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DE LA MODERNIDAD
Corrientes del pensamiento y
tradiciones intelectuales desde la Ilustración
basta la posmodernidad
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Nicolás Casullo
Ricardo Forster
Alejand~o Kaufman
~!udeba
LA MODERNIDAD COMO AUTORREFLEXIÓN
Teórico N!! 1
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Nicolás Casulla
H aytos distintas maneras de viajar a la historia que nos hace. Hay distin-
enfoques, hay distintas disciplinas del conocimiento que tratan
de dar cuenta de lo- que aconteció en estos últiinos doscientos cincuenta
años de historia capitalista burguesa moderna. Se puede enfoc3r esa his-
toria desde un punto de vista fundamentalmente económico, trabajando
las variables productivas, inversoras; las variables que relacionan capital
y trabajo, las variables de clases, las variables industriales, de circuitos
financieros, de etapas económicas. Se puede recorrer ta1nbién esta tnis~
ma crónica planteándonos una historia política de las más altas superes-
tructuras, proyectos de gobiernos, estilos gobernantes, formas de
gobernabilidad de las sociedades, estadistas, decisiones de guerra, de paz;
lo que constituiría una historia política, donde se pueden incluir las dife-
rentes teorizacio11es políticas que mereció la época moderna. Se puede
pensar desde un punto de vista filosófico, cómo esta ciencia de las cien-
cias, la filosofía, se plantea desde el inicio de los tiempos modernos en-
contrar el fundamento, la identidad del propio tiempo que el hombre
comienza a habitar. Cómo se plantean los interrogantes de identidad de
ese nuevo sujeto, sobre la problemática del conocimiento, sobre la pro-
blemática de la verdad, sobre problemáticas de valores, sobre problemá·
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ticas del sustento último de lo real, desde una perspectiva filosófica mo-
derna. Se puede plantear la historia desde un recorrido estético, a partir
de la biografía del arte, en estos últimos dos siglos y medio: sus corrien-
tes, sus escuelas, sus obras, ·sus formas de encarar la expresión y la repre..-
sentación de lo real, las diferencias estéticas, las reyertas estéticas, la teo..-
_rización y la creación de los artistas.
La cátedra plantea tratar de vincular y de articular las claves más impor-
tantes de estas variables que hacen al mundo de las ideas. Principales Co-
rrientes del Pensamiento Contemporáneo, desde nuestra cátedra, es un re-
corrido, un viaje por estas ideas, que desde distintas perspectivas y en distin-
tas geografías, desde distintos pensamientos y en distintas circunstancias,
construyen las cosmovisiones, valores, conductas y normas de lo que somos,
de lo que sabemos, de lo que pretendemos. Recorrer el mundo de las ideas
entonces es una especial manera de recorrer la cultura moderna capitalista.
