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Departamento de Psicología
- - ¡Ustedes están del tomate!!! – dijo un alumno mientras encendía
un cigarrillo en el aula – La culpa de todo en la educación la tienen los
adultos, que nos dan un mal ejemplo. - ¡Chantas!!! – dijo un señor mayor
mientras se adelantaba todo lo que podía en la cola del banco – la culpa la
tienen esos músicos degenerados que dan mal ejemplo.
- Pero… ¿Qué te pasa, viejo? – dijo un rockero, mientras se ponía el
quinto aro en la oreja – la culpa la tienen esos profesores represores, que
no facilitan el estudio.
- ¡Otra vez con nosotros! – dijo un profesor, mientras llevaba 50 pruebas
para corregir esa noche.
– La culpa la tiene el país, que no ofrece oportunidades ni futuro a los
jóvenes.
- ¡Paren la mano! – dijo el quiosquero del colegio, mientras depositaba el
dinero en el banco – Yo sé quién tiene la culpa de todo en la educación:
“REFLEXIONANDO”
La actitud creativa termina con los lamentos y las excusas. Es
calidad de percepción, acción inteligente que nos permite
superar los conflictos con la riqueza de alternativas que nos
ofrece cada situación.
La creatividad despierta el poder que duerme en nuestra
imaginación: es osadía, aventura para descubrir y aprender de
los cambios, es respuesta hábil, no impotencia explicada o
reclamo de lo que nos falta.
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EL SECRETO DE SER FELIZ
Hace muchísimos años, vivió en la India un sabio, de quien se
decía que guardaba en un cofre encantado
un gran secreto que lo hacía ser un
triunfador en todos los aspectos de su
vida y que, por eso, se consideraba el
hombre más feliz del mundo.
Muchos reyes, envidiosos, le ofrecían
poder y dinero, y hasta intentaron robarlo
para obtener el cofre, pero todo era en
vano.
Mientras más lo intentaban, más infelices
eran, pues la envidia no los dejaba vivir.
Así pasaban los años y el sabio era cada
día más feliz. Un día llegó ante él un niño
y le dijo: "Señor, al igual que tú, también
quiero ser inmensamente feliz ¿Por qué no me
enseñas qué debo hacer para conseguirlo?".
El sabio, al ver la sencillez y la pureza del
niño, le dijo: "A ti te enseñaré el secreto
para ser feliz. Ven conmigo y presta mucha atención. En realidad, son dos
cofres en donde guardo el secreto para ser feliz y estos son mi mente y mi
corazón, y el gran secreto no es otro que una serie de pasos que debes
seguir a lo largo de la vida":
"EL PRIMERO, es saber que existe la presencia de Dios en todas las cosas de
la vida, y por lo tanto, debes amarlo y darle gracias por todas las cosas
que tienes.
“EL SEGUNDO, es que debes quererte a ti mismo, y todos los días al
levantarte y al acostarte, debes afirmar:
- yo soy importante,
- yo valgo, soy capaz,
- soy inteligente,
- soy cariñoso,
- espero mucho de mí,
- no hay obstáculo que no pueda vencer:
(Este paso se llama autoestima alta).
“EL TERCER PASO, es que debes poner en práctica todo lo que dices que eres;
es decir:
-si piensas que eres inteligente, actúa inteligentemente;
-si piensas que eres capaz, haz lo que te propones;
-si piensas que eres cariñoso, expresa tú cariño:
Si piensas que no hay obstáculos que no puedas vencer, entonces proponte
metas en tu vida y lucha por ellas hasta lograrlas.
(Este paso se llama motivación).
“EL CUARTO PASO, es que no debes envidiar a nadie por lo que tiene o por lo
que es, ellos alcanzaron su meta, logra tú las tuyas.
“EL QUINTO PASO, es que no debes albergar en tú corazón rencor hacia nadie:
ese sentimiento no te dejará ser feliz: deja que las leyes de Dios hagan
justicia, y tú perdona y olvida.
“EL SEXTO PASO, es que no debes tomar las cosas que no te pertenecen,
recuerda que, de acuerdo a las leyes de la naturaleza, mañana te quitarán
algo de más valor.
