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Marianne Walters 37 A Org Peggy Papp Olga Silverstein wat invisible eee V EES al género en ERM aus) LT ele La red invisible Terapia Familiar Ultimos titulos publicados: 23. M. Andolfi - Tiempo y mito en la psicoterapia familiar 25. W. H. O'Hanlon - Pores profindas — 27. H.C. Fishman - Tratamiento de adolescentes con problemas 28. M. Selvini Palazzoli y otros - Los juegos psicbticos en la familia 29. T. Goodrich y otras - Térapia familiar feminista 30. L. Onnis - Terapia familiar de los trastornos psicosomdticos 31. A. Ackermans y M. Andolfi - La creacién del sistema terapéutico 32. S. de Shazer - Claves para la solucién en terapia breve 33. A. M. Sorrentino - Handicap y rebabilitacin 34. L. Canctini - La psicoterapia: gramdtica y sintaxis 35. W. H. O’Hanlon y M. Weiner-Davis - En busca de soluciones 36. C. A. Whitaker y W, M. Bumberry - Danzaando con la familia 37. ES. Pittman If] - Momentos decisivos 38. S. Cirillo y P. Di Blasio - Niftos maltratados 39. J. Haley - Las sdcticas de poder de Jesucristo 40. M. Bowen - De la familia al individuo Al. C, Whitaker - Meditaciones nocturnas de un terapeuta familiar 42. M. M. Berger - Mas alld del doble vinculo 43, M. Walters, B. Carter, P. Papp y O. Silverstein - La red invisible 45. Matteo Selvini - Crénica de una investigacin 46. C. Rausch Herscovici y L. Bay - Anorexia nerviosa y bulimia 48. S. Rosen - Mi voz ird contigo 49. A. Campanini y E. Luppi- Servicio social y modelo sistémico 50. B. PB Keeney - La improvisacién en psicoterapia 51. P. Caillé - Uno mds uno son tres 52. J. Carpenter y A. Treacher - Problemas y soluciones en terapia familiar y de pareja 53. M. Zappella - No veo, no oigo, no hablo, El autismo infantil 54. J. Navarro Géngora - Téenicas y programas en terapia familiar 55. C, Madanes - Sexo, amor y violencia 56. M. White y D. Epston - Medios narratives para fines terapéuticos 57. W. Robert Beavers y R. B. Hampson - Familias exitosas 58. L. Segal - Sonar la realidad 59. S. Cirillo - El cambio en los contextos no terapéuticos 60. S. Minuchin - La recuperacin de la familia 61. D.A. Bagarozzi y S. A. Anderson - Mitos personales, matrimoniales y familiares 62. J: Navarro Géngora y M. Beyebach - Avances en terapia familiar sis 63. B. Cade y W. HO Tlanion - Guia breve de terapia breve 64. B. Camdessus y otros - Crisis familiares y ancianidad 65. J. L. Linares - Identidad y narrativa 66. 'L. Boscolo y P Bertrando - Los tiempos del tiempo 68. M. Elkaim (comp.) - La terapia familiar en transformacion 69. J. L. Framo - Familia de origen y psicoterapia Marianne Walters, Betty Carter, Peggy Papp y Olga Silverstein La red invisible Pautas vinculadas al género en las relaciones familiares PAIDOS Titulo original: The Invisible Web. Gender Patterns in Family Relationships Publicado en inglés por The Guilford Press, Nueva York y Londres Traduccién de Gloria Vitale 1+ edicidén, 1991 1+ reimpresién, 1996 ese rei mt ret es bein cso ecto wale ocsiniee ompenc rey ’ © 1988 by The Guilford Press, Londres © ‘de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidés Ibérica, S.A., Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paidés, SAICF, Defensa, 599 - Buenos Aires ISBN: 84-493-0313-3 Depésito legal: B-22.658/1996 Impreso en Hurope, S. L., Recaredo, 2 - 08005 Barcelona Impreso en Espafia - Printed in Spain Prélogo: Nuestra experiencia, Marianne Walters... 1 INDICE PRIMERA PARTE, ALGUNAS REDEFINICIONES Hacia una perspectiva feminista en la terapia familiar .. SEGUNDA PARTE, RELACIONES FAMILIARES Madres e hijas, Marianne Walters .... Atrapada en la marafia, Marianne Walters “No puedo creer que pensaras que el hecho de que yo haya S. significa que no te quiero”, Betty Carter .. “Adelante, mama!”, Peggy Papp .. La mala madre, Olga Silverstein Padres e hijas, Betty Carter Tres generaciones de nenas de pap: El Padrino, Peggy Papp... La hija “independiente”, Olga Silverstein Las distintas caras de la clausura, Marianne Walters. Madres e hijos, Olga Silverstein ... Esté bien que ames a tu hijo, Olga Silverstein .. “Demasiado matemnaje”, Peggy Papp El buen hijo, Betty Carter “Mientras ames a tu madre...”; Marianne Walters Parejas. Cuestionario para terapeutas matrimoniales, Peggy Pap; La esposa “frigida”, Peggy Papp El dio protector, Olga Silverstein El que tiene el dinero, establece las reglas, Betty Carter “(Ser fuerte significa necesariamente ser callado?”, Marianne Walters 13 29 49 69 83 101 109 137 149 Epilogo, Marianne Walters... Referencias bibliograficas Indice analttico ... LA RED INVISIBLE TERCERA PARTE, TRANSICIONES FAMILIARES Divorcio: el de él el de ella, Betty Carter. “Algo que tiene que cambiar”, Beity Carter Revisin de “La laguna dorada”, Peggy Papp «. Operacién rescate, Olga Silverstein “Por tu bien”, Marianne Walters. Hogaresde progenitor tinicoencabezados por mujeres, Marianne Walters Pasar a la parte de adelante del autobis, Marianne Walters .. “Ellas necesitan un hombre fuerte en sus vidas”, Betty Carter El derecho de ser madre, Peggy Papp 4Es culpa mia?, Olga Silverstein Familias resultantes de segundas nupcias: la creacién de un nuevo pa- radigma, Betty Carter... “No sé cual de estas madres es peor!”, Betty Carter. ..-Quererla como una madre”, Peggy Papp La Cenicienta rediviva, Olga Silverstein tLo que necesitas es lo que deseas?, Marianne Walter: CUARTA PARTE, MUJERES SOLAS Mujeres solas: los afios tempranos e intermedios, Peggy Papp . “Bscalar las cimas de la vida", Peggy Papp ... Ahogarse en un mar de éxitos, Marianne Walters Mujeres solas: los afios tardfos, Olga Silverstei La flor marchita, Olga Silverstein .. “Tal vez ya nunca encuentre otro hom A nuestras madres AGRADECIMIENTOS Como siempre sucede en este tipo de tarea, hay muchisimas personas cuyas vidas, obras y palabras han influido de manera decisiva en las nuestras. Los primeros borradores que hicimos fueron lefdos y comentados por Evan Imber- Black, Halcy Bohen y Rich Simon, cuyas opiniones nos brindaron el aliento necesario para seguir adelante. Estamos en deuda con nuestra correctora, Sheila Friedling, quien no sélo realiz6 un trabajo de correccién sumamente competente y sensible, sino que también formuld interrogantes que nos impulsaron a llegar a un nivel que no habriamos alcanzado sin ella. Agradecemos en forma especial a Fred Silverstein, que actu6 como anfi- tri6n, cocin6, investig6 y nos atendié durante nuestras interminables reuniones. Marianne, Betty, Peggy y Olga Familiares, amigos y colegas... no puedo nombrar mds que a unos pocos de los que importan en el espacio que me ha sido asignado aqui. Queridos amigos con los que he procesado cada uno de los acontecimientos importantes de mi vida, incluyendo éste, durante los tiltimos cuarenta afios: Zirel Sweezy, Gerry Brittain y Nonny Majchrzyk. Mi primera supervisora, Dorothy Hankins, a instancias de la cual me aferré con firmeza a los valores del trabajo de asistencia social. Rae Wiener, quien me hizo conocer la terapia familiar y me ayud6 a integrarlaa mi propio marco de referencia. Mihermana Barbara, cuya conciencia feminista despert6 la mia. Mis colegas del Centro de Practica de Terapia Familiar: Halcy Bohen, cuya lucidez tedrica y criterio clinico me han suminis- trado una fuente constante de renovacién intelectual; Laurie Leitch talentosa y sensible terapeuta cuyas ideas a la vez cuestionaron y expandieron mi propio pensamiento; Larry Levner, quien a través de su permanente compromiso.con los valores humanos basicos me brind6 un sdlido apoyo; Phyllis Jacobson-Kram, que le dio perspectiva a muchos dramas clinicos dificiles. Ed Mumma, Kitty Montie, Rose Tompkins, Otha Wright, Rose McCabe, Fred Brewster, Roz Beroza, Jon Winter, Carol Siegel, Rich Simon, Matthew Sullivan, David Gage, Robert Atkins, Kris Halstead, Carolyn Krol y Debbie Shore, por nombrar sélo 12 LA RED INVISIBLE algunos de los docentes, estudiantes y colaboradores del Centro cuyas mentes inquisitivas y cuya dedicacién al aprendizaje y el descubrimiento me incitaron a buscar nuevas direcciones en mi propio trabajo. Para todos ellos, mi mds profunda gratitud. Y para Blanca Fuertes, mi mayor reconocimiento por laayuda y el respaldo administrativos que me brind6. Marianne Walters Agradezco a los colegas del Instituto para.la Familia de Westchester que leyeron varios capitulos de este libro y aportaron comentarios de suma utilidad: Monica McGoldrick, Evan Imber-Black, Ron Taffel, Judy Stern Peck y Fredda Herz. Le estoy especialmente reconocida a Lisa Fine, quien con el mejor de los 4nimos pas6 a mAquina y procesé el material una y otra vez. Y le doy las gracias a mi marido Sam por su disposicién a acompafiarme en la tarea de poner en Practica estas ideas en nuestro propio matrimonio y nuestra familia. Betty Carter Deseo agradecer a mis colegas del proyecto especial del Instituto Ackerman de Terapia Familiar, con quienes pasé muchas horas explorando los aspectos telativos al género en el tratamiento de familias y parejas: Valerie Clain, Arlene Genatt, Sandra Mann y Susan Shimmerlik. Sus preguntas y comentarios cues- tionadores estimularon mi pensamiento y le dieron forma a mis ideas. Un reconocimiento especial merece Richard Simon por sus certeras opiniones y su valioso aporte a mi capitulo sobre las parejas. Y por tiltimo, aunque no por ello menos importante, agradezco el aliento y el apoyo sostenido que me brindé durante las largas horas de trabajo mi compafiero, Starrett Kennedy. Peggy Papp Mi especial agradecimiento a los colegas de Ackerman que leyeron mi material y me brindaron una respuesta invalorable: Bob Simon, Virginia Goldner, Peggy Penn y Marcia Sheinberg. Donald Bloch nos brinds la orienta- cién y la libertad necesarias para experimentar con nuevos modelos clinicos a medida que luch4bamos por introducir nuevos paradigmas en nuestro trabajo con las familias. Mi marido Fred escribié interminablemente a m4quina, una y otra vez, y respald6 mi esfuerzo tanto con paciencia como con entusiasmo. Olga Silverstein PROLOGO: NUESTRA EXPERIENCIA Marianne Walters EL CONTEXTO Al principio la cuesti6n parecia muy clara. Era la primavera de 1977. El segundo sexo, de De Beauvoir, habia estado en circulacién durante casi quince aftos; La mistica femenina, de Friedan, habfa creado el clima propicio para una nueva toma de conciencia sobre los problemas de la mujer dentro de nuestra sociedad comin. Por todo el pafs, en cada rinc6n de la vida piblica y privada, las mujeres estaban cuestionando viejas presuposiciones y tratando de modificar su status en la familia,ensus iglesias, en sus trabajos, en sus profesiones. El proceso de concientizacién habfa estado en marcha durante diez afios. Los periédicos y revistas dedicados alacondici6n de la mujer se difundian casi tanto como los que se ocupaban en dar consejos acerca de cémo conseguir marido. La enmienda constitucional por la Igualdad de Derechos era un asunto candente y una causa aceptada. Las organizaciones politicas femeninas captaban cada vez mds miembros. Las leyes de divorcio y las reglamentaciones referentes a la tenencia y la manutencién de los hijos se estaban volviendo més igualitarias. Por fin, el aborto se habia legalizado y las mujeres podian ejercer el derecho de opcién respecto de sus propias funciones reproductoras. Un ndmero creciente de mujeres ingresaba en el mundo del trabajo, muchas veces eligiendo campos laborales que hasta entonces les habfan sido vedados. Estaban cambiando la demografia de la nacién por via de postergar el casamiento y tener hijos a una edad més avanzada, o no tenerlos nunca. Algunas mujeres optaban por ser madres solteras. Otras se estaban dedicando a la politica. Las mujeres podfan obtener créditos a su nombre, comprar inmuebles 0 iniciar pequefios negocios. Los libros escritos por mujeres y acerca de mujeres, estaban creando nuevas imAgenes y dominios culturales. La teorfa feminista habia pasadoa ser objeto de 14 LA RED INVISIBLE serios estudios e investigaciones. Y el movimiento femenino estabaen la orden del dia de la gesti6n publica. Dentro del campo de Ia salud mental se estaba comenzando a reconocer, si bien con cierta reticencia, que la teorfa del desarrollo se habia fundado primor- dialmente en la experiencia de los varones y que las escalas de adaptacién y madurez estaban basadas en modelos de conducta masculinos. La constatacién de que 1a mayorfa de los pacientes eran mujeres y la mayoria de los terapeutas eran hombres habia empezado a inquietarnos, a algunas de nosotras. Las categorias de diagnéstico y los criterios te6ricos estaban siendo sometidos a andlisis, para determinar si contenfan vicios originados en prejuicios sexuales, Por parte de grupos de estudio y equipos de trabajo femeninos dentro de las principales organizaciones profesionales de asistentes sociales, psicdlogos y Psiquiatras. La obra Hacia una nueva psicologta de la mujer, de Jean Baker Miller, se habia convertido en un libro de texto corriente en los cursos de psicologia universitarios y en los departamentos de estudios femeninos, y Las mujeres y la locura, de Chesler, habfa suscitado algunos serios interrogantes + acerca de la medida en que la psicoterapia misma era iatrogénica con respecto a las mujeres. En el libro de Chesler se sefialaban ciertos modos en que el Prejuicio sexual del proceso de tratamiento tendia a patologizar a las mujeres. Mientras que lamayoria dé los te6ricos y docentesenel: campo de la salud mental eran hombres, sus colegas mujeres estaban comenzando a plantear serias dudas acerca de si la experiencia de.la mujer de crecer en una cultura definida por el var6n estaba suficientemente representada tanto en la teorfa como en la practica propias del campo. Los temas relativos a la mujer estaban siendo abordados con mayor frecuencia en las juntas profesionales y la terapia feminista se estaba convirtiendo en una disciplina reconocida. Y ast, al principio nos parecié muy claro que la terapia familiar también debia abordar la problematica de la mujer y comenzaraconsiderar la pertinencia de incorporar una perspectiva feminista a su teoria y su practica. La cuestién parecia tan clara que cuando me dispuse a organizar el primer seminario en terapia familiar para discutir el rol cambiante de la mujeren la familia, ni siquiera me detuve a considerar la omisién de los conductores de la terapia familiar en cuanto a tomar nota de dichos cambios, Parecfa tan claro al principio, que nunca se me ocurrié que no todos los terapeutas familiares aceptarian de buen grado la empresa en Ja que nos est4bamos por embarcar. Ahora, en retrospectiva, parece sumamente parad6jico que en un campo dedicado ala familia se hubieraprestado tan poca atenci6n a los roles sexuales en la familia, a las funciones definidas segitin el género dentro de las familias 0 a los procesos de socializacién, para varones y mujeres, que crean la cultura del matrimonio, de la crianza infantil y de la familia. La familia, como sistema social, est basada en el género. Su misién es estructurar las relaciones y organizar las vidas sociales de los dos sexos que PROLOGO 15 habitan el planeta, de modo de asegurar que se cumplan ordenadamente las funciones de procrear, proteger y criar a los nifios y garantizar Ja continuidad social entre las distintas generaciones. Por supuesto, también tiene unfundamen- to econdmico, el que estd basado, asimismo, en el género. Para que los hombres pudieran tener la libertad de explorar, hacer descubrimientos, desarrollar nuevas sociedades o salir a trabajar en oficinas, necesitaban que alguien manejara los hogares en los que ellos residirian con sus hijos y se ocupara de las necesidades cotidianas. gCémo era posible, entonces, que los terapeutas familiares no tuvieran plena conciencia de la socializacién basada en el género? ~Cémo se podria haber pasado por alto, dentro del campo, la tendencia a estereotipar los roles sexuales en la formacién dela familia? En retrospectiva, pareceria que la propia teorfa de sistemas —al menos segan se la aplicaba a la terapia familiar— distorsionaba la visiGn de nuestros tedricos. Los principios autocontenidos de la teorfa de sistemas permitian a sus adherentes proclamar la neutralidad tanto de ellos mismos como de los miembros de la familia, al determinar que las familias.se regian tnicamente por las leyes existentes dentro del propio sistema familiar. Comprender la conducta, la motivaci6n, la sintomatologia, el crecimiento y el desarrollo humanos a través de los principios'organizadores de Ja teoria de sistemas era sin duda un rumbo Ppropicio para los profesionales de !a salud mental. Pero al parecer se habia convertido en una especie de prisi6n, suspendida en su propio espacio, atrinche- rada detrés de un muro creado por su propia légica interna. Sin embargo, todos los sistemas humanos habitan un espacio abierto en el que interactian multiples subsistemas, creando un contexto de experiencia amplio. Ningén contexto podria ser mAs pertinente para comprender todos los sistemas familiares que el del género. No hay ningtin contexto “neutral” dentro del cual existan sistemas humanos. Por todo esto, al principio nuestro propésito parecia muy claro... tan claro que ninguna de nosotras estaba totalmente preparada para las complicaciones, la lucha y los conflictos que se generaron cuando nosotras, en tanto mujeres terapeutas, hicimos piblica nuestra decisién de explorar los problemas y las experiencias de las mujeres dentro de la familia, y de estudiar los efectos de una cultura patriarcal sobre la salud mental de las mujeres, asi como sobre nuestro propio trabajo clinico. DONDE ESTABAMOS CUANDO EMPEZAMOS, Tras haber vuelto de Londres, donde habia pasado un afio ensefiando en la Clinica Tavistock, me puse a trabajar en la Clinica de Orientacién Infantil de Filadelfia, en la que atendia familias, realizaba tareas administrativas y de supervisiGn, y dictaba clases en diversos programas de capacitacién en terapia 16 LA RED INVISIBLE familiar. Aunque me alegraba estar de nuevo en mi “propia casa”, el afio pasado en Londres me habia resultado sumamente estimulante. El debate critico y el intercambio intelectual entre especialistas del campo de Ia salud mental eran alli de mayor envergadura y en general més eruditos que en mi pafs, y me sentia impulsada a continuar profundizando mi propio pensamiento critico. Al mismo. tiempo, el campo de la salud mental en Londres parecia estar irremediablemente sobrecargado de técnicas terapéuticas y formulaciones analiticas tradicionalés que yo hacia tiempo habia desechado. La contradiccién era perturbadora. En ini pais, algunas de las terapeutas mujeres enfrentaban la contradiccié6n de sigito opuesto: técnicas terapéuticas avanzadas que “daban resultado”, pero poco estimulo para la discusién critica de la teorfa y los conceptos basicos. Aqui uno debfa “hacer”, no pensar; alld uno tenia que pensar con més rigor que el que se esperaba que empleara para hacer. Séguramente debia existir algdn punto intermedio. Estas terapeutas querfan asumir un punto de vista critico respecto de algunos de los presupuestos teGricos de la terapia familiar, en particular debido a queesos presupuestos influian en sus roles de mujeres que trabajaban con familias. Les preocupaba la existencia de mensajes sexistas implicitos en gran parte de la practica con las familias y deseabani evaluar su propio trabajo desde una perspectiva feminista. Se me pidié que coordinara un grupo de estudio centrado en la condicién de las mujeres dentro de la familia y el rol de las mujeres como terapeutas familiares. Esto result6 ser una tarea dificil, que significé un verda- dero desaffo. No habia ningén precedente, ningan apoyo deritro del organismo y ningén punto de referencia fuera de él, ya que las terapeutas feministas habian rechazado la terapia familiar algunos afios antes. Aunque por ese entonces ningtin campo de estudio o de practica serio dentro de la esfera de las humani- dades dejaba de considerar las implicaciones del feminismo en relaci6n con su propia teoria, toda critica feminista a la terapia familiar era desestimada como “no sistémica” y sin duda molestaba a la mayoria de los terapeutas familiares. Nuestro grupo de estudio tuvo que funcionar practicamente en la marginalidad. Cada una trafa sus cintas grabadas para que las escucharan las demés y analiz4bamos criticamente nuestras intervenciones a fin de detectar aspectos telativos a la condicién femenina en nosotras mismas, asi como en nuestras pacientes. Siendo yo la Gnica persona del grupo con cardcter de “jefe”, me preocupaba la posibilidad de que qued4ramos aisladas y tenia conciencia de la importancia de establecer una red de contactos con terapeutas familiares mujeres ajenas a la Clinica. Yo habia conocido a Peggy Papp algunos ajfios atrés, cuando hizo una presentaci6n de su técnica del esculpido de la familia en Filadelfia. Nos reunimos, nos pusimosa hablar, cenamos juntas, hablamos un poco mds, y desde entonces somos amigas y compafieras de trabajo. Poco después le pedimos a Peggy que pasara un dia por semana en la