Pocos convenios internacionales han originados tantas controversias como el tratado
de 1933. El acuerdo aseguro a los ganaderos argentinos el mercado de carnes de Inglaterra, fue unas de las bases de la política económica de Agustín Justo, y reafirmo las relaciones comerciales entre Gran Bretaña y Argentina. El tratado rigió toda la época de prosperidad argentina, la segunda guerra mundial y el periodo inmediato, hasta que reemplazado por el convenio Los Andes de 1948. Su firma provoco frecuentes reacciones negativas y acusaciones de interferencia en los asuntos internos de la Argentina. La década del 30 fue un periodo de continuas recriminaciones y fricciones entre los gobiernos conservadores de Argentina e Inglaterra. En 1936 el tratado fue reemplazado por el convenio Malbran-Eden que conservo parte de las condiciones del pacto de 1933. La crisis de la II Guerra dejo sin efectos las cláusulas, pero logro prorrogar su vigencia hasta 1948. En los tratados Gran Bretaña recibió grandes concesiones, como cuando los frigoríficos de capitales extranjeros tuvieron el control sobre la comercialización de la carne, cuando los ferrocarriles y tranvías británicos fueron protegidos de la competencia del transporte automotor y cuando el país rebajo los derechos aduaneros a todo producto inglés. Lisandro de La Torre lanzo una fulminante cruzada contra el convenio, en especial sobre los frigoríficos por prácticas monopólicas, en el senado que culmino con el asesinato de un senador. Las críticas fueron ampliadas luego por Liceada y Rodolfo Puiggrós, que criticaban el tratado como manifestación del poder excesivo en la economía argentinos de los grandes invernaderos y los frigoríficos extranjeros, los cuales estaban ligadas estrechamente al comercio con Inglaterra. El propósito es explicar los términos del convenio y analizar sus repercusiones económicas y políticas. Intenta mostrar la evolución del tratado desde firma en 1933, pasando por su modificación con el tratado Malbran-Eden de 1936, hasta su reemplazo definitivo en 1948 por el Convenio Los Andes.
Capítulo I: En vísperas del Tratado
El tratado Roca-Runciman fue un producto de la depresión económica mundial de los años 30, décadas en muchos países del mundo levantaron barreras aduaneras y concluyeron pactos de intercambio bilateral, abandonando el multilateralismo. La crisis produjo una fuerte declinación en el nivel mundial de intercambio y cada país recurrió al proteccionismo y a medidas fiscales extraordinarias. Argentina sintió el golpe de la depresión fuertemente, las exportaciones del importante producto de la carne sufrió una disminución en los mercados de Gran Bretaña. Ni la argentina ni Inglaterra fueron ajenas a la tendencia proteccionista de los primeros años de la depresión. En 1931 el parlamento británico adopto el Abnormal Importantion Act que autorizo a gravar importaciones hasta un 10 por ciento del valor si ellos llegaran al país en cantidades. Después el parlamento autorizo un gravamen de 100% para importaciones normales. La argentina no iba a la zaga en la política proteccionista, el gobierno provisional de Uriburu estableció la Comisión de Cambios para restringir la cantidad de divisas que pudieran utilizarse para importaciones. En 1932 el gobierno de Justo estableció un derecho adicional del 10% sobre productos importados y hubo un aumento general de derechos aduaneros. Los acuerdos de Otawa firmados en Canadá en 1932 por Gran Bretaña y los Dominios convinieron en darse preferencia mutuas de intercambio, lo que preocupaba a la Argentina de dichos acuerdos fueron las cuotas de carnes que se vio reducida. La carne enfriada de una categoría en que Argentina no tenía mucha competencia en los dominios. Otras categorías de carne bovina y ovina, las cuales estaban en más directa competición con los dominios. Los acuerdos de Ottawa establecieron que cada tres meses solo podrían exportar cierto porcentaje de carne ovina y bovina congelada. Era una fuerte baja para la industria de carne argentina. Las restricciones de los acuerdos de Ottawa causaron consternación en círculos ganaderos, quienes vieron amenazado su principal mercado del exterior. En octubre la comisión directiva de la Sociedad Rural entrego un memorial al Poder Ejecutivo sugiriendo la conveniencia de un tratado comercial con Gran Bretaña, dando al Reino Unido concesiones en aduana y cambio. Firmada por Bullrich, Martínez de Hoz, Carlos Dahau, Enrique Santamarina, etc. Existían fuertes razones de ambos lados del Atlántico para llega a un acuerdo. Por parte de la Argentina, el gobierno no pudo ver otro mercado que pudiera reemplazar a Gran Bretaña. Mercados potenciales como Francia, Alemania y los EEUU estaban bloqueados por leyes proteccionistas inspiradas por las dificultades por depresión. La industria de la carne argentina creció específicamente para su exportación al mercado inglés, donde la carne enfriada, productos de ganados era muy apreciada. Por otro lado, Gran Bretaña tenia por los 500 millones de libras esterlinas invertida en la argentina, principalmente en ferrocarriles, y estaba haciendo esfuerzos por estimular la producción de carne, todavía estaba lejos de realizar el autoabastecimiento. Además los ferrocarriles transportaban los productos argentinos al Reino Unido, las dos naciones eran complementarias económicamente. Aun antes de los acuerdos de Ottawa, Argentina y Gran Bretaña estaban tomando medidas por una cooperación mas estrecha, en junio de ese año el gobierno argentino dicto una ley que rebajo los derechos aduaneros del whisky, la medida fue entendido como respuesta por concesiones del gobierno británico que incluyo cueros, lino y maíz en la lista de los productos libres de derechos. El 11 de enero de 1933 salieron para Inglaterra el vicepresidente Julio A. Roca, Miguel Carcano y G. Leguizamón ambos provenientes vínculos con los ferrocarriles. La cancillería argentina describió la misión como una visita de cortesía para retribuir una visita de buena voluntad a la Argentina hecha por el príncipe de Gales. Pero ella tuvo otro propósito más trascendental
Capítulo II: Las Negociaciones
