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Serieux et Capgras

Síntomas del delirio de interpretación

I. Síntomas positivos.— A.Concepciones delirantes: variedades, grados de verosimilitud y


sistematización; disimulación. B. Interpretaciones delirantes: 1. Exógenas o tomadas del
mundo exterior. 2. Endógenas, tomadas: a) del estado orgánico; b) del estado mental.
Interpretación de recuerdos: delirio retrospectivo. Transformación del mundo exterior; fal-
sos reconocimientos.

II. Síntomas negativos.— A. Estado mental: persistencia de la integridad de las facultades


intelectuales y de los sentimientos afectivos. Lenguaje, escritos, conducta. B. Ausencia de
trastornos sensoriales.— A veces alucinaciones episódicas: síntoma accesorio y transitorio.

El delirio de interpretación se caracteriza por la Los rasgos comunes de las concepciones deli-
existencia de dos órdenes de fenómenos en rantes están relacionados con el estado mental ca-
apa- riencia contradictorios: por un lado los racterístico de los interpretadores, quienes saben
trastor- nos delirantes manifiestos, por el otro defender sus ficciones a través de argumentos to-
una con- servación increíble de la actividad mados de la realidad. A veces quiméricas, por lo
mental. En primer lugar síntomas positivos a general se mantienen dentro del dominio de lo
través de las concepciones e interpretaciones posible, de lo verosímil (provocaciones, perjuicios,
delirantes; en segundo lugar síntomas robos, envenenamientos, etc...). No vemos inter-
negativos, a saber: inte- gridad de las facultades venir allí poderes sobrenaturales.
intelectuales y ausencia o escasez de La coordinación de estas concepciones en un
alucinaciones. sistema se efectúa de un modo muy variable: ya
sea rápida o lenta, precisa y segura o
1. Síntomas rudimentaria y dubitativa, pobre o muy compleja.
positivos La falta de siste- matización proviene tanto de la
Las manifestaciones mórbidas del delirio de abundancia de las interpretaciones que
interpretación residen en las concepciones e in- desorientan al enfermo como del carácter
terpretaciones delirantes. dubitativo de este último. En algunos casos se
trata menos de convicciones delirantes pro- piamente
dichas que de dudas delirantes (Tanzi): el hecho
A. CONCEPCIONES inverosímil es considerado no como seguro sino
DELIRANTES
como posible. Volveremos sobre estas diferen- cias
Con un breve examen, la naturaleza de las
superficiales cuando estudiemos las variedades y la
concepciones delirantes aparece como el síntoma
evolución del delirio de interpretación.
principal y llama la atención el tema novelesco.
En general, estas concepciones delirantes per-
Habitualmente encontramos ideas de
manecen secretas. La disimulación es tan frecuen-
persecu- ción y de grandeza, aisladas, combinadas
te que casi podríamos considerarla un síntoma. Si
o sucesi- vas. Las ideas de celos, místicas o
a veces se la ve en sujetos libres, es por así decir
eróticas son fre- cuentes. A veces se observan ideas
la regla entre los internados. El interpretador,
hipocondríacas, excepcionalmente ideas de auto-
descon- fiando del entorno y del médico no dice
acusación; más ra- ramente aún, ideas de posesión
lo que piensa sino con reticencias y
transitorias y sobre todo en los débiles. Nunca hay
sobreentendidos.
ideas de negación.
Habitualmente, en el período de internación
En realidad, estas fórmulas delirantes no tie-
hay un período de excitación con cierta locuaci-
nen más que un valor contingente; su descripción
dad, pero pronto el enfermo se encierra en un
detallada vendrá en el próximo capítulo. Aquí, sólo
indicaremos brevemente sus caracteres.
semi-mutismo. Como además la conducta perma- ver lo que hay detrás”. La segunda construye
nece correcta, esta disimulación se vuelve para una historia a partir de cualquier cosa; las expre-
el médico en una fuente de enormes dificulta- siones “por lo que parece, por lo que entendí,
des, ya que puede durar mucho tiempo. Una tal como yo lo adiviné” vuelven a cada momento
mujer supo callar durante un año un delirio de en la conversación. “Me alcanza –declara– una
grandeza, que sus escritos terminaron por reve- palabra para comprender todo lo que usted quiere
lar. Un perseguido interpretador de Séglas y desarrollar”. Ella siente la necesidad de dar ex-
Barbé no develó nada de su delirio durante plicaciones a sus compañeros sobre cualquier
cinco años, a pesar de interpretaciones activas. cosa y luego, interpreta de tal o tal forma, aun-
La disimula- ción de las ideas de grandeza es que no haya nada que pueda interesarle.
particularmente frecuente. A veces el paciente Si la explicación es buscada en vano por el
se calla, no por disimular, sino porque tiene enfermo, esta dificultad misma suscita una nueva
conciencia de lo in- verosímil de su delirio: una interpretación: se lo quiere embrollar, se actúa por
megalómana, habien- do confesado finalmente caminos torcidos; sin su “cabeza firme” no
ser cuñada del rey de Inglaterra, dijo: “¡No llegaría a reconocerse. Esta tendencia al
hablaré de eso, me tomarían por loca; es simbolismo se exagera a veces al punto de
increíble!”. aparecer en el len- guaje y en la conducta. El
sujeto emplea entonces frases con doble sentido,
5. INTERPRETACIONES expresa su pensamiento en forma de retruécanos
DELIRANTES
o jeroglíficos. Un perse- guido, luego de haber
disparado con revolver a un individuo, coloca
Los interpretadores no inventan completa-
delante de la casa del herido (que para él estaba
mente los hechos imaginarios; no se trata de fic-
muerto) un “pedazo” de “aro” para indicar con
ciones sin fundamento o ensueños de una fanta-
ello: “El muerto era un tonto, así sirvo yo a los
sía enfermiza. Se conforman con desvirtuar, dis-
tontos” (Pactet). [El ejemplo sólo se entiende en
frazar, o amplificar hechos reales: su delirio se
francés por rima del mismo sonido entre tres
apoya más o menos exclusivamente en los datos
palabras: “pedazo” = morceau; “aro” = cerceau, y
exactos de los sentidos y de la sensibilidad inter-
“tontos” = sots]
na. Una mirada, una sonrisa, un gesto, los gritos
El campo de las interpretaciones es ilimitado.
y las canciones de niños, la tos y las esputacio-
Si no se tomasen en cuenta los principales agen-
nes de un vecino, los cuchicheos de los que pa-
tes que contribuyen a establecer, consolidar, am-
san, pedazos de papel encontrados en la calle,
plificar el delirio, el análisis de éste sería incom-
una puerta abierta o cerrada, una nada sirve de
pleto. Examinaremos: 1°) las interpretaciones e-
pretexto a las interpretaciones.
xógenas, que tienen como punto de partida a los
Cuanto más insignificante parece un hecho
sentidos, el mundo exterior; 2°) las interpretacio-
para el común de la gente, más penetrante les
nes que tienen por fuente las sensaciones inter-
parece su perspicacia. Allí donde otros sólo ven
nas, la cenestesia como también aquellas que uti-
coincidencias, ellos, gracias a su clarividencia in-
lizan las modificaciones psíquicas, los trastornos
terpretativa, saben desentrañar la verdad y las
funcionales del cerebro, los estados de
relaciones secretas de las cosas. Esta aptitud para
conciencia (Interpretaciones endógenas).
adivinar alusiones escondidas, para comprender
1º) Interpretaciones exógenas: El más peque-
insinuaciones y palabras con doble sentido, para
ño incidente de cada día sirve para las búsquedas
interpretar los símbolos, le confirma al enfer-
del interpretador. Un empujón en la calle es el
mo lo correcto de su propia sutileza: “Yo com-
índice de una emboscada; una mancha en la
prendo –asegura– lo que nadie comprende”.
ropa, el más evidente de los ultrajes. Si sus
Desde este punto de vista, dos enfermos de
pantalones, zapatos, corbatas están rotos, es que
Régis son paradigmáticos. “Yo siento –dice la pri-
están usados con “procedimientos sabios”. Si le
mera enferma– que es mejor vivir sola y alejada
rehúsan estre- charle la mano o bien se la
con esta penetración con la que mi estrella me
estrechan fríamente, entonces recibe “saludos
dotó, que siempre me empuja a ir más allá para
irónicos”. Si encuentra
en su camino basura amontonada, es una No hay signo simbólico más importante para
alusión injuriosa. Nada escapa a su estos sujetos que la palabra; palabra y
ingeniosidad: ¿qué significan todas las mañanas escritura
esas sábanas, esas frazadas rojas en las ventanas
de los vecinos? ¿Y esas rasgaduras que descubre
con lupa luego de un examen minucioso sobre
sus fotografías? ¿Aca- so no es que se burlan de
sus arrugas? A otro [paciente] se le habla de la
operación de catara- tas: es que lo toman por
un marido ciego. Se le pregunta si hay peces en
los ríos de su país: es para insinuarle que él es
una “caballa”.
Las actitudes, los gestos, la mímica de los
demás
juegan un rol considerable. Dice uno: “¿Por qué la
gente se rasca el ojo sino para decirme que soy
ciego?”. (...) Para aquella [mujer], los brazos
cruzados significan que su hijo está vivo; si uno
se rasca la frente se hace alusión al señor X.; si
uno se toca la nuca se trata del señor Y.; bostezar,
un juego con los dedos sobre la mesa son actos
provocativos. (...) Una enferma de Deny y de
Camus se aprendió de memoria un pequeño libro
análogo a la Clave de los sueños, en el cual se
le atribuye una significa- ción particular a todos
los objetos usuales: alfiler es injuria; paraguas es
protección; escoba es cambio, etc...; así construyó
un lenguaje simbólico.
Los índices más leves provocan conclusiones
extraordinarias: una joven cree ser mirada
muchas veces por una actriz, luego está persuadida
de ser la hija de esta actriz. Algunos delirios
sistematizados eróticos reposan casi
exclusivamente sobre la su- puesta significación
de movimientos fisonómicos; muchos
enamorados de artistas líricos interpretan de esta
manera a su provecho las actuaciones.
Como vemos, se trata de un verdadero deli-
rio de significación personal: tua res agitur, tal
podría ser el lema del interpretador, se ha
dicho.
Las investigaciones de los enfermos se ex-
tienden a veces a eventos importantes: tristezas
cotidianas, duelos, malos negocios. Atribuyen la
muerte de un pariente a un envenenamiento o
un crimen. La especialidad de algunos es la ac-
tualidad importante: sus cartas a los ministros y
soberanos tienen una influencia decisiva en la
diplomacia; gracias a sus consejos se firmó la paz
entre Rusia y Japón; para ayudarlos es que el rey
de Inglaterra hace muchos viajes.
son una de las fuentes inagotables del “delirio de
extrospección”. Frecuentemente, el interpretador
se contenta con apropiarse de los gritos de la
calle: “¡Eh, excitado!”, “¡tonto!” (...) Joffroy insis-
tió muchas veces en este punto: a las
preguntas estos enfermos responden con
frecuencia: “me lo dijeron”, y es exacto. Que
no se enteren de que se los considera unos
alucinados, ya que nada les molesta más, nada
les hace dudar tanto de la buena fe del médico.
Una frase, por anodi- na que fuese, alcanza para
hacer surgir las supo- siciones más audaces.
“Seguramente que ella lo conoce”, se le dice a
una enferma mostrándole un retrato; el de su
padre –dirá ella– con seguri- dad un monarca
poderoso (...) Diálogos enteros, con el sentido
cambiado, provocan concepcio- nes delirantes.
Una enferma escucha a su madre y su tío
murmurar esto: “Llegamos demasiado tarde, el
testamento ya estaba hecho... Sí, si ella no
muere, es mal negocio para nosotros...”. Estas
palabras se graban en su memoria, y
uniéndolas a la muerte reciente de un obispo,
ella concluye que es hija de este obispo, y que
sus supuestos padres quieren matarla para
quitarle su herencia.
A veces la expresión percibida toma un sen-
tido emblemático: verdaderos juegos de palabras
constituyen otros argumentos para el interpreta-
dor. Gallo significa orgulloso; pera, imbécil (...);
se le ofrece arroz, “se ríen de él” [la homofonía
significante sólo se entiende en francés, entre riz
– arroz– y rit –del verbo reír– que se
pronuncian igual, en el original es: on lui offre du
riz, on se rit de lui]; se le da un metro: ¿será que
él mismo es un amo? (...) [igual que en el
ejemplo anterior, suenan igual métre - metro y
maître - amo- ] (...) Estas interpretaciones
basadas en similitudes
de sonidos, sobre aproximaciones, retruécanos, son
bastante características. Ellas utilizan hasta los nom-
bres propios de las personas del entorno. Una de
nuestras pensionadas (...) [dice:] “mi marido me
decía con frecuencia que yo escuchaba «voces», y
luego me doy cuenta de que una enfermera es
originaria de la Saboya [la homofonía aquí es en-
tre voix –voces– y Savoie –Saboya–].
La escritura manuscrita sirve también de pun-
to de partida de muchas interpretaciones. El giro
de las frases, los trazos de las letras, una
palabra subrayada, las faltas de ortografía, la
puntuación,
la rúbrica de la firma, cualquier cosa levanta siente perseguida) le escribe “Tú te olvidas de tí
sospechas. (...)[Un enfermo] encuentra un punto misma”, ella concluye que su madre le aconseja
demasiado grande al final de la frase: eso equi- suicidarse: “¡Mátate!” [Igual que el ejemplo ante-
vale para él a una negación, una retracción de rior, la paciente subraya dos palabras y una letra
la frase benevolente. de una palabra y construye otra frase; en fran-
La lectura de los diarios provee de cés, la madre: Tu oublies toi méme, y ella for-
innumera- ma –en cursiva–: Tue - toi!, que es: “¡Mátate!] (...)
bles datos. Los enfermos encuentran en los Algunos interpretadores llegan incluso a de-
artícu- los alusiones personales; sucesos y cir que se imprime un número especial de un
crónicas na- rran su propia historia; algunos diario para ellos. Un enfermo Legrain escribe: “En
creen mantener una correspondencia a través de junio de 1900, aunque estaba abonado al Matin,
los anuncios. Los famosos publican bajo nombres recibí de pronto una serie de números donde
falsos los retratos de sus enemigos: uno de me decían claramente que yo era el
nuestros pensionados toma los retratos del rey y emperador de Alemania” (...).
la reina de Italia por los de su mujer y un
supuesto amante. (...) Un perió- dico importante 2. INTERPRETACIONES ENDÓGENAS:
reproduce una mezquita con tres puertas, lo que A)

