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Derecho

Procesal
Constitucional

Derecho
Procesal IV
(Procesal Público)
Derecho Procesal Constitucional

Evolución.
Si bien el derecho procesal constitucional forma parte del derecho constitucional, desde la década
del ochenta ha experimentado una gran ampliación y desarrollo que ha dotado a esa disciplina de
principios propios.

La causa de esa expansión proviene de la creación en Europa de tribunales especializados en


materia constitucional y el fuerte crecimiento que han experimentado en los últimos años los
procesos constitucionales, tales como el amparo, el habeas data o la acción de
inconstitucionalidad en Latinoamérica.

Contenido.
Señala Sagües que el derecho procesal constitucional se ocupa de la jurisdicción constitucional
integrada, a su vez, por dos elementos claves: la magistratura constitucional y los procesos
constitucionales1.

1
SAGUES, Néstor P., Recurso extraordinario, Buenos Aires, Astrea, 2002, 4ª Ed. act. y Ampl. T I., pág. 8.
Bibliografías de referencia
Orgaz, J., Montesi, G., Ávalos, E. & Villafañe, L. (2004). Derecho Procesal Administrativo. Tomo
II. Córdoba: Alveroni Ediciones.
Manili, P. L. & otros. (2005). Derecho Procesal constitucional. Buenos Aires: Editorial
Universidad.
Control de
constitucionalidad

Derecho
Procesal IV
(Procesal Público)
Control de constitucionalidad

La jurisdicción constitucional.
La supremacía de la Constitución sobre la ley motivó que en año 1803 en los EEUU el juez John
Marshall en el renombrado caso “Madbury vs. Madison”, diera orígenes a la teoría del control de
constitucionalidad atribuyendo esa delicada tarea del Poder Judicial.

A partir de ello y según se argumentó en ese precedente, atento que la Constitución se encuentra
en la cima de la pirámide jurídica una ley contraria a la Carta Magna no es ley y así deben
declararlo los jueces.

El fundamento de la supremacía constitucional en nuestro país se encuentra en el Art. 31 de la CN


que establece que: “Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten
por el Congreso y los tratados con las potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación; y las
autoridades de cada provincia están obligadas a conformarse a ella, no obstante cualquiera

1
SAGUES, Néstor P., Recurso extraordinario, Buenos Aires, Astrea, 2002, 4ª Ed. act. y Ampl. T I., pág. 8.
disposición en contrario que contengan las leyes o constituciones provinciales, salvo para la
provincia de Buenos Aires, los tratados ratificados después del Pacto de 11 de noviembre de
1859.”

El control por vía de acción se ha desarrollado con distintas variantes en el derecho comparado;
particularidades que van de la mano del diseño de la organización del poder judicial o político,
según corresponda. Así, en algunos países el control de constitucionalidad se encuentra
concentrado en una autoridad jurisdiccional especializada, sea a cargo de un Tribunal
Constitucional como ocurre en Alemania2, de un Consejo Constitucional como en Francia o en una
autoridad extrapoder como acontece en España que halla su base en el sistema austriaco3.

En otros casos, el sistema de control es difuso y por lo tanto, el escrutinio de la adecuación con la
Ley Fundamental se encuentra en cabeza de todos los jueces. Dentro de ese modelo, incluso,
puede haber variantes que recaen sobre todo en los alcances que cabe atribuirle a las decisiones
de los magistrados. Así, por ejemplo, en E.E.U.U. la magistratura constitucional está a cargo de
jueces comunes y rige el stare decisis por medio del cual la regla del precedente obliga4. En
Argentina, en cambio, los magistrados no se encuentran vinculados por lo decidido por otros
tribunales5, dejando a salvo la obligación moral del seguir los lineamientos establecidos por las
sentencias que emanan de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Por último, debe tenerse presente que en otros ámbitos comparados6 o provinciales7, concurren
características de ambos sistemas dando lugar a lo que se ha denominado como modelo dual o
paralelo8. El sistema Cordobés concentra en el Tribunal Superior de Justicia el control de
constitucionalidad de actos generales (Leyes, ordenanzas, reglamentos) a través de la acción
directa de inconstitucionalidad y posee elementos propios del sistema difuso ya que en el resto de
los casos, el control de constitucionalidad puede ser realizado por todos los jueces.

2
Cfr. PEREIRA MENAUT, Antonio C., Sistema político y constitucional de Alemania, Santiago de
Compostela, Tórculo, 2003, 1ª Ed., pág. 101 y ss.
3
Cfr. SAGÜES, Néstor Pedro, La interpretación judicial de la Constitución, Buenos Aires, Depalma, 1998,
pág. 201.
4
VANOSSI, Jorge R., “Introducción a los sistemas de control de la constitucionalidad”, L.L. 1980-A, 971.
5
Cabe destacar que conforme lo preceptuado por el Art. 303 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación lo sentenciado mediante un fallo plenario resulta obligatorio tanto para los jueces inferiores como
para la propia Cámara de Apelaciones.
6
Vg. Perú.
7
Córdoba, por ejemplo.
8
Cfr. GARCIA BELAUNDE, Domingo, “La jurisdicción constitucional y el modelo dual o paralelo”, L.L. 1998-
E, 1175.
Debe tenerse presente, que ante la ausencia de regulación constitucional, el sistema de control de
constitucionalidad argentino tiene un origen pretoriano en los fallos de la C.S.J.N. que a su vez,
siguió en esta materia los lineamientos de su par estadounidense.

En nuestro ámbito federal el sistema de control de constitucionalidad es concreto en tanto es


necesaria la presencia de una controversia entre las partes. De acuerdo a la jurisprudencia del
Alto Tribunal se requiere una “causa” o “caso” entre partes legitimadas al efecto, exigencia que no
se cumple cuando se está en presencia de una cuestión política no justiciable.

La jurisdicción constitucional en Córdoba

TSJ
TSJ TSJ

Cámara Cámara
Cámara Civil Laboral
Contencioso
Administrativo Juzgado Civil Juzgado de
y Comercial Conciliación

CONT. ADM. CIVIL Y COMERCIAL LABORAL

La jurisdicción constitucional a nivel federal

CSJN

Cámara
Federal

JUZGADO FEDERAL

El control de constitucionalidad formal. A estos fines debemos, primero que todo, recordar que
la declaración de inconstitucionalidad, en general, deriva de constatar la validez o no de una
norma dentro del contexto fáctico en donde la misma va a ser aplicada. En ese sentido, el juez al
aplicar una norma no lo hace en un sentido abstracto sino que el análisis de si una norma es
constitucional o no, se realiza apreciando el caso particular y su contexto.
En cambio, la declaración de inconstitucionalidad como consecuencia de deficiencias formales de
la norma a aplicar prescinde de ese contexto fáctico y se realiza ex ante de reparar en su
contenido. Y ello responde a una razón muy simple y no siempre advertida por los operadores del
derecho; para predicar si una norma respeta o no la Constitución debemos primero que todo
analizar si la norma tiene todos los requisitos para tener dicha entidad.
Ello quiere decir que el juez tiene que enfrentar la norma con la Ley Fundamental Constitución
para detectar si se han seguido los pasos constitucionales para que podamos decir que la misma
tiene esa entidad.
Entonces, habrá que verificar, si se trata de una ley, si se ha cumplido con su trámite
parlamentario, si estamos ante un decreto de necesidad y urgencia, si se han verificado los
extremos exigidos por la Constitución para el uso de este excepcional instituto. Así las cosas, la
declaración de inconstitucionalidad formal será el resultado de un análisis jurídico basado en la
comprobación de si se han respetado, o no, las normas que dan legitimidad formal a la ley o
reglamento o acto individual en cuestión9.
Este mecanismo de control, pone de manifiesto el carácter normativo de la Constitución sobre
todo a través de la consagración de restricciones y exigencias formales y materiales a las demás
fuentes de derecho.
De esta manera, se evidencia también que este tipo de inconstitucionalidad es anterior y excluye a
la sustancial. Esto es así por para saber si una norma es razonable, si adecua a sus fines, si
respeta normas de jerarquía superior, deber poseer una entidad normativa.
Otra diferencia que a priori se trasluce como la más importante es la que tiene que ver con los
efectos que traen aparejado estos tipos de pronunciamientos. Como es sabido, en nuestro
sistema, la declaración de inconstitucionalidad, por regla, tiene efectos para el caso concreto.
Ahora bien, detectada la inconstitucionalidad formal de un norma ¿Cómo sostener su validez en
otro proceso? ¿Podremos sostener la obligatoriedad de esa norma?
Desde el plano jurisprudencial, cabe destacar algunos pronunciamientos. En la causa “Nobleza
Piccardo c. Estado Nacional-DGI”10 la Corte hizo lugar a una demanda de repetición de impuestos
que habían sido abonados en vigencia de una ley que después se comprobó que no había
respetado las formalidades previstas por la constitución para su sanción. En este sentido, el Alto
Tribunal manifestó que “es indudable entonces que ha mediado una manifiesta inobservancia de
los aludidos requisitos mínimos e indispensables para la creación de una ley”.

9
BIANCHI, Alberto B. Control de Constitucionalidad, Buenos Aires, Abaco, 2º ed. 2002.
10
Fallos 321:3487 (1998)
Esta posición se puso nuevamente de manifiesto con el resonante caso “Fayt” 11 donde, como es
sabido, se declaro la inconstitucionalidad de una cláusula de la Constitución debido a que la
misma no estaba habilitada por la ley que declaraba la reforma.
Por último, más recientemente in re “San Luis” la Corte arrancó de raíz el Decreto 214/02 del
Poder Ejecutivo Nacional que deponía la pesificación de las deudas del sistema financiero. Se
trataba de un reglamento delegado que fue dictado en ejercicio de facultades delegadas por el
Congreso Nacional al P.E.N. en virtud de la ley de emergencia Nº 25.561. Según el voto de la
mayoría ese decreto había excedido el ejercicio de facultades delegadas y por lo tanto debía se
reputado inconstitucional.
En este camino y ante los pronunciamientos analizados cabe indagarse ¿Cuál es el valor, en la
actualidad, de la jurisprudencia en los casos de inconstitucionalidad formal? ¿Cuál es su jerarquía
frente a las demás fuentes del derecho? ¿Cómo se vislumbran estos pronunciamientos a la luz de
lo establecido en el Artículo 31 de la C.N.?
Se vislumbra, ante esta problemática, la complejidad de nuestro sistema jurídico, sobre todo en lo
que hace al sistema de control de constitucionalidad.

La inconstitucionalidad de oficio12. Hace unos años, a través de un nuevo fallo, la Corte


Suprema de Justicia de la Nación, ha modificado su postura en materia de control de
constitucionalidad. Desde ya, adelantamos nuestra adhesión a la doctrina que sustenta el Máximo
Tribunal del país, por las razones que destacaremos, brevemente a continuación.
Es que ahora, a partir de lo decidido in re “Banco Comercial de Finanzas s/ quiebra” la mayoría de
nuestro Tribunal cimero admite la posibilidad de que los jueces, siempre dentro del marco de una
“causa” o “caso”, declaren de oficio la inconstitucionalidad de normas, que no han sido traídas al
juicio por las partes.
Desde luego, dicho pronunciamiento trae aparejado un giro trascendente en materia de control del
constitucionalidad, cambiando, de manera definitiva, la jurisprudencia que traía desde el
renombrado caso “Ganadera los Lagos” (Fallos, 190:142) de 1941, en donde, como se sabe, se
estableció el patrón de que sólo procedía la declaración de inconstitucionalidad de una norma, si
había mediado pedido de parte.
En efecto, sobre el tema de análisis y con algunas variantes el Tribunal mantuvo su postura
durante más de 60 años sosteniendo, que para que un tribunal pueda declarar inconstitucional

11
Fallos 322-1616 (1999)
12
Versión ampliada de la pública en BUTELER, Alfonso, “La inconstitucionalidad de oficio”, Comercio y
Justicia, 16 de septiembre de 2004.
una norma debía mediar pedido de parte. En esta etapa, la Corte se valió de diferentes
argumentos para abrazar esa postura. Entre ellos los más importantes fueron:
1) La declaración a instancia de parte se hace necesaria para mantener el equilibrio entre los
tres poderes.
2) La declaración de oficio afecta el derecho de defensa en juicio de las partes. El referido
derecho, se encontraría comprometido si se declara inconstitucional una norma sin que
sean escuchadas las partes y debido a que el juez estaría decidiendo cuestiones ajenas a
la litis.
3) La presunción de legitimidad con que están investidos los actos administrativos y demás
actos estatales.