“EL SÉPTIMO PASO, es que no debes maltratar a nadie; todos los seres del
mundo tenemos derecho a que se nos respete y se nos quiera.
Y, por último, “levántate siempre con una sonrisa en los labios, observa a
tú alrededor y descubre en todas las cosas el lado bueno y bonito; piensa en
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lo afortunado que eres al tener todo lo que tienes; ayuda a los demás, sin
pensar que vas a recibir nada a cambio; mira a las personas y descubre en
ellas sus cualidades y dales también a ellos el secreto para ser triunfador
y que de esta manera puedan ser felices".
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que se establecen en el aula, en la medida en que en éste impera la
comprensión, el respeto, la confianza, la comunicación, el reconocimiento,
la sinceridad y la cooperación. Además, permite a los niños ser ellos mismos
y exponerse de forma segura.
Este contexto de seguridad facilita que los niños se sientan cómodos
mostrando sus dudas, dando opiniones, contando cosas de sí mismos, etc.
Desde la tranquilidad y la autenticidad, con la relevancia que esto tiene
para la construcción de su personalidad, la imagen de sí mismos y de los
demás.
Educación congruente y personalizada
Es importante que el profesor, como el resto de personas de referencia para
el niño, transmita los mensajes de forma congruente desde los diferentes
canales. Lo que decimos (de forma verbal y no verbal), como lo decimos, lo
que hacemos, cómo lo hacemos. Pero no se trata sólo de coherencia entre
nuestro discurso y nuestras actuaciones, si no de adaptarnos a las
necesidades de cada alumno. Podemos enseñar una misma cosa de muchas formas,
y son muchos los medios y materiales que tenemos a nuestro alcance para
poder trabajar aspectos emocionales con los alumnos. Como plantean ya muchos
autores, existen múltiples y diferentes formas de aprender, y es aquel que
dedica su vida a la enseñanza el que ha de encontrar la más beneficiosa para
cada alumno. Aquella que le lleve a sacar el mejor partido de sus
capacidades. El educador necesita adaptar la enseñanza al educando,
personalizándola.
Relación con la familia
En ocasiones, este puede ser un tema complicado. Pero el niño todavía es una
persona dependiente, que se desarrolla dentro de un sistema familiar
concreto que es, quitando situaciones especiales, el mejor para él, porque
es el suyo, el único que tiene. Tanto padres como profesores son figuras de
referencia para el niño, y por ello tenemos la responsabilidad de educar de
forma conjunta.
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Si un profesor no conecta con sus alumnos, ¿es un mal docente?
¿Existen profesores buenos o malos?
Durante la vida estudiantil, tanto en el
colegio como en la universidad, la
interacción maestro-alumno y su relación
con el aprendizaje puede ser una
experiencia maravillosa en algunos
casos, pero también desafortunada, en
otros. ¿De qué puede depender el éxito
de esta relación? Sin duda, coexisten
muchos factores, sin embargo, uno de
los más relevantes es la imagen o
percepción mutua que existe entre la
simbiosis docente-alumno.
Esta es una de las conclusiones a las que
han llegado investigadores del
departamento de Educación de la Universidad
de Concordia (Montreal, Quebec) en un reciente estudio, llevado a cabo
gracias a la comunidad virtual Reddit, una red social que abarca infinidad
de materias en las que los usuarios agregan sus opiniones sobre noticias o
temas específicos.
La investigación se ha basado en el análisis de 600 entradas publicadas
entre 2009 y 2015 en las que los participantes debatieron, de manera
anónima, sobre las características sobre que era para ellos un buen o mal
maestro. Y una de las conclusiones a las que han llegado ha sido que la
comprensión que se tiene de los docentes y de su forma de transmitir una
materia, se basa en los valores personales, educativos y, posiblemente, en
nuestra compresión particular de género.
Según sus autores, se demuestra que los estudiantes tienen diferentes
estilos de aprendizaje y personalidades y que responden de manera diferente
a los profesores en base a sus propias necesidades y perspectivas. Frente a
esto, el doctor en Psicología y director del Grado en la Universidad de
Antonio de Nebrija en Madrid (UAN), Juan Carlos Rodríguez, asegura que lo
primero que habría que plantearse es qué significa ser un buen profesor.
