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LA MEMORIA, gUN REMEDIO. CONTRA EL MAL? ‘Tzvetan Todorov “Traduosin de Manuel Aerane ARCADIA La oracin cristina ms extendida del mundo, quella ios como «Padre oves- que comienza dirigiéndose a tro que estis en los cilos...s, termina con un ruego cargado de sentido: «... y Mbranos del male. Hay por To tanto un elemento malo en la naturaleza humana, del que Dios puede ibrarnos, y nosotros le cogamos para que lo haga, Sabemos que los hombres en ocasio~ res han estado tentados de representar ellos mismos se papel de purificadores, y conocemos los resultados tatastrficos alos que han conducido tales ambiciones en los regimenes toalitarios. En democeaca, nose al ‘mena semejantes proyectos de eliminacién definitiva del mal. Sin embargo, existen iniciativas acd y alls y tuna de ellas toma la forma de una Hamada ala memo~ ta, Si uno recuerda ol mal llevado a cabo en el pasado, Se supone que se podrs evtar en el presente. Una de las {frases citadas con mas frecuencia cuando se habla de la memoria es la del filésofo nortesmericano George Santayana: « cs porque staves hecho de otra pasta sino porgoe ees de matr lest del emp, de vivir en tn sta de derecho, nice deenador dela viene Tein Tovo tambien la buena fortuna de no ereer ge lo hombres deben ponerse en el lgar de Dios y or un mundo nuevo, habitado por una especie nue- wan otras paabeas a diferencia entre verdugos eimas no eile emia atraler iogia de fos ie {Friduos,no existe ningin ADN expetio dees se- sinos; proviene de las circunstancias en las que se desa- rrolla el destino de unos y de otros. El pasado indivi dual cuenta: no reaecionan de la misma manera aque llgs cuya infancia ha estado rodeada de amor que aquellos que han sido edueados con severidad. Crecer enna atmésfera de desesperacicn politica y social nos condiciona de un modo totalmente distinto que si to- dlas las puertas se abven ficilmente ante nosotros. El ambiente de la vida presente cuenta también: no se reacciona de Is misma manera en una situacién tran- quila que frente a una amenaza de muerte, real 0 ima ginaria. Las guerras no descubren Is naturaleza pro- funda de los hombres, suscitan reacciones que no se producen en otras circunstancias, Sin embargo nos cuesta bastante aceptar la identi- dad de naturaleza entre los grandes criminales y asesi. nos y nosotros. Preferimos pensar que Hitler, o Eich” mann, © Mao, 0 Pol Pot son monstruos extrafios a la ‘specie humana y fingimos mis incomprensidn dela que sentimos en realidad, El Gnico mérito probablemen- tede las humillantes fotografias tomadas en la prisin americana de Abu Ghraib en Irak es mostrar que los torturadores no son extraterrestres ni monstruas sat eos y chicas con un rosteo normal y sguinarios, sino sonriente, que hubieran podido ser nuestros hijos 0 nuestros vecinos. Esto no quiere decir que la especie humana es horrorosa y que solo deberia suscitar lis tima, sino que bien y mal forman igualmence parte cde nuestras potencialidades. La esperanza de aleanzar sun estado definitivamente libre del mal es una esperan ‘za vana, no bastacin ni la gueres, ni as eecuciones, ni li prisicn, Sin embargo esta evidencia, esta obligacién de vivir con el mal en auesteo interior es dificil de aceptas,y preferimos levantar un alto muro entre los smonstruos» y nosotros, condenarlos al oprobio y creernos diferentes por esencia, asombrindonos de ‘cémo semicjantesseres han podide siquiera exist. Qué es lo que podria aportar, en estas condiciones el ‘prximo juicio por erimenes contra la humanidad, ante cl que tendrin que comparecer los antiguos jemeres rojos? ‘Treintaafios después de los hechos, endremos {que vérnoslas con algunos ancianos que terminarin probablemente su vida en prisién; nunca seré posible ‘castigarlos a la altura de los crimenes cometidos. Este juicio que no se parece a ningén otro, zva a presentar- los como individuos completamente diferentes de los ‘dems? Eso seria un resultado lamentable. Bizot pet sa que la conden es necesaria, pero sua con otra cla se de juicio, durante el cual todos nosotros descubri- amos la auténtica naturalezs