Pero, en la década del ochenta, con la llegada al Máximo Tribunal de los Ministros Fayt y Belluscio
comienza a avizorarse, de manera más ostensible, la posibilidad de admitir la inconstitucionalidad
de oficio. Esa visión de ambos magistrados, se puso en evidencia en su voto minoritario in re
“Juzgado de Instrucción Militar Nº 50 de Rosario” (Fallos, 306:303) de 1984, donde con
fundamento en el adagio iura novit curia y el deber de los magistrados de mantener la supremacía
constitucional, convalidaron la declaración de inconstitucionalidad de oficio que había efectuado el
juez de grado de la causa, a los fines de arrogarse competencia por sobre la jurisdicción
castrense.
Años más tarde, a esa minoría se suma en 1998 el Ministro Boggiano en su disidencia in re
“Banco Buenos Aires Building Society” (Fallos, 321:993) donde señalo que “ la declaración de
inconstitucionalidad sin que medie petición de parte no implica un avasallamiento del Poder
Judicial sobre los demás poderes, ya que dicha tarea es de esencia de aquel, una de cuyas
funciones especificas es la de controlar la constitucionalidad de la actividad desarrollada por los
poderes Ejecutivos y Legislativo a fin de mantener la supremacía de la Constitución (Art. 31)”
El paso siguiente para llegar a la doctrina actual de la Corte se pone de resalto en la causa “Mills
de Pereyra” (Fallos, 324:3219) de diciembre de 2001, en donde, la actora y otros jueces
correntinos reclamaban el ajuste en su remuneración afectado por la inflación. Para resolver a
favor de los peticionantes, el juez de oficio, declaro inconstitucionales algunas disposiciones de la
ley de convertibilidad y de una ley provincial. A partir de ese fallo, se suman a la postura de la
citada minoría, los ministros López y Bossert fundando su voto conjunto en que la declaración
efectuada no afecta el derecho de defensa. También en la misma causa, va a adherir a esa
postura, pero reforzando los argumentos para fundar la procedencia del control de
constitucionalidad de oficio el Ministro Vázquez.
En cambio, acudiendo en general, a los mismos argumentos utilizados a partir de lo decidido en
“Los Lagos”, los jueces Moline O´ Connor, Petracchi y Nazareno no admitieron la procedencia de
la declaración de inconstitucionalidad de oficio.
En la actualidad, y con la nueva integración del Tribunal, impulsada por el Presidente Kirchner,
aquella minoría toma fuerza y pasa a ser mayoría en virtud de la adhesión de los Ministros
Zaffaroni y Highton de Nolasco, admitiendo, en consecuencia, la posibilidad de que los jueces
declaren la inconstitucionalidad de la normativa independientemente de que las partes del pleito lo
hayan o no planteado. Es decir, la Corte, para resolver el caso comentado, hace ahora suyos los
argumentos de los votos minoritarios de fallos anteriores. Así, se advierte claramente, del voto
conjunto de Fayt y Belluscio en “Juzgado de Instrucción” toma el siguiente argumento:
 La declaración de inconstitucionalidad versa sobre cuestiones de derecho y no de hecho y
los jueces deben suplir el derecho (iura novit curia) a los fines de mantener vigente la
supremacía constitucional.
 Y de los votos de los Dres. Boggiano y Vázquez en la causa “Mills de Pereyra” toma los
siguientes argumentos:
 No puede verse en la declaración de inconstitucionalidad de oficio una afectación del
principio de equilibrio entre los tres poderes a favor del Poder Judicial. Ello en virtud de
que dicha afectación también se configuraría cuando los jueces declaran la
inconstitucionalidad de una ley o decreto cuando las partes lo han pedido expresamente.
 La presunción de validez de los actos administrativos y de los actos estatales cae cuando
dicha actividad se contrapone a derechos constitucionales, lo que permite el control de
oficio.
 No se afecta el derecho de defensa en juicio de las partes ya que de admitirse ese
argumento la afectación de tal derecho se verificaría, también, cuando el juez resuelve una
causa aplicando una norma diferente a la invocada por las partes, por más que no medie
declaración de inconstitucionalidad.

Los distintos sistemas de control de constitucionalidad.


En el derecho comparado y a lo largo de los años se han instrumentado diversos sistemas de
control de constitucionalidad entre los que cabe destacar a los siguientes:
a) Político: está a cargo de autoridades que no integran el Poder Judicial sino que tienen
funciones políticas.
b) Judicial: El control de esa supremacía constitucional está cargo del Poder Judicial. Este es
el sistema imperante en la República Argentina y en la Provincia de Córdoba.
c) Difuso: el ejercicio del control le corresponde a todos los jueces, tal como acontece en
nuestro sistema federal.
d) Concentrado: la función de control recae un solo cuerpo estatal.
e) Abstracto: en el cual no hace falta la existencia de una controversia entre partes para que
tenga lugar el control.
f) Concreto. En donde resulta precisa la existencia de un pleito entre partes legitimadas al
afecto para que se pueda realizar el control.
g) De Oficio. El control no es resultado del pedido de una parte sino que es realizado
directamente por los jueces.
h) Efectos generales: La declaración de inconstitucionalidad tiene efectos erga omnes.
i) Efectos individuales: La sentencia que declara la inconstitucionalidad del precepto
normativo sólo tiene efectos para el caso concreto.
j) Formal: Se fiscaliza el mecanismo adjetivo que ha dado origen a la creación de la norma
que se enjuicia.
k) Material: Se controla la adecuación constitucional del contenido de la norma.

El sistema de control de constitucionalidad argentino


Como dijimos con anterioridad a nivel federal, en nuestro país el control de constitucionalidad tuvo
origen en la jurisprudencia del Corte Suprema Nacional que siguió, en este punto, a su par
estadounidense. Entre sus particularidades debe quedar en claro que es difuso y judicial, en
tanto le corresponde a todos los jueces; es concreto, ya que necesita la existencia de un “caso”,
es decir de un conflicto entre partes; sólo tiene efecto entre las partes y conforme lo hemos visto
puede ser de ejercido de oficio por los magistrados.
Por su parte, como vimos, el sistema de la Provincia de Córdoba concentra en el Tribunal Superior
de Justicia el control de constitucionalidad de actos generales (Leyes, ordenanzas, reglamentos) a
través de la acción directa de inconstitucionalidad y posee elementos propios del sistema difuso
ya que en el resto de los casos, el control de constitucionalidad puede ser realizado por todos los
jueces.
Bibliografías de referencia
Orgaz, J., Montesi, G., Ávalos, E. & Villafañe, L. (2004). Derecho Procesal Administrativo. Tomo
II. Córdoba: Alveroni Ediciones.
Manili, P. L. & otros. (2005). Derecho Procesal constitucional. Buenos Aires: Editorial
Universidad.
La acción de
amparo

Derecho
Procesal IV
(Procesal Público)
La acción de amparo
Introducción: los orígenes del amparo.
La acción de amparo tiene su génesis en el derecho comparado y en especialmente en México en
184113, país de donde surgió dicho instituto como un mecanismo operativo para la defensa de
derechos supremos14 de los ciudadanos protegidos por la Ley Fundamental. Su eficacia protectora
y su fuerza expansiva provocaron a posteriori la propagación de este medio de tutela por varios
países de Latinoamérica15.
En la República Argentina y dentro de ámbito federal, ésta garantía ha tenido un origen de neto
corte jurisprudencial frente al reconocimiento de los tribunales ante los pedidos formulados por los
particulares quienes veían avasallados sus derechos constitucionales por parte de las personas
públicas o privadas.
Sin embargo, frente a la falta de respaldo legal y constitucional expreso la Corte Suprema de
Justicia de la Nación desconoció sistemáticamente al amparo como mecanismo de protección de
derechos fundamentales hasta diciembre de 1957, como lo veremos en el punto siguiente. Esa
postura del Alto Tribunal explicitada en sus sentencias encontraba apoyatura en dos principios
básicos: En primer lugar, en que el habeas corpus -que hallaba sustento normativo en el Art. 18
de la C.N.-, sólo tenía por objeto la protección de la libertad física contra la detención ilegal o
arbitraria y en segundo lugar, que fuera de dicho remedio no existía en el ámbito federal otra
herramienta procesal que ampare el ejercicio de los demás derechos constitucionales 16.
El primer precedente de estas características lo resolvió el Alto Tribunal en 1899 en la causa
“Bochar”17 al rechazar el planteo mediante el cual se cuestionaba el alojamiento de indígenas en
establecimientos del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, respecto de los cuales el

13
Cfr. MANILI, Pablo Luis, “Introducción al derecho procesal constitucional”, AA.VV. Derecho procesal
constitucional, (Pablo L. Manili, coord.), Buenos Aires, Edit. Universidad, 2005, 1ª Ed., pág. 25.
14
Tal como lo destaca Augusto Morello, en México promediando los años 1950 “un detenido era arrastrado
por las calles de la ciudad de México por algunos esbirros que lo llevaban a la cárcel. Al escuchar voces que
venían desde lo alto la víctima levantó la vista y vio en un balcón que conversaba con el dueño de casa un
magistrado del Poder Judicial. sólo atinó a pronunciar una palabra clave y definitoria: ampárame” (“El
amparo. Garantía fuerte. Hacia una interpretación funcional”, Supl. Der. Constitucional, L.L., 28/10/07, pág.
15 y ss)
15
Entres esos países puede enumerarse a Uruguay, Costa Rica, Brasil, Perú, Paraguay, Colombia, Bolivia,
Chile, Ecuador, Venezuela, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Panamá, entre otros.
16
Cfr. LINARES QUINTANA, Segundo V., Acción de amparo, Estudio comparado con el juicio de amparo en
México y el mandato de seguridad del Brasil, Buenos Aires, Editorial Bibliográfica Argentina, 1960, pág. 13.
17
Fallos, 81:246, “Bochar” (1899).
defensor de menores había celebrado un contrato de locación de servicios, criterio que siguió
luego en fallos posteriores.
La causa “San Miguel”18 constituye un importante mojón en la historia del amparo argentino, pues
el contenido del voto minoritario de esa sentencia abre la puerta constitucional a dicho remedio.
Frente a la decisión por medio de la cual se había dispuesto la clausura de un diario de propiedad
del actor -al igual que acontecerá luego en “Siri” pero en circunstancias totalmente opuestas
desde el punto de vista político19-, la Corte resolvió desestimar el planteo del accionante
apoyándose para ello en el argumento según el cual, el amparo no existía en el sistema federal
argentino y que el habeas corpus no permitía la protección de derechos distintos al de la libertad
física.
Sin embargo, la semilla del amparo la va a sembrar el juez Casares en el voto disidente emitido en
esa causa al admitir la procedencia del planteo efectuado por el actor. A tal efecto, dicho
magistrado fundamentó su posición en que “la realidad concreta de los derechos está
condicionada por la existencia de garantías efectivas para su ejercicio” razón por la cual, entendió
que la vía escogida resultaba idónea para neutralizar los efectos de la decisión por la cual se
afectaban los derechos de publicar y trabajar.

Su creación en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de


la Nación.
Como quedó evidenciado en el breve recorrido jurisprudencial realizado de manera introductoria,
hasta fines del año 1957 la Corte Nacional había desconocido constitucionalmente al amparo,
atento la inexistencia de una norma expresa que le diera fundamento en el ámbito federal20.
Empero, los precedentes “Siri”21 y “Kot”22 marcan el camino inicial del amparo argentino,
erigiéndolo como un medio apto e idóneo para la protección urgente y oportuna de los derechos
constitucionales fundamentales –excepto la libertad ambulatoria que era protegida por el cauce

18
Fallos, 216:606 (1950)
19
Cfr. IBARLUCIA, Emilio A., “El nacimiento del amparo. El caso Siri y sus protagonistas”, Supl. Der.
Constitucional, L.L., 28/10/07.
20
Cfr. BADENI, Gregorio, Reforma constitucional e instituciones políticas, Buenos Aires, Ad-Hoc, 1994, pág.
232.
21
J.A., 1958-II-476, con nota de Roberto Repetto, Fallos, 239:459.
22
Fallos, 241:291.
del habeas corpus- cuando éstos resultaban vulnerados o puestos en peligro por el actuar del
propio Estado o de los particulares.
En la primera de las causas citadas, el amparo fue promovido por un ex legislador que dirigía un
diario en la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires; acción que tenía por objeto
cuestionar la clausura que se había dispuesto por el gobierno de la Revolución Libertadora sobre
el medio periodístico del actor sin explicitarse fundamentación alguna, violando así su libertad de
expresión. A partir de esos antecedentes fácticos, el actor recurrió a los tribunales para solicitar al
Poder Judicial ordene la reapertura del aludido matutino. El planteo, fue denegado en primera y
segunda instancia con fundamento en que su pretensión no encuadraba en la figura del habeas
corpus.
La Corte con fundamento en el Art. 33 de la C.N.23, y pronunciándose acerca de la operatividad
del capítulo inicial de la Carta Magna, produjo un golpe de timón jurisprudencial al señalar que
bastaba la comprobación inmediata de la violación del derecho constitucional para que el mismo
sea restablecido, sin que pudiera alegarse la inexistencia de una ley que reglamente la garantía
del amparo, para agregar a continuación que “las garantías individuales existen y protegen a los
individuos por el solo hecho de estar consagradas en la Constitución e independientemente de las
leyes reglamentarias”.
El año siguiente, al resolver la causa “Kot”, el Alto Tribunal extendió la garantía del amparo contra
actos de particulares al considerar que la distinción del sujeto pasivo de la demanda “ no es
esencial a los fines de la protección constitucional”. En el caso, se trataba de una disputa salarial
entre sujetos privados suscitado por la toma de la fábrica textil de propiedad del actor por sus
trabajadores, con la consiguiente paralización de la actividad.
A pesar de tratarse de un conflicto entre privados, el Máximo Tribunal al descular los recaudos
que debía reunir la pretensión incoada estableció algunos de suma relevancia que se mantienen
hasta la actualidad.
En primer lugar, debe apuntarse que con esa sentencia nace la exigencia del carácter manifiesto
del acto u omisión que se cuestiona por vía de amparo y la consiguiente limitación probatoria de
este instituto.
En segundo término, aquí la Corte sienta el criterio por el cual va a juzgar la vinculación del
amparo con las otras vías de tutela; señalando a tal efecto que esa acción será procedente

23
Dicha norma constitucional garantiza los derechos implícitos señalando que “Las declaraciones, derechos
y garantías que enumera la Constitución no serán entendidos como negación de otros derechos y garantías
no enumerados; pero que nacen del principio de la soberanía del pueblo y de la forma republicana de
gobierno”.
únicamente cuando la remisión de la cuestión objeto de debate a las vías ordinarias -sean éstas
administrativas o judiciales- pudiera causar un daño grave e irreparable al interesado.
A partir de éste punta pie jurisprudencial, el amparo se erigió en el curso procesal preponderante
para que los ciudadanos pudieran lograr una inmediata protección de sus derechos
constitucionales supremos, aún frente a la carencia de respaldo normativo explícito.
Empero, a pesar del sentido amplio con el que fue concebido dicho medio de tutela en su origen,
el cimero Tribunal ante la inmensa cantidad de amparos que comenzaron a promoverse por los
ciudadanos por los más variados motivos, fue procurando restringir las posibilidades de acceso a
esa herramienta. La mejor demostración de ello, es que hasta la sanción de la Ley de Amparo en
1966, había resuelto 130 casos de acciones de amparo haciendo lugar sólo a tres de ellas24.