Clinica, supervisando un grupo de PROLOGO 17 capacitaci6n externo. Aunque para la primavera de 1977 Peggy yano veniaadar clases a Filadelfia, comenzamos a tener reuniones con ella para discutir la posibilidad de formar una red de terapeutas familiares dedicadas a la problem4- tica de la mujer. Pese a estar sumamente ocupadas, empezamos a reservar un Poco de tiempo para compartir algunas de nuestras propias luchas personales y profesionales como mujeres, en un campo dominado por los hombres. Peggy habia estado en el cuerpo de profesionales del Instituto Ackerman desde mediados de-la década de 1960. Junto con Virginia Satir, era una de las Primeras mujeres que habian Iegado a destacarse en el campo de la terapia familiar. Su temprana experiencia como actriz fue parte de una amplia gama de capacidades para la improvisaci6n que utilizaba en su terapia, asf como en el desarrollo de técnicas innovadoras. Peggy se habia interesado en la terapia familiar al ver uno de los videos de Nathan Ackerman en el departamento de bienestar social de la ciudad de Nueva York; eso la impulsé a volver a la universidad para obtener su licenciatura. Mas tarde se incorpor6 al Instituto y se capacit6 inicialmente con el propio Ackerman. En 1970 Peggy se desempefiaba como supervisora de campo de la Escuela de Asistencia Social dela Universidad Hunter cuando fue agraciada con dos de lasmejores y mas brillantes alumnas que jamés hubieran pasado por ese beriemérito establecimiento: Olga Silverstein y Elizabeth (Betty) Carter. En 1973, Peggy Papp y Betty Carter fundaron, junto con Tom Fogarty y Phil Guerin, el Centro para el Aprendizaje de la Familia, en Nueva Rochelle, Estado de Nueva York. Al afio siguiente, Peggy y Olga Silverstein iniciaron el Proyecto de Terapia Breve en el Instituto Ackerman, implementando un programa de tratamiento experimental que habria de servir de prototipo para otros programas similares. En la actualidad Peggy dicta conferencias y organiza seminarios por todo el mundo, pero el Proyecto fue el sitio en el que originalmente elabor6 nuevas ideas e innovaciones en materia de métodos y técnicas. Betty Carter fue la primera mujer del pafs que fund6 y dirigié un instituto de entrenamiento en terapia familiar. Eso ocurrié en 1977, tras una escisidn en el Centro de Practica de Terapia Familiar en Washington D. C. Desde entonces, Otros dos o tres institutos de capacitacién han sido dirigidos por mujeres, jentre casi 300 centros de entrenamiento en terapia familiar existentes en el pais! m4s del 70 por ciento de las personas formadas en estos institutos son mujeres. ZEso no da qué pensar? Betty Carter y un grupo de colegas fundaron el Instituto para la Familia de Westchester sin el beneficio de la cadena de contactos con los “viejos compafieros” del campo, y ninguna de nosotras estaba segura, por ese entonces, de que una instituci6n dirigida por mujeres pudiera sobrevivir. La actividad de Betty en cuanto a desarrollar un conglomerado de amistad y cooperaci6n, crear alternativas para una conducci6n eficaz y establecer modelos de rol femeninos senté un precedente para otras mujeres en similar posicién. Hemos pasado muchas horas fructiferas juntas, en tanto directoras de institutos 18 LA RED INVISIBLE de capacitacién, resolviendo problemas de todo tipo, como los referentes a las estructuras organizativas, lasrelacionescon el personal, los modos de financiaci6n y la manera de compartir la carga de la tarea. Olga Silverstein y Peggy Papp han estado colaborando unacon la otraen sus trabajos clinicos, de supervisién y de capacitacién desde mediados de ladécada de 1970. La propia historia personal de Olga es un reflejo de los cambios que han operado las mujeres en sus vidas durante los tltimos veinte afios. Hija de inmigrantes, Olga se cas6 siendo joven y después de treinta afios como ama de casa y madre se postulé en la Escuela de Asistencia Social de Columbia para trabajar alli como graduada. Se le neg6 la admisi6n con el pretexto de que era “demasiado vieja” como para realizar un verdadero aporte en ese campo de acci6n. Tenia cincuenta afios en ese momento. El rechazo resulté afortunado. En la Escuela para Graduados de Asistencia Social de la Universidad Hunter conocié a Betty Carter y ambas obtuvieron plazas en el Instituto Ackerman para realizar allf su segundo afio en trabajo de campo. La experiencia de vida de Olga pronto se tradujo en sabidurfa e idoneidad clinicas, y poco después de ingresar en Ackerman ya estaba ensefiando, supervisando y orientando a terapeutas mas j6venes. Olga y yo compartimos algunas tradiciones sociales y culturales que han conformado nuestra visi6n del mundo. Ambas somos hijas de inmigrantes judios y fuimos criadas en una atmésfera de conciencia social y protesta politicaa la que suscribimos y en la que a menudo participamos en forma activa. Cuando surgié el movimiento femenino, lo vimos como una extensién natural de los diversos movimientos en favor del cambio social que habfamos conocido a través de los afios. Pero ambas pronto entendimos que, para nosotras, éste era diferente. Implicaba una concientizacién que afectaba directamente el modo en que conduciamos nuestras vidas, entablébamos relaciones, cridbamos a nuestros hijos y nos percibiamos a nosotras mismas como mujeres. Tenia el potencial de transformar, no s6lo de reformar, la sustancia y las condiciones de nuestras propias vidas. Enel caso de Peggy, estaba el legado de antepasados pioneros que colonizaron el Oeste y de padres que vivieron de acuerdo con tradiciones forjadas a partir de la experiencia de aquellos que, excluidos de la corriente social mayoritaria, buscaban su propio territorio. El feminismo fue para ella otro canal a través del cual expresar su lucha personal por la independencia y su busqueda de nuevos modos de enfocar su propia vida y extraerle el significado. El padre de Betty habia construido su vida en tomo a la conviccién de que la sociedad necesitaba crear oportunidades para sus miembros en desventaja. Convencié a varios empresarios para que contrataran a discapacitados y desarrollé programas de entrenamiento para posibilitar que personas con necesidades especiales ingresaran en el mundo del trabajo. Comprender las necesidades especiales de cualquier grupo de personas privadas de acceder a las oportunidades y los PROLOGO: 19 privilegios de la sociedad era una segunda naturaleza para Betty, y el feminismo no parecié nada alejado de las preocupaciones éticas de su familia. Cuando las cuatro nos reunimos por primera vez en el verano de 1977 para discutir posibles modos de introducir una toma de conciencia sobre la condicién de la mujer y el feminismo en la corriente general de Ja terapia familiar, nos impresion6é comprobar en qué medida el movimiento femenino ya habia comen- zado a afectar nuestras vidas y nuestro modo de pensar. Seguramente, la mismo debia estarle sucediendo a muchas de riuestras colegas. La lectura de la obra de Friedan que habia hecho Betty tuvo el efecto de sepultar gran parte de las ideas tradicionales que le habfa dejado su formaci6n catélica irlandesa, y Peggy estaba examinando algunas de sus propias decisiones, asi como su desarrollo personal, através del lente de la.conciencia femenina. Olga estaba reestructurando ciertos aspectos de su vida familiar, dado queellay su maridocompartian un “despertar” feminista y una revisién de los antiguos roles. Y yo estaba embarcada en el temerario desafio de salir adelante por mi cuenta, con tres hijos, y agradecida al movimiento femenino por haber hecho que ésta fuera una opci6n posible. Todas nosotras estébamos experimentando una nueva libertad para ocupar un lugar predominante en nuestro campo y para asumir una presencia mds “publica”, y estabamos también luchando con las implicaciones personales de tales empresas. Dado que yo habia tomado la iniciativa para que nos reuniéramos, sabfa que necesitaba tener un plan que nos mantuviera juntas. Aquf estabamos, cuatro mujeres profesionales sumamente atareadas con nuestras funciones de terapeutas, docentes, supervisoras, administradoras y directoras de programas, ademas de las de criar hijos, atender las tareas domésticas, lidiar con matrimo- nios y divorcios, cuidar a padres ancianos, mantener amistades, concertar reuniones de familia y organizar transiciones familiares; cuatro mujeres de diferentes procedencias que compartiamos una profesién y, ahora, también una causa comin. Era muy estimulante. Propuse que comenzdramos por realizar un seminario juntas, utilizando nuestras propias grabaciones y materiales clinicos para ilustrar algunos de los aspectos y dilemas profesionales criticos. Mi Ppropuesta fue aceptada. Y asi se inicié nuestro trabajo juntas. El proyecto femenino en terapia familiar Nos presentamos por primera vez como grupo en diciembre de 1978. Nuestro seminario, llamado “Las mujeres como terapeutas familiares”, tuvo lugar en Filadelfia. Antes nos habiamos reunido varias veces para preparar nuestro material ¢ instaurado informalmente lo que habria de convertirse en la estructura de nuestro estilo de colaboracién. Cada una de nosotras se hizo cargo de un eje temdtico con el que nos sentfamos particularmente identificadas, o de un aspecto clinico con el que est4bamos més familiarizadas. En nuestros 20 LA RED INVISIBLE encuentros, procurébamos detectar los puntos relativosa la condici6n de la mujer en nuestros casos y presentaciones, y analizAbamos modos de abordarlos. Luego, cada una de nosotras, por separado, preparaba una presentacién desde la perspectiva de nuestro propio estilo y orientacion metodolégica. Ese primer seminario fue un éxito definitivo para nosotras. Los participantes no s6lo nos brindaron una respuesta entusiasta sino que también insistieron en que la necesidad de continuar integrando la problematica de la mujer ala terapia familiar era perentoria. Las mujeres presentes hablaron, algunas de ellas por primera vez ante un grupo numeroso, acerca de sus propias inquietudes. Plantearon problemas que iban desde el uso que debian hacer las terapeutas mujeres de su autoridad hasta la manera de reestructurar los sistemas de asignaci6n de servicios en favor de las mujeres. Algunas relataron sus experien- cias en materia de prejuicios séxuales en los organismos en que realizaban su practica profesional o en sus programas de capacitacién en terapia familiar. Lo més importante es que hubo una coincidencia general en que la voz distintiva de las mujeres en el campo de la salud mental, en los organismos sociales, como terapeutas, como pacientes, dentro de los sistemas familiares, estaba ausente de los muchos libretos vigentes de la terapia familiar, y que este seminario era el primero en hacer oir esa voz. Al examinar los problemas de las mujeres como terapeutas familiares durante ese seminario, nos encontramos confrontando diversos temas, desde la Politica social y los sistemas de servicios de entregas hasta el uso que hacia la terapeuta de si misma. Comprobamos que nosotras, al igual que nuestro auditorio, proponiamos més interrogantes a cada paso, y que tenfamos pocas respuestas. Descubrimos nuestra propia falta de familiaridad con las nuevas teorias del desarrollo femenino,ocon lasinvestigaciones sobre lasconsecuencias econdémicas y sociales del rol tradicional de la mujer en la familia. Habfa mucho que aprender y mucho que hacer. zAsumirfamos nosotras esa tarea? zDebfamos tomar la investigacién de estos temas como algo prioritario en nuestras ya sobrecargadas vidas personales y profesionales? ;Esi4bamos preparadas para cuestionar algunos de los presupuestos teéricos y de las practicas de la terapia familiar? ;C6mo empezariamos a organizar y estructurar tal proyecto? ¢Y cual deberia ser nuestro rol en éI? Después del entusiasmo del desafio, el descubri- miento y el amplio respaldo que experimentamos en nuestro primer seminario, sobrevino ese periodo de autoexploracién y autocuestionamiento que “pone a prueba las almas de los hombres (y las mujeres)”. Tomamos cuatro decisiones fundamentales: (1) Continuarfamos colaboran- do en tomo a las cuestiones relativas a la mujer en las familias y en la terapia familiar. (2) Nos darfamos el nombre de “El Proyecto Femenino en Terapia Familiar”. (3) Realizarfamos otro seminario fuera de nuestros centros de trabajo ~ y Patrocinado exclusivamente por el Proyecto Femenino. (4) Nos gustaba “ PROLOGO 21 trabajar juntas y encontrabamos que nuestra relaci6n como colegas era tanto intelectualmente estimulante como profesionalmente productiva. A efectos de las presentaciones, asi como de la conducci6n de nuestras reuniones, yo pasé a ser la coordinadora, y el Centro de Prictica de Terapia Familiar en Washington, la rama administrativa del proyecto. Establecimos la regla de que si alguna de nosotras tenia serias objeciones a cualquier actividad, procedimiento o politica, o a cualquier idea, teorfa o enfoque, todas respetaria- mos el derecho de veto individual. Concordamos en-esforzamos por llegar a un consenso en cuanto a la teoria atinente a las mujeres en las familias y a los. aspectos relativos a la mujer, y a evitar tal esfuerzo en lo referente a nuestras diferencias metodolégicas. A partir de este acuerdo y de laexperienciade nuestro primer seminario, desarrollamos una f6rmula clara para nuestra continuada colaboracién... Trabajarfamos juntas para elaborar un marco terico para el andlisis de los temas inherentes a la mujer, asi como una perspectiva feminista en la terapia familiar, y trabajarfamos por separado para ilustrar o presentar esta perspectiva feminista dentro de nuestras propias técnicas y enfoques individua- les. Todas estébamos seguras de que no desedébamos formar ninguna especie de cofradia. Queriamos que el proyecto sirviera de vehiculo para la introduccién de Jos temas de la mujer y la teorfa feminista en la corriente general de la terapia familiar y aspirabamos a hacer participar a la mayor cantidad posible de terapeutas interesados y comprometidos con la propuesta. Con esta finalidad, empezamos a preparar una serie de seminarios. Aestaaltura, todavia alberg4bamos la ilusién de que el Proyecto Femenino seria una adici6n pequefia, aunque importante, a nuestras ya nutridas activida- des. Pero sin darnos cuenta, nos habiamos embarcado en la travesia mas compleja, tormentosa y gratificante de nuestras vidas profesionales. Habfamos tocado una cuerda sensible en las mujeres del campo. En marzo de 1978 presentamos un seminario sobre los temas de la mujer dentro de la terapia familiar en el encuentro anual de la Asociacién Ortopsiquia- trica Americana. No habiamos esperado la numerosa concurrencia que tuvimos en este encuentro y nos sentimos estimuladas y alentadas por la participacién mutuamente respetuosa, activa y bien fundamentada de muchos de los asistentes. En junio de ese afio los dos primeros artfculos sobre los enfoques feministas en la terapia familiar aparecieron en publicaciones especializadas en terapia fami- liar: “Un enfoque feminista de la terapia familiar”, de Rachel Hare Mustin, en Family Process, y el atticulo escrito por Hare Mustin con su colega Hines, sobre “Preocupaciones éticas en la terapia familiar”, el cual aparecié en Journal of Marriage and Family Therapy. Nuestra primera serie de seminarios, en 1979, fue proyectada en tomo al articulo “El dilema de las mujeres en las familias”. A medidaque lidi4bamoscon este vasto tema al desarrollar nuestras ideas y nuestras presentaciones, nos dimos cuenta de que tendriamos que reducir nuestro foco de atencién. Decidimos 22 LA RED INVISIBLE organizar nuestro pensamiento en toro alos roles y las relaciones de las mujeres dentro de la estructura de Ia familia, centréndonos en una relaci6n en particular a fin de explorarla con el mayor detenimiento posible. De este esfuerzo surgié nuestra siguiente presentaci6n pdblica: “Madres e hijas”. Unas quinientas 0 seiscientas personas asistieron a nuestro primer seminario sobre este tema, el que tuvo lugar en Nueva York, en la primavera de 1980. Los terapeutas venfan acompaifiados por sus madres 0 sus hijas y en el auditorio estuvieron represen- tadas varias generaciones de terapeutas mujeres. Procesos, politicas, experien- cias personales y clinicas, metodologifa y teoria, fueron examinados con referen- ciaa larelaci6n entre madres e hijas. El procedimiento de utilizar el contexto mds amplio de la socializacién basada en el género para examinar las relaciones, en lugar de un sistema familiar.exclusivamente interno, nos suministré la herra- mienta necesaria para experimentar con revisiones y adaptaciones Clinicas. Repetimos nuestro seminario sobre “Madres e hijas” en diversas partes del pais y en Inglaterra en 1981-82, culminando en un simposio residencial de mujeres de una semana de duracién, realizado en las Berkshires en el verano de 1983. Al afio siguiente preparamos y presentamos seminarios sobre “Madres e hijos varones, padres e hijas” y publicamos dos monograffas que contenfan presentaciones representativas procedentes de estos seminarios. Est4bamos formando una red de contactos con otras terapeutas familiares del pais y del extranjero, prestando nuestro apoyo y cualquier colaboracién que podiamos al trabajo de j6venes mujeres terapeutas que desarrollaban teorias, escribian y hacfan investigaciones en el campo del feminismo y la terapia familiar, y orientando a terapeutas talentosas en nuestros programas de capacitacién. Nuestra propia amistad y respeto mutuo se iba profundizando, y pese a nuestras personalidades competitivas era evidente que estbamos disfrutando y compar- tiendo genuinamente nuestros éxitos individuales, asf como nuestros esfuerzos colectivos en el campo. Con la sensaci6n de algo inevitable, supimos que tenfa que haber una nueva tarea en vista. Este libro: Nuestro proceso Y asi encontramos, en nuestro trabajo juntas, un libro que escribir, y durante el verano de 1984 comenzamos a planearlo. De mas est4 decir que desde entonces hemos cambiado de rumbo muchas veces y navegado a través de varios mares tormentosos. Cuando nos reunimos durante el verano de 1986 para una de nuestras aparentemente interminables sesiones de escritura, hablamos de lo que nos habia mantenido en marcha y de cémo fue que la calidad de nuestra colaboracién habria aumentado, y aun mejorado, a través de cinco afios de seminarios, reuniones, presentaciones y controversias administrativas, adem4s de dos afios de escribir, corregir, volvera escribir y aun mds reuniones. Sin duda, PROLOGO 23 un factor fundamental era la importancia que todas nosotras le conferfamos al tema que est4bamos explorando, la apremiante motivacién a hacer que la conciencia femenina y la experiencia de las mujeres estuvieran representadas en lateoria y la prictica de la terapia familiar. Aun cuando hubo ofensas, malenten- didos, decepciones y exigencias encontradas respecto de prioridades personales y profesionales —aun cuando sentfamos la tentacin de escapar de las incesantes Presiones— siempre retomabamos a la tarea que tenfamos-entre manos porque era un cometido que no podiamos eludir. Por otra parte, el creciente sentimiento de uni6n y amistad entre nosotras nos impuls6 a seguir adelante y se convirtié en algo que ninguna queria hacer peligrar y que todas queriamos preservar. Al reflexionar al respecto, llegamos a la conclusién de que no podriamos haber mantenido el vinculo profesional y la amistad personal que se fueron dando durante nuestros affios de colaboracién si no hubiéramos sido, desde el principio, un grupo de pares, tanto profesional como personalmente. Las cosas podrian no haber marchado bien si hubiera habido una gran disparidad entre nosotras en cuanto a experiencia oautoridaden elcampo,o haber existido diferencias considerables de edad o niveles desiguales de logro profesional. Como pares y como docentes, nuestra colaboracién pas6 a ser uno de los pocos ruedos en los que podfamos ser interminablemente contradecidas y cuestionadas. Desde el comienzo, el Proyecto Femenino habia sido un lugar enel que debatiamos vigorosamente nuestras ideas. Esto result6 ser un buen entrenamiento para los aun mésrigurosos debates ideol6gicos y clinicos que se produjeron mientras escribfamos el libro. Aun cuando polemiz4bamos, y peseaalgunos serios desacuerdos, nuestro compromiso mutuocontinué crecien- do. La estructura y el estilo de colaboracién que tenfamos cambiaron al escribir el libro, Cada una de nosotras preparaba un “borrador” que utilizabamos como base para la discusién, buscando las ideas y temas centrales y descartando otros. Luego cada una escribia un capitulo; después nos encontrabamos, se leia el capitulo en voz alta, y las cuatro analiz4bamos el trabajo de las demas. Muchas veces, en nuestros encuentros personales surgia un punto que deseabamos incluir en el libro, o se aguzaba alguna idea que habia estado rondando mientras trabajabamos con los materiales de los capitulos. Y a la inversa, a veces nos encontrabamos relacionando el material que tenfamos entre manos con ciertas anécdotas o recuerdos personales, ¢ interrumpiamos la lectura