del peligro que nos amenaza, y que anida en nuestra interior. «Veo el eri- ‘men contra Is humanidad como una especie de mirada que se vuelve de repente sobre nosotros mismos. Me gustaria que se tuviese el valor de humanizar alos ver~ «dugos sin querer perdonarles ni minimizar sus erime- ‘nes~ para ver en ellos lo que el hombre es capaz de see, To que nosotros somos capaces de ser por eta parte dela poblacion camboyans que sufi Ainectaente los abusos de los jemeres ojos ae est obligads hoy dis codearse com ss antiguos ves duos, qe por os hijos olor nero de lan seta, gue a menu residen en el extranjero 0 ince por Ihepinion inremacionsl,qoe quite que se haga fs, ya desde hace decenion juno sos ex jemeresrovon, Fvideneemente no aprucban lo actos pas des ‘ecinos presents, pero han llega» uns especie de ‘econeiiacsn, Comprenden qu aquellos mataban'y torturaban bao laser, real o tmaginarn de see mmatdos ellos mismos por sus enemigos 9 por nit Propioscamaradancomprenden ue ens gat pro Sablemente cos habian hecho to mismo. Agu po- demos ver que el tstamiens al que e somete un pe Sado teaumiico puede perseguit dos objetvon ue te, ene que lor crimoncs son castifados el valor recompenadr y el binestat de los individ que ompomnen Ia publacin en nombre dela eal se hace Seria lmentble que ico hoy dia en curso des truyese entail poe Reconocer pubcamente el frimiento de las antiguas vietimas puede ayudar acal- ‘marlo, a pesar de que ningin juieio resucitaré a los muertos, Por lo que respecta a los antiguos verdugos, se trataria menos de mantenerlos en la carcel hasta el f- ral de su vids (esos ancianos no amenazan hoy dia a adie) que de grabar su condena en Is memoria colec~ tiva estigmatizando los eximenes que cometieron. Si aulemis de eso se pudiers, como desea Bizot, Hamar la atencidn sobre los mecanismos que engendran el mal, tf juicio habria realmente alcanzado su objetivo. xisten otra partes del mundo en las que se ha elegido Aeliberadamente poner en primer plano, no ya la con- dena de los criminales por el veredicto de un tribunal, sno la reconciliseién de grupos de poblacién antigua~ mente enfrentados. Con el fin de conseguirlo se ha creado, en mis de veinte paises vecientemente liber: dos de su régimen dictatorial, en América Latina, en ‘Africa y en Asia, comités de sabios encargados de es clarecer el pasado. Entre ello, la Comisién de la verdad y reconcilacia (TRC, segin su acrSnimo inglés), en Sudifrica, es la que ha adquiride mayor notoriedad. Después de la caida del apartheid y de las primeras clecciones generales libres, en 1994, esta Comisién fue treada bajo la presidencia del arzobispo anglicano Desmond Tutus se reunid de 4995 a 1998. Su forma de ‘ratar la memoria colectiva -en este caso una memoria particularmente dolorasa-merece toda la atencin, Me basaré principalmente en el relato que ha hecho del proceso el propio Tutu Rapidamente, los mevos dirigentes del pais roman, tuna doble decisisn: hay que confrontar el pasado del “apartheid, pero sin recurrir a una de las soluciones ha- bitualmente adoptadas en casos semejantes. Por una parte, la opeidn que podriamos designar emblematies- mente como «proceso de Nuremberg> no es un ejem= plo a seguir. No solamente a causa de sus debilidades ‘propias (la presencia entre los jueces de los sovisticos, rho menos criminales que los nazis, o el lugar que ocu- paron los «erimenes contra la psz»), sino porque las dos situaciones son bastante diferentes. En Nurem- berg, los aliados victoriosos juzgaban a los alemanes done eatigbon por ell que baba safe Pigiron un pequcto gro de responsablsy tose: Cotaron despucs de local djron que los alemanes SSnviviran tn ello, En Sudatricg no habo vetoes military acsda misma del aperdid lo ae consigus ton lt sondlsion de ue no Teer equi de singin tiara de cueneat. Loe aniguoeepecsores 7 ls ant fuoe oprimidos los que se aprovechaan del ani ‘eximen y los ue lo sufean, se pone que contingan Sivendo union Por demi ene gimen du mar ‘ho mis tempo que el navn, y gran parte dela pablcin bane euvo implcads en logue rerospes- igarlos todos es imponible. Sus crimenes fueron cometi= los de