You are on page 1of 3

Selección de cuentos de ajedrez - Club d’Escacs Sant Martí (Barcelona)

LA REBELIÓN

por Emiliano Gómez-Monroy

El sol de la mañana ilumina los negros y blancos de un tablero de


ajedrez. Uno frente al otro, dos ancianos de cuatro canas mueven
con temblorosa paciencia las fichas del juego.

De entre los arbustos del parque sobresale la corona de cartón de


un mendigo somnoliento. Éste los saluda con un gesto y se acerca
a ellos mientras bosteza:

- Hombres de buena fe que controláis monarquías sentados ante el


tablero. Buenos días.

Los viejos lo miran de arriba a abajo y siguen jugando.

- Te toca.

El pestilente vagabundo, ante la pasividad de los abuelos, intenta


captar sus atenciones:

- Dejad que os cuente una historia, la historia de mi origen. ¡Qué


tiempos aquéllos! ¡Qué vida la mía! Los harapos que ahora llevo no
son los míos, los conseguí entre la basura de los contenedores,
pero antes no era así...

La posibilidad de conocer el pasado de aquel hombre interesa a los


jugadores que levantan la vista del tablero.

- Están ustedes en presencia de un rey.

Los dos ancianos hacen una reverencia entre pícaras sonrisas y


continúan la partida.

- He perdido la noción del tiempo, pero no la memoria. Recuerdo


mis trajes de seda manufacturados en Oriente, mis anillos y collares

260
Selección de cuentos de ajedrez - Club d’Escacs Sant Martí (Barcelona)

de oro y plata de ley y mi lustrada corona áurea con rubíes y


esmeraldas- continúa el mendigo mientras acaricia la corona de
cartón con dibujos de joyas en los bordes recogida en la puerta
trasera de una hamburguesería.

Uno de los ancianos deja un peón a un lado del tablero donde los
soldados de a pie blancos se reúnen derrotados.

- No supe cuánto valía todo aquello hasta que lo perdí. Desde lo


alto de mi castillo observaba los vastos campos de trigo de mi reino,
pero yo no tenía suficiente, quería más tierras, más dominio. Yo
envié a mis hombres a una muerte segura y mis súbditos no me
perdonaron jamás ese error. Muchos seguidores no estaban en
concordia con mis designios y se unieron en rebeldía para
destronarme.

Caballo negro derriba a caballo blanco.

- Una oscura noche se iluminó con antorchas. Los muy brutos


entraron en mi castillo y prendieron fuego en las cuadras. Los
caballos relincharon de temor.

Los alfiles blancos pierden el equilibrio en una de tantas diagonales.

- Mis fieles alfiles corrieron presto a protegerme de los insumisos,


campesinos y peones armados con hoces y horcas, pero también
los caballeros cayeron a mis pies, esta vez sin intención de
besarlos. Mi esposa, ¡Oh la reina!, se refugiaba tras de mí. Los dos
solos ante el inminente peligro. Desenfundé mi espada, pero la
multitud se abalanzó sobre nosotros lanzándonos piedras y
patadas. Mi mujer perdió el conocimiento y yo no pude evitar que la
encerraran en la torre. De mi Adelaida no he sabido nada más...

Sin levantar los ojos del tablero uno pregunta cómo logró escapar
para estar ahora contándoles esto. Miró a su compañero y movió la
torre negra para hacer desaparecer a la reina del otro.

- ...Entre tantos traidores me creía solo, al borde de la muerte, pero


encontré la ayuda de un viejo amigo que dio la vida por mí... y logré
huir... pasé largos días caminando malherido. Aún me persiguen,
saben, sé que están por algún lugar... los presiento... llevo mucho
tiempo huyendo...

261
Selección de cuentos de ajedrez - Club d’Escacs Sant Martí (Barcelona)

Uno de los ancianos se saca la boina y con aire victorioso suelta un


Jaque Mate...

El mendigo se echa para atrás dejando caer al suelo su corona de


cartón:

- ¡Traidores! ¡Ustedes también, lo sabían! ¡Traidores! ¡Todo se


acaba... !

El anciano de la boina se levanta de su asiento.

- No se preocupe majestad, tan sólo hay que colocar las fichas y


volver a empezar .

262

You might also like