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Nombre del alumno: Alberto Estévez Tapia

Profesor: Emiliano Mendoza


Facultad: Filosofía
Semestre 4º Sección 02
Tercer cuestionario de la materia de Estética
1.- ¿En que consiste la idea de arte y obra de arte para los autores?

Para contestar estas pregunta escogí a Nietzsche y Heidegger, ya que son los dos autores que
con más precisión contestan a estas duda, me parece que Walter Benjamín se pierde mucho
entre la pregunta y la respuesta y por eso lo deje de lado en este trabajo.

El arte es, para Nietzsche, una religión de la apariencia, es la fuerza anti nihilista por
excelencia, es la voluntad de fiesta que estimula sin cesar a la vida. Para Nietzsche el arte
es agónico, en el justo sentido de que gira sobre sí mismo interrogándose sin cesar, siempre
irónico, sobre su propia imposibilidad. El arte no nos salva si no es abismándonos en la
ausencia de salvación.
La experiencia griega enseña a Nietzsche que el arte sólo encuentra su sentido en el juego de
la representación de la muerte, allá donde es posible experimentar toda la fragilidad y la
vulnerabilidad de la vida. Hay arte sólo cuando se muestra el inminente momento de la
quiebra, cuando comprendemos que todo está a punto de disolverse, cuando la muerte parece
que nos alcanza con su mirada sin ojos y su llamada silenciosa. La obra de arte acaricia ese
instante, demorándose en su borde, trazando su distancia. Es una mirada herida por la
violencia de la noche, hecha para soportar lo insoportable pero sin enmascararlo, sino
exhibiéndolo, dejando aflorar la inminencia del horror.

Para Nietzsche, la obra de arte es esa delgada línea, esa fisura que conecta-y-separa la fuerza
dionisíaca con y de la forma apolínea. Un equilibrio mucho muy precario. La tragedia griega
transita en ese límite, esforzándose por no caer a uno o a otro lado.

Ahora vamos con Heidegger.

Heidegger denomina “Arte”, por un lado, a una constelación (el Arte es un conjunto de
elementos diferenciados e irreductibles, articulados e interdependientes), y, por otro, a
aquello a partir de lo cual y por lo cual esa constelación adopta una figura precisa, un
contenido y una consistencia específica. El Arte posee, pues, dicho en otro lenguaje, a la vez,
un aspecto óntico y otro ontológico.

Es importante destacar que a pesar de que todos los elementos de esa constelación son
necesarios, y juegan su peculiar papel, su centro no es ni el artista (como en las estéticas
románticas del genio) ni el espectador (como en las estéticas del gusto) sino la propia obra
de arte (un centro, eso sí, descentrado y descentrable en tanto no es posible establecer de una
vez por todas la ‘esencia’ del arte; ‘ser’ es un ‘acontecer’ –una eclosión-, y si el Arte es
una fuente lo es porque actúa como un manantial del que brotan, cuando lo hacen, obras de
arte en torno a las cuales cristaliza una entera constelación (que incluye a los artistas y al
público, a los modos técnicos de elaboración y a los canales de difusión etc.).
Para Heidegger, la belleza es uno de los nombres del ser, la puesta en obra del ser. Es
su esplendor, allí donde emerge directamente de lo inconmensurable. Esa emergencia es, a
la vez, una ruptura del orden mundano y una cesación del ámbito de la técnica y de la cultura,
un descentramiento que hace saltar lo siniestro en el corazón mismo de lo más habitual.
Heidegger piensa el arte como el espacio donde se da la apertura del ser, esto es, el ser
"histórico destinal" elige el des ocultamiento en el arte, mostrar la verdad en el sentido de
develamiento. El ser del ente que se abre en la obra pasa a ser lo bello, la aprehensión del
movimiento y de la vida misma volcados en la obra constituyen la belleza. El artista y el
contemplador llevan sus vivencias al arte, llevan su unidad, reflejando su historia y haciendo
historia. El arte muestra la historia o el mundo y la tierra de una persona y también la de un
pueblo en un momento determinado. Pero en última instancia, el arte no refleja cualquier
tipo de historia, sino que muestra la historia del ser; es decir, el arte no sólo refleja la historia
del ser, sino que hace esa historia.

2.- ¿Cómo se expresa la verdad de a obra de arte en los autores seleccionados?

Cuando Heidegger propone vincular el arte y la verdad lo hace, desde luego, a partir de un
intento de redefinir qué sea la verdad. La acepción tradicional (la verdad es una adecuación,
una conformidad, una correspondencia etc.) no tiene que ser enteramente desechada, pero sí
conducida a una dimensión más radical: la de la verdad como desocultamiento (de lo ente
por el ser, desde el ser). Sólo de este modo el Arte puede comparecer como uno de los modos
en los que la verdad acaece.
Una posible, y parcial, traducción de esto al nivel de la obra de arte (en la que se concretaría
la posible verdad del Arte como tal) lleva a decir que ésta no es, en sentido literal, una re-
presentación: la presentación segunda de algo que ya estaba antes ahí dado. La obra de arte
es la presentación o la mostración de algo, desplegada, pues, de acuerdo con el modo artístico
de manifestación del ente.

Heidegger, señala que la verdad de la obra de arte se establece en y como una lucha, una
tensión, en el seno de cada obra, entre su ‘mundo’ y su ‘tierra’, siendo ‘mundo’ lo desplegado
por la obra y ‘tierra’ lo replegado en la obra.

