Adicciones 
Autores Varios
I.S.B.N:
Editor: Ricardo Vergara/Ediciones
Título: Adicciones
Temática:Psicología - Psicoterapias
Formato: 15, 5 x 22,5
Primera edición: Noviembre de 2007
Tirada: 1200 ejemplares
Coordinación de Producción y Edición: Ricardo Vergara
Te:(005411) 4776-4234 y 15-5763-4072
email: ediciones@vergara.net.ar
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en el mes de noviembre de 2007
Adicción a internet
Leticia Elizabeth Luque
Introducción
Internet es, sin lugar a dudas, la herramienta revolu-
cionaria del siglo XX. Se ha considerado a Internet como
un medio de comunicación superior a la radio, periódico,
revista y televisión, ya que estos medios de comunicación
poseen una ideología intrínseca, mientras que en Internet
es el usuario quien decide seleccionar el tipo de información
que desea recibir, donde buscar, con quien hablar, que
lugares visitar, etc.
Internet se ha ido insertando poco a poco no solo en el
ámbito académico y laboral, sino también, en nuestros
hogares, en nuestra vida cotidiana, convirtiéndose en una
herramienta imprescindible y popular. Paradójicamente, a
la vez, se ha convertido en fuente de alteraciones conduc-
tuales.
Se compara al uso abusivo – no instrumental – de Internet
con la ludopatía, las compras compulsivas y la dependencia
amorosa. Que Internet se considere un medio de trabajo,
comunicación e información, pone en duda para muchos
su carácter adictivo. En consecuencia, esta adicción psi-
cológica es uno de los comportamientos compulsivos a los
que se ha dado escasa importancia y negado como verda-
dero trastorno. Por su impacto en la sociedad y en la vida
de quien lo sufre, no obstante, debe comenzar a percibirse
 Psicoterapias 5
como uno de los fenómenos adictivos más importantes de
nuestros tiempos.
Basándonos en lo enunciado, el objetivo general es des-
cribir la adicción a Internet como adicción psicológica que
requiere diagnóstico y tratamiento adecuados.
Uso normal versus uso abusivo
Internet es una herramienta útil para un gran número
de actividades. Como Wallace (2001) afirma, la red es tan
vasta y crece con tanta rapidez que la experiencia que cada
persona tiene dentro de ella no es más que una muestra
ínfima de la amplia variedad posible.
La sensación de poder informativo y de posibilidad de co-
municación total que ofrece la red ejerce gran atractivo entre
los usuarios. En Internet se pueden desarrollar estrategias
para actuar e influir en la conducta de los otros usuarios
con los que se interacciona y sobre las prestaciones tecno-
lógicas. Funciona de un modo anárquico, sin jerarquías,
permitiendo que cada usuario se convierta en el centro de
la red. El individuo va adquiriendo a través de este prota-
gonismo, una sensación de control cada vez mayor.
También se presenta como un nuevo laboratorio para
ensayar y construir nuevas identidades o personalidades;
no obstante, existe el peligro de que se desdibujen o des-
virtúen los marcos de referencia de la realidad y los límites
de la fantasía, tanto para quien crea una nueva identidad o
personalidad, tanto como para los otros usuarios (Wallace,
2001).
Es por esto que es preciso establecer criterios para
distinguir el uso normal del uso patológico o abusivo de
Internet.
Uno de los criterios utilizados para distinguir el uso nor-
mal del patológico ha sido el tiempo de conexión empleado;
sin embargo, el tiempo de conexión establecido por distintos
autores (Brenner, Scherer, Young) como problemático o
Adicciones 
abusivo era (en la década de los 90) de 10-11 horas sema-
nales o 5 horas diarias, uso que actualmente se considera
normal o propio de los usuarios regulares.
En el uso de Internet resulta vital desligar el uso que se
hace “per se” de aquel que se hace de modo instrumental
(determinado por otra actividad o interés); es decir, muchos
sujetos usan Internet más de 5 horas diarias por motivos
laborales o académicos y esto no puede ser considerado
una conducta compulsiva o uso abusivo. Por otro lado, la
sociedad actual en la que vivimos promueve el consumis-
mo y potencia la búsqueda personal de pequeños placeres
(comer un chocolate, ir de “shopping”, etc); por esto es
preciso distinguir hábitos de adicciones. Mientras que el
hábito es un patrón de conducta del que se obtiene grati-
ficación sin consecuencias negativas, la adicción provoca
gratificaciones a corto plazo (placer, alivio) pero problemas
y consecuencias negativas a largo plazo. Solo si esto último
ocurre en relación a Internet, diremos que hay uso abusivo
o adicción a la red.
Fernández Seara (2005) apunta a que podemos atribuir
patrones de conducta y ciertos rasgos específicos a los dife-
rentes usuarios de Internet, y esto nos permitirá clasificarlos
en un número pequeño de grupos (que no son ni exclusivos,
ni independientes), y así analizar las características que
los definen. Dentro de los posibles grupos de usuarios de
Internet, este autor señala los siguientes:
- Profesionales: aquellos que dedican largos períodos de
su tiempo de trabajo al uso y manejo de computadoras e
internet para conseguir información, crear contenidos, pro-
gramas. Aunque ello puede crear adicción, lo más común
es que con el tiempo ese trabajo se puede convertir en algo
pesado y causar cierto hastío, tedio y desencanto.
- Aficionados: sujetos que están interesados en la red
(por algunos aspectos de su trabajo, estudio, intereses,
etc) para recoger información, obtener nuevos programas,
socializar, etc., pero todo en un marco de normalidad y sin
 Psicoterapias 5
establecer demasiados lazos con él, ni creándoles demasia-
das interferencias en el desarrollo normal de sus actividades
y obligaciones.
- Perturbadores: ciertos sujetos que por diferentes mo-
tivos entran en la red para perjudicar, molestar, aprove-
charse, causar daños a otros usuarios (hackers, crackers,
sneafers).
- Adictos: individuos que dependen demasiado de Inter-
net, piensan demasiado en ésta, les crea interferencias en
el desarrollo normal de su vida, de sus actividades y obli-
gaciones, sienten la necesidad de incrementar el tiempo de
estar conectados, tienen cierto síndrome de abstinencia,
cambian los patrones del sueño, de higiene y de alimen-
tación. Buscan compensaciones que no encuentran fácil-
mente en su vida cotidiana (estimulación social, afiliación,
reconocimiento). Los sujetos de este grupo se caracteri-
zarían por presentar una serie de rasgos de personalidad
problemáticos, tales como ansiedad, timidez, inestabilidad,
vulnerabilidad, introversión; por tener posibles problemas
sentimentales y grandes dificultades de relación social en
el medio cotidiano normal, que estarían constantemente
conectados y obsesionados por lo que pasa en Internet, que
vivirían pensando en casi todo lo momento en ésta (mani-
festando así un síndrome de abstinencia); su dependencia
de Internet interfiere significativamente en sus actividades
y obligaciones habituales (tales como son las relaciones
sociales, profesionales, de familia, de pareja, etc).
En este punto la pregunta obligada es: ¿existen realmente
los “adictos” a Internet?
Adicción a Internet: ¿existe?
Young (1996) en su trabajo titulado “La aparición de un
nuevo trastorno mental”, publicó los resultados de un es-
tudio cuya conclusión es la existencia de un trastorno por
dependencia de Internet, similar al juego patológico. Adapta
Adicciones 
los criterios del juego patológico a términos relacionados
con Internet, sin introducir ninguna otra modificación, de
modo que si se cumplían los criterios positivos en cuanto
a su numero se aceptaba un diagnostico de dependencia
a Internet.
Grohol (1997), en cambio, afirma que los profesionales
de la salud mental convierten en diagnóstico todo aquello
que no encaja en su modelo de normalidad, siendo Internet
un claro ejemplo de esta situación.
Según Shapira (2002), no es claro si el problema re-
lacionado con Internet debería ser considerado como un
desorden o sólo como un síntoma de un problema más se-
rio, o bien producto de otro desorden. Este autor habla de
“internetmanía” afirmando que las personas que navegan
demasiado tiempo en Internet tienen la tendencia a sufrir
desórdenes psicológicos, tales como el trastorno bipolar
maníaco-depresivo, y que el comportamiento de uso ex-
cesivo puede clasificarse como un desorden de control de
impulsos.
Pese a estas diferencias y al escaso y disímil bagaje clínico
existente, son numerosas las sugerencias de inclusión de
este comportamiento compulsivo hacia Internet entre los
trastornos psicológicos, particularmente por el impacto que
produce.
Se define la adicción a Internet (Goldberg) como un patrón
desadaptativo de uso de Internet, que conlleva un deterioro o
malestar clínicamente significativo, en algún momento de un
periodo continuado de 12 meses, y que incluye tres o más
de los criterios que se enumeran a continuación:
1) Se accede a Internet más a menudo o durante períodos
de tiempo más prolongados de los que se había planeado, y
se invierte una cantidad de tiempo notable en actividades
relacionadas con Internet (adquisición de libros, pruebas de
nuevos browsers, organización del material descargado, etc).
10 Psicoterapias 5
Existen propósitos persistentes e infructuosos de suprimir
o controlar el acceso.
2) Las actividades sociales, profesionales o de recreo
disminuyen o desaparecen a causa del uso de Internet.
Se permanece conectado a pesar de saber que ello supone
un problema persistente y recurrente de tipo físico, social,
laboral o psicológico (privación de sueño, conflictos matri-
moniales, negligencia laboral, sentimientos de abandonar
a los seres queridos)
3) Tolerancia, definida a) necesidad de incrementar las
cantidades de tiempo conectado a Internet para lograr la
satisfacción, y b) la disminución del efecto con el uso con-
tinuado de similares tiempos de conexión.
4) Síndrome de Abstinencia, manifestada cuando es pre-
ciso cesar o reducir el tiempo de conexión; dos o más de
los siguientes síntomas aparecen después de unos días y
hasta un mes de haberse producido lo anterior:
• Agitación psicomotriz.
• Ansiedad.
• Pensamientos recurrentes acerca de lo que estará
ocurriendo en Internet.
• Fantasías o sueños acerca de Internet.
• Movimientos voluntarios o involuntarios similares a
los que se efectúan sobre un teclado.
5) Los anteriores síntomas producen malestar o deterio-
ran las áreas social, ocupacional o cualquier otra área vital.
Además, el uso de Internet o de otro servicio on-line es pre-
ciso para aliviar o suprimir los síntomas de abstinencia.
De la misma forma, distintos autores (Greenfiel, Young,
Ades & Lejoyeux) proponen criterios para la detección de
conductas abusivas o adicción a Internet, que consideramos
Adicciones 11
complementarios de los anteriormente citados. Los mismos
se incluyen a continuación.
El adicto a Internet
Las personas que hacen uso indiscriminado de la red
presentan, al igual que las que abusan de alguna sustancia,
un deterioro físico. Con el fin de permanecer conectado por
más tiempo, el adicto a Internet produce cambios drásticos
en sus hábitos de vida, lo que incluye alimentación, higiene,
horas de sueños, actividad física.
El desvelarse por estar en la red hasta altas horas de la
noche, tomando incluso pastillas para poder permanecer
más tiempo, causa fatiga en extremo; la privación de sueño a
su vez disminuye el rendimiento en el trabajo y/o la escuela.
La falta de descanso y de actividad física contribuye a la
baja de las defensas y el adicto queda propenso a contraer
enfermedades. Hay, en consecuencia, un descuido general
de la salud. También se produce la aparición de correlatos
fisiológicos, tales como los movimientos involuntarios del
dedo índice usado en el mouse; presenta problemas de la
vista, la espalda y las articulaciones. La agresividad y la
irritabilidad aumentan tanto por problemas en la conexión
(ej: lentitud) como por las interrupciones externas que se
producen.
Por otro lado, también hay evitación de actividades im-
portantes y rechazo de toda actividad que requiera invertir
tiempo fuera de la red.
A esta negligencia hacia las obligaciones personales y
laborales-académicas, se suma la negligencia respecto a
la familia y los amigos. Paradójicamente Internet permite
estar mejor o más comunicados con personas y lugares a
lo cuales anteriormente no hubiésemos podido acceder (al
menos con tanta facilidad), pero a la vez interfiere en la
comunicación con las personas del entorno más cercano.
12 Psicoterapias 5
Hay por lo tanto una disminución de la sociabilidad y como
consecuencia se producen las rupturas de relaciones.
El contacto físico (ej. un abrazo, una caricia, un beso) es
de vital importancia para el bienestar del ser humano. La
inmersión en el ciberespacio excluye dicho contacto, lo que
provoca sensación de aislamiento y depresión.
No obstante, Internet proporciona un sentimiento de
seguridad, calma, poder, control, intimidad y pertenencia
por lo que se vuelve una manera de escapar de la realidad,
sobre todo si se están viviendo situaciones desagradables
y/o conflictivas. En vez de enfrentar las situaciones, el ci-
beradicto las evita, haciendo que los problemas se agraven,
y reforzando así el deseo de permanecer en la red. Esto se
convierte en un círculo vicioso difícil de romper.
Factores de riesgo
Las adicciones psicológicas son muy parecidas a las
toxicomanías y el enfoque terapéutico requerido es similar
para el resto de las adicciones. No es exagerado señalar que
ciertas conductas, como el juego patológico o la dependencia
a Internet pueden considerarse psicopatológicamente como
adicciones. Quien sufre una adicción psicológica sopesa los
beneficios de la gratificación inmediata, pero no se da cuenta
de las consecuencias negativas a mediano y largo plazo. De
conductas normales se pueden hacer usos anormales en
función de la intensidad, frecuencia, cantidad de tiempo o
dinero invertidos y en función de la interferencia en las re-
laciones familiares, sociales y laborales de los implicados.
Ahora bien, ¿cómo es posible que una persona se convierta
en adicto a un medio de comunicación o a una herramienta
de información como es Internet? ¿Qué factores determinan
que algunos sujetos pasen de usar adecuadamente este
medio, a hacer un uso abusivo y luego a ser dependientes
del mismo?
La confluencia de dos grandes factores parecen responder
Adicciones 13
a esta pregunta: por un lado, factores personales (persona-
lidad, problemas afectivos, trastornos previos) y por otro,
las características intrínsecas de Internet.
Existen ciertos tipos de personalidades que son espe-
cialmente propensos a caer en la adicción a Internet: las
personas obsesivas que tienen poco control de sus impul-
sos y aquellas que anteriormente han sido adictas a otras
cosas; en ambos casos generan problemas importantes en
otras áreas de su vida cotidiana porque no pueden despe-
garse de la computadora. Asimismo desarrollan con más
facilidad una adicción a Internet aquellas personas con
problemas laborales o afectivos, o quienes sufren depre-
siones o miedos. Internet favorece la “evasión”, por ello
resulta muy fácil obsesionarse o hacerse adictos a salones
de chat (conversaciones), a las prácticas de ciber-sexo, a
las apuestas on-line.
Hasta la fecha no existe un perfil bien definido del usua-
rio adicto a Internet; en general se trata de sujetos jóvenes,
preferentemente varones, con un elevado nivel educativo,
y hábiles en el uso de la tecnología. Se especula con la
existencia de un subgrupo de usuarios caracterizado por
la timidez, que encuentra en el ciberespacio la posibilidad
de liberarse de la ansiedad producida por las relaciones
sociales cara a cara, ganando en autoconfianza, dado el
relativo anonimato que Internet proporciona.
Davis (1999) presenta un modelo cognitivo conductual
y habla de “uso patológico de Internet”, señalando la exis-
tencia de dos formas clínicas: uso patológico generalizado
y el específico. Este se daría en aquellos casos en que en-
tidades clínicas previas (ej: juego patológico) se relacionan
con el uso de internet exacerbando los síntomas previos
y limitándose Internet al mero papel de vehículo de éstos.
El uso patológico generalizado se presentaría en sujetos
con dificultades crónicas en el contexto social, aislados y
que invierten ingentes cantidades de tiempo en la Red en
una actividad no orientada a ningún propósito concreto;
14 Psicoterapias 5
Internet se convertiría en la principal vía de relación con
el mundo exterior y se podrían encontrar en estos sujetos
antecedentes psiquiátricos.
De manera similar, Ades y Lejoyeux (2003) expresan que
los estilos de consumo son variables, y en relación a los
adictos a Internet, distinguen dos grandes tipos: a) algunos
usuarios que, como la mayoría de los adictos psicológicos,
buscan en la red un refugio, un alivio a las tensiones, una
solución lúdica y escapista a los conflictos de la vida. b) los
usuarios que sacian con facilidad y discreción otras pasio-
nes, sea la del juego, la de derrochar o la del sexo. En los
dos casos el peligro es ser captado y quedar prisionero de
un universo virtual que aleja de las realidades prácticas y
emocionales de la vida.
Echeburúa (1998) asegura que el colectivo más vulne-
rable son personas introvertidas, con baja autoestima y
con una vida familiar pobre “por lo que corren más riesgo
de experimentar conductas adictivas a la red informática”.
Estas personas encuentran en la computadora algo que les
da cosas y no les pide nada a cambio; la máquina tampoco
valora si están teniendo un comportamiento correcto o no,
de modo que estos usuarios de Internet son capaces de crear
un mundo virtual que les compensa de las insatisfacciones
que tienen en el mundo real.
Es decir, a las características del sujeto se le suman las
de Internet mismo; Internet, por sus características intrín-
secas, generaría una fuerte dependencia por si mismo.
Destacan la velocidad de funcionamiento, la accesibi-
lidad de la información y los contenidos atractivos de la
red. La sencillez de manejo; la disponibilidad de servicios;
el mundo al alcance de mano en apenas un instante y sin
necesidad de movernos de nuestro rincón personal (de
trabajo o el estudio de casa); la posibilidad de acceder y
moverse de forma rápida dentro del ciberespacio; el hecho
mismo de la comunicación y la facilidad para que esta se
produzca; la posibilidad de utilizar medios audiovisuales,
Adicciones 15
etc., son factores determinantes para que el internauta se
deje atrapar por la Red.
El anonimato permite, por ejemplo, que personas tímidas
establecen relaciones sociales y afectivas dentro de un con-
texto seguro, que se produzcan infidelidades encubiertas,
que se cometan actos ilegales o desviados (ej: pornografía in-
fantil). A esto se suman la posibilidad de obtener satisfacción
sexual (por la superación del miedo a resultar poco atractivo)
y apoyo social (gracias a la conformación de grupos virtua-
les). En Internet, además, es posible crear personalidades
ficticias, virtuales, modificando características físicas reales
y/o sacando a la luz características psicológicas reprimidas
(juegos como SecondLife los muestran).
Internet también ha sido señalada como un espacio de
riesgo para personas que sufren otras adicciones, no siendo
Internet lo adictivo sino sus contenidos particulares. Los
ludópatas pueden acceder fácilmente a sitios de apuestas,
bingos y casinos online; los adictos al sexo encuentran
en Internet una casi inagotable fuente de alimentación
para fantasías y satisfacciones sexuales; los compradores
compulsivos encuentran abiertas las puertas de acceso a
productos que de otras maneras serían inaccesibles. En
este sentido, la red se presenta como un peligroso espacio
potenciador de adicciones previamente existentes e incluso
puede ser la ocasión para una recaída en adictos que se
creía estaban recuperados.