acuerdo con las eyes y las directrices del go- bbierno; si sus responsables debian ser juzgados, el Es- cade habria tenido que correr con los gastos de los jul tos de un mimero muy elevado de personas. or otra parte, una solucidn del tipo «Edieto de Naneese parecia también inapropiada. Con esta for~ rwala podriamos lamar a toda decisién que, como Ia (que tomé Enrique LV en 1598, no solamente impone la SImnistia general para todos los actos violentos cometi ddos durante las guerras de religidn, sino ademés una Snnesia colectiva: «Quela memoria de todo lo pasado por una parte y por Is otra [..] quedaré apagada y dormecida, como si se watara de algo no ocurrido> ‘Opcidn imposible ya que, mucho mais que los conflc~ tot religiosos, el apartheid penete6 en todos los plie- gues y repliegues dela coexistencia entre blan ros; opeién indeseable tambien, pues diffcilmente podemos imaginar que ese olvido voluntario y coleeti~ tro pueda transformar realmente la memoria y craer la pa. El aparcheid duré, en teoria, esi eineuenta aos, ¥ ‘mucho mis todavia en la prietica. La oposicion contra €leambign es antigua, y las luchas entre los dos pacti- dlos pertenecen as historia, Por este motivo, los opri tidos se comportaron a veces como guerrilleros y sus fctos piden a su vez ser examinados. El obispo meto- diata Peer Storey declar6 en ol transcurso dle una de las cuniones de la Comisin: «La opresién ejercida por el s «apartheid probablemente fue el cincerinicial, pero nu- meroos oprimidos fueron contagiados, y eso ha ero sionado su apreciaci6n del bien y del mal. Es posible, en efecto, Hegar a parecerse a aquello que mas se ‘odia».* Un juicio de los culpables seria por lo tanto di- ficl, ya que ls vctimas cometieron actos comparables. El partido de la lucha contra el apartheid, el CNA (Congreso Nacional Africano), no se siente culpable: para combatira un enemigo eruel, piensan sus dirigen- tes, era legitimo utilizar sus mismos medios. Puesto que la guerra emprendida por el CNA era justa, sus militantes no pudieron haber violado los derechos del hombre, y no tienen por lo tanto ninguna cuenta que rendir ante Is Comisién. Sin embargo, las miembros de ésta no lo entienden de la misma manera. De acuerdo con Iss Convenciones de Ginebra que definen la guerra justa, exigian que los medios uilizados fwesen ellos también legitimos. El vicepresidente de la Comisién, Alex Boraine, recuerda que se pueden cometer actos injustos en una guerra justa eiaversamente. Todos de- ben ser responsables de lo que han hecho. Silas vietimas son en ocasiones culpables, los cxi~ ‘minales tienen a su ver motivaciones ficiles de com- prender en su contesto. El pais esta en guerrs y cl gobierno les pide combatir al enemigo. «No experi- ‘mentamos ninggin placer al hacer aquello, declara uno de ellos, no tenfamos ningunas ganas de hacerlo, pero habia que impedir que matasen mujeres y nifos ino- ‘centes.' Una ver que une ha entrado en esta dinsmi- Car debe aceptar también mutilar cuerpos (para eamu- flarel origen de los erimenes) 0 torturar aos prisione~ ros {para obtener informaciones y prevenir nwevos Itaques). Se presenta alos enemigos como inhumanos, fedientos de sangre y ealaborando, por aladidura, en {Tasalto Final lanzado por los cormunistas contra el til- timo bastin del mundo libre en Africa en Camboya, etortura y se mata en nombre del comunismo; en Su- {difrica, del anticomunismo). Es necesario huchae para defender tanto la propia vida como Ia de los demis miembros de la comunidad, es necesario neutralizar a fos sterroristase. La presién sobee los soldados y los policias es tal que estin condicionados para golpear y mnatar; sin embargo, sguen siendo gente normal, con Fescciones comprensibles para todo el mundo, Tutu Coneluye: «Mientris escuchaba a los autores dela vio- Iaciones de los derechos del hombre, he comprendido {que cada uno de nosotros, sin excepeién, er expaz de Ta peors." No deduce de eso que los crimenes no me reacan condena, sino que no bay que confundir el eri~ ten con el criminal, «Deberiamos diferenciar entre el eto y aquel que lo comete, entze el pecado y el peea- dor odiar y