GERSON MAGDIEL MORENO HERNÁNDEZ

INTRODUCCIÓN
Generalmente cometemos el error de pensar que la única forma participación dentro de
un sistema político democrático es el voto institucionalizado y que, dentro del mismo
sistema, solamente existe una forma de organización que son los partidos políticos. Nos
olvidamos de que existen otras formas de organización política que, a su vez, resultan
también una herramienta para la creación de partidos políticos con los que sectores
específicos se sienten identificados. El tipo de organización al que me refiero es conocido
como movimientos sociales el cual su principal fortaleza es el activismo, tema que será
una constante a lo largo de este ensayo.

El tema de la participación se ha vuelto un tema cotidiano y es el principal objetivo de

distintos grupos sociales y políticos de diversas ideologías, tanto como de gobiernos en
donde cada vez se utilizan discursos con este término y se han abierto espacios con
actividades relacionadas con la llamada “cultura de la participación” para la población en
general. La participación en gran medida garantiza estabilidad y gobernabilidad

En un sistema democrático, los partidos de izquierda de carácter activista representan una

parte de la oposición y esto se refleja en una gama más amplia de opciones para el
electorado, aunque es muy difícil que puedan disputar el poder pues su estructura no es
muy sólida, presenta constantes rotaciones por motivos que explicaré en el primer
apartado

1|Movimientos sociales y partidos políticos

Por otro lado, la izquierda radical aún no ha podido asimilar el hecho que la subversión a
partir de la participación de ciudadanos puede existir. Critica aún el concepto de
participación como una categoría burguesa de integración y sometimiento. No acepta que
la diferencia depende, en todo caso, de los contenidos de las formas de acción ciudadana.

En el primer apartado de este trabajo se hace un recuento analítico de la relación entre

movimientos sociales y partidos electorales en los tres países considerados.
Posteriormente,
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Movimientos y luchas sociales

Los movimientos sociales son grupos dispuestos a luchar por los derechos sociales,
políticos, económicos y culturales principalmente de la ciudadanía. Por lo general son
grupos que se posicionan a favor de una mejor educación, mejores condiciones de salud,
defensores de los derechos humanos, feministas, entre otros.

Los movimientos sociales se han desarrollado y multiplicado de manera uniforme a lo

largo de los años y han presentado constantes cambios en el interior de su organización
que se ven reflejados en una mayor convocatoria. Estos grupos son considerados como
nuevas formas de protesta. Este tipo de grupos sociales, en principio, pretenden mantener
un orden social a partir de la adopción de identidades que se convertían en ideologías:

“Cuando el sistema de normas tradicional ya no tiene eficacia, es inadecuado

o incapaz de proporcionar un marco satisfactorio para el comportamiento, las
personas se ven forzadas a cuestionar el orden social poniendo en marcha
distintas acciones no conformistas o contrarias al sistema. Por consiguiente,
un movimiento social se desarrolla cuando se extiende un sentimiento de
insatisfacción, y las instituciones, por no ser suficientemente flexibles, son
incapaces de responder al mismo”. (Berrío Puerta, 2006, pág. 223)

Estas identidades colectivas, las que llegan a ser duraderas, pueden incluso tener un
impacto nacional y, en raros casos, internacional; esto a través de campañas llamativas
que promueven su idea de un nuevo orden social. El deseo de legitimación y la añoranza

2|Movimientos sociales y partidos políticos

de obtener un nuevo orden son los factores principales que pueden explicar la creación
de estos grupos.

El movimiento social se comprende como una forma de comportamiento colectivo, “una

categoría más aprehensible: las protestas sociales. Ellas constituyen el conjunto de
acciones sociales colectivas que expresan intencionalmente demandas o presionan
soluciones ante el Estado, las entidades privadas o los individuos”. (Falss Borda, 2001,
pág. 18) Se reúnen en conjunto para hacer escuchar su voz en favor de una causa común
que los movimientos consideran que el Estado debe resolver o al menos proporcionar las
herramientas necesarias para llegar a una solución que genere satisfacción en los
miembros del movimiento.
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Estos movimientos se han concretado en formas y niveles muy variados de organización,

que van desde movimientos sociales formalmente organizados, hasta colectivos y grupos
sociales más informales e incluso acciones colectivas con una escasa o nula organización,
las luchas cívicas son el producto de estas acciones:

