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Autoras
Las relaciones de amor
en los adolescentes de hoy
Mari Paz Calatayud Arenes
Emilia Serra Desfilis

Las relaciones
de amor en los
adolescentes de hoy

OCTAEDRO
Colección Recursos,n.º 43

Título: Las relaciones de amor en los adolescentes de hoy

Autor: Mar Cruz Piñol

Primera edición: noviembre de 2009

©  Mari Paz Calatayud Arenes, Emilia Serra Desfilis,

©  De esta edición:
Ediciones Octaedro, S.L.
Bailén, 5 - 08010 Barcelona - España
Tel.: 93 246 40 02 - Fax: 93 231 18 68
octaedro@octaedro.com
http://www.octaedro.com

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de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO
(Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita
fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ISBN: 978-84-9921-039-1
Depósito legal: B. 43.982-2009

Digitalización: Editorial Octaedro

Inicio
A todas aquellas personas
que, a lo largo de nuestras vidas,
nos han enseñado lo que es el amor.

A nuestros padres.
A nuestros maridos.
A nuestros hijos.
9

Agradecimientos

Desearíamos agradecer a María José Giner Alcañiz, psicopeda-


goga del I.E.S. San Vicente Ferrer de Valencia, su colaboración
en la implementación del diseño de investigación elaborado. Y,
por supuesto, a Alejandro Iborra Cuéllar, que nos asesoró en el
análisis estadístico de los datos obtenidos.
Finalmente, a nuestra familia y amigos les agradecemos su
paciencia en los momentos difíciles, y que compartieran con
nosotras la alegría en los instantes felices.

A todos ellos, gracias. De vosotros es también este libro.


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I. La adolescencia
Adolescencia. La angustia de no tener un lugar donde ir, el
sentimiento de furia parecido al ácido clorhídrico comien-
do nuestras entrañas, la injusticia, la deslealtad, el senti-
do de desesperanza, la frustración, el miedo, la confusión.
Y la alegría. El deseo sin límite de nuevas experiencias.
Primeros amores, primeras libertades. La plenitud de la
amistad, la excitación por el logro. Pienso que no hay otro
momento de la vida tan rico, tan vacío, tan ilimitado, tan
limitado, tan fascinante, tan pesado, tan desesperado, en
el que algunos días no parecen terminar nunca y otros
parece que nunca van a llegar.

A. J. PACKER (1993)

A la vista de la lectura de este texto, nos daría la impresión de


que la idea del primer estudioso de la adolescencia, a nivel cien-
tífico y psicológico, Stanley Hall, siguiese intacta: la adolescen-
cia es un tiempo de emociones intensas y cambiantes, de «tor-
menta y estrés», o la época en la que, para Anna Freud (1946),
la libido se ve reactivada y amenaza el equilibrio entre el yo y
el subconsciente, aumentando así el nivel de ansiedad y hacien-
do necesaria la emergencia de mecanismos de defensa regula-
dores.
Si bien sigue persistiendo en muchos ámbitos la idea de la
adolescencia como época tormentosa, hemos de establecer lími-
tes acerca de las principales creencias sobre este período de vida
que es necesario enmarcar en coordenadas más actuales.
Hoffman, Paris y Hall (1995) señalan tres grandes mitos sobre
la adolescencia:
12 LAS RELACIONES DE AMOR EN LOS ADOLESCENTES DE HOY

1. La adolescencia es un período evolutivo marcado por


una fuerte inestabilidad emocional

Los datos que poseemos hoy acerca del desarrollo a lo largo de


todo el ciclo vital y más allá de la adolescencia (juventud adul-
ta, mediana edad, vejez) confirman que el nivel de inestabilidad
emocional en este período, por el hecho de vivir la transición de
la adolescencia, es similar al de otros períodos de la vida en los
que se exige un esfuerzo para afrontar tareas de desarrollo nue-
vas y, en principio, estresantes (como la entrada en el mundo
adulto, la mediana edad, y el envejecer).
La tarea evolutiva que el adolescente debe afrontar, según
Erikson (1970), la construcción de su identidad, se verá susti-
tuida por tareas de índole no menos compleja, tales como la
intimidad, la generatividad o la integridad personal, en los dife-
rentes períodos de la vida (juventud, adultez, mediana edad, y
vejez, respectivamente).

2. Los trastornos que aparecen en esta etapa están limi-


tados a ella y desaparecen en la vida adulta

Si bien las conductas como las fobias, el consumo de drogas,


actividades delictivas, depresión, trastornos del pensamiento,
trastornos en la alimentación, son considerados trastornos típi-
cos de la adolescencia, y no poseemos certeza acerca de su man-
tenimiento en etapas posteriores, diversas investigaciones ya
clásicas (citadas en Serra, 1997), apuntan que la depresión y la
dependencia del abuso de drogas están experimentando un ini-
cio cada vez más precoz.
De estos trabajos, se deduce pensar que el pico de inicio de
edad para determinados trastornos, que permanecen a lo largo de
la vida adulta, se produce a edades más tempranas de lo que se
creía, y se sugiere que la adolescencia y las primeras etapas de la
edad adulta son períodos importantes en el tiempo para el desa-
rrollo de trastornos mentales como la enfermedad bipolar (19
años), las fobias (13 años), o el abuso y dependencia de drogas
(18 años).
I. LA ADOLESCENCIA 13

3. La adolescencia es un período de conflicto entre los


adolescentes y sus padres, acentuado por un abismo
generacional entre adultos y adolescentes cada vez más
profundo

En la realidad acerca del conflicto influyen una serie de varia-


bles que es necesario analizar. Podemos decir que, en principio,
el conflicto no es algo generalizable a todas las áreas, sino que
es evidente que se manifiesta más en cuanto a las reglas fami-
liares que en cuanto a las decisiones vocacionales o identifica-
ción con modelos parentales (Serra, 1997).
El final de siglo ha dado lugar a una paradoja: la ruptura del
vínculo de apego padres-hijos al final de la niñez, más a menu-
do incitada por los padres que por los propios adolescentes, y, al
mismo tiempo, y debido a los cambios sociales, un retraso en la
autonomía económica (por circunstancias laborales) con lo que
se retrasa la marcha de los hijos del hogar.
Por otra parte, un cierto estilo negligente de crianza, han
gestado una «adolescencia crónica», en palabras de Cortina
(1995), que explica que los adultos, en general, y los padres, en
particular, no consideren en su labor educativa la respuesta a
un diseño acerca de lo que queremos que sea el trabajo, la
amistad, el amor, la familia... que los adolescentes deberán
hacer realidad al llegar a adultos (lo que conllevaría una exi-
gencia).
Es decir, el contexto familiar invita a la ruptura del vínculo,
mientras que el contexto social empujaría hacia la dependencia.
Hablar de adolescentes a finales de milenio, y desde una
concepción occidental europea, requiere, no sólo poner en
cuestión los principales mitos o creencias sobre la adolescen-
cia, sino tomar postura acerca de la realidad de la adolescen-
cia.
La necesidad más urgente que se nos presenta es la de cons-
tatar la diversidad de grupos, actitudes, conductas, cosmovisio-
nes, que hoy constituyen los adolescentes. ¿Qué tienen en
común un grupo de adolescentes del movimiento scout, con un
grupo de estudiantes de un colegio privado de élite, con una
14 LAS RELACIONES DE AMOR EN LOS ADOLESCENTES DE HOY

tribu urbana de adolescentes, o con unos adolescentes que tra-


bajan o son madres adolescentes?
Es importante que, cada vez más, como punto de partida
ante el estudio del desarrollo afectivo, emocional y personal,
realicemos un esfuerzo de «descentralización», de «pérdida de
egocentrismo», porque nuestro mundo no es el mundo.
Hay diversos mundos, y diversas formas de ser adolescente,
tan diversas que necesariamente hemos de situarnos ante aque-
llo de lo que vamos a tratar.
La adolescencia de la que vamos a hablar es un período
determinado por:

a) La edad cronológica

Consideramos que, entre los 12 y los 19 años, en nuestro con-


texto, se pasa por procesos de cambio que son propios de esta
etapa. Es evidente que se ha alargado el período ya que, por una
parte, se ha adelantado la maduración biológica, y, por otra, se
han retrasado los acontecimientos propios de la etapa adulta
(Serra, 1997).
Además, la variedad y complejidad de roles que debe ocupar
y desarrollar un individuo en el período adulto hacen que se
alargue el tiempo de preparación, moratoria en el sentido de
Marcia (1980, 1993), antes de la toma de decisiones propias del
adulto.

