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III Simposio Internacional de historia de la electrificación.

Ciudad de México, Palacio de Minería, 17 a 20 de marzo de 2015

CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL CONOCIMIENTO TECNOLÓGICO


EN LA COMPAÑÍA DE ENERGÍA ELÉCTRICA DE BOGOTÁ

Antonio Mejía Umaña


Universidad Nacional de Colombia
ajmejiau@unal.edu.co

Construcción social del conocimiento tecnológico en la Compañía de Energía Eléctrica de


Bogotá (Resumen)
Este trabajo presenta la creación y desarrollo de la empresa que suministra energía eléctrica a
Bogotá, entre 1896 y 1959. En primer lugar describe cómo pudo ponerse en funcionamiento, en
las difíciles circunstancias del cambio de siglo, un sistema tecnológico de esa complejidad y
explora cuál fue el conocimiento científico, técnico y tecnológico necesario para realizar ese
proyecto. La objetivación, además, es identificada como un mecanismo particularmente
importante en la construcción y transmisión del conocimiento tecnológico. Este mecanismo
permite explicar, entre otras cosas, la persistencia con transformaciones - a pesar de la multitud
de cambios externos e internos - de las instituciones creadas inicialmente.
Palabras clave
Conocimiento Tecnológico, Conocimiento Tácito, Empresas de Energía Eléctrica, Creación de
Instituciones.

Social Construction of Technological Knowledge in the Electrical Energy Company of


Bogotá (Abstract)
This paper deals with the creation and development of the institution responsible for providing
electrical energy to Bogotá, between 1896 and 1959. The description of the way in which a
technological system of this complexity was put into operation, in the difficult circumstances of
the turn of the century, is first of all, presented. Then, an exploration of what the scientific,
technical and technological knowledge were, needed for that project, is performed. Afterwards,
objectivation is identified as a particularly important mechanism in the construction and
transmission of technological knowledge. This mechanism helps to explain, among other things,
persistence through transformation - despite the multitude of external and internal changes – of
the initially created institutions.
Keywords
Technological Knowledge, Tacit Knowledge, Electrical Energy Companies, Institutional
Foundation.
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En el año de 1882, Bogotá, la capital de Colombia, tenía una población de menos de 100.000
habitantes y la industria estaba apenas representada por un sinnúmero de pequeños talleres y unas
pocas fábricas. La máquina de vapor, extendida en Europa y América del Norte, más de un siglo
antes, apenas si se estaba empezando a usar en el país. En esas condiciones llegó a Bogotá la
noticia de la instalación, por parte de Edison, de una central eléctrica para el alumbrado de Nueva
York. En Bogotá, muchos de sus líderes pensaron que ya era hora de que la ciudad tuviera un
alumbrado adecuado. En el mismo año de 1882, Fernando López de Queralta, un coronel cubano
exiliado en Estados Unidos, realizó en la ciudad una instalación, de unos 100 metros de longitud,
de varios postes de alumbrado eléctrico. López de Queralta nunca pudo concretar el negocio de
vender electricidad en Bogotá, pero unos pocos años más tarde, unos empresarios colombianos
crearon una empresa, la Bogotá Electric Light Company, que en 1890 inauguró el alumbrado
público eléctrico de la ciudad. A pesar de que esta empresa quebró un par de décadas después, el
negocio de vender energía eléctrica ya se había instalado en la ciudad y en 1896 se creó la firma
Samper Brush & Cía, de unos empresarios bogotanos, que sacó adelante, de forma exitosa, el
negocio y formó la base de las empresas que hoy le suministran el servicio de energía eléctrica a
la ciudad.
En las siguientes décadas, la ciudad experimentó un crecimiento acelerado que la llevó en los
años sesenta del siglo XX a tener un millón de habitantes (y hoy a tener cerca de ocho millones).
En esas primeras décadas tuvo lugar en Bogotá un considerable incremento de la industria y de la
construcción. La empresa de energía tuvo que ir creciendo a la par de la ciudad. Una vez se
instalaron las primeras lámparas eléctricas en las casas de los notables, la demanda empezó a
crecer de forma exorbitante. La organización que se había creado empezó a experimentar grandes
retos. El conocimiento tecnológico que tuvo que incorporar la empresa dentro de su organización
tuvo que tener un desarrollo acorde con el de la ciudad y el de la empresa. La labor inicial de un
experto extranjero dentro de la organización se empezó a difundir de modo formidable, tomando
cuerpo en las prácticas de trabajo, los reglamentos y los procedimientos, mediante los cuales se
fue construyendo milímetro a milímetro un sistema de potencia eléctrico con todos sus
elementos. A partir de la incorporación de los primeros trabajadores, sacados muchas veces de
labores agrícolas tradicionales, la empresa creció, requiriendo cada vez una mayor
especialización y necesitando, de forma creciente, cuadros que desarrollaran un conocimiento
administrativo y tecnológico cada vez más elaborado.
Las proporciones que alcanzó el negocio de la energía eléctrica hacia la mitad del siglo XX
ponían en crecientes dificultades a los pequeños capitales privados que se habían formado en el
país. La solución que se fue volviendo cada vez más evidente significó la intervención del
Estado, con una mayor capacidad de endeudamiento y de soporte de una empresa de esas
magnitudes.
En el presente trabajo se presenta el desarrollo de la empresa creada para abastecer de energía
eléctrica a Bogotá, desde los albores del siglo XX, hasta el año de 1959, en el que la organización
pasó a pertenecer totalmente al municipio de Bogotá. Paralelamente, se muestra el proceso por el
que atravesó el conocimiento tecnológico, desde los comienzos de la Empresa - en los cuales la
inmensa mayoría de los empleados eran personas con muy bajo nivel técnico y la cualificación se
basaba completamente en el conocimiento del que eran portadores los expertos extranjeros - hasta
convertirse en una organización con un espectro de especialistas muy amplio, que ya no

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necesitaba directivos o técnicos extranjeros en sus filas y que empezó a especializar a su


personal, y a convertir a sus trabajadores en expertos, con unos niveles teóricos cada vez más
avanzados, bien porque los enviara a estudiar o porque incorporara gente con cada vez mayor
nivel académico.
En la primera sección del trabajo se da una mirada al proceso de desarrollo tecnológico de la
ciudad y su región circundante; en la siguiente se muestra la evolución paralela que fue teniendo
la empresa de energía eléctrica; finalmente, en la última sección, se enfoca la atención en la
transformación del conocimiento tecnológico dentro de la empresa.