Su posterior regulación legal


A partir de la sanción en 1966 de la Ley de Amparo nº 16.98625 por el Gobierno de la Revolución
Argentina, comienza el denominado periodo legal como producto de la instauración normativa de
dicho remedio, en el cual, se destacan las restricciones que se establecieron sobre tal instituto,
con la creación de diferentes causales de inadmisibilidad, a la hora del acceso a la protección de
derechos constitucionales a las cuales podía fácilmente acudirse para desestimar la demanda 26.
De este modo en su Art. 2º, aquella norma estableció que la acción de amparo no sería admisible
cuando:
1) Existieran recursos o remedios judiciales o administrativos que se permitan obtener la
protección del derecho o garantía constitucional que se trate;
2) El acto impugnado emanara de un órgano del Poder Judicial o haya sido adoptado por
expresa aplicación de la ley 16.970;
3) La intervención judicial comprometiera directa o indirectamente la regularidad, continuidad
y eficacia de la prestación de un servicio público, o el desenvolvimiento de actividades
esenciales del Estado;
4) La determinación de la eventual invalidez del acto requiriese una mayor amplitud de
debate o de prueba o la declaración de inconstitucionalidad de leyes, decretos u
ordenanzas; y

24
Cfr. SAGÜES, N., Derecho Procesal Constitucional, op. cit., pág. 48.
25
B.O. 20/10/1966.
26
Cfr. BIANCHI, Alberto B., “La acción de amparo y los límites de la potestad revocatoria de la
administración pública”, E.D., 108:592.
5) La demanda no hubiere sido presentada dentro de los quince días hábiles a partir de la
fecha en que el acto fue ejecutado o debió producirse.

Cabe poner de resalto, que esa reglamentación, sólo reguló el amparo contra autoridades públicas
y no contra particulares que luego en 1968 mediante el dictado de la Ley 17.45427, fue incorporado
en el Art. 321 Inc. 2º del Código Procesal Civil de la Nación donde recibió regulación como
proceso sumarísimo.
A pesar del afán restrictivo perseguido por aquel cuerpo normativo los tribunales y la Corte
Suprema más específicamente a través de sus pronunciamientos, fueron neutralizando el
propósito de la Ley 16.986 y por consiguiente, admitiendo los amparos al interpretar ampliamente
sus preceptos.

El amparo en la Constitución Nacional y en la Constitucional de la


Provincia de Córdoba
La reforma introducida a la Carta Magna nacional en 1994 nos introduce en la etapa constitucional
de este remedio procesal, ya que por ella se otorga al amparo, la misma jerarquía de los derechos
que éste cauce viene a proteger. Así, el nuevo Artículo 43 -según se aprecia en el despacho de la
mayoría de la Convención Constituyente28- se erige en receptor de la doctrina judicial del Alto
Tribunal federal que establece el carácter excepcional del amparo 29, aunque para algunos autores
no sea tan nítida la voluntad del constituyente en este punto30.
Del nuevo diseño efectuado por el Constituyente de esta herramienta fundamental, merecen
destacarse por su carácter innovativo los siguientes aspectos con relación al amparo individual31:
a) Se admite la declaración de inconstitucionalidad de normas por dicho cauce;
b) No menciona al procedimiento administrativo como vía previa a transitar antes del amparo;
c) Amplia la protección contra derechos reconocidos por leyes y tratados;
d) No menciona un plazo de caducidad para promover la acción y

27
B.O. 07/11/1967.
28
Véase: Debate del dictamen de la Comisión de redacción en el despacho en mayoría y minoría originado
en la comisión de nuevos derechos y garantías de la Asamblea General Constituyente de 1994 (Orden del
día nº 9)
29
Criterio establecido en Fallos, 310:576 y que será abordado más adelante.
30
Cfr. GELLI, María Angélica “La silueta del amparo después de la reforma constitucional”, L.L., 1995-E,
978.
31
No debe soslayarse, que también se normaron los aspectos relativos al amparo colectivo, su legitimación
y se explicitó la garantía del habeas data y el habeas corpus.
e) Hace extensivo el amparo a los particulares.

El reconocimiento constitucional del amparo no debe limitarse únicamente a lo establecido por el


Art. 43 de la Norma Fundamental sino que en ello también adquiere importancia la incorporación
de los tratados internacionales por vía del Art. 75 Inc. 22 y el reconocimiento de su jerarquía
constitucional.
Esos instrumentos internacionales32 prevén el derecho a un recurso judicial sencillo que permita la
protección rápida de los derechos constitucionales que en el sistema argentino se conoce como
acción de amparo33.
Tal como lo ha señalado la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso “Cantos”34,
ello se traduce en que “los Estados no deben interponer trabas a las personas que acudan a los
jueces o tribunales en busca de que sus derechos sean determinados o protegidos”.
Esta circunstancia obliga a los operadores jurídicos a interpretar el Art. 43 en consonancia con
tales disposiciones y al Estado Argentino a garantizar el cumplimiento de tales convenciones 35.
El aspecto probatorio de este curso procesal, posee particularidades propias que son el producto
de su naturaleza excepcional que sólo autoriza a la revisión de violaciones manifiestas a los
derechos supremos. En virtud de ello, la ley nacional de amparo contiene ciertas limitaciones
probatorias.
En cuanto a los medios de los que pueden valerse los sujetos procesales de este mecanismo
específico y las oportunidades para hacerlo, se ha establecido en el Art. 7 que la prueba
documental en que se apoya la pretensión debe ser acompañada con el escrito de demanda e
individualizarse en dicho instrumento el resto de los medios de prueba de que pretenda valerse.
Esa misma norma veda la cantidad de testigos que puede ofrecer cada parte al número de cinco y
se prohíbe la prueba de absolución de posiciones.

32
En tal sentido, la Declaración Americana de los Derechos Humanos y Deberes del Hombre en su Art.
XVIII hace referencia a un procedimiento sencillo y rápido por el cual la justicia lo ampare contra los actos
de autoridad que violen, en perjuicio suyo, algunos de sus derechos fundamentales consagrados
constitucionalmente. En sentido similar, el Art. 8 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en su
Art. 8º establece el derecho a un “recuso efectivo” con el mismo objeto y el Art. 25 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos contempla el mismo derecho estableciendo que ese recurso debe ser
rápido.
33
GELLI, María Angélica, Constitución de la Nación Argentina, comentada y concordada, 2ª edición
ampliada y actualizada, La Ley, Buenos Aires, 2003, pág. 237.
34
Precedente dictado por el aludido tribunal internacional con fecha 28 de noviembre de 2002.
35
Cfr. GELLI, María Angélica, “Matices de la legitimación, el agravio y el interés del Estado por su
responsabilidad internacional en materia de derechos humanos”, E.D. Supl. de Derecho Constitucional,
17/04/2001.
Dentro del ámbito del amparo el Art. 3º de la Ley 16.986 le permite al juez rechazar in limine, es
decir, sin sustanciación, la acción cuando fuera manifiestamente inadmisible. Esa cuestión debe
ser valorada con criterio restrictivo por parte del juez y en caso de duda debe darse trámite a la
acción y declararla admisible.
Una vez que la demanda interpuesta ha sido admitida, el juez debe requerir a la persona pública o
privada demandada un informe circunstanciado acerca de los antecedentes y fundamento de la
decisión que se cuestiona, el que deberá ser evacuado dentro del plazo prudencial que fije. La
omisión del pedido de informe es causa de nulidad del proceso.
En esa oportunidad, el demandado debe ofrecer la prueba en la cual sustente sus dichos, con las
mismas limitaciones que el actor.
Una vez que se ha cumplimentado con el informe o fenecido el plazo otorgado para su
presentación se ordenará su producción de la prueba. Si no se ha ofrecido se dictará sentencia
fundada, concediendo o denegando el amparo.
El Art. 12 prescribe que la sentencia que admita la acción deberá contener:
a) La mención concreta de la autoridad contra cuya resolución, acto u omisión se concede el
amparo;
b) La determinación precisa de la conducta a cumplir, con las especificaciones necesarias
para su debida ejecución;
c) El plazo para el cumplimiento de lo resuelto.

En cuanto a los efectos de la sentencia el Art. 13 de la Ley de amparo regula el asunto


prescribiendo que el decisorio que se dicte lo es sin perjuicio de las acciones y de los recursos
que puedan intentarse, lo que haría presuponer que la norma nos coloca frente a la existencia de
una cosa juzgada formal.
Desde la doctrina, se han ensayado diferentes posiciones acerca de esta cuestión. Para un sector,
la sentencia de amparo hace cosa juzgada formal36 en cambio para otros es de carácter material37
pero respecto del amparo.
El amparo en Córdoba. La Constitución Provincial en su 48 dispone que “Siempre que en forma
actual o inminente se restrinjan, alteren, amenacen o lesionen, con arbitrariedad o ilegalidad
manifiesta, derechos o garantías reconocidos por esta Constitución o por la Constitución Nacional,

36
Cfr. SAGÜES, N., Derecho procesal constitucional, op. cit., pág. 477; BADENI, Gregorio, Reforma
constitucional... op. cit., pág. 237.
37
Cfr. SALGADO, A.J. y VERDAGUER, A.C., Juicio de amparo..., op. cit. pág. 203; RIVAS, Adolfo A., El
amparo, op. cit., pág. 611.
y no exista otra vía pronta y eficaz para evitar un grave daño, la persona afectada puede pedir el
amparo a los jueces en la forma que determine la ley”.
Como se sabe, el dictado de la normativa procesal no fue una materia delegada a la Nación como
sí aconteció con los códigos de fondo (Art. 75 Inc. 12 de la C.N.) con lo cual, cada Estado
provincial se encuentra habilitado para legislar en materia de amparo. Sin embargo, la reforma
constitucional de 1994 al incorporar a ese remedio en el Art. 43 ha modificado sustancialmente las
normativas provinciales que regulan el instituto del amparo en tanto aquellas no pueden ofrecer
menor protección que la Ley Fundamental.
Por otro lado, la incorporación de los tratados internacionales por vía del Art. 75 Inc. 22 de la C.N.;
cuyos principios son aplicables a las provincias, también ha contribuido a delinear este mecanismo
de tutela jurisdiccional de los derechos constitucionales por la consagración del derecho a la tutela
judicial efectiva.
Cabe destacar que en el ámbito de la Provincia de Córdoba Ley 491538 contiene la
reglamentación de la acción de amparo. Atento que la misma coincide prácticamente en todos sus
aspectos con la Ley 16.986, remitimos a las consideraciones generales en honor a la brevedad.

El control de constitucionalidad en el amparo. Como vimos en la UNIDAD 5 existen diferentes


modalidades para instrumental el control de constitucionalidad por vía de acción. Una de esas
posibilidades es la acción de amparo, aunque ello no ha sido considerado siempre así, tal como lo
ilustra la jurisprudencia de la Corte Suprema.

a) La vigencia de la teoría negatoria. Durante el denominado periodo jurisprudencial del amparo


(1957/1966) se consideró que resultaba improcedente la declaración de inconstitucionalidad
dentro del aludido cauce de protección de normas de carácter general, exclusión que hallaba su
fundamento en la inexistencia de acciones de inconstitucionalidad dentro de nuestro sistema
federal39.
El fundamento de tal postura hallaba sustento en las normas generales se presumían válidos lo
que impedía por lo común, su calificación como manifiestamente irregular a lo que se agregaba el
argumento según el cual el amparo no permitía el debate amplio y explícito de la cuestión
constitucional.

38
B.O. 20/01/1967.
39
Esa tendencia jurisprudencial, obedecía al criterio establecido por la Corte Suprema en la causa
“Aserradero Clipper S.R.L.”Fallos 249:221, (1961)
Esa postura contraria al control de constitucionalidad obtuvo respaldo legal con la sanción de la
ley reglamentaria del amparo, fue dejada de lado por la Corte Suprema al resolver la causa
“Outon”40 en donde si bien no se declaró la inconstitucionalidad de dicha disposición de la ley de
amparo sino que opinó que el citado precepto debía “ser interpretado como el medio razonable
concebido para evitar que la acción de amparo sea utilizada caprichosamente con el propósito de
obstaculizar la efectiva vigencia de las leyes y reglamentos dictados en virtud de lo que la
Constitución dispone; pero no como un medio tendiente a impedir que se cumplan los fines
perseguidos por la misma ley 16.986, cuando el acto de autoridad arbitrario se fundamenta en
normas que resultan palmariamente contrarias al espíritu y a la letra de la ley de las leyes”. Pues
una interpretación rigurosa de la norma citada “equivaldría a destruir la esencia misma de la
institución [amparista], que ha sido inspirada por el propósito definido de salvaguardar los
derechos sustanciales de la persona, cuando no existe otro medio eficaz al efecto”.
En esa oportunidad, la Corte luego de reiterar el principio según el cual no cabía la declaración de
inconstitucionalidad en el ámbito del amparo, señaló que el mismo “no puede reputarse absoluto.
Regirá, sin duda en la gran mayoría de los casos. Más aún cuando las disposiciones de una ley,
decreto u ordenanza, resultan claramente violatorias de alguno de los derechos humanos, la
existencia de reglamentación no puede constituir obstáculo para que se restablezca de inmediato
a la persona en el goce de la garantía fundamental vulnerada”.
Esa secuencia jurisprudencial finaliza en 1990 con la resolución del caso “Peralta” 41, en donde el
Alto tribunal expresó que el amparo cuyo objeto consista en la protección de los derechos
constitucionales “no puede recibir un límite legal que impida su finalidad esencial cuando ésta
requiere que se alcance la cima de la función judicial, como es el control de constitucionalidad de
las normas infraconstitucionales”. En virtud de ello, señaló que el Art. 2º Inc. d) de la ley 16.986
“halla su quicio constitucional en tanto se admita el debate de inconstitucionalidad en el ámbito del
proceso de amparo, cuando en el momento de dictar sentencia se pudiese establecer si las
decisiones impugnadas resultan o no clara, palmaria o manifiestamente violatorias de las
garantías constitucionales que este remedio tiende a proteger”.
b) La reforma constitucional de 1994 va a cerrar definitivamente la discusión sobre el punto en
tanto el Art. 43 de la C.N. va a contener la autorización para el control de constitucionalidad dentro
de dicho remedio urgente

