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Procedimiento Ordinario 162/2010

N.I.G. 33044 45 3 2010 0001217

AL JUZGADO DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO Nº 2 DE


OVIEDO

FLORENTINA GONZALEZ RUBIN, Procuradora de los


Tribunales, en nombre y representación del Grupo Municipal del
Ayuntamiento de Oviedo denominado “ASAMBLEA DE
CIUDADANOS POR LA IZQUIERDA”, cuyos demás datos ya constan
acreditados en el Procedimiento de referencia, ante el Juzgado, como
mejor proceda en Derecho,

DICE.-

Que le ha sido notificada Providencia del Juzgado de 3 de


septiembre de 2009, por la que se concede a esta parte el plazo de
veinte días para formular DEMANDA, lo que se hace por medio del
presente escrito, todo ello con fundamento en los siguientes:

HECHOS

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1º.- Tras la pertinente tramitación, por Acuerdo del Ayuntamiento
Pleno, en sesión ordinaria que tuvo lugar el 1 de octubre de 1991, se
resolvió expropiar la parcela que el Plan General definía, entonces,
como “Actuación Aislada-Avenida de Galicia (AA3)”, que es la
conocida popularmente como “Villa María Magdalena” y que resultaba
ser propiedad de la mercantil “Proina Sociedad Anónima”, resultando
ser arrendataria con opción de compra otra mercantil llamada
“Asturiana de Comunidades Sociedad Anónima”, según constaba así
en el Registro de la Propiedad (F. 15).

2º.- En aquel expediente expropiatorio, tuvieron la intervención


apropiada las dos mercantiles titulares de derechos afectados,
anteriormente citadas, según vemos ahora y dejando de lado otras
cuestiones sin interés en este litigio, comprobamos en la escritura de
compraventa en ejercicio de la opción de compra por parte de
“Asturiana de Comunidades S.A.”, que aparece a los folios 82 y
anteriores, que el precio de aquélla ascendió a la cantidad de
446.250.000 ptas.

3º.- Por Acuerdo Plenario de 23 de julio de 1997 se estimaron


las alegaciones presentadas por D. Miguel Ménendez del Fueyo, en
nombre de “Asturiana de Comunidades S.A.” y por D. Javier Figaredo
Alvargonzález, en nombre de “Proina S.A.”, rectificando parcialmente
la relación de bienes y derechos en cuanto a linderos y extensión de la
parcela a expropiar, manteniéndose en cuanto al resto y continuando
con el expediente expropiatorio. (F. 89).

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4º.- Efectuada la pertinente valoración del bien por el Arquitecto
Municipal, Sr. Fernández Cuevas, que ascendía a 444.425.536 ptas.,
el suelo y 48.644.080 ptas., el edificio, elemento y plantaciones, por la
Comisión de Gobierno del Ayuntamiento expropiante, celebrada el 5
de agosto de 1997, se acordó solicitar al Consejo de Gobierno del
Principado de Asturias la declaración de urgente ocupación. (F. 101),
lo que así fue acordado por tal órgano, en su reunión de 28 de agosto
de 1997. (F. 118).

5º.- Por Resolución de Alcaldía nº 127/97, de 25 de septiembre


de 1997, se aprobó el depósito previo a la ocupación, por un importe
que ascendía a 98.803.940 ptas, según los cálculos del referido
Arquitecto Municipal, (F. 160), lo que se notificó a la propiedad,
procediéndose a la ocupación de la finca el 24 de octubre de 1997,
levantándose la correspondiente Acta. (F. 176).

6º.- Seguidos los trámites correspondientes, por Decreto del


Concejal Delegado de Economía, de 3 de agosto de 1998, se ordenó
el pago de 418.919.156 ptas, a favor de “Asturiana de Comunidades,
S.A.”, en concepto de cantidad restante de abono correspondiente a la
Expropiación de la finca “Villa Magdalena” (F. 338).

7º.- Existiendo disconformidad con el justiprecio señalado por el


Ayuntamiento, la expropiada acudió al Jurado Provincial de
Expropiación, que en su acuerdo nº 764/98, adoptado en la sesión que
tuvo lugar el 10 de septiembre de 1998, hacía suya la valoración de
aquélla, con excepción de los valores en venta considerados para las

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viviendas y los locales comerciales supuestamente edificables en la
finca, lo que hacía un total de 1.867.162.068 ptas., más el premio de
afección (5%), e intereses correspondientes. Hacemos notar que tal
dato lo obtenemos del informe obrante al F. 354, pues en la copia del
acuerdo del Jurado que se integra en el expediente falta el reverso del
mismo, apareciendo de forma íntegra posteriormente, a los folios 542
y 543.

8º.- El Ayuntamiento consideró que la valoración del Jurado no


se ajustaba a Derecho, por lo que, previo Dictamen de la Comisión
Informativa de Planeamiento y Gestión Urbanística, la Comisión de
Gobierno, en sesión de 27 de noviembre de 1998, acordó la
interposición de recurso contencioso-administrativo ante la Sala de lo
Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de
Asturias, procediendo, se decía a “la consignación del justiprecio y de
los intereses que procedan…”. (F. 357).

Destacamos que en el debate de aquella Comisión Informativa,


el Sr. Palicio ya advertía de que:

“El importe del justiprecio más el premio de afección


puede elevar la cantidad final a casi 2.000 millones de
pesetas. I.U. considera que hay pocas esperanzas de que el
recurso prospere y, si ello es así, Villa María Magdalena se
habría convertido en un pozo sin fondo.” (F. 355).

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9º.- Dejaremos al margen otras circunstancias paralelas del
expediente, por no complicarlo más, como es la demanda en
reclamación de filiación extramatrimonial interpuesta por Dª. María del
Rosario Blanco García.

10º.- Aún a pesar de lo acordado en segundo lugar por la


Comisión de Gobierno de 27 de noviembre de 1998, antes
mencionado, en lo relativo a la consignación del justiprecio e intereses,
al F. 381 aparece un informe del Jefe del Servicio de Gestión
Económica del Ayuntamiento, en el que se advertía de que “en el
momento actual no existe crédito para el gasto propuesto, por lo
cual deberá tenerse en cuenta, en la medida de lo posible, en un
próximo expediente de créditos extraordinarios”, quedando a la
espera de las instrucciones del Concejal Delegado de Economía
(F. 382), instrucciones que, como luego hemos visto, nunca se dieron,
con las gravísimas consecuencias derivadas.

11º.- El expediente da un salto, en su segundo tomo


(denominado “3 tomos, 3º ampliación”), que nos lleva hasta el Auto de
22 de diciembre de 2005, de la Sala de lo Contencioso-Administrativo
del Tribunal Supremo, por la que se declaró la inadmisión del recurso
de casación interpuesto por la representación procesal de “Alquileres
de Oviedo S.A”, en la actualidad “Comamsa, S.A.” contra la Sentencia
de 25 de junio de 2004, de la Sala de lo Contencioso-Administrativo,
Sección Primera, del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, dictada
en el recurso 2894/98, al que se había acumulado el recurso nº
2977/98, resolución relativa al justiprecio de la finca expropiada, que

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se declaraba firme y admitiendo a trámite el recurso de casación
interpuesto contra la misma sentencia por la representación procesal
del Ayuntamiento de Oviedo; y para la sustanciación del recurso,
ordenando la remisión de las actuaciones a la Sección Sexta de esa
Sala.

Vemos que la sentencia impugnada en casación había


desestimado los recursos interpuesto por el Ayuntamiento y por
“Asturiana de Comunidades S.A.” –sustituida procesalmente por
“Alquileres de Oviedo, S.A., actualmente “Comamsa, S.A.”, contra el
Acuerdo del Jurado Provincial de Expropiación Forzosa que antes se
ha referido, por el que se fijaba un justiprecio de 1.867.162.068 pts.

Aparece esta sentencia a los ff. 541 y anteriores del expediente


administrativo.

12º.- Vamos hasta el F. 646, en el que aparece el escrito de


fecha 7 de marzo de 2007 presentado por D. Miguel Ángel Menéndez
Pascual, que en nombre y representación de la mercantil “Comamsa
S.A”, solicitaba la retasación de la finca expropiada, en virtud de lo
previsto en el artículo 58 de la Ley de Expropiación Forzosa,
formulando su hoja de aprecio que ascendía a la cantidad de
62.899.486,00 euros, exponiendo allí las circunstancias mercantiles
acaecidas que justificaban la legitimación actual de esta empresa en el
expediente y todo ello en virtud, se argumentaba, de que nunca se
había consignado, ni pagado, el justiprecio fijado por el Jurado
Provincial de Expropiación.

6
Acompañaba un informe pericial suscrito por los Arquitectos
Sres. Abella Arratibel, documento que fue posteriormente presentado
con el correspondiente visado Colegial (f. 745).

13º.- Recabado informe al respecto, por la Jefe del Servicio del


Área Económica, el 13 de abril de 2007, se hacía constar que, efectiva
y fatalmente, no se había procedido a la consignación del
justiprecio (F. 777), razón por la que, previo informe de la Adjunta a
Jefe de Servicio de Urbanismo, Srª. Fuertes Suárez, se dio
continuación al expediente de retasación, solicitando a los Servicios
Técnicos de la Sección de Planeamiento y Gestión Urbanística, el
análisis de la valoración efectuada por “Comamsa S.A.” (F. 778).

14º.- Entretanto, “Comamsa S.A.” ya había interpuesto recurso


contencioso-administrativo, que se seguía ante el Juzgado nº 3 de
esta jurisdicción, con el nº 332/07 (F. 786).

15º.- Por Sentencia del Tribunal Supremo, Sala de lo


Contencioso-Administrativo, Sección Sexta, de 29 de noviembre de
2007, se desestimó el recurso de casación interpuesto por el
Ayuntamiento de Oviedo frente a la Sentencia de la Sala de este
orden, del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, de 25 de junio de
2004, antes citada, relativa a la fijación del justiprecio por el Jurado
Provincial de Expropiación (Folios 807 a 816).

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16º.- Seguimos avanzando en el expediente, obviando extremos
que carecen de relevancia en este caso, para llegar al folio 851, en el
que aparece el certificado del Acuerdo de la Junta de Gobierno,
adoptado en la sesión de 11 de marzo de 2008, por el que se
desestimó, por falta de legitimación, la solicitud de retasación de la
finca denominada “Villa María Magdalena”, formulada por “Comamsa
S.A.”, en base al dictamen del Letrado D. Ignacio Álvarez-Buylla
Fernández, que es el que aparece al expediente a los folios 835 y ss.

Curiosa postura ésta la esgrimida por el Ayuntamiento,


negándole legitimación a esta empresa a la que, paralelamente, se le
estaban abonando las cantidades correspondientes al abono parcial
de justiprecio y premio de afección (vid. informe que obra al folio 888),
lo que así fue aprobado por Resolución de Alcaldía nº 6.256, de 1 de
abril de 2008, por más que con ello se pretendiese frenar el
imperdonable chorreo de intereses, según se argumentaba.

17º.- Por si los gastos ocasionados no eran ya suficientes y


como si no hubiera funcionarios competentes en el propio
Ayuntamiento, se solicitaban informes externos para analizar ahora,
desde el punto de vista fiscal, los pagos relativos a esta expropiación,
descubriendo que los que se habían realizado en concepto de IVA,
eran incorrectos y, lo que es peor, al haber transcurrido más de cuatro
años, no era posible ya su reclamación a la Agencia Tributaria, como
ingresos indebidos, por virtud de la prescripción del derecho a
reclamar su devolución. Suma y sigue, si se nos permite la expresión.
(FF. 915 y precedentes).

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18º- La sentencia 239/2009, de 31 de julio de 2009, del Juzgado
de lo Contencioso-Administrativo nº 3 de Oviedo, estimó el recurso
interpuesto por “Comamsa S.A.” contra el Acuerdo de la Junta de
Gobierno Local del Ayuntamiento de Oviedo de 11 de marzo de 2008,
por la que se declaró la falta de legitimación de esta empresa para
solicitar la retasación de la finca expropiada, declarando el derecho de
ésta a seguir los trámites previstos en el Capítulo III del Título II de la
LEF, debiendo formular hoja de aprecio en el término legal y, en caso
de discrepancia en las valoraciones, pasar el expediente al Jurado de
Expropiación para que determine el justiprecio de los bienes
expropiados. (FF. 919 a 932).

19º.- Disconforme con tal sentencia, el Ayuntamiento decidió


interponer recurso de apelación, lo que así acordó el Primer Teniente
de Alcalde, por Decreto de 15 de septiembre de 2009 (F. 946).