Los negociadores argentinos encontraron dos problemas fundamentales en las discusiones para celebrar el convenio. Uno era la insistencia británica en que el acuerdo debía incluir cláusulas que garantizan el desbloqueo de libras esterlinas para importaciones desde Inglaterra. El otro, la resistencia británica a permitir al gobierno argentino manejar un porcentaje de la cuota de carne con el propósito de controlar el comercio para dar mayor beneficio al ganadero. La institución del control de cambios en la argentina afecto por lo menos a 373 compañías británica en el país. Para los ingleses era importante que las compañías británicas tuvieran esterlinas para importar productos de Gran Bretaña, en cuanto a los ferrocarriles. El convenio de carnes dependería de las concesiones de cambio, Roca quiso dar a los británicos satisfacción en ese punto pero se encontró con la oposición del ministro de Hacienda Alberto Hueyo. Quien pensaba que la concesión sería un verdadero sacrificio para el país, también estaba disconforme con dar concesiones en el derecho de aduana a Gran Bretaña sin recibir concesiones de esta. Roca en cambio no vio el eventual acuerdo como una desventaja, según su modo de pensar era necesario ligar las empresas británicas en la Argentina fueran dependientes de la prosperidad general del país anfitrión. Hacia años que en la Argentina había empezado una campaña de ganaderos en contra el Pool de Frigoríficos, que tenía el virtual monopolio sobre la exportación de carne a Gran Bretaña desde el país. Los representantes del Board of trace quisieron mantener el control de la cuota de carne por el pool, los frigoríficos ingleses habían sufrido perdida en las dos guerras de carne (1913-14/1925-27), lo cual era necesario para la regularidad de precios y oferta en el mercado ingles. Manifestaron con toda franqueza, temían que tal participación trastornara la regularidad del abastecimiento del mercado inglés, diera lugar a una competencia desordenada entre las grandes exportadoras, con el siguiente trastorno en el nivel de los precios, e hiriese los interese de las compañías frigoríficas establecidas en el país. Los mismos representantes contestaron que el 54% de los productos ingleses habían entrado en la Argentina libres de derechos y señalaron que este país tenía fuerte balance a su favor. Luis Dahau “las ventas de productos británicos en la Argentina apenas constituyen el 4% de sus exportaciones totales, en cambio el 37% de nuestras exportaciones son absorbidas por Gran Bretaña”. En el tratado final la Argentina consiguió igual de tratamiento con los dominios respecto a ovino y bovino congelados. La carne enfriada fue mantenida al año Ottawa (390.000 toneladas por años). Debido a circunstancia imprevista, Gran Bretaña podía limitar la carne enfriada argentina a más del 10 % debajo de la cuota del año Ottawa pero no sin reducir la carne congelada en los dominios en un porcentaje igual a la reducida en el país. Gran Bretaña consiguió tratamiento especial en cuanto a cambios. La importancia primera clausulas del 2º de tratado estipulo que siempre en el república argentina funciones un sistema de control de cambios, las condiciones bajo las cuales se efectuara en cualquier año, la disponibilidad de divisas extranjeras serán tales que para satisfacer la demanda de remeses corrientes de la argentina al Reino unido se destine la suma total de cambios en libras esterlinas provenientes de la venta de productos argentinos en el Reino Unido. La sensible cuestión del manejo de la cuota de carnes fue resuelta en Gran Bretaña manteniendo esta el control del 85% de las licencias de importación de carne de la Argentina. Fue concedido al gobierno argentino el derecho de administrar el 15% de la cuota. En cuanto a concesiones en la aduana la tarifa en uno 235 artículos ingleses, incluyendo cosas tan dispares como dinamita, locomotora, cocinas, arengues, alfombras, salsa inglesas, medias, trajes, papel, nueces, huevos y juguetes, fue rebajada en distintos grados como ser el 100% en el caso de animales de pedigree y el 50% en el casa de locomotoras. La Argentina se comprometió a mantener libre de gravamen el carbón y todos los otros productos que actualmente importaba libre de derechos y a no imponer mas impuesto internos para whisky fabricado en el Reino Unido. El convenio afirmo que el gobierno nacional manteniese este impuesto solamente si las circunstancia financiera lo exigieran y como medida de emergencia. Dos clausulas adicionales fueron el tratamiento benévolo al capital británico radicado en la Argentina y la otra que autorizaba una investigación conjunta en la industria de la carne. Ambas más tarde causaron repetidas fricciones entre el gobierno conservador de Justo y la embajada británica. La argentina se comprometió a dar a las empresas inglesas un tratamiento benévolo que tienda asegurar el mayor desarrollo económico del país y la debida y legitima protección de los intereses ligados a tales empresas. La clausula sobre la investigación de carnes dijo que el gobierno del reino unido estaba dispuesto con cooperación con el gobierno nacional para una conjunta de la estructura económica y financiera. El tratado tuvo dos partes. Una, firmada por el vicepresidente Roca y Walter Runciman en representación del Boart of Trade, el 1º de mayo de 1933, en ello figuraba todas las concesiones a la Argentina y las concesiones a Gran Bretaña referente a cambio, tratamiento benévolo a capitales británicos y mantenimiento del carbón y otros productos en la lista de productos libres de derechos. Una segunda convención y protocolo fue firmada en septiembre. El tratado entro en vigencia provisionalmente en mayo y definitivamente en noviembre del mismo año después de la ratificación de los parlamentos de ambos país. La duración del convenio fue fijada en tres años. Oficialmente el convenio fue presentado como una enmienda al Tratado de Amistad, Comercio y Navegación de 1825. En la cuestión de cambios, la delegación argentina pensó que habían llegado a un acuerdo que permitiría cierto grado de reciprocidad. La formula daría un proporción de cambio a los importadores de compañías inglesas radicadas en la Argentina equivalente a la cantidad de libras esterlinas ganadas por importaciones argentinas. En cuanto a las carnes la misión argentina logrado su principal propósito: “Detener el mas allá de Ottawa”. La misión argentina habría salvado el comercio de carne pero otros iban a discutir que el precio era demasiado alto.
Capítulo III: Repercusión inmediata del Tratado de 1933.
