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Czeslaw Milosz
nothing arrives
nothing in Prospero’s magic cloak
nothing from streets and lips
from pulpits and towers
nothing from loudspeakers
speaks to nothing
about nothing
Poemas de este tipo cumplen una función suplente, dirigen una acusación global al
lenguaje humano, a la historia, aún a la vida en sociedad, en lugar de señalar las razones
concretas de ira o disgusto. Quizás esto sucede porque, en el caso de Polonia, durante la
guerra, la realidad elude los significados del lenguaje y es la fuente de diversos traumas,
incluyendo el trauma natural de un país traicionado por sus aliados.
La realidad en los años de guerra es un gran tema, pero un gran tema no es
suficiente. Hay otro elemento que muestra al arte en su luz ambigua. Las nobles intenciones
pueden ser recompensadas, y un trabajo literario, concebido así, puede adquirir una
existencia durable, pero el reverso sucede más a menudo: indiferencia, frialdad.
La gente, en medio de los eventos, expulsa llantos de dolor de sus bocas, tiene
dificultad para encontrar la distancia necesaria para transformar este material
artísticamente. Probablemente en ningún otro idioma, más que en el polaco, hay tantos
poemas aterradores, documentos del Holocausto, con algunas excepciones, estos son
poemas que sobrevivieron y sus autores no. Ahora el lector duda entre dos valoraciones
contradictorias. Después de los hechos atroces, la sola idea de literatura parecía indecente,
uno duda si ciertas zonas de realidad pueden ser el tema de poemas o novelas. Las
torturas de los condenados en el Infierno de Dante eran, después de todo, inventados por el
autor, y su carácter ficticio es aparente en forma. Ellos no aparecen en crudo, como lo
hacen las torturas en los poemas documentales. Por otro lado, porque usan rimas y
estrofas, los poemas documentales pertenecen a la literatura y uno se puede preguntar,
más allá del respeto a aquellos que fallecieron, si una poesía más perfecta no sería un
monumento más apropiado al nivel de los hechos.
Después de la guerra, la aniquilación de judíos polacos apareció en poemas de
varios escritores, algunos de ellos encontraron lugar en antologías. Pero, aplicando un
criterio severo, uno puede decir que el tema va más allá de la capacidad de los autores y se
levanta ante ellos como un muro. Los poemas son considerados buenos porque nos
mueven a nobles intenciones. La dificultad de encontrar una fórmula para expresar la
experiencia elemental de la crueldad puede ejemplificarse en el caso de Anna
Swirszczynska. Ella comenzó a publicar antes de la guerra, un libro de poemas en prosa,
agradable y refinado, los cuales testifican su interés por la historia del arte y la poesía
medieval. No asombra en ella, hija de un pintor, creció en un estudio de artista, en la
universidad estudió Literatura Polaca. Ni ella ni ninguno de sus lectores hubieran imaginado
para qué propósito serviría su interés por los manuscritos y las miniaturas.
Durante la guerra, Swirszczynska vivía en Varsovia. En agosto y septiembre de 1944
ella formó parte del Alzamiento de Varsovia. Por sesenta y tres días fue testigo y participó
en una batalla librada en una ciudad de un millón de habitantes contra tanques, aviones y
artillería pesada. La ciudad fue destruida gradualmente, calle por calle, y aquellos que
sobrevivieron fueron deportados. Unos años después, Swirszczynska trató de reconstruir
esta tragedia en sus poemas: la construcción de barricadas, los sótanos de los hospitales,
las casas bombardeadas, los enterrados, los refugios, la escasez de municiones, comida y
vendajes, sus propias aventuras como enfermera militar. Aún estos intentos no se lograron:
estaban muy recargados, eran patéticos, y ella destruyó sus manuscritos. (Además, por un
largo tiempo, el Alzamiento fue un tema vetado, la intención de Rusia era destruirlo) No
menos de treinta años después del evento, ella atinó el estilo que la satisficiera.
Curiosamente fue el estilo de la miniatura, el cual ella había descubierto en su juventud,
esta vez no lo aplicó a pinturas. Su libro Building the Barricade consiste en poemas muy
cortos, sin métrica ni rima, cada un es un micro-reporte de un solo incidente o situación. Es
más humilde este arte de mímesis: la realidad, como es recordada, es primordial y dicta los
significados de expresión. Hay un claro intento de síntesis, así las palabras esenciales
permanecen. No hay comparaciones ni metáforas. Aun así, este libro se caracteriza por un
alto grado de organización artística, por ejemplo, el título del poema puede analizarse en
términos de figuras retóricas, con nombres griegos que ha usado la poesía durante siglos:
anaphora, epiphora, epizeuxis:
And indeed
indeed
I returned.
