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EL LENGUAJE, LA COMUNICACIÓN Y LA CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO

Mtra. Rosa Aurora Azpilcueta Villa.


Docente de la Facultad de Ciencias Químicas.
Compilación de Textos
A. LA COMUNICACIÓN
La comunicación es un fenómeno inherente a la relación grupal de los seres vivos, por medio
del cual, éstos obtienen información acerca de su entorno y son capaces de compartirla
haciendo partícipes a otros de esa información. Es un proceso de interrelación entre dos o
más personas, donde se transmite una información desde un emisor que es capaz de
codificarla en un código definido hasta un receptor, el cual decodifica la información
recibida, todo eso en un medio físico por el cual se logra transmitir, con un código
convencional entre emisor y receptor, y en un contexto determinado. El proceso de
comunicación emisor-mensaje-receptor, se torna bivalente cuando el receptor logra
codificar el mensaje, lo interpreta y lo devuelve al emisor original, quien ahora será
receptor.
La palabra comunicación deriva del latín "communicare", que puede traducirse como
"poner en común, compartir algo". Se considera una categoría polisémica en tanto su
utilización no es exclusiva de una ciencia social en particular, teniendo connotaciones
propias de la ciencia social de que se trate.
 Según B. F. Lomonosov y otros: El problema de la comunicación en Psicología pag.
89. "La comunicación es la interacción de las personas que entran en ella como
sujeto. No sólo se trata del influjo de un sujeto en otro (aunque esto no se excluye),
sino de la interacción entre ambos. Para la comunicación se necesitan como mínimo
dos personas, cada una de las cuales actúa como sujeto".
 Según E. Pichón Riviere, en El Proceso Grupal de Psicoanálisis a la Psicología Social,
pág. 89, nos plantea: "Comunicación es todo proceso de interacción social por medio
de símbolos y sistemas de mensajes. Incluye todo proceso en el cual la conducta de
un ser humano actúa como estímulo de la conducta de otro ser humano. Puede ser
verbal, o no verbal, interindividual o intergrupal".
 Z. M. Zorín, en Psicología de la Personalidad, define: "Comunicación es todo proceso
de interacción social por medio de símbolos y sistema de mensajes. Incluye todo
proceso en el cual la conducta de un ser humano actúa como estímulo de la
conducta de otro ser humano".
 Giacomo Marasso Beltrán, en sus "Apuntes de Teoría de la Comunicación", dice que
la comunicación es una relación dialógica.
En los seres humanos, la comunicación es un acto propio de su actividad psíquica, derivado
del lenguaje y del pensamiento, así como del desarrollo y manejo de las capacidades
psicosociales de relación con el otro. A grandes rasgos, mediante el intercambio de
mensajes principalmente lingüísticos, el individuo tiene la oportunidad de conocer más de
sí mismo, de los demás y del medio exterior que le permiten influir y ser influidos por las
personas que lo rodean.
Es importantísimo recordar que la comunicación puede ser verbal y no verbal, lo que
comprende un "todo" donde los diferentes sentidos de percepción del hombre actúan para
decodificar e interpretar lo escuchado, pues puede ser lo suficientemente claro para que
llegue la información, pero, ¿es lo que se quiere transmitir? o el receptor ¿es quien

