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Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas

Intervención Familiar en Familias con un


Miembro con Problemas de Drogas

CONACE
Ps. Marco Barrientos Segura
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
2

Indice
Contenido Pag.
Introducción. 3

PRIMERA PARTE. 4
Familias con un miembro con Problemas de Drogas: Elementos para la comprensión.

Capítulo 1. 5
Definiciones acerca de la familia y su desarrollo.

Capítulo 2. 18
Las Bases Teóricas de la Intervención Familiar.

Capítulo 3. 30
Descripciones y Explicaciones sobre Familias con un miembro dependiente de
sustancias.

Capítulo 4. 53
Eficacia de la Terapia Familiar en el Tratamiento de Dependientes a Sustancias.

SEGUNDA PARTE. 58
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas.

Capítulo 5. 60
Elementos preliminares: el ambiente, los terapeutas, las formas de aproximación y los
objetivos terapéuticos.

Capítulo 6. 75
Mecánica Terapéutica de la Intervención Familiar. La Primera Consulta

Capítulo 7. 93
Mecánica Terapéutica de la Intervención Familiar. Continuidad de la Atención.

Capítulo 8. 98
Mecánica Terapéutica de la Intervención Familiar. El manejo de Aspectos Específicos.

Capítulo 9. 105
Rendimientos, Niveles de Resolutividad y Alternativas Terapéuticas.

Capítulo 10. 108


Caso Clínico. La Bella Durmiente

Recursos de Formación e Información 127

Referencias. 131
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
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Introducción.

El presente trabajo representa un esfuerzo por desarrollar las bases teóricas y


prácticas de la Intervención Familiar en familias con un miembro que presenta
problemas de drogas.

La participación de la familia en la mantención de estos comportamientos está


ampliamente demostrada en una contundente evidencia científica que se extiende
desde mediados de los años 60 hasta nuestros días. De esta manera, cualquier
programa terapéutico desarrollado en la actualidad reconoce la necesidad de trabajar
con familias como una forma de proveer servicios que aseguren un mejor nivel de
recuperación de sus usuarios.

Existe sin embargo una brecha entre esa clara conciencia y la posibilidad de contar
realmente con ese tipo de prestaciones en los programas terapéuticos. Este trabajo
pretende ser una aporte a la disminución de esa brecha al presentar un completo
estado del arte en relación a la materia, para luego dar paso a orientaciones prácticas
para su aplicación con familias con un miembro con problemas de drogas.

Se ha hecho hincapié en la búsqueda de una redacción clara que permita a los


profesionales y técnicos que trabajan en programas de tratamiento, tener acceso a un
grupo de conceptos que muchas veces es visto como complejo.

Siempre que ha sido pertinente además se han ejemplificado los conceptos con casos
clínicos.

Se espera, de esta manera que el presente trabajo se constituya en un aporte al


desarrollo de estas intervenciones familiares en programas de tratamiento para
personas con problemas de drogas.
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PRIMERA PARTE.
Familias con un miembro con Problemas de
Drogas: Elementos para la comprensión.
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Capítulo 1.
Definiciones acerca de la familia y su desarrollo.

Todo profesional o técnico que interviene con familias en el contexto de un programa


de tratamiento por problemas de drogas debe conocer las nociones básicas que
sustentan las intervenciones de este tipo. Los elementos analizados en este apartado
permitirán tener una visión clara respecto de qué entendemos por familia y cuales son
sus principales características, formas de organización y funciones.

La introducción al análisis de estos elementos comienza con la respuesta a la siguiente


pregunta: ¿Qué entendemos por Familia?

Las concepciones acerca de la familia.

Si bien el análisis del concepto de familia puede ser abordado a partir de diversas
disciplinas tales como la sociología, la psicología, le economía, el derecho o la
antropología, surgiendo desde ahí enfoques que visualizan a la familia como institución
social, grupo humano, construcción cultural, conjunto de relaciones emocionales o
sistema natural y evolutivo (CREDHO, 2004), las diversas definiciones entregadas por
la literatura especializada comparten la idea de que el concepto de familia se refiere a
un grupo de personas que reconocen entre sí vínculos y que comparten o se
distribuyen funciones específicas que las diversas sociedades o culturas les
reservan exclusivamente.

De esta manera, por ejemplo, Fried (2000) define familia como “una unidad básica de
parentesco que incluye a todos aquellos que viven juntos o se reconocen como
entidades emocionales, relacionales y sociales significativas (personas adoptadas,
familias uniparentales, miembros de familias ensambladas, familias extensas que
rebasan los parámetros de la consanguinidad y los diseños nucleares, etc.) en la cual
los roles y normas se centran sobre la protección recíproca de sus miembros, la
regulación de las relaciones sexuales, la crianza de los niños y la definición de
relaciones de parentesco”.

Otra definición entregada por CREDHO (2004), citando a Avilés (Avilés y otros, 1991)
propone que la familia debe entenderse como “Todo grupo de personas de diferentes
edades y sexo unidas por lazos de consanguinidad, legales o consensuales que viven
untas para mantenerse y desarrollarse como personas”.

Una definición que fue muy usada, fue la de Murdock (en Neira, 1998), quien dice que
la familia es "un grupo social en que el acceso sexual es permitido entre los miembros
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adultos, la reproducción ocurre legítimamente, el grupo es responsable ante la


sociedad, del cuidado y la crianza de los niños y el grupo es una unidad económica, al
menos de consumo".

Quizá una de las definiciones más amplias y útiles del concepto de familia sea la
entregada por la Comisión Nacional de la Familia quienes en su informe de 1993
definen familia como “un grupo social, unido entre sí por vínculos de consanguinidad,
filiación (biológica o adoptiva) y de alianza, incluyendo las uniones de hecho cuando
son estables” (Comisión Nacional de la Familia, 1993). Esta definición resulta
operativamente conveniente ya que pone énfasis en la forma en que los diversos
miembros del sistema familiar reconocen su participación dentro del mismo,
independientemente del estátus legal de las uniones o de su convivencia bajo el mismo
techo, elemento que cobra importancia, por ejemplo, dada la nueva legalidad chilena
respecto de matrimonio civil a partir del año 2004.

Será esta la definición que adoptará este trabajo para entender el concepto de familia
y sustentar las intervenciones terapéuticas que se presentarán más adelante.

Este concepto, además, deja abierta la puerta al reconocimiento de la existencia de


diversas composiciones familiares coexistentes en la actualidad. De esta manera, en
1993 la Comisión Nacional de la Familia reconocía la existencia en Chile de los
siguientes modelos de organización familiar:

A. Familia Nuclear: integrada por una pareja adulta, con o sin hijos o por uno de los
miembros de la pareja y sus hijos.

i. Familia nuclear simple: integrada por una pareja sin hijos.


ii. Familia nuclear biparental: integrada por el padre y la madre, con uno o
más hijos.
iii. Familia nuclear monoparental: integrada por uno de los padres y uno o más
hijos

B. Familia extensa: integrada por una pareja o uno de sus miembros, con o sin
hijos, y por otros miembros que pueden ser parientes o no parientes.

i. Familia extensa simple: integrada por una pareja sin hijos y por otros
miembros parientes o no parientes.
ii. Familia extensa biparental: integrada por el padre y la madre, con uno o
más hijos y otros parientes.
iii. Familia extensa monoparental: integrada por uno de los miembros de la
pareja, con uno o más hijos y otros parientes.
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iv. Familia extensa amplia (o familia compuesta): integrada por una pareja o
uno de los miembros de esta con uno o más hijos, y por otros miembros
parientes y no parientes.
(Comisión Nacional de la Familia, 1993).

La Comisión también reconoce la existencia de una forma de organización familiar cada


vez más frecuente, dados los cambios culturales y demográficos en nuestro país: la
familia reconstituida “que es aquella formada por una pareja, con o sin hijos
comunes, que integra hijos de uniones conyugales anteriores, de uno o ambos
miembros de la pareja” (Comisión Nacional de la Familia, 1993).

En general, esta clasificación de los tipos de familia es planteada por la mayoría de los
autores (p.e. Neira, 1998; CREDHO, 2004) y tiene para nuestro país la ventaja de
reconocer los tipos de familias que se presentan en nuestro medio.

CREDHO(2004) agrega a la clasificación de la Comisión Nacional de la Familia el


concepto de Familia de Origen que definen como “la familia de donde provienen los
cónyuges o convivientes que han formado una nueva familia”.

Funciones de la familia.

Las diversas definiciones acerca de la familia destacan que ella es depositaria de una
serie de funciones que las diversas sociedades o culturas le encargan de manera casi
exclusiva. CREDHO (2004), citando a Hidalgo y Carrasco (1999) y otros autores
plantea que la familia cumple básicamente las siguientes funciones:

1. Satisfacción de necesidades biológicas tendientes a la reproducción, crianza y


cuidado de los hijos, incluyendo las necesidades de alimentación, abrigo, descanso,
cuidado de la salud, etc.

2. Satisfacción de necesidades psicológicas que generan una matriz de experiencias


afectivas y vinculares que van gestando la vivencia de pertenencia sobre la cual se
desarrolla la identidad personal.

3. Funciones de socialización dado que las familias son las principales transmisoras de
la cultura, ya que enseñan las creencias, valores, normas y conductas deseables de
un grupo social. Asimismo, a través de esta función socializadora van moldeando
los comportamientos esperables según los roles, el género, el estátus social u otras
variables que asumen los individuos al vivir en sociedad.
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4. Funciones económicas, dado que las unidades familiares se constituyen en un


sistema de producción y adquisición de servicios y bienes para lograr la
subsistencia de sus integrantes.

5. Cumple también una función mediadora con diferentes estructuras sociales puesto
que relaciona a los integrantes de las familias con otras unidades del sistema
social.
(CREDHO, 2004).

Consistentemente con estas ideas, la Comisión Nacional de la Familia distinguió, en su


informe de 1993, cuatro funciones básicas para la familia:

1. La reproducción en su interior. La función reproductora está acompañada en la


especie humana del surgimiento de algún tipo de afecto, que se constituye a partir
de la satisfacción de los requerimientos físicos y emocionales necesarios en el
recién nacido para la construcción del apego con la madre u otra figura sustitutiva.
Esta relación primaria es la que posibilita la parentalidad a lo largo de la crianza.

2. La transmisión y recreación de la cultura. Se reconoce a la familia la capacidad


de socializar valores u pautas de comportamiento en lo que se refiere a lo
cognitivo, lo ético y lo estético. Este aprendizaje se da en el marco de un encuentro
intergeneracional y de género. La familia no es una unidad homogénea, en ella
conviven miembros de distintas edades y sexos, que tienen identidades propias y
juegan roles diferentes. Por ello, la familia es un espacio de encuentro y de diálogo
(aún cuando estos puedan ser conflictivos), que define la matriz básica que inicia el
proceso de transformación de los individuos en seres sociales.

3. Una función de intermediación entre la cultura y la sociedad. La familia


mantiene y proyecta la vida humana y se constituye en una especie de interprete
de requerimientos y aportes de las personas hacia la sociedad a la vez que de la
sociedad hacia ellas. La familia sirve a sus miembros y a los de la sociedad dentro
de la cual participa en la medida que todos estos sirven a aquella. El aprender a
servir solidariamente, con racionalidad y eficacia son factores clave del aprendizaje
de la vida que comienza en familia.

4. La familia como unidad económica. La familia contemporánea, aunque por lo


general ha dejado de ser una unidad productiva en el plano económico, mantiene
su condición de unidad de consumo (a través de la cual es posible el sustento de
las necesidades materiales del núcleo, como la adquisición de bienes y productos,
preparación de alimentos, nutrición, recreación, traslado y apoyo permanente a los
niños, etc.) y prestadora de servicios especialmente vinculados a la formación y
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desarrollo de las personas. Además las familias, con sus redes de apoyo y
solidaridad, desempeñan un rol fundamental en la sobrevivencia de sus miembros.
En situaciones de dificultad económica tienden a fortalecerse las redes de
solidaridad y cooperación intrafamiliar.
(Comisión Nacional de la Familia, 1993).

Neira (1998), tomando el aporte de varios autores propone, por su parte, las
siguientes funciones para la familia:

(a) El establecimiento de lazos entre los miembros de la pareja

(b) La procreación y las relaciones sexuales entre los miembros de la pareja

(c) Dar a los niños un nombre y un status

(d) El cuidado básico de los niños (y de los familiares)

(e) La Socialización y educación de los niños (y de sus padres)

(f) La protección de sus miembros

(g) Proveer cuidado afectivo y recreación a los miembros de la familia

(h) Proveer servicios y recursos a los miembros de la familia

Resumiendo entonces, las diferentes definiciones de familia reconocen como elementos


básicos el que la familia se refiere a un grupo variable de personas que reconocen
lazos entre sí, consanguíneos y/o afectivos, que se definen como miembros de un
mismo grupo familiar y que comparten funciones de intercambio de afecto, protección
de sus miembros y socialización (introducción a las normas y costumbres culturales)
de los niños.

Sistemas y subsistemas al interior de la familia.

Como se verá más adelante en este texto, la familia puede ser entendida como un
sistema, es decir como "un conjunto de unidades, así como de relaciones entre esas
unidades y sus atributos". Los sistemas, a su vez poseen límites (que define qué se
considera dentro a fuera del mismo), una organización jerárquica o especializada entre
sus componentes y sistemas de control (que posibilitan que los sistemas se regulen y
eviten el colapso).
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La aplicación de estos principios a la descripción de las familias permite describir


subsistemas al interior de la familia y tipos de límites que los mismos definen en la
interacción entre sí.

CREDHO (2004), citando a Fuhrmann y Chadwick (1998), describen la clásica


distinción de subsistemas familiares, planteando que al interior de la familia puede
distinguirse:

 El subsistema conyugal, formado por la pareja que da vida a un nuevo sistema


familiar y que le imprime su sello particular al mismo creando los principios
fundamentales que orientan a todo el sistema familiar y que a su vez sostiene
dinámicas de interacciones específicas de sí mismo, como el intercambio sexual,
por ejemplo.

 El subsistema fraterno, conformado por los hermanos, constituye un


subsistema de iguales, donde estos tienen sus primeras experiencias de vida en
términos de interactuar con personas de un mismo nivel de autoridad.

 El subsistema parental o paternofilial, conformado por los padres (o adultos


significativos), se diferencia de los dos subsistemas anteriores porque presenta
una relativa desigualdad y jerarquía que es la condición necesaria para que los
padres puedan implementar sus funciones de educación, crianza, orientación y
protección de los hijos.

Es importante hacer la distinción en relación a que los miembros del subsistema


conyugal y el subsistema parental resultan ser las mismas personas, sin embargo las
mismas, al reconocerse como parte de cada uno de estos subsistemas, interactúan
refiriéndose a los diferentes dominios de existencia que implican actuar como padres o
como pareja. Un frecuente motivo de conflicto conyugal surge de no tomar en cuenta
esta distinción o confundir los dominios en los que ambos cónyuges (o padres)
interactúan o permitir que uno de esos dominios invada al otro.

Las interacciones entre los subsistemas familiares determinan y están determinados


por los límites que ponen entre sí. CREDHO (2004), plantea que los límites de sistemas
y subsistemas están dados por pautas o reglas según las cuales los individuos
interactúan entre sí. Estas pautas determinan quién, cómo y cuando se realiza una
determinada acción. Siguiendo a Minuchin (1986) y Minuchin y Fishman (1984),
plantea que la función de los límites es la de proteger la diferenciación y
funcionamiento del sistema.
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Para que el funcionamiento familiar sea adecuado, los límites de los subsistemas deben
ser claros y discernibles para permitirles el desarrollo de sus funciones y tareas sin
interferencias indebidas, pero también debe permitir el contacto entre los miembros
del subsistema y los otros (permeabilidad), haciendo que el subsistema pueda recibir
la influencia de su entorno (otros subsistemas). La claridad de los límites permite a los
miembros de la familia saber a qué atenerse y cómo conducirse, aportando seguridad
y predictibilidad a la vida familiar (CREDHO, 2004).

Los límites que son más o menos permeables, es decir, que permiten algún grado de
influencia externa y que posibilitan que el subsistema pueda responder a demandas del
entorno sin perder su identidad y autonomía relativa, son los límites más funcionales y
deseables. Por el contrario, si los límites son excesivamente cerrados (rígidos) el
subsistema se aísla y no responde a las demandas de su entorno, o si estos están
excesivamente abiertos (difusos) el subsistema pierde sus fronteras y se fusiona con
el contexto que lo rodea, perdiendo las funciones propias que desempeñaba antes de
ser absorbido (CREDHO, 2004).

Un ejemplo de difusión de límites lo constituye la “parentalización” de los hijos en la


que la frontera de las funciones parentales es débil y los hijos se sienten invitados a
participar en la “conducción” de la familia al punto de comenzar a orientar a los
padres, produciéndose una inversión de los roles tradicionales y a una interacción
aglutinada. Por otro lado, una familia con límites rígidos puede experimentar conflictos
en la línea de un entorpecimiento de la comunicación y de dificultad en el acceso al
apoyo mutuo, lo que puede llevar a una interacción desligada entre los miembros de la
familia.

Minuchin y Fishman (1984) y Minuchin (1986) plantean también que una de las
dimensiones de la estructura familiar es el poder al interior de la familia, que definen
como la influencia relativa que cada miembro de la familia tiene en el resultado de una
acción. Problemas en esta dimensión pueden ser una función jerárquica débil, que se
presenta en familias con límites difusos y ambientes poco estructurados, exceso de
poder el algún miembro de la familia que limita el potencial de desarrollo de los demás
miembros o una ausencia total de jerarquía que se presenta en familias organizadas
caóticamente en las que no se sabe con claridad quién toma as decisiones familiares.

Otras precisiones respecto del control en la organización de los sistemas familiares


serán profundizadas más adelante cuando examinemos elementos de la cibernética,
buscando explicaciones acerca de cómo las familias mantienen su organización y cómo,
algunas veces, introducen y mantienen síntomas en sus patrones interaccionales.
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Ciclos Vitales Familiares.

Hasta ahora hemos revisado los elementos que constituyen la definición del concepto
de familia, sus componentes y sus funciones. Sin embargo, las familias comparten con
el conjunto de los seres vivos el hecho de que se desarrollan, crecen y evolucionan.

La mayoría de los autores que se refieren a este proceso familiar (p.e. Cibanal, 2004;
Vargas, 2004, CREDHO, 2004, Minuchin y Fishman, 1984) adoptan la postura de
homologar los momentos del desarrollo de la familia con los momentos del desarrollo
de los individuos siguiendo la idea de los estadios de desarrollo propuestos por
Erickson (1950). De esta manera se describe que la familia pasa por diversos estadios
de desarrollo que están organizados, básicamente en torno de las etapas y procesos
por los que atraviesan los hijos. La categorización más clásica de estos estadios
desarrollo fue aportada por Duvall (1957) quien distingue las siguientes etapas del
Ciclo Vital de la Familia:

1.- Formación de pareja y comienzo de la familia. Familia sin hijos. Esta


etapa se refiere al establecimiento de un compromiso permanente entre los
miembros de la pareja. Se definen estilos de vida, rutinas e intereses. Se
construye una identidad de pareja y familiar y se regulan las relaciones con las
respectivas familias de origen.

2.- Etapa de crianza inicial de los hijos. Comienza con el nacimiento del
primer hijo. La tarea fundamental de la familia es darle espacio al niño en la
familia. La pareja, redefine su manera de compartir responsabilidades, de
relacionarse sentimental y sexualmente. Cambian las relaciones con las familias
de origen de ambos miembros de la pareja parental al incorporar los cuidados e
intercambio de afecto con el nuevo miembro de la familia.

3.- Familia con hijos preescolares. Esta etapa comienza con la entrada del
hijo mayor al jardín infantil. El niño desarrolla mayor dominio sobre su cuerpo y
comienza a conocer y explorar su medio ambiente. Los padres deben permitir y
aceptar esta mayor autonomía y al mismo tiempo proteger al niño de los
posibles peligros de ésta. Se pone énfasis en la enseñanza y aprendizaje de
normas.

4.- Familia con hijos escolares. Esta etapa comienza con el ingreso del hijo
mayor al colegio. Este se separa parcialmente de la familia para desarrollarse
en el ámbito escolar, lo que constituye una “prueba” para la familia porque el
medio escolar y sus exigencias evalúa la eficiencia con la que los padres han
criado y socializado a su hijo. Aparecen otros significativos para el niño. Los
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padres comienzan a tener más tiempo libre lo que les permite retomar sus
actividades y trabajos alternativos y la concentración en la pareja.

5.- Familia con hijos adolescentes. Los hijos comienzan a emanciparse. Las
reglas familiares pasan por una importante tensión al requerir adaptarse a hijos
más autónomos.

6.- Etapa media y Terminal de la Familia. Crisis por la separación definitiva


de los hijos, los cambios biológicos, el envejecimiento, la jubilación. Aparece el
fenómeno de nido vacío. Aparecen también sentimientos de soledad y temor
frente a la muerte. Puede haber viudez por muerte de uno de los cónyuges.

Un aspecto en que los autores coinciden es que el desarrollo o crecimiento de la


familia, es decir el paso de uno a otro de estos estadios de desarrollo, se da en saltos.
Entonces, la forma de la curva de desarrollo de una familia intercala períodos breves
de intensa actividad y cambio, salpicada de períodos más prolongados de
normalización y estabilidad (Steinglass y cols, 1993). Esto quiere decir que las familias
atraviesan por períodos de cambio que constituyen situaciones estresantes que
implican crisis familiares. Los cambios previsibles que se producen en el pasaje de una
etapa a otra en el transcurso del ciclo vital, así como los cambios imprevisibles que se
suceden en la historia de una familia son períodos de crisis familiar que requieren el
ajuste de su estructura y organización para hacer frente a las nuevas demandas. Toda
familia pasa entonces por crisis normativas y crisis no normativas y ambas
pueden ser igualmente estresantes y requerir ajustes igualmente complicados
(CREDHO, 2004). Desde este punto de vista, muchos autores (p.e. Minuchin y
Fishman, 1984) consideran que la aparición de síntomas o patología en un miembro de
la familia está asociada a dificultades que se presentan en el tránsito de una etapa de
desarrollo familiar a otra, en la falta de readecuación de la organización y estructura
familiar a las demandas de la nueva etapa que emerge, estancándose en los modos
habituales y conocidos de relacionarse. De este modo, los síntomas pueden
conceptualizarse como un intento extremo y fallido de superar la crisis y adecuarse a
la demanda de la nueva etapa (CREDHO, 2004).

Vargas (2004) ofrece los siguientes ejemplos de eventos normativos y no normativos:

EVENTOS NORMATIVOS
Matrimonio
Nacimiento de los hijos - nietos
Escolaridad
Adolescencia
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Independencia de los hijos. Adultez joven


Jubilación
Vejez
Muerte

EVENTOS NO NORMATIVOS (ACCIDENTALES)


Separación - Divorcio
Enfermedad - Incapacidad
Muerte prematura
Migraciones
Cambios de estatus socio económico
Catástrofes externas

Desde un punto de vista un poco diferente y probablemente más propiamente


sistémico, Steinglass y colaboradores (1993) en su libro “La Familia Alcohólica”
cuestionan este tipo de clasificaciones preguntándose si tiene sentido clasificar todo el
proceso de desarrollo de una familia basado en el desarrollo individual de algunos de
sus miembros (lo que además lleva a preguntarse en qué etapa del desarrollo se
encuentra una familia que tiene hijos de diferentes edades) o si sería razonable
esperar que las familias, al igual que el resto de los seres vivos, evolucionaran desde el
nacimiento hasta la muerte, tratándose a un sistema, como la familia, en el que si se
observa su línea histórica de descendencia no se puede identificar con claridad un
momento en que esa familia muera.

Desde su punto de vista, Steinglass y colaboradores (1993) proponen un esquema del


desarrollo por el que atraviesa la “Unidad” familia como un todo. En este sentido,
explican que en una línea amplia de tiempo, el desarrollo de la familia se da en forma
continua superponiendo el desarrollo de una nueva generación (período de expansión)
con el deterioro de la antigua generación, en procesos breves, pero intensos, pasando
por períodos largos de consolidación.

Según estos autores todas las familias, independientemente de sus características


idiosincráticas particulares, tienen que hacer frente a tres problemas fundamentales en
el curso de su desarrollo:

1.- Todas las familias deben definir sus límites exteriores e interiores. Cada familia
tiene que delimitar dónde terminan sus límites naturales y cómo se construirá su
estructura interna, es decir, discriminar aquellas personas que están en la familia de
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aquellas que no están, así como la modificación de las relaciones entre los subsistemas
a medida que cambia el elenco de personajes (por adición, por ejemplo nacimiento de
los hijos o por sustracción, por ejemplo muerte de un miembro) y la edad de los
miembros de la familia.

2.- Todas las familias tienen que elegir una cantidad limitada de grandes temas de
desarrollo. Estos temas son las zonas prioritarias con las que se compromete la familia.
A su vez, estos temas se convierten en organizadores de la conducta dentro de la
familia. La familia elegirá cuales son los grandes temas que la movilizarán, ¿se
movilizará, por ejemplo para alcanzar la fama o la riqueza, o la felicidad o el trabajo
duro, etc.?.

3.- Por último, a la larga todas las familias tienen que desarrollar una serie de valores
y concepciones compartidas, no sólo respecto del mundo en el cual viven, sino también
acerca del tipo de familia que son. Este sentimiento compartido de la familia es una
característica denominada Identidad Familiar.

Siguiendo esta línea de pensamiento, Steinglass y colaboradores (1993) proponen las


siguientes tres etapas por las que las familias pasan en su desarrollo:

1.- Primera fase: Establecimiento de límites y formación de la identidad


familiar.

La familia que se funda debe establecer estructura y una identidad como


sistema independiente. La pregunta clave de esta etapa es ¿Qué hacer con las
familias de origen?, cómo resolver la presión que ambas familias de origen
ejercen para definir cómo se hacen las cosas o qué es más importante para los
miembros de la familia.

Resulta interesante destacar que para Steinglass y colaboradores (1993) el


concepto de familia de origen se refiere literalmente a aquellas familias de las
que provienen los miembros de la pareja que forman una familia. Así, si la
pareja proviene de otros matrimonios previos, será en relación a esa familia
anterior (la formada en el matrimonio previo) y a la identidad de aquella,
familia que se deberán negociar los elementos que compondrán la identidad de
la familia en reciente formación.
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2.- Fase intermedia: Compromiso y estabilidad.

Esta es la etapa más larga de todas y abarca la mayor parte de lo que se


entiende por vida familiar propiamente tal. Se caracteriza por el surgimiento de
tres características:

 La primera es el compromiso con una cantidad limitada de temas


centrales para la familia (los grandes temas que movilizarán a la familia
como se vio más arriba).

 La segunda es el compromiso con un grupo de reglas estables y


coherentes respecto de la conducta al interior de la familia, qué es lo
aceptado y qué no a su interior (límites para la conducta).

 La tercera característica es el surgimiento de una serie de patrones


conductuales, repetitivos y muy estructurados para la organización de
las rutinas cotidianas de la familia, de los acontecimientos especiales
(feriados, vacaciones, fiestas, etc.) y estrategias para la solución de
problemas de la vida diaria.

3.- La última fase: aclaración y legado.

En esta etapa surgen pérdidas (abuelos fallecen, hijos se van de la casa) y


surgen nuevas adquisiciones en las familias (nuevos miembros y nuevas ideas,
por ejemplo esposos de los hijos). Frente a las tensiones que provoca este
cambio en el elenco familiar la principal tarea de la familia es entregar su
legado a la siguiente generación, “una especie de cápsula del tiempo en la cual
la familia coloca los elementos que, en la forma más condensada, comunica a
las generaciones futuras la esencia de la familia actual”, por ejemplo ritos
respecto de las fiestas o respeto de ciertas tradiciones familiares.

Los elementos expuestos hasta este punto permiten comprender que las familias se
constituyen como sistemas dinámicos expuestos a variados procesos de tensión y
cambio, uno de los cuales surge desde su propia evolución como sistema y se organiza
en torno a ciclos de desarrollo.
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Algunas características de las familias contemporáneas chilenas.

Como se ha visto hasta aquí, las familias pueden presentar una amplia variabilidad
respecto de su conformación como tal o de la etapa evolutiva en la que se encuentra.
Conviene en este punto dar una breve mirada a la realidad de las familias en el chile
contemporáneo.

Al respecto, CREDHO (2004) hace una interesante revisión acerca de datos arrojados
por el CENSO del año 2002, los que con relación al tema de las características de las
familias contemporáneas chilenas muestra que la mayoría de la población vive en
familia, siendo las de tipo nuclear las más frecuentes, desplazando a las extendidas.

Las familias nucleares son de preferencia biparentales, con una madre y un padre a
cargo del hogar. Sin embargo se observa un aumento del número de las familias
monoparentales, junto con las familias reconstituidas.

El 17% de las parejas de familias nucleares se declaran convivientes, siendo estas


uniones más frecuentes entre jóvenes.

El modelo de una familia nuclear biparental, unida legalmente, con la expectativa de


ambos cónyuges de que su unión dure toda la vida y donde el hombre es su principal
proveedor no supera el 35% de las uniones en Chile.

El índice de separación matrimonial alcanzaba en 1994 al 20% anual, cifra que


aumenta levemente cada año.

Estos escuetos datos muestran algunos elementos de la realidad en relación a la


estructura de las familias en Chile y permiten sustentar la idea de que las familias
presentan organizaciones variadas y complejas, por lo que todo profesional o técnico
que intervenga en un trabajo terapéutico con las mismas debe tener en cuenta esta
variabilidad antes de emitir un juicio respecto de la “normalidad” de una determinada
familia. Debe también tener en cuenta la propia definición que la familia hace de sí
misma, así como también el período evolutivo en el que la familia se encuentra al
planificar las intervenciones terapéuticas que propondrá.
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Capítulo 2.
Las Bases Teóricas de la Intervención Familiar.

La historia del desarrollo del Enfoque Sistémico y la Terapia Familiar desde sus
orígenes, a mediados del siglo XX, hasta nuestros días representa una historia
apasionante respecto del rompimiento de viejos paradigmas, y de las contribuciones de
variadas disciplinas como la biología, la psicología, la psiquiatría, la antropología, la
física, la epistemología, la matemática, la lógica y la ingeniería al entendimiento del
comportamiento humano. Una revisión acabada de estos elementos excede toda la
capacidad y el espacio disponible de este trabajo, por lo que se presentará una síntesis
apretada y una selección particular de los conceptos más relevantes que sustentarán el
trabajo con familias con un miembro adicto a sustancias.

Se espera que con el desarrollo de este capítulo los profesionales y técnicos obtengan
los conocimientos conceptuales básicos que les permitan entender cómo las familias
mantienen (y a veces originan) sus problemas, como ellas contribuyen a superarlos y
cuales son los aportes que el terapeuta puede hacer para ayudar a una familia a salir
de los entrampes que la llevan a consultar. Los elementos clínicos concretos que
constituyen la Intervención Familiar con familias con un miembro con problemas de
drogas se presentarán en la segunda parte de este trabajo.

A aquellos interesados en profundizar en la historia del enfoque sistémico y sus


implicancias en la terapia familiar se les recomienda la revisión de los trabajos de
Guerin (1978), Barrientos y cols (1993), Jutorán (1994) y Kunstmann y cols. (2003).

Teoría General de Sistemas y Cibernética de Primer Orden: Los orígenes de la


Terapia Familiar.

