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En los albores del siglo XX, el chocolate de taza era una bebida que comenzaba a hacer parte del
menú diario de muchos colombianos. Mientras en Europa a lo largo del siglo XIX se desarrolló una
serie de inventos que permitieron industrializar el chocolate como golosina y la cocoa como
bebida en polvo de chocolate para mezclar con leche, en Colombia el cultivo del grano se hacía
principalmente en la región del Cauca, donde para 1890 se comercializaba cacao por valor de un
millón de pesos anuales.
Hace dos siglos, el chocolate era sobre todo una bebida de distinción entre la elite santafereña,
como lo certifica el célebre banquete con el que la marquesa de San Jorge despidió a Antonio
Nariño en 1813, consignado en Las tres tazas, un ameno cuadro de costumbres debido a la pluma
de José María Vergara y Vergara. Pero también era consumido por sectores rurales, menos
exclusivos pero más necesitados de una buena alimentación; así lo registraron en sus crónicas
viajeros como William Duane, J.P. Hamilton, Carl Agust Gosselman, John Stuart e Isaac Holton,
quienes recorrieron el país a lo largo de la centuria. Para entonces, el cacao se secaba al sol luego
de fermentado; se tostaba al fuego en recipientes de barro y se molía manualmente. La pasta
obtenida se amasaba, según el gusto y las costumbres regionales, con ingredientes como azúcar o
panela, harina de maíz --que espesaba la bebida y la hacía rendir-- y distintas especias como
canela y clavos.
ESFUERZOS PIONEROS
En 1877 se fundó en Bogotá la Compañía de Chocolate Chaves, que parece ser la primera empresa
de chocolates de importancia por su volumen de actividades. Abrió sucursal en Medellín en 1904,
donde gracias a dos ruedas Pelton procesaba 500 libras diarias. También en 1890 se fundó en
Bogotá Chocolates La Equitativa, que se fusionaría con Chaves en 1905. En 1907 se estableció en la
misma ciudad Chocolates La Especial, con un capital de $ 33.257.
Dos años después, José Jesús Restrepo y otros socios adquirieron todas las acciones de dicha
compañía, que creció en forma importante, adquirió otras pequeñas chocolateras de Caldas,
Cundinamarca y Antioquia, mejoró su tecnología y, a la postre, se convirtió en una de las más
importantes procesadoras de caco de Colombia.
A medida que avanzó XX, con el desarrollo de la vida urbana y de la construcción de vivienda así
como con el auge cafetero y el relativo avance de la economía, el chocolate ganó presencia en la
alimentación de los colombianos. Un libro de cocina tan popular como el titulado Manual práctico
de cocina para la ciudad y el campo, publicado por Elisa Hernández en 1908, incluye recetas de
alimentos para acompañar la bebida y enseña a elaborar platos que utilizan como ingrediente
novedoso el chocolate.
Para mejorar los procesos de producción. los grandes fabricantes contrataron a distintos técnicos
europeos a lo largo de los años. Buscaron expandirse hacia otros renglones industriales, dentro de
una política de diversificación de inversiones, con el fin de conseguir una solidez financiera frente
a los vaivenes de la economía nacional e internacional. También promovieron el cultivo del cacao
y, gracias a estos esfuerzos, el país logró ser autosuficente en la década de 1970, lo que significó
empleos en el campo y ahorros importantes en divisas.
Para incentivar el consumo del chocolate, los principales fabricantes recurrieron a toda suerte de
actividades, muy novedosas para la época. Lanzaron al mercado numerosas marcas para atender
diferentes gustos; contrataron artistas para el diseño de modernos carteles promocionales;
cambiaron envolturas por artículos para el hogar y rifaron novillonas y casas. Para los años
cincuenta, el chocolate se había convertido en una bebida de consumo diario en los hogares
colombianos. En las siguientes décadas, los fabricantes renovaron tecnología e implementaron
sistemas de control de calidad; desarrollaron las golosinas de chocolate, las bebidas de chocolate
enriquecido e instantáneo y las coberturas de chocolate para repostería. Gracias a la amplia
cobertura del mercado nacional, atendido por extensas redes de distribución, y del empeño por
exportar, a pesar de múltiples dificultades, los grandes procesadores contaron con recursos
suficientes para participar en la creación de nuevas compañías industriales, comerciales y de
servicios, y entraron a distribuir productos naciones e importados.
Hoy en Colombia el proceso industrial del cacao está en cabeza de dos importantes compañías
nacionales, acompañadas por numerosas fábricas pequeñas y medianas de carácter regional,
localizadas principalmente en Santander, Huila y Tolima, varias de las cuales todavía operan con
métodos tradicionales. Unos y otros abastecen un mercado casi único en su género en el mundo,
pues sólo países como Venezuela, Ecuador y México consumen chocolate de taza similar a la
bebida colombiana.
Bibliografía
ECHAVARRIA CARDONA, SOLEDAD y JOSÉ MARIA. "Don Enrique Echavarría". Manuscrito inédito.
Medellín, 4 de agosto de 1975. Archivo Nacional de Chocolates.