40
Fallos, 267:215 (1967)
41
Fallos, 313:1513, “Peralta” (1990)
Plazo de caducidad. Como ya lo hemos manifestado42, el Art. 2, Inc. e) de la ley 16.98643 regula
lo concerniente al plazo de caducidad para promover acción de amparo. Así, dicho precepto legal,
determina la inadmisibilidad de aquel cauce de tutela constitucional cuando “ la demanda no
hubiese sido presentada dentro de los quince días hábiles a partir de la fecha en que el acto fue
ejecutado o debió producirse”.
Evidentemente, la razón de ser de tal exigencia, posee íntima vinculación, con el objeto del
amparo, habida cuenta que a través de esa acción se persigue la restitución inmediata del orden
constitucional vulnerado por un acto u omisión de autoridad pública o de un particular 44. Ante ello,
resulta lógico, como lo destaca Rivas45, que la petición de amparo deba hacerse rápidamente o de
manera urgente ya que, una conducta diferente, puede hacer presumir el desinterés del
afectado46.
Como dijimos, la incorporación del amparo al texto constitucional, ha provocado divergencias
doctrinarias y jurisprudenciales, sobre la vigencia o no del precepto legal, cuyo contenido
prescribe un plazo de caducidad de quince días para promover el amparo.
Desde el plano doctrinal, se han proclamado diferentes opiniones sobre el punto bajo análisis. Así,
para un sector47 el mentado plazo mantiene su vigencia a pesar de la reforma de la Carta Magna.
Para otro sector, en cambio, la ley 16.986 ha quedado derogada en tal aspecto48.
Ya desde el ámbito jurisprudencial, la mayoría de los tribunales, han mantenido, con algunas
variantes, el criterio según el cual el mentado plazo de caducidad, continúa vigente, pero se
evidencia la tendencia a una mayor amplitud en los criterios interpretativos49.

42
Cfr. BUTELER, Alfonso, “El plazo de caducidad del amparo frente a la impugnación de actos
administrativos”, Doctrina Judicial, La Ley, 14/06/2006, pago. 456 y ss.
43
Adla, XXVI-C, 1491.
44
Sobre el punto, el maestro Fiorini señalaba, haciendo referencia al amparo que “La urgencia en el
restablecimiento de los derechos humanos es el sustento de su razón de existencia”. (FIORINI, Bartolomé
A., “Acción de amparo. Graves limitaciones e incongruencias que la desnaturalizan”, LA LEY, t. 124, pág.
1361, esp. pág. 1363)
45
RIVAS, Adolfo A., “Vigencia constitucional y derogación de la ley 16.986”, J.A., 1996-III-46.
46
Sagües, por su parte, señala que “Si el afectado dilata la articulación del amparo, ello quiere a todas luces
significar que no estaba apurado para plantearlo”. (SAGUES, Néstor P., “El plazo de caducidad de la ley de
amparo ante la reforma constitucional”, J.A., 2000-II-65) Por su parte, Gozaíni ha destacado que la finalidad
de la norma es la de otorgar firmeza a los actos y asegurar la consolidación jurídica con su consecuente
vigencia. (Cfr. GOZAINI, Osvaldo Alfredo, “El derecho de amparo creado por la Constitución Nacional”, LA
LEY, 1995-E, 1112, esp. pág. 1125)
47
DE LAS CARRERAS, Francisco, “El derecho constitucional de amparo, la acción de amparo y las normas
de procedimiento”, E.D., 182:1571.
48
Cfr. ZAVALA DE GONZALEZ, Matilde, “Doctrina Judicial. Solución de casos 2”, Córdoba, Alveroni
Ediciones, 1997, pág. 31.
En esta corriente, se inscribe el pronunciamiento de la C.S.J.N. in re "Video Club Dreams” 50 dado
que, en dicha causa, no se descartó la operatividad de aquel plazo luego de la reforma
constitucional de 1994, dejándose condicionada su aplicación a las circunstancias particulares
emergentes de cada caso, las que deben ser valoradas por el juez de grado, al momento de
admitir la demanda.
Por su parte, la Cámara Nacional Civil, en pleno, in re “Capizzano de Galdi”51 sentó el criterio de
que, a pesar de la incorporación de la cláusula de amparo a la Constitución, mantiene su vigencia
el Art. 2° Inc. e) de la ley 16.986.
Entonces, sobre el punto, puede concluirse que continúa vigente el plazo de caducidad pero se
aprecia, tanto en la doctrina como en la jurisprudencia, una ampliación en los criterios
interpretativos al momento de computar el inicio del mismo y la necesidad de compatibilizar dicho
precepto legal con el derecho a la tutela judicial efectiva.

Jurisprudencia actual
En este punto debe tenerse presente la jurisprudencia citada en los puntos anteriores en materia
de acción de amparo. Para ampliar pueden verse los Capítulos II y III de la bibliografía básica.

49
Cfr. VALLEFIN, Carlos, “El Amparo: desde la Constitución a la jurisprudencia (Un repaso de las
principales decisiones judiciales y el debate sobre la necesidad o no de una nueva reglamentación)”, J.A.,
1997-II-1063, esp. pág. 1070.
50
C.S.J.N., 06/06/95, “Video Club Dreams”, cit.
51
C.N.Civ., 03/09/99, “Capizzano de Galdi, Concepción c. IOS”, LA LEY., 1999 -E-401.
Bibliografías de referencia
Orgaz, J., Montesi, G., Ávalos, E. & Villafañe, L. (2004). Derecho Procesal Administrativo. Tomo
II. Córdoba: Alveroni Ediciones.
Manili, P. L. & otros. (2005). Derecho Procesal constitucional. Buenos Aires: Editorial
Universidad.
El amparo y
los derechos
de incidencia
colectiva

Derecho
Procesal IV
(Procesal Público)
El amparo y los derechos de incidencia
colectiva
El amparo y los derechos de incidencia colectiva.
Este aspecto ya ha sido analizado en la Unidad 3 en el punto 3.1.2. Sólo cabe recordar que el Art.
43 estableció como mecanismo idóneo para la defensa de los derechos de incidencia colectiva a
la acción de amparo y estableció la legitimación del afectado, las asociaciones que propendan a
los fines que se pretende proteger y al Defensor del Pueblo de la Nación.

La cuestión de la legitimación activa


Como lo señalamos en el punto anterior esta temática de la legitimación activa ya ha sido
desarrollada en el punto 3.1.2.
Para ampliar pueden verse el Capítulo III de la bibliografía básica.

Jurisprudencia
Hemos analizado los antecedentes de los tribunales sobre este aspecto del amparo colectivo en el
punto 3.1.2. cuya desarrollo se encuentra en el Capítulo III de la bibliografía básica.

49
Cfr. VALLEFIN, Carlos, “El Amparo: desde la Constitución a la jurisprudencia (Un repaso de las
principales decisiones judiciales y el debate sobre la necesidad o no de una nueva reglamentación)”, J.A.,
1997-II-1063, esp. pág. 1070.
50
C.S.J.N., 06/06/95, “Video Club Dreams”, cit.
51
C.N.Civ., 03/09/99, “Capizzano de Galdi, Concepción c. IOS”, LA LEY., 1999 -E-401.
Bibliografías de referencia
Orgaz, J., Montesi, G., Ávalos, E. & Villafañe, L. (2004). Derecho Procesal Administrativo. Tomo
II. Córdoba: Alveroni Ediciones.
Manili, P. L. & otros. (2005). Derecho Procesal constitucional. Buenos Aires: Editorial
Universidad.
La protección de
los derechos
específicos

Derecho
Procesal IV
(Procesal Público)
La protección de los derechos específicos
Habeas Corpus
El habeas corpus es un mecanismo constitucional de protección de la libertad física, corporal o de
locomoción de las personas.
Este instituto que ya fuera contemplado en nuestro país por el Art. 20 de la Ley 48, ha tenido una
regulación normativa a partir del dictado de la Ley 23.098 en 1984. Esta última contiene una parte
sustantiva que se aplica a todo el territorio nacional y por ende a las provincias y una parte procesal
que sólo rige para el ámbito federal.
Por su parte, la C.N. establece en el Art. 43 4º párrafo que “Cuando el derecho lesionado,
restringido, alterado o amenazado fuera la libertad física, o en caso de agravamiento ilegítimo en la
forma o condiciones de detención, o en el de desaparición forzada de personas, la acción de
hábeas corpus podrá ser interpuesta por el afectado o por cualquiera en su favor y el juez resolverá
de inmediato, aún durante la vigencia del estado de sitio”.

Competencia. La competencia judicial federal o provincial se determina de acuerdo a la autoridad


de la que emana la orden de detención, conforme lo establece el Art. 2 de la Ley 23.098.

Clases de habeas Corpus. Entre las clases de este proceso constitucional podemos destacar a
las siguientes:
1) Clásico o reparador: Procede contra actos u omisiones que atenten contra la libertad
física o la impidan sin orden de autoridad competente.
2) Preventivo: Funciona en las hipótesis de amenazas ciertas en inminentes que atenten
contra la libertad física de una persona.
3) Correctivo: Puede ser utilizado para los casos en que se agravan las condiciones de la
restricción de la libertad dispuesta legalmente.
4) Restringido: Debe ser utilizado en los supuestos de molestias que perturben o alteren la
libertad física sin llegar a su privación. V.gr. seguimiento a una persona.
5) Por desaparición forzada: Tiene por objeto hacer cesar el estado de desaparición
forzada de personas y lograr su localización.
6) De oficio: El inicio y la prosecución del trámite la realizan directamente los tribunales sin
que exista pedido de parte interesada.
7) Colectivo: El pedido de habeas corpus involucra a varias personas. La Corte Suprema
Nacional le hizo lugar a este tipo de reclamos en la causa “Mignone” (2002) para que las
personas privadas de la libertad pudieran votar en las elecciones.
8) Durante el Estado de sitio: Esta clasificación ha sido receptada directamente en el texto
constitucional. Por su parte, la Ley 23.098 en su Art. 4º tiene previsto que “Cuando sea
limitada la libertad de una persona en virtud de la declaración prevista en el Art. 23 de la
Constitución Nacional, el procedimiento de hábeas corpus podrá tender a comprobar, en el
caso concreto: 1° La legitimidad de la declaración del estado de sitio; 2° La correlación entre
la orden de privación de la libertad y la situación que dio origen a la declaración del estado
de sitio; 3° La agravación ilegitima de la forma y condiciones en que se cumple la privación
de la libertad que en ningún caso podrá hacerse efectiva en establecimientos destinados a
la ejecución de penas; 4° El efectivo ejercicio del derecho de opción previsto en la última
parte del Art. 23 de la Constitución Nacional”
9) Contra Particulares: Funciona en aquellos supuestos en que la privación de la libertad o
su agravamiento provenga de una actividad de particulares. V.gr. Instituto psiquiátrico.

Legitimación. El habeas corpus puede ser solicitado por el detenido o afectado, sus parientes,
abogados y cualquier persona a su favor. Recordamos que también procede de oficio.

La inconstitucionalidad de oficio. Más allá de lo que analizamos sobre el punto en la Unidad 5, el


Art. 6° de la Ley 23.098 contempla expresamente la posibilidad de que los jueces declaren de oficio
y para el caso concreto la inconstitucionalidad de algún precepto normativo.

Trámite. A partir del Art. 11 de la ley 23.098 se regula lo relativo al trámite de esta acción. En tal
sentido, se señala que “Cuando se tratare de la privación de la libertad de una persona, formulada
la denuncia el juez ordenará inmediatamente que la autoridad requerida, en su caso, presente ante
él al detenido con un informe circunstanciado del motivo que funda la medida, la forma y
condiciones en que se cumple si ha obrado por orden escrita de autoridad competente, caso en el
cual deberá acompañarla, y si el detenido hubiese sido puesto a disposición de otra autoridad a
quien, por qué causa, y en qué oportunidad se efectuó la transferencia”.
Para los casos en que se trata de amenaza actual de privación de la libertad de una persona, el
juez competente ordenará que la autoridad requerida presente el aludido informe.
En cambio, si se desconoce cuál es la autoridad que detenta la persona privada de su libertad o de
la cual emana el acto que ha sido denunciado como lesivo, el juez librará la orden a los superiores
jerárquicos de la dependencia que la denuncia indique.
La última parte de ese precepto normativo prescribe que “Cuando un tribunal o juez de jurisdicción
competente tenga conocimiento por prueba satisfactoria de que alguna persona es mantenida en
custodia, detención o confinamiento por funcionario de su dependencia o inferior administrativo,
político o militar y que es de temerse sea transportada fuera del territorio de su jurisdicción o que se
le hará sufrir un perjuicio irreparable antes de que pueda ser socorrida por un auto de hábeas
corpus, pueden expedirlo de oficio, ordenando a quien la detiene o a cualquier comisario, agente de
policía u otro empleado, que tome la persona detenida o amenazada y la traiga a su presencia para
resolver lo que corresponda según derecho”.
Lo ordenado por el juez debe ser cumplido de manera inmediata por la autoridad requerida, salvo
que el juez haya determinado un plazo específico de cumplimiento. Si por un impedimento físico el
detenido no pudiera ser llevado a presencia del magistrado, éste si lo estima necesario podrá
constituirse donde se encuentra el afectado y aún autorizar a un familiar o persona de confianza
para que lo vea en su presencia.
Desde el conocimiento de la orden el detenido quedará a disposición del juez que la emitió para la
realización del procedimiento.
Debe tenerse presente que la orden emanada del tribunal implicará para la autoridad requerida la
citación a la audiencia. La persona que se encuentra privada de su libertad deberá estar siempre
presente.
La audiencia comenzará con la lectura de la denuncia y el informe. Luego el juez interrogará al
amparado proveyendo en su caso a los exámenes que correspondan. Dará oportunidad para que
se pronuncien la autoridad requerida y el afectado, personalmente o por intermedio de su asistente
letrado o defensor.
Si por pedido de las partes o de oficio o el juez considera necesario la producción de material
probatorio determinará su admisibilidad o rechazo de acuerdo con la utilidad o pertinencia al caso
de que se trata. Finalizada la recepción de la prueba se oirá a los intervinientes.
Una vez finalizada la audiencia se dictará resolución “que deberá versar sobre el rechazo de la
denuncia o su acogimiento, caso en el cual se ordenará la inmediata libertad del detenido o la
cesación del acto lesivo” (Art. 17). El Art. 18 exige que la decisión sea leída inmediatamente por el
juez ante los intervinientes y quedará notificada aunque alguno de ellos se hubiere alejado de la
sala de audiencia.
En contra de esa resolución se podrá interponerse recurso de apelación para ante la Cámara en
plazo de 24 horas, por escrito u oralmente, en acta ante el secretario, pudiendo ser fundado. Se
encuentran habilitados para interponer el mentado recurso el amparado, su defensor, la autoridad
requerida o su representante y el denunciante únicamente por la sanción o costas que se le
hubieren impuesto, cuando la decisión les cause gravamen. El recurso procederá siempre con
efecto suspensivo, salvo en lo que respecta a la libertad de la persona (Artículo 17, Inciso 4°), que
se hará efectiva.