indica las tres salidas de la enfer- ma de tres INTERPRETACIONES TOMADAS DEL ESTADO
ORGÁNICO
establecimientos (...).
Finalmente, para algunos la cosa se compli-
A las innumerables causas provenientes del
ca: la lectura de los diarios o cartas sirven para
mundo exterior vienen a sumarse las sensaciones
descifrar enigmas muy complejos, “verdaderos
internas. La introspección somática (Vaschide y
enigmas”, “jeroglíficos interesantes”. Ellos expli-
Vurpas) no es a veces sino la expresión de un
can, comentan, traducen en un lenguaje claro
delirio de interpretación.
fórmulas criptográficas. Este desciframiento pa-
Por lo general, el enfermo no apoya sus de-
rece realizado con un procedimiento análogo al
ducciones sobre ningún trastorno mórbido, sino
de las grillas criptográficas que, aplicadas sobre
solamente, como lo subrayan los autores citados,
un texto, esconden ciertas palabras y sólo per-
sobre la observación minuciosa de su
miten ver las partes descubiertas que son las
organismo “que les hace considerar patológicas
que sirven para componer la frase secreta. Así,
ciertas cons- telaciones que él no había hecho
nuestra enferma separa palabras, sílabas y letras
hasta ese mo- mento, tan sólo porque no las
en un artículo cualquiera, por medio de las cua-
había buscado”. Fenómenos fisiológicos, fatiga,
les intenta reconstituir el sentido oculto del tex-
erección...) sirven de punto de partida para
to. Por ejemplo, en una frase de una carta de su
interpretaciones. Uno de nuestros perseguidos
madre: “a vos no te gusta que se te hable del
imputa a la intervención del médico las
tiempo, pero nosotros no podemos evitarlo. En
“picazones”, o “los movimientos des-
esta estación en la que tendríamos que salir sin
ordenados” que siente en los miembros. Si des-
miedo...”, ella lee agrupando las palabras su-
pués de haber leído su diario está cansado, es
brayadas: “En este hospital psiquiátrico de don-
porque se lo hipnotiza; sus erecciones nocturnas
de deberíamos salir”
[El ejemplo es inentendible en español; en el provienen de los ingredientes que se le hace ab-
sorber sin que él lo sepa, etc... Una mujer
texto francés dice la carta de la madre: tu n’aimes
explica las crisis clitoridianas que siente por una
pas qu’on te parle du temps, mais on ne peut
influencia extranjera oculta; acusa a diversos
faire autrement. Dans cette saison oú on devrait
personajes de intervenir a distancia sobre sus
sortir sans crainte... En negrita inclinada están
órganos genitales.
las pala- bras que la paciente elige usar para
Algunos atribuyen los trastornos provocados
armar otra frase: Dans cette maison oú on
devrait sortir sans crainte, que significa lo ya por la neurastenia a un envenenamiento, la tuber-
señalado: “En este hospital psiquiátrico de culosis, la dispepsia, la enterocolitis, etc... Con
donde deberíamos salir”] (...) Cuando [esta] ocasión de una complicación gástrica, tal sujeto
madre (por quien ella se se cree “embebido de arsénico”. Otro escribe:
“A veces por la noche, me despierta una
sensación
indescriptible, como la corriente de un fluido traidor nacido en su país, cuando su hermano
que se hubiese ensañado en golpearme la fren- entra en el mismo momento: entonces su
te, la sien, la parte superior del cerebro; el re- herma- no lo traiciona, es el amante de su
sultado de esta sensación tan penosa se resu- mujer. (...)
me a través de punzadas torturantes e insopor- Otro enfermo se sorprende de las confe-
tables zumbidos en la oreja... Podría definir este siones extraordinarias que él hace a sus pa-
martirio así: plomo fundido o cal viva derrama- dres; es preciso que a través de “finos proce-
dos en las venas. Es sobre todo por la mañana o dimientos” se lo obligue a “develar su espí-
al dejar la mesa que los actos de crueldad im- ritu”. Algunos buscan incluso una causa a sus
placable se encarnizan”. Sacudimientos muscu- sentimientos: tal sujeto, sorprendido de no ex-
lares, estremecimientos, calambres, son consi- perimentar ningún afecto por su madre, llegó
derados como corrientes eléctricas. El insomnio a la conclusión que no era su hijo.
o un sueño profundo, la somnolencia, todos son Son interpretadas hasta las manifestaciones
causados por drogas. Cuando tuvo una angina, por emociones, fatiga, agotamiento nervioso. Uno
un enfermo escribió: “En este momento soy víc- de nuestros enfermos (...) no puede concebir su
tima de los procedimientos más violentos en la pusilanimidad: se proyectan sobre él rayos espe-
garganta, sobre las amígdalas; ellas se inflaron ciales que tienen la propiedad de dar la ilusión
sabiamente”. Y agrega: “Se hace que mis cabe- del miedo. “¿Por qué soy irascible, nervioso, ex-
llos caigan cuando me peino; el peluquero me citado o bien atontado, lelo, incapaz de decir
lastimó la cara esta mañana y me arrancó pelos: nada? ¿Cómo es que algunos días escribo con di-
parece ser que es para hacerme envejecer; mis ficultad como si me retuviesen la mano? ¡A
cabellos son grises como los de un viejo; me veces, yo, profesor, cometo errores de ortogra-
aflojan los dientes para que no pueda masticar; fía! ¿Se trata de hipnotisno, sugestión? Otras ve-
la sangre está viciada y aparecen eczemas por ces no puedo quitar mi mirada de las lámparas
causa de maniobras infames... Gracias al des- eléctricas. ¿Por qué un día yo di vueltas alrede-
pliegue de mi ciencia personal y de la robustez dor de un pozo y me sentía empujado a tirar-
de mi constitución [es] que logro conservar in- me? ¡Con seguridad [es] magnetismo!
tactas mis fuerzas físicas e intelectuales”. Algunos interpretan trastornos neurasténicos
Las mujeres explican sus trastornos o psicasténicos.(...)
menstrua- les y los accidentes de la menopausia En otros casos, los episodios delirantes agu-
por la in- tervención de sus enemigos. Tal dos (estados de depresión, accesos alucinatorios,
enferma, ha- biendo llegado a la edad crítica, etc...) que aparecen a veces durante el delirio de
atribuye a cho- rros de fluido sus accesos de interpretación, son considerados por el sujeto mis-
calor y su alter- nancia de rubor y palidez: le mo como accesos de locura, pero los atribuye a
“arrugan la piel”, se la “vuelve amarilla”, se le un envenenamiento o sugestiones.
“deforman las me- jillas”. Los tres puntos Algunos llegan incluso hasta interpretar su
dolorosos de su neuralgia facial se deben a delirio retrospectivo: no es natural recordar así el
tres granos de plomo tirados allí, mientras más mínimo suceso del pasado; se actúa sobre
dormía. ellos para que puedan acordarse de los pecados
más ínfimos.
B) INTERPRETACIONES TOMADAS DEL ESTADO Por último, cierto número de concepciones
MENTAL Algunos estados de conciencia, algunos delirantes toman prestado quimeras a los sueños
tras- tornos funcionales psíquicos sirven de del sueño normal, aceptadas sin modificación o
alimento a las interpretaciones (delirio por desvirtuadas. Un místico justifica su pedido de la
introspección men- tal de Vaschide y Vurpas). Tiara por los terrores nocturnos de su infancia;
Algunos enfermos se sorprenden al ser asaltados predice los acontecimientos políticos por haber-
por pensamientos inu- suales, o bien observan los visto en sueños.(...)
una relación entre estos pensamientos y los
hechos concomitantes. Uno de ellos pensaba
en el mariscal de Biron, un
I NTERPRETACIÓN DE común; todo le parece extra- ño, vive en un
RECUERDOS
medio ficticio desde el cual son
La observación del momento presente, la
interpretación de los hechos actuales no es su-
ficiente para los enfermos. Empujados por la
necesidad de encontrar nuevos motivos a sus pa-
decimientos, o de satisfacer mejor su orgullo, ex-
cavan en lo más lejano de su memoria; la revivis-
cencia de antiguos recuerdos provee un amplio
material para los errores de juicio (delirio retros-
pectivo). Uno de ellos se pregunta si es “por ha-
ber guardado, como a pesar suyo, estampillas
hace veinte años que lo molestarán durante
toda su vida”. Algunas frases insignificantes,
pronuncia- das hace mucho tiempo, vienen a
confirmar los propósitos de hoy, aclarar los
sobreentendidos. Reflexiones pueriles de la
infancia, pequeños cumplidos, caricias o
reprimendas toman de pron- to una significación
precisa. (...)
En esta investigación retrospectiva, la inter-
pretación juega todavía un rol predominante, pero
no es la única en cuestión. Las ilusiones, la falsifi-
cación de recuerdos deben tenerse en cuenta.
Sin duda que la trama del delirio retrospectivo
impli- ca algunos hechos exactos, pero los
adornos son en gran parte obra de la
imaginación. Un paranoi- co de Bleuler
construyó su delirio únicamente so- bre ilusiones
de la memoria: éstas no se produje- ron sino
bastante tiempo después del hecho real, un año
incluso. Un enfermo de Kraepelin dibuja- ba con
detalles el castillo de su padre del cual
afirmaba que había sido ministro de finanzas de
Hanovre; cuando se le probó que nunca había
habido tal nombre como ministro, sostenía que
se habían destruido todos los archivos de
Hanovre con malevolencia, y que se habían
sustituido con otra impresión de documentos
falsos.