b) La edad biológica

La adolescencia se ve determinada, en su inicio, por la madu-


ración biológica del sujeto. La adolescencia, en principio, es
un fenómeno biológico que hace más evidentes que en cual-
quier otra etapa de la vida los cambios evolutivos. Lo que lla-
mamos pubertad es un período en el que se manifiestan una
serie de acontecimientos vinculados entre sí, que tienen su ori-
gen en los cambios hormonales, responsables del aumento de
andrógenos en los varones y de estrógenos en las mujeres, y
este aumento produce manifestaciones características que nos
I. LA ADOLESCENCIA 15

hacen tratar al niño o niña como un o una adolescente (Serra,


1997).
Los ritmos de aparición de la pubertad han cambiado, se
han acelerado, con respecto a otras épocas, los ritmos de inicio
son distintos para varones y mujeres, y la variabilidad intra-
grupo sexual es muy amplia. Todo ello hace que la adolescen-
cia se vea muy condicionada por dichos ritmos, ya que ellos
determinan la vivencia de los cambios en el propio sujeto ado-
lescente, y la «mirada y consideración» como tal por parte de
los adultos.

c) El sexo

El sexo determina, en gran medida, nuestra imagen de la ado-


lescencia. No es sólo el ritmo de maduración de uno u otro sexo,
sino el hecho de que la construcción de la identidad personal y
de género siguen caminos, en parte, distintos (Serra, 1997). Las
reglas familiares se «acomodan» según sexo, y básicamente la
conducta de relación con el otro sexo se ve muy determinada, en
las chicas, por el temor al embarazo.

d) El contexto educativo

A medida que el contexto del chico o chica adolescente va dife-


renciándose (enseñanza obligatoria/no obligatoria, Bachiller/
Ciclos Formativos, estudio/trabajo, colegio/instituto, etc.) las
diferencias de desarrollo van perfilándose cada vez más
(Serra, 1997). Cada contexto educativo, formal o no formal,
actúa como oportunidad de madurez, y produce efectos multi-
plicativos en una gran cantidad de áreas (en principio, disper-
sas y aparentemente no relacionadas: hábitos de salud, tipos
de relaciones, interacciones sociales, aficiones, actitudes y
nuevas oportunidades de desarrollo). El déficit de dichas opor-
tunidades no sólo no proporciona recursos personales y socia-
les, sino que ofrece elementos encadenados en la dirección
opuesta.
16 LAS RELACIONES DE AMOR EN LOS ADOLESCENTES DE HOY

Centrándonos en el conjunto de características de la adoles-


cencia que la convierten en un período de vulnerabilidad propio
de una transición del desarrollo o transición evolutiva (Slaikeu,
1988), podríamos decir que la adolescencia cumple las condicio-
nes de una transición, en cuanto que produce un cambio estruc-
tural en la vida ante una encrucijada vital. Así pues, la adolescen-
cia sería una oportunidad para crecer y avanzar, o para disminuir
y retroceder, un punto decisivo o región límite entre dos períodos
de relativa estabilidad.
La definiríamos como una transición del desarrollo, ya que
es predecible, normativa (en cuanto que ocurre a todos los indi-
viduos como respuesta a los cambios de la pubertad), se rela-
ciona con el paso de una etapa a otra (de la niñez a la adultez),
requiere un esfuerzo por parte del individuo (fundamental-
mente, de reestructuración vital), es estresante y necesita la
puesta en marcha de mecanismos de afrontamiento, y se puede
intervenir sobre ella preparando al sujeto para aminorar el
grado de estrés y de vulnerabilidad que acompaña a cualquier
transición.
En la adolescencia se ve afectado el sentido del yo en relación
con los otros, y cambian las proporciones de balance entre peli-
gro y seguridad, la percepción del tiempo y el sentido de estar
vivo, de vitalidad, frente al estancamiento, seguir viviendo.
Según Slaikeu, éstas son características de toda transición.
Como en toda transición, asimismo, el sujeto debe afrontar una
serie de tareas, enlazadas entre sí, que, en el caso de la adoles-
cencia, son la búsqueda de la identidad, el establecimiento
de la autonomía y la toma de decisiones vitales.

1. Búsqueda de la identidad

Siguiendo la teoría psicosocial del desarrollo de Erikson


(1970, 1971, 1985), acerca de la superación de diferentes con-
flictos en cada una de las etapas evolutivas, señalamos como
tarea del desarrollo propia de la adolescencia la construcción
de una identidad personal, frente a la posible difusión de la
identidad.
I. LA ADOLESCENCIA 17

Para Erikson, la identidad es entendida como un sentido


coherente de individualidad, y, después de su construcción (des-
pués de resolver el conflicto entre diferentes opciones), el ado-
lescente deberá responder qué tipo de persona quiere ser, y qué
tipo de hombre o mujer quiere ser. Dicha respuesta se configu-
ra en base a: aspectos innatos de la personalidad, rasgos desa-
rrollados en la misma, identificación con modelos y modos de
afrontar conflictos, y la adopción de papeles de género, sociales
y vocacionales.
Con respecto a los aspectos innatos, debemos señalar la impor-
tancia de los referentes familiares, escolares y sociales que han
ido devolviendo al niño su imagen hasta llegar a la adolescencia.
En otras palabras, sus aspectos innatos no llegan intactos a la
adolescencia, sino que han quedado matizados por la imagen que
nos refleja el mundo social.
En cuanto a los rasgos de personalidad, deben ser desarrolla-
dos en actividades de ensayo a lo largo de la niñez y de la ado-
lescencia, por lo que, en la medida en que preparemos escena-
rios o demos oportunidades para desempeñar tareas que se ase-
mejan a las del adulto, para adquirir responsabilidades, el ado-
lescente irá evaluando sus éxitos o fracasos, sus capacidades y
habilidades, y la posibilidad de mejora en unas u otras áreas de
conducta.
Por otra parte, los modelos adultos (padres, profesores, her-
manos, ídolos) poseen la fuerza de arrastre sobre el adolescen-
te, en la medida en que sus vidas sean admirables o deseables
por muy variadas o diversas razones. La identificación con
modelos personales o grupales conduce a la copia de rasgos y
atributos externos, extendiéndose desde meras «copias» en
modos de vestir, adornos, colores... hasta la imitación de modos
de vida y de relación. En este sentido, la copia empieza siendo
externa y puede llegar a procesos internos no conscientes,
aspecto muy importante si tenemos en cuenta que el adolescen-
te aprende de sus modelos cómo afrontar los conflictos, así
como la adopción de papeles de género.
18 LAS RELACIONES DE AMOR EN LOS ADOLESCENTES DE HOY

2. Establecimiento de la autonomía

El establecimiento de la autonomía es parte de la construcción de


la identidad, y supone una independencia de criterio respecto del
grupo y la familia, referente al juicio moral (Serra, 1997). El ado-
lescente se sitúa, por primera vez, frente a reglas, actitudes y cos-
tumbres heredadas, y no cuestionadas hasta entonces. Gracias al
manejo de estructuras de pensamiento más complejas (gracias al
razonamiento abstracto), el adolescente es capaz de tomar en
consideración múltiples puntos de vista que amplían su visión
sobre el mundo. Sus tomas de postura, aún egocéntricas, son
muchas veces extremas e irreales, pero necesarias para recorrer
el camino hacia una autonomía más madura en la juventud.

