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RES Carlo Rovelli La Realidad no es lo que parece estructura elemental de las cosas

20180725

Estos últimos días he estado leyendo el libro de Carlo Rovelli sobre sobre física, cuando lo que más leo es
coaching, desarrollo organizacional, recursos humanos o psicología organizacional y mucha historia. Y, me ha
encantado. Tiene la gracia de explicar de manera simple conceptos complejos y eso sólo lo hacen los que
entienden un concepto en toda su profundidad. En 260 páginas cuenta desde las preocupaciones de los primeros
filósofos naturales griegos hasta las disquisiciones de nuestra época: agujeros negros, big bang, teoría de cuerdas,
partícula de Dios y muchos otros conceptos.

Para mí la ciencia es un tema lejano, propio de señores con delantales blancos o lentes con aumento que formulan
problemas, hipótesis, hacen experimentos y publican papers en revistas de circulación restringida. Algunos
científicos se hacen famosos por sus teorías que versan sobre algún tema de su interés y de paso generan
tecnologías o cambian nuestra comprensión del mundo. Algunos también se han hecho famosos por su melena,
por posar para fotos sacando la lengua o por estar paralíticos pensando en agujeros negros. De esa ciencia entiendo
poco.

Comprendo que la ciencia ha contribuido de manera crucial a nuestra interpretación del mundo y en eso todos
somos hijos o nietos de científicos. Pasar de un mundo geocéntrico a uno heliocéntrico o pasar de un mundo plano
a un mundo redondo o pasar de un mundo donde el ser humano es único y especial a donde sólo es una especie
más o pasar de un mundo duro a uno relativo eso sí que es ciencia y, tal vez, es el lado más importante para
cualquier habitante del mundo.

Me gusta la pasión con la que Carlo escribe el libro. Ya en el prólogo enuncia su entusiasmo por la física y como
ella es capaz de cambiar nuestra cosmovisión del mundo, asombrándose pues “cuantas más cosas descubrimos,
más cuenta nos damos también de que lo que no sabemos es más grande que lo que hemos descubierto. Cuanto
más potentes son nuestros telescopios más cielos extraños e inesperados vemos. Cuanto más miramos los detalles
diminutos de la materia, más estructuras profundas observamos”.

En el colegio no tuve física ni química. En aquellos años en Chile en la Educación Media había que elegir entre
“humanistas”, “científicos matemáticos” o “científicos biológicos” y yo escogí humanista. Hoy pienso que cosa
más absurda, pedirles a niños de 15 años que escojan de esa manera, perdiéndose la formación general y universal
que nos permite tener una comprensión del mundo. Entiendo que hoy en nuestro país hay algunos expertos en
educación que recomiendan eliminar materias como Filosofía o Historia. Ya dice Claudio Naranjo que la
educación está pensada precisamente para que la gente no piense y sea obediente.

Creo que lo mismo pasa en la Universidad actualmente, en muchas carreras se cursan muchos ramos técnicos con
poco pensamiento crítico, poca formación general y muy poco pensamiento reflexivo, o, lo que es peor en muchos
casos puro adoctrinamiento político de parte de los partidos organizados. Ya decía Miguel de Unamuno que la
misión de la Universidad no es la especialización técnica sino que la formación cultural de las personas, cultura
en un sentido amplio, conocimiento del mundo. De alguna manera es lo que decía Ortega y Gasset cuando hablaba
de la “barbarie del especialismo”

En la página 10 Rovelli resume su trabajo y dice “el libro habla de investigación que está en curso: lo que estamos
aprendiendo, lo que sabemos y lo que parece que empezamos a entender de la naturaleza elemental de las cosas.
Empieza por el origen, lejano, de algunas ideas clave que hoy nos permiten poner orden en nuestro pensamiento
del mundo. Explica los dos grandes descubrimientos del siglo XX, la teoría de la relatividad general de Einstein
y la mecánica cuántica, considerados desde el punto de vista de la física. Describe la imagen del mundo que se
desprende del estudio de la gravedad cuántica y de las últimas indicaciones que nos da la naturaleza, como son
que el satélite Planck confirme una y otra vez el modelo estándar cosmológico y que no se hayan observado las
partículas supersimétricas que muchos en el CERN esperaban observar. Trata de las consecuencias de estas ideas:
la estructura granular del espacio, la desaparición del tiempo a escala pequeñísima, la física del big bang, el origen
del calor de los agujeros negros y lo que entrevemos del papel que la información desempeña en la física”.