El habeas corpus en la Provincia de Córdoba. El Art. 47 del a Const. Pcial. establece que “Toda
persona que de modo actual o inminente sufra una restricción arbitraria de su libertad personal,
puede recurrir por cualquier medio, por sí o por terceros en su nombre al juez más próximo, para
que tome conocimiento de los hechos, y de resultar procedente, mande a resguardar su libertad o
haga cesar la detención en menos de veinticuatro horas.
Puede también ejercer esta acción quien sufra una agravación ilegítima de la forma y condiciones
en que se cumple la privación de la libertad, sin detrimento de las facultades propias del juez del
proceso. La violación de esta norma por parte del juez es causal de destitución”.
El marco legal del habeas corpus está regulado en los Arts. 464 a 474 del Código Procesal penal
aprobado por la ley 3831.

Legislación
Como dijimos en el punto anterior a nivel nacional además del Art. 43 párrafo 4º la cuestión relativa
al habeas corpus está regulada en la Ley 23.098 y es conocida como la “Ley De la Rúa” en honor al
legislador que fue autor del proyecto.
En la provincia de Córdoba el habeas corpus está regulado en los Arts. 464 a 474 del Código
Procesal penal aprobado por la ley 3831 y en el Art. 47 del a Constitución de la Provincia.

Su incorporación en la Constitución Nacional, provincial y en los


tratados internacionales
Esta temática ya ha sido desarrollado en los puntos anteriores. Para ampliar puede verse el
Capítulo VII de la bibliografía obligatoria.
Bibliografías de referencia
Orgaz, J., Montesi, G., Ávalos, E. & Villafañe, L. (2004). Derecho Procesal Administrativo. Tomo
II. Córdoba: Alveroni Ediciones.
Manili, P. L. & otros. (2005). Derecho Procesal constitucional. Buenos Aires: Editorial
Universidad.
Hábeas Data

Derecho
Procesal IV
(Procesal Público)
Hábeas Data
La acción de habeas data busca lograr el conocimiento de la información personal que se
encuentre en un banco de datos o registro sea público o privado y en su caso lograr su supresión,
modificación, actualización, reserva, entre otras finalidades.
El Art. 43 de la C.N. señala en su 3º párrafo que “Toda persona podrá interponer esta acción para
tomar conocimiento de los datos a ella referidos y de su finalidad, que consten en registros o
bancos de datos públicos, o los privados destinados a proveer informes, y en caso de falsedad o
discriminación, para exigir la supresión, rectificación, confidencialidad o actualización de aquéllos.
No podrá afectarse el secreto de las fuentes de información periodística.”
La Ley 25.3261 que regula lo relativo a los datos personales dispone en su Art. 1º que el objeto de
ese cuerpo normativo es “la protección integral de los datos personales asentados en archivos,
registros, bancos de datos, u otros medios técnicos de tratamiento de datos, sean éstos públicos,
o privados destinados a dar informes, para garantizar el derecho al honor y a la intimidad de las
personas, así como también el acceso a la información que sobre las mismas se registre, de
conformidad a lo establecido en el artículo 43, párrafo tercero de la Constitución Nacional. En
ningún caso se podrán afectar la base de datos ni las fuentes de información periodísticas”.
En cuanto a la naturaleza jurídica del habeas data existen dos posiciones doctrinarias bien
marcadas. Por un lado, quienes sostienen que se trata de un proceso autónomo que posee un bien
jurídico tutelado diferente al de otros remedios constitucionales. Por otro lado, se entiende que es
una especie de amparo en virtud de las siguientes razones: 1) La ubicación en el texto
constitucional dentro del Art. 43; 2) La Ley de Protección de Datos Personales (25.326) que la trata
como tal.

Clases. Existen en nuestro sistema jurídico diversas modalidades de habeas data entre las que
se destacan las siguientes:
1) Informativo: Mediante el mismo se procura acceder a la información personal que se
encuentre en un registro o base de datos.
2) Aditivo: Una vez que se ha logrado el conocimiento de la información se persigue la
actualización de datos personales.
3) Rectificador: Busca la rectificación de datos erróneos que se hallen en un registro o base de
datos. Art. 16.6 de la Ley de datos personales establece que durante el proceso de verificación y
rectificación del error o falsedad de la información que se trate, el responsable o usuario del banco

1
B.O. 2/11/2000.
de datos deberá o bien bloquear el archivo, o consignar al proveer información relativa al mismo la
circunstancia de que se encuentra sometida a revisión.
4) Reservador: Se utiliza a los fines de que se disponga la confidencialidad de la información que
se considera sensible.
5) Cancelatorio: tienen por objeto la supresión de información sensible que afecte los derechos de
intimidad, ideología política, religiosa, sexual, otros, que se pretendan utilizar son fines
discriminatorios. La supresión no procede cuando pudiese causar perjuicios a derechos o intereses
legítimos de terceros, o cuando existiera una obligación legal de conservar los datos (Art. 16.5 de la
Ley 25.326)
En el caso 1) el conocimiento de la información tiene un objetivo inmediato. En el resto de las
especies de habeas data es mediato porque se procura el acceso a los fines de solicitar su
modificación, supresión, actualización, confidencialidad, según corresponda.

Legitimación activa: Pueden promover la acción tanto las personas jurídicas debidamente
representadas como físicas, sus tutores, curadores, y los sucesores de estas últimas sean en línea
directa o colateral hasta el segundo grado.
En tal sentido el Art. 13 de la Ley 25.326 establece que “Toda persona puede solicitar información
al organismo de control relativa a la existencia de archivos, registros, bases o bancos de datos
personales, sus finalidades y la identidad de sus responsables”. A su vez, se permite la
participación del Defensor de Pueblo en carácter de coadyudante. (Art. 33)

Legitimación pasiva: sólo puede exigirse la información que se halle en bancos de datos públicos
o privados destinados a brindar información.

Habeas data y derecho de acceso a la información pública. Ya hemos dicho que el habeas
data tiene por objeto el conocimiento de la información personal que se encuentre en bancos de
datos público o privados. En cambio, mediante el derecho de acceso a la información pública lo que
se persigue es el conocimiento de una información pública (no privada!!!) que detenta una autoridad
estatal o privada que lleve adelante algún cometido estatal y que está vinculada con la publicidad
de los actos de gobierno.
Además, el remedio previsto en el Art. 43 exige, para el habeas data, una legitimación especial y
mucho más restrictiva que para el derecho de acceso a la información pública. En el habeas data
se permite la modificación y supresión de la información. En cambio, en derecho de acceso a la
información pública sólo el acceso y su conocimiento.
Procedimiento previo. El Art. 14 de la Ley dispone que los legitimados pasivos pueden obtener
información de sus datos personales a los bancos de datos públicos, o privados destinados a
proveer informes. La información solicitada deberá ser proporcionada dentro de los diez días
corridos de haber sido intimado fehacientemente. Una vez que ha vencido el plazo para ello sin su
satisfacción o si evacuado el informe, éste se estimara insuficiente, quedará expedita la acción de
protección de los datos personales o de hábeas data prevista.

Régimen Procesal La acción de hábeas data tramitará de acuerdo a las disposiciones de la ley
25.326 y por el procedimiento que corresponde a la acción de amparo común. Supletoriamente, se
regirá por las normas del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, en lo atinente al juicio
sumarísimo. (Art. 37)

Trámite procesal. Una vez admitida la acción por el tribunal el juez requerirá al archivo, registro o
banco de datos la remisión de la información concerniente al accionante. Podrá, asimismo, solicitar
que dentro de los cinco días informes sobre el soporte técnico de datos, documentación de base
relativa a la recolección y cualquier otro aspecto que resulte conducente a la resolución de la causa
que estime procedente.
Según el Art. 40, al momento de evacuar el informe los demandados no podrán alegar la
confidencialidad de la información como impedimento para denegar la información, salvo el caso en
que se afecten las fuentes de información periodística.
En aquellos casos en que un archivo, registro o banco de datos público se oponga a la remisión del
informe solicitado por el juez invocando excepciones al derecho de acceso, rectificación o
supresión, autorizadas por la presente ley o por una ley específica; deberá acreditar los extremos
que hacen aplicable la excepción legal. En tales casos, el juez podrá tomar conocimiento personal y
directo de los datos solicitados asegurando el mantenimiento de su confidencialidad.
Al contestar el informe, el archivo, registro o banco de datos demandado deberá poner en
conocimiento las razones por las cuales incluyó la información cuestionada y aquellas por las que
no evacuó el pedido efectuado por el interesado.
Una vez que se ha contestado el informe, el actor tendrá la posibilidad, dentro de los tres días de
ampliar el objeto de la demanda solicitando la supresión, rectificación, confidencialidad o
actualización de sus datos personales, ofreciendo en el mismo acto la prueba pertinente. De esta
presentación se dará traslado al demandado por el mismo plazo.
Una vencido el término para contestar el informe, o si el mismo ha sido contestado (al igual si se
verifica el supuesto de ampliación), el juez dictará sentencia, especificando si la información debe
ser suprimida, rectificada, actualizada o declarada confidencial, estableciendo un plazo para su
cumplimiento.

Reconocimiento constitucional y regulación legal nacional


Hemos señalado en los puntos anteriores que la regulación del habeas data se e encuentra en el
Art. 43, 3º párrafo de la Constitución y se su regulación normativa se encuentra en la ley 25.326.
Para ampliar puede consultarse el Capítulo VI de la bibliografía básica.

El habeas data en la Provincia de Córdoba


El Art. 50 de la Constitución Provincial de Córdoba tiene establecido que “Toda persona tiene
derecho a conocer lo que de él conste en forma de registro, la finalidad a que se destina esa
información, y a exigir su rectificación y actualización. Dichos datos no pueden registrarse con
propósitos discriminatorios de ninguna clase ni ser proporcionados a terceros, excepto cuando
tengan un interés legítimo.
La ley reglamenta el uso de la informática para que no se vulneren el honor, la intimidad personal
y familiar y el pleno ejercicio de los derechos”.
Bibliografías de referencia
Orgaz, J., Montesi, G., Ávalos, E. & Villafañe, L. (2004). Derecho Procesal Administrativo. Tomo
II. Córdoba: Alveroni Ediciones.
Manili, P. L. & otros. (2005). Derecho Procesal constitucional. Buenos Aires: Editorial
Universidad.
La acción de
inconstitucionalidad

Derecho
Procesal IV
(Procesal Público)
La acción de inconstitucionalidad
Las distintas variantes del control de constitucionalidad por vía de
acción.
Como vimos en la Unidad 5 el control de inconstitucionalidad de una norma puede ser
efectivizado tanto por vía de acción como de excepción.
A partir de ello, tal como lo destaca Torricelli2, en la actualidad, podemos encontrar en el derecho
comparado tres variantes al control de constitucionalidad por vía de acción:
1) Acción concreta de inconstitucionalidad, que requiere para su procedencia de una causa o
controversia entre partes, esto es de una afectación particularizada de un derecho
constitucional. Esa circunstancia es el motivo por el cual la sentencia sólo alcanza a las
partes;
2) Acción abstracta de inconstitucionalidad, en la cual no se requiere la afectación concreta de
un derecho. Es propia de los sistemas de control de constitucionalidad concentrado. Por lo
general, la sentencias tienen efectos erga omnes; y
3) Acción directa de inconstitucionalidad, en donde si bien quien promueve la demanda de
inconstitucionalidad posee un interés jurídico diferenciable, resultan alcanzados por los
efectos de la norma que se ataca todos los que se encuentran dentro de su ámbito de
aplicación.

La viabilidad de la acción en orden nacional.


