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MÉXICO SE ESTRENA EN

CONFLICTOS
INTERNACIONALES EN ASIA,
ÁFRICA Y EL CARIBE
NOTICIA INTERNACIONAL.

9 DE JULIO DE 2018
JESUS RAUL RANGEL TAPIA.
UNIPUEBLA.
DESARROLLO.

Son 13 los efectivos de las Fuerzas Armadas Mexicanas actualmente desplegados en


las Operaciones de Paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Se trata de ocho
soldados del Ejército Mexicano y cinco marinos de la Armada de México. No van con arma
de cargo ni con tanques, aeronaves o cualquier otro tipo de vehículos, embarcaciones o
armamento mexicanos para cumplir las funciones que les han asignado. Están distribuidos
en tres misiones de la ONU: para el Referéndum del Sahara Occidental (Minurso); de
Estabilización en Haití (Minusstah) y Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en Líbano
(Unifil).

De la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) –mediante la Ley General de


Transparencia y Acceso a la Información Pública– nos informan que por parte del Ejército
Mexicano van seis mayores, un sargento y un capitán. La Secretaría de Marina (Semar), por
su parte, nos responde que ha enviado a tres capitanes de fragata, un capitán de corbeta y
un teniente de navío.

Son cuatro los efectivos enviados específicamente al Sahara. Los del Ejército
Mexicano son tres mayores que cumplen con la función de “observadores militares”. La
Armada de México envió a un capitán de fragata, quien también tiene la función de
“observador militar”.

Cabe recordar que la Minurso está vigente desde el 29 de abril de 1991. Fue
resultado de la Resolución 690 del Consejo de Seguridad para mantener la paz en el pueblo
del Sahara Occidental, reclamado por Marruecos pero con un movimiento independentista
fuerte: el Frente Popular para la Liberación de Saguía el-Hamra y de Río de Oro. El conflicto
está empantanado pues, a pesar de que están a punto de cumplirse 25 años de que se
estableció la misión de la ONU, no se ha logrado la celebración del referéndum con el cual
los saharianos de Occidente decidirían entre incorporarse a Marruecos o construir una
nación independiente.

Los cuatro militares mexicanos se han sumado a los 210 efectivos desplegados en la
zona procedentes de 31 países. Están a las órdenes del general de división pakistaní
Muhammad Tayyab Azam, comandante de la Fuerza (la jefatura civil está a cargo de la
canadiense Kim Bolduc).
En casi 5 lustros la Minurso ha sufrido 15 bajas: cinco soldados; un policía; un
observador militar; tres civiles internacionales, y cinco civiles locales.

Con respecto de los efectivos mexicanos enviados a Haití, se trata de tres mayores y
un sargento primero del Ejército; y un capitán de fragata, un teniente de navío y un capitán
de corbeta de la Armada. En la Minusstah, dos mayores se desempeñan como “oficiales de
Estado Mayor” y uno como “especialista en comunicaciones”. La función del sargento
primero es de “auxiliar”. Además el capitán de fragata y el teniente de navío se desempeñan
como oficiales de Estado Mayor (“asesoría y planteamiento”, especifica el documento
obtenido de la Semar) y el capitán de corbeta como “auxiliar de la Sección de Operaciones
de la Planta Mayor del Batallón de Chile”.

Los siete efectivos mexicanos se suman a los 2 mil 334 militares procedentes de 18
países. Están bajo el mando del teniente general brasileño Ajax Porto Pinheiro, comandante
de la Fuerza. En el plano civil, la jefatura recae en la trinitaria Sandra Honoré y el
estadunidense Carl Alexandre.

Luego de años de guerra civil y desastres naturales, el Consejo de Seguridad de la


ONU emitió el 1 de junio de 2004 la Resolución S/RES/1542. Los hechos de violencia y las
catástrofes siguieron suscitándose. La misión en Haití es ayudar al gobierno de transición a
establecer un entorno seguro y estable; ayudar en la supervisión, reestructuración y
reforma de la Policía Nacional de Haití; y, entre otros objetivos, prestar asistencia mediante
programas integrales y a largo plazo de desarme, desmovilización y reinserción.