La firma del tratado suscito reacciones encontradas en la prensa de ambos lados del Atlántico. En Buenos Aires, los dos grandes diarios conservadores, La Prensa y La Nación, estaban divididos. La Prensa se oponía a os esfuerzos de la Sociedad Rural de presionar al gobierno a un pacto con Gran Bretaña. Una vez firmado La Prensa hizo un ataque general sobre la política comercial del gobierno de Justo y también el de Uriburu, apoyaba una política de libre cambio. La Nación alabo el tratado como teniendo la virtud de constituir el hecho original de un pronto restablecimiento en la actividades económicas argentinas y un modelo de convenciones de reciprocidad comercial. El diario socialista La Vanguardia ataco el tratado como la lógica de la política económica conservadora e inglesa, atentatorias las dos contra los intereses de los respectivos pueblos. Lo critico como una consecuencia de la estructura agrícola-ganadera del país. En Inglaterra el convenio tuvo la oposición de la prensa de Lord Beaverbrook, el DaIly Express de Londres se quejo que “el tratado entrega el status de un dominio a una república de Sudamérica”. Otros periódicos comentaron sobre el tratado en forma mucha más moderada. El Times de Londres comento que el convenio tenía la esperanza de abrir la puerta de una desarrollo sustancial del intercambio para beneficio de ambos países. En el Congreso argentino el tratado rápidamente se convirtió en foco de conflicto político entre la Concordancia y la oposición, principalmente los socialistas. Fue aprobado en la Cámara de Diputados en julio en una votación con el 61 votos a favor. En el Senado el debates fue mas ásperos, principalmente por las críticas de Lisandro de la Torres (demócrata progresista) representante de los intereses de los pequeños y medianos ganaderos e invernadores de esa zona en competencia de la provincia de Buenos Aires. De la Torre ataco el tratado con sarcasmo enfocado en los puntos débiles “el convenio no aseguraba ventajas alguna”, además “la misión abocada a un imposible después de hacer aceptado todo lo que pedía Inglaterra, acepto que nada se diera a la Argentina, he aquí `porque el convenio constituye un fracaso total: diplomático y comercial”. Las discusiones en el Senado rompieron las filas del Partido Democrata Nacional, miembro de la Concordancia. Matienzo advirtió que “tratar con una nación poderosa es siempre salir vencido”. Atacando el manejo de los 85% de la cuota de carne, acuso siendo que Argentina no se convirtió en un dominio británico porque Inglaterra no se toma la libertad de imponer a los dominios semejantes humillaciones, los dominios británicos tiene cada uno su cuota y la administran ellos. Tomando la defensa del tratado, Saavedra Lamas aseguro que el convenio era necesario para la economía. Al final el mismo fue aprobado por el senado en julio de 1933. Sin embargo las diferencias sobre el tratado llegaron hasta el seno del gabinete de Justo. Provoco la renuencia y su renuncia de A. Hueyo como ministro de Hacienda por la disconformidad con el aspecto arancelario y la disminución de la renta fiscal. En cuanto a la aplicación del convenio dos problemas enfrento el gobierno de Justo. Uno fue si debía dar concesiones de aduanas a Gran Bretaña o también a otras naciones, como a los Dominios británicos. Esto último sería una política difícil de aceptar en vista a la oposición de los dominios, a la colocación de carne argentina en el mercado inglés. En cuanto a las rebajas de derechos de aduanas, la Cancillería decidió dar las mismas concesiones a todas las naciones y no solamente a Gran Bretaña. Las rebajas de 1933 fueron orientadas hacia productos normalmente importado desde Gran Bretaña y no para discriminar contra los productos de los otros países directamente. La cuestión de cómo tratar a los dominios fue más delicada, Roca dijo que en las conversaciones “se ha tenido extremo cuidado de no dejar presente alguno que pudiese significar nuestra aceptación expresa o tácita del criterio con que la Gran Bretaña interpreta de hecho la cláusula de la más favorecida con respecto a los dominios y las otras naciones”. El asunto estallo cuando la Isla de Santa Elena en 1935 mando un flete de langosta vivas a Buenos Aires y reclamo que debían entrar libres de derecho. La Cancillería argentina estaba en aprieto, por un lado la sección legal opino que la cláusula de nación más favorecida no se aplicaba más a los dominios porque las características de ellos habían cambiado mucho del tratado de 1825. Por otro lado la cancillería no quería comenzar una gran controversia con Gran Bretaña por unas langostas. Al final se decidió dar a los dominios el tratamiento más favorable. El Tratado Roca-Runciman tuvo un efecto casi inmediato sobre el intercambio entre la Argentina y el Reino Unido. En 1932 la argentina había exportado $464 millones mientras que en 1935 había aumentado a $542 millones, y las importaciones $180 millones luego 294. Aunque el intercambio entre ambos países se incrementó, las importaciones de Inglaterra a la Argentina aumentaron muchos más que las exportaciones de la Argentina a Inglaterra. En cuantos a las exportaciones de carne de bovina enfriada se mantuvieron estables del tratado. Los tres primeros años del tratado representaron años difíciles para la mayoría de los ganaderos argentinos. Por una razón, los precios eran bajos, por el exceso de oferta. Por otro lado la carne bovina enfriada fue un producto de la especialidad de los invernadores, que produjeron en alto grado de carne de mucha calidad. Mientras los productos de carnes del norte del país, estaban sufriendo perdidas. Empeorando la disparidad entre los invernadores y los criadores, más pequeños estaban la política de preferencia que dieron los frigoríficos a los invernadores. Pero los pequeños productos no fueron los únicos que sufrieron. Por la superproducción y su resultante, la baja de precios toda ganadería argentina estaba sufriendo. Esta crisis fue acentuada por los frigoríficos que mantuvieron márgenes de ganancia sustancial, transfiriendo el peso de las perdidas sobre los productos de ganado. Para enfrentar la crisis ganadera el gobierno de Justo tomo medidas para el control más estricto de la industria de carnes aun antes de la firma del tratado. En 1932 el gobierno envió dos leyes al Congreso, una para el establecimiento de la Junta Nacional de Carnes destinada a regular el mercado, y la otra para el establecimiento de un frigorífico nacional. Ambos fueron aprobados como “leyes de carnes”. La composición de la Junta dio gran importancia a la representación de la Sociedad Rural que controlo dos de los nueves puestos. Esta institución en 1943 la Corporación Argentina de Productores de Carnes, un organismo formado por la contribución obligatoria de los propios ganaderos, tenía la facultad de intervenir dando licencias el 15% de la cuota autoriza por el tratado, para asegurar la demanda de productos y precios más justos para los ganaderos. Argentina presiono al gobierno británico para tomar medidas y realizar la investigación conjunta del comercio de carne pero encontró muchas trabas. Lo peor fue la resistencia de los frigoríficos extranjeros de mostrar sus libros a los investigadores. Este fue un punto de fricción entre ambos países. Gran Bretaña sostuvo que el gobierno argentino no tenía autoridad para obligar a los frigoríficos ingleses a mostrar sus libros de contabilidad.