verdaderamente puede descifrar la información? Allí los canales juegan un papel


importante, así como la disposición de transmitir la información de la mejor manera para
ser entendido correctamente.
Elementos del proceso comunicativo
1. Áreas de la Comunicación
La comunicación es una disciplina que despliega su abanico conceptual y metodológico
sobre las siguientes subdisciplinas, entre otras:
- Teoría de la Comunicación
- Análisis del discurso
- Narrativa audiovisual
- Industrias culturales
- Realización y producción audiovisual
- Estructura de la información y la comunicación
- Historia de los medios de comunicación
- Redacción periodística
- Teoría de la publicidad y de las Relaciones Públicas
- Semiótica de la publicidad
- Crítica mediática
2. Elementos del Proceso de la comunicación
Los elementos de la comunicación humana son: fuente, emisor o codificador, código (reglas
del signo, símbolo), mensaje primario (bajo un código), receptor o decodificador, canal,
ruido (barreras o interferencias) y la retroalimentación o realimentación (feed-back,
mensaje de retorno o mensaje secundario).
Fuente: Es el lugar de donde emana la información, los datos, el contenido que se enviará,
en conclusión: de donde nace el mensaje primario.
Emisor o codificador: Es el punto (persona, organización...) que elige y selecciona los signos
adecuados para transmitir su mensaje; es decir, los codifica para poder llevarlo de manera
entendible al receptor. En el emisor se inicia el proceso comunicativo.
Receptor o decodificador: Es el punto (persona, organización...) al que se destina el
mensaje, realiza un proceso inverso al del emisor ya que en él está el descifrar e interpretar
lo que el emisor quiere dar a conocer. Existen dos tipos de receptor, el pasivo que es el que
sólo recibe el mensaje, y el activo o perceptor, quien no sólo recibe el mensaje, sino que lo
percibe y lo procesa. Si el mensaje es recibido tal como el emisor quiso decir, en este tipo
de receptor se realiza el feed-back o retroalimentación.
Código: Es el conjunto de reglas propias de cada sistema de signos y símbolos que el emisor
utilizará para trasmitir su mensaje, para combinarlos de una manera adecuada para que el
receptor pueda captarlo. Un ejemplo claro es el código que utilizan los marinos para poder
comunicarse; la gramática de algún idioma; los algoritmos en la informática..., todo lo que
nos rodea son códigos.
Mensaje: Es el contenido de la información (contenido enviado): el conjunto de ideas,
sentimientos, acontecimientos expresados por el emisor y que desea trasmitir al receptor
para que sean captados de la manera que desea el emisor. El mensaje es la información.
Canal: Es el medio a través del cual se transmite la información-comunicación,
estableciendo una conexión entre el emisor y el receptor. Es mejor conocido como el
soporte material o espacial por el que circula el mensaje. Ejemplos: el aire, en el caso de la
voz; el hilo telefónico, en el caso de una conversación telefónica.
Índice: Es la información que recibe el destinatario en el circuito de la comunicación.
Muchas veces se confunde con signo y con otras acepciones, tales como el índice, el cual se
distingue en que éste no tiene una intención por parte del emisor.
Señal: Se trata de un índice intencional. Constituyen plenamente al acto de comunicación.
Cuando se dice que es intencional se refiere a que da información. El conjunto de señales
constituye:
Signo: Se diferencia de la señal, en que ésta es uno de sus componentes (toma señal por
"significante" o "concepto", utilizadas por Saussure).
Aquí, se discute el principio de arbitrariedad del signo, porque según ellos, en la
comunicación aparecen lo que llaman "signos motivados". Los definen como "aquellos en
los que las señales presentan analogías con sus significación".
Por ejemplo: las onomatopeyas en un sentido aproximativo (es una arbitrariedad relativa,
cada lengua lo expondrá en forma distinta). Otro ejemplo que da son las imágenes, porque
éstas "no pueden portar cualquier sentido, sino solamente aquellos a los que se parece por
naturaleza". Por ello la gran importancia de las imágenes en la comunicación.
Símbolo: Es un tipo de señal. Para Saussure "es una señal no escogida por completo de
manera arbitraria".
Referente: Realidad percibida gracias al mensaje. Comprende todo aquello que es descrito
por el mensaje.
Situación: Es el tiempo y el lugar en que se realiza el acto comunicativo.
Interferencia o barrera: Cualquier perturbación que sufre la señal en el proceso
comunicativo, en cualquiera de sus elementos. Son las distorsiones del sonido, la distorsión
de la imagen, la alteración de la escritura en un viaje, la afonía del hablante, la sordera del
oyente, la ortografía defectuosa, la distracción del receptor, el alumno que no atiende
aunque esté en silencio. También suele llamarse ruido.
Retroalimentación o realimentación (mensaje de retorno). Es la condición necesaria para
la interactividad del proceso comunicativo, siempre y cuando se reciba una respuesta
(actitud, conducta...) sea deseada o no. De esta manera se logra la interacción entre el
emisor y el receptor. La respuesta puede ser positiva (cuando fomenta la comunicación) o
negativa (cuando se busca cambiar el tema o terminar la comunicación). Si no hay
retroalimentación, entonces sólo hay información, mas no comunicación.
3. Funciones de la comunicación
Informativa: Tiene que ver con la transmisión y recepción de la información. A través de
ella se proporciona al individuo todo el caudal de la experiencia social e histórica, y
proporciona elementos para la formación de hábitos, habilidades y convicciones. En esta
función, el emisor aporta contenidos nuevos y puede influir en el estado mental interno del
receptor.
Afectivo-valorativa: El emisor debe otorgarle a su mensaje la carga afectiva que el mismo
demande. Gracias a esta función, los individuos pueden establecer una imagen de sí mismo
y de los demás.
Reguladora: Tiene que ver con la regulación de la conducta de las personas con respecto a
sus semejantes. De la capacidad autorreguladora y del individuo depende el éxito o fracaso
del acto comunicativo Ejemplo: una crítica permite conocer la valoración que los demás
tienen de nosotros mismos.
Hechos sociales como la mentira son una forma de comunicación informativa (aunque
puede tener aspectos reguladores y afectivo-valorativos) en la que el emisor trata de influir
sobre el estado mental del receptor para sacar ventaja.
El lenguaje es la facultad humana que permite la expresión y la comunicación. Implica el
uso de códigos y sistemas de símbolos organizados de acuerdo con leyes internas, con el fin
de manifestar lo que se vive, se piensa, se desea, se siente.
Por medio de los gestos, el movimiento, la pintura, la palabra, el individuo cifra y descifra
el mundo, se relaciona con los demás, interpreta su ámbito social, produce cultura, se
inserta en la época en que vive.
La lingüística describe y explica los problemas que plantea el lenguaje humano, sus
relaciones internas, sus funciones y su papel en la vida social.
Debido a la complejidad de las interacciones humanas, desenvolverse en el mundo actual
exige que el individuo posea conocimientos y destrezas en el uso, comprensión y crítica del
entorno simbólico (lenguajes cinéticos, gráficos, fónicos). El estudio de la lengua o idioma
no basta para entender el conjunto de relaciones sociales derivadas del auge de los medios
de comunicación y de informática.
A partir de estas consideraciones, se ha denominado «Lenguaje y Comunicación» al área
del currículo que se encarga de garantizar el desarrollo de las competencias lingüística de
los alumnos a base de un enfoque eminentemente funcional y práctico.