“Definimos las luchas cívicas como acciones colectivas protagonizadas por

pobladores urbanos, con la intención de expresar en el escenario público sus
demandas sobre bienes y servicios urbanos, respeto a los derechos
fundamentales, ampliaciones democráticas y participación en el manejo de
sus destinos como colectividad, y presionar respuestas eficaces de las
autoridades municipales, departamentales y nacionales”. (García, 2001, pág.
89)

El punto clave del surgimiento de las acciones colectivas radica en que estas formas,
cualquiera que fuese su nivel de organización, hicieron posible que, en el interior de estos
grupos y colectividades, se consiguiera algún grado de solidaridad interna, se generaran
conflictos con los adversarios y se cuestionaran los límites del sistema.

Ciberactivismo
El ciberactivismo es la capacidad que tiene el ciudadano de organizarse, utilizando los
recursos y técnicas que le ofrecen las nuevas tecnologías de la comunicación; empleando
Internet y la telefonía móvil para manejar y transmitir mensajes, buscando la adhesión y
el conocimiento del público en general de una causa específica. “Este ciberactivismo

3|Movimientos sociales y partidos políticos

pretende la visibilización de problemáticas que no están en la agenda pública, y utiliza las
plataformas y redes digitales para dar a conocer su protesta, buscar aliados y enfrentarse
a antagonistas hasta hace poco inalcanzables (Alonso, 2016)”.

Las redes sociales se han convertido en una herramienta para el activismo y la crítica,
herramientas como YouTube, Facebook y Twitter son plataformas en las que una gran
cantidad de usuarios, en su mayoría jóvenes, demuestran su inconformidad y expresan su
opinión acerca de las distintas problemáticas que consideran preocupantes, sin embargo,
cada publicación y cada tuit tienen su grado de efectividad e impacto “La eficacia de una
cuenta en Twitter no sólo se mide por el flujo comunicativo que se establece con los
seguidores, ya que tan importante es generar un buen número de mensajes como
conseguir una masa crítica de seguidores interesados en ellos(Alonso, 2016)”. Tan solo
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al echare un vistazo cualquier nota periodística publicada por algún medio informativo,
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el área designada a los comentarios se convierte en una “mesa” de debate en donde unos
se posicionan a favor o en contra de alguna ideología, ley o acto realizado del cual es
tema principal la nota.

A partir de las redes sociales también se han creado perfiles de activistas defensores de
distintas causas. Podemos encontrar feministas, ecologistas, activistas defensores de la
familia, otros tantos voceros y defensores de los derechos de la comunidad LGBTTTI,
animalistas, etc. Sus seguidores y detractores se reúnen virtualmente a compartir ideas
entre sí y aportando incluso algunas ideas importantes que podrían ser aplicables y
funcionales si se les proporciona el respaldo pertinente. “Los activistas sociales utilizan
la red para difundir sus ideas y tener comunicación con otros activistas; utilizan diversos
medios adicionales, puede ser desde el uso individualista de las redes, correos
electrónicos o sistemas más sofisticados para el activismo”. (Pérez, Camacho, Arroyo,
2014)

Es una realidad que, tanto como derecha como izquierda utilizan las redes sociales para
estar en un contacto más “directo” con sus simpatizantes, sin embargo, la derecha utiliza
las redes sociales para promover iniciativas con fines más corporativistas y la izquierda
posicionados en defensa de los derechos de las minorías.

La izquierda, en su constante intención de simpatizar cada vez con mayor número de

4|Movimientos sociales y partidos políticos

ciudadanos, promueve foros que interesen a los distintos movimientos sociales, convocan
a marchas a las cuales se unen para mostrar simpatía por la causa correspondiente y se
unen a estas mismas para mostrar que son parte de esa misma preocupación ciudadana.
El ciberespacio es ya parte neurálgica de la agenda política dentro de los partidos
políticos, pues saben que la mayor parte de la población pasa una considerable cantidad
de tiempo revisando las actualizaciones en sus redes sociales.