de un capitulo para ccontar historias de familia y referir experiencias ilustrativas. Gradualmente, la experiencia personal se convirtié en parte del trabajo, y el trabajo en parte de lo personal, dandonos una sensaci6n de enriquecimiento e integracién. Desde luego, este proceso reflejaba uno de los temas principales de nuestro libro: la integracién de la raz6n y la emocién, de lo personal y lo “politico”, de Jorelacional y lo instrumental. Una y otra vez nos encontramos fundamentando nuestro trabajo con elementos de nuestros propios procesos de aprender a 24 LA RED INVISIBLE relacionarnos, de nuestras experiencias personales. Y una y otra vez comproba- mos que nuestra experiencia personal se veia transformada por obra de lo que estébamos pensando. El procedimiento de leer en voz alta nuestros escritos ante las demés y de admitir criticas, cuestionamientos y discrepancias, nos coloc6en un contexto de intensa intimidad, la que demandaba a Ia vez confianza y respeto por nuestras diferencias individuales. El asunto de determinar el orden en que figurarfamos como autoras de este libro constituye un ejemplo del proceso que vivimos. Al principio, tratando de ser “democratica”, propuse que nuestros nombres aparecieran por orden alfabé- tico, cosa que todos aceptamos. (jBetty Carter estuvo encantada!) Pero luego me empez6 adisgustar la idea y lamenté que todas la hubiéramos aprobado con tanta rapidez. (La perspectiva de figurar en las reseftas bibliograficas como Carter, Papp y otras.no me resultaba para nadaatractiva, por cierto). Me irritaba el hecho d de que yo habia iniciado el Proyecto Femenino pero terminaria apareciendo como la Ultima autora en este libro. Pero cémo podia transmitirles esto a las demés sin parecer pretenciosa, mezquina y competitiva? En una de nuestras reuniones Legué hasta a sugerir, casi bromeando, que nuestros nombres apare- cieranen un circulo, sin comienzo ni final. ;Por suerte nadie me tom6 la palabra! Sabfa que era necesario que hablara con las demés acerca de esto, pero experimentaba una sorprendente reticencia al respecto. Entonces, en una de las reuniones, Olga y yo, casi en forma simulténea, dijimos que querfamos discutir el asunto de la autoria del libro. Era evidente que a ella también le habfa estado molestando (dado que nosotras dos éramos las mds perjudicadas por el orden alfabético.) Y ambas, por separado, habiamos pensado en la misma soluci6n: incluir una autoria colectiva, es decir que como autor del libro figurara El Proyecto Femenino. Betty y Peggy aceptaron de inmediato. En esta atmésfera de comprensi6n pudimos hablar sobre mi conflicto en términos del dilema genera- lizado de las mujeres de tener que ser a la vez complacientes pero firmes de 3 cardcter, sociables pero con criterios propios definidos. Este hecho sirvi6 para. + ilustrar el grado en que las mujeres somos socializadas de modo de evitar <= conductas que parezcan agresivas y de rehuir afirmar la necesidad de que nuestros aportes sean reconocidos por temor a que los demés lo interpreten como una actitud egélatra. Aunque cref estar finalmente conforme por haber dicho lo que queria, me di cuenta de que el conflicto no habia concluido para mi, de que adn no tenfa la sensaci6n de haber logrado lo que merecia. De este modo, los sentimientos individuales respecto de un proceso interpersonal podian ser, y lo 4 fueron, utilizados para instruiros a todas nosotras. 3 Algunos meses més tarde, cuando el libro estaba casi terminado, revimos 4 esta decision y decidimos que la autoria colectiva era inapropiada. Mis colegas consideraron que, como iniciadora del Proyecto Femenino, yo debfa ser la primera autora mencionada y que los nombres de ellas aparecian después, en orden alfabético. Para mi, ese reconocimiento, por parte de estas mujeres en PROLOGO: 25 particular, ser4 siempre una experiencia ms perdurable que el propio orden de aparicién de nuestros nombres. Creo. que una de las cosas que més nos costé al escribir este libro fue abstenernos de abordar la sociologia de laproblematica dela mujera medida que se iba profundizando nuestra conciencia y nuestra familiaridad con la teorfa feminista y el movimiento femenino. Cuando iniciamos nuestro trabajo juntasen el Proyecto Femenino, eso marcé para nosotras el comienzo de. una gradual evoluci6n y una creciente conciencia feminista, y nos sentimos motivadas a compartir, a través de este libro, algo de lo que habiamos aprendido. Tuvimos que recordarnos continuamente a nosotras mismas que no somos tedricas sociales escribiendo sobre los temas de la mujer en general, y ni siquiera segiin se aplican al campo general de la salud mental. El hecho de que somos en primer término clinicas, esencialmente comprometidas con el enfoque de la terapia familiar en nuestro trabajo clfnico y en nuestra labor docente, debfa ser la base sobre la cual habriamos de edificar nuestra propuesta para una perspectiva feminista en la terapia familiar. Nuestro libro se centra en las relaciones de las mujeres dentro de la familia. No hemos hecho ningiin intento de agotar el tema. Tenemos plena conciencia de que enormes porciones de esa experiencia han quedado fuera. No hemos incluido, por ejemplo, ningén capitulo especfficamente dedicado a las hermanas a las abuelas. Hemos procurado plantear algunos de los aspectos, algunas de las situaciones comunes y algunas de las consecuencias de la socializacién basada en el género sobre las relaciones dentro de la familia. No cabe duda de que las cuestiones relativas al género dentro de la familia suscitan muchos problemas y tienen muchas consecuencias para los hombres; pero ése no es el tema central de este libro y rara vez abordamos esos puntos. Con todo, el lector observard en las descripciones de nuestros casos, lasconsecuencias positivas que tienen las intervenciones feministas para los varones de las familias. Cada aspecto que comentamos y cada relacién que exploramos tiene sus implicacio- nes, en algtin nivel, para nuestros compaiieros y nuestros colegas varones. Pero esas implicaciones no son el tema central de nuestro libro. Elmaterial deeste libro est4 proyectado comopara ser aplicableclinicamen- te, El ensayo introductorio de cada capitulo, segin esperamos, suministrar4 un contexto para.considerar los problemas de la familia, las interacciones de los pacientes y las intervenciones clinicas desde una perspectiva feminista. Para facilitar este proceso, cada una de nosotras ha aportado un caso ilustrativo a cada capitulo. En ningén momento intentamos legar a un consenso con respecto a nuestras orientaciones te6ricas y estilos clinicos individuales, los cuales, desde el principio y a lo largo de nuestra colaboracién, han sido diversos y distintivos: Betty Carter presenta un modelo transgeneracional de terapia familiar basadoen la teoria de sistemas de Bowen; Olga Silverstein practica un método sistémico intergeneracional evolucionado, con raices en la escuela de Mil4n, en Bowen y Primera parte ALGUNAS REDEFINICIONES 1. HACIA UNA PERSPECTIVA FEMINISTA EN LA TERAPIA FAMILIAR Los actuales paradigmas de la terapia familiar estan basados en el sistema de valores de la familia norteamericana de los afios cuarenta y cincuenta, y sehan quedadolamentablemente rezagadoscon respectoaciertoscambios sociales que ya est4n en plena marcha. En la estructura y el funcionamiento de la familia se han producido importantes cambios que estan ahora firmemente arraigados en nuestra so- ciedad. Las mujeres,cada vez en mayor némero, no s6lo trabajan fuerade sucasa sino que ya no tienen la opci6n de quedarse en el hogar dado que los dos sueldos por familia se han convertido en una necesidad econémica para las familias de clase trabajadora y en una expectativa para la clase mediaen ascenso. El aumento de divorcios y segundos matrimonios ha dado lugar a una gran cantidad de nuevas formas familiares, con madres que crian solas asus hijos, parejas casadas en segundas nupcias que luchan por integrar a los hijos de él y los hijos de ella con sus ex conyuges, y complicadas redes de parentela extensa. Las estadisticas indican un némerocreciente de relaciones sucesivas fuera del matrimonio, junto con una postergacién del casamiento y la maternidad hasta la mediana edad. Las mujeres tienen cada vez mAs conciencia de su propia sexualidad y de su poder sobre sus propios cuerpos, y se han modificado las expectativas sexuales por parte de ambos sexos. Un punto de fundamental importancia en todos estos cambios esel reconocimiento del derecho dela mujer acontrolar la reproducci6n. En lo referente a estos cambios en la familia y en los roles de las mujeres dentro de la familia, la teorfa de la terapia familiar est4 rezagada con relacién a la cultura en su totalidad. Es ahora imperioso que haya nuevos enfoques en la terapia familiar basados en nuevas premisas sobre qué constituye una familia viable. Hubo tres fasesen la evolucién de nuestra perspectiva feminista en laterapia familiar. La primera fase fue nuestro proceso de definir un marco de referencia feminista en comin y al mismo tiempo preservar nuestra diversidad clinica. La 30 LA RED INVISIBLE segunda fase se podria describir como la fase de la exploraci6n y lacritica, en la cual examinamos la teoria de sistemas y la ausencia del género en sus formula- ciones, y al hacerlo tomamos conciencia de ciertos modelos sociales tendenciosos respecto del sexo, de la funcidn de los roles sexuales en las familias y de la existencia de actitudes sexistas en nuestro propio campo. En esta fase, nos centramos clinicamente en qué era lo que habia que evitar en nuestra practica. La tercera fase esta en vigencia. Es el proceso de desarrollar intervenciones sistémicas no sexistas y feministas, y de revisar y adaptar las intervenciones sistémicas tradicionales de manera de tomar en cuenta el género. Estas interven- ciones alternativas incorporan la nocién de que la experiencia de las mujeres es diferente de la de los hombres. PRIMERA FASE: DEFINICION DE UN MARCO DE REFERENCIA FEMINISTA En un primer momento de nuestro trabajo juntas, no hicimos ningun intento de descubrir la teorfa y los métodos de la terapia familiar. Sabfamos que habia £ diferencias teéricas y metodol6gicas entre nosotras y nos preocupaba, al princi- pio, la posibilidad de que un debate directo sobre nuestros cuatro métodos distintos pudiera dividirnos. No disponfamos de ninguna terminologia o jerga s que fuera mutuamente aceptable, por lo que no podfamos expresar nuestras 3 discusiones en términos de tridngulos, ciclos cibernéticos, jerarquias y fronteras;? familia de origen, ni ninguno de los demas vocablos usuales del discurso de la A terapia familiar. Lo que tenfamos en cominera nuestra amistad, nuestro respeto por el trabajo: de las dems y nuestra voluntad de centrar la atencién en la experiencia de las, mujeres, la que considerabamos habia sido desatendida o distorsionada en re campo de la terapia familiar. Sin pensar ni hablar al respecto, autométicament 4 adoptamos. una estructura no jerarquica y un proceso colectivo y tendiente consenso en nuestras discusiones. Y dado que no nos podiamos comunicaf, satisfactoriamente desde el interior de nuestros diversos métodos, comenzamos - a tratar de hablar y pensar mds alld de esos métodos. Nuestro andlisis se centré entonces en las implicaciones y origenes sociales; culturales y politicos de distintas conceptualizaciones 0 intervenciones clinic; Nos preguntabamos: {La aplicacién de esta técnica, o esta formulacién, § limitarfaa reflejar estereotipos de género o serviria para cuestionar o contra tar tales estereotipos? ¢Cudles son las raices sociales 0 culturales de un concept particular? {Cual es el metamensaje que transmite determinada intervenci6n cada género? {Cémo varia el metamensaje de una técnica dada segun el gé ts del terapeuta? {Esta intervenci6n tendré el efecto de reforzar una situaciOn sexista o brindaré una alternativa? En nuestras charlas, por lo tanto, partiamos de una situaci6n clinica, 0 ° HACIA UNA PERSPECTIVA FEMINISTA EN TERAPIA FAMILIAR 31 nuestras propias situaciones de vida personales, y luego llev4bamos el andlisis alnivel del sistema social, salteando el nivel de la teoria y el método de la terapia familiar con sus limitaciones para nuestro pensamiento. Estébamos definiendo un punto de vista compartido, un sistema de valores, que serfalo suficientemente fuerte como para permitimos abrimos paso a través de nuestra adhesién a las diferentes metodologias. Fue en un momento bastante posterior de nuestro proceso cuando comenzamos a valorar nuestras diferencias por el amplio espectro de direcciones y opciones clinicas que ofrecen. Al principio procuramos no abordar directamente esas diferencias mientras sent4bamos una base de coincidencia. En la primera fase, por lo tanto, nos pusimos de acuerdo en una definicion operativa del “feminismo” y elaboramos dos principios generales para orientar nuestra futura discusi6n del campo dela terapia familiar. El feminismo, acordamos, es un marco 0 visién del mundo humanista cuyo objeto son los roles, las reglas y las funciones que organizan las interacciones hombre-mujer. El feminismo busca incluir la experiencia de las mujeres en todas las formulaciones de la experiencia humana y eliminar el predominio de las premisas masculinas. El feminismo no culpa al hombre como individuo del sistema social patriarcal existente sino que trata de comprender y cambiar el proceso de socializaci6n que determina que hombres y mujeres sigan pensando y actuando dentrode un marco sexista, dominado por el var6n. Los principios operativos centrales de nuestras revisiones de la terapia familiar derivan de esta perspectiva feminista. En primer lugar, ninguna formulaci6n de sistemas puede ser independiente de la cuesti6n del género. Las formulaciones que pretenden ser independientes del género, o “neutrales”, de hecho son sexistas porque reproducen la ficcién social de que existe igualdad entre hombres y mujeres. Lasmujeres, en realidad, est4n en desventajaen nuestra sociedad, y el hecho de no reconocerlo significa redoblar esa desventaja. En segundo lugar, todas las intervenciones deben tomar en cuenta el género por via de reconocer los procesos de socializacién diferentes de mujeres y hombres, prestando-especial atencién al modo en que estos procesos ponen en desventaja a las mujeres. Debemos reconocer que cada género percibe un significado distinto en la misma intervenci6n clinica y que, por consiguiente, se siente o bien culpado o bien respaldado por una idéntica instancia terapéutica. SEGUNDA FASE: UN EXAMEN DE LA TEORIA DE SISTEMAS YY DE COMO SE LA UTILIZA PARA PONER EN DESVENTAJA A LAS MUJERES Durante esta fase efectuamos un examen de la teorfa de sistemas familiares y exploramos los modos en que se la usa para poner en desventaja a las mujeres. En nuestras discusiones resefiamos los conceptos que constitufan presupuestos 32 LA RED INVISIBLE compartidos por las principales escuelas de terapia familiar. Luego tratamos de determinar si un concepto dado era en sf mismo sexista, si se prestaba a una interpretaci6n sexista y/o si erautilizado en forma abusiva y generalizada por los terapeutas familiares para desventaja de las mujeres. A medida que nuestro pensamiento avanzaba en esta direccién y que tomamos conciencia de las ramificaciones sexistas de ciertas intervenciones clinicas, dejamos de’ utili- Zarlas. Fue en este punto cuando cada una de nosotras comenzé a poner en tela de juicio sus propiospresupuestos clinicos y a observar y escuchar con mésatencién a las demés. Seria un error presumir que porque somos mujeres podiamos advertir autométicamente las formas en que se perpetiia la posicion de la mujer dentro de la estructura social. Nos result6 muy arduo descubrir los modos en que el sexismo habia pasado “naturalmente” a formar parte del campo de la terapia familiar y de nuestra propia practica profesional. El hecho de que las cuatro tengamos una posicién destacada en este campo y hayamos hecho una buena carrera pese a cualquier desventaja que pudiéramos haber sufrido por ser mujeres, no nos facilitaba la empresa de detectar el prejuicio sexual en nuestro trabajo. Es cierto que no estébamos poniendo en peligro ningén empleo por adoptar una nueva postura. Pero nuestra mayor dificultad se debfa a los muchos afios de experiencia de vida, y de experiencia profesional, en que habfamos hecho las cosas de determinada manera, sintiéndonos seguras y competentes en lo que hacfamos y renuentes a cuestionar o trastomar en demasia nuestra posicin. Es muy posible que si nos hubiéramos dado cuenta desde el principio de ladimensi6n del cambio —en lo personal y en lo profesional—que estébamos poniendo en marcha para nosotras mismas, jam4s habriamos empezado. Cierta- mente, si hubiéramos previsto la cantidad de reacciones airadas y criticas personales a que seriamos sometidas por nuestros colegas, tal vez lo habriamos pensado dos veces antes de emprender este nuevo rumbo. Pero esas reacciones coléricas fueron posteriores, y con lo que més tuvimos que luchar cuando comenzamos a criticar las premisas de la teorfa y la terapia familiar fue con nuestra propia “resistencia” a hacerlo. Estuvimos de acuerdo en que a menos que los presupuestos patriarcales implicitos respecto de la familia sean explicitamente abordados y/o tomados en cuenta en las formulaciones y las intervenciones de la terapia familiar, los pacientesentenderan queson implicitamente aceptados. Por estaraz6n, creemos que no hay tal cosa como la “neutralidad respecto del género”. La “neutralidad” significa dejar a los presupuestos patriarcales existentes en su sitio implicitos e incuestionados. HACIA UNA PERSPECTIVA FEMINISTA EN TERAPIA FAMILIAR, 33 LOS PRESUPUESTOS PATRIARCALES El modelo patriarcal predominante de 1a familia se funda en varios presu- puestos que durante mucho tiempo hemos dado por sentados. Un concepto esencial para la organizaci6n familiar patriarcal es el de la complementariedad de los roles, por el que las tareas instrumentales como las de ganar dinero a través del trabajo corresponden a los hombres, y las tareas emocionales, tales como fomentar, crear y mantener las relaciones, y criar a los hijos, corresponden ala mujer. En este modelo, ta organizacién del poder est4 basada en la jerarquia masculina. En contraste con esta organizacién se encuentra nuestro modelo feminista de la familia, caracterizado por la simetria de los roles, en la cual ambos sexos desempefian tareas tanto instrumentales como expresivas, en lo laboral y en lo afectivo. Este modelo refleja un criterio igualitario del poder entre var6n y mujer y un enfoque m4s democratico y consensual de Ia crianza de los hijos. Aunque muchas personas reconocen que el modelo feminista de la familia seria m4s satisfactorio desde el punto de vista humano para ambos sexos, es evidente que los hombres tendrfan que resignar poder, el que implica status 7 a menudo dinero, a cambio de recompensas menos tangibles, y que con suma frecuencia noest4n dispuestosa hacerlo. También es dificil paraalgunas mujeres renunciar a la idea de que deberian ser econémicamente mantenidas por los hombres y que necesitan un hombre para que sus vidas sean satisfactorias, econdémica, social y emocionalmente. El punto de vista sistémico sobre las relaciones hombre-mujer e intergene- racional es que son interdependientes. En este contexto, la madurez deberia definirse, idealmente, como autonomia con vinculacién. Este ideal contrastacon la noci6n patriarcal que divide estos atributos, asignandole “autonomia” (en realidad, separaci6n) a los hombres, y “vinculacién” (en realidad, dependencia) a las mujeres. De hecho, esa division nos leva a confundir separaci6n o desvinculacién con autonomia, un signo de madurez valorado, mientras que la “vinculacién” se equipara con dependencia, sefial de inmadurez y por lo tanto desvalorizada. Un grave error conceptual radica en suponer que rasgos tales como “auto- nom{a” o “dependencia” son inherentes a la persona de los hombres y las Mujeres, y no que son adjudicados a éstos por parte de una sociedad patriarcal, sobre la base del género. A los hombres se les asigna “autonomfa”, con el poder y la desvinculaci6n emocional consiguientes, mientras que a las mujeres se les asigna “dependencia”, tanto con la vinculacién emocional como con la falta de poder que la acompafian. Aunque estar desconectado y ser dependiente son ambas situaciones desventajosas, es evidente que la de ser dependiente significa una amenaza mucho més grave a la posibilidad de supervivencia. En la actualidad, estamos atravesando un perfodo de transici6n social en el 34 LA RED INVISIBLE cual la rigidez de 1a estructura patriarcal tradicional de la familia ha sido cuestionada y se han introducido cambios dentro de ese sistema. Pero la mayoria de esos cambios son conductales y consisten en que las mujeres hayan ingresado en el mercado de trabajo y se hagan cargo en forma permanente de una parte de lacarga econémica de la familia. No se ha producido ningtn cambio significa- tivo