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Estilo y

propósito
del texto

Redacción y
técnica
legislativa

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Redacción normativa
Estilo y propósito del texto

“...las leyes del Bajo Imperio carecen de majestad. El príncipe se expresa en


ellas como un retórico. Si es hinchado el estilo de las leyes, parecen éstas
una obra de ostentación”. Montesquieu (El espíritu de las leyes, cap. XVI)

Introducción

En esta unidad veremos lo relativo a la redacción normativa, su importancia


y sus reglas prácticas. El objetivo será construir herramientas que te
permitan desarrollar competencias para construir textos que sean claros y
precisos y que transmitan correctamente el mensaje, finalidad de todo acto
legislativo.
Si una ley adolece de errores, no solamente estaremos ante un texto
defectuoso, sino que será compleja la transmisión del contenido. Si la ley no
transmite bien su contenido, difícilmente será cumplida y, por lo tanto,
perderá todo su sentido de ser.
En definitiva, la redacción de una norma es parte central de la construcción
del dispositivo normativo. Los textos normativos deben tener una redacción
clara, precisa y concisa. Afirma Pérez Bourbon (2008), citando a Ubertone
que:

“Preciso” significa que el texto normativo debe transmitir un


mensaje indudable. Si al leer el texto normativo nos
empezamos a preguntar si se refiere a todos los perros o
solamente a los perros que no están vacunados, ese texto
deja dudas y por lo tanto no es preciso. Cuantas más dudas
haya, menos preciso es el texto.
“Claro” significa que el texto normativo debe ser fácil de
comprender. Si para entender un texto normativo de diez
artículos tenemos que pasarnos un mes estudiándolo, ese
texto normativo no es claro.
“Conciso” significa breve, en el sentido de que no es más
extenso de lo necesario. (p. 27)

Pérez Bourbon (2008) también señala que la jerarquía entre unos y otros
conceptos es la siguiente: precisión, claridad y concisión, pues antes que
nada un texto debe ser lo más preciso posible para evitar ambigüedades,
vaguedades y errores de interpretación.

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Las reglas de redacción tienen una finalidad orientada a asegurar, por lo
tanto, la precisión del texto y la claridad de la norma que contiene.
Lo hemos enunciado en módulos anteriores: la norma no sólo debe
transmitir claramente su mensaje, para que todos lo entiendan del mismo
modo, sino que además debe respetar fielmente la intención del legislador.
Es decir, la tarea del técnico legislativo es poder traducir la decisión política
en una norma jurídica que la exprese cabalmente.
También hemos señalado que en la redacción de la norma, en el articulado
deben omitirse las valoraciones, fundamentaciones y deseos, aspectos que
deben estar reunidos en la expresión de motivos del texto normativo y no
en la parte dispositiva.
Al momento de redactar la norma, debe recurrirse a aquel vocabulario que
resulte más adecuado y que reúna las condiciones para transmitir
fidedignamente lo que se quiere decir. El lenguaje va mutando según las
regiones y el momento temporal en el que se use, por eso deben buscarse
terminologías que no ofrezcan dudas y que, independientemente del lugar
y el tiempo en el que se sitúe el lector, permitan decodificar correctamente
el mensaje.

El estilo normativo

La redacción de las normas debe ser precisa, clara y concisa, pero además
debe recurrir a un estilo propio de los textos jurídicos; es decir, debe estar
sujeta a ciertas características que hacen a las leyes.
Basta pensar en el estilo de redacción diferente que tiene un diario respecto
de una novela o una ley. La especificidad de la redacción legal debe
respetarse, pues hace a su claridad.
Así se dice que las leyes deben “guardar un estilo sumamente parco,
desprovisto de palabras innecesarias” (Pérez Bourbon, 2008, p. 102) y que
no corresponde “incluir en el texto de la ley cuestiones no preceptivas como
son las recomendaciones o expresiones de deseo” (Pérez Bourbon, 2008, p.
102).
Montesquieu, en El Espíritu de las Leyes (1748), decía que “además de
lacónico, el estilo de las leyes debe ser sencillo; la expresión directa se
comprende mejor que la figurada… Las leyes no deben ser sutiles; se hacen
para gente de entendimiento mediano; han de estar al alcance de la razón
vulgar de un padre de familia” (Libro XXIV, Cap. XVI).

La redacción normativa
La redacción no debe suscitar confusiones, por eso siempre, ante la duda, es
preferible recurrir a una redundancia antes que a la ausencia de algún
elemento que genere luego ambigüedad.
Veremos en el siguiente ejemplo algo de lo señalado:

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Artículo 7: La Convención elegirá de su seno al Presidente, el
que tendrá voz y voto. En caso de empate su voto será doble.
Se dará su propio reglamento siendo el único juez de la
elección y título de sus miembros. Supletoriamente se
aplicará para su cometido el Reglamento de la Honorable
Cámara de Diputados.1

En este ejemplo puede verse cómo una mala redacción genera una
consecuencia jurídica diferente. La norma quiso decir que la Convención es
la que dicta su propio reglamento y que es juez de la elección y título de sus
miembros, es decir, que frente a algún planteo referido a los miembros de
la Convención, es ésta la única habilitada para resolverlo (Pérez Bourbon,
2008, p. 103). Sin embargo, una redacción confusa produjo como
consecuencia que la interpretación sea otra: de la lectura literal se entiende
que es el presidente de la Convención el que tiene estas atribuciones. En
conclusión, la utilización errónea del sujeto tácito produjo una consecuencia
jurídica diferente a la que se quiso poner.