20º.- En escrito de 5 de octubre de 2009 se interesó por la


representación procesal de la mercantil recurrente, la ejecución
provisional de la sentencia, que fue rechazada por Auto del Juzgado,
de fecha 4 de diciembre de 2009 (F. 945).

21º.- Parece ser que las dos partes estaban negociando, algo de
lo que hemos tenido conocimiento con posterioridad, pues hay un Auto
de 11 de febrero de 2010, de la Sala de lo Contencioso-Administrativo
del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, recaído en el recurso de
apelación que se seguía frente a la sentencia del Juzgado nº 3, antes
mencionada, por el que se acordó la suspensión del procedimiento por

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40 días, solicitada conjuntamente por ambas partes (F. 947) cuando
este recurso estaba únicamente pendiente de votación y fallo, para
lo que ya se había señalado fecha.

No aparece en el expediente ningún informe jurídico sobre esta


circunstancia.

22º.- En escrito fechado el 19 de febrero de 2010, pero que,


curiosamente, carece de sello registro de entrada del Ayuntamiento, D.
Miguel Ángel Menéndez del Fueyo, autorizaba a D. Pablo Álvarez de
Linera Granda, a D. Ángel Fernández Esteban y a D. Martín Pastrana
Baños, como miembros del bufete “Garrigues” de Oviedo, a actuar en
nombre y representación de “Comamsa S.A.” al objeto de negociar
con los representantes designados por el Ayuntamiento de Oviedo,
una solución pactada que ponga fin por mutuo acuerdo al proceso que
sobre la expropiación de “Villa María Magadalena” se seguía ante la
Sala del TSJ de Asturias.

Es más que llamativo que el segundo de los representantes


autorizados, Sr. Fernández Esteban, resulte ser el autor del informe
recabado por el propio Ayuntamiento sobre la fiscalidad de esta
expropiación al que anteriormente, en el punto 17 se ha hecho
referencia, lo que, a primera vista, se nos antoja, al menos, como
incompatible.

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23º.- Por su parte, el Ayuntamiento, por Acuerdo de la Junta de
Gobierno Local de 18 de febrero de 2010, decidió crear una “Comisión
Técnica” a tal efecto, integrada por el Interventor General, el
Responsable de Ingeniería y Obras del Área de Urbanismo y el Jefe
del Servicio de este área (F. 950).

24º.- Siguió el Ayuntamiento encargando informes externos, con


el coste añadido que ello ha de suponer, y así llegamos hasta la
valoración efectuada por la Arquitecta Municipal, Jefe de la Sección
Técnica de Planeamiento y Gestión, quien, según sus cálculos,
consideraba un justiprecio de 29.533.107,06 euros, incluido el 5% del
premio de afección (F. 1025).

En este informe resulta muy llamativo que, por dos veces, se


reconozca que se procedía a la retasación “siguiendo las
instrucciones recibidas en cuanto a determinar el valor del suelo…”.

25º.- Aquella “Comisión Técnica”, creada unas pocas semanas


antes, suscribió una “Propuesta de Convenio” (folios 1046 y
precedentes) en la que, ya sorprende nada más comenzar, se
reconocía expresamente por el Ayuntamiento que “Actualmente, tras
sucesivas fusiones societarias, la condición de expropiada le
corresponde a la entidad COMAMSA, CIF A-33092149”, lo que resulta
ciertamente contradictorio con su propio recurso de apelación
interpuesto, suspendido de común acuerdo a esta fecha y, lo que es
peor, pendiente de una sentencia que nunca se dictó.

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Se argumenta allí que, efectivamente reconocido por el
Ayuntamiento el derecho a la retasación solicitado por “Comamsa
S.A.”, el artículo 24 LEF recoge la posibilidad de las partes de llegar a
un acuerdo para fijar la valoración del justiprecio y de hacer este pago
en especie.

Se dice también que el Ayuntamiento considera de interés


público la creación de un gran aparcamiento en el centro de la ciudad,
por lo que se acordaba finalizar así el procedimiento expropiatorio,
presentando el Consistorio su desistimiento en el recurso de apelación
pendiente.

Se establece un valor de retasación, incluido el premio de


afección, que ascendía a 29.533.462,41 euros, del que se deducía lo
ya abonado hasta la fecha, con los intereses, de lo que resultaba una
cantidad de 20.892.968,88 euros a lo que se añadía una denominada
“prima de convenio” a favor de “Comamsa S.A.” que ascendía a la
nada desdeñable cantidad de 1.633.796,62 euros.

Además se establecía un interés del 4,67%, por el aplazamiento


de cinco años, que sería del 4% para el primer año, lo que hacía un
total de 27.635.835,92 euros.

Y para el pago de tal cantidad se entregarían, previa


desafección, lo siguientes bienes:

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A) La propiedad del subsuelo situado bajo la Plaza de la
Escandalera y parte de la calle Marqués de Santa Cruz, para la
construcción de un aparcamiento de tres plantas de sótano. La
tercera, o más profunda, con una superficie aprox. de 5.548,4 m2; la
segunda, o intermedia, con una superficie aprox. de 6.863,5 m2; y la
primera, con una superficie aprox. de 5.195,12 m2, todo ello según los
planos que aparecen a los folios 1.033 a 1.035 del expediente, cuya
simple vista da una clara idea de la magnitud de esta insostenible e
ilegal operación. Se valoraba en 8.704.402,88 €.

Debía “Comamsa S.A.” construir allí un aparcamiento por valor


de 9.000.000 euros.

B) La propiedad del subsuelo del Paseo de los Álamos y de parte


de la calle Uría y la Plaza de la Escandalera, para la construcción de
un aparcamiento con las siguientes características: tres plantas de
sótano, las dos más profundas con una superficie de 6.485,73 m2, bajo
el Paseo de los Álamos y la calle Uría, desde su intersección con la
calle Conde de Toreno y hasta el aparcamiento definido en el apartado
anterior, incluyendo un pequeño rectángulo adicional bajo la zona
Norte de la Plaza de la Escandalera hasta su intersección con la calle
Pelayo; y la primera con una superficie aprox. de 4.960,65 m2
ocupando un espacio similar al de las anteriores, a excepción de la
superficie correspondiente a un vial público soterrado que servirá
también como acceso a este aparcamiento, todo ello según los planos
ya referidos. Se valoraba en 6.241.455,51 €.

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C) La propiedad del subsuelo de la calle Conde de Toreno y
parte de la Plaza del General Ordóñez apto y necesario para la
construcción de un aparcamiento de dos plantas de sótano, la más
profunda con una superficie de 5.541,89 m2, bajo la calle Conde de
Toreno, en toda su longitud, y bajo parte de la plaza del General
Ordóñez; y la primera o menos profunda, con una superficie aprox. de
4.770,58 m2, ocupando un espacio similar al de la otra planta, lo que
se valoraba en 3.607.277,58 €.

Por el valor restante, esto es, 9.082.699,95 €, “Comamsa S.A.”


aceptaba el pago mediante la entrega de la parcela de titularidad
municipal situada entre las calles Dr. Francisco Grande Covián,
General Sabino Fernández Campo y Fernández Ladreda de Oviedo,
actualmente destinadas a aparcamiento en superficie y siempre que
se le dote de una edificabilidad de 22.975 m2, para uso residencia libre
y compatible con el mismo, exceptuando el comercial, por estar
situado, queremos entender, frente al “Centro Comercial Los Prados”.

Sin embargo, se pactaba que el pago fuese posible sobre otro


inmueble distinto del referido, disponiéndose otras circunstancias y
plazos a tal efecto.

Se comprometía el Ayuntamiento, también, a la tramitación con


la máxima celeridad de los expedientes precisos para la desafectación
de los bienes referidos, enajenándose libres de cargas y gravámenes
distintos de los derivados de este convenio, sin perjuicio del eventual
mantenimiento de la actual concesión vigente en el aparcamiento de la

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Plaza de la Escandalera una vez que con la desafectación se haya
transformado en una relación jurídico-privada, en la que “Comamsa
S.A.” asumiría la posición que venía ostentando el propio
Ayuntamiento.

El plazo máximo de cumplimiento del pago en especie


contemplado en el presente convenio se fijaba en dos años desde su
firma por las partes, pudiendo acordarse aplazamientos de mutuo
acuerdo.

También se establecían diversas condiciones resolutorias y otras


obligaciones para el Ayuntamiento derivadas del soterramiento del
tráfico y urbanización de la superficie de los espacios públicos
situados sobre los aparcamientos.

Destacamos la expresada en la estipulación Quinta, según la


cual, “Si en el plazo de cuarenta años desde la firma del presente
convenio el Ayuntamiento o personas jurídicas o entidades
participadas o relacionadas con el mismo, construyesen, otorgasen
una concesión, promoviesen o realizasen cualquier operación que
desemboque en la ejecución de un aparcamiento en terrenos de
titularidad municipal o de cualesquiera entidades dependientes o
participadas por la Corporación municipal, o bien se enajenase a
terceros por el Ayuntamiento o las entidades participadas por el
mismo, terreno susceptible de ser utilizado con dicha finalidad, o se
otorgasen por le Ayuntamiento licencias para la construcción de un
aparcamiento público, en un radio de ciento ochenta y cinco metros

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desde cualquiera de los aparcamientos o terrenos cedidos para
construir aparcamientos en virtud del presente convenio, se estimará
que el mismo ha sido incumplido en lo que respecta al aparcamiento o
parcela afectado por la proximidad…”.

26º.- El Ingeniero Municipal emitió un informe fechado el 15 de


abril de 2010, con el fin de justificar los valores y criterios que se
habían adoptado en el proceso negociador, según se explica allí.

Lo propio hizo el Jefe del Servicio de Urbanismo, en fecha


coincidente, en el que se comenzaba por reconocer, como se ha dicho
ya, que se trata de un convenio amistoso de fijación del justiprecio
amparado en el artículo 24 LEF y que resulta jurídicamente viable al
haberse reabierto, se dice, vía de retasación, el expediente de fijación
del justiprecio. Claro que tal afirmación choca frontalmente con la
existencia de un recurso de apelación interpuesto por el propio
Ayuntamiento y que estaba, a esa fecha, pendiente de sentencia.

Se parte en este informe de la valoración de la finca expropiada


efectuada por la Arquitecta Municipal, lo que así consta en el
expediente. Se cuantifican los intereses desde la solicitud de la
retasación hasta la actualidad. Se justifica la “prima de convenio” que
se dice admisible por lo establecido en el art. 24 LEF y por el margen
de flexibilidad que reconoce la jurisprudencia a este tipo de acuerdos.
Se llega allí a citar, como caso equiparable, lo dispuesto por el artículo
126.4 del Reglamento de Bienes de las Entidades Locales, que poco

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que ver con el caso que nos ocupa. Y tras citar otros variopintos
apoyos reconoce lo siguiente:

“Para dotar el acuerdo de una mayor transparencia se


ha evitado incluir esa cantidad en la valoración del objeto de
la expropiación optando por independizar formalmente esa
“prima” y cuantificarla”.

Sorprendente reconocimiento que dice bien poco, entonces, de


la valoración que se ha efectuado, pues parece que allí se podría
incluir cualquier concepto. ¿Quién nos asegura ahora que no se ha
hecho así efectivamente?. ¿Por qué razón se ha de pensar que la
valoración efectuada por una empresa contratada por la expropiada es
correcta?.

Sigue este informe citando la normativa de aplicación a los


“Patrimonios Municipales del Suelo” (en adelante PMS), refiriendo el
artículo 30 de la Ley del Suelo, para sentar la posibilidad del pago en
especie y la natural consecuencia de que a tal pago puedan aplicarse
parcelas patrimoniales de titularidad municipal. Claro que se olvida
que tal precepto, ni el Texto normativo en que se encuentra, son de
aplicación a este caso, por razón temporal, pues según su Disposición
Transitoria Tercera, “Las reglas de valoración contenidas en esta Ley
serán aplicables en todos los expedientes incluidos en su ámbito
material de aplicación que se inicien a partir de la entrada en vigor de
la Ley 8/2007, de 28 de mayo, de Suelo”, entrada en vigor que tuvo
lugar el 1 de julio de 2007, habiéndose iniciado el expediente, según la

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propia Arquitecta Municipal en marzo de 2007, por lo que resultaba de
aplicación la hoy derogada Ley 6/1998, de 13 de abril, sobre Régimen
del Suelo y Valoraciones, que es la norma efectivamente aplicable al
caso.