“Para los alumnos un buen docente puede ser aquel que además de dominar la
materia, muestra entusiasmo en clase, tiene relaciones cordiales con los
estudiantes y además comunica de forma correcta. A este respecto, un
profesor con estas características puede influir de forma positiva en el
aprendizaje de sus alumnos”, comenta. Sin embargo, supone esto que, si la
personalidad de un profesor no comulga con la de un alumno, este, ¿estaría
condenado a la frustración académica?
Necesariamente no, pero le costará más adaptarse a esas clases, estudiar y
obtener mejores resultados que otro estudiante que sea más compatible con la
personalidad de ese profesor. “Los valores que una persona posee van a
influir en su conducta y las personas que ejercen la docencia no son una
excepción. Los valores que cada uno de los profesores posea pueden influir
en su docencia, en su contenido y hasta en la forma de dar las clases”,
asegura el experto.
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tolerantes y estrictos pero justos, mientras que los “peores” fueron
descritos como incompetentes, carentes de juicio, perezosos, injustos e
inflexibles.
Lo que llama la atención de los resultados es que un número idéntico de
docentes eran aplaudidos por características diametralmente opuestas. Por
ejemplo, para muchos alumnos ser un profesor tranquilo es una cualidad
buena, mientras que para otros resulta algo criticable por no ser un docente
vivaz. Para Rodríguez, en casos extremos, hay personalidades que no son
compatibles con otras y puede suponer un problema, aunque lo habitual es que
la mayoría de los profesores puedan conectar con sus alumnos. “No existe un
perfil de profesor eficaz para todos los niveles ni para todas las materias
cuya valía se fundamente en aspectos individuales de la personalidad”,
afirma. “Quizás sea el profesor que sabe en cada momento cómo facilitar la
construcción del conocimiento de sus alumnos y cómo ajustar, de la mejor
manera posible, la ayuda necesaria según las características de la
situación, del contenido y de los propios alumnos”, matiza. En cuanto a las
diferencias de género, Rodríguez, apunta que se están superando. “Hoy en día
cualquier persona que se dedica a la enseñanza puede impartir cualquier
materia. Ser hombre o mujer no es un problema en relación con la docencia de
cualquier materia”, concluye.
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El buen trato marca la diferencia en el aprendizaje
De una forma conmovedora, la asociación The Rollins Center evidencia la
importancia de interactuar con los niños de una forma positiva y darles la
oportunidad de encontrar su propia voz.
¿Qué pasa si un niño saluda y nadie le responde?, ¿qué pasa si sonríe y no
recibe una sonrisa de vuelta?, ¿qué pasa si además es constantemente
ignorado o verbalmente maltratado? Esto es justamente lo que la
asociación The Rollins Center intenta evidenciar en un video que ha
impactado a muchos. En el video “Every Opportunity”, el niño que protagoniza
la historia explica cómo se siente cuando un adulto lo ignora o pierda la
paciencia y demuestra cómo esto influye en el proceso de aprendizaje al que
se está enfrentando. La historia tiene dos partes que se contrastan: en la
primera se plantea la visión negativa del asunto y en la segunda se recrea
la historia desde un ángulo totalmente positivo.
Este video, que busca resaltar la importancia de las buenas prácticas
pedagógicas en Estados Unidos, se basa en diversas investigaciones creadas
por expertos en desarrollo cerebral y alfabetización, además evidencia cómo
una actitud positiva hacia los niños en un ámbito educativo, puede marcar la
diferencia en el desarrollo de diversas habilidades emocionales y
cognitivas.
“Se puede demostrar que la ternura y la compasión con los estudiantes ayudan
a transmitir el aprendizaje de una mejor forma. Si la profesora sonríe,
acaricia, el niño estará más motivado para aprender”, asegura en El
Tiempo Sandra Varela, directora del programa de Pedagogía Infantil de la
Universidad de La Sabana en Colombia.