“Por parte del Ejército van seis mayores, un sargento y un capitán, y por parte de la
Semar, tres capitanes de fragata, un capitán de corbeta y un teniente de navío”

La Minusstah ha padecido 181 bajas: 68 efectivos militares; 34 agentes de policía;


43 personal civil internacional; 30 personal civil local y 6 más de apoyo.

Por su parte, la operación de la Unifil –que data de marzo de 1978 pero cuyo
mandato se ha modificado en 1982 y 2000– tiene como propósitos confirmar la retirada de
Israel del Líbano, restaurar la paz y la seguridad internacionales y ayudar al gobierno del
Líbano para que restablezca su autoridad efectiva en la zona; además de, entre otros,
supervisar el cese de las hostilidades; acompañar y apoyar a las Fuerzas Armadas del Líbano
durante su despliegue en el Líbano Meridional. Según la Resolución 2236 del Consejo de
Seguridad de la ONU, la autorización vigente finaliza el 31 de agosto de este año. Todo indica
que tendrá que prorrogase por más tiempo, pues las disputas no tienen para cuando acabar.

Se trata del conflicto internacional más complejo en el que el México y sus Fuerzas
Armadas se han metido. Sólo se han enviado a dos efectivos: un capitán primero del
Ejército, que se desempeña en la zona de conflicto como “oficial de Estado Mayor”, y un
capitán de fragata de la Armada que se desempeña como director de Proyectos de Asuntos
Civiles del Contingente Español de la Brigada Multinacional Este, desplegado en el Sur de
Líbano.

Están bajo las órdenes del general mayor italiano Luciano Portolano, quien es el jefe
de la Misión y comandante de la Fuerza. No hay autoridad civil responsable.

Los efectivos mexicanos se suman a los 10 mil 410 militares procedentes de 38


naciones. La misión es una de las vigentes que más vidas ha cobrado de cascos azules: 308
en total (291 soldados, dos observadores militares, ocho civiles internacionales y siete 7
civiles locales).

En entregas anteriores nos habíamos referido ya a los riesgos del involucramiento


de México, como nación, en conflictos internacionales y a las escasas oportunidades
objetivas de incidir en la paz mundial y el diseño de la agenda internacional. Nunca hemos
sabido la posición de las Fuerzas Armadas al respecto, quienes sólo acatan la instrucción del
poder civil.

El Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto, del que hemos dado cuenta en estas
páginas, señala claramente que “una guerra para México sólo podrá ser en defensa de
nuestro propio territorio e impuesta por un caso de agresión”. Esperemos que esta posición
se mantenga vigente y que la “activa” participación de México no nos arrastre como país a
aventuras bélicas de las potencias internacionales, los verdaderos mandamases que
distribuyen guerra y “paz” en el mundo según sus intereses.
CONCLUSION.

En mi conclusión personal, pienso que esta supuesta ayuda que va de parte de


nuestro país México, no traiga problemas con el gobierno, que la responsabilidad de los
oficiales y soldados mexicanos no repercuta de forma negativa a nuestro estado.

México no puede estar en tiempos de guerra y menos de encontrarse en una


situación de un conflicto internacional entre otros países. La situación puede ser llevada a
través de pláticas y mensajes de solidaridad, invitando a las naciones, por medio del dialogo
para así llegar a un acuerdo y se estabilice el conflicto.

Como otro punto importante es que no, nos conviene estar en un problema con
países que son potencias fuertes en cuestión de armamento y no creo que llegando a la
guerra sea la solución para nadie.

Que el gobierno federal tome el asunto en sus manos, tome autoridad y retire sus
elementos fuera de ese conflicto y evitar de esa forma futuros problemas.

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