Se añade que los bienes que el Ayuntamiento se compromete a


entregar, una vez desafectados, estarían sometidos a la normativa
sobre PMS y considera que en el presente supuesto, la posibilidad
conecta directamente con la previsión contenida en el art. 217 c)
TROTU, recordando que la finca expropiada es un “Sistema General
de zona verde y equipamiento”, razonamiento de lo más confuso y en
el que radica gran parte del meollo de la cuestión y más, a la vista de
lo dicho luego, cuando afirma:

“La salida de los bienes que se entregan como pago


en especie del patrimonio local presenta, además, una gran
similitud, desde el punto de vista material, con la
enajenación por permuta (término que maneja con
asiduidad la jurisprudencia del Tribunal Supremo al referirse
al pago en especie), prevista expresamente en el art. 218.1
d) TROTU, según el cual deberían destinarse a los fines del
PMS los bienes que la Administración recibe, pero no los
que entrega a cambio de la permuta”.

Es decir, se parte de una premisa, para llegar a una conclusión


que nada tiene que ver con el punto de partida, transformando la
naturaleza jurídica de la actuación llevada realmente a cabo, que no

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es otra cosa que la conclusión de un expediente de retasación de un
bien expropiado, por mutuo acuerdo, o al menos eso se decía al inicio,
mientras que, ahora, lo que se pretende decir es que, en cambio, se
trata de una permuta de bienes, destinándose los recibidos por el
Ayuntamiento (Villa María Magdalena) a integrar el PMS, por tratarse
de un Sistema General de Zona Verde y Equipamiento, pero no así los
bienes permutados (el subsuelo del centro de la ciudad) que si bien, al
comenzar el razonamiento, se dice que han de integrar el PMS, luego
al acabarlo, se niega tal condición y correspondiente destino, para
afirmar que el expropiado podrá destinarlos a lo que estime
conveniente.

Por lo que se refiere a la obra pública asociada a la construcción


de los aparcamientos subterráneos, se excluye del Convenio para
cumplir así con la normativa estatal y comunitaria sobre contratación
pública y garantizar la libre concurrencia, lo que, en caso contrario,
sería el colmo de las ilegalidades del convenio pactado. Pero no
supone ello, como se verá, que se cumpla con tal legislación, pues hay
otros aspectos que han de tenerse en cuenta.

En cuanto a la oportunidad de aprobar tal Convenio se deja en


manos de la Corporación, como es lógico, advirtiendo curiosamente de
la pendencia del recurso de apelación del que se dice ahora que
“aunque sólo sea por razones meramente estadísticas, las
posibilidades de que se estime el recurso son limitadas y que su
desestimación abocaría al Ayuntamiento a la formulación de su hoja
de aprecio y, si el expropiado no la acepta, como es previsible, a

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remitir el expediente al Jurado Autonómico de Expropiación”, llamativa
advertencia, a estas alturas y sin que se adivine en todo el expediente
ni un solo informe de la Abogacía Consistorial. ¿Para qué se recurrió
en apelación la sentencia del Juzgado nº 3? O, más aún, ¿Por qué
razón se consideró que “Comamsa S.A.” no estaba legitimada para
interesar la retasación?.

Se advierte luego de las escasas posibilidades de éxito en


posibles litigios sobre el justiprecio, con lo que se aconseja aceptar
este Convenio, para el pago en especie y evitar un posterior y
probable pago en metálico, pues, probablemente, el expropiado no
quisiera ya negociar.

27º.- También emitió su informe el Sr. Interventor Municipal,


integrante de la Comisión Técnica (FF. 1.153 y ss.) quien refiere la
necesidad de que exista una equivalencia de valores entre los bienes
expropiados y los que se pretendía entregar como pago en especie.
Habla, en este sentido, de la existencia de una valoración de la finca
“Villa María Magdalena”, realizada por la Arquitecta Municipal, pero,
como no puede ser de otro modo, según se desprende el expediente,
no hay una valoración igual, de la misma funcionaria, referida a los
bienes que serían objeto de entrega en pago sino, tan sólo, una
aceptación por parte del Ingeniero Municipal, de la valoración aportada
por la empresa.

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La cantidad total a abonar suponía un justiprecio total de
39.418.799,46 €, del que ya se había abonado previamente una parte
que ascendía a 11.782.963,54 €, por lo que restan 27.635.835,92 €.

Y, curiosamente, la suma de los bienes que se proponían en


pago del justiprecio era la siguiente: Plaza de la Escandalera
8.704.402,88 €; Paseo de los Álamos, 6.241.455,51 €; Calle Conde
Toreno, 3.607.277,58 €; Aprovechamiento en parcela en Los Prados,
9.082.699,95 €, lo que, arrojaba, exactamente, la misma cantidad de
27.635.835,92 €.

28º.- Por fin el Convenio fue aprobado por Acuerdo Plenario de


27 de abril de 2010, facultando al Sr. Alcalde para su firma, iniciando
los expedientes de desafectación, enajenación e inscripción registral y
notificándoselo a los interesados en el mismo (F. 1.173).

Y, en contra del premioso comportamiento de años atrás, con


inusitada urgencia, el mismo día del referido Pleno, se procedió a la
firma del tan nefasto Convenio que suponía, ya a su firma, la
presentación por parte del Ayuntamiento, de un escrito de
desistimiento en el recurso de apelación, lo que efectivamente se llevó
a cabo, privándonos de conocer la decisión judicial que al respecto se
habría de adoptar, constando al F. 1.225 copia del Auto de 18 de
mayo de 2010 de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJA,
por el que se tiene por desistido y apartado de la apelación al
Ayuntamiento de Oviedo.

21
29º.- Por Acuerdo de la Junta de Gobierno Local de 28 de abril
de 2010, se decidió remitir a la Fiscalía del Tribunal Superior de
Justicia de Asturias copia del Convenio y de los informes incorporados
al expediente “para que por ese órgano se adopten las decisiones que
en Derecho procedan” (F. 1.202)., documentación que, como es
lógico y cualquiera, incluso iletrado, podría anticipar, sería devuelta por
razón de no ser aquel órgano competente para fiscalizar la actividad
administrativa, sin perjuicio de las actuaciones que procediesen si se
presentase alguna denuncia al respecto. (F. 1.209).

30º.- Al folio 1.208 aparece la factura nº “EX1/2010” dirigida por


la mercantil expropiada, “Comamsa S.A.” al Ayuntamiento de Oviedo
por el concepto de importe del Convenio que ahora, en cambio del
criterio del asesor “bilateral”, permítasenos la expresión, parece ser
que sí debía de incluir el IVA, lo que suponía el correlativo incremento
del 16%, esto es, 4.421.733,75 €.

31º.- D. Adolfo Saro Herrero, en representación de “Izquierda


Unida de Asturias”, D. Enrique Fernández Menéndez, en
representación de “Los Verdes de Asturias” y Dª. María Virginia
Palacios Macías, en representación de Comisiones Obreras-Unión
Comarcal de Oviedo, interpusieron recurso de reposición frente al
Acuerdo Plenario de 27 de abril de 2010, por el que se aprobó el ya
famoso Convenio (FF. 1223 y precedentes), del que no tenemos
constancia de que haya resolución expresa.

22
32º.- Contra dicho Acuerdo del Pleno del Ayuntamiento de
Oviedo de 27 de abril de 2010, fue interpuesto Recurso Contencioso-
Administrativo, cuya demanda se formaliza a medio del presente.

A estos hechos son de aplicación los siguientes

FUNDAMENTOS DE DERECHO

-I-
COMPETENCIA

Tiene competencia el Juzgado al que tenemos el honor de


dirigirnos, de conformidad con lo dispuesto en el art. 8.1 de la Ley
Reguladora de la Jurisdicción Contencioso Administrativa.

-II-
LEGITIMACIÓN ACTIVA

La legitimación activa la tiene mi representado, de conformidad


con lo dispuesto en el art. 19 de la LJCA.

-III-
LEGITIMACIÓN PASIVA

Ostenta la legitimación pasiva el Ayuntamiento de Oviedo, por


ser el órgano del que emana el acto que se recurre.

23
-IV-
PROCEDIMIENTO

El presente procedimiento se sustanciará por los trámites del


procedimiento ordinario, previsto en el artículo 43 y ss. de la Ley de la
Jurisdicción Contencioso Administrativa.

-V-
ACTO IMPUGNADO

Está constituido por la Resolución del Ayuntamiento Pleno de


Oviedo de 27 de abril de 2010, que aprobó el Convenio para el pago
del justiprecio a la mercantil Comamsa S.A. y resto de consecuencias
de tal actuación.

-VI-
PRETENSIONES

Se ejercita la pretensión de anulación de la Resolución


administrativa impugnada, por ser contraria a Derecho.

-VII-
COSTAS

Deben ser impuestas a la Administración Pública demandada, de


conformidad con lo dispuesto en el artículo 139.1.2º de la Ley de la

24
Jurisdicción Contencioso Administrativa, por su temeridad y mala fe
evidentes.

La Sentencia del Tribunal Supremo de 23 de abril de 1995 (Ar.


3045), establece al respecto:

“La temeridad o mala fe de la Administración es


evidente cuando, frente a las pretensiones de la parte
actora, sostiene una contraprestación de oposición en
definitiva injusta sabiendo que lo es o pudiendo saberlo con
sólo indagar, con más diligencia, los fundamentos en que
intenta apoyar la misma. Tal actitud es abusiva, porque
en lugar de allanarse o satisfacer extraprocesalmente
las expectativas de la parte actora, adopta una actitud
en realidad indefendible; en estos casos, es poco o nada
edificante la terquedad administrativa, que, con innegable
mala fe y frente a una jurisprudencia constante, repetida y
abrumadora, sostiene criterios injustos, para obligar a
pleitos con la esperanza de que éstos dejen de interponerse
o se frustren por un desliz procesal”.

Los mencionados requisitos concurren en el presente, lo que se


deduce de la simple lectura del expediente.

25
-VIII-
FONDO

Primero.- SOBRE LA MOTIVACIÓN DEL CONVENIO Y LA


DESVIACIÓN DE PODER.

La lectura literal del Convenio aprobado y suscrito entre ambas


partes, así como los previos informes que le dan cobertura, nos
aclaran la realidad de los hechos de modo tajante.

Así, vemos que, la real motivación del Convenio es estricta y


exclusivamente de orden político y en evitación de responsabilidades
de este orden y/o incluso penales, pues se reconoce allí abiertamente
que:

“La obtención de un acuerdo responde a un evidente


interés público, tomando en consideración la onerosa carga
que representaría el abono en metálico del justiprecio”..”En
consecuencia, ante la importante carga financiera que
representaría el pago del justiprecio, con intereses
devengados desde la fecha de solicitud de la retasación, es
conveniente proceder al acuerdo amistoso con la
expropiada, otorgando un convenio que deje zanjada la
controversia de esta singular expropiación”.

26
Se deduce de ello, sin necesidad de complejos razonamientos,
que el Ayuntamiento se encuentra en un callejón sin salida: o firma el
convenio o, de seguir así, tendría que pagar un elevado justiprecio
derivado, no se olvide, de una retasación de la que alguien ha de ser
responsable. Y es aquí donde se incurre en DESVIACIÓN DE
PODER.

Recuérdese que al F. 381 aparece un informe del Jefe del


Servicio de Gestión Económica del Ayuntamiento, en el que se
advertía de que “en el momento actual no existe crédito para el gasto
propuesto, por lo cual deberá tenerse en cuenta, en la medida de lo
posible, en un próximo expediente de créditos extraordinarios”,
quedando a la espera de las instrucciones del Concejal Delegado
de Economía (F. 382), instrucciones que, como luego hemos visto,
nunca se dieron, con las gravísimas consecuencias derivadas y de las
que se ha ido advirtiendo, reiteradamente en los Plenos celebrados
cada año, con ocasión de las aprobaciones de Presupuestos (vid. los
documentos aportados en tal sentido por esta parte con nuestro
escrito de interposición y petición de medidas cautelares).

En cuanto a la prueba de los hechos en la desviación de poder,


es la necesaria constatación de que en la génesis del acto
administrativo se ha detectado la concurrencia de una causa ilícita,
reflejada en la disfunción manifiesta entre el fin objetivo que emana de
su naturaleza y de su integración en el ordenamiento jurídico y el fin
subjetivo instrumental propuesto por el órgano decisorio y que se
erigen como elementos determinantes para su estimación, en la forma

27
que viene declarando reiteradamente la jurisprudencia al insistir en
que el vicio de desviación de poder, consagrado a nivel constitucional
en el art. 106.1, precisa para ser apreciado que quien lo invoque
alegue los supuestos de hecho en que se funde, los pruebe
cumplidamente, no se funde en meras opiniones subjetivas ni
suspicacias interpretativas, ni tampoco se base en una oculta intención
que lo determine.