3. Toma de decisiones vitales

La tercera tarea que debe afrontarse a lo largo de la transición


de la adolescencia es la toma de decisiones vitales. Esta tarea es
una de las causas de estrés más importantes, por el grado de
conciencia que supone (mayor que en las otras dos tareas del
desarrollo ya tratadas). Las decisiones se centran, básicamente,
en dos áreas: la vocacional, y la del papel sexual o identidad de
género (Serra, 1997).
En cuanto a la decisión en el área vocacional, la más estudia-
da, se ha visto complicada en los últimos años por cuatro facto-
res. En primer lugar, por los cambios provocados en el sistema
educativo desde la implantación de la L.O.G.S.E. (E.S.O.,
Bachillerato, Ciclos Formativos, Pruebas de Acceso a la
Universidad o Selectividad...). En segundo lugar, por el gran
número de individuos que ocupan el segmento de población de
los adolescentes (observándose un cambio en la pirámide demo-
gráfica). En tercer lugar, por la masificación universitaria y la
necesaria implantación de la limitación de plazas, con lo que la
decisión vocacional se ve fuertemente limitada por calificacio-
nes cuantitativas, fruto de una evaluación no siempre acorde
con los objetivos educativos programados, y por el nivel econó-
mico familiar, que permite a unos, y no a otros, optar por vías
I. LA ADOLESCENCIA 19

de acceso alternativas (como la enseñanza privada). Y, en cuar-


to lugar, por la oferta y la demanda del mercado laboral, que
guía, en mayor medida de lo que sería deseable, la toma de deci-
sión vocacional del adolescente.
La segunda área en la toma de decisiones vitales, la confir-
mación del papel sexual o identidad de género, transcurre en la
adolescencia sin demasiados conflictos, en la mayoría de casos
sexo y género coinciden. Sin embargo, en algunas ocasiones,
cada vez menos infrecuentes, la identidad del adolescente se
resitúa ante el propio sexo, tomando direcciones que van desde
la imitación externa de modelos masculinos o femeninos, pa-
sando por escarceos bisexuales (propios de la sexualidad ado-
lescente, que confunden más que clarifican), hasta la construc-
ción de una identidad como sujeto homosexual, en cuanto a ten-
dencias afectivo-sexuales (no siempre manifiestas como con-
ducta). Esta decisión vital está rodeada de una gran dosis de
estrés, que el sujeto adolescente puede llegar a manejar, conlle-
vando un cierto costo de sufrimiento.
Cuando esta transición de la adolescencia es muy difícil de
superar, cuando el afrontamiento y desarrollo de las nuevas ta-
reas desborda al adolescente, la adolescencia puede convertirse
en crisis. Es decir, en un «estado temporal de trastorno y desor-
ganización caracterizado por la incapacidad del individuo para
abordar situaciones particulares utilizando métodos acostumbra-
dos para la solución de problemas, y por el potencial para obtener
un resultado radicalmente positivo o negativo» (Slaikeu, 1988).
Que la transición de la adolescencia se convierta en crisis
depende del impacto o gravedad del inicio de la adolescencia, de
los recursos personales de que dispone el sujeto al comienzo, y en
el transcurso, de la transición, y de los recursos sociales que ofre-
ce la comunidad, la familia, los servicios de salud o religiosos, etc.

a) Impacto o gravedad del inicio de la adolescencia

Aplicando el modelo T de Kalish (1989), de la transición o crisis


de la mediana edad, a la adolescencia, podemos sugerir un
mecanismo explicativo.
20 LAS RELACIONES DE AMOR EN LOS ADOLESCENTES DE HOY

T
Pérdidas y acontecimientos
que tiene que afrontar

Recursos personales

Recursos sociales

La idea principal se basa en que el travesaño de la T repre-


senta las pérdidas o acontecimientos que tiene que afrontar el
adolescente durante su adolescencia. En la medida en que el
engrosamiento de este travesaño sea mayor (haya mayor núme-
ro de acontecimientos que soportar), se requerirá un mayor gro-
sor del palo que lo sustenta (más recursos personales). Existe,
pues, una relación clara entre impacto y cantidad de los acon-
tecimientos, y necesidad de recursos personales. Siguiendo con
la metáfora, la T está situada sobre una base que haría referen-
cia a los recursos sociales (apoyo de las personas de la misma
generación o de generaciones anteriores, redes de apoyo fami-
liar y social, etc.), que sirven de sustento a la posible inestabili-
zación de la T, en cualquier transición evolutiva.
En base a los parámetros descritos, dos tipos de situaciones
pueden provocar, en relación con el impacto de los aconteci-
mientos, una crisis en la adolescencia.
En primer lugar, la situación donde la propia llegada de la
adolescencia se convierte en un suceso de gran impacto por sus
características. Es decir, una llegada excesivamente temprana o
excesivamente tardía de la pubertad (como desviación del reloj
vital), por ejemplo.
En segundo lugar, la situación donde, en el período de la ado-
lescencia, se producen determinados sucesos vitales no normativos,
de mayor o menor gravedad, que demandan más y mejores recur-
sos personales en este período especialmente vulnerable. En este
caso, los diferentes acontecimientos que pueden afectar a un suje-
to en la adolescencia poseen un grado de impacto matizado por
la vivencia de ese hecho (influida por el grado de compromiso,
I. LA ADOLESCENCIA 21

por la importancia que le otorgue el sujeto, y por las creencias


acerca del hecho acontecido, que pueden ser internas o externas,
sobre las consecuencias para el desarrollo futuro, etc.).

b) Recursos personales de que dispone el sujeto al


comienzo y en el transcurso de la transición

En relación con los recursos personales con los que cuenta el


adolescente al enfrentarse a los acontecimientos, podemos
incluir: los recursos materiales (vivienda, dinero, alimentación,
medios de transporte, etc.), los recursos biológicos (salud física,
estilo de vida, fortaleza física, etc.), los recursos psicológicos
(habilidades cognitivas y emocionales para recibir, codificar,
elaborar y emitir información), y la socialización anticipatoria
del suceso (aprendizaje previo de conductas, actitudes y valores
que conllevan el afrontamiento de la nueva situación).

c) Recursos sociales disponibles

Estos recursos sociales son aportados por las personas del


contexto inmediato (familiares, amigos, profesores...), así
como por elementos menos próximos de la comunidad. Tanto
unos como otros pueden proporcionar al adolescente tres
tipos de apoyo: apoyo instrumental (ayuda material), apoyo
emocional, e información y referencia de otros recursos dis-
ponibles.