El desarrollo tecnológico de Bogotá


Las estructuras de la sociedad colombiana, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, estaban
empezando a incorporar, con mucha lentitud, un desarrollo de la industria basado cada vez más
en la revolución industrial inglesa y en la llamada segunda revolución industrial, que estaba
sucediendo en esos precisos momentos en varios países de Europa y en Norteamérica. Alberto
Mayor Mora, al hacer la historia de la industria en Colombia en este período comenta: “En
Colombia, lo que a mediados de la década de 1880 podía llamarse en sentido técnico industria, es
decir, transformación de materias primas, era la producción manual adelantada en miles de
tallercitos artesanales, que no se habían liberado de las trabas orgánicas del trabajo humano:
ritmos irregulares, rutina, imprecisión”1. En otro aparte del mismo trabajo, Mayor se refiere a los
esfuerzos, no siempre exitosos, que hacía el país por adoptar los avances mundiales en
metalurgia: “Entre 1880 y 1900 las cuatro ferrerías que producían hierro, más que abrir una
nueva época, daban la impresión de estar cerrando otra”. A pesar del esfuerzo de muchos, las
ferrerías no tuvieron viabilidad económica y Mayor concluye: “No era aún, pues, el momento del
anunciado reinado del hierro, porque, entre otras cosas, tampoco había comenzado en Colombia
el reinado de las máquinas ni el de las fábricas”.
A nivel de Bogotá existían, a finales del siglo XIX, unas cuantas fábricas, dentro de las cuales
hubo dos de dimensiones apreciables y que lograron subsistir mucho tiempo, debido a que
producían artículos de consumo masivo dentro de la misma ciudad, por lo que pudieron tener un
mercado local suficiente como para justificar mejoras tecnológicas: Bavaria, que había
comenzado a producir cerveza desde 1891 (y que había comenzado una fábrica de vidrio
asociada, Fenicia, para la producción de envase) y la Compañía de Chocolate Chaves, fundada en
1877. Había habido un número considerable de empresas que habían intentado desarrollarse en
diferentes ramas, pero que no pudieron prosperar, como ocurrió con la de ácido sulfúrico y
abonos2. También hubo otras empresas, no tan grandes, que subsistieron por varias décadas: loza,
cuero, vidrio, básculas, imprentas. El conjunto de estas industrias demandaba, a principios del
siglo XX una serie de conocimientos tecnológicos cada vez más avanzados, en la medida en que
se desarrollaban. Edgar Valero, al estudiar las empresas de la época, realizó un listado3 de las
tecnologías utilizadas por las dos firmas más grandes, ya mencionadas, que muestra que en la
ciudad ya se tenía un acopio de conocimientos, en tecnología industrial, bastante interesante.
Sobre todo, es notable el caso de Chocolatería Chaves donde se manejaban, por parte de personal

1
Mayor, 1989a, p. 314 y 315.
2
Ospina, 1955 , p. 347.
3
Valero, 1998, Anexos 7 y 9.

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local, tecnologías relacionadas con máquinas de vapor (desde 1878), molinos, motores, hornos y
prensas. Bavaria también manejaba esas y otras tecnologías, para lo cual contrató muchos
técnicos extranjeros.
Desde las últimas décadas del siglo XVIII se había tenido en el país el convencimiento de que la
industria del hierro era fundamental para la prosperidad de la nación y para obtener una
independencia económica que respaldara la independencia política que cada vez se ansiaba más.
Luego de las guerras de independencia contra España, entre 1810 y 1819, el nuevo país, ya
independiente políticamente, empezó a buscar afanosamente el desarrollar ferrerías y varios tipos
de establecimientos metalmecánicos. En la región alrededor de Bogotá se desarrollaron dos
ferrerías muy importantes para el desarrollo industrial del país. La primera fue la de Pacho, la
pionera de las ferrerías en Colombia, que dio sus primeros pasos en la década de 1830 y que cerró
finalmente en 1889 y la otra fue la ferrería de La Pradera, en Subachoque, a unos 50 km, al
noroccidente de Bogotá, instalada a finales de la década de 1850 4 y que funcionó hasta 1911. El
desarrollo de esta última ferrería fue bastante importante para el avance del conocimiento
tecnológico de la región en varios sentidos. Por una parte, la empresa heredó el conocimiento
adquirido durante muchos años en la Ferrería de Pacho, ya que para su fundación utilizó técnicos
que habían estado allá por un buen tiempo. Por otra parte, La Pradera fabricó el primer riel y la
primera máquina de vapor en el país5 y, además, incorporó muchísimo conocimiento tecnológico
mediante la formación de trabajadores nacionales a partir del conocimiento foráneo importado.
Otras instituciones hicieron una contribución considerable al desarrollo tecnológico de la
sociedad bogotana. Vale la pena mencionar, en primer lugar, a los Ferrocarriles Nacionales, ya
que en sus Talleres, ubicados en Facatativá (a unos 50 km, al suroccidente de la ciudad) hubo
toda una escuela de formación práctica en oficios técnicos6. Los ferrocarriles tuvieron desarrollos
interesantes en las primeras décadas del siglo XX como, por ejemplo, el diseño de lo que se llamó
la ‘locomotora estándar colombiana’, a partir del cual se ordenaron fabricar ocho locomotoras a
tres fabricantes extranjeros, Baldwin de Filadelfia, Kitson de Leeds en Inglaterra y BMAG de
Berlín7 que luego fueron usadas exitosamente en el país.
Otras empresas como los molinos y la fábrica de gas también aportaron a la suma de
conocimiento tecnológico que se iba acumulando en Bogotá y sus alrededores a finales del siglo
XIX y comienzos del siglo XX. La primera aplicación de una máquina de vapor en el interior del
país se realizó en el molino de trigo de un inglés de apellido Sayer (trabajador y cofundador de la
Ferrería de La Pradera) que fue instalado en 1869 y funcionó por unos pocos años en el barrio
San Victorino de Bogotá. “El Gobierno Nacional compró a Sayer en 1875 la maquinaria de
vapor, con el fin de emplearla en la Casa de la Moneda de Bogotá. En 1879 se contrató al
norteamericano Thomas J. Agnew el montaje de esa máquina”8. La fabricación de gas, a partir de
carbón mineral, fue acometida por la Compañía de Alumbrado por medio de gas, que en marzo
de 1876 “inició su producción con maquinaria y equipos conseguidos en los Estados Unidos”9.

4
Mayor, 1997, p. 137.
5
Mayor, 1997, p. 140-141.
6
Acebedo, 2006, p. 26.
7
Arias, 1989, p. 62-68.
8
Valero, 1998, p.9.
9
Santos y Gutiérrez, 1985, p.55.