En el orden federal no contamos con una regulación expresa de la acción de inconstitucionalidad
ni en la esfera constitucional ni legislativa.
La acción declarativa de inconstitucionalidad, fue sistemáticamente denegada por la Corte Suprema
de Justicia de Nación desde su creación hasta 1985. En ese año resolvió el caso “Provincia de
Santiago del Estero”3.

de una acción concreta de inconstitucionalidad en donde la pretensión debe estar sujeta a la


existencia de una “controversia” o “causa” judicial entre partes y ser promovida por una persona

2
TORRICELLI, Maximiliano, “La acción de inconstitucionalidad” en AA.VV. Derecho procesal
constitucional, (Manili, Pablo L., coord.), Buenos Aires, Edit. Universidad, 2005, pág. 265 y ss.
3
Fallos, 307:1379.
legitimada en contra de una norma que se considera inconstitucional y que provoca un daño futuro
pero cierto en el actor4. Por ese motivo, la sentencia que se dicte sólo va a alcanzar a las partes del
pleito.
Como fundamento normativo de esa acción se ha utilizado el Art. 322 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación. Esa disposición establece que “Podrá deducirse la acción que tienda a
obtener una sentencia meramente declarativa, para hacer cesar un estado de incertidumbre sobre
la existencia, alcance o modalidades de una relación jurídica, siempre que esa falta de certeza
pudiera producir un perjuicio o lesión actual al actor y éste no dispusiere de otro medio legal para
ponerle termino inmediatamente”.
Como podrá advertirse, esa norma adjetiva, se refiere a la acción declarativa de certeza y no a la
acción declarativa de inconstitucionalidad que, por la envergadura de su objeto, desborda el
marco conceptual establecido por esa disposición procesal. A pesar de ello, la Corte sigue
utilizando esa disposición normativa como fundamento de su existencia en el sistema federal.
Aunque la Corte ha ido relativizando esa exigencia5, debe tenerse presente que el Art. 322 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación requiere para su procedencia la inexistencia de
otro medio legal posible como condición ineludible a la presencia de esta acción.

Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre su


procedencia
Como vimos en el punto anterior la acción de inconstitucionalidad ha tenido su origen en el orden
federal por su reconocimiento jurisprudencia por la Corte Suprema a partir del caso “Provincia de
Santiago del Estero”6.
Para ampliar puede verse el Capítulo X de la bibliografía básica.

4
BIANCHI, A., Control de Constitucionalidad, op. cit, T. 1, pág. 262 y ss.
5
Debe tenerse presente que la Corte ha ido atenuando ese criterio (Cfr. TORRICELLI, Maximiliano, “La
acción de inconstitucionalidad”, AA.VV. Derecho procesal constitucional, (Pablo L. Manili, coord.), Buenos
Aires, Edit. Universidad, 2005, 1ª Ed., pág. 285)
6
Fallos, 307:1379.
La acción autónoma de inconstitucionalidad en la Provincia de
Córdoba.
En la Provincia de Córdoba por vía constitucional (Art. 165 Inc. 1°) se dio nacimiento a la acción
directa de inconstitucionalidad como un mecanismo para cuestionar las leyes, decretos,
reglamentos, resoluciones, Cartas Orgánicas y ordenanzas, que estatuyan sobre materia regida por
esta Constitución, y se controviertan en caso concreto por parte interesada. La acción tiene un claro
objeto preventivo por el cual se procura evitar que la norma inconstitucional se aplique y provoque
un gravamen.
Este tipo de acción no requiere una aplicación concreta de la norma general que se cuestiona sino
que, a los fines de su procedencia, resulta suficiente que quien reclama se encuentre entre sus
destinatarios y que la norma violente materia regida Constitución Provincial sin perjuicio de que
también afecte normas de carácter federal.
En estos casos corresponde la competencia originaria del Tribunal Superior de Justicia que debe
resolver la cuestión en pleno. El examen de admisibilidad debe hacerse con criterio restrictivo dada
la extraordinariedad de la competencia originaria, exclusiva y plena del TSJ.
Como puede advertirse el sistema de control de constitucionalidad en Córdoba es de carácter
mixto, ya que para cuestionar normas generales que todavía no se han aplicado de una manera
concreta resulta procedente la acción directa de inconstitucionalidad que debe promoverse ante el
Tribunal Superior de Justicia de la Provincia. En cambio, para los casos en que se trate de actos
individuales o de normas generales que ya han tenido aplicación, la vía correspondiente es la
acción de amparo o su planteo como vía incidental, según corresponda pero ante la primera
instancia.

La jurisprudencia del Tribunal Superior de Justicia al respecto


Con relación a la acción directa de inconstitucionalidad el Tribunal Superior de Justicia ha
señalado lo siguiente:
La acción directa de inconstitucionalidad provincial es una acción sustancial mediante la
cual se viabiliza el ejercicio de la jurisdicción constitucional en instancia originaria atribuida
taxativamente al Tribunal Superior de Justicia por el Artículo 165, Inciso 1, apartado "a" de
la Constitución Provincial. Su naturaleza excepcional autoriza al Tribunal a disponer su
rechazo in limine cuando su improcedencia aparece en forma manifiesta y ostensible. Por
consiguiente, cuando "ab initio" se tiene la certeza que ni la causa, ni el objeto de la
pretensión revisten idoneidad para lograr los efectos jurídicos perseguidos, se justifica el
rechazo de oficio de la demanda, a fin de impedir la sustanciación de un proceso a todas
luces innecesario. Así carece de utilidad jurídica y práctica sustanciar un litigio que desde su
postulación inicial resulta inidóneo para alcanzar una decisión de mérito favorable por falta
de legitimación activa y por la no justiciabilidad de la materia que involucra el objeto de la
pretensión sustancial. 2- La legitimación activa resulta insuficiente para ser admitida en un
proceso judicial, si por el grado de generalidad, pone de manifiesto la falta de un interés
jurídico, personal y directo, para perseguir la declaración de inconstitucionalidad de las
normas cuestionadas. La invocación de su calidad de ciudadanos de la Provincia resulta
inhábil para sustentar una pretensión en juicio, al no demostrar la eficacia de las normas
cuestionadas en su adecuación constitucional, para interferir en la esfera de los intereses
jurídicamente tutelados de quienes accionan7.
La naturaleza excepcional de la acción directa de inconstitucionalidad deducida en autos,
exige un pronunciamiento por parte de este Tribunal Superior de Justicia, respecto de la
admisibilidad formal de la misma. A tal fin, es menester analizar si en la especie concurren
los presupuestos necesarios para ello, establecidos en el Artículo 165 Inciso 1º, apartado a)
de la Constitución Provincial y en el Artículo 11, Inciso 1°, apartado a) y concordantes de la
Ley Orgánica del Poder Judicial Nº 8435. II. Dicho examen, por mandato constitucional,
corresponde efectuarlo con un criterio restrictivo, dado que ella requiere la intervención
originaria y exclusiva de este Tribunal Superior de Justicia en pleno, pues esta vía directa de
inconstitucionalidad provincial constituye una acción sustancial mediante la cual se viabiliza
el ejercicio de la jurisdicción constitucional en instancia originaria atribuida taxativamente al
Tribunal Superior de Justicia a través de la normativa antes referenciada, y cuyo carácter
restrictivo autoriza al Tribunal a disponer su rechazo “in limine” cuando su inadmisibilidad
aparece en forma manifiesta y ostensible, desde que atenta contra la seguridad jurídica y el
principio de la confianza legítima de los ciudadanos en la observancia y el respeto de las
situaciones derivadas de la aplicación de normas válidas y vigentes, al mantenerse
innecesariamente en duda la regularidad constitucional de las

normas cuestionadas mientras se sustancia la causa8.


En orden al requisito relativo al “caso concreto”, el mismo se configura en autos por
cuanto, prima facie, media un interés suficiente para proponer la pretensión declarativa,

7
T.S.J., Sala Cont.adm. “Alberti, Huber Oscar C/ Pcia. de Córdoba- Acción Autónoma de
Inconstitucionalidad, 8/6/99.
8
T.S.J., 4/10/2004, “Contreras Garay Carla C/ Municipalidad de Mendiolaza- Acción Autónoma de
Inconstitucionalidad, 8/6/99.
mediante la cual los accionantes procuran superar la situación de falta de certeza en cuanto
a una probable lesión futura que se materializaría de ponerse en ejecución la normativa
cuestionada en su regularidad constitucional. Dicho interés se concreta, frente a la
posibilidad de ver afectada su zona de interés por la efectiva aplicación de la norma
cuestionada, en cuyo mérito, la declaración judicial se presenta como un medio necesario
para evitar dicha eventualidad, disipando la incertidumbre en torno a los alcances de la
relación jurídica que vincula a los actores9.
La acción declarativa de inconstitucionalidad de una ordenanza municipal habilita la
competencia originaria y exclusiva del Tribunal Superior de Justicia, en tanto se discuta la
cuestión constitucional “en caso concreto”, por “parte interesada” y la misma estatuya sobre
“materia regida por la Constitución de la Provincia”. 2- Tratándose de una acción
declarativa de inconstitucionalidad (Art. 165 Inc. 1º, ap. “a” de la Constitución Provincial), la
misma participa de la naturaleza de las acciones declarativas de certeza o meramente
declarativas (Arts. 413 y 418 Inc. 3º, C.P.C. y C.), por lo que corresponde adoptar el
procedimiento de juicio abreviado, previsto en los Arts. 507 y ss. del CPC. 3- La acción
declarativa de inconstitucionalidad, aunque se trate de una acción declarativa de certeza no
excluye la procedencia de medidas cautelares, en tanto se den los demás requisitos
necesarios para su admisión: a) verosimilitud del derecho invocado; b) peligro en la
demora; c) la cautela no pudiere obtenerse por medio de otra medida precautoria y d)
contracautela (Art. 483 y cc. C.P.C. y C.), en cuya ponderación los razonamientos lógicos
no deben someterse a un rigorismo tal que las haga inadmisibles en la práctica. Cuando se
cuestiona en su validez constitucional una ordenanza dictada por la Municipalidad, la cual
constituye ley en sentido estricto y que emana de una autoridad instituida por la
Constitución Provincial, el criterio de mesura para ponderar la concurrencia de las
exigencias legales condicionantes para el otorgamiento de una tutela cautelar debe ser
restrictivo. Lo contrario, conllevaría al riesgo de suspender la vigencia de una ley que goza
de la presunción de constitucionalidad, en virtud de haber sido dictada en observancia de
los procesos de formación, sanción, promulgación y publicación, establecidos legalmente,
con serio riesgo que tal medida comprometa la eficacia del ejercicio de los poderes
públicos. Así como sólo una arbitrariedad o ilegalidad manifiesta u ostensible justifican la
suspensión de los actos administrativos de carácter individual, con mayor razón tal

9
T.S.J., 16/12/2004, “Petrodual S.R.L. C/ Municipalidad de San Francisco- Acción Autónoma de
Inconstitucionalidad.
recaudo debe exigirse y acreditarse fehacientemente cuando se pretenda la suspensión
provisional de una ley10.

10
T.S.J., 28/12/2000, “Comisión Permanente Fiesta Nacional del Olivo C/ Municipalidad de Cruz del Eje -
Acción Autónoma de Inconstitucionalidad”.
Bibliografías de referencia
Orgaz, J., Montesi, G., Ávalos, E. & Villafañe, L. (2004). Derecho Procesal Administrativo. Tomo
II. Córdoba: Alveroni Ediciones.
Manili, P. L. & otros. (2005). Derecho Procesal constitucional. Buenos Aires: Editorial
Universidad.
El recurso
extraordinario
federal

Derecho
Procesal IV
(Procesal Público)
El recurso extraordinario federal
La competencia de la CSJN por apelación extraordinaria
Una vez instalada la Corte Suprema de Justicia de la Nación se dictó la Ley 48 en donde a partir
del art. 14 reguló lo relativo a la intervención de dicho Tribunal.
Esa disposición señala que “Una vez radicado un juicio ante los Tribunales de Provincia, será
sentenciado y fenecido en la jurisdicción provincial, y sólo podrá apelarse a la Corte Suprema de
las sentencias definitivas pronunciadas por los tribunales superiores de provincia en los casos
siguientes:
1°) Cuando en el pleito se haya puesto en cuestión la validez de un Tratado, de una ley del
Congreso, o de una autoridad ejercida en nombre de la Nación y la decisión haya sido contra su
validez.
2°) Cuando la validez de una ley, decreto o autoridad de Provincia se haya puesto en cuestión bajo
la pretensión de ser repugnante a la Constitución Nacional, a los Tratados o leyes del Congreso, y
la decisión haya sido en favor de la validez de la ley o autoridad de provincia.
3°) Cuando la inteligencia de alguna cláusula de la Constitución, o de un Tratado o ley del
Congreso, o una comisión ejercida en nombre de la autoridad nacional haya sido cuestionada y la
decisión sea contra la validez del título, derecho; privilegio o exención que se funda en dicha
cláusula y sea materia de litigio.
Por su parte, el art. 15 prescribe que “Cuando se entable el recurso de apelación que autoriza el
artículo anterior, deberá deducirse la queja con arreglo a lo prescripto en él, de tal modo, que su
fundamento aparezca de los autos y tenga una resolución directa e inmediata a las cuestiones de
validez de los artículos de la Constitución, leyes, Tratados o comisiones en disputa, quedando
entendido, que la interpretación o aplicaciones que los tribunales de provincia hicieren de los
códigos Civil, Penal, Comercial y de Minería, no dará ocasión a este recurso por el hecho de ser
leyes del Congreso, en virtud de lo dispuesto en el inciso 11, artículo 67 de la Constitución.”

Finalidad jurídico-política del recurso extraordinario federal.


1) Garantizar la supremacía de las instituciones federales.
2) Permitirle a la CSJN la última palabra en materia de derecho federal.
3) Asegurar la supremacía de la Constitución Nacional por sobre autoridades y normas locales y
federales.
Requisitos comunes, propios y formales.
A) Los requisitos comunes son aquellos con los cuales debe cumplir todo recurso jurisdiccional.
Entre ellos se destacan:
1) La existencia de un agravio emanando de una sentencia. El mismo debe mantenerse hasta que
resuelva la C.S.J.N., pues de lo contrario el planteo devendrá abstracto.
2) La existencia de una “causa” en los términos de la jurisprudencia de la C.S.J.N., esto es una
controversia entre partes. No estaremos en presencia de una “causa” frente a la presencia de
alguna cuestión política no justiciable.
3) La intervención anterior de un Tribunal de Justicia.

B) REQUISITOS PROPIOS. Son los recaudos que debe cumplir el remedio federal y que se
relacionan con la pretensión del recurrente. La exigencia del cumplimiento de tales recaudos tiene
por objeto el mantenimiento de la supremacía constitucional, en los términos del art. 31 CN.

1.- Existencia de Cuestión Federal.