Pues bien, en el caso que nos ocupa es evidente esa disfunción


entre el fin objetivo de la norma y el fin subjetivo instrumental
perseguido por el órgano decisorio, el Pleno del Ayuntamiento de
Oviedo, constituyendo prueba bastante a tales efectos los propios
antecedentes que obran en el expediente, que ponen de manifiesto la
pasividad municipal en el pago o consignación del justiprecio en su
día, lo que nos ha llevado a esta trágica situación “callejón sin salida”
según el propio Consistorio viene a reconocer-, para lo que se utilizan
de forma manifiestamente ilegal, como luego se verá- las potestades
que el ordenamiento jurídico le otorga, para ocultar así sus propias
responsabilidades.

Segundo.- SOBRE EL DESISTIMIENTO DEL AYUNTAMIENTO


EN EL RECURSO DE APELACIÓN.

Comoquiera que en su día no se pagó ni consignó el justiprecio


señalado, nació el derecho la retasación del bien, conforme a lo
prevenido en el artículo 58 de la LEF, según pretendió el legal
representante de la empresa “Comamsa S.A.”, sobre cuya legitimación

28
nunca sabremos ya, pues el Ayuntamiento nos ha privado de conocer
la posible decisión judicial que pudiera adoptarse al respecto y ello sin
un mínimo informe de la Abogacía Consistorial que sí hubo para
recurrir en apelación la sentencia.

En este sentido recordamos que por Resolución de 14 de


septiembre de 2009 (F. 946), se resolvió interponer recurso de
apelación frente a la Sentencia del Juzgado nº 3, recaída en los autos
del Procedimiento Ordinario nº 332/07.

No consta que tal acto administrativo haya sido anulado,


revocado o eliminado de la vida jurídica por alguno de los sistemas
que establece la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen
Jurídico de las Administraciones Públicas y Procedimiento
Administrativo Común, en sus artículos 102 y ss.

Es de suponer que tal Resolución iría precedida del


correspondiente informe jurídico, que tampoco consta en el
expediente.

No se sabe el porqué de haber solicitado conjuntamente, ambas


partes, una suspensión del procedimiento por 40 días, pues no hay en
el expediente acuerdo ni resolución que pudiera dar cobertura a tal
decisión, ni menos aún informe previo que lo aconsejase.

29
Tampoco parece imaginable que el Letrado defensor de los
intereses Municipales interpusiera un recurso inútil o plagado de vanos
fundamentos, más aún existiendo, como existía, pues así se había
solicitado, el dictamen de un prestigioso Abogado mercantilista de esta
ciudad, experto en la materia, que servía de sustento a la tesis
esgrimida.

Cuanto ya se había señalado fecha para votación y fallo, según


se dice expresamente en el Convenio (vid. último párrafo de su página
2), y sin el dictado de resolución alguna en el seno municipal que le
diera soporte, antes incluso del nombramiento de la famosa “Comisión
Técnica”, se solicita la suspensión, a la que accede la Sala y,
finalmente, se presenta el desistimiento.

Requiere tal cuestión el estudio desde un doble punto de vista:


en primer lugar, en cuanto al procedimiento administrativo seguido en
el seno municipal, que resulta ser inexistente. No hay resolución
administrativa de cobertura a tan singular comportamiento que luego
tiene su plasmación, finalmente, en el desistimiento unilateral acogido
por Auto de la Sala de 18 de mayo de 2010. Y respecto a este último,
que forma parte de las obligaciones municipales derivadas del
Convenio, aprobado por tanto por Acuerdo Plenario, resulta que
contradice frontalmente lo estipulado en el artículo 68.1 de la Ley
7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local (en
adelante LBRL), 9.2 del Reglamento de Bienes de las Entidades
Locales (en adelante RBEL) y 220.1 del Reglamento de Organización,
Funcionamiento y Régimen Jurídico de las Entidades Locales (ROF),

30
que disponen, todos ellos la obligación de que tienen éstas de ejercer
las acciones necesarias para la defensa de sus bienes y derechos,
obligación que en este caso se ha incumplido de manera flagrante y a
todas luces ilegal, haciendo dejación de la misma y en contra de sus
propios acuerdos, informes de Abogacía y de los argumentos vertidos
por ésta en su recurso. Incluso el art. 31 de la Ley de Patrimonio de
las AA.PP, prohíbe de forma expresa transigir judicial ni
extrajudicialmente sobre los bienes y derechos.

Pero, desde el punto de vista procesal, comoquiera que ya había


tenido lugar el señalamiento para votación y fallo, es bien sabido y así
ha tenido ocasión de resolverlo la Sala del propio TSJA en ocasiones
precedentes, en relación con el expresado desistimiento (v. gr. rec.
apelac. 66/2005), ha de entenderse que una vez que se señaló fecha
para votación y fallo mediante providencia, debidamente notificada a
las partes, éstas pierden la posibilidad de desistir del procedimiento,
pues aunque el artículo 74 LJCA, expresa que el desistimiento se
puede producir "en cualquier momento anterior a la sentencia", debe
entenderse que tal posibilidad se circunscribe hasta el momento del
señalamiento para votación y fallo, momento este ya sustraído a la
actividad procesal de las partes. En este sentido se expresaba ya la
sentencia del Tribunal Supremo de 25 de noviembre de 1960 y se
desprende también de la sentencia del propio Tribunal de 13 de julio
de 1992.

31
La tesis contraria podría llevar a posturas de auténtico fraude
procesal, generando un auténtico abuso de derecho, si efectuada la
votación y fallo, y estando pendiente de dictar sentencia pudieran las
partes desistir hasta el momento de la publicación de la sentencia, lo
que iría en contra de la actuación del propio Tribunal tendente a dar la
respuesta tutelar invocada por la parte actora, y a las que esta
renunciaría en un momento procesal claramente extemporáneo.

Tal estipulación del Convenio resulta ser NULA DE PLENO


DERECHO, primero por haberse adoptado prescindiendo total y
absolutamente del procedimiento legalmente establecido, por incumplir
las obligaciones propias de los Entes Locales en cuanto a la defensa
de sus bienes y derechos, por ir contra sus propios actos,
contraviniéndolos sin seguir los tramites establecidos en los artículo
102 y ss. de la Ley 30/1992 y, además, por infringir lo establecido en
los artículos 74.1 LJCA, 20 LEC y la doctrina jurisprudencial existente
en la materia.

Tercero.- SOBRE LA REAL NATURALEZA DEL CONVENIO

Queremos comenzar aclarando, de acuerdo con la información


obtenida en el propio expediente, que la expropiación de “Villa María
Magdalena” es simple y llanamente una expropiación urbanística,
derivada de la previsión contenida en el Plan General en vigor en el
año 1996, con miras a la obtención de la denominada “Actuación
Aislada nº 3 (AA-3)”.

32
Procede analizar ahora la real naturaleza de lo pactado entre
ambas partes (aquello que social y popularmente se denominó por los
innumerables detractores como “la cosa”).

Y es que, ciertamente, lo que en principio se presentaba como la


adopción de un mutuo acuerdo para la fijación y pago del justiprecio,
en cambio, se ha transformado en un muy complejo acto
administrativo con consecuencias de variado orden y que son
difícilmente justificables desde el punto de vista jurídico, que es el que
aquí nos ocupa.

Pues bien, como es sabido, el art. 58 LEF se limita a decir:

"Si transcurrieran dos años sin que el pago de la


cantidad fijada como justo precio se haga efectivo o se
consigne, habrá de procederse a evaluar de nuevo las
cosas o derechos objeto de expropiación, con arreglo a los
preceptos contenidos en el Capítulo III del presente Título."

La retasación tiene su fundamento en la caducidad "ope legis"


del justiprecio previamente establecido, por el simple transcurso del
plazo de dos años sin satisfacerse o consignarse eficazmente.
Consecuentemente, estamos ante un nuevo justiprecio que no debe
tener más entronque, respecto del anterior, que afectar a los bienes y
derechos que fueron objeto de tasación por el justiprecio caducado,
debiendo estar referida esta nueva valoración al momento en que se
solicite por el expropiado la retasación, o a aquel otro, en el que la

33
Administración o el beneficiario, con fundamento de la caducidad del
establecido en su día, aperturen un nuevo expediente retasatorio, que
deberá tramitarse en todo caso, como si de un expediente de
justiprecio normal se tratase, por el procedimiento señalado en los
artículos 24 a 48 de la LEF y concordantes de su Reglamento.

Citamos en cuanto a la retasación la Sentencia de 17 de mayo


de 1994, que cita textualmente:

"la retasación -Sentencia de 8 marzo 1991- es una


figura jurídica de marcado corte garantista en beneficio del
expropiado, no tratándose de un mecanismo sancionador a
la Administración en razón de su inactividad sino que
incorpora una garantía en favor del expropiado, siendo claro
que lo tutelado es la lesión del expropiado consistente en no
haber recibido el justiprecio señalado en dicho plazo, con
independencia de la causa de la demora, tanto si ésta es
debida a la mera inactividad administrativa como a la
equivocación o error al pagar a otra persona,...".

En el mismo sentido, la sentencia de 18 de mayo de 2005 señala


que:

"esta Sala viene declarando últimamente, entre otras,


en sentencias de dieciocho de abril y treinta y uno de
diciembre de dos mil -recursos de casación 29/1996 y
8177/1998-, que la figura de la retasación instituida en el

34
artículo 58 en relación con el 35.3 de la Ley de Expropiación
Forzosa, como supuesto de caducidad del justiprecio por
haber transcurrido más de dos años desde que fue fijado
administrativamente sin haber sido satisfecho, responde a la
necesidad de evitar que el paso del tiempo y la erosión
inflacionaria alteren la relación patrimonial existente entre
los bienes expropiados y la indemnización establecida como
compensación por su pérdida".

Es indiscutible y por ello, también se ha de admitir que, conforme


dispone el art. 24 de la LEF, la Administración y el particular al que se
refiera la expropiación podrán convenir la adquisición de los bienes y
derechos que son objeto de aquélla "libremente y por mutuo acuerdo",
en cuyo caso, una vez convenidos los términos de la adquisición
amistosa, se dará por concluido el expediente iniciado. Esto comporta,
obviamente, que la Administración ha de abonar a los afectados por la
expropiación el precio pactado.

Al respecto ha de indicarse que la jurisprudencia es abundante y


constante al señalar que el justiprecio fijado de común acuerdo se
considera establecido a tanto alzado y por todos los conceptos, incluso
intereses del art. 56, salvo que expresamente se excluyan (Ss. 3 y 11
de mayo de 1999, que cita las de 28-1-1981, 15-6-1982, 12-2-1985,
28-2-1986 y 18-6- 1991).

35
Sin embargo, bajo el disfraz del mutuo acuerdo en la retasación
a la que, supuestamente, tenía derecho esta mercantil, se esconde un
complejísimo negocio jurídico que tiene muy diversas derivaciones y
que ha soslayado, como se verá, normativa sectorial de directa e
inmediata aplicación: en materia de bienes, en materia urbanística, en
materia de contratación pública, etc. Explícitamente lo reconoce el
informe del Interventor municipal (F. 1.153), cuanto dice que “Es
necesario analizar los diferentes ámbitos materiales que recoge la
propuesta de convenio” y refiere expresamente la permuta de bienes,
la expropiación y el convenio urbanístico.

Lo iremos desgranando a continuación, sin perder de vista que,


como ha resuelto la STS de 3-11-1999, es necesario un respeto
absoluto a las garantías inherentes al instituto de la expropiación
incluso a los denominados convenios realizados “sub specie
expropiationis”, como entendemos que sería el que aquí nos ocupa,
esto es, una operación expropiatoria que, iniciada o no, constituye la
base del negocio jurídico realizado (ya que el mismo no habría tenido
lugar o se habría producido en condiciones distintas en la hipótesis de
que no se hubiese contemplado el ejercicio potencial de la potestad
expropiatoria por parte de la Administración), la operación realizada
queda sometida, desde el punto de vista sustantivo, y en la medida en
que sea compatible con las estipulaciones del convenio, a la disciplina
y efectos propios de las exacciones coactivas de bienes mediante
indemnización y, por ende, al régimen de garantías y obligaciones
inherentes a la expropiación forzosa en cuanto resulte aplicable.

