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UNA APUESTA POR EL ARTE SURREALISTA // LAS POTENCIAS INTELECTUALES DEL SURREALISMO

EN EL ARTE CONTEMPORANEO // ANALISIS DE LA IMAGEN SURREALISTA EN LA ERA


CONTEMPORANEA //

Hegel en sus primeras lecciones de Estética afirma que las creaciones del espíritu son superiores a
las creaciones de la naturaleza, esta afirmación solo puede ser aparentemente cuestionable a
partir de la importancia de las obras vanguardistas dedicadas a recrear fenómenos naturales.

Muchas de estas manifestaciones en el arte tienen un correlato conceptual, según el cual se


afirma una específica visión filosófica generalmente de corte deleuziano cuya principal idea es
comprender el concepto a partir del organismo natural y no en viceversa. Antes de considerar el
modelo deleuziano como modelo relevante para artes plásticas debemos seguir pensando en la
posibilidad de un arte cuya tentativa sea eliminar del plano artístico toda huella de intelecto
humano y subsumirse por entero a las fuerzas naturales del exterior.

Sabemos de muchos artistas que conceden un estatuto “superior” a las artes cuya producción
depende de fenómenos naturales dónde lo intelectual se reduce a su más mínima expresión. Por
citar algunos de los más reconocidos casos se encuentra el así llamado “automatismo psíquico” de
Dalí que hacía depender la conciencia artística a las fuerzas inconscientes y subjetivas del ser
humano. Estas fuerzas aparentemente vinculadas al intelecto no hacen sino retratar los
mecanismos y las contingencias que el poder de la naturaleza ejerce en el intelecto.

Sin embargo, en su modo de presentación la obra no se presenta como un ente natural, de modo
que el espectador acepta de antemano la mediación que sucede antes de poder presenciar una
obra de arte. Esto implica una tautología, a saber, que la obra de arte lo es en tanto que así se
presenta.

Por supuesto, una crítica común al arte contemporáneo es la siguiente: el mérito del arte
contemporáneo no es el hecho de presentar una obra que amerite su apreciación sino el hecho de
presentar cualquier objeto que sea ideado o elaborado por un artista contemporáneo.

Este accidente de las formas de ejercer las artes en la actualidad reafirma la idea de un arte
subordinado al intelecto humano. Los artistas no han pasado por desapercibido tal condición, tal
es el caso del colectivo de vanguardia retratado por el artista y pensador

y al mismo tiempo inauguran en base a filósofos modernos una nueva forma de comprender el
concepto a partir del organismo natural.

De modo que muchos de los artistas actuales conceden un estatuto “superior” a las artes cuya
producción depende de fenómenos naturales dónde lo intelectual se reduce al análisis de la
contingencia de las formas y los contenidos que en su producción son ajenos a la creación
intelectual.
Una objeción a ésta afirmación es la siguiente: muchas de las artes producidas actualmente están
producidas de forma aleatoria de pero sus contenidos están subordinados a argumentos
filosóficos que no hacen énfasis en la contingencia de los fenómenos naturales o estados psíquicos
alterados con qué se elaboró la obra, es decir, artistas que presentan obras formalmente caóticas
sobre las cuales de forma arbitraria sustentan un argumento filosófico. En estos casos el artista
coincidirá en que el argumento filosófico que quiere expresar no se encuentra en la obra en sí
misma, esto es, que la obra por sí misma no transmita de forma evidente el argumento o la idea
que se desea transmitir.

Hegel en sus primeras lecciones de Estética afirma que las creaciones del espíritu son superiores a
las creaciones de la naturaleza, esta afirmación solo puede ser cuestionable a partir de la
importancia que en el siglo XX le otorgamos a experiencia estética a partir del espectador.

El artista en la actualidad ya no espera ingenuamente que sus creaciones posean un contenido


inalterable, por el contrario es común que los artistas afirmen la libertad de los espectadores para
interpretar su obra.

