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Soledad Castro Lazaroff es muchas cosas: realizadora de cine, casi profesora de Literatura, editora
de la sección Cultura en Brecha, escritora y compositora de letras de carnaval. Todo lo que hace lo
lleva adelante con su impronta feminista. Falta y Resto forma parte de su vida desde siempre y ella
define a la murga como “la editorial de su vida”.
Su padre, Raúl Castro, es fundador y figura histórica del grupo, que nació en junio de 1981, poco
menos de un año antes que ella. Su madre, embarazada, tuvo las primeras contracciones en un
tablado. Cuando nació estaba manchada de yodo: “Nació murguista”, le dijo el médico a su madre.
Hay algo del carnaval que la afecta en lo profundo, porque siempre estuvo en su familia. “Es lo que
nos mantiene unidos desde siempre. Es como si fuera un territorio en el que nos encontramos. Ahí
se juegan un montón de vínculos: familiares, éticos y políticos. Se relaciona mucho lo artístico con
lo personal. Siempre fue así, porque mi viejo desde que nací siempre trajo la murga a casa”.
Soledad lo ilustra en una dinámica de circo: la familia alrededor de un proyecto artístico.
Su padre siempre los hizo partícipes de la escritura. Cuando Soledad tenía cinco años ya le pedía
que escribiera versos y quería sus opiniones sobre sus letras. Se crio en el carnaval de la salida de la
dictadura, compartiendo almuerzos con tipos como Jaime Roos, Pinocho Routin y Pitufo
Lombardo, y también con otros que hoy están en DAECPU. “En ese momento estaban todos juntos
y forjaron un carnaval solidario entre las murgas, que no estaba signado por la competencia”.
Con esa Falta y Resto se crio Soledad. “Ese carnaval, que ahora está más olvidado, tenía un sentido
político muy fuerte. Falta y Resto fue la primera murga que cantó por los desaparecidos. Tota
Quinteros era la madrina de la murga. Eso para mí fue una marca ideológica que no me saqué
nunca. Eso que vivimos con mis hermanos siendo niños nos marcó para siempre. Nos quedó ese
carnaval. No había ocho carnavales distintos, no tenías que pagar para salir. Era un carnaval muy
solidario y muy marcado por el sentido político. Crecí con valores diferentes a los que tienen las
personas que hoy conducen el carnaval”.
Aunque las murgas siempre tuvieron mujeres, nunca fueron visibles. “Mi madre, por ejemplo,
siempre fue de la Falta y Resto. Cosía lentejuelas, nos cuidaba a nosotros, cocinaba las tortas,
vendía rifas, entre todos ayudábamos a mi viejo a hacer las letras. Ella escribió un montón de cosas
y nunca tuvo un reconocimiento por eso. No se subía al escenario. Porque el lugar que las mujeres
ocupaban era abajo del escenario, en silencio y a la sombra. Pero siempre estuvieron ahí”.
Un proceso doloroso
Hay quienes dicen que el feminismo es un despertar doloroso, porque implica visualizar una
opresión histórica que atraviesa la vida de las mujeres (y la de los varones también). Para Soledad
es “doloroso y liberador”.
“A mí el feminismo me salvó la vida, me dio explicaciones para cosas que yo pensaba que eran sólo
mi problema. Eso es lo que hace el patriarcado: te hace creer que la culpa es tuya. Cuando te
encontrás con el discurso feminista te das cuenta de que la cosa no es tan así. Te permite liberarte y
perdonarte. Me permite a mí estar acá, decir ciertas cosas y no tener miedo”.
Luego de enterarse de que no habría carnaval para ellos, todas las personas que integran Falta y
Resto, con excepción de Brocos, se juntaron y resolvieron seguir adelante. “Yo quiero seguir este
proceso porque me cabe”: así resume Soledad el sentir de muchos. “Obviamente que es doloroso e
implica mover cosas, pero la política y formar parte de procesos colectivos te cambia la vida. He
visto a muchos compañeros hacer un gran esfuerzo por habitar este conflicto que nos atraviesa
hoy”.