A mediados del siglo XX surge en Estados Unidos la preocupación por ampliar la


mirada de la patología mental hacia elementos contextuales, como una respuesta a las
limitaciones terapéuticas existentes en la época frente a graves patologías mentales
como la esquizofrenia. Surgen en los años 1950 explicaciones que proponen una
etiología comunicacional y familiar de la esquizofrenia (Bateson, 1972), así como
explicaciones acerca de la generación y mantención de síntomas dependiendo de las
conductas entre las personas, de su forma de comunicarse y de la forma en que
intentaban solucionar sus problemas (p.e. Watzlawick y cols., 1983, Watzlawick y
cols., 1986). A la base de estas propuestas estaba toda una conceptualización surgida
originalmente de los aportes hechos por la Teoría General de Sistemas y la Cibernética
que a la larga terminaría por conocerse como Enfoque sistémico en psiquiatría,
psicología y psicoterapia.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
19

La Teoría General de Sistemas (TGS)surge a partir de los desarrollos del biólogo Ludwig
von Bertalanffy, que había intentado desde 1930 descubrir leyes generales de los
sistemas, independiente de su encarnación.

La TGS surgió como tal en 1945 (von Bertalanffy, 1976) y los primeros planteamientos
fueron el intento de dar una aproximación integradora de los problemas biológicos y
promover un lenguaje común en las ciencias (Pakman, 1989). Comienza con cuestionar
la forma habitual de comprender los fenómenos, es decir buscar causas y encontrar
explicaciones dividiendo la realidad en partes.

La TGS se propone integrar las partes hasta alcanzar una construcción teórica única,
tomando en cuenta su contexto. A partir de esto surge el planteamiento de que ningún
fenómeno puede ser entendido aisladamente, que los elementos forman una totalidad
que es mayor que la suma de sus partes. Esto se ha denominado noción de Totalidad.

En este período se utilizan conceptos tales como sistema abierto, organización (en el cual
se incluye la noción de totalidad, límite y jerarquía) y control (que incluye la noción de
homeostasis, retroalimentación positiva y negativa).

Por Sistema la TGS entiende que es "un conjunto de objetos o unidades, así como de
relaciones entre los objetos y sus atributos" (von Bertalanffy, 1976).

Por Límite entendemos aquella región que separa a un sistema de otro. Los límites son
las reglas que definen quién y cómo participa dentro de un sistema, es decir definen las
reglas de pertenencia (von Bertalanffy, 1976).

Otro concepto importante es el de Jerarquía, el cual caracteriza a los sistemas. Los


elementos que forman parte de un sistema, siempre se organizan de manera jerárquica,
la cual depende de la situación a la que se enfrenta este sistema y la función que va a
cumplir (von Bertalanffy, 1976).

Al entendimiento de que los sucesos están relacionados en circunstancias determinadas


en forma circular se le denomina Retroalimentación (von Bertalanffy, 1976). Este
último concepto se relacionó con los desarrollos de Wiener (1954, 1967) en el campo de
la Cibernética nombre que se le dio a la naciente “ciencia del control y la comunicación en
el anima y la máquina”.

Para Wiener (1954, 1967) el mecanismo de control “en el animal y la máquina” es,
precisamente la retroalimentación o Feedback que describió como "un método para
controlar un sistema reintroduciéndole los resultados de su desempeño en el pasado".
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
20

Wiener (1954, 1967) distinguió entre el feedback negativo, que es aquel que controla
al sistema reintroduciendo la información que genera de modo de mantener la conducta
del sistema dentro de determinados parámetros (como en un termostato que agrega frío
o calor para mantener luego de la lectura de la temperatura, para mantener una
temperatura constante dentro de un cierto rango) y el feedback positivo que es aquel
que al reitroducir la información generada por el sistema genera una desviación
progresiva que termina por desbocar al sistema en una espiral de cambio que lleva
incluso a la destrucción del mismo (como ocurre, por ejemplo, en procesos sociales
complejos en los que los sucesivos eventos parecen ir agrandando la crisis hasta que
terminan por generar cambios drásticos en el estado).

Una de las primeras consecuencias de asumir esta forma de pensar fue pasar desde una
noción de causalidad lineal a una de causalidad circular (Keeney, 1987), donde un
evento A ya no se ve como causa de uno B sino como causa y efecto de B.

Consecuencias Clínicas de la TGS y la Cibernética.

El campo de la Terapia Familiar desarrolló a partir de estos elementos una muy rica y
variada gama de conceptos acerca del origen y mantención de síntomas y problemas
dentro de las familias. En este período, el desarrollo de estos conceptos se concentró
en la ideas acerca de las regulaciones generadas en las conductas entre las personas
con un punto de vista de causalidad circular. De esta manera, comienza a tratarse
a la familia como un sistema, advirtiéndose que el concepto de familia satisface
todos los aspectos formales de la definición de sistema entregada por le TGS y la
cibernética, en la cual los “objetos” del sistema se refieren a los miembros de la
familia, sus interacciones a sus conductas e intercambio comunicativo y sus atributos a
las características de cada uno de los participantes del sistema familiar y las
regulaciones mutuas, donde la conducta de un miembro es causa y efecto de la del
resto y donde, por lo tanto, todos son interdependientes entre sí (ITF, 1991)

Tomando las proposiciones acerca de la retroalimentación o feedback provistas por la


Cibernética, Jackson (1957), usando una metáfora tomada de la fisiología, introdujo el
concepto Homeostasis Familiar para designar una serie de “mecanismos”
conductuales que las familias ponen en marcha cuando la vida familiar es tensionada
por presiones internas o externas y que contribuyen a poner a la familia nuevamente
en su estado de equilibrio. Esto significa que cada vez que las familias se encuentran
en situaciones complejas o amenazantes generan conductas concretas que reducen la
tensión y contribuyen a mantener el equilibrio familiar. Se usa en este punto la idea de
feedback, tomada de la cibernética, que plantea que la familia reintroduce información
originada en su comportamiento de modo de regular el conjunto de su conducta dentro
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
21

de márgenes aceptables, del mismo modo que un termostato agrega aire caliente o
frío en un sistema de calefacción con el objetivo de mantener la temperatura de una
sala dentro de márgenes establecidos.

Esta idea de la familia como un sistema dinámico que autorregula su equilibrio por
medio de sus propias conductas resultó básica en la concepción acerca del rol que
cumplen los síntomas en el sistema familiar. Para el enfoque sistémico un síntoma es
considerado como un mensaje comunicacional que se observa en un miembro (el
paciente índice) y que es función de toda la familia. El síntoma es la única posibilidad de
reacción de un sistema cuando por algún motivo su patrón interaccional se rigidiza y no
puede encontrar salidas o adaptaciones a la nueva situación que vive. Lo esencial,
entonces, es el para qué del síntoma. El mismo cumple una función protectora del
sistema: la familia se organiza en torno al síntoma y no al rededor de la etapa que vive,
por lo tanto, la "protege" de una situación difícil, ayudando de esta manera a mantener la
homeostasis familiar (Bodin, 1982). El ejemplo más clásico de esta dinámica es la
concentración de la atención sobre los síntomas de un hijo en el contexto de una
familia en que los ladres están pasando por un momento de dificultad, que se percibe
como una amenaza para la estabilidad familiar. El síntoma del hijo en este caso parece
aliviar las tensiones y devolver a la familia a una dinámica menos tensionante.

Otro ejemplo de la funcionalidad del síntoma se puede observar en la descripción


sistémica de los intentos de suicidio, lo que parecen estar relacionados con una falta de
claridad respecto de los roles e intercambio comunicacional y afectivo entre los
miembros de la familia. Una vez generado el intento suicida, la familia en su conjunto
parece reordenarse y definir con claridad cuales son los roles de sus miembros y
cuales son los intercambios comunicacionales y emocionales correspondientes,
situación que se mantiene por un tiempo hasta que la familia comienza a retomar poco
a poco su funcionamiento tradicional de confusión de roles (a menos que cambie la
organización de la familia), lo que prepara el camino para un nuevo intento de suicidio
de uno de sus miembros, que a su vez generará un nuevo período de ordenamiento
familiar (Kunstmann, 1995).

Como veremos más adelante, esta descripción de la funcionalidad del síntoma y la


homeostasis familiar será de gran utilidad al examinar la participación de la familia en
la mantención del comportamiento adictivo.

Consistentemente con estas ideas, Sluzki (1983) describe que las familias mantienen
los comportamientos sintomáticos de uno sus miembros a través de lo que denomina
como Patrones Interaccionales Mantenedores de Síntomas, que son una serie de
comportamientos repetitivos que las familias ejecutan y dentro de los cuales están
sostenidos los comportamientos sintomáticos. En la experiencia clínica resumida en su
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
22

trabajo de 1983, Sluzki muestra cómo, al bloquear estos patrones interaccionales, el


comportamiento sintomático desaparece.

El ejemplo entregado en su trabajo alude a una familia que consulta en un servicio de


psiquiatría, derivados por el neurólogo, a raíz de las frecuentes cefaleas que
presentaba el hijo de 9 años. En la entrevista clínica se logró determinar que cada vez
que el hijo presentaba cefalea solicitaba la ayuda de la madre, una mujer descrita
como muy invasiva en la vida de su hijo y quien también sufría de frecuentes cefaleas.
Se logró determinar también la existencia de otro síntoma en el hijo hasta el momento
desconocido, tanto para el equipo terapéutico como para la madre: sangrado de
narices, que si bien no era tan frecuente como la cefalea se repetía con cierta
periodicidad. Cada vez que aparecía este síntoma, el niño acudía en busca de ayuda
donde su padre, un hombre de edad avanzada que también sufría de esporádicos
episodios de sangrado de narices desde hacía algunos años como secuela de un
accidente en motocicleta. En la sesión, el terapeuta felicita la sabiduría del niño al
elegir a los “expertos” en sus síntomas para solicitar ayuda, pero propone hacer un
cambio: en el transcurso de tiempo hasta la siguiente sesión cada vez que tuviera
cefalea debería pedir ayuda al padre y cada vez que tuviera sangrado de nariz debería
acudir a la madre. La familia aceptó esta sugerencia y a la siguiente sesión reportó que
no se habían presentado episodios de cefaleas ni sangrado de nariz. De esta manera se
bloquearon los patrones interaccionales que incluían al síntoma y el mismo
desapareció.

Hasta este punto, la concepción sistémica aludía a elementos conductuales basados en


la interacción de los miembros de un sistema. Si se observa bien, una consideración
básica de este abordaje radica en el hecho de que la conducta de los sistemas
familiares, y en general la conducta de las personas, parece tener una tendencia a la
repetición (de hecho, el propio concepto de patrones interaccionales se refiere a tipos
de conductas que se mantienen repetidas en el tiempo), pero ¿de qué clase de
repetición de conductas se trata?

Algunos años antes de la publicación de estas ideas de Sluzki, Watzlawick y su equipo


de colaboradores habían hecho un descubrimiento notable respecto de cómo las
personas enfrentan sus problemas (Watzlawick y cols., 1986). Lo que ellos hicieron fue
investigar sobre cuales eran las características de los intentos de solución que las
personas daban a sus problemas antes de consultar con un especialista y descubrieron
que aquellas personas que no lograban solucionar sus problemas establecían una
estrategia de solución inquietante: inadvertidamente reiteraban una y otra vez la
utilización del mismo tipo de solución, es decir, hacían “más de lo mismo”. La premisa,
entonces, era bastante lógica, si una solución intentada no resuelve el problema, la
reiteración de la misma solución no aportará nada nuevo y, aún más, si ya se
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
23

demostró que una un tipo de solución no es exitoso los nuevos intentos sobre la misma
solución tampoco lo serán, dejando al problema crónicamente sin solución. El
descubrimiento de esta forma de aproximarse a la solución de los problemas determinó
que Watzlawick y sus colaboradores plantearan que el verdadero problema de las
personas que venían a consultar no era el problema original por el que consultaban,
sino la solución intentada, o mejor dicho, la insistencia en el uso de una solución que
no resuelve el problema.

Un ejemplo de este tipo de abordaje para la solución de un problema es el típico caso


de una madre que consulta por problemas conductuales de su hijo y que describe al
terapeuta que no sabe qué hacer porque “ya lo ha intentado todo”. En el examen
detallado de la conducta de la madre por hacer que su hijo se comporte mejor, se
descubre que la estrategia de la madre es castigar al hijo, cada vez que este se
comporta de una manera que a la madre le parece inapropiada, quitándole algo que
para el chico es valioso, sin embargo, esto no logra hacer que el hijo mejore su
conducta. La madre entonces, intenta modificar la conducta de su hijo quitándole el
televisor, la mesada, la pelota, etc. hasta que llega a un punto en que no sabe qué
más quitarle llegando a la percepción de que ha intentado todo y nada resuelva su
problema. Si se observa con atención, lo que la madre ha hecho es generar una
variada gama de soluciones que pertenecen, todas ellas, a la misma clase de
soluciones, que en este caso es la clase de solución que no resuelve el problema
(quitarle algo al hijo).

A estas soluciones que parecen ser cambios, pero que en realidad pertenecen a la
clase de soluciones no exitosas que no cambian nada (o no resuelven el problema),
Watzlawick y cols. (1986) las denominaron Cambio 1, es decir tipos de cambio que no
generan un cambio en el problema, sino otro miembro de la clase de soluciones no
exitosas, como, en nuestro ejemplo, quitar la pelota, o quitar el televisor, o quitar la
mesada, donde aparentemente se hacen cosas diferentes porque se quitan cosas
diferentes, pero no se resuelve el problema porque la estrategia en sí misma de
“Quitar Cosas” ha probado ser ineficaz.

Watzlawick y cols. (1986), se dieron cuenta además que existía otra clase de
soluciones que sí resolvían los problemas de las personas, estas eran soluciones que
no reiteraban sobre la misma clase de soluciones no exitosas, sino que usaban
estrategias pertenecientes a una clase diferente de soluciones. Fue lo que ellos
denominaron como Cambio 2, es decir, un tipo de cambio que modifica la regla con
que se viene actuando hasta el momento, proveyendo soluciones que ya no
pertenecen a la clase de soluciones no exitosas. Un cambio 2 en nuestro ejemplo, sería
modificar el ambiente del muchacho para que se concentrara mejor en sus tareas o
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
24

consultar a un especialista, es decir, tipos de soluciones que no reiteran en la regla de


“castigarlo quitándole las cosas que le gustan”.

Una recomendación relativamente obvia surgía a partir de estas distinciones.


Watzlawick y cols. (1986) sugieren preguntar a los pacientes acerca de cuales son las
soluciones que ellos han intentado con anterioridad a la consulta, ya que si alguna de
ellas hubiera sido exitosa, seguramente el paciente o la familia no habría consultado.
De esta manera, el terapeuta se asegura de no proponer a la familia soluciones que ya
han sido probadas como no exitosas y aumenta la posibilidad de encontrar soluciones
que generen Cambio 2.

Recapitulando sobre lo dicho hasta este punto respecto del enfoque sistémico puede
plantearse que:

1. La familia puede ser conceptualizada como un sistema y por lo tanto estudiada


en sí misma como una unidad y no como un agregado de individuos (en este
sentido hay que recordar que “el todo es más que la suma de sus partes”).

2. El sistema familia establece patrones de comportamiento repetitivos y se regula


a sí misma reintroduciendo los resultados de su comportamiento previo
generando modificaciones en su comportamiento para no sobrepasar los límites
aceptados de comportamiento en su interior (homeostasis familiar), la
causalidad es circular, la conducta de uno de los miembros es causa y efecto de
la de los otros y todos los miembros son interdependientes entre sí. Esto
también quiere decir que el cambio iniciado en un miembro del sistema
desemboca en cambios que afectan a la totalidad del sistema.

3. Los síntomas en un sistema familiar, pueden ser entendidos como mensajes


comunicacionales que buscan proteger a la familia aportando, de esta manera,
a la mantención de la homeostasis familiar.

4. Los síntomas forman parte o están íntimamente relacionados, con Patrones


Interaccionales Mantenedores, los que al ser modificados pueden hacer
desaparecer al propio síntoma.

5. Los sistemas familiares o las personas establecen una regularidad en la forma


en que intentan solucionar sus problemas insistiendo muchas veces en
soluciones que pertenecen a una clase que no resuelve el problema,
desatándose un juego sin fin o una reiteración del tipo “más de lo mismo”. Es
conveniente preguntar a las familias respecto de las soluciones intentadas
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
25

previamente, para poder construir alternativas diferentes que propicien


Cambio 2.

Cibernética de Segundo Orden: La irrupción del Observador en los sistemas.

Los teóricos del enfoque sistémico dieron un salto de gran importancia al examinar con
detención los alcances de las ideas respecto de la retroalimentación. En 1968 Margaret
Mead propuso el término “Cibernética de la Cibernética” (Mead, 1968) que luego, en
1973, von Foerster rebautizó como “Cibernética de Segundo Orden” o “Cibernética de
los Sistemas Observantes” (von Foerster, 1973). ¿A qué se refería este salto
conceptual?

La cibernética de primer orden examinaba cómo un sistema era capaz de regularse


reintroduciendo información respecto de su propia conducta. Ahora bien, si eso era
posible, también lo era que el comportamiento total del sistema afectara a otros
elementos de su entorno y a su vez fuera afectado por ellos, de esta manera, a un
primer nivel el sistema se regulaba (cibernética) y a un segundo nivel su propia
regulación era regulada por otros elementos del entorno (cibernética de la cibernética).
De esta manera se introducía la idea de niveles de recursividad (Keeney, 1987) en la
que los sistemas son regulados y en el contacto con el medio se genera una “regulación
de la regulación” y una “regulación de la regulación de la regulación” a medida que se
agregan más actores, y así hasta llegar a un punto tal en que se incluyen todas las
“regulaciones de las regulaciones” existentes y ya no es posible identificar un nivel
superior de variables que influyen en la regulación del sistema. Cuando se llega a este
punto se plantea que los sistemas adquieren autonomía, o son sistemas autónomos
(Keeney, 1987), en el sentido de que ya no es posible identificar una variable externa
al sistema que influya sobre su proceso de regulación.

Lo relevante de este hallazgo fue que los teóricos que trabajaban en este campo
advirtieron que el propio observador, era “regulado” por las regulaciones del sistema,
incluyéndose dentro de los niveles de recursividad que abarcan, entonces, tanto al
sistema que se observa como al observador. Esto quiere decir que el observador se ve
afectado por el comportamiento del sistema, así como el sistema se afecta por el
comportamiento del observador. De esta manera, el observador participa de la
observación con lo que ya no puede pretender ser un observador “objetivo” de una
realidad “allá afuera”, sino que está íntimamente involucrado en lo que observa. Esto
lleva a Keeney (1987) a plantear que “lo que el observador dice observar en realidad
habla más del observador que de lo observado”. Es en este sentido que von Foerster
(1973) plantea que con la cibernética de segundo orden (cibernética de la cibernética)
se pasó desde la noción de “sistemas observados” a la de “sistemas observantes”.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
26

Estas distinciones literalmente voltearon de cabeza al enfoque sistémico haciéndole


incluir lo que los teóricos denominaron un “cambio epistemológico”, es decir una
modificación en la concepción acerca de cómo los seres vivos perciben la realidad: si el
observador participa de lo que observa, entonces no es un observador “objetivo”, no
puede tener un acceso “objetivo” a la realidad, si no que participa en la construcción
de la misma (von Glasersfeld, 1984).

Esta nueva manera de concebir la forma en que los seres vivos conocen o perciben
generó la necesidad de que el enfoque sistémico incluyera teorías respecto de este
fenómeno, es decir, teorías del conocimiento. Lo que a mediados del siglo XX había
surgido como una preocupación acerca de cómo los componentes de los sistemas
interactúan entre sí y cómo se regulaban, ahora se transformaba en una preocupación
acerca de cómo los seres vivos “conocen, piensan y deciden” (Bateson, 1972).

En general se reconoce que son tres las teorías del conocimiento incluidas en el
enfoque sistémico a raíz de este cambio epistemológico (Barrientos y cols, 1993):

1. La Teoría del Constructivismo Radical.


2. La Teoría del Construccionismo Social.
3. La Teoría Biológica del Conocimiento.

No es la intención de este trabajo profundizar en el desarrollo de estas ideas, sin


embargo, sí interesa saber cuales fueron las implicancias de las mismas en el operar
terapéutico. Para los objetivos del presente trabajo se presentarán los principios
fundamentales respecto de la generación, mantención y solución de problemas desde
esta nueva “óptica epistemológica” incluidos (junto con los elementos de cibernética de
primer orden revisados más arriba) en la fundamentación teórica de la Intervención
Familiar que se describirá en la segunda parte de este trabajo:

1.- Los sistemas que consultan lo hacen basados en una preocupación o una alarma
específica respecto de uno o más de sus miembros. Ahora bien, si los seres
humanos participamos de la construcción de la realidad (von Glasersfeld, 1984,
Maturana y Varela, 1981, Maturana, 1991), las alarmas que llevan a las personas
a consultar son también construidas por ellas en base a sus percepciones, y
específicamente, a las explicaciones que se dan para sus problemas.

2.- Las preocupaciones o síntomas forman parte de una red de conversaciones


repetidas que fijan posiciones rígidas entre los miembros del sistema. El sistema
es ahora concebido como un sistema de conversaciones en torno de un problema
(Kunstmann y cols. 2003).
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
27

3.- Las conversaciones pueden ser definidas como intercambio comunicacional, lo que
para el enfoque sistémico significa interacción de la conducta de los miembros de
un sistema (Kunstmann y cols. 2003; Maturana, 1991). En otras palabras, un
sistema rigidizado en una conversación en torno de un problema es un sistema
que repite sus patrones interaccionales en forma continua, reduciendo su
flexibilidad para buscar soluciones alternativas a su problema.

4.- Las conversaciones generan y son generadas por emociones. A su vez, las
emociones presentes en un sistema restringen las posibilidades conductuales del
mismo, en el sentido de hacer posible sólo la conducta que es coherente con la
emoción que está presente en el momento específico (Kunstmann y cols. 2003;
Maturana, 1991). Así por ejemplo, si una familia está pasando por un período de
gran angustia debido a la enfermedad grave de un hijo, es altamente improbable
que se comporten de un modo que no sea compatible con esa angustia, por
ejemplo, será difícil que organicen una fiesta en la que todos estén en actitud
despreocupada. Desde este punto de vista, es la emoción la que restringe las
posibilidades de actuación de un sistema. Ahora bien, si el sistema logra generar
otra conversación, es decir, actuar de otra manera, eso posibilitaría generar un
cambio en la emoción. Visto desde el punto de vista contrario, si se logra generar
un cambio en la emoción también se generará un cambio en la conversación del
sistema, es decir, un cambio en sus patrones interaccionales.

5.- De este modo, la terapia se propone entregar explicaciones alternativas a


las que trae el sistema consultante, para generar conversaciones
diferentes que a su vez cambien las emociones del sistema y así
aumentar la flexibilidad del sistema (en términos de des-rigidizar sus
patrones interaccionales) propiciando la superación del problema que lo
trae a consultar (Kunstmann y cols. 2003).

Un ejemplo de esta forma de entender y operar en terapia con estas ideas sistémicas
surgidas de la cibernética de segundo orden se presenta en el siguiente caso:

La familia González, compuesta por Pedro el padre de 55 años, Lucía, la madre de 50


años y Rodrigo el hijo de 17 años, consultan debido al consumo de marihuana de este
último descubierto hacía dos meses por la madre. Rodrigo consumía marihuana desde
dos años antes al descubrimiento de la madre, quien junto con el padre relatan que
nunca tuvieron sospechas que ocurría algo así dentro de su propia casa. Rodrigo
plantea que los padres exageran las cosas porque, si bien consume algo de marihuana,
su consumo nunca ha sido tan grande como para preocuparse, lo que ocurrió dice, es
que, no sabe porqué, comenzó a consumir dentro de la casa hasta que la madre se dio
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
28

cuenta porque se le quedaron restos de cigarrillos de marihuana en el velador de su


pieza.

Examinando la historia y la dinámica familiar surge el dato acerca de la preocupación


de la madre frente al proceso de individuación de su hijo. Rodrigo, que además es hijo
único, se hacía más grande y progresivamente requería menos de su madre, este
proceso angustiaba de sobremanera a la madre quien se sentía poco útil y a la vez
asustada debido a que cuando se trataba de acercar al hijo este la rehuía de mala
manera. Debido a esto, la madre dejó de acercarse a su hijo a quien en el último
tiempo sólo veía al llegar o salir de la casa ya que el resto del tiempo se lo pasaba
encerrado en su pieza y ella no se atrevía a entrar a verlo o a conversar con él. Su
sentimiento de inutilidad se agravaba con el descubrimiento del consumo que
agregaba a la madre la idea de que había sido mala madre ya que su hijo se estaba
convirtiendo en un “drogadicto”. El padre aparecía relativamente distante, un poco
molesto con el hijo que a la fecha no estudiaba y no tenía un trabajo estable, cosa que
le preocupaba pensando en cómo sería su futuro. Al padre le preocupaba de
sobremanera la ansiedad y el progresivo sentimiento de inutilidad de la madre.
Rodrigo, por su parte, sentía que ambos padres estaban demasiado pendientes de él y
que no le dejaban realizar con libertad las cosas que él quería hacer con su vida.

Con estos antecedentes, el terapeuta observaba que, acorde a las emociones


preponderantes en la familia de preocupación por la vida de Rodrigo y la percepción de
inutilidad de la madre, el sistema estaba rigidizado en un intento de los padres por
acercarse a Rodrigo, mientras que él les rehuía con la sensación de que lo trataban
como a un niño. Las emociones presentes en la familia no permitían un tránsito fluido
hacia una mayor autonomía adulta del hijo. La madre, preocupada por su ejecución
como tal, prefiere no acercarse al hijo, estableciendo una vigilancia preocupada, pero
no emocionalmente cercana; el padre, solidario con la madre, se molesta con el hijo
por las cosas que hace y las que no hace y el hijo se siente presionado y prefiere
rehuir a los padres. La conversación del sistema en torno de la alarma respecto del hijo
está establecida y la emoción correspondiente ayuda a rigidizar esta pauta.

Un detalle en el relato de la madre llama la atención del terapeuta. Ella comenta que
cada vez que sale de la casa, el hijo la llama por teléfono y le pide que le traiga comida
de McDonald y que cada vez que hace esto le pide por teléfono que ella lo “ragalonee”.
El terapeuta toma este elemento y pregunta en voz alta cómo puede el hijo resolver
una contradicción evidente: quiere ser adulto y desarrollarse a su manera y a la vez
quiere que lo regaloneen. Con esta idea, desarrolla una explicación alternativa a la que
traía el sistema: la madre no es inútil y no ha hecho un mal trabajo, al contrario, las
muestras de emancipación del hijo son una evidencia de que el hijo cumple con sus
tareas del desarrollo en forma adecuada, lo que a su vez es una evidencia del buen
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
29

trabajo de los padres, pero, ¿qué papel juega el consumo de marihuana en este
contexto?. El consumo, plantea, ofrece la posibilidad al hijo de reducir su contradicción
dando la posibilidad de que sus padres se preocupen por él, sin convertirle en un niño.

Este cambio en la explicación, que incluye una explicación acerca del sentido del uso
de drogas para la familia, modificó la emoción del sistema y especialmente de la madre
quien sintió que “recuperaba” a su hijo. Este cambio en la explicación modificó también
la emoción del sistema que pasó de centrarse en los errores de los padres (y
especialmente de la madre) a un observar el período evolutivo normal del hijo,
predominando, entonces, emociones de tranquilidad. Esto llevó a un cambio en la
conversación del sistema y por lo tanto a un cambio en los patrones de interacción
entre ellos; concretamente, la madre pudo acercarse en una actitud más cariñosa (y
menos aprehensiva) al hijo, quien a su vez se sintió más respaldado y con mayor
confianza para iniciar proyectos propios en el área laboral, lo que a su vez tranquilizó
al padre y le permitió acercarse al hijo sin enojo. Al término de la terapia el consumo
de marihuana había cesado.

Hasta este punto hemos avanzado en otorgar una mirada comprensiva respecto de las
nociones generales del enfoque sistémico y su consiguiente operar terapéutico,
pasando revista a los principales conceptos provenientes de las dos grandes etapas de
desarrollo de este enfoque centradas en aportes surgidos en el contexto de la
cibernética de primer orden y la cibernética de segundo orden. Abordaremos a
continuación las descripciones, explicaciones y hallazgos acerca de la relación entre
familia, dinámica familiar y consumo de drogas.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
30

Capítulo 3.
Descripciones y Explicaciones sobre Familias con un
miembro dependiente de sustancias.

Existe abundante evidencia respecto de la relación entre variables del funcionamiento


familiar y dependencia a sustancias. Así por ejemplo, Iraurgi y cols. (2004) comentan
los hallazgos de los siguientes estudios:

Otero y cols. (1989) y Herman y cols. (1993) confirman la relación entre uso de
drogas y un ambiente familiar conflictivo y hostil.

Lyons (1996), Spooner (1999), Charvoz y cols. (2002) y McArdle y cols.


(2002), destacan el hallazgo de dificultades en la comunicación familiar en
familias con un miembro dependiente de sustancias.

Vielva y cols. (2001) encuentran que existe una menor satisfacción con el
funcionamiento familiar tanto desde la percepción de los hijos como de los
padres en aquellas familias en las cuales los hijos consumen drogas.

Malkus, (1994) ofrece evidencias que apoyan la hipótesis de que los jóvenes
procedentes de familias con más recursos (aquellos aspectos sociales,
emocionales y físicos que hacen que la familia sea menos vulnerable y más
capaz de tratar con factores estresantes) son menos susceptibles de tener
problemas de abuso de drogas.

Vecino (1990), Carvalho y cols. (1995), McQueen y cols. (2003) y Coviello y


cols. (2004) exponen una relación entre uso de drogas entre uno de los
integrantes de la familia y presencia de un alto nivel de estrés en la misma.

Si bien estos estudios analizan y confirman hipótesis referidas a variables y relaciones


específicas entre el consumo de drogas y familia, en este capítulo se revisarán
aproximaciones que describen desde un punto de vista comprensivo e integrado la
relación existente entre dependencia a sustancias y dinámicas familiares. Ello dará
cuenta de los elementos centrales con los que se abordará la Intervención Familiar que
se describe en la segunda parte de este trabajo. En la generalidad de los casos se
ejemplificará lo descrito usando ejemplos de casos clínicos.

Los abordajes familiares enfatizan el hecho de que, en general, no ofrecen una


explicación para la causa del consumo de drogas de uno de sus miembros (causas que
reconocen una serie de complejidades referidas a variables psicológicas, sociales,
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
31

económicas, a la disposición de drogas y el acceso a ellas, entre otras), sino más bien
explicaciones y descripciones acerca de cómo la familia contribuye a la
mantención de ese comportamiento en el tiempo.

Modelo Homeostatico

En términos generales el Modelo Homeostatico de Stanton y cols (1997) es


probablemente la aproximación más clara, de mayor riqueza y tal vez la más utilizada
en la literatura nacional y extranjera. Esta trabajo no es la excepción, dado que tomará
la idea general de la homeostasis familiar como punto de partida para entender y
abordar las dinámicas familiares que se observan en familias con un miembro
dependiente a sustancias.

En su trabajo, Stanton y cols (1997), ofrecen, basándose en una extensa revisión


sobre los hallazgos de las investigaciones, un modelo de entendimiento de la relación
entre dinámica familiar y dependencia a sustancias que denominaron Modelo
Homeostatico y que se caracteriza como sigue:

1.- La adicción dentro de un ciclo familiar (proceso homeostatico).

La drogadicción puede considerarse como un proceso cíclico que involucra a tres o más
individuos, comúnmente el adicto y sus dos padres. La dinámica es tal que se presenta
una fuerte tensión entre ambos padres que amenaza con desestabilizar el sistema
familiar con una separación inminente que se regula mediante la aparición de una
acción dramática del adicto (por ejemplo se pone violento o llega intoxicado a la casa)
que hace que toda la atención se ponga en él, lo que desemboca en que la original
tensión entre los padres disminuya o desaparezca por un tiempo (Stanton y cols,
1997).