Muy de la mano con esto está la visión de Rollins Center. Según se menciona
en El Tiempo, la organización asegura que el buen trato debería ser la base
de apoyo en los procesos de aprendizaje de los niños, especialmente en el
aprendizaje de la lectura como medio para desarrollar otras habilidades. Esa
preocupación surge de los bajos porcentajes que está sufriendo EE.UU. con
respecto al analfabetismo: sólo el 36 por ciento de todos los niños tiene la
capacidad de leer con soltura al final del tercer grado. Pensando en esto,
el video plantea la importancia de crear los espacios indicados para hacer
frente a este problema. Éstos se basan, por supuesto, en el buen trato,
pero, además, en las propias voces de los niños.
“¿Por qué los quieren silenciar?”
The Rollins Center plantea la importancia de promover momentos de discusión
y diálogo entre los estudiantes. Ellos están convencidos de que cada niño
debe encontrar su voz y para eso es importante dejarlos hablar. Aunque el
silencio es importante para aquietar la mente y promover la concentración en
el aula, Varela afirma también que en las salas de clase también se aprende
de la interacción, del diálogo y de la socialización con otros. Así
entonces, es tarea de los docentes el encargarse de generar interacciones
positivas con los niños, pero también es tarea de ellos el abrir los
espacios indicados para que puedan desarrollarse de muchas formas. Todo esto
basado en el respeto, en el lenguaje positivo, en el apoyo y en el buen
ejemplo.
Las buenas actitudes o el buen trato no solo determinan la forma como
establecemos relaciones sociales, también generan sentimientos positivos
como la confianza y la seguridad, elementos que deberían ser indispensables
al interior de las escuelas. Si queremos que los niños aprendan, ellos deben
desarrollarse en aquellos espacios donde sean tratados como personas, donde
puedan potenciar sus habilidades y crear su propia voz.
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“No pasó nada” una frase que silencia las emociones de niños y niñas
¿Cómo reaccionas frente a la caída de un niño o niña? ¿Qué le dices cuando a
simple vista no ha ocurrido nada grave? Una reflexión desde la pedagogía y
consejos para entender cómo cada detalle cuenta a la hora de promover el
desarrollo emocional.
Nuestro actuar docente está repleto de acciones que hemos aprendido a lo
largo de nuestra vida y especialmente durante la infancia; y querámoslo o
no, nuestra identidad profesional también se vincula fuertemente con nuestra
experiencia de vida.
Muchas personas crecimos escuchando frases como “no pasó nada”, “sigue
jugando”, “¡estás bien!” cuando nos golpeamos, caemos o, simplemente, cuando
algo no estaba bien, e inconscientemente tendemos a repetir lo mismo con
nuestros estudiantes. Son patrones de conducta que parecen enraizados en
nuestro actuar, por eso detenernos a analizarlos y reflexionar sobre nuestra
práctica pedagógica puede ser un elemento fundamental para cambiar dichas
conductas. ¿Por qué? Porque nos permite darnos cuenta que algunas de
nuestras acciones pueden estar interfiriendo en el desarrollo emocional de
niños y niñas.
Frases como estas no sólo invisibilizan un hecho que efectivamente ocurrió,
sino que también niegan las emociones que el niño puede sentir e incluso
pueden minimizar hechos que puedan ser de relevancia. ¿Qué pasa si
efectivamente el niño no está bien? Padres, educadores y otros adultos
significativos, somos un espejo para niños y niñas. A través de nuestras
acciones ellos aprenden cómo reconocer y reaccionar a sus propias emociones.
Negar lo que está ocurriendo, además, no permite que los niños se
responsabilicen de sus acciones, entiendan las causas y los efectos de un
hecho en particular y aprendan de sus errores. Una caída, por simple que
parezca, puede haber generado diversas emociones en niños y niñas, y ellos
necesitan nuestra ayuda para aprender a modelarlas.
Si bien muchas de estas prácticas son inconscientes y se correlacionan con
nuestra historia personal, esto no significa que no puedan ser modificadas.
Ser conscientes de nuestras prácticas y analizar nuestro trabajo día a día
es el primer paso para hacerlo. Si quieres trabajar en ello, acá comparto
algunos consejos me han ayudado a modificar mi forma de actuar frente niños
y niñas:
Ser reflexivo
La práctica pedagógica es un ejercicio constante, y para ello es fundamental
reflexionar continuamente acerca de nuestras propias acciones y emociones.