Yo ya he repetido varias veces la palabra moderno, la palabra Mo-
dernidad. Un concepto que desde hace algunos años ha cobrado rele-
vancia en las discusiones teóricas, filosóficas, artísticas, políticas del mun..-
do. Un concepto que hoy marca un tiempo reflexivo, el nuestro, para
algunos pensadores, el de la modernidad CO!l]() autoconciencia. Un concep-
to que nosotros solemos utilizar, que no nos es extraño ni ajeno. Ser
moderno, como aquello que de alguna manera trataría. de significar que
estamos a la moda, que estamos con lo último, que no somos ni conser..-
vadores ni tradicionalistas, que experimentamos cosas del mundo a par-
tir de las novedades que el mundo nos ofrece. Es un concepto que utili-
zamos, que oímos y que forma parte del lenguaje cotidiano. La proble-
mática de la Modernidad tiene bastantes ecos de esta utilización que
hacemos del vocablo moderno. La Modernidad sería una condición de la
historia, que comienza a darse de manera consciente entre los pensado..-
res, entre los actores de esta historia, en Europa, básicamente entre los
siglos XVII y XVIIJ. Entonces, podemos decir que su significado más
amplio, y también el más abstracto, es el de la Modernidad como una
particular condición de la historia. Como un dibujo, una figura que ad-
quiere la propia renovación de la historia, básicamente en la Europa de
los siglos XVII y XVIII. El vocablo se venía usando desde hace muchos
siglos, desde el siglo V de la era cristiana, sobre las estribaciones de. la
civilización romana, para referir un "modo", un tiempo de lo -inmediato,
una modalidad de lo reciente. Pero es en esta otra época donde adquiere
particular relevancia y va definiendo sus perfiles específicos. Donde se
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LA MODERNIDAD COMO AU1DRREFLEX!ÓN
mismo. Si al mundo se le quitan las ideas ordenadoras con las que noso-
tros podemos hablar del mundo, es un caos de circunstancias, son miles de
cosas que se producen a la vez y sería imposible relacionar esas iniles de
cosas en un único significado. Lo importante, y lo que va a ir elaborando
el nuevo pensamiento moderno que hace consciente la inodernización
del mundo, es que el inundo es, sobre todo, la representación que nos
hacemos de él. El mundo es, básicamente, lo real en su conjunto, el
'esfuerzo de representación co11 que lo ordenatnos, lo erltrelaza1nos
axiológicamente, lo definimos, lo pronunciamos y lo llevamos adelante.
Por eso decía, que la Modernidad también tiene como elemento esencial
un proceso de nueva comprensión de lo real, del sujeto y las cosas, del yo
y la naturaleza, de las formas de conocer esa naturaleza y ese yo mismo
que estoy conociendo,
Lo que produce básicamente esta modernización cultural acelerada
de la historia es la caída, el quiebre, la certificación del agotamiento de
una vieja representación del mundo regida básicamente por lo teológi-
co, por lo religioso. Desde lo judeocristiano, religión e historia se amal-
gaman en un determinado mo1nento se funden en una única narración
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siglo de los filósofos, el siglo de los pensadores, y de los críticos a las viejas
representaciones del mundo, será este proyecto de las Luces, del Iluminis-
mo, de la Ilmtración, como tradicionalmente se lo llama, el que va a con·
cluir de sistematizar, de plantear, de albergar el principal pensamiento que
hace a los grandes relatos y a los grandes paradigmas modernos en los
cuales nosotros estamos situados. Es ese siglo el que lanza la última gran
embestida. Y por lo tanto, donde cada una de las variables -el arte, la
ciencia, la política, la economía, el pensar en sí~ trata de ser articulado,
como nueva identidad de los tiempos modernos. Es este siglo XVIII, el que
hoy también está en discusión en distintos debates. Ese proyecto de la
Ilustración, ese proyecto de lo moderno, este proyecto que nos incluye, y
que ha tenido tantos avatares, tantas desgracias, tantas pesadillas, tantos
sueños que no se dieron, tantas utopías que mostraron su cara pesadillesca.
Estos doscientos años donde nosotros, como -A1nérica Latina, estamos ab~
solutamente involucrados en este proyecto, con nuestros héroes de Mayo,
trabajando al calor esencialmente del pensamiento de la Ilustración fran-
cesa. Lo que lee Castelli, lo que lee Mariano Moreno, lo que' lee Belgrano
son las obras que llegaban en fragatas luego de recorrer cuatro o cinco
meses el Atlántico; Volta\re, Diderot, Montesquieu, Rousseau, que van a
ser los mismos autores que veinte años antes de la Revolución de Mayo
van a ser leídos por los caudillos de la Revolución francesa Robespierre,
Marat, Dantón, se van a sentir absolutamente impregnados por el pensa-
miento de esto que empieza a aparecer de una manera extraña: está- el
poder de los reyes, está el poder de los ejércitos, está el poder de la Iglesia,
pero aparece en lo moderno un nuevo poder, insólito poder, que es el
poder del autor. El poder de ese extraño personaje con sus públicos. El
poder de estos personajes que en soledad, en bohemia, desde sus arbitra-
riedades, desde sus contradicciones y complicaciones, viajando de ciudad
en ciudad, exiliándose bajo amenaza, escriben libros escriben páginas,
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LA MüDERNIDADCDMO AITTORREH.EXIÓN
del siglo pasado y principios de este siglo, el que más trabaja a nivel
sociológico, filosófico y del análisis cultural, el problema sociocultural
de la Modernidad- la Modernidad es ese proceso de racionalización his-
tórica que se da en Occidente, que conjuga y consuma el desencanta. .