La adolescencia y el desarrollo de los adolescentes de este fin


de milenio pueden ser mejor entendidos en relación con los con-
textos en que ese desarrollo se produce. La teoría ecológica de
Bronfenbrenner, formulada a finales de los años 70, propuso
que el desarrollo es una función conjunta de la persona y de
todos los niveles del medio ambiente. El modelo ecológico for-
mulado contempla el ambiente como un sistema de cuatro
estructuras que abarcan desde el escenario más próximo, o
microsistema, hasta el más remoto, o macrosistema (pertene-
ciente a la cultura).
22 LAS RELACIONES DE AMOR EN LOS ADOLESCENTES DE HOY

Nivel
ontogenético

Microsistema

Mesosistema

Exosistema

Macrosistema

El nivel ontogenético estaría representado por aquellas


características propias del sujeto en la etapa de la adolescencia,
y las capas envolventes serían, desde dentro hacia fuera, el
microsistema, el mesosistema, el exosistema y el macrosistema.
A modo de esquema, intentaremos a continuación describir
en cada uno de estos niveles los factores que pueden favorecer
o dificultar la transición evolutiva de la adolescencia (Serra,
1997).
Con respecto al nivel ontogonético, los factores facilitado-
res pueden ser:

– cambios puberales acordes con el reloj vital y con el ritmo


medio, con respecto a la propia generación y al propio sexo;
– un peso y altura medios, en relación al grupo de referencia
y generación;
– en cuanto al desarrollo cognitivo,
• pensamiento propio de las operaciones formales (según
Piaget, 1978),
• en la cognición social, desarrollo de las habilidades
requeridas para integrar las aparentes contradicciones
dentro de su concepto del yo; capacidad de comprensión
de la conducta de los demás en función de factores cons-
I. LA ADOLESCENCIA 23

cientes y no conscientes, de experiencias pasadas y de la


situación concreta; comprensión del funcionamiento de
las instituciones sociales; y comprensión del complejo
mundo del trabajo y del empleo,
• inteligencia práctica, aplicada a la resolución de proble-
mas comunes, a la planificación adecuada del futuro, y a
la toma de decisiones,
• e inteligencia emocional, entendida como la capacidad de
motivarse a sí mismo, perseverar a pesar de las frustra-
ciones, capacidad de controlar impulsos, de diferir las
gratificaciones, de regular los propios estados de ánimo,
de evitar que la angustia interfiera con las facultades
racionales, y la capacidad de empatizar y confiar en los
demás (Goleman, 1996);
– buen rendimiento académico;
– buena salud y hábitos de salud;
– afiliación media a grupos (religiosos, deportivos, asociacio-
nes culturales, etc.);
– una identidad clara de género;
– y una alta autoestima.

Obviamente, siguiendo en el nivel ontogenético, los factores


que dificultan la transición evolutiva de la adolescencia serían:

– pubertad muy temprana o muy tardía;


– sobrepeso;
– desarrollo cognitivo anclado en las operaciones concretas;
– deficientes habilidades sociales, y baja competencia social;
– descontrol emocional (ansiedad, fobias, trastornos de la
alimentación, depresión...);
– bajo rendimiento académico;
– salud deficiente (enfermedad crónica) y/o hábitos de salud
deficientes;
– alta afiliación y fuerte compromiso a temprana edad con
grupos (culturales, religiosos, etc.) o ausencia de afiliación
(aislamiento);
– baja autoestima;
24 LAS RELACIONES DE AMOR EN LOS ADOLESCENTES DE HOY

– defectos físicos o secuelas de tratamientos, que se hacen


más patentes en la adolescencia;
– y confusión de la identidad de género.

En cuanto a los microsistemas y mesosistemas más impor-


tantes para el adolescente de hoy, destacamos el contexto fami-
liar, el contexto escolar y el grupo de amigos (Serra, 1997). En
estos mesosistemas, los factores facilitadores de la buena con-
secución de la transición serían:

– una familia sin crisis, o con buenos recursos de afronta-


miento ante la crisis, durante la transición (sea intacta,
combinada, o de un solo padre o madre);
– una disciplina inductiva, que progresivamente sustituye a
la fuerza y/o a la retirada del amor;
– un estilo familiar propio, observándose coherencia en el
sistema de disciplina familiar;
– padres y profesores democráticos (receptivos y exigentes);
– una educación pragmática, adecuada al contexto histórico
y social (que implica enseñar a manejarse en un mundo
real, en unas circunstancias concretas, de avances tecnoló-
gicos, sistema de valores, diversidad de opciones, etc.);
– y la disponibilidad de escenarios educativos y de ocio (for-
males y no formales) que ayuden a desarrollar la identidad
y la autonomía.

Los factores que dificultarían esta transición, en el ámbito de


los mesosistemas, son:

– familias que atraviesan crisis importantes en este período


(separación o divorcio, enfermedad grave o muerte de uno
de sus miembros, traslados forzosos, desempleo, dificulta-
des económicas graves...);
– disciplina basada, exclusivamente, en el poder de la fuerza
y la retirada del amor;
– padres y/o profesores autoritarios (que no son receptivos y
sí exigentes), permisivos (que son receptivos pero no exigen
I. LA ADOLESCENCIA 25

ningún esfuerzo), o negligentes (ni son receptivos ni tam-


poco exigentes);
– educación familiar y/o escolar no pragmática;
– grupos de afiliación (bandas, grupos sectarios...) que exi-
gen un compromiso fuerte e ineludible;
– y situaciones educativas y de ocio que infantilizan al ado-
lescente.

El exosistema que envuelve a los adolescentes de hoy en día,


es decir, los contextos en que se desarrollan las mujeres y los
hombres que conviven con el adolescente (sus padres y profeso-
res, fundamentalmente), no le son ajenos a éste. El desarrollo
laboral, afectivo y evolutivo (en cuanto a los cambios con la
edad) de padres y profesores actúa como elemento mediador
entre el contexto social y los contextos familiar y educativo y, al
mismo tiempo, como modelos de vida y de identificación per-
sonal.
Consecuentemente, no puede entenderse el desarrollo de los
adolescentes de hoy sin una reflexión en profundidad acerca del
desarrollo adulto de finales de siglo. La crisis de la institución
matrimonial, la incorporación de la mujer al mundo del trabajo
o la crisis de la función docente, pueden servir como ejemplo de
los cambios que, desde el adulto, pueden afectar a los adoles-
centes.
Por último, también podemos estudiar su repercusión en la
adolescencia, destacando los cambios más importantes que se
están produciendo del macrosistema, del contexto histórico y
social, y que conllevan un impacto sobre el desarrollo de los
adolescentes. Nos referimos a los cambios normativos históri-
cos o generacionales (objeto del presente estudio). El adoles-
cente de finales de milenio no puede ser entendido sin estas,
entre otras, coordenadas macrosociales.
Así pues, la adolescencia se presenta como una transición
evolutiva en la que el sujeto se debe enfrentar consigo mismo, y,
al mismo tiempo, situarse ante el mundo social. Como toda
transición evolutiva, requiere poner en marcha recursos inacti-
vos hasta entonces, pero que se han ido incubando en períodos
26 LAS RELACIONES DE AMOR EN LOS ADOLESCENTES DE HOY

previos. El curso de la vida, sin embargo, no espera a que la


transición esté resuelta para plantear retos añadidos (a través de
los acontecimientos estresantes). El sujeto deberá afrontar su
propio cambio, y se verá impelido a enfrentarse simultánea-
mente a retos no esperados.
Frente a la desesperación, el adolescente debe aprender que
es posible seguir adelante, pasar la encrucijada, para salir forta-
lecido. Así, al superar la primera transición evolutiva importan-
te, aprende cómo pasar las transiciones, cómo es posible afron-
tar y superar las dificultades, aprende cómo vivir.
El adolescente no está solo en este camino. Lleva consigo
el bagaje de su propio desarrollo y el del funcionamiento de
los sistemas que le envuelven. Sólo ampliando y propiciando
la presencia de variables internas y externas que faciliten el
paso por la encrucijada, y disminuyendo la probabilidad de
que las que lo dificultan (o, en todo caso, enseñando a mane-
jarlas y a manejarse ante las dificultades) estaremos ayudan-
do a atravesar este tramo del ciclo vital que denominamos
adolescencia.