Conocer y reconocer cómo nuestras emociones se expresan es el primer paso
para que otro lo haga.
Ser empático
Para potenciar el desarrollo emocional de niños y niñas es fundamental
ponerse en su lugar. Algo que para nosotros puede parecer normal y simple,
para ellos puede ser sumamente complejo. Además, frente a un mismo hecho,
cada niño reacciona de manera diferente, y no podemos perder de vista esa
diferencia.
Conocer
Es importante conocer a los niños para poner ayudarlos de mejor manera. Los
sentimientos y su intensidad varían de persona en persona.
Eliminar el adultocentrismo
Lo que necesita un niño se descubre con el niño. Padres y educadores debemos
ser facilitadores de un proceso, ser sus ojos, pero nunca imponer una
mirada. Ubícate a su altura y piensa en cuando tú tenías su edad; pregúntele
al niño cómo se siente y ayúdalo a entender esas emociones.
Orientar y modelar
Frente a una caída, lo mejor es preguntarle al niño cómo estás, si le duele
algo o si necesita ayuda para solucionar lo ocurrido. Con estas simples
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preguntas se puede dar respuesta a sus necesidades y modelar la forma en que
se debe solucionar un problema.
Entregar herramientas
No todos los niños tienen las mismas habilidades y conocimientos para
enfrentarse al mundo cotidiano. Es rol de educador ayudar a los niños a
encontrar y desarrollar nuevas herramientas que les permitan enfrentar su
realidad. Se trata de nutrir al niño de habilidad y competencias
socioemocionales.
Dar tiempo
Siempre será más fácil y rápido decir “no pasó nada”, pero la educación
emocional requiere de tiempo y dedicación, y es importante que destinamos
parte de nuestra energía y jornada a ello. Por ello, no te desanimes antes
de comenzar a ver los resultados y no tengas miedo de poner mucha energía en
ellos. Los progresos no ocurrirán de un día para otro, pero durarán para
siempre.
La educación debe permitir a niños y niñas conectarse con sus sentimientos.
Aprender a conocer, aceptar y regular nuestras emociones es algo que
comenzamos a realizar desde la más temprana infancia y es normal que en las
primeras etapas se necesite de otras personas para hacerlo bien. Por ello,
padres y educadores tienen un rol central para apoyar y sostener ese
desarrollo.
¡A reconocer y validar las emociones!
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10 formas de mejorar la comunicación con padres y apoderados
Las expertas Meghan McCormick y Natalie Schwartz comparten algunas
estrategias para mejorar la comunicación con padres de estudiantes que tienen
problemas de conducta.
De acuerdo con un estudio de la Universidad de Pittsburgh, involucrar a los
padres y apoderados en los procesos de aprendizaje de los estudiantes, puede
ser una de las claves para trabajar problemas de conducta en el aula. Este
estudio sugiere también que las llamadas regulares a los padres, pueden
disminuir en un 25% dichas correcciones del comportamiento de aquellos
estudiantes que a veces dificultan un poco el proceso de aprendizaje del
resto de la clase. ¿Qué significa esto? Que la comunicación entre profesores
y padres es clave en el proceso educativo.
En un reciente estudio, Meghan McCormick, investigadora, descubrió que los
profesores que proveen mayor soporte emocional a sus estudiantes, entienden
que los padres pueden ser también un apoyo a la hora de lidiar con problemas
de comportamiento. En ese sentido, sugiere que los profesores deberían
entender este aspecto.
Por otra parte, Natalie Schwartz, descubrió que al menos en Estados
Unidos, los profesores creen que una de las cosas más difíciles de su trabajo
es la comunicación con las familias. Sin embargo, ella también resalta la
importancia de que los docentes utilicen esta relación con padres y
apoderados para hacer de su trabajo algo más fácil y exitoso. La experta
resume esto en una simple pero concisa frase: “ambas partes tiene el mismo
objetivo, quieren que a los estudiantes les vaya bien”. Ahora bien, aunque
los profesores buscan que los padres se involucren más y los padres esperan
mejorar la conexión con los docentes, llegar a ese objetivo, a veces no es
sencillo. Entonces ¿qué sugieren Schwartz y McCormick para mejorar la
comunicación especialmente con esos padres de estudiantes con problemas de
conducta?