En la medida en que la situación se tranquiliza, el adicto muestra crecientes


habilidades y capacidades que le permiten funcionar independientemente de la
familia, sin embargo, concomitantemente con ello las tensiones entre los padres,
producto de conflictos no resueltos, comienzan a aumentar surgiendo la amenaza de la
separación. El adicto, entonces se comporta de un modo llamativo o autodestructivo
que inicia nuevamente el ciclo homeostatico familiar (Stanton y cols, 1997).

Aportando elementos extraídos de la revisión de evidencia científica, Stanton y cols


(1997) exponen que típicamente en las familias de dependientes a sustancias hay una
madre involucrada en una reacción indulgente, apegada, sobreprotectora y
abiertamente permisiva con el adicto, que ocupa la posición de un hijo favorecido
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
32

(Harbin y Naziar, 1975; Klagsbrun y Davis, 1977; Salmon y Salmon, 1977; Selding,
1972; Stanton, 1979). El padre, por su parte, es clásicamente descrito como distante,
desapegado, débil o ausente, siendo también mostrado como autoritario y violento,
pero fácilmente controlado por la madre, y está claramente en segundo lugar después
de la madre en lo concerniente al poder dentro de la familia (Schwartzman, 1975).

Stanton y cols (1997) plantean que este modelo triádico (es decir, que involucra a tres
actores, clásicamente a la madre el padre y el hijo) se aplica también a familias con un
solo progenitor en las cuales el triángulo se conformaría, de una manera tal vez menos
obvia, con otros miembros de la familia. Así por ejemplo, pueden darse conflictos entre
una madre y una abuela, una madre y su ex esposo o un padre y su amante y en ellos
involucrarse al hijo de la forma ya descrita.

Los autores muestran que el ciclo adictivo se inicia típicamente en la adolescencia y se


intensifica cuando el adicto manifiesta su intención de abandonar el hogar. Como los
padres son incapaces de relacionarse entre sí satisfactoriamente la familia reacciona
con pánico cuando la integridad triádica sufre una amenaza. Así, encontramos que la
mayoría de las familias de adictos se estabilizan o atascan en esta etapa evolutiva de
tal modo que el adicto permanece íntimamente ligado a ellos de una manera crónica.
Además de esta estrecha vinculación al hogar su incapacidad para separarse y adquirir
autonomía puede adquirir otras formas: (1) incapacidad para desarrollar relaciones
íntimas y estables (particularmente heterosexuales) fuera de la familia de origen, (2)
incapacidad para una actividad estudiantil o laboral estable y (3) obtención de un
empleo por debajo de su nivel de aptitudes (Stanton y cols, 1997).

2.- Pseudoindividuación.

Este es probablemente uno de los elementos más claros e importantes del modelo de
Stanton y cols (1997) ya que en él vincula la función que cumple el adicto en la familia
con la funcionalidad del síntoma, en este caso la dependencia a sustancias.

De esta manera, Stanton y cols (1997) plantean que el adicto está atrapado en un
dilema. Por una parte sufre grandes presiones para permanecer estrechamente ligado
a la familia (que puede derrumbarse sin él), mientras que por otra parte fuerzas
socioculturales y biológicas lo incitan a establecer relaciones íntimas externas. La
adicción es una solución paradójica para el dilema del adicto y su familia de conservar
o disolver la interacción triádica. A un nivel, el adicto ayuda a regular la tensión entre
los padres, pero a otro establece un patrón de ida y vuelta entre sus pares y su hogar.
Paradójicamente, mientras mayor en su vinculación con el grupo de pares (externo a
su familia) mayor es su indefensión porque se vincula más con la droga y de esa
manera aumenta su adicción o su “enfermedad” que lo liga a la familia.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
33

Desarrollando esta línea de pensamiento Stanton y cols (1997) aportan evidencia


respecto de la funcionalidad del consumo como un elemento que apoya la idea de la
pseudoindividuación:

(a) Los adictos, bajo el efecto de la droga, se plantean más agresivos y asertivos
respecto de la familia en especial con los progenitores (Gangher y Shugart,
1966). De esta manera, se sienten autónomos individuados y libres, pero no lo
son, pues estas sensaciones y comportamientos se dan sólo bajo el efecto de la
droga, sin ella “no son así”.

(b) Se plantea que, al parecer, la droga produce una suerte de experiencia sexual
(Chessick, 1960; Stanton y Todd, 1979) o bien disminuye el impulso sexual, lo
que actuaría como una forma de resolución para no encontrar una pareja que
ponga en cuestión la permanencia del adicto al interior de la familia.

(c) Existe evidencia que plantea que para el adicto prima su familia de origen por
sobre la familia de procreación. Stanton y cols (1997), plantean que muchos
adictos que se separan de sus esposas vuelven a sus familias de origen, que
tienden a elegir a estos por sobre sus cónyuges cuando se trata de invitar a
familiares a programas de tratamiento. Por otra parte la familia de origen
entrega un sutil mensaje acerca de que si el matrimonio no funciona, siempre
puede volver a la casa de donde salió, lo que a la vez de ser un cariñoso apoyo
es también un poderoso mensaje para volver a su familia de origen.

3.- Separación y Muerte.

Un último elemento bastante sorprendente del modelo de Stanton y cols (1997) se


refiere a la aparente paradoja de que si bien las familias no toleran la idea de que el
adicto se separe de la familia, no ocurre lo mismo con la forma más radical de
separación que es la muerte. Los autores plantean:

“El temor de estas familias a la partida del adicto o a las relaciones externas que pueda
crear el adicto, es decir el temor a la separación, tiene otra característica paradójica. Al
tiempo que sufre obstáculos para conectarse con otros, el adicto realiza una actividad
potencialmente mortal, por ejemplo mediante una sobredosis de drogas. No obstante,
esta separación máxima, la muerte, no despierta el mismo terror que otros tipos de
separación. La familia parece entender que el deceso del adicto de algún modo
preservará el sistema o patrón familiar. A corto plazo puede ocurrir así. Al morir el
adicto, la interacción triádica aparentemente se disuelve, pero en realidad los
progenitores están unidos por la pesadumbre y pueden, una vez más, concentrar su
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
34

atención en el hijo. Al contrario de la adicción, sin embargo, esta solución es sólo


temporal. Hemos observado que los padres eventualmente descubren que los
conflictos conyugales conducen nuevamente a (1) la formación de una nueva tríada
(por ejemplo otro hijo con tendencia a la adicción, al suicidio u otras conductas
problemáticas) o (2) la disolución de la relación conyugal. ”

Las siguientes descripciones de casos clínicos ilustran las dinámicas familiares descritas
hasta aquí. Los casos están tomados de Barrientos (2000).

El matrimonio invisible.

Rafael, un obrero de la construcción de 29 años de edad, ingresó a un Programa


de Tratamiento por su consumo de pasta base de cocaína. Relata que vive en la
casa de sus padres junto con sus dos hermanos. El aspecto físico, la vestimenta y
el lenguaje de Rafael le dan un aspecto general de adolescente, tanto así que al
referirse a él en las sesiones de supervisión, los terapeutas suelen usar el
apelativo de “muchacho”. Durante el desarrollo de una quinta sesión de terapia a
la que lo acompaña su madre, Doris, una mujer de 53 años, dueña de casa, surge
un antecedente que sorprende al equipo terapéutico debido a que ese segmento
de información no había aparecido en absoluto en las sesiones precedentes: la
madre se queja de que Marcela, la esposa de Rafael, había llegado a la casa
exigiendo poder verlo, situación que desencadenó una violenta discusión verbal
entre ella y la madre quien se negaba a que Marcela tuviera acceso a Rafael
argumentando que esta era una mala influencia para su hijo y que ella se había
negado desde el principio al matrimonio entre ambos. Los terapeutas se
sorprenden e indagan más acerca del matrimonio de Rafael ya que hasta ese
momento no había surgido información alguna acerca de que Rafael fuera casado,
este dato no había aparecido en los contenidos de las entrevistas previas y
tampoco se había inferido partir de la interacción de Rafael con el equipo
terapéutico o la interacción de Rafael con la madre frente al equipo. Surge la
información de que Rafael es casado hace cinco años y que tiene dos hijos, uno de
ellos engendrado con anterioridad al matrimonio, él comenta que desde el inicio
de su relación existió una tensión entre su madre y su esposa, particularmente
centrada en el hecho de que la madre consideraba como una mala influencia a
Marcela. Con anterioridad al actual, habían existido otros dos episodios de
separación, todos ligados a discusiones violentas originadas por el consumo de
drogas y que desembocaron en la salida de él hacia la casa materna ; el episodio
de separación actual llevaba dos meses de duración. Durante su relato, Rafael se
queja, en tono resignado, de que su madre no le ha permitido, en este período,
acercarse a Marcela. Frente a esta observación, la madre responde
airadamente que las opciones son claras; si Rafael quiere ser aceptado en la casa
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
35

materna y ayudado en su proceso de tratamiento debe separarse definitivamente


de Marcela, sino, debe salir de la casa y en tal caso, debe vérselas solo con su
proceso de tratamiento...

Rezando por su muerte.

Sergio, un joven de 20 años de edad reingresó a tratamiento ambulatorio por


su adicción al clorhidrato de cocaína, después de 6 meses de haber desertado
de un intento previo que incluyó un período de hospitalización para
desintoxicación. En este nuevo intento, Sergio es acompañado cercanamente
por su madre, Brunilda, una dueña de casa de 56 años de edad, quien había
sido muy insistente con el equipo terapéutico para lograr el ingreso de su hijo a
terapia. Desde el inicio del tratamiento, Brunilda destacó como aquella persona
del sistema familiar a quién más le preocupaba el comportamiento de Sergio.
Ella relataba que el resto de la familia tenía una actitud de no querer
involucrarse más con los problemas de Sergio después de que, según ellos,
habían agotado todas los recursos para hacerlo desistir del uso de la droga. Las
acciones de Brunilda incluían esperarlo hasta altas horas de la madrugada, salir
a buscarlo de noche a los lugares en que se reunía con los amigos, cancelar
algunas de las deudas que Sergio contraía y cuidar que el resto de la familia no
fuera muy severa con él, entre otras cosas. En no pocas ocasiones el relato de
Brunilda incluía una explícita referencia al cansancio que le producía estar a
cargo de su hijo. Durante el transcurso del tratamiento ambulatorio se fue
observando que, a pesar de los esfuerzos desplegados por el equipo
terapéutico, el comportamiento de Sergio pasaba por altos y bajos que
desembocaban, inevitablemente, en la puesta en marcha de su patrón de
consumo, es decir, se desaparecía la noche del viernes y no volvía a la casa
sino hasta el sábado por la tarde o la noche, agotado y con ganas de dormir.
Este patrón incluía el complementario de la madre que se caracterizaba por los
elementos expuestos más arriba. Ante este panorama, y tras varios intentos
fallidos por mejorar la situación, comenzó a surgir en el equipo terapéutico una
sensación de desazón. Sin embargo, tras el desarrollo de algunas
intervenciones que consideraron la inclusión en terapia del resto de la familia,
Sergio tuvo un cambio notable en su comportamiento que incluyó un período de
tres semanas de abstinencia y la búsqueda de trabajo junto a su padre. El
equipo terapéutico reforzó positivamente a Sergio y a la familia, especialmente
a la madre quien comentó que daba gracias porque el comportamiento de
Sergio mostraba signos de cambio, confesando que en los últimos días estaba
rezando para que, ya que todos sus esfuerzos resultaban infructuosos, Dios
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
36

permitiera que Sergio muriera antes que seguir con su actual


comportamiento...

La importancia del comportamiento adictivo en la mantención de la homeostasis familiar


se expresa muchas veces en un comportamiento familiar que suele perplejizar a los
equipos terapéuticos. Muchas veces las familias parecen boicotear los intentos del
consumidor por salir de sus problemas con las drogas, mientras que en otras
oportunidades, las familias parecen desarrollar toda una serie de comportamientos que
posibilitan, y en alguna medida favorecen, el consumo de drogas de uno de sus
miembros. La aparente insensatez de este comportamiento familiar suele dejar sin
respuesta a los terapeutas sin formación en intervenciones familiares, lo que muchas
veces lleva a apartar a la familia del tratamiento en un intento extremo, aunque torpe,
por controlar la situación.

Se espera que a esta altura de la exposición el profesional o técnico pueda comprender


estos comportamientos familiares dentro del contexto de la mantención de la
homeostasis familiar (Barrientos, 2000). Los esfuerzos que hace la familia (la mayoría de
las veces no totalmente conscientes) por mantener su estructura y organización le llevan
muchas veces a colocar una importante energía en la mantención de comportamientos
útiles a ese propósito. Desde este punto de vista, la invitación terapéutica será siempre a
investigar al servicio de qué está el comportamiento adictivo al interior de la familia. La
aclaración de aquello será un importante punto de partida de los esfuerzos terapéuticos
por modificar los patrones interaccionales que ayudan a la mantención de este
comportamiento.

Los siguientes dos ejemplos clínicos ilustran la forma en que las familias pueden
entorpecer los intentos terapéuticos o cómo parecen promover la conducta de consumo
de uno de sus miembros, en un intento por mantener la homeostasis familiar.

El joven que quería tratamiento y La colecta familiar.

Jorge, un adolescente de 16 años, consulta en un Consultorio de Atención Primaria


por su consumo de pasta base de cocaína. La primera sorpresa del equipo
terapéutico radicó en la insistencia demostrada por Jorge en ingresar a un
programa terapéutico, lo que se demostraba en que él se presentaba solo en el
Consultorio esperando largo rato para poder conversar con algún miembro del
equipo terapéutico, situación que se repitió en varias oportunidades y que no
representa el patrón de consulta que más habitualmente caracteriza a los
adolescentes (ellos más bien son llevados por sus padres o por algún otro familiar
a consultar y en general de no muy buena gana). Tras una primera entrevista, se
le solicitó a Jorge que invitara a su madre para la siguiente sesión. A la segunda
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
37

sesión asistió la madre quien relató estar muy cansada del comportamiento de
Jorge, en el sentido de que este no cumplía con las reglas de la casa haciendo que
ella se cansara en un juego incesante por lograr, infructuosamente, que Jorge
corrigiera su comportamiento. La historia del comportamiento de Jorge incluía el
hecho de que, motivado por sus problemas académicos decidió no asistir más a
clases en su escuela. Una vez que la madre se dio cuenta que su hijo no asistía a
clases, cerca de un mes después de que este abandonó la escuela, inició una larga
batalla con los directivos del colegio intentando reintegrar a Jorge a las clases
regulares, situación que fue terminantemente prohibida por las autoridades
escolares. En el intertanto, Jorge seguía consumiendo drogas, situación que la
madre desconocía hasta dos meses antes de la fecha de la entrevista, durante la
cual Jorge reprochaba a su madre la falta de apoyo que esta le entregaba. La
historia del caso continuaba con los intentos de Jorge por dejar de consumir y por
ingresar a un programa de capacitación laboral en carpintería (opción a la que él
le daba una connotación terapéutica en relación a su consumo) al que, según él,
ingresó sin el apoyo de la madre para traer los papeles necesarios para su
inscripción. Una vez que la madre supo que su hijo participaba de este programa,
lo retiró argumentando que era peligroso que él manipulara herramientas
cortantes si consumía drogas. La sesión culminó con una connotación positiva del
cansancio de la madre frente a este hijo que le daba trabajo y con una felicitación
respecto de su hijo que hacía esfuerzos por salir de su consumo de drogas.

Algunas sesiones más tarde Jorge recayó en el consumo, después de un período


de dos meses sin consumir, ante lo cual la madre se presentó muy airada a la
sesión diciendo que no apoyaría más a su hijo en la terapia y que lo retiraría de la
misma ya que había demostrado no ser capaz de mantener un período de
abstinencia...

Durante una sesión familiar diversos miembros de la familia de Sergio, un


paciente en tratamiento con una difícil historia de mantención de la abstinencia,
relatan una situación de sábado por la noche en que Sergio comenzó a
solicitarles a cada uno por separado una cantidad de dinero que necesitaba,
según decía, para pagar una deuda que tenía con una amigo. A pesar de que
esta escena ocurría un sábado por la noche, muchos miembros de la familia le
entregaron por separado a Sergio una cantidad de dinero que, sumada,
alcanzaba los $ 10.000. Frente a la pregunta de los terapeutas acerca de
porqué habían hecho esto, la única respuesta que la familia dio, fue que Sergio
se volvía muy molesto cuando requería dinero y que, por lo demás, si él tenía
una deuda era necesario que la cancelara lo antes posible. Frente a la pregunta
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
38

de los terapeutas de si a algún miembro de la familia se le había ocurrido


pensar, dado el momento en que ocurría el evento, en que este dinero podía ser
utilizado para la compra de droga (como ocurrió), todos coincidieron en que en
el momento de entregar el dinero no pensaron en esa posibilidad, sino más bien
estaban concentrados en que Sergio no siguiera molestándolos con su
insistencia.

Si bien el trabajo de Stanton y cols (1997) es claro al establecer patrones


interaccionales que se expresan en familias con un miembro dependiente a sustancias,
examinaremos los aportes de otros autores que enriquecen la mirada respecto de la
interacción familiar en este tema.

Descripción Trigeneracional

Cirillo y cols. (1999) plantean un punto de vista de la dinámica familiar en familias con
un miembro dependiente a sustancias que incluye a tres generaciones familiares y que
insinúa la etiología del consumo, en alguna medida, en la interacción familiar.

Cirillo y cols. (1999) comenzaron por preguntarse si acaso, en la muestra de casos de


familias con miembros dependientes que ellos habían atendido en Italia se verificaban
las observaciones hechas en varios estudios previos respecto de la relación,
particularmente apegada y consentida, entre la madre del adicto y su hijo.
Específicamente se preguntaban si, como podría pensarse, el hijo adicto habría sido
siempre un “niño de mamá” o si en la temprana infancia del hijo que luego se
convertiría en dependiente a sustancias, existía otro patrón interaccional con la madre.
Los hallazgos que obtuvieron fueron inquietantes.

La revisión de las historias clínicas de sus pacientes, enriquecida con entrevistas a


otros miembros significativos de sus familias (por ejemplo abuelos), revelaron que en
general estas madres habían estado poco presentes con sus hijos en la infancia, los
hijos habían sido criados en general por los abuelos y estos consideraban a las madres
como poco adecuadas para desarrollar las funciones de asistencia de sus hijos.

Este hallazgo llevó a los investigadores a preguntarse cómo había sido la pauta de
crianza de los propios padres del hijo dependiente a sustancias, llegando a la
conclusión de que tanto el padre como la madre sostenían conflictos con sus propias
familias de origen, conflictos que no habían logrado ser resueltos antes del
matrimonio.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
39

Específicamente, las madres no habían recibido de parte de sus propias madres


satisfacción respecto de sus necesidades afectivas profundas, generando el ellas una
necesidad de dependencia, de compensación afectiva y de reconocimiento. En muchos
casos, estas madres habían dejado de lado sus funciones de crianza, dejando sus hijos
al cuidado de sus madres (las abuelas) y establecían relaciones matrimoniales
deficientes y débiles, lo que, en opinión de los autores, daba lugar a la generación de
una tríada patogénica transgeneracional (que involucra al hijo, la madre y la abuela).

De este modo, la madre en la primera infancia de su hijo está empeñada en conflictos


emocionales con su propia madre y desarrollaba las funciones de atención de su hijo
en un clima de escasa serenidad interior y de una manera sólo aparentemente
adecuada (socialmente adecuada), pero en realidad emocionalmente distante y
afectivamente deficiente.

Los padres, por su parte, parecían haber sido objeto de lo que Cirillo y cols. (1999)
denominan “adultización prematura” es decir, los padres habían sido forzados a
desarrollar tempranamente roles adultos dado que sus propios padres estaban
ausentes o sus cuidados eran evidentemente inadecuados. Esta situación desembocaba
en una suerte de “incompetencia” para desarrollar su rol de padres debido a la falta de
empatía que les generaba sus experiencias tempranas y específicamente el no haber
pasado por le etapa de la adolescencia.

Con estos elementos como base y agregando observaciones respecto del curso de la
vida familiar en sus pacientes, Cirillo y cols. (1999) elaboraron un modelo de
entendimiento de la relación entre dinámica familiar y dependencia a sustancias,
caracterizado como sigue:

(a) El padre se distancia de la propia familia de origen demasiado


prematuramente y sólo de manera aparente.

(b) La madre no se distancia nunca, permaneciendo dependiente de la relación


con la propia madre ya sea concreta o emocionalmente.

(c) Las dificultades de distanciamiento de los padres crean una unión


matrimonial fundada en el intento de replicar y resolver los temas
pendientes referentes a las respectivas familias de origen (el mandato
familiar entonces es “no voy a ser igual que mi madre (padre)”)

(d) El nacimiento de un hijo representa la posibilidad de redefinir el rol padre-


hijo en relación a la propia familia de origen. La madre, en posición de
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
40

dependencia de la propia madre atiende a su hijo de manera incierta y sólo


aparentemente adecuada, mientras que el padre está afectivamente fuera
de rol, el que es ocupado por los abuelos maternos.

(e) La adolescencia del hijo es un período traumatizador para los padres, por lo
que el adolescente no es sostenido en sus tensiones evolutivas.

(f) El uso de drogas se convierte en una autoterapia, para afrontar las


desilusiones y los rigores de una infancia llena de privaciones y de un
modelo de crecimiento no querido, y a la vez en un vehículo de protesta
respecto de las numerosas exigencias de afecto y cuidado “en deuda” por
parte de los padres.

Cirillo y cols. (1999) ordenan estos elementos en una secuencia de etapas que
coinciden genéricamente con las etapas de desarrollo del ciclo vital de la familia. De
esta manera, describen que el desarrollo más frecuente de un futuro dependiente a
sustancias y su familia pasa por las siguientes etapas:

Primera Etapa: las familias de origen.

Lo que típicamente le ocurre al padre es que es prematuramente “adultizado” debido a


la falta de una relación con el propio padre, que estaba ausente, o era incompetente o
excesivamente rígido, sin que su madre haya reconocido los esfuerzos hechos por él
para sustituir las funciones de su padre en la familia.

La madre del dependiente a sustancias con frecuencia aparece paralizada en una


relación conflictiva con su propia madre.

Segunda Etapa: La pareja paterna.

La pareja se constituye motivada básicamente por la “promesa afectiva” que ofrece el


cónyuge que se ve como un instrumento para satisfacer las propias necesidades de
realización social o de emancipación respecto de la familia de origen. Dichos deseos
serán ampliamente satisfechos a través de la pareja, pero sin modificar la orientación
emocional predominante de los dos que sigue centrada en la familia de origen y no da
lugar a un verdadero intercambio íntimo entre los cónyuges.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
41

Tercera Etapa: relación madre-hijo en la infancia.

La calidad de la relación madre-hijo en la infancia es tal que tiene efectos de privación


y carencia sobre el niño respecto de sus necesidades afectivas primarias. El cuidado
presenta características de aparentemente adecuado, es decir al estar concentrada en
una relación emocional diferente a la que tiene con el hijo (habitualmente con su
madre) la madre realiza las funciones de crianza de manera aparentemente
inobjetable, pero en realidad lo que busca es la adecuación social (que las personas la
vena como una “buena madre”) y la confirmación de sus padres. Este modo de
comportamiento hace imposible que el hijo tenga conciencia del daño sufrido (dado
que la madre lo hace aparentemente impecable).

Por otro lado, ya que el padre tampoco está totalmente atento a las necesidades del
hijo y es percibido como “ausente”, concentrado habitualmente en su trabajo, no hay
un tercero que revele lo inadecuado de la crianza de la madre.

Cuarta Etapa: la adolescencia.

Habitualmente la madre reacciona ante los nuevos comportamientos del hijo que
reclama mayor autonomía con una demonización de los cambios inherentes a la
adolescencia. El hijo, por lo tanto, intuye, aunque parcialmente, la contradicción del
comportamiento de la madre que se demuestra incapaz de transformar su
comportamiento de crianza. Esta rigidez se vuelve reveladora de la real naturaleza de
la relación: la madre no reconoce las exigencias evolutivas del hijo, sino que sólo lo
acepta como hijo-niño fácilmente subyugable, transfiriendo al hijo los conflictos no
resueltos con su propia madre.

En esta etapa la toma parcial de conciencia del hijo no es suficiente como para
desencadenar un comportamiento sintomático, controlado también por otros actores
como la escuela u otros parientes. El adolescente comenzará a desviar la ira que
genera la madre y aparecerán comportamientos de oposición y/o negativos como
fracasos escolares, experimentación con drogas y alcohol, conductas violentas, etc.

Quinta Etapa: el paso al padre.

El adolescente siente la falta del padre. Al sentir que la madre lo presiona en una
dimensión infantilizadora, el hijo se vuelve cada vez más reactivo y por lo tanto trata
de desplazarse hacia el padre, movido por la necesidad de un reconocimiento de la
legitimidad de los propios sentimientos relativos a la inadecuación materna y de sus
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
42

propios derechos de individuación, pero este movimiento no tiene éxito: en general el


padre rechaza al hijo (a menudo porque lo siente más hijo de la esposa y la suegra
que de él) o lo acoge de modo instrumental para luego abandonarlo o bien lo acoge
utilizando estrategias no muy diferentes a las usadas por la madre.

Esta ausencia del padre son las últimas condiciones para un encuentro con las drogas.

Sexta Etapa: el encuentro con las drogas.

La experiencia con las drogas ayuda al adolescente a mitigar químicamente el


sufrimiento al que está expuesto producto del clima familiar y del abandono en que se
encuentra dentro de la familia.

Séptima Etapa: Las estrategias basadas en el síntoma.

Los comportamientos posteriores al descubrimiento de la dependencia contribuyen a


cronificarla. La madre evita la depresión y las crisis enfatizando su cuidado
infantilizador hacia el hijo, el padre sigue actuando débilmente y el hijo expresa en el
síntoma de consumo de drogas la única posibilidad de autonomía y de expresión de su
agresividad.

Las descripciones de Cirillo y cols. (1999), particularmente las relativas a las dinámicas
familiares en la última etapa guardan una cercanía notable con las descripciones
hechas por Stanton y cols (1997) que examinamos más arriba, ya que finalmente
parece describirse un conflicto triádico entre la madre el padre y el hijo, o entre la
madre, la abuela y el hijo y parece otorgársele al comportamiento adictivo funciones
que enfatizan la característica de la pseudoindividuación.

Cirillo y cols. (1999), a diferencia de Stanton y cols (1997), no se quedan en una


descripción de los factores del presente que influyen en el mantenimiento de del
consumo de drogas, sino que van más atrás buscando los orígenes de aquello en la
relación con las generaciones anteriores.

Desde el punto de vista de este trabajo las ideas de Cirillo y cols. (1999) permiten
ampliar la mirada respecto de las dinámicas familiares y traen a la mano a un actor de
gran relevancia y que los terapeutas suelen dejar de lado debido a la forma en que se
presenta la demanda en los centros de atención: el padre y su rol dentro de la familia.
Como se verá más adelante, una sugerencia terapéutica relevante es no olvidar al
padre dentro del contexto de la terapia y traerlo a la mano de las formas más creativas
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
43

posibles, ya que, como muchas veces en la familia, él suele ser el gran ausente en la
terapia.

Otros autores que aluden a una suerte de intercambio generacional relevante para el
entendimiento de la dinámica familiar, en familias con un miembro con problemas con
sustancias, son Steinglass y cols. (1993) en su muy interesante trabajo acerca de lo
que denominaron la Familia Alcohólica

El desarrollo de una identidad de familia dependiente a sustancias.

En su brillante trabajo, Steinglass y cols. (1993) elaboran una elegante descripción


acerca de las etapas vitales por las que transcurre la vida familiar tomando, como se
vio en el Capítulo 1, a la familia como una unidad. En su trabajo, hacen extensible
aquellas descripciones a las etapas por las que pasa una familia con un miembro
dependiente a sustancias, específicamente, un miembro dependiente al alcohol.

Lo relevante para nuestro trabajo es la distinción ofrecida por Steinglass y cols. (1993)
en orden a que, en el transcurso de su desarrollo evolutivo, las familias pueden
adquirir una identidad de familias dependientes a sustancias, es decir introducir en sus
comportamientos familiares de manera definida, permanente y crónica el
comportamiento adictivo invadiendo al conjunto de los miembros de la familia y sus
formas de relación.

Los hallazgos de estos autores están también relacionados con un fenómeno bastante
conocido: la herencia transgeneracional del alcoholismo, es decir una tendencia a que
los hijos de padres alcohólicos sean a su vez también alcohólicos.

Salvando en este apartado la discusión acerca de si en esta herencia priman más los
aspectos genéticos o ambientales, el aporte de Steinglass y cols. (1993) se basa en la
descripción de las tareas del desarrollo evolutivo de las familias, tal como se vio en el
Capítulo 1. De esta manera, como se recordará, una de las funciones básicas de las
familias en su primera etapa de desarrollo es la de constituir una identidad familiar
tomando como “material” para ello los elementos que se traen desde las propias
familias de origen. El punto crucial en relación a nuestro tema es qué hacer cuando
aquel “material” proviene de una familia alcohólica (o dependiente a sustancias), ¿se
incluye esos patrones de comportamiento como alternativas válidas en la interacción
de la nueva familia?.

El dilema no es fácil de resolver porque, además de no ser claramente consciente,


involucra resolver las complejas relaciones con las familias de origen y negociar
actitudes frente al tema las que pueden resultar complejas y difíciles de abordar, por
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
44

ejemplo, ¿se tendrá acceso ilimitado a la familia de origen definida como alcohólica?, o
se limitará el acceso a ocasiones en las que no existe riesgo de complicaciones. De la
misma manera, al desarrollar sus valores, creencias y reglas de conducta compartida,
¿lo harán según el modelo de la familia alcohólica o el de la familia que no lo es?

Según Steinglass y cols. (1993) una de las opciones de la nueva familia en este punto
es constituir una identidad de familia alcohólica (otras serían no ser una familia
alcohólica o quedar en un punto intermedio de poca claridad) en la que los rituales
familiares, la actitud hacia el consumo y la forma de resolver los conflictos son
modelados, de manera implícita según los antecedentes de la familia de origen
alcohólica, incluyendo todos estos comportamientos dentro de las formas habituales de
comportamiento familiar.

Adquirir una identidad de familia alcohólica (o dependiente a sustancias) significa para


Steinglass y cols. (1993) que todos los miembros de la familia actúan los distintos
roles que les corresponden en un patrón que es predecible para todo el sistema
familiar y que queda arraigado en su forma de comportamiento habitual.

Esta predictibilidad del comportamiento familiar en su conjunto es una de las


características de la segunda fase de desarrollo de la familia que, como vimos en el
Capítulo 1, corresponde a la fase que puede describirse como vida familiar
propiamente tal.

El ejemplo clínico que entregan Steinglass y cols. (1993) corresponde a una mujer,
que recordaba que cuando entraba a su casa el fin de semana y veía una botella
semivacía, indicador de que el padre había bebido y que continuaría haciéndolo el resto
del fin de semana, ella entraba en “piloto automático”, lo que significaba que su
comportamiento y el de la familia cambiaba: se refugiaba en su pieza concentrada en
sus cosas y rogando que nadie viniera a visitarla a la casa, mientras el resto de los
miembros de la familia hacía lo mismo, no se sentaban juntos a comer como lo hacían
habitualmente en situaciones de sobriedad, sino que todos tomaban sus platos y
comían en sus habitaciones. Cuando habían discusiones ella trataba de quedarse al
margen, pero muchas veces se involucraba en las mismas a pesar de que sabía que
eran discusiones incoherentes.

Respecto de este caso, Steinglass y cols. (1993) destacan que la capacidad de la


paciente de actuar en “piloto automático” y saber qué era lo que cada miembro de la
familia haría en caso de que uno de sus miembros comience a beber, es un indicador
de que la familia como un conjunto actúa alcohólicamente, es decir, la familia como un
todo modifica su comportamiento transformando el consumo y los cambios de
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
45

comportamiento asociados en un patrón estable y predecible. En este sentido, la


familia ha adquirido una identidad de familia alcohólica (o dependiente).