En resumen, esta sumatoria de factores permite entender
por qué Internet puede convertirse en un objeto de obsesión
tan fuerte que llegue a producir una adicción. El modelo
ACE (anonimato, conveniencia y escape) parece resumir
adecuadamente las características específicas de Internet
para suponerla un medio capaz de ejercer alguna influencia
sobre la conducta de los usuarios.
16 Psicoterapias 5
¿Es posible el tratamiento?
La respuesta es sí. Pero para ello es esencial distinguir,
antes que nada, el usuario que utiliza Internet instrumen-
talmente (como herramienta de trabajo y comunicación), de
aquel que sufre una obsesión y dependencia hacia la red.
Luego también es imperioso aceptar la existencia de un
trastorno psicológico que se relaciona con este medio.
A partir de esto, la terapéutica posible es similar al de
toda adicción psicológica y el objetivo es la eliminación de la
conducta problema; para ello se debe verificar qué servicios
engancharon más al adicto (el chat, los juegos, las páginas
pornográficas, etc.).
Por otro lado, los resultados solo serán duraderos si la
eliminación del comportamiento adictivo se acompaña de
la modificación de pensamientos y actitudes, la creación de
un nuevo estilo de vida y la búsqueda de resolución para
los problemas emocionales y/o de relación que subyacen
a la adicción.
Bibliografía
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Echeburúa, E. (1999). ¿Adicciones sin drogas? Las nuevas adicciones:
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Greenfield, D. (1999). Virtual Addiction. Oakland: New Harbinger Publica-
tion.
Goldberg, I. (1995). Internet Addiction Disorder. Internet Addiction Support Group
Adicciones 17
Adicción al trabajo
Leticia Elizabeth Luque
Introducción
El trabajo es la actividad productiva y creadora del hom-
bre por excelencia, desarrollada a través de su esfuerzo
físico e intelectual, cuya finalidad es la transformación de
la realidad, por un lado, a la vez que, por otro, es el medio
por el cual el hombre se autorrealiza (1). Definido así puede
entenderse que el trabajo resulta ser esencial para la vida, y
es tanto un medio como un fin que proporciona – o debería
proporcionar – bienestar a quienes lo poseen. Brinda un
sentimiento de pertenencia social, ofreciendo la posibilidad
de interacción con personas que tienen metas comunes.
Como consecuencia, el trabajo otorga a la persona el sen-
tido de su identidad, influye en su autoestima a través del
reconocimiento de cierto status social, y le da legitimación
no solo ante la familia, sino también ante la sociedad.
De esto se infiere la importancia del trabajo en la vida
de las personas.
Ahora bien, hay una fracción del grupo de trabajadores
que llega a dedicarle a su trabajo una excesiva cantidad
de tiempo y de energía, llevándolo a cabo en forma muy
intensa e compulsiva; práctica que tiene consecuencias
poco felices y que se denomina “adicción al trabajo” o la-
bordependencia.
La adicción al trabajo se enmascara bajo la apariencia
de responsabilidad, dedicación al trabajo, y sacrificio de la
18 Psicoterapias 5
vida personal. El consenso sociofamiliar y el incentivo cul-
tural y laboral que tiene trabajar mucho durante muchas
horas, no permite detectar y diagnosticarla correctamente.
Tampoco hay estudios acabados que valoren completamente
sus consecuencias a distintos niveles. Entonces, el objetivo
del presente capítulo es describir las características de esta
adicción psicológica que – de manera silenciosa y velada - va
en aumento en nuestra sociedad, a fin de darla a conocer
y detectarla adecuadamente.
¿Es posible ser “labordependiente”?
Observando la realidad del hombre que trabaja hoy, ad-
vertimos que el rol del trabajo en la vida humana parece
más negativo que positivo. El desempleo, el subempleo, el
burnout, el trabajo de menores, el mobbing, el tecnoestrés,
se cuentan entre las distintas problemáticas que surgen
de la actual relación trabajo-salud. Las prácticas laborales
que perturban los ritmos normales de vida provocan no
sólo consecuencias negativas desde el punto de vista eco-
nómico, sino que ponen en peligro la salud física y psíquica
de los trabajadores, quebrantando dignidad y respeto de sí
mismos. El trabajo, fuente de bienestar, puede ser también
fuente de sufrimiento cuando es excesivo y sobrecarga física
y/o mentalmente al trabajador. En este sentido, la labor-
dependencia es una compulsión autodestructiva, que no
puede ser controlada voluntariamente por quien la padece
y que debe ser tratada como una adicción psicológica. Pero,
¿cuándo se es un “labordependiente”?, ¿qué es la adicción
al trabajo?.
El término “adicto al trabajo” se utiliza en general para
describir a todas las personas que hacen mucho: viven apu-
rados continuamente, están siempre ocupados y/o realizan
muchas tareas permanentemente. Así, la labordependencia
es una “adicción a la acción”, aunque los tipos de acciones
puedan variar. En ocasiones los adictos parecen estar des-
Adicciones 19
cansando o relajándose, pero su mente está trabajando a
toda velocidad, resolviendo problemas, organizando tareas,
planificando los siguientes pasos a dar, etc. Esto implica
que no importan tanto la tarea y el lugar en que la misma
se desarrolle sino la forma en que se lleva a cabo, la actitud,
el tiempo dedicado, la energía que insume.
Oates en 1971, en su libro Workaholism, describió y
definió este trastorno como una necesidad excesiva e in-
controlable de trabajar incesantemente que afecta a la sa-
lud, la felicidad y las relaciones personales del adicto. En
la década de los 80’ el término adquirió pleno sentido al
hacer referencia a una característica de la cultura yuppie:
la extrema dedicación al trabajo. Actualmente se define
como la implicación progresiva, excesiva y desadaptativa
a la actividad laboral, con una pérdida de control respecto
a los límites del trabajo y una interferencia negativa en la
vida cotidiana (2).
Adicciones psicológicas
Cuando se habla de “adicciones” la mayor parte de las
personas piensan al instante en consumo de sustancias.
Existen, no obstante, una serie de adicciones que no se
relacionan con las sustancias, tales como la ludopatía, la
ciberdependencia, las compras compulsivas, entre otras.
En este grupo ubicamos la labordependencia.
El ciclo adictivo es similar al de las toxicomanías y el
núcleo que las define como tales es el mismo: a) com-
portamientos compulsivos, b) pérdida del control sobre
la actividad, c) persistencia a pesar de las consecuencias
negativas, d) negación del problema. En función de esto se
usa el término “adicciones” y se llama “adicciones limpias”
por la ausencia de sustancias.
El hombre es básicamente un consumidor, y el fenómeno
del consumo en general no es específicamente de drogas. En
algunos casos, el hombre pasa del mero consumo al abuso
20 Psicoterapias 5
y/o la dependencia; un ambiente favorable y una perso-
nalidad propensa son factores imprescindibles para que
ello ocurra. Escasa tolerancia a la frustración, dificultades
para expresar los sentimientos, sentimientos de soledad
y falta de pertenencia, dificultades para pensar a futuro o
generación de proyectos utópicos, avidez de poder y control,
pseudo-identidad, perfeccionismo, son algunos rasgos de
la personalidad adictiva. Huelga agregar que estos también
son rasgos de los estilos y modos de la vida urbana actual.
O sea, la extensión de las adicciones más allá de las sus-
tancias parece resultado y reflejo de la cultura consumista
en que estamos inmersos (3, 4).
Dentro de este contexto existe la adicción al trabajo, un
trastorno que avanza escondido bajo una apariencia ino-
cente, aunque sus características permiten ubicarla entre
las más peligrosas; es una tendencia autodestructiva que,
lejos de recibir críticas, es favorecida por la sociedad con-
sumista y competitiva. Ahora bien, ¿cuándo hablamos de
“adicción” al trabajo?.
Adicción al trabajo
Hay labordependencia cuando el trabajo deja de ser una
actividad más y aparece una creciente compulsión a tra-
bajar con consecuencias negativas sobre todos los ámbitos
de la vida.
Al tener que aumentar la “dosis” de horas de trabajo
diarias continuamente, para seguir logrando el efecto esti-
mulante de la actividad sobre el estado de ánimo, aparece
la dependencia. Como corolario, la vida de las personas
afectadas se torna cada vez más inmanejable. La gran di-
ferencia con la adicción a sustancias es que ésta es social-
mente rechazada mientras que la dependencia psicológica
al trabajo es un trastorno no reconocido como tal.
El trabajo está valorado y supone un sacrificio necesario
para la subsistencia y el progreso familiar. La presión social
Adicciones 21
para conseguir el éxito y la incapacidad para establecer un
orden de prioridades entre las obligaciones laborales, más
conflictos afectivos personales, determinan la aparición de
este trastorno. La persona que sufre esta alteración sue-
le tener dificultades para querer y ser querido, tiene una
sensación de permanente urgencia, le aterra el tiempo libre
y cuando lo tiene, se deprime. La actividad compulsiva le
‘evita’ problemas afectivos; si bien el trabajar muchas horas
está asociado con elevados niveles de estrés y de enfermedad
– porque el trabajador no tiene la oportunidad de recupe-
rarse de sus esfuerzos continuos y excesivos – el adicto al
trabajo no se reconoce como enfermo. Así es que muchas
personas son adictas al trabajo o viven con alguien que lo
es, y no lo saben.
Partiendo de esto pueden señalarse algunas caracterís-
ticas básicas del adicto al trabajo (3,5):
1. Rasgos de personalidad: la compulsión a complacer
a los otros, con una extrema dificultad para decir que no.
Posiblemente los adictos al trabajo tratan de aumentar los
logros porque están convencidos de que los demás no los
aceptarán como son.
2. Incapacidad para relajarse: Tienen siempre una
larga lista de tareas que necesitan ser realizadas. Esto
aumenta sus niveles de adrenalina y la continua descarga
de adrenalina dificulta la relajación. Siempre hay tareas
nuevas para agregar a la lista, y así seguir segregando más
adrenalina.
3. Autoestima des-regulada: los labordependientes
presentan dificultades para aceptarse realmente como son,
realizan esfuerzos denodados por rendir más de lo que pue-
den.
4. Negación: en el labordependiente la negación es muy
compleja por la alta aprobación social que tiene la dedica-
ción al trabajo y el desconocimiento de los límites reales
entre dedicación responsable y dependencia.
5. Adicciones múltiples: La búsqueda de sensaciones
22 Psicoterapias 5
para ser una constante entre quienes tienen una persona-
lidad adictiva; es frecuente que los sujetos sufran más de
una adicción
Las anteriores son características generales que, si bien
están aplicadas a la adicción al trabajo, pueden darse en
cualquier otra adicción. En función de esto es que resu-
mimos a continuación algunos indicadores que permiten
identificar exclusivamente un adicto al trabajo (3, 5):
• Trabaja más de 45 horas cada semana, seis o siete
días a la semana.
• Trabaja hasta altas horas de la noche y descansar
unas pocas horas diarias.
• Trabaja aun estando enfermo
• El hogar sólo es una oficina más porque se lleva tra-
bajo a casa
• A menudo come en el auto, en su escritorio de trabajo,
o de paso entre lugares de trabajo.
• El tema principal de conversación es el trabajo.
• Hace años que no sale de vacaciones ni disfruta de
fines de semana. O bien, si toma vacaciones o descansos,
pasa el tiempo pensando en el trabajo: revisa o redacta in-
formes, lee su correo, hace llamadas a la oficina o a clientes,
planifica, etc.
• Necesita que le digan que es un “trabajador dedica-
do”.
• Cuando le llama un amigo o familiar, busca colgar
el teléfono, para ponerse a trabajar o dejar la línea abierta
para poder recibir una llamada relacionadas con su trabajo.
Cuando tiene que esperar, se impacienta.
• Nunca rechaza nuevos proyectos, clientes o respon-
sabilidades en el trabajo. Simplemente no tiene el poder de
decir “No” a más trabajo.
Todo esto tiene consecuencias negativas sobre el trabajo
mismo. El adicto al trabajo se compromete a terminar sus
actividades en un día cuando en realidad éstas requieren
Adicciones 23
quince, creando así falsas expectativas y obligándolo a tra-
bajar a destajo. Los trabajos hechos a prisa suelen tener
más errores de lo conveniente y tolerable, ya que no puede
planificar de manera acabada sus proyectos; a la vez, como
no se toman en cuenta todas las opciones posibles, suele no
elegir la mejor o más conveniente. Tampoco delega tareas
ni escucha opiniones ajenas, debilitando la organización
laboral y ocasionando fricciones con colegas, jefes y sub-
alternos; esto también es generado por el ritmo intenso de
trabajo que lleva y que suele exigir de otros. Por otra parte,
siempre hace más de lo que se le pide o exige y desarrolla
tareas innecesarias para justificar su exceso de trabajo.
Tiene en consecuencia bajo rendimiento a mediano y largo
plazo, y muchos conflictos interpersonales.
A este cuadro es preciso sumarle una serie síntomas
físicos que pueden alertar sobre la existencia de este tras-
torno: estrés, cansancio extremo, trastornos del sueño,
hipertensión, mala nutrición, adicción a sustancias, tras-
tornos vasculares y cardíacos, trastornos reumáticos y
contracturas musculares, gastritis y úlceras, son parte del
conjunto de somatizaciones que deben tenerse en cuenta
en forma conjunta para suponer que hay adicción.
¿Personalidad o contexto?
Es obvio que no todos los trabajadores son adictos al
trabajo. La pregunta es porqué. La presencia de un Patrón
tipo A de personalidad parece ser determinante; no obs-
tante algunos estudios (5) señalan que existen demandas
laborales que pueden actuar como reforzadoras o potencia-
doras de los rasgos de personalidad en tanto las demandas
“retadoras” (challenge stressors) tienen efectos positivos
sobre el desempeño y la motivación laboral, aunque pueden
tener efectos nocivos si se generan ambientes de trabajo
muy competitivos, propiciando y potenciando la adicción
de quienes tienen determinados rasgos de personalidad. Así
24 Psicoterapias 5
es que algunos autores (6, 7) consideran que la adicción
al trabajo es inducida por las características de las nuevas
empresas y las exigencias del trabajo actual. Por ejemplo,
en el caso de los mandos-medios se supone que la adicción
es inducida por las características del puesto. El estatus
social gratificante, la posibilidad de dominar la organización
laboral, la capitalización de un saber teórico adquirido,
etc., serían los inductores de la adicción. Sin embargo, a
raíz de los problemas que, tarde o temprano, surgen por la
presencia de adictos al trabajo, las grandes empresas han
comenzado a tomar conciencia del riesgo que implica con-
tar con estas personas dentro de la organización. Inversa-
mente, en las pequeñas y medianas empresas el fenómeno
va en aumento (4). En estas empresas el tiempo libre o de
descanso es visto como tiempo perdido, un atentado a la
productividad y el éxito. La participación de los distintos
miembros de la familia en el negocio impide la separación
del trabajo y la vida sociofamiliar; el hogar es la empresa y
los roles se desdibujan.
Todo esto haría suponer que es un trastorno surgido a
partir de los cambios socioeconómicos de las últimas déca-
das del siglo XX. Sin embargo, Sandor Ferenczi, discípulo
de Freud, describió a comienzo de dicho siglo la “neurosis
de los domingos” por referencia al trastorno psicológico que
sufrían quienes temían al vacío del día de descanso mientras
que el trabajo semanal los contenía emocionalmente. Este
es el motivo que resulta más plausible la idea de que hay
rasgos de personalidad y dificultades emocionales como
base para el surgimiento de esta adicción, no teniendo
tanta importancia la tarea o el tipo de organización en el
cual se trabaja.
Una lectura posible
Los usuarios de drogas las consumen sin llegar a ser
dependientes físicos de estas. Un toxicómano, en cambio,
Adicciones 25
tiene dependencia física y psíquica de las sustancias
que consume. Aplicando este modelo a la dependencia del
trabajo, podríamos decir que si el sujeto es inducido a tra-
bajar más y más por las características de su actividad o
de la organización, hay un exceso de trabajo pero el sujeto
no transforma al mismo en la razón de su existencia. En
cambio, cuando el trabajo representa el valor soberano que
regula su existencia, es un labordependiente; no tiene obli-
gación de trabajar por motivos económicos, de subsistencia,
sino por necesidades personales internas.
Tal como decíamos al comienzo, la adicción al trabajo es
básicamente una adicción a la acción. Si leemos las carac-
terísticas propias del trastorno y de quien lo padece, pode-
mos ver que hay primacía de la acción y de la agresividad;
hay además represión de las emociones y renegación de la
realidad. Así, el adicto al trabajo despliega una hiperacti-
vidad creciente, sin tomarse el tiempo necesario para la
elaboración mental; vive en estado de hipervigilancia per-
manente, una excitación psicomotora continua sostenida
por el continuo flujo de estímulos externos.
Hay, entonces, regresión del pensamiento a la acción, de
las emociones a las sensaciones, de las representaciones
a la percepción. De este modo y como en toda adicción,
su objeto adictivo – el trabajo – se convierte en la vía final
común de descarga de todas las excitaciones. El trabajo es
percibido como el único medio de obtener gratificaciones
(narcisísticas) y el modo de obtener una identidad. La “ven-
taja” a favor del adicto al trabajo es que su objeto adictivo
no es una droga ilícita, su conducta no es marginalizante;
sin embargo, el objeto es igualmente generador de depen-
dencia y consecuencias no deseadas.
El adicto al trabajo ingresa en una escalada adictiva que
le exige un consumo de “dosis de trabajo” cada vez más fuer-
tes (tolerancia); antes de completar una tarea ya comienza a
buscar otras que ocupen su lugar al finalizarla. Se angustia
ante la posibilidad de terminar una tarea porque prevé el
26 Psicoterapias 5
cese de flujo excitatorio. Por ello necesita muchas tareas, y
nuevas tareas que suplan las finalizadas, en una sucesión
sin final. El trabajo se convierte en el “quitapenas”, recur-
so efectivo para apartarse de la realidad, en tanto refugio
contra el sufrimiento; se sacrifica en el trabajo cualquier
otra inversión sublimatoria (no quedan restos para nada
más). El estado de constante euforia, exaltación, sobrecarga
del sistema de atención y conciencia, permiten al sujeto (o
al menos eso intenta) refutar o negar una realidad susci-
tadora de dolor, angustias, pánico, desesperación, rabia,
etc. Algunos sujetos mueren al jubilarse ya que su vida
fuera del trabajo pierde todo sentido (7); es decir, porque
la interrupción del contacto con el objeto adictivo se torna
insoportable. Interrumpir el trabajo es privarse de los efectos
estimulantes de la hiperactividad, de la sobreestimulación
sensorial. La abstinencia lo priva de los aportes narcisísticos
y priva del sentimiento de apuntalamiento grupal que el
trabajo le brinda. Fuera del trabajo no es posible relajarse;
el fin de semana la cabeza y el cuerpo duelen (para evitarlo,
hay que seguir trabajando); las vacaciones generan culpa
y angustia. Para impedir el síndrome de abstinencia, el la-
bordependiente debe hacer-hacer-hacer todo el tiempo; la
necesidad de hacer es un impulso incontrolable que puede
llevarlo a la sobredosis. Y ésta lleva al adicto no solo a la
frustración sino también al agotamiento, a la hipertensión,
a los infartos, a la muerte súbita...
Romper el ciclo adictivo
La mayoría de adictos al trabajo que llegan a consulta
psicológica lo hacen derivados del ámbito sanitario por
alteraciones cardiovasculares y gastrointestinales, estrés,