mienro del mundo instituido por las imágenes religiosas, míticas y sagra-
das. Por supuesro, Habermas ya trabaja desde una síntesis conceptual
con doscientos años de experiencia moderna. La Modernidad es este
proceso de racionalización que esencialmente se va a dar en Europa oc. .
cidental y en sus hijas dilectas que son las Américas. Proceso de raciona-
lización como forma de comprender pero al mismo tiempo de estructu-
rar el mundo, la historia y el lugar del hombre en esa historia. Proceso de
racionalización que suple a ese viejo representar religibso y que Weber
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der a este entramado. Finalmente, podríamos decir que este proceso ge·
nera permanentemente, y época tras época un horizonte, una cosmovisión
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te, co1no venimos viendo hasta ahora, este proceso sociocultural estruc;
turado en grandes esferas del saber y del conocimiento de la verdad ob-
jetiva, y de racionalización a partir de eso del andar de la historia, sino
que toma en cuenta la subjetividad inoderna en esa historia: Nosotros. La
subjetividad que atraviesa la historia en términos de un dibujo de indivi-
dualidad que puede definir épocas. Hoy se discute cuál es la subjetividad
de nuestra época. Cuál es la subjetividad de la juventud, qué piensa, qué
valores tiene, có1no se relaciona, ¿Se parece a los abuelos? ¿Se parece a
los bisabuelos? ¡Se parece a los padres? ¡Choca, se enfrenta, genera nue-
vas variables? La subjetividad entonces puede ser mirada desde este plan-
teo problemático, y ha sido mirada en forma de una línea teórica de
pensamiento. La subjetividad es el lugar donde el sujeto, donde el indi-
viduo realiza infinitos intercambios simbólicos con el mundo. Acá noso-
tros estamos trabajando en un mundo de intercambio simbólico. Yo les
estoy planteando solemnemente lo que es la cátedra, les estoy hablando
de libros, de autores, y ustedes escuchan, van recibiendo. Hay un mundo
en el cual ustedes están actuando subjetivamente. La subjetividad posee
infinitas fragmentaciones. Según el lugar donde se encuentren actúan de
determinada manera. Una subjetividad fragmentada, fugaz, inestable,
precarizada, en donde se trata de analizar de qué manera se hace presen-
te lo moderno a través de esta subjetividad, es decir, de las relaciones del
yo con los otros, y del yo consigo mismo. Del experimentar del yo las
nuevas formas de espacio y tiempo, en cada época. Las épocas de la
Modernidad han tenido infinidad de relaciones del sujeto en términos
te1nporales y espaciales. Empezó en carreta, después fueron trenes, des;
pués fue¡on aviones, nuestra relación con el mundo cambia per1nanen;
temente en lo temporal y lo espacial. Si un proceso para organizar, por
ejemplo, un intercambio comunicacional llevaba a pedir a la operadora
que nos comunicase con Italia, hoy se puede hacer vía computadora,
quiere decir que nuestras relaciones, nuestra subjetividad se va
metamorfoseando permanentemente en relación al tje¡npo y al
espacio. ¿Cómo reacciona esa subjetividad? A .partir .de estas'"""' variables,
'
.