Capitulo IV: La investigación en el Senado y la ofensiva de De la Torre
La investigación en el senado del comercio de carnes tuvo cuatro propósitos principales: 1. Verificar si los precios que pagaban los frigoríficos en la Argentina guardaban relación con los precios que ellos obtenían en el exterior; 2. Averiguar si los ganaderos o frigoríficos habían recibido ganancia de la devaluación del 20% de 1933. 3. Investigar cuales fueron las ganancias de los frigoríficos particulares 4. Determinar si los precios de los novillos de exportación en Australia eran superiores o inferiores a los que se pagaban en argentina. Enseguida, la investigación tropezó con el mismo problema: los frigoríficos se negaron a mostrar los libros, especialmente en lo referente a precios de compra y venta. Pronto se llegó a una confrontación con los frigoríficos de capitales extranjeros. Por la resistencia de estos a mostrar sus libros, el Senado, en octubre de 1934 dicto una resolución autorizando a tres peritos contadores a requerir y examinar los libros de siete frigoríficos que eran socios del Pool de frigoríficos. El conflicto llego a un punto culminante cuando la comisión cito a Richard Tootell, presidente del Frigorífico Anglo, para dar testimonio, el cual se negó a entregar planillas de costo de venta y compra. Francamente reconoció que la compañía no quería mostrar los datos, fue apresado el mismo das por desacato. Al día siguiente los obreros 21 cajones de documentos del frigoríficos, que habían sido como cajones de Corned Beef. El descubrimiento fue denunciado al Senado, y la policía del Congreso ayudada por la Prefectura Marítima allanaron el Norman Star y confiscaron los documentos, que incluían planillas de precios. La Cancillería estaba plenamente embarazada y trato de usar su influencia de inversores ingleses para convencer a los dueños de los frigoríficos a cambiar de actitud. La negativa impulso al gobierno a presionar al Reino Unido para proseguir una investigación conjunta. El mismo presidente Justo estaba preocupado por el obstruccionismo de los frigoríficos, que no pudo evitar el uso del poder público para obligar la presentación de los libros. Malbran escribió al Sir Follet Holt presidente del Ferrocarril Gran Oeste de Bs As pidiéndole que usara su influencia para persuadir a las compañas de frigoríficos británicos. Había varios motivos por lo que la Cancillería quería ayudar a la Comisión del Senado en su investigación, • por un lado los frigoríficos no solo estaban impidiendo la investigación del senado sino que también ellos estaban impidiendo la investigación conjunta argentino- británica • Por otra parte el gobierno de Justo fuertemente influido por intereses ganaderos quiso limitar las ganancias del Pool de Frigoríficos para dar más ganancias a los productores. • Otro factor era la presión política sobre el gobierno afectado por por publicidad del secuestro de los cajones a bordo del buque y el arresto de Tootell. Lo que era mal interpretado por la opinión pública argentina atribuyendo al gobierno negligencia o mala voluntad de realizar la investigación. La embajada británica hizo reclamaciones acerca el arresto de Toostell y las medidas de fuerza del Senado pero la cancillería los rechazó. El gobierno argentino no tuvo suficiente confianza en sus recursos técnicos para obtener sus propias conclusiones y desafiar a los frigoríficos extranjeros. Tuvo que acceder a una investigación conjunta con Gran Bretaña. El arresto de Tootell quebró la resistencia de los frigoríficos a mostrar sus libros. Los resultados de la investigación fueron presentados en el Senado en junio de 1935. Había dos informe, el de la mayoría y el de Lisandro. Ambas presentaciones denunciaron a los frigoríficos del Pool por monopolizar las cuotas de carne y que sus ganancias eran excesivas. Además criticaron duramente a los frigoríficos por sus resistencias a la Comisión investigadora y por sus abusos en la clasificación de las carnes para aumentar el beneficio. Se diferencia los dos informes en que el de la Torre fue mucho más fuerte e incluyo cargos serios contra el régimen de Justo, acuso al gobierno de colusión con pool de frigoríficos, y atacaba además al ministro de Agricultura Duhau, un ganadero, por el ser el beneficiario de precios inflados por los frigoríficos en la compra de ganado de su propiedad. En comparación el informa de la mayoría, escrito en termino diplomática, evitaba un enfrentamiento con el Poder ejecutivo. Sin embargo tuvo juicios directos y duros contra los frigoríficos, entre las denuncias se encontraba de que las empresas exportadoras están concertadas en una combinación monopolista y comprende el 80%, además que no había armonía entre los precios de compra en el país y los de venta en Smithfield. Otro punto era la falta de contabilidad de los frigoríficos, abusos en la clasificación de carne y por ocultar los costos de elaboración. Concluyo la mayoría que los ganaderos solamente han recibido parte del beneficio de la devaluación del dinero, que las operaciones de cambio favorecen demasiados a los frigoríficos. Este informe tenía una crítica indirecta al Tratado, los senadores de la Concordancia recomendaron que Argentina, primer país productor de carne bovina del mundo, debiera aprovechar su situación privilegiada. Las soluciones que propusieron los senadores Landaburu y Serrey fueron notablemente modestas, planteaban que se clasificara la carne en peso neto en vez de peso vivo, siendo clasificada en plaza de matanza bajo el control de gobierno. La otra ley exigiría a los frigoríficos tener un estricto régimen de contabilidad, manteniendo libros de costo y gastos para mostrar al gobierno. De la Torre sostuvo que las propuestas de sus colegas no propone soluciones de fondo, su informe tuve 48 puntos en los que remarcaba: que los frigoríficos son culpables de evasión, de que el Ejecutivo no ha prestado el concurso que debía la investigación y que sus intereses son los mismo que criadores e invernadores, que la CAP dio la cuota de carne al Pool, que los sueldos de los obreros del frigoríficos son bajos. El blanco de ataque del senador fue Luis Duhau quien fue acusado de ineficiencia absoluta. Duhau y el ministro de Haciendo F. Pinedo concurrieron al Senado a defender al Poder Ejecutivo, acusado de favoritismo a los frigoríficos. El ministro de agricultura no negó que la CAP distribuyo la cuota de carne