NATALIA SILVA ORTIZ

Digitalización cultural

A lo largo de la historia las instituciones han evolucionado adaptándose a su época.

Actualmente, existe un auge tecnológico y las instituciones optan por amoldarse
dentro de este contexto, entre ellas están las instituciones de cultura; tales como
museos, librerías y archivos. Su misión es proteger el patrimonio que se ha
heredado a través de la historia y ambientarlo, crear una red que permita transmitir
conocimiento y ampliar las bases de datos. Sin embargo, existen diferentes
obstáculos que dificultan esta adaptación, por eso las instituciones culturales han
optado por aplicar diversos métodos que permiten que la digitalización de sus
funciones sea viable y asequible.

El desarrollo del campo de la memoria cultural dentro de las tecnologías

informáticas implica cierto esfuerzo en la selección y organización, pues se necesita
de estos aspectos para crear esquemas de búsqueda que permitan una armonía y
que la información se conecte para así crear un ecosistema digital. En el siguiente
escrito se tratarán aspectos que explican el porqué adaptar instituciones culturales a
un contexto actual, y así mismo, qué impactos negativos podría tener esta
evolución.

La información, los recuentos históricos, las obras, etc., dentro de las instituciones
culturales son tan variados como sustanciales. Mediante su recorrido han tenido
diversos cambios, y esta vez el cambio es bastante amplio. Ya no se trata solo de
un cambio social, económico o político, sino que un cambio de la visión en cómo se
perciben las cosas. Este cambio de formato ha representado un reto, pero no un
impedimento para rediseñar el formato en que se presenta la información cultural.
En un estudio sobre el tema Kallinikos, Hasselbladh & Marton (2013) analizan un
caso en particular: Europeana es una biblioteca digital europea que se ha adaptado
al contexto digital exitosamente; textos, bases de datos, exposiciones, exhibiciones,
artefactos patrimoniales. Todos estos están en su red, pero más que limitarse a
publicar información al azar, se opta por métodos que la conecten y que permitan al
público acceder a ella.

Este cambio es importante, funciona como un mecanismo de supervivencia por

parte de las instituciones culturales, si no se adaptan se va olvidando y finalmente
corren el riesgo de extinguirse. En Colombia, existe una falta de interés en asistir
presencialmente a estos espacios, según una investigación realizada por la
Universidad Nacional, persiste una indiferencia pues “ocho de cada diez
colombianos no acuden a los más de 300 museos existentes en todo el territorio
nacional” mientras que cada día aparecen más internautas en el país. Entonces, lo
más pertinente es incentivar a las personas a que accedan a la información desde lo
que más le convenga.

Sin embargo, la adaptación de la cultura no es tan sencilla como parece, así como
se adapta a un nuevo formato, se pueden desaparecer las características que tenía
anteriormente, y en mucho de los casos estas características son el punto fuerte y
llamativo de la obra. Por eso debe haber un proceso de selección, en el que excluye
las obras que pierden su sentido en un contexto digital. Estas se conservan dentro
de las exposiciones físicas, pero su futuro es impredecible por lo dicho
anteriormente. Por esa parte se ve desde una perspectiva negativa la digitalización,
pues con el tiempo se podrían ingeniar métodos en que se puedan incluir a este
contexto, pero es muy difícil predecir el momento en que esto ocurra.

Otro aspecto que se puede considerar como negativo es la dependencia de la caja

de búsqueda, según La rota (2017) en un artículo para El Espectador, El Museo
Metropolitano de Arte de Nueva York inició un proceso de digitalización en el que
más de 375.000 obras estarían expuestas al público en internet y los archivos
quedaron con una licencia Creative Commons, es decir que los usuarios podrían
“descargar las obras, copiarlas, modificarlas, distribuirlas, incluso para fines
comerciales, sin necesidad de pedir permiso”. Pero hasta qué punto es pertinente
incluir toda esta información si la gente solo se va a quedar con un pequeño
porcentaje de ella. En el artículo se cita a Mitchell Whitelaw donde señala que “el
despliegue digital de la información de los museos suele estar condicionada por la
caja de búsqueda.” Si la persona no tiene conocimiento se le va a dificultar usar este
motor, por lo que queda limitada y entonces la digitalización deja de ser asequible.
Por eso, se deben implementar métodos que permitan ampliar la red a más
personas, y a las instituciones muchas veces les cuesta encontrar cómo resolver
este problema.

En conclusión, la digitalización de las instituciones culturales es necesaria, pero aún

presenta varias problemáticas que pueden representar un riesgo para su
supervivencia. Entre las ventajas están las redes que se crean y tienen un orden
lógico para que logren perdurar y atraer a aquellas personas que no asisten
presencialmente. Por otro lado, están las desventajas, que contradicen lo dicho
anteriormente precisamente porque no es fácil la adaptación de instituciones tan
antiguas a medios modernos como la tecnología informática. Hay algunas obras que
se pueden adaptar sin tanto esfuerzo, pero hay otras que no encajan en un contexto
digital, hallar una solución se ha convertido en un reto para las instituciones, y aún
son difusos los métodos que se pueden utilizar para lograrlo. Finalmente, otra
desventaja, es cómo esta digitalización se ve limitada por tener un ecosistema
digital absurdamente amplio, si se busca que más personas se integren a él, la
propuesta estaría encaminada en facilitar su acceso.

REFERENCIAS

Kallinikos, J.; Hasselbladh, H.; Marton, A. (2013). Governing social practice:

technology and institutional change. Theory and Society, 42 (4), 395-421.

Agencia de Noticias UN. (2015). Los colombianos no visitan sus museos. Bogotá.
Recuperado de: https://bit.ly/2oKGsSo

La rotta, S. (2017). Museos digitales, cuando el botón de búsqueda se vuelve

obsoleto. Recuperado de: https://bit.ly/2OFmJiz