36
Llega incluso, en un momento dado, el Jefe del Servicio de
Urbanismo a argumentar que, realmente, lo que se está haciendo, es
una permuta, F. 1.147, (lo hace para justificar la exención del régimen
de bienes del Patrimonio Municipal del Suelo, a lo que luego
dedicaremos especial apartado), sin embargo, no consta en todo el
expediente la más mínima justificación y acreditación de la necesidad
de efectuarla, lo que no puede equipararse a su simple “conveniencia”.

En este sentido citamos la STS de 31 de enero de 2000:

“… en que en ningún momento, de ninguna forma, ni


siquiera esquemática, existen informes, dictámenes,
discusiones o ponencias acerca de la necesidad de efectuar
la permuta, por lo que estimó conculcado el artículo 112 del
Reglamento de bienes de las Entidades Locales, que en su
apartado 2 exige, para que sea posible la enajenación
mediante permuta de bienes patrimoniales del Municipio,
previo expediente "que acredite la necesidad de
efectuarla". En el caso que se enjuicia ha existido un
expediente para autorizar la permuta del "Cine O." por
solares de propiedad municipal, pero en dicho expediente,
como acertadamente destaca la sentencia de instancia, no
se ha acreditado la necesidad de tal permuta. En el
expediente se justifica la conveniencia, o, si se quiere, la
necesidad de adquirir el "Cine O." para dedicarlo a una
instalación deportiva. En este sentido consta informe del
Gerente del Patronato Municipal de Deportes. Pero lo que

37
falta de manera absoluta son los informes y consideraciones
técnicas, económicas y jurídicas que justifiquen la
necesidad de efectuar esa adquisición mediante permuta,
sistema excepcional de enajenación de los bienes
municipales que los excluye de la subasta. Si se
consideraba necesaria la adquisición del "Cine O." pudo
llevarse a cabo por los procedimientos de compra o
expropiación forzosa. Pero acudir al régimen excepcional de
la permuta requería, por mandato del artículo 112.2,
acreditar la necesidad de utilizar esta forma excepcional de
enajenar los solares municipales. Este es el requisito legal
incumplido por el Ayuntamiento, que determina la
vulneración del citado precepto y, por tanto, la concurrencia
de causa de anulación del acto administrativo
aprobatorio de la permuta”.

Cuarto.- SOBRE LA VALORACIÓN DE LOS BIENES.

Hemos visto que, según consta en el expediente, una vez


solicitada la retasación, la Arquitecta Municipal, Jefe de la Sección
Técnica de Planeamiento y Gestión, emitió un informe en el que
consideraba un justiprecio de 29.533.107,06 euros, incluido el 5% del
premio de afección (F. 1025).

Sin embargo, en este informe resulta muy llamativo que, por dos
veces, se reconozca que se procedía a la retasación “siguiendo las

38
instrucciones recibidas en cuanto a determinar el valor del suelo…”,
cuestión ésta que deberá ser oportunamente aclarada en su momento.
Queda pues por conocer el sistema en que se ha procedido a la
valoración del subsuelo y parcela para edificar en Los Prados, de
modo que resulte una equivalencia de las contraprestaciones y el
expropiado vea así satisfecho su derecho.

En este punto ocurre que en el expediente administrativo no hay


ni un solo informe emitido por funcionario municipal que lleve a cabo
tan compleja labor. Lo que hace el Ingeniero Municipal es dar por
bueno el informe de parte emitido por una consultora externa,
contratada, dicho sea de paso, por la mercantil que se dice titular del
derecho a la retasación, pero que no contiene exactamente, una
valoración del subsuelo.

Es muy llamativo que sea el propio funcionario quien tenga que


justificar la solvencia de una empresa, acompañando para ello diversa
documentación (“referencias empresa MOVA”, FF. 1110 y 1109), que
carece del más mínimo valor a esos efectos, pues se limita a sus
meras afirmaciones.

Estudiando con detenimiento el informe del Ingeniero, vemos al


F. 1.141 que se reconoce lo siguiente:

“Llegados a este punto y ya durante el mes de abril, se


llega al siguiente estado de valoración para los subsuelos
enajenados con destino a aparcamiento de centralidad,

39
sobre los que aún se negocia: …”,…,”Una vez fijadas
estas valoraciones,…”.
Y estos valores de 8.704.402,88 €, para la Escandalera;
6.241.455,51 €, para Uría-Los Alamos; y 3.607.277,58 € para Toreno,
resultan de lo expuesto en el informe de “MOVA”, F. 1.051,
denominado “Aproximación al valor de cartera de los aparcamientos”,
es decir, NO HAY NINGÚN INFORME DE VALORACIÓN TÉCNICA
DE LOS BIENES QUE ACREDITE DE MODO FEHACIENTE SU
JUSTIPRECIO, conforme exige el artículo 118 del RBEL.

No es que el funcionario municipal haya dado su conformidad a


la valoración hecha externamente por una empresa privada, es que lo
efectuado por ésta no es tal, sino que se trata de una valoración de
unos futuros negocios a implantar allí, que es cuestión bien distinta,
valoración que, además, es una simple “aproximación” y que, según
reconoce el funcionario, era objeto de negociación.

Más de lo mismo ocurre con respecto a la valoración del solar


destinado hoy a aparcamiento de superficie en el “Centro Comercial
Los Prados”, respecto del que también se reconoce:

“La valoración del solar consensuado a efectos de


valoración pendiente de posterior desarrollo mediante
convenio urbanístico y sus correspondientes trámites,
resulta más convencional.

40
Sobre la petición realizada por COMAMSA, se realizó
una valoración contradictoria que finalmente se adoptó.”
¿Cómo puede ser objeto de negociación el valor de un bien
municipal?. Es de suponer que los bienes municipales tienen el valor
que tienen y si exceden o no llegan a ser equivalentes a la cantidad
del bien expropiado, que se está retasando, pues habría que buscar
otro tipo de compensaciones, bien reduciendo la superficie a enajenar,
bien aumentándola, o bien estableciendo compensaciones en metálico
por la diferencia.

Sobre esta cuestión citamos la STSJ de Andalucía (Málaga) de


21 de marzo de 2002 que refiere anula una operación similar a ésta,
entre otras razones por considerar que “el denominado informe técnico
no es más que una opinión carente de la más elemental motivación”

También la STS de 12 de noviembre de 2001:

“La naturaleza jurídico-publica de una entidad local y


el obligado respeto a los intereses generales a los que sirve
(artículo 103.1 CE) justifican que sea necesario en todo
caso que cualquier enajenación o permuta de bienes
patrimoniales sea precedida siempre de una acreditación
fehaciente del justiprecio de los bienes que van a salir del
patrimonio del ente local de que se trate”.

La STSJ de Madrid de 8 de junio de 2001:

41
“…resulta en efecto la falta absoluta de motivación en
la fijación por parte del Ayuntamiento de la cantidad en que
se materializa el cambio del aprovechamiento urbanístico
por su equivalente económico, no constando informe ni
valoración técnica alguna, resultando del propio acuerdo de
sustitución que la cuantía se fija "de acuerdo con los
parámetros utilizados por este Ayuntamiento", parámetros
que se ignoran y que confirman la fijación "de plano" por el
Ayuntamiento de dicha cantidad, sin seguir procedimiento
alguno para ello, de donde debe de concluirse en la
existencia de indicios de nulidad de pleno derecho en la
adopción del Acuerdo…”.

Por no haber en el expediente no hay ni siquiera la


imprescindible acreditación de la depuración física y jurídica del bien
que exige el artículo 113 RBEL.

Si a lo dicho le añadimos el incomprensible concepto que se da


en llamar “prima de convenio”, lo cierto es que la conclusión no
puede ser más negativa. No es de recibo la explicación dada para
justificar tan ilegal partida: algo así como, “podríamos haberlo
camuflado en el montante principal, pero como somos muy legalistas y
transparentes, no lo hacemos”. ¿Por qué esa cantidad y no otra?.

Es cierto que el artículo 24 LEF permite llegar a un mutuo


acuerdo, pero de ahí a decir como se dice que “En concepto de prima
de convenio y dado que COMAMSA renuncia a los solos efectos de

42
alcanzar el presente convenio a la valoración de su hoja de aprecio,
que estima basada en valores objetivos y en la jurisprudencia del
Tribunal Supremo, se aplica el 5%, como criterio ya reconocido en
estos casos, al montante de la valoración basada en los criterios
soportados por los técnicos municipales,… con un resultado de
1.633.796,62 €”.

En fatal lugar se deja así a la Arquitecta Municipal autora del


informe de valoración de “Villa Magdalena” cuya opinión se
desautoriza abiertamente, pero eso sí, sin el menor soporte que lo
avale. En otra nueva dejación de la obligación de defensa de sus
bienes y derechos, de la legalidad y del interés público, resulta que se
considera que es COMAMSA la que renuncia a su valoración y ¿por
qué ha de renunciar el Ayuntamiento a la suya?. ¿Qué hay de la
independencia, objetividad y técnica de los funcionarios municipales?.
¿Qué hay de la presunción de legalidad y legitimidad de los actos
administrativos?. ¿Es esto una negociación en igualdad de
condiciones?. ¿No sería también posible establecer una “prima de
convenio negativa” a favor del Ayuntamiento?. ¿Qué sentido tenía
entonces el haber acordado la falta de legitimación en la retasación y
el posterior recurso de apelación?.

Manifiestamente inaceptable, inmotivado, ilegal y


tajantemente nulo.

Pero no es sólo ésto, pues en el Convenio se “hipoteca” el


Ayuntamiento, durante otros cuarenta años, impidiéndose la

43
construcción, concesión o cualquier otra operación que conlleve la
construcción de ningún aparcamiento en terrenos de titularidad
municipal, incluso su enajenación a terceros de terreno susceptible de
ser destinado a aparcamiento, ni siquiera el otorgamiento de licencias
para ello, en un radio de 185 metros desde cualquier punto de los que
integran es subsuelo ahora cedido. ¿No debería ser ésto también
objeto de minoración en la valoración?. Y para el caso de
incumplimiento se establece, a modo de cláusula penal, una
indemnización por los perjuicios causados “en la misma cantidad
asignada en la Estipulación segunda a cada uno de los
aparcamientos, estimándose la cifra resultante como deuda de valor a
cargo del Ayuntamiento de Oviedo y a favor del titular del
aparcamiento afectado por la infracción contractual”. Visto así, lo más
lógico sería que este concepto indemnizatorio se sustrajese de la
cantidad a satisfacer por el Ayuntamiento.

Nada de ello dicen los informes de esta nueva dejación y


flagrante abandono de las competencias municipales.

Por último tampoco han sido objeto de valoración las


consecuencias que recaen sobre la actual concesión del aparcamiento
de La Escandalera, que también se incluye en lo pactado,
estableciéndose lo siguiente:

“La enajenación de los bienes señalados habrá de


realizarse libre de cualesquiera cargas y/o gravámenes
distintos de los que resulten de este convenio, sin perjuicio

44
del eventual mantenimiento de la actual concesión vigente
en el aparcamiento de la Plaza de La Escandalera una vez
que con la desafectación se haya transformado en relación
jurídico-privada, en la que COMAMSA asumirá la posición
que actualmente ostenta el Ayuntamiento de Oviedo”.

Es decir, otro concepto a valorar, que tampoco se ha tenido en


cuenta ni hay informe alguno que lo refiera.

Vemos, en fin, que la operación hace aguas por todas partes y


que no existe, precisamente, si es que se quisiera considerar este
Acuerdo como una “permuta” (como pretende el Jefe del Servicio de
Urbanismo), equivalencia de contraprestaciones, sino que se entrega
a un empresario privado una cantidad mucho mayor que la que
establece la valoración de la Arquitecta Municipal superando así el
justiprecio que correspondería abonar. Y así no resulta precisamente
satisfecho el INTERÉS PÚBLICO.

Quinto.- SOBRE LAS CONSECUENCIAS URBANÍSTICAS

Efectivamente, una de las primeras consecuencias que se


deducen de la simple lectura de este Convenio son las relativas al
orden urbanístico y a la necesidad, insoslayable en el caso presente,
de realizar diversas modificaciones de planeamiento.

Suponemos, entonces, que lo acordado puede calificarse, en


puridad, como “convenio urbanístico”, pues no en vano en el propio

45
tenor literal de lo acordado se prevé esta posibilidad y así lo manifestó
el Ingeniero Municipal en su informe (F. 1.136).
Desgajando el pacto se observa que pueden distinguirse dos
partes: una la relativa al subsuelo del centro de la ciudad para
destinarlo a aparcamientos; y otra referida al actual aparcamiento de
Los Prados.