¡de qué manera es esta subjetividad urbana, masiv~·, telen'ieéÍfatizada,
J.·
·J
,,
cuál es su identidad? La subjetividad moderna ha vivido -desde está pérs-. •
pectiva- infinidad de problemáticas que aparecen ahor~ desde esta otra .
perspectiva de ariálisis y tienen mucho que ver con lo que ustedes van a
estudiar. Es una subjetividad moderna que ya en el siglo XVIII y XIX,
sobre todo a principios del siglo XX, comienza a vivir la metrópolis de una
manera definitoria. La historia moderna deja de pasar esencialmente por
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LA MODERNJDADCDMO AUTORREFLEXIÓN
no. Esta problemática tiene un momento central para ser explicada, que
es el aporte que le hace la historia de la estética al estudio de la Moder-
nidad. Porque precisamente, cuál es el espacio donde una subjetividad,
una individualidad, una soledad, desde la imaginación, desde la sensa-
ción, desde el sentimiento, desde la sensibilidad, desde la crítica, va a
expresar mejor que nada, anticipadamente, este problema de nuestra
subjetividad en el mundo y en el espacio y en el tiempo y en la ciudad. El
arte de las grandes novelas del siglo XX, pero también el arte de las
películas más excelentes de ésta última época, nos están planteando,
desde la visión del arte, esta problemática de la subjetividad disconfor-
me, pesimista, optimista, desarraigada arraigada, violenta, no violenta,
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VIENA DEL '900.
UN BARÓMETRO CRÍTICO DE LA CULTURA
TeóricoNg 2
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ciclos de que ellos van a cambiar la historia. Que van a producir la revo-
lución en el territorio más extenso de Europa del Este, o sea en la gran
n1adrc Rusia. Al 1nis1no tien1po ponen de inanifiesto ese odio;an1or l1a~
cía la Modernidad, al proceso avanzado de modernización de la historia.
Trotsky quiere pulverizar esa ciudad que le seduce, pero que percibe
desde las posiciones extremas, radicalizadas de la vida: eso forma parte
del sueño burgués, no del sueño obrero proletario, que ellos imaginan
que algún día se impondrá en la historia. Y Lenin le contesta algo que va
a tener tnucho significado sobre todo et1 las circunstancias actuales que
ustedes vive11. O la que vivieron hace algunos años cuando se cayó ese
sueño que pensaban Lenin y Trotsky, casi un siglo después, con la caída
del muro de Berlín. Lenin le dice eso como dando a entender que la
Modernidad, la historia, ta1nbién está en los gustos, en los sentidos, ei1
las l1erencias en los paisajes de la lnirada, e11 la construcción de esa ciu;
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parte, que nadie lo ve, que había llegado al trono en 1848 y va a morir
en 1917, en plena guerra, y que rechaza todo tipo de progreso: el auto-
móvil, el teléfono, el inodoro, absolutamente todo lo rechaza, y en su
palacio ni siquiera hay luz eléctrica. El famoso y muchas veces
literariamente descripto Francisco José. Sin embargo ese anciano es el
punto central para entender la unión de ese Imperio Austrohúngaro que
contiene en su interior diecinueve o veinte nacionalidades. Todo lo con. .
centra ese Imperio Austrohúngaro cuya capital es Vier,a; los checos, los
eslovacos, los húngaros, los polacos, todos estos pueblos los que después,
concluida la Segunda Guerra Mundial quedarían del otro lado del capi-
talismo, y que ahora, con la democratización, vuelven a reconstituir sus
autonomías. Y que vuelven a ser, de alguna forma, nuevamente protago . .
nistas de la historia. Muchas veces se dice que lo que pasa desde 1990 en
adelante no es nada nuevo, sino que es un regreso a algo anterior a 1918,
que es el momento en que estamos situados nosotros, en esta capital del
imperio, Viena. Una Viena absolutamente en decadencia política pero
majestuosa en sus construcciones, esplendorosa en sus monumentos y
sus trabajos en piedra arquitectónica. Envidiable Viena que de alguna
manera va a generar una contradictoria y dolorosa conciencia en algu . .