B. EL LENGUAJE Y LA CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO


Citaremos dos conceptos de Lenguaje de un diccionario español:
1 - "Facultad de expresarse"
2 - "Conjunto sistemático de signos que permiten la comunicación"
El Lenguaje acompaña y ha acompañado al hombre durante toda su evolución histórica y
antropológica. Como se desprende aquí, es un elemento clave para la vida intelectual y
cultural, pues cualquier tipo de conocimiento se encuentra coexistiendo en él.
Ferdinand de Saussure fijó la materia de la Lingüística, que "está constituida por todas las
manifestaciones del lenguaje humano, ya se trate de pueblos salvajes o de naciones
civilizadas, de épocas arcaicas, clásicas o de decadencia, teniendo en cuenta, en cada
periodo, no solamente el lenguaje correcto y el bien hablar, sino todas las formas de
expresión". Toma en cuenta el objeto de la Lingüística como universal e histórico.
Sassure define la lengua como producto de la facultad del Lenguaje, La lengua es una parte
esencial del lenguaje. Es a la vez un producto social de la facultad del lenguaje…". Pone en
primer lugar el hecho del lenguaje y luego a la lengua como consecuencia de ella por parte
de los individuos. Es un conjunto de convenciones necesarias adoptadas por el cuerpo
social para permitir el ejercicio de esa facultad en los individuos". Podríamos ver que este
mecanismo humano, a simple vista, se convierte en un "círculo vicioso", debido a que no
podemos aclarar qué cosa apareció primero. Podemos mencionar como características de
la lengua, que:
 Es un sistema de signos. Los elementos que estructuran la Lengua son definibles por las
relaciones que mantienen entre sí.
 Es un producto social. Es un amplio repertorio de signos que una sociedad va
elaborando a través del tiempo y que le pertenece. En definitiva, puede decirse que es
una creación social. El habla en cambio, es una acción y producto individual. Cada
persona en particular realiza actos de habla, utilizando la lengua que conoce.
La lengua, como sistema social que es, constituye un producto más o menos fijo, estable.
Una lengua va cambiando muy lentamente, según las necesidades de expresión que surgen
de su empleo cotidiano. El habla, en cambio, no es algo fijo, sino libre. Es sabido que cada
persona combina libremente los elementos que el idioma le ofrece. En cada hablante la
lengua se realiza de una manera particular.
Por otro lado, la lengua perdura prolongadamente en el tiempo. (La lengua castellana por
ejemplo, tiene quince siglos de existencia).
El habla es una acción y un producto momentáneos. Por ello los caracteres físico y psíquico
que las diferencian: cada cual piensa que la lengua que conoce, así también los signos que
constituyen una lengua, fueron creados por elaboración psíquica. El habla, en cambio, no
sólo es el resultado de una elaboración psíquica, sino también de un proceso fisiológico y
físico. Para hablar, cada individuo pone en funcionamiento una serie de órganos que
conforman el llamado aparato de fonación.
La escritura, por su parte, contribuye a fijar el sistema. Saussure define como "Signo
Lingüístico" a la unidad mínima en la que puede dividirse la Lengua, que a su vez la integra
la combinación o asociación de un concepto con una imagen acústica.
La imagen acústica es la "huella psíquica", no son simplemente sonidos. El concepto es una
representación simbólica de una idea abstracta y general. Sucede generalmente que
cuando escuchamos una lengua desconocida no nos queda registrada la huella psíquica de
esos sonidos materiales que se perciben. Los sentidos no han dejado testimonio de esas
representaciones, sino de otras diferentes, y por ello es imposible asociarlos con conceptos
y que nos conduzcan a la comprensión.
Saussure empleó una terminología más clara y adecuada para nombrar las dos facetas
constitutivas del signo: significante y significado. Cada una de las lenguas está conformada
por un gran número de estas asociaciones realizadas mentalmente, es decir, un amplio
repertorio de signos. Estas asociaciones de los elementos del signo son arbitrarias, pero
aun, el signo tiene una relación con el mundo de manera estable, de tal manera que:
 La inmensidad de la lengua permite su permanencia en el tiempo.
 Los hablantes se sienten identificados con la lengua.
 Permite el desarrollo de una tradición lingüística.
 Existen factores inherentes de la lengua que la mantienen en el tiempo.
 Toda lengua, desde el momento que es usada por los hablantes se transforma
constantemente, mediante cambios fonéticos y de significado, por el uso.
En síntesis, la Lengua es un sistema de signos que permite la interacción del humano con
otros individuos y constituye un modelo de representación del mundo y de sí mismo.
Enrique Bernárdez realiza un extenso análisis del lenguaje desde un enfoque muy particular:
abordarlo como una herramienta y como un conocimiento inherente a la naturaleza del
hombre. Lo realiza delimitándolo como objeto de estudio y estableciendo las herramientas
