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EMILE DURKHEIM LAS REGLAS DEL METODO SOCIOLOGICO HYSPAMERICA “Titulo original: Les régles de la méthode sociologique (1895) ‘Traducci6n: L. E, Echevarria Rivera Director de la coleccién: Virgilio Ortega 0 4 23° at © Ediciones Morata, S.A. (1982) Tercera edicidn sobre la 18* francesa (P.UF.) © Por la presente edicidn: Ediciones Orbis, S. A. Distribucion exclusiva para Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay: HYSPAMERICA EDICIONES ARGENTINA, S. A. Corrientes, 1437, 4° piso. (1042) Buenos Aires Tels. 46-4385/4484/44 19 Deposito Legal: M-18902-1985 [S.B.N« 84-7530.932-1 Impreso en Litoprint, S. A. Fuenlabrada (Madrid) Printed in Spain PROLOGO DE LA PRIMERA EDICION Estamos tan poco habituados a tratar cientificamente los he- chos sociales que ciertas proposiciones contenidas en esta obra. probablemente. sorprenderan al lector. Pero. si existe una ciencia de las sociedades, es preciso tener en cuenta que no consiste en una simple pardfrasis de los prejuicios tradicionales, sino que nos hace ver las cosas de forma distinta de como las ve el vulgo. por: que el objeto de toda ciencia es hacer descubrimientos. y todo des- cubrimiento desconcierta. mas 0 menos, 2 las opiniones ya admiti- das. Por consiguiente, a menos que se conceda al sentido comtin en sociologia, una autoridad que no tiene desde hace mucho tiem: po en las otras ciencias —y no se ve de dénde podria venirle~ es preciso que el sabio se decida resueltamente a no dejarse intimidar por los resultados obtenidos en sus investigaciones, si éstas se han realizado metédicamente. Si el buscar la paradoja es propio de un sofista. rehuirla, cuando es impuesta por los’ hechgs. es propio de un espiritu sin valentia o sin feen la ciencia. = * Por desgracia, es mas facil admitir esta regla en principio, y teé: ricamente, que aplicarla con perseverancia. Estamos todavia de masiado acostumbrados a zanjar todas estas cuestiones de acuer do con las sugerencias del sentido comtin para que podamos facil mente mantenerlo a distancia de las discusiones socioldgicas. Aun- que nos creamos liberados de él, el sentido comiin nos impone sus juicios sin que nos demos cuenta. Solo una larga y especial précti: ca puede evitar tales desfallecimientos. He aqui lo que pedimos al lector que tenga la bondad de no perder de vista, Que considere siempre presente que los modos de pensar a los que él es mas propenso son mas bien contrarios que favorables al estudio cienti fico de los fendmenos sociales y, por consiguiente. que se ponga en guardia contra sus primeras impresiones. Si se abandona a alas, sin resistencia, corre el riesgo de juzgarnos sin habernos comprendide. Asi, podria ocurtir que se nos acusara de haber que rido absolver al delito bajo el pretexto de que haciamos de él un fenémeno de sociologia normal. Sin embargo. la objecién seria i pueril, porque ses normal que en toda sociedad hava delitos, no Toes menos que sean castigados. La institucién de un sistema re presivo no es un hecho menos universal que la existencia de la ct Pinalidad, ni menos indispensable para la salud colectiva. Para que no hubiese delitos, seria necesaria una nivelacién de las con Gencias individuales que, por razones que se veran mas adelante, tho ee ni posible ni deseable; pero pata que no hubiese represion, seria necesaria una ausencia de homogeneidad moral que es ine compatible con la existencia de una sociedad. Solamente el sent Go comin, partiendo del hecho de que el delito es detestado y de- testable, llega equivocadamente a la conclusion de que deberia de: sapatecer erradicado por completo. Con su simplismo ordinario, fo concibe que una cosa que repugna pueda tener alguna raz6n de ser atil, y sin embargo no hay en ello ninguna contradiccion. No existen en el organismo funciones repugnantes cuyo juego re gulor es neceserio para la salud individual? ¢Es que no detestamos sr oufsimiento? Y, no obstante, un ser que no lo conociera seria un tmonstruo, El caracter normal de una cosa y los sentimientos de Slcjamiento que ella inspira pueden incluso ser solidarios. Si el do- Tor oe un hecho normal, es a condicion de no ser amado; si el del: to ce normal, es a condicién de ser odiado.! Nuestro método no tiene, por tanto, nada de revolucionario. Incluso en cierto sentido fs, en esencia, conservador, puesto que considera los hechos so- Giles como cosas cuya naturaleza, por décil y maleable que sea, no es modificable a voluntad. iCudnto mas peligrosa es la doctrina Gue no ve en ellos mas que el producto de combinaciones mente Ibe, que un simple artificio diabolico puede, en un instante, trastor- ‘nar por completo! De la misma manera, por el hecho de que estemos habituados a representarnes la vida social como el desarrollo logieo de concep tos ideales, acaso se considere grosero un método que hace de- 1. Pero, st nos vba, sl salud contene slamentos adios, épor qué see presen.) co oemttor més adelante. coino el objetivo mtmedato ds Ta conduct? No nay co tae iraicion, cute sin cesar que una cos, 2 fa vez ave es dafosa debide 3, Se Se SSreancias sol por oa. eucasy necesara para Ie wia. Ara Ut aan ene se eutrfiean Je una manera regular pot una illus ontrari fon a ee co teal sue sin daar. y sn esbor¥o, sigue seo adios Per ae genta st msn un pl eventual que se > corauado Bos 1 2)

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