El Instituto de Salud Pública del Japón ha dado el nombre de “karoshi”
a una patología laboral que va más allá de la ansiedad o el cansancio
y causa unas 2000 muertes por año. El término “karoshi” significa tra-
bajar hasta morir y es frecuentemente asociada por distintos autores a
la adicción al trabajo por sus consecuencias en la vida cotidiana.
Adicciones 27
abuso de drogas, fármacos y/o alcohol, depresión, enfer-
medades psicosomáticas, o bien presionados por su pareja
o entorno familiar.
La mayor dificultad en la ruptura del ciclo adictivo es no
poder establecer como objetivo la abstinencia total, como
en otras adicciones. En consecuencia, la tarea primordial
del profesional será ayudar al labordependiente a tomar
conciencia de que padece un trastorno adictivo. Solo la
aceptación de esto le permitirá cambiar valores personales
y cogniciones que le condujeron a volcarse en el trabajo y
a desatender el resto de áreas de su vida, promoviendo así
un cambio en el estilo de vida.
Bibliografía
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& MP.Guiho-Bailly (comp). Organización del trabajo y salud. Buenos
Aires: Lumen Humanitas; 1998.
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1999.
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2005.
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cias); 1997.
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trabajo: concepto y evaluación. Gestión Práctica de Riesgos Laborales,
27, mayo 2006. Pag.24-31
6)Guiho-Bailly, M.P; Guillet, D. Cuando el trabajo se vuelve droga. En
D.Dessors & MP.Guiho-Bailly (comp). Organización del trabajo y salud.
Buenos Aires: Lumen Humanitas; 1998.
7)Dejours, Ch. Trabajo y desgaste mental. Buenos Aires: Lumen Hu-
manitas; 2001.
28 Psicoterapias 5 Adicciones 29

