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Abrojos
I
II
III
IV
En mi tormento prolijo,
al cielo a veces acudo;
pero ¡ay! El cielo está mudo
para el hombre a quien maldijo.
En vano, en vano me aflijo
por la esperanza extinguida,
y aunque mi ya envejecida
frente, de pesar se abrasa,
no vuelve la edad que pasa,
ni vuelve la fe perdida.
VI
VII
Amor
¿Por qué si tus ojos miro
me miras tú con enojos,
cuando por ellos deliro,
y a la luz del cielo admiro
en el éter de tus ojos?
Cansado de padecer
y cansado de cansarte,
y queriendo sin querer,
finjo amor a otra mujer
con la ilusión de olvidarte.
De ti proscrito y dejando
las rosas por tus abrojos,
vuelvo a tus pies suspirando,
por mirar agonizando
la linda luz de tus ojos.
A una ramera
Vitium in cordeest
idolum in altare
San Jerónimo
Mujer preciosa para el bien nacida,
mujer preciosa por mi mal hallada,
perla del solio del Señor caída
y en albañal inmundo sepultada;
cándida rosa en el Edén crecida
y por manos infames deshojada;
cisne de cuello alabastrino y blando
en indecente bacanal cantando.
Cantares
Te adoré como a una virgen
cuando conocí tu cara;
pero dejé de adorarte
cuando conocí tu alma.
¡Déjala!
Toma niña, este búcaro de flores;
tiene azucenas de gentil blancura
lirios fragantes y claveles rojos,
tiene también camelias, amaranto
y rosas sin abrojos,
rosas de raso, cuyo seno ofrecen
urnas de almíbar con esencia pura,
que en sus broches de oro se estremecen.
Despecho
Arcanidad terrible de la vida,
destino lleno de rigor sin nombre,
infancia entre las sombras escondida,
aprieta sin piedad, que das en Hombre.
II
III
IV
Dios
Espíritu de fuego sagrado y rutilante,
tu voz la voz domina de ronca tempestad,
y soles mil coronan tu frente de gigante,
y brilla en tu mirada excelsa majestad.
El borracho
Generoso en la copa, ruin en todo;
ronca la voz, inyecta la mirada,
párpados gruesos, faz abotagada
y siempre crudo cuando no beodo.
Perdida la razón, goza a su modo,
y nunca estar en su razón le agrada;
que el vino es todo, la razón es nada,
y sólo vive al empinar el codo.
Cuando al inflamarle empieza el aguardiente,
lenguaraz, atrevido y vivaracho,
es intrépido, franco y excelente
amigo; pero juzgo sin empacho
que no es franco, ni amigo, ni valiente;
porque el borracho, en fin, sólo es... borracho.
Flor de un día
Yo di un eterno adiós a los placeres
cuando la pena doblegó mi frente,
y me soñé, mujer, indiferente
al estúpido amor de las mujeres.
Hojas secas
Tú despertaste el alma descreída
del pobre que tranquilo y sin ventura,
en el Gólgota horrible de la vida
agotaba su cáliz de amargura.
Horas negras
Huyó la dulce sonrisa
Nació el sarcasmo sangriento...
J. E.
Nada
Nadaba entre la nada. Sin empeño
a la vida, que es nada, de improviso
vine a soñar que soy; porque Dios quiso
entre la nada levantar un sueño.
Dios, que es el Todo y de la nada es dueño,
me hace un mundo soñar, porque es preciso;
El siendo Dios, de nada un paraíso
formó, nadando en eternal ensueño.
No te olvido
¿Y temes que otro amor mi amor destruya?
qué mal conoces lo que pasa en mí;
no tengo más que un alma, que es ya tuya,
y un solo corazón, que ya te di.
II
III
Mi historia es historia
de mártir histrión;
sainetes y dramas
conozco, que yo
he sido en el mundo
genérico actor.
Con frailes menores
tranquila pasó
mi edad inocente,
y el padre rector
latín y consejos
conmigo perdió;
que frailes y claustro
dejé sin temor,
y en mil aventuras
perdí el corazón.
Soldado en las filas
de Marte feroz,
vestido de loco
serví de sayón.
Chinaco más tarde,
sin ley y sin Dios,
escenas horribles
miré sin horror;
y pueblos he visto
que el hacha incendió,
envueltos en llamas
de rojo color.
Crujir, como cruje
rugiente crisol,
y en negros escombros
de altar, mi bridón
su huella sangrienta
soberbio dejó.
Por eso de todo
cansado ya estoy;
conozco los goces,
conozco el dolor,
los salmos del coro,
la voz del cañón,
la faz de los campos,
del mar el furor,
la horrible mazmorra.
el rico salón;
conozco lo bueno,
lo malo y peor;
yo sé de banquetes,
y de hambre sé yo;
me son familiares
la Regla y Colón;
desprecios y aplausos
el alma probó,
el alma que vive
sin fe, sin amor.
IV
Sombra
I
II
III
IV
Mi extraviada fantasía
con distintas formas pueblas
eres luz en las tinieblas,
y sombra en la luz del día.
Inspiras a mi ardentía
amor que extraña el espanto;
¿Por qué desde el camposanto
me recuerdas, por mi mal,
una historia criminal
que santificó mi llanto?
VII
VIII
Te adora intuitivamente,
y vuela, si estoy dormido,
mi espíritu desprendido
tras tu forma transparente.
Ojalá nunca lamente
por tu presencia exaltada
llegue a verte evaporada;
porque quiero al fenecer
dar a tu nada mi ser,
o ser con tu nada, nada.
Una lágrima
I
II
III