Cuestión Federal Simple

Compleja Directa

Indirecta

De acuerdo a preceptuado por el art. 14 de la ley 48, la admisibilidad del remedio federal requiere
el análisis relativo a la existencia de una cuestión federal11.
En la cuestión federal simple se presenta un problema en la determinación del alcance e
interpretación de una cláusula constitucional, la disposición de un tratado, o de una ley federal.
En la cuestión federal compleja estamos frente a una disposición que se opone a la Constitución
Nacional. La misma puede ser directa cuando una norma, constitución o ley local se opone a la
C.N. En la indirecta, en cambio, se presenta un problema que compromete la supremacía
constitucional en tanto una norma inferior se opone contra una norma de jerarquía superior que no
es la C.N.

2.- Relación directa. Debe existir inequívocamente, relación directa entre la cuestión federal
introducida y el agravio ocasionado por el decisorio recurrido. Esto es que de la solución a la

11
Fallos, 136:46 y 141; 158:159.
cuestión federal dependa la decisión del litigio y ello, debe ser puesto en evidencia por el
recurrente. No hay relación directa si la cuestión federal es inoficiosa o baladí en los términos del
art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.

3.- Resolución contraria. La decisión que se ataca por vía del recurso extraordinario debe ser
contraria al derecho federal invocado en el juicio. Esta puede ser expresa cuando se niega
explícitamente la supremacía de la cláusula federal invocada o tácita cuando el tribunal prescinde
de considerar la cuestión federal.
Con relación a esto último, ha señalado la Corte que “la omisión de la sentencia apelada, debe
interpretarse como un pronunciamiento implícitamente contrario”12.

4.- Sentencia definitiva. Este requisito se cumple desde que el remedio federal se interpone contra
la resolución definitiva, es decir, contra aquella que pone fin a la causa, hace imposible su
continuación, priva al interesado de otros medios legales para obtener la tutela de sus derechos,
impide el replanteo de la cuestión en otro juicio o causa gravamen irreparable.
Con esta orientación ha decidido la Corte que un pronunciamiento posee carácter definitivo a los
fines del remedio federal cuando resuelve el fondo de la controversia planteada poniendo fin a la
cuestión debatida en forma tal ésta no puede renovarse13.
A través de sus sentencias la C.S.J.N. ha considerado que no resultan sentencias definitivas a los
fines del recurso extraordinario:
a) La decisión que rechaza o concede una medida cautelar;
b) El resolutorio que dispone la caducidad de instancia;
c) La sentencia dictada en el marco de un juicio ejecutivo;
d) La resolución que declara formalmente inadmisible un amparo.

5. Gravamen irreparable: La sentencia que se pretende cuestionar por vía del recurso extraordinario
federal debe provocar perjuicio de tal magnitud que si no se pudiera recurrir por esa vía mediante los a
agravios quedarían firmes.

Con esa inteligencia, el Alto Tribunal entendió en una causa que el gravamen era irreparable en
tanto el agravio producido por la resolución atacada provocaba la lesión constitucional de cláusulas
constitucionales y no podía ser subsanado mediante un procedimiento o juicio ulterior14.

12
Cfr. PALACIO DE CAEIRO, Silvia B., Recurso Extraordinario Federal, Córdoba, Alveroni Ediciones, 1997,
pag. 84.

13
Fallos, 137;354, 188:393.
6. Superior tribunal de la causa. La resolución que se ataca por vía del REF debe emanar de la
máxima autoridad del ámbito jurisdiccional que se trate. Ello implica que la caracterización de
superior tribunal depende de la organización judicial de cada provincia; aspecto que deberá
valorarse en el caso concreto. En Córdoba debe considerarse como tal al Tribunal Superior de
Justicia y a la Cámara Federal de Apelaciones.
Este requisito es dejado de la lado en los casos en que se acude a la figura del recurso de per
saltum o salto de instancia.
Cabe recordar, que esta modalidad que tuvo una amplia y favorable recepción jurisprudencial en la
década del noventa del Siglo 20 habida cuenta que la Corte Suprema Nacional dictó numerosos
pronunciamientos15, en los que fue moldeando los contornos de esta herramienta.
Posteriormente, a comienzos del año 2002 durante la crisis económica el salto de instancia fue
receptado normativamente en el art. 195 bis del CPCCN; precepto que luego quedó excluido del
sistema jurídico al dictarse en ese mismo año Ley 25.58716.
A partir de entonces, la utilización de esta figura dejó de ser considerada por la Corte Suprema. En
tal sentido, ha señalado en la causa “Piragini”17, al rechazar un pedido de per saltum que “la
presentación efectuada no configura acción o recurso que, con arreglo a lo dispuesto en los arts.
116 y 117 de la Constitución Nacional y en sus leyes reglamentarias, habilite la competencia
ordinaria o extraordinaria de este Tribunal, ni un caso de privación de justicia que le corresponda
resolver”.
Sin embargo, esa figura procesal ha recobrado vida con el dictado en 2012 de la Ley 26.790 que
incorporó al CPCCN los arts. 257 bis y 257 ter.
Cabe destacar que se trató de un proyecto legislativo presentado por los Senadores Fuentes,
Fernández, Guinle, Pichetto, Riofrio y Mayans y que según se destaca en sus fundamentos tuvo
por objeto “precisar de la mejor manera posible, los lineamientos establecidos por la Corte a través
de sus diversos pronunciamientos judiciales, y la doctrina durante estos años, y permitir en
supuestos excepcionales habilitar la instancia extraordinaria, a los fines de poder revisar la
resolución impugnada por ante el Alto Tribunal de la Nación”.
En la nueva regulación se deja en claro que cuando aludimos al per saltum hacemos referencia a
una modalidad de recurso extraordinario y no de avocación de la Corte Suprema. Es decir, se trata
de un cauce para que el justiciable solicite –saltando una instancia- la intervención de la Corte y no

14
Fallos: 204:582.
15
Ver Fallos, 313-2:863, “Dromi” (1990); 313-2:1242, “BIBA” (1990); 319:371, “UOM” (1996), 320:2851, “Rodriguez”
(1997), entre otros.
16
B.O. 26/04/2002.
17
C.S.J.N., 17/10/2007, Piragini, Enrique A. y Herrador, Ramón Armando s/ per saltum y denuncia contra la
titular del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Nº1.
de una variante de avocación a la que el Alto tribunal puede acudir para intervenir antes de tiempo
en una causa.
Más precisamente, el Proyecto que terminó convirtiéndose en ley dice que “Se trata pues, de un
instituto de excepción, en la vía del recurso extraordinario, por el que la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, que habría sido –en el esquema normal- el último en intervenir, conoce de una causa
radicada ante Tribunales inferiores saltando una o más instancias, siempre y cuando se
configurasen una serie de circunstancias especialísimas que hacen a su procedencia”.
Debe quedar en claro, entonces, que la admisibilidad de ese remedio es de interpretación
restrictiva dado el carácter excepcional del remedio, con lo cual, en caso de dudas, debe ser
desestimado.
Entre los requisitos podemos señalar los siguientes:
1) Debe tratarse de cuestiones de competencia federal no penal.
Ello implica que queda descartada su procedencia cuando se trate de cuestiones ventiladas ante
los tribunales provinciales y aquellas materias que siendo de naturaleza federal se refiere a asuntos
penales. La razón de esta última exclusión obedece a que “el principio de la doble instancia en
estos casos, es un requisito constitucional insoslayable en virtud del Pacto de San José de Costa
Rica y del Pacto Internacional de Derechos Civiles y políticos”, tal como se afirma en el Proyecto.

2) Notoria gravedad institucional


Además, la nueva legislación exige para la viabilidad del per saltum que exista un caso de notoria
gravedad institucional. Ya veremos que la causal de gravedad institucional tuvo un origen
pretoriano y que siempre fue muy difícil definirla. En ese punto, el legislador pretende aportar
claridad al señalar que “Existirá gravedad institucional en aquellas cuestiones sometidas a juicio
que excedan el interés de las partes en la causa, proyectándose sobre el general o público, de
modo tal que por su trascendencia queden comprometidas las instituciones básicas del sistema
republicano de gobierno o los principios y garantías consagrados por la Constitución Nacional y los
Tratados Internacionales por ella incorporados.”
Evidentemente, que se trata de una noción vaga e imprecisa como la que venía sosteniendo el Alto
tribunal hasta aquí, lo que dificulta la tarea de definir de manera apriorística qué casos quedan
incluidos en dicho precepto.
3) Necesidad de resolución rápida debido a la irreparabilidad
En lo que tiene que ver con este recaudo la nueva normativa exige que el planteo que se articula
por a través del per saltum debe requerir una “solución definitiva y expedita” y que ese cauce
“constituye el único remedio eficaz para la protección del derecho federal comprometido, a los fines
de evitar perjuicios de imposible o insuficiente reparación ulterior”.
Lo que quiere significar es que dada la presencia de una cuestión federal que tiene en vilo a la
comunidad por el interés público comprometido, es necesaria la definición del asunto para evitar
que el tránsito por las instancias federales inferiores pueda frustrar el derecho comprometido en el
caso. Esa circunstancia justifica para el legislador una sentencia anticipada de la Corte Suprema.
Esta circunstancia surge de los fundamentos del Proyecto cuando se señala que “Se hace
referencia a la urgencia impostergable de finiquitar el proceso, y a que no exista otra vías más que
el per saltum requerida para ello, puesto que de otro modo el agravio producido por la sentencia
sería irreparable”.
4) Sentencia definitiva
Amén de lo señalado hasta aquí, debe quedar en claro que no cualquier resolución podrá ser
atacada por vía del salto de instancia sino que el Legislador ha sido claro al indicar que dicho
remedio solo será viable para cuestionar “las sentencias definitivas de primera instancia, las
resoluciones equiparables a ellas en sus efectos y aquellas dictadas a título de medidas
cautelares.”

Es dable advertir cómo la existencia de una gravedad institucional flexibiliza la presencia de ciertos
requisitos que no pueden obviarse en materia de recurso extraordinario. Nos referimos,
básicamente al tema de las medidas cautelares que como se sabe, como regla no son
considerados sentencia definitiva a los fines del remedio federal.
Sin embargo, es importante destacar que a los efectos del recurso por salto de instancia deben
considerarse impugnables por esta vía las decisiones relativas a medidas cautelares pues en los
fundamentos del Proyecto se indica que “en aquellos supuestos en que se reúnan las condiciones
para que las medidas cautelares, conforme a los criterios esbozados por los diferentes fallos, se
equiparen a las sentencias definitivas en sus efectos o se demuestre que pueden ocasionar
perjuicios de insuficiente o imposible reparación ulterior, en conjunto con las demás circunstancias
previstas en el nuevo art., 257 vis, la Corte podrá hacer lugar la per saltum”.
Por otra parte, resulta imperioso poner de resalto que la decisión que se pretende cuestionar por
ese cauce excepcional debe haber emanado del juez de primera instancia habida cuenta que lo
que se pretende es evitar el tránsito por la Cámara de Apelaciones. En ese orden ideas, en el
Proyecto se afirma que “Al ubicarnos en la competencia de apelación de la Corte, en el orden de
las instancias federales, la sola alternativa posible es –previo necesario fallo de primera instancia
“judicial”- el salto de la segunda, es decir la Cámara Federal”.
Justamente, ese fue el motivo por el cual la Corte rechazó el per saltum intentado por el Estado
Nacional en la causa “Clarín”18. Allí, se resolvió que atento que el recurso se dirigía contra la
decisión emanada de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal por la
cual se había prorrogado, hasta tanto se dicte sentencia definitiva en la causa, la medida cautelar

18
C.S.J.N., 10/12/12, “Estado Nacional - Jefatura de Gabinete de Ministros s/ interpone recurso extraordinario
por salto de instancia en autos: Grupo Clarin S.A. s/ medidas cautelares expte. n° 8836/09".
dictada en favor de la actora, debía ser desestimado dado que no había sido interpuesto contra una
decisión dictada por un juez de primera instancia.
En lo concerniente al trámite el art. 257 ter del CPCCN hace algunas presiones pero también
plantea muchos interrogantes.
En primer lugar, se aclara que el recurso extraordinario por salto de instancia debe interponerse
directamente ante la Corte Suprema. Es necesario que el escrito que lo contenga esté debidamente
fundado y que cumplir con el requisito de la autonomía, que luego precisaremos. Es decir, que
debe contener un relato que permita conocer acabadamente la situación del expediente. En cuanto
al plazo se precisa que debe ser interpuesto dentro de los diez días de notificada la resolución que
se pretende cuestionar ante los estados de la Corte. Entendemos que en estos casos el término
debe ser prolongado en razón de la distancia en los términos del art. 158 del CPCCN.

Rechazo in limine. La Corte Suprema se encuentra habilitada para rechazar in limine el recurso en
aquellos casos en que no se cumpla con los requisitos para su procedencia que hemos analizado.

Para esos supuestos, el legislador dispuso que en ese caso “proseguirá la causa según su estado y
por el procedimiento que corresponda”. Esa afirmación nos deja muchas dudas ya que pueden
darse varias posibilidades. En primer lugar puede ocurrir que quien interpuso el per saltum también
halla interpuesto el recurso ordinario correspondiente, con lo cual si se rechaza el salto de instancia
conserva el primero. Esta parece las más lógica pero habilita a que siempre se intente el per saltum
ya que en caso de rechazo no genera ningún riesgo procesal. La segunda opción es que el
Legislador considere que rechazado el salto de instancia pueda volver e interponer los recursos
que correspondan. Sin embargo ello nos genera dudas dado que se habrán vencido los plazos.

Formalidad de la admisibilidad. Si la Corte Suprema considera que el per saltum resulta


admisible debe disponerlo mediante un auto. Esa decisión del Alto tribunal tendrá efectos
suspensivos respecto de la resolución recurrida.
Luego de ello, se dispone el traslado del recurso a las partes interesadas por el término de cinco
días.
Una vez que se ha contestado el traslado o vencido el plazo para hacerlo, la Corte Suprema
decidirá sobre la procedencia del recurso.