Renovacion de la Adicción
al telefono: Móviles y SMS
Leticia Elizabeth Luque

Introducción
Las líneas de teléfonos eróticos y las de tarot, las líneas
para conocer gente, las líneas de compra, etc., no son algo
novedoso. Tampoco lo es la existencia de personas que no
pueden resistir el impulso de estar todo el tiempo comu-
nicado con alguien y buscan estarlo a través del teléfono.
Entonces, es posible afirmar que el uso compulsivo del telé-
fono no es algo nuevo y muchos saben de las consecuencias
negativas que produce cuando les llegan onerosas cuentas
telefónicas.
No obstante, esta adicción se ha visto renovada, actua-
lizada, a raíz del surgimiento de los teléfonos móviles y
en particular, de los mensajes de texto cortos (SMS), que
permiten estar – o creer que se está – comunicado con
cualquiera en cualquier lugar y momento. El fenómeno es
parecido al que produce Internet, y por su vigencia, merece
ser analizado. En consecuencia, el objetivo del presente
capítulo es describir y analizar brevemente la renovada
adicción al teléfono.

Definición
No existe una conceptualización o definición exacta de lo
que es la adicción al teléfono, posiblemente porque no ha
30 Psicoterapias 5
tenido – hasta ahora – la debida atención. De hecho, Ades
y Lejoyeux la incluyen entre “los olvidados de la adicción”.
Sin embargo, es bastante clara y específica la definición
propuesta por Ajurec que a continuación transcribimos:
La adicción al teléfono consiste en un fracaso crónico y
progresivo en resistir el impulso de realizar llamadas tele-
fónicas, a pesar de las consecuencias negativas que ello
conlleva para la vida de la persona.
En esta definición se hace referencia a la compulsión a
realizar llamadas telefónicas; allí deberíamos agregar “…y
a enviar SMS”, por referencia al comportamiento compul-
sivo y sin finalidad aparente de envío de mensajes de texto
cortos.
Adictos a las tecnologías
El hombre ha creado las tecnologías para mejorar su vida.
Todo adelanto tecnológico tiene como finalidad satisfacer
una necesidad. Paradójicamente, algunas tecnologías pare-
cen haber creado una nueva necesidad, más que satisfacer-
la, de modo que muchas personas ya no pueden prescindir
de las mismas luego de comenzar a usarlas.
¿Acaso alguien recuerda cómo era el mundo cuando no
había computadoras?, ¿y cuando no se había inventado
Internet?. ¿Cómo era la comunicación cuándo no tenía-
mos telefonía móvil?. ¿Cómo usábamos el tiempo cuando
no teníamos mensajes de texto para enviar, recibir, leer,
reenviar, responder, archivar, etc?.
Es innegable que la tecnología ha cambiado el mundo
y que nos ha cambiado a nosotros mismos, sus artífices y
usuarios. En algunos sentidos eso es muy bueno; un ejem-
plo es el desarrollo de las neuroimágenes in vivo que permi-
ten detectar malformaciones y daños en nuestro cerebro en
 Centro psicológico especializado en adicciones de conducta o psicológi-
cas. Este centro se dedica a la divulgación, investigación y tratamiento de adiccio-
nes. Definición en: es.geocities.com/ajurec/telefono.htm
Adicciones 31
acción. En otros, el desarrollo tecnológico tiene mucho más
de negativo que de positivo y el desempleo generado por la
robotización industrial es un ejemplo de ello.
No obstante, la tecnología no es nociva en sí misma. No
lo es la televisión, no lo es Internet, tampoco lo son la te-
lefonía móvil y los SMS. Lo nocivo y negativo radica en el
uso que el hombre hace de las herramientas tecnológicas
que él mismo inventó.
Cuando el hombre usa la tecnología inadecuadamente
– más allá de la necesidad o la comodidad de usarla –, cuan-
do el control se pierde y cuando aparece la dependencia, es
cuando hay un problema que requiere ser analizado y exige
respuestas profesionales. Este es el caso de la adicción al
teléfono, en particular al teléfono móvil y los SMS.
El ciclo adictivo
La dependencia, la pérdida de control y la ingerencia
grave en la vida cotidiana son indicadores de que, sea cual
sea el objeto de consumo, la persona sufre una adicción.
Cuando la adicción no incluye sustancias, hablamos de
adicciones psicológicas. Entre las mismas se encuentra la
adicción al teléfono, al igual que las compras compulsivas,
la ludopatía y la dependencia hacia Internet.
Pero, ¿cómo el teléfono puede generar una adicción?.
Ya es imagen cotidiana la gente hablando por teléfono
(móvil) mientras camina o come, mientras viaja o inclusive
si conduce su vehículo. Ello no parece problemático, en
principio. En este sentido el teléfono móvil sólo ha aumen-
tado las posibilidades de estar comunicado, y por ser una
herramienta útil, ha generado que rápidamente nos habi-
tuemos a usarlo. Pero “hábito de uso” no equivale a sufrir
una adicción. Es importante señalar la diferencia.
Hábito es un patrón conductual que conlleva satisfacción
de necesidades u obtención de placer sin consecuencias
negativas; es modificable en tanto se puede controlar. El
32 Psicoterapias 5
uso abusivo, en cambio, produce placer a corto plazo pero
con consecuencias negativas y conductas disfuncionales a
mediano o largo plazo.
En toda adicción, las primeras conductas de consumo
producen placer; un placer que no puede ser obtenido por
otros medios. Esto actúa como reforzador positivo; el con-
sumidor percibe la gratificación sin poder reconocer las po-
tenciales consecuencias indeseables de tal gratificación. El
placer obtenido determina que el consumidor busque repetir
el consumo, una y otra vez. Sin embargo, con la repetición
en el tiempo el consumo deja de producir el mismo efecto
y deben aumentarse los niveles de consumo; además, ya
no se consume por placer sino para aliviar el malestar de
no consumir. El consumidor comienza a actuar en forma
impulsiva, busca la gratificación a cualquier precio, no
puede controlarse a pesar de las consecuencias negativas y
comienza a mostrar signos de dependencia psicológica hacia
lo consumido. Los intentos de abandonar el consumo van
acompañados de una serie de síntomas característicamente
denominados “síndrome de abstinencia”.
Ahora bien, porqué alguien encontraría gratificante usar
el teléfono, al punto que un hábito de uso se convierta en
abuso y dependencia.
Parece no haber una causa única específica por la cual
alguien se hace adicto a un objeto como el teléfono, Internet
o la comida. Lo cierto es que, para algunas personas, el te-
léfono (móvil) es una extensión de sí mismo. ¿Por qué?. La
soledad y/o la necesidad de sentirse escuchado o querido,
pueden ser el punto de partida; el ciclo adictivo seguramente
se inicia en el momento en que la persona encuentra que
llamando por teléfono consigue estar en contacto con otros,
disminuir su soledad. Si mediante el contacto telefónico
se obtiene la sensación de bienestar, el comportamiento
(llamar o enviar SMS) se ve positivamente reforzado; es
decir, el comportamiento tiende a repetirse. La sensación
de bienestar aumenta y en ese estado no se miden posibles
Adicciones 33
consecuencias negativas. Pero la repetición en el tiempo
del mismo comportamiento va perdiendo la capacidad de
generar la misma satisfacción; por lo tanto, son necesarias
“dosis” cada vez más elevadas: hablar durante lapsos más
largos, enviar más mensajes, comunicarse con más perso-
nas. Se aumentan así los niveles de consumo (en este caso,
de teléfono), pero no ya por el placer en sí sino como una
forma de aliviar el malestar que produce no hablar o enviar-
recibir SMS. En consecuencia, el comportamiento comienza
a ser compulsivo: se llama a cualquiera, a cualquier hora,
sin tener nada importante, urgente o interesante para de-
cir; se habla (envía SMS) sin objetivo claro y aparente; se
duerme con el teléfono prendido cercano a la almohada para
responde inmediatamente cuando se recibe un mensaje o
llamada; cuando el crédito se termina la ansiedad se eleva
y se busca desesperadamente la recarga, y si no hay dinero
para recarga, se miente o incluso se roba para obtenerlo;
también se miente u oculta el consumo real en teléfono. La
caída del sistema telefónico genera caos, eleva la ansiedad,
aumenta la obsesión. En este punto se puede afirmar que
hay una dependencia.
El adicto al teléfono
Los dependientes no pueden pasar minutos sin su telé-
fono; si nadie llama, hay que llamar, y si no contesta, hay
que insistir, dejar mensaje de voz, intentar con mensaje
de texto, volver a intentar llamarlo. ¿No le habrá llegado el
mensaje?, ¿no querrá atenderme? son preguntas que mental
y automáticamente se formulará quien se obsesiona con las
llamadas, y que de seguro aumentarán su ansiedad y su
necesidad de “contactarse”. El uso de los SMS parece haber
potenciado esto aun más. Hay personas que duermen con
el teléfono a su lado (mano, almohada, mesa de noche) para
poder contestar inmediatamente los mensajes, lo que altera
34 Psicoterapias 5
el descanso; siempre se está expectante de la respuesta al
SMS enviado y la no-respuesta es altamente frustrante.
Como toda adicción psicológica, la adicción al teléfono
(móvil) puede desarrollarse en muy poco tiempo dado que
el placer es inmediato. Cuando aparecen la compulsión y la
obsesión, el comportamiento cambia. El sueño alterado, el
mal humor y la agresividad, la disminución de rendimiento
(en distintos ámbitos de la vida), el ausentismo y posterior
abandono de las actividades productivas (estudio, deporte,
trabajo), la progresiva pérdida de relaciones sociales son
algunos de los comportamientos que evidencian y alertan
sobre la existencia de un problema.
Y el problema se hace evidente para todos cuando el su-
jeto se aísla y prefiere – casi de forma exclusiva – el contacto
con otras personas por vía telefónica. Resulta aun más pro-
blemático si el contacto es solo vía SMS, ya que se pierde
inclusive la información paraverbal que toda comunicación
requiere, dada por la voz (inflexiones, tonos, timbres) y los
gestos del interlocutor. Esto es altamente preocupante
cuando se produce en sujetos muy jóvenes, en especial si se
piensa en la importancia que reviste la interacción con los
pares y con el entorno en etapas tempranas de la vida.
Comunicado e incomunicado
El teléfono móvil resolvió el “problema” de la comunica-
ción fuera del hogar, ya que el teléfono se desplaza junto
a su dueño. Pero el adicto no tiene uno sino varios, de
distintas marcas o modelos y de distintas compañías, por
si acaso…
La dependencia hacia el teléfono (móvil) no es otra cosa
que una conducta incontrolable, que el sujeto puede per-
cibir como negativa pero no puede reprimirla. Subyace a
este comportamiento compulsivo lo mismo que en otras
dependencias psicológicas: inmadurez, baja autoestima,
inestabilidad emocional, dificultades comunicacionales y
Adicciones 35
vinculares. El adicto puede pasarse horas hablando a través
del teléfono, pero se torna parco y tímido cuando tiene que
comunicarse de otra forma.
La posesión de un teléfono móvil otorga status, prestigio,
valoración social; pero además – como todo objeto adictivo
– funciona como “relleno de baches” de una personalidad
deficiente. El énfasis por lo tanto no debe ponerse sobre
el primer aspecto (el prestigio) sino sobre las dificultades
personales del adicto. Hay sentimientos negativos del su-
jeto hacia su propia persona, frustraciones, inhibiciones,
carencias afectivas, problemas para relacionarse adecua-
damente con otros.
El uso del SMS, además, proporciona lo que pocos años
antes proporcionaba el “chat”: el anonimato, es decir, la
posibilidad de esconderse tras el móvil y los mensajes, la
posibilidad de evitar exponerse ante los otros escondien-
do al verdadero “yo”. Esto genera una desconexión con el
mundo real.
Así, aunque parece paradójico, el sujeto adicto al telé-
fono se sobre-conecta con otros, pero únicamente a través
de un aparato, aislándose del mundo real, de modo que su
sobredosis de comunicación finalmente lo incomunica.
El reforzamiento
A nuestro parecer, existen al menos dos aspectos que
refuerzan el comportamiento compulsivo hacia el teléfono,
generando que se pase de una conducta gratificante a una
dependencia psicológica completa. Si bien no se da solo en
adolescentes o jóvenes, la adicción al teléfono, a diferencia
de otras adicciones (alcoholismo, ludopatía, labordepen-
dencia), tiene edades de inicio muy bajas (Cetrac, Proyecto
Hombre). Consideramos que esto tiene raíz en las caracterís-
ticas de la sociedad de consumo actual y el mayor impacto
se produce en los más jóvenes por ser los más vulnerables
o influenciables.
36 Psicoterapias 5
Por un lado, hay un bombardeo permanente de publici-
dad de las empresas de telefonía móvil que impacta de dis-
tintas maneras en los consumidores. ¿En cuántos hogares
actualmente no hay al menos un teléfono móvil?; el aba-
ratamiento de costos y la sobreoferta de teléfonos móviles
han rotos las barreras de diferencias socioeconómicas, de
modo que hasta la familia más humilde tiene por lo menos
un teléfono móvil. Este aspecto no es negativo per se. Pero
es negativo si se piensa que genera la disponibilidad de un
objeto con capacidad adictiva.
A través de tu teléfono móvil podés obtener entradas gratis
a conciertos (¡no te lo pierdas!); si te llevás X modelo, también
te llevás el DVD de tu película preferida; si comprás dos te-
léfonos, el segundo es a mitad de precio; si mandás mas de
X cantidad de SMS, el resto es gratis; si hacés una recarga
de más de $50, obtenés una bonificación de $30… Y así.
Es innegable que esto determina el consumo del produc-
to. Y no es posible negar que esto es nocivo cuando insita a
personas cuyas características de personalidad no le permi-
ten regular-controlar el consumo. Si a mayor consumo hay
mayores beneficios, ¿quién quiere dejar de consumir?.
Por otro lado, también debe señalarse que existe refor-
zamiento social del comportamiento. A diferencia de otras
adicciones, esta es una adicción “limpia” donde no hay
rechazo social y/o marginación, a la vez que existe poca
conciencia del verdadero impacto ocasionado por la tecno-
logía sobre la vida humana.
La dificultad para establecer límites entre la empresa y el
hogar, el horario de trabajo y el tiempo de ocio-descanso es
producto de la intrusión masiva de la tecnología en nuestras
vidas. El teléfono móvil, en este sentido, ha contribuido al
desarrollo de otra adicción psicológica como es la laborde-
pendencia. Estar “conectados” todo el tiempo, “ubicables”
en todo lugar, nos permite desplazar el trabajo con nosotros,
pero a la vez no nos permite desprendernos de él en nin-
gún momento y circunstancia. El teléfono móvil se ubica a
Adicciones 37
nuestro lado al comer, viaja con nosotros en el transporte,
entra en nuestra habitación, interrumpe la película que
miramos, suena en plena misa, etc., etc., etc.
Esto es inevitablemente absorbido por los más jóvenes;
ellos observan y aprenden de los mayores, naturalizan e
imitan comportamientos como estos.
Posible control
Sería absurdo considerar a la tecnología y en particular
al teléfono móvil como responsable de los problemas actua-
les de la vida humana. Sabemos que la clave para evitar
la intromisión en nuestras vidas está en desconectarse a
tiempo, trazar límites y respetar la intimidad (la propia y
la ajena).
El tratamiento tradicional a la adicción al teléfono ha
sido el control de la factura; también el uso de dispositivos
bloqueadores del discado. Pero el progreso ha dejado obso-
letos ambos métodos. Gran parte de la población (argenti-
na) no tiene teléfono móvil con contrato y factura, sino con
tarjetas de recarga, de modo que no es posible controlar el
consumo real en teléfono; no existe además una clara per-
cepción del consumo excesivo sin la evidencia palpable de
la factura abultada. Al respecto, entonces, es preciso idear
otras alternativas.
Dado que la adicción al teléfono no es reconocida (aun)
como un trastorno psicológico en los manuales de diag-
nóstico mental, puede ser equiparada con la ludopatía; de
este modo, tanto diagnóstico como tratamiento se orienta
en el mismo sentido que en la adicción al juego, siempre
teniendo presente las características particulares del objeto
adictivo.
En nuestro país no hay aun reportes de casos de adicción
al teléfono como tal (lo que no significa que sea inexistente).
En cambio, en España el “Proyecto Hombre”, Ajurec, Ce-
tras son centros especializados en adicciones que ofrecen
38 Psicoterapias 5
rehabilitación a adictos al teléfono y ya reportan algunos
casos. El objetivo del tratamiento en este tipo de adicciones
es aportar autoestima al ‘adicto’, potenciando sus relaciones
personales a la vez que se reduce el uso del teléfono (móvil).
Esto implica que debe tratarse de manera similar a cualquier
otra adicción, de modo que el tratamiento podría incluir:
a) apoyo farmacológico, para controlar la ansiedad o la
depresión, si realmente es preciso;
b) terapias de grupo e individuales para reforzar la au-
toestima y promover re-aprendizajes en el área de la comu-
nicación con los demás;
c) control de comportamiento estableciendo horarios y
tiempo diario de uso, fijando saldo máximo semanal, sin
acceso a dinero para recargas;
d) la prohibición puede ser contraproducente; si no se
prohíbe el uso, el seguimiento (apoyo-control) es funda-
mental.
Referencias
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Riviere, C. (2002). La práctica del mini-mensaje en las interacciones
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la privacidad para mantener el vínculo social. Revista de estudios de
juventud, 57(06.02): 125-138.
Adicciones 39
La codependencia es una
adicción curable con la
Psicoterapia Psicoanalítica
Dra. Lorenia Castillo Carranza (México)
Introducción
En efecto, esta aseveración la puedo hacer después de
haber investigado esta patología por más de diez años, a raíz
de que tenía cada vez más pacientes con esta enfermedad
y no podía ayudarles, pues por entonces la codependencia
no había sido conceptualizada dentro del psicoanálisis, mi
campo de trabajo, por lo que me puse a investigar y descu-
brí que es una verdadera adicción a personas difíciles como
adictos, maltratadores, abusadores sexuales o cualquier
neurótico grave con los que se obsesionan en controlar
su comportamiento con la intención de ayudarlos a pesar
de los efectos adversos que su conducta provoca en ellos
y su persona, pero lo hacen porque en el fondo necesitan
proyectar en otro sus sentimientos de devaluación, temor,
baja autoestima e impotencia, por lo que terminan en una
crisis de identidad, ya que para funcionar van tomando al
otro como una extensión de sí mismos.
Es un enganche destructivo pues aunque el codependien-
te como rescatador busca calmar sus ansiedades contro-
lando o imponiéndose sobre el otro, éste lo toma como un
ataque es el caído y para defenderse le proyecta su culpa al
codependiente quien ahora es el caído, dándose un circulo
40 Psicoterapias 5
vicioso que los va llevando a una destrucción mutua, en
la medida que el adicto tiene con esto la justificación para
cometer mayores daños y el codependiente con estos fra-
casos va sintiendo mayor ansiedad , temor e inseguridad,
que lo incitan a la repetición de su necesidad de controlar
ya como una adicción.
El codependiente entra en el proceso de la adicción con-
centrando su vida en esa persona como si fuera una sus-
tancia, se aísla, se desinteresa por su persona, se altera por
todo, ya no maneja sus emociones al grado que empieza a
consumir sedantes o desarrollar otras formas de adicción
como a la comida, sexo, anorexia, a caer en infidelidades,
maltrato a los hijos, desintegración familiar y toda una
desorganización de su persona que lo puede llevar a la
locura o muerte.
La codependencia es un término de psicología humanista
y de la terapia familiar pues la padecen principalmente
los familiares de los adictos, por lo que los primeros en
conceptualizarla fueron los terapeutas sistémicos como
una enfermedad producto de la disfunción familiar por la
convivencia con adictos, aunque desde los años cuarentas,
las esposas de alcohólicos que se reunían en grupos de au-
toayuda denominados Al-Anon para seguir el programa de
Doce Pasos de AA (Alcohólicos Anónimos), ya comprendían
que habían desarrollado una enfermedad tan grave como la
de sus esposos por las dificultades de convivir con ellos, que
las llevaba a caer en adicciones, retroalimentar la adicción
en sus parejas y la familia o terminar con trastornos psico-
lógicos severos por no poder desprenderse emocionalmente
de esta relación destructiva.
En una primera investigación, propuse un modelo teórico
para tratar a los codependientes, basado en la psicología del

