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Aparece así otro temple de política en el que juega la moral práctica, la sociedad civil, la

cultura popular, los movimientos sociales, el respeto por los derechos humanos, y la
defensa de la paz y el medio ambiente como elementos de una nueva razón utópica para
nuestro tiempo. Orlando Fals Borda.

PUNTO DE VISTA

ELECCIONES EN TIEMPOS DE PAZ


Por Ricardo Villa Sánchez
Redes sociales: @rvillasanchez

Se avecinan las primeras elecciones regionales y locales en tiempos de Postconflicto


Armado, en los que en virtud de la implementación de los Acuerdos y las normas que los
regulan, debutará la Circunscripción Especial de Paz, se avanzará en el esquema gobierno –
oposición y podrá cambiar el ecosistema político regional a través del florecimiento de
nuevos liderazgos o mantenerse igual, con el entronque de los viejos esquemas
tradicionales, que se niegan a ceder su porción de poder. Es un tremendo volado. Lo que si
es necesario analizar es que hay una experiencia coyuntural del impacto de la solución
política dialogada al conflicto armado en el régimen político colombiano, que se ha
experimentado por ejemplo con la distribución del actual Congreso de la República y el
comportamiento del tríptico de las bancadas de oposición, de los independientes y del
gobierno, que podría irradiarse a otros escenarios políticos del país, que posicionaría la
cuestión de que las mayorías aún no están claras, sino que emergería otro ejercicio del
sistema democrático.

Entre los sectores políticos alternativos todavía se denotan matices de dispersión. La


fundación de un nuevo Partido alrededor de la Coalición Colombia Humana está en la
cuerda floja y la conformación del nuevo Consejo Nacional Electoral no sería prenda de
garantía para que sea aprobado su reconocimiento como organización política con
personería jurídica. La declaratoria de algunos Partidos de la otrora Unidad Nacional como
independientes; de los Verdes y el Polo, de los integrantes de la Lista de la Decencia en
oposición, exceptuando a la ASI que bajó los brazos como partido de Gobierno,
apartándose de la decisión de MAIS, UP, Progresistas, Fuerza Ciudadana y Nuestro Partido
es Colombia, después de participar en alianza al Congreso de la República y lograr la
personería jurídica, deja una lección que no sólo reflejó la debilidad de la duración de una
alianza de este tipo, sino que puso en el ojo del huracán el impacto de las listas unitarias y
la transcendencia de la Coalición, que obtuvo más de 8 millones de votos, alrededor de la
candidatura de Gustavo Petro.

Se han movido los cimientos del establecimiento, con una oposición reflexiva en ciernes,
que estuvo a punto de ganar la Presidencia de la República, que ahora enfoca la esperanza
en las elecciones regionales y locales, no sólo en las ciudades capitales y de la periferia en
las que superó las expectativas en la segunda vuelta como Cartagena, Barranquilla, Cali y
Santa Marta, sino volver a ganar para recuperar para la gente a Bogotá. Es allí en la capital,
en donde el experimento debe concretarse en un Acuerdo político entre las fuerzas
alternativas, dirigido a pactar los puntos básicos del programa común y el procedimiento
adecuado para escoger una candidatura unitaria vía consultas internas de partidos y
movimientos y una consulta inter y transpartidista, entre las precandidaturas escogidas, que
deberá ser antes de la inscripción de listas al Concejo, para que quienes se postulen a la
mencionada consulta y sean derrotados, participen de la elección de los miembros de esta
corporación pública. Lo que es posible también se replique en otros lugares donde haya
opción de poder regional o local o sirva para consolidar un bloque alternativo, que se una
en torno a una política de alianzas electorales, con otros sectores democráticos.

Ojala se pensará en fortalecer los Partidos y Movimientos Políticos existentes en su


democracia interna, su formación de líderes y cuadros, su participación electoral y su
función de control político, como enlace entre la sociedad civil y el Estado, en vez de
conformar nuevas organizaciones. En ese escenario, la gran Coalición por la Paz, la
Democracia y la Vida, que se consolidó con Colombia Humana, avanzara hacia una liga de
partidos y movimientos de vanguardia, en sede de la convergencia. Una especie de
concertación política de segundo piso, o una Confederación de Partidos y Movimientos
políticos que concrete la unidad de acción política, en medio de la diversidad del
pluralismo, construya el discurso, centre el debate público, fluya en red la información y las
causas que se reivindiquen, desde diversos espacios, y, ante todo, dialogue y logre los
Pactos Políticos entre las Fuerzas Alternativas, para el subrayado programa común de
concertación, las candidaturas unitarias a Alcaldías y Gobernaciones o la estrategia de
alianzas y Listas de Coalición a las corporaciones públicas de elección popular, para que
desde la base territorial y el empoderamiento ciudadano, se edifique la opción real de poder
en 2022. Si vamos dispersos, nos derrotan. Ya está bueno de votaciones decentes para dejar
constancias históricas. Hay que reconstruir la gobernabilidad local y regional con
propuestas alternativas de cambio, frente a los vacíos de poder que fueron, en muchos
aspectos, las raíces del conflicto social, armado y político. Las condiciones están dadas para
lograrlo. Como diría el difunto mártir de las causas populares Salvador Allende, a 45 años
de su inexplicable muerte: “La historia es nuestra y la hacen los pueblos”. Es el momento.
Hay que ganar.

Santa Marta, DTCH, 11 de septiembre de 2018.

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