You are on page 1of 4

¿Fue Pericles keynesiano?

Publicado 11 March 2014 | 0 Comentarios

Los majestuosos edificios de la Acrópolis de Atenas, que tanta admiración han


causado desde la propia Antigüedad hasta hoy, fueron construidos por atenienses en
paro. El embellecimiento de Atenas se atribuye a Pericles y se citan a los grandes
artistas como Ictinos, Calicrates, Fidias…

Ciertamente aquel grandioso programa de construcciones públicas se debió al genio


político y estratégico de Pericles, pero pocos saben que fue posible porque Pericles decidió
dar trabajo y ocupación a los ciudadanos atenienses que malvivían. Pericles decidió, en lo
que hoy consideraríamos una política económica "keynesiana", “socialdemócrata”,
dinamizar la economía y repartir riqueza aumentando la obra pública.

“…era muy justo que su opulencia se emplease en tales obras, que, después de hechas, le
adquirieran una gloria eterna, y que dieran de comer a todos mientras se hacían,
proporcionando toda especie de trabajo y una infinidad de ocupaciones,…”

Pericles, aunque de origen aristocrático, lideró al partido demócrata, al partido del pueblo.
Todo ello nos lo cuenta Plutarco al narrar su vida y como si de una crónica actual se
tratase, nos enteramos de que el partido aristocrático de Cimón y Tucídides (no el
historiador) acusa a Pericles de intentar ganarse la voluntad del pueblo con dádivas y
regalos y en definitiva malgastando el dinero público.

“…Clamaban contra Pericles los oradores del partido de Tucídides, diciendo que
dilapidaba el tesoro y disipaba las rentas…”

¡Qué moderno resulta todo esto, verdad! ¡Y qué inquietante que 2.400 años después se
sigan criticando planes de mísero empleo en zonas especialmente desprotegidas con el
mismo argumento: malgastar el dinero público para ganar voluntades!

Y si Pericles no hubiera puesto en marcha su programa de lucha contra el paro, ¿existiría el


Partenón, grandioso “templo de la virgen”, que eso es lo que significa la palabra, derivada
de la griega Παρθένος, “parthenos”, virgen,? ¿Y se hubiera construido el Odeón, del
griego Ωδείον y del latín odeum, ὠδεῖον ("odeión", lugar de canto) y este de ἀείδω
("aeido", cantar), de ᾠδή ("odé", oda, cancion), edificio para conciertos de música? ¿Y los
Propileos o pórticos, de προπύλαια, de προ “pro” y πύλιον “pylaion” — Προπυλαιον =
“delante de la puerta”? ¿Y existirían las famosas estatuas de Zeus, Venus, Atenea… mil
veces copiadas y repicadas hasta llenar los museos de la culta Europa y los salones de los
ricos aristócratas, ?

Pero será mejor leer directa y extensamente el texto de Plutarco, tan actual y tan evidente
que evita todo comentario, en la buena traducción que a principio del siglo XIC hizo
Antonio Ranz Romanillos, nacido en Barcones (Soria) en 1759 y estudiante en Sigüenza,
de interesante vida política, afrancesado y también redactor de la Constitución de Cadiz:

Plutarco: Vida de Pericles,


IX:
…y otros muchos han escrito que bajo él (Pericles) fue por la primera vez seducida la
plebe con repartimientos y con pagarle los espectáculos y darle jornal; con las cuales
disposiciones se la acostumbró mal, y se hizo pródiga e indócil, de templada y laboriosa
que antes era;…

Con las dádivas, pues, para los teatros y para los juicios, y con otros premios y
diversiones, corrompió a la muchedumbre, y se valió de su poder contra el Areópago, en
el que no tenía parte…

XII
Lo que mayor placer y ornato produjo a Atenas, y más dinero dio que admirar a todos los
demás hombres, fue el aparato de las obras públicas, siendo este sólo el que aún
atestigua que la Grecia no usurpó la fama de su poder y opulencia antigua. Y, no
obstante, esta disposición era, entre las de Pericles, de las que más murmuraban sus
enemigos y la que más calumniaban en las juntas públicas, gritando que el pueblo perdía
su crédito y era difamado, porque se traía de Delos a Atenas los caudales públicos de los
griegos…

… y puesto que la ciudad proveía abundantemente de lo necesario para la guerra, era