CASTILLO, Carranza, Lorenia. (2001) La Codependencia desde el Psicoa-
nálisis. “Un aporte al estudio de las adicciones” Tesis para obtener el grado de
maestría en Psicoterapia Psicoanalítica, en el Centro Eleia, Actividades Psicoló-
gicas, A.C. México, D.F.
Adicciones 41
self, pues fue la teoría que mejor explicaba esta patología
como trastornos narcisistas de la personalidad, caracteri-
zados por ser personas con un self frágil, poco cohesivo, sin
estructura, ni autoestima que para poder funcionar esta-
blecen con otros relaciones de idealización, grandiosidad o
gemelaridad dadas sus necesidades de dependencia.
En una segunda investigación, apliqué este modelo en
un caso y pude comprobar que efectivamente se obtienen
buenos resultados con el tratamiento del self, porque tienen
las mismas características de las personalidades narcisistas
propuestas por Heinz Kohut (1971, 1977, 1984) y su método
psicoanalítico funciona para reestructurar su self y evitar
conductas codependientes. No obstante, se encontraron
aspectos específicos de la patología que propician modifica-
ciones al proceso terapéutico propuesto para los narcisistas.
Estos cambios al tratamiento los encontré en las teorías
posmodernistas actuales de las escuelas intersubjetivista y
relacional-coparticipativa. Asimismo, establecí la necesidad
de compartir al paciente con el programa de Doce Pasos de
los familiares de los alcohólicos denominado Al-Anon.
A continuación, expondré brevemente los fundamentos
teóricos y técnicos de mis investigaciones, que me permiten
aseverar que la codependencia es curable con el método
psicoanalítico pues incide en la raíz de la enfermedad y no
solo se contenta en controlar los síntomas como lo hacen
las otras propuestas terapéuticas.
Consideraciones teórico-técnicas
Psicoanalíticamente, la obsesión de los codependientes
por controlar la conducta de otros que los lleva a establecer
un enganche destructivo producto de una personalidad

CASTILLO, Carranza, Lorenia (2007) El tratamiento Psicoterapeútico de una
paciente Codependiente. Estudio de caso. Tesis para obtener el grado de Docto-
rado en Clínica Psicoanalítica en el Centro Eleia, Actividades Psicológicas,
A.C. México, D.F.
42 Psicoterapias 5
carente de estructura que requiere utilizar a otra como ex-
tensión de sí misma, es producto de la relación inicial con
los padres, en especial con la madre, por haber sido una
persona frágil, vulnerable, sin autoestima, insegura e in-
capaz de manejar sus emociones. Por ello, no pudo reflejar
especularmente a su hijo (hacerlo sentir valioso) ni ser ella
misma fuente de seguridad y protección, pues no la tenía y
en lugar de esto, lo invadía con sus tensiones, llenándolo de
inseguridad, temor y desconfianza y al mismo tiempo le exi-
gía satisfacer sus expectativas de perfección, para encubrir
sus inseguridades con una apariencia de grandiosidad.
Si el niño está al servicio de las necesidades narcisistas
de los padres regresiona a sus propias satisfacciones nar-
cisistas, cuando el objeto lo decepciona. Estas reacciones
llevan a un desarrollo del yo anormalmente dependiente o
simbiótico y a fuertes fijaciones orales o regresiones.
Esto los convirtió en personalidades narcisistas también,
frágiles sin estructura que se sienten invadidas por ansieda-
des de desintegración tan fuertes, que necesitan enfrentar-
las con medidas como crear un falso self (el comportamiento
ideal esperado por los padres) evadirlas con adicciones (la
gratificación inmediata) o enganchándose con una persona
más débil a quien controlar para recuperar la sensación de
fuerza, lo que es la codependencia propiamente.
Son personas muy sensibles ante los rechazos, desilu-
siones y fracasos por lo que necesitan ser admirados para
fortalecer su autoestima, de no recibirla se desvalorizan o
adoptan una postura de aparente superioridad y lo mismo
hacen con los otros, a quienes idealizan o denigran por lo
que sus relaciones son de explotación o de dependencia
pero sin un verdadero compromiso emocional.
Es un tipo de personalidad simbiótica con ansiedades
centrales de fragmentación, aniquilamiento, separación
y pérdida de objeto y del self relacionados con aspectos
preedípicos y no en torno al conflicto edípico.
Adicciones 43
Sus rasgos de personalidad y comportamientos carac-
terísticos pueden ser:
1) Los de personas hambrientas de fusión con figuras
idealizadas con las que establecen una adaptación simbió-
tica patológica por la inhabilidad de sostener el núcleo de
sus emociones dado un self frágil, vacío, depresivo y colap-
sado por una rabia narcisista oculta, con comportamientos
como: masoquismo, retraimiento, aislamiento, incapacidad,
impotencia, pasividad, anhedonia y/o alexitimia.
2) personas hambrientas de espejeo por un self maniaco
o en desintegración por una rabia narcisista abierta, con
una destructividad global del self y de los otros con con-
ductas como: paranoia, omnipotencia, megalomanía, im-
pulsividad, sadismo, perversión, relaciones hipergolfantes
o promiscuas.
El caso que utilicé para comprobar mi modelo de tra-
tamiento fue el de una codependiente de tipo simbiótico,
hambrienta de fusión con figuras idealizadas en el que
advertí como todos estos indicadores de su personalidad
narcisista se fueron modificando y para evaluarlo utilicé los
lineamientos de Donald Meltzer sobre el proceso psicoana-
lítico conjuntamente con el modelo de Barrett Ulman y Paul
Harry que había utilizado en mi primera investigación,
pues coinciden en sus planteamientos sobre los cambios
psíquicos que deben irse produciendo para considerar exi-
toso un tratamiento.