De modo que la obra de arte se transforma en un juego cuyas reglas impone el artista, el museo o
el curador, el espectador entonces puede anteponer su visión solo si su marco cultural es
asequible a los señalamientos con que se dispone la obra.

Esto nos

Los productos del arte contemporáneo pueden pensarse performativa1, es decir, no sé trata de
piezas de arte que se agotan en la interpretación de los espectadores, sino de piezas de arte que
sugieren nuevas estructuras de interpretación a las espectadoras.

La dicotomía que quiero proponer para el análisis es la siguiente:

1.-¿Hasta qué punto pueden los prejuicios de un individuo ignorar el simbolismo de

como una acción presente, performativa.

1
Explicar brevemente en que consiste lo performativo
de profunda negatividad, es decir, como un ejercicio de facultades intelectuales o sensibles en
busca de la realización de una obra que conserve cierto grado de autoanulación. Así los
movimientos anti-artísticos del siglo XX y XXI conciben un arte con fecha de caducidad, un arte que
solo puede conservar su verdadero estatuto artístico fundiéndose en aquello que precisamente es
ajeno al arte mismo: lo cotidiano.

Lo cotidiano no es simplemente el uso constante del sentido común puesto que implica un sinfín
de convencionalismos políticos, sociales o culturales. Defino lo cotidiano como la relación que
tiene el hombre con sus congéneres y el manejo de las fuerzas de la naturaleza. Pero acaso lo más
esencial de lo cotidiano es que todas sus convenciones se aceptan como supuestos invisibles, lo
cotidiano es una norma interiorizada y al mismo tiempo invisibilizada por el uso generalizado de
las grandes colectividades.

Lo cotidiano no es simplemente el uso constante del sentido común puesto que implica un sinfín
de convencionalismos políticos, sociales o culturales. Tales normas son aparentemente
incuestionables (según la mayoría de los individuos dentro de una misma comunidad) pero si se
analizan detenidamente incluso carecerán de todo sentido arbitrario, por ejemplo, el uso de
coloquialismos en una cultura pueden parecernos comunes para expresar ciertas ideas comunes
sin embargo cuando las analizamos podemos intuir la enorme carga cultural contenida, esa carga
cultural

muchas veces se originan de acontecimientos que desconocemos de antemano pero que podemos
imaginar según

tales artistas no consideran ligado al arte mismo y esto no es ni más ni menos que la vida
cotidiana.

La fusión es entre dos contrarios, por una parte un arte que a través de la institución museística y
las colecciones privadas adquiere el estatuto de una lejanía inalcanzable por vía intelectual y cuya
apreciación más ideal es una intuición cuasi-divina ya sea por la imposibilidad de una lectura
univoca de la obra, la devoción por la singularidad histórica de su creación o la difícil técnica
contenida en la obra ; y por otra parte la vida convencional que más bien es la cercanía constante
de las convenciones del sentido común del individuo,

momificado en el museo.

En este trabajo defenderé no solo ésta primera aproximación del arte contemporáneo sino
tambien la tesis contraria, a saber, que el arte contemporáneo se puede pensar tambien como una
praxis de profunda afirmación2, desde este perspectiva el artista proclamaría su propio trabajo
artístico como una construcción

Solo desde éste perspectiva sería posible entender el arte que se proclama antiartístico.

toda obra de arte contemporáneo parece sugerir la desaparición de toda teoría por encima del
arte mismo.

. El artista según está concepción es un “arquitecto de la rareza” porque busca siempre escapar de
las grandes abstracciones o generalizaciones humanas y mostrar en cambio aquello que

El arte contemporáneo –se piensa– es un campo de excepción, exclusión o extracción de


expresiones singulares. El artista según está concepción es un “arquitecto de la rareza” porque
busca siempre escapar de las grandes abstracciones o generalizaciones humanas y mostrar en
cambio aquello que

y en cambio busca diseñar obras que impliquen expresiones no convencionales.

¿Cuál es el argumento que deseo exponer en tesis?

2
Mi concepto de “Afirmación” busca sustituir la palabra “positividad” por simples motivos estéticos.

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