Conforme al PGOU en vigor, resulta que la Plaza de la


Escandalera tiene la calificación de Zona Verde y Espacio Libre
Consolidado, al igual que El Paseo de los Álamos; las Calles Marqués
de Santa Cruz, Uría y Toreno, tienen la calificación de Viario Urbano
General. Por otro lado, el actual aparcamiento de Los Prados, tienen la
calificación de Equipamiento consolidado.

Pues bien, el art. 1.281 C.C. dispone: “Si los términos de un


contrato son claros y no dejan lugar a duda sobre la intención de los
contratantes se estará al sentido literal de sus cláusulas”, y para juzgar
de la intención de los contratantes deberá atenderse principalmente a
los actos de éstos, coetáneos y posteriores al contrato.

Efectivamente, en nuestro antiguo Derecho se llamó promesa


(promission) a la estipulación o contrato verbal de los romanos.
Promission es –decían las Partidas- otorgamiento que fazen los omes
unos con otros, por palabras con intención de obligarse auniéndose
sobre alguna cosa cierta, que deuen dar o facer, unos con otros (Ley
1ª. Título 11, Partida V).

46
En la actualidad para Castán, prescindiendo de otras acepciones
menos importantes, el contrato de promesa equivale al que el Derecho
romano llamó pactum de contrahendo, y los civilistas extranjeros
denominan contrato preliminar, preparatorio o previo, y hoy, sobre
todo, precontrato, o sea, una convención por la cual dos o más
personas se comprometen a hacer efectiva en tiempo futuro la
conclusión de un determinado contrato que por el momento no se
quiere o no se puede celebrar como definitivo.

La SAP Barcelona, sec. 17ª, de 1-7-2002, analizando la


naturaleza y efectos de una “promesa de permuta” dice:

“Se designa con el término precontrato al acuerdo


entre dos partes por el que una sola, o las dos
recíprocamente, prometen celebrar un futuro contrato cuyo
extremos principales han dejado total o parcialmente
previstos. La diferencia entre contrato y precontrato no se
encuentra, pues, en la mayor o menor determinación del
contenido de aquél, sino, como ha señalado la
Jurisprudencia en la voluntad de los contratantes (STS.
26-octubre-1984), …”.

Continúa diciendo esta sentencia que:

“En el mismo sentido, se ha venido admitiendo que los


pactos preliminares, cuando aparecen especificados los
elementos esenciales del contrato, como acontece en el

47
supuesto enjuiciado, en que se fija lo que constituye objeto
de permuta, son verdaderos contratos "perfectos"…”.
Es incontestable que se ha de considerar lo convenido entre
ambas partes como un contrato y no como un antecedente del mismo
y que no obliga al promitente. Ni mucho menos se puede hablar de los
típicos tratos, tanteos o discusiones previas que suelen preceder a la
celebración del contrato.

Efectivamente en el caso que nos ocupa resulta que será


imprescindible la modificación puntual del Planeamiento para
permitir las construcciones pretendidas, que ya están perfectamente
delimitadas y concretadas en este auténtico Convenio Urbanístico,
cuya mera referencia se hace a los simples efectos formales o
procedimentales, pues nada nuevo habrá de introducir aquél, lo que
nos lleva de nuevo al concepto del “disfraz” que ya hemos referido con
anterioridad: bajo el ropaje de un mutuo acuerdo en la retasación se
esconde, entre otras cosas, también, un convenio urbanístico con
todas sus consecuencias inherentes, tanto formales como materiales,
convenios que aparecen regulados en el TROTU en los artículos 210 y
ss. en los que se exige, para empezar, el sometimiento a información
pública por el plazo de un mes, lo que no se ha hecho, hurtando a la
ciudadanía en general su conocimiento y participación. Tampoco
consta su publicación en el BOPA, ni su incorporación al Registro
público de Planeamiento y Gestión Urbanística de Asturias.

Eso desde el punto de vista formal, lo que ya por si solo tendría


efectos invalidatorios, pero es que desde el punto de vista material, se

48
incumple fatalmente lo establecido en el artículo 211.4, pues es claro
que habrán de hacerse modificaciones urbanísticas parciales,
poniendo en riesgo –o mejor dicho, anulando absolutamente- “la
dirección pública del desarrollo urbanístico del concejo”, ya que se ha
hecho al dictado de una empresa particular, dejando en sus manos tan
irrenunciable competencia pública, conforme a sus exigencias y como
única vía de salida para no pagar el metálico de un justiprecio
retasado al que nunca sabremos si tenía, efectivamente o no, derecho
y ello por la única responsabilidad del Equipo de Gobierno Municipal,
que incumplió con su obligación de pagar o consignar.

Sexto.- SOBRE EL PATRIMONIO MUNICIPAL DEL SUELO

En este sentido, el informe emitido por el Jefe del Servicio de


Urbanismo resulta ser ciertamente ilustrativo. Nos permitimos
reproducir uno de sus argumentos que no arroja cierta luz, sino más
bien todo lo contrario, sobre esta cuestión.

En su apartado 4, que titula “La normativa sobre los Patrimonios


Municipales del Suelo”, dice literalmente lo siguiente:

“Los bienes que el Ayuntamiento se obliga a entregar


como pago en especie, estarían sometidos, una vez
concluido el proceso de desafectación, a la normativa sobre
los patrimonios municipales del suelo.
(…)

49
En efecto, admitida la posibilidad de que el pago de
una expropiación municipal se produzca en especie (art. 30
L.S.) la consecuencia natural es que a tal pago puedan
aplicarse parcelas patrimoniales de titularidad municipal.

En el presente supuesto, tal posibilidad conecta


directamente con la previsión contenida en el art. 217 c)
TROTU que se refiere al destino de los bienes integrantes
del PMS para la “ejecución de dotaciones urbanísticas
públicas, incluidos los sistemas generales y locales”:
(Recuérdese que la finca expropiada es un Sistema General
de zona verde y equipamiento).

La salida de los bienes que se entregan como pago en


especie del patrimonio local presenta, además, una gran
similitud, desde el punto de vista material, con la
enajenación por permuta (término que maneja con
asiduidad la jurisprudencia del Tribunal Supremo al referirse
al pago en especie), prevista expresamente en el art. 218.1
d) TROTU, según el cual deberían destinarse a los fines del
PMS los bienes que la Administración recibe, pero no los
que entrega a cambio en la permuta”.

Esto es, en los dos primeros párrafos se refiere al subsuelo que


será entregado como pago, y que se reconoce que habrá de
considerarse, una vez desafectado, como PMS, con lo que su destino

50
será, imperativamente, alguno de los contemplados en el artículo 217
TROTU, esto es:
“Los bienes y derechos económicos integrantes de los
patrimonios públicos de suelo necesariamente deberán
destinarse a lo que al respecto esté previsto en los
instrumentos de ordenación urbanística, en atención a los
fines de interés social que se enumeran a continuación:

a) Conservación, gestión o ampliación del propio


patrimonio, en el caso de los municipales, o de cualesquiera
de los patrimonios públicos de suelo, en el caso del
perteneciente al Principado de Asturias.

b) Construcción de viviendas acogidas a algún


régimen de protección pública, incluido el régimen de
protección autonómica.

c) Ejecución de dotaciones urbanísticas públicas,


incluidos los sistemas generales y locales.”

Sin embargo, en el tercer párrafo, da un incomprensible salto, y


refiere ahora el bien en su día expropiado, del que nadie discute que
forma parte del PMS, lo que no tiene reproche alguno, ni
consecuencias en este Convenio.

Por fin en el párrafo cuarto, ya en un salto al vacío y sin red, si se


permite la expresión, pretende equiparar el mutuo acuerdo en la

51
retasación con una permuta, pero parece que se olvida que esto no es
tal cosa ya, ni nada que se le parezca. “Villa Magdalena” es propiedad
municipal desde hace varios años, con lo que resulta imposible dibujar
un negocio jurídico en el que el Ayuntamiento recibiría tal bien, por la
simple razón de que ya es de su propiedad. Aquí, la especialidad del
caso radica en que estamos en una retasación, instituto jurídico que lo
único que pretende es indemnizar al expropiado por la responsabilidad
en que incurre la Administración expropiante por la demora en el pago
del justiprecio.

Y este salto en su argumentación únicamente tiene sentido para


evitar la aplicación de lo establecido en el artículo 218 TROTU, que en
su letra d), del apartado 1º, establece que los bienes de los
patrimonios públicos del suelo podrán ser “permutados”, siendo de
aplicación a los bienes que la Administración obtenga en la permuta
las siguientes condiciones:

“1º No podrán ser objeto de nueva permuta

2º Deberán destinarse efectivamente a los fines de los


patrimonios públicos de suelo en el plazo máximo de dos
años cuando los terrenos cuenten con ordenación detallada,
debiendo ésta ser aprobada cuando no exista en el plazo
máximo de un año. Los referidos plazos se contarán desde
la fecha de la transmisión.”

52
Llegando a la inaceptable conclusión, interpretando a contrariu
sensu, de que, como tal precepto se refiere únicamente al destino que
de ha de dar a los bienes que la Administración obtenga en tales
permutas, ello implica que, aún a pesar de reconocer que tras la
desafectación del subsuelo del corazón de nuestra ciudad, éste pasará
a ser PMS, en cambio, una vez permutado, Comamsa S.A. podrá
hacer con él lo que quiera o, mejor aún, ambos, Ayuntamiento y
empresa, podrán eludir así lo dispuesto en el referido artículo 218 para
la enajenación de estos bienes integrantes del PMS que para el uso
que se pretende, exige emplear el procedimiento de, concurso o el
subasta del siguiente modo:

“Cuando el uso previsto en el planeamiento


urbanístico no sea residencial, se podrá emplear el
procedimiento de subasta; el tipo de licitación será el valor
que tenga atribuido el terreno, determinado de conformidad
con la legislación estatal o, si excediere de éste, el que
resulte de sumar al importe de adquisición la parte
proporcional de las obras y servicios establecidos, gastos
complementarios de gestión o preparación, alojamiento para
familias o empresas radicadas e indemnizaciones
satisfechas. Si la subasta quedare desierta, la
Administración podrá enajenar directamente dentro del
plazo máximo de un año, con arreglo al precio tipo de
licitación y estableciendo la obligación de comenzar la
edificación en el plazo de seis meses y terminarla en otro
adecuado a la importancia de la misma”.

53
De obligada cita resulta la STSJ de Andalucía (Málaga) Sala de
lo Contencioso-Administrativo, de 21-3-2002, que para un caso
similar, resolvió lo siguiente:

“SÉPTIMO.- Ahora bien nos encontramos con que la


parcela que el Ayuntamiento ofrece en permuta está
calificada como de suelo urbano. Ello es importante pues
conforme al art. 16 del Reglamento de Bienes ya aludido los
patrimonios municipales de suelo se regularán por su
legislación específica, añadiendo que “los bienes
patrimoniales que resultaran calificados como suelo urbano
o urbanizable programado en el planeamiento urbanístico
quedarán afectos al Patrimonio Municipal del Suelo”.

De ello se deriva que dicho terreno constituye "ex


lege", patrimonio municipal del suelo por ser terreno
clasificado como urbano, de acuerdo con el art. 277 del T.R.
de la Ley del Suelo aplicable al momento de los hechos:
R.D. Leg. 1/1992. Y que la parcela constituya patrimonio
municipal del suelo tiene también una gran importancia para
las resultas de este juicio. Solo si la finalidad de la
permuta fuera cumplir la misma finalidad que el
Patrimonio Municipal del Suelo podría admitirse dicho
contrato. Pero difícilmente puede admitirse esto pues la
entidad actora lógicamente no tiene por objeto el
cumplimiento de fines públicos al ser una sociedad mercantil

54
anónima, lo que hace que la permuta de este bien de
titularidad municipal venga a soslayar la finalidad del
Patrimonio Municipal.”

OCTAVO.- En cuanto al negocio celebrado


ciertamente es complejo, pues incluye una permuta de
terrenos de propiedad municipal, por otros bienes
inmuebles, pero no solo eso sino también la compensación
de ciertos créditos y la adjudicación de obras a las
empresas inmobiliarias JOTSA, S.A. y PROMOTORAUNO,
S.A.

Como pone de relieve la Sentencia del Tribunal


Supremo de 18 de octubre de 1990 la utilización de la
técnica excepcional de la permuta, como fórmula de
enajenación de bienes patrimoniales municipales, frente al
sistema general de la subasta pública exige el cumplimiento
de la normativa legal al respecto que impone la previa
necesidad de un expediente que acredite su necesidad así
como la equivalencia de valores.