en la posicién de los hombres respecto de la vida familiar, ni ningtin cambio verdadero en lasactitudes basicas de la mayoria de los hombres y las mujeres en tornoalaorganizaci6n dela familia, si bien hay casos aislados de reparto de roles en mayor niimero que antes. Las instituciones econdmicas, sociales y legales en nuestra sociedad no propician los cambios que permitirfan alas mujeres trabajar més fuera del hogar, y a los hombres trabajar mas dentro de éste, a través de arreglos convenientes para el cuidado de los nifios y de darle prioridad y status social al trabajo de criar a los hijos. Pese a la desigualdad de oportunidades y de remuneraci6n, y a la falta de respaldo social, las mujeres est4n trabajando més fuera de su casa, algunas por necesidad y otras por la libertad de opcién y la autorrealizacién que eso les brinda. Cualesquiera sean las razones, ahora las mujeres se han ganado la libertad de trabajar a tiempo completo en dos ocupaciones —su carrera y su familia— y han perdido la expectativa social y legal de que ella y sus hijos serdn econé- micamente mantenidos por un hombre. Lo que se necesita para completar este cambio en un sentido que beneficie a toda la familia es que los hombres compartan la responsabilidad de la crianza de los hijos, tanto brindando un apoyo econémico como a través de su propia participacion, y abandonen la idea de que el objetivo central al que deben dirigir sus energias est4 en el trabajo fuera del hogar. Esto sin duda implicaria una pérdida de status, dinero y poder para los hombres. CONCEPTOS DE LOS SISTEMAS FAMILIARES Para analizar la forma en que las intervenciones de la terapia familiar partieron de los presupuestos patriarcales sobre los roles masculino y femenino y la organizacién de la familia, debemos considerar el efecto de los principales conceptos de los sistemas familiares. A continuacién haremos una resefia de los principales conceptos del campo y del modo en que se los utiliza abusivamente para desventaja de las mujeres. Comenzamos con el concepto bsico de fusi6n. Fusion y distancia son las dos caras de la misma moneda Nuestro punto de vista feminista del concepto de fusi6n 0 “intrincacién” HACIA UNA PERSPECTIVA FEMINISTA EN TERAPIA FAMILIAR, 35 —el proceso de unificacién y distanciamiento reactivo que se da en las parejas. y en las relaciones familiares— consiste en reconocer que los roles tradicional- mente asignados a los sexos afectan el modo en que las personas de cada sexo manifiestan su “inmadurez”. Asti, suele ser la mujer la que muestra los sfntomas de la dependencia: buscar aprobacién, evitar los conflictos, conciliar, apoyarse demasiado en otros y actuar con incompetencia. Los varones manifiestan exactamente el mismo grado de inmadurez de una manera diferente: a través del aislamiento emocional, la inaccesibilidad, la aparente indiferencia, el retrai- miento, la reserva ante los demés y el temor a la vulnerabilidad. Cuando uno de estos conjuntos de sintomas se manifiesta en el sexo opuesto (es decir, sintomas de dependencia en un var6n o conducta distante en una mujer), el mismo es doblemente patologizado por los terapeutas. Hay varios modos en que el concepto de fusi6nes mal utilizado ena practica de la terapia familiar. El primero y m4s frecuente radica en interpretar incorrec- tamente que la fusi6n se aplicas6loa lasrelaciones estrechas dentro de la familia, Jas que invariablemente incluyen mujeres, mientras que la funciéncomplementaria del varén distante es ignorada o pasada por alto. De hecho, los términos “estrecha” y “demasiado estrecha” se suelen utilizar para desacreditar la genuina intimidad y la vinculacién positiva de las madres con sus hijos. Ciertamente, nuestra jerga podria utilizar una palabra mejor que ésas para designar el enmarafiamiento emocional 0 la ligaz6n negativa. Dado el rol central asignado a las mujeres en la preservacién del matrimonio y lacrianza de los hijos, generalmente son ellas las que plantean los problemas emocionales importantes en la familia. En la terapia, en lugar de considerar validas las preocupaciones de las mujeres, los terapeutas suelen catalogarlas automAticamente como “preocupaci6n excesiva” 0 “acoso” emocional, como si el hecho de plantear la existencia del problema, ola manera de plantearlo, fue- ta el verdadero problema. De este modo, los terapeutas desvalorizan el rol acti- vo y unificador que cumplen las mujeres en las familias. También tienden a enfocar en primer lugar la parte del problema que incluye a laesposaola madre debido a que las mujeres toleran ser culpadas o responsabilizadas a este respecto. : Por consiguiente, a menudo hay un enfoque inicial y negativo en las relaciones percibidas como “intrincadas”, asi como una predisposici6n a tratar al varén distante de un modo positivo 0 conciliador que deja la impresi6n de que la esposa/madre es culpable de toda relaci6n disfuncional, o que ella sola es la responsable de lograr que la situaci6n cambie. Este prejuicio es tratado como un principio neutral de la practica correcta y se refleja en ciertos lemas de los cursos de capacitacién, como los siguientes: 36 LA RED INVISIBLE No centrar el tratamiento en el individuo distante. 2. Siempreintervenir primero conel sobrefuncionadoro el hiperresponsable. 3. Larelacién intrincada debe ser resuelta antes de que el individuo distante pueda participar. 4. Comenzar siempre con el individuo mas accesible al cambio. Estos lemas didacticos pasan por alto o niegan el hecho de que términostales : como “distante”, “‘sobrefuncionador”, “intrincada” y demés, casi siempre se * asocian con uno u otro género especifico y previsible que cumple tareas socialmente determinadas, y que no son términos neutrales descriptivos de una” posicién disfuncional. Esta terminologia se vincula con la presuposicién clinica: de que si tan s6lo laesposa/madre “se rectificara” 0 “aflojara los lazos”, entonces el “distante” podria integrarse y participar, lo que en realidad implica que el:: cényuge activo est4 bloqueando al distante, por lo que es culpable de log problemas existentes en la familia. De hecho, el “distante” no se integra: automaticamente, sino que requiere atenci6n y ayuda para hacerlo. Y el cényugé estrechamente vinculado (por lo general la mujer) tiene raz6n en temer que se~ produzca un vacio “si afloja los lazos” 0 “se rectifica”. Estas técnicas de la* Practica también menospreciana los hombres pues se basan en el supuesto de que €stos son incapaces de prestarse voluntariamente a una participacién emocional. en la terapiaoen la familia y que nose los debe desafiar ni confrontar, no seacosa que huyan despavoridos o se paralicen por completo. Sobre todo, debe hacerse notar que si bien estas técnicas fueron desarrolladas debidoa que “dan resultado”, ese “resultado” generalmente equivale a restaurar un sistema desequilibrado devolviéndole su anterior equilibrio patriarcal, con las viejas jerarquias y fronteras en su sitio. Por lo tanto, el problema no lo constituyen estas técnicas en si mismas, sino el paradigma de familia anacrénico y sexista al que remiten. Reciprocidad El concepto de la reciprocidad supone que todas las personas envueltas en un problema cumplen un papel en cuanto a la perpetuacidn de ese problema por via de reforzar la conducta del otro. Los ejemplos mds cominmente citados son el de la madre regajiona y el hijo indolente, o el del marido apaleador y la esposa apaleada. Sin embargo, este concepto, tal como se lo ensefia, omite explicar que “cumplir un papel” no significa “cumplir un papel equivalente”. Se podria decir, por ejemplo, que un bebé de dos meses que se pone a llorar “cumple un papel” en el hecho de ser maltratado, puesto que se puede argumentar que el maltrato no ocurriria si el bebé no estuviera presente, o no Horara. Pero es evidente que los papeles que cumplen el bebé y el progenitor que lo maltrata son equivalentes. HACIA UNA PERSPECTIVA FEMINISTA EN TERAPIA FAMILIAR 37 El bebé noes responsable del maltrato, no tiene igual poder, ni iguales opciones, ni igual capacidad para modificar el ciclo. Tampoco los tiene la esposa apaleada, la victima de un incesto, el chico indolente, ni nadie que esté sojuzgado por otro de mayor tamaiio, fuerza, edad o posicién de influencia. Sin duda, los dos ejemplos citados de conductas recfprocas presentan dos situaciones ubicadas en los extremos opuestos de cualquier espectro de significaci6n. Las madres regafionas y los maridos apaleadores tienen muy poco en comin excepto cuando se los considera dentro de un sistema de creencias cerrado en el que todas las interacciones interpersonales se ven como igualmente reciprocas. Lamentablemente, el propio hecho de poner estas dos situaciones lado a lado como ejemplos del mismo proceso —cosa que suele suceder en nuestra bibliografia de la terapia familiar— se presta a distorsionar toda evaluacién clinica. La reciprocidad es una herramienta conceptual dtil, pero también puede conducimos a la concepci6n clinica de que todas las conductas no s6lo estén similarmente construidas sino que también son del mismo orden de importancia. Elinterrogatorio por parte del terapeuta que pretende ser “neutral”, “circular” o “sistémico” de hecho suele llevar implicita la nocién de la responsabilidad o la culpa unilaterales, como por ejemplo cuando se pregunta: “Qué hace usted para encolerizarasu marido?” , “;De qué manera tu madre provoca atu padre?”, “¢Cémo empujauisted a su marido ala bebida?” Un modo de enfocar los factores sistémicos que probablemente contribuyen al mantenimiento del patr6n proble- mAatico, sin dejar de lado ni la responsabilidad individual por la conducta ni el contexto social, radicaria en formular preguntas como: “;Qué hace usted cuando su marido se enfurece?”, “;Qué haces cuando tus padres se pelean?”, 0 “;Qué hace usted cuando su marido se embriaga?” Estas preguntas toman en cuenta tanto los aspectos interactivos de todo intercambio familiar como la responsabi- lidad individual de cada miembro de la familia respecto de su propia conducta. Complementariedad Laarmoniaes un atributo de un sistema que requiere que los diferentes roles, conductas y emociones de los individuos que integran el sistema estén en equilibrio dinémico. Un sistema arménico puede incluir, tipicamente, roles polarizados talescomo hijo bueno-hijo malo, distanciante-perseguidor, trabajador externo-cuidador interno. De acuerdo con nuestra perspectiva, sin embargo, la polarizacién es un modo poco satisfactorio de lograr la armonia, dado que exige la existencia de individuos desequilibrados a efectos de mantener el equilibrio dentro del sistema. Los roles polarizados reflejan la prioridad de la armonfa del sistema sobre las necesidades de los individuos que lo componen. Es potencialmente mas 38 LA RED INVISIBLE liberador, en cambio, que cada individuo del sistema alcance una armonia interna de rasgos y funciones complementarios. La complementariedad se relaciona con la indole inductiva de los modelos de interacci6n, es decir,con la formaen que las conductas de una persona inducen al otro a adoptar conductas que complementen a las suyas, y viceversa. Este concepto, ademas de los roles y las funciones, remite a caracteristicas emocio- nales tales como inquieto y calmo, efusivo y reprimido, voluble y estable, conversador y reservado, generoso y contenido, y asi sucesivamente. La necesidad de mantener la complementariedad 0 la armonia en la familia se esgrime como una raz6n para asignar roles a las mujeres que complementen los roles elegidos por los hombres. Asi, las mujeres realizan aquellas tareas que los hombres prefieren no hacer, como por ejemplo las labores domésticas y el cuidado de los nifios, y no compiten en aquellos terrenos que los hombres ~ seleccionancomo sus dominios exclusivos, es decir, el logro personal, el trabajo; © las finanzas, y demas. i La terapiade sistemas es discriminatoria en contra de las mujeres al procurar © la armonia y el equilibrio para el sistema familiar como unidad, sin tomar en ‘ cuenta el acceso desigual de cada individuo a la opci6n de su rol. La pretensién * de que los hombres y las mujeres son engranajes carentes de géneroen el sistema nos impide advertir que a las mujeres se las hace mds responsables que a los § hombres de lograr que las cosas marchen bien, en la familia y en la terapia familiar, y que los roles, tareas y gratificaciones “complementarias” del sistema “ estable son asignados por género, en forma no equitativa, a sus miembros masculinos y femeninos. Pero el contexto social presta significados e imagenes aesas conductasy roles complementarios. Asi, por ejemplo, la mujer conversadora * “parlotea”, el hombre reservado “profundiza”; la madre ansiosa “revolotea”, el” padre distante “se preocupa”. Y asi sucesivamente. Estas imagenes y asociacio- nes socialmente construidas llevan consigo connotaciones positivas y negativas. Ninguna de‘nosotras, paciente o terapeuta, puede escapar de ellas. La teoriade lacomplementariedad incluye tanto respuestas contingentes (en tanto una conducta induce otra) como respuestas derivadas (en tanto una conducta es una reacci6n y una respuesta a otra). Hay cierta paridad implicitaen esa definicién, pero con implicaciones diferentes para los hombres y las mujeres. Para las mujeres, culturalmente definidas como dependientes de la conducta masculina, esas nociones tienen el efecto de mantenerlas en el mismo lugar psicoldgico. En el caso de los hombres, que se ven a si mismos como autodefi- nidos, el hecho de amar la atencién sobre la incidencia de las relaciones en su : conducta servird para expandir su contexto de modo de incluir nuevas conductas. .- El concepto de la complementariedad es una elaboracién terapéutica util, un : medio practico de producir el cambio. El problema es que quienes utilizan dicho concepto pueden empezar a creer que el mismo refleja la realidad. Para que la noci6n de la complementariedad en la interacci6n humana pudiera ser algo mas HACIA UNA PERSPECTIVA FEMINISTA EN TERAPIA FAMILIAR, 39 que una elaboraci6n hipotética, deberia reflejar las estructuras sociales, econ6- micas y polfticas dentro de las cuales existe el sistema familiar. No puede haber una verdadera complementariedad en lasrelaciones humanas si los antecedentes de esas relaciones estén mal balanceados en términos del acceso a las oportuni- dades y el poder en lo social, legal, politico y econémico. Por consiguiente, para creer en la circularidad y la complementariedad en las relaciones humanas, debemos presuponer alguna base de paridad. Si en los hechos esa base no existe, estaremos ante una-abstraccién hipotética que no toma en cuenta los origenes sociales de dichas relaciones. Estaremos respondiendo a un sistema de relacio- nes en un punto dado del tiempo (cuando “éste” ingresa en la terapia) como sino tuvieraningiin precedente en las estructuras sociales m4s amplias. Esto perjudica al miembro de ese sistema que inicié la relacién en la posicién de menos poder. Debemos reconocer que, si bien se necesitan dos personas para poder bailar un tango, si una de ellases la que Illevael compas y la otraes laque lo sigue, los pasos. de ambas no serdn igualmente interdependientes. JSerarquia La jerarquia es un concepto estructural por el que se clasifican el poder y la autoridad relativos de los individuos y subsistemas de la familia y se sefialan las fronteras entre ellos. Cuando se lo aplica en forma rigida, 0 con un criterio sexista, el concepto de jerarqufa pone en desventaja a las mujeres y a los nifios, que siempre terminardn en los tiltimos puestos de cualquier clasificacién basada en la autoridad. Tal como se lo ensefia y practica en el 4mbito de la terapia familiar, el concepto de jerarquia muchas veces no da cabida al estilo femenino de tomar decisiones de un modo més consensual y colectivo, o de ejercer la autoridad (con los hijos, por ejemplo) a través de la relacién més que del empleo explicito del poder. Fronteras Vinculado con el concepto estructural de jerarquia, el concepto de las fronteras prescribe una apropiada separacién entre losmiembros individuales de la familia y entre las distintas generaciones. También circunscribe a la familia nuclear como totalidad. Segtin este concepto, una familia bien organizada tiene fronteras claramente demarcadas que definen una cercania y una distancia “apropiadas” en las relaciones. Este concepto suele tergiversarse principalmente a través de aplicaciones clinicas en las que no se reconoce la existencia de un estilo distintivamente 40 LA RED INVISIBLE femenino de comprensi6n 0 relaci6n. Por ejemplo, en la sala de terapia, cuando lamadre hablaen nombre de otros al tratar de explicarle los problemas familiares al terapeuta, su conducta suele definirse como “intrusiva” o “controladora”, y es muy posible que el terapeuta la frene de algiin modo. La implicacién es que el hecho de que la madre hable hace que los demés se callen y constituye una intromisi6n en el espacio de éstos; por otra parte, la actitud de permanecer en silencio rara vez se define como “controladora” o como creadora de un vacio que la madre trata de Ienar. Tridngulos A diferencia del trio, que puede ser un grupo funcional, “triangulo” es un término utilizado para describir una disfunci6n, como ladesviacin del conflicto entre dos partes a través de una tercera. A medida que crece Ia tensi6n, los tres miembros seacercan y sealejan entre simediante acciones predecibles destinadas : areducir la tensi6n y evitar que quede expuesto directamente el conflicto basico, el que podria dividir al duo original. Es frecuente conceptualizar las relaciones emocionales de una familia como un tridngulo cuyas interacciones son entonces predecibles. Esta forma abstracta de concebir las relaciones humanas tiene varios riesgos. Los triéngulos no suministran ninguna explicacié6n diferencial de las conductas relacionadas con el género, tales como una explicaci6n de por qué las madres suelen ubicarse en el lado asi llamado “excesivamente intimo” o “fusionado” del triéngulo y los padres en la posici6n distante. Por otra parte, describir los problemas emociona- les primordialmente en términos de tridngulos significa definir los problemas como internos al sistema familiar aislado y pasar por alto su directa conexi6n con el sistema social mds amplio. Por ejemplo, la conceptualizacién de un tridngulo en que el marido asume la posici6n distante mientras su madre y su esposa estan en el extremo “excesivamente cercano”, requeriria la intervenci6n convencional de hacer que la esposa se acerque a su marido y que éste establezca fronteras con su madre. Si el terapeuta concibe a dicho tri4ngulo como un caso de esposa “controladora” o “sobrerresponsable que lucha con la madre de su marido por la primacia respecto de éste, y/o de madre que no puede “soltar” a su hijo,es muy probable que las intervenciones no se realicen de un modo que tienda a preservar Ja autoestima de la esposa ni de su suegra. La terapeuta feminista verd a este tri4ngulo como un caso de dos mujeres chocando una con otra en tanto cada una de ellas trata de cumplir con sus responsabilidades familiares a pesar del retrai- miento del hombre. La intervencién se efectuar4 entonces de un modo que respete explicitamente la visién de las mujeres de sus propios roles y luego desafie al marido a comprometerse mds plenamente en su relaci6n con cada una de ellas. HACIA UNA PERSPECTIVA FEMINISTA EN TERAPIA FAMILIAR a Funci6n del sintoma La teoria de sistemas se centra en cémo funcionan la familias dentro de los sistemas cerrados que han organizado. Dentro de estas unidades familiares autocontenidas, todas las conductas, incluyendo los sintomas, cumplen una funcién estabilizadora, es decir que mantienen aquellos modelos de interaccién personal que establecen el equilibrio. De acuerdo con este punto de vista, el sintoma puede concebirse como un medio necesario de regular el sistema mas amplio. Esta conceptualizacién de cémo se organiza la familia pretende estar al margen de cualquier escala de valores, prescindir de los géneros y ser igualitaria. En su objetivo de preservar al sistema global como la suma equilibrada de sus partes, se centra en los modelos necesarios para lograr la estabilidad interna y deja de lado el contexto social y cultural mds amplio dentro del cual'existe la familia misma. Una perspectiva feminista del rol que cumple el sintoma en cuanto a estabilizar el sistema tomaria en cuenta la influencia del género al formular las intervenciones. La prescripcién paradéjica del sintoma suele prestarse a la atribuci6n de la culpa a la madre; por ejemplo, “Si Johnny se fuera de su casa, lamadre se sentirfa sola, yaqueel padre trabaja fuera”. Aunque el distanciamiento del padre esté incluido en esta formulacién, la implicacién es que el problema primordial radica en que la madre se aferra a su hijo. No se trata de que prescribir un s{ntoma sea intrinsecamente nocivo, sino de que la maneraen que el terapeuta verbaliza la prescripcion no deberfa reforzar una visién negativa del rol o la conducta de la