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Aleph Padrón

El arte y la percepción en la Poética de Aristóteles

Para comprender la Poética de Aristóteles es fundamental explicar que dicho filósofo no tiene
mayor interés que el de entender, clasificar y explicar el funcionamiento de la mente humana.
Es a través de un análisis minucioso del arte y sus distintas variaciones, que Aristóteles
plantea que no existe arte sin percepción.

Para que el ser humano pueda crear necesita primero valerse de sus herramientas
más básicas, las sensaciones, la percepción sensorial del mundo le ofrece un primer filtro por
el cual recibir información y llenarse de esa realidad que opera bajo influjos que él mismo
desconoce, pero que absorbe de igual manera. El alma, explica el filósofo tiene la función de
captar dicha realidad y está encargada de nombrar todos los fenómenos que en esta se
perciban. Es la memoria tanto la que nos permite crear como nos condena a recordar un
pasado en donde también se manifiesta el sufrimiento del hombre.Por lo tanto la memoria
está construida a través de la acumulación de sensaciones, pedazos de la realidad que
almacenamos en el alma y entonces se genera la experiencia. ¿Por qué la experiencia no
puede ser compartida? Principalmente porque nos robaría de nuestra individualidad. El que
podamos percibir, cada uno de nosotros, un fenómeno de forma distinta nos permite
entonces generar una experiencia individual, una memoria individual. Sin embargo esto por
sí mismo no sirve al arte, pues la experiencia individual no puede ser compartida. Empero
Aristóteles propone lo siguiente, la generación de un concepto universal. Es a esta
universalidad a la que debe aspirar el arte pues sólo a través del manejo o (re)creación de
conceptos o símbolos universales el arte puede ser entendida por lo demás. ¿Esto qué
implica? La percepción nos hace entender que necesitamos del otro, el otro es nuestro
espejo y somos al mismo tiempo el otro. No puede ser de otra manera por que nos nutrimos
del otro, del mundo, de lo externo y entonces podremos hacer nuestra esa experiencia.

Sin embargo esa experiencia subjetiva parece oponerse a otra punto de interés del
autor, la ciencia, el conocimiento puro, ausente de interpretación. Tal experiencia habrá de
decantarse sobre una de las 3 expresiones que menciona Aristóteles: las artes útiles, bellas
artes y la ciencia. Por lo tanto una será la aplicación de la experiencia de forma práctica, la
segunda poética y la tercera teórico física. Es interesante que se mencione que el arte nace
de la técnica, pero también así las demás profesiones, por lo tanto menciona que un escritor
y un médico se llamarán ambos poetas, no obstante como la praxis de la poesía es subjetiva
e intangible se le llama poeta, pero al que puede aplicar y demostrar en la realidad su técnica
y experiencia se le llamará médico. Ambos emanan de la realidad, ambos procuran el
entendimiento ya sea de las palabras o de la fisiología, pero sin la percepción de la realidad
nada puede existir.

La mimesis entonces se convierte en la herramienta central bajo la cual opera la


mente humana. Desde la imitación de nuestros primeros sonidos o palabras, hasta la
replicación de una realidad ya sea como una pintura o una obra teatral, por mencionar
algunas. Por lo tanto el arte es imitación, no obstante esto parece contradecir uno de los
pilares artísticos que es la creación. No obstante Aristóteles muy claramente expresa que no
existe arte sin la experiencia previa que sirva de materia prima para el ejercicio artístico.
Entonces el arte imita la realidad, la reformula, la vuelve a imaginar, la convierte entonces en
una idea. Esa idea si es entendible por alguien, además del artista, ha alcanzado el estatus
que busca el arte, la universalidad. El arte no sólo es una expresión sino un lenguaje visual
que comunica, que expresa una experiencia individual traducida en una obra de lenguaje
universal.

Entonces ¿cómo el hombre ha de transformarse o alcanzar un entendimiento superior


a través del arte? Aristóteles propone la tragedia. La representación del sufrimiento del
hombre se puede convertir en el vehículo que nos libere a nosotros de nuestro propio
sufrimiento. Esto quiere decir que en la tragedia se encuentra la oportunidad de experimentar
a través de otro nuestros miedos más profundos, sin embargo estamos a salvo en nuestro
asiento, observando con horror y placer los desatinos de los personajes en escena.

Es este motivo, entre otros, por lo que la tragedia sobrevive a la epopeya. Esta forma
de arte puede llevar al espectador a vivir de forma inmediata aquello que ha anhelado, a
pesar de que sea horroroso. ¿Qué se buscaba entonces? La catarsis, la purificación del
alma. Los griegos se dieron cuenta que la catarsis se convertía entonces en el medio para
limpiar al ser humano de aquellos deseos o temores que le aquejan. Buscan así una
experiencia mucho más trascendental que la del mero espectador, se trata acerca de vivir la
tragedia, una tragedia universal que refleja la crisis individual que cada uno de nosotros llega
a vivir, sin que nadie directa o verdaderamente pueda ayudarlo. Es por esto que la tragedia
sobrevive, por que se encuentra en ella un remedio para el sufrimiento, mismo que emana de
la realidad y es traducido por la mente.

Finalmente Aristóteles se pregunta por qué hacemos arte. La respuesta es sencilla,


por que sabemos imitar, porque sabemos replicar, reproducir. Pero no sólo está
fundamentado en esa capacidad de replicar la realidad o de reinventarla, sino en el placer
que nos causa. Nos da felicidad, regocijo o simple placer el poder ver una vez más aquello
que ya conocemos. Las infinitas variaciones que pueda tener un fenómeno, dependerá de
infinidad de mentes que lo perciban, lo absorban y lo usen para reinterpretar la realidad o
como suele ser el deseo de los hombres, reinventarse a sí mismos.

Fuentes:
Aristóteles. La poética.

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