1.1. Cambios generacionales que afectan a los


adolescentes de hoy

En la evaluación de la realidad sociológica de la adolescencia en


nuestro país, tomaremos como punto de partida el estudio de
las obras de dos destacados autores. Por una parte, Francisco
Andrés, el sociólogo que más años lleva estudiando la temática
de los valores de los españoles, y, por otra, Javier Elzo, profesor
de la Universidad de Deusto.
Siguiendo las opiniones de Andrés (1991, 1996), podríamos
afirmar que, dadas las peculiaridades propias de la adolescen-
cia, etapa vital que podría ser calificada como la del cuestiona-
miento de los valores recibidos en la infancia y la construcción
de la propia identidad en el camino hacia la adultez, los adoles-
centes de hoy siguen manteniendo las actitudes más revolucio-
narias, radicales, abiertas y secularizadas de todo el espectro de
I. LA ADOLESCENCIA 27

la población (como se ha observado en la inmensa mayoría de


épocas de la historia humana).
Los adolescentes mantienen valores por encima de los demás
en: salud y saldo afectivo, orientación al cambio, consideración
de los amigos y del tiempo libre, valores posmaterialistas, cui-
dado del medio ambiente, tecnología y avances científicos, per-
misividad, potencial de acción política (huelgas ilegales y ocu-
par edificios o fábricas) e identidad europea (Andrés, 1991).
Por el contrario, valoran menos la familia, la religión y la
política, la autoridad, el orgullo de ser español o el luchar por su
país. De estas consideraciones no se desprende ninguna pecu-
liaridad específica de los adolescentes de hoy, sino que estos ras-
gos han sido mostrados por las distintas generaciones en esta
etapa del ciclo vital.
El verdadero cambio generacional entre los adolescentes de
la pasada generación y los de la actual reside en una serie de
áreas en las que, aun guardándose la anterior regla general, la
linealidad se quiebra, y lo hace casi siempre entre el grupo de
los más jóvenes, el que ha recién estrenado su juventud, y el
grupo que le sigue, el de los adultos jóvenes (Andrés, 1991). Nos
referimos a los individuos de 18 a 24 años, por un lado, y a los
de 25 a 34, por el otro.
El grupo de 18 a 24 años es el que se declara más satisfecho
con su vida y comparte menos actitudes y normas sociales con
sus padres. Por el contrario, a medida que sube la edad declara
compartir o haber compartido más actitudes y normas sociales
con los padres.
Es una característica de los más jóvenes ésta de no compartir
códigos normativos ni ideologías con su familia, incluso con su
pareja, esposo o esposa. La relación descansa en la dimensión
convivencial. Son los que más valoran el compartir los quehace-
res domésticos para tener éxito en el matrimonio. En el trabajo se
valorará un buen ambiente con los compañeros, por ejemplo. Se
considera el afecto con los que se tiene cerca, a despecho de otros
esquemas más racionales. Con lo ideológico se hace punto y apar-
te, se deja aparcado. Se fragmentan y se separan los roles y la
acción social. La vida se divide casi en compartimentos estancos.
28 LAS RELACIONES DE AMOR EN LOS ADOLESCENTES DE HOY

Esta persona de 18 a 24 años se posiciona más a la derecha


en la escala política de lo que lo hacen los grupos contiguos de
25 a 34 años y de 35 a 44. No muestra demasiado interés por la
política (frente al grupo de 25 a 34), ni habla demasiado de estos
temas ni tiene decidido su voto. Estos datos contrastan con la
clara tendencia progresista hacia la izquierda mostrada por los
adolescentes de generaciones anteriores (en lucha por las liber-
tades democráticas).
El cambio generacional se reafirma en los jóvenes si los con-
tamos desde los 15 años, situándose todavía más a la derecha y,
por ello, menos partidarios que años atrás del divorcio, del
aborto, y de justificar las relaciones extramatrimoniales. Sin
embargo, estos jóvenes segmentan su campo actitudinal y así
justifican más que hace unos años, en cambio, las relaciones
sexuales entre menores de edad. Se justifica la relación prema-
trimonial, en la que ellos mismos se verán implicados, pero no
tanto la extramatrimonial. El grupo que más justifica el divor-
cio o el aborto, en cambio, es el de los 25 a 34 años.
Los de 18 a 24 años son los que más voz le dan a la Iglesia, lo
que cambia inmediatamente en los de 25 a 34. Los primeros le
dan más importancia a la ceremonia religiosa en matrimonios,
nacimientos y muerte de la que le dan los segundos. En general,
valoran más las formas. Los de 18 a 24 valoran menos la segu-
ridad del empleo y más las vacaciones. Mantienen ante el tra-
bajo una actitud más ecléctica que la de los que les siguen en
edad. Valoran la libertad ante todo.
El grupo de 25 a 34 es el más opuesto a la propiedad privada
y el más contrario a las responsabilidades individuales, por
cuanto se las asigna al Estado. No espera que el bienestar se lo
proporcione el trabajo duro, sino la suerte y los contactos.
El individuo de 18 a 24 años tiene muchas cosas en común
con el adulto joven de 25 a 34 años, pero aporta novedades: sus
posiciones más a la derecha y conservadoras, en el polo de lo
tradicional y de las formas; amante de la libertad, es poco unili-
neal y segmenta su vida; busca el afecto y la emoción de las rela-
ciones de grupo, de la sociabilidad; valora el esfuerzo indivi-
dual, pero no tanto el trabajo y el empleo (Andrés, 1991).
I. LA ADOLESCENCIA 29

Concluyendo, este grupo aporta grandes elementos de cam-


bio a los sistemas de valores, ya que en ellos se manifiestan los
valores de lo que se ha dado en llamar posmodernidad, como
trataremos más extensamente desde la perspectiva de Javier
Elzo (reflejándose en el grupo de 25 a 34 años los valores de la
sociedad moderna).
Desde el punto de vista de Elzo (1994, 1998), hemos de con-
templar como hipótesis de partida para el estudio de los cam-
bios generacionales presentados por los adolescentes actuales,
el hecho de que la vivencia de experiencias compartidas es lo
que puede originar situaciones generacionales. Es decir, el ser
joven se construye en razón del contexto histórico en que se
viva, del modelo o modelos de sociedad propuestos donde se
esté creciendo, de las estructuras sociodemográficas de la socie-
dad en la que se viva, de los grupos sociales que la componen,
de los valores dominantes en ascenso y descenso, de los pesos de
los diferentes agentes de socialización, etc.
Más aún, entre los jóvenes y adolescentes de nuestro ámbito
occidental, la socialización se está realizando desde la experi-
mentación grupal (compartiendo y ensayando valores con otros
adolescentes y jóvenes), y no tanto desde la reproducción de lo
transmitido por otras instancias históricas de socialización
(como la familia, la escuela, las iglesias, los partidos políticos, e,
incluso, los medios de comunicación social).
A este respecto, en los últimos tiempos se han producido
cambios y transformaciones en nuestra sociedad: vivimos atra-
pados por el tiempo, en una loca carrera que, en muchos
momentos, parece una huida hacia delante, no sólo sin brújula
sino, sobre todo, sin norte. Por estas razones, los valores domi-
nantes en la llamada modernidad se están viendo desplazados
por los valores de la postmodernidad o alta modernidad (que pre-
sentamos esquematizados en el cuadro de la página siguiente).
Estos valores de la postmodernidad se insertan en una reali-
dad social, sociológica, económica, tecnológica... concreta,
explicándose el porqué de este cambio en relación a factores
macroscópicos (los cambios generacionales que trataremos pos-
teriormente).
30 LAS RELACIONES DE AMOR EN LOS ADOLESCENTES DE HOY