argentina a los pool. Federico Pinedo se convirtió en el antagonista principal de De la Torre, acusándole de falsa declaraciones, contradicciones e intenciones políticas, el debate se transformó en un duelo personal entre ambos. Los debates concitaron el interés público. De la Torre tuvo razón en sus ataques a los frigoríficos por evasión de réditos pero Pinedo los neutralizo pero era evidente que el gobierno estuvo seriamente preocupado Los debates llegaron a su fin trágico el día 23 de julio en el más fuerte intercambio de insultos entre De la Torre y Pinedo. Duhau dio un empujo al Torre y cayó al piso, Enzo Bordabehere corrió a ayudarlo, súbitamente en espectador tiro con una pistola repetida veces apuntando al senador B, quien cayó al piso y murió en el mismo día. La policía apreso a Valdés Cora quien era un conocido de Duhau. El asesinato de Bordabehere llevo el gran debate a su fin, la investigación de la comisión del senado resulto inconclusa. Dahau negó conocer al asesino. La crítica de De la Torres al tratado no tuvo diferencia con las del gobierno, él no estaba en contrala política bilateral con Gran Bretaña se mostró a favor. Lo que no compartía era la reserva de distribución del 85% de la cuota de carne por Gran Bretaña. Los sietes puntos fueron que los precios del ganado argentino no podrán mejorar mientras no haya competencia en las compras, que el gobierno británico no tiene derecho a reservar la cuota para determinar importadores y mucho menos a excluir a los importadores argentinos que persiguen el propósito de beneficio privado, que al vencimiento del convenio debe establecerse el monopolio del estado que podría otorgar permisos de exportación de empresas, que las compañías frigoríficas deben mejor las viviendas y salarios de los obreros. El objeto principal de estos puntos fue poner más restricciones sobre los frigoríficos y conseguido control de la cuota de carne. El debate de la carne presiono el traspaso del control de Gran Bretaña a la Argentina y origino una mayor intervención en el mercado por parte de la CAP.
Capítulo V: “La renovación del Tratado Roca-Runciman”
Dos problemas principales enfrento al gobierno argentino al vencimiento del convenio y durante su renovación. Uno su la dificultad de conseguir un compromiso de parte de Gran Bretaña para obligar a las compañías frigoríficas con sede en el Reino Unido a mostrar sus libros a la comisión de investigación Otro fue la insistencia del gobierno británico para imponer un impuesto sobre las importaciones de carne. En 1936 el nuevo tratado fue concertado entre los dos países con un compromiso principal: Gran Bretaña dio a la Argentina el control de las cuotas de carne Gran Bretaña se reserva el derecho de imponer un impuesto de ¾ de peñique por libra La cuestión de la investigación fue un punto de irritación, tanto el canciller Lamas y el ministro de agricultura Carcano estuvieron en contra de la renovación si el gobierno británico no tomara medida contra las compañía que no cooperaran. Adema acuso al gobierno británico de ser culpable de violar sus compromisos de 1933. Al final la cancillería coincidió con la recomendación de los negociadores en que no valía la pena poner en peligro la renovación por insistir en una ley especial del Parlamento. En diciembre se a reafirmo el deseo de ambas naciones de proseguir con la investigación de carne. El embajador argentino en Londres, Malbran relato que los británicos están dispuestos a dar la cuota de carne a la Argentina con la condición que este país tenga en consideración los intereses de las compañías británicas. El impuesto a la carne parecía inevitable a todos los negociadores. La embajada inglesa en argentina había señalado que el precio de la carne estaba bajando, poniendo a la industria del ganado ingles en un estado de crisis, cuya producción daba trabajo un millón de trabajadores ingleses. Las importaciones de carne hacia ese país habían bajado un 13,55% en 1934 y advirtió que el impuesto a la carne importada seria como un subsidio para los productores ingleses. El gobierno argentino estaba preparado psicológicamente para aceptar el impuesto. El ex ministro Duhau recomendó la aceptación de las propuestas británicas en base de un impuesto sobre las importaciones de carnes, ya que temía que los Dominios dominarían tal transferencia en detrimento de argentina, lo mismo pensaba su sucesor. Los británicos querían la eliminación de las cuotas argentinas para carne ovina y porcina; extensión de la cláusula de tratamiento benévolo para el capital británico y a la abolición del impuesto adicional del 10%. El primero fue resistido por el ministerio de Agricultura, en cuanto a los otros están igual en oposición, Ortiz ministro de haciendo dijo que las condiciones de 10933 deben ser mantenidas sin aumentar concesiones actuales porque ello haría peligrar la norma de este gobierno de mantener su política de cumplimiento de los compromisos contraído para la deuda. El tratado final era bastante parecido al de 1933 con las excepciones del impuesto sobre la carne y el manejo de la cuota por parte de la Argentina. La cuota de carne enfriada fue fijada en la misma cantidad que en 1933, la carne congelada fue fijada en 886 mil. Aunque la argentina no consiguió una ley para para obligar a los frigoríficos a abrir sus libros, Gran Bretaña reconoció indirectamente que el gobierno podía castigar a los frigoríficos que eran culpables de evasión de réditos y prácticas monopolistas. El entusiasmo por un nuevo tratado había decrecido al llegar el momento para su renovación, los ministros estaban irritado por las demora de la investigación del comercio de carne y la falta de cooperación por parte de los frigoríficos. Además el impuesto sobre la carne importada puso a los ganaderos en una situación difícil. Al final fue firmado por Anthony Eden y W. Runciman en representación del Bourd of Trade, y Tomas Le Breton y Malbran por parte de Argentina. En julio de 1935 el gobierno de Justo sanciono un subsidio para absorber el impuesto británico de ¾ penique por libra. La reacción periodística en buenos aires ante el tratado de 1936 fue la misma que las de 1933, La Nación la aprobó, La Prensa mostro mucho menos entusiasmo, La Vanguardia mantuvo su actitud completamente adversa. El tratado entro en vigencia el 20 de noviembre de 1936 pero nunca fue ratificado por el Congreso, seguirá en vigencia hasta 1948.