madre. TERCERA FASE: EL DISENO DE INTERVENCIONES FEMINISTAS La tefcera fase es la que actualmente estamos llevando a cabo en nuestro trabajo y consiste en corregir y adaptar las intervenciones sistémicas tradiciona- les de modo de tomar en cuenta el género. Es ésta la fase mas dificil y estimulante dado que implica crear pautas para introducir nuestra perspectiva feminista en la practica clinica. Lo que sigue sdlo pretende ser un comienzo y por cierto no cubre todas las posibilidades. El proceso de autoexamen que entrafia la empresa de considerar en forma tan critica el propio trabajo, asi como el de colegas muy apreciados, es doloroso y dificil. Resulta més facil reconocer errores que elaborar técnicas nuevas. Estamos seguras de que al lector se le ocurririn otros ejemplos e intervenciones. El trabajo correspondiente a esta fase se centra en: (1) articular formulacio- nes y técnicas feministas y (2) proponer adaptaciones y correcciones feministas para las intervenciones tradicionales. Por favor, téngase presente que noestamos formulando un nuevo método sino presentando un esquema de lineamientos clfnicos basados en la perspectiva feminista, en la cual el género es un principio 42 LA RED INVISIBLE organizador. La base de una intervencién feminista es una conceptualizacién feminista del problema. HACIA UNA TERAPIA FAMILIAR FEMINISTA: ALGUNOS LINEAMIENTOS (1) Identificacién del mensaje y las construcciones sociales basados en el género que condicionan la conducta y los roles segiin el sexo. Los temas relativos al género no constituyen meramente un “contenido” que : puede o no ser problematic en una familia dada. Por el contrario, el género es considerado como una fuente esencial de toda conducta y como uno de los | principales nexos de uni6n entre una cultura y sus miembros. Demostramos esto en cuatro metodologias diferentes, desligando los aspectos relativos al génerode » la teoria de sistemas més abstracta que utilizamos como base de nuestro trabajo, : identificando exageraciones y omisiones frecuentes en lo referente al género y volviendo luego a incorporar una consideracién del género al trabajo, con intervenciones que abordan la cuesti6n del género, explicita e implicitamente. (2) Reconocimiento de las limitaciones reales del acceso femenino a los recursos sociales y econdmicos. Las limitadas opciones sociales y econémicas y la vergiienza socialmente impuesta que afectan a las mujeres son siempre factores que inciden en su forma de manejar las situaciones. Por ejemplo, una mujer puede permanecer o volver con un marido abusivo debido a que, econémicamente, tal vez no tenga otra opcién. Una madre puede negar tener conocimiento de un incesto padre-hija, 0 entre hermanos, debidoa las consecuencias vergonzosas que tendrialarevelacion del hecho para ella misma y para su familia. Una mujer puede guardar en secreto una violaci6n antes que someterse a la humillacién que acarrea el hecho de hacerla pablica. O una mujer podria continuar con un matrimonio insatisfactorio debido a que sus opciones fuera del matrimonio, emocional y econémicamente, son muy limitadas. El terapeuta que comprende la posicién de las mujeres que se encuentran en tales situaciones se abstendrd de “culpar a la victima” por haberlas causado o por tolerarlas, y no incitard a las mujeres a precipitarse a emprender acciones que las dejarian solas y desamparadas. En casos de incesto y otros tipos de violencia, las formulaciones sistémicas que no toman en cuenta estos factores se prestan a “culpar a la victima” a través de la presuncién de neutralidad. HACIA UNA PERSPECTIVA FEMINISTA EN TERAPIA FAMILIAR 43 Todo terapeuta ético debe preguntarse a si mismo cémo es posible llevar a cabo la terapia de una mujer que se est4 divorciando sin enfrentar el hecho de que sus ingresos podrian descender a un nivel de pobreza. Tal vez tenga dificultades para llegar a percibir cualquier pensi6n que se le asigne para la manutencién de los hijos. Seguramente nose le otorgar4 la mitad delos bienes de la pareja y hasta puede llegar a perder a sus hijos si encoleriza al marido al punto de que éste decida apelar ante los tribunales y solicitar la tenencia de los chicos. (3) — Apercibimiento de un modo de pensar sexista que restringe las opciones de las mujeres de dirigir sus propias vidas. EI modo de pensar sexista, que se filtra facilmente en las familias y en la terapia familiar, incluye ideas tales como: la creencia de que las mujeres nece- sitan que los hombres las mantengan, las dirijan y las convaliden; lanegaci6n del derecho de las mujeres de ejercer control sobre sus propios cuerpos; la conviccién de que las mujeres sonilégicas y extremadamente emocionales y que laconducta competente y autodeterminada es poco atractiva y “poco femenina”. Estas son creencias universales que determinan la conciencia y la autodefi- nici6n individuales. La conciencia y la identidad de las mujeres, independiente- mente de laraza, la clase social o las diferencias individuales, est4 condicionada por tales actitudes y circunstancias. Este marco de referencia les permitir4 a los terapeutas conectar las conductas de las mujeres con las experiencias y condicio- hes exteriores a la familia, en que sus conductas pueden verse como menos patol6gicas. Las diferencias entre los modos en que han sido socializados los hombres y las mujeres para percibir el peligro en el apego y en la autonomia estén graficamente ilustradas en un estudio de alumnos universitarios realizado por Pollack y Gilligan (1982). Se le pidi6 a los estudiantes que respondieran a algunas imdgenes y relatos violentos que aparecian en un Test de Apercepcion Temético, Los varones percibieron el peligro como producto de los vinculos personales estrechos més que de la lucha por el logro y el éxito. Las mujeres, en cambio, percibieron el peligro en las situaciones de logro impersonales, como la competencia en el mundo del trabajo. Los varones describieron el peligro en términos de intimidad, aprisionamiento y traici6n: quedar atrapados en una relacién aplastante o ser humillados por el rechazo y el engafio. Las mujeres vieron el peligro en el aislamiento y la alienacin: ser privadas de relaciones personales 0 marginadas por el éxito. Los autores del estudio Iegaron a la conclusién de que los hombres perciben un peligro en el vinculo, y las mujeres en la separaci6n. Esta dicotomia socialmente generada sienta las bases de los muchos problemas complejos que se suscitan en las relaciones var6n-mujer. 44 LA RED INVISIBLE (4) Reconocimiento de que las mujeres han sido socializadas para asumir la responsabilidad primordial por las relaciones familiares. Porlo general, se espera que una mujer se encargue de allanar las relaciones existentes en una familia. La expectativa, de hecho la exigencia, de que lo haga puede ser encubierta. Y el hecho de que la cumpla en la medida en que lo hace se ve, entonces, como una necesidad patolégica de la mujer de servir, o controlar, o de ocupar un lugar central. No es sorprendente, por lo tanto, que cuando las cosas no andan bien, la mujer se esfuerce aun ms por lograr que mejoren, y que asuma la culpa por cualquier cosa que marche mal. (5) Reconocimiento de los dilemas y conflictos de tener y criar hijos en nuestra sociedad. El hecho de convertirse en madre, automaticamente le crea a la mujer un conflicto entre las responsabilidades de la crianza de su hijo, sobre la cual se le ha asignado la principal responsabilidad, y cualquier otra actividad que pueda haber elegido o que necesite realizar, como seguir una carrera, trabajar, viajar, participar en acontecimientos sociales o cultivar una vocaci6n creativa. Los terapeutas deben tomar en cuenta este inevitable conflicto de roles y esta sobrecarga al evaluar el funcionamiento de una madre con sus hijos. (6) Apercibimiento de ciertos patrones que dividen a las mujeres en las familias en tanto buscan adquirir poder a través de sus relaciones con los hombres. En una sociedad dominada por el varén, el poder de una mujer es derivativo y ella debe asociarse con algiin hombre a efectos de adquirirlo. Los patrones comunes que surgen en las familias en tanto las mujeres buscan alcanzar este objetivo incluyen los siguientes: (1) Las mujeres desvian los conflictos, aparténdolos de los hombres, ya sea porque es demasiado peligrosoconfrontarlos directamente o con el fin de proteger a los varones. (2) Las mujeres de la familia compiten una con otra por el “mejor” modo de preservar el bienestar emocional de la familia, ya que éste es el campo de accién que les ha sido asignado como primordial para ellas, (3) Dado que las mujeres son aculturadas para encarar los problemas emocionales y no para eludirlos, el legendario conflicto entre madre hija y madrastra ¢ hijastra, entre esposa y suegrae incluso mucha de la tensi6n entre hermanas, pueden entenderse en este sentido. HACIA UNA PERSPECTIVA FEMINISTA EN TERAPIA FAMILIAR 45 (7) Afirmacién de los valores y conductas caractertsticos de las mujeres, como la vinculacion, la afectuosidad y la emotividad. Si bien en nuestra sociedad la intimidad y el apego se consideran aspectos positivos de las relaciones personales, al mismo tiempo nuestra cultura nos bombardea con otros mensajes que: contradicen esta visi6n, y los terapeutas muchas veces caracterizan la manifestacién de estos rasgos de apego como “{ntrusiva”, “controladora”, “excesivamente pendiente” o “histérica”. (8) | Reconocimiento y aprobacién de las posibilidades para las mujeres fuera del matrimonio y la familia Algunos terapeutas creen que una mujer tiene algiin serio problema sinoha podido formar una relaci6n satisfactoria con un hombre, y proceden a analizar su “temor a comprometerse”, a examinar sus “expectativas poco realistas”, a explorar los origenes de su “hostilidad hacia los hombres” o a investigar su “problema para entablar relaciones {ntimas”. Esto le transmite a la mujer el mensaje de que una vez que supere su “problema neurético” encontrard al hombre adecuado y viviré felizmente para siempre, y que ésa debe ser su principal meta. Las mujeres necesitan mantener una red de relaciones en la que se sientan Gitiles y apreciadas. Que la forma que asuma esa red sea convencional 0 experimental tiene poca importancia: La capacidad de una mujer para entablar relaciones puede concretarse en su lugar de trabajo, en la familia, o en cualquier tipo de relacién amistosa 0 roméntica. 9) Reconocimiento del principio bdsico de que ninguna intervencién es prescindente del género y que toda intervencién tendrd un significado diferente y especial para cada sexo. Se debe acatar el principio de que la terapia es un acto politico y no se la puede separar de los aspectos sociales en que estd inserta la familia. CONCLUSION La esencia del trabajo clinico feminista radica en las actitudes del terapeuta hacia el género y en su sensibilidad a la tepercusi6n diferencial de todas las intervenciones. Los cambios operados en nuestro trabajo a partir de “considerar el género” han sido profundos. Este es el principio que se abre paso a través de 46 LA RED INVISIBLE todas las metodologias y escuelas y se lo puede adaptar dentro de un amplio espectro de marcos teéricos y clinicos. Desde luego, el enfoque feminista no implica sermonear, atribuir culpas, arengar ni hacer proselitismo. Elbuen trabajo clinico debe incluirel reconocimiento del factor fundamental que es la socializacién basada en el género del paciente. Seguramente, al leer nuestros casos clinicos el lector detectaré intervenciones feministas que olvida- mos enumerar aquf, o intervenciones sexistas que nos pasaron inadvertidas. Esperamos que nuestros criterios le resulten tiles al poner su propio trabajo clinico bajo examen y al comenzar a formular sus propios lineamientos. Marianne Walters, Betty Carter Peggy Papp, Olga Silverstein Segunda parte RELACIONES FAMILIARES 2, MADRES E.HIJAS Marianne Walters A mis hijas, Lisa, Pamela y Suzanna, con las que compart{ mi vida cuando estaban creciendo y quienes, ahora que han alcanzado espléndidamente su propia condicién de adultas, comparten tan genero- samente sus vidas conmigo. Estamos jurtasmi hija y yo, hermanas en realidad, contraloquesea que nos niegue todo lo que somos...” ALICE WALKER Las sendas de la vida de una mujer se reflejan en la relacion madre-hija. Unidas en los procesos de dar a luz, criar a los hijos, brindar carifio y protecci6n a la familia y cuidar de los ancianos, madres e hijas son “compafieras intimas” dentro de los confines de su vida privada compartida. El conocimiento que tiene una madre en cuanto a ser progenitora de su hija es profundamente personal y descansa en una percepcién de lo que es necesario para ambasa fin de sercapaces de cuidar a otros y de ser cuidadas. Es un conocimiento que viene de adentro, basado no tanto en lo explicito como en Jo tacito, en aquello que se experimenta y en un aprendizaje que es inductivo e intuitivo. LOS LAZOS DE INTIMIDAD Y FAMILIARIDAD Madres e hijas.comparten el mundo de lo cotidiano y lo familiar. Y estan unidas en la funci6n de producir y criar a la generaci6n siguiente. Se espera que ellas proporcionen una continuidad entre las familias dentro de las que viven, que tiendan un puente entre la formacién de la nueva familia y las familias de origen de las que ésta emergié. De las hijas se espera que encuentren un compajfiero y 50 LA RED INVISIBLE luego realicen funciones y servicios familiares tal como antes lo hicieron sus madres, ligando asi a la nueva familia con la anterior. Se supone que las madres. han de cuidar de los nifios y las hijas de los ancianos, y que ambas deben esperar eso una de la otra. Las madres pueden adorar a sus hijos varones, pero dependen de sus hijas para satisfacer necesidades personales y familiares. Los parametros familiares de la relacién madre-hija la tornan esencial para la continuidad generacional y para la transmisi6n de los valores, la moral y las costumbres de. la cultura predominante de una generaci6n a la siguiente. : Sila madre es la piedra angular de la vida familiar, la relacién madre-hijaes ~ el ladrillo y la argamasa que la mantienen firme. Los aspectos “cotidianos” de la vida familiar —sus rutinas y rituales, las tareas domésticas y el manejo del Ppresupuesto del hogar, las compras y la cocina, las visitas al médico y el cuidado de la salud, las vacaciones y las actividades sociales, la ropa y las apariencias— rodean la relaci6n entre las madres y sus hijas. Mientras que a los varones se les 3 asignan tareas dentro del hogar, las madres incluyen asus hijas en las actividades y labores domésticas y esperan que ellas vayan sabiendo qué es lo que hay que hacer en la casa. De este modo, cuando los hijos dejan sus ropas desparramadas + Por toda la casa, la madre podrd irritarse, y hasta enfurecerse, pero al fin y alcabo “Jos varones son asi”. Cuando las hijas dejan sus ropas desparramadas, esto también es irritante y enfurecedor, pero se le atribuye mas significado, comoa ? un acto entre la hija y su madre. Cuando un var6n no puede aprender a hacer un & huevo frito, la madre se tranquilizard pensando que a su debido momento é1 se -/ conseguird una esposa que le haga la comida. Cuando una chica no puede aprender a hacer un huevo frito, la madre temerd que su hija carezca de las » aptitudes que necesita tener para conseguir marido y atenderlo como correspon- de. Los lazos de la responsabilidad compartida respecto de la vida familiar son sin duda fuertes. Crean un tipo especial de vinculo cimentado en la intimidad de aquello que es privado y personal. El parto y la crianza dé los hijos son acontecimientos fundamentales en las vidas de madres e hijas y las llevan a unirse en torno a experiencias que son dificiles de transmitir y que se perciben de un modo altamente subjetivo. A través de los siglos, las mas diversas culturas han mitificado la experiencia del parto y del amor matemal de manera que las madres han compartido estas experiencias con sus hijas en un mundo de tinieblas y media luz, oscurecido por el mito, Aunque algunos tedricos sociales contem- Ppordneos han intentado desmitificar las experiencias del nacimiento y la mater- nidad, Erich Fromm, quien escribié a fines de la década de 1950 y principios de lade 1960, e influy6 a una generacién de madres cuyas hijas atin estén teniendo familia, expresé lo siguiente: “El amor de la madre es una bendicién, es la paz, no necesita ser adquirido, no necesita ser merecido... La madre es el hogar del que venimos, es la naturaleza, la tierra, el océano... El amor matemal... es la afirmaci6n incondicional de la vida del hijo y de sus necesidades... El amor de MADRES E HIJAS St Jamadre... hace que el hijo sienta que es bueno haber nacido; le infunde al hijo el amor a la vida, y no's6lo el deseo de seguir con vida... la felicidad de estar vivo” (Fromm, 1956, pags. 33-41). {Qué legado para que las madres le dejen a sus hijas! Dado que la sociedad espera que una madre crie a su hija para que ésta, a su vez, se convierta en esposa y madre, la relacién entre ambas se define en gran medida dentro de los confines y del espacio vital de lo intrafamiliar, Criar a un hijo var6n, en cambio, no supone primordialmente formar a un padre, ni siquiera a un esposo, aunque esto puede ser parte de la expectativa parental. Significa, més bien, formar a un hombre, un trabajador, una persona con aspiraciones publicas y logros personales, un individuo aut6nomo. Criar a una hija se vincula sobre todo con las relaciones, el cuidado de otros, las tareas domésticas, los apegos y las adhesiones, los logros privados e interpersonales. Las madres son las guardianas de la familia, responsables del bienestar emocional de la familia y encargadas de proteger a sus miembros de los peligros psfquicos del mundo exterior. Los padres son responsables del bienestar econémico de la familia y de protegerla de los peligros fisicos del mundo exterior. De modo que la tarea de la madre es conectar a sus hijas con la vida intrafamiliar y conectar a sus hijos varones con la extrafamiliar. Por consiguiente, larelacin entre madres ¢ hijas amenudo se conceptualiza dentro de un contexto que es distintivo y est4 separado del mundo exterior a la familia, y que incluso es considerado no funcional dentro de ese mundo més amplio. Ademés, dado que las actividades de la vida familiar y privada estén artificialmente segregadas de la vida publica o extrafamiliar, se las suele tratar y definir como triviales y subordinadas, y no como una parte integral de las actividades dominantes y més “significativas” de la sociedad en su conjunto. Desde esta perspectiva, la relacién madre-hija se puede entender como un vinculoconstruidoen contradicci6n. Es una relaci6n poderosa por ser intensamente personal, pero vulnerable justamente porque carece de definicién fuera de lo inmediatamente personal y familiar. Se encuadra en actividades que estén subordinadas a las actividades de los hombres y a su mas amplio dominio social y econémico. Lo que la hace tan poderosa y rica también la toma vulnerable a las vicisitudes de un sistema de valores patriarcal. Carroll Smith-Rosenberg, una historiadora, estudi6 los diarios y cartas de mujeres procedentes de 35 familias, incluyendo madres ¢ hijas, escritos entre la década de 1760 y 1880. Encontré6, en estas cartas entre mujeres, un “mundo femenino” separado del mundo de los intereses masculinos, un mundo en el que las mujeres eran de primordial importancia, unas en las vidas de otras. Smith- Rosenberg describe la presencia de “una relacién madre-hija intima... en el centro de este mundo” y un “claro sistema de aprendizaje” dentro de la familia porel que las hijas aprend{fan de sus madres las labores domésticas y las practicas de crianza infantil. “Las hijas nacian a un mundo femenino... En tanto el rol 52 LA RED INVISIBLE doméstico de la madre permaneciera relativamente estable... las hijas tendian a aceptar el mundo de sus madres y a volcarse automaticamente a otras mujeres en busca de comprensién e intimidad”. La autora destaca “la ausencia de esa hostilidad entre madre e hija que hoy en dia se considera un componente casi i inevitable de la lucha de la adolescente por su autonomia” y sugiere que “es » posible que los tabties contra la agresién femenina... fueran lo bastante fuertes $ como para reprimir inclusoesa hostilidad entre las madres y sushijasadolescentes. -j Sin embargo, estas cartas parecen tan vitales, y el interés de las hijas en los 3 asuntos de sus madres tan activo y genuino, que resulta dificil interpretar la estrecha relaci6n entre ellas como producto exclusivo de la represién y las interdicciones” (1975, pags. 1-29). : Laconfluencia de la creciente desaparicién de este mundo femenino a partir de principios de siglo y de los primeros esfuerzos de las mujeres por liberarse -: durante Ia década del veinte y comienzo de la del treinta condujo a un debilita- miento del anterior vinculo madre-hija. Con el advenimiento de Freud y la consecuente tendencia psicologizante, la vinculaci6n estrecha entre mujeres, .: segtin Adrienne Rich (1977), s6lo pod{a “ser tolerada entre colegialas, como un . 