MELTZER, Donald. (1967) El Proceso Psicoanalítico. Buenos Aires, Ed.
Paidós.

BARRETT Ulman, R. & Paul, Harry. (1990) “The addictive personality and
“addictive trigger mechanisms” (ATMs): The self psychology of addiction and
its treatment”. New Therapeutic Visions. Progress in Self Psychology. Vol. 6.
10:129-155. Ed. Arnold Goldberg. The Analytic Press, Hillsdale, NJ. London.
44 Psicoterapias 5
A grandes rasgos, lo que plantean Barrett y Harry es que
para que el tratamiento funcione, en un primer proceso
clínico, el paciente tiene que ir transfiriendo al terapeuta
las funciones de antiansiedad, antidepresión o anestesia
que les da la sustancia o conducta adictiva, es decir, ir
desarrollando las transferencias por lo que hay una cierta
dependencia con nosotros pues nos necesitan para cal-
marse, pero esto es muy difícil pues les significa prescindir
del equipo defensivo que tienen para funcionar, por lo que
presentan transferencias narcisistas y resistencias como
conductas desconfiadas, rígidas, aparentes o calculadoras
para proteger su self vulnerable por temor a la critica o
rechazo.
Si se logra esto, en el segundo proceso clínico ya nos
convertimos en un selfobjeto espejeador, idealizado o ge-
melar, es decir, una representación interna y externa que
les ayuda a funcionar, para que a través nuestra puedan
ir incorporando las funciones y estructura que les falta.
Y en el tercer proceso clínico todo el trabajo es crear,
desarrollar y consolidar las nuevas estructuras psíquicas
para ir integrando sus ambiciones, ideales y talentos de
una forma factible y real.
Para Meltzer, el proceso requiere igualmente, de que los
pacientes vayan transfiriendo su mundo interno para ir
estableciendo un vinculo nutricio o dependencia transitoria
con nosotros, que les permita resolver sus conflictos pree-
dípicos y edípicos a través nuestra.
Por razones de espacio no puedo presentar el caso y la
fundamentación del tratamiento en este artículo, pero ex-
pondré a grandes rasgos como se desarrolló en la práctica
su proceso clínico.
Al principio del tratamiento tuve que establecer un encua-

De Soledad, como denominé a mi paciente, una mujer de mediana edad,
deprimida y devaluada a pesar de ser una persona bastante exitosa profesio-
nalmente, hija de un padre alcohólico, madre narcisista y esposa de un hombre
alcohólico también.
Adicciones 45
dre flexible para superar las dificultades en la analizabilidad
de la paciente por sus transferencias narcisistas, pero que
se pueden sortear con intervenciones del self como:
“Aceptar la idealización, espejear, romper silencios, acep-
tar actuaciones, hacer más preguntas que señalamientos, no
hacer confrontaciones ni interpretaciones, sintonizar con sus
emociones, ampliar su actitud analítica explicando el trabajo
terapéutico, analizar mecanismos de defensa y estructuras
compensatorias así como contenerla y comprenderla para
fortalecer el vínculo transferencial”.
En la parte intermedia del tratamiento a medida que la
paciente fue esclareciendo las confusiones self-objeto, em-
pezó el abandono de su narcisismo, la construcción de un
pecho nutricio y la aceptación de buenos objetos internos
que fueron modificando las transferencias, pues aunque
no eran todavía objetales, ya eran de tipo gemelar e im-
plicaban una mayor diferenciación con la analista, de tal
forma que se produjeron muchas dificultades contratrans-
ferenciales como resistencias, actuaciones, conjunciones y
disyunciones intersubjetivas en ambas partes de la relación
terapéutica.
Problemas que pude superar con intervenciones del self
y clásicas como:
“Manejar la agresión, favorecer el autoanálisis, la expre-
sión del self grandioso, hacer interpretaciones genéticas y
de resistencias, imponer frustración óptima y reafirmarla,
validando el inicio de sus verdaderos insights para favorecer
también el análisis de su sexualidad infantil y el inicio de la
neurosis de transferencia”
En la etapa casi última del tratamiento, después de ini-
ciarse la posición depresiva la paciente pudo desprenderse
emocionalmente de su madre e integrar a su padre en una
relación triádica, de forma que pudo comenzar el análisis
de las fantasías y conflictos edípicos, hacer una neurosis
de transferencia e iniciar la construcción de las estructuras
psíquicas que le faltaban.
46 Psicoterapias 5
En este momento también se pudieron comenzar a dar
intervenciones clásicas como: “Interpretaciones genéticas,
de resistencia y transferenciales, además de seguirla espe-
jeando, validando, reafirmando, sintonizando y manejando
los impasses que eran muy frecuentes”.
El hecho de que se presentaran desordenes preedípicos
junto con los del conflicto edípico, me pareció natural dado
que las experiencias narcisistas tempranas y sus ansieda-
des inevitablemente resultan en un crecimiento detenido
y un conflicto interpersonal que dificulta la resolución del
complejo de Edipo.
Además, considero al conflicto Edípico como estructu-
rante, por lo que supongo que se apreciará en todos los
codependientes tanto como conflicto preedípico de la pareja
combinada, como el de la etapa genital o el reeditado en la
pubertad y adolescencia.
Sin embargo, por la fragilidad del self de estos pacientes,
se presentará de forma distorsionada, ya que lo que más
le importa al narcisista es ser reconocido para no sentir su
vulnerabilidad, por lo que las ansiedades de castración o
la culpa por odiar al padre del sexo opuesto no les afectan
tanto como las ansiedades de fragmentación. Por esto, lo
que más les sirve es fusionarse con un objeto o renegar su
dependencia atribuyéndose un self omnipotente, poderoso y
autoreafirmativo, de forma que terminan controlando a los
objetos o dependiendo de personas, sustancias, actividades
u otro tipo de adicciones.
Finalmente, en el Tercer proceso clínico cuando se ela-
bora el vínculo nutricio porque se van transfiriendo las
funciones selfobjetales, comenzó el proceso de consolidar la
asimilación de las nuevas estructuras psíquicas con inter-
venciones del self, clásicas y relacionales, estas últimas de
tipo más activo, con interpretaciones del aquí y ahora y de
investigación conjunta propias del análisis coparticipativo,
para trabajar las funciones selfobjetales adquiridas y los
cambios de comportamiento del programa de Al-Anon.
Adicciones 47
De aquí emergen las diferencias con el método del self,
pues el hecho de que los codependientes hayan desarrollado
una adicción a una persona, hace que aunque tengan los
mismos rasgos de personalidad de los narcisistas, se tenga
que abordar lo intersubjetivo y relacional para desligarlos
de su proceso adictivo y favorecer el cambio, lo cual, Kohut
no alcanzó a comprender completamente en sus formula-
ciones teóricas.
En mi primera investigación, no tenía tan claro el aspecto
adictivo de la codependencia como un proceso obsesivo-
compulsivo en una relación destructiva, que se produce
por la interacción de dos individuos que tienen patologías
complementarias, de donde el foco analítico debe estar en
la naturaleza intersubjetiva de la matriz de sus relaciones
y no solo en lo intrapsíquico o la empatía de la experiencia
subjetivamente estructurada como propuso Kohut. Asimis-
mo, el cambio estructural solo podrá provenir de interpre-
taciones mutativas a partir del reconocimiento de que las
estructuras por cambiar son las que organizan el mundo
representacional en el que son asimilados el analista y sus
relaciones actuales.
De donde, por un lado, la técnica del self ayuda para
facilitar la analizabilidad de estos pacientes que por su
vulnerabilidad narcisista, presentan dificultades para es-
tablecer la alianza terapéutica, que permita el desarrollo de
la neurosis de transferencia necesaria para el tratamiento
psicoanalítico, como lo hacen los neuróticos. Por el otro, las
técnicas intersubjetivas y relacionales favorecen el cambio
de los codependientes porque dado su proceso adictivo en
una relación destructiva facilita la creación de funciones
selfobjetales para desligarse de ésta, a través de repetidas
experiencias reconstructivas más sanas con el analista y
en sus relaciones actuales.
A diferencia de las técnicas del self, las relacionales
plantean:
“Un uso activo del self del analista, relativa libertad de
48 Psicoterapias 5
expresar datos de la contratransferencia, rechazo al concep-
to tradicional de neutralidad y anonimato, menos énfasis
en la técnica regresiva, énfasis clínico en el interjuego de
la realidad social y psíquica, énfasis en el papel curativo y
maduracional de la relación no-narcisista real, en general
una postura de mayor apertura a la técnica como compartir
al paciente con otros tratamientos”.
Lo cual, representa la principal aportación de esta in-
vestigación, en la medida que se pudo comprobar como en
la práctica compartir el tratamiento de la paciente con Al-
Anon, utilizando las técnicas del análisis coparticipativo,
fue benéfico para favorecer sus cambios psíquicos, pues
mientras el método psicoanalítico le servía para integrar sus
objetos escindidos a través de simbolizar, resignificar y pen-
sar sus emociones, trabajar lo de Al-Anon en las sesiones le
permitía retroalimentar los cambios de comportamiento más
sanos que aprendía en su grupo, a partir de las funciones
selfobjetales que iba internalizando en el análisis.
Estos grupos de autoayuda les dan funciones de sel-
fobjeto secundarias que no interfieren con las funciones
primarias que emergen en el análisis a través de las fanta-
sías transferenciales, sino que ayudan a que emerjan y se
intensifiquen, por esto a pesar de las dificultades que pu-
dieran pensarse por compartir al paciente, con las técnicas
relacionales se pueden manejar las transferencias de los dos
recursos terapéuticos para favorecer que se retroalimenten
ambos enfoques sin resistencias.
Sin embargo, considero que no todos los codependientes
son susceptibles de lograr aprovechar este abordaje con-
junto tan enriquecedor, lo cual dependerá del tipo y grado
de su patología psíquica y adictiva. Por esto, se puede
aseverar que en la práctica la codependencia es un cuadro
clínico inespecífico, que no obstante, puede presentarse en
distintas entidades patológicas como la sana, neurótica,
narcisista, fronteriza o psicótica tendrá diferentes abordajes
terapéuticos en cada caso, dependiendo de las caracterís-
Adicciones 49
ticas y gravedad de la patología así como de la reacción del
paciente conforme vaya estructurando la relación terapéu-
tica en lo intersubjetivo, en el que lo importante es advertir
que tan agravado esta el proceso adictivo como defensa
caracterológica y con cuantas estructuras compensatorias
se cuenta para destrabar este proceso destructivo.
En casos de estructuras más primitivas, en los que hay
severos traumas patogénicos, incapacidad de mentalización,
identificaciones proyectivas masivas, fuerte impulsividad
y agresividad con hostilidad maligna, es más difícil lograr
que sigan el proceso psicoanalítico para llegar a establecer
un vínculo con el analista, aceptando transitoriamente la
dependencia con éste para desligarse del equipo defensivo
y acceder a una personalidad más sana.
Pero de cualquier forma, pienso que con estos pacientes
más graves mi propuesta también puede ser útil, sobre
todo al principio del tratamiento, para favorecer su coope-
ración con las técnicas del self y posteriormente facilitar
el cambio con experiencias reconstructivas más sanas.
Sin embargo, como lo sostuve en el modelo teórico de la
primera investigación, requerirán además de otro tipo de
intervenciones como el internamiento, atención psiquiá-
trica, física, familiar, grupal etc., pues su patología ya se
ha exacerbado en todos estos aspectos que se requieren
abordar integralmente.
Conclusiones
Considero que esta propuesta de tratamiento, logra
atacar la raíz de la enfermedad y no solo hacer que los co-
dependientes aprendan comportamientos más sanos para
controlar la enfermedad, sino conseguir su reestructuración
para que se liberen definitivamente de sus síntomas defensi-
vos, ir creando una estructura propia y no solo contentarse
con mantener una estructura prestada de los grupos de
50 Psicoterapias 5
autoayuda o del aprendizaje de patrones de comportamiento
sano que requieren concientizar permanentemente.
De igual forma, pienso que esta propuesta ofrece valio-
sas contribuciones al estudio de la codependencia, porque
integra distintos conocimientos teóricos del psicoanálisis
posmodernista actual, que está abocado a detectar los in-
dicadores teóricos y técnicos para atender eficientemente a
las patologías de mayor incidencia en la actualidad, como
son las adicciones, psicopatías y perversiones.
En este sentido, haber sistematizado el trabajo analíti-
co de este caso, advertido los contenidos y procesos más
frecuentes y las técnicas específicas que ayudaron a sus
cambios, es una aportación para atender con el método psi-
coanalítico a los codependientes, a quienes el psicoanálisis
clásico no había conceptualizado ni podido tratar con éxito
o con tanta rapidez.
En efecto, en tan solo dos años de tratamiento, mi pacien-
te desarrolló todo el proceso terapéutico necesario para su
recuperación, ya que en el tiempo que ha continuado con-
migo, solo ha seguido consolidando sus progresos en ciclos
de integración y desintegración para elaborarlos. Además
estamos próximas a la terminación a los cuatro años de
tratamiento, en los que puedo aseverar cambios positivos
respecto a los indicadores para superar la codependencia:
“Disminución de la vulnerabilidad narcisista, de los te-
mores y deseos de controlar a otras personas, recuperar la
autoestima y confianza en los demás, alivio de la hipocondría,
de la falta de iniciativa y la depresión vacía”.
Quiero agregar que lo fundamental del cambio, se advier-
te en una modificación cualitativa de toda su personalidad
por haber recuperado su “identidad psicosexual”, que le
permite estar alcanzando todas sus potencialidades pro-
ductivas con mayor satisfacción y alegría de vivir.
Considero también que se puede extender este conoci-
miento a otro tipo de padecimientos graves como anorexia,
Adicciones 51
bulimia, obesidad, alexitimia, somatización, los que se cor-
tan, u otros trastornos primitivos,
En la medida que presenten indicadores como:
“Falta de cohesión del self, vulnerabilidad narcisista,
baja autoestima, dificultades de mentalización, pensamien-
to sensoriomotor, impulsividad, problemas de identidad, de
constancia objetal, de desorientación crónica, de inhabilidad
para sostener el núcleo de sus emociones, de agresividad
y sobre todo de adaptación simbiótica patológica que es el
motor de la codependencia”.
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tance Neuroses—Historical Notes on the Metapsychology que compartí desde febrero del 2006 hasta marzo del 2007,
of Narcissism”. Contemp. Psychoanal., 22:202-216 una vez por semana con un grupo de Alcohólicos Anónimos
en Ciudad de México.
El Dr. José A Elizondo López, publicó en la revista
Plenitud los doce síntomas que según él aparecen en Bo-
rrachera seca, ya que considera. “El alcoholismo es una
enfermedad que produce un desgaste físico y psicológico
Dra. Lorenia Castillo Carranza impresionante. La principal característica del desgaste psi-
cológico es la parálisis de su desarrollo emocional. Es Decir
Psicoterapeuta Psicoanalítica con práctica clínica por más de quince un alcohólico activo no crece emocionalmente”.
años, Licenciatura, Estudios de Maestría en Psicología Clínica y Especia- Probablemente lo que el alcohólico enfrenta una vez que
lidad en Psicoterapia Psicoanalítica por la UNAM (Universidad Nacional
Autónoma de México). Maestría y Doctorado en Clínica Psicoanalítica por deja la actividad es precisamente la borrachera emocio-
el Centro Eleia, Actividades Psicológicas, A.C., Diplomado en Desarrollo nal, es decir, que ahora sin el alcohol, sus emociones estas
Humano por Universidad Iberoamericana. Diplomado en Alcoholismo descoyuntadas, exacerbadas o inhibidas.
y otras Adicciones por el Centro de Atención Integral de Problemas de
Una vez que tuve este acercamiento me detuve un tiem-
Adicción CAIPA. Investigadora y Docente en la UNAM y el Instituto Na-
cional de Salud Mental del DIF (Desarrollo Integral de la Familia). po para teorizar sobre los conceptos que puede auxiliar el
E-mail: bloreniac@prodigy.net.mx trabajo terapéutico con sujetos que con actividad alcohólica
previa o no, y que presentan estados emocionales impul-
sivos e infantiles.