La “necesidad” de la permuta integra un concepto


jurídico indeterminado que, como señala la sentencia de la
antigua Sala 4ª de dicho Tribunal de 1-7-88, se concreta en
la valoración de dos extremos diferentes que atañen a la
necesidad de la adquisición de determinados bienes y

55
además a que para tal adquisición, desde el punto de vista
del interés público, resulte indicada la permuta.
Es requisito previo a toda venta o permuta de bienes
patrimoniales la valoración técnica de los mismos que
acredite de modo fehaciente su precio, como dispone el
artículo 118 del citado Reglamento de Bienes de las
Entidades Locales. Para comenzar diremos que no ha
quedado acreditado en el Expediente Administrativo que la
Corporación marbellí efectuara la preceptiva comunicación
de la enajenación a la Comunidad Autónoma. Por otra parte
se desprende del informe del Oficial mayor que lo referente
a la compensación de deudas del Convenio deberá
adecuarse a lo preceptuado en el art. 67 del vigente
Reglamento de Recaudación y disposiciones concordantes.
El informe del Secretario estima que lo actuado se ajusta a
la legalidad. Y en opinión del interventor la forma de
adjudicación del contrato deberá ser mediante subasta o
concurso público.

Y en cuanto a las adjudicaciones de obra deberían


realizarse también según el interventor mediante subasta
debiendo cumplimentarse todos los requisitos necesarios
que determina el art. 11 de la Ley 3/1995, de 18 de mayo de
Contratos de las Administraciones Públicas. Si bien el art.
88.3 de la Ley 7/88 de 2 de abril determina que por razón de
la cuantía, la contratación directa solo podrá acordarse en
los contratos de obras, servicios y suministros cuando no

56
excedan del 5 por 100 de los recursos ordinarios del
Presupuesto.
En ningún caso podrá superarse el límite establecido
para la contratación directa en las normas básicas
aplicables a todas las Administraciones Públicas; a este
respecto la Disposición Adicional 9ª de la Ley 13/1995, de
18 de mayo, de Contratos de las Administraciones Públicas
fija el límite señalado en el 2 por 100 de los Recursos
Ordinarios del Presupuesto, estableciéndose además en
dicha norma otro límite por razón de la cuantía en el art. 141
g) en cuanto al contrato de obras y la utilización de un
procedimiento negociado sin publicidad: el de que su
presupuesto sea inferior a 5.000.000 pesetas.

Así pues de lo anterior se desprende que las


adjudicaciones de obras efectuadas por Convenio no se
ajustan a la legalidad pues su presupuesto no se demuestra
ser inferior a 5.000.000 siendo valorados en aquél en
29.611.839 pesetas lo que supone que alguna/s o todas
superan el límite indicado y su adjudicación debió
efectuarse por procedimiento público o subasta.

Aparte de lo anterior y de gran trascendencia para la


solución de este recurso la Sala entiende que en modo
alguno ha resultado acreditada la necesidad de efectuar el
negocio jurídico indicado, pues al respecto solo indica el
informe de Secretaria que “El Sr. .. considera necesario para

57
el Ayuntamiento la permuta de los bienes descritos en los
antecedentes I y II de este informe”, en referencia, exclusiva
a los bienes inmuebles, pero no en cuanto a la
compensación de créditos ni a las adjudicaciones de obras
que no debieron en ningún caso formar parte del Convenio.

De todas formas esa referencia a que el .. considera


necesaria la permuta se halla vacía de todo contenido pues
carece de una justificación adecuada, por lo que como
hemos dicho y reiteramos no puede decirse que la
necesidad de la permuta esté justificada. Por lo que se
refiere al Dictamen de Valoración que suscribe el Agente de
la Propiedad Inmobiliaria, Hugo, se valora, de un lado la
aportación municipal a razón de 14.500 pesetas por metro
cuadrado edificable y por otro cada uno de los inmuebles de
las mercantiles JOTSA, S.A. y PROMOTORAUNO S.A.

Sin embargo la Sala entiende que con este escueto


informe no se satisfacen las exigencias legales de
expediente administrativo tendente a acreditar la necesidad
de la permuta y la equivalencia de valores. No hay en él
alusión alguna a la necesidad de enajenación de la parcela
de propiedad municipal. Tampoco se ha realizado la
valoración a efectos de determinar la equivalencia de
valores.

58
Así, el denominado informe técnico no es más que
una opinión carente de la más elemental motivación y sin
referencia a proyectos técnicos de construcción. En
definitiva el acuerdo impugnado es nulo de pleno derecho
tanto porque la Corporación no puede permutar sin más -
como se ha dicho - el patrimonio municipal del suelo, como
por faltar elementos tan esenciales en la tramitación que
permite concluir que se ha prescindido del procedimiento
legalmente establecido (art. 62.1.e) de la Ley 30/1992, de
26 de noviembre de R.J.A.P. y P.A.C.)”

Pocas palabras más son precisas ante la claridad de los


argumentos expuestos dictados para poner coto a los desmanes de
aquel conocido, precisa y lamentablemente por eso, Municipio
andaluz.

Simple y llanamente de lo que se trata con tal Convenio es eludir


el cumplimiento de una norma legal, lo que no es sino un manifiesto e
intolerable, fraude de Ley, caracterizado, como es bien sabido, por
implicar la vulneración de una norma imperativa o prohibitiva
oblicuamente.

Se realiza un determinado acto o actos con el propósito de


conseguir un resultado que prohíbe aquella norma, buscando la
cobertura y el amparo de la que regula el acto y protege el resultado
normal de él, que en el caso concreto satisface el interés de las partes
por ser coincidente en última instancia con el vedado (Díez Picazo,

59
Sistema de Derecho Civil, Vol I,). Aquí bajo la supuesta “permuta” de
unos bienes lo que en realidad se pretende es eludir el cumplimiento
de la norma en vigor. La Ley de cobertura se utiliza para disfrazar la
vulneración de la norma prohibitiva. Por eso –como bien dice Díez
Picazo- en el mecanismo del fraude de Ley siempre existe este juego:
protección con la ley de cobertura de la elusión de la ley imperativa o
prohibitiva.

En cuanto a la necesidad de la intención, aquí es patente y


manifiesta. Basta echar un vistazo al expediente administrativo, al
convenio suscrito y a los informes y antecedentes del mismo, lo que
ha de llevar, también por esta razón, a declarar su NULIDAD DE
PLENO DERECHO.

Séptimo.- SOBRE LOS PRINCIPIOS DE LA CONTRATACIÓN


PÚBLICA

Otras de las afecciones del famoso Convenio es la referida a la


inobservancia de los procedimientos de contratación pública. Es
evidente que, si COMAMSA estuviera realmente legitimada para instar
la retasación y dejando de lado en este momento las
responsabilidades de haber llegado a esta situación, visto el elevado
monto que, suponemos, habría que satisfacer en metálico, el interés
público lo que demanda y exige, de forma más razonable, es la
subasta de tales bienes y, con lo que se obtuviera de la venta, pagar el
justiprecio que fuera determinado. Igualmente, la concesión directa,
previa desafectación, del servicio público de aparcamiento en el

60
mismísimo corazón de la ciudad, requiere el respeto y cumplimiento de
la legislación en materia de contratación pública. Pero claro, para ello,
habrían de haberse seguido uno o varios procedimientos de licitación
pública, con la consiguiente concurrencia que, de este otro modo, se
omite, en determinante beneficio exclusivo de la mercantil COMAMSA
S.A.

Hacemos nuestras las palabras del actual Presidente de la Sala


de lo Contencioso Administrativo del TSJ de Asturias, D. Jesús María
Chamorro González, cuando manifiesta:

“Es evidente que los convenios o acuerdos serán


calificados como contratos o convenios, según lo que
realmente sean y no lo que las partes decidan que
puedan ser, ya que no puede ser la vía convencional
una fórmula para eludir los principios de publicidad,
igualdad y libre concurrencia en la contratación
administrativa, ejemplo de esta doctrina lo encontramos en
la STS de 18 febrero 2004.”

Y esta Sentencia que se cita dice que:

“En la actualidad la necesidad de mantener a ultranza


los principios de competividad, publicidad y libre
concurrencia, que constituyen una aplicación al campo de la
contratación administrativa de la igualdad proclamada por el
artículo 14 de la Constitución, viene reforzada a través de

61
las Directivas de la Comunidad Europea en materia de
contratos públicos; de manera especial por las de 21 de
diciembre de 1989 (89/65), 18 de junio de 1992 (92/50) y las
dos promulgadas el 14 de junio de 1993 (93/36 y 93/37),
siendo procedente recordar que el incumplimiento puntual
de las mencionadas en primer y último lugar dio lugar a la
condena del Estado Español en sendas resoluciones del
Tribunal de Justicia de Luxemburgo (Sentencias de 15 de
mayo y 16 de octubre de 2003), motivando la modificación
operada por la Ley 62/2003 al dar una nueva redacción al
apartado 1 del artículo 2 de la Ley de Contratos refundida
en 16 de junio de 2000, a la Disposición Adicional Sexta, e
introduciendo nuevos apartados en su articulado”.

En la actualidad debemos partir de la Directiva 2004/18/CE del


Parlamento Europeo y del Consejo, de 31 de marzo de 2004, sobre
coordinación de los procedimientos de adjudicación de los contratos
públicos de obras, de suministro y de servicios, que tiene su reflejo en
la vigente Ley de Contratos del Sector Público.

Se mire por donde se mire: enajenación de bienes patrimoniales


integrantes del PMS, convenio urbanístico, adjudicación directa y de
plano del servicio de aparcamiento público. Cualquiera de las caras
que se quieran poner al Convenio nos lleva, inexorablemente, al más
riguroso cumplimiento y respeto de los principios de contratación
pública, garantizando los principios de libertad de acceso a las
licitaciones, publicidad y transparencia de los procedimientos, y no

62
discriminación e igualdad de trato entre los candidatos, y asegurando,
en conexión con el objetivo de estabilidad presupuestaria y control del
gasto, una eficiente utilización de los fondos destinados a la
realización de obras, la adquisición de bienes y la contratación de
servicios mediante la exigencia de la definición previa de las
necesidades a satisfacer, la salvaguarda de la libre competencia y la
selección de la oferta económicamente más ventajosa. Así lo
establece el artículo 2 de la LCSP.

Tradicionalmente se ha defendido la idea de que gran parte de la


actividad urbanística, si es que se quiere ver así (no en vano el Jefe de
Servicio de Urbanismo refiere la cuestión del PMS) se trata de un
ámbito excluido de la contratación pública y de sus garantías, dadas
las especiales relaciones jurídicas que se crean y el complejo
entramado de beneficios y cargas que surgen, aunque el resultado
final sea una obra pública, pues como tal han tenerse las obras en
este caso resultantes, ya que así ha de considerarse al Aparcamiento
que se pretende construir, una descomunal dotación pública, en el
centro de la ciudad, por cierto, no prevista en el PGOU.

Esta tendencia se ha invertido, en gran medida por la influencia


del derecho comunitario y de su jurisprudencia, hasta llegar a la actual
Ley 30/2007, de 30 octubre de Contratos del Sector Público.

El derecho comunitario debe aplicarse en todos los Estados


miembros, pese a que cada uno de ellos opera con instituciones,
conceptos y sistemas diferentes, de ahí la especial importancia que

63
tienen los principios que obliga a una interpretación autónoma y
uniforme que los mismos, lo cual propicia la importancia que en la
jurisprudencia comunitaria ha tenido la interpretación funcional de sus
preceptos, destinada a conseguir el efecto útil.

Ello conlleva que también la interpretación de los diferentes


conceptos que operan en materia de contratación pública, sea siempre
funcional para conseguir los objetivos y resultados propuestos, y que
las disposiciones que admitan excepciones a la competitividad,
publicidad y libre concurrencia deber ser interpretadas
restrictivamente. Conclusión que es perfectamente extrapolable a la
interpretación de los problemas que plantea la contratación en materia
urbanística con la utilización de figuras como el Convenio urbanístico,
la sustitución de las entidades locales por promotores privados, la
interrelación y heterogeneidad de las obras a realizar, la intervención
de particulares en el proceso urbanizador, u otras figuras que no
vienen al caso.

En primer lugar está claro que las especialidades que representa


el régimen jurídico urbanístico nacional de cada uno de los Estados
miembros y las complejas relaciones jurídicas que se establecen, no
permite excluir los contratos, que en el curso de actividad urbanística
se realicen, del régimen general y de las garantías sobre contratación
pública.