para definirlo.
En principio, Bernárdez toma como definición de Lengua "el conjunto de acciones
lingüísticas de un conjunto de individuos". Esto se explica a través del siguiente
razonamiento: cada individuo decodifica de distinta manera la información que le llega del
exterior (medio y sujetos). Con base en esto, cada quien construye su pensamiento; cada
hablante dispone de un conocimiento muy particular del Lenguaje.
Para otros lingüistas. Es un signo arbitrario. Ellos definen símbolo como un proceso:
Simbolización es todo aquello que para nosotros tiene un valor particular (una palabra, una
figura, un objeto, pierde sentido y contiene otro, representa lo que no es inicialmente).
Para ellos prevalece la connotación sobre la denotación. Diferencian "sentido" de
"contenido". Para ellos "contenido" es algo que lleva la señal y que siempre está ahí, aún
siendo transportado. El sentido no es algo material. Por ello se dice que la comunicación es
"paradójica". Por un lado la lengua está compuesta por signos (señales y sentidos); por
otro, las señales que componen los mensajes no poseen ese sentido. El sentido es atribuido
por los hablantes. Por ello, un solo mensaje puede tener distintos sentidos.
El Código se relaciona con los procesos de Codificación: la operación que hace corresponder
las señales con una significación; y la decodificación, reemplazar las señales del mensaje
codificado por las señales de donde procedan, con vistas a encontrar de nuevo un texto
inicial.
El sistema, en el caso de Saussure, constituye a la relación de los elementos del signo (señal
y sentido) que conforman un todo. Si no tenemos una referencia con la que podamos
relacionar los elementos de un texto, éste carecerá de sentido. Como ejemplo de esto,
podemos hacer la lectura del cuento breve titulado El Naufragio, escrito por Ana María Shua
(por supuesto, existen muchos y mejores ejemplos).
¿Podemos decir que todas las señales y signos que aparecen en la naturaleza pertenecen al
lenguaje? Saussure reconoció que había signos que estaban por fuera del lenguaje.
Entonces hay que decir que más que lingüística, quien trata de todos los signos es la
Semiótica. Esta trata, aparte del lenguaje, todos los signos que aparecen en menor grado
de sistematización.
En síntesis, no todos los sistemas de signos pertenecen al lenguaje, el cual, aun cuando es
el sistema más utilizado, no quiere decir que sea el único viable que permita la
comunicación.
Para otros autores, comunicar, en un primer enfoque, consiste en hacer pasar
informaciones de lo que tenemos en la mente. Ahora ¿de qué manera pasamos esa
información? Suponemos que lo primero que se nos viene a la cabeza es el Lenguaje, o que
a través de él lo podremos lograr. Como hemos dicho, el mundo está plagado de sistemas
de signos (sean intencionales o no; eso va a criterio de cada autor) los cuales no pertenecen
al Lenguaje (que no son lingüísticos) y sin embargo son utilizados a menudo: desde el mal
denominado "Lenguaje" de señas para sordos hasta el color rojo de los semáforos, habitan
en nosotros, en los individuos.
O’ Sullivan podría encerrar este caso en el segundo concepto de comunicación que expone:
una negociación y un intercambio de sentido, donde mensajes, gente perteneciente a una
cultura y realidad, interactúan para que se produzca un sentido o un entendimiento.
Así podemos ver cómo las competencias se compenetran en la vida cotidiana del individuo,
desde distintos estratos sociales, sin despreciar el propio comentario hecho por Hymes: "La
adquisición de una competencia tal está, obviamente, alimentada por la experiencia social,
las necesidades y las motivaciones, y la acción, que es a su vez una fuente renovada de
motivaciones…"
La comunicación, más que un acto simple de transmisión de datos, también es un
constructo que deviene de la historia y que en el presente conforma uno de los grandes
estadios de la globalización.
La lengua y la comunicación van de la mano hacia un camino sin fin (al menos que la
humanidad deje de existir): el de construir el Lenguaje. A su vez, éste se implica en la
comunicación, pero alegando que no es el único medio de expresión. ¿Qué sería entonces
de las imágenes? El dibujo, como forma máxima de representación simbólica, ha
acompañado también a la historia del hombre. El legado que dejó Egipto, con sus imágenes
grababas en sus antiguas paredes, es parte de la historia de una civilización que se hizo
conocer con uno de sus legados. De esta manera, la comunicación como herramienta
histórica también cambia, desde sus competencias, desde el propio sujeto, desde una
construcción ideológica, desde la historia.
En conclusión, definimos Lenguaje como: objeto de estudio de la lingüística que consiste en
la capacidad humana de asociar significados a determinados conceptos, asociación de
carácter convencional e intencional; elemento de la construcción del pensamiento humano
y considerado uno de los principales medios de comunicación existentes.