Profesora Titular de la carrera de Psicología, Universidad Autónoma Metropo-
litana Unidad Xochimilco.

Director del Caipa. Centro de Atención Integral en Problemas de Adicciones.
54 Psicoterapias 5 Adicciones 55

Así, me di a la tarea de conjuntar algunos aspectos Desde el Psicoanálisis la borrachera emocional es un

teóricos desde las dos perspectivas que me son afines el estado inconsciente en el cual los afectos no ligados a una
psicoanálisis y el psicodrama, teniendo en cuenta que el representación pulsan al sujeto a la satisfacción de manera
primero me permite una visión más amplia y el segundo inmediata, omnipotente y compulsiva y a a veces sádica.
una práctica clínica en grupo Desde ambas perspectivas teóricas lo que he podido
observar son las dificultades yoicas o bien roles poco de-
sarrollados, que se actúan sin tener consideración al otro,
Para ser yo es decir que no se ha producido la diferencia radical y han
he de ser otro, quedado roles confusos. Tal vez lo más significativo es que
buscarme entre los otros, la borrachera emocional recae sobre el cuerpo, mostrando
los otros que no son las dificultades yoicas en cuestiones como; la imagen, algu-
nada, si yo no existo, nas enfermedades de la piel, en tanto es punto de contacto
los otros que me dan con el otro, baja autoestima, roles rígidos, autocontrol y
la plena existencia. conmiseración generalizada, recaídas en programa de AA,
Octavio Paz. intento de suicidio, accidentes automovilísticos y autoagre-
sión generalizada.

Uno de los fundamentos del Psicodrama es la noción del Objetivo del trabajo
yo y el nosotros, como una forma de integrar al yo con el
otro. Pero para antes de que esto pueda suceder, es nece- Identificar la problemática implicada, investigar e identi-
sario mirar al otro, ponerse en los zapatos del otro, mirar ficar conceptos que auxilien en el análisis de la borrachera
con sus ojos, en el cambio del rol, reflejarse en el otro con emocional, tanto desde el psicoanálisis como desde el psi-
el espejo, expresar lo no dicho, como en el doble. Expresar codrama.
los sentimientos, poner en palabras y en actos eso que
espontáneamente se siente.
Marco Teórico
Pero ¿que tiene que ver esto con la borrachera emocional?
Con el yo, con lo otro y con el nosotros.
En la definición que presento al inicio propongo que la B.
La hipótesis en la investigación de la borrachera emo-
E. se presenta bajo un estado inconsciente, es decir que
cional es la siguiente: Las dificultades en el maternaje, en
son procesos no conscientes los que llevan a la persona a
el inicio del desarrollo de los roles psicosomáticos y en la
actuar como si estuviera bajo los efectos de alguna sustan-
matriz de identidad pueden ser causantes de lo que llamo
cia, que ha alterado su consciencia, de ahí que parezca una
borrachera emocional.
embriaguez emocional, porque en realidad no ha ingerido
Defino: Desde el Psicodrama, la borrachera emocional,
sustancia alguna.
responde a roles psicosomáticos poco desarrollados, en
Sin embargo, lo que no alcanza la conciencia sino que
donde el sí y las experiencias básicas presentaron atrofia,
parálisis o simplemente dificultades en su desarrollo. 
De aquí en adelante nombrare B. E a Borrachera Emocional.
56 Psicoterapias 5
se actua de manera inconsciente son los afectos, que a
manera de angustia incontrolada, se impone, y no toma en
cuenta, ni la realidad, ni a los otros.
Es decir que las barreras de contención, como la repre-
sión, el pudor, las normas morales, los ideales, dejan de
tener vigencia, bajo el efecto de esta sustancia que en la
borrachera emocional podemos decir que es un ataque de
angustia o la exaltación de un narcisismo patológico, en
donde la sensación que se percibe es que hay peligro de
muerte y lo único que importa es imponer la propia satis-
facción.
Es como coloquialmente se dice, el moustro tomo las
riendas, salio y muestra lo peor de sí mismo, y lo hace
inconscientemente, sin que el sujeto tenga consciencia de
sus actos, como si estuviera embriagado, pero ahora de sus
emociones. Ante todo, hay que recordar que de todos modos
es responsable de sus actos, y que estos lo exponen de ma-
nera riesgosa tanto para él, como para los que le rodean.
Si en principio tenemos en cuenta que al inicio de la vida
nuestro funcionamiento mental es totalmente inconsciente
estamos partiendo de una propuesta teórica que permite
pensar que la consciencia y sus procesos pueden o no llegar
a concretarse dentro del funcionamiento mental.
Sigmund Freud padre del psicoanálisis después de inves-
tigar sobre los procesos psíquicos propuso lo siguiente “El
Psicoanálisis no puede situar en la consciencia la esencia de
lo psíquico, sino se ve obligado a considerar a la conscien-
cia como una cualidad de lo psíquico que puede añadirse
a otras cualidades o faltar” 
Que una parte del yo sea inconsciente, nos obliga a pen-
sar que aun producida la represión, la fuerza del Ello como
instancia que sostiene al sistema Inconsciente, tiene un
campo de acción más amplio de lo que se habría pensado y
que su influencia en lo energético, es como el mismo Freud
 
Freud, S. “El Yo y el ELLO” O.C. Tomo XIX. P.15, el subrayado en mío.
Adicciones 57
dice, la base de un Iceberg en donde la consciencia es solo
la punta que se deja ver.
Las emociones, los afectos y estados de ánimo no se
presentan aislados en la vida anímica, sino que adquieren
como dice Freud carta de ciudadanía como monto de afecto
que acompaña a las representaciones,”En general es un
monto de energía que deviene registrable para la sensación
como afecto”
Cuando hablamos del yo, estamos hablando de un pro-
ceso que se produjo gracias a que hubo registro de la pre-
sencia y de la acción específica de un otro auxiliador, que
procuró la vida, a través de la expresión de su deseo, que
dejo huella en el cuerpo del infante, al cual alimento, porque
quería que viviera. No me refiero únicamente a la leche, sino
también al afecto, a ese monto de energía registrable como
afecto, que el pequeño siente cuando es tomado en brazos,
acunado. Energía que le permite sentir el placer de aquel
que lo sostiene en brazos, y que también sostiene en acto
su deseo de vida.
La simbiosis o funcionalidad es fundamental, de tal
manera que si no se presenta y el monto de afecto como
energía registrable no esta presente en el yo auxiliador, la
investidura no se lleva a cabo y la carga inconsciente queda
libre, impidiéndose el registro y la sensación de vida, la ins-
cripción en lo psíquico no se lleva acabo. O bien el infante
experimenta la sensación de rechazo y por consiguiente, la
angustia de muerte, la huella que deja el otro es de aban-
dono, rechazo y de ahí lo patológico de este proceso. Aquí
aparece el narcisismo patológico
Algunos de los efectos de la relación madre-hijo devienen
de lo inconciente reprimido de la madre, y su identificación
con el padre prehistórico, así como el no de la prohibición
que introduce el superyó.
Muchas veces lo reprimido inconciente de la madre di-
ficulta los procesos básicos como son: la alimentación, la
Freud, S. “La represión” O.C. Tomo XIV. P.147
58 Psicoterapias 5
defecación, la identificación narcisista toma un sesgo pa-
tológico, puede aparecer la satisfacción sádica, en donde
el sufrimiento sea la huella, el registro que el otro deja,
así queda como forma de identificación narcisista, no hay
satisfacción y esto a su vez retrasa la instauración del yo,
también puede estar comprometida la desmentida de la
falta del otro.
Como instancia psíquica el yo, “consiste en un distan-
ciamiento respecto del narcisismo primigenio y engendra
una intensa aspiración a recobrarlo. Este distanciamiento
acontece por medio del desplazamiento de la libido a un ideal
impuesto desde fuera, la satisfacción se adquiere mediante
el cumplimiento de este ideal”
Tal vez lo más importante de este proceso de instauración
del yo es la distancia que por medio del desplazamiento
permite la diferenciación, y la renuncia a formas como la
omnipotencia, el egocentrismo, la inmediatez. Así la sa-
tisfacción alcanza la representación y la descarga. Este
proceso abre el camino, en principio a la renuncia de la
funcionalidad y como consecuencia a la confusión con el
otro, de ahí que la diferencia sea el logro de la instauración
del yo y el reconocimiento del otro.
Otro aspecto que interviene es la ambivalencia que a
manera de batallas ambivalentes entre el amor y el odio por
el objeto, así como la identificación con el objeto, dejan al
sujeto en una encrucijada, donde tiene que elegir entre amar
o destruir al otro o a él mismo, pero muchas veces esta no-
ción del otro, se refiere al yo, que por vía de la identificación
melancólica que como dijo Nasio “La identificación del yo
con la imagen total del objeto representa una regresión a un
modo arcaico de identificación en el que el yo se encuentra
en una relación de incorporación al objeto” de tal manera
que el yo se confunde con la imagen del otro.