Movimientos sociales y los partidos políticos

Los activistas de partidos activistas de izquierda son, en su mayoría, jóvenes intelectuales
asalariados que comúnmente se desempeñan como médicos, promotores de la cultura,
estudiantes o profesionistas de las ciencias sociales y profesionales dedicados a la
impartición de la educación.
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“Los datos de las encuestas confirman que la mayoría de los activistas de los
partidos libertarios de izquierda son jóvenes intelectuales y profesionales que
trabajan como asalariados en los campos de la enseñanza, la sanidad y los
servicios culturals, o que poseen la capacitación profesional para hacerlo. […]
Muchos activistas han estudiado ciencias sociales y letras, mientras que los
empleados de oficina y los obreros de fábrica están representados en
proporciones muy inferiores” (Kitschelt, 1992, pág. 257).

Al formar parte de un circulo de jóvenes profesionistas, generan mayor confianza en la

clase media y baja, así como de estudiantes, sectores de donde provienen también todos
estos activistas.

Los partidos políticos han volteado a ver a distintos activistas para que, a partir del tipo
de intereses que tengan, poder ganar la simpatía y el voto. Plantean como estrategia,
actualmente, de reclutar a la población joven con añoranza de un país mejor y con ideales
a veces muy por encima de la realidad. Es en donde la izquierda cae en el populismo
repartiendo promesas que, tal vez, difícilmente se puedan materializar, esto sumado a la
poca o nula preparación ideológica:

“La posibilidad de reorganizarse es muy difícil, porque los planteamientos de

reorganización se hacen en términos de luchas específicas, pero casi nunca en

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términos de un planteamiento teórico y de una plataforma ideológica, por lo
que cuando ésta se construye en ocasiones es sumamente populista”.
(Izquierdas mexicanas en el siglo xxi problemas y perspectivas, 2013, pág.
23)

Aunque, además de la juventud, también suman a sus filas a personas con un bajo nivel
educativo para moldearlos con la ideología izquierdista, que, a la larga este método puede
resultar contraproducente ya que, si no tienes el conocimiento suficiente sobre lo que
estás defendiendo, detona en movimientos radicales en donde, si no se cumplen sus
peticiones, se recurre a la violencia, como lo veremos en el siguiente apartado.

Por esto es pertinente que la izquierda, si de verdad tiene las intenciones de crecer, además
de incluir en sus filas a las masas menos favorecidas en materia educativa los instruya en
historia izquierdista, sepa enfocar el proyecto de lucha que se lleva a cabo en el
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movimiento
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“En primer lugar, un centro nacional de educación y capacitación política de

esta clase sería fruto de un proceso de unidad. En segundo lugar, habría que
ver si no estamos más allá de estos centralismos y que, incluso, el tema de la
formación deba plantearse por medio de espacios abiertos, donde entren y
salgan las personas, donde lleguen y tomen lo que les interesa, lo que les
puede servir y que, además, haya opciones en términos virtuales” (Izquierdas
mexicanas en el siglo xxi problemas y perspectivas, 2013, pág. 28).

Sería pertinente y útil implementar una previa capacitación antes de cometer el error de
caer en la sola suma de simpatizantes que a largo o, peor, mediano plazo comienza a
dividirse por diferencias ideológicas e individualismos, tema que abarcaremos con mayor
detalle en el último apartado de este trabajo.

La creación y formación de una izquierda racional es esencial para que estos partidos sean
tomados en cuenta como una verdadera oposición, una oposición competitiva que
mantenga de manera solida el número de simpatizantes, sin fuga de electorado.

Los discursos demagógicos y la nula capacitación de los seguidores del movimiento

social o partido de izquierda hacen que no haya una identidad del partico con los cuales
los simpatizantes sientan apego y, hasta cierto punto, lealtad.

Radicalización de la izquierda

6|Movimientos sociales y partidos políticos

A pesar de que la izquierda representa los intereses de gran parte de la población
identificada con un tipo de movimiento en específico, se podría considerar una posible
radicalización de los partidos de izquierda o de sus militantes, en ocasiones ocurre que la
inconformidad es llevada a otros niveles y el contenido ideológico del movimiento
comienza a tergiversarse a un nivel extremo “… los debates interno conducen a menudo
a disputas hostiles con acusaciones e insultos que revelan la falta de todo sentido de
solidaridad y respeto personal entre los militantes” (Kitschelt, 1992).