C. LENGUAJE ESCRITO, LENGUAJE ORAL Y LECTURA EN VOZ ALTA


Podríamos decir que la lectura en voz alta es una transición entre el lenguaje escrito y el
oral, por lo cual, es conveniente identificar las diferencias entre ambos, así como las
ventajas y las desventajas de cada uno de ellos. La lectura en voz alta, como afirma Felipe
Garrido, convierte al texto en una aventura en donde hay que dar vida a todas las palabras
impresas; en ella no se pueden escatimar o agregar otras, como es permitido en la
narración. Sin embargo, hay que tomar en cuenta la recomendación de Argüelles: es
aconsejable haber leído previamente el texto, para poder imprimir sentido al texto.
Cuando alguien lee a otros en voz alta, reproduce la voz del autor con la intención,
sentimientos y emociones peculiares del lector, con lo cual podemos conseguir (como dice
Rodolfo Castro en el La Intuición de Leer, la Intención de Narrar), mantener nuestra
atención y la de quienes nos escuchan, evitar divagaciones y permitir la comprensión de
textos como La Inmiscusión Terrupta, en la que Julio Cortázar, el autor, inventa términos
que no encontraremos en el diccionario, pero que adquieren sentido al escucharla de un
lector en voz alta.
Los textos 1 y 2, recuperados de la tradición oral y de los pensamientos de los tarahumaras,
nos permiten reflexionar acerca de la interacción de los mestizos con las demás etnias que
habitan en el estado de Chihuahua.
TEXTO 1
Jipe rawé ko ta a iseni yúa eperé, -chabochi-. Kite bela a ta akubá nisa aré tamujé aboni ko
ba,ke wesi suwélésa aré, ni bilé je anebo,kemu tasi wakiná si betéami ju, echiregá bela ko
ta a wachina ralámuli neráa a perélipo alé.

TEXTO 2
LOS CHABOCHI
Los chabochi muy pocas veces quieren ser nuestros amigos.
Casi no les gusta convivir con nosotros y muchos nos quieren quitar lo poco que tenemos;
nos cortan los bosques y nos pagan con limosnas.
Andan jugando con muchas máscaras sombreadas y pintadas y casi nunca se les ve la cara
como es.
Y a todas horas siguen los camiones roncando por todos rumbos y haciendo bulla,
acarreando negocios de un lado a otro.
Sólo piensan cómo lograr el próximo billete y no pueden estar tranquilos.
Vienen a nuestras cuevas; se divierten y se ríen de nosotros, sacando muchas fotos y se
creen mucho sólo porque viven en casas de cemento.
Sienten orgullo de que ya no tienen que caminar; no necesitan los pies porque siempre van
por camión o avión.
Le hace falta al hombre blanco sentirse más como hermanos.
Nosotros no somos tarahumaritos para las cámaras de los turistas, sino que somos los mero
mero mexicanos desde antes que llegaran los chabochi, pero ellos sienten y piensan todo
al revés y se creen los dueños del aire, del agua y la tierra y su modo de agradecer es con
descuido y desprecio.
Sus palabras son groseras y hacen tanto ruido que hasta nos duele el estómago.
Sus gustos nunca se llenan y tienen tanta sed de oro y plata que no podemos ni queremos
entender.
Para nosotros, los rarámuri, las plumas de los pájaros y las alas de las mariposas son más
bellas que cualquier metal. Pensándolo bien… ellos son los verdaderos gentiles, aman las
cosas más que a la gente, no tienen fuerza, no tienen pies.
Tomado de: La vida ante los ojos de un Rarámuri, Romayne Wheeler, libro electrónico,
2006. http://www.lulu.com/content/602769

TABLA I. DISPOSICIÓN DE LAS PERSONAS A VIVIR EN CERCANÍA DE:

A B C D E F G
A. homosexuales
B. Un extranjero
C. Con ideas políticas distintas a las suyas
D. De otra religión
E. De otra raza
F. Un indígena
G. Con discapacidad
Resultados de la encuesta Nacional sobre Discriminación en México, 2005, realizada a más
de 5,800 personas. Tomados de: http://www.conapred.org.mx
 Escriba las inferencias que puede hacer con base en la gráfica anterior.
 Haga una propuesta para remediar los problemas en la comunicación entre los distintos
grupos marginados del estado de Chihuahua, desde su posición como estudiante de la
Universidad. La propuesta debe incluir:
A. Planteamiento del problema
B. Solución factible.
 Haga una redacción en la que explique los resultados que muestra la gráfica, de
manera que la misma resulte prescindible.