Cada capítulo entonces se refiere a alguno de estos tópicos, comenzando con un reconocimiento a los filósofos
de Mileto: Tales, Anaximandro, Demócrito y sus ideas respecto de los átomos. Luego se queda un buen rato en
Isaac Newton y luego en Albert Einstein para terminar hablando de cuantos, de campos, espacio tiempo, lazos,
cuerdas, entre una multitud de físicos.

Es un libro para leerlo varias veces y poder comprender todo lo que cuenta. Algunas reflexiones de esta primera
lectura.

Vivimos en mundos interpretativos y la ciencia no escapa de aquello. Si bien el autor destaca la importancia del
lenguaje de las matemáticas creo que lo importante no es la matemática por sí misma, sino la capacidad de
construir interpretaciones que hagan sentido a los datos. A ello ayudan las matemáticas por cierto, pero no es la
matemática el corazón del asunto. Las interpretaciones científicas no son verdaderas son siempre provisionales y
dan cuenta de una idea de mundo. Al respecto el mismo autor destaca el caso de Einstein a quien le costaban
mucho las matemáticas pero que poseía una inteligencia capaz de construir una interpretación nueva, original,
poderosa y luego, bueno, pedía ayuda a los matemáticos para escribirlo en lenguaje de ecuaciones.

La idea que el mundo es duro, estable es una idea ya antigua, newtoniana. El mundo de la física de hoy es un
mundo fluido, dinámico, ágil. Al menos, lo que entiendo desde la teoría cuántica, donde importa la probabilidad,
la información, las relaciones, el observador, conceptos que parecen más de psicología que de ciencia.

El concepto de tiempo lineal y parejo propio del mundo industrial es discutible. El tiempo se curva, el tiempo es
relativo, el tiempo depende de la referencia. Me cuesta mucho comprender esta idea del tiempo como dimensión
relativa. Tal vez se parece a la idea griega del cronos y el kairos, no sé un tema para seguir investigando.

Hoy hablaba con mi hija acerca de la pasión que tienen muchos por el futbol y como se les va la vida por sus
equipos favoritos, como si no hubiera más. Otras personas defienden “la única religión verdadera” que
corresponde con la que ellos profesan (algunos ateos parecen más religiosos que los mismos religiosos),
asumiendo que todas las demás son falsas, erróneas o incluso perversas. Luego de leer a Rovelli pienso cuan
inmenso es el cosmos y como nos quedamos enredados en tantas pequeñeces del tipo que describo, en vez de
maravillarnos de ser parte de este universo.

Encontré un video donde Carlo Rovelli, expone sus ideas en Antofagasta el año 2016. En
https://vimeo.com/164342125

Publicado por Carlos Díaz Lastreto en 12:08


23 xaneiro, 2016
(Cosmofísica, 7) "La realidad no es lo que parece. La estructura elemental de las cosas"

La realidad no es lo que parece es un excelente ejemplo de lo que se puede


encontrar hoy en día en materia de divulgación científica: se trata de una breve,
pero precisa y clara introducción en la física que protagonizará el siglo XXI,
expuesta sobre los hombros de los gigantes del siglo XX, y que no se olvida de
la tradición de siglos anteriores. A lo largo de su ensayo, Carlo Rovelli exhibe
además un control intelectual de eminentes obras filosóficas y literarias del
pasado que no puede sino explicar el porqué de su admirable capacidad
explicativa: la precisión y claridad de su estilo demuestra que su formación
humanística permea inevitablemente todos sus recursos expresivos.

Aunque se necesitan mutuamente, a efectos informativos el libro se puede dividir


en dos grandes partes: por un lado, aquella en la que el autor explica los
fundamentos de la relatividad y la física cuántica, y, por otro, aquella en la que
expone la propuesta de la gravedad cuántica de lazos, teoría en la que el autor
es un experto.
La teoría de la gravedad cuántica de lazos, o de bucles, es la principal
competidora de la teoría de cuerdas como teoría finalmente dominante para
explicar la realidad física. Rovelli apuesta por ella y, aunque deja claro que
todavía está en pañales, llama la atención sobre una de las ventajas que tiene
sobre aquella: es menos exigente con lo que debería haber de lo que es la teoría
de cuerdas, que, por ejemplo, necesita de la existencia de unas todavía
desconocidas partículas supersimétricas.