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Poco a poco la sociedad iba familiarizándose con los recursos de la revolución industrial ocurrida
en Europa durante el siglo XVIII.
De forma paralela a la adopción y adaptación de tecnologías foráneas también se estaba llevando
a cabo un proceso de transformación de las instituciones, asociadas con ese cambio tecnológico.
“Bavaria se preocupó por controlar su rentabilidad en el orden administrativo haciendo que
fábrica, maquinaria, utillaje, materias primas y fuentes de energía figuraran desde un principio en
términos de su valor monetario, en términos de capital fijo, en el asiento de su contabilidad”10,
haciendo más nítido el cálculo de la ganancia del capital, requisito de una industria moderna. Los
capitales nacionales que se habían estado acumulando desde finales del siglo XIX con el auge de
la exportación cafetera empezaban a buscar negocios de asegurada y creciente rentabilidad. Los
nuevos establecimientos industriales presentaban oportunidades de ese tipo. Al ir creciendo las
empresas también se hacía evidente la necesidad de incorporar conocimiento tecnológico más
especializado y de esa forma Bavaria recurrió a personal extranjero que aportara dicho saber
práctico: “La empresa incorporó para la dirección de la producción una figura profesional sin
antecedentes culturales en el país: el maestro cervecero alemán, conocedor de todo el proceso de
fabricación de la cerveza y de los ‘secretos’ de cada uno de sus pasos, cuyo aprendizaje se había
producido – sin ningún costo social para Colombia – en Escuelas de Cervecería y aún en las
mismas fábricas de Alemania”11. Se incorporaba así en la empresa esa forma de saber
representada en conocimiento tácito, con alto nivel de especialización, aunque no exhibiera un
alto nivel teórico.
El desarrollo tecnológico y el del conocimiento tecnológico en la región, en las primeras décadas
del siglo XX, fue considerable. Se crearon multitud de fábricas, el crecimiento de la población
fue muy grande y cada vez aumentaron más las vías de comunicación que ampliaron la zona de
influencia de Bogotá. “Todos los estudiosos del proceso de industrialización de Bogotá y de la
región de la Sabana coinciden en afirmar la importancia de los años treinta y cuarenta en la
acentuación de un proceso de industrialización más o menos significativo”12. Poco a poco
Bogotá se fue consolidando como el centro urbano más importante del país, ubicación que
Medellín, la segunda ciudad del país en población, trató de disputarle en las primeras décadas del
siglo, en especial, por su fuerte liderazgo a nivel industrial. Sin embargo, al finalizar la primera
parte del siglo, Bogotá ya se constituye, también, como la capital industrial del país13.
Uno de los principales factores para el crecimiento de la ciudad fue el aumento de población de
Bogotá cuya velocidad se aprecia en el Cuadro 1:

10
Mayor, 1989b, p. 13.
11
Mayor, 1989b, p.13.
12
Acebedo, 2006, p.21
13
En Zambrano, 2008, p.153, el autor dice que para 1966, si no antes, Bogotá es la capital industrial del país.

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Cuadro 1
Población de Bogotá entre 1905 y 1951

Año del censo 1905 1912 1918 1928 1938 1951


Población 100.000 121.257 143.994 235.421 355.502 715.000
Los datos del Cuadro son tomados de diferentes fuentes. Los cinco primeros datos de los censos oficiales están
tomados de Acebedo, 2006, p. 37. El dato del censo de 1951 está tomado del artículo de Fabio Zambrano “Bogotá
el inicio de la modernidad” (En “Bogotá: un evento, una década” (pp. 9 - 20). Bogotá D.C.: Cámara de Comercio
de Bogotá, 2005).
.

La evolución de la empresa de energía


La principal motivación de las élites bogotanas para la creación de una empresa para el
suministro de energía eléctrica, en las últimas décadas del siglo XIX, tenía que ver, básicamente,
con la necesidad de resolver el problema del alumbrado nocturno de la ciudad. Por una parte,
estaba la necesidad de dotar a la ciudad con un alumbrado público moderno, adecuado a la
importancia de la urbe, por motivos de seguridad, pero más significativamente, por motivos de
orgullo ciudadano. Por otra parte, estaba el ansia de las élites bogotanas de tener alumbrado
eléctrico en sus hogares, para no quedarse atrás del modo de vida de las élites europeas, de las
cuales tomaban su inspiración para desarrollar su propio estilo de vida.
Los ensayos para desarrollar sistemas de iluminación con base en gas y en petróleo tuvieron
múltiples problemas durante el siglo XIX, por eso Santos Molano y Gutiérrez Cely comentan
que: “la Compañía de Gas nunca consiguió desterrar las velas y quinqués del 90% de los hogares
bogotanos, su mercado de mayor valor potencial, con lo que terminó por resignarse a arrastrar
una vida de rutina vegetativa hasta su extinción, sin pena ni gloria, en los albores del nuevo
siglo”14. Por eso, desde que llegaron a Bogotá las primeras noticias sobre desarrollos exitosos del
alumbrado eléctrico en el mundo, hubo en la ciudad un clima de expectativa ante el tema.
El 4 de septiembre de 1882 Thomas Alva Edison había empezado el primer servicio de
alumbrado eléctrico del mundo, al darle energía a 400 lámparas, situadas alrededor de la central
de Pearl Street, ubicada en la ciudad de Nueva York, alimentándolas por generadores de corriente
continua movidos por energía térmica15. En agosto de 1895 entró en servicio un proyecto
eléctrico en las Cataratas del Niágara, liderado por George Westinghouse, para alimentar de
energía a Nueva York. Westinghouse había desarrollado un sistema completo basado en la
corriente alterna, cuya principal ventaja radicaba en que podían utilizarse diferentes niveles de
voltaje, de tal forma que se podía, en primer lugar, transmitir la energía a distancias grandes,
usando altos valores de voltaje, para evitar las pérdidas en los conductores; luego, con el uso de
transformadores reductores, se podía bajar el nivel de voltaje, para que pudiera ser usado para el
alumbrado doméstico o para su utilización en los recientemente perfeccionados motores de
corriente alterna. “Westinghouse construyó los dos primeros generadores, el equipo de
interruptores y el equipo auxiliar; General Electric construyó los transformadores, la línea de