La clave, en todo caso, de lo propuesto por Heidegger está en entender el Arte como
‘acontecer’, como una fuente y manantial (inagotable) de modos de artisticidad, de maneras
(a la vez distintas y enlazadas) de configurarse y articularse epocalmente lo artístico (ese
peculiar ámbito de lo ente).

Para Nietzsche el arte es disolución del código retórico, libre juego. Pero juego jugado con
una realidad indispensanble, emergencia verdadera de un deseo que siempre está en camino
de su propia ruina.

Se podría decir que en este sentido, al arte es un antídoto contra la verdad, esa verdad que
según el pensador alemán es inalcanzable para el hombre. La verdad no es más que un error,
pero un error necesario. Necesario para unas criaturas que, enemistadas con sus propios
instintos, aquejadas de labilidad extrema, son incapaces de vivir sin referencia a un centro.
Necesario para esos animales que, sin remedio, desconfían de sus propios impulsos y vacilan
en la afirmación del azar.

Ante el flujo impredecible e insensato de la vida, la "verdad" proporciona, antes que otra
cosa, la ilusión de la estabilidad. La verdad, según esto, no es el fundamento del arte, sino una
de sus formas. Una invención, pero una invención que se quiere absoluta. Una ficción, mas
una ficción que pretende erigirse en juzgado de todas las otras ficciones. La verdad es esa
obra de arte que hace de la apariencia una mentira y de la percepción sensible una fuente de
engaño.

El arte es el nuevo camino que toman tanto Nietzsche como Heidegger. Nietzsche sostiene
que el arte tiene más valor que la verdad por ser afirmador de la vida del ser humano.

3.- ¿Qué papel juega la sociedad y la cultura en los autores seleccionados?

La cultura es la apariencia o mentira que oculta la «verdad». La verdad trágica consiste en la


constatación de la falta de fundamento del mundo, y éste es el comienzo del filosofar según
Nietzsche: «Nuestra filosofía debe comenzar no por el asombro, sino por el horror». La
cultura es la capacidad de transfiguración del horror, del estado donde toda forma o ilusión
protectora está ausente, el resultado es la aparición de la forma que afirma la vida. La
transfiguración que lleva a cabo la cultura es una afirmación de la vida. Toda incapacidad de
transfigurar es también incapacidad de afirmación. La apariencia de la cultura es lo que
constituye el sujeto. La pérdida de la cultura se debe, según Nietzsche, a la incapacidad que
muestran todas aquellas formas consideradas tradicionalmente como cultura de transfigurar
«la naturaleza» o los instintos que están en la base del animal hombre.

Nietzsche concibe la cultura como la escena sobre la que tiene lugar la representación de la
autoproducción de la humanidad a través de las diversas formas espirituales. La cultura es
una forma histórica, su curso equivale al devenir de la autocreación del hombre. El concepto
de cultura, que viene determinado por el pensamiento fundamental de actividad artística,
significa la estructuración del caos de las fuerzas pulsionales: “La cultura de un pueblo se
manifiesta en la unidad disciplinada de los instintos de ese pueblo. La filosofía domina el
instinto de conocimiento, el arte domina el instinto creador de las formas y del éxtasis”.

La pregunta por la cultura, en Nietzsche, es la pregunta por la existencia, pues cada cultura
es una respuesta a esta cuestión. Nietzsche opone la cultura artística a la moral y a la ciencia.

Para Heidegger el arte no tiene que considerarse más como un apéndice de la cultura, como
un accesorio secundario. El arte es absolutamente necesario como expresión y desarrollo
de la vida en "este" mundo y del cuerpo. En el arte se devela la verdad, constituyendo esa
otra forma de pensar, la poetizante, que marca el rumbo hacia la instauración de nuevos
valores que vuelvan a enraizar al ser humano.
4.- ¿Cuál es la función de la religión en la obra de arte según los autores?

Nietzsche piensa la experiencia estética como una especie de sucedáneo de la religión. Mas
no, desde luego, de la religión que quiere salvarnos. La búsqueda de un objeto imperecedero
indica una grave pérdida de la vitalidad y de la fuerza. Las religiones salvacionistas son
síntomas de la debilidad, el resentimiento, la venganza, la corrupción. Son religiones
que aborrecen lo mortal. Las domina un sentimiento de vergüenza ante todo aquello que nace
y muere, ante la fugacidad y el paso. En consecuencia, no hacen otra cosa que ensañarse con
la vida: se muestran fascinadas mortificando a lo mortal.

La experiencia de lo sagrado en las religiones primitivas fundadas en una economía


sacrificial, desacumulativa, trágica es lo que Nietzsche pone en relación con el arte. Esta
experiencia concierne a la suspensión del código, o, mejor, a su transgresión. La religión
primitiva o arcaica es la religión de la fiesta. Momento paroxístico que revierte las
servidumbres de un mundo profano ocupado exclusivamente en la producción y la
acumulación de bienes.

La religión es en esencia arte, puesto que es la develación de una verdad, a la cual se le llama
divina. Así, la religión se presenta como un camino, accesible a la mayoría de los hombres,
de revelación de ideas como la de perfección, a través de la cual el pensamiento alcanza una
de sus cúspides más altas, ya que tal idea engloba a su vez la noción de lo más bello y mejor;
la emoción se desborda en uno de los sentimientos más incomprensibles ante los ojos del
racionalista: la fe. Así, el ser es revelado en la contemplación de esta magnífica obra que es
el universo. El arte esta en constante relación con religión pero no la manera económica que
la religión esbozo con el tiempo, sino como una manera de estar en contacto con la divinidad.

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