E L C A M B I O D E VA L O R E S
(Elzo, 1998)

Valores de la modernidad Valores de la postmodernidad

Lo holístico Lo fragmentario
Lo absoluto Lo relativo
La unidad La diversidad
El gran relato El pequeño relato
Lo universal Lo particular
Lo objetivo Lo subjetivo
El esfuerzo El placer
Lo fuerte Lo light
El pasado/el futuro El presente
La razón El sentimiento, la emoción
La ética La estética
La certeza La duda
La autorresponsabilidad La responsabilidad diferida
Secularización (vs. religión) Espiritualidad (vs. religión institucional)
El día La noche
El trabajo La fiesta
La utopía La quimera
La construcción La deconstrucción
La familia vs. la comuna La familia vs. la pareja
El hombre La mujer

Tomando como punto de referencia estos valores postmoder-


nos, Elzo ofrece un listado de rasgos nómicos centrales en la
actual sociedad española (es decir, de valores dominantes). En
este sentido, propone el individualismo creciente en nuestra
sociedad, la tolerancia (a veces a caballo con la indiferencia), la
soterrada demanda de fidelidad, el trabajo como valor utilitario,
la importancia concedida al bienestar, el culto y cultivo del cuer-
po, el creciente sentimiento localista de la población (en detri-
mento de sus sentimientos de pertenencia a entidades geográfi-
cas mayores como los estados, las comunidades autónomas, y,
especialmente, los supraestados como Europa, en nuestro con-
texto), el presentismo (especialmente en los jóvenes), el humani-
tarismo a distancia (puntual y efímero), la compartimentación
de la sociedad en edades (con la consiguiente ruptura de valores
entre las edades extremas), la búsqueda de seguridades en una
I. LA ADOLESCENCIA 31

sociedad económicamente rica (que se dice feliz, pero que vive


en la incertidumbre), y el refugio en la privacidad, en el entrete-
nimiento morboso y centrífugo en la vida y milagros de perso-
najes y «personajillos» que copan los horarios de máxima
audiencia en los canales de televisión, y las portadas y conteni-
dos principales de los medios de comunicación social de más
tirada (exceptuando los de contenido exclusivamente deportivo).
El mismo Elzo compara su listado de valores dominantes en
la sociedad española de hoy (Elzo, 1998) con el elaborado por
Andrés (1996), señalando que Andrés ordena su listado en un
orden de mayor a menor importancia, quedando del siguiente
modo:

1. La familia
2. El desarrollo del individuo
3. El trabajo como ocupación
4. El bucolismo (la suma de aspiraciones del estilo «que se
dé menos importancia a los bienes materiales», «que dis-
minuya la importancia del trabajo en nuestras vidas», y
«que se llegue a una manera de vivir más sencilla y natu-
ral»)
5. La moral, la demanda de ética en nuestra sociedad
6. Ganar dinero
7. Mayor respeto a la autoridad
8. El campo del ocio y las relaciones informales
9. Alcanzar una competencia profesional
10. La aspiración a un mayor desarrollo de la tecnología
11. La religión
12. La política

Siguiendo las reflexiones de Elzo (1998), tanto en su listado


como en el de Andrés, no parece darse una coherencia absoluta
en las prioridades vitales de los españoles (hecho que se agudi-
za en el caso de los más jóvenes, como muestra el hecho de que
la familia, situada en el primer lugar en el ranking de impor-
tancia, sea menos valorada por ellos que por el resto de la pobla-
ción de otras edades).
32 LAS RELACIONES DE AMOR EN LOS ADOLESCENTES DE HOY

Sin embargo, a pesar de esta apreciación, en el ámbito nor-


mativo hay menos diferencias entre los adolescentes y jóvenes,
por un lado, y sus padres, por el otro, que las que resultan de las
tipologías que se pueden realizar entre los propios jóvenes (con-
trolando edad y género, y en base a variables como las opciones
políticas, la dimensión institucional de lo religioso, el uso del
tiempo libre y de ocio, etc.).
En este sentido, las diferencias entre los jóvenes y adolescen-
tes y sus padres, aun existentes, son menores de las que cabría
esperar, y se centran en la graduación de los valores, no en su
contenido. Así pues, los valores dominantes de los jóvenes serían
(Elzo, 1998):

– El individualismo, teñido de búsqueda de autonomía


como valor fundante de lo bueno y lo malo, de lo útil e inú-
til, de lo que sirve y de lo que no sirve, todo ello contrasta-
do en el grupo de pares, de amigos o de compañeros (entre
los que destaca, muy frecuentemente, un líder, conforman-
do, así, sus grupos de referencia).
– La aceptación del pluralismo y la actitud básicamente
tolerante ante el diferente, con dos matizaciones impor-
tantes. Primera, la dificultad de separar, en muchos
momentos, la tolerancia en lo que supone de respeto al
otro, de la indiferencia por el distinto con tal de que no me
moleste. Junto a ello, está muy extendido el principio de
que todo es opinable, de que todas las ideas valen con tal de
expresarse y defenderse sin violencias (reflejo de la confu-
sión existente entre el relativismo del «todo vale» y la rela-
tividad que se opone a la pretensión de la verdad única, de
la verdad absoluta). Y, segunda, en algunos segmentos esta-
dísticamente importantes de los adolescentes españoles
está emergiendo una actitud autoritaria y racista.
– El presentismo, la dificultad de proyectarse en el futuro, así
como la necesidad de vivir el presente a tope, sin diferir el
gozo de lo deseado en cada momento. La única planifica-
ción posible es la semanal. El horizonte es semanal, acen-
tuándose las diferencias entre el tiempo de trabajo/estudio y
I. LA ADOLESCENCIA 33

el tiempo de ocio. En el tiempo de trabajo, normativizado,


es preciso mantenerse en forma, ágil y presto, con la vista
puesta en el fin de semana, un tiempo percibido como libre
(en el que se pretende ser libre, ausente de normas, y donde
el exceso puede convertirse en la norma).
– Una actitud básicamente pacifista con un antimilitarismo
profundo, campo en el que la juventud española es pionera.
– Una gran inseguridad, muy en consonancia con su pre-
sentismo y ante un futuro que perciben como negro.
Muchos adolescentes constatan que viven en un mundo
competitivo, feroz, en el que los niveles de paro son escalo-
friantes. En clara correlación con ello, se preocupan exce-
sivamente por el dinero, aman el dinero, la rentabilidad
financiera y pecuniaria de todo esfuerzo solicitado que
siempre es medido por el tiempo exigido.
– En el ámbito institucional, es cada día mayor la acepta-
ción de la familia de origen, como «fonda gratuita» y
como espacio de convivencia buscada y correspondida. En
el futuro también se proyectan en un ámbito familiar (con
un matrimonio religioso), y si retrasan su abandono del
hogar paterno es por la precariedad del empleo, por la
carestía de las viviendas, y porque difícilmente podrían
empezar su vida emancipada en el mismo o similar nivel de
vida que su familia de origen (especialmente, los jóvenes
que provienen de clases medias y altas).
– Una adolescencia abierta a toda suerte de sensaciones
sensitivas, emocionales, con aceptación del «riesgo festi-
vo» y con una gran dificultad para admitir cualquier tipo de
límite. Esta ausencia de límites está muy relacionada con la
ausencia de normas, que es consecuencia, a su vez, de la
inexistencia de referentes firmes y de esquemas de legiti-
mación que hayan propiciado una socialización sólida.
Para gran número de jóvenes, los únicos límites plausibles,
durante el tiempo libre, son los que provienen de su cuerpo
y de su pretendido libre albedrío. Lo que aguante el cuerpo,
por un lado, y la inapetencia o apetencia del momento, por
otro, son los únicos criterios por los que se establece el
34 LAS RELACIONES DE AMOR EN LOS ADOLESCENTES DE HOY