TRANSFORMACIÓN DEL MUNDO


EXTERIOR
Entrenados durante años en esta gimnasia es-
pecial del espíritu, los enfermos hacen progresos
sorprendentes en el arte de interpretar: su perspi-
cacia se agudiza y adquiere una penetración singu-
lar. Al final, a través de la deformación
sistemática de los hechos llegan a una
concepción delirante del mundo exterior. El
interpretador ya no ve nada bajo el sentido
rechazadas las explicaciones naturales. “Es el “esencialmente psicológi- co”, para emplear la expresión de
Lasègue a propósito del delirio de persecución.
mundo al revés”, dice uno; “es un laberinto de
sobreentendidos”; “qué gran comedia, cada uno
juega bien su rol, hay que tener la cabeza bien
puesta para no volverse loco”. Todo lo que se
realiza a su alrededor es artificial, ilusorio,
prepa- rado; hasta el calendario se vuelve
engañoso. En- tonces se producen errores de
personalidad, fre- cuentes falsos
reconocimientos: el entorno está vestido de
nombres fingidos reales o ficticios. Una hija cree
reencontrar a su madre en una de sus
compañeras. Una madre no reconoce más a su
hija ya que afirma haber sido cortada en pedazos.

II. Síntomas
negativos

La extravagancia de ciertas interpretaciones,


la paralógica flagrante de los enfermos, dejaría
su- poner en ellos la existencia de un
debilitamiento intelectual. Esta impresión
desaparece si uno aban- dona el terreno del
delirio.
Uno se encuentra a veces en presencia de
una gran inteligencia, y la misma persona que se
mos- traba manifiestamente alienada, aparece
lúcida y razonable. La ausencia de trastornos
graves de la vida intelectual o de la vida
afectiva, la falta o
escasez de trastornos sensoriales, constituyen dos
1
caracteres importantes del delirio de
interpretación.

A. ESTADO
MENTAL

En el interpretador existe sin duda una


consti- tución especial cuya fórmula trataremos
de dar: hipertrofia e hiperestesia del yo, falla
circunscrip- ta de la autocrítica; pero se trata allí
más bien de condiciones del desarrollo de la
psicosis que de síntomas que la revelan.
¿Debemos admitir una disminución psíquica
congénita que predispon- dría a las
interpretaciones erróneas? Nosotros no lo
pensamos así. Encontramos en estos sujetos,