Capítulo VI: La Cláusula del tratamiento benévolo al capital británico
Uno de los aspectos más difíciles de evaluar del tratado de 1933 y 1936 es la cláusula de tratamientos benévolo de inversiones británicas. La variedad de inversiones, los términos ambiguos del tratado y la subjectividad de la cuestión prohíben evoluciones exactas. Un autor ha afirmado sin pruebas que había clausulas secretas en el tratado relativas a las leyes de Coordinación de ferrocarriles, corporación de transporte de la ciudad de Bs As y la formación de un banco central, es decir como objeto de tratamiento benévolo del capital británico en las empresas de servicio públicos y otras. Eso implicaba atención especial a los ferrocarriles, el principal servicio público de capital británico. La Foreing office y Board of trade no eran tímidos en afirmar sus derechos y dieron amplias interpretación que fueron aceptadas o rechazadas por la cancillería. Las concesiones pedida por lesne Burgin, de la boar…, fueron: que la oficina de cambio asigne suficiente cambio de libras esterlinas a los ferrocarriles, que le gobierno investigue la situación de las compañías inglesas de seguros, que tome medida para ayudar a compañía tramways anglo argentina, que de preferencia a las compañías británicas en licitaciones públicas, que le gobierno cancele el impuesto general del 10%. De todos estos pedidos fue le de la compañía de tramways anglo argentino resulto más conocido. Los tranvías de capital ingles estaban perdiendo dinero por la competencias de ómnibus y colectivo, entraría en bancarrota. Se dictó una ley que satisfacía mucho a la Board of trade pero fue impopular ya que obligaba a los dueños de micro ómnibus y compañías independiente, bajo alternativa de expropiación de sus vehículos, a unirse a la cooperación que fue dominada por las grandes compañías de transporte de la ciudad, incluyendo la Tranways Anglo- Argentina. La ley le dio poder de regular el trasporte, coordiban los servicios de transporte colectivo de pasajeros evitando la superposiciones innecesarias y antieconómicas. Aun el periódico conservador La Nación critico la medida cuando fue aprobada por la cámara de diputados, junto con la ley de Coordinación ferroviaria, un plan para eliminar la competencia entre ferrocarriles y ómnibus. Otras reclamaciones inglesas no recibieron tanta atención argentina como la corporación de transporte. La embajada inglesa expreso varias veces su preocupación por no darse preferencia a compañías británicas en licitaciones internacionales. Irwing agregado comercial de la embajada inglesa se quejó de que Argentina estaba dando preferencia a compañías alemana, dirigiéndose a Duhau. Este dijo que las firmas británicas tenían que ajustarse al mercado argentino y critico a la embajada inglesa por seguir reclamando por contratos después de licitación. El gobierno británico se quejaba por la diferencia que le hacían en las concesiones de barcos tipo ferry, en compañías de seguro, en la compra de carbón para ferrocarril. Ante esto último el director de Comercio Castro sostuvo que el gobierno no iba a intervenir porque el ferrocarril de Sta Fe era de capitales privados y esto no se aplicaba en el tratado de 1933. El embajador británico Henry protesto sobre las restricciones de precio de venta impuesto por la municipalidad sobre la compañía, la cancillería sostuvo que la división de poderes no permitía la intervención del gobierno en los asuntos de Rosario. Mejor suerte tuvieron los ingleses en Buenos Aires donde en dos oportunidades la embajada logro hacer anular dos ordenanzas municipales. A pesar de estas dos instancia sería un error afirmar que el gobierno siempre tomo partido a favor de los frigoríficos extranjeros, la CAP fue fundada en 1934 con el propósito específico de limitar el poder de los frigoríficos en el mercado. El informe de investigación de la carne critico a los frigoríficos por tener demasiados poder, por ocultar libros y reservar para los ganaderos argentinos las perdidas principales de la crisis de 1929. El informe llego a conclusiones que lesionaron los intereses de los frigoríficos británicos, lo comprometió moralmente a reconocer las propias injusticias de los frigoríficos y de no impedir la acción del gobierno argentino para corregir los abusos del pool. El campo más importante de concesiones a Gran Bretaña fue el de los ferrocarriles, eran las más valiosas de las inversiones. Fueron los ferrocarriles las empresas que más pudieron ganar con las clausulas sobre preferencias de cambio en los tratados Roca-Runciman y Malbran-Eden. Además, la prosperidad de los ferrocarriles estaba vinculada con la prosperidad del campo argentino, una disminución de fletes de trigos, ganado o maíz directamente repercutía en las ganancias de los ferrocarriles, también tenían interés en mantener las exportaciones de carne y otros productos desde argentina. En las negociaciones por la renovación del tratado la influencia de los dirigentes británicos de ferrocarriles era evidente. Un memorándum de dos dirigentes ferroviarios británicos, Goudge del Ferrocarril Buenos Aires y Pacifico, y Eddy del Ferrocarril Sud, ofreció a Saavedra Lamas ayuda para conseguir la renovación del tratado si el gobierno argentino por su lado ofrecería ciertas concesiones: reglamentos para coordinar el transporte de camiones. La medida más importante para proteger a los ferrocarriles fue sancionada en 1937 poco más de un mes de la firma del otro tratado, esta ley conocida como Coordinación de Transporte estableció la comisión nacional de coordinación de trasporte cuya función era evitar la superposición n de los sistema de ferrocarriles y automotores. Se sometió al servicio de carreteras a control federal, esa medida fue sumamente importante para los primeros porque desde 1930 venían sufriendo perdida debido a la competencia de camiones. Una tarifa fue fijada a los automotores. Sin embargo las concesiones relacionadas a los tratados nunca fueron suficientes para rescatar los ferrocarriles británicos de sus males económicos financieros. En los últimos años de la década de los treintas las quejas británicas sobre los males continuaban, el ferrocarril Sud se quejaba de pérdidas de 1.300.000 libras esterlinas por falta de cambio y por la competencia del transporte de carreteras. Lord Halifax, ministro de las relaciones exteriores inglés, en 1939 pedía más concesiones para los ferrocarriles: aumento de tarifas, mayor referencia de cambio y vigorosa aplicación de la ley de coordinación ferroviaria. Gran Bretaña nunca consiguió todas las concesiones que quería y el gobierno argentino accedió a los pedidos del Foreign Office de una manera selectiva.