condenar el peeado sintendo al ve2 com. pasién por el pecador-»” 2Que queda por hacer euando se ha descartado. tanto la condena legal como el olvido impuesto? La ‘Comisién de la verdad y reconeiliacién propone la si- viente solicisn, Las victimas se presentarn ante elle Y aportarin sus testimonios; si estos ultimos son co- rroborados, ecibirin reparaciones por parte del Esta do, Por su part, los responsables de violaciones de los derechos humanos y de crimenes politicos serdn invi tados a acudie ya confesar publicamente sus delitos, de las prucbas concluyentes se deduce que todos hae dicho la verdad, obtendrin una amnistia y no podria ser perseguidos més por sus actos, Testimonios y con fesiones juegan un papel catitico, las vietimas rciben I reconocimiento publica, los culpables sufren una Inumillacién ance la nacién (las comparecencias se ‘ransmiten profusamente por la radio aparecen doct- :mentadas en los perisdieos). De esta manera se consi igucel primer objetivo de esta empresa, que consiste en Lestablecimento de la verdad ~una verdad que no es ‘onfirmada ni cientiics ni legalmente, gracias ala acu ‘mulzeién de prucbas materiales, sino que reside en el acuerdo entre las dos partes, A su vez, este consenso, esta imagen adoptada por la coleetividad abre el cami> no hacia el objetivo altimo, el perdén de unos hacia ‘otros y la «reconciliacion de la pablacidn, es decir el Estado en que una parte de Is poblacidn, la minoria blanca», acepta puiblicamente su culpabilidad en cl pasado, mientras que la otra parte, la mayoria «negra ‘0 «de color, trata de superar su resentimiento, Hay que afadie ademas que, n opinisn de los miembros de Ja Comision, una parte de este programa ha sido lleva- do a cabo de una forma muy insuficiente por el gobier- no del pais, en conereea la adjudicaciGa de las repara- clones materials. El camino elegide por la Comisisn se opone porlo tanto en principio al olvido, ya que se da a conocer a todo el mundo los sufeimicntos de las vietimas y los ddelitos de los culpables estos relatos no se quedan en las slas de lor tribunales, sino que son expuestos en la plaza piiblica. Al mismo tiempo, se opone ala via de los tribunales ya que su objetivo no consiste en probar Ia eulpabilidad (o la inocencia) legal, sino la verdad. Convocados ante un tribunal, los acusados sélo pien- san en salvar su pelle, y para conseguirlo no dudan en securtr a [a mentia 9 al disimulo. Llamados a de~ ‘larar ante a Comisidn, es0s mismos acusados tienen interés en admitir sus erimenes, puesto que sélo la con fesibn completa les permite obtener Ia amnistia. Esto sera comprobado repetidas veces: los mismos que lo rnegaban toda ante el juez,revelan la verdad ante Tutu J sus colegas.lnversamente, aquellos de os que se sos pecha que continian disimulando los hechos, no ob- tienen la amnistia y son remitidos de nuevo ante el tri= banal Esta original solucién, respecto a las tradiciones ju- idicas de otros pases del mundo, esti prevista por la Consttucién interina de Sudifrica y seré defendida ‘por Tutu apoyandose para ello en un concepto tradi- ional africano del ser humano. Este no existe en si sismo, sino tinicamente en el interior de una red for- ‘mada por otros eres humanos. Esos otros forman par- rede é, como él forma parte dellos. «Estamos hechos para movernos en el interior de una frigil red de inter- Aependencias [...]. Un hombre solo no puede ser hu- mmano.»" Condenas eastigar y excluir 2 alguien de esa red es ipdudablemente doloroso para él, pero ademis nos perjudica a todos, «Lo que deshumaniza alos de- mis, me deshumaniza fatalmente a min” Aquel que rebusa acoger al oto, aunque se trate de un viejo eri= minal, se mutila. Aquel que reconoce por el contrario festa necesidad de mantener la ved en vida posce una ‘ualidad precioss, designada (en Iss lenguas del grupo rnguni) por Is palabra ubuntu. Se podria traducit por civilizado» si se entendiera con eso una eapacidad de coger los otros, de ofrecerles nuestra ayuda incluso teuando no nos son cercanos, Hoy en dia es algo corriente oponer venganza a justicia,y preferir la segunda a la primera, La vengsn ‘24 es