De lo anterior, podemos poner como ejemplo los discursos del mandatario en turno los
cuales siempre son analizadas a partir de una teoría de la conspiración y, uno de los peores
errores que en la política se pueden cometer, considerar que solamente la idea propia es
la que puede imperar, consideran que solamente lo que argumenta la izquierda es una
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verdad indiscutible, lo que considero un comportamiento autoritario que, normalmente,

termina por provocar una movilización violenta de las masas:

“la desesperación de algunos sectores sociales que no encuentran satisfacción

a sus peticiones y, en su lugar, enfrentan rasgos autoritarios y medidas
coercitivas extremas, los está llevando a radicalizar sus formas de acción
colectiva, incluso hasta la violencia, anunciando una cierta anomización de la
protesta social. Pero también es necesario señalar que en las movilizaciones
cívicas se han venido mezclando sectores que más que propender por los
intereses colectivos de los manifestantes intentan dirigirlas en beneficio
propio”. (García, 2001, págs. 116,117)

Muchos activistas de izquierda, dentro de la frustración de no ver logrados sus objetivos

o al menos un avance de ellos, recurren a descalificaciones emocionales con el fin de
tocar las más sensibles fibras de sus seguidores o con el propósito de engrosar sus filas,
caen en la paranoia de afirmar que todos los discursos de los miembros de derecha son
conspiradores y que solamente los discursos de izquierda son legítimos. Todo tipo de
acción lo ven reflejado como un ataque directo a los frentes izquierdistas.

Por otro lado, ocurre otro fenómeno como consecuencia de la radicalización del partido
ya que “Cuando prevalecen planteamientos radicales, los electores marginales abandonan
los partidos libertarios de izquierda en provecho de partidos más moderados volviendo a
las alternativas socialistas o centristas” (Kitschelt, 1992, pág. 278). Radicalizar los ideales

7|Movimientos sociales y partidos políticos

resulta contraproducente para los fines que mueven al partido que es conservar a la mayor
cantidad del electorado.

Aunque, no vamos a negar que dentro de las estrategias políticas suele ocurrir que se
utilizan mecanismos para tratar de disminuir la oposición, no es prudente generalizar y
afirmar que todas las acciones o discursos de derecha son mal intencionados. Hay malas
intenciones tanto de derecha como de izquierda pues el objetivo es el mismo, llegar a
detentar el poder.

La debacle entre movimientos sociales y los partidos de izquierda

Como lo apuntaba en párrafos anteriores, la izquierda no tiene una solidez para competir
directamente con los partidos fuertes que disputan el poder, mientras haya división, la
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competencia rumbo a obtener el mandato es virtual. En una democracia es indispensable

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que haya una oposición fuerte para que sea considerada una opción y al votante le genere
confianza

Si bien es cierto que los partidos políticos han implementado estrategias inclusivas, los
mismos activistas fomentan la división al tomar una actitud individualista, alentando
solamente las causas que son de su interés e ignorando otras causas, esto hace que el
partido al cual pertenecen se vaya segmentando; del mismo modo comienza a dividirse
el voto por la falta de interés por las causas de unos por parte de otros: “los libertarios de
izquierda no libran una sola lucha central […] sino una multitud de batallas en las que
participan personas de distintas esferas de la sociedad, razón por la cual resulta difícil una
movilización política de gran amplitud” (Kitschelt, 1992, págs. 255, 256). Es decir, los
intereses de unos continuaran en contra de los intereses de los otros mientras no exista
una correcta organización.

Si lo ejemplificamos: mientas las feministas luchan por el empoderamiento femenino,

ignoran la lucha de los ecologistas; mientras los ecologistas luchan por la mejora del
medio ambiente, ignoran el movimiento de los animalistas, y así sucesivamente causando
una segmentación significativa dentro del movimiento de izquierda. Es decir, la
segmentación es provocada por la nula empatía entre los intereses de los involucrados y
el nulo interés por organizarse en una lucha conjunta.