nos de los intelectuales que vamos a ver, conciencia de lo aparente, de lo
banal, de lo ilusorio del tiempo que están viviendo. Acá comienza a
agitar Viena esa otra voz a contrapelo de lo que yo decía antes: en Viena
. no hay utopía, no hay sueño de la revolución. Trotsky se va exiliado a
Viena alrededor de 1908, allí vive siete u ocho años, se relaciona con la
Socialdemocracia Vienesa, y él cuenta en sus memorias que hasta los
Secretarios generales de los partidos comunistas son apocalípticos, deca-
dentes y catastrofistas, y no creen que la historia tenga mucho más que
decir. Hasta la propia gente de los partidos Comunistas, que sería el pun-
to máximo del sueño y la ilusión, no creen demasiado en el futuro del
siglo XX. Viena tiene esa atmósfera -yo trabajé un libro sobre Viena- que
es muy típica de ciertas circunstancias nuestras, nacionales. Para ese en. .
tonces Viene tiene esa idea de "historia que pudo ser y no fue", tiene esa
idea de esplendor de una ciudad que en realidad no significa nada, de
que en realidad lo que no se resolvió en el pasado es lo que nos espera
siempre en el futuro. Tiene la conciencia del sueño liberal que construyó
esa ciudad, como también construyó la de Buenos Aires, pero no se dio
cuenta de que en realidad se le escapan las masas no hacia un sueño
liberal, sino hacia un sueño de otro tipo. Precisamente, los grandes mo-
vimientos nacionales que en la Argentina generó el yrigoyenismo o el
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V1ENA DEL '900. ÜN RARÓMETil.0 C1ÜT!CO DE LA CULTIJRA
do las ideas no son verdaderas, las palabras no son justas. Si las palabras
no son justas, las obras del hombre no tienen presencia. Si las obras no
tienen presencia, la moral y el arte no van bien. Si la moral y el arte no
van bien, la justicia no se aplica adecuadamente. Si esto sucede con la
jllsticia, la Nación no sabe dónde poner s~s pies y sus manos, por lo tanto
no tolero que vivatnos en el desorden de lis palabras", y con esto siI1te~
tiza lo que es para él la palabra y su desorden, la caída de toda moral, de'
lo ético, y la justicia, como posibilidades'de ser representadas y actuadas
en bien del hombre.
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LA ESCENA PRESENTE:
DEBATE MODERNIDAD-POSMODERNIDAD
TeóricoN 9 9
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Nicolás Casullo
L aunclase pasada hablamos de los años '60. Hoy vamos a tratar de construir
escenario amplio, global, sobre lo que sería la escena del presente.
Cómo esta escena va siendo configurada por distintos elementos que van a
dar pie a un momento teórico, político, cultural en el campo de las ideas, la
discusión de lo moderno y lo que se da en llamar posmoderno, que en gran
parte es el tema de esta clase. Indudablemente esta última palabra,
posmodemo, la habrán leído en artículos, libros, notas periodísticas, y tam-
bién conversado; pues forma parte de un debate que hace a nuestra época en
el campo de las ideas.