TEXTO 3
LA INTUICIÓN DE LEER, LA INTENCIÓN DE NARRAR (fragmento) Rodolfo Castro
Una piedra arrojada a un estanque provoca ondas concéntricas que se expanden sobre la
superficie, afectando su movimiento, a distancias variadas con diversos efectos, a la ninfa,
a la caña, al barquito de papel y a la canoa del pescador. Objetos que estaban inmóviles
son como llamados a la vida, obligados a reaccionar. Otros movimientos se propagan hacia
el fondo en todas direcciones, mientras la piedra se precipita moviendo algas, asustando
peces. Cuando toca fondo, agita el lodo, desentierra objetos y entierra otros. Quizá ni aun
teniendo el tiempo y las ganas necesarios sería posible registrar los movimientos en su
totalidad.
Igualmente una palabra, lanzada al azar en la mente, produce ondas superficiales y
profundas, provoca una serie infinita de reacciones en cadena, implicando en su caída,
sonidos e imágenes, analogías, recuerdos, significados, en un movimiento que afecta a la
experiencia y a la memoria, la fantasía y el inconsciente y se complica por el hecho de que
la mente interviene continuamente para aceptar, rechazar, ligar, censurar, construir y
destruir.
Con el transcurso de los años he podido constatar que gran número de niños y adolescentes
tienen “problemas” de concentración durante la lectura y eso se considera un trastorno que
debe ser atacado por pedagogos, psicólogos y otros especialistas.
Algo particular me ocurría con referencia al estudio. Estudiar era un verdadero suplicio: no
había más remedio que memorizar el contenido de los manuales de manera casi literal.
Pero las palabras escritas en los manuales ejercían una fantasmagoría que me arrastraba a
otros mundos, y al finalizar la lectura, volvía a comprobar que no había retenido nada del
contenido del texto.
En la escuela, casi todo dependía de la memoria y mi mente sólo guardaba algunas ideas o
palabras mediante asociaciones libres o de interpretaciones con ejemplos inevitablemente
poco ortodoxos. Percibir un olor mientras leía un texto de historia podía llegar a fijar en mi
inconsciente el episodio de una batalla; un grito de una de mis hermanas podía remitirme
directamente a la fórmula de la superficie del círculo. Otras veces inventaba un movimiento
con las manos que al repetirlo me ayudaba a recordar una palabra difícil, o un
acontecimiento.
No creo estar hablando de una habilidad especial: todos experimentamos a menudo esas
sensaciones. La memoria actúa por asociación. El recuerdo surge siempre que algo lo
convoca: un olor, una palabra, un ruido.
Estos recursos aliviaban un poco mi pena, pero no eran suficientes para hacer frente a la
rigidez de aquellos profesores que ponían todo el interés en la reconstrucción literal del
texto estudiado. Todavía no sabía que la comprensión intelectual y sensorial es el soporte
verdadero de la memoria.
Desde mis primeros años de escolaridad sufrí siempre a causa de mi desconcentración.
Naufragaba en un mar de términos incomprensibles, fechas, alturas de volcanes,
porcentajes de precipitaciones pluviales por región, anécdotas heroicas de los padres de la
patria, verbos irregulares, nombres científicos y una gran lista de etcéteras, todo eso a
través de sintaxis irreconocibles que nada tenían que ver con el lenguaje que hablábamos
todos, alumnos y maestros.
Los maestros se empecinaban en educarnos dentro de unos parámetros que dudo que ellos
mismos comprendieran. La relación con los textos y el estudio era impersonal, mecánica; y
las máquinas, tarde o temprano, fallan o se rompen.
El aprendizaje necesariamente nos enfrenta a lo desconocido, a lo nuevo, a la observación
y a la asimilación, pero también a la creación, la duda y el riesgo. Pero a lo desconocido se
accede por caminos ya transitados, por lugares cotidianos. Cuando los encargados de
guiarnos, acompañarnos o facilitarnos la búsqueda, no sostienen la punta del ovillo para
que exploremos esos laberintos, es difícil y azaroso avanzar, y mucho más improbable es
regresar triunfantes con la cabeza del minotauro.
Y ya que la necesidad es la madre de la imaginación, una vez perdidos dentro del laberinto,
cada uno tuvo que diseñar sus propias armas. Los días de prueba escrita o lección oral
constituían verdaderos calvarios. Pero al igual que muchos compañeros, yo había
desarrollado una gran destreza para copiar. Mis bajas calificaciones me habían obligado a
buscar soluciones. Copiar fue una. La otra fue leer en voz alta.
No recuerdo en qué momento se me ocurrió comenzar a leer para mí en voz alta. Con el
sonido de mi voz apaciguaba un poco a mis gnomos dispersores. La lectura en voz alta
sujetaba un poco mis divagaciones. El sonido era un cable a tierra con este mundo. Pero
aún así seguía sin poder concentrarme lo suficiente. Hasta que una vez, mientras leía a
escondidas en voz alta –me daba vergüenza hacerlo frente a otras personas-, tuve la
impresión, o imaginé tenerla, de que alguien me estaba escuchando detrás de una puerta
o una pared. Ante la duda, comencé a esforzarme por leer sin que se notara que lo hacía,
para que quien me estuviera escuchando, fuese quien fuese, creyera que lo que de mí oía
era algo que yo sabía, que era fruto de mi estudio o producto de mi inteligencia. Leía
semiocultando el libro, para poder deshacerme de él en el momento en que alguien
apareciera. Por este motivo, tenía que levantar constantemente la vista, lo cual me
obligaba a aprovechar cada vistazo al máximo, reteniendo dos o tres palabras para poder