límite. Fuera de estos dos factores, todo límite es entendi-


do como una imposición arbitraria ordenada por el mundo
de los mayores. Este hecho se explicaría desde tres factores:
En primer lugar, una sociedad en la que determinados valo-
res (autoridad, esfuerzo, abnegación, fraternidad cotidia-
na, la propia responsabilidad, etc.) han estado relegados en
detrimento de otros (permisividad, hedonismo, delegación
de responsabilidad en los demás, particularmente, en la
Administración, exigencia de todo tipo de derechos sin el
correspondiente correlato de deberes, etc.).
En segundo lugar, la gran falla que las instancias tradi-
cionales (Iglesia, partidos políticos, sindicatos, familia,
escuela, etc.) han dejado al perder su papel preponderante
frente a los propios grupos de pares y los medios de comu-
nicación social (que se han mostrado incapaces de orientar
y ofrecer los esquemas legitimadores de valores, normas,
actitudes y comportamientos).
Y, en tercer lugar, la familia, que difícilmente puede cum-
plir su función educadora, ya que su estructuración interna
está sufriendo muchos cambios. La inserción social de la
mujer provoca una menor presencia de la madre en casa,
mientras que el padre aún no ha decidido entrar en ella
(estando su función desdibujada). En esta situación, la
familia es impotente para proporcionar a los hijos, sobre
todo durante la adolescencia, criterios normativos seguros y
estables, creciendo éstos en la anomia.

– Una concepción utilitarista del trabajo, que aparece,


exclusivamente, como un medio de inserción en la socie-
dad (no como un medio de realización personal). El traba-
jo es percibido como un valor utilitarista, cuyo único obje-
tivo es adquirir medios (ganar dinero) y poder disfrutar la
fiesta. No es elemento de realización personal, sino simple
exigencia de integración social, de seguridad vital. Esa
facultad de realización personal se ha desplazado al tiempo
de ocio, con lo que el tiempo libre ha perdido su esponta-
neidad, haciéndolo prosaico y banal.
I. LA ADOLESCENCIA 35

– Una adolescencia reacia al discurso racionalizado, construi-


do intelectualmente y con cierto grado de conceptualización,
que claramente supervalora la emoción sobre la razón,
pero que, sin embargo, no es capaz de dar cuenta razonada
de sus actos, sentimientos de pertenencia y fidelidades, y
sentirse emocional y sensitivamente integrados en la parcela
geográfica, histórica y cultural en que les ha tocado vivir.

Según Elzo, la tesis de fondo a este listado de valores domi-


nantes en los jóvenes de hoy sería que, en muchos adolescentes
de la España actual, hay una disonancia entre los valores fina-
listas y los valores instrumentales (es decir, se invierte afectiva y
racionalmente en valores que implican metas a alcanzar u obje-
tivos a perseguir, como pacifismo, tolerancia, ecología, etc.;
pero se producen fallas en los valores que representan los pro-
cedimientos o medios para alcanzar tales objetivos o metas,
como esfuerzo, autorresponsabilidad, abnegación, trabajo bien
hecho, etc., por lo que todo lo anterior corre el riesgo de que-
darse en un discurso bonito).
La hipótesis de Elzo apunta al hecho de que estos adolescen-
tes han crecido en una sociedad en la que hay una cierta unani-
midad en la formulación temática de algunos valores universa-
les de rango finalista, pero donde, sin embargo, el traslado de
los valores instrumentales se hace de forma más dispersa (pro-
duciendo, así, dislocaciones importantes en la formación inte-
gral de los adolescentes).
Una vez mencionadas las principales características socioló-
gicas de los jóvenes actuales, hemos de entrar en el debate acer-
ca de los cambios generacionales presentados en los adolescen-
tes de esta generación (centrándonos, obviamente, en las rela-
ciones afectivas que mantienen con sus iguales y pareja), apo-
yándonos en las conclusiones de Serra (Serra, 1998).
En este sentido, en primer lugar, es claramente observable el
cambio generacional presentado consistente en una mejora en
la consideración y el respeto de las libertades personales y
democráticas de cada ciudadano, incluyendo a los menores de
edad.
36 LAS RELACIONES DE AMOR EN LOS ADOLESCENTES DE HOY

Concretamente, en la población adolescente, este cambio se


ha manifestado en la consecución de una mayor autonomía e
independencia con respecto a sus padres, autonomía claramen-
te ejemplificada en su capacidad para salir con amigos e, inclu-
so, con la pareja solos (sin necesidad de contar con una persona
de mayor edad que, en cierta medida, controlara sus acciones).
Este cambio generacional en los valores de los adolescentes
que potencia el individualismo (Serra, 1998) se ejemplifica cla-
ramente en modelos de comportamiento aportados por las tele-
series autóctonas y americanas, tan en boga últimamente, así
como en las nuevas formas de emplear el tiempo de ocio de los
adolescentes, con sus salidas de madrugada en fines de semana,
la utilización casi abusiva del ordenador y de los videojuegos
(modo de emplear el tiempo libre divirtiéndose sin la necesidad
de contar con otras personas para ello).
Esta potenciación del individualismo conlleva numerosos
cambios en las relaciones familiares, constatándose una menor
relación con la familia extensa y una menor comunicación entre
el adolescente y el resto de miembros de su familia (facilitada
por el aumento del tiempo dedicado a ver la televisión y ejem-
plificada por el auge de la comida rápida, hamburguesas, piz-
zas, etc., de modos de comer que suelen realizarse en soledad,
preparándose cada uno su propia comida en el momento en que
le apetece). Incluso parece que, con la proliferación de las dis-
cotecas, el adolescente de hoy prefiera divertirse en ambientes
poco propicios para el diálogo y la conversación, con lo que sus
relaciones de amistad y de pareja serán poco profundas.
Indudablemente, el mayor individualismo actual propicia
nuevas posibilidades de acción a los adolescentes, que han
desembocado en una mayor libertad en el establecimiento,
mantenimiento, desarrollo y/o finalización de las relaciones de
amor entre los adolescentes. Ya no es tan necesario dar explica-
ciones de los sentimientos personales que han abocado a cada
toma de decisión con respecto a las relaciones de pareja, si es
que no se desea darlas.
Además, lo que se realice en el microsistema de la pareja
incumbe sólo a sus miembros, hecho que, añadido a la tradicio-
I. LA ADOLESCENCIA 37