Podríamos decir que nosotros estamos signados por una serie de ele-
mentos que vamos a tratar de desentrañar y que forman parte, lo sepamos
o no, lo asumamos o no, de lo que está aconteciendo en relación a este
mundo histórico cultural de ideas, donde hemos visto posiciones de dere-
cha, de izquierda, de vanguardia; donde hemos hablado de revoluciones
sociales y políticas, de instituciones teóricas como la Escuela de Frankfurt,
que han tratado de explicar lo que acontecía en el siglo XX en el cari1po de
la cultura, del espíritu, del sujeto social, de las especulaciones. Podríamos
decir que nuestro tiempo para esta configuración, se ar1na a partir de dife~
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rentes elementos, ninguno de los cuales por sí solo establece una época,
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mento, lo que se dio en llamar la crisis del sistema capitalista. Crisis del
sistema capitalista que por supuesto no es una crisis como la que pensaba el
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crítica a aquella razón fundante. Algunos afirmarán que este círculo de razón
es una galimatías, una encerrona, un despropósito del propio sueño raciona~
lista. La historia, desde lá emergencia rudimentaria y luego más asentada de
ra producción capitalista, experimenta una modernización salvaje, la mo~
dernización de lo social, la modernización industrial, los obreros, la fábrica,
las grandes revoluciones industriales. Y una modernización cultural, verda-
des, fundamentos, formas de la conciencia, lógicas, teorías, sistematizaciones,
valores, normas de acción, que tierien que dar cuenta de este proceso aluvional
moderno, que tienen que decir HMe gusta, no me gusta; lo quiero, no lo
quierO; va hacia un fin, tiene una meta, tiene un sentido". Podríamos decir
que la lucha entre el burgués y el proletario, entre el liberalismo y el marxis-
mo, entre las posiciones de derecha y las posiciones socialistas, tuvieron este
denominador común de racionalización que co1npartieron amb~s partes en
litigio, denominador de fuerte fondo racionalizador con que Occidente plan-
tea su forma moderna en la historia. Junto a la modernización estructural
aparece esta modernización cultural de las ideas, del pensamiento, de la re-
flexión, de las hipótesis del saber que señalan el sentido de la historia, que
señalan su porqué a la historia, su para qué, su cómo hacerse la historia, su
qué sujeto para esa historia. Según Habermas, para los enfoques funcionalistas
y conservadore·s de la sociología de los años '50, el mundo de la moderniza-
ción social se ha desfazado, en las últimas décadas, de aquella capacidad que
ruvo la modernización cultural para orientar el proceso histórico. Aquí se
precipita un momento delicado y fuerte para los tiempos modernos. Frente a
esta última gran etapa de modernización, desde la segunda posguerra en ade-
lante, este último momento racionalizador, cultura lo denon1inábamos, pa~
redera que ha quedado en situación de obsoleto, de perimido, incapacitado
de dar respuesta a aquellas preguntas: para qué historia, por qué la historia,
hacia dónde vamos, cuál es el punto de llegada, por qué ese punto de llegada,
cómo hacer la historia. Las ideas, los mundos de conocimiento, las esferas de
saber y valorar parecieran que ya no pueden cumplir eficazmente esa tnisión
de amalgamar, de sintetizar, de dar cuenta del propio origen y del proceso
modérno capitalista en cuanto a normas, lógicas, conductas; fines e ideales.
Hay un momento de quiebre -dice Habermas- entre estas dos dimensiones,
por lo cual lo que entra en crisis es el proceso racionalizador, fundado en
razón, del proyecto moderno. Habermas va a tratar algo relacionado con este
puntci, en su artículo "La ilustración como un proyecto incompleto'\ 'frente
a la embestida de variables interpretativas que provoca esta crisis de la razón
y del proceso de racionalización en cuanto a dar cuenta de la historia. Para
Habermas, variables irracionalistas, nihilistas, a11timodernas, conservado~
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mía, desde nuestra razóri, los sentidos de las cosas, d"e lo reat de la travesía
histórica, de las metas a lograr. Narramos, explicamos, .representamos un
mundo. Es decir, damos cuenta de la sociedad, de la historia y de la razón
misma de ese sujeto. ¿Ese sujeto fue real o fue ilusorio? ¿Sigue siendo?
Hoy aparece la duda, cada vez más agudizada, de si todavía existe esa
narración subjetiVa. Si no somos básica, absoluta y definitivamente atrave~
sados por apariencias, señuelos no~narraciones 1 virtualidades, en las que
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LA ESCENA l'RESE..'JTE: DEBATE MODERNIDAD~POSMODERNIDAD
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