1. Entre los signos negativos, notemos además la ausencia de


sintomas físicos que encontramos en muchas enfermedades
men- tales: ni insomnio, ni cefalalgia, ni trastornos somáticos
que indi- can autointoxicación; no hay adelgazamiento, ni
temblores o tras- tornos pupilares. Es sin duda, un delirio
como en los no delirantes, grados muy diferen- superfluo para él. Si se lo
tes de desarrollo intelectual, desde los débiles
hasta inteligencias superiores. Las concepciones
delirantes, si se analizan, tienen claramente el
carácter de ideas fijas, predominantes; sin em-
bargo, incluso en la exposición de trastornos
vesánicos más característicos, se nota la persis-
tencia de la actividad de los centros corticales
superiores. La interpretación falsa aparece exa-
gerada, extravagante pero raramente absurda; a
veces se mantiene verosímil.
La aparición del delirio no modifica nada la
inteli-
gencia. No hay ni trastorno de la conciencia, ni
con- fusión en las ideas, tampoco alteración
general de las facultades silogísticas; el sujeto
aprecia exacta- mente los hechos que no pone en
relación con sus preocupaciones mórbidas. Su
memoria permane- ce fiel: no olvida nada de las
cosas adquiridas con anterioridad y sabe sacar
provecho de ello; a ve- ces incluso puede citar
una cantidad de datos y nombres propios con
una rapidez y una precisión cercanos a la
hipermnesia, que lo seducen a él mismo. “Por
momentos, dice uno de nuestros enfer- mos, mi
memoria toma una agudeza sorprendente: veo en
el pasado las cosas más pequeñas, detalles en los
que no pensaba hace mucho tiempo”.
Haciendo abstracción de las concepciones
delirantes, los juicios de los interpretadores per-
manecen sensatos, sus apreciaciones con fre-
cuencia justas. Algunos son finos observadores,
cáusticos e irónicos, escribiendo de una forma
agradable, a veces mordaz. La capacidad profe-
sional permanece intacta: uno de nuestros pen-
sionados sigue dirigiendo una importante casa
industrial, se lo consulta cada vez que hay que
tomar una decisión. Algunos son capaces de
adquirir nociones nuevas; aprenden la jurispru-
dencia, la mecánica, lenguas extranjeras, hacen
trabajos científicos o literarios.
Esta vivacidad en la inteligencia se
manifiesta
en la defensa de sus convicciones delirantes. Con
frecuencia, el interpretador despliega en ella to-
dos los recursos de una dialéctica cerrada.
Avanza de deducción en deducción, confiando
en el valor de sus silogismos cuyas premisas
son aportadas por el incuestionable testimonio
de los sentidos. Todo se relaciona, todo se
encadena en su histo- ria, ningún detalle es
contradice, se detiene con aire sorprendido, pre-
guntándose si uno es sincero. Acumula prueba
sobre prueba, tiene para cada objeción una res-
puesta siempre lista, sabe replicar a los argu-
mentos. Cita datos, precisa los puntos más pe-
queños, aporta declaraciones confirmatorias, plan-
tea dilemas, se adueña del hecho más pequeño
para emplearlo habitualmente para su causa. Re-
curre a las informaciones de su entorno, de su
familia, subyugados con frecuencia por el vigor
de sus razones. “¿Me quieren hacer pasar por un
alucinado? ¡Nunca deliré y nunca voy a hacerlo!
Todo lo que afirmo es exacto: las pruebas exis-
ten. Si mi historia puede parecer extraordinaria,
todo lo que yo cuento es sin embargo verdad!”.
Si se le resiste más abiertamente, si se trata de
hacerle ver apenas sus errores, pone la
sonrisa irónica de alguien cuya convicción, que
se sos- tiene de hechos indudables, es y
permanecerá inquebrantable. Termina por cerrar
la controver- sia entrando en un mutismo de
desprecio, o bien, atribuyendo la vivacidad de su
interlocutor a un móvil interesado por lo cual lo
pone de ahí en más, entre sus enemigos.
Entonces, toda discu- sión con el interpretador
es en vano; por lo co- mún irrita, jamás
persuade.
Los sentimientos afectivos no presentan nin-
gún trastorno primitivo. Los enfermos conservan
las mismas relaciones con sus padres, amigos y
todas las personas que engloban su delirio. El
amor pro- pio, el sentimiento de la dignidad para
nada es alte- rado. Una vez internado, el sujeto es
sensible a los cuidados que se tienen por él. “El
paranoico”, dijo Tanzi, “no siempre es un
hombre de acción sino que siempre es un
hombre de carácter”. Los senti- mientos éticos,
estéticos y religiosos persisten sin alteración. El
humor varía, como en cada uno de nosotros,
según las circunstancias o el estado orgá- nico; él
refleja además el color que toman las ideas
delirantes: expansivo en ciertos casos de
megalo- manía; triste y acrimonioso en los
perseguidos. Pero no hay nada comparable a la
depresión o a la eufo- ria, tan frecuentes en las
otras psicosis.
Esta mezcla de razón y de sinrazón, este con-
traste notado en las antiguas descripciones de
los “delirios parciales”, de la “locura razonante”,
no se observa en ningún lado con tanta fuerza
como en el delirio de interpretación. Se lo
encuentra en
el lenguaje, los escritos y la conducta de los Algunos interpretadores son grafómanos que
enfermos. todos los días cubren con tinta una decena de
En general, la conversación de los interpreta- páginas, envían cartas a todos lados (cartas a ve-
dores, muy variable según su educación ces estereotipadas) y creen tener comunicantes
anterior, es fácil, con frecuencia impregnada de en toda Europa. Con la misma abundancia de de-
cierto refi- namiento, apuntando a la elegancia y talles exponen sus dolencias al Presidente de la
a veces al énfasis. Algunos hablan con una República, a los embajadores, a los ministros o a
abundancia pro- lija: es un flujo de palabras sus amigos. En general, redactan e incluso llegan
inagotable; todo el tiempo tienen incidentes sin a veces a imprimir memorias, “confesiones” a me-
que pierdan por eso el hilo de las ideas, y uno nudo muy interesantes desde todo punto de vista.
se sorprende de verlos orientarse en ese Notemos que estos grafómanos no son siem-
laberinto de hechos: agotan al oyente mucho pre los más locuaces. Algunos incluso sólo deli-
más rápido de lo que ellos mismos se cansan. ran en sus escritos y saben ocultar todas sus con-
Algunos tienen un lenguaje medido o son de cepciones vesánicas en los interrogatorios mejor
pocas palabras, juzgando inútil detallar acon- dirigidos o en las conversaciones más insidiosas.
tecimientos conocidos universalmente. Todos sa- Una inglesa de nuestro servicio, grafómana infa-
ben sostener una charla sin relación con su deli- tigable, de quien casi no se le puede sacar pala-
rio; hay algunos que tienen réplicas divertidas, bra, escribe al Presidente de la República: “Pido
expresiones humorísticas. No los vemos interrum- saber por qué estoy detenida por Francia; si es
pirse bruscamente en medio de una frase para porque me ofrecieron la corona de las islas britá-
interpelar un individuo imaginario o responder- nicas ¿Concierne eso a Francia? Pido ser
le, como lo hacen los alucinados. Nunca notamos tratada como una prisionera de Estado,
verbigeración, o la “ensalada de palabras” de los envíenme al cas- tillo de Fontainebleau”.
dementes precoces. Las estereotipias Muchos enfermos cultos, con pretensiones li-
verbales, los neologismos, son raros. terarias exageradas, componen obras que no du-
A los escritos de los interpretadores se apli- dan en considerar obras maestras. Poetas tampo-
can las mismas constataciones negativas: las co faltan: sus poesías, más o menos bien hechas
cons- trucciones gramaticales no son incorrectas, según sus aptitudes, pueden no tener ninguna
hay au- sencia de verbigeración, de estereotipia relación con el delirio; a veces por el contrario
verdade- ra, de neologismos, de signos son su expresión.
cabalísticos, de fór- mulas de hechizo o de El aspecto exterior, la actitud, no presentan
exorcismo. La escritura es correcta, sin nada anormal. No hay trastornos de la mímica in-
trastornos gráficos elementales, no recargada, voluntaria o emotiva (no más por otra parte que
sin exageración de palabras subraya- das. Los de la mímica voluntaria). Como dice Drommard:
enfermos no se adueñan de papeluchos para “la mímica permanece perfectamente normal en
escribir en ellos frases insignificantes o ideas tanto función... ella se mantiene adecuada a las
delirantes en todos los sentidos. Su estilo, reflejo emociones que exterioriza... ella es exactamente
de su lenguaje y estado mental, no presenta nada lo que sería en un sujeto sano con el mismo esta-
anormal; éste varía solamente de acuerdo a la do de ánimo... La desconfianza del perseguido, el
educación y la cultura. orgullo del megalomaníaco... en una palabra to-
Estos escritos impresionan a veces muy fuer- dos estos estados de ánimo, no tienen una ex-
temente a los padres, los magistrados, presión mímica diferente de la que traduciría
administra- dores, que no conciben que un sen- timientos análogos de un sujeto normal”2.
alienado pueda escribir tan correctamente, Enton- ces, la fisonomía refleja las
incluso además de un modo literario. Legrand preocupaciones del
du Saulle subraya que ciertas denuncias son
redactadas “en los térmi- nos más fríos, más
medidos, más pérfidos. Fre- cuentemente tienen
2.. Dromard, Ensayo de clasificación de los trastornos de la mími-
una apariencia de sinceridad y un aire de ca en los alienados, Journal de Psychologie, enero 1906.
verosimilitud que de entrada po- drían
imponerlos”.
sujeto. Ella es según el caso, resignada o descon- delirio y no tienen influencia sobre su evolu-
tenta, seria o sonriente, altanera o afable, inquie- ción. Para nada es así en otras psicosis
ta y crispada o calma y serena. A veces, cuando sistematizadas en donde estos trastornos dirigen
el sujeto expone sus interpretaciones, su fisono- la escena mórbida.
mía toma una expresión maligna, guiñe el ojo En otros casos, podríamos confundir algunos
con aire de entenderlo todo y con la satisfacción interpretadores con alucinados, en razón de su
de haber desbaratado todas las artimañas y ser el ma- nera de expresarse que se presta al equívoco:
único en adivinar las alusiones secretas. mu- chos son los que, interpretando palabras o
La conducta de estos enfermos, su manera de frases realmente percibidas, declaran que se los
comportarse en la vida cotidiana, está bajo la de- injuria en la calle; ya hemos señalado esta causa
pendencia de su carácter anterior. Es decir, que de error.
aún aquí encontramos sobre todo síntomas nega-
tivos. La actividad motriz no está alterada: ni tras- ALUCINACIONES
EPISÓDICAS
torno de la voluntad susceptible de influenciar la
manera de actuar, ni abulia, ni impulsiones; tam-
poco se observan estereotipias de actitud o ges- En algunos se observan trastornos sensoriales
auditivos, en realidad escasos, pero existen con
to, estos trastornos catatónicos o este manieris-
mo frecuentes en los dementes precoces. certeza ¿se trata de alucinaciones? En general pen-
samos que son ilusiones. En efecto los enfermos
Las manías o los tics sólo testimonian a favor de
una tara degenerativa. El aspecto también es no escuchan “voces” en la soledad de su habita-
normal. La vestimenta no llama para nada la ción, no dicen que se les habla a través de los
atención; a lo sumo encontramos cierto muros o por teléfono. En la inauguración de una
refinamiento, algo original en el vestuario, estatua, una enferma escucha que la llaman tres
excepcionalmente excen- tricidades; casi no se veces por su nombre; en la calle los pasantes
ven adornos y condecora- ciones salvo en los gritan a alguien: “¡Date vuelta!”; para esta última
débiles, e incluso lo hacen con discreción; no se proclamaba en medio de la gente : “¡Ahí está
tienen esa locura de ostenta- ción de los nuestra reina!”. Por el contrario, a veces la aluci-
dementes megalómanos. Calmos, lim- pios, nación aparece en el silencio de la noche, pero
reservados, higiénicos, se interesan en el su aparición está subordinada, subraya Tanzi, a
entorno, en los hechos cotidianos, políticos u una emoción intensa, como en la gente normal, o
otros; adoran leer, ocuparse de varios trabajos.bien está ligada al miedo, al fanatismo, a la aten-
Los interpeladores pueden vivir mucho tiem-ción expectante. Esta alucinación auditiva se re-
po en libertad, despertando la atención sólo a duce siempre a una palabra o frase breve.
través de raras extravagancias incomprensibles Acaso no le pasa a ciertos obsesivos e incluso
para el entorno. Sin embargo algunos, rápidamen-al hombre “normal”, que en medio de una
medita- ción o bajo influencia del cansancio
te agresivos, se entregan a la violencia. Estas re-
acciones, consecuencia de las ideas delirantes yescuchan una palabra con claridad, o un llamado.
Lo mismo pue- de producirse en nuestros
del carácter anterior, contrastan por su singulari-
dad en una vida que hasta allí fue normal. Su enfermos como eco de preocupaciones delirantes.
estudio se hará en el próximo capítulo. Es un síntoma aislado, estamos lejos de un
delirio con base alucinatoria.
En muy pocos casos encontramos alucinacio-
B. Ausencia de trastornos
sensoriales nes psicomotrices verbales, “voces interiores”. Dos
de nuestros pensionados declaran tener, uno “pen-
A grandes rasgos, podemos decir que lo que samientos extraterrestres”, el otro “inspiraciones an-
caracteriza el delirio de interpretación es la gelicales”, un tercero a veces habla de “comunica-
ausen- cia de trastornos sensoriales. Sin ciones magnéticas” que parecen más bien fenóme-
embargo, en algunos casos hay alucinaciones: nos de intensa representación mental. Si admiti-
pero ellas no aparecen si no con intervalos mos que las alucinaciones psíquicas no son sino
distanciados, sólo juegan un rol secundario en la interpretación delirante del lenguaje interior, es
la elaboración del decir “consisten en pensamientos de los que el
enfermo desconoce el origen personal y que atri- la vista. No se observan estos trastornos de la
buye a una influencia exterior” (Francotte), nos ex- sensibilidad general que a veces son tan inten-
plicamos su posible existencia en nuestros sujetos. sos en los perseguidos alucinados.
Las alucinaciones y las ilusiones de la vista En general, el rol de las alucinaciones en el
pa- recen de excepción, salvo en los místicos. delirio de interpretación permanece entonces nulo,
Nosotros sólo observamos un ejemplo, y a veces borrado, siempre efímero: se trata por lo
además se trata de una alucinación tanto de un síntoma episódico y secundario.
hipnagógica, unos años an- terior a la Sin embargo, en algunos casos aumenta la
sistematización del delirio, pero que ejerció repercusión del delirio sobre los centros sensoria-
una influencia considerable sobre éste. les; las alucinaciones (sobre todo las del oído) in-
Nuestro enfermo, sentado en su escritorio a la tervienen de forma más activa aunque intermiten-
noche, vio surgir un fantasma vestido de blanco te. Para terminar, pueden aparecer accesos aluci-
delante de él. Tiempo después se convenció natorios cortos, con o sin confusión: es entonces
de que la Virgen se le había aparecido y lo una verdadera complicación. Estudiaremos estos
había elegido para salvar a Francia, por eso las casos ulteriormente.
persecuciones de los alemanes.
Las alucinaciones –o más bien las ilusiones– Traducción: Adrián Liebesman
del gusto y olfativas son tan escasas como las de
128 Q Síntomas del delirio de interpretación