decirlas con el libro oculto, como si no las estuviera leyendo.
Por supuesto que yo no hacía todo esto de manera consciente y sistemática. Así como no
somos conscientes de los mecanismos de nuestra respiración, ni de cómo funciona nuestro
aparato fonador, pero estos procesos se producen, no hay duda. Están fuera de la voluntad;
ocurren por necesidad, no por elección.
Sólo con el tiempo comencé a tomar conciencia de algunos hechos, y aunque siempre
constataba que nadie me escuchaba, adopté la costumbre de leer en voz alta pensando que
alguien lo hacía. A veces le leía al espejo o a la tortuga, o leía viendo de lejos a alguna de
mis hermanas, o imaginando el salón de clases y el fatídico momento en que la maestra me
llamaría para dar la lección de fotosíntesis.
Otro fenómeno particular ocurría cuando me topaba con una palabra desconocida y la
pereza me impedía buscar su significado en el diccionario: no me quedaba más remedio
que suponerlo o imaginarlo.
Estas interpretaciones nacían de las asociaciones que en mi mente producía esa palabra –
la piedra en el estanque-. Las asociaciones podían ser totalmente caprichosas y diferentes
cada vez.
A veces llegaba a definiciones que me dejaban tan satisfecho que las adoptaba como si
fuesen las correctas. La intuición tenía un papel fundamental en ese proceso de asociación
caprichosa: también el contexto en que se encontraba el término, el tema general del que
trataba el texto, el sonido de la palabra y otras tantas cosas que me resultaría imposible
definir. La mayoría de las veces todo eso desembocaba en significados muy aproximados a
la realidad, pero otras veces no había ninguna coincidencia con el verdadero significado del
término.
Recuerdo una que otra palabra que utilicé durante años desconociendo su significado
verdadero. “Paradigma” fue una de ellas, y otra “pragmático”. Me gustaban; eran palabras
serias, importantes, cultas, misteriosas. Yo creía que “paradigma” era algo así como un
guardián, y “pragmático” me sonaba a “prismático”, por lo cual pensaba que se aplicaba a
personas que podían ver a lo lejos, que eran visionarias. Cuando conocí los verdaderos
significados y comprobé que no tenían que ver con lo que me había imaginado, me asombré
de las veces que las había utilizado sin dificultades para comunicarme.
Por ello concluí tres cosas: una, que la mayoría de la gente hace de cuenta que entiende, lo
cual resulta un tanto trágico pero es muy frecuente. La segunda, pero más rica y sugerente,
que muchas personas arriesgan significados para las palabras que desconocen, y en esos
experimentos suelen producirse coincidencias en los significados supuestos por las
personas que dialogan. La tercera conclusión es la que más me atrae: en el transcurso de
una conversación, se produce un intercambio de gestos, humores, miradas, tonos,
intenciones e infinidad de imprevistos que forman un entramado expresivo, del cual las
palabras son un elemento más y adaptan su significado a las necesidades de los
interlocutores. En la conversación, lo que importa no es el significado literal de las palabras,
sino su expresión en el contexto. En el lenguaje oral, las palabras se subordinan al mensaje
que expresa el ser humano en su totalidad y no sólo su aparato fonador.
Lo anterior me recuerda el texto La inmiscusión terrupta, de Julio Cortázar, que transcribo
a continuación:
Como no le melga nada que la contradigan, la señora Fifa se acerca a la Tota y ahí nomás le
flamenca la cara de un rotundo mofo. Pero la Tota no es inane y de vuelta le arremulga tal
acario en pleno tripolio que se lo ladea hasta el copo.
– ¡Asquerosa! – brama la señora Fifa, tratando de sonsonarse el ayelmado tripolio que
ademenos es de satén rosa. Revoleando una mazoca más bien prolapsa, contracarga a la
crimea y consigue marivorearle un suño a la Tota que se desporrona en diagonía y por un
momento horadra el raire con sus abroncojantes bocinomias. Por segunda vez se le
arrumba un mofo sin merma a flamencarle las mecochas, pero nadie le ha desmunido el
encuadre a la Tota sin tener que alanchufarse su contragofia, y así pasa que la señora Fifa
contrae una plica de miercolamas a media resma y cuatro peticuras de esas que no te dan
tiempo al vocifugio, y en eso están arremulgandose de ida y de vuelta cuando se ve
precivenir al doctor Feta que se inmoluye inclótumo entre las gladiofantas.
– ¡Payahás, payahás! – crona el elegantiorum, sujetirando de las desmecrenzas
empebufantes. No ha terminado de halar cuando ya le están manocrujiendo el fano, las
colotas, el rijo enjuto y las nalcunias, mofo que arriba y suño al medio y dos miercolanas
que para qué.
– ¿Te das cuenta? – sinterrunge la señora Fifa.
– ¡El muy cornaputo! – vociflama la Tota.
Y ahí nomás se recompalmean y fraternulian como si no se hubieran estado polichantando
más de cuatro cafotos en plena tetamancia; son así las tofitas y las fitotas, mejor es no
terruptarlas porque te desmunen el persiglotio y se quedan tan plopas.
TEXTO 4
El Naufragio Ana María Shua
¡Arriad el foque!, ordena el capitán. ¡Arriad el foque!, repite el segundo. ¡Orzad a estribor!,
grita el capitán. ¡Orzad a estribor!, repite el segundo. ¡Cuidado con el bauprés!, grita el
capitán. ¡El bauprés!, repite el segundo. ¡Abatid el palo de mesana!, grita el capitán. ¡El palo
de mesana!, repite el segundo. Entretanto, la tormenta arrecia y los marineros corremos de
un lado a otro de la cubierta, desconcertados. Si no encontramos pronto un diccionario, nos
vamos a pique sin remedio.