ejercida por la vietima directs © por su represen tante, y se supone que inflige un eastigo equivalente a Ia ofensa: ojo por ojo, diente por diente, vida por vida [La justicia Ia imparte una instancia impersonal, un jee, que no tiene ninguna implicacion personal en el trimen cometido y que acta en nombre de una ley abstracts, idéntica para todos. Su finalidad no es vengar 1a ofensa, sino restablecer el orden social. Ahora bien, cen el cas0 sudafricano, a oposicién se plantea en el in~ terior mismo de la justia. Consiste en poner a un lado cuyo objetivo es a aplcacién dela ley y al otto una justieia reparadora, que wiiza me- dios distintos a los eastigos habituales, eércel 0 ejecu~ ‘iones,y que tiene come finalidad el bienestar de la co- wunidad. «Para nosotros, afiema Tutu, «la armonia Social es el summiam Bona, el soberano bien. Todo la justia punitiva, quello que es susceptible de comprometer esta armo- ria debe ser evitado como la peste." J La justiciapunitiva se distingue de la venganza en {gue es impartida por una institucisa y no por un indi- ‘iduo: sin embargo, en lo que se refiere a la naturaleza ol cattigo infligido, la una se confunde a menudo con la otra la ley del tlién no ha sido abandonads. Quien hha matado debe morir, quien ha hecho sufrir debe su fair En estos casos, la vengapza aparece como una jus- ticia privada, mientras que la justicia se convierte en tins venganza piblica, Y el hecho de que sea la ley eo ‘ain, no la voluntad individual, la que decide no basta pata oponerlas: «Lo que hace Ia ley es la autoridad, no Inverdade,advertia Hobbes; dicho de otro modo: la ley ‘misma, humana y no divina, es la expresidn de la vo- Juntad coleetiva, ‘La justicia punitiva da prioridad al respeto dela ley abseracta ya la institueidn que la respalda, en hima Jstanci el Estado. La justicia reparadora se preocupa tte todo de las personas coneretas que componen 1a Sociedad. Su objetivo ya no es proteger un orden im personal sno permit los antguosculpablsy hs Sntiuss vias Tole «vr Jupion. Mase fe real ley que esd por enins, cusgulta que ean orige,ve dng los teres manos que vven unos jams owes, Me que de costgny esta de retblecer Tastelacione qe io deberian haber sido interrampi No puede desise que lo tabsios debs Comin hayan tenet siempre, Como era de exper al uno! eshanreprochado su exces sveridad y oon Siercesaclemenci La reveciones sobre el pando am aplacad a algunos pero han rabirto ls herds dence: Lar enone rcs entre negro blancot ttohan deapareedo despues dels bajo de a Co Insgn, Inclno se puro cn dda propo princino Tiando de se modo ls erinenes del prado, ba taodowe ea un avepentinien pico cuya sinceridad no ests garantizada por nada, eno se corre el riesgo de ‘ximir de toda responsabilidad a los miembros de la sociedad por los actos, eventualmente criminales, que ‘cometen? Si sometemos todo ala necesidad de repara- ‘in, gpodemos seguir exigiendo justicia? Sin embargo, los efectos positivos también son evi- lentes, y no se acaba de ver qué otro medio hubjera permitido aleanzar resultados mejores. La justiia re paradora aspira a mantenerse a igual distancia de los dos extremos: por un lado la venganea,o ley del alién, {que duplica el crimen inicial con un acto equivalente; por el otto Ia impunidad total, basada en el postulado ‘He que los individuos no son responsables de sus actos, Sino que obedecen a fuerzas, econdmicas 0 psicolog as, sobre las que no eleven ningin control. Aqui, los Culpables son reconacidos como tales, expuestos pi- Dlicamente y seprobados, pero la expiacin de sus deli- tos tiene lngar mis en el seno del vida social que en la cireel. El camino clegido por la Comision tiene tam~ bien la venta de no encubsir el mal, mis bien todo lo contrario,y de no dar la impresion de que uno se pte ddelibrar completa y definiivamence. El mal sigue pre Sente en las memorias a mismo tiempo que es mante- Fiderbajo controly dominado gracias a que ha podido Ilegarse an consenso social ‘La Comisin sudafricana gor6 de una imagen muy favorable en el resto del mundo, y varios pases extran- jeros contribuyeron a financiarla, Sus grandes protago- hhistas, Mandela