Serieux et
Capgras

El delirio de la
reivindicación

Definición

El delirio de reivindicación fue descripto en el datos clínicos actuales no permiten todavía separar
extranjero con el nombre de locura de reivindica-
ción o posesiva, y en Francia con el de locura de
los perseguidos-perseguidores. Estos términos tie-
nen una significación menos precisa que la que
le atribuimos a la expresión “delirio de
reivindica- ción”. Creemos, efectivamente, que los
reivindica- dores constituyen una categoría de
personas neta- mente circunscripta y muy
diferenciada del grupo de los interpretadores.
El delirio de reivindicación es una psicosis
sistematizada, caracterizada por el predominio ex-
clusivo de una idea fija, que se impone al
espíritu en forma obsesiva, orientando sólo la
actividad mórbida del sujeto en sentido
manifiestamente patológico y exaltándolo en la
medida de los obs- táculos encontrados. El
reivindicador se nos pre- senta esencialmente
como un obsesivo y un ma- níaco. Hay en él
una combinación íntima de estos dos estados,
que conducen más a un delirio de los actos que a
un delirio de las ideas. Sus tendencias
interpretativas y su paralógica están menos mar-
cadas que las de los interpretadores.
Algunos autores consideran el delirio de rei-
vindicación como un tipo de paranoia mejor es-
bozada que el delirio de interpretación, que éstos
encuadran dentro de la demencia paranoica.
Otros autores (Wallon, Deroubaix, etc.) sólo
establecen entre estas dos formas matices poco
apreciables, confundiéndolas bajo la misma
etiqueta. No po- dríamos admitir una semejanza
tan completa. In- dudablemente estas dos
enfermedades tienen en común numerosos
puntos de contacto, pero exa- gerándolos,
podemos dejarnos engañar por sim- ples
analogías superficiales, por apariencias. Los
con una barrera infranqueable el delirio de in-
terpretación del delirio de reivindicación; por
esta razón los describiremos paralelamente. Esta
semejanza conserva un carácter provisorio y no
nos sorprendería que un día la experiencia nos
demostrara el buen fundamento de la teoría de
Specht, que clasifica a la locura querulante den-
tro de la psicosis maníaco-depresiva.

