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Introducción
Anorexia nerviosa
Anorexia quiere decir falta de apetito, y es un término habitual para designar un síntoma
que aparece en otros trastornos y enfermedades como la depresión o la gripe. En la
anorexia nerviosa la persona no come, pero no deja de pensar qué debe ingerir para no
estar gorda y es ahí donde radica su patología: el deseo irrefrenable de seguir
adelgazando, incluso aunque ya haya perdido gran porcentaje de peso.
Epidemiología
Afecta fundamentalmente a mujeres (el 95%) de entre 10 y 30 años (inicio entre los 13
y 18). La prevalencia en la población general es menor del 1%. Hay unas poblaciones
más sensibles que otras: países desarrollados con un nivel económico alto, aunque se
ha observado un desplazamiento hacia las clases más bajas. Está extendida entre
ciertas profesiones como modelo o gimnasta.
Características clínicas
La característica clínica esencial es el rechazo a mantener el peso por encima del valor
mínimo normal para su edad y talla, es un deseo de perder peso y terror ante la gordura
que se convierte en el centro de todas sus preocupaciones y que perturba gravemente
el resto de facetas de su vida. Es habitual que esta alteración se inicie con alguna crítica
sobre su peso, con lo que empiezan a restringir la ingesta, tanto en la cantidad como en
la calidad de alimento. Lograda la pérdida de peso, siguen reduciendo las colorías que
ingieren por día (de 600 a 800). Aparecen rituales alimentarios peculiares, como arreglar
minuciosamente la comida en los platos o esconder los alimentos, y aunque tengan
hambre mitigan los efectos bebiendo mucha agua, tomando laxantes o induciéndose el
vómito después de comer y manteniendo una exagerada actividad física.
Comorbilidad
La sintomatología afectiva suele estar presente desde las primeras fases del trastorno,
destacándose un estado de ánimo ansioso-irritable que según avanza el cuadro se
transforma en disforia. En el seguimiento los síntomas depresivos están presentes en
un tercio de los casos (el 10% podría clasificarse de depresión mayor). Aunque exista
una relación entre AN y depresión no parece que la primera derive de la segunda, más
bien, el trastorno afectivo puede predisponer y/o concurrir con la AN, y por tanto la
agrave.
Complicaciones físicas
Diagnóstico diferencial
Hay diversas alteraciones que cursan con pérdidas de peso y/o patrones alimentarios
anómalos que hay que diferenciar de un trastorno alimentario: la diabetes mellitus, la
neoplasia y la tirotoxicosis. La depresión puede cursar con anorexia y pérdida de peso,
pero en ésta no se da un miedo patológico a engordar ni problemas con la imagen
corporal. En el TOC puede desarrollarse una evitación a los alimentos por temor a que
estén contaminados y rituales dirigidos a su purificación. En determinados trastornos
psicóticos se pueden presentar patrones extraños de alimentación debido a delirios
sobre el envenenamiento de la comida. La característica diferencial entre un trastorno
alimentario y otro con signos semejantes es la idea sobrevalorada de adelgazar.
Etiopatogenia
Los factores precipitantes son los que inician el trastorno. Se definen por el fracaso del
individuo por adaptarse a las demandas que se le piden en un momento dado. Destacan
las historias respecto a antecedentes de sobrepeso o haber recibido críticas por su
imagen o por haber padecido algún acontecimiento vital que implique un cambio brusco
en la vida del adolescente. Estos factores precipitantes son: cambios corporales,
separaciones y pérdidas, rupturas conyugales del padre, contactos sexuales,
incremento rápido de peso, críticas sobre el cuerpo, enfermedad adelgazante,
traumatismo desfigurador, incremento de la actividad física y acontecimientos vitales.
Bulimia nerviosa
Antes de su formulación como síndrome oficial este trastorno había recibido varios
nombres: Síndrome del delgado-gordo, bulimarexia, síndrome del caos dietético… El
DSM-III lo reconoce como una entidad diagnóstica diferenciada y el DSM-III-R corrige
algunos criterios que lo hacían incompatible con la anorexia y le añade el calificativo de
"nerviosa".
Las 3 características de este cuadro serían: 1) la pérdida subjetiva del control sobre la
ingesta y los episodios bulímicos asociados, 2) las conductas destinadas al control del
peso corporal y 3) una preocupación extrema por la figura y el peso corporales.
Epidemiología
Características clínicas
Willmuth y colbs encontraron que las que utilizan conductas purgantes (vómitos, el uso
de laxantes o de diuréticos) tienen mayor grado de distorsión de la imagen corporal,
mayor deseo de estar delgadas y más patrones alimentarios anómalos y
psicopatologías.
Comorbilidad
Complicaciones físicas
Evolución y pronóstico
Diagnóstico diferencial
Etiopatogenia
Estas pacientes indican una gran insatisfacción con su cuerpo. Russell considera que la
bulimia no es más que una variante de la AN; y para diagnosticar bulimia tendría que
haberse dado antes un episodio de AN. Hay dos factores relevantes en la historia del
trastorno: predisposición a engordar (y hacer dietas) e historia de trastornos afectivos.
Resulta importante comprender que las personas con anorexia nerviosa comparten con
las que tienen bulimia nerviosa un angustioso temor a «engordar». Sin embargo, al
contrario de lo que ocurre con los pacientes anoréxicos, los bulímicos suelen tener un
peso normal. Incluso a veces pueden tener un ligero sobrepeso. El temor a engordar es
el núcleo central de la bulimia nerviosa.
El DSM-4-TR diferencia entre la bulimia con purga y sin ella, según se utilice algún
método purgante para evitar coger peso (vomitar, o utilizar laxantes). El tipo purgante
es el más común y supone alrededor del ochenta por ciento de los casos. En el tipo no
purgante la persona suele recurrir al ayuno o al ejercicio, pero no vomita ni utiliza
laxantes o diuréticos para contrarrestar el atracón. La diferencia entre una persona con
bulimia nerviosa, y otra con el subtipo compulsivo-purgativo de la anorexia nerviosa,
radica en el peso. Por definición, una persona con anorexia nerviosa se encuentra muy
por debajo de su peso, lo que no se puede decir de alguien que tiene bulimia nerviosa
(véase la Tabla 9.1).
El típico paciente que tiene anorexia nerviosa suele rechazar con contundencia la
gravedad de su trastorno, y parece inconsciente de la preocupación con que las
personas que la rodean perciben su aspecto demacrado. Por el contrario, el estado de
ánimo de un paciente con bulimia nerviosa puede ser cualquier cosa menos
complaciente. La vergüenza, la culpabilidad, el auto-desprecio, así como los esfuerzos
para ocultar el problema, llevan a la persona con bulimia a luchar dolorosamente, y a
menudo infructuosamente, para intentar controlar el impulso de comer
desmesuradamente (Butcher, J. N., Mineka, S., & Hooley, J. M, 2007).
Bibliografía:
• Belloch, A., Ramos, F., & Sandín, B. (2010). Manual de psicopatología. McGraw-Hill.
• Butcher, J. N., Mineka, S., & Hooley, J. M. (2007). Psicología clínica. Pearson Educación.