14
Santos y Gutiérrez, 1985, p. 66.
15
Hughes, 1993, p. 42.

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transmisión a Buffalo y la subestación transformadora de la ciudad”16. Aunque en los años


anteriores a este proyecto había tenido lugar una disputa encarnizada sobre las ventajas o
desventajas de la corriente continua (representada por Edison) con respecto a la corriente alterna
(representada por Westinghouse), en el proyecto de las Cataratas no sólo participaron
Westinghouse y su empresa sino también la General Electric liderada por Edison. En la práctica
quedaba dirimido el conflicto.
En Bogotá, muchos posibles empresarios seguían de cerca los desarrollos que se realizaban en el
exterior e incluso se alcanzaron a presentar algunos ecos de la controversia entre los dos sistemas
eléctricos. En 1882, un coronel cubano exiliado en Estados Unidos, Fernando López de Queralta,
instaló en Bogotá varios postes de alumbrado eléctrico entre Santa Clara y la Plaza de Bolívar
alimentados desde un generador que se montó en las instalaciones de Chocolates Chaves. La
exhibición tuvo características propagandísticas y pedagógicas como comentan Santos Molano y
Gutiérrez Cely en su Crónica de la luz17 al mencionar un artículo del periódico La Reforma de
abril 22 de 1882 donde se explicaba al público bogotano el funcionamiento del sistema: “El
alambre es apenas conductor de la electricidad. Hacemos esta advertencia porque el vulgo cree
que la luz correrá por los alambres”. La empresa que López de Queralta trató de establecer con la
firma Abello Hermanos no pudo concretar el servicio de energía eléctrica.
Otros empresarios, que vieron en el alumbrado una buena oportunidad de negocios, fueron los
hermanos Ospina Vásquez, exitosos empresarios de Antioquia, la región cuya capital es
Medellín. El 1º de enero de 1890 la ciudadanía bogotana había empezado con entusiasmo el año
por la inauguración del servicio eléctrico por parte de la firma Bogotá Electric Light Company
(BELC), que ellos lideraban, para suministrar alumbrado público mediante lámparas de arco y
una planta térmica que movía un generador de corriente continua. En 1895, eran cada vez más
evidentes las dificultades por las que la BELC estaba atravesando18.
Los hermanos Samper Brush, hijos del prestigioso ciudadano Miguel Samper Agudelo, se
propusieron demostrar que Bogotá podía tener un sistema de potencia eléctrica adecuado para
suministrar fuerza eléctrica, además de luz, para satisfacer las necesidades de la ciudad, y crearon
en 1896, la empresa Samper Brush & Cía. La ambiciosa idea de los Samper era tener una central
eléctrica que pudiera suministrar mucha energía, pero basada en la energía potencial del agua, tal
como se había hecho en Estados Unidos, unos meses atrás, en el Niágara. La compañía que
constituyeron en 1896 ya no tuvo que escoger entre el sistema de Edison (que había sido usado
por los Ospina) y el de Westinghouse, ya que en esos pocos años de diferencia la disputa a nivel
internacional había quedado resuelta. Los hermanos Samper Brush se dispusieron entonces a
desarrollar el Sistema de Potencia Eléctrica de Bogotá. Un primer paso fue contactar a un
ingeniero italiano, Giuseppe Vergnano, ingeniero electricista italiano que había trabajado en
Milán, en el desarrollo de su sistema eléctrico, uno de los primeros de Europa. Los Samper
hicieron amistad con Vergnano y lo convirtieron en socio de Samper Brush y Cía. El
conocimiento teórico y práctico que tenía este ingeniero fue la base sólida sobre la cual se diseñó
y se especificó, hasta el más mínimo detalle, todo el sistema de potencia eléctrico de Bogotá.
El 6 de agosto de 1900, a las 6 p.m., la empresa Samper Brush y Compañía empezó a suministrar
energía eléctrica para encender 6.000 lámparas eléctricas (conocidas como “bombillos”) en unos
16
Hughes, 1993, p. 139.
17
Santos y Gutiérrez, 1985, p.75.
18
Rodríguez, 1999, Tomo I, p. 107- 108.

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domicilios selectos de Bogotá y para transmitir la fuerza eléctrica a unos pocos motores eléctricos
de la ciudad. Para hacer esto tuvieron que trabajar de forma constante y meticulosa durante los
cuatro años que transcurrieron desde el 14 de agosto de 1896, en que firmaron el acta de
constitución de la empresa y empezaron la tarea de adquirir en el mercado internacional todos y
cada uno de los elementos que se necesitaban para instalar este naciente sistema de potencia
eléctrica, que ya tenía todos los elementos de cualquier sistema de potencia moderno, aunque
todavía en un número reducido.
Sólo unas semanas después de la inauguración, el 13 de septiembre, el número de bombillos
instalados ya había subido a 12.000. La empresa, cambió en 1904 su razón social a Compañía de
Energía Eléctrica de Bogotá (CEEB) y sólo se encargó a partir de 1906 del alumbrado público
que había comenzado a suministrar en 1890 la Bogotá Electric Light Company (BELC), la cual
finalmente tuvo que vender sus activos a la ciudad en 1905. En la celebración del centenario de la
independencia nacional, en 1910, la CEEB llegaría a su punto máximo de prestigio al donarle a la
ciudad el Pabellón de la Luz e iluminar de forma fastuosa las principales calles. El Pabellón de la
Luz era la primera construcción del país que usaba cemento nacional, producido, precisamente,
por Cementos Samper, de propiedad de la misma familia creadora de la CEEB.
Al principio del siglo la carga industrial era bastante reducida. Sólo ante la propaganda realizada
por los Samper, al comenzar el servicio de energía eléctrica, varios empresarios de la ciudad se
apresuraron a adquirir motores eléctricos. En 1909, aunque el número de bombillos había
seguido creciendo, el número de motores no llegaba aún a 100 como consta en un informe interno
de la Empresa: “El 21 de agosto un informe del cajero sobre el servicio dejó consignado que se
tenían 22.442 lámparas incandescentes de 10 bujías, 3 de arco de 1.000 bujías, 2 de 300 bujías y
81 electromotores con 260 HP”19. En las siguientes décadas la demanda industrial tuvo un
impulso mayor, como se ve en los datos sobre la potencia máxima demandada (potencia pico) en
cada año, en el período 1907 - 1928, que se muestran en el Cuadro 2, tomado de los Archivos de
la Empresa.
Cuadro 2
Evolución de la carga pico de Bogotá entre 1907 y 1928

AÑO 1907 1910 1915 1919 1923 1928


KW(noche) a 580 830 1380 1900 2540 7640
KW (día) b 100 300 680 1160 1740 7080
b/a en % 17.2 36.1 49.3 61.0 68.5 92.7
Fuente: Archivos de la Empresa de Energía en el Archivo de Bogotá (Tomo 604.3478 folio 20).

Para 1910 la carga diurna (que era básicamente industrial) ya se había elevado hasta algo más de
la tercera parte de la carga nocturna (que era básicamente de alumbrado) y en 1928 la carga
industrial equiparó a la carga domiciliaria. Entre 1910 y 1928 la carga industrial se multiplicó
casi 24 veces, mientras que la carga de alumbrado sólo se multiplicó por 9 (lo cual no es poco si
se observa que la población apenas se había duplicado entre 1912 y 1928). Esta situación
significó en la práctica que la Empresa de energía siempre se quedara corta en sus ensanches de
capacidad y que estos significaban cada vez un número mayor de Megavatios.