Descripci
ón

En el delirio de reivindicación encontramos


espíritus exaltados, razonadores, exagerados, fa-
náticos que sacrifican todo al triunfo de una idea
dominante, individuos son en su mayoría perse-
guidores y perseguidores repentinos; desde el co-
mienzo eligen a una persona o a un grupo de
personas que persiguen con odio o su amor enfer-
mizos, Sin embargo, existen algunos que nunca
llegan a ser perseguidores ni tampoco reivindica-
dores: su exaltación no se ejerce a expensas de
otra persona sino que se emplea sólo en búsque-
das especulativas. A esta psicosis convendría me-
jor, pues, la denominación de “delirio a base de
representaciones mentales exageradas u obsesi-
vas”, empleada por Deny y Camus, o la denomi-
nación de “delirio paranoico con ideas
prevalentes” adoptada por Dupré. Nosotros
conservamos, por lo breve, el término “delirio
de reivindicación” empleado por Séglas, luego
por Cullére.
A pesar de su aparente diversidad –que sólo
se debe a la naturaleza de la idea obsesiva y a
las formas variables de las reacciones– todos los
rei- vindicadores son idénticos. Su psicosis se
caracte- riza por dos signos constantes: le idea
prevalente,
la exaltación intelectual. Desde este punto de pervertida. No hay ninguna búsqueda ni tampoco
vista, no existe ninguna diferencia ninguna acumulación de interpretaciones en el
fundamental entre un pleitista dedicado a momento en que el hecho se produce, en el
obtener la repara- ción de una denegación de que la idea surge, cuando la persona se en-
justicia pretendida o real y un interesado en cuentra inmersa en su delirio, ahí da libre curso
buscar le piedra filosofal que gasta su energía y a su exaltación. Un proceso perdido, una he-
su fortuna en varios tra- bajos de laboratorio, o rencia no recibida, un noviazgo roto, un
algún sociólogo soñador cuyo ardor lo emplea adelan- to retrasado, una obra desdeñada, un
en propagar sus teorías y en apurar su concurso fracasado, un empleo rechazado,
realización. cualquier de- cepción por mínima que sea, a
Todos estos enfermos son degenerados. Tie- partir del mo- mento en que se le considera
nen de ello las marcas físicas y mentales: des- inmerecida, se convierte en una preocupación
equilibrio de sus facultades, obsesiones, impul- obsesiva y pro- voca no solamente la
siones, perversiones sexuales, preocupaciones necesidad imperiosa de una revancha sino
hipocondríacas, etc. Su defecto al juzgar, su ines- también la de infligir un cas- tigo a la persona
tabilidad los hace lanzarse a empresas temera- culpable del daño. En otras circunstancias
rias, dilapidar su fortuna, entusiasmarse con pro- puede ser la sospecha de un des- cubrimiento,
yectos o invenciones quiméricas. Algunos, sin una teoría sociológica, una misión religiosa que
embargo, testimonian aptitudes remarcables: ima- se quiere llevar hasta sus últimas
ginación brillante, buena memoria, razonamien- consecuencias.
to hábil. Muchos de ellos están desprovistos de Esta idea conductora va tomando día a día,
toda noción del bien y del mal, cometen faltas para el reivindicador, una importancia mayor, un
de delicadeza, abusos de confianza, estafas, valor desmesurado. Si se lo defraudó con una
tenien- do permanentemente en la boca palabras suma ínfima, se declara víctima de un crimen in-
de pro- bidad, de conciencia y de honor. audito, grita escandalosamente y como no se le
Un enfermo de Kraepelin encontraba muy presta la atención suficiente a sus recriminacio-
perjudicial el atraso de la llegada de una postal, nes, saca como conclusión que se trata de la co-
mientras que el incesto con su nuera, la malver- rrupción universal. El reivindicador es propenso
sación de cierta cantidad de dinero, no eran a agrandar Ios hechos más simples cuando su
más que ínfimos pecadillos. Los más violentos se personalidad está en juego; pero, remarquémos-
com- placen en alabar su propia dulzura y lo, no modifica su primer significado: la expli-
quien ha cometido una tentativa de asesinato, se cación que da no contraría el sentido común, no
sorprende de que se tenga en cuenta un episodio se opone abiertamente a la razón. Sus deduc-
tan fútil en toda una vida de bondad y caridad. ciones serían justificadas si la causa no fuere
Esta locura moral no constituye sin embargo, un ínfima, ni el perjuicio invocado fuese menos
carácter in- trínseco del delirio de insignificante. Si por casualidad el daño inicial
reivindicación: manifesta- ción de tendencias es realmente considerable, el reivindicador pa-
individuales, puede no existir o ser reemplazada recerá un hombre dotado de una energía tenaz
en algunos reivindicadores al- truistas por o de una tozudez invencible, pues sus razona-
sentimientos éticos hipertrofiados. mientos serán siempre de una lógica exacta. Es
Ante cualquier incidente que se produzca, la decir que la idea obsesiva del reivindicador no
psicosis aparece inmediatamente con sus dos sín- llega a ser el origen de un sistema de interpreta-
tomas esenciales: 1º) la idea obsesiva, 2º) la ciones delirantes.
wxaltación maníaca. No volveremos aquí sobre Seguramente, no habría que pedirle a estos
el análisis de los síntomas negativos pues son los enfermos la comprensión imparcial de cualquier
mismos que los del delirio de interpretación. acontecimiento que les interese. Son incapaces de
discutir: ningún argumento los convence por más
1º) «Idea obsesiva»: repentinamente, el reivin- poderoso que sea, si éste no armoniza con su
dicador descubre el hecho material o la idea estado afectivo. Aceptan sólo los juicios de las
abs- tracta que dirige desde ese momento su personas
actividad
que los aprueban, declaran falsos o inexistentes mente una idea mal concebida, sufriendo hasta
a todos los demás. Tienen una “concepción uni- que su mano
lateral del derecho”. “Un hombre inteligente
hace él mismo su ley”, dice un enfermo de
Forel. En consecuencia, aparecen en los
reivindicadores errores de juicio, interpretaciones
falsas pero que derivan más de la pasión que
del delirio. Dicen que los jueces son unos
vendidos, que los pro- pios abogados están
pagados por sus adversarios, que los testigos no
hacen más que acumular men- tiras, se viola la
ley: todo es una comedia indigna de la justicia...
Por otra parte, en ciertos casos, estas
acusaciones contra los jueces o del medio,
provienen sólo de la mala fe. Sandor constituye
un buen ejemplo de esto: se sabe que este
céle- bre perseguidor de ministros del Segundo
Impe- rio, reconoció haber escrito cartas falsas e
inven- tado completamente algunas de sus
difamaciones.
¿Acaso la idea conductora que dirige los pen-
samientos y los actos del reivindicador, posee los
caracteres de la idea obsesiva? Sin duda, se trata
efectivamente de una obsesión día a día más tirá-
nica y no de una reivindicación legítima de
dere- chos injustamente dañados. Para
satisfacer esa obsesión, el reivindicador
descuida su profesión, sin preocuparse por el
futuro ni por sus verda- deros intereses; sólo lo
guía su sed de venganza, no duda en sacrificar
su fortuna, su libertad, su familia y su vida
misma.
El reivindicador no lucha contra su
obsesión,
sólo busca satisfacerla. Pero en su camino en-
cuentra obstáculos que lo incitan y le provocan
a veces una angustia comparable a aquella que
determine la resistencia interior en las crisis de
pulsiones. En plena batalla, cuando los fracasos
repetidos lo han sobreexcitado, puede ser asalta-
do por la idea de asesinato: muchas veces se
debate contra este pensamiento que lo invade
cada vez más y entonces se presenta como un
verdadero obsesivo ansioso.
Una enferma, luego de un juicio según ella
injusto, quedó obsesionada y angustiada durante
tres meses y terminó, para “liberarse del enorme
peso que la ahogaba”, insultando al juez
Lamartine. Mostró claramente este carácter obsesivo
en Louvel, asesino del duque de Berry: muestra
a este fa- nático “dando vueltas en su estrecha
fatal la descargue, por medio de un crimen, del
peso y del martirio de su pensamiento”. Régis,
quien hizo un estudio profundo de los “regici-
das” y de los “magnicidas”, los define como de-
generados que, extraviados por un delirio reli-
gioso o político, bajo el imperio de una obsesión
a la que no pueden resistirse, llegan a matar a
una persona importante.
Se sabe que las características de la obsesión
son la irresistibilidad, la tortura moral provocada
por cualquier tentativa de resistencia, el alivio lue-
go de su satisfacción. Este último síntoma no se
manifiesta menos que los demás en el reivindica-
dor. En efecto, su enfermedad es esencialmente
paroxística y es fácil ver que los períodos de remi-
sión coinciden con un éxito parcial de las
reivindi- caciones, o se presenta luego de una
escena de escándalo. Uno de nuestros enfermos
acusa a los servicios de la intendencia militar de
haberle causa- do un perjuicio enorme, multiplica
sus actitudes, se entrega a innumerables
extravagancias hasta el día en que realiza su
proyecto, durante mucho tiempo aplazado, de
romper los vidrios del Ministerio de Guerra:
desde ese momento y durante unos meses
permanece tranquilo. R. Lorov dice que el perse-
guidor homicida “viendo a su víctima vencida, sa-
borea un sentimiento de triunfo y reencuentra la
calma de espíritu al menos durante algún tiempo”.