y Tata, adguirieron una consideracion. de sabios excepetonales. Sin embargo, y el hecho es dligno de mencion, nadie parece dispuesto 2 imitar su ‘employ susttur la justcia punitiva por la justia pparadora, La periodista sudafrieana Antje Krog, auto- fa de una obra de referencia sobre los trabajos de la Comisién,” observaba recientemente a propésito de Jos admiradores de est experiencia, entre los euales se ccuentan numerosos jefes de Estado: «Mientras que ‘ellos mismos removerian ls Gltima pied para llevar a Tos “eriminales” ante sus tribunals, elogian a Mandela por haber perdonado a aquellos que asesinaron a su pueblos." Disponer de ana fotografia en la que apa- Fezcan al lado de Mandela parece bastar para sus ambi- ‘Su prctica es efectivamente distin, como muestra la manera de tatar tanto los «erimenes contra la buma~ ridads del pasado, como los «crimenes terroristase del presente, La reciente cjeeucién de Sadam Hussein y de varios de sus colaboradores, después de la caida de la icadura baasista en Irak, es otra prueba de que el tjemplo sudafricano no «cunde». La necesidad de ven- tganza ha primado sobre el espiriu de reconciliacién. Sin embargo es muy probable que, al actuar asi os ira- jquies hayan sembraco la semilla de Ia discordia para los préximos decenios. Fs dificil encontrar una explicacin general esta ferencia en las reaceiones ante el mal. El rechazo.a seguir cl ejemplo sudafticano transeiende las fronteras cultura~ Tes 0 politcas, y no patece que pueda explicarse por la religion que practica Ia poblacién, ai por el eégimen po~ Titco bajo el que viven. Tomemos Ia pena de muerte, jemplo perfecto de la pura justicia punitiva, ya que el culpable, eclarado irecuperable, es suprimido defini vamente de lacominidad husmans. Tees pases deeentan el récord de sjecuciones, los Estados Unidos, Irin y ‘China, ¢s decir una democracia dominada por la religion cristiana, una teoeraca iskimica y una dictadura comu- hista. No obstante las précticas son las mismas. ¢Hay ry «que suponer entonces la superioridad de la raza negra 0 lasabiduria de a eradiciones africanas? Sin embargo las masacres de Ruanda y de Burundi, ls interminables vendetta de Nigeria parecen atestiguar lo contrario, lo ‘mismo por lo demés que las reacciones conciliadoras de Tos campesinos camboyanos. Las razones de estos com portamientosdivergentes son sin dud indirectas y ha- bis que ira buscarlas en las estructuras sociales presen tes aci y alls, asi como en la naturaleza misma de las ‘claciones humanas que tienen lugar en ells “Tampoco esti claro que la justicia reparadora deba de elisinar por completo la justicia punitiva. Tutu mis- ‘mo Sugiere que se aplique en determinados casos con- cretos, en particular cuando los crimenes han sido co- metidos al amparo de una ley anterior, abandonada ‘como consecuencia de una cada del régimen, una di taduratotalitaia o militar, y cuando son consecuencia, dle un fendmena de masas, Pero incluso si estas dos ‘condiciones se cumplen, puede haber excepciones. Cuando se trata de un crimen contra la humanidad ‘come el enocidio, y se juga n0 a los simples eecuto- res sino a los responsables de las masaeres, como los je~ fes de Estado que las han ordenado y sus mis proxi mos colaboradores, la exigencia de una confesiin publica parece algo irisorio. ¢Cémo se los deberia cs tigar? Las ejecuciones sumarias de Nicolae Ceausescu Yy de Sadam Hussein no me parecen més satisfactorias {gue la impunidad de la que gozaron dictadores como Pol Pot o Pinochet. Me pregunto si no seria preferible ue, para castigar esos erimenes contra Ia humanidad, ‘esos grandes criminales fucran entregados a las Nacio nes Unidas, y, después de haber confiscado sus bienes, se les enviara a una isl desierca en medio del océano, ‘como Santa Elena, quc en el siglo xix tavo a Napoléon ‘como huésped. Por lo que respects a los crimenes ordinarios cuyos autores Henan hoy dis las eeldas de las cdreeles, uno puede preguntare si, en este easo también, no seria pre ferible ampliar el circulo de la opcién reparadora: los crimenes que no fueran politicos podrian igualmente ser expiados en