“El carnaval que tenemos hoy, que está muy ligado a algunos intereses, no permite salirse de ciertos
cánones. Y como es algo que siempre fue así no se cuestiona. Pero el feminismo cuestiona, porque
justamente sabe que porque algo haya sido así siempre no necesariamente quiere decir que está
bien. El carnaval es un lugar profundamente machista. Eso genera muchas resistencias porque hay
privilegios que los varones no quieren ceder, incluso los varones que se suben a cantar cosas contra
el acoso”, opina Soledad.
Pelota al piso
Raúl Castro se tomó unos días antes de hablar. A través de su cuenta de Facebook, agradeció “el
impulso ideológico de alegría, sensibilidad y compromiso”, y dijo que “el feminismo no es una
lucha más”. En su discurso queda claro, tal como se titula la canción feminista de Falta y Resto, que
no dará “ni un paso atrás”. Para Soledad era muy importante contar con el respaldo de su padre.
“Para él es muy difícil todo esto, porque representa a una generación. Es algo en lo que viene
trabajando. El año pasado, en escena, se hacía a un lado, porque se trataba de eso”.
Soledad ve a su padre como una figura controversial. “Tiene una trayectoria muy larga, ha trabajado
con mucha gente. Es una persona de la que se dicen muchas cosas; buenas y malas. Genera muchas
emociones, como todos los artistas populares”. Por eso cree que “es delirante que un tipo como él
tenga que pedir permiso para salir en carnaval”.
“Nadie tiene derecho a decirle a un tipo como mi viejo que se tiene que bajar del escenario, es algo
muy injusto, por todo lo que ha aportado”. A su vez, Soledad entiende que es consecuente con su
historia. “Mi viejo ha basado su carrera en las luchas populares, y eso es una responsabilidad
política y ética. Ha sido muy difícil para él tener que ceder, darse cuenta de que no pudo solucionar
todo. Siempre pudo resolver los conflictos de la familia, por eso esto le está costando un montón.
Pero también creo que tiene que estar orgulloso de que nuevamente está representando una causa
con el cuerpo”.
La ausencia de la murga en los escenarios significa la pérdida de la fuente laboral de muchas
personas. “En Falta y Resto hay de todo. Hay madres solteras, gente que sólo trabaja en esto. Por
suerte es una murga que trabaja durante el año. Pero el carnaval ordena, es una plata que sabés que
entra. Para un trabajador es algo muy importante, todo lo que supone para una trabajadora organizar
su vida para poder hacer esto”.
De todas formas hay voluntad de seguir adelante. “La Falta sigue viva. Vamos a escribir un
espectáculo nuevo, la murga va a salir adelante porque nos respaldamos entre nosotres, que es
mucho decir”.
También comenta que “Brocos tuvo mucho que ver en esta construcción colectiva”. “Por eso espero
que en algún momento reflexione y que su postura sea otra. Ahora no quiero hacer nada con él
porque siento que estamos en veredas opuestas, pero espero que en algún momento cambie. Ojalá
algún día tenga la nobleza de aceptar el cambio generacional; la puerta está abierta”.
Ni un paso atrás
En 2011, la rapera Malena D’Alessio fue la primera mujer que se subió al escenario con la murga.
Ese año dos murguistas se fueron porque no estaban de acuerdo en salir con una mujer. “Si viene
ella yo me voy, porque así es el carnaval”. La canción de este año, “Ni un paso atrás”, escrita por
Soledad, con música de Papina de Palma y Johanna Duarte e interpretada por todas las mujeres de
la murga, se transformó en un himno que trascendió fronteras. “Fue una señal muy fuerte para
entender que el carnaval no es sólo el concurso, puede ser arte y trascender. Mujeres de muchos
países la tomaron como suya, fue alucinante”, dice Soledad.