A esta altura queda pendiente otra pregunta crucial: si bien la familia ha introducido
este patrón de comportamiento y puede predecirlo ¿porqué lo mantiene si
evidentemente a un nivel, le genera dolor?. La respuesta de Steinglass y cols. (1993)
hace nuevamente énfasis en el concepto de homeostasis familiar. Ellos plantean que
este comportamiento se mantiene porque ayuda a la familia a resolver problemas de
importancia para ellos, por ejemplo formas de intercambio emocional, problemas
sexuales, problemas con los vecinos, etc. los que no pueden resolverse en estado de
sobriedad. De esta manera, la familia cree, según los autores, que el consumo les
ayuda a desarrollar una serie de comportamientos que en otro momento no son
posibles de implementar.

Los estudios Stanton y cols (1997), Cirillo y cols. (1999) y Steinglass y cols. (1993)
presentados en este capítulo constituyen abordajes altamente fundamentados en
material clínico y de investigación y representan probablemente los abordajes más
completos, compresivos y coherentes respecto del rol que cumple la familia en el
origen y la mantención de la conducta adictiva.

La Homeostasis Familiar como una hipótesis orientadora del trabajo con


familias con un miembro con problemas de drogas.

Hasta este punto hemos abordado la relación entre la dinámica familiar y la


dependencia a sustancias desde tres perspectivas que ponen énfasis en diferentes
aspectos del fenómeno y de las relaciones entre los miembros de la familia. Sin
embargo, los tres abordajes confluyen en un mismo punto: el comportamiento
adictivo, es decir el consumo de sustancias más todos los comportamientos
individuales y familiares asociados, cumple una función en la mantención del equilibrio
de la familia. Para Stanton y cols (1997) esa función está al servicio de la superación
de la tensión entre los padres, para Cirillo y cols. (1999) el consumo es una suerte de
automedicación que ayuda al adolescente y a su familia a enfrentar de una manera
paradójica los dolores y dificultades surgidas a raíz de una crianza poco nutricia, para
Steinglass y cols. (1993) la familia mantiene el consumo de alcohol en su interior
porque identifica problemas o situaciones que se pueden enfrentar sólo cuando uno de
sus miembros se ha consumido.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
46

La perspectiva de este trabajo coincide con tales posturas. En particular, propone que
el comportamiento adictivo constituye un síntoma que protege el equilibrio de
la familia y aporta a la mantención de la homeostasis familiar.

Creemos que sólo de esa manera puede entenderse porqué las familias gastan tanta
energía generando una serie de conductas aparentemente contradictorias con los
objetivos que las llevan a consultar o que en otras oportunidades parezcan oponerse
francamente al proceso terapéutico en el que han confiado el cuidado de uno de sus
miembros.

Lo que el profesional o técnico que intervenga con familias debe buscar es la función
concreta que ese comportamiento adictivo ofrece para cada familia en
particular.

Las funciones que este comportamiento cumplirá variarán tanto como varían las
familias que consultan, no siempre se referirán a padres tensionados en sus relaciones
o a adolescentes dolidos con sus padres, sin embargo, sí se referirá en todas las
ocasiones a alguna circunstancia, real o potencial que desde el punto de vista de los
miembros de la familia, pone en riesgo la “integridad” familiar.

El siguiente caso clínico dará un ejemplo respecto de este punto.

El Guardián de la Familia.

Se presenta una transcripción de la primera sesión realizada con la familia de Rodrigo,


un adolescente consumidor de PBC.

Consultan Angélica (42), mamá del Paciente Indice, Roberto (43), papá del PI,
de nacionalidad argentina, Luis (16), hermano del paciente índice y Rodrigo
(18), paciente índice.

En el momento de la consulta los cuatro miembros de la familia viven juntos.

Físicamente todos son personas de aspecto físico saludable, relativamente altos


y de una apariencia agradable. Destaca que todos los miembros de la familia,
excepto Rodrigo, se visten de manera formal, muy ordenados en su vestimenta
y aseo. Luis es particularmente ordenado y formal. Rodrigo, en cambio,
muestra un estilo claramente diferente con ropa de estilo trasher, con cadenas,
bototos, pelo largo, muñequeras y relativamente desaseado.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
47

El terapeuta inicia la sesión preguntando a cada uno cómo se llama, a qué se


dedican y si viven juntos o no.

Cada miembro de la familia responde: Angélica es dueña de casa, pero ahora


último se ha dedicado a la venta de joyas, porque la situación económica de la
familia ha estado relativamente mala. Roberto ha tenido una variedad de
proyectos de trabajo e inversión que no han resultado del todo (por ejemplo
una flota de taxis, o un proyecto de desarrollo inmobiliario), él es argentino y
hace poco se volvió a Argentina para probar suerte en otros trabajos, pero el
asunto no prendió y está de vuelta en Chile. Luis es estudiante de educación
secundaria, le va bastante bien en el colegio, el tiempo libre que tiene lo utiliza
en el trabajo de pastoral de su iglesia en el que trabaja muy
comprometidamente. Rodrigo está en tercero medio, pero este año le ha ido
bastante mal, así que desde hace un tiempo no asiste al colegio, el tiempo lo
utiliza en estar con los amigos, ver televisión, chatear un rato, etc.…

El terapeuta pregunta ¿porqué están aquí? (mira a la madre y al padre al hacer


esta pregunta)

La madre toma la palabra y dice que está aquí por Rodrigo. Él consume drogas,
marihuana y PBC, y desde hace un tiempo a esta parte el consumo ha
empeorado, haciéndose cada vez más frecuente. Le preocupa que Rodrigo haya
dejado el colegio y que frecuente a las amistades que frecuenta, que son, en su
mayoría, jóvenes de la calle que no son de su condición social o cultural… el
terapeuta le pregunta si hay alguna otra cosa que le preocupe. La madre piensa
un pequeño rato, mira hacia arriba y dice que no le preocupa nada de Luis, que
es un joven que se comporta muy bien… pero que sí le preocupa un poco su
marido, particularmente el hecho de que no encuentre un trabajo que le
garantice a la familia un ingreso estable. Hace poco él se había ido de regreso a
Argentina a ver si le resultaba algo, pero volvió sin resolver concretamente la
situación.

El terapeuta le pregunta a la madre si tiene otra preocupación y esta dice que


no.

Le pregunta, entonces al padre: “Y usted Roberto, ¿porqué está aquí?”.

Roberto dice que le preocupa el comportamiento de Rodrigo a quien en general


no ve tan complicado, pero ahora último la situación se ha vuelto francamente
complicada. Se ha dado cuenta de que Rodrigo ha aumentado las veces en que
llega mal a la casa, con evidentes muestras de que ha consumido. El punto que
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
48

rebalsó el vaso fue que Rodrigo le levantó la mano a la madre le golpeó


bastante fuerte. Esto ocurrió luego de una discusión en que la madre lo acusó
de robarse una mercadería de la casa.

Terapeuta: Desde su punto de vista Roberto, esta mayor complicación en


Rodrigo que usted identifica ¿coincide con algún otro evento que haya ocurrido
en la familia?

El padre responde que coincide más o menos con el tiempo en que él se fue a
Argentina, aunque en realidad comenzó como un mes o dos antes. La cosa llegó
a ser tan grave que él decidió volverse a la casa a poner orden en la familia…
esto lo decidió a raíz de un llamado telefónico de Angélica en que le comunicó
que Rodrigo la había golpeado.

Angélica comenta como para ella (aunque en un tono lo suficientemente fuerte


como para que todos escuchen): “ya era hora”

El terapeuta la mira y le pregunta ¿qué quiere decir?

Ella responde que en general él (el marido) nunca se ha puesto los pantalones
en la casa. Que es ella a la que le ha tocado ser la que pone las reglas y por lo
tanto actuar como la mala de la película…

Terapeuta (mirando a Roberto): ¿Cuál es su punto de vista al respecto?

Él responde que muchas veces ha sentido que no tiene mucha cabida en la


casa, que lo que ahora ocurre tiene que ver con que Angélica le ha
imposibilitado participar en la familia, ocultándole, por ejemplo, problemas que
había en la casa, especialmente con Rodrigo que, por ejemplo, tenía problemas
importantes en el colegio y Angélica no los comunicaba.

Ella dice que él no se interesaba en la familia y que pasaba la mayor parte del
tiempo enfrascado en sus proyectos que nunca funcionaron…

El terapeuta comenta que ya tendrán tiempo de profundizar en este tema y


pregunta al padre: ¿hay alguna otra cosa que le preocupe de la familia?.

Él responde que no, todo el resto está normal. Luis es un buen hijo que en
general no da problemas.

Terapeuta (dirigiéndose a Luis): ¿Y tú Luis, porqué estás aquí?


Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
49

Luis: Para acompañar a la familia

Terapeuta: ¿Hay algo que te preocupe?

Luis: Rodrigo.

Terapeuta: ¿Cómo así?

Luis: Me preocupa que Rodrigo no esté haciendo nada útil con su vida. Se
dedica a escuchar música, a salir con los amigos, a estar en la calle y a
consumir drogas. Yo lo he visto en muchas cosas, lo he visto como llega a la
casa, lo he visto en situaciones que nunca les he contado a los papás. Yo creo
que Rodrigo consume bastante más de lo que dice y de lo que los papás se han
dado cuenta. A veces llega doblado a la casa, totalmente drogado, no puede ni
hablar, o dice puras tonteras… Yo le he dicho a la mamá que lo castiguemos,
que lo dejemos sin mesada por ejemplo…algunas veces le digo lo que tiene que
hacer, le digo que piense lo que hace, le doy consejos, pero él no me pesca.

Terapeuta: ¿Hay alguna otra cosa que te preocupe de la familia?

Luis: No. En una de esas puede ser que me preocupe un poco por los papás,
porque a veces pelean mucho, pero en general no me preocupa tanto. Yo
encuentro que cuando el papá estuvo en Argentina no estuvimos mal. Yo
ayudaba a la mamá, le decía qué cosas faltaban en la casa para ir a comprarlas,
le ayudaba a sacar cuentas y a ver cómo pagaríamos las deudas, etc. Las cosas
marchaban bien…

Terapeuta: ¿Y qué te parece que el papá haya vuelto a la casa?

Luis: Me parece bien, igual prefiero que esté en la casa.

Terapeuta: ¿Hay alguna otra cosa que te preocupe?

Luis: No.

Terapeuta (mirando a Rodrigo): ¿Y tú Rodrigo, porqué estás aquí?

Rodrigo: Porque me trajeron.

Terapeuta: ¿Cómo así?


Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
50

Rodrigo (desafiante y enojado): Así.

Terapeuta: No entiendo.

Rodrigo (más enojado y mirando fijo al terapeuta): ¿qué no entiende?

Terapeuta: No entiendo que hayas venido, porque finalmente podrías haberte


negado y mandarte a cambiar…

Rodrigo: Me amenazaron con mandarme interno a una comunidad o con


echarme a los pacos…no sé…vine obligado.

Terapeuta: ¿Qué te parece que lo que se dice de ti?

Rodrigo: No estoy ni ahí. Me parece que son unos exagerados. Me critican por la
ropa, me dicen que parezco roto, que tengo amigos de la calle y yo les digo que
ellos son todos unos falsos que andan poniendo caritas a la gente, que dan una
impresión de cosas que no son, que delante de los amigos se ponen como la
familia perfecta… con las cagaditas que quedan en la casa… ¿porqué no le
pregunta a mi mamá cómo le va con el trago o con las pastillas que se toma
para dormir?, a veces no se despierta en toda la mañana, pasa durmiendo. ¿Por
qué no le pregunta a mi papá a ver si atina con la casa alguna vez?. El único
que salva un poco es el Luis que se le va un poco mejor… en realidad bastante
bien en el colegio… pero se pone a dar sermones, se pone latero y ahí no lo
pesco… se cree como grande el huevón…

Terapeuta: ¿Y qué opinas acerca de lo que se comenta respecto de tu consumo


o de que le pegaste a la mamá?

Rodrigo: ¿No le digo que son unos exagerados?. No es para tanto, yo no me


ando drogando en las calles así como si fuera un borracho que se queda botado
en la calle. Una vez llegué con un poco de trago a la casa y quedó la cagada,
porque el Luis le dijo a mi mamá y la mamá me comenzó a gritar y me pegó
una cachetada y me dijo que me fuera de la casa…

Terapeuta: ¿Y lo de los golpes a la mamá?.

Rodrigo: Ahí fue po… la mamá me empezó a decir que yo me había robado no
sé qué cosa, que ella me había revisado la pieza y había encontrado una lata de
atún que según ella yo se la iba a regalar a mis amigos de la esquina y me
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
51

armó un cagüin, y ahí yo le dije que no tenía porqué meterse en mis cosas y le
di un empujón y la mamá se cayó y yo me fui de la casa y volví al día
siguiente…

Terapeuta: Rodrigo ¿hay alguna cosa que te preocupe a ti, particularmente a ti?

Rodrigo: La familia.

Terapeuta: ¿Cómo así?

Rodrigo: La familia. Lo falsos que son…mírelos así tan arregladitos, como si las
cosas estuvieran tan bien en la casa… pero sabe qué, yo no estoy ni ahí con
esta familia, de hecho no me quiero ni parecer a ellos… por eso les digo a ellos
y le digo a usted: yo no voy a cambiar, no estoy ni ahí con cambiar… voy a
seguir igual como soy…

En este caso, la función del consumo y del comportamiento de consumo parece obvia
en relación a la mantención del equilibrio de la familia. Rodrigo se ofrece como el chivo
expiatorio de la familia, todo en él es diferente y llama la atención, la forma en que se
viste, el lenguaje que usa, los problemas que causa etc. Tiene un gran poder al interior
de la familia, con su comportamiento logra recomponerla trayendo de vuelta al padre
desde Argentina y obligándolo a posicionarse en su rol, cuidando de esta manera que
la familia retome su cauce y no se quiebre con uno de los padres fuera del país. La
insistencia de Rodrigo en mantenerse sin cambios parece insinuar que la tarea no está
completa y que debe continuar en su rol por un tiempo.

Este ejemplo clínico intenta resaltar lo que se ha comentado hasta el momento en el


sentido de que aquello que los terapeutas deben buscar son las funciones del síntoma
asociadas a la mantención de la homeostasis familiar.

Al finalizar este capítulo surge una pregunta que a nuestro juicio es relevante
contestar.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
52

¿Son sinónimos la Intervención Familiar


y el trabajo sobre la Codependencia?

Como se deduce de los antecedentes presentados, las relaciones entre dinámica


familiar y dependencia a sustancias constituyen relaciones ricas y complejas (aunque
no por eso poco abordables) que involucran al conjunto de la familia. Aludiendo a ello
es que este trabajo asume una postura definida en relación a un concepto muy
utilizado en la literatura especializada: la Codependencia.

Algunas definiciones o descripciones utilizadas en la literatura respecto de la


Codependencia son:

“Trastorno individual específico, configurador de la identidad del individuo,


caracterizado por un intenso temor al abandono (exclusión o descalificación) y un girar
en torno a otro. De génesis interaccional, surge frente a una respuesta familiar
disfuncional (centrífuga), ante un determinado trastorno de otro de sus miembros”
(Coddou y Chadwick, 1994).

“Los que sufren co-dependencia se adentran compulsiva y obsesivamente en los


problemas del adicto hasta el punto de que su conducta queda alterada y disminuye su
calidad de vida. El adicto primario es adicto a las drogas, mientras que el coadicto o el
codependiente es adicto a los problemas del adicto” (Washton, 1995).

Si bien sería insensato pretender que los sufrimientos de los miembros del sistema
familiar no tienen una concreción que se expresa individualmente en cada uno de ellos,
en nuestra opinión, poner este énfasis en el aspecto individual (y lineal) respecto de estos
problemas, como lo hacen estas definiciones-descripciones de codependencia, oscurece la
percepción respecto de los complejos equilibrios que el sistema familiar pone en juego
como conjunto frente al comportamiento adictivo.

Es opinión de este trabajo que no es lo mismo intervenir individualmente con los


familiares codependientes, que desde un enfoque familiar, que es el que se propone en
este trabajo, ya que este primer abordaje tiende a sobre simplificar lo fenómenos
observados en las familias y muchas veces a hace incomprensibles algunos
comportamientos que abarcan más allá del miembro de la familia calificado como
codependiente.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
53

Capítulo 4.
Eficacia de la Terapia Familiar en el Tratamiento de
Dependientes a Sustancias.

En su interesante y bien documentado estudio, Girón y cols. (2002) hacen una revisión
de meta-análisis respecto de la utilidad de la terapia familiar en los tratamientos de
personas con problemas de drogas.

Un estudio de meta-análisis significa una revisión sistemática y conjunta de las


publicaciones sobre eficacia de intervenciones clínicas aparecidas en diferentes medios
científicos en un determinado período de tiempo. Girón y cols. (2002) analizaron toda la
literatura disponible en el tema de eficacia de terapia familiar publicada en los últimos 15
años. Muchas de las publicaciones analizadas se referían a su vez a análisis de otras
publicaciones, lo que asegura un adecuado muestreo de los estudios realizados.

En este capítulo se expondrán los hallazgos realizados por Girón y cols. (2002) en su
estudio de meta-análisis.

Estos autores plantean que el estudio del NIDA de 1995 (NIDA, 1995) hace una amplia
revisión sobre la eficacia de la terapia familiar en tratamientos de drogas destacando
los siguientes aspectos:

 Hay estilos de intervención que reúnen suficientes evidencias de la eficacia del


trabajo familiar con delincuentes juveniles y con drogodependientes (Kazdin,
1987) .

 Estas evidencias están basadas en algunos ensayos clínicos aleatorios (Friedman,


1989; Szapocznik, 1988). Aunque algunos de ellos tienen imperfecciones
metodológicas, hay otros con mínimos problemas de esta índole y muestran
significativos avances sobre el tratamiento familiar de los problemas de conducta
y drogodependencia en adolescentes y jóvenes.

 Igualmente se ha demostrado que la Terapia Familiar ayuda a retener a los


pacientes en los programas de tratamiento (Szapocznik, 1988) más que los tipos
de intervenciones comunes.

 Los resultados terapéuticos de la intervención familiar son superiores cuando se


comparan con los tratamientos basados en terapia grupal, educación de padres o
intervención multifamiliar (Joanning y cols., 1992; Lewis y cols. 1990).
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
54

Stanton y Shadish (1997) publicaron un meta-análisis cuyo objetivo era comprobar los
resultados que se obtienen en los tratamientos de drogodependientes cuando se
utilizan técnicas de intervención familiar (tabla 1). Dicho trabajo analiza en
profundidad un total de 15 estudios seleccionados que cumplen los siguientes criterios:
a) el síntoma de primer interés es la adicción, b) incluyen dos o más condiciones de
comparación de las que al menos una de ellas es cualquier clase de intervención
familiar o de pareja, y c) los casos eran aleatoriamente asignados a las diferentes
condiciones de tratamiento. La muestra completa de este meta-análisis asciende a
1.571 casos, habiendo sido sometidos a tratamiento un total aproximado de 3.500
individuos. Por tanto se trata de un trabajo amplio y metodológicamente riguroso
cuyos principales resultados fueron:

 Los pacientes que recibieron terapia familiar o de pareja manifestaban de forma


significativa, menor uso de drogas después del tratamiento que los que recibieron
otros tipos de terapia no-familiar, tanto en adultos como en adolescentes
drogodependientes.

 Igualmente, en los casos en los que se empleó terapia familiar aumentó la tasa de
retención en tratamiento y hubo menos abandonos.

 Específicamente, recibir terapia familiar fue más eficaz que recibir consejo
individual, terapia grupal y otros tratamientos usuales. Ello no quiere decir que
otros abordajes no sean eficaces, aunque estos podrían tener mejores resultados si
se les añade terapia familiar.

 La terapia familiar, en comparación con la Psicoeducación Familiar logra mejorar las


relaciones conyugales y la integración social tras el tratamiento. En comparación
con los grupos de padres ninguna de las dos intervenciones se mostró más eficaz
que la otra, aunque son escasos los estudios y las muestras que realizan esta
comparación.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
55

Tabla 1. Meta-análisis de Stanton y Shadish (1997), sobre eficacia de las intervenciones


basadas en la familia en drogodependientes. Tomada de Girón y cols. (2002).
Nº Estudios N conjunta Condiciones de comparación por Resumen de resultados
estudio
15 1.571 1 *TF vs psicoeducación familiar – La TF supera a la psicoeducación
1 Bernal et al (1997) 30 2 TF vs terapia cognitivo-conductual sólo en mejor apoyo social tras el
2 Fals-Stewart et al (1996) 80 3 TF + metadona, metadona solo tratamiento.
3 Mclellan et al (1993) 102 4 TF vs no TF – Los tratamientos que incluyen
4 Stanton et. Al (1982) 99 5 TF vs no TF terapia familiar se muestran más
5 Stanton et. al (1984) 160 6 TF vs grupo de familiares eficaces que los que no la incluyen.
6 Ziegler-Driscoll (1977) 49 TF vs terapia de grupo de pares – Los que hacían TF mejoraban
7 Friedman (1989) 196 7 TFvs grupo de familiares significativamente más que los que
8 Henggeler et al (1991) 200 8 TF multisistémica vs aconsejamiento recibían sólo metadona y
9 Henggeler et al (1992) 96 individual aconsejamiento individual o el grupo
10 Joanning et al (1992) 134 9 TF multisistémica vs tratamiento placebo.
11 Krinsley et al (1997) 29 usual – Los pacientes del grupo TF
12 Lewis et al (1990) 152 10 TF vs terapia de grupo tendieron a estar más días de
13 Liddle et al (1993) 178 TF vs psicoeducación familiar abstinencia de drogas.
14 Scopetta et al (1979) 30 psicoeducación familiar vs terapia de grupo – Tras el tratamiento el grupo que
15 Szapocznik et al (1986) 36 11 TF vs intervención en el ámbito recibió TF disminuyó
escolar significativamente el uso de drogas
12 TF vs psicoeducación familiar (alcohol cannabis).
TF vs tratamiento individual – La TF fue un poco más eficaz que
psicoeducación familiar vs tratamiento la psicoeducación y mas eficaz que
individual la terapia de grupo en el
13 *TFMD vs terapia de grupo mantenimiento de la abstinencia
Psicoeducación familiar vs terapia de grupo post-tratamiento.
TFMD vs psicoeducación familiar – La TF se mostró más eficiente al
TFMD vs terapia de grupo requerir menos sesiones para
Psicoeducación familiar vs terapia de grupo conseguir el mismo resultados que
TFMD vs psicoeducación familiar el aconsejamiento individual.
14 TF vs TF ecosistémica – Abandonaron mas los pacientes de
15 TF conjunta vs TF de una persona la terapia grupal; la TF mostró los
mejores resultados en la
disminución del uso de sustancias
post-tratamiento.
– Ambos tratamientos muestran
* TF Terapia Familiar; TFMD Terapia familiar mejorías significativas en la
Multidimensional reducción del uso de sustancias.

Girón y cols. (2002) señalan que recientemente se ha publicado una nueva revisión de
ensayos clínicos que evalúan la eficacia de las intervenciones fundamentadas en la
terapia familiar para el tratamiento de adolescentes drogodependientes(Ozechowski y
cols. 2000) (tabla 2). Dicha revisión incluye 16 ensayos clínicos y cuatro estudios en
desarrollo (sólo cinco de esos trabajos forman parte del meta-análisis publicado por
Stanton y Shadish en 1997).

Las conclusiones de esta nueva revisión vienen a corroborar los anteriores hallazgos ya
mencionados:

 Las terapias basadas en la familia con jóvenes drogodependientes logran más éxito
en conseguir comprometer a las familias en los procesos de tratamiento que las
intervenciones estándar.

 Asimismo, la adherencia y permanencia al tratamiento es mayor en los programas


terapéuticos que incluyen la intervención desde la perspectiva familiar.

 Los abordajes familiares consiguen reducir el nivel de consumo de drogas post-


tratamiento y a este respecto se muestran más eficaces que la terapia individual, la
terapia de grupo de adolescentes, y la psicoeducación familiar. Además las
intervenciones basadas en la familia son igual de efectivas que los grupos de padres
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
56

o la terapia familiar con una persona. Igualmente reducen las conductas


disfuncionales asociadas (por ejemplo, disminuye el número de detenciones post-
tratamiento, la agresividad y las conductas antisociales).

 Cinco estudios revisados incluían la evaluación de comorbilidad psiquiátrica pre y


post-tratamiento y todos ellos encontraron reducciones de síntomas psiquiátricos en
los adolescentes tratados.

 Los adolescentes drogodependientes que fueron tratados con intervenciones


familiares lograron un mejor funcionamiento escolar que los que realizaron
tratamientos alternativos.

 La terapia familiar consigue mejorar de forma significativa el funcionamiento en la


familia (comunicación, ambiente, flexibilidad, disminución de conflictos, etc.) de los
adolescentes drogodependientes.

Tabla 2. Meta-análisis de Ozechowsky y Liddle (2000), sobre eficacia de las intervenciones


basadas en la familia en drogodependientes. Tomada de Girón y cols. (2002).
N.º Estudios N Resumen condiciones de Resumen de resultados
conjunta comparación
16 1411 1 *TF vs Aconsejamiento grupal – La TF fue mas efectiva que la TG para
1 Azrin et al (1994) 26 2 Soporte familiar vs *TFMD el uso de drogas, problemas de
2 Denis et al (2000) 200 3 Intervención de compromiso familiar vs conducta, depresión, funcionamiento
3 Donohue et al (1998) 39 idem sólo los padres familiar y asistencia a la escuela.
4 Friedman (1989) 135 4 TF funcional vs entrenamiento de – La TF consigue comprometer a los
5 Henggeler et al (1991a) 140 padres en grupo pacientes y a sus familias en tratamiento
6 Henggeler et al (1991b) 47 5 TF multisistémica vs con más éxito que la atención a los
7 Henggeler et al (1996,1999) aconsejamiento individual padres solos.
Brown et al (1999) y 6 TF multisistémica vs tratamiento – La TFMultisistémica disminuye el
Schoenwald et al (1996) 118 común en drogodependencias numero de detenciones, el consumo de
8 Joanning et al (1992) 82 7 TF multisistémica vs Tratamiento drogas y aumenta la permanencia en
9 Lewis et al (1990) 84 común en DD en el sistema judicial tratamiento con mayor éxito que el
10 Liddle et al (en prensa) 93 8 TF estructural estratégica vs terapia aconsejamiento individual, la Terapia
11 Liddle et al (2000) 224 grupal vs psicoeducación familiar Grupal y otros tratamientos comunes.
12 Santiesteban et al (1996) 85 en grupo – Mejores resultados para reducir el uso
13 Szapocznik et al (1983) 24 9 TF breve vs Psicoeducación familiar de drogas postratamiento que la
14 Szapocznik et al (1986) 20 10 TFMD vs psicoeducación familiar psicoeducación familiar.
15 Szapocznik et al (1988) 16 en grupo y vs terapia grupal – La TF resultó igual de eficaz que la T.
16 Waldron et al (2000) 78 11 TFMD vs Terapia Cognitivo- conductual Cognitivoconductual para reducir el uso
12 TF + Intervención de compromiso vs TF de drogas y las conductas asociadas,
sólo y vsTerapia Grupal aunque al cabo de los 12 meses los
13 TF conjunta vs TF de un solo efectos son mas duraderos para la TF.
individuo
14 TF conjunta vs TF de un solo
individuo
15 TF + intervención de compromiso vs TF
solo
16 TF Funcional vs Terapia Cognitivo
conductual, vs estas dos técnicas
conjuntamente y vs psicoeducación
familiar grupal
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
57

En una línea más reflexiva sobre la práctica clínica, De Vega (2005) argumenta que la
terapia familiar en el contexto de programas de tratamiento con pacientes adictos a la
cocaína, es particularmente útil ya que proporciona la posibilidad de intervenir con el
sistema familiar aún cuando el paciente índice no se presente a terapia. Como se verá
en los siguientes capítulos, este es un principio que tomaremos en el contexto de las
intervenciones específicas a desarrollar.

La evidencia científica aportada en este capítulo muestra, en resumen, que los


programas de tratamiento que incluyen los abordajes familiares mejoran sus
resultados en términos de aumentar la adherencia de los pacientes, así como lograr
mejores resultados terapéuticos tanto en relación con el consumo de drogas como con
otras variables que componen las dificultades que llevan a las personas a consultar.

La evidencia, entonces, sugiere la conveniencia de incluir intervenciones familiares en


forma regular dentro de los programas terapéuticos ofrecidos a personas con
problemas de drogas.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
58

SEGUNDA PARTE.
Intervención Familiar en familias con un
miembro con problemas de drogas.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
59

En esta parte del presente trabajo examinaremos cómo implementar y desarrollar una
intervención terapéutica que se denominará Intervención Familiar y que representa un
abordaje concreto con familias que presentan un miembro con problemas de drogas.

Abordaremos cuestiones relativas a las creencias habituales que profesionales y


técnicos tienen sobre el trabajo con familias, examinaremos la utilidad práctica y
estratégica de este tipo de intervenciones en el contexto de un programa de
tratamiento y definiremos elementos concretos referidos a cómo manejar la demanda
de servicios y como organizar los ambientes terapéuticos de modo de generar una
intervención con la mayor probabilidad de éxito.

Definiremos cuales son los objetivos de esta modalidad de intervención y


desarrollaremos una guía práctica para su implementación.

Examinaremos además el manejo de algunas situaciones complejas de posible


presentación con pacientes y familias.

Finalmente ilustraremos estos elementos con el análisis detallado de un caso clínico de


intervención familiar.

En el contexto de la atención a una familia que consulta por una preocupación o un


problema, suele denominarse Paciente Indice a aquel que presenta la sintomatología o
el problema específico que lleva a la familia a consultar.

En esta parte del presente texto se hará, en general, sinónimo paciente índice con el
miembro consumidor de la familia y se abreviará PI.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
60

Capítulo 5.
Elementos preliminares: el ambiente, los terapeutas,
las formas de aproximación y los objetivos
terapéuticos.

La actitud previa de profesionales y técnicos.

La repetida experiencia respecto de la reticencia que muchos profesionales y técnicos


muestran a trabajar con familias, aunque en sus discursos sean claramente proclives al
desarrollo de estas intervenciones y se muestren conscientes de la necesidad de incluir
miradas más abarcadoras o incluso se inscriban para participar en jornadas de
capacitación en el tema, lleva a la conclusión de que la Intervención Familiar parece
estar rodeada de una serie de creencias y juicios previos que hacen particularmente
difícil su implementación.

Una de estas creencias es, por fortuna, que la intervención familiar es necesaria y
eficaz. Sin embargo, existe una lista de creencias que enfatizan la dificultad de la
implementación de la misma. Esa lista puede resumirse, a grandes rasgos, como
sigue:

(a) Se cree que es una intervención que requiere de mucho tiempo para ser
aplicada.

(b) Se cree que no se cuenta con los espacios físicos adecuados.

(c) Se cree que conversar con una familia resulta particularmente difícil debido
a la gran cantidad de personas que ingresan al box de atención.

(d) Se teme a que se genere una situación emocional de exabrupto familiar de


difícil manejo.

(e) Se cree que la familia no asiste a terapia. Y si es invitada no llegará.

(f) Se cree que las familias complican los tratamientos y sobredemandan a los
profesionales y técnicos.

(g) Se cree que se carece de la capacitación adecuada para el trabajo


terapéutico.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
61

Es opinión de este trabajo que ninguna de estas creencias tiene suficiente asidero y si
lo tiene, resultan fácilmente salvables.