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Los partidos de izquierda basados en movimientos sociales y activistas “reclutan como
miembros activos sólo a una parte minúscula de su electorado (Kitschelt, 1992, pág. 261)”
y de entre estos hay una constante rotación, el número de militantes nuevos es
proporcional al que va dejando las filas del partido para anexarse a otro tipo de partido o
movimiento.

La renovación de militantes es excepcionalmente elevada en los partidos

libertarios de izquierda. […] Muchos partidos libertarios son relativamente
jóvenes y han logrado su base electoral en los últimos diez años, pero sus
resultados en cuanto a afiliación son mucho más modestos. El número de
nuevos militantes suele estar compensado con el número de bajas. El bajo
reclutamiento y las elevadas tasas de renovación se deben a la incapacidad de
estos partidos para promover un compromiso intenso con el activismo.
(Kitschelt, 1992, págs. 261, 262)”
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Dentro del partido no hay una estrategia organizativa, no hay identidad por parte de los
afiliados y esto resulta en la poca o nula lealtad a los ideales que hicieron nacer al partido.
¿Cuál es el resultado? El partido se debilita y no tiene posibilidad de crecer y generar
competencia dentro del sistema electoral.

Otro de los motivos importantes por los cuales el militante de izquierda tiende a
abandonar al partido es por el difícil crecimiento profesional dentro del mismo pues los
partidos de izquierda tienen un tipo de organización en donde los niveles de jerarquía
también van rotando, es por esto que los militantes no pueden crecer más dentro de más
dentro del sistema partidario izquierdista. “Como las ideologías libertarias de izquierda
son contrarias a las organizaciones jerárquicas formales, los activistas suelen desarrollar
un escaso sentido del “patriotismo” para con la organización y la lealtad partidista
(Kitschelt, 1992, pág. 263)”. A la par se va marcando el desinterés por los ideales del
partido.

Los personalismos y ambiciones personales son la principal razón de la división de los

partidos de izquierda. No se trata, por supuesto, de renunciar a los principios y caer en un
oportunismo acomodaticio. Ni de olvidar las utopías, esenciales en el pensamiento de
izquierdas. Ni de adherir a la siniestra doctrina del fin que justifica los medios. Sino de
comprender que el objetivo de la acción política consiste en la transformación de la
realidad y que la función de las ideas y principios consiste en hacerla posible. Una

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izquierda dividida no es capaz de ofrecer una alternativa seria.

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Conclusión
Como pudimos ver a lo largo del ensayo, la izquierda carece a un de fuerza para conseguir
disputar el poder, para conseguir un nivel competitivo en el que se ponga de tú a tú con
los partidos de mayor convocatoria debido a que le falta un esquema organizacional mejor
definido en donde haya una formación ideológica impartida a los militantes y al
electorado. Mientras no haya una formación y los activistas y afiliados se hagan al varpo,
no crecerá una verdadera izquierda opositora, al contrario, seguirán la misma línea
rotativa en donde sus afiliados y simpatizantes emigren a otros partidos en busca de una
identidad que no encontraron dentro del partido.

Otro punto que es necesario corregir es saber utilizar los discursos de derecha en favor de
la izquierda, no es necesario radicalizar unas las palabras de los simpatizantes de derecha
para poder convocar a la izquierda. Como vimos durante el presente trabajo, si se llega a
radicalizar, también se tiende a disminuir el número de simpatizantes pues una gran
cantidad de ellos no compaginan con una idea de ejercer su ideología de manera violenta
y, peor aún, resulta decepcionante que el partido no formule mejores estrategias
opositoras para mitigar las inquietudes de los activistas.

Con respecto al ciber activismo, considero importante el uso de las redes sociales, pero
de igual forma utilizarlas con inteligencia, saber llegar a las personas y, sobre todo,

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fomentar un sentido crítico, que sería parte también de la formación ideológica. Un
argumento inteligente, aún en redes sociales, puede causar impacto en cierto número de
personas que podrían ser posibles afiliados al partido. Pero, si la izquierda está
desinformada, el resto de las personas que logren captar a través de redes sociales,
seguirán siendo simpatizantes desinformados que tarde o temprano terminarán por
abandonar la causa de izquierda. Es importante focalizar los intereses y e inconformidades
de la ciudadanía para hacer crecer el movimiento o partido en cuestión.
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