Capitulo VII .El Tratado Olvidado
El tratado Malbrán-Eden convenio que reemplazo al anterior Roca-Runciman en 1936 y siguió en vigencia hasta 1948, el tratado fue firmado en 1936, vencería el 31 de diciembre de 1939 de no ser denunciado por sus contratantes el convenio seguiría en vigor, era evidente que en 1939 ninguno de los dos países quería denunciar el tratado. La guerra produjo un aumento de la demanda de productos generales de la argentina, incluyendo carne enlatada provoco irónicamente una reducción drástica de las necesidades de Gran Bretaña por la carne bovina enfriada. Pero había compensaciones para la Argentina la guerra produjo un aumento de la demanda de productos argentinos de toda clase durante la guerra la Argentina tuvo que producir hasta el límite de sus posibilidades también fue el periodo más próspero que el país haya conocido desde la depresión. Sin denunciar el tratado Malbrán-Eden los dos gobiernos hicieron cinco nuevos contratos de carnes durante la guerra en ellos establecían cuotas de carne distintas a dicho tratado. La Argentina tuvo un rápido proceso de industrialización necesitaba muchos más producto que los que Gran Bretaña vendía, había escases de hierro, hojalata, zinc, cobre, carbón etc. Gran Bretaña empeñada en la guerra no podía proveer estos productos en cantidad suficiente entonces la Argentina tenía que importar de los EEUU para llenar el vacío. I- El acuerdo Roca-Runciman firmado el 1 de mayo de 1933 entre otras causas garantizaba la colocación en el mercado británico de ciertas cantidades de carnes argentinas (vacuna enfriada y vacuna y ovina congelada) y determinaba el procedimiento a seguir en el supuesto de que el Reino Unido considera necesario reducir dichos cupos. II- El acuerdo Malbrán-Eden firmado el 1 de diciembre de 1936 garantizaba a la Argentina proporciones mínimas sobre el total de las importaciones reguladas en el Reino Unido de ciertos tipos de carnes establece la prohibición por parte del Reino Unido de limitar cuantitativamente la importación de determinados artículos agropecuarios, acuerda el tratamiento más favorable en caso de restringirse la exportación de otros productos y finalmente consolida los derechos a percibir para la importación de ciertos tipos de carnes, trigo, lino, maíz y extracto de quebrachos argentinos. La Republica Argentina en cambio otorga el tratamiento más favorable al Reino Unido en materia de cambio, determina el destino de las divisas originadas por las exportaciones argentinas a dicho país rebaja o consolida los aforos para la importación de ciertos artículos británicos, librea libera de derechos de entrada al carbón y otros productos y además otorga el tratamiento nacional para la percepción de impuestos internos al whisky de esa procedencia. III- Al estallar la última guerra el Reino Unido centralizo las compras de carne en nuestro país cuyas condiciones de venta fueron establecidas en cinco diversos contratos el último de los cuales venció el 30 de septiembre de 1944. Después de la guerra esta cooperación continuo la argentina necesitaba todavía el mercado inglés de exportación de carnes y además necesitaba una fuente de importar maquinarias y bienes industriales. El tratado Malbrán-Eden fue prorrogado de nuevo hasta el 31 de diciembre de 1946, por el convenio Miranda-Eady firmado en Buenos Aires el 17 de Septiembre de 1946 por el Gran Bretaña se comprometió a comprar el saldo exportable de la carne argentina por 4 años menos una reserva para su venta por el gobierno argentino a otros mercados. El acuerdo reconoció que las libras esterlinas en Gran Bretaña no serían convertibles algo que causo fricción entre EEUU y Gran Bretaña. Los EEUU querían que las libras fueran convertibles pero el tratado de 1946 estableció que la Argentina podía disponer de libras congeladas dentro del área de la libra esterlina solamente “si en cualquier año el balance de pagos con el área esterlina fuera desfavorable para la Argentina. En materia de ferrocarriles el convenio de 1946 estipulo la formación de una compañía mixta argentina- británica. Pero el 13 de febrero la Argentina firmo el contrato de compra directa de los ferrocarriles por 150.000.000 de pesos. Venció el 31 de diciembre de 1946 el tratado Malbrán-Eden fue prorrogado de nuevo por notas intercambiadas entre el 13 y 19 de marzo de 1947. El nuevo tratado comercial que reemplazo al Malbrán-Eden fue el convenio Los Andes firmado en Buenos Aires el 12 de febrero de 1948 este tratado no dio preferencia a la carne enfriada, en vez de carne enfriada el convenio Los Andes se refería a carne congelada y envasada, Gran Bretaña se comprometió a comprar en 1948 un total de 400.000 toneladas de carne congelada y 20.000 toneladas de carne vacuna y ovina envasada. El Reino Unido también se declaró dispuesto a facilitar el suministro durante 1948 de 2.585.160 toneladas de productos petrolíferos 1.000.000 de toneladas de carbón y 111.350 toneladas de acero y otros productos. Desapareció en el Tratado Los Andes la cláusula sobre el tratamiento benévolo del capital británico, pero si había una clausula sobre preferencia a productos británicos que decía en igualdad de condiciones teniendo en cuenta la calidad, precio y palazo de entrega el gobierno argentino dará preferencia a las firmas del Reino Unido. Así llegó a su fin el tratado Malbrán-Eden pero la política bilateral continuaba.
Capitulo VIII. Las Críticas Históricas al Tratado.