2º) Exaltación maníaca: El reivindicador no es


sólo un obsesivo sino también un maníaco
razona- dor. Los actos y los gestos de estas
personas no po- drían ser considerados
exclusivamente como un modo de reacción a las
concepciones que los subyu- gan. Las anomalías de
su conducta tienen otra causa: Schüle dice: “Sus
pensamientos y sus sentimientos son impulsados
por una fuerza maníaca”, con lo cual coincide
Magnan. La necesidad de pelea, es uno de los
móviles de sus actos. Animado por una vanidad
insensata, por un espíritu de contradicción
sistemáti- co, ávido de satisfacer su actividad
mórbida, aun al precio del escándalo, el
reivindicador emprende mil actividades, escribe a
los personajes de la actuali- dad, consulta con
abogados, pide audiencias, pasan las noches
redactando voluminosas memorias, pre- senta
demandas, suscita campañas de prensa, hace
llegar peticiones al parlamento. La menor
discusión lo irrita: se deja llevar por violentas
cóleras contra su
interlocutor: “tiene una necesidad insaciable de rom- Después evoluciona por crisis sucesivas, se-
per todo lo que se le opone”. Fracasos, paradas por intermitencias más o menos largas
condenas, iniquidades nuevas exaltan su “la marcha de la enfermedad es básicamente remi-
combatividad agresiva: luchar llega a ser para él tente” (Arnaud). Durante estas intermitencias “el
no ya un medio, sino el único objetivo de su vida. enfermo deja de estar obsesionado, su excitación
A medida en que aumenta su excitación, los maníaca se calma o sólo se manifiesta por medio de
reivindicadores quieren a cualquier precio hacer una leve exuberancia. Está contento consigo
recaer sobre ellos la atención pública, mismo, no lamenta sus tribulaciones pasadas, se
vistiéndose con ropa extraña, tirando tiros al aire alegra con sus pequeños éxitos y declara estar
cuando pasa el Presidente (falsos “regicidas” de preparado para sostener nuevamente la lucha.
Régis): otros individuos presentan su candidatura Pero apenas aconte- ce cualquier incidente, su
en las eleccio- nes. Se hacen arrestar esperando humor belicoso se des- pierta; llevado por una
comparecer ante un tribunal; buscan introducirse nueva obsesión, retoma sus fuerzas y se deja
cerca del Presiden- te de la República: hasta llevar por su agitación”.
llegan a redactar escritos y carteles difamatorios; La marcha progresiva del delirio se acelera a
imprimen afiches, hacen distribuir panfletos en la través de estas remisiones y estos paroxismos al-
vía pública. El aspecto de estos panfletos es a ternantes. El enfermo agranda el círculo de sus
veces en sí mismo característi- co: cada uno de reivindicaciones. Pasa de un proceso a otro, y a
sus alegatos está seguido por los términos “cuyo medida que le deniegan sus demandas, éstas van
testimonio... pruebas... sic.”; la ma- yoría de las tomando mayor importancia. Las injusticias se acu-
frases están subrayadas dos, tres o cuatro veces; mulan, la cantidad de jueces venales, de aboga-
ciertas palabras están escritas con ca- racteres dos indignos, de testigos falsos, no deja de au-
especiales o con tinta roja. Llegan final- mente a mentar. Si se le brinda ayuda, cree que es una
tentativas de chantaje, a las injurias, a las nueva prueba de que está en su derecho, que
amenazas, a los actos de violencia y a veces se se lo teme, y así continúa su campaña.
erigen en justicieros: organizan un secuestro y gol- Muy frecuentemente la excitación se pone
pean mortalmente el que han condenado. al servicio de ideas obsesivas más o menos
Esta hiper-actividad no puede, en conse- imbricadas. Nuevos reclamos se suman a los
cuencia, ser asimilada a una relación secundaria ante- riores. El reivindicador deja de lado el
y accesoria: sólo son contingentes los modos hecho real que orientó su delirio para afirmarse
variables a través de los cuales se manifiesta; en pretensio- nes imaginarias que defiende con la
pero en sí misma sigue siendo una de las ex- misma ener- gía. A veces ya no es un daño
presiones esenciales de la psicosis. personal lo que lo obsede, sino la injusticia en
general. Asume el rol de líder del derecho y el
Evoluci defensor de los oprimi- dos. Este rol
ón desinteresado que se atribuye, le da una idea
aún más encumbrada de su personali- dad, se
El delirio de reivindicación tiene una evolu- cree un instrumento de la Providencia, se
ción estrechamente ligada por un lado a la proclama “el mártir de la verdad”. Pero si con el
irresis- tibilidad de la idea dominante, y por otro tiempo las ideas de orgullo alcanzan un grado
lado a la persistencia de la exaltación mórbida. extremo, no llegan nunca sin embargo a verda-
No hay en su evolución ninguna fase determinada. deras concepciones delirantes, a la megalomanía,
El comien- zo es súbito. Lo único que permite como sucede con los interpretadores.
preverlo son los signos de degeneramiento y la La internación, generalmente, no hace más
impetuosidad del carácter, el orgullo desmesurado que aumentar le excitación de los
y la suscepti- bilidad mórbida. Éstas son las reivindicadores. Envían protestas, amenazan a
condiciones habituales del desarrollo de la los médicos que incluyen entre sus enemigos,
psicosis. Luego, desde el mo- mento en que fomentan el desor- den, recriminan sin cesar,
acontece una causa ocasional ba- nal, que fija dirigen denuncias a las autoridades. Son
la fórmula de la idea obsesiva, la psicosis se considerados, con justicia, los en- fermos más
manifiesta con todos sus síntomas. difíciles de los asilos, más aún por su
lucidez, ya que llegan a ser tomados por vícti- En los casos tipo de la primera variedad, en la
mas de un secuestro arbitrario. base de la psicosis yace un hecho
Encuentran defensores en la prensa y también determinado, ya sea daño real, o una
en el Parlamento. El delirio de reivindicación, tipo interpretación sin funda- mento: el enfermo
de locura convincente, puede extenderse a todo apunta sólo a la satisfacción de
el medio, puede arrastrar multitudes. Un enfer-
mo de Forel, un médico, fue elegido diputado;
se escribió una novela sobre su caso y logró
miles de firmas para pedir en su favor.
¿Cómo termina el delirio de reivindicación? Por
regla general debe admitirme que es un estado cró-
nico incurable, pero nunca se encamina hacia la
de- mencia. Efectivamente, esta psicosis es
considerada como “un estado mórbido continuo
del carácter”, como la manifestación de una
personalidad psico- pática, incapaz de modificarse
en su esencia.
Pero si en vez de considerar esta
personalidad
en mí misma se sigue la evolución de los
síntomas que hemos definido, se percibe que, a
la larga, la hiperestesis efectiva se atenúa, la
excitación dismi- nuye y termina por desaparecer.
En este sentido, es justo llegar a la conclusión con
Wernicke y Ziehen, de que el delirio de
reivindicación puede curarse.
Habría que señalar aquí los accidentes que
pue-
den ocurrir y modificar momentáneamente la
marcha del delirio de reivindicación; pero nos
bastará con remitir al lector al parágrafo que
consagramos a este tema en el delirio de
interpretación. Sólo notemos que accesos súbitos
interpretativos y aun alucinantes pueden acontecer
a título episódico. Finalmente, po- dría suceder que
un delirio de interpretación siguiera a un delirio de
reivindicación o se asociara a él (forma mixta de
transición). Las analogías etiológicas de estas dos
psicosis, explican estas transformaciones.

Variedad
es

El delirio de reivindicación reviste aspectos va-


riados según la naturaleza de la idea prevalente;
se puede en principio establecer dos grandes
divisio- nes, según que esta idea provenga
únicamente del egoísmo o por el contrario, del
altruismo: de donde tenemos: 1º) un delirio de
reivindicación egocéntri- ca: 2º) un delirio de
reivindicación altruista.
sus ideas egoístas, a la defensa de sus propios
intere- ses. Generalmente es el enemigo de una
persona por la cual se cree perjudicado, de la
justicia que lo condena, de la sociedad que no
responde a sus lla- mados. Se conduce como un ser
insociable, persegui- dor agresivo y llega a ser
rápidamente peligroso.
El delirio de reivindicación altruista se basa,
por el contrario, en una idea abstracta y se
tradu- ce en teorías sobre la ciencia, la filosofía,
la polí- tica, la religión, etc. Inversamente, a los
anterio- res, que son siempre perseguidores en
conflicto con los demás, éstos, dominados aún
por pre- ocupaciones altruistas, son a veces
soñadores inofensivos o aún filántropos
generosos, nocivos sólo para ellos mismos y su
familia, a la que de- jan en la ruina: sacrifican su
fortuna en la impre- sión de numerosos escritos,
en la preparación de experiencias múltiples, en
el ardor de su proseli- tismo. A menudo es
verdad, su exaltación, su apego a utopías que
tratan de realizar por todos los medios, hace de
ellos fanáticos temibles.
Estas dos grandes variedades se encuentran
en cierto número de subdivisiones que aún es
posible describir en el delirio de reivindicación,
según la fórmula de la idea obsesiva.
“La idea de perjuicio” es la más frecuente y
convierte al enfermo en un perseguido-posesivo:
los “procesivos” son los más característicos de los
reivindicadores. La causa accidental del delirio
es, según Krafft-Ebing, o bien un proceso
perdido o bien el rechazo de pretensiones
audaces. Lejos de reconocer que su causa injusta
estaba destinada al fracaso, estos enfermos
imputan su falta de éxito a la parcialidad, a la
corrupción de los jueces. Sus apelaciones son
cada vez más voluminosas, sus demandas están
atiborradas de invectivas contra los Tribunales,
engendrando nuevas represiones que los irritan.
Llegan a cuestionar no sólo la equidad sino
también la validez de los juicios adversos, se
niegan a pagar la multa, se libran a la acción.
Bajo el nombre de “delirio razonador de
des- pojo”, varios autores describen las
reivindicacio- nes más o menos violentas de
algunos individuos que “expropiados sus bienes,
rechazan acertar la cosa juzgada, considerándose
despojados y siem- pre legítimos propietarios”
(Régis).
En esta categoría, hay que incluir a los
perseguido- res “hipocondríacos”, que acusan al
médico que los
atendió, no cesan de reclamar los daños y perjuicios diferenciales que separan el delirio de reivindica-
y no temen hacerse justicia por medio de un ción del delirio de interpretación. Las dos catego-
crimen. rías de enfermos tienen puntos en común por la
Una “idea ambiciosa” puede también analogía de sus anomalías constitucionales; sin
obsesionar al reivindicador, provocarle reacciones embar- go, los estigmas físicos y mentales de
violentas y con- vertirlo a veces en un perseguidor degeneración
homicida. Puede por ejemplo creer que una mujer
se fija en él y en- tonces el enfermo la persigue
asiduamente, con car- tas o amenazas
(reivindicadores enamorados), o aun puede tener la
idea de una misión que tiene que cumplir, ya sea
social o religiosa (reivindicadores po- líticos o
místicos). Algunos regicidas entran en este grupo;
también se encuentran aquí inventores, refor-
madores, anarquistas, profetas, taumaturgos,
fanáticos de cualquier tipo (Régis). Señalemos
también ciertos literatos incomprendidos que
persiguen con su odio a los editores culpables de
haber rechazado sus obras.

