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G E O R G E C H A R P A K - PREMIO NOBEL DE FÍSICA: QUIERE REFORMAR LA ESCUELA

“Hoy creo sobre todo en una buena escuela”


Soy mayor: me cuesta encontrar placeres, pero los que encuentro son más profundos. Casado, tengo tres hijos con los
que discuto a menudo: una pediatra, un biólogo y un epidemiólogo. A mis nietos les enseño a moverse en el laboratorio.
Promociono “Manos a la ciencia” (V. Vives-FundacióLa Caixa) en las escuelas de toda España

Por qué un premio Nobel se interesa por la escuela primaria?


–Cuando era joven fui un revolucionario.Quería cambiarlo todo. Pero no funciona... Hoy sabemos que esa actitud no
funciona.
–¿Y qué es lo que funciona...?
–Educar es revolucionario.Tengo una amiga, Emma, que aplicó este nuevo método de enseñanza de la ciencia en una
escuela del gueto de Chicago con las paredes llenas de los balazos de las peleas entre bandas. Aquellos niños merecían
una oportunidad.
–¿En qué consiste ese método? –A mí me aburre que me echen rollos. Soy un científico y me interesan los hechos. La
física depende del descubrimiento de la naturaleza, que está basado en la experiencia. Cuando haces un experimento,
haces una observación y quieres interpretarla. Es algo que no puede reemplazarse con palabras. Y creo que en el colegio
debe hacerse lo mismo.
–Por ejemplo.
–Como científico, preguntas a la naturaleza e investigas porque no tienes la respuesta. Si tienes la respuesta, ya no
investigas. Así que si quieres enseñar a un niño que el agua puede estar en estado líquido, sólido o gaseoso no le dictas
simplemente: “El agua hierve a 100 grados y se hiela a 0”. Decirlo y ya está es absurdo y no sirve de nada.
–¿Por qué?
–Si quieres enseñar de verdad, dales un termómetro y agua y fuego. Y diles que hagan algo fundamental: “Cuando
encienda el hornillo y el agua se caliente, todos vais a escribir cada temperatura en un papel”.
–¿Y qué pasa?
–Van apuntando y cuando el agua llega a los 100 grados todos dicen: “Profesor, profesor, se ha roto el termómetro”.
–¿Pero es que se rompen de verdad?
–Tú les dices: “Muy bien, poned otro”. Lo cambian y te vuelven a decir: “Se ha vuelto a romper”. Pero fíjese que,
mientras tanto, están aprendiendo a estudiar un fenómeno y escribiendo lo que ven en un papel.
–Mucho termómetro roto.
–No, porque ponen otro y entonces les dices: “El termómetro no está roto, lo que sucede es que la temperatura seguirá
constante a 100 grados mientras tengas agua”.
–¡Vaya! Nunca me lo enseñaron así.
–Lo importante es que lo apunten todo. Igual cuando les demuestras que un jersey derrite el hielo menos que un papel
de aluminio. Les extraña y preguntan por qué.
–¿Por qué?
–Les explicas con el hielo en la mano que la conductividad del jersey es más baja.
–Hay cosas que te pueden enseñar, pero sólo las aprendes tú solito.
–Exacto. No debemos enseñar sólo contenidos a esos niños. Lo importante es que aprendan a pensar. Recuerde que
madame Joliot, la hija de madame Curie, ganó también un premio Nobel: ¿era una genio?, ¿heredó los genes geniales
de sus padres?
–¿Lo era? ¿Se heredan los genes geniales?
–¡No eran los genes! Simplemente, cuando era niña iba al laboratorio y aprendía, y a los 15 años ya era capaz de
investigar con fundamento. Y nosotros queremos que todos los niños sean como la pequeña Curie. ¿No?
–Ojalá.
–... Porque aumentar la cultura científica de nuestra sociedad y nuestros políticos es urgente. En cuestiones como
radiactividad o genética sufrimos la ignorancia colectiva.
–¿Tanto?
–Por ejemplo, en cuestiones como la radiactividad o la energía nuclear. Nadie sabe nada de radiactividad entre
ciudadanos y políticos. Al final, políticos y ecologistas acaban hablando de cosas que desconocen.
–Yo no tengo ni idea.
–Por eso es tan importante la educación científica: es nuestro futuro. Cada vez, la ciencia es más importante en nuestro
mundo y decide más cosas y, en cambio, la educación científica de la gente y la de nuestros dirigentes cada vez está
más desfasada.
–Le creo.
–Donde no está la ciencia, está la ignorancia y después el miedo y el error. Si a usted le cae un meteorito y no sabe
nada, dirá que es porque el vecino le mira mal. Si ha estudiado, sabrá que hay una probabilidad entre un billón de que le
caiga un meteorito, pero la probabilidad existe y no es sólo brujería.
–Mire, por si acaso, no llame al mal tiempo, que da mala suerte.
–Esa es la actitud que hay que desterrar.
–Hay brujerías inocuas.
–Todas son dañinas porque difuminan nuestro sentido de la responsabilidad: el mundo está en nuestras manos y no en
las de la suerte, el destino o lo que usted quiera. Y si hay pobreza, hambre y peligro de destrucción masiva por las armas
nucleares... Si sucede todo esto, no es por la mala suerte o la providencia. Nosotros somos responsables.
–Me gustaría oír eso a los que mandan.
–Es la actitud científica y, si la adquieres, cuando un gurú o un idiota te quiere arrastrar con sandeces racistas o de un
nacionalismo extremo dirás: “Cállese. Eso es ridículo”. Recuerde que hay quien se ha suicidado siguiendo a una secta.
¡Cuánta ignorancia!
–¿Eso se evita con termómetros en el cole?
–Sí, hacer las cosas bien en el cole cambia el mundo. Fui un revolucionario, pero hoy creo sobre todo en una buena
escuela.
–¿Y en algo más?
–A mi edad tengo que encontrar placeres que ya no son superficiales.Me encanta enseñar amis nietos arte, algo de
ciencia, y disfrutar con los jóvenes de la ambición de crecer. Me gusta ver niños reír y ver artistas creando cosas y
sentimientos. Yo sé que, aunque esos placeres no duren, serán igual de intensos.

ELFUTURO
Es estupendo ver a un premio Nobel preocupado por unas cajitas para niños con termómetros y tubitos como de
esos de juego de química que pedimos a los Reyes y acabaron llenos de polvo sobre un armario. Charpak ha dedicado
muchas horas a diseñar esas cajitas y muchos viajes de avión a conseguir fondos para que lleguen a las escuelas,incluso
a las más pobres. Pero,además de las cajitas,le preocupa que los maestros dejen de escucharse a sí mismos frente a los
niños,“que se aburren mucho en el cole cuando tienen que oír horas de charla del profesor”,y que les enseñen a
descubrir las cosas por ellos mismos con el tubo de ensayo en una mano y el cuaderno en
la otra. Charpak lucha por esas cajitas como si fueran el futuro de la humanidad. Lo son.

Edición del martes, 04 septiembre 2001, página 76 - Hemeroteca - Lavanguardia.es

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