Salvo el último punto, que es probablemente el más objetivable y el que convoca a la


realización de este texto, la experiencia clínica no parece entregar elementos que
sustenten las creencias y temores expuestos más arriba. Examinemos por parte.

La experiencia clínica acerca del desarrollo de sesiones con familias o de revisiones de


videos de las mismas, muestran que un terapeuta con experiencia es capaz de
desarrollar una entrevista que genere información clínica relevante en un tiempo de 45
minutos. Incluso en 30 minutos pueden lograrse resultados alentadores en sesiones
con familiares. Terapeutas con menos experiencia siempre pueden fraccionar sus
entrevistas dependiendo del tiempo con el que cuenten. De este modo, el tiempo
destinado a la intervención no parece ser un obstáculo insalvable.

La experiencia clínica muestra también que el resto de los elementos planteados son
superables teniendo en cuenta una característica con la que siempre se puede contar:
las familias son altamente respetuosas de los profesionales con los que entran en una
relación de ayuda y por lo tanto, en el común de los casos es infrecuente que se
produzcan exabruptos inmanejables y si se producen, la propia familia ayudará a
controlar la situación. En este sentido se cuenta con un grupo de aliados que no
permitirán, en la gran generalidad de los casos, que las cosas salgan de control.

Esta característica de respeto de las propias familias permite que la conversación fluya
de manera generalmente ordenada. De hecho, la actitud de las familias suele ser de
bastante silencio y concentración en lo que se conversa, debido a que no es
infrecuente que en la sesión, y por el sólo hecho de hablar en forma diferente a cómo
lo hacen en sus casas, surjan elementos hasta ese momento desconocidos,
particularmente referidos a las emociones que cada miembro de la familia siente frente
a los eventos que le convocan.

Las familias son también entidades flexibles que suelen amoldarse a diferentes
circunstancias, incluidas condiciones físicas no del todo propicias. En la generalidad de
los casos las familias más agradecen ser partícipes del tratamiento que critican las
comodidades del establecimiento, por muy inhóspito que este sea.

La experiencia clínica muestra además que cuando a una familia se le llama a terapia,
temprano o tarde asiste a la misma. Esto requiere, por cierto, un grado de flexibilidad
del terapeuta para adaptarse a horarios a veces poco habituales o para entregar
certificados que hagan posible la asistencia o para “jugársela” en intervenciones
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
62

potentes si se tiene la convicción de que un determinado miembro de la familia asistirá


sólo una vez.

Por último hay que recalcar que, como se vio en el Capítulo 4, existe fundada evidencia
que permite asegurar que un proceso de tratamiento se ve favorecido con la inclusión
de intervenciones familiares.

La gran conclusión de este apartado es que las intervenciones familiares no parecen


ofrecer mayor obstáculo que la realización de cualquier otro componente del programa
terapéutico.

Las ventajas del Trabajo con Familias.

En el Capítulo 4 se expusieron las ventajas que ofrece el trabajo con familias desde el
punto de vista de los resultados de los programas de tratamiento que incluyen estas
prestaciones como parte de su oferta terapéutica.

Otras ventajas que este trabajo ofrece son:

(a) La posibilidad de ampliar la mirada a elementos contextuales de los pacientes,


posibilitando una mejor comprensión de los problemas que lo llevan a consultar.

(b) La posibilidad de intervenir en factores propios de las familias que


potencialmente ayudan a mantener los logros terapéuticos o que,
eventualmente, pueden entorpecerlos.

(c) La posibilidad de intervenir en áreas de la vida de los consultantes típicamente


afectadas por el consumo de drogas (por ejemplo, relación con los padres,
relación de pareja, etc.)

(d) La posibilidad de iniciar el tratamiento o continuarlo aún en ausencia del


paciente índice si este se rehusa a asistir a tratamiento. En efecto,
basados en las ideas expuestas más arriba puede entenderse que la atención
puede estar dirigida a los miembros del sistema que presentan una
preocupación o una alarma respecto del consumo de alguno de sus miembros.
En aquellas oportunidades en que los miembros consumidores se niegan a
asistir al tratamiento es posible iniciar una intervención, basada en los
elementos teóricos examinados aquí y dirigida a modificar los patrones
interaccionales familiares que participan en la mantención de los síntomas, lo
que la mayoría de las veces desemboca en el ingreso del paciente índice a un
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
63

programa de tratamiento. En la literatura existen por lo menos dos ejemplos de


esta práctica con resultados alentadores (SSMN, 2003; De Vega, 2005).

El manejo de la demanda de servicios.

Existe una amplia variabilidad de formas en las que una familia se suma al tratamiento
de uno sus miembros con problemas de drogas, por lo que la invitación concreta a
cada familia específica variará en cada caso. Sin embargo las siguientes sugerencias
orientarán este proceso. Se examinarán los escenarios más comunes en los que la
familia se involucra en el tratamiento de uno de sus familiares.

Una primera distinción es determinar si la intervención familiar se inicia a partir de la


demanda espontánea de la familia por recibir tratamiento o si la misma surge en el
contexto de un tratamiento ya en curso dirigido al consumidor de sustancias.

Demanda espontánea de la familia.

En el escenario de demanda espontánea, el terapeuta debe intentar traer a terapia a


todos los miembros de la familia. Este es un objetivo primordial, ya que contar con el
conjunto de la familia en la sesión permite observar la interacción del grupo familiar
completo e involucrarlos a todos, tal como todos están involucrados entre sí en su vida
normal. Por otro lado, la experiencia clínica muestra que aquel miembro menos
dispuesto a participar es, con repetida frecuencia, aquel que resulta clave en la
mantención de conflictos al interior de la familia, por lo que insistir en su presencia es
de gran importancia.

El objetivo de traer a todos los miembros de la familia a terapia muchas veces parece
complejo de alcanzar, sin embargo, la insistencia reiterada, pero respetuosa, la
entrega de certificados para pedir permisos laborales y la flexibilidad horaria del equipo
terapéutico, suelen ser medidas que favorecen el logro de estas exigencias.

En algunas ocasiones (no infrecuentes) es el propio paciente índice (PI) quien se


rehusa a asistir a terapia. Una distinción que puede ser de utilidad, tanto para padres
como para terapeutas, es fijar un límite arbitrario en la edad del PI. De esta manera, si
el PI tiene menos de 18 años se puede invitar a los padres, invocando la tutoría legal
que tienen sobre el hijo, a traerlo, incluso bajo “medidas de coerción” a terapia, tal
como se preocuparían de llevarlo a la consulta del médico por otro motivo de atención.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
64

Esta invitación podría resultar un poco “violenta” en virtud de que los padres pueden
aparecer trayendo a la fuerza al hijo a asistir a terapia, sin embargo, la misma puede
ofrecer las siguientes ventajas:

(a) Puede hacer que los padres retomen una percepción de eficiencia en su rol y
que aborden de una manera concreta y útil la preocupación que les lleva a
consultar,

(b) Permite “liberar” al adolescente de la “responsabilidad” de tener que decidir


sobre si asistir a terapia o no. Una vez allí, el adolescente siempre puede
refugiarse en la idea de que asiste obligado por los padres, y

(c) Lo más importante, se logra que el joven llegue efectivamente a una primera
sesión junto a su familia, lo que cumple con el propósito de tener presente al PI
de modo de iniciar alguna intervención con él.

Clásicamente, el adolescente que es traído obligadamente por la familia se


presenta de mal humor y en una actitud hosca y desafiante que muy
probablemente empeore a medida que escucha lo que se relata sobre su
persona. Una útil forma de intervenir con él, es empatizar con su molestia (lo
que también significa entender lo incómodo que puede ser para alguien
escuchar que se hablan cosas difíciles sobre él) y dejar que tome la palabra
luego que todo el resto de los integrantes de la familia han hablado. Esto le da
la oportunidad de exponer su punto de vista y de hacer sus “descargos” sobre
lo que se ha dicho de él.

Un giro emocional muy claro se logra al preguntarle al adolescente, luego de


entregar su opinión sobre lo dicho acerca de él: “Ok, hasta ahora has hablado
respecto de lo que se dice sobre ti, pero quiero preguntarte: ¿hay algo que te
preocupe o te moleste a ti, respecto de la familia, aunque sea en otro tema
diferente del que estamos hablando?”. La introducción de esta pregunta permite
que el adolescente sienta que tiene la oportunidad de hablar sobre lo que a él le
molesta (cosa que en general no tiene que ver con el tema de drogas) y cuales
son sus quejas y preocupaciones respecto de su familia, lo que abre una
conversación y un espacio emocional diferente. Si el adolescente logra sentirse
escuchado y entendido en su punto de vista, y no sólo en sus “”descargos”
acerca de lo que se dice de él, aumentará la probabilidad de que su reticencia a
asistir a terapia disminuya y que se comprometa en una actitud colaborativa
con el tratamiento.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
65

Otro escenario se presenta cuando el PI tiene más de 18 años. Desde el punto de vista
abordado aquí, no es fácil afirmarse en la tutoría legal de los padres como un medio
para traer al hijo a terapia, sin embargo, si el hijo no es aún económicamente
autónomo (en caso de que el PI sea, efectivamente, el hijo) siempre puede plantearse
que, mientras no lo sea, debe acatar las normas del hogar en que vive, tal como un
“pensionista” deba acatar las normas de la pensión si no quiere ser despedido de ella,
y actuar tal como se ha descrito más arriba.

Ahora bien, si el PI es en propiedad un adulto y se rehusa a asistir a terapia, se puede


plantear a la familia que ellos tienen la posibilidad de iniciar una intervención familiar
en ausencia del paciente índice. Se les debe explicar que, en parte, los objetivos de tal
intervención son aclarar la forma en que ellos participan de la mantención de
comportamiento adictivo y que se intervendrá para, entre otras cosas, buscar
aumentar el grado de control que ellos tienen para modificar tales comportamientos.

Se le indicará a la familia que debe comunicarle formalmente al PI lo siguiente:

(a) La familia iniciará un proceso de Intervención Familiar destinado a superar los


sufrimientos que el consumo de drogas ha generado al conjunto de la familia.
Esto se hará aunque el PI se niegue a asistir a la intervención o a tratamiento.

(b) El PI estará permanentemente invitado a incluirse en la Intervención familiar y


la familia estará esperando que esto suceda.

Como puede deducirse, este mensaje entregado al PI, busca, por una parte, comunicar
que la familia ha decidido hacer cambios en la vida que hasta ese momento llevan y,
por otra, aumentar la probabilidad de que el PI asista a la Intervención Familiar y que,
eventualmente, inicie tratamiento.

Más adelante examinaremos qué alternativas de acción existen si estas estrategias


fallan, cuando abordemos las preguntas sobre ¿qué hacer en situaciones difíciles? y
¿qué hacer cuando no es posible contar con la presencia de la familia?.

Invitación a la familia en el contexto de un tratamiento en curso.

Con algún grado de frecuencia, el tratamiento de un PI se inicia antes de que se invite


formalmente a la familia a formar parte de tal esfuerzo. En este contexto, debe
tomarse con el paciente la decisión de cómo invitar a la familia a sumarse al
tratamiento.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
66

Resulta útil proponer al paciente que se tome conjuntamente la decisión sobre quienes
invitar a la intervención familiar y cómo cursar tal invitación. Sin embargo, siempre es
un objetivo, tanto al inicio como durante el desarrollo de la intervención, el contar con
la asistencia del conjunto de los miembros de la familia, por lo que el terapeuta debe
fomentar el logro de tal objetivo.

¿Cómo decidir a quienes citar a una Intervención Familiar?

En algunas oportunidades no es una tarea fácil aclarar donde se traza el límite de


quienes invitar a una Intervención Familiar. Tal es el caso, por ejemplo, de hogares en
los que conviven más de una familia en contextos aglutinados.

En este tipo de casos es útil preguntarse quienes viven bajo un mismo techo y si esto
no aclara las cosas se puede preguntar quienes cocinan y comen juntos. Estas
preguntas suelen aclarar los límites invisibles que muchas veces las familias trazan
entre una y otra en contextos complejos de espacio compartido o hacinamiento.

En todo caso, un elemento relevante es invitar a la Intervención Familiar a todos


aquellos que resultan significativos para el paciente índice y para su familia.

El ambiente terapéutico y la actitud del terapeuta.

Las condiciones físicas del lugar en el que se realiza la Intervención Familiar no tienen
diferencia con las requeridas para cualquier intervención de salud mental en el sentido
de la disposición de un lugar acogedor, de dimensiones razonables y aislado
acústicamente. Debe disponerse de una cantidad de asientos equivalente al número de
miembros de la familia y siempre debe permitirse que ellos ocupen espontáneamente
los lugares en los que se sientan cómodos.

La forma en que se distribuyan los pacientes en los asientos será una primera e
importante información que el terapeuta tendrá del conjunto de la familia. Quienes se
sientan al lado de otros, quienes se tocan o no, quien está al centro, con cuanta
distancia se sientan los padres entre sí, quien queda frente a frente con otro, etc. son
elementos clave para observar las interacciones familiares, ya que las personas suelen
reproducir en el espacio físico las distancias y cercanías que operan en el espacio
emocional. Estas premisas sólo se cumplen, eso sí, cuando los familiares pueden
escoger libremente los lugares que ocuparán en la sesión.

Resulta recomendable, aunque depende también del estilo personal, que el terapeuta
no se sitúe tras un escritorio en el momento de la atención.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
67

Por los mismos motivos que comentamos aquí, la posición en la que se ubique el
terapeuta y los movimientos corporales que haga durante la sesión está llenos de
significado para la familia y tienen consecuencias directas sobre una variable crucial
para el desarrollo de la intervención: la neutralidad terapéutica.

En una primera instancia, la neutralidad terapéutica se refiere a la equidistancia que el


terapeuta establece respecto de los miembros de la familia que acuden a la
Intervención. De manera inicial y concreta, la equidistancia se refiere a la distancia
física que el terapeuta establece con cada uno de los miembros de la familia. De este
modo, cada acercamiento físico del terapeuta a los familiares es entendido como
cercanía y también como alianza. El cuidado de esta dimensión se inicia eligiendo el
lugar en que el terapeuta se sentará, el que deberá ser el de mayor equidistancia
posible en relación a cada uno de los miembros de la familia.

La neutralidad o equidistancia terapéutica tiene también otra dimensión referida a la


cercanía emocional que el terapeuta establece con los miembros de la familia.
Indicadores de esta cercanía serán el nivel de empatía que el terapeuta muestra con
cada miembro, la forma en que le mira o acerca su cuerpo hacia él o ella y el tiempo
que le concede para exponer su punto de vista.

Mantener la neutralidad terapéutica no significa tratar de ser neutral. El terapeuta


perdería toda su espontaneidad si mantuviera su preocupación en no acercarse a los
miembros de la familia, o no reaccionara interesadamente frente a lo que alguno de
ellos comenta. La neutralidad terapéutica apunta, más bien, al hecho que al final de la
sesión la familia concluya que el terapeuta no se ha aliado con ningún miembro en
particular. Este es un punto crucial para el éxito de la intervención, ya que si los
miembros de la familia llegan a la conclusión de que el terapeuta se alía con uno de
ellos en particular, asumirán que la conversación no puede desarrollarse basada en la
certeza de que todos los puntos de vista serán igualmente escuchados y respetados sin
que alguno prime sobre otro.

La neutralidad terapéutica se consigue, entonces, mediante la profunda alianza que el


terapeuta haga sucesivamente con cada uno de los miembros de la familia. El
terapeuta debe conversar profundamente con cada miembro intentando entender su
punto de vista y las emociones que le acompañan, dándose el tiempo suficiente para
ello, pero cuidando sin embargo, no excederse demasiado con uno en particular de
modo que durante el tiempo total de la sesión logre conversar con cada uno de los
asistentes. La suma total de las sucesivas alianzas con cada uno de los miembros de
la familia es tal que si el terapeuta se ha aliado con cada uno de ellos, finalmente no se
ha aliado con ninguno en particular.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
68

Hay que recalcar que el logro de este objetivo no pasa exactamente por la cantidad de
tiempo que se le dedica a cada miembro de la familia, sino por el hecho que cada uno
se sienta claramente comprendido en su punto de vista.

¿Cómo conversar con una familia?

De aquí en adelante se verá en este texto una reiterada alusión al “punto de vista” de
las personas que asisten a una sesión de Intervención Familiar. Esta forma no es sólo
un formulismo, ya que la intervención familiar es, en esencia, un intercambio y
examen de los puntos de vista de un grupo de personas respecto de una serie de
temas que los llevan a consultar.

Sin embargo hay razones más profundas para recalcar reiteradamente este punto.
Como vimos en el Capítulo 2, el desarrollo del pensamiento sistémico llegó a un punto
tal que permitió comprender que no existe independencia entre el observador y lo
observado, lo que significa que ningún ser humano tiene un acceso objetivo a la
realidad, y que todos, por lo tanto, construimos la realidad en que vivimos. La
consecuencia es darnos cuenta de que cada uno de nosotros vive desde su propia
certeza, desde su propio grupo de convicciones acerca de lo que le rodea, pero
también (y esto es lo realmente crucial) el darnos cuenta que no existen certezas
superiores a otras. La forma de percibir la realidad de una persona no es más real o
más correcta que la de otra persona, porque cada uno actúa desde su propia certeza,
que es tan cierta y tan válida tanto para uno como para otro.

De esta manera, si cada uno de nosotros participa en la construcción de la realidad y


opera desde la propia certeza, que es igualmente válida para cada ser humano, la
presunción de objetividad, de “ser objetivo”, carece totalmente de sentido, ya que no
se puede ser objetivo si el observador está íntimamente relacionado con lo que
observa.

Visto así, el intento de ser “objetivo” no es más que un intento de imponer un punto de
vista por sobre los otros, restringiendo la diversidad de certezas de las personas a sólo
una que se impone arbitrariamente como la correcta por sobre las otras. La
objetividad, de esta manera, deja de ser un instrumento de la argumentación para
pasar a ser un instrumento del poder. En términos de Maturana (1997), la objetividad
se transforma en un argumento para obligar.

La belleza de esta manera de pensar radica en las consecuencias que la misma tiene
sobre la convivencia. En efecto, la comprensión de estos elementos nos lleva desde un
intento de imponer un punto de vista al otro, buscando “tener la razón” (lo que a su
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
69

vez suele llevar a una escalada denominada “guerra por la razón” (ITF, 1991) donde
las personas argumentan tratando de imponer su punto de vista como el “más
razonable”) a responsabilizarse por las propias percepciones y buscar consensos y no
imposiciones como forma de resolución de conflictos.

Todo esto cobra una importancia capital al conversar con una familia durante el
desarrollo de una Intervención Familiar, dadas las consecuencias que una forma u otra
de conversar tiene sobre el devenir de las acciones de los asistentes a la sesión. No es
lo mismo que un miembro de la familia diga "Carlos ES un drogadicto” a que diga
“desde MI PUNTO DE VISTA Carlos es un drogadicto”. La primera afirmación es una
imposición sobre la realidad total de Carlos que lo define arbitraria y prepotentemente
como un drogadicto, lo que la mayoría de las veces llevará a una confrontación, en la
que Carlos (justificadamente) se defenderá de tal definición de su persona y exigirá
argumentos que demuestren “objetivamente” aquello, contraatacará con argumentos
que desestabilicen lo dicho y así asistiremos rápidamente a una escalada
argumentativa que tiene por objeto saber quién tiene la razón.

La segunda afirmación, en cambio, tiene más probabilidad de llevar a la curiosidad (y


no a la confrontación) respecto de lo que se dice. Cuando una persona dice “desde mi
punto de vista Carlos es un drogadicto”, la consecuencia es intentar saber porqué tiene
esa opinión, cómo llega a esa conclusión, pero, más importante, al decirlo así deja
abierta la puerta para que los otros integrantes de la familia planteen sus propios
puntos de vista, que al ser propios son tan válidos como los de los demás.

Este es un principio fundamental en el desarrollo de una conversación con una familia.


El terapeuta siempre debe usar preguntas del tipo: “¿cómo lo ve usted?”, “¿cuál es
su punto de vista frente a lo que acaba de escuchar?”, o bien hacer invitaciones
a describir situaciones del tipo: “cuéntenos, desde su punto de vista cómo ve
usted la situación”. Este será un esfuerzo permanente durante toda la Intervención
Familiar.

En algunas oportunidades los asistentes harán afirmaciones del tipo "Carlos ES un


drogadicto”. En esas oportunidades el terapeuta debe devolver la afirmación
poniéndola en un contexto menos impositivo, por ejemplo, tendrá que plantear: “lo
que usted está diciendo es que, desde su punto de vista, tiene la impresión de que
Carlos es un drogadicto, ¿qué le lleva a tener esta opinión?”.

El insistir en preguntas y afirmaciones del tipo “desde su punto de vista”, es crucial


para no imponer la realidad de unos por sobre la de otros en la sesión y para fomentar
un clima de respeto y de apertura de miradas, lo que posibilita, a su vez, buscar más
alternativas de solución a los problemas que traen a la familia a consultar. Debido a
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
70

esto, es una práctica que debe cuidarse en forma insistente durante todo el curso de la
intervención familiar.

Una situación sutil en la que inadvertidamente el terapeuta puede aliarse


particularmente con el punto de vista de uno de los miembros de la familia surge
cuando uno de ellos hace comentarios sobre otro que está presente en la sesión. Para
validar el punto de vista del que habla, sin imponer estas descripciones sobre el
aludido, el terapeuta debe mantener su mirada en todo momento sobre quien habla y
no desplazarla hacia el aludido, ya que hacerlo, mientras el otro miembro relata su
versión, comunica un surte de complicidad entre el terapeuta y quien habla.

Si el terapeuta mira al aludido a raíz de que uno de los miembros declara algo
sorprendente como “yo sé que Andrea es mentirosa porque la he descubierto en un
montón de mentiras que le ha dicho a los papás...”, inevitablemente comunica en
forma no verbal un claro mensaje en la línea de “vaya, que sorprendente, jamás lo
hubiera pensado”. Lo complejo de esto es que, inadvertidamente, el terapeuta
colabora en la imposición del punto de vista del que comenta por sobre el aludido.

De forma contraria, lo que el terapeuta debe hacer es mantener la mirada sobre quien
habla y profundizar en lo que este dice aludiendo a que se trata de su punto de vista,
como lo hemos visto más arriba. Una vez totalmente aclarado esto, el terapeuta puede
preguntar al aludido: “Ud. qué opina respecto de lo que acaba de oír. ¿Cuál es su
punto de vista?”. De esta manera, valida la percepción del que habla, pero no se la
impone al aludido a quien además le deja la oportunidad de rebatir lo que se dice
respecto de su persona.

La elección entre el Tú y el Usted.

Aunque puede tratarse de un tópico que alude más bien al estilo particular de cada
terapeuta, la elección sobre si tutear o tratar de Ud. a los miembros de una familia
tiene relevancia práctica en la Intervención Familiar.

En general se recomienda tratar de Ud. al los padres y tutear a los hijos. Esta práctica
es una forma no verbal de recalcar la diferenciación entre el subsistema parental y el
subsistema filial, que tienen diferente nivel jerárquico al interior de la familia.

Esta práctica es particularmente recomendada en familias aglutinadas en las que las


diferencias entre padres e hijos en términos de toma de decisiones, por ejemplo, es
difusa. De esta manera, el terapeuta introduce una diferenciación que contribuye al
ordenamiento o explicitación de la estructura familiar.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
71

En la misma línea, en casos en que la diferenciación entre padres e hijos sea


particularmente difusa o esté francamente alterada, como ocurre en hijos
parentalizados (aquellos que se comportan como si fueran padres de sus padres, con
la anuencia de estos) algunos terapeutas recomiendan no tratar a los padres por su
nombre, sino por su función de tales, preguntándoles por ejemplo, “usted mamá, qué
opina de esto” o “papá, ¿puede darme su punto de vista al respecto?”. Esta alusión a
su rol en la forma de referirse a ellos es una contribución al reordenamiento de la
estructura familiar en estos casos.

Alternativamente, el trato de Ud. puede ser una forma de movilización de la estructura


de la familia en casos en que hijos adultos asistan con sus padres a la Intervención. De
esta manera, tratarlos a todos de Ud. es recordar a los presentes todos tienen un
estátus similar de adultez.

El siguiente extracto de una primera sesión realizada con una madre y su hijo
ejemplificará lo planteado hasta aquí en relación a la forma de conversar con una
familia.

Se trata de la familia Gómez Alfaro, compuesta por la madre, Ester, 35 años y por el
hijo, Cristóbal de 16 años.

Terapeuta: Cuéntenme ¿porqué están aquí? (mirando a la madre).

Madre: Vinimos por Cristóbal, me preocupa Cristóbal.

T: Muy bien. ¿qué le preocupa de Cristóbal?

M: Lo que ocurre es que lo encontraron en el colegio encerrado en un baño con un


compañero, fumando un pito de marihuana. El colegio me llamó y me dijeron que
quedaba condicional hasta que lo llevara a tratamiento. Y por eso estamos acá.

T: Ester, y usted qué piensa. Le pregunto porque así como lo cuenta me queda claro
que el colegio tiene una preocupación respeto del comportamiento de Cristóbal, pero
me gustaría saber cuál es su punto de vista al respecto.

M: Yo estoy muy preocupada. Imagínese que se quede sin colegio por la tontera que
hizo. Cristóbal ha sido un niño muy bueno, pero ahora último está cambiado, ahora es
agresivo, se encierra en su pieza, da portazos, no conversa conmigo y para colmo
esto. Antes era tan amoroso, venía a la cama conmigo en las mañanas, yo le contaba
cuentos o veíamos televisión calentitos tomando desayuno los fines de semana y ahora
es como que me ladra cada vez que me acerco a él, anda siempre enojado.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
72

T: ¿Hay algo más que le preocupe?

M: Me preocupa mi hijo, el cambio que ha tenido este último tiempo.

T: ¿Y no hay algo más que le preocupe, por ejemplo de la casa?

M: No, en la casa somos los dos y lo que me preocupa ahora es el comportamiento de


él.

T: Muy bien. (mirando a Cristóbal) ¿Y tú Cristóbal porqué estás aquí?

C: Porque mi mamá me trajo.

T: Y qué opinas de lo que acabas de escuchar. ¿Cuál es tu punto de vista?

C: Encuentro que en el colegio son exagerados, claro que está mal lo que hice, pero yo
no estaba fumando, era mi compañero el que lo hacía, yo sólo lo estaba acompañando
y no creo que sea tan grave como para dejarnos condicionales. Me da rabia.

T: ¿Y qué opinas del resto de las cosas que escuchaste?

C: ¿Eso de que ando enojado?

T: Sí.

C: Es verdad, a veces ando enojado y no me gusta que nadie me hable y me molesta


que mi mamá entre a mi pieza sin golpear la puerta y que me haga bajar la música y
que me trate de conversar cuando yo sólo quiero estar tranquilo.

T: ¿Y qué es lo qué te hace estar enojado a veces?

C: No sé. Nada. Cosas. A veces no cacho. Hay días en los que me levanto con la pata
izquierda.

T: Cristóbal, ¿hay alguna otra cosa que te preocupe?, ¿algo que te moleste a ti, por
ejemplo de la casa o de tu vida...?

C: Me molesta la onda de mi mamá, que ande tan nerviosa, que me rete por todo lo
que hago. A veces encuentro que le pone demasiado color y me persigue y eso me da
lata y me dan ganas de salir de la casa.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
73

T: Ok, entiendo. ¿Hay algo más que te preocupe o que te moleste?

C: No.

En este diálogo entre el terapeuta y esta familia, el terapeuta profundizó en las


preocupaciones y en el punto de vista de los dos asistentes a la sesión. Profundizó
hasta el punto de tener claridad que tanto la madre como el hijo plantearon todo
aquello que les preocupaba. Desde ese punto de vista, logró mantener la equidistancia
terapéutica ya que ambos lograron mostrar con claridad y profundidad los
planteamientos desarrollados desde el punto de vista de cada uno. Hizo además una
distinción clara y cómoda en la forma de dirigirse tanto a la madre y como al hijo.

Objetivos de la Intervención Familiar

La Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas tiene


como Objetivo Terapéutico fundamental superar el sufrimiento, preocupación o
dolor que trae a la familia a consultar.

Este sufrimiento, preocupación o dolor familiar se expresa, en el contexto del


tratamiento, como sufrimiento o preocupación por quien consume drogas, como
sufrimientos o preocupaciones relacionados con las consecuencias que el
comportamiento del consumidor ha generado en la interacción familiar o como una
mezcla de ambas.

Este Objetivo Terapéutico debe distinguirse de otros objetivos igualmente relevantes:


los Objetivos del Proceso Terapéutico, en el sentido que el Objetivo Terapéutico fija
aquello que se quiere lograr con la Intervención, mientras que los Objetivos del
Proceso Terapéutico constituyen logros a través de los cuales se posibilitará alcanzar el
Objetivo Terapéutico.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
74

Los Objetivos del Proceso Terapéutico en la Intervención Familiar en familias con


un miembro con problemas de drogas, son:

(a) Contener emocionalmente a la familia.

(b) Construir, en conjunto con la familia, un sentido alternativo que explique su


conducta.

(c) Identificar y modificar conductas repetitivas que tiendan a mantener o fomentar las
conductas del PI.

Se pretende entonces invitar a la familia a comprender la función que cumple el


comportamiento adictivo en su interior, a comprender cuales son las conductas del
conjunto de la familia que contribuyen a la mantención de ese comportamiento y
consiguientemente, a establecer una conversación diferente y una conducta diferente
de modo que aumente la probabilidad de que la preocupación por la que consultan
desaparezca.

Un objetivo que cruza transversalmente a todos los planteados es la entrega de


información clara a la familia respecto de las características de los problemas que les
llevan a consultar, así como respecto de las consecuencias de los mismos. En algunas
intervenciones, o quizá en algunas sesiones en particular, este puede ser un objetivo
planteado para ser desarrollado explícitamente, sin embargo, se sugiere considerarlo
como un objetivo que cruza la intervención, de modo de entregar información según lo
vaya requiriendo la familia en su particular ritmo y acorde a los temas que se toquen
en cada ocasión.

Un objetivo secundario a los planteados es, en aquellos casos en los que se ha


comenzado a tratar a la familia en ausencia del PI, lograr la incorporación del mismo al
conjunto del programa terapéutico.

En los capítulos siguientes abordaremos los aspectos técnicos específicos


constituyentes de la Intervención Familiar.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
75

Capítulo 6.
Mecánica Terapéutica de la Intervención Familiar.
La Primera Consulta

La Intervención Familiar comienza con la presencia de la familia frente al terapeuta y


por lo tanto con la implementación de los elementos examinados en el Capítulo 5. En
el presente capítulo examinaremos cuales son los elementos terapéuticos específicos
involucrados en el desarrollo de la Intervención Familiar.

Primera Consulta.

La primera consulta en la Intervención Familiar abarca una serie de áreas a examinar


las que se enmarcan en el logro del objetivo fundamental de obtener un diagnóstico
claro y orientador respecto de la familia, su motivo de consulta, los patrones
interaccionales que contribuyen a mantener los síntomas, las explicaciones que tiene la
familia y la función del síntoma.

Se usa aquí el término “primera consulta” porque se presentarán los elementos a


examinar desde el primer contacto de la familia con el terapeuta, y porque los mismos
son abordables para un terapeuta experimentado, en la mayoría de los casos, en aquel
primer contacto. Terapeutas con menos experiencia en el trabajo con familias pueden
requerir más sesiones para el logro del objetivo de diagnóstico.

Descripción de la familia.

Un primer elemento que el terapeuta debe aclarar se refiere a cómo es la familia que
tiene frente a sí.

Observar cómo se distribuyen espacialmente, como se vio en el capítulo anterior es


una primera información útil de tener en cuenta.

La conversación pude iniciarse pidiendo a los asistentes que se presenten, que digan
sucintamente cuál es su nombre, su edad, su ocupación y la relación de parentesco
que tienen entre sí.