Diagnósti
co

No insistiremos aquí sobre el diagnóstico del


de- lirio de reivindicación con ciertos estados
psicopáti- cos como los episodios de reivindicación
que pue- den encontrarse en la exaltación maníaca,
en algunos degenerados y finalmente con las
tendencias proce- sivas, el espíritu pleitero de
individuos a los cuales no se puede, con este solo
signo, considerar psicópatas.
En cuanto a los pseudo-reivindicadores,
Krae-
pelin, los considera como anormales que presen-
tan rasgos comunes con los reivindicadores para-
noicos (alto concepto de sí mismos,
susceptibilidad despertada por el menor
perjuicio, imposibilidad de respetar y
comprender los derechos de los demás). Pero
en los pseudo-reivindicadores, no habría
verdadero delirio, ni desarrollo progresivo
introduciéndose en un punto de partida único de
naturaleza vesánica, al cual las personas vuelven
siempre, ni habría incorregibilidad absoluta.
Estos individuos son predispuestos patológicos,
tienen una inclinación invencible hacia las
peleas, pero sin asociación de delirio. El
reivindicador, fuera de lo que concierne a su
sistema delirante, perma- nece calmo y dispuesto
a vivir tranquilo; el pseu- do-reivindicador se
pelea siempre con todos.
Sólo examinaremos en este párrafo los signos
están mucho más marcados en el reivindicador; lo explicaciones fantásticas.
mismo sucede con los trastornos de la
afectividad. Este último aparece sobre todo
como un espíritu exaltado, imperiosamente
dominado por su pa- sión; el interpretador
como un espíritu falso, diri- gido por sus
tendencias paralógicas.
En el primero, no se descubre un tema deliran-
te en desarrollo progresivo, sino una serie de
pe- ríodos de excitación que sobrevienen
cuando los hechos reales emocionan
profundamente al sujeto. En el segundo, es una
verdadera novela vesánica largamente preparada
que se va agrandando a causa de la irradiación
progresiva de la concepción pre- dominante y la
proliferación de las interpretacio- nes delirantes.
El delirio de reivindicación tiene como punto
de partida una idea fija: el delirio de
interpretación sólo llega secundariamente a la
idea fija, luego de una lenta incubación.
En numerosos casos, el reivindicador se distin-
gue del interpretador con la misma facilidad que
del alucinado. Cuando el interpretador se
contenta con vivir su sueño delirante sin pasar a
la acción, nunca se lo considerará como un
reivindicador; esta asimilación se produce sólo si
se convierte en un perseguidor. Pero, de la
misma manera que no se piensa en describir
aisladamente a los alucinados perseguidores, no
se debe dar un valor esencial a las reacciones
episódicas del interpretador.
Este enfermo, en efecto, reacciona como un
alucinado: cuando siendo injuriado, responde
con una amenaza y aún, si su carácter lo
predispone, puede llegar a ensañarse contra sus
pretendidos enemigos. Obedece entonces a un
móvil podero- so: defiende su honor, su libertad,
su vida. Es por una causa fútil, por el contrario,
que el reivindica- dor se desgasta en esfuerzos
múltiples, sacrifica su honor, su libertad, su vida.
La excitación del inter- pretador es siempre
transitoria, a veces muy pasa- jera; la del
reivindicador está siempre en primer plano,
forma parte intrínseca de su anomalía. Aún
cuando recupera la calma, el interpretador no
aban- dona sus quimeras y fuera de los
paroxismos inter- currentes establece la
sistematización de su delirio.
El reivindicador, por el contrario,
reencuentra el sentido común desde el
momento en que su pasión declina: con la
mente fría ya no le divier- te más elaborar
nuevas ficciones, ni reflexionar sobre los
hechos pasados para encontrarles
Sería sorprendente que una persona lúcida, en general del texto que estudia. Por el
conflicto con el mundo exterior, no interpretase a
su manera, bajo la influencia de su idea obsesiva y
de su estado pasional, los acontecimientos que lo
afectan. Lo mismo sucede aún en estado normal,
bajo la in- fluencia de estados emocionales. En
caso semejante el reivindicador comete pues
errores de juicio, pero estas interpretaciones falsas
no sobrepasan un cierto límite: permanecen
estrictamente circunscriptas al objetivo de sus
afanes. Por ejemplo, en caso de per- der un juicio,
acusa a jueces y abogados de parciali- dad o de
corrupción, y al salir del tribunal, interpreta mal los
gestos o lar palabras de los auditores. A veces,
sus acusaciones tienen un carácter tal que no se
sabría decir si dependen de la falsedad del juicio o
de la mala fe. En suma, se mantiene siempre en el
terreno de las realidades, mientras que el
interpreta- dor se pierde cada vez más en el
campo de las concepciones manifiestamente
delirantes.
El reivindicador, aún desnaturalizando los ac-
tos de sus adversarios, como sucede en todos los
estados pasionales, conserva la noción exacta del
medio que lo rodea, no se deja llevar por
ilusiones de falso reconocimiento, ni se desvía
nunca hacia el delirio metabólico o palignóstico.
No se lo ve tergiversar un incidente cualquiera
ni interpretar erróneamente las conversaciones
de la gente, los juegos o las canciones de los
niños. Ignora las per- secuciones físicas y no
atribuye a maniobras tene- brosas la menor de
sus sensaciones. Tampoco tie- ne ideas de
grandeza propiamente dichas; no se atribuye
riquezas colosales, no reniega de su fami- lia, no
se disfraza con títulos imaginarios, no se
proclama rey. En el reivindicador están ausentes,
en resumen, las interpretaciones múltiples que el
interpretador hace a propósito de las más insignifi-
cantes impresiones sensoriales, sensitivas o
cenes- tésicas, actuales o pasadas.
Comparemos por ejemplo las conclusiones que
cada uno de estos enfermos saca de la lectura de
los diarios. El reivindicador se conforma con
subrayar y coleccionar noticias, artículos que se
relacionan mu- cho o poco con su problema y, sin
deformarlos, los toma como otros tantos
argumentos a su favor: sin duda, los entiende mal
algunas veces y no teme des- figurar a su arbitrio
las prescripciones de la ley, ni tampoco crearse un
código personal, siempre alrede- dor del sentido
contrario, el interpretador no se preocupa en
absoluto por la significación real de sus lecturas,
porque para él es un juego el cambiarlas: puede
ser un hecho policial anodino o un aviso o
cualquier pasaje o una expresión banal el que
llama su atención y a veces reúne en una frase
enigmática para cualquiera que no sea él, palabras
dispersas tomadas de varias colum- nas. Nunca el
reivindicador dirá que tal diario, con una tirada de
miles de ejemplares, fue impreso sólo para él o es
imposible de conseguir para cualquier otra persona;
el interpretador no dudará en formular con la
mayor sangre fría y la más firme convicción una
conclusión tan monstruosa. Tales diferencias pa-
recen mostrar que se está en presencia de dos
cate- gorías de enfermos profundamente distintos.
Para captar bien estas diferencias, es importante no
creer sinóni- mas las denominaciones delirio de
reivindicación y locura de perseguidos-
perseguidores. No será super- fluo, pera terminar,
insistir aún sobre este punto.
La mayoría de los individuos descriptos como
perseguidores familiares no están afectados,
según nuestra opinión, de delirio de
reivindicación sino más bien de delirio de
interpretación. El epíteto de “perseguidores”
exclusivamente sintomático, sólo tie- ne en cuenta
las reacciones. Hecha la abstracción de esta
apariencia –sin valor nosográfico– el delirio de
interpretación aparece en estos sujetos, con sus in-
terpretaciones múltiples, su sistematización, su ex-
tensión progresiva, ningún punto de partida
exacto, ningún estimulante real, sino una serie de
inferen- cias y deducciones basadas en hechos
disfrazados.
He aquí por ejemplo, una enferma que, gra-
cias a varias frases escuchadas, a miradas signifi-
cativas, a miles de detalles reveladores, se cree
hija de un obispo y privada de una gran
herencia por sus padres adoptivos: se irrita con
ellos y ter- mina por pegarle un tiro a su padre.
Es una perse- guidora familiar, pero es ante todo
una delirante, y si sus recriminaciones no
fueran injustificadas, su agresión sería tal vez
explicable. La reacción es aquí, en cierta
medida, proporcionada a lo exci- tante y se ve
inmediatamente cómo difiere de la del delirio de
reivindicación, donde un daño míni- mo pero
real, tiene un eco exagerado en la activi- dad
porque a esto se agrega una exaltación es-
pontánea, independiente de este móvil.

Traducción corregida por Silvia Salvarezza

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