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C. 299. XL.

C.P.C. S.A. c/ Dirección Nacional de


Vialidad s/ contrato obra pública.

Procuración General de la Nación

S u p r e m a C o r t e:
- I -
A fs. 463/465, la Cámara Nacional de Apelaciones en
lo Contencioso Administrativo Federal -Sala IV-, al hacer
lugar al recurso de apelación deducido contra el fallo de
primera instancia, desestimó la demanda que CPC S.A. había
articulado contra la Dirección Nacional de Vialidad, a fin de
que se le reconociera y pagara la mayor incidencia del rubro
mano de obra en el precio del contrato de obra pública "Ruta
Nacional N1 11, Tramo Reconquista - Límite Santa Fe/Chaco,
Construcción de un puente sobre el arroyo Tapenaga y accesos,
en jurisdicción de la Provincia de Santa Fe", como consecuen-
cia de haberse homologado, mediante la disposición DNRT
1138/93, nuevas escalas salariales para los trabajadores com-
prendidos en el convenio colectivo 76/75.
Para así decidir, sus integrantes aclararon que,
tanto al momento del llamado a licitación pública como al de
la firma del contrato y de su ejecución se encontraba vigente
la ley 23.928 -de convertibilidad del austral-, en virtud de
la cual se dispuso la derogación de todas aquellas normas que
establecieran o autorizaran variaciones de costos. Por otra
parte, consideraron que aun cuando las disposiciones de los
decretos 1312/93, 1936/93 y 1295/02 previeron métodos espe-
ciales de revisión de precios en los contratos de obra públi-
ca, por razones temporales, no eran aplicables al sub lite.
Sentado ello, concluyeron que la ley 12.910 -en
tanto regula el reconocimiento de variaciones de costos- había
perdido vigencia a raíz de haber entrado en vigor el régimen
de convertibilidad, como también por haber sido excluida del
marco normativo del contrato en virtud de la expresa voluntad
de las partes, ya que de las cláusulas especiales 50 y 17 del
Pliego Complementario de Condiciones se podía inferir que la

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empresa había tenido pleno conocimiento de la invariabilidad
de los precios cotizados.
En ese entendimiento, sostuvieron que la actora
tendría que haber contemplado dicha circunstancia al proyectar
su oferta, máxime cuando, según la doctrina de la Corte, la
magnitud de toda obra pública y de los intereses en juego
imponen a los contratistas actuar de modo de prever cualquier
eventualidad que pudiese incidir negativamente en sus dere-
chos.
Desestimaron la pretensión de encuadrar el caso en
el art. 39 de la ley 13.064, toda vez que la adecuación de
escalas salariales del convenio colectivo 76/75, homologado
por la autoridad pública, no había revestido las caracterís-
ticas del caso fortuito o la fuerza mayor, al no ser extraor-
dinario ni imprevisible, como tampoco podía ser considerado
ajeno a la actora, pues había sido producto de acuerdos cele-
brados entre organizaciones profesionales de trabajadores -que
representan genéricamente la oferta de trabajo- y orga-
nizaciones de empresas o empleadores -que representan genéri-
camente la demanda de trabajo- y en razón de que tal medida no
fue expresión alguna de órganos legislativos del Estado.
Por último, destacaron que la actora no había acre-
ditado, acabadamente, la distorsión sustancial de la ecuación
económica del contrato, ya que había circunscripto su prueba
-asimismo insuficiente- a la diferencia generada en el ítem
mano de obra, luego de adecuar las escalas salariales del
Convenio Colectivo de Trabajo 76/75. "Al respecto -dijeron- no
puede dejar de llamar la atención el empeño puesto por la
demandante al oponerse -con la invocación de ser ajeno a la
litis- al punto de pericia propuesto por la demandada relativo
a la determinación de la variación, respecto de cada uno de
los ítems del contrato, de los componentes del precio durante

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el período de su vigencia y en lo atinente a si, como


consecuencia de ello, existía diferencia alguna en el precio
total del contrato@ (confr. fs. 171/173 vta.).
- II -
Disconforme con tal pronunciamiento, la actora in-
terpuso el recurso extraordinario de fs. 470/480, que fue
concedido a fs. 489.
Manifiesta que es inequitativo que se la excluyera
de las previsiones el decreto 1312/93 y de la resolución SOPyC
255/93, porque su contrato fue celebrado en fecha anterior a
su entrada en vigencia, así como de las disposiciones del
decreto 1936/93, porque sólo era aplicable a los contratos
cuya apertura de ofertas económicas se produjeran con
anterioridad al 20 de marzo de 1991 y la suya fue posterior a
esa data. Expresa que si bien ello es atendible desde el punto
de vista temporal, no deja de configurar una situación de
notoria desigualdad entre quienes contrataron bajo la vigencia
de la ley 23.928 aunque antes o después del dictado de tales
actos, ya que en ellos se receptan los mismos principios que
los que aquí sostiene.
Aduce que la ley 23.928 no se opuso al reconoci-
miento del mayor gasto salarial provocado por la disposición
DNRT 1138/93, toda vez que una correcta inteligencia del art.
10 de la ley citada indica que la prohibición de autorizar
mayores costos está referida a todo tipo de reajuste de ca-
rácter automático o por fórmulas de índices que se vinculen
con el proceso inflacionario, pero no al derecho a obtener una
compensación por el verdadero incremento de los costos durante
la ejecución contractual, según los principios de equidad
(arts. 61 de la ley 12.910 y 39 de la ley 13.064) y de buena fe
(art. 1198 del Código Civil).