19
Rodríguez, 1999, Tomo I, p. 174.

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La institución comenzó a crecer desde el momento mismo de su puesta en marcha. Cada


elemento nuevo implicaba un nuevo ajuste de todo el sistema, de toda la institución, de los roles,
los procedimientos, los conocimientos y las normas. Las prácticas de trabajo, los reglamentos, los
procedimientos objetivados, son transmitidos de generación en generación y aunque muchas
veces permanecen inmutables antes los cambios del medio, en otras ocasiones son modificados
para hacer frente a las nuevas circunstancias. La institución va pasando de mano en mano,
fundada en la tradición, pero va siendo recreada cada vez para las cambiantes circunstancias y,
por lo tanto, ella también está sometida al cambio. La complejidad del sistema de potencia no era
aún, en las primeras décadas del siglo XX, comparable con la que tiene hoy, en el siglo XXI,
cuando no sólo el país está interconectado de norte a sur, sino que cada día está más
interconectado a nivel internacional. Sin embargo, la institución original, creada en los años del
cambio de siglo, fue la base sobre la cual se fue construyendo una institución cuya complejidad,
en equipos, en prácticas, en conocimientos y en organización ha aumentado día a día.
Desde el momento de su creación, la historia de la organización fue la de un crecimiento
dinámico alrededor de la primera semilla. Las dos primeras décadas fueron de una expansión
asombrosa y los problemas que se presentaban fueron hábilmente sorteados, a pesar de que
tomaban unas dimensiones cada vez mayores. Desde un comienzo empezó a integrarse al
desarrollo de la empresa el conocimiento administrativo adquirido por los Samper, primero con
base en su experiencia, pero también con ayuda de conocimientos administrativos más
académicos, como los adquiridos en el exterior por Tomás Samper Brush.
El prestigio de la Empresa tuvo su apogeo el 20 de julio de 1910, en las celebraciones del
Centenario de la Independencia, unos meses después de retirarse de la Empresa Giuseppe
Vergnano y pocos meses antes de morir Constantino Cifuentes, Jefe de la Planta de El Charquito,
el cual había sido la mano derecha de Vergnano en la planta eléctrica que surtía a la ciudad. Sin
embargo, el crecimiento desbordado de la demanda eléctrica hizo que los Samper tuvieran que
pensar en el aumento de tarifas como un medio para poder realizar las ampliaciones que se veían
cada vez más necesarias, lo cual empezó a erosionar su popularidad. El aumento de tarifas
propició un período de crisis que se hizo evidente en el mes de abril de 1920, cuando se hizo
pública la intención de la Compañía Nacional de Electricidad (CNE) de establecerle la
competencia a la CEEB. Entre 1920 y 1927 se realizaron ingentes esfuerzos, por parte de la
CNE, por apoderarse del mercado de energía eléctrica de la ciudad. Aunque esos esfuerzos no
fueron exitosos, sí se empezó a mostrar el agotamiento del esquema inicial de la CEEB, que ya
no podía hacer frente a la creciente demanda energética, por lo cual se dio paso a la idea de
fusionar las dos empresas. Finalmente, en 1927, se realizó la esperada fusión y se crearon las
Empresas Unidas de Energía Eléctrica SA (EUEE).
Entre 1927 y 1959 los ingenieros colombianos comenzaron a hacerse cargo de toda la parte
técnica de la empresa. Sin embargo, financieramente, el esquema de Empresas Unidas presentaba
problemas. Las cada vez mayores proporciones que alcanzó el negocio de la energía eléctrica ya
no podían ser afrontadas por los capitales privados, que todavía no alcanzaban las necesarias
dimensiones. La solución a la vista era la intervención del Estado con una mayor capacidad de
endeudamiento y de soporte de una industria de semejantes magnitudes. El problema en esta
primera etapa tuvo que ser resuelto por la conversión de lo privado a lo público, por lo que la
idea de municipalización de la empresa fue cada vez más fuerte, con el fin de garantizar el
adecuado abastecimiento de energía para Bogotá y sus alrededores. Desde la creación de las

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EUEE, en septiembre de 1927, el municipio de Bogotá adquirió una buena parte de las acciones
de la nueva empresa y se fue intensificando, poco a poco, el lento proceso que culminó el 10 de
febrero de 1959, cuando se expidió el Acuerdo 18 del Concejo de Bogotá que le dio vida a la
Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá (EEEB), la cual ya era propiedad absoluta del Distrito
Especial de Bogotá. La Empresa fue ingresando, paulatinamente, en el ámbito de la política
municipal, con todas sus ventajas y desventajas.

La construcción del conocimiento tecnológico dentro de la empresa


El desarrollo del conocimiento técnico y tecnológico en la Empresa se realizó como una forma
más de concreción de la evolución de la institución, paralela con el desarrollo de normas, de
procedimientos, de la repartición de roles y del desarrollo de lenguajes específicos. Este proceso
ocurrió a varios niveles que incluyeron desde conocimiento muy abstracto hasta conocimiento
muy técnico. Estos niveles corresponden a los niveles de legitimación de la institucionalización
propuestos por Berger y Luckmann20: el nivel pre- teórico, el nivel de proposiciones teóricas
rudimentarias y el nivel de teorías explícitas con un cuerpo de conocimiento diferenciado. Pero,
además, también dentro de la Empresa hay grados de especialización incluso dentro de un mismo
nivel. Esta situación ha sido estudiada por Harry Collins21 en sus trabajos recientes, donde
explica, por ejemplo, que hay conocimiento pre- teórico del ciudadano corriente y conocimiento
pre- teórico de mayor nivel de elaboración, que es el del artesano, el del experto, el del técnico o
el del tecnólogo. La empresa de energía de Bogotá tuvo que hacerse cargo, por ejemplo, de los
conocimientos sobre electricidad del usuario, en su hogar o en su trabajo, de la energía eléctrica.
Y también le tocó preocuparse por los conceptos, acerca de la electricidad, de sus empleados,
más o menos técnicos en la materia y todos esos saberes fueron formando parte del conocimiento
tecnológico que tuvo que desarrollar la Empresa.
Para el desarrollo del conocimiento tecnológico dentro de la empresa de energía, fue muy
importante que en sitios como la Ferrería de La Pradera se hubiera formado una pericia
siderúrgica de muchos trabajadores colombianos “mediante la observación y el aprendizaje
prácticos al lado de los técnicos ingleses y norteamericanos”. Esa pericia era tal, que en 1894,
ante la salida de los técnicos ingleses, esos técnicos colombianos “asumieron, por cuenta propia
el manejo del alto horno y demás instalaciones”22. En una carta de julio de 1894 quedó constancia
de la petición de ese grupo de empleados a los dueños de la empresa, para que los dejaran
demostrar que el horno podía funcionar bien en sus manos23. Uno de los firmantes de esa carta
era Constantino Cifuentes quien sería contactado por los Samper, poco tiempo después, dentro de
los preparativos para iniciar la empresa de energía eléctrica, en la que Cifuentes sería muy
importante. Cifuentes fue el Jefe de la Planta de El Charquito entre 1900 y 1910 (año en que
murió, en medio del trabajo).
La pericia siderúrgica y metalmecánica de Constantino Cifuentes era importante, pero más
importante, tal vez, para la naciente empresa de energía eléctrica, era su pericia industrial general,