…EL ORDEN ALFABÉTICO…


Fragmento de la novela “El orden alfabético, de Juan José Millás, Editorial. Alfaguara
…desde la pérdida de la palabra mesa había cundido el desánimo. A nadie se le habría
ocurrido, antes de que la perdiéramos, que fuera tan necesaria. Continuamente, en
nuestras conversaciones, tropezábamos con su ausencia.
Lo peor fue que, pasado el tiempo sin que se encontrara el modo de recuperarla, la
población empezó a tirar o a ocultar las mesas, como si le diera vergüenza poseer algo que
no era capaz de nombrar. Los salones de las casas se hicieron de súbito más grandes y
teníamos que comer sujetando los platos con una mano, mientras manejábamos con la otra
el tenedor, en una postura un poco humillante. Mi padre le comentó por lo bajo a mi madre
que aquello parecía el principio de un proceso de animalización.
Tuvimos que colocar el televisor sobre una silla y guardar en los armarios todas esas cosas
que antes dejábamos sobre las mesas. Era casi un alivio que hubieran desaparecido las
revistas y los periódicos, pues en mi casa solía haber tantos que no sé dónde los habríamos
metido.
La situación había empeorado tras caerse sucesivamente las palabras tenedor, cuchara y
cuchillo. Como ya sucediera con las mesas, pronto empezamos a desprendernos de estos
utensilios que no podíamos nombrar. Algunos los guardaban y otros los arrojaban a la
basura, de donde mis amigos los recogían para jugar, pero su mera presencia, desprovista
de nombre, producía tal aprensión que dejaron de ser objetos de juego.
La consecuencia más desagradable fue que tuvimos que empezar a comer con las manos.
Entonces adquirió para mí verdadero sentido la frase sobre el proceso de animalización. Era
tal la vergüenza que nos producía manipular los alimentos de ese modo, que al poco
dejamos de reunirnos para comer. Mi madre dejaba la comida en la encimera de la cocina
y entrábamos furtivamente a comerla. Si nos hubieran dicho que sólo la pérdida de cuatro
palabras podría alterar nuestra vida de ese modo, nos habría parecido, sin duda, un
disparate… por otra parte, llegó un momento en el que, al no disponer de las palabras ni de
las cosas, perdíamos también la capacidad de echarlas de menos. Eso no quiere decir que
dejara de dolernos la pérdida, sino que se transformaba en un malestar difuso, como
cuando nos sentimos mal y no somos capaces de situar el origen del mal en el estómago o
en la cabeza. La pregunta más inquietante en esos momentos era si no habríamos perdido
cosas que ya no recordábamos…
BIBLIOGRAFÍA
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narrar, pp. 22-29.
 MILLÁS, Juan José, El orden alfabético, Alfaguara, 2006.
 Diccionario de la lengua española. España. Editorial Océano, Año 1997
 Xavier Laborda Gil, Revista Tonos digital, número 4, sección Peri biblión. Universidad
de Murcia, Barcelona. Octubre de 2002. http://www.tonosdigital.com/
 La Enciclopedia, Vol. 8 y 18. Madrid, España. Salvat Editores. Año 2004
 Enciclopedia Estudiantil Tutor, Vol.4. España. Editorial Océano. Año 1997
 Enrique Bernárdez. De Monoide a especie biológica. Aventuras y desventuras del
concepto de lengua. Universidad Complutense de Madrid. Año 2001.
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 Carlos Rincón. La Competencia Comunicativa.
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 CIBANAL, Luis (2006), Teoría de la comunicación humana.
 WHEELER, Romayne, La vida ante los ojos de un Rarámuri, , libro electrónico, 2006.
http://www.lulu.com/content/602769

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