Si lo estimare necesario para mejor proveer, podrá requerir al Tribunal contra cuya resolución se
haya deducido el mismo, la remisión del expediente en forma urgente.
C.- REQUISITOS FORMALES

1.- Introducción de la cuestión federal. Debe interponerse de una manera oportuna y suficiente la
cuestión federal y luego mantenerse en todas las instancias. Ello significa que el recurrente debe
poner de resalto en la primera oportunidad procesal la presencia de la cuestión federal.
A los fines de regular lo relativo a los requisitos formales que debe cumplir el recurso extraordinario
federal y la queja por denegación del dicho remedio, la Corte Suprema dictó la Acordada 4/2007 19,
procurando, de ese modo, homogeneizar las presentaciones que se efectúen y ordenar el trámite
en esa instancia.
La aprobación de la Acordada 4/2007 pone de resalto la intención del Alto Tribunal de lograr la
disminución de la cantidad de causas que son sometidas a su resolución.
En esa reglamentación se regulan los renglones, las páginas, tipo de letra y demás recaudos de
presentación, así como los documentos que deben acompañarse a esa presentación.
A partir de su vigencia20 la Corte ha sido muy estricta en su aplicación. Así en la causa “Fay, Juan
Horacio”21 frente al recurso de queja interpuesto por una entidad bancaria en contra de la
resolución del tribunal inferior que había rechazado el remedio federal intentado, la Corte federal
decidió desestimar la presentación en virtud del incumplimiento de la aludida Acordada.
En el caso, la recurrente había omitido acompañar copia de la decisión impugnada mediante el
recurso extraordinario federal y de la resolución denegatoria del mismo, junto con la pieza
recursiva, desobedeciendo, de ese modo, lo prescripto por el art. 7º en sus incisos a) y d).
En segundo lugar, en la causa “Rearte, Enrique Alberto”22 ante el recurso de queja interpuesto por
el Ministerio de Economía de la Nación en contra de la resolución emanada de Sala II de la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, el Máximo Tribunal también
dispuso el rechazo de esa presentación.
A diferencia del precedente analizado, en esta oportunidad, la base normativa para la
desestimación del recurso se halló en el incumplimiento de los arts. 4 y 5 de dicho reglamento.
Cabe destacar, que la primera de esas disposiciones prescribe las exigencias formales y de estilo
que debe reunir la presentación por denegación del remedio federal y el segundo, obliga al

19
Sobre este aspecto puede verse: BUTELER, Alfonso, “La Corte Suprema y la aplicación de la Acordada
4/2007”, La Ley, 16/11/2007, pag. 6.

20
B.O. 21/03/2007.
21
C.S.J.N., 14/10/2007, Fay, Juan Horacio y otro c/ Poder Ejecutivo Nacional y otros”, F. 524. XLIII.

22
C.S.J.N., 17/10/07, “Rearte, Enrique Alberto c/ Poder Ejecutivo Nacional”, R. 742. XLIII.
recurrente a acompañar una carátula en la cual se deben consignar los datos exigidos por el art. 2
así como otros extremos dispuestos por dicha norma23.
En ambas decisiones y a los fines de su rechazo, el Alto Tribunal hizo uso de la facultad prevista
por el art. 11 de dicho reglamento que lo autoriza a desestimar la apelación mediante la sola
mención de la norma reglamentaria pertinente para el caso en que el recurrente no haya satisfecho
alguno de los recaudos exigidos o que lo haya hecho de una manera deficiente.
Sin dudas, que de todas las disposiciones que integran ese plexo normativo la norma que más
interrogantes plantea es el mentado artículo que autoriza a desestimar aquellas presentaciones que
no cumplan con los recaudos exigidos por la Acordada con la sola mención de la cláusula
reglamentaria pertinente.
Luego, esa norma establece que ese límite formal no es absoluto, pues la Corte puede valorar,
según su sana discreción, si el incumplimiento de los recaudos no constituye un obstáculo
insalvable para la admisibilidad de la presentación recursiva.
Como podrá advertirse, esa norma ha consagrado una especie de gravedad institucional que le
permitirá a la Corte ingresar al fondo de la cuestión planteada más allá de la inobservancia de las
exigencias rituales.
Ahora bien, cabe preguntarse si esa valoración también puede ser efectuada por el tribunal
superior de la causa al momento resolver la concesión del recurso extraordinario o esa si
herramienta solo puede ser utilizada por la Corte.
A los efectos de dilucidar la cuestión, merece atención interpretativa el hecho de que la norma
objeto de comentario luego de prescribir que los recursos que no cumplan con las exigencias
formales se reputarán inoficiosos establezca que “Del mismo modo deberán proceder los jueces o
tribunales cuando denieguen la concesión de recursos extraordinarios por no haber satisfecho los
recaudos impuestos por esta reglamentación”.
Esa disposición parece solamente estar dirigida a la declaración de inoficiosidad de las
presentaciones que omitan cumplir con la Acordada sin perjuicio de lo cual, no encontramos
obstáculo alguno para que el tribunal superior de la causa pueda hacer uso de aquella posibilidad.

La autosuficiencia de recurso extraordinario federal. Para la procedencia del recurso


extraordinario resulta necesario que la presentación sea autosuficiente. Ello significa que el

23
Por su parte, el 5° establece que la pieza recursiva “Contendrá una carátula en hoja aparte en la cual deberán
consignarse exclusivamente los datos previstos en el art. 2°, incisos a, b, c, d y e; y, además: f) la mención del
organismo, juez o tribunal que dictó la resolución denegatoria del recurso extraordinario federal, como así
también de los que hayan intervenido con anterioridad en el pleito; g) la fecha de notificación de dicho
pronunciamiento; h) la aclaración de si se ha hecho uso de la ampliación del plazo prevista en el art. 158 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación; i) en su caso, la demostración de que el recurrente está exento
de efectuar el depósito previsto en el art. 286 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
recurso debe bastar por sí mismo y contener todos los elementos que permitan analizar su
procedencia.
Para la Corte Suprema ello implica que el recurso “debe contener un relato claro y sucinto de los
hechos de la causa, de la cuestión federal en debate y de la relación que habría entre ésta y
aquéllos, como así una crítica concreta y razonada de los fundamentos en que se basa la
decisión del a quo”24.

La existencia de cuestión federal


Como vimos en el punto 9.3 dentro de los requisitos propios del recurso extraordinario federal es la
existencia de una cuestión federal. A mayor abundamiento remitimos al Capítulo XII de la
bibliografía básica.

La causal por sentencia arbitraria


La causal por sentencia arbitraria es de pura creación pretoriana a través de las sentencias de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación a partir de lo resuelto en 1947 en la causa “Carlozzi”25. A lo
largo de los años el Alto Tribunal ha ido calificando a determinadas sentencias como arbitrarias y
admitiendo su revisión aunque no se verifique la existencia de una cuestión federal. Sea que se
trate de una cuestión de hecho, de derecho común en los términos del art. 75 inc. 12 de la CN., o
de derecho local.
Debe tenerse presente que esta causal no puede ser invocada ante una mera disconformidad con
la sentencia que se pretende dejar sin efecto, sino que la calificación de arbitraria de la sentencia
“está dirigida a la revisión de los pronunciamiento en los que se advierta la inexistencia de las
calidades mínimas para que el caso impugnado constituya una sentencia judicial”26.
Es decir que se trata de un acto jurisdiccional inválido que no reúne las mínimas cualidad de tal ya
sea porque se han valorado los hechos de una manera antojadiza, no se analizado prueba
relevante, se ha soslayado la aplicación de alguna norma, la sentencia contradice las constancias
del expediente, etc.
Es que “también la sentencia arbitraria o inconstitucional que produce una lesión respecto de
cláusulas constitucionales, crea una cuestión federal que antes no existía en el juicio, la que debe
reparase en desagravio del principio de supremacía de la Constitución Nacional”27

24
Fallos 305:706.

25
Fallos, 207:72.

26
Fallos, 239:126, 237:74.
27
Cfr. PALACIO DE CAEIRO, S. op. cit., pag. 38.
La causal por gravedad institucional
Con la causal de la gravedad institucional, la C.S.J.N. flexibiliza el cumplimiento de ciertos recaudos
de admisibilidad del recurso extraordinario, justamente, por estar involucrado un interés institucional
que excede la pretensión de las partes del juicio y compromete a la comunidad entera. Por lo
común, la Corte no es exigente con el cumplimiento del recaudo de la existencia de un gravamen
irreparable o de sentencia definitiva (en los casos de Per Saltum)
Dicha circunstancia pone de resalto el rol político que tiene el Máximo Tribunal Federal de la
Nación y el deber de la protección de interés público.
Su creación también tiene un origen pretoriano cuyo origen se remonta a la causa “Jorge
Antonio”28 de 1960. En esa oportunidad el tribunal señaló que “Lo mismo que la ausencia de
interés institucional que la jurisprudencia contempla, por regla general con el nombre de
´cuestiones federales insustanciales´, autoriza el rechazo de plano de la apelación extraordinaria
[...] así también la existencia de aspectos de gravedad institucional puede justificar la intervención
del Tribunal superando los ápices procesales frustratorios del control constitucional de esta Corte.
Se trata, en efecto , de condiciones pertinentes para la eficiencia del control de constitucionalidad y
de la casación federal que esta Corte debe cumplir”.
Sin embargo, como vimos, con la inclusión en el art. 257 bis del CPCCN existe actualmente en el
sistema jurídico una definición de gravedad institucional. Recordamos que allí se señala que
“Existirá gravedad institucional en aquellas cuestiones sometidas a juicio que excedan el interés de
las partes en la causa, proyectándose sobre el general o público, de modo tal que por su
trascendencia queden comprometidas las instituciones básicas del sistema republicano de gobierno
o los principios y garantías consagrados por la Constitución Nacional y los Tratados Internacionales
por ella incorporados.”

Jurisprudencia
Como vimos en los puntos anteriores ha sido la jurisprudencia de la Corte Suprema Nacional la que
ha ido delineando los contornos del recurso extraordinario federal, tanto por la existencia de una
cuestión federal pero sobre todo por arbitrariedad o por gravedad institucional. Para ampliar puede
verse el Capítulo XIII y XIV de la bibliografía básica.

Trámite procesal
A partir del art. 256 del CPCCN se encuentra regulado el trámite del recurso extraordinario federal.
Éste debe ser interpuesto por escrito, de una manera fundada ante el tribunal superior de la causa

28
Fallos, 248:189.
que dictó la resolución que lo motiva, dentro del plazo de diez días contados a partir de la
notificación.
Del mismo se dará traslado por diez días a las partes contrarias. Una vez contestado el traslado, o
fenecido el plazo para hacerlo, el tribunal de la causa decidirá sobre la admisibilidad del recurso,
para lo que deberá analizar la concurrencia de los recaudos analizados en los puntos anteriores.
Si estima conveniente su concesión deberá notificarlo a las partes restantes y remitir las
actuaciones a la Corte Suprema dentro del plazo de cinco contados desde la última notificación.
Una vez que la causa se encuentre en los estrados de la Corte esa circunstancia implicará el
llamamiento de autos para dictar sentencia.
En esta instancia, el art. 280 del CPCN que fue instaurado por por la Ley 23.77429 le concede la
facultad a la Corte de acuerdo a su “sana discreción”, de rechazar el recurso extraordinario, por
falta de agravio federal suficiente o cuando las cuestiones planteadas resultaren insustanciales o
carentes de trascendencia con la sola invocación de esta norma, lo que técnicamente se conoce
como writ of certiorari30.

Recurso de queja ante denegación del recurso extraordinario

Si el tribunal superior de la causa ha denegado la concesión del recurso extraordinario federal, el


interesado puede interponer recurso de queja ante la Corte Suprema dentro de los cinco días de
notificada la resolución denegatoria. Debe recordarse que ese plazo resulta extendido por la
aplicación del art. 158 del CPCCN en razón de un día por cada doscientos kilómetros de distancia
o fracción que supere los cien.
El recurso debe presentarse ante la CSJN debidamente fundado y cumplir con los recaudos
formales de la Acordada 4/2007. Es muy importante tener en cuenta que con la queja debe
atacarse primeramente el acto jurisdiccional que deniega el recurso extraordinario a los fines del
que la Corte declare formalmente admisible el recurso extraordinario y luego la sentencia definitiva
que es objeto de tal remedio federal.
En esta oportunidad procesal la Corte posee la atribución de desestimar la queja sin más trámite
invocando el art. 280 del CPCCN, exigir la presentación de copias o, si fuere necesaria, la remisión
del expediente.
Debe tenerse presente, que la interposición de la queja no suspende el curso del proceso.
Al momento de interponerse la queja el art.. 286 exige que el recurrente deposite judicialmente una
suma de dinero que en la actualidad ha sido elevada a pesos cinco mil ($ 5000) por vía de la
Acordada 2/2007

29
B.O. 16/04/1990.
30
Sobre el tema puede consultarse: GELLI, María Angélica, “El writ of certiorari en perspectiva”, L.L. 1994-B,
Quedarán exceptuados de realizar dicho depósito quienes se encuentre exentos de pagar sellado o
tasa judicial, conforme a las disposiciones de las leyes nacionales respectivas, tal como ocurre en
materia penal o frente a la tramitación de un beneficio de litigar sin gastos, o determinadas
cuestiones en materia previsional.
Ese depósito será devuelto al interesado si la queja fuera declarada admisible por la Corte. Si el
recurso es desestimado o si se declara la caducidad de instancia, el depósito se perderá y será
destinado a las bibliotecas de los tribunales nacionales de todo el país.
Bibliografías de referencia
Orgaz, J., Montesi, G., Ávalos, E. & Villafañe, L. (2004). Derecho Procesal Administrativo. Tomo
II. Córdoba: Alveroni Ediciones.
Manili, P. L. & otros. (2005). Derecho Procesal constitucional. Buenos Aires: Editorial
Universidad.

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