20
Berger y Luckmann, 1979.
21
Harry Collins ha realizado muchos trabajos sobre el tema en las últimas 3 décadas, uno de los más recientes es
Collins y Evans, 2007.
22
Mayor, 1997, p. 120.
23
Mayor, 1997, p. 121.

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que le permitiría estar al frente de la operación de turbinas y generadores eléctricos que, aunque
no existían en La Pradera, sí tenían problemas en común con la maquinaria rotativa de grandes
dimensiones y con otros aparatos de uso industrial (turbinas hidráulicas y de vapor, grúa de 6
toneladas, sierras, taladros, ventiladores, etc.24) que había en la ferrería. La pericia metalmecánica
general de Cifuentes era algo que había adquirido como conocimiento tácito transmitido, que
había podido obtener por estar inmerso en un medio industrialmente avanzado para el país en ese
momento. Tampoco se debe pasar por alto otro ingrediente importante. Cifuentes, como muchos
otros trabajadores de La Pradera, estaba fuertemente convencido de que él y sus compañeros eran
capaces de sacar adelante proyectos tecnológicos de alto nivel, lo cual presentaba una actitud
adecuada para poder aprovechar el conocimiento venido del extranjero para ser adaptado y
adoptado en una institución nacional.
A continuación se describe la evolución que tuvo el conocimiento tecnológico a lo largo de los
años comprendidos entre 1896 y 1959, diferenciando tres etapas: la de conformación de la
empresa entre 1896 y 1910; la época de crisis ocurrida entre 1910 y 1927 y la época de cambio
institucional que se presentó entre 1927 y 1959.

Período inicial 1896- 1910


Una vez constituida la empresa Samper Brush & Cía se empezó a desarrollar conocimiento
tecnológico que fue haciendo parte inseparable de la organización. Vergnano era el portador del
conocimiento técnico que él como ingeniero electricista había adquirido en Milán y además era el
intermediario del conocimiento de los fabricantes, los instaladores y los montadores europeos. Un
ejemplo de esa segunda función se ilustra con la carta que los Talleres de Construcción Oerlikon,
suizos, fabricantes e instaladores de los primeros generadores que se adquirieron para la Central
de El Charquito, le enviaron a Santiago Samper Brush el 26 de enero de 1897, a nombre de ellos
y de los fabricantes e instaladores de turbinas, Escher Wyss & Cie, también suizos25. En un aparte
de la carta se lee: “hemos puesto hoy en manos del Sr. Vergnano los borradores de contrato
elaborados por MM. Escher Wyss & Co. y por nosotros. El Sr. Vergnano, con el que discutimos
los contratos, se los enviará acompañados de los comentarios que él considere oportuno añadir”.
El objeto del contrato con Oerlikon era: “Pour un transport d’energie de 900 HP à 26 km pour
distribution de lumière et force motrice dans la ville de Bogotá (Colombie)”26. Vergnano también
viajó a Europa, con José María Samper Brush, para hacer los contactos necesarios y las compras
que permitieron iniciar el proyecto.
Una vez se definieron las características del proyecto, se utilizó mucho personal extranjero que
vino a realizar los montajes y la puesta a punto del equipo y luego se marchó. La labor de
instalación inicial fue realizada por el ingeniero Federico Rhol quien estuvo permanentemente
acompañado y respaldado por José Vergnano; por la empresa Oerlikon estuvieron los montadores
de generadores, Alfredo Von Bergen y Albin Sneider y por la Escher Wyss & Co el montador de
turbinas Martino Maggi27. Aunque toda esta fase está basada en la pericia extranjera, al lado de
ellos, varios trabajadores nacionales van aprendiendo por observación, imitación y comunicación

24
Valero, 1998, Anexo 6.
25
Archivo de la EEB en el Archivo de Bogotá, Tomo 604.3324, Folio 11.
26
Rodríguez, 1999, Tomo I, p. 114.
27
Rodríguez, 1999, Tomo I, p. 116.

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con estos técnicos extranjeros. En los archivos de la Empresa se ve que el montaje de la Unidad
V de “El Charquito” (la cual entra en operación en 1914) ya es dirigido por montadores
nacionales (M. Cifuentes y E. Samudio).
El conocimiento técnico inicial, cuyo principal portador era Giuseppe Vergnano, siguió creciendo
y a la vez fue quedando sedimentado, objetivado y condensado, en la organización, el lenguaje, el
repositorio de conocimiento y las prácticas, propios de la Empresa. Con respecto a los
trabajadores locales contratados para ayudar en las obras, Juan Camilo Rodríguez comenta que
“De ese período (1898) data una hermosa colección de fotografías, en las que los fatigados
rostros de las amarillentas fotos transparentan el orgullo de los jefes que, gallardos, dirigieron las
obras y la cándida vanidad de unos atareados campesinos que gracias a los Samper Brush fueron
arrancados de la violencia partidista de la época, y por obra y gracia de la tecnología se
convirtieron en los primeros obreros de la energía eléctrica de Bogotá”28.
Una vez instalado el equipo inicial, Vergnano asumió el papel de pedagogo y controlador
permanente de sus trabajadores. El ingeniero italiano escribía bastante correctamente en
castellano y dejó una abundante correspondencia laboral que ilustra su papel de guía y
sancionador permanente. La correspondencia que existe es más que todo dirigida desde Bogotá al
Jefe de Planta de El Charquito, ya que aunque Vergnano pasaba algunas temporadas viviendo en
El Charquito, la mayoría del tiempo estaba en Bogotá donde impartía las instrucciones
verbalmente. En la Planta de El Charquito estableció un Reglamento que incluía multas por
incumplimientos u otras infracciones. El 29 de julio de 1901, por ejemplo, Vergnano le escribía
al Jefe de Planta Constantino Cifuentes, a raíz de la demora en suministrar, antes de las 7:30 de la
mañana, la excitación a la dínamo (un procedimiento manual para producir el campo magnético
por el accionar de una manivela): “Por este motivo la Dirección se ve en el caso de invitar a Ud. a
que indique a quien se le debe aplicar la multa correspondiente, la cual es de $2.00 en el caso
presente”.
En este primer período se tomaron todas las decisiones que habrían de definir cómo sería la
Empresa. Por una parte las decisiones puramente técnicas. La primera era escoger si se haría
generación hidráulica o térmica. Si se ofrecería o no alumbrado público, el nivel de voltaje para
usuarios, el nivel de voltaje de la línea de transmisión, si debía ser aérea o subterránea; las
estructuras típicas que se usarían. La forma en que se iba a responder al aumento de la demanda
eléctrica: si se iba a hacer un embalse (Alicachín), si se debían instalar nuevas unidades
hidroeléctricas o si se debía desarrollar una Termoeléctrica en El Charquito. Además había
decisiones en las que se mezclaba lo técnico con lo administrativo. Se escribieron Reglamentos.
Quedaron establecidas todas las rutinas de trabajo, las prácticas empresariales, la estructura
jerárquica de la Empresa, los procedimientos.
En esta época Vergnano no estuvo acompañado de personal que tuviera el tercer nivel en el
conocimiento tecnológico, el nivel teórico explícito y diferenciado. Constantino Cifuentes, que
era la persona de mayor conocimiento técnico después de él, se había formado en la práctica, en
la Ferrería de La Pradera, por lo cual su nivel teórico era, con seguridad, muy básico (segundo
nivel) aunque sí tenía un grado de especialización práctica, en trabajos metalmecánicos, muy alto.
Al ingreso a la Empresa el conocimiento de los guardias de líneas, los tableristas y los turbinistas
(encargados de vigilar que las máquinas rotatorias estuvieran funcionando bien) era pre- teórico y