Rovelli explica los logros de la relatividad y de la física cuántica, y recuerda el


escollo que hay para unificarlas: el estudio del campo gravitatorio, que, por su
extrema debilidad, solo parece ser mensurable en las dimensiones de los
grandes artefactos cósmicos, se mantiene al margen de la física cuántica, la
cual, a su vez, se formula sin tener en cuenta esa curvatura espacio-temporal
que explica la gravedad, y que las ecuaciones de Einstein matematizan.

Aplicado a realidades concretas, el problema se materializa en el muro de


hormigón contra el que se golpea impotente la relatividad cuando se adentra en
singularidades tales como los agujeros negros y la hora 0 del universo, en las
que lo cuántico parece encontrarse más cómodo.

Para cimentar la propuesta al respecto de la gravedad cuántica de lazos, el autor


subraya con insistencia tres ideas clave de la mecánica cuántica: la
granularidad, el indeterminismo y la relacionalidad. Es una novedad que alguien
destaque tanto la primera y la tercera, y es mérito de Rovelli llamarnos la
atención sobre su enorme importancia, incluso por encima de lo espectacular del
indeterminismo. Y es así porque son ideas que le permiten al lector salir del
diminuto, extraño e incomprensible mundo cuántico y hacerlo algo más cercano.
La granularidad de la realidad implica que no hay nada infinito: ni hay infinitos
estados posibles ni hay una infinita subdivisión de la materia. Esto afectaría
directamente a lo que ocurrió en el big bang: dado que no es posible una
contracción infinita, el origen pudo haber estado en una nube de probabilidades
cuánticas, sin espacio ni tiempo, que devendría de un universo anterior y que se
habría resuelto en lo que nos ha llevado hasta el presente.

La relacionalidad, por su parte, afirma con claridad que la realidad no es, sino
que es relación (aspecto intuido por la idea de relatividad): no hay realidad per
se, sino que esta es una consecuencia de la relación, interacción, entre estados
físicos. Las partículas lo son en el momento en que se relacionan con algo;
mientras eso no ocurre, las partículas son ondas, campos que abarcan
literalmente todo el universo.

Ya en su momento, Einstein advirtió que el espacio-tiempo es un campo más, el


gravitatorio. En lo que Rovelli y otros trabajan es en demostrar que ese campo
gravitatorio también es cuántico y que, sin negar la idea de que la materia curva
el espacio-tiempo, puede explicar lo que ocurre en las singularidades citadas.

La idea, como se indicaba más arriba, es que el espacio no puede ser


infinitamente divisible. El límite es la longitud de Planck: la millonésima parte de
la milmillonésima parte de la milmillonésima parte de la milmillonésima parte de
un centímetro (10 elevado a -33 cm.). Es justo en esta longitud cuando se
manifiesta la gravedad cuántica y el espacio-tiempo de Einstein deja de tener
sentido. Todo está, así, cuantizado: no solo las partículas o las superficies, sino
también los volúmenes. Hay átomos elementales de espacio, un billón de
millones de veces más pequeños que el más pequeño de los núcleos atómicos.
La gravedad cuántica de lazos intenta describir lo que es ese volumen
cuantizado.

Los lazos son las líneas de Faradady, las del campo electromagnético, finitas y
diferenciadas, que literalmente tejen el espacio. Lo tejen formando una malla
tridimensional de lazos entrecruzados. Los nodos que se forman con ese
entrecruzamiento son los cuantos de espacio. Aquí lo relevante es destacar que
esos cuantos no están en el espacio, sino que son el espacio: un espacio que,
en tanto que es cuántico, se crea con el interacturar de esos cuantos de
gravedad individuales. No existe como dimensión física diferenciada de esa
relacionalidad elemental. Consecuentemente, con el tiempo pasa lo mismo. La
gravedad cuántica de bucles niega también la existencia del tiempo como una
dimensión física diferenciada. No existe en el sentido de que los acontecimientos
que ocurren no siguen ningún ritmo externo a ellos; ocurren, y, es en su relación
con otros acontecimientos cuánticos, cuando generan su tiempo. El cambio
existe, pero no respecto del tiempo, sino respecto de unas cosas con las otras.

En definitiva, un apasionante libro de divulgación que enseña lo básico de una


de las teorías más prometedoras para entender la realidad física.

ROVELLI, Carlo (2015): La realidad no es lo que parece. La estructura elemental de las cosas. Tusquets.
Barcelona.

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