3 “metej6n’ , pero se la consideraba regresiva y neurética si persistia hasta una edad més avanzada” (p4g. 237). Esto traia consigo, desde luego, una particular “verdad” para madres e hijas. Como expresa Rich: “Antes de la nocién de hermandad, existfa el conocimiento —transitorio, fragmentado, quiz4s, pero original y crucial— de la nocién de madre-hija. Esta catexia entre madre ¢ hija —esencial, distorsionada, mal empleada— es la gran historia no escrita... Alf est4 la materia prima para la mds profunda reciprocidad y la mds dolorosa de las separaciones” (pag. 226). " LAS VICISITUDES DE LA INTIMIDAD Y LA FAMILIARIDAD Las relaciones madre-hija son puestas en peligro en el mundo exterior a la familia por la misma familiaridad e intimidad que las caracteriza dentro de la familia. Esta es una inquietante contradiccién. Si bien en nuestra sociedad la intimidad, la familiaridad y el apego se consideran aspectos positivos de las relaciones personales, nuestra cultura nos bombardea simulténeamente con otros mensajes distintos acerca de estas caracteristicas interpersonales. Se nos dice que “la familiaridad engendra desprecio”, que el status social se funda no en valores humanos sino en el logro econémico, que el poder se basa en la jerarquia ms que en 1a mutua correspondencia, que la intimidad se asocia con Ja sexualidad y no necesariamente con el apego, y que la autonomfa equivale a separarse de la familia, particularmente de la madre. Estar “pegado a las faldas de la madre” significa ser anifiado e incapaz de funcionar independientemente MADRES E HIJAS 53 en el mundo exterior. Y sin embargo, una hija algdn dia tendra que ponerse esas “faldas”. A medida que estos mensajes y sistemas de valores contradictorios son internalizados por madres e hijas, inevitablemente generan conflictos dentro y entre ellas. Las personas son moldeadas y enmarcadas por los mensajes que encuentran en el contexto cultural y social en que viven. En nuestra cultura, se tiende a considerar y a aludir a las mujeres en términos de su relaci6n con algin hombre, y no con otra mujer. Desde “sefiora” o “‘sefiorita” hasta “la hija del zapatero” o “la esposa del doctor”, las mujeres son identificadas con el hombre presente (0 no presente) en sus vidas. La palabra “solterona” tiene un matiz muy distinto al de “solter6n”; no evoca imagenes de un estilo de vida “licencioso y divertido”, y ni siquiera de una opci6n personal, sino que suscita imagenes de rechazo y de una vida mezquina. Cuando una hija se casa, es su padre quien la acompafia “hasta el altar” y “entrega su mano” a otro hombre que promete cuidarla. Y durante esta importante ceremonia de transici6n, la madre se queda (literalmente) a un costado. Norma! mente, la hija tomard el nombre de su marido (aunque el movimiento femenino ha hecho posible que las mujeres opten por conservar su apellido de solteras o por combinarlo con el de su c6nyuge). Pero el apelativo de la hija cambiard de “sefiorita” a “sefiora”, dos términos que identifican su conexi6n con un hombre; el var6n sigue siendo llamado “sefior”, esté ono legalmente vinculadoa una mujer. Talesestructuras sociales, expectativas institucionalizadas y mensajes, multiplicados al infinito, condicionan con igual profundidad el modo en que las madres y las hijas se perciben unas a otras, sus caracterfsticas psiquicas y ciertas circunstancias de su vida personal. Dehecho, el concepto mismo del yo individual aplicado a las mujeres es una elaboraci6n reciente y ain est4 en desarrollo. A quienes se identifica como Iideres, autoridades, provisores, héroes ¢ incluso ejecutores se les adjudican principalmente caracteristicas masculinas. Las relaciones, los roles sociales y la conducta individual se definen segin el género, asigndndose primordial importancia a lo extrafamiliar, al dominio laboral y a la esfera piblica de actividades y funciones asociadas con los hombres. Las mujeres son considera- das importantes bdsicamente en términos de sus roles de esposa y madre dentro del mundo privado, interior y secundario de 1a familia. Si bien las normas sociales y psicolégicas determinan que la familia es decisiva y fundamental para el bienestar emocional y la realizacién individual de sus miembros, al mismo tiempo esas normas sugieren que la familia tiene el potencial destructivo de reducir la eficacia personal de aquellos miembros que se mantienen demasiado ligados a ella. Esto origina una situacién problemdtica para las madres, que deben preparar a sus hijas para el funcionamiento familiar, y para las hijas, que deben soltar amarras a fin de adquirir un yo fuera de la familia. Ala vez que ingresan, cada vez en mayor nimero, en el mundo del trabajo y la actividad publica, las mujeres contintan buscando definiciones e imagenes 54 LA RED INVISIBLE del yo individual y aut6nomo que incluyan la intimidad y la familiaridad, la solicitud y la familia. Lamentablemente, aun dentro del movimiento femenino esta bisqueda de una identidad que sea tanto expresiva como instrumental ha generado a veces una mayor tensi6n entre las generaciones y un rechazo hacia las mujeres/madres identificadas con la familia por parte de sus hijas. Esto no eg sorprendente en una sociedad en la que la relacién entre madres e hijas simplemente no rinde ningén dividendo. La autonomia y la ocupaci6n laboral son los pilares de la vida adulta y a ellas se accede a través del padre. Los padres habilitan; las madres atan. Si las hijas se identifican demasiado con sus madres,- corren el riesgo de que las cataloguen como indiferenciadas y dependientes. En tanto el poder reside en el padre, a cierto nivel las hijas se resentirén con sus madres por no poseerlo. Y a su vez, las madres que se perciben como carentes_ de poder en sus propias vidas se sentirdn amenazadas por los intentos de sus hijas: de adquirir ese poder. Pocas hijas se atreverian a proclamarse personas indi dualizadas y con autodeterminacién sin haber pasado por el ritual de liberarse de? la sujeci6n de su madre. Y muy pocas hijas que han logrado éxito o poder fi uera de la familia se lo adjudicarian a sus madres. 2 El movimiento feminista y la literatura feminista han modificado un poco esta situaci6n. Un ntimero mayor de mujeres contempordneas, conscientes de la problematica de la mujer y de la necesidad de contar con imagenes femeninas mas positivas, estén tratando de identificarse con sus madres de un modo mas mutuamente afirmativo y de explorar las vidas de sus madres con el propésito de encontrar allf un significado positivo para sus propias vidas. Pero todavia no tenemos, para la relacién madre-hija, ninguna noci6n equivalente alas de “de tal palo, tal astilla”, y “seguir los pasos del padre”, conel significado que transmiten estas metaforas del valor y el potencial personal de ser identificado con el progenitor dél mismo sexo. Los padres y sus hijos varones se vinculan en el mundo exterior igualmente bien que dentro de la familia. Las imagenes popula- res del padre y el hijo trabajando juntos en su granja, del padre que le deja su negocio al hijo, o del hijo que lleva adelante los ideales politicos del padre ante el ataque de los enemigos, todos corroboran y fomentan dicha identificaci6n. El vinculo madre-hija, todavia arraigado primordialmente en el 4mbito intrafami- liar y enturbiado por contradicciones sociales y mensajes dicotémicos, se vuelve superfluo en el mundo del poder y el privilegio exterior a la familia. Noes de extrafiar, por consiguiente, que la propia familiaridad, la intimidad y el conocimiento especial que tiene una madre respecto de su hija a menudo estén teftidos de remordimientos y de la sensaci6n de ser “menos que”. La psic6loga Caroll Gilligan (1982), de Harvard, se hareferidoa la significaci6n del apego y la intimidad en el ciclo vital humano: MADRES E HJAS 55 El evasivo misterio del desarrollo de la mujer radica en su reconocimiento de 1a permanente importancia que tiene el apegoenel ciclo vital humano. E] puesto de lamujer en el ciclo vital del hombre consiste en proteger este reconocimiento mientras la letanfa del desarrolloentonacénticos de celebraci6n ala autonomia, laseparaci6n, laindividuaci6n y/os derechos naturales... El ciclo vital mismo surge de una alternancia entre el mundo de las mujeres y el de los hombres. Sélo cuando los tedricos del ciclo vital dividan su atencién y comiencen a vivir con las mujeres como han vividocon los hombres, su vision abarcard la experiencia de ambos sexos y sus teorfas se volverén consecuentemente mas fértiles... Cuando la autoafirmacién ya no parece peligrosa, el concepto de las relaciones pasa de ser un vinculo de continua dependencia a ser una dinémica de interdependencia continuada (pég. 23). ‘CULPAR A LA MADRE. La psicologia de la relaci6n madre-hija es enmarcada, descripta y explicada en los términos en boga en las teorfas analitica, psicosocial o sistémica de identificaci6n masculina, en las que “castigar a la madre” ha sido un deporte practicado durante afios. S6lo difieren las palabras claves utilizadas dentro de cada uno deestos marcos tedricos: histérica,excesivamente pendiente, intrincada, intrusiva, aprisionante, aferrada, dependiente, necesitada, aplastante, abnegada, egoista, solapada, sobreemocional, irracional, y as{sucesivamente. Mientras que la madre es reificada, mitificada e idealizada, al mismo tiempo se la culpa de cualquier problema emocional que pueda afectar a sus hijos. Lo que hace por sus hijos nunca es bastante, y siempre est4 en peligro de hacer demasiado. El mito de la madre perfecta y el mito de la madre diabélica estén en perpetua competencia. La madre puede ser colocada en un pedestal, pero tendré pies de barro. El amor materno, si es excesivo puede conducir a una simbiosis; si es insuficiente,aunacarencia. De hecho, la madre idealizaday lamadre diabolizada son las dos caras de la misma moneda. Ambos conceptos mitifican la materni- dad; ambos son deshumanizantes y por lo tanto sirven para dificultar que las madres sé hagan cargo de su propia maternidad. Ni los idolos ni los diablos son reales, o accesibles, 0 capaces de poseer y construir su propia realidad. Estas imégenes no tienen una dimensi6n real; arrojan sombras alas que ninguna forma humana se puede adaptar. Tanto la idealizacién como la diabolizacién de las madres las mantiene en un lugar en el que el fracaso est4 asegurado. En un estudio realizado en 1985, los investigadores Caplan y Hall- McCorquodale observaron que “los autores de los 125 articulos que leimos para efectuar este estudio le atribufan a las madres un total de 27 clases de psicopa- tologias distintas” (pags. 345-353). La inculpacién de la madre puede ser muy explicitao puede asumir una variedad de formas ticitas, las que se conviertenen parte de la cultura de nuestra profesién. Puede aparecer “inocentemente” en nuestro discurso, en nuestro humor, en lo que elegimos subrayar 0 considerar 56 LA RED INVISIBLE significativo, en lo que valoramos, en nuestras actitudes, en el modo en que describimos las cosas, en nuestras met4foras y mensajes, en nuestra conducta con los pacientes 0 en aquién elegimos para impulsar al cambio. Ademas, culpar a la madre puede pasar, inconscientemente, a formar parte de nuestra tradicién conceptual e intelectual. A menos que luchemos en forma consciente por identificar y rechazar las ideas y actitudes tendientes a culpar a la madre, éstas quedarén internalizadas como parte de nuestro repertorio de convicciones y conductas profesionales, con la misma seguridad con que son internalizadas por © Ja hija de toda madre. 3 Y alli reside el dilema. Si las madres son culpadas por los “expertos” de los; problemas emocionales y psicol6gicos de sus hijos, pueden no culparlas las * hijas? ,Cémo es posible que las hijas dejen de culpar a sus madres por cualqui problema que tengan si tal criterio est4 corroborado por imagenes culturales muy’ difundidas y ha sido codificado por tedricos de la sociologia y la psicologia? = Privadas de un sistema que fomente la identificaci6n positiva con el progenitor’ de su mismo sexo, las hijas se veran inscriptas en una cadena socialmente: a construida de lucha y conflicto generacional con sus madres. Esto no parece muy’ auspicioso para la salud mental ni de las madres ni de las hijas. Posiblemente en ningin libro, desde The Generations of Vipers (1955), la? 4 inculpaci6n de la madre haya sido tan elegantemente expresada ni tan 3 persuasivamente fundamentada en términos pseudopsicolégicos como en la“* obra de Nancy Friday, My Mother, Myself (1977). En este libro ampliamenté * vendido (mas de tres millones de ejemplares en prensa), la culpabilidad de la: madres es tratada como una verdad psicoldgica. Los andlisis, las descripciones :, y losrelatos de Nancy Friday se caracterizan por incluir aseveraciones como: “A. menos que nos hayamos separado de nuestra madre mucho antes de casarnos, es = casi imposible establecer una relaci6n saludable con un hombre” (pag. 69); “El modo en que reaccione el padre ante la adolescencia de su hija puede determinar el rumbo que tomemos: avanzar hacia los hombres y nuestra propia identidad, oretroceder a la madre y el vinculo simbi6tico” (el subrayado es mio) (pag. 169); 0 (citando al doctor Shaefer) “El deseo de la mujer de subordinarse al hombre es el modelo de dependencia aprendido de la madre” (el subrayado es mio) (pag. 345); o “Las madres educan a sus hijas como tontas porque creen en la divinidad de la inocencia. En materia sexual, todas las madres son catélicas. Ruegan por la inocencia de sus hijas mientras que al mismo tiempo ruegan por un hombre para sus hijas ignorantes e inmaculadas” (p4g. 286). (jNo es de extrafiar que alas madres judias no les haya entusiasmado demasiado este libro!); 0 “No hay otras dos personas que tengan mejor oportunidad de apoyarse e identificarse entre * ellas, y sin embargo ninguna relacién humana es tan mutuamente limitante” (pag. 40). Esta obra, incongruentemente dedicada por Nancy Friday a su madre, est4 imbuida de un sistema de creencias por el que se presume que las madres ejercen un efecto peligrosamente incapacitante sobre sus hijas: sexualmente Shale MADRES E HIJAS. 57 infantilizador a la vez que encubiertamente competitivo, restrictivo y sobreprotector, negador del yo y coartador de la conducta auténoma. La dependencia, la disfunci6n sexual, la ambivalencia respecto de los hombres, el miedo al éxito, la envidia, el rencor y cualquier otro tormento concebible que pueda sobrevenirle a una mujer dimana de madre a hija. (S6lo las tiltimas cuatro paginas del libro ofrecen un atisbo de-algunas imagenes positivas de la madre). Para poder escapar del efecto debilitante de la ligaz6n “simbiética”, sostiene Friday, las hijas deben empefiarse en “separarse” de sus madres (al tiempo que buscan un hombre, por supuesto). Como muchos anteriormente y desde entonces, Friday critica severamente a las madres por comportarse en las formas, y desempeiiar las tareas, que la sociedad les ha asignado. Friday analiza la relaci6n madre-hija en términos patriarcales; su sistema de valores est4 identificado con el varén. Como consecuencia, la autora exagera groseramente las cosas: anhela la madre perfecta y al constatar sus defectos, termina por convertirla en un demonio (algo no muy distinto de lo que hiciera su predecesor, Philip Wylie). Comete el error comin de aquellos teéricos de la sociologia y la psicologia que hacen un traslado conceptual desde la madre como principal fuente de toda gratificaci6n infantil hasta la madre como principal fuente de todo trauma del desarrollo; desde la noci6n de vinculo infantil hasta la de sujeci6n adulta; de la idea del apego a la de pérdida de la autonomfa. Estos son los términos de un sistema de creencias y de una epistemologia que perpetian un legado de lucha y conflicto para madres ¢ hijas. Me preocupa que el libro de Friday se considere un texto “femenino”, lefdo con avidez durante la tiltima década por jévenes mujeres que buscaban un nuevo sentido de identidad. Qué paradoja para la humanidad que estas hijas necesiten negar a sus madres a fin de afirmarse ellas mismas. O tal vez no sea tan parad6jico; quizd se trate de otro ejemplo mds de la penetrante influencia del modo de pensar patriarcal en todos nosotros. Desde luego, es sumamente dificil no identificarse con la fuente del poder, con los valores y temas sociales dominantes, aunque a cierto nivel éstos puedan ser opresivos. Hemos presencia- do ejemplos de esto a lo largo de la historia DOBLES VINCULOS La terapia familiar y la teoria de sistemas no se han escapado del influjo de estos paradigmas. Aunque en la teorfa de sistemas la familia no es considerada como un compuesto de individuos aislados sino como un conjunto derelaciones enraizadas en modelos y circuitos realimentadores de expectativas mutuas, en la practica es imposible no adjudicarles nombres a esos individuos separados cuyo conjunto de relaciones forma modelos y circuitos de realimentacién. Y esos 58 LA RED INVISIBLE nombres Hevan consigo una serie de expectativas, roles, valores y actitudes relacionados con el género: esposa, madre, padre, marido, hermana, hermano, suegra, suegro, abuelo, abuela, y demas. Asi, por ejemplo, cuando Bateson (1972) elaboré el modelo de familia (doble vinculo) dentro del cual es mas probable que aparezca la esquizofrenia, distingui6 tres rasgos del sistema familiar esquizofrénico de la siguiente manera (pag. 212, el subrayado es mio): 1. Un nifio cuya madre se pone ansiosa y se aparta si el chico le responde como auna madre carifiosa. 2. Una madre que no puede aceptar sus propios sentimientos de ansiedad y hostilidad hacia su hijo y que los niega por viade demostrar carifio para inducir al chico a responderle como auna madre carifiosa y apartarse de éI si no lo hace. 3. La ausencia de alguna persona (padre, hermano) en la familia, como un padre firme y comprensivo, que pueda intervenir entre la madre y el hijo en Ia relaci6n. dEs posible leer esta descripcién del modelo del doble vinculo y continuar pensando en forma neutral y libre de prejuicios acerca de los modelos de familia o de “un conjunto de relaciones”? Sibien es mucholo que se ha dicho sobre el doble vinculo en que las madres comprometen a sus hijos, se ha prestado poca atenci6n a los dobles vinculos de los que pocas madres pueden escapar al relacionarse con sus hijas y criarlas. Las madres deben jurarle fidelidad o bien al dogma de la: abnegaci6n 0 al delegoismo, a la ideologia de la complacencia y la subordinacién o a la ambivalencia de la autoafirmaci6n y la autodefinici6n. El conocimiento que tiene una madre acerca de lo que se espera de las mujeres, de lo que es socialmente aceptable y de las reglas tacitas que rigen la vida de las mujeres en un mundo centrado en el hombre no puede menos que distorsionar muchos de los mensajes que le imparte a su hija. ;C6mo puede una madre fomentar la autonomia de su hija cuando tal conducta podria poner en peligro su postrera seguridad? ¢C6mo pueden las madres aconsejar a sus hijas que se muestren “seguras” de si mismas cuando a ellas se les ha advertido que “nunca dejes que él sepa que ti lo puedes hacer mejor”? El axioma de Dorothy Parker de que “los hombres no les dicen piropos a las chicas que usan anteojos” le hablo a una generacién de mujeres del dilema de la condicién femenina: las Mujeres que piensan no atraen a los hombres. Un articulo reciente de la revista Newsweek se referia al poder de la esposa de un presidente como “el abrazo célido, la mirada fria o el cefio fruncido” con el que ella puede “afectar el Pensamiento 0 el estado de 4nimo de su marido”. zY d6nde se supone que ella habia dejado su propio pensamiento? Asi es que las madres educan a sus hijas dentro de una serie de dobles crests aaa ii aa RENE A acta aii il Dc MADRES E HIJAS 59 vinculos socialmente construidos. Una madre quiere que su hija sea capaz de definir sus propias necesidades como un ser adulto e independiente, pero la acosan las dudas porque sabe que noes prudente que la hija se vuelva demasiado aut6noma, sino que debe aprender formas de dependencia. Unamadre quiere que su hija sea franca, abierta y sincera, pero sabe que tiene que aprender a practicar artimaiias y engafios leves, y a mostrarse esquiva. Quiere que la hija sea capaz de arreglarselas por si misma, pero no con demasiada eficiencia; que tenga una carrerao trabajo, pero que no se destaque demasiado; que sea duefia de si misma, pero que se permita tener otro duefio. Quiere fomentar la confianza dela hijaen si misma, pero también quiere que la hija esté consciente de la necesidad de atraer; quiere que tenga sus propias ideas, pero que no las exprese con excesiva vehemencia; que se ocupe de ella misma, peroque primero se ocupe de otros; que brinde carifio, pero con abnegaci6n. La hija deberfa tener una autoimagen positiva, pero tendrd que aprender a utilizarla para reflejar a otras personas. La madre quiere que su hija tenga un cardcter firme, pero que sepa cémo