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Añade que el derecho a la revisión de los precios
como resultado de un aumento o disminución comprobados y de-
rivados de medidas de gobierno o de caso fortuito o fuerza
mayor no pueden considerarse alcanzados por la derogación
dispuesta por la ley 23.982, toda vez que una inteligencia con
semejante extensión podría llevar a concluir que ni el propio
Estado comitente podría tener derecho a la revisión para
producir una rebaja del precio pactado o que habrían quedado
derogadas las disposiciones de los arts. 51, inc. c) y 39 de la
ley 13.064.
En ese sentido, pone de relieve que la ley 23.928 no
derogó su derecho a obtener una justa retribución por la obra
desarrollada, en cuanto implica la posibilidad de reclamar y
obtener el reintegro de la inversiones que ha llevado a cabo
en el curso de la ejecución de estos trabajos cuando hechos
sobrevinientes a la celebración del contrato impactan de una
manera negativa y trascendente en los términos económicos
establecidos de común acuerdo entre las partes.
Por tal motivo, afirma que el caso debió encuadrarse
en el art. 39, inc. a) de la ley 13.064, toda vez que el
origen de su reclamo surgió de un acto de la administración
pública que le confirió fuerza obligatoria y vinculante a un
acuerdo convencional (la renovación del Convenio Colectivo de
Trabajo 76/75 y de nuevas escalas salariales) del que no formó
parte de modo directo, sin que, al margen de ello, la ley
23.928 hubiera abolido los aumentos salariales.
Alega que ha quedado acreditada la distorsión sus-
tancial del contrato, ya que de la prueba pericial surge que,
sin duplicaciones de ninguna especie, la incidencia del rubro
mano de obra en el precio total del contrato había sido del
26,28%, a la vez que de la comparación de los valores sala-
riales vigentes con anterioridad a la modificación aludida

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respecto a los aprobados por la disposición DNRT 1138/93 se


había producido un incremento del 40,59%. Al igual que, tam-
bién, había demostrado que los salarios se abonaron de acuerdo
a la nueva escala homologada, que los libros contables se
llevaron en legal forma y que permitieron la identificación de
la obra a la cual estaban afectados los trabajadores.
Finalmente, destaca que debe atenderse a la inci-
dencia de este rubro en el precio cotizado, el cual es una
exigencia que ya venía impuesta desde el dictado del decreto
3772/64, reglamentario de la ley 12.910 y se ha mantenido
invariable por la accionada para dicha finalidad. En conse-
cuencia, dice, ella no podía negarle a ese documento valor
analítico y sobre cuya base, además, había considerado que su
oferta era la más conveniente.
- III -
Pienso que si bien, en la tarea de establecer la
inteligencia de los preceptos de carácter federal, la Corte no
se encuentra limitada por las posiciones de la Alzada y del
recurrente, sino que le incumbe realizar una declaratoria
sobre el punto disputado (Fallos: 308:647; 312:417 y 2254,
entre otros), en el caso, la solución está condicionada a la
previa dilucidación de cuestiones de orden fáctico, tales como
los presupuestos de hecho que, como expresa la Cámara, debían
demostrar acabadamente la existencia de una distorsión
sustancial de la ecuación económica del contrato susceptible
de afectar de manera significativa su precio total.
En otras palabras, de las constancias de autos, dada
la naturaleza vial de la obra contratada, resultaba necesario
determinar la incidencia que tuvieron las variaciones de cada
uno de los ítem -no sólo el referido a la mano de obra y su
incidencia en los otros rubros- en el precio total del
acuerdo. Así pues, aunque la actora, tal como refiere el a

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quo, se opuso, con la invocación de ser ajeno a la litis, a
este punto del peritaje propuesto por la demandada, en el
recurso extraordinario planteado se limitó a insistir dogmá-
ticamente en que la "...distorsión sustancial se encuentra
acreditada, pues la prueba pericial ha demostrado que sin
duplicaciones de ninguna especie, la incidencia del rubro mano
de obra en el precio total del contrato es del 26,28%" (v. fs.
479 vta.).
De ese modo, como se ha expresado, toda vez que la
correcta inteligencia de las normas que se invocan depende de
los aspectos de hecho indicados, la cuestión referente al
sentido y alcance de dichos preceptos planteada en el recurso
extraordinario carece de relación directa e inmediata con la
decisión recaída en la causa (art. 15 de la ley 48) (confr.
doctrina de sentencia de V.E., in re: M.198, L.XXXVII, "Me-
trogas S.A. c/ Resolución Regulatoria 6/10/95 -ENARGAS- exp-

te. n°. 1242/95", del 23 de junio de 2005).


- IV -
Opino, por tanto, que el recurso extraordinario ha
sido mal concedido por el a quo y que corresponde desestimar-
lo.
Buenos Aires, 16 de septiembre de 2005.-
RICARDO O. BAUSSET
ES COPIA

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