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Rendición de cuentas del ayuntamiento de Higüey: ¿Comunicación efectiva o

subestimación de la capacidad crítica popular?

Todos somos legos, ignorantes de alguna cosa, es un legítimo derecho y un


mecanismo de supervivencia, porque el cerebro humano es de capacidad limitada y
no puede almacenarlo todo. Es por ello que olvidamos muchas cosas, y de no
hacerlo sufriríamos de una sobrecarga cognitiva, generada por la incapacidad de
desechar información. De ahí, que la diversificación del conocimiento: poner a cada
persona a interiorizar algún área del saber humano sea lo correcto.

El que se ha especializado puede, así, colaborar con los que no tienen su


conocimiento, así como él se beneficiará del conocimiento que otro obtuvo por. Y
en esa simbiosis podremos confiar que el desarrollo humano se hará posible,
siempre que la información y el conocimiento sirva para ayudar a los demás, no
para acumular poder con ello, lo que, tristemente, no suele ocurrir como se quiere.

Muchos manipulan datos, los ocultan, los omiten o, simplemente son indiferentes
a facilitarlo a otro. Incluso hoy en día cuando la información es universal y el
conocimiento se ha democratizado, existe gente a quien se le niega conocer alguna
cosa por la que tiene un interés legítimo. La mediocridad juega, en ocasiones, un
papel importante en este fenómeno.

El 16 de agosto pasado, por mandato del ordenamiento jurídico dominicano, las


autoridades municipales de todo el país debieron realizar un acto de rendición de
cuentas. El período objeto del informe a rendir abarcaría el intervalo 2017-2018; un
año de gestiones, trabajos, intervenciones y gobierno local en sí se pondrían al
conocimiento de los ciudadanos. En fin, debía declararse, para esa fecha, qué pasó
con nuestro dinero; cómo se ejerció el poder y la soberanía, en el contexto
municipal, que según el artículo 4 de la Constitución, “reside en nosotros”.

Como de costumbre, todas las ondas luminosas de los trajes se fundieron. Los
funcionarios se sentaron en el interior los salones de los concejos municipales con
elegantes y blancos atuendos. Si lo que las autoridades hacen es encarnar al pueblo
y actuar en su nombre, por qué no hacerlo con dignos vestuarios. Y así fue. El
requisito de la forma y el protocolo quedó exquisitamente cumplido. Llegó la hora
por fin de decirle a la municipalidad dominicana, y aquí Higüey con bombos y
platillos, qué se hizo en los angostos pasillos del ayuntamiento durante los largos
meses del, así lo llamo yo, “año municipal” 2017-2018.

Las noticias del manejo administrativo del cabildo nos llegaron como un río
bifurcado en dos vertientes, cual río Yuma dividido. Desde el palacio municipal
exhibían en una pantalla cifras escandalosas. Nada más que la suma de 420
millones de pesos manejados en 12 meses. Pueden buscarse en nuestro canal de
YouTube algunas tomas. Esa fue una de las corrientes. El otro curso del “agua
financiera”, asimismo, vino del denominado bloque opositor del coincidencialmente
llamado Bloque Institucional Socialdemócrata (BIS) y aliados, quienes redactaron,
digo yo que a prisas, unas páginas donde resumían parte de su gestión anual.

El documento ofrecido por el BIS, más allá de que su presentación no es tan


agradable a la vista, y hay en él cuestiones que no están muy claras, puede ser
objeto de indulgencia. Esto se debe a que la Ley No. 176-07, del Distrito Nacional y
los Municipios, consagra en el artículo 131 la obligación de rendir una memoria
anual al alcalde, sin mención de los concejales como sujetos de rendición cuentas.
Ello no es una eximente ni constituye un argumento a contrario sensu por el cual
uno concluiría que los concejales no tienen que rendir cuenta.
Por lo contrario, los relevaría, opino, de tener que cumplir con algunos requisitos
ineludibles para el órgano ejecutivo del gobierno municipal, la alcaldía, que tiene el
deber jurídico, más allá del deber ético, de favorecer la participación ciudadana,
suministrándole la información verídica.

No afirmamos que sea información no verídica, lo que sí se pone en tela de juicio


es la calidad de la información, la sistematización de los datos, así como el criterio
con el que la alcaldía preparó los informes.

Pero, adoptemos un poco una actitud racionalista y examinemos la disposición


legal sobre la rendición de cuentas de la alcaldía, que nos viene dada por el artículo
131 de la ley municipal, textualmente: los síndicos/as (hoy alcaldes/as) presentarán
el 16 de agosto de cada año una memoria en la que darán cuenta detallada de la
gestión municipal, incluyendo referencias al desarrollo de los servicios, estadísticas de
trabajos, iniciativas, proyectos en trámite, estados de situación económicos y
modificaciones introducidas en el inventario general del patrimonio y catastro de
bienes inmuebles del municipio”.
Con el desfile de números que pasaban por la pantalla me perdí entre tantos
adornos que se agregaron a la presentación. Y, al parecer, no hubo un soporte
físico en papel donde, uno por uno, algún ciudadano interesado apreciara la
memoria rendida por la alcaldesa Karina Aristy para permitirse hacer inferencias,
formularse interrogantes, vincular datos, etc.

El municipio merece contar con personal experimentado, lo mejor de cada área


para poder conformar un equipo que haga trabajos con calidad y estética. Hay en
Higüey muchísima gente con preparación en el área tecnológica que bien podrían
llenar el vacío de orden en la presentación de información. Da vergüenza que el
ayuntamiento de Higüey no posea página web, y la que alguna vez tuvieron no era
ni tan siquiera un portal aceptable.

Al parecer lo que sí ocupa el mayor espacio en el suministro de información a la


ciudadanía es la retórica de la alcaldesa y su elocutio. Desconozco si desde el
ayuntamiento son lectores de Coelho o están influenciados por la cultura del new
age, pero cada vez que llega un 16 de agosto lo que vemos parece un discurso
motivacional, maximizado por el efecto de algún café, té o ¡Queseyó! En fin, una
línea argumentativa que apela por lo general al pathos, a las emociones, más que a
convencer con hechos y objetividad de la eficacia en la gestión municipal que ya es
mayor de edad ¡18 años de un vaivén interminable!

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