The pebble
The pebble
is a perfect creature
equal to itself
mindful of its limits
filled exactly
with a pebbly meaning
¿Qué puede ser la poesía en el siglo veinte? A mi parecer hay una búsqueda en
más allá de la zona donde el silencio existe, en esa frontera encontramos la poesía polaca.
En ella, una fusión peculiar entre el individuo y lo histórico toma lugar, lo que significa que
los eventos de toda una comunidad son percibidos por un poeta y lo tocan de una manera
más personal. Entonces la poesía ya no está alienada. Como la etimología del término
sugiere, la poesía ya no está fuera de la sociedad. Si escogemos la poesía de un país tan
desafortunado como Polonia para aprender que el gran cisma de la poesía es curable,
entonces el conocimiento no es un consuelo.Sin embargo, el ejemplo de esta poesía nos
muestra que algunos poetas están separados de la “gran familia humana”. Claramente
cualquier división tajante en “alienado” y “no alienado” encontrará serias dificultades. No
pretendo precisión aquí.
El soneto de Mallarmé “Sobre la tumba de Poe”, el cual ya había citado, es un
manifiesto simbolista y como tal provee de pistas valiosas. Edgar Allan Poe es nombrado un
ángel que quiere “donner un sens plus pur aux mots de la tribu,” para dar un significado más
puro a las palabras de la tribu. Curiosamente fue el uso del inglés de Poe y su forma de
versificar la que contribuyó a ubicarlo en un lugar marginal en la historia de la poesía
norteamericana. Pero un mito necesita enfrentarse al ángel y la hidra que son las masas, y
aquí la vida de Poe y la distancia entre Estados Unidos y Francia fueron de ayuda. Del
romanticismo, viene la idealización del solitario, individuo incomprendido cargado por la
sociedad con una misión, así emerge el simbolismo francés como una mutación específica
de la herencia del romanticismo.
Mientras en el romanticismo el poeta debe predecir, guiar, mover almas, aquí
tenemos la idea de pureza y defensa en oposición a los de suciedad y vulgaridad. En un
extremo un ángel y “un sens plus pur” ; en el otro, “le flot sans honneur de quelque noir
mélange,” una ola sin honor, una mezcla oscura. El final del soneto de Mallarmé
probablemente es crucial: la tumba de granito de Poe se vuelve un punto de referencia que
nos recuerda nunca atravesar “noir vols du Blaspème” los vuelos negros de la blasfemia.
Un punto de referencia dura para siempre. Aquí podemos ver cómo el soneto de
Mallarmé difiere con el romanticismo. La relación entre el poeta y la multitud es estable, no
impuesta por las circunstancias que pueden cambiar por los movimientos históricos. La
sociedad aparece como algo determinado, como los árboles y las piedras, dotada de
firmeza, instalada en la existencia típica de la burguesía francesa del siglo diecinueve. Este
aspecto representado en el soneto lo hace incompatible con lo que aprendimos en el siglo
veinte. Las estructuras sociales no son estables, más bien demuestran flexibilidad, y el lugar
del artista no está determinado para siempre. Para ser justos con Mallarmé, recordemos
que Horacio dijo lo mismo de sí mismo “Musarum sacerdos” (un sacerdote de las musas) y
declaró: “Odi profanum vulgus et arceo” (odio la multitud profana, manténganla a distancia).
Pero la similitud es ilusoria porque nos enfrentamos a dos contextos históricos diferentes.
Los poetas polacos encontraron que la hidra, tan ominosamente presente para los
simbolistas, es en realidad muy débil, en otras palabras, que el orden establecido, que
provee de un marco al desacuerdo entre el poeta y las multitudes,puede dejar de existir de
un día a otro. Desde esta visión, el soneto de Mallarmé es una obra típica del siglo
diecinueve, cuando la civilización parecía ser una garantía. Y, por supuesto, los poetas
polacos pueden reprochar a sus colegas occidentales que generalmente repiten patrones
propios del poeta aislado. Este podría ser un reproche a la falta de sentido de jerarquía, al
valorar un fenómeno, o puesto más simplemente, por falta de realismo. En el lenguaje
coloquial, las palabras “poco realista” indican una representación errónea de los hechos e
implica confusión entre lo importante y lo no importante, una alteración de la jerarquía. Toda
la realidad es jerárquica porque las necesidades humanas y los peligros ocupan siempre un
primer lugar. Esta necesidad no siempre es de pan, a veces es de palabra. Y la muerte no
es siempre la mayor amenaza, a veces es la esclavitud. Sin embargo, nadie que acepte la
existencia de estas escalas se comporta diferente cuando alguien más las niega. El acto
poético cambia con la carga de trasfondo que posea la conciencia del poeta. El trasfondo de
nuestro siglo está, en mi opinión, relacionado con la fragilidad de eso que llamamos
civilización o cultura. Lo que nos rodea, aquí y ahora, no lo tenemos garantizado. Como
existe puede no existir —y el hombre creará poesía de los remanentes, fundada en ruinas.