Es útil averiguar si todos viven en la misma casa y si hay alguien más que comparta
con ellos el hogar
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
76

Habitualmente estos elementos son suficientes como para hacerse una idea acerca de
quienes componen la familia, sin embargo, en algunas ocasiones puede ser necesario
profundizar en algunos breves aspectos de la historia familiar, especialmente cuando la
estructura de la familia llama la atención al terapeuta. El tiempo dedicado a la
aclaración de estos puntos debe ser, en todo caso, breve para pasar lo más pronto
posible a la aclaración del motivo de consulta.

Se entenderá que la descripción de la familia queda hecha una vez que el terapeuta
tiene clara noción de los aspectos señalados aquí.

Aclaración del motivo de consulta familiar.

El terapeuta siempre debe partir del supuesto de que cada miembro de la familia tiene
su propia y genuina percepción de la realidad (y construcción de ella). Por lo mismo,
debe aclarar con cada uno de ellos qué es lo que le motiva a consultar.

La pregunta clave para iniciar la conversación es ¿Porqué está Ud. aquí?. Esta pregunta
debe ser formulada a cada uno de los miembros de la familia.

Existen ocasiones en las que el terapeuta cree saber exactamente porqué viene la
familia a consultar, como por ejemplo cuando otro colega la ha derivado y le ha
explicado al terapeuta claramente porqué lo ha hecho o cuando el propio terapeuta ha
concordado con un paciente en invitar a su familia a formar parte del tratamiento. Se
recomienda que incluso en esas ocasiones el terapeuta inicie la primera sesión
preguntando porqué la familia ha decidido venir o aceptar la invitación de asistir. La
información que se persigue es determinar, desde el punto de vista de cada uno de los
asistentes, qué es aquello que le lleva a presentarse frente a un profesional o técnico
de la salud mental. En estas ocasiones será necesario adaptar esta pregunta a la
situación específica, para que no suene absurda. Puede plantearse por ejemplo:

“El Dr. Martínez los envió a una Intervención Familiar, aquí tengo su interconsulta. Sin
embargo, me interesaría saber cómo comprendieron ustedes las palabras del doctor y
cómo es que tomaron la decisión de venir”. En este ejemplo importa saber porqué la
familia asiste a la intervención, pero también cómo entendieron, desde ellos mismos,
las palabras que otro profesional de la salud les ha dicho.

Ya que el lenguaje del personal de la salud suele ser complejo y difícil de retener por
las personas, se recomienda profundizar en el significado que tienen para ellas esas
palabras, especialmente cuando lo dicho por otro profesional incluye un diagnóstico.
Así por ejemplo, cuando una persona dice “vengo porque me diagnosticaron depresión”
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
77

el terapeuta debería profundizar en esa información desde el punto de vista de esa


persona preguntando: “Ok, pero me interesaría saber qué es PARA USTED tener
depresión”.

Otra adaptación necesaria para la pregunta inicial sobre el motivo de consulta se


genera en la situación en que el propio terapeuta (junto con el paciente) invita a la
familia a sumarse al tratamiento. Ya que resultaría un poco ridículo que luego de
invitar a la familia el terapeuta preguntara ¿porqué están aquí?, una variación posible
es la siguiente:

“Entiendo que a un nivel ustedes están aquí debido a que se les hizo una invitación a
venir. Sin embargo, me interesaría saber porqué efectivamente vinieron, qué les hizo
suficiente sentido como para aceptar esta invitación y asistir. En síntesis quisiera saber
¿porqué están aquí?”.

Las respuestas a estas preguntas suelen ser un listado de preocupaciones que traen
las familias al consultar. En la mayoría de los casos ese listado de preocupaciones es
coincidente para todos los miembros de la familia, sin embargo, en algunas ocasiones
los diferentes miembros de la familia pueden plantear diferentes motivos de consulta.
En tales casos se recomienda iniciar la intervención tomando los motivos planeados
por los padres y luego tomar los motivos planteados por otros miembros de la familia.

En esta etapa de la intervención el terapeuta debe profundizar empáticamente con


cada uno de los asistentes de modo de aumentar la probabilidad de que cada uno se
sienta ampliamente entendido en sus preocupaciones y puntos de vista. Se debe dar
tiempo suficiente como para que cada uno de los familiares pueda aclarar la totalidad
de sus preocupaciones.

Las preocupaciones que la familia trae se refieren, en prácticamente todos los casos, a
un miembro en específico (el PI), el que típicamente no es quien toma la palabra al
principio de la sesión. Es conveniente esperar a que todos los miembros de la familia
tomen la palabra antes de dársela al PI, con el fin de que él escuche todas las
opiniones que se tienen sobre él y tenga la posibilidad de opinar al respecto.

La aclaración del motivo de consulta define cuál es el terreno en el que se desarrollará


la intervención familiar en el sentido de identificar cuales son los elementos con los que
se trabajará, es decir, cuales son las preocupaciones emergentes de la familia.

El siguiente ejemplo clínico muestra esta parte del proceso:


Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
78

Consultan Georgina (50 años), madre del PI, Alfonso (56 años) padre del PI,
Alejandra (23 años) hermana del PI y Sergio (25 años) paciente dependiente la
cocaína. En el momento de la consulta todos viven juntos. Sergio había
ingresado a tratamiento dos semanas antes cumpliendo, en la fecha de la
entrevista, un período de 15 días de desintoxicación ambulatoria. Como parte
del proceso diagnóstico el terapeuta había logrado determinar que el paciente
tenía una relación particularmente difícil con su padre, quien aparecía en sus
descripciones como un hombre hosco y agresivo, mientras que, al parecer, la
madre trataba de resolver estas tensiones sin demasiado éxito. Sergio describía
a su hermana con bastante cercanía a él, aunque se frustraba y se alejaba cada
vez que se enteraba que consumía. Con estos antecedentes Sergio y el
terapeuta decidieron enviar una nota a la familia invitándolos a participar del
tratamiento.

Terapeuta: Buenas tardes. Antes de comenzar quisiera saber un poco más de


ustedes, saber cómo se llaman, qué edad tienen y a qué se dedica cada uno.

Mamá: Mi nombre es Georgina, tengo 50 años y no me dedico a nada.

T: ¿A nada?, ¿Cómo a nada?.

M: Bueno, me dedico a mi casa... soy dueña de casa.

T: Es decir Ud. trabaja en su casa, que ya es un trabajo bastante arduo.

M: Sí, así es.

(El terapeuta hace un gesto con la mano invitando al padre a presentarse)

Papá: Me llamo Alfonso, tengo 56 años y soy el que manda en este grupo
(sonríe). Soy ingeniero, trabajo en una empresa de computación, a cargo del
área de mantenimiento.

T: Ok., gracias. (otro gesto invitado a la hermana a hablar).

Alejandra: Yo soy Alejandra, tengo 23 años, soy la hermana menor de Sergio y


estoy estudiando derecho, en tercer año.

T: Ok. Creo que a Sergio ya lo conocemos todos

(Risas)
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
79

T: Entiendo que ustedes cuatro viven en la casa, ¿no es así?, ¿o hay alguna otra
persona que viva con ustedes?

P: No. Somos nosotros cuatro los que vivimos en la casa.

T: Muy bien. Para comenzar quisiera hacerles una pregunta que puede sonar un
poco rara, ya que sé que a un nivel ustedes están aquí porque les mandé una
nota invitándolos a venir, pero me interesaría saber cómo es que finalmente
vinieron, es decir, qué les hizo sentido como para llegar hasta acá. Entonces mi
pregunta es: ¿porqué están ustedes aquí? (pregunta mirando a los padres).

P: Vinimos porque nos preocupa Sergio.

T: ¿Cómo así?, ¿qué le preocupa a usted de Sergio?

P: Me preocupa que se haya metido en esto de la coca. Ya veníamos teniendo


problemas con él desde hace un tiempo, pero nunca se me había ocurrido
pensar siquiera que él pudiera estar consumiendo drogas, hasta que hace dos
meses el nos confesó en qué estaba.

T: Alfonso, Ud. dice que venían teniendo problemas con él desde hace un
tiempo, ¿a qué se refiere con esto?.

P: Él siempre ha sido un niñito regalón de la mamá (el terapeuta no le aparta la


mirada mientras dice esto). Desde chico que tenemos problemas por esto,
cuando era niño costaba un mundo que hiciera las tareas en el colegio, y ahí
estaba la mamá que lo consentía y le mandaba comunicaciones y terminaba
haciendo todo lo que él quería. Y yo siempre he sido el malo de la película,
cuando era niño, era el único que lo castigaba por las leseras que hacía... hasta
que con mucho esfuerzo logró entrar a la Universidad a estudiar ingeniería, pero
ahí estuvo el perla, dedicado al carrete como dicen los lolos, y ya estaba
bastante grande como para que yo estuviera vigilándolo a ver si estudiaba o no,
así que terminó prácticamente perdiendo el año, y para que no perdiera la
carrera decidimos que la congelara y ahora está en la casa sin hacer nada...

T: Entiendo. Alfonso, cuando usted dice que le preocupa que Sergio se haya
metido en la coca, a qué se refiere exactamente, ¿qué es lo que le preocupa con
exactitud?.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
80

P: Me preocupa porque nunca creí que fuera a caer tan bajo. No sé a donde
podemos llegar con él. Me preocupa que se convierta en un drogadicto y pierda
la Universidad y termine sin hacer nada por su vida.

T: ¿Hay alguna otra cosa que le preocupe Alfonso?, tal vez en relación con la
familia.

P: En general no. Creo que no hay nada tan grave como la situación de Sergio.
A veces me preocupa que no nos avenimos con Georgina, discutimos sobretodo
por cosas relacionadas con Sergio, pero creo que lo que ocurre con él es más
grave que esto.

T: ¿Hay algo más que le preocupe?

P: No.

T: Ok. (mirando a la madre) Georgina, ¿porqué está aquí?

M: Por Sergio, me preocupa Sergio. Yo hace un tiempo que lo encontraba raro,


pero nunca me imaginé que estuviera en las drogas. Casi me muero cuando nos
cuenta.

T: ¿Cómo así?

M: Es que esto me parece terrible, creo que si sigue por este camino no va a
llegar a nada, incluso he pensado que puede llegar a morirse. Yo no se nada de
drogas, en mi familia nunca había pasado algo así, si ni siquiera trago se toma
en la casa, pero una ve las cosas que muestran en la tele y es terrible, quien
sabe qué le puede ocurrir si sigue por ese camino.

T: ¿Qué teme que le pueda pasar?

M: Que se muera... no sé... que quede botado como los viejos curados que una
ve en la calle... no sé...

T: Georgina, ¿hay alguna otra cosa que le preocupe?

M: Mi relación con el papá.

T: ¿A qué se refiere?
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
81

M: Con el papá del niño. A veces nos llevamos bastante mal. Discutimos, nos
peleamos y hay momentos en que pasamos varios días sin hablarnos. Yo
encuentro que él es muy cerrado, no le gusta recibir críticas, cree que lo que él
dice es ley. Y por eso nos peleamos. Muchas veces nos peleamos por culpa de
Sergio.

T: ¿Por culpa de Sergio?

M: Es decir, no por culpa de él, sino que por él ¿me entiende?, tenemos hartas
diferencias en cómo tratarlo... pero creo que ese no es el tema que nos tiene
aquí, mal que mal yo elegí casarme con este hombre y esa es una decisión mía,
pero lo importante es que Sergio se cure y salga de estos problemas.

T: Ok, entiendo. ¿Hay alguna otra cosa que le preocupe?

M: No, Alejandra se porta muy bien y le va muy bien... no hay nada más que
me preocupe.

T: Gracias. Alejandra, ¿porqué estás aquí?

A: Para ayudar a Sergio.

T: ¿Ayudarlo en qué?

A: En esto, a que salga de las drogas.

T: ¿Te preocupa?

A: Sí me preocupa, pero no lo veo tan terrible como lo ven los papás. Yo creo
que él se metió en esto por puro tonto y que si se metió igual puede salir si se
lo propone... eso es lo que me preocupa, veo que él no se propone cosas, es
como si le diera lo mismo, no se pone metas, es como si viviera el día no más.
Aparte que mi mamá lo regalonea todo el rato y mi papá lo reta... tal vez por
eso la mamá lo regalonea tanto...

T: De modo que tú representas como la “luz de esperanza” de la familia, no te


parece tan grave la situación y tienes la impresión de que Sergio puede salir del
problema de la droga.

A: Nunca tanto como la “luz de esperanza”, pero no me preocupa tanto.


Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
82

T: ¿Hay alguna otra cosa que te preocupe?

A: Yo en general no pesco mucho a la familia, me la paso estudiando o en la


casa de mi pololo, así que no cacho mucho lo que pasa en la casa. Pero sí a
veces encuentro cuático que los papás se lleven mal, encuentro que exageran,
pero como que ya estoy acostumbrada...

T: ¿Cuándo dices que lo encuentras cuático, quiere decir que te preocupa?

A: Sí me preocupa, pero creo que no puedo hacer nada. Es su opción, si ellos


quieren llevarse así... parecen cabros chicos... en todo caso ya estoy
acostumbrada, han sido siempre así... así que no pesco.

T: Ok. ¿Hay alguna otra cosa que te preocupe?

A: No.

T: Gracias. Sergio, ¿qué opinas acerca de lo que has escuchado?

S: Estoy de acuerdo. Yo me metí en la droga y soy yo el que tiene que poner


toda su fuerza de voluntad para poder salir de esto. Creo que soy quien
principalmente tiene que atinar con esto.

T: ¿Hay algo que te preocupe?

S: Mi relación con el papá.

T: ¿Cómo así?

S: Se pone pesado conmigo, me trata mal, me pasa retando, nunca le parece


bien lo que hago... nunca he podido decirle que lo quiero...

(silencio general)

En el ejemplo, el terapeuta ha investigado profundamente las motivaciones de cada


uno para asistir a Intervención Familiar. El terapeuta buscó la forma de situar la
pregunta acerca de porqué están aquí de la manera más coherente posible con la
invitación que él mismo había formulado y a continuación hizo una exploración
acuciosa respecto de las preocupaciones de cada uno de los asistentes. Se preocupó de
aclarar de manera concreta qué era exactamente lo que cada uno quería decir desde
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
83

su punto de vista. Las conclusiones de la entrevista arrojan tres motivos de consulta:


el problema de drogas de Sergio, la mala relación entre los padres y la mala relación
entre Sergio y el padre. Ya que el problema de drogas es un problema compartido por
todos los miembros de la familia, será la puerta de entrada para la intervención y el
que dará pie para tratar el testo de los problemas identificados por la familia.

Una vez aclarado el motivo de consulta el terapeuta debe concentrarse en la


descripción de los patrones interaccionales que ayudan a mantener la conducta de
consumo.

Patrones Interaccionales Mantenedores.

Como examinamos en el Capítulo 2, los sistemas familiares establecen regularidades


en su comportamiento que ayudan a mantener los comportamientos sintomáticos.
Sluzki (1983) denomina a estos comportamientos regulares “Patrones Interaccionales
Mantenedores de Síntomas”.

La misión del terapeuta en este punto es la de averiguar en conjunto con la familia,


cuales son los patrones interaccionales que cada familia pone en juego en relación al
comportamiento de consumo.

En síntesis, lo que el terapeuta debe lograr es una descripción de cuales son los
comportamientos de cada uno de los miembros de la familia antes, durante y
después de que ocurra el consumo del paciente índice.

Como se ha examinado en los apartados y ejemplos anteriores, muchas veces las


familias desarrollan comportamientos que francamente favorecen el consumo de sus
miembros (ver caso “La colecta familiar” en el Capítulo 3). Si bien el descubrimiento
de estos patrones de interacción es una tarea que puede extenderse durante todo el
curso de la Intervención Familiar, el análisis de lo que ocurre antes, durante y después
del consumo de drogas de uno de sus miembros, puede ser de ayuda para identificar
aquellos comportamientos que la familia debe modificar para no contribuir a la
mantención de tal consumo.

El análisis de estos comportamientos incluye el análisis de los intentos de solución del


problema que, como vimos en el Capítulo 2, son aquellas conductas que no deben ser
sugeridas a las familias ya que han probado ser ineficaces.

Un ejemplo de esta exploración del terapeuta surge a partir del caso que hemos
examinado más arriba:
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
84

T: Georgina, ¿si yo le preguntara qué ocurría antes, durante y después de que


Sergio consumiera cocaína, qué me diría usted?

M: Lo que ocurre es que yo no supe que él consumía drogas, sino hasta hace
dos meses. No me había dado cuenta de lo que pasaba.

T: Muy bien, entiendo. Entonces, si yo le dijera que, basada en lo que ya sabe,


revise lo que recuerda para atrás, en esos momentos en que, quizá, usted
pensaba que “pasaba algo” con Sergio, pero no lo tenía del todo claro y estaba
en la duda... si revisa ese período hacia atrás, a la luz de lo que ya sabe, ¿cree
que puede describir lo que pasaba antes, durante y después de cada consumo
de Sergio?

M: Sí, entiendo lo que dice. Yo hacía tiempo que tenía la duda de que algo podía
estar pasando con Sergio, pero decía: no puede ser, no creo... como una ve las
cosas que dan en la tele en que muestran esos chiquillos de las casas de
acogida que cuentan que roban las cosas de la casa para comprar droga y en la
casa nuestra eso nunca pasó... pero si lo pienso ahora... no sé... me da la
impresión que Sergio se ponía como nervioso y salía de la casa... no sé...

(Alejandra interrumpe)

A: ...se ponía como león enjaulado, daba vueltas por la casa, se ponía idiota,
empezaba a molestar a todo el mundo y después era como si no aguantara más
y salía... a consumir yo creo... porque muchas veces llegaba al otro día...

T: Eso era lo que pasaba antes... así como lo cuentan me parece que este
comportamiento no les preocupaba mucho... ¿porqué?.

M: Bueno, no es que no me preocupara, a mí me preocupaba, lo que pasa es


que nunca pensé que se tratara de drogas. Sergio se ponía así muchas veces
cuando discutíamos con Alfonso, yo pensaba que se ponía nervioso con la pelea
y por eso salía. Tampoco me parecía muy raro que se quedara afuera, mal que
mal es un niño grande, tendrá polola pensaba yo...

T: Entonces, parece que coincidía este comportamiento de estar como león


enjaulado con las peleas entre usted y su esposo...

M: Podría decirse que muchas veces sí...


Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
85

(Alejandra interrumpe)

A: Era bastante típico, no todas las veces, pero varias veces coincidía.

T: (Mirando a Alejandra) ¿y qué pasaba durante el consumo?

A: Yo creo que todos quedábamos un poco nerviosos al cachar que Sergio no


volvía a la casa.

T: ¿Y qué pasaba con todos ustedes qué hacías tú, qué hacían la mamá y el
papá?.

A: Quedábamos todos nerviosos... los papás se echaban la culpa uno al otro de


que a Sergio le fuera a pasar algo, pero dejaban de pelear rapidito, yo creo que
les daba susto... y yo no pescaba, me iba a mi pieza a estudiar o salía con mi
pololo.

T: ¿Y usted Georgina cómo lo ve?

M: Yo me ponía nerviosa, me daba miedo que a Sergio le fuera a pasar algo,


porque siempre que salía y no llegaba era porque estábamos discutiendo con el
papá por algo relacionado con él... me sentía culpable y le decía a Alfonso que
era nada que ver que discutiéramos frente a los niños...

T: ¿Y dejaban de pelear?

M: Yo creo que sí. A mí no me quedaban ganas de pelear con lo nerviosa que


estaba.

T: ¿Y usted Alfonso, cómo lo ve?

P: A mí me daba rabia, siempre era lo mismo, comenzábamos a pelear por algo


que él hacía y se mandaba a cambiar y nunca daba la cara...

T: Desde su punto de vista Alfonso, ¿la pelea con Georgina continuaba?.

P: A mí me daba tanta rabia que la situación no pudiera resolverse, que hacía


un poco como la Alejandra, me mandaba a cambiar a la pieza o me ponía a ver
las noticias.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
86

T: (mirando a Sergio) ¿Estamos hablando de que en esos momentos te ibas a


consumir, no es así?

S: Sí. Eran excusas que yo buscaba. Yo buscaba cualquier excusa para salir de
la casa e irme a consumir.

T: Ok. ¿Y qué pasaba después del consumo?

A: Buuu, (Alejandra y el papá miran hacia arriba como con expresión de


“paciencia”), cuando llegaba de vuelta era como el regalón, llegaba con una
cara de carrete... y todos teníamos que andar calladitos la mañana siguiente
porque el perla estaba durmiendo.

T: ¿Y quien obligaba a que se quedaran tan callados?.

(Alejandra y el papá miran a la madre)

T: Ok. Me queda claro (risas). Cuéntenme, una vez que supieron que Sergio
estaba usando drogas, ¿hicieron algo para resolver el problema?

M: lo mandamos al sur con mi hermana. Ahí anduvo bien como dos semanas,
pero luego supimos por mi cuñado que le habían encontrado la cochinada esa
en una chaqueta... así que lo trajimos. No hicimos nada más.

En el ejemplo el terapeuta averigua lo que pasaba antes, durante y después. Aunque


con algo de dificultad, la familia logra reconocer una regularidad en su comportamiento
al modo que describían Steinglass y cols (1993) (ver capítulo 3), es decir, la familia
logra reconocer y predecir un patrón de conducta en relación con el consumo.
Específicamente en este caso, el patrón de consumo parece superponerse al patrón de
discusiones entre los padres, lo que da pistas también respecto de la funcionalidad del
síntoma como veremos más adelante.

La información entregada por la familia en este ejemplo comienza a ser de utilidad


para el terapeuta en el sentido de que ya ha descrito algunos patrones que la familia
podría modificar: la conducta irritable al interior de la casa bien podría ser producto de
las preocupaciones producidas por las peleas entre los pares, pero también podría ser
atribuida a la presencia de un síndrome de abstinencia en curso, lo que podría alertar a
la familia acerca de algunas medidas que tomar para evitar que la próxima vez que
aparezcan estos comportamientos el PI salga de la casa a consumir. De la misma
manera velar el sueño luego del consumo podría ser un comportamiento a modificar.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
87

Se examinaron durante la sesión los intentos de solución y a raíz de lo informado por


la familia, no parece una idea de utilidad enviar al PI a la casa de la tía en el sur.

Las explicaciones de la familia.

Como examinamos en el Capítulo 3, las personas y las familias nos damos


explicaciones para lo que nos ocurre y en base a estas explicaciones es que
concebimos nuestra realidad.

Con los problemas que traen a las familias a consultar pasa lo mismo. Las familias
traen explicaciones para sus problemas. Lo crucial de ellas es que, al definir cómo
percibimos la realidad, definen también la manera en que nos comportamos. De esta
forma, por ejemplo, no es lo mismo explicarse el comportamiento de consumo de un
familiar como si se tratara de un vicio que si se tratara de una enfermedad. El primer
significado lleva a la consecuencia de satanizar al consumidor como un inescrupuloso y
falto de fuerza de voluntad o como un irresponsable, lo que generará una serie de
emociones negativas que invitarán a abandonarlo. El segundo significado, la
enfermedad, a su vez, puede tener como consecuencia emociones de preocupación y
cuidado que llevarán a la familia a proveerle alternativas terapéuticas al PI.

Otro factor de importancia es que, para intentar co-construir con la familia nuevos
significados que generen nuevas conversaciones (ver Capítulo 3) y por lo tanto, nuevos
comportamientos, se requiere conocer cuales son los significados (o las explicaciones)
que las familias tienen respecto de aquello que les lleva a consultar.

Dada la importancia, entonces, de estos elementos, se hace conveniente preguntar a


la familia acerca de las explicaciones que tienen para el problema que los lleva a
consultar. La pregunta que permitirá abordar este tema resulta tan simple como obvia,
se debe preguntar a la familia: ¿Cuál es la explicación que tienen para el problema que
les trae a consultar?.

A veces no es fácil para la familia responder, dado que no es una pregunta habitual de
realizar y los miembros de la familia no parecen “venir preparados” para ella. Sin
embargo, en la gran mayoría de los casos las personas han elaborado alguna hipótesis
que les ayuda a explicar “porqué les pasa lo que les pasa”.

Si fuera el caso de que a una familia o a un miembro de ella le resulta difícil plantearse
la respuesta a esta pregunta, se le puede plantear algo así como: “Ok. Usted dice que
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
88

le es difícil responder esta pregunta. Lo entiendo porque no es una pregunta habitual.


Pero sería interesante saber qué ha pensado en sus noches de insomnio cuando se ha
preguntado porqué me pasa esto... cualquier respuesta es buena, incluso esas
hipótesis que ha desechado porque son un poco locas, lo que me interesa saber es por
dónde van sus pensamientos al respecto”.

Sobre este punto el terapeuta debe ser especialmente cauto y cuidadoso, intentando
generar el mayor clima de confianza posible, ya que algunas veces las personas tienen
convicciones que suponen que no serán bienvenidas por terceras personas. Ejemplo de
esto son explicaciones sobre “mal de ojo”, brujería u otras por el estilo. El terapeuta
debe ser lo suficientemente flexible como para dialogar con la familia desde el marco
de la propia certeza de aquella, entendiendo que estas son las creencias de la familia y
que como tales son respetables y necesarias de conocer, aunque para algunos resulten
sólo ideas supersticiosas.

Es importante destacar que estas explicaciones que tenemos para nuestro


comportamiento no son privativas de personas con mayor nivel intelectual o social.
Sería un error mayúsculo que el terapeuta se aproximara con este prejuicio a
conversar con una familia. Todos los seres humanos tenemos explicaciones para lo que
nos pasa. Probablemente un profesional tendrá explicaciones con contenidos más
“científicos”, mientras que personas con menor formación mostrarán contenidos de
mayor “sentido común”, pero tanto las unas como las otras sostienen claras
explicaciones para lo que les ocurre.

Continuando con nuestro ejemplo, el abordaje del terapeuta podría ser:

T: Ahora quisiera hacerles una pregunta un poco diferente a los que hemos
estado conversando. ¿Cuál es la explicación que tienen para el comportamiento
de consumo de Sergio?

(Silencio de todos los asistentes...)

T: Quiero decir, en general cuando uno tiene un problema se sienta a pensar


mucho en él. Va en el metro pensando, llega a la oficina, o se queda en la casa
y no puede trabajar porque sigue pensando en el problema... y una de las cosas
que piensa es Porqué pasa lo que pasa y uno piensa en respuestas para esa
pregunta y llega a algunas conclusiones, algunas más locas que otras, en fin.
Entonces, Quiero preguntarles... Georgina, cuál es la explicación que usted
tiene para lo que le pasa a Sergio.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
89

M: Yo lo he pensado mucho en estos dos meses. Vaya si lo he pensado... y no


llego a una respuesta.

T: Ok. Pero por donde, más o menos, han ido sus reflexiones.

M: Yo creo que Sergio tiene un problema de personalidad, tiene una


personalidad muy rara, cambiante. Pienso que eso es lo que lo ha llevado a
consumir. También a veces he pensado que nosotros los papás no lo hemos
sabido guiar, como siempre pasamos peleando y no nos ponemos de acuerdo
en sus cosas...

T: Muy bien. Y usted Alfonso ¿qué explicación tiene para el comportamiento de


Sergio?

P: Estoy de acuerdo con Georgina, creo que él tiene algo en su personalidad,


pero también nuestras peleas pueden haber influido.

T: ¿Hay alguna de estas dos alternativas que le parezca más plausible?

P: Yo creo que la personalidad.

T: Alejandra, ¿cuál es tu explicación para el comportamiento de Sergio?.

A: Los amigos. Todo comenzó cuando él empezó a juntarse con un grupo nuevo
de amigos.

T: ¿Has pensado en otras alternativas?

A: No.

T: Ok. Y tú Sergio ¿qué explicación tienes para tu comportamiento?

S: Yo creo que es la droga. El vicio que te agarra, una vez que ya empiezas no
terminas y quieres más y más y luego el cuerpo te la pide. Yo comencé
consumiendo con algunos amigos, pero ahora consumo la mayoría de las veces
solo, así que yo creo que esta cuestión me agarró...

Visto como lo ponen los miembros de la familia existe un grupo de explicaciones que
cada uno tiene para el comportamiento adictivo de Sergio. El terapeuta logró explicar
la idea de lo que cada uno piensa respecto del origen de los problemas que le aquejan
y cada miembro de la familia comentó si propia explicación. Es interesante en el
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
90

ejemplo que ambos padres coincidan en sus explicaciones (cosa curiosa dado su nivel
de descoordinación respecto de Sergio) y que ambos se abran a la posibilidad de que
sus discusiones estén de alguna manera relacionadas con el comportamiento de
Sergio.

Hipótesis familiar.

Un último elemento que el terapeuta debe tener presente dentro de su abordaje de la


primera consulta es más una conclusión que una exploración con la familia.

Tal como se examinó en los Capítulos 2 y 3, los síntomas pueden ser concebidos como
comunicaciones cuya finalidad es mantener el equilibrio de la familia o la homeostasis
familiar.

De este modo, durante la exploración que se haga con la familia el terapeuta debe
tener presente en todo momento la siguiente pregunta: : ¿para qué le sirve el
consumo de drogas o alcohol a esta familia en particular?. Se trata de buscar la
función que el síntoma puede cumplir en una determinada familia.

Esta conclusión se ofrecerá a la familia como una forma alternativa de entender sus
problemas y su participación en la mantención de la conducta sintomática al interior de
la familia.

En nuestro ejemplo podría concluirse que la función del consumo de drogas de Sergio
apunta a mantener el equilibrio de la relación de los padres expuesta a frecuentes
tensiones en las que él y su comportamiento parecen ser el tema de discordia.
Concomitantemente con aquello, el comportamiento de salir de la casa a consumir
moviliza las emociones de la familia de modo que con la rabia de Alfonso y con el
nerviosismo y la culpabilidad de Georgina las discusiones se detenían, reinstalándose
un equilibrio frágil, que luego de un tiempo se verá nuevamente tensionado ya que los
participantes del sistema no han variado sus posiciones. En el sentido expuesto, la
conducta de consumo de Sergio actúa como un regulador de la tensión familiar y de
esa manera cumple con su rol de mantener la homeostasis familiar.

La recolección de datos acerca del comportamiento de la familia expuesta hasta aquí


brinda al terapeuta los elementos que le permitirán comprender las relaciones
familiares y llegar a conclusiones respecto de los equilibrios que los síntomas intentan
mantener. A medida que la experiencia clínica del terapeuta aumente, más fácil y
posible será obtener estas conclusiones.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
91

Sin embargo, existen casos en los que no resulta del todo fácil generar este tipo de
conclusiones. En esos casos la siguiente pregunta ha probado clínicamente ser de
utilidad:

"Lo que voy a plantearle puede resultar un poco curioso. Le sugiero que piense su
respuesta porque la pregunta que voy a hacerle no es muy tradicional por lo que
supongo que no ha pensado antes en la respuesta. No tiene porqué responderme
ahora, si quiere puede pensarlo hasta la siguiente vez en que nos encontremos.

La pregunta es la siguiente: ¿Qué beneficio obtiene la familia, qué gana la familia,


con el comportamiento del paciente índice (con su consumo y todo lo que hace)?.
La única respuesta prohibida es que la familia no gana nada. Le ruego que piense
cualquier respuesta a esta pregunta, aunque le parezca a simple vista un poco
extraña (piense que la pregunta es también un poco rara), pero recuerde que tiene
prohibido responder que la familia no gana nada”.

Habitualmente esta pregunta es entregada para pensarse entre sesiones y en términos


generales es respondida siguiendo las instrucciones entregadas. La mayoría de las
veces, las familias aportan, con sus respuestas a esta pregunta, información relevante
para proponer a la familia un punto de vista respecto de las funciones que cumple el
síntoma para ellas.

