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AUTOCONCEPTO
Propósito del tema
En esta sesión aprenderás lo que es el autoconocimiento, la autoestima y el autoconcepto.
Además, reflexionarás sobre la influencia que estos fenómenos psicológicos tienen en la vida
cotidiana y profesional de las personas. Finalmente, recibirás orientaciones sobre los pasos a
seguir para incrementar tu autoconocimiento, elevar tu autoestima y mejorar tu autoconcepto.
Conceptos teóricos
¿Quién soy yo en el mundo? ¿Por qué me gustan ciertas cosas y evito otras? ¿Qué cosas me
encienden y qué otras me apagan? Estas son algunas preguntas que la mayoría de las personas
nos hemos hecho en diversos momentos de nuestra vida. Con frecuencia preguntas como
¿quién soy yo en realidad? y ¿qué es lo que quiero en mi vida? no tienen una respuesta única
e, incluso, a veces nos encontramos con respuestas contradictorias que nos generan confusión.
Sin embargo, no cabe duda que emprender la tarea del autoconocimiento es la única forma de
darnos respuestas a nosotros(as) mismos(as). Además, de acuerdo a cómo afrontemos esta
experiencia del autoconocimiento dependerán dos fenómenos psicológicos claves para
explicar nuestra motivación: nuestro autoconcepto y nuestra autoestima. Comenzaremos por
definir estos últimos términos, si bien hay que aclarar que no existe una única definición de
ambos.
De acuerdo a Papalia, Wendkos & Duskin (2006), el autoconcepto es la imagen que tenemos
de nosotros(as) mismos(as), es decir, es lo que creemos que somos o la imagen total de
nuestras capacidades y rasgos. También lo podemos entender como una construcción
cognoscitiva o un sistema de representaciones descriptivas y evaluativas sobre nuestro yo, que
determina cómo nos sentimos con nuestra persona y nos orienta a tomar acciones (Harter,
1996, citado en Papalia et. al., 2006). Desde este punto de vista, la autoestima es una de las
dimensiones del autoconcepto y puede definirse como la parte autoevaluativa del
autoconcepto o el juicio que cada quien hace sobre su valía general, el cual se basa en la
capacidad para autodescribirse y autodefinirse o, dicho de forma sencilla, la capacidad para
autoconocerse (Papalia et. al., 2006).
Se puede decir que la base del autoconcepto es nuestro conocimiento de lo que hemos
sido y hecho y, por consiguiente, su función es guiarnos en las decisiones sobre nuestro
futuro, lo que queremos llegar a ser y hacer (Papalia & Wendkos, 1995, citadas en
Naranjo, 2006). De acuerdo a las autores antes citadas, el autoconcepto se relaciona con
otros conceptos, los cuales son:
Por el contrario, agregan Ramírez & Herrera (2002), una persona con baja autoestima:
III. Autoeficacia
Se denomina autoeficacia a las estimaciones que hacemos de nuestra efectividad a nivel
del comportamiento, es decir, no es tanto nuestra habilidad y efectividad reales para tratar
con las circunstancias de la vida y las demás personas, sino nuestras percepciones de esas
cosas (Naranjo, 2006).
La autoeficacia es importante porque influye en las relaciones interpersonales, en la
disposición a emprender tareas difíciles y/o nuevas y en los sentimientos acerca de
nosotros(as) mismos(as) y nuestras competencias.
¿Cómo mejorar el autoconcepto y la autoestima?
Hasta el momento se ha expuesto la relevancia que tienen el autoconcepto y la autoestima
en la explicación del comportamiento de cualquier persona. Considerando esto, ¿qué
podemos hacer para mejorarlos?
De acuerdo a Ramírez & Herrera (2002) para mejorar la autoestima como parte efectiva
del autoconcepto, ya sea en otra persona o en nosotros(as) mismos(as), debemos
procurarnos al menos las siguientes cuatro experiencias:
1. Vinculación, esto es, buscar situaciones en las que establezcamos vínculos que
nos hagan sentir satisfechos(as) y que reconozcamos como importantes (formar
parte de algo, pertenecer a un grupo, identificarse con alguien, etc.).
2. Singularidad, es decir, atrevernos a emprender la tarea diaria del
autoconocimiento, reconocer las cualidades o atributos que nos hacen especiales
o diferentes, procurando el respeto de los demás hacían nuestra persona
(respetarse; saberse diferente, singular, especial y a la vez igual a los demás;
disfrutar del hecho de ser especial, etc.).
3. Poder, el cual es resultado de disponer de los medios, de las oportunidades y de
la capacidad para modificar el ambiente y dirigir nuestra propia vida (creer que
normalmente puedo hacer lo que planeo, saber que tengo lo que necesito para
hacer lo que debo hacer, sentir que tengo a mi cargo cosas importantes, tomar
decisiones, resolver problemas, entre muchas otras).
4. Pautas, o escala de valores, objetivos, ideales y exigencias personales, que nos
sirvan de orientación en la vida (desarrollar capacidad para distinguir lo bueno de
lo malo, conjugar independencia y libertad con responsabilidad, dar sentido a lo
que ocurre en la vida, etc.).
Está claro que favorecer nuestro concepto y nuestra autoestima es primordial para tener
un comportamiento efectivo y que nos dé satisfacción personal. Ahora, ¿qué obstáculos
se enfrentan comúnmente para hacer de esto una realidad?
Basado en la teoría psicoanalítica, Powell (1995) identificó tres defensas que usualmente
emplean las personas para evitar autoconocerse de forma verdadera, con lo que
obstaculizan el desarrollo de un autoconcepto y una autoestima verdaderos y positivos.
Dichos “obstáculos” son:
1. Represión, o la capacidad para esconder la verdad ante uno(a) mismo(a),
bloqueándola de nuestra conciencia. De esta manera, cualquier cosa que no quiera
reconocer en mí, simplemente la “saco” de mi consciencia. Sin embargo, lo
reprimido no desaparece, sino que sigue influyendo mi comportamiento sin que
yo pueda controlar esta influencia.
2. Justificación, la que se observa con facilidad cuando la persona está ante la
posibilidad de actuar “mal”, es decir, actuar contra su persona o la de otros y,
empero, encuentra justificaciones o “razones” para su actuar. Así, se puede llegar
a justificar la violencia, la mentira, etc.
3. Negación, con la que “cerramos” nuestra mente a la realidad que no queremos
enfrentar de nosotros(as) mismos(as) y nuestras circunstancias. La consecuencia
de esto es la “reducción” de nuestras experiencias y nuestro ser.
Conclusiones
¿Quién soy yo en el mundo? es una pregunta cuya respuesta sólo se logra por medio de
un proceso de autoconocimiento que dura toda la vida. A través del autoconocimiento y
la búsqueda constante del verdadero “yo” podemos fundamentar un autoconcepto y una
autoestima positivos. Éstos últimos son claves en nuestra motivación y, por tanto, de ellos
depende en gran medida nuestro comportamiento, ya sea en la vida privada, en el ámbito
laboral o en el ámbito público. Como futuros profesionales debemos comprometernos
con nuestro autoconocimiento para estar en condiciones de poner nuestros recursos
personales al servicio de nuestra labor.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Papalia, D., Wendkos, S. & Duskin, R. (2006). Psicología del desarrollo. México: Mc
Graw Hill.