hace necesario avanzar en el conocimiento de la comunicación
audiovisual cuyo objeto de estudio central ha de ser el lenguaje audiovisual, entendiéndolo como
los modos artificiales de organización de las imágenes y los sonidos, de forma sincrónica y
simultánea, que se utilizan para transmitir ideas o sensaciones, ajustándonos a la capacidad del
hombre para percibirlas y comprenderlas.

La integración de lo audiovisual culmina en productos comerciales, publicitarios,


propagandísticos, de entretenimiento y educativos; aunque en este último campo su tratamiento
muchas veces es una prolongación del lenguaje verbal; es decir, como simples “conferencias” o
discursos verbales, ilustraciones plagadas de textos e imágenes amenizadas por efectos de sonido
y música de fondo sin ningún sentido entre sí, y eso se debe primordialmente al desconocimiento
del lenguaje audiovisual.
La frase de que “vivimos en una civilización de la imagen” ha sido traducida por algunos autores
por las expresiones “vivimos en una iconosfera,[13] de acuerdo con Ferrés: “Si vivir en la
atmósfera implica respirar aire, vivir en una iconosfera implica consumir imágenes visuales y
acústicas. Si la vida biológica implica respirar y saber alimentarse adecuadamente, vivir en una
iconosfera implica saber ver cada imagen y saber escuchar cada sonido.”[14] Hoy cada vez más
personas contemplan la vida a través de un monitor (ya sea de una televisión o de una
computadora personal, sin dejar de lado otras pantallas como las del cine, los videojuegos, y las
pantallas de los teléfonos celulares). Cabe reflexionar sobre si queremos vivir una vida
plenamente humana, personal y libre eso exige ineludiblemente la capacidad de una lectura
reflexiva y una actitud crítica de los mensajes audiovisuales a los que nos vemos expuestos día a
día a través de los medios masivos.
La idea es estar educados en lo audiovisual y capacitados para educar con lo audiovisual. Para ello
se ha de recibir una preparación adecuada en una triple dimensión: 1) técnica, 2) expresiva, y 3)
didáctica.
Es decir, se trata de conocer lo audiovisual como tecnología específica, como forma de expresión
diferenciada y como instrumento que permite ciertas aplicaciones didácticas peculiares:

La dimensión técnica, atiende el nivel operativo de cada medio y el o los canales que se
emplean para intentar hacer llegar su mensaje al público meta de la manera más rápida y precisa,
estableciendo un proceso de información o comunicación, según sea el caso.

La dimensión expresiva, por su parte, atiende un triple nivel: instrumental, semántico y de


diseño audiovisual. a) El nivel instrumental hace referencia al conocimiento de los recursos
técnico-expresivos, b) El nivel semántico hace referencia al conocimiento de estos recursos desde
el punto de vista de la producción de sentido, y c) Finalmente, el nivel de diseño audiovisual hace
referencia a las formas de presentación.
A la dimensión didáctica le competen las ciencias que se involucran en el estudio de lo
audiovisual, desde el diseño instrumental. Por ejemplo: la Física y la Química estudian la parte
tecnológica de los medios, la Ética el análisis de los valores que se promocionan en ellos, y las
Ciencias Sociales, la ideología que se trasmite, el régimen legal con el que operan los medios y
cómo se codifican los mensajes.

Hoy, resulta absolutamente contradictorio que en una sociedad en la que lo audiovisual se ha


convertido en la forma de expresión por excelencia, no se ofrezca una formación específica en este
campo. Sin embargo, si bien aquí no se abarca todo lo deseable para una educación audiovisual
integral, si se ofrecen algunos criterios y líneas de acción que nos permitan conocer lo audiovisual
en su doble vertiente como materia u objeto de estudio y como recurso para el aprendizaje.
Aunque veremos una aproximación al lenguaje audiovisual aplicado en los medios de
comunicación y sus formas de expresión, consideremos a cada uno simultáneamente como
tecnología específica, como forma de expresión diferenciada, como ideología y como medio
potencialmente artístico.
En cualquier caso, fundamentalmente atenderemos de manera prioritaria la dimensión expresiva,
el aprendizaje de los códigos[15] e intentaremos superar definitivamente el prejuicio de la
neutralidad de las imágenes y los sonidos.
Sin el conocimiento de estos códigos, todo lo demás resulta imposible. No basta ver y oír, hay que
saber “mirar y escuchar” y, sobretodo “hay que saber pensar la imagen”.[16]
Cuadro 5. Dimensiones de lo audiovisual
Diseño: G. Martínez Castillo (2005)

