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La guerra fría Franklin D.

Roosevelt y la Gran Alianza, 1933-1945 79

9 de septiembre Bulgaria siguió su ejemplo. El 1 de octubre el ejército rojo pecha de Hull de que Churchill estaba decidido a restaurar la antigua diplo-
penetró en Yugoslavia, donde entró en contacto con los partisanos comunis- macia, con sus pactos secretos, equilibrios de poder y esferas de influencia, en
tas que mandaba Josip Broz, llamado Tito. Dos semanas después, el 15 de oc- vez de respaldar el nuevo orden diplomático que Hull intentaba crear basán-
tubre, tuvo lugar la liberación de Belgrado. A finales de noviembre, también dose en los principios de la Carta del Atlántico y las Naciones Unidas. A pe-
Biidapest, la capital de Hungría, se hallaba en manos de los soviéticos. sar de la oposición de Hull, Roosevelt no condenó el acuerdo anglosoviético.
El rápido avance soviético hacia el interior de la Europa del Este alarmó a De hecho, mandó a Stalin un cable en el que se declaraba «encantado» con el
ChurchiÚ. Tratando de frenar las ambiciones de los soviéticos en dicha región resultado de la conferencia. En opinión del presidente, ayudaría a edificar una
cuando terminase la guerra, el primer ministro británico volvió a hablar de una «paz satisfactoria y duradera».28 Sin duda la reacción de Roosevelt complació
campaña en los Balcanes durante el verano de 1944. Argüyó que, dado que los a Stalin. Al parecer, ni Gran Bretaña ni Estados Unidos se opondrían a que
ejércitos aliados en el norte de Francia avanzaban con rapidez, ya no era nece- los soviéticos dominasen la Europa del Este al terminar la contienda.
sario invadir el sur del país. Por consiguiente, Churchill quería que se cancela-
ra la operación Yunque y que las tropas destinadas a ella se enviaran a Yugos-
lavia, desde donde podían penetrar en Austria y en el sur de Hungría. Pero LA CONFERENCIA DE YALTA, F E B R E R O DE 1945
Roosevelt se negó a desviarse de la estrategia acordada en Teherán. El presi-
dente insistió en que el camino más corto a la victoria consistía en penetrar en Desde julio de 1944 Roosevelt trataba de concertar otro encuentro en la cum-
el corazón de Alemania desde Francia mientras los soviéticos la invadían des- bre con Stalin, ya fuera en Escocia o en el Mediterráneo, pero el dirigente so-
de el Este. Así pues, la operación Yunque continuó tal como se había previsto viético decía que su mala salud le impedía salir de la Unión Soviética. A prin-
y las fuerzas aliadas desembarcaron en el sur de Francia el 15 de agosto. cipios de 1945 la salud del propio Roosevelt no era buena. Cuando lord
Al no poder obtener la ayuda de Roosevelt para bloquear la dominación Moran, el médico de Churchill, vio al presidente en febrero de 1945, le pare-
de la Europa del Este por los soviéticos, Churchill ideó su propia estrategia ció ver en él todos los síntomas de la arterieesclerosis cerebral. Moran, de for-
de contención, que tenía varias facetas. En primer lugar, trató de instaurar, o ma muy profética, le dio sólo unos cuantos meses de vida. En contra de los
reinstaurar, y ayudar a gobiernos pro occidentales en la Europa del Este. En deseos de sus consejeros, que no comprendían por qué el presidente de Es-
segundo lugar, en una entrevista que sostuvo en septiembre en el domicilio del tados Unidos tenía que dar media vuelta al mundo para ver a Stalin, Roose-
presidente en Hyde Park, Nueva York, persuadió a Roosevelt de que no com- velt accedió a entrevistarse con éste en Yalta, ciudad situada en la península de
partiera el secreto de la bomba atómica con los soviéticos. Churchill creía que Crimea.
la bomba podía ser la única manera de impedir que los soviéticos dominasen Alemania fue el primer asunto que abordaron los Tres Grandes en Yalta.
Europa en la posguerra. En tercer lugar, en un ejemplo clásico de política de Con el ejército rojo a orillas del Oder, a sólo unos 64 kilómetros de Berlín,
realismo, trató de llegar a un acuerdo con Stalin que definiese sus respectivas mientras las fuerzas anglonorteamericanas todavía se encontraban en la mar-
esferas de influencia en la Europa del Este. Churchill opinaba que era mejor gen occidental del Rin, daba la impresión de que los soviéticos serían los en-
negociar con los soviéticos basándose en un quid pro quo —obtener algo a cargados de poner fin a la guerra. Debido a ello, antes de que el ejército rojo
cambio de cederles la Europa del Este— que confiar en su sentido de* la «no- pudiera penetrar en la Alemania occidental, Roosevelt y Churchill aceptaron
bleza obliga», como él creía que Roosevelt quería hacer. Stalin estaba más que las zonas de ocupación de Alemania que recomendó la Comisión Asesora
dispuesto a llegar a un entendimiento con Churchill que reconociera la do- Europea, que dio a los soviéticos una zona en la Alemania del Este. Pero los
minación soviética de la mayor parte de la Europa del Este. En un encuentro aliados no pudieron ponerse de acuerdo sobre la partición de Alemania. Los
que tuvo lugar en Moscú en octubre de 1944, Stalin y el primer ministro bri- soviéticos querían ahora la división de Alemania en varios estados pequeños.
tánico acordaron que Gran Bretaña ejercería una influencia primordial en Churchill, temiendo que una Alemania desmembrada fuera presa fácil de la
Grecia mientras que la influencia soviética predominaría en Rumania y Bul- subversión soviética, se opuso a una partición draconiana. A causa de ello, el
garia. Gran Bretaña y la Unión Soviética tendrían la misma influencia en único acuerdo que produjo la conferencia fue el de desmembrar Alemania
Hungría y Yugoslavia. después de la guerra sin decir cómo se llevaría a cabo la operación.
Roosevelt, que fue informado del acuerdo anglosoviético sobre esferas de Los Tres Grandes tampoco lograron llegar a un acuerdo sobre el importe
influencia, no lo aprobó de modo público, principalmente porque Hull, el se- de las reparaciones que Alemania tendría que^ pagar. Los soviéticos querían
cretario de Estado, se opuso a él. El acuerdo anglosoviético confirmó la sos- 20.000 millones de dólares de los alemanes. Recomendaron que la mitad de

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