Hay que tener presente, sin embargo, que las conclusiones a las que llegue el
terapeuta serán siempre hipótesis que deben ser probadas con la familia en el sentido
de examinar si lo que se le plantea les resulta razonable o no.

El Final de la Primera Consulta: Diagnóstico Familiar.

Recapitulando lo dicho hasta este momento, el terapeuta debe explorar en una primera
consulta los siguientes elementos:

(a) Descripción de la familia

(b) Aclaración del motivo de consulta familiar

(c) Patrones Interaccionales Mantenedores del Síntoma y

(d) Explicaciones de la familia para el comportamiento sintomático


Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
92

Una vez abordados estos puntos, el terapeuta estará en condiciones de elaborar un


diagnóstico familiar respecto del problema que trae a la familia a consultar, que debe
contener por lo menos los siguientes puntos:

(a) Descripción de los patrones interaccionales mantenedores del consumo de


drogas.

(b) Descripción de las soluciones intentadas por la familia para solucionar el


problema de consumo de drogas de uno de sus miembros.

(c) Formulación de una Hipótesis Familiar

Este diagnóstico familiar puede verse enriquecido con la descripción de:

(d) El clima emocional general de la familia, y

(e) La descripción de otras áreas problema afectadas como consecuencia del


consumo de drogas de uno de sus integrantes.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
93

Capítulo 7.
Mecánica Terapéutica de la Intervención Familiar.
Continuidad de la Atención.

Hasta este momento hemos hecho un recorrido que nos ha llevado desde el saludo
inicial a la familia hasta la construcción de un diagnóstico familiar en relación a sus
problemas. En este capítulo examinaremos algunas directrices acerca de cómo se
continuará la atención de la familia en las sucesivas sesiones que se desarrollarán con
ella.

La continuidad de la Intervención Familiar se centrará en las siguientes tres líneas de


acción:

(a) La generación de un sentido alternativo que explique la conducta de la familia,

(b) La modificación y control de patrones interaccionales que mantienen el


comportamiento de consumo, y

(c) La contención emocional de la familia.

Un sentido alternativo para la familia: la construcción de soluciones.

Como se dijo en el Capítulo 5, la Intervención Familiar está orientada, entre otras


cosas, a ofrecer a la familia un sentido alternativo que explique su conducta y que le
permita iniciar un nuevo tipo de conversaciones y por lo tanto de conductas a su
interior (ver Capítulo 2).

Los contenidos con los que se construirá esta explicación o sentido alternativo surgen
directamente del proceso diagnóstico examinado más arriba y específicamente de la
hipótesis familiar que se construyó en ese proceso.

En esencia la idea es concluir, en conjunto con la familia, cuál es el panorama general


de la interacción entre sus miembros y llegar a una conclusión respecto de la función
que cumple el síntoma para esa familia en particular.

Como se ha examinado repetidamente en este trabajo, los síntomas mantenidos al


interior de la familia se orientan a “encubrir” conflictos familiares que desde el punto
de vista, más o menos consciente de los miembros de la familia, representan una
amenaza a la mantención de la misma.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
94

El camino que se sigue con la familia en esta etapa de la Intervención Familiar intenta
un recorrido diferente, en el sentido de mostrarle a la familia que han elegido una
forma de adaptación que ha resultado eficiente (ya que la familia sigue en pie), pero
costosa, ya que involucra la entrega o “sacrificio” de uno de sus miembros, el PI,
mientras que por otro lado, oculta el conflicto de base dejando a la familia atrapada en
una situación que se vuelve crónica.

Mostrar este “mecanismo” a la familia tiene un efecto impactante que le dificulta seguir
adelante con “más de lo mismo”, mientras que, al mismo tiempo, abre la posibilidad al
terapeuta para hacer una invitación tan sugerente como obvia: “si hemos descubierto
que el consumo de drogas de uno de sus miembros contribuye a que ustedes regulen
un conflicto o una preocupación importante, pero por algún motivo difícil de enfrentar,
miremos ese conflicto o preocupación de frente y trabajemos directamente sobre él,
dejando de lado el comportamiento adictivo que hasta el momento ha operado como
si fuera una pantalla de humo”.

Esta invitación, de ser aceptada por la familia, abre el camino para iniciar una
conversación diferente a su interior, para abordar los conflictos que la tensionan y para
descubrir cuales han sido los mecanismos reguladores que han puesto en marcha, pero
que no les han ayudado a resolver sus problemas de manera de recobrar la fluidez en
la vida familiar.

Las siguientes sesiones con la familia estarán orientadas al enfrentamiento de estos


conflictos y a la búsqueda de soluciones para ellos. Así, el consumo de drogas queda
desarticulado en su función protectora del sistema y puede comenzar a ser superado,
ya que comienza a disminuir la probabilidad de que la familia genere comportamientos
que contribuyan a su mantención puesto que el conflicto “de base” está siendo
enfrentado terapéuticamente.

En el ejemplo que hemos venido analizando, la invitación a la familia de Sergio puede


ser a enfrentar directamente el conflicto entre los padres que aparece regulado por el
comportamiento de consumo.

Hay que recalcar aquí, como ya se expuso en el Capítulo 3, que lo que se plantea a la
familia no es un punto de vista cándido de tipo causal lineal en la dirección de que el
consumidor desarrolla este comportamiento porque la familia tiene un conflicto. Lo
que se le está mostrando a la familia, e invitando a modificar, es la forma en que ellos
contribuyen a la mantención de ese comportamiento. Una buena forma de mostrar
con claridad esta idea es recalcar el hecho de que ellos han desarrollado una serie de
comportamientos (muchos de los cuales han requerido gran energía física, pero
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
95

sobretodo emocional) que han contribuido de una manera concreta y decisiva a la


mantención o incluso al fomento de la conducta adictiva (ver Capítulo 3).

Modificación y control de patrones interaccionales que mantienen el


comportamiento de consumo.

Durante el desarrollo de las sesiones de Intervención Familiar muchas veces la familia


pondrá en marcha patrones interaccionales que contribuirán a la recaída del PI. Esto
puede ser interpretado en términos de que la familia aún está en tránsito hacia una
nueva organización que le permita superar los conflictos en los que se ha entrampado
hasta ese momento, por lo que muchas veces “recaerá”, tal como el PI, en viejas
prácticas de comportamiento que hasta ese momento le han sido de utilidad.

La función del terapeuta apunta aquí a identificar estos patrones de interacción y a


mostrarlos a la familia para hacerlos conscientes y para intentar modificar aquellas
prácticas.

Ejemplos de estos patrones interaccionales son la invitación de la esposa al marido


para preparar el pisco sour del aperitivo, la aceptación de la pareja para que el
paciente cite a los amigos a la casa para venderles la última marihuana que le queda o
la entrega de dinero al adolescente un sábado por la noche.

Al igual que el terapeuta está preparado para las recaídas de sus pacientes, debe
estarlo también para la aparición de estas conductas y no debe desalentarse por las
mismas. Un enfoque de utilidad puede ser preguntarse, junto con la familia, cuál es el
sentido de este comportamiento, en la misma línea que se ha analizado anteriormente.
Se puede preguntar a la esposa, por ejemplo, “la veo muy empeñada en gastar
energía en contribuir a que su marido recaiga... por ejemplo al pedirle que haga el
pisco sour para los invitados (aunque su problema no sea el pisco). ¿Cómo es que esto
ocurre?, ¿a qué atribuye usted que esté dispuesta (de forma inconsciente) a hacer
esto?, ¿sigue el comportamiento de consumo cumpliendo un función de utilidad para
ustedes?”

Muchas veces al plantear la participación de la familia en la recaída de un paciente se


corre el riesgo de entrar en una discusión acerca de la “culpabilidad” que ellos tienen
en tal evento. Una forma de salir de esta discusión es proponer una distinción entre
culpabilidad y responsabilidad (Coddou y Méndez, 2002). Lo que el terapeuta propone
es examinar el grado de responsabilidad que se tiene en los actos y no el de
culpabilidad.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
96

En nuestro país solemos confundir la culpa con la responsabilidad, habitualmente,


cuando queremos referirnos a la forma en que alguien participa de un evento
preguntamos “¿quién tiene la culpa?” o decimos “la culpa fue de tal”. Lo que
inadvertidamente se nos cuela en esta confusión son las consecuencias, bastante
diferentes, a las que lleva el pensar en culpa o responsabilidad. La culpa implica
necesidad de reparación y por lo tanto la aplicación de un castigo o una multa. La
responsabilidad en cambio, implica entender cual es el grado de participación de uno
en los eventos, es decir el grado de control que una persona tiene sobre una porción
de los eventos en los que se desenvuelve (Coddou y Méndez, 2002).

De esta manera y pensando en las consecuencias, las personas que entienden que se
les está “culpando” por el comportamiento de su familiar consumidor de drogas
tenderán a defenderse y a encontrar injustas las apreciaciones del terapeuta. En tal
escenario, el terapeuta debe esforzarse por hacer estas distinciones y proponer a la
familia que se está hablando de responsabilidad y por lo tanto, del grado de control
que ellos tienen respecto del comportamiento de su familiar. Cuando los miembros de
la familia entienden esta diferencia, la emoción preponderante es de tranquilidad ya
que aumenta su percepción de control de la situación.

Contención Emocional.

Una última línea de acción en el desarrollo de la Intervención Familiar se refiere al


apoyo y contención emocional que el terapeuta puede ofrecerle a la familia.

Examinar y conversar sobre las emociones que la familia tiene en el desarrollo del
tratamiento, tranquilizar a la familia frente a las situaciones de recaída, entregar
información respecto del curso y el desarrollo del problema de adicciones u otra
información que la familia requiera, son acciones que contribuyen a la mantención y
fomento del bienestar de la familia en el curso del tratamiento.

La Intervención Familiar debe constituirse en un espacio en el cual la familia sienta que


tiene sostén para enfrentar los momentos difíciles de la recuperación de su familiar con
problemas de drogas.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
97

El cierre de la Intervención Familiar

La intervención familiar acaba cuando se alcanzan los objetivos terapéuticos.

En términos generales, indicadores de que la familia ha superado su sufrimiento o su


preocupación son que la emoción de la familia en las sesiones de Intervención
comienza a ser de tranquilidad y la conversación va virando hacia temas que ya no
tienen que ver con preocupaciones y problemas.

La conversación deja de ser trascendente, grave o seria y comienza aparecer el humor


y el buen humor y en el contenido, los asistentes reconocen una mejoría de la
situación.

Frente a las preguntas del terapeuta, la familia reconoce cambios en su interacción y


en la forma de abordar sus problemas, se siente satisfecha con esos cambios y plantea
de forma abierta, clara y consistente que sus problemas se han superado o están en
franca vía de superarse. Concuerdan, además con el terapeuta en que resulta oportuno
comenzar a terminar la Intervención.

En ese momento debe comenzar a cerrarse la Intervención.

Otros indicadores pueden ser el logro de objetivos concretos que, eventualmente, se


hayan pactado con la familia, como por ejemplo, el cumplimiento de un período de
tiempo sin episodios de violencia o la promoción de curso del hijo.

El cierre de la intervención familiar varía dependiendo del contexto en el que se de, ya


sea que se trate de una intervención única o que forme parte de un programa
terapéutico. De tratarse del segundo escenario el cierre probablemente se dará junto
con el cierre del conjunto del tratamiento.

En todo caso, al cierre de la Intervención Familiar se deben reforzar los logros


alcanzados y se dejará abierta la posibilidad para eventuales nuevas consultas.
Dependiendo de la complejidad del caso y/o del deseo de la familia, se pueden
programar sesiones de “control” con una periodicidad de una vez por mes los primeros
tres meses y cada dos meses los siguientes cuatro.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
98

Capítulo 8.
Mecánica Terapéutica de la Intervención Familiar.
El manejo de Aspectos Específicos.

En este capítulo examinaremos el manejo de elementos o situaciones específicas a


tener en cuenta durante el desarrollo de la Intervención Familiar.

Algunos elementos clínicos para no perder de vista.

La experiencia clínica muestra regularidades en la forma en el abordaje del trabajo


familiar con familias con un miembro con problemas de drogas. En este apartado se
harán sugerencias sobre algunos elementos que pueden ser de utilidad para los
terapeutas que implementen estas intervenciones. Se trata de un pequeño listado de
elementos para tener en cuenta durante la intervención.

(a). Nunca olvidar al padre.

Este es tal vez el elemento de mayor importancia. Con repetida frecuencia, y tal
como ocurre en la dinámica familiar normal, los padres resultan ser los
miembros de la familia que menos asisten a la Intervención Familiar. Esta
ausencia puede llevar a que dentro de la propia intervención se le deje afuera
como un tema de relevancia o simplemente se olvide preguntar por su punto de
vista, lo que es una forma de continuar en la Intervención con la regla utilizada
por la familia y que ha probado no ser útil.

Por otro lado, resulta también bastante frecuente que los propios PI, en caso de
tratarse de hijos de la familia, tengan a su vez la percepción de problemas
severos con esos padres, los que muchas veces comienzan con la percepción de
abandono por parte de ellos.

La sugerencia es a mantener la figura del padre siempre presente durante el


desarrollo de la Intervención Familiar. Una forma de hacerlo es preguntarle
insistentemente a la madre (de quien se presupone un conocimiento
desarrollado del padre y sus reacciones) qué opinaría el padre frente a lo que se
está conversando en la sesión. Otra forma de tenerlo presente es colocando una
silla vacía y preguntando a la familia en qué posiciones se sentaría cada uno si
esa silla representa al padre.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
99

(b). Enfatizar las consecuencias.

En varias oportunidades las familias se desalientan debido a que en el


transcurso de la intervención surgen informaciones que la familia desconocía
respecto de acciones del PI. Ejemplos de ello son la aparición de deudas del PI
con los traficantes o el robo de objetos a un familiar que nunca lo descubrió o
no quiso decirlo a la familia.

Estas situaciones son vividas por la familia como si se tratara de un retroceso


en el tratamiento, y con una sensación como si se tratara de acciones que están
ocurriendo en la actualidad. En este escenario es siempre conveniente recordar
a la familia que no se está asistiendo a eventos que ocurren en la actualidad,
sino que se están cosechando consecuencias de acciones pasadas y que la
"confesión" de las mismas también resulta un avance del proceso.

(c). El manejo de la duda sobre el consumo.

Principalmente al inicio de la Intervención o del Tratamiento del PI es bastante


frecuente que la familia se muestre atormentada por la duda respecto del
consumo del PI o acerca de cómo saber si consumió o no. Muchas veces esta
duda absorbe buena parte del tiempo destinado a la Intervención.

Pare enfrentar esta situación el terapeuta debe proponer una distinción entre
certeza y confianza.

La confianza alude al hecho de decidirse a pensar que una determinada cosa


ocurrirá, en ausencia de la total certeza de que así es. Una persona confía por
ejemplo, en que su marido está en el trabajo a pesar que no tiene indicadores
concretos y de certeza acerca de que así es, de esta manera, toma una decisión
(que la mayoría de las veces no es consciente) y piensa que las cosas ocurren
de una determinada forma. La confianza, entonces es una opción de
pensamiento y emoción que transcurre cuando no hay certeza de algo. Si existe
certeza no hay cabida para la confianza, ya que esta es innecesaria e inútil en
ese contexto. En nuestro ejemplo, si la persona llama al marido al trabajo y
este le responde, entonces ya no tiene confianza de que el marido está ahí, sino
que tiene un dato acerca de su presencia en ese lugar, de esta manera no
confía en que esté ahí, sino que sabe (tiene certeza) que está ahí.

Ahora bien, al ser la confianza una opción, también puede ser una opción en
términos de salir arbitrariamente de una situación de desconfianza. Dados
ciertos elementos, la persona puede optar por confiar, por "depositar" la
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
100

confianza en otro. Esto también como una forma de salir del dolor de la
desconfianza, es decir "opto por confiar para no seguir entrampada en el dolor
de la desconfianza", es una opción "mezquina" por la tranquilidad personal.

Para hacer posible esta opción se le indica a los familiares que hagan un listado
de los comportamientos y signos que indudablemente les entregan certeza
absoluta de que el PI ha consumido (ejemplos típicos de esto son ojos rojos,
esquivar la mirada, entrar a la casa y no saludar, irritabilidad, discurso
acelerado, etc.). Este listado se afina con la ayuda del PI hasta llegar a aquellos
indicadores que de una manera clara y precisa se presentan exclusivamente y
sin lugar a dudas sólo cuando el PI ha consumido. A este listado se le llamará
"Indicadores de Certeza" (se puede pensar en incluir pruebas de drogas en
orina como elementos para "salir de dudas", siempre y cuando se negocie esto
con el PI y se establezca la regla de que las discrepancias que puedan surgir a
raíz del resultado de la prueba son tratadas en sesión de Intervención Familiar).

La invitación siguiente a la familia es que, de no presentarse los indicadores de


certeza que hemos desarrollado, pueden optar por confiar en que el PI no ha
vuelto a consumir.

El manejo de Situaciones Difíciles.

Como se planteó más arriba no es común que las familias generen situaciones
complejas en el contexto de la intervención familiar, sin embargo existen dos
situaciones que pueden resultar complejas de manejar, especialmente para terapeutas
inexpertos: el llanto de uno de los miembros de la familia y una discusión durante el
desarrollo de la sesión. Examinaremos ambas situaciones.

(a) El manejo del llanto de uno de los familiares.

En algunas ocasiones los miembros de un sistema familiar exteriorizan sus


emociones llorando durante la sesión. Lo particularmente perplejizante es que el
llanto aparece muchas veces como una irrupción de lágrimas frente a estímulos,
como por ejemplo una pregunta o un comentario, que aparentemente no deberían
tener como consecuencia tal reacción emocional. Desde este punto de vista, la
aparición del llanto surge como una sorpresa que deja detenida la conversación y
genera un brusco cambio de la emoción, produciéndose generalmente silencio
entre todos los asistentes.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
101

Frente a esta situación el terapeuta debe dejar el espacio para que la persona llore
y no debe intervenir en aquello, a la espera de que alguno de los familiares
reaccione. Tampoco debe consolar a la persona que llora, ya que si esa emoción
está ahí es por un motivo que el terapeuta debe averiguar. Por supuesto, no se
trata de que el terapeuta quede impertérrito, como una piedra, sino de echarse
para atrás en una señal de respeto con el dolor de esa persona, esperando que ella
se desahogue, pero siempre en una actitud de entender lo que ocurre. Una buena
forma de retomar la conversación es preguntar a la persona que lloraba: ¿Qué fue
lo que le dio pena?.

(b) El manejo de las discusiones.

El algunas oportunidades, los miembros de la familia pueden enfrascarse en una


discusión que puede llegar a transformarse en una escalada corriendo el riesgo de
llegar a convertirse en una pelea.

El terapeuta debe confiar en todo momento en su autoridad dentro del box de


atención. La familia invariablemente respetará lo que él diga y lo que indique.

En estas condiciones, el terapeuta tiene dos opciones: observar cómo se da la


situación por un momento y luego intervenir o hacerlo inmediatamente. La
sugerencia aquí siempre va a ser observar la interacción de la familia porque ello
entrega elementos para comprender mejor el ambiente familiar, sin embargo esto
debe quedar a criterio del terapeuta y de la tranquilidad que sienta sobre intervenir
en estas situaciones.

Detener una escalada de este tipo en realidad no es difícil. Muchas veces basta con
hacer un gesto con la mano señalando lo inadecuado de aquella discusión. Otras
veces conviene decirles: "les sugiero que no sigan por ese camino porque ya
sabemos a donde van a llegar y por lo mismo no tiene sentido en el contexto de
una intervención en que estamos buscando soluciones y caminos diferentes a los
que ya realizan en su casa... como ponerse a pelear".

Otra alternativa es hacer algo un poco más osado: ejecutar alguna conducta no tan
"propia" de un terapeuta (como aplaudir o parase del asiento o mostrarse
sorprendido por una hoja del macetero) de modo de dejar a los asistentes
perplejos, propiciando así un cambio de emoción para luego explicar que se hizo
eso para sacarlos de la escalada de una discusión.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
102

Siempre puede usarse el sentido común y detener la sesión si la escalada de


discusión no se puede controlar explicando que tanto ellos como el terapeuta
pierden su tiempo si nadie se compromete a comportarse de una manera diferente
a cómo lo hacen habitualmente.

Por fortuna estos eventos son los menos frecuentes.

La curiosidad como motor de la exploración terapéutica.

Keeney (1992) compara la psicoterapia con una visita guiada a un museo, en la que el
guía es el paciente y el visitante es el terapeuta quien tiene la posibilidad de preguntar,
a medida que el paciente muestra los cuadros de su vida. En general es el paciente
quien elige qué mostrar y qué no, pero esta visita por los cuadros de la vida del
paciente o de la familia es una empresa conjunta en la que el terapeuta puede dejarse
impresionar por los detalles y solicitar que le abran puertas o le muestren rincones que
el paciente sólo había mostrado superficialmente.

Esta metáfora sirve para proponer una idea fundamental: la curiosidad debe ser el
motor de la exploración cuando se entrevista a una familia. Resulta adecuado dejarse
sorprender y usar este impulso, la curiosidad, como un elemento básico que oriente la
conversación.

La curiosidad tiene el límite de lo éticamente aceptable para una conversación en el


contexto de un tratamiento por drogas. Aquí la curiosidad no se refiere a conocer
aspectos morbosos sólo por el poder que otorga el sillón de terapeuta. Se refiere más
bien a la curiosidad en el contexto de la responsabilidad terapéutica.

Seguir el impulso de la curiosidad genera camino exploratorios interesantes que


entregan datos que de otra manera no aparecerán en la conversación terapéutica. En
este sentido, cualquier elemento que llame la atención del terapeuta (aquellas
pequeñas incoherencias, los detalles de una descripción, el significado que le atribuyen
las personas a conceptos o situaciones, etc.) debe ser explorado a fondo como una
posible fuente de datos de importancia para la terapia.

Mantener la curiosidad terapéutica será siempre una forma de mantener la riqueza de


la conversación y la intervención.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
103

¿Y qué hacer si no hay familia?

Una situación bastante infrecuente, pero con alguna probabilidad de ocurrencia se


refiere a pacientes que no tienen familia.

Desde el punto de vista de este trabajo en tales ocasiones no resulta imposible el


desarrollo de un trabajo familiar, sin embargo, lo que debe aclararse primero es qué
se quiere decir cuando se plantea que un paciente no tiene familia: ¿Se está
planteando que el paciente tiene familiares que no están dispuestos a asistir a terapia,
o se está diciendo que efectivamente el paciente “no tiene a nadie en el mundo”?.

Dada la definición de familia con la que trabajamos en este texto “no tener a nadie en
el mundo” es una realidad muy improbable en nuestro país, sin embargo,
exploraremos también esa posibilidad para ver cómo intervenir.

(a) Familiares reacios asistir a terapia.

Tal vez una de las experiencias más frecuentes experimentadas por profesionales o
técnicos que desarrollan Intervenciones Familiares es que a la hora de planificar la
invitación a la familia del paciente, este plantee que sus familiares no asistirán a la
terapia.

Debido a esto, siempre es conveniente tomar estas palabras con algún grado de
escepticismo e insistir en la invitación a los familiares utilizando las estrategias que
revisamos en el Capítulo 5. En una amplia cantidad de casos estas estrategias son
suficientes para que los familiares asistan a terapia, por lo que debe insistirse
reiteradamente sobre ellas antes de que el terapeuta se de por vencido.

En el caso de que uno o más familiares se rehusen a presentarse a la Intervención


Familiar, puede recurrirse a la técnica de sustituir el espacio que el familiar
ocuparía por una silla vacía. Se puede pedir además a alguno de los presentes que
le tome una foto al familiar ausente para colocarla en la silla. Esta variante cumple
por una parte con representar la posición del pariente en un espacio del box
terapéutico, pero también está diseñada para generar cierto grado de instigación a
ese paciente para presentarse a la sesión, después de todo, lo que se comunica en
este acto es algo así como “bien, si tú no quieres ir, por lo menos voy a llevar una
foto tuya”.

Al inicio de la sesión debe preguntársele a los asistentes dónde se colocará la silla-


pariente y se debe preguntar si cada uno está suficientemente cómodo en relación
a la posición respecto de esa silla-pariente, pidiendo que se acomoden hasta
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
104

sentirse realmente cómodos. La observación de la distancia y la posición que


familiares colocan respecto de la tal silla-pariente entrega información de
relevancia al terapeuta.

Durante la sesión se le preguntará a los asistentes cuál sería la opinión de ese


pariente ausente frente a lo conversado y se tomará esa opinión como su fuera la
correcta. Se debe designar a uno de los asistentes como el portavoz de la terapia
frente al ausente y a la vez el encargado de chequear su opinión en aquellos casos
en los cuales esta sea poco conocida. También este portavoz se llevará tareas para
realizar con el pariente ausente entre sesiones.

La experiencia clínica muestra que con estas soluciones, unidas a la paradoja que
involucran, se generan movimientos en la familia que en una amplia cantidad de
casos hace que el pariente ausente se presente (a veces sólo de visita) a la
Intervención Familiar. Por otro lado, además, estas soluciones permiten el
desarrollo de la Intervención aún en ausencia de algunos de los miembros de la
familia.

(b) Pacientes sin nadie en el mundo.

Como se dijo más arriba, la definición de familia con la que hemos trabajado aquí
hace que este escenario sea altamente improbable de existir, por lo que se
recomienda al terapeuta insistir en la búsqueda de otro significativo.

Muchos pacientes en esta situación muestran más bien las consecuencias de sus
propias elecciones (cuyos orígenes es necesario explorar) por desvincularse
totalmente de sus familiares o incluso sus amigos, por lo que en estos casos, los
objetivos del trabajo familiar varía enormemente de lo planteado aquí.

En efecto, como aquel paciente no ha establecido patrones regulares de interacción


con sus parientes y/o amigos y no comparte íntimamente con ellos, la búsqueda de
los elementos que planteamos aquí, basados en las regularidades del
comportamiento de un grupo de personas, en realidad carece de sentido. El
objetivo de la intervención entonces se redefine en el sentido de buscarse la re-
vinculación del paciente con personas significativas para él.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
105

Capítulo 9.
Rendimientos, Niveles de Resolutividad y Alternativas
Terapéuticas.

Concentración y Rendimiento.

La Intervención Familiar propuesta aquí está diseñada para ser aplicada en sesiones de
45 minutos con una periodicidad de 1 vez a la semana y con una familia a la vez.
Dependiendo de la complejidad del caso, las sesiones podrían espaciarse hasta a dos
veces al mes.

Debido a que el material con el que se trabaja durante la sesión proviene de la propia
vivencia de la familia y a que muchas veces la familia se lleva tareas para realizar
entre sesiones, son escasas las oportunidades en que las familias se beneficiarán de
una asistencia más frecuente que una vez por semana.

La Intervención Familiar es una intervención potente que parece multiplicar el impacto


de sus movimientos en relación a intervenciones individuales. Por lo mismo tiende a
ser una intervención relativamente breve. La experiencia clínica muestra que
terapeutas experimentados logran resultados terapéuticos completos entre en un
espacio de entre 10 y 16 sesiones. Es bastante poco frecuente que la Intervención se
extienda más allá de 20 a 25 sesiones.

Niveles de resolutividad.

La Intervención Familiar expuesta en este trabajo puede ser adaptada a diversos


niveles de resolutividad para la atención de personas con problemas de drogas.

De esta manera, sobre la base de un esquema diagnóstico común, terapeutas menos


experimentados pueden acompañar a la familia entregando contención emocional, y
ayudando a identificar patrones interaccionales que mantienen el comportamiento
adictivo de uno de sus miembros. Terapeutas más experimentados, en cambio, pueden
trabajar con elementos más complejos de la interacción y de la epistemología familiar.
Así, el alcance de la intervención está directamente relacionado con la capacidad de los
equipos.

La Intervención Familiar como estrategia terapéutica, sin embargo, reconoce límites


para su aplicación que están referidos a la complejidad de los casos. En este contexto
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
106

se entiende que casos familiares más severos deben ser derivados a instancias de
mayor especialización que puedan proveer Terapia Familiar.

Es obvio pensar que estos criterios para la derivación a Terapia Familiar deben ser, a
su vez, adaptados al nivel de resolutividad que tenga el programa terapéutico dentro
del cual se integre la prestación de Intervención Familiar y también a la disponibilidad
de recursos más especializados que provean Terapia Familiar en las redes locales. Sin
embargo, en términos generales debe pensarse en una derivación a Terapia Familiar
en los siguientes eventos:

 Cuando la complejidad de las interacciones mostradas por la familia imposibilite


la generación de una hipótesis familiar.

 Cuando la complejidad de las interacciones familiares entorpece el desarrollo de


las sesiones y se hace muy difícil conversar o no se puede realizar o controlar la
entrevista.

 Cuando se identifican patrones de interacción que muestran con claridad la


presencia de otros problemas severos al interior de la familia (anorexia o
bulimia, VIF, repetidos intentos de suicidio, problemas conyugales severos,
etc.) paralelos a los patrones referidos al consumo de sustancias.

 Cuando otros miembros de la familia presentan otras patologías psiquiátricas o


problemas de salud mental que pueden ser calificados como severos.

 Cuando, a pesar de la realización de esfuerzos reiterados, la familia no


introduce cambios en su forma de interactuar.

Otras Alternativas Terapéuticas.

Siguiendo la misma línea conceptual de este trabajo, se ha desarrollado una forma de


intervención que involucra la realización de intervenciones con más de una familia a la
vez, denominada Intervención Multifamiliar (Troncoso, 2000). En esencia este tipo de
intervenciones mezclan elementos propios de los entendimientos sistémicos con
elementos surgidos de grupos de autoayuda en un esquema en que, con o sin
dirección profesional, las propias familias identifican e intentan modificar aquellos
patrones de interacción que mantienen sus problemas, utilizando como elemento
terapéutico su propia experiencia exitosa para la resolución de sus problemas.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
107

Este enfoque multifamiliar incluye objetivos que van más allá de lo propiamente
terapéutico para adentrarse en variables cercanas a las estrategias de desarrollo local.

Una expresión concreta de esta estrategia es la implementación de las llamadas


Escuelas Multifamiliares en las que se preparan líderes de la comunidad en el
entendimiento sistémico y ecológico de las dependencias, para luego conformar grupos
locales que reúnen a varias familias en torno de objetivos de superación de problemas
y mejoras de la calidad de vida. Estos grupos están presentes en varias regiones del
país.

Para un mejor entendimiento de estas ideas se sugiere la revisión del trabajo de


Troncoso (2000).

Otro abordaje relativamente clásico para desarrollar el trabajo con familias es el


llamado Psicoeducación en el que clásicamente un profesional de la salud mental
informa a familiares acerca de las características, gravedad, curso, pronóstico y
posibilidades de ayuda de la enfermedad mental de un miembro de la familia en la
esperanza que esta información ayude a comprender mejor al paciente y a desarrollar
modificaciones en la conducta de la familia.

La evidencia mostrada en el Capítulo 4 muestra que, para el caso de problemas de


drogas, este abordaje no resulta del todo eficiente.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
108

Capítulo 10.
Caso Clínico.
La Bella Durmiente.

En el presente capítulo se ejemplificarán los conceptos y elementos prácticos


propuestos en este trabajo, examinando un caso clínico desde el ingreso de la familia a
Intervención familiar hasta el alta.

Se presentarán los contenidos de las sesiones intercalando, en cursivas, las reflexiones


clínicas que orientaron al terapeuta a tomar sus decisiones.

La Paciente Indice se llama Alejandra, una mujer de 42 años, de clase media aunque
recientemente empobrecida, soltera y sin hijos. En el momento del inicio de la
Intervención Alejandra estaba ingresada, desde hacía dos semanas, en una Comunidad
Terapéutica debido a su adicción a las Benzodiazepinas. Hasta ese momento vivía en la
casa familiar con sus padres, Rosa de 70 años y Sergio de 75, y con su hermano
Fernando de 40.