esconder su firmeza. Tal vez admire el desarrollo mental de su hija, pero quiere estar. segura de que la inteligencia de ellano atemorizard a sus posibles festejantes. La hija debe ser una buena alumna, pero no lamejor. Puede practicar deportes, pero no ser demasiado competitiva. Debe ser privada y discreta, pero tener muchos amigos y admiradores. Debe vestirse con correccién, pero quedar seductora. Debe aprender a cuidar de su aspecto, pero nunca aparecer excesivamente arreglada. Y debe aprender a conquistar subrepticiamente al hombre por el que desea ser conquistada. MADRE/MUJER Quizds el pentiltimo doble vinculo que rodea la relaci6n madre-hija sea la proverbial dicotomia entre “mujer” y “madre”. Cuando Nancy Friday escribié Jo de “actuar como una mujer y no como una madre”, se estaba haciendo eco, en una sola frase, de todas las actitudes, estereotipos y prejuicios que presuponen una divisién, y una distinci6n, entre la persona de la madre y la persona de la mujer. La madre no es una mujer, es MADRE. Las imagenes de la madre son universales. Las mujeres, en cambio, vienen en una variedad de formas y tamafios individuales, no necesariamente determinados por su funcionamiento intrafamiliar. Una es la imagen del ser que brinda alimentos y cuidados; la otra es la de la persona sexual. y autodeterminada. La dicotomia madre-mujer es més explicita y notoria, asicomo particular- mente nociva para las mujeres, en el terreno de su sexualidad. Desde el ideal de lainmaculada concepcién y la madre virgen, por un lado, hasta la mujer sexual como buscona y vampiresa (derivada de la palabra “vampiro”, es decir, que chupa la sangre), por el otro lado, las imagenes de la mujer sexual siempre han 60 LA RED INVISIBLE estado divorciadas de las de la madre. Pocas veces nos encontramos en la literatura, el cine o los medios de difusién, con madres cuya sexualidad sea explorada y tratada como parte de la femineidad que incluye su condicién de madres. Y cuando las madres se presentan como seres sexuales ante sus hijas, normalmente es para aconsejarles c6mo cuidarse, més que c6mo tomar sus propias decisiones y lograr satisfaccién en su vida sexual. Dentro de este contexto, se puede considerar que las madres niegan su propia sexualidad, y restringen la de sus hijas a fin de prepararlas apropiadamente para la maternidad. Las madres temen que capacitar sexualmente a sus hijas podria poner en peligro la matemidad de éstas. No hay ninguna manera clara en la que una madre puede aparecer como una persona plenamente sexual ante su hija. Una madre puede ensefiarle a la hija que el sexo es algo bueno y placentero, una extensi6n natural del amor y la relaci6n. Puede hablarle de disfrutar las relaciones sexuales, de la alegria de compartir y csi nsdenbey ne one de la pasin que se experimentan al realizarse sexualmente. Pero esto siempre ‘; debe tener un matiz de precaucién y prohibicién. No prevenira lahija constituiria una grave negligencia de su parte. Debe alertar a su hija sobre las aterradoras | consecuencias que podria tener un embarazo fuera del matrimonio. Debe recomendarle qué hacer si un hombre la aborda por la calle. Necesita encontrar el modo de hacerle saber que muchas mujeres son violadas, y si le resulta demasiado dificil hablar de esto con la hija, se sentira ansiosa por no habérselo explicado. Debe aconsejarle sobre cémo proceder si se encuentra con un exhibicionista en la calle, si un hombre trata de “levantarla” o si los hombres hacen comentarios obscenos acerca de ella cuando va caminando hacia el colegio. Si su hija es corpulenta, 0 muy linda, tendr que ensefiarle como % conducirse ante los “silbidos” admirativos y las insinuaciones erdticas de los muchachos reunidos frente a la puerta del bar o de los albaitiles que trabajan en el nuevo edificio en construccién del barrio. Todas éstas son experiencias compartidas por madres € hijas como mujeres sexuales. No es‘de extrafiar que los mensajes que le transmite una madre a su hija acerca del sexo sean heterogéneos. Capacitar sexualmente a lahija puede resultar * peligroso; prevenirla puede tener un efecto inhibitorio, La actitud represora ser4 vista como represiva; la permisividad, como irresponsable. Para la hija, hacerse cargo de su propia sexualidad es demasiado agresivo; ser precavida y sumisa implica demasiada sumisién. Una madre puede recurrir a ensefiarle a la hija cémo utilizar el sexo para manipular y lograr poder. Puede prohibirle toda conducta abiertamente sexual a la vez que la alienta solapadamente a ser seductora. Puede advertirla contra la promiscuidad y al mismo tiempo admirarla —y hasta envidiarla— en secreto por su capacidad de atraer a los hombres. Cualquiera sea el rambo que tome, el mensaje serd inevitablemente heterogéneo. La habilidad estar en lograr la combinacién justa. MADRES E HIJAS 61 En contraste con lo anterior, los padres pueden reconocer su sexualidad y omentar abiertamente la de sus hijos varones. Los padres pueden hablar ibremente de sus hazafias sexuales (bien que premaritales) y aun aconsejarle al io.que “se divierta lo mds posible” antes de caer en el yugo del matrimonio. La dre, en cambio, no puede confesar sus hazafias prematrimoniales, ya que se pone que era virgen antes de aceptar los votos nupciales. Y es dificil que nte Ia sexualidad de su hija ya que tiene miedo de que ésta pueda quedar \barazada sin haberse casado. Es algo muy distinto prevenir a un hijo var6n de no deje embarazada a una chica que advertir a una hija que se.cuide de no quiedar embarazada. Esto ultimo introduce una nota precautoria, protectora y erable a todo discurso sexual entre madres.e hijas. le llama la atenci6n que la cautela, el conflicto y la ambivalencia de la ante la formaci6n sexual de suhija se hayan interpretado casi exclusivamente un “problema” de la madre: como la expresi6n de su propia negaci6n y 3i6n sexuales, de la “carencia” sexual propia que le inflige a la hija. Porque adre no s6lo est4 atrapada en la dicotomia cultural de mujer/madre y en la gencia bioldgica del embarazo indeseado, sino que también es testigo de ‘peligros reales que enfrentan todas las mujeres en un mundo en el que la fencia sexual continta siendo una realidad. Una madre no necesita haber sido ‘Miolada ni molestada sexualmente para saber que ésas son realidades que “amenazan la seguridad de su hija. Estas realidades pasan a estar en laconciencia madres en el proceso de criar a sus hijas. No experimentar ninguna siedad respecto de la sexualidad de la hija serfa indicio de una inadecuada “eyaluacién de la realidad por parte de la madre. Y si se pone ansiosa, protectora Testrictiva de la sexualidad de su hija, esto seguramente tendré repercusiones su propia sensaci6n de viabilidad y poder sexuales. Asi es coro se construye el ciclo disfuncional de lucha y conflictos entre ¢ hija: la madre debe refrenar y prevenir a la hija respecto de su sexualidad hacerlo ella misma se sentird reprimida en cuanto a presentar su yo sexual. ija se enojard por las restricciones que le impone su madre y adoptard una itud critica frente a ella. La maiire se sentiré menos segura, con menoscontrol, or lo tanto ms ansiosa; el “mensaje” de la madre a su hija se tomar4 mds ogéneo”. La hija comenzaré a culpar a su madre de cualquier problema al que experimente. La madre tendr sentimientos de culpa y se pondri ala iva. Ahora la hija vera que la dnica via libre para su propia sexualidad en rechazar la“‘inadecuacién” y las “inhibiciones” sexuales desumadre. € sera inculpada de reprimir la sexualidad de su hija. Y todo esto se ve O por una cultura que es ambivalente acerca de la sexualidad femenina to -de la cual madre y mujer atin no se perciben como una totalidad 62 LA RED INVISIBLE EMOCIONES RAZONABLES: Tales dicotomias y contradicciones empaiian la relacion entre madre ¢ hija 4 tan seguramente como el funcionamiento familiar compartido de ambas contriz’ buye aconfigurarla. En la tradicién intelectual occidental, la divisi6n entre raz6n 3 y emoci6n, la polarizacién de las formas de pensamiento intuitiva y analitica,es 2 aun otro factor que afecta a las mujeres y a sus mutuas relaciones. En nuestra, sociedad, por ejemplo, al saber que surge del compromiso afectivo, de Ia familiaridad de la experiencia compartida, de la intimidad y de la sensaci6n: intuitiva de las vinculaciones, no se le asigna ninguna significacién como: instrumento dtil para el desarrollo intelectual o la experiencia cognitiva. Por el: contrario, se le atribuye el rango inferior de “pensamiento emocional”, lo q traducido quiere decir un pensamiento enturbiado por nuestros sentimientos, p la inducci6n, por una excesiva proximidad con nuestro sujeto. El pensamie: 3 emocional 0 intuitivo se considera la antitesis del objetivo, cientifico y racio1 También se lo ve como “menos que” éste. El primero es prejuicioso, ambigu no estructurado, amorfo... y asociado con lo femenino. El segundo es neutral, disciplinado, estructurado, sustancial... y asociado con Io masculino. En este contexto, toda la esfera de conocimientos que derivan de la experiencia subj tiva, incluida la sensibilidad maternal, es desvalorizada. Ese saber queda’ desacreditado cuando se lo mide segiin los requisitos severos y pragméticos del “mundo real”, del “mercado” de la gestién econ6mica, intelectual optblica. Esta’ polarizacién crea un entomo conflictivo y ambivalente para las madres qi deber4n negar su (desvalorizada) intuicidn a fin de confirmar su (valorizada) racionalidad. La intuicién y el andlisis, la raz6n y la emoci6n, se entremezclan en mayoria de las interacciones interpersonales. Si definimos estas modalidades como cosas separadas y distintas, como mejor y peor, como mds y menos:4 significativa, como primordial y subalterna, terminamos form4ndonos una e conciencia que niega lo emocional y afirma lo analitico. Y cuando estas i polaridades son luego asignadas a cada género —la mujer es emocional y el = hombre es racional— la perspectiva de que podamos lograr un punto de vista libre de prejuicios acerca de nuestros pacientes se ve ciertamente reducida. Creo que debemos ser cautelosos en cuanto a la “objetificaci6n” de nuestros “sujetos” por parte de toda interpretaci6n, intervencién, estrategia o técnica sistémica que, por mds sutilmente que lo haga, insintia este prejuicio. Baste decir que en el“ mundo de la terapia lo emocional es objeto de un tratamiento; lo racional es”, objeto de consideracién. 4 Jerome Bruner, en El proceso de la educacién (1960), dice lo siguiente : acerca del pensamiento intuitivo en comparaci6n con el analitico: : sid nitro AEE MADRES E HIJAS. 63 Laintuicién implica el acto de: captar el significado, la importanciao la estructura de blema o una situacién sin apoyarse explicitamente en el aparato analitico del que dispone... La modalidad intuitiva... produce hipétesis de manera répida... encuentra a, produce un ordenamiento tentativo de un cuerpo de conocimientos (que) nos ja principalmente por via de damos una base para seguir avanzando en nuestra ficacién de la realidad... A diferencia del pensamiento analitico, el intuitivo no fesa mediante pasos cuidadosos y bien definidos... sino que tiende a (estar)... ;. en una percepci6n implicita del problema global... El pensamiento intuitivo se aen la familiaridad con el dominio deconocimiento en cuestiény con suestructura... dole complementaria del pensamiento intuitivo y el pensamiento analitico debe... *conocida. A través del pensamiento intuitivo, el individuo a menudo puede llegar olucién de los problemas a la que no Ilegarfa en absoluto, o en el mejor de los casos. con mayor lentitud, a través del pensamiento analitico... El formalismo del jizaje escolar ha desvalorizado en cierta medida la intuicién... Podria ser de capital rtancia establecer una comprensién intuitiva de los materiales de estudio antes de (alos nifios) a modalidades més tradicionales y formales. (pgs. 58-60) Bruner no establece una dicotomia entre la emocién y la razén, entre lo vo y lo analitico, sino que los contrasta a fin de llegar a una sintesis jitiva. Plantea que la eficacia del pensamiento intuitivo radica en la familia- jad‘con el sujeto, en el sentido de la conexi6n de las cosas y en el desarrollo de itoconfianza necesaria para dar un salto conceptual a partir de una serie (ada de datos. Esta me parece una noci6n de suma importancia para laterapia iar. A fin de evitar desvalorizar implicitamente a las mujeres, debemos ar explicitamente el pensamiento intuitivo y laraz6n emocional, incorpo- O estos procesos cognitivos a nuestro trabajo y a nuestras tradiciones éntido del formalismo de las f6rmulas, la construccién de oposiciones, lo ato mds que lo inmediato, la tarea mds que el proceso, lo directivo mds que iteractivo. Sin duda, debemos entender que laraz6n y laemoci6n, la intuicién ‘nsamiento analitico, el salto creativo y la progresi6n légica, no son modos 6micos de percibir y explorar nuestro mundo. No puede haber raz6n sin n, niemoci6n sinraz6n. Cada una fundamentaa la otra. La intuici6n ace- isis y el andlisis acrecienta lo intuitivo. El salto creativo fomenta la de lo légico y la légica crea un contexto dentro del cual puede produ- ‘salto creativo. Dicotomizar estos modos de ser y entender, asignarle primordial y secundaria a cada modalidad como opuesta a Ia otra, ‘Sociedad definida sobre la base del género, dara lugar a un marco de ren el que se desvalorice a las mujeres y a las relaciones entre ellas. 64 LA RED INVISIBLE UNA REFORMULACION FEMINISTA 3 Mi esis a lo largo de este planteo ha sido, sin duda, que al dicotomizar, j ys luego priorizar, los valores asignados a lo intra y lo extrafamiliar, a la razon y emoci6n, ala madre y lamujer, al apego y la autonomfa,alopéblico y lo privado,! al trabajoy la familia, la epistemologia del patriarcado ha impedido la concreci de la potencia y la energia creativas del vinculo intimo, personal y familiar en e madres ¢ hijas. El conflicto que pueden experimentar la madre y la hija por vivir’ enuna sociedad dominada por el var6n ha sido volcado hacia adentro, traband las en lucha una con la otra, levandolas a culparse entre si por cualqui [ problema que aparezca en sus vidas. Esta lucha se ha convertido en parte de si legado, en una profecia vigente a ser cumplida. Desde luego, no creo que esto sé4: accidental. Si las mujeres pudieran realizarse y ser poderosas a través de relaciones entre ellas mismas en lugar de necesitar asociarse con hombres qi las habiliten, el fundamento mismo del sistema patriarcal quedaria cuestionad E Si las mujeres se sintieran validadas a través de identificarse con aquello qr todas tienen en comén, su autoestima personal seria menos contin; gente. Y si mujeres tomaran mayor conciencia de su experiencia colectiva, serfan men vulnerables a los mensajes que las mantienen subordinadas. 3 El conflicto madre-hija del que con tanta frecuencia somos testigos ene nuestros consultorios es parte de ese proceso de dividir a las mujeres a fin d unirlas mds satisfactoriamente con los hombres. Este conflicto es, de hecho, Prototipo de esta clase de divisién. Muchas de las teorfas psicosexuales nuestra profesi6n, desde Edipo y Electra hasta las de la actitud sobreprotectora y aplastante, han tenido el efecto de perpetuar el conflicto entre madres e hijas.: Por consiguiente, me parece particularmente importante que revisemos nuestra ; conceptualizacién de la relaci6n madre-hijaa fin de incluirel contexto social, ast: como el familiar, que la estructura y que predice la inevitabilidad de la lucha y el conflicto. Es necesario despatologizar el conflicto, reencuadrar la lucha y convalidar la relaci6n misma. Cuando resulte apropiado, se podrd hacer referencia a los mensajes basados en el género que transmite el terapeuta a efectos de validar, interpretar y/o reencuadrar determinadas conductas. Asi, yo podria conectar una interaccién de una madre y su hija con el modo en que se nos ensefia que deben ser las cosas: “Las mujeres aprenden muy temprano que su misién dentro de la familia es suavizar las cosas, de modo que su tendencia a hablar por su hija tal vez sea un modo de tratar de evitar que ella y el padre se peleen”. O podriareferirme aciertas imagenes, mitosocaracterizacionesen bogaacerca de lasmadres (esposas, hijas, mujeres): “,No es cierto que todas las madrastras son malvadas?; ZAcaso no se supone que las chicas son excesivamente emocionales?”; “zAlguna vez vio una telenovela en la que una mujer fuerte ¢ inteligente fuera realmente feliz?” O puedo hablar de las experiencias de otras madres ¢ hijas, incluyendo las mias: Matelist MADRES E HWAS 65 “Cuando mi segunda hija tenia 14 afios tuvo una reaccién similar, y pensé que me ibaa volver loca; ahora tiene 22 afios y ve las cosas de un modo muy distinto”. Yaveces hago universal lo particular: “;Qué madre no se ha preocupado cuando su hija empieza a salir con muchachos?”; “Qué hija ha dejado de seritir, en ocasiones, que la madre no le tiene confianza?” Ademds, a menudo explico mis comentarios refiriéndome explicitamente al condicionamiento social: “Nuestra sociedad espera que las madres se preocupen y después, lamentablemente, suele castigarlas por hacerlo”; “A las hijas se les dice que no podrin convertirse en seres adultos a menos que corten el lazo que las ata a las faldas de la madre, y Jamentablemente ellas creen que eso también significa cortar con la persona que lleva esas faldas”. Y asi sucesivamente. Las referencias. de este tipo son importantes porque ponen de relieve condiciones y experiencias que han sido englobadas bajo la generalizacion, orientada y definida en términos predomi- nantemente masculinos, de la “experiencia humana”. Como resultado, las experiencias sociales y psicoldgicas de las mujeres, de las madres y de las hijas, han sido pasadas por alto como objeto de investigaci6n, han permanecido invisibles, 0 bien se las ha interpretado dentro de un marco de referencia masculino. Desde luego, proponer generalizaciones sobre la experiencia de las mujeres, ohablar deunaconcienciacolectiva, entrafiael peligro de dar lugar a estereotipos despectivos (como en los chistes raciales), por lo que debemos cuidarnos de no incurtir en eso. Y, por supuesto, los casos especificos de dicha experiencia son tan variados y tan diferentes como diferencias y variaciones existen entre las personas y dentro de los grupos raciales, étnicos y de clase social. Con todo, hay condiciones universales que conforman Ia conciencia y la autodefinicién indi- viduales. Desde el mensaje implicito de la maestra que espera un mayor rendimiento intelectual de los varones que de las nifias en su clase, hasta el mensaje explfcito contenido en el hecho de que las mujeres con formacién universitaria, en su promedio, ganan menos dinero que los hombres que no han completadosus estudios secundarios, la conciencia y la identidad de las mujeres, més alla de la raza, la clase social o las diferencias individuales, estén condicio- nadas por esas actitudes y circunstancias. Esta realidad en comtn es un marco de referencia que puede vincular a madres ¢ hijas no s6lo entre ellas y con otras mujeres, sino también con las condiciones y experiencias exteriores a la familia que, paradéjicamente, harin que sus problemas y conflictos intrafamiliares resulten menos amenazadores. Esto se cumple particularmente en el caso de una relacién que, como la de madre e hija, se moldea en gran medida dentro de los confines de la familia. Las madres y las hijas aprenden muy temprano en su trayectoria juntas que deben prever conflictos interpersonales y situaciones dolorosas ocasionados por el deber de estar unidas desde el momento del nacimiento y de “separarse” cuando la hija Ilegue a la edad adulta. La relaci6n entre las madres y sus hijas de 66 LA RED INVISIBLE corta edad se ve menos complicada por los mensajes heterogéneos basados en el género o por la necesidad de preparar a las hijas para que cumplan roles y funciones femeninos. Pero cuando la hija entra en la adolescencia, las metas y losmensajesconflictivos que necesita transmitirle sumadre comienzan de hecho? asocavar la autoestima de ésta en un punto crucial de su propia vida. Cuando su .: hija entra en la adolescencia, la madre normalmente est legando a lamitad de. su vida, un momento de evaluacién y renovacién, de arrepentimientos y posibilidades. Autoafirmarse, para la madre, puede significar arriesgarse a su! una pérdida, emocional, conyugal o socialmente. Y es justamente en este: momento cuando mas firmeza personal debe tener frente a su hija. Debe. proporcionar proteccién y gufa en un momento en que esté cuestionando sy propio rumbo y en que menos protegida se siente. Debe ayudar a la hija,:y; ayudarse a sf misma, a sopesar el precio de la firmeza personal frente al costo de: la dependencia. Asi es que enel preciso momento en que una madre debe aparentar la mayor fortaleza posible, mas vulnerable se encuentra ante las presiones manifiestas de: su hija para desligarse de ella, asf como ante los mensajes implicitos de q persevere en su papel y la