28
Rodríguez, 1999, Tomo I, p. 119.

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de un grado de especialización prácticamente nulo. Los tableristas recibían un adiestramiento en


la Planta, según consta en varias comunicaciones. Es decir, su formación era adquirida en el
ejercicio del trabajo, de la mano de los más experimentados. Su grado de especialización subía
con la experiencia, aunque no necesariamente su nivel teórico, que no necesitaba ser mayor.
Un caso excepcional de adiestramiento técnico, en este primer período, se presentó cuando la
Empresa decidió asumir en 1906 el alumbrado público de la ciudad tras el fracaso de la empresa
The Bogotá Electric Light Co. En este caso particular, fue necesario el envío de personal a
Europa para adiestramiento técnico, en un aspecto del conocimiento que no dominaba Vergnano,
entre otras cosas por la innovación permanente que se presentaba, en ese momento, en esa área
del conocimiento.
La creación del acopio inicial de conocimiento que va a tener la institución se hace por muchos
medios diferentes, en cada rol que se va definiendo, en cada reglamento que se escribe, en cada
procedimiento que se define, en los lenguajes que se van adquiriendo en cada una de las
secciones del sistema de potencia. Ese conocimiento queda sedimentado, institucionalizado y
puede ser transmitido a las siguientes generaciones, lo que permitió que la organización
funcionara luego de que Vergnano saliera de la Empresa en abril de 1909 y luego de que muriera
Constantino Cifuentes, en diciembre de 1910. Hubo una parte, relativamente pequeña, de este
conocimiento institucionalizado que quedó escrita, la mayor parte se siguió transmitiendo por
tradición oral y por la vía de la imitación.

Período de crisis 1910- 1927


Al salir Vergnano de la Empresa, en 1909, fue reemplazado por otro extranjero (el alemán
Augusto Wobcken) cuyo papel fue ya mucho más modesto que el jugado por Vergnano, ya que,
básicamente, se encargó de conservar el conocimiento institucionalizado y de realizar algunas
pequeñas adiciones y modificaciones. En este período se presentó una progresiva especialización
y se tuvo una cada vez mayor asimilación de empleados con cada vez mayor nivel académico.
Gente egresada de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional en Bogotá, o del Instituto
Técnico Central, o provenientes del extranjero, que aunque no estuvieran en los más altos cargos
directivos de la Empresa, sí contribuyeron con un conocimiento de mayor nivel teórico. La
nómina en 1913 era del orden de 30 empleados - y no había un alto grado de especialización;
para 1921, se tiene ya una nómina de 140 empleados en total y se puede observar que la
especialización de funciones ha avanzado bastante. El personal directivo incluye un Ingeniero
(Jean Studer cuyo paso por la Empresa fue fugaz), un Superintendente, un Jefe de Instaladores,
un Jefe de Cuadrilla, el Jefe de la Planta de El Charquito, el administrador del hotel cercano a la
planta generadora.
El período se caracteriza como de crisis por diversas razones. Wobcken se retiró en 1919 y no se
nombró un Director Técnico permanente que lo reemplazara. A la ausencia de un líder técnico
como Vergnano se sumó la muerte en 1910 de Cifuentes y en 1925 y 1926 de Tomás y José
María Samper Brush, dos de los hermanos más activos en la Empresa, quedando, de los seis
hermanos que habían trabajado en la empresa, sólo Joaquín con vida. Además, en páginas
anteriores ya se había comentado el anuncio que hizo la Compañía Nacional de Electricidad
(CNE) en 1920, acerca de la constitución de la competencia a la CEEB, aprovechando una
rebelión ciudadana en contra de la Empresa y de los Samper - por el alza de tarifas, que los

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Samper habían considerado indispensables para poder seguir haciendo ampliaciones de la


capacidad instalada - competencia que terminó en la fusión de las dos empresas. Adicionalmente,
en 1924, la CEEB tuvo que afrontar una huelga de dimensiones considerables, una de las
primeras que se presentaba en el país. Para completar el panorama, se presentaron
complicaciones para el financiamiento de nuevos proyectos, debido a las cuales entre 1913 y
1923 no hubo nuevas ampliaciones y no creció casi la capacidad instalada. La crisis alcanzó a
desestabilizar un poco a la Empresa, que en el período siguiente requirió de una re-
estructuración vigorosa.