En la bibliografía obligatoria puedes recurrir a más ejemplos de redacciones


normativas en donde, producto de una mala redacción, se generan
consecuencias jurídicas diferentes.

Para facilitar la comprensión de las normas, deben buscarse términos que


reduzcan la incertidumbre, que sean fácilmente comprensibles, que tengan
acepciones unívocas y que no sean coyunturales.
Como ya se ha enunciado también, no deben colocarse dentro de la parte
dispositiva, argumentos que tiendan a justificar las razones que motivan las
normas, pues ello va incluido en la parte expositiva.
Por otra parte, sostienen Brenna et al. (2013), que:

Desde luego compartimos el criterio de Luzzati, que al realizar


un profundo análisis del lenguaje jurídico afirma que desde el
punto de vista lingüístico, una absoluta certeza del derecho
es inalcanzable, dada la presencia de un elemento de
incerteza, que puede ser reducido pero nunca
completamente eliminado: la vaguedad…
A fin de satisfacer la exigencia de certeza del derecho, la
publicidad de los actos normativos, por un lado, y de una
correcta y clara redacción de técnica de las leyes, por otro,
constituyen elementos fundamentales e imprescindibles
para reducir aquella incertidumbre con éxito. (P. 185).

1 Ley Nº 1523 de la provincia de la Pampa.

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En definitiva, Brenna et al. (2013) sostienen que no es posible reducir
absolutamente la existencia de vaguedades, pero que una correcta y clara
redacción de las leyes puede reducir la incertidumbre a un límite aceptable.
Para ello, debe usarse la terminología adecuada, pues siempre la finalidad
es que las comunicaciones sean comprendidas por todos.
La redacción normativa de los textos legislativos debe caracterizarse por “su
carácter impersonal, por su finalidad de informar y comunicar con la mayor
claridad, brevedad y concisión, la intención de provocar un hacer o un dejar
de hacer...” (Brenna et al., 2013, p. 186) y para ello requiere del uso de un
patrón culto de la lengua.
Los patrones cultos son aquellos en los que “se cumplen y observan las
reglas de gramática formal y que emplean un vocabulario común para todos
los usuarios de la lengua” (Brenna et al., 2013, p. 186). El patrón culto busca
estar “por encima de las diferencias léxicas, las tendencias regionales
morfológicas o sintácticas del vocabulario, las idiosincrasias lingüísticas”
(Brenna et al., 2013, p. 187). Es decir, no busca un lenguaje florido ni
barroco, sino simpleza que se traduzca en mayor comprensión.
Con la finalidad de perfeccionar el contenido de las leyes vigentes, se ha
producido un enorme desarrollo de la disciplina, la que bajo el nombre de
legística se encarga de construir reglas para facilitar el desarrollo de las
normas.
La redacción técnica de textos legislativos se ha denominado drafting y
consiste en un “complejo de reglas esencialmente estilísticas pero
profundamente apoyadas en las reglas gramaticales de la lengua en
expresión, necesarias para una correcta redacción de texto normativos”
(Brenna et al., 2013, p. 188).
Para Ripert, Georges (según cita de Brenna et al, 2013, p 189) el drafting
formal o legística formal consiste en “el arte de hacer buenas leyes… bajo la
forma más conveniente para su aplicación, de manera de representar la
voluntad del legislador y hacerla conocer y aceptar por todos”.
Señalan Brenna et al. (2013), siguiendo a Cornu A., que:

La obra de formulación comprende dos operaciones de base:


1) La expresión lingüística, que es propiamente la escritura de
la ley, palabras, frases, vocabulario, sintaxis, por una parte, y
2) la composición o ensamble global, por la otra, el plan, las
divisiones, el control de la coherencia y de la unidad del texto.
(p 190).

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Bibliografía de referencias
Alchourrón, C. E., y Bulygin, E. (2000). Introducción a la metodología de las
ciencias jurídicas y sociales. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Recuperado de http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor-
din/introduccion-a-la-metodologia-de-las-ciencias-juridicas-y-sociales--
0/html/

Brenna, R. G., Bichachi, D. S., y Molinari, G. (2013) Técnica Legislativa (1ra.


ed.). Buenos Aires: La Ley.

Grosso, B. M., Svetaz, M A., Pérez Bourbon, H., y Ubertone, F. P. (2000).


Reglas Prácticas de Técnica Legislativa (1ra. ed.). Buenos Aires: Belgrano.

Leiva Fernández, L. F. P. (2007). Ensayos de Derecho Civil y Técnica


Legislativa (1ra. ed.). Buenos Aires: La Ley.

Montesquieu. (1748). El espíritu de las leyes, Libro XXIX. Recuperado de


http://bibliotecadigital.tamaulipas.gob.mx/archivos/descargas/310000006
30.PDF

Pérez Bourbon, H. (2008). Manual de Técnica Legislativa (1ra. ed.). Buenos


Aires: Konrad Adenauer Stiftung.

Pérez Paredes, Y. (2011). Manual de Técnica Legislatica. Peru: Oficialia


Mayor. Dirección General Parlamentaria. Recuperado de
http://www4.congreso.gob.pe/dgp/ManualTecnicaLegislativa.pdf

Real Academia Española. (2012). Diccionario de la lengua española [Versión


electrónica] (22. ª ed.). Recuperado de http://www.rae.es/

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