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Diccionario de Psicología, letra C, Circuito pulsional

Modo en que la pulsión opera en los vínculos de pareja y familia. No se trata de una pulsión
vincular, sino, del particular modo de operar la pulsión en los vínculos, cualificando la posición
de los sujetos en la estructura vincular y familiar. Funciona como disparador de la singular
potencialidad que los enlaza a partir de la dialéctica pulsional impuesta por el conflicto Eros -
Tánatos. Lo que no logra ligarse, está destinado a la compulsión a la repetición. En la clínica, el
dispositivo analítico favorece el despliegue del circuito pulsional. Da sentido al interjuego pleno de
significación que se expresa en dicho contexto, tanto por el modo en que construyen su relato como
por la manera de mirarse, tocarse, hablarse, escucharse, etcétera. Origen e historia del término El
concepto Freudiano de pulsión, pertenece al orden de lo inconsciente y alude a una fuerza
constante que cabalga entre lo somático y lo psíquico. Mención esta que, sin definirse ni por lo uno
ni por lo otro, apunta a diferenciarse de la idea de instinto. Sin embargo, aun así resulta insuficiente
como para quedar desnaturalizado. Consideramos que la cualidad propiamente humana de la
pulsión está dada: a) por la intervención del "Otro", en el doble sentido: en tanto otro primordial y
también como representante de la cultura y b) por la inclusión de un "otro" en tanto semejante apto
para que aquélla se entrame de un modo específico. El concepto de "circuito pulsional" es
inventado por Lacan para dar cuenta del modo en que opera la pulsión en el aparato psíquico.
Circuito o trayecto que pasa por el Otro y vuelve al sujeto. Intersección cuerpo-significante (hambre
significada por el Otro). Las pulsiones son "el eco en el cuerpo de que hay un decir". En el
Seminario XI define la pulsión como "concepto límite entre lo real del cuerpo y la palabra del
Otro". La pulsión se origina en la demanda del Otro. La pulsión termina de completar un circuito
cuando se constituye el sujeto del deseo. "Por el desfiladero de la pulsión se abrirá camino el
deseo". Desarrollo desde la perspectiva vincular La actividad pulsional, que consta de un aspecto
jugado a nivel del aparato psíquico, excede sin embargo, el territorio del autoerotismo. Las marcas
originarias de los vínculos primarios magnetizarán futuras búsquedas. Será nuevamente en un
vínculo que la atracción -rechazo habrá de desplegarse en un interjuego pulsional específico de
dicha dupla. Reclama de un vínculo en que, cada uno de los partenaires que lo conformen, se
posicionen de modo tal, que cada uno se erija en condición de goce para el otro, determinando así la
singularidad de sus intercambios desplegados en los cuatro parámetros definitorios del mismo.
Marca en el orillo de cada estructura vincular generada por, y a su vez, generadora de, un cierto
montaje pulsional que requiere de la encarnadura de esos personajes para su peculiar puesta en
escena. Los acuerdos fundantes del vínculo conllevan en su constitución el circuito pulsional
producido por la pareja y, que arma red con la trama identificatoria que los atraviesa, dando lugar
al particular posicionamiento que adopten. De este modo interviene el componente pulsional en la
configuración del "zócalo inconsciente de la pareja". Si bien el amor apunta a un objeto total, se
nutre de la pulsión, que siempre es parcial en su enlace y requiere de un vínculo para su despliegue.
La alianza se constituye en un anudamiento de los tres registros: real, imaginario y simbólico.
Sujeto a inscripciones socioculturales y familiares, el vínculo aporta un valor significante a cierta
porción de la pulsión, pero siempre habrá de quedar un resto sin ligadura. Impronta de lo real que
subyace a la compaginación imaginaria del enamoramiento fundante del mismo. El atravesamiento
significante de dicho encuentro hace que la pulsión, circule entre los partenaires a modo de un
circuito que abarca desde la descarga corporal de tipo impulsivo, hasta su puesta en sintonía con el
deseo de quienes lo portan. La prevalencia de un modo o del otro denota el predominio de Eros o de
Tánatos en el balance pulsional. Cuando pulsión y deseo transcurren por carriles separados, apuntan
con su eficacia a dos destinatarios diferentes: en tanto el deseo tiende al logro de un placer subjetivo
que, por definición resultará efímero o fallido, la pulsión se dirige a la imposible satisfacción del
Otro. De ahí su fuerza constante e incoercible (Recordemos que según Lacan la pulsión se
origina en la demanda del Otro). Singular dialéctica que teniendo como telón de fondo el
conflicto entre Eros y Tánatos, imprimirá de una dinámica propia el circuito pulsional en
juego. También la familia se ofrece como una configuración apta para el despliegue pulsional de
quienes la conforman. El hombre no nace sexual, sino que su sexualidad se va constituyendo en el
contacto con el Otro, inmersos ambos, en una determinada estructura familiar. Sus funciones
biológicas se ordenan según las regulaciones que cada cultura crea. El hambre que experimenta, no
apunta a cualquier alimento para saciarse, sino que con su selectividad va imprimiendo cierta
direccionalidad a su búsqueda. Esto es así porque se trata de un hambre significada por el Otro que
connota a la pulsión como el resultado de un "efecto de encuentro" generador de un circuito
pulsional. La pulsión parte con su perentoriedad, de cierta zona erógena para apresar al objeto y
retomar a la misma. Pero, la zona en cuestión no será cualquiera sino aquella que ha sido
erogeneizada en el vínculo primario. En cuanto al objeto, si bien se trata de lo más variable de la
pulsión, ésta en su recorrido habrá de apuntar a aquel objeto que responda a las improntas provistas
por el Otro desde su sujeción a las estructuras familiar y cultural a las que pertenece. De ahí que en
cada familia se coma, se hable, se mire, de una manera singular. Singularidad que denota el
entramado pulsional e identificatorio que los atraviesa. Cuando este circuito pulsional opera a
predominio tanático interviene como un factor compulsivo, cuyos efectos pueden ser: la
"transmisión de la irracionalidad", o la conformación de un funcionamiento caracteropatizado. En
cambio cuando prevalece lo erótico, genera un circuito libidinal promotor de la emergencia del
sujeto deseante y de la potencialidad sublimatoria en los vínculos. Problemáticas conexas
Consideramos como problemáticas conexas: 1) La incidencia del circuito pulsional en la
conformación de un carácter vincular en tanto ciertos rasgos de carácter sobresalientes se producen
como precipitado de fijaciones pulsionales. 2) El circuito pulsional como promotor de sujetos de
deseo dará lugar a la potencialidad simbolizante y sublimatoria de la vincularidad. 3)
Contribuye a lo que hemos denominado la novela corporal vincular como modo de conectarse a
partir del discurso vívido de sus cuerpos. Sus intercambios van promoviendo la creación de una
representación vincular que tiene un aspecto que se juega esencialmente en el encuentro corporal de
dichos partenaires.

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