Período de cambio institucional 1927- 1959


Luego de presentarse la fusión de la CEEB y la CNE, para conformar las EUEE, en 1927, la
nueva Empresa (EUEE) tiene un nuevo impulso. El nuevo gerente Alvaro Uribe promueve una
profunda reestructuración, la cual se realiza en varios ciclos hasta 1932. Luego de terminado el
proceso de fusión en 1927 la dirección técnica y administrativa de las EUEE se basó en la
institucionalización lograda por la CEEB anteriormente, como se deduce del hecho de que
personajes como Jaime Samper Ortega y como Darío Valencia Samper, representantes de la
tradición de los fundadores, siguieran teniendo papeles muy protagónicos. El proceso de
municipalización de la empresa comenzó muy temprano en este período y, como ya se anotó, fue
excesivamente lento. En una fecha tan tardía como es el 30 de diciembre de 1944, el ingeniero
jefe de EUEE, Jaime Samper Ortega, en calidad de Gerente encargado, al realizar el balance de
actividades, insistía en la urgencia de la municipalización de la Compañía (que sólo se concretó
en 1959).
En este período se vinculan varios ingenieros colombianos que comienzan a hacerse cargo de
toda la parte técnica de la empresa. Está en primer lugar Jaime Samper Ortega, hijo de Tomás
Samper Brush quien estudió Ingeniería Eléctrica en California. En 1928 figura ya en la nómina
como ingeniero, luego se involucra a comienzos de los 30s, como Jefe de Planta, en la discusión
sobre el tipo de ensanches a la capacidad de generación y sus diferentes alternativas; en 1931 es
Jefe del Departamento de Distribución y en 1942 es Ingeniero Jefe29. Más tarde culminaría su
carrera siendo Gerente de la firma entre 1945 y 1951. En segundo lugar figura Darío Valencia
Samper, hijo de Dolores Samper Brush, quien en 1929 ya aparece como ingeniero de la
Empresa30; se especializó en Suiza por cuenta de la Empresa de Energía31 y en 1931 reemplaza a
Jaime Samper como Ingeniero Jefe del Departamento de Plantas, luego llegaría a ser Director
Técnico. Es notable como aún se apelaba a la especialización dentro de la familia de los
fundadores y aún parciales dueños. El vínculo entre la administración y la propiedad no se había
roto del todo.
La Empresa comenzó a pensar en capacitar a su gente en el exterior como comentaba su Gerente:
“En junio de 1934 Eduardo Cuéllar comentaba que la Empresa promovía la formación de
ingenieros electricistas para que en el futuro asumieran la dirección técnica… así se completaba
la política que con resultados ampliamente satisfactorios, había iniciado la Compañía de
Energía Eléctrica con miras a formar un personal netamente nacional que dirigiera la sección

29
Rodríguez, 1999, Tomo II, p. 95.
30
Rodríguez, 1999, Tomo II, p. 65.
31
Rodríguez, 1999, Tomo III, p. 94.

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técnica de la Empresa…Una de las primeras becas se otorgó el 20 diciembre de 1934 a Miguel


Antonio Posada para estudiar en la Universidad de California, y en enero de 1936 se otorgaron
dos becas en Suiza a Álvaro y Ernesto Umaña Ramos, estudiantes de ingeniería y trabajadores de
la Empresa”32. En este punto los que van a especializarse - y seguramente a asumir en el futuro la
administración técnica - ya no son parte de la familia fundadora y accionista.
Vale la pena, en este punto recalcar en la relativa independencia de los procesos de formación
tecnológica del personal al interior de la Empresa, con respecto a los procesos puramente
educativos en tecnología e ingeniería que se desarrollaban en Bogotá, por la misma época. En
Bogotá existían dos instituciones educativas de nivel superior en el área de tecnología e
ingeniería: la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Bogotá (FIUNB) y el Instituto
Técnico Central (ITC). La FIUNB había sido fundada en 1861 y luego de la Guerra de los Mil
Días, que había terminado en 1902, había logrado la consolidación de la facultad y de la
profesión de ingeniero en el país. El ITC había nacido en 1905 con el nombre de Escuela Central
de Artes y Oficios y había realizado tales avances desde su fundación que, en 1916, el gobierno le
dio la facultad de otorgar títulos de Ingeniero en Electricidad y Artes Mecánicas.
La comparación de la enseñanza de la electricidad en la FIUNB y en el ITC muestra el énfasis
dado en la primera al tratamiento matemático de los Campos Electromagnéticos y las ecuaciones
de fuerza, mientras que en el ITC el enfoque iba dirigido a poder construir una máquina, poder
realizar una instalación de forma experta y precisa, conocer los materiales y procesos de
fabricación involucrados en los diferentes artefactos. La utilización de expresiones técnicas (los
nombres de los aparatos usados entre los técnicos del gremio) en el lenguaje usado por los
profesores del ITC era inconcebible en el profesor de Electricidad Industrial de la Universidad
que no estaba interesado en el conocimiento “de catálogo”. Sin embargo, ni los ingenieros
egresados de la FIUNB, ni los egresados del ITC tuvieron una participación destacada en la
dirección técnica o administrativa de la Empresa. Simplemente unos pocos egresados se
vincularon a la Empresa para aumentar el nivel teórico y especializado del conocimiento
adquirido.
De forma simultánea con la organización cada vez más compleja del conjunto de artefactos que
conforman el Sistema de Potencia, se fue presentando una gradual evolución en el conocimiento
que debía manejar la Empresa, por lo que ésta empezó a incorporar un número cada vez creciente
de personas con un nivel teórico cada vez mayor y con niveles de especialización que o bien se
traían por su paso por una institución tecnológica especializada o se obtenían en el transcurso de
la práctica dentro de la Empresa. Ese proceso fue tal que a mediados del siglo XX la Empresa ya
podía suplir con personal nacional todos los tipos y niveles necesarios de conocimiento técnico y
tecnológico y estaba lista para hacer parte de la complejificación posterior que significaría la
futura interconexión, ya que a nivel nacional se estaba dando un proceso mediante el cual se
estaba unificando y centralizando el manejo de la energía eléctrica. Muestra de ese proceso fue la
ley 80 de 1946, la cual creó Electroaguas, adscrita al Ministerio de Fomento, con lo cual el
proceso de unificación y centralización de la electricidad comenzaba a volverse institucional.
En el transcurso de este artículo se resumió de forma muy sucinta el proceso de creación y
desarrollo de una institución primordial en la vida de la ciudad de Bogotá: aquella que le ha
permitido durante más de un siglo, que le permite hoy y que, previsiblemente, le seguirá

32
Rodríguez, 1999, Tomo II, p. 60.

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permitiendo en el futuro, tener energía eléctrica como un ingrediente indispensable de su vida


colectiva. Se pudo ver, entonces, cómo este proceso de construcción colectiva del conocimiento
tecnológico y de formación de personal técnico y tecnológico para la Empresa, ha acompañado
siempre el desarrollo de la institución. La historia del sistema de potencia eléctrica y la de la
Empresa siguen en permanente transformación después de más de cien años de funcionamiento,
pero siempre tomando como base la institucionalización inicial que definió el sello y el carácter
particulares que tendría en ese momento y que se seguiría transformando de acuerdo con los
requerimientos de cada nueva etapa.

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