Freud, S. “Introducción del Narcisismo” O.C. TomoXIV.P.96.
 
Nasio, Juan D. Enseñanza de 7 Conceptos Cruciales del Psicoanálisis. P.171.
Adicciones 59
La pulsión de muerte por medio de la satisfacción sádica,
interviene como abogado del diablo, en la resolución de la
batallas de ambivalencia, donde lo que esta en juego más
allá del tu o yo, son procesos inconcientes desinvetidos y
que pugnan por el odio es decir, por la aniquilación del
otro, pero como el yo esta identificado con el otro, confun-
dido con el otro, el ataque recae sobre él mismo, a manera
de intento de suicidio.
La borrachera emocional al igual que la producida por in-
toxicación tiene diferentes manifestaciones, pero ya sea que
se presente socializante, explosiva, bervorreíca, o melancó-
lica, en todas opera el mismo procedimiento, aquel donde
los procesos inconcientes “que en lo esencial son mudos”,
el sujeto no sabe no saben lo que dice, ni a quien se lo dice,
así no hay memoria y el pensamiento no se produce.
Ya sea que el amor o el odio, en sus diferentes pre-
sentaciones lo inundan, el sujeto no tiene forma de hacer
conciente su actos, los procesos más infantiles se hacen
presente; la omnipotencia, el egoísmo, irresponsabilidad,
caprichos, manipulación, pasividad.
El ideal que se erigió y la severidad del superyó, imponen
desde ello, desde el sistema Inconciente y apuestan toda la
energía en la desinvestidura, que es la forma de no sentirse
afectado, de escindirse del mundo y de los otros.
Si el odio gana la batalla de ambivalencia el yo se siente
desvalido y amenazado de muerte por que “En efecto, vivir
tiene para el yo el mismo significado que ser amado: ser
amado por el superyó.”
Podríamos decir que la borrachera emocional apunta
a las batallas ambivalentes que hace sentir al yo odiado
por la instancia que lo juzga, y para salir de esta situación
donde se siente culpable por no haber hecho lo suficiente
para congraciarse al superyó, se castiga o bien encuentra
la satisfacción sádica.
Freud S. El yo y el Ello. Tomo19. O.C. p58.
60 Psicoterapias 5
Desde el Psicodrama, Moreno nos permite conceptualizar
estos momentos a través del rol, porque es anterior al yo,
es en el desempeño de los roles psicosomáticos, que tienen
como antecedente a la matriz de identidad que consta de
dos fases.
“La primera fase de la matriz de identidad es la de identi-
dad total, en la que el niño y la madre forman una unidad.
El acto compartido es experimentado por el niño como rea-
lizado por él sin separar al objeto madre de él mismo“ 
Una vez que la matriz de identidad se ha instaurado po-
demos pensar que están dadas las condiciones para que el
juego de roles se inicie.
“La co-acción en la asunción de los primeros roles que
instaura la parte del aprendizaje emotivo en esta acción
compartida”10 mirarme entre los otro, a partir de que hubo
una acción conjunta, que el otro permitió que sintiera
como propia, me presto su cuerpo para sentirme grande,
me presto sus ojos para mirarme como él, como grande. El
niño podrá llegar a plantearse: Primero fui con ella, luego
soy diferente, si este proceso se produjo el deseo de ella
será también diferente al mió. Pero sobre todo ahora en el
juego del rol-contrarol, la relación esta y el aprendizaje se
sostiene con el juego.
El rol al inicio de la vida es un conocimiento que permite
prever repuestas inmediatas al medio ambiente, conocer
algo o alguien, da la pauta para posteriormente representar
lo ya conocido, por esto es que “la representación mental
del rol es una habilidad para actuar”11
Una vez que se percibe y se conoce algo la representación
mental hace que se adquiera la habilidad para otra situación
similar o bien que sirva de pauta para otra diferente.
Por esto mismo el desempeño de roles es tanto una
función de la percepción como de la representación. El

Sánchez , Ma. Elena. “EL YO Y EL NOSOSTROS”. Ed Itaca. Mex 2000. P. 145.
10
Íbidem. P148.
11
Moreno, J. “Psicodrama” 1993. parte VIII:
Adicciones 61
aprendizaje de roles, en contraste con el desempeño es un
esfuerzo que se cumple ensayando roles espontáneos para
actuar adecuadamente en situaciones futuras.
El proceso de amamantamiento, que recibe el recién na-
cido, es la madre quien le ofrece el pecho al niño, le muestra
un “sí” puesto en acto, y si observamos el movimiento que
hace el pequeño al succionar, se puede corroborara que
es el mismo movimiento de un “sí” así tenemos que ambos
comparten esta experiencia en donde ambos de manera
unificada desempeñan el rol del sí.
Spitz dijo que el “Si” es una función de la existencia del
ser. Esto es muy importante, en primera instancia por que
en tanto el representante materno tenga claro cual es su
posición frente al recién llegado, podrá proporcionarles los
cuidados necesarios colocándose como parte indispensable
del mundo auxiliar el cual “ tiene su origen en el mundo
social porque en él se encuentran los otros, con los cua-
les se interactúa, pero además, porque el mundo auxiliar
proporciona experiencias subjetivas de sentirse provisto
de funciones esenciales ofrecidas por el otro que sustenta,
incrementa restablece el sentido del “Sí””12
En la medida en que el mundo auxiliar sostiene el “SÍ”
en el niño va tomado forma la experiencia básica del sí, “en
cuyo núcleo se constituirá la parte más profunda, en gran
parte inconsciente y por lo tanto estructurante en la vida
psíquica funcional y corporal del sujeto”13
Para Levy Moreno “el desempeño de roles es anterior al
surgimiento del yo” 14 porque es a través de los roles que
se tiene una matriz de identidad conformado por el mundo
auxiliar, que cumple la función de sostener el mundo inter-
no, que a su vez sostenga el buen desempeño de éste.
12
Boria, G. “Metodología de acción para una existencia creadora” Ed. Itaca.
2001.p.75.
13
Rispoli, M.
14
Moreno,J. “Psicodrama” parte III
62 Psicoterapias 5
El rol es anterior al sí, y también del yo. Moreno definió
así los roles, “son los embriones del yo, los precursores del
yo, y tienden a agruparse y unificarse. He distinguido roles,
fisiológicos, o psicosomáticos, como los del sujeto que come,
duerme, y que tiene una actividad sexual, Los roles psicoló-
gicos o psicodramáticos, como los de los fantasmas, hadas,
y los sociales. Como los de padre, policía, doctor.”15
Hacer contacto físico, poder sentir a otro que siente y que
registra la presencia del pequeño será parte de su mundo
interno de saberse reconocido. El registro telíco permitirá
tener y hacer registro de las sensaciones afectivas que desde
el rol auxiliador de la madre en tanto matriz de identidad
dará vía o no a la identidad e individuación.
“Los limites y posibilidades de descubrimiento del “otro”
los adquiere a través de su rol contactador alimentado por
las sensaciones de su piel, de su aprehensión táctil, etc.
Que le informarán de la presencia o ausencia de los que lo
rodean. De la estructuración de este rol surgirá la actitud
de ternura-violencia con sus derivados a nivel afectivo.”16
El otro que me da la plena existencia, con sus afectos
permite al recién llegado saberse junto con él, aceptado,
abrazado, amado para vivir. La dificultad de un rol poco
desarrollado, como el del enojo, el rechazo, la indiferencia,
la depresión, la sobrestimulación de los genitales, impide
el sí, la complementación en el contrarol, y obstaculiza la
relación con el otro dejando sentir rechazo y abandono.
Cuando no hay una clara diferencia entre el yo y el otro,
tampoco se sabe con quien se esta molesto, ni tampoco
hacía donde dirigir la acción que permita la satisfacción,
tal vez aquí podamos encontrar la borrachera emocional.
Porque el modelo identificatorio es confuso.
Los roles de las emociones negativas como el enojo, la
rabia, el rechazo probablemente sea roles poco desarrolla-
15
Ïbidem. VI.
16
Zuretti, Monica. “EL HOMDRE EN LOS GRUPOS” Ed Lumen –Hor-
me.1995. p. 24
Adicciones 63
dos por que las conservas culturales impiden su expresión,
pero tampoco permiten ensayar el rol.
Cuando somos adultos ¿cómo enojarnos?, ¿cómo recla-
mar un mal servicio?, ¿cómo expresar el malestar por no
ser reconocidos laboralmente? ¿Cómo afrontar las cons-
tantes frustraciones que la vida en esta cultura globalizada
impone?
El trabajo en grupo psicodramático, puede pensarse como
una manera de desarrollar roles poco desarrollados, pero
también es el locus en donde hay encuentro con el otro.
Con el otro que me permite reflejarme. En donde el fenó-
meno transicional “es decir como un área intermedia que
permite el paso del mundo real a la representación de las
imágenes del mundo interno concretizadas en personajes
físicamente presentes” 17
El espacio transicional, como espacio de juego, donde se
pueden recrear las situaciones mas difíciles y más fáciles,
donde el infante en su rol de jugador hace contacto con
los roles más desarrollados, o también, porque no, con los
menos desarrollados, por que recordemos que para muchos
adultos a quienes se les impusieron responsabilidades pre-
maturas, no desempeñaron el rol de jugador, porque se les
asigno el de padres sustitutos.
El rechazo emocional, las responsabilidades prematuras,
la sobreprotección, el abuso o la violación. Dejan en los in-
fantes huellas mnémicas, que impiden el libre desempeño
de roles, o expresión de afectos, ya que estos están compro-
metidos por las experiencia dolorosa, que dejo un mensaje
o una consigna de incapacidad, de bloqueo, de culpa, de
angustia, de identificación con el agresor, de identificación
con los afectos del otro, identificación MELANCÓLICA.
Que desde el mundo interno tienen prioridad, pues se ha
quedado como un mandato para satisfacer primero lo que
17
Sánchez, Ma. Elena. “EL YO Y EL NOSOTROS” Ed. Itaca. 2000 México.
P.169.
64 Psicoterapias 5 Adicciones 65

los otros desean, antes que los propios sentimientos. SE
CONFUNDE CON LA IMAGEN DEL OBJETO PERDIDO.
El sometimiento, la incapacidad de encontrar formas
de satisfacción o desempeñar roles creativos, no estereo-
tipados, por el mandato del otro, generan una necesidad
que al rebasar la condición consciente, explota en la cóle-
ra emocional, o en lo que identificamos como borrachera
emocional
de los padres, a los cuales ha juzgado pues que no quieren
demostrárselo, y alcanzan a plantearse que la vida de sus
padre no permitió tal aprendizaje, es decir que a sus padres
tampoco les enseñaron a expresar sus emociones, y a fin
de cuenta, no pueden dar lo que no tienen.

¿Cómo procesar las emociones?

Nuestra experiencia al investigar este tema ha sido me-
diante el trabajo de grupo psicodramático. En donde el
constante desempeño de roles poco desarrollados de los
integrantes ha permitido explorar e identificar momentos
en que se han visto vulnerables en el manejo de sus emo-
ciones y de roles. Así han encontrado nuevas formas de
enfrentar situaciones que antes les parecías difícil o impo-
sible de llevar a cabo.
Como por ejemplo dejar de ingerir alcohol para no afron-
tar una situación delicada con sus padres, y repitiendo
patrones paternos de funcionamiento.
También poder mirar que los reclamos que hicieron en
algún momento de la adolescencia fue motivado por falta
de seguridad y autoestima baja. En muchas ocasiones la
sobrestimación de personas, objetos situaciones, los remitió
a su soberbia narcisista que les impedía tener en cuenta
las necesidades o presencia de otros interés a parte de las
propias para la realización de la fiesta de quince años, el
vieja a equis lugar, la compra de ropa o aparato eléctrico
entre otros.
Que en realidad se pudieron observar con formas in-
fantiles, fantasías omnipotentes o megalomaniazas, el
resentimiento con los padres por no haber satisfecho “sus
necesidades más apremiantes” descubre en realidad la
dificultad de expresión de los afectos y emociones de parte