Los historiadores que hoy en día defienden el tratado Roca-Runciman son pocos para el conservador José Alfredo Martínez de Hoz el tratado fue muy discutido en el país debe tenerse en cuenta sin embargo, para juzgarlo la difícil situación económica argentina para negociar en esa época por su dependencia casi exclusiva del mercado consumidor de Gran Bretaña. Las críticas históricas más comunes son las que lo caracterizan como una manifestación del poder de la oligarquía-ganadera tradicional. Uno de los principales ataques al convenio fue hecho por los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta según ellos el carácter de amigos de los ingleses es más permanente en nuestros oligarcas que el de representantes del Estado argentino y que la economía pastoril es la que nos hace dependientes de Inglaterra. Raúl Scalabrini Ortiz dio un fuerte sentido antibritánico a las críticas al tratado “el prodigo estado argentino fue enajenando todos sus bienes, sus tierras, sus concesiones y sus ferrocarriles, sus puertos, su libertad de opinión internacional. Cuando no tuvo otra cosa que enajenar enajeno la soberanía nacional con el pacto Roca-Runciman. Sergio Bagú también tiene una interpretación de que el tratado fue echo con menosprecio de la soberanía argentina comento que el programa económico de Justo que incluía el tratado Roca-Runciman tuvo un contenido integral, economía dirigida a mantener el privilegio del sector ganadero y latifundista intentos repetidos de colocar al país dentro de la órbita económica del imperio británico. Juan José Real es menos casuístico en sus críticas y se mostró opuesto al bilateralismo sostiene que Justo perdió una ocasión de modificar la antigua dependencia del mercado de Gran Bretaña “la crisis pudo ser nuestra gran oportunidad, no digo para romper los lazos que nos ataban al mercado único, sino para llevar las relaciones a un nuevo plano. El convenio vino a apretar con más fuerzas esos lazos”. De muchas maneras los argumentos por más control del Estado reflejan los de Lisandro de la Torre en su campaña contra el gobierno de Justo en el Senado en junio y julio de 1935. De la Torre recomendó un monopolio de exportación del Estado. Atacó la política de los ferrocarriles y critico al gobierno por ser demasiado flojo en controlarlos. Sus acusaciones de que un monopolio de frigoríficos extranjeros controlaba la comercialización de la carne algo reconocido por el gobierno de Justo. Uno de los problemas más difíciles para los historiadores que tratan el tema es el de analizar los efectos del tratado sobre la industrialización de la Argentina. Algunos escritores lo han atacado como un impedimento de la industrialización. Raúl Scalabrini Ortiz comentaba que “el rehecho monopolio de los transportes y el manejo del crédito desde el Banco Central ahogaran ese apenas balbuceante industrialismo y la República Argentina proseguirá en su letargo anémico, quizás agravado porque ni siquiera las actividades del pequeño comercio serán libradas a los nativos”. Leopoldo Portnoy aunque reconociendo que los años 30 fueron un periodo de industrialización, sostuvo que los convenios bilaterales de los cuales el Roca- Runciman fue el más importante, contrarresto el industrialismo. El historiador norteamericano Arthur p. Whitaker ha comentado que el tratado Roca- Runciman consiguió una protección “en términos que ni si quiera beneficiaron al total de las oligarquía y menos a la Nación en general solo a los barones de la carne y amenazo destruir el sector industrial entero por alentar la importación desde Gran Bretaña. Alberto Ciria también reconoció el crecimiento de la industrialización pero señalo a la vez que este proceso afectó principalmente al gran Buenos Aires y en menor escala al litoral. Adolfo Dorfman señalo que hacia 1940 “la mayor parte de la industria argentina es del tipo manufacturero liviano, productora de artículos de consumo. Aun las fábricas de automotores se limitaban a montar las partes introducidas desde el extranjero.
Capitulo IX Efectos del Tratado.
El tratado Roca-Runciman afecto a casi todos los aspectos de la vida de la República Argentina en el campo interno el tratado estimulo una mayor intervención del Estado en la industria de la carne. La Cooperación Argentina de Productores de Carnes fue una consecuencia directa del convenio de 1933 ya que su propósito era administrar el 15% de la cuota de carne exportada a Gran Bretaña. La limitación del poder de la Argentina para controlar el resto (85%) de la cuota provoco una investigación en el Senado por los abusos de los frigoríficos extranjeros como resultante de la cruzada de Lisandro de la Torre. Tan importantes como los resultados directos del tratado fueron los indirectos la ley de coordinación de transportes provocó la necesidad de eliminar abusos por el excesivo control de las compañías extranjeras de servicios públicos. En 1946 fue creado el Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI) que dio al estado el monopolio de la comercialización de las exportaciones. En el campo de la política exterior el tratado Roca- Runciman fue el primero de una serie de convenios bilaterales que determinaron la base de las relaciones internacionales del país entre 1933 y 1955. Aunque el convenio Roca- Runciman consolido las relaciones entre Gran Bretaña y la Argentina, la segunda guerra mundial aporto otras tendencias que servirían a largo plazo para romper la relación tradicional entre los dos países. El movimiento de industrialización que comenzó en los años 30 y siguió con más intensidad durante la guerra hizo a la argentina menos dependiente del mercado exterior de la carne. En el lapso de 1935-1939 las exportaciones representaron alrededor del 19% del producto bruto de la argentina en el periodo de la segunda guerra mundial entre 1940 a 1944 las exportaciones a pesar del boom de las ventas al exterior representaron solamente el 13% del producto bruto ese rumbo muestra que poco a poco la antigua dependencia del mercado exterior estaba disminuyendo. Otra tendencia que el tratado Roca-Runciman no pudo contrarrestar fue el reemplazo de Gran Bretaña por los EEUU como proveedor principal de la argentina. Inglaterra con su producción orientada a la guerra no tuvo los recursos para satisfacer los menesteres de la creciente industria argentina. Las repercusiones de los pactos Roca-Runciman y Malbrán-Eden resultaron en un movimiento antibritánico. Importantes libros aparecieron atacando a Gran Bretaña junto con la oligarquía como los de Scalabrini Ortiz y los hermanos Irazusta. El diario socialista La Vanguardia sostenía una constante campaña en contra de Gran Bretaña y periódicos comunistas como La Hora y Nueva Palabra y de la extrema derecha como El Pampero usaron también al tratado Roca-Runciman como un pretexto para atacar a Gran Bretaña.