proteja. El decrecimiento de las posibilidades de! 4 fists se van convirtiendo en adultos incluye los factores citados, en el caso de las; madres y sus hijas, en cuanto las madres comienzan a sentir que tienen menor: ascendiente. La vinculacién estrecha con su hija le provoca a la ya sobrecargada 4 madre el temor de incurrir en una dependencia excesiva. Lo que es mas, su éxito! © su fracaso en la funcién matera est4 siendo puesto a prueba por la misma persona que a su vez debe prepararse para asumir dicha funci6n. La bisqueda de : autonomia por parte de la hija se percibe, y a menudo se califica, como una'y actitud de oposicién y critica, y asf se inicia un ciclo de conflictos. Es dificil para 3 unamadre interpretar la conducta de su hija adolescente 0 joven adulta como una 4 experimentaci6n ambivalente con el poder, el juicio y la libertad de opeisn § personales. La perspectiva de una terapeuta feminista podria proponer un marco de referencia que posibilitara a las madres percibir los actos de sus hijas, a medida » que maduran, no tanto como una lucha por liberarse de los lazos maternos que - las traban, sino como un avance hacia una posicién autodeterminada, firme y ; auténoma que les sea propia. De este modo, el conflicto se podria ver como el ; producto de las actitudes de dos personas que buscan distintos modos posibles de vincularse en diferentes etapas de su vida. Colocando el panorama dentro de * este marco, llegamos a implicaciones, percepciones y “verdades” psicoldgicas » diferentes. La hija, joven adulta, esté experimentando una sensaci6n nueva y atemorizante de su propio poder, una confianza incipiente en su propio juicio y su capacidad de hacer eleccién; no est4 meramente mostrndose resentida y discola. La madre, de edad mediana, esté buscando un nuevo terreno, un modo MADRES E HIJAS 67 de mantenerse vinculada con la hija sin el temor de que larelacién estrecha entre ellas se convierta en una carga para ninguna de las dos. Ambas estan en proceso de reestructurar una relacin, no de “salirse” de ella; y para reestructurar su mutua relaci6n deberdn encontrar la forma de reconocer Io que tienen de igual afin de aceptarlo que las diferencia. La hija deberd saber mds acercadel contexto y el contenido de la vida de su madre, y no menos; la madre deberd explorar sus propias fuentes para conocer y comprender los aspectos propios del desarrollo de su hija. La hija busca afirmacién en el reflejo de su madre, una imagen que confirmard la suya. Desafia a la madre para tener firmeza de cardcter y autodeterminacién. La madre busca la convalidaci6n de su éxito como madre especialmente por parte de la hija, quien compartiré su experiencia de vida. Si los terapeutas logran liberarse de la mitologia de la separaci6n como autonomia y de su enamoramiento con Ia ley y el orden en Ja familia, podran volcar su atencién a la empresa de suministrarles a madres e hijas otras formas posibles de vincularse. Las madres y sus hijas adolescentes necesitan sentirse funcionales una en relaci6n con la otra, no s6lo en cuanto a establecer y acatar reglas familiares, 0 a liberarse e irse del hogar, sino por via de participar en el proceso continuo de explorar nuevos medios a través de los cuales puedan expandir y mejorar la calidad de vida de ambas. Dos escritoras han expresado, en frases muy breves, las dos caras de la condicién de ser madre de hijas mujeres: la intensidad de las experiencias compartidas empafiada por la conviccién culpable de ser la causante de todo lo que le suceda a su hija. {Qué les ha acontecido a nuestras hijas que ya no les gusta el perfume de la violeta? Colette No sé qué es lo que hice, pero sé que lo hice. Marsha Norman, ‘Night Mother MADRES E HIJAS EN TERAPIA En todos los ejemplos clinicos siguientes de nuestro trabajo con madres e hijas se encuentra la conviccién de que lacalidad deesta relaci6n es fundamental para el desarrollo de la mujer, por lo que necesita, de diversos modos, ser convalidada y afirmada. Nuestro objetivo clinico comin consiste en suscitar € incrementar el potencial positivo de la relacién, como contrapartida del punto de vista dominante que presenta a las hijas como seres atrapados en una lucha interminable para escaparse de una madre posesiva y patologizadora. Con todo, ninguna de nosotras es ingenua y todas tenemos plenaconciencia de que algunas madres pueden ser destructivas, otras atormentadoras, y aun otras 68 LA RED INVISIBLE tristemente dependientes de sus hijas. Olga analiza la tarea de reconstruir una relaci6n madre-hija que se habia vuelto tan opresiva y debilitante para la hijaque la habia levado a efectuar un corte total y a someterse a una terapia de’ “separacién”. Su anilisis ilustra la forma en que el sistema de creencias més’ amplio de la terapeuta se interrelaciona con su metodologfa y su eleccién de: intervenciones. Peggy, describe su trabajo con una madre y una hija cuya’ relacién se ve afectada por problemas conyugales no resueltos. Sus intervenci nes iniciales se dirigen a habilitar a la madre —como mujer y esposa, ademés de: como madre—, con lo que logra ampliar el terreno dentro del cual la madre y 14. hija pueden negociar su interaccién y profundizar su mutua comprensi6n. Sé incluyen ejemplos de intervenciones por las que se posibilita que la hija pase’a: formar parte del proceso de habilitar a su madre. Y el caso de Betty se refiere la historia de una hija que describe los triéngulos generacionales, y las in triangulares, que han organizado su propia relacién con la madre, en un que nos remite a temas e imagenes conocidos. Los intentos de la hija de romps los ciclos disfuncionales que le han impedido a ella y a la madre concretar‘ potencial positivo de su relacién son orquestados en una terapia claramén| dirigida a liberar ese potencial. Mi caso es ilustrativo de las particulares crisis de la adolescencia que sé manifiestanen el cursode larelaci6n entre madrese hijas. Estacrisis esta: cargada de mensajes heterogéneos, tanto para la madre como para la hija, pero al igual que todas las crisis brinda una oportunidad Gnica para lograr el cambio. Et andlisis abarca todo el curso de la terapia, unos siete u ocho meses, y se incluyet extractos de algunas sesiones familiares seleccionadas. ia El marco de referencia que orienta mi trabajo con esta familia es él presentado en mi exposicién sobre una “reformulaci6n feminista”. A lo largo dé mi trabajo con la familia, mis intervenciones estuvieron dirigidas a reestructt larelacidn entre la madre y sus dos hijas por via decentrar la atencién en aquellos terrenos en que se podria lograr una vinculaci6n y una comunicaci6n positiva: Me empeiié especialmente en subrayar las conductas competentes que tenfan lugar dentro de las sesiones de terapia, convirtiéndolas en experiencias dé competencia que pudieran ser compartidas por la madre y sus hijas. Lag transcripciones ilustran mi estilo preferido: el uso del proceso durante las sesiones de manera que brinden una proximidad, muevan a la reflexién y fomenten un sentido de lo familiar. 4 Esta familia se definia a si misma como vulnerable y caética. Y en efecto, los sintomas que presentaba la hija menor eran graves, habiendo determinado, que fuera internada justo antes de comenzar la terapia conmigo. La madre sé mostraba ineficiente, confundida y desesperanzada, y la ira, los insultos y ef franco rechazo experimentados por la madre y la hija aparecfan como un. obstaculo casi insalvable para los intentos de lograr un reencuadre positivo. Lo que me result6 particularmente itil para trabajar con la familia fue el contexto = MADRES E HWAS 69 amplio basado en el género que pude utilizar para interpretar y despatolo- ‘sus conductas. Esto les ofrecié a todos un marco de referencia fuera de su un marco con el cual se podian vincular y luego volver a las lides jiares con una autoestima reforzada. Casos Atrapada en la marafia Marianne Walters EL PROBLEMA PRESENTADO Una mujer divorciada de cerca de cuarenta afios vino a verme con sus dos hijas adolescentes. Sally, la madre, es enfermera y ama su trabajo, aunque sus horarios irregulares le dificultan la organizaci6n y el manejo de las actividades domésticas. Joan, su hija de catorce afios, acababa de regresar al hogar tras haber estado internada durante tres meses en un centro de tratamiento. La otra hija, Betty, tiene diecisiete afios y est4cursandoel tiltimoajfio dela escuela secundaria. Sally ha estado en terapia individual; ella y su marido habfan estado en terapia de parejas antes de divorciarse; las chicas y ella han tenido sesiones de terapia familiar antes y durante la internaci6n de Joan. Antes de ingresar en el centro de tratamiento, Joan habia tenido una conducta dificil, cargada de tensién, que result6 traumtica para toda la familia; la expulsaron del colegio por consumir drogas, sacar malas notas y faltar a clase; se negaba a acatar reglas y limites en el hogar; disputaba constantemente con la madre, la hermana y el padre; mantenia relaciones sexuales, y solfa insultar a su familia y a las autoridades escolares, “Fuera de control, iracunda, con pocaautoestima peromuy inteligente”, dictaminaron los terapeutas del hospital. Nuestro primer encuentro duré un par de horas. Sally era una mujer apocada, que hablaba con mucha suavidad. Parecia encogerse ante el ataque verbal de sus dos hijas. Betty, una chica atractiva y emocional, que se expresaba con claridad, se sent entre la madre y Joan, intercediendo por cada una de ellas y tratando de Orquestar sus actos. Joan, regordeta y de aspecto desagradable, manifestaba abiertamente su desaprobaci6n ante todo lo que sucedia y fustigaba a todo el mundo (incluyéndome), musitando una letanfa de blasfemias. Sally, la madre, present6 el problema ubicdndolo en ella misma, evaluacién con la que concordaban toda la familia y varios terapeutas previos. Mi esfuerzo 70 LA RED INVISIBLE inicial se dirigié a poner en tela de juicio esta perspectiva y ofrecer otra nueva. Eso probé ser una tarea dificil, dado el grado en que todos (incluida Sally) estaban organizados en tomo a las fallas de la madre. LA ENTREVISTA INICIAL Sally: (Hablando con suavidad y lentitud, y midiendo sus palabras) Greg, mi marido, siempre se encarg6 de la disciplina. Supongo que yo actuaba como salvadora, en el medio, y me costaba ejercer mucha autoridad sobre las chicas. Nunca lo hacia bien, asi que vacilaba muchisimo. Estuvimos casados durante“, diecisiete afios. Pero incluso después del divorcio yo segui en la misma posicién, ., siempre tironeada en distintas direcciones. Cuando las cosas van bien en casa, me puedo distender un poco. Pero cuando tenemos diferencias, se arma un lic infernal... nos ponemos frenéticas y las cosas se salen de control... nos damos = cornadas unasa otras. (Las chicas se empiezana retry a burlarse de la expresiOn:4 “darse cornadas” que emple6 la madre.) 3 Terapeuta: Ya veo, Sally, que una cosa que hacen sus hijas es hacerla sentirse incémoda por lo que usted dice, y por el modo en que lo dice, como si fuera una tonteria. De hecho, creo que ellas estén molestas aqui... lo que es natural; pero reaccionan burlandose de usted. Me pregunto... quiz sea que no 4 entienden su metéfora. Joan, ,qué crees que quiso decir tu madre con lo de “nos 4 damos cornadas”? (Durante toda la sesién, digo deliberadamente “sus hijas” para subrayar la vinculaci6n entre las chicas y la madre.) Joan: ,Cémo mierda quiere que lo sepa? Terapeuta: Bueno, veamos. .. los cameros, 0 sea los ovinos machos, luchan: golpedndose las cabezas uno contra otro... es muy impresionante... tienen’; 3 cuernos en la cabeza, asi que se dan comadas y a veces quedan con los cuernos < 4 enganchados y ninguno de los dos se puede mover. Ahora que lo pienso, es una‘; excelente analogfa para describir las cosas entre ustedes, Sally. ;Lo: comprendes 4 2 mejor ahora, Joan? Joan: (grune, refunfufia, se retuerce) 5 Terapeuta: Bueno, Sally, en muchos sentidos su familia ha estado. suftiendo’: cambios y trastornos por los que todos tuvieron que hacer muchos ajustes: 1 divorcio, su trabajo, la internacion de Joan. Joan, cuando empezamos a hablar;) hoy dijiste que estabas contenta de haber salido del “loquero” pero no de estar: 3 en tu casa. {Qué te parece que habria que hacer para que te sintieras mejor en tus casa? e Joan: (furiosa) Nada, nada, nada... no hay nada mal... de todos modos no: se puede cambiar a la gente... Terapeuta: Ay, Sally... a Joan le resulta tan dificil creer que lo que ella haga 3 puede servir de algo... que se alborota, y anda rezongando y maldiciendo... y se + ai MADRES E HAS. n podria decir que se comporta en forma bastante anifiada para una chica con tanta perspicacia. Bueno, Joan, si no puedes cambiar a los demés, zcrees que las personas se pueden cambiar a si mismas? Joan: Si, si... y yo ya cambié mucho. Terapeuta: Lo creo... y parece que tu mamé est4 de acuerdo contigo. Ahora... enrelaci6n con tu familia... ;dirfas quelas peleas.... las cornadas... son una de las cosas que deben resolverse? Joan: (Gruie, refunfuia y se retuerce, pero me mira de frente por primera vez) Si... supongo que si. Betty: (Interrumpiendo,conmucha vehemencia)Nose\o tiene que preguntar aella... es a mamé a la que deberia preguntarle. Ella nos tendria que decir qué es lo que debe cambiar. Terapeuta: Esa es una recomendaci6n interesante. Joan, {tu hermana te ayuda mucho de este modo? Joan: Si, hablamos... ella sabe cémo son las cosas con mamé. Betty: Yo sé como tratarla, ya le conozco la vuelta. Quiero decir, las dos estamos més en el mismo nivel. Terapeuta: Cuando dijiste: “Mamd nos tendria que decir”, Betty, no me quedé claro a quién estabas defendiendo. {A tu madre o a Joan? Betty: (Se pone mds nerviosa) A las dos, porque a veces se nos dice que debemos asumir més responsabilidades y después resulta que no tenemos ningén derecho en la‘casa; asi que no podemos decir qué es lo que debe 0 no suceder. De modo que usted no puede empezar a darle autoridad a ella (Joan) y luego esperar que mi mam4... hemos estado discutiendo sobre eso desde que Joan inicié la terapia... sobre quién tiene 1a autoridad en la familia, quién toma las decisiones... est4 todo revuelto... y... Terapeuta : Qué bien, Betty, lo has descripto a la perfeccién. Asf que te parecié que yo le estaba transfiriendo la autoridad a Joan al consultar su opinién. iNo es un fastidio, Sally, c6mo legan a confundirse totalmente en una familia, la autoridad, la responsabilidad y quién opina qué cosa? Asf, Betty, ti imrumpiste para apoyar a tu madre, y sospecho que también para sacar a Joan del aprieto. Creo que fue una actitud muy bondadosa de tu parte, y que tratabas de que las cosas fueran justas para los otros dos miembros de tu familia. Qué chica. tanresponsable ha formado, Sally. Es formidable. Perome pregunto.... sospecho, Betty, que tii te sientes tironeada en distintas direcciones... atrapada en el medio de lo que sucede en la familia... igual que tu mamé. Bueno, Sally... zasf que usted cree, y quiz4 por eso que Betty cree, que el principal problema es que las chicas no saben quién est4 al mando? Sally: (Abatida) Si, al menos en parte. Tantas veces me siento tan insegura al estar al mando... cuando... c6mo... d6nde... Joan: El problema es que ella no demuestra estar al mando. Betty: Sf... nos ha dado autoridad a todas. 72 LA RED INVISIBLE Terapeuta: {No es extraordinario lo que sucede, Sally... cémo las chicas i intervienen de inmediato? Estan defendiendo, estén acusando, quieren estar ae mando, quieren que usted esté al mando. Es muy confuso, pero demuestra e] interés que tienen... Ya veo c6mo ocurre lo que usted dijo. .. que se dan cornadas y quedan prendidas, sin poder moverse. Asi que terminan hablandole cada una ala otra, y no con la otra. Sally: Si... eso es lo que pasa. Y la tiltima novedad es que les ha dado pot comportarse como tontas, de un modo bochornoso y bastante grosero, cuando hombre con el que estoy saliendo viene por casa, y me est4 costando muchd" frenarlas. Joan: (Refunfuia) No lo hariamos si é1 no fuera un pavo tan grande... Betty: (A Joan) Calllate. Terapeuta: Otra vez hizo lo mismo: salir en auxilio. zSe da cuenta de lo que quiero decir, Sally? Por alguna raz6n, Betty siente que debe auxiliarla a usted salvar a la hermana... 3 Betty: (Se pone realmente molesta) Asi es como han sido las cosas... yo la’ protegia (a Joan), mamd me protegia a mi, y papd protegia a mama. Ahora B (el amigo de la madre) la protege alla. Y si yo no me ocupara de protegerla @ Joan) quién sabe si no hubiera sucedido algo peor. Terapeuta: Creo que tal vez ésa sea una carga demasiado grande para ti, Betty. Ademds, no creo que tu madre necesite que la ayudes tanto como crees. Betty: (Inflexible) No... no es unacarga. Quiero tener la responsabilidad dé proteger y cuidar a alguien. {Esta diciendo que esta mal, encargarse de proteget:: a otros? Terapeuta: No, no estoy diciendo eso... de hecho, creo que es una actitud= 5 admirable. (Volviéndose a Sally) Y es evidente que sus hijas son protectoras y @ carifiosas, al mismo tiempo que le dan tanto trabajo. Es estupendo que Betty ~ quiera ser titil, cuidar de otras personas, tal como Io hace usted. Me doy cuenta * de que usted aprecia ese rasgo de Betty y quiere fomentarlo. Quizd por eso es que lecuesta hacerle saber que est4 asumiendo demasiado para su edad... ayudéndola austed a tomar decisiones, protegiendo a la hermana, decidiendo cémo deben marchar lascosas en la familia. Resulta confuso: por un lado, usted quiere alentar la actitud protectora de Betty... por otro lado, sabe que a menudo esa actitud es inapropiada y que interfiere con la necesidad de que usted esté al mando... de modo que vuelve a quedar atrapada en la maraiia... Betty: (Se pone mds enérgica) Si,resulta muy cémodo, pero después se sale de control... y al final, todo me hace sentir como que no lo puedo hacer bien... Joan: Yo no creo que esté mal... lo que hace Betty. Betty: (Muy alterada) Usted podra decirme que esta mal, pero es algo que. no vaa cambiar. No es unacarga; es mi clecci6n. Lamento si dije algo quea usted no le gusta... quiz4 no esté bien. De todos modos, Joan puede Ilevarme la MADRES E HIJAS 73 -eontraria, y mama puede Hevarme la contraria, pero no me parece que una * persona de afuera pueda decirme lo que esta mal. 2 Sally: Creo que te ests alterando demasiado y que deberias tranquilizarte. : Betty: Nosotras no queriamos venir aquf, por empezar. Después lo vamos a © hablar en casa y, probablemente, decidamos no volver. Esto no es lo que yo me habia imaginado. Usted le habla solamente a mamé4... nosotras no podemos expresar lo que sentimos... es muy probable que no vengamos mas. Terapeuta: Sally, usted puede ver cuanto se esfuerza Betty... con qué empefio trata de cuidar de todos,exactamente del mismo modo que usted,cuando se interpone entre ellas, 0 con otras personas fuera de la familia. Se parece muchisimo a usted. Y se siente tironeada. Hasta cree que la terapia que elijan tendrd que ser una decisi6n conjunta, que ella tiene que ayudarla a usted adecidir esto. Sally: Es tan reconfortante ver que las cosas pueden ser diferentes... que se puede hablar como lo estamos haciendo aqui. En casa hay una batalla constante y lo que yo quiero es no tener que pelear. Quiero que todo sea agradable y feliz. Estoy segura de que las chicas no estén mds contentas que yo con el modo en que van las cosas. Joan: (Al borde de las légrimas) Pero mama, es como que ti habias renunciado a ser madre... no querfas tener ninguna responsabilidad. Yo podia volver a casa a la hora que se me antojara: no me dijiste que eso estuviera mal, y entonces, de pronto, me dices: “Vas a ir de pupila a la escuela, te guste 0 no; véte, sube al auto y marchate”... Nos dejas hacer todo lo que se nos ocurra y de repente, cuando a ti se te antoja, nos dices: “alto”. Bueno, esa no es la idea que tengo de una familia feliz. Terapeuta: Sally, usted tiene dos criticas muy severas. Sally: E\ problema es que estoy de acuerdo con ellas, en este preciso momento. Terapeuta: Tiene raz6n, exactamente. .. ése es el problema... que usted est de acuerdo con las criticas, que se olvida de lo que ha hecho, y lo que hace, bien. Asi es como usted bloquea su propia eficacia. Y usted y sus hijas han adoptado una forma de estar juntas: la danza de los cuernos trabados. Cada vez que usted empiezaa ver las cosas con mayor claridad, ellas le hacen recordar lo que nohizo bien, y usted las escucha y vuelve al molde. Sally: Si, eso es justamente lo que sucede, es lo que siento. Es cierto... en cuanto las cosas parecen mejorar, algo sucede y volvemos a quedar atrapadas en una via muerta. Terapeuta: Entonces, Sally, eso no es nada nuevo. Como todas las madres, usted se culpaa si misma por cualquier cosa que ande mal en la familia... y sus hijas le siguen la corriente. Ellas se forman sus opiniones a partir de las suyas. Posiblemente la escuchan mucho més de lo que usted cree. Tal vez sélo deba tener mas en claro qué es lo que realmente les est4 transmitiendo.

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