1. Empezar a tiempo: Cultivar relaciones positivas con los padres desde el
inicio del año es fundamental. Una de las estrategias que se propone es hacer
preguntas como “cuénteme 5 cosas que debería saber sobre tu hijo/a para poder
trabajar con él/ella de la mejor forma posible”. Lo ideal, además, es
desarrollar una relación positiva con los padres de los estudiantes más
difíciles.
2. Preparar: Es clave comunicar claramente a los estudiantes las expectativas
sobre el comportamiento en clase. Puedes incluso tener una especie de
“contrato” firmado por padres y alumnos quienes en casa pueden discutir los
puntos. Tener el plan claro desde el principio evitará malentendidos más
adelante.
3. Ponerse en los zapatos del otro: McCormick asegura que muchas veces, los
padres con estudiantes que tienen problemas de conducta, pueden tener
conflictos con los procesos de educación en las escuelas. De hecho, ellos
mismo pudieron tener problemas en sus colegios. Además, dice que pueden tener
lo que se llama una “carga cognitiva” y pueden estar estresados, frustrados o
a la defensiva por el comportamiento de sus hijos. Por eso, dice ella, es
importante empatizar con los padres y ponerse en sus zapatos para mejorar la
comunicación.
4. Comentarios positivos: Aunque parezca difícil, McCormick dice que es
importante que los profesores demuestren a los padres que están haciendo todo
lo posible por encontrar lo mejor de sus hijos. Esto se puede hacer a través
de llamadas para decir cosas como: “su hijo tuvo un buen día hoy”. Ella dice,
además, que puedes ponerte la meta de comunicar tres comentarios positivos
cada semana a esos padres que usualmente no reciben halagos de sus hijos.
5. Hacer equipo: El objetivo de la comunicación con los padres no es
quejarse, ni agrandar el problema. El objetivo es ayudar, ser un apoyo. En
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otras palabras, se trata de trabajar en equipo para encontrar soluciones que
el propio estudiante tendrá que aplicar.
6. Entender: En un año escolar habrá relaciones de todo tipo. Con algunos
padres la relación será más sencilla que otros. Frente a esto, las expertas
sugieren intentar entender las preocupaciones de los padres. Para eso, puedes
hablar con otros profesores, documentar la interacción, informar e incluso
hacer reuniones para explicar el problema y ser franco, sin llegar a ser
emocional. Todo esto con el objetivo de “empezar desde cero”.
7. Reuniones: Las reuniones con padres pueden ser buenas instancias para que
otros que hayan tenido problemas similares contribuyan y se sientan
beneficiados. Pero lo más clave de estas reuniones es tener una agenda clara
con límites de tiempo, desafíos y un foco específico. Puedes preparar
conferencias con intervenciones conductuales en las cuales cada parte cumple
un rol (estudiantes y padres). Es bueno también hacer una reunión de
seguimiento.
8. Menos formalidad: A veces, una visita a la casa no es muy práctica por la
falta de tiempo, sin embargo, dice McCormick, es una buena forma de entender
la vida del estudiante. Puedes entonces hacer reuniones como las mencionadas
en el punto anterior, pero también puedes reunirte con una familia o un grupo
pequeño de padres. Descubre qué momento es cómodo para ti y para ellos.
9. Tecnología: En la actualidad, puede resultar más sencillo contactar a los
padres a través de las redes sociales, pero es algo que se debe usar con
cuidado. Otra alternativa es el e-mail o el mensaje de texto, dos
alternativas rápidas para comunicar asuntos.
10. Más información: McCormick ha notado que muy pocos profesores invierten
tiempo en aprender sobre la comunicación con los padres. Este asunto es
fundamental. Los libros e internet siempre serán una alternativa para
investigar y por supuesto se deben abrir más espacios dentro del ámbito
educativo para que los profesores tengan la opción de perfeccionarse en este
aspecto.
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