muy justo que su opulencia se emplease en tales obras, que, después de hechas, le
adquirieran una gloria eterna, y que dieran de comer a todos mientras se hacían,
proporcionando toda especie de trabajo y una infinidad de ocupaciones, las cuales,
despertando todas las artes, y poniendo en movimiento todas las manos, asalariaran,
digámoslo así, toda la ciudad, que a un mismo tiempo se embellecería y se mantendría a
sí misma. Porque los de buena edad y robustos tomaban en los ejércitos del público
erario lo que para pasarlo bien habían de menester, y respecto de la demás
muchedumbre ruda y jornalera, no queriendo que dejasen de participar de aquellos
fondos, ni que los percibiese descansada y ociosa, introdujo con ardor en el pueblo gran
diferencia de trabajos y obras, que hubiesen de emplear muchas artes y consumir mucho
tiempo, para que no menos que los que navegaban, o militaban, o estaban en guarnición,
tuvieran motivo los que quedaban en casa de participar y recibir auxilio de los caudales
públicos. Porque siendo la materia prima piedra, bronce, marfil, oro, ébano, ciprés,
trabajaban en ella y le daban forma los arquitectos, vaciadores, latoneros, canteros,
tintoreros, orfebres, pulimentadores de marfil, pintores, bordadores y torneros; además
en proveer de estas cosas y portearlas entendían los comerciantes y marineros en el mar,
y en tierra, los carreteros, alquiladores, arrieros, cordeleros, lineros, tejedores,
constructores de caminos y mineros; como cada arte, a la manera que cada general su
ejército, tenía de la plebe su propia muchedumbre subordinada, viniendo a ser como el
instrumento y cuerpo de su peculiar ministerio, a toda edad y naturaleza, para decirlo
así, repartían y distribuían las ocupaciones, el bienestar y la abundancia.
XIII
Adelantábanse, pues, unas obras insignes en grandeza, e inimitables en su belleza y
elegancia, contendiendo los artífices por excederse y aventajarse en el primor y
maestría; y con todo lo más admirable en ellas era la prontitud; porque cuando de cada
una pensaban que apenas bastarían algunas edades y generaciones para que difícilmente
se viese acabada, todas alcanzaron en el vigor de un solo gobierno su fin y perfección.

Por lo mismo era mayor la admiración de que, siendo las obras de Pericles de durar
largo tiempo, en tan breve se hubiesen concluido; porque cada una de ellas en la belleza
al punto fue como antigua, y en la solidez, todavía es reciente y nueva:¡tanto brilla en
ellas un cierto lustre que conserva su aspecto intacto por el tiempo, como si las tales
obras tuviesen un aliento siempre floreciente y un espíritu exento de vejez. Todas las
dirigía y de todas con Pericles era superintendente Fidias, sin embargo de que las
ejecutaban los mejores arquitectos y artistas; porque el Partenón, que era de cien pies, lo
edificaron Calícrates e Ictino; el purificatorio de Eleusis empezó a construirlo Corebo…

Los soportales (propíleos) del alcázar o ciudadela se hicieron en cinco años, siendo el
arquitecto Mnesicleo
….
Fidias hizo además la estatua de oro de la diosa, y en la base se lee la inscripción que le
designa autor de ella.

Nos cuenta también Plutarco cómo se propalaron todo tipo de calumnias y falsedades sobre
Pericles y su familia, que en otro momento tal vez yo comente, y se lamenta de lo difícil
que es encontrar la verdad. Nos dice en este mismo capítulo XIII al respecto:

¡Tan grande es el trabajo que le cuesta a la historia descubrir la verdad! Pues para los
que vienen más tarde, el tiempo pasado se interpone, y roba el conocimiento de los
hechos; y las relaciones contemporáneas de las vidas y acciones, o bien por envidia, o
bien por lisonja y adulación, corrompen y desfiguran la verdad.

Y continúa Plutarco al principio del capítulo XIV:

Clamaban contra Pericles los oradores del partido de Tucídides, diciendo que dilapidaba
el tesoro y disipaba las rentas…

Y así acabo yo esta larga cita referida a un dirigente ateniense que vivió entre los años 495
a.C. y 429., es decir hace casi 2.500 años, en la primera democracia del mundo, de efímera
existencia, es verdad, porque inmediatamente hubo de sufrir los ataques de la aristocracia y
de los dictadores dueños de ejércitos; pero que estableció el objetivo y ejemplo a conseguir
para muchos hombres durante dos milenios, prácticamente hasta nuestros tiempos.

Pues bien, como Pericles no pudo conocer a Keynes, podemos preguntarnos si Keynes
había leído a Plutarco y su vida de Pericles. No conozco con suficiente detalle la biografía
de Keynes, pero es muy probable que conociera este texto de Plutarco, dado que estudió en
el colegio de Eton y luego en el King´s College de Cambridge a donde acudió para estudiar
precisamente matemáticas y a los “clásicos”; en estos centros es esencial el conocimiento
de los clásicos. Keynes además es un economista muy interesado por cuestiones filosóficas
y su aportación en este campo, menos conocida, no deja de ser importante.

Confirma esta lectura Gilles Dostaler, Professor of Economics,en las Universidades de


Quebec y Montreal, que escribió la obra "Keynes and His Battles”. El capítulo 9, titulado
“Art: Theoretician, Consumer and Patron of the Arts”, lo dedica a algunas reflexiones
filosóficas sobre la naturaleza de la belleza y ofrece la visión de Pericles de una
civilización en la que el arte es valorado por su propio bien y no como un instrumento.

El famoso economista Stuart Mill, ciertamente ochenta años anterior pero que influyó
decisivamente en la concepción ética y moral de Keynes, comenzó a estudiar griego a los
tres años y leyó a los griegos, entre ellos Plutarco, en griego.

En todo caso, el texto es de un interés extraordinario, por su semejanza con los tiempos
actuales, aunque sean grande también la diferencias: ahora no estamos construyendo ni
partenones, ni odeones ni propíleos…

You might also like