Aun siendo cierto que las normas urbanísticas son, en principio


de la competencia de cada uno de los Estados Miembros, dicha

64
normativa no esta sustraída del control del TJCE para detectar el
incumplimiento que las mismas o su aplicación pudiesen tener sobre
los principios del derecho primario y, eventualmente sobre las normas
de derecho derivado destinadas a regular otras materias, en este
caso, las materias de contratación pública. Lo contrario, como
fácilmente se advierte, permitiría incumplir el derecho comunitario, so
pretexto de legislar una materia de competencia propia.

Así ha tenido ocasión de señalarlo expresamente el TJCE


cuando se ha enfrentado con la alegada especialidad del derecho
urbanístico para justificar un tratamiento independiente en la
realización directa de obras de urbanización enmarcadas en un
conjunto de actuaciones complejas con reglas propias y que persiguen
una finalidad específica. El TJCE ha rechazado que ello pueda
constituirse como una excepción a la aplicación de las Directivas en
materia de contratos, en la sentencia de 12 de julio de 2001 (“Teatro
Scala”).

Y en la sentencia de 21 de febrero 2008 (asunto Comisión contra


Italia C-412/2004):

“la circunstancia de que una disposición de Derecho


nacional que prevé la realización directa, por el titular de
una licencia urbanística o de un plan de urbanización
aprobado, de una obra de urbanización, con imputación de
la totalidad o parte de la obra a cuenta de la contribución
adeudada por la concesión de la licencia, forme parte de un

65
conjunto de reglas en materia de urbanismo que tienen
características propias y que persiguen una finalidad
específica, distinta de la de la Directiva 93/37, no basta para
excluir la realización directa del ámbito de aplicación de esta
última, cuando se cumplen los requisitos exigidos para
incluirla en dicho ámbito (véase la sentencia Ordine degli
Architetti y otros, antes citada, apdo. 66)”

Dichas obras deben estar sujetas a los procedimientos previstos


por las Directivas comunitarias de contratación cuando reúne los
requisitos enunciados por esta última para que pueda considerarse un
contrato público de obras o, como sería aquí más parecido, de
concesión de obra pública.

Desde el punto de vista, que indudablemente presenta este


Convenio, como “urbanístico”, dentro de sus subespecies, podría
calificarse como “mixto”, pues tiene consecuencias en el planeamiento
y en su posterior ejecución. El problema que se plantea es si su
utilización permite prescindir de principios de competitividad,
publicidad y libre concurrencia, propios del campo de la contratación
administrativa.

A tenor de esta jurisprudencia del TJCE ha dejado de tener


importancia la denominación que quiera darse a la forma convencional
adoptada para entender aplicable el procedimiento y las garantías
sobre contratación pública contenidas en el derecho comunitario
siempre que se cumplan los requisitos en ella contemplados. De ahí

66
que se contra excepcionen, y consecuentemente se sometan a la
normativa sobre contratación pública aquellos convenios que cuyo
objeto debe considerarse un contrato sujeto a esta Ley.

En fin resulta de cuanto se ha expuesto que nuevamente se


incurre en FRAUDE DE LEY, con la consiguiente NULIDAD DE
PLENO DERECHO, pues no sería posible evitar aquí los principios de
libertad de acceso a las licitaciones, publicidad y transparencia de los
procedimientos, y no discriminación e igualdad de trato entre los
candidatos, y de asegurar, en conexión con el objetivo de estabilidad
presupuestaria y control del gasto, una eficiente utilización de los
fondos destinados a la realización de obras, la adquisición de bienes y
la contratación de servicios mediante la exigencia de la definición
previa de las necesidades a satisfacer, la salvaguarda de la libre
competencia y la selección de la oferta económicamente más
ventajosa.

Séptimo.- SOBRE LAS CONSECUENCIAS DE ORDEN


ECONÓMICO Y PRESUPUESTARIO.

También desde el punto de vista económico y presupuestario


debe ser estudiado este Convenio.

Para empezar no sabemos que esta operación haya tenido o


vaya a tener reflejo alguno en tales documentos de obligada existencia
y aprobación en una Entidad Local. No se puede entender que una
operación de este calibre, cuantificada en más de 32 millones de euros

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(más de cinco mil millones de pesetas), no tenga especial
consideración en el Presupuesto de la Entidad. Recordamos que,
conforme establece el artículo 2 del TRLH, la Hacienda de las
Entidades Locales estará constituida, entre otros, por los siguientes
recursos: “a) Los ingresos procedentes de su patrimonio y demás de
derecho privado”.

Definiéndose estos ingresos de derecho privado como “los


rendimientos o productos de cualquier naturaleza derivados de su
patrimonio, así como las adquisiciones a título de herencia, legado o
donación” y limitándose su utilización, en el artículo 5, no pudiendo
destinarse a la financiación de gastos corrientes, salvo que se trate de
parcelas sobrantes de vías públicas no edificables o de efectos no
utilizables en servicios municipales o provinciales.

En todo el expediente únicamente aparece un escueto informe


del Sr. Interventor que ninguna mención hace en cuanto a las
consecuencias y/o requisitos de orden presupuestario que exigiría este
Convenio. En el apartado Quinto de su informe dice que “No se prevé
la realización de gastos con cargo al presupuesto de 2009. Para los
demás ejercicios deberá presupuestarse el crédito necesario para
cumplir las obligaciones a las que se comprometa el Ayuntamiento a
través del convenio”.

Parece lógico, sólo faltaba, que el ya desfasado Presupuesto de


2009, contuviera alguna referencia a este Convenio. Pero del

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Presupuesto de 2010, que es el que está en vigor y plena ejecución,
nada se dice.
Y es necesario que las obligaciones derivadas de este Convenio
tengan su reflejo presupuestario, de acuerdo con la definición que da
el artículo 162 TRLHL. Constancia que debiera de hacerse en este
año 2010, por aplicación de lo establecido en el artículo 163 de este
Texto, incluyéndose en el estado de gastos, con la debida
especificación, los créditos necesarios para atender al cumplimiento
de las obligaciones derivadas de este Acuerdo.

Tampoco se ha hecho nada de esto, ni sabemos si sería preciso,


que es seguro que sí, realizar alguna modificación presupuestaria, a
través de un crédito extraordinario, por lo que tampoco consta, en este
caso, la orden del Alcalde-Presidente en este sentido, para la
incoación de su expediente que debiera ser previamente informado
por la Intervención y luego sometido a la aprobación del Pleno de la
corporación, con sujeción a los mismos trámites y requisitos que los
presupuestos, siendo de aplicación las normas sobre información,
reclamación y publicidad de los presupuestos a que se refiere el art.
169 de esta ley.

Sin embargo, también en este caso, nos encontramos con la


más absoluta falta de tramitación, lo que conlleva la NULIDAD DE
PLENO DERECHO, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 62.1 e)
de la Ley 30/1992.

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Octavo.- SOBRE LAS CONSECUENCIAS DIRECTAS A
TERCEROS NO INTERVINIENTES EN EL EXPEDIENTE.

Entendemos que, con el oscurantismo que ha imperado en la


tramitación de este expediente se ha hurtado a la colectividad, a los
administrados en general, la posibilidad de participar en una cuestión
que, sin duda alguna, les afecta, pues las consecuencias derivadas del
complejo acuerdo adoptado tienen, como hemos visto, incidencia en
múltiples sectores de la actividad pública, con trascendencia también
privada.

Tanto desde el punto de vista urbanístico (por la naturaleza de


convencional que el Acuerdo supone de manera directa y por las
modificaciones de Planeamiento que exige, así como su consecuencia
en la Ordenación de la ciudad), obviando cualquier tramitación y
publicidad, la Administración ha aprobado un Convenio del que
derivan tales obligaciones y compromisos para la ella misma y la
ciudad, en definitiva, lo cual supone, cuando menos, sustraer tan
relevantes elementos de juicio al debate en la fase de información
pública, que constituye una de las más importantes formas de control
democrático del planeamiento. Sobre esos novedosos Acuerdos, en
absoluto intrascendentes, adoptados de forma precipitada (tras tantos
años de inactividad y de irresolución del problema creado), los
interesados y la ciudadanía en general nada pudieron alegar, puesto
que los desconocían, infracción procedimental que en modo alguno
queda subsanada por la posibilidad de ulterior recurso jurisdiccional,

70
ya que la intervención ciudadana en la elaboración del planeamiento
ha de ser real y efectiva y no una simple formalidad o apariencia. Así
lo resolvió para un caso similar el TSJA en la conocida sentencia de
30-5-2008.

Incurre pues el acuerdo adoptado, objeto del presente recurso,


en causa de NULIDAD DE PLENO DERECHO, conforme a lo
prevenido en el artículo 62 de la Ley 30/1992.

Pero no sólo son afecciones que pudieran incidir en la esfera


pública de conocimiento de los administrados, sino que, además, se
incluye en la estipulación Quinta, lo siguiente:

“Si en el plazo de cuarenta años desde la firma del


presente convenio el Ayuntamiento o personas jurídicas o
entidades participadas o relacionadas con el mismo,
construyesen, otorgasen una concesión, promoviesen o
realizasen cualquier operación que desemboque en la
ejecución de un aparcamiento en terrenos de titularidad
municipal o de cualesquiera entidades dependientes o
participadas por la Corporación municipal, o bien se
enajenase a terceros por el Ayuntamiento o las entidades
participadas por el mismo, terreno susceptible de ser
utilizado con dicha finalidad, o se otorgasen por le
Ayuntamiento licencias para la construcción de un
aparcamiento público, en un radio de ciento ochenta y cinco
metros desde cualquiera de los aparcamientos o terrenos

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cedidos para construir aparcamientos en virtud del presente
convenio, se estimará que el mismo ha sido incumplido en
lo que respecta al aparcamiento o parcela afectado por la
proximidad…”

Al margen de las consecuencias que ello tiene sobre la


valoración dada a los bienes, según ha quedado explicado
anteriormente, es obvio que tal imposición –que también carece de
informe alguno- afecta y de qué manera a la iniciativa privada
empresarial, quedando así cercenada cualquier posibilidad en tal
sentido por el plazo de cuarenta años, nada más y nada menos.

Por último y aún sabiendo que también ha interpuesto su propio


recurso contencioso-administrativo y cuenta con su defensa letrada,
no está de más, advertir también de los efectos que este Convenio
supone para el actual Aparcamiento de La Escandalera y su titular
concesional, la empresa “Aparcamientos Asturias S.A.”, puesto que
uno de los variados efectos de este Convenio supone lo siguiente:

“La enajenación de los bienes señalados habrá de


realizarse libre de cualesquiera cargas y/o gravámenes
distintos de los que resulten de este convenio, sin perjuicio
del eventual mantenimiento de la actual concesión vigente
en el aparcamiento de la Plaza de La Escandalera una vez
que con la desafectación se haya transformado en relación
jurídico-privada, en la que COMAMSA asumirá la posición
que actualmente ostenta el Ayuntamiento de Oviedo”.

72
Es decir, que se afectará de lleno a los derechos de ese
concesionario y ello sin el menor conocimiento, ni intervención de éste.
Realmente inaudito y, jurídicamente, NULO DE PLENO DERECHO
también por esta razón.

Noveno.- COSTAS.

Habrán de imponerse a la Administración y a quienes se


opongan al presente recurso, de conformidad con lo establecido en el
artículo 129 LJCA.

Por lo expuesto, al Juzgado

SUPLICO.-

Que teniendo por presentado este escrito, con sus copias, se


sirva admitirlo, y tener por formulada Demanda en tiempo y forma
hábiles, y previos los trámites oportunos, dicte Sentencia por la que se
declare la NULIDAD DE PLENO DERECHO, o anule la Resolución del
Ayuntamiento de Oviedo de 27 de abril de 2010 al ser contraria al
Ordenamiento Jurídico.

OTROSI PRIMERO DICE.- que se interesa el recibimiento del


pleito a PRUEBA, la cual versará sobre los puntos defendidos en
nuestro escrito de Demanda, sin perjuicio de aquellos otros que se

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entendieran procedentes a la vista de la contestación que formalice la
parte demandada.

OTROSÍ SEGUNDO DICE.- que se fija la cuantía de la presente


litis en indeterminada.

OTROSI TERCERO DICE.- que solicita con carácter expreso, el


trámite de CONCLUSIONES ESCRITAS, de conformidad con lo
establecido en el art. 62.1 LJCA.

NUEVAMENTE SUPLICO AL JUZGADO tenga por efectuadas


las anteriores manifestaciones a los efectos oportunos.

En Oviedo, a 6 de octubre de 2010.

Ldo. Gerardo de la Iglesia. Proc. Concepción González Escolar


Coleg. nº 1.341

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