[13] Bonet, Eugeni (1980:104) citado en En torno al Vídeo. Gustavo Gilli, España. Hace una subclasificación de la
iconosfera al describir los distintos niveles de las señales de vídeo de acuerdo con la cobertura de las estaciones de
televisión y sistemas de distribución de videogramas con el término videosfera.
[14] Ferrés, Joan. (1993) La educación audiovisual, asignatura pendiente de la reforma. Universidad Ramón Llull,
España.
[15] La correspondencia entre signos y significados es el código. El ejemplo más fácil de comprender es el código de
circulación, en el que a cada señal le corresponde una advertencia; una prohibición, una orden. Dentro de un código,
a la manera de utilizar los varios signos para transmitir mensajes o para estructurar un discurso, se le llama
lenguaje.
[16] Zunzunegui, S. (1984) Mirar la imagen. Universidad del País Vasco.
Es muy importante no confundir a los medios de comunicación como simples canales, mediante
los cuales se comunica cualquier contenido. Este es un grave error: concebir que cualquier medio
puede transmitir cualquier información, sea del tipo que sea. El problema se centra en el uso
adecuado del lenguaje y no en el medio audiovisual.
No es necesario recordar que cada día la juventud y la niñez están expuestos a más y más
mensajes audiovisuales, y que para ellos su lenguaje ya es audiovisual además de encontrarse
saturados de información de diversa índole.
En un mundo de cambio veloz, complejo, simultáneo y total, una herramienta primordial es
explorar las posibilidades del lenguaje audiovisual pues éste tiene la clave para nuevas
posibilidades cognitivas: información, comunicación, comparación, análisis y síntesis.
Aprender el lenguaje audiovisual requiere de destrezas similares a las necesarias para leer textos
escritos. Sus códigos están en gran medida indeterminados y existen diversos intentos por
definirlos, interpretarlos, sistematizarlos y codificarlos. Podemos definirlo como:

El conjunto de convenciones y códigos que permiten, mediante el uso de ciertos instrumentos, un


proceso social de producción y conservación para su posterior reproducción de los mensajes
constituidos por imágenes y sonidos, de una o varias partes, seleccionadas de una realidad natural
o construida.

Esta serie de códigos audiovisuales incluyen el proceso de percepción de las imágenes y los
sonidos tanto en el ámbito físico como cultural, la identificación y reconocimiento de experiencias
previas análogas, simbolismos, denotaciones y connotaciones, estructuras narrativas, elementos
sonoros y elementos visuales, que hacen de su yuxtaposición lo característico de cada medio
audiovisual. Otros sienten una especial atracción por la expresión “lenguaje total”, y lo identifican
como el lenguaje audio-scripto-visual. Como sea, el lenguaje audiovisual va más allá de los
simples códigos que emplea.

También podemos entender que el lenguaje audiovisual está constituido por un conjunto
sistematizado y gramatizado de recursos expresivos que permiten estimular en el público, series
organizadas de sensaciones y percepciones que se transformarán en mensajes concretos y
complejos, y que además no es un lenguaje cerrado por lo que se encuentra en continua
innovación integrando nuevos recursos a sus códigos.[17]

Estos mensajes son construidos, conservados y reproducidos para un público meta o target, e
intentan integrar el conjunto de elementos que constituyen la trama representativa de la sociedad
como un elemento de su cultura.

En general, tienden a conservar y reproducir los valores del emisor, es decir, de quienes los
producen, aún cuando no siempre dichos valores tengan aceptación o vigencia para aquellos que
reciben los mensajes. De ahí que los mensajes audiovisuales puedan tener como objetivo además
de informar, entretener y comunicar, el de persuadir y manipular.
Cuadro 6. Doble dimensión del proceso de comunicación mediática según la teoría de la persuasión
Diseño: Giovanni M. Martínez Castillo (2005)

[17] El lenguaje audiovisual está constituido por el código gestual y otros códigos, más o menos estructurados e
intencionales que iremos explicando a lo largo de este libro.
Los mensajes audiovisuales constituyen un nivel mayor de abstracción en la percepción de la
realidad. El lenguaje audiovisual, como todo conjunto de convenciones establecidas para el
intercambio de mensajes, no es estático, sino que se encuentra sometido a una constante
evolución determinada por algunos elementos:

a) Emisor: quién o quiénes generan los mensajes, y para que lo dicen;


b) Creativo: el experto mediático, quién le da forma, lo realiza, y qué instrumentos utiliza para
producirlo, conservarlo y reproducirlo,
c) Qué medio y canales se emplearon para emitirlo (auditivo, visual, lexi-visual, audio-visual,
etc.).
d) Receptores: aquí se encuentra el público meta y todo aquel que recibe el mensaje si importar
que fuese diseñado para ellos o no;
e) En qué contexto se emite, qué otros procesos sociales y mediaciones le afectan, y
f) Qué retroalimentación o respuesta se obtuvo.

En palabras de Masterman (1993:36):


“Se puede decir que el poder ideológico de los medios es, en cierto modo, proporcional a la
aparente naturalidad de sus representaciones, puesto que la potencia ideológica de un producto
mediático radica principalmente en la capacidad que tengan aquellos que los controlan y los
elaboran, para hacer pasar por real, verdadero, universal y necesario, lo que son
construcciones inevitablemente selectivas y cargadas de valores, en las que se inscriben
intereses particulares, ideologías y modos de entender.”

Como consecuencia, encontramos cuatro grandes áreas de investigación:


1.- ¿Quién es el emisor y/o la fuente del mensaje?, ¿Quién lo construyó o realiza?, ¿Qué intereses
tiene, cuál es su objetivo?, Es decir, ¿Cuál es su explicación en términos de poder?
2.- ¿Qué técnicas y códigos emplean para intentar persuadir y convencer de la verdad de sus
representaciones?, Es decir, ¿Cómo se usa la retórica en los medios de comunicación?

3.- ¿Cuáles son los valores implícitos en la representación presentada?, Es decir, ¿En qué consiste
su aspecto ideológico?

4.- ¿De que manera leen y reciben las construcciones mediáticas las audiencias?, Es decir, ¿Cuál
es su nivel de recepción y actitud crítica ante los mensajes mediáticos?

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