nal disposición en estas edades a construir relaciones amorosas


basadas en la pasión, ha desembocado en una mayor frecuencia
de relaciones prematrimoniales a temprana edad. Esta mayor
frecuencia que, unida en muchos casos a escasez de formación e
información sobre sexualidad humana ha provocado un espec-
tacular aumento de los embarazos entre las adolescentes, tam-
bién se constata en la actitud más positiva mostrada entre los
jóvenes hacia las relaciones sexuales previas al matrimonio.
Podría decirse que este cambio generacional centrado en la
sexualidad se ve facilitado por la presencia de escenas sexuales
en cine no pornográfico, así como de desnudos en publicidad,
además de la difusión y la accesibilidad de los anticonceptivos,
y la mayor información sexual que se imparte (reflejándose en
una mayor iniciativa sexual femenina, tradicionalmente consi-
derada más negativamente). Obviamente, este auge de la sexua-
lidad se acompaña de mayor temor y protección ante el SIDA,
tema muy relevante en el contexto de la salud global.
Asimismo, este individualismo mostrado por los adolescen-
tes contribuye a propiciar con mayor facilidad cambios de pare-
ja, además del aumento de la independencia de la mujer.
Por otro lado, también puede comprobarse en una parte de
esta nueva generación adolescente otro cambio generacional
con respecto a la anterior: la falta de valores definidos que
rijan su conducta y sus acciones.
Motivados por varias razones, entre las que se encuentran el
deseo de educar a sus hijos de forma más liberal de la que ellos lo
fueron, los padres de los adolescentes de hoy, en su gran mayoría,
no han conseguido infundir en sus hijos un sistema de valores que
les haya dejado huella (a pesar del retraso producido en la eman-
cipación de los hijos y en el abandono del hogar paterno). Si bien
existen adolescentes que muestran conceptualizaciones acerca de
lo moral o lo inmoral, lo correcto o lo incorrecto, lo adecuado o
inadecuado, etc., podría decirse que muchos de ellos se compor-
tan «amoralmente», pues no son conscientes claramente de las
consecuencias de sus acciones en el continuo «bueno-malo».
Con toda seguridad, era necesario un cambio en la educación
parental, desde la excesiva represión anterior hacia una mayor
38 LAS RELACIONES DE AMOR EN LOS ADOLESCENTES DE HOY

apertura y comunicación padres-hijos. Sin embargo, la educa-


ción que se les ha proporcionado a los adolescentes de nuestro
tiempo parece haber proporcionado pautas de crianza excesiva-
mente permisivas o negligentes, siendo incapaz de mostrarles
criterios claros de comportamiento.
Así pues, el adolescente, que vive en un continuo cambio en
el proceso de su formación personal, tropieza con un dilema
más: la disonancia cognitiva que experimenta en su toma de
decisiones entre varias alternativas posibles (careciendo de
directrices que le puedan auxiliar). Consecuentemente, suele
elegir la alternativa que le resulta más fácil de seguir, y, en los
casos en los que realmente se elija una alternativa más compli-
cada, con mucha probabilidad será difícil llevarla a la práctica
(como consecuencia, entre otros factores, de la presión del
grupo de iguales, tan relevante en esta etapa del ciclo vital).
Podría decirse que se ha producido en gran cambio genera-
cional en los valores preponderantes en nuestra sociedad (Serra,
1998), cambio que ha afectado especialmente a la población en
edad adolescente. En líneas generales, se ha producido un desa-
rrollo de la tolerancia hacia posturas y opiniones diferentes a las
nuestras, relacionado con una cierta confusión ideológica en
cuestiones de posicionamiento a la derecha o a la izquierda, y,
además, mostrando un culto al placer por el placer que ha lle-
gado a denominarse como «religión» hedonista (destacando el
culto al cuerpo, la preocupación por la apariencia física), así
como un eclecticismo religioso paralelo al político (con toleran-
cia y respeto hacia otras religiones, disminución de la práctica
religiosa católica, y una pérdida de carácter religioso de bodas,
comuniones, confirmaciones, etc., frente al social).
Estos cambios, unidos al reconocimiento de la igualdad
del esquema de género (propiciado por la incorporación de la
mujer y de la madre al trabajo, así como de la participación
masculina en tareas del hogar), han desembocado en una dife-
rente concepción de la familia, tomando en consideración fami-
lias alternativas de la tradicional como modelo (dado el aumen-
to de familias con divorcio o reconstituidas, se toman como
modelo parejas «de hecho»).
I. LA ADOLESCENCIA 39

Así pues, los adolescentes actuales se encuentran ante un


panorama de futuro marcado por la inestabilidad, ejemplifica-
do en los llamados contratos «basura» o temporales, con esca-
sos criterios de actuación, dado que incluso en la moda la con-
vivencia de estilos es omnipresente.
A modo de conclusión de este capítulo, ofrecemos un cuadro
comparativo de los valores dominantes en la juventud española
actual, contrastando las opiniones de Emilia Serra y Javier Elzo.

L O S VA L O R E S D O M I N AT E S
E N L A J U V E N T U D E S PA Ñ O L A A C T U A L

Emilia Serra Javier Elzo

Desarrollo de la tolerancia Aceptación del pluralismo: tolerancia


Conciencia ecológica Conciencia ecológica
Religión hedonista (culto al placer) Ausencia de límites o de normas:
Relativismo axiológico, desaparición abierto a nuevas sensaciones y emo-
de dogmas ciones («lo que aguante el cuerpo»)
Corrientes relacionadas con la solida-
ridad (ONGs, voluntariado...)
Reciclaje
Apatía política
Confusión ideológica
(derecha/izquierda)
Individualismo
Individualismo
Presentismo: dificultad de proyectarse
Materialismo/postmaterialismo en el futuro; vivir el presente a tope

Competitividad Concepción utilitarista del trabajo,


que aparece como un medio de reali-
zación personal

Concepción de la familia (familias Aceptación de la familia de origen


alternativas) como fonda gratuita

Conciencia nacionalista (idioma, sig-


nos...)
Objeción de conciencia Pacifismo: antimilitarismo
Igualdad de esquema de género Inseguridad ante un futuro que perci-
ben negro

Supervaloración de la emoción sobre


la mera razón
Índice

I. LA ADOLESCENCIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
1.1. Cambios generacionales que afectan a los
adolescentes de hoy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

II. LAS RELACIONES DE AMOR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41


2.1. Los estudios científicos sobre el amor. La teoría del
Cariño y del Amor de Zick Rubin . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
2.2. La teoría del Amor de Robert J. Sternberg . . . . . . . . . . 57

III. NUESTRA INVESTIGACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67


3.1. Objetivo de nuestra investigación . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
3.2. Instrumentos y variables . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
3.3. Muestra: obtención de datos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
3.4. Análisis e interpretación de los datos obtenidos . . . . . .77

IV. RESULTADOS Y CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87


4.1. Curso académico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
4.2. Experiencia de relación de pareja . . . . . . . . . . . . . . . . 89
4.3. Duración de la relación de pareja . . . . . . . . . . . . . . . . . 92
4.4. Confesión y práctica de alguna religión . . . . . . . . . . . . 94
4.5. Escala de valores: Poder Hedonista . . . . . . . . . . . . . . . 95
4.6. Tabla resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95

V. BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101

VI. ANEXOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105

Inicio Salir
Autoras

Mari Paz Calatayud Arenes es Licen-


ciada en Psicología por la Universidad
de Valencia. En el año 2000 obtuvo una
Beca de Formación de Personal Investi-
gador de la Conselleria de Cultura, Edu-
cación y Ciencias de la Generalitat Va-
lenciana. Colabora desde entonces, bajo
la dirección de la doctora Emilia Serra
Desfilis, con el Departamento de Psico-
logía Evolutiva y de la Educación.

Emilia Serra Desfilis es Catedrática de


Psicología Evolutiva de la Universidad de
Valencia. Directora del Programa de III
Ciclio “Nuevas Perspectivas en Desarro-
llo Humano y Psicología de la Educación”
de la Universidad de Valencia. Directora
del Departamento de Psicología Evolu-
tiva y de la Educación de la Facultad de
Psicología de la Universidad de Valencia,
desde julio de 1997 hasta la actualidad.

Inicio

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