el seno de la sociedad, y no siempre en las cérceles. Las dos soluciones podrian legar a ser complementarias en ver de exeluirse una sls ota Resumamos los resultados de nuestro andlisis. [La memoria del pasado sers eséril si nos servimos de ella para levantar un muro infranqueable entre el ‘mal y nosotros, si nos identificamos snieamente eon Jos héroes irreprochables y las vietimas inocentes, ex pulsando a los agentes del mal fuera de las fronteras de Ia humanidad. Y eso es lo que hacemos habitualmente. En la vida cotidiana también olvidamos ficilmente el smal que infligimos, mientras que conservamos mucho tiempo en la memoria el que sufrimos. Y no podia ser de otra manera, puesto que no padecemos los sufti- ‘mientos de los otras. El remedio quc estariamos bus cando no consisted por lo tanto en un simple recuerdo del mal del que nuestro grupo o nuestzos antepasados han sido victimas. Hay que dar un paso mis y pregun- tarnos por las razones que han provocado ese mal. Una vvex cometido el erimen, ya no podemos ayudar real- mente a aquellos que lo han surido, nicamente pode- mos consolarlos. Pero podemos en cambio actuar so. be los criminales, sobre los del pasado para que no lo repitan, ytambige sobre los del fururo, Porque la «bestia inmunda» no esté fuera de noso- ‘ros, nun hagar y un tiempo lejanos, sino en auestroin- terior Al acabar la Segunda Guerra Mundial, Romain ‘Gary, que habia combatido contra Alemania como pilo- +0, hab legado a esta conclusidn: «Lo que hay de ct ‘minal en el alemn es el hombre». Mas tarde afadié: “Se dice que lo que el nazismo tiene de horroraso es su lado inhumano. Por supuesto. Pero hay que renditse 8 Ih evidencia: exe lado inhuman forma parte de lo hu- mano. Mientras no se reconozea que la inhumanidad es Algo humano, seguiremos engafiindonos con wna men tira piadosae.” La palabra shumano® no es un sinénimo apropiado de «generoso» ai de «misericordioso. Por eso no se conseguiré nunca librar a los seres hhumanos del mal. Nucstra nies esperanza consiste, no con erradicarlo definitivameate, sino en intentar com= prenderlo, contencrlo, domesticarlo, reconociendo {que tambien esti presente en nosotros. Por lo demas, los propios Evangelios sugieren una interpretacion prudence de la formula de la oracién: més que librar 4 los hombres del mal de una vez. por todas, Cristo pide Dios que los guarde de él 0 que los prove.” Esto no quiere decir que debamos dirigie nuestra rabia contra nosotros mismos, como individuos 0 come pueblo, recordando silo las paginas negras de nuestro pasado, abrumindonos a reproches y conde- nnindonos a vivir en una continua penitencia, purganda eternamente nuestra culpa. El mal nose identifica mis ‘con nosotros que con los dems, y el bien también es ‘omnipresente, inchaso banal ‘Todavia menos debemos renunciar a cualquier jul cio moral aqui nuestro adversario no es Is moral, sino cl egocentrismo y el maniquefsmos sencillamente, no son los individuos o los pueblos los que son malos, sino algutios de sus actos los que se convierten en ma- los. La memoria del pasado podria ayudarnos en este trabajo de domesticacién, con la condicién de no olvi- ddar que bien y mal brotan dela misma fuente, y que en Tos mejores relatos del mundo nunca estin separados. 2 SaNTAVANA, George. Life of Reston. Nueva Yor: Scribner’, top. 3. Ua ade vain fe de progres man Ard Tens, 00, Taduccign de Aida A. de Rogan 4 Bizor, Fran. Le Portal Paris La Table Ronde, 386 (por fal Barelona: RBA, 206, Traduit de Manuel Seat Crespo] 4 Op. eenp- 38 1 bieon, Frangois. Le Porta Par: Tlnts Hats, 207,99 Bison Pango Le Porta Part La Table Ronde 2005p Op ciao a8 Le Sui 30d septiembre de 7 Tory, Desmond fn pat dave san pardon. Pai: Albin Micha, 200 1 Op ctsp 88. 1 Op cp 87 te Op cp. 19h HF Op cin pas 16 Op.cinp39 I$. Knots, Amie. Conntry of Aly Shall. Nuova York: Vinge, 1 acm frgtenes to opine forthe Wess ¢ Pe teratinalLiceture Fes Deri 204 wo Gans Romain Fag, Ps Cli 197208 12, Gaows Romain het Cerretenty: Paste Calinacd 9, p35 Las comers Barclay ats Editor, 1986 Ti Bocce de ancora} sr Jornni slog »

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