Dadas las características del caso se le ha bautizado como: La Bella Durmiente.


Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
109

Sesión 1.

Asisten a la sesión Rosa (70), madre de la paciente índice (PI); Sergio (75), padre la
PI, Fernando (40) hermano de la PI y Alejandra (42), paciente índice.

Físicamente impresionan como personas de clase media, adecuadamente vestidos y


aseados. Alejandra parece de un poco más edad de la que tiene.

Al momento de la entrevista los miembros de la familia ocupan las siguientes


posiciones:

Papá

Fernando

Alejandra
Terapeuta

Mamá

En general, todos mantienen la vista al frente, observando al terapeuta y se mantienen


en relativo silencio.

Reflexiones Terapéuticas.

Las posiciones de los miembros de la familia parecen indicar elementos sugerentes: la


madre y Alejandra se sientan en una cercanía máxima entre ellas y parecen formar
una sola unidad respecto de los hombres de la familia. Fernando aparece relativamente
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
110

al medio sin mayor contacto con el resto, al lado del padre, pero sin tocarlo. La
distancia de los padres es máxima entre ambos. ¿Qué relaciones parecen comunicar
estas posiciones?. Los padres parecen distanciados el uno del otro poniendo a los hijos
en medio de ambos, la madre parece tener una hija especialmente cercana (¿una
aliada?), mientras que el padre no parece tener un cercano o un aliado particularmente
definido. La composición de la familia genera una curiosidad casi inmediata: ¿cómo es
que esta familia ha mantenido esta forma durante tanto tiempo, es decir, cómo es que
dos hijos evidentemente adultos se mantienen todavía en la casa de los padres?, ¿la
mantención de ellos dentro de la casa será importante para esta familia por algún
motivo?.

El terapeuta inicia la sesión pidiendo a los miembros de la familia que se presenten.

Comienza hablando Sergio. Se presenta como el padre de esta familia. Dice que es
jubilado, que trabajó 30 años en una fábrica de muebles, donde llegó a ser el
encargado general de todo el proceso productivo. Actualmente se decida a la jardinería
en su casa y al dominó con un grupo de amigos. Dice que está separado de la señora…

Terapeuta: ¿cómo así?

Él responde que viven en la misma casa porque la situación económica no les permite
mantener dos casas. Duermen en piezas separadas.

Rosa dice que ella es dueña de casa, se dedica esporádicamente a un grupo de señoras
voluntarias que trabajan con enfermos. Ratifica la información entregada por Sergio.

Fernando dice que vive en la casa y que no hace nada. Ha tratado de irse de la casa a
un departamento con amigos un par de veces, pero no le ha resultado y termina
regresando. No tiene pareja. Dice que tiene una enfermedad cardíaca crónica, que
requiere cuidados, pero que no es incapacitante.

Alejandra dice que tampoco hace nada y se dedica a ser dueña de casa y a ayudar a la
mamá. Tiene una pareja, pero no es del agrado de la familia, por lo que le cuesta
mucho llevar adelante esa relación.

La familia vive de las pensiones de los padres, que es bastante baja, y de ayudas
esporádicas de la hermana de la madre que tiene una buena situación económica.

Hechas las presentaciones el terapeuta les pregunta: ¿Porqué están aquí?


Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
111

La madre toma la palabra y dice que están ahí por el problema de consumo de
medicamentos de Alejandra. Ella comenzó a consumir remedios para los nervios, hace
como 12 años, porque era muy nerviosa, andaba siempre como asustada, con
sobresaltos. En esa época Alejandra trabajaba como secretaria en una empresa y
estaba tan estresada que debió dejar ese trabajo. Fue la madre, quien le recomendó
los mismos remedios que tomaba porque también era bastante nerviosa. Con el
tiempo Alejandra llegó a consumir hasta media caja de diazepam diaria y en general
pasaba dormida todo el día. Un doctor les daba recetas para que pudieran comprar los
medicamentos, pero hace poco tiempo el doctor dejó de trabajar en el consultorio y al
consultar, otro le diagnosticó adicción a las BDZ. Probaron con remedios naturales,
pero no le hicieron nada y Alejandra se sentía cada vez peor. En el Servicio de
Urgencia, al que fueron buscando atención, la derivaron a un COSAM y desde ahí
llegaron a esta Comunidad Terapéutica.

Terapeuta: ¿Hay otra cosa que le preocupe?.

La madre dice que le preocupa que Alejandra esté saliendo con una persona que es
mala compañía. Pololea con el cuidador de autos de la esquina de la casa, que duerme
en la calle y queda botado borracho los fines de semana...

Alejandra la mira con cara enojada. El resto de la familia mira silenciosa al frente.

El terapeuta pregunta a Rosa si hay otra cosa que le preocupe. Ella dice que la
situación con el marido.

¿Cómo así?, pregunta el terapeuta.

Dice que le preocupa que el marido puede ser violento con ella. Están separados hace
como 10 años, pero viven juntos y la convivencia se hace imposible de soportar. Él la
vigila y le grita.

Sergio toma la palabra y hablando en voz bastante alta dice al terapeuta: ¿porqué no
le pregunta cómo me trata?, ¿le parece a usted razonable que ella compre la comida
para ella, se cocine en un anafre en su pieza y no me cocine nada a mí?, ¿le parece
razonable que se gaste la plata de las contribuciones de la casa en otras cosas y
estemos a punto de perder la casa?

El terapeuta le pide que espere su turno para hablar. Sergio lo mira fijamente y hace
un ademán como para seguir hablando… el terapeuta le hace un gesto con la mano
para que no continúe hablando. Sergio se calla murmurando “así no llegaremos a
ninguna parte, nada va a cambiar”
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
112

Rosa dice: ¿ve? Es así como se pone. Se pone como un energúmeno, no hay quien lo
pueda detener, se pone violento…

El terapeuta la detiene y le pregunta si hay alguna otra cosa que le preocupe.

Ella dice que le preocupa un poco Fernando, que no sabe cuando se va a instalar en la
vida, lo ve tan dejado, como que no tiene iniciativa, esto debe ser por su enfermedad.

El terapeuta le pregunta si hay alguna otra cosa que le preocupe. Dice que no.

Alejandra toma la palabra para decir que la madre tiene razón, que muchas veces el
padre ha llegado a ser peligroso y que le da miedo... el terapeuta le pide que espere
un poco a que llegue su turno para hablar.

Fernando se mantiene callado mirando fijamente hacia adelante.

El terapeuta pregunta a Sergio: ¿porqué está usted aquí?.

Sergio: Porque esta puede ser la oportunidad de enfrentar los problemas que tenemos
como familia. Si hablamos frente a una persona externa, a un experto, quizá podamos
ponernos en algo de acuerdo.

Terapeuta: Desde su punto de vista Sergio ¿cuales son los problemas de la familia?.

Sergio: Hay un ambiente terriblemente tenso en la casa. Las cosas no se pueden


hablar. Cada vez que intento poner orden en la casa se arma una pelea monumental y
todos terminamos peleando.

Terapeuta: ¿A quienes se refiere?

Sergio: A toda la familia.

Alejandra toma la palabra y plantea que las cosas no son así, que es el papá el que se
pone violento y que la mayoría de las veces es él quien inicia las discusiones en forma
violenta, así que no es correcto que se ponga como una especie de mártir de la
familia...

El terapeuta le pide a Alejandra que espere su turno para hablar, y vuelve a la


conversación con Sergio: ¿Quiere explicar más la situación que relata?
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
113

Sergio: Las peleas se dan especialmente entre Rosa y yo. Ella me ha perdido
totalmente el respeto, se pelea conmigo casi todos los días y no me agradece nada de
lo que hago por ella. Por ejemplo, hace una semana le traje un kilo de filete para que
cocinara para la todos y me lo tiró por la cabeza, literalmente. Yo lo guardé en el
refrigerador y ella lo cocinó por la noche y lo guardó en su pieza que mantiene con
llave... ¿cree usted que yo comí algo de esa carne?, nada, ella lo guardó y yo no vi
nada de esa carne...

Aquí se pone como usted la ve, como mosquita muerta, pero en la casa es bien
diferente. Yo no soy el malo de la casa.

Terapeuta: OK. ¿Hay alguna otra cosa que le preocupe?

Sergio: Me parece que lo que le conté es el origen de todo lo que ocurre en la casa.

Terapeuta: ¿Le preocupa el consumo de medicamentos de Alejandra?

Sergio: Sí, aunque no exageradamente. Alejandra es muy parecida a la madre. Ambas


toman medicamentos para los nervios, se los comparten e incluso conversan entre
ellas acerca de cuál es más efectivo que el otro. Yo decía que si seguían así, las cosas
iban a salir mal, que los remedios no son para jugar... y ya ve usted... llegamos a esta
situación en la que Alejandra pasaba durmiendo casi todo el día como si fuera una
guagua... dormía casi 24 horas seguidas todos los días... yo creo que si se dejan de
tonterías con los remedios las cosas se van a arreglar solitas...

Terapeuta: Muy bien. ¿Hay alguna otra cosa que le preocupe?

Sergio: No.

Terapeuta, dirigiéndose a Fernando: ¿Y usted Fernando, porqué está aquí?

Fernando: Vine porque Alejandra me llamó para la casa y me pidió que viniera.

Alejandra dice que ella cree que le va a ser de ayuda venir a terapia porque... el
terapeuta nuevamente le pide que espere su turno para hablar y ella hace un gesto
como de pedir perdón por interrumpir y se queda callada.

Terapeuta a Fernando: ¿Hay alguna cosa que le preocupe?

Fernando: Me preocupa especialmente la situación dentro de la casa. Hay muchos


problemas, muchas peleas, especialmente entre el papá y la mamá, pero también con
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
114

la Alejandra. El ambiente se vuelve muy pesado, pelean los papás, Alejandra trata de
controlar la situación y al final los dos terminan peleando contra ella y también entre
ellos...

Terapeuta: ¿Y usted qué hace cuando ocurren estas peleas?

Fernando: Yo trato de no estar en la casa o estar lo menos posible. Salgo casi todo el
día, me voy a conversar con mis amigos... y si llego alguna vez a la casa y me doy
cuenta de que la cosa está muy tensa me voy a dar otra vuelta y llego como a las
cuatro de la mañana cuando ya todos están dormidos. Me he tratado de ir de la casa
un par de veces, pero no me resulta y tengo que terminar volviendo nuevamente.

Terapeuta: ¿Porqué no le resulta irse de la casa?, ¿qué le ocurre?.

Fernando: Lo que pasa es que tengo una enfermedad cardíaca que en realidad no es
tan grave, pero a veces me juega una mala pasada. Me ha ocurrido ya dos veces que
me he ido de la casa y cuando he llevado un tiempo viviendo afuera, compartiendo con
un par de amigos, me he enfermado… no sé… parece que me baja la presión y me he
sentido muy mal, se me daba vuelta todo, como que perdía el equilibrio, al final no me
podía ni mover, me dolía el pecho y me tuvieron que llevar a Urgencias. Ambas veces
ha ocurrido que mis amigos me han dicho que tal vez lo mío es más grave de lo que
parece y me han “invitado” al irme, porque me dicen que es mucha la responsabilidad
y eso… así que he terminado de vuelta en la casa…

Terapeuta: ¿Alguna otra cosa que le preocupe?

Fernando: Encontrar luego un trabajo para poder irme de la casa.

Terapeuta: ¿Le preocupa el consumo de medicamentos de Alejandra?

Fernando: En realidad pienso parecido al papá, creo que se les pasó la mano a la
mamá y a ella en el uso de los remedios... y ahora yo estaba un poco preocupado
porque veía que Alejandra pasaba en la casa y pasaba casi todo el tiempo durmiendo.
Yo sé que es difícil dejar de tomar medicamentos, así que me parece genial que
Alejandra esté aquí donde la pueden ayudar.

Terapeuta: OK. ¿Hay alguna otra cosa que le preocupe?

Fernando: No.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
115

Terapeuta: (a Alejandra) Alejandra, yo la he interrumpido en varias ocasiones en las


que usted quería hablar... pero ya le tocó su turno. Dígame ¿Porqué está usted aquí?

Alejandra: Por mi adicción al diazepam y a otro montón de medicamentos para los


nervios y para dormir.

Terapeuta: ¿Cómo así?

Alejandra: Efectivamente comencé a consumir remedios que me daba la mamá para


los nervios... comenzó cuando yo trabajaba como secretaria en una empresa... una
vez, llevaba poco tiempo trabajando y era mi primer trabajo, tuve un problema con
una compañera de trabajo y me ponía muy nerviosa cuando me iba al trabajo, tanto
que dejé de ir, perdí el trabajo y ahí comencé a tomar medicamentos. Pasé como cinco
años dentro de la casa, parecía una monja de claustro...

Terapeuta: ¿Cuando dice "dentro de la casa" está diciendo que no salía para nada?

Alejandra: Para nada

Terapeuta: ¿ni a la plaza?

Alejandra: Ni a la plaza.

Terapeuta: ¿Y qué hacía?

A: Nada... no sé... le ayudaba a la mamá en la casa, conversaba con ella... le ayudaba


a hacer el almuerzo... y el resto del tiempo es cierto, me dedicaba a dormir... parecía
una guagua.

T: ¿Y ahora sale un poco?

A: Un poco, yo no diría que salgo tanto, pero salgo a ver a mi pololo, como no puedo
llevarlo a la casa... pero no es tanto... será una o dos horas al día.

T: ¿Y qué hace el resto del tiempo?

A: Lo mismo que antes... ayudarle a la mamá... dormir...

T: ¿Hay otra cosa que le preocupe?

A: La relación con mi pololo.


Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
116

T: ¿Cómo así?

A: Cuando me interné en esta Comunidad Terapéutica no le avisé que me iba a


internar y hace dos semanas que no hablo con él, así que no sé bien si la relación
sigue...

T: ¿Le gustaría contar un poco más de eso?

A: He tenido graves problemas con la mamá por este tema. A mi familia, y


especialmente a mi mamá, no le gusta mi pololo. Yo estaba pololeando hace años con
una persona de muy buena condición económica que me pidió matrimonio, pero entre
toda la familia, y especialmente mi mamá, me convencieron que no me convenía
porque era un mujeriego que me haría sufrir, así que terminé la relación y no me casé
con él. Ahora la cosa es justo lo contrario, no les gusta Manuel porque, a pesar de ser
un hombre bueno, dicen que no es de mi condición social, porque trabaja cuidando
autos y no tiene casa.

T: Ya veo, es como un desacuerdo... ¿Hay alguna otra cosa que le preocupe?

A: Me preocupan las peleas entre los papás, especialmente, me preocupa que mi papá
es un hombre que se pone muy violento y creo que puede llegar a hacer daño a mi
mamá... o ella causar un problema grave... a veces temo por sus vidas... Lo complejo
es que me doy cuenta de que soy la única que pone un poco de cordura en la casa,
porque Fernando se va cuando empiezan las peleas y es a mí a quien le toca
tranquilizar la situación entre ambos...

T: ¿Es decir que Ud. es la que pone la paz en la casa?

A: Quien sabe... parece que sí. En general me preocupo de que ambos no se pongan
violentos... me da miedo que el papá le pegue a la mamá...

T: OK. Quisiera hacerles una pregunta dirigida a todos: ¿qué pasa antes durante y
después de que Alejandra ha consumido?

(Silencio)

S: No es fácil decirlo, porque es como que no hay un momento muy claro en que
Alejandra consuma y otro en que deje de consumir. Ella toma remedios todos los días,
es un consumo permanente...
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
117

T: OK, ¿y si yo le preguntara cómo se da cuenta Ud. que ella ha tomado remedios, qué
me diría?

S: Que es cuando ella duerme por mucho tiempo. Ahí me doy cuenta de que ha
tomado más remedios que de costumbre, porque los toma todos los días.

T: ¿Y qué pasa entonces?

S: Me preocupo, la voy a mirar a su pieza. A veces me da miedo que se muera, que se


la pase la mano con los remedios, que tenga una sobredosis, así que entro a ver si
está respirando...

T: ¿Y Ud. Rosa, cómo se da cuenta que Alejandra ha tomado más remedios que de
costumbre?

R: Igual, duerme más.

T: ¿Y Ud. qué hace en esas oportunidades?

R: Me preocupa, pero no tanto. También la voy a mirar, pero no me da tanto miedo,


no pienso que se vaya a morir o algo. Más bien me preocupa dejarla dormir tranquila,
así que trato de que las cosas estén en calma, no hago el aseo, trato de que este
hombre no se ponga como energúmeno para que no ande gritando por la casa como
un feriante...

T: ¿Y no le da miedo que le pueda pasar algo, como que haya tomado una sobredosis
y le pueda causar un daño a la salud?

R: Fíjese que no, porque ella sabe muy bien cómo funcionan los medicamentos. Y en
general me he fijado que ella duerme más luego de que se ha quedado despierta hasta
tarde en la noche cuando el padre y yo hemos estado discutiendo.

T: ¿Y hasta qué hora discuten?

R: A veces hasta las cinco de la mañana.

A: Y yo me quedo despierta hasta esa hora, atenta a que no se vayan a hacer daño,
especialmente cuidando que el papá no le vaya a pegar o hacerle otra cosa a la mamá,
y a veces trato de intervenir para que las cosas se tranquilicen, pero no siempre me
resulta, porque la pelea sigue y se ponen a pelear conmigo...
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
118

T: Entiendo. Pero entonces, desde su punto de vista Alejandra, ¿el que usted duerma
hasta tarde es un indicador de que ha tomado más remedios que de costumbre o es
que se duerme porque se ha quedado despierta hasta tarde?

A: Yo creo que sí es un indicador de que he tomado más remedios, porque luego de


esas peleas, que me parecen agotadoras, lo único que quiero es dormir y olvidarme del
mundo... así que tomo pastillas que me hagan dormir hasta tarde, al final me
despierto como a las 6 de la tarde.

T: Mmmm, ya veo. ¿Y usted Fernando, cómo ve esto, cuál es su punto de vista al


respecto?

F: Estoy de acuerdo, así es la cosa. Cuando me despierto a veces y veo a todos


andando como calladitos, me doy cuenta de que la noche anterior han estado peleando
y que la Alejandra está durmiendo. Yo en general trato de llegar tarde a la casa por lo
mismo, para no encontrarme con peleas, pero a veces llego como a las cinco de la
mañana y la pelea sigue.

T: ¿Y qué hace?

F: No, a esa hora ya no puedo hacer nada, no puedo salir, así que me voy a acostar
rapidito.

T: ¿Y cómo terminan las peleas?

F: Yo creo que por cansancio, me da la impresión que los vence el cansancio y se van
a acostar... sino seguirían peleando.

T: (mirando a los padres) ¿Ustedes cómo lo ven?

S: Sí, yo creo que la peleas no se terminan, al final nos vamos a acostar de puro
cansados no más.

T: ¿Y cuál es su punto de vista Rosa?

R: También creo que dejamos de pelear cuando ya no damos más...

T: OK. Déjenme preguntarles algo diferente: ¿han hecho algo para superar el
problema de consumo de Alejandra?.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
119

R: Lo que pasa es que no sabíamos que ella tenía este problema de adicción, yo creía
que ella tomaba pastillas porque era nerviosa... cuando el doctor nos dijo que podía
ser eso, tratamos de mejorarla con remedios naturales, homeopáticos, ¿me entiende?,
pero ella se sentía cada vez más mal, y luego fuimos al COSAM y después nos
mandaron para acá.

T: Y Ud. Sergio ¿cómo lo ve, qué intentos han hecho por superar el problema?

S: Yo vengo diciendo hace varios años que jugar con los remedios es peligroso, lo digo
y lo digo, pero no me hacen caso...

T: Así que su estrategia ha sido tratar de convencerlas de que está mal lo que hacen...

S: Así es.

T: Fernando, ¿Cuál es su punto de vista?

F: Yo he visto muchas veces al papá decirle a la Alejandra que no siga con esto de los
remedios para los nervios. Yo también le he dicho algunas veces...

T: ¿Ha intentado alguna otra cosa?

F: No.

T: Y usted Alejandra ¿ha hecho algo por solucionar este problema?

A: Yo creo que para mí este es un problema hace poco, lo que yo quería era estar
tranquila, no estar tan tensa, pero parece que se me pasó la mano... recién ahora me
siento haciendo algo por mí...

Hacia el final de la sesión el terapeuta pregunta sobre las explicaciones que tiene la
familia para lo que le ocurre a Alejandra. El padre y Fernando coinciden en que
Alejandra y la madre han jugado irresponsablemente con los remedios. La madre y
Alejandra plantean que Alejandra es muy nerviosa y por lo tanto ha necesitado los
medicamentos.

Reflexiones Terapéuticas.

La primera sesión entrega información relevante frente al caso.


Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
120

La familia identifica dos motivos de consulta preponderantes: el consumo de


medicamentos de Alejandra y las peleas entre los padres, estas preocupaciones son
comunes para todos los miembros de la familia. Otras preocupaciones secundarias
tienen que ver con discrepancias acerca de si el pololo de Alejandra es adecuado para
ella o no y con Fernando y su dificultad para salir de la casa paterna.

La entrevista también logra identificar un patrón interaccional respecto del consumo. Si


bien el consumo de medicamentos de Alejandra se describe como continuo, el mismo
aumenta cuando se presentan discusiones entre los padres. El patrón interaccional
incluye la presencia de una discusión entre los padres hasta altas horas de la
madrugada en la que Alejandra trata de intervenir sin demasiado éxito. Las peleas se
extinguen por cansancio de los padres. Alejandra consume más medicamentos que de
costumbre para “descansar” y al día siguiente duerme hasta tarde. El sueño de
Alejandra preocupa al padre, mientras que la madre intenta velarlo de manera que no
se perturbe su sueño. Fernando está fuera de la situación, pero actúa en consonancia
al día siguiente cuando despierta.

No han existido intentos de solución exitosos. Más bien los mismos pueden describirse
como recientes a raíz de la definición de dependencia a BDZ por parte de un médico,
incluyendo uso de medicamentos homeopáticos y consultas en el COSAM. El intento
más reiterado, aunque nada de exitoso, ha sido el del padre, quien ha tratado de
convencer, con reproches, a Alejandra y a la madre acerca de lo peligroso de utilizar
indiscriminadamente medicamentos. Fernando ha usado la misma línea de solución,
pero de una manera menos sistemática.

Las explicaciones de la familia apuntan a la mala salud mental de Alejandra y a la


irresponsabilidad en el uso de medicamentos.

La descripción de estos elementos permiten al terapeuta formular una hipótesis


respecto de la función del síntoma (el consumo de medicamentos) para esta familia:

 La familia presenta conflictos graves en su convivencia, particularmente ligados a


la interacción entre los padres. Estos conflictos son de importante magnitud.

 La presencia de los hijos en medio de este “campo de batalla” ayuda a la familia


a regular este conflicto, lo que especialmente es así para Alejandra que es quien
más interviene entre ambos, aliándose muchas veces con la madre.

 En este ambiente, el consumo ofrece por lo menos las siguientes posibilidades:


Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
121

 Adormece a Alejandra de modo de evitar que salga de la casa, buscando


trabajo o una pareja.

 Regula la tensión que se genera entre los padres de modo tal que la día
siguiente de sus discusiones ambos desplazan su atención hacia Alejandra y
regulan su comportamiento dejando de discutir, ya sea por la preocupación
por su vida o por velar su sueño.

 Es posible pensar que otros elementos confluyen para mantener los hijos al
interior de la familia. Tal es el caso de la enfermedad de Fernando y el tipo de
elección de pareja de Alejandra.

 Un elemento que ayuda a la mantención de este patrón de interacciones son las


soluciones intentadas las que se caracterizan por intentos de muy corta data o
insistencia en soluciones evidentemente inútiles como las reprimendas del padre.

Basado en esta hipótesis el terapeuta le ofrece a la familia una forma alternativa de


plantear su problema: “Ustedes están viviendo en una “zona de guerra” que incluye
ataques y estrategias “bélicas” bastante evidentes. En este contexto tienen un par de
hijos que se ofrecen para tratar de imponer la paz entre ustedes, tal como lo hacen los
cascos azules de la ONU. Visto así, el consumo de medicamentos de Alejandra les
ofrece una ventaja para esta tarea, ya que por un lado ha asegurado que ella se quede
en la casa, porque, literalmente no ha salido de ella en mucho tiempo y por otro les
ayuda a ustedes a reducir la tensión del conflicto ya que el hecho de que ella duerma
más de la cuenta (que es un indicador de que ha consumido demasiados
medicamentos) les hace cambiar su comportamiento ya sea porque se preocupan de
su salud o porque le cuidan el sueño. Por otro lado, la enfermedad de Fernando
también ha sido una ayuda para que él, en su estilo, ejecute su labor de casco azul, al
no permitirle salir de la casa. Otra cosa puede ser la pareja de Alejandra, quien a juicio
particularmente de usted, mamá, no está a su altura lo que significa que usted se
oponga a esa relación y la misma no sea una manera real de salir de la casa,
casándose, por ejemplo.

Como ven, el consumo de medicamentos tiene algunas razones y “beneficios” (aunque


suene raro decirlo así) ocultos para la familia que sería bueno trabajar. Pero
probablemente lo que hay que trabajar son estos conflictos que les están causando
tanto dolor a la familia y la forma en que los han abordado hasta ahora”

Con esta invitación el terapeuta invita a la familia a iniciar una Intervención Familiar,
cosa que la familia acepta.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
122

Sesión Nº2:

A la segunda sesión asisten los cuatro integrantes de la familia.

El terapeuta propone como un objetivo de la Intervención examinar la forma en que la


familia ha abordado sus conflictos hasta ahora y buscar una forma de resolverlos de
manera tal que no incluya el consumo indebido de medicamentos.

Inicia la sesión recordando las ideas propuestas en la anterior y decide buscar más
información respecto del conflicto de los padres.

Los datos recabados indican que ellos han tenido un conflicto severo desde hace
prácticamente 40 años, ya que visualizan la fecha de inicio del mismo próximo al
nacimiento de Fernando. En estos años el conflicto ha tenido algunas escenas
“escabrosas” como que el padre ha sido verbalmente violento con la madre o que la
madre le ha escondido la comida al padre.

El terapeuta intenta explorar si sería viable que los padres redujeran su nivel de
conflictos. Frente esta exploración surge, en la sesión, una discusión de importante
magnitud que convence al terapeuta que ninguno de los padres está dispuesto a
moverse de su posición. Las vías de conciliación de ambos parecen bastante cerradas.
El terapeuta detiene la discusión diciendo que ya había visto suficiente como para
hacerse una idea de la interacción entre ambos y que los invitaba a detenerse, porque
no tenía sentido seguir en esa dinámica conocida por todos si lo que querían era
buscar nuevas formas de comportamiento en la sesión.

Surge la idea de que los padres han estado más preocupados por Fernando en este
tiempo en que Alejandra está internada, parece haber tenido recaídas en su estado de
salud, cosa que él reconoce sólo a medias: se ha sentido un poco, sólo un poco peor,
pero no es para tanto.

El terapeuta les pregunta a los hijos qué es lo que más temen en este ambiente
familiar:

A: Que el papá sea violento con la mamá o que ella haga algo grave contra él.

T: OK. Pero, ¿hasta donde llega su miedo?, ¿cuál cree que es el riesgo que, en su
opinión, corren los papás en este momento?

A: Que pase algo grave.


Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
123

T: ¿Cuan grave?

A: No sé, grave. Algo grave.

T: OK. Pero ¿cuan grave?, ¿qué puede ser tan grave como para que Ud. decida
mantenerse por tanto tiempo en la casa cuidándolos?

A: Que uno termine matando al otro.

T: ¿Teme que uno efectivamente termine matando al otro?.

A: Ud. no ha visto lo que pasa en la casa. A veces las cosas que se dicen, las caras que
ponen, la rabia que les da... como que se transforman... y en esos momentos me da
miedo, creo que, tal vez sin querer se les pueda pasar la mano y que uno mate al
otro...

(los padres en silencio y con cara de sorpresa)

T: Vaya que dilema, ahora entiendo su preocupación... y usted Fernando, ¿cuál es su


punto de vista?

F: Yo en general no creo que se vayan a matar, pero a veces también me da miedo de


que se vayan a causar daño.

T: ¿Tanto miedo como para quedarse en la casa a cuidarlos?

F: (con cara de sorpresa) Chuta... nunca lo había pensado así. Quien sabe, tal vez por
eso no me he ido de la casa...

El terapeuta cierra la sesión diciendo que le ha quedado claro algo: la magnitud de la


preocupación de los hijos. La misma que es tal que los “petrifica” de terror haciendo
que no se vayan de la casa.

Reflexiones Terapéuticas.

El terapeuta ha enmarcado la Intervención en el objetivo de explorar cómo la familia


mejorará la forma de enfrentar sus conflictos, sacando el consumo indebido de
medicamentos de las alternativas para ello.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
124

Durante la sesión ha hecho dos descubrimientos importantes. El primero es que no


parece viable, en el corto plazo, resolver el “problema de pareja” de los padres y el
segundo es que el temor de los hijos a que los padres se causen un daño es tal que
prefieren “entregarse” para cuidarlos, aún a costa de su independencia personal.

La regulación del sistema parece moverse ahora hacia Fernando: los padres comienzan
a preocuparse por una desmejora en su salud, mientras que él parece también
reconocer tal desmejora.

Sesión Nº3.

La tercera sesión se realiza dos semanas después de la segunda. Los padres no llegan
a la sesión sin dar explicaciones, tal parece que se descoordinaron y no llegaron.

El terapeuta, retomando lo conversado en la sesión anterior, examina si es tan


“razonable” el temor de los hijos. Intenta generar algo así como una “duda razonable”
para sus temores planteando que en 40 años de discordia los padres no se han
separado y tampoco se han matado uno a otro... ¿no será este el estilo de relacionarse
de ellos luego de tanto tiempo de relación, que aunque muy inquietante, no es
realmente tan peligroso como parece?.

Fernando comenta en este punto que la presión hacia él, en términos de la


preocupación de los padres por su salud y las cosas que le pasan, se ha vuelto muy
difícil de tolerar y que está planeando seriamente buscar un departamento con un
amigo e irse a vivir con él.

Reflexiones Terapéuticas.

El terapeuta trata de mostrar un punto de vista diferente acerca de los temores de los
hijos, con la esperanza de que los mismos disminuyan.

Por otro lado, y quizá basado en las conversaciones terapéuticas Fernando parece
pensar en una estrategia diferente: buscar un lugar a donde irse. Parece no estar
cómodo con el rol que el sistema le intenta entregar como regulador de los conflictos,
es cierto que ha hecho intentos previos en eta dirección, pero este tiene una
diferencia, es primera vez que Alejandra no está en la casa mientras él intenta buscar
otro lugar para vivir. Tal vez esto puede ayudar a que sus intentos sean ahora
diferentes.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
125

Sesión Nº4.

La cuarta sesión se realiza 15 día después de la tercera y se cuenta sólo con la


presencia de Alejandra.

Ella comenta que recibió una llamada telefónica de la madre en que le comunicaba que
Fernando se había ido de el casa y que el padre estaba enfermo. Si bien en la llamada
no había una petición explícita de la madre, Alejandra sentía que esta la había llamado
para pedirle ayuda.

La presión era máxima en ese momento, porque luego de esa llamada Alejandra no se
había podido comunicar con su casa, ya que el teléfono estaba cortado y el celular
tampoco respondía.

Para aumentar la dificultad, Fernando no había llegado a la sesión y ella no tenía idea
de dónde podía encontrarse.

La solicitud de Alejandra era la de abandonar el tratamiento, y salir de la Comunidad


Terapéutica para volver a ayudar a su casa.

El terapeuta se muestra fuertemente en desacuerdo con esta idea y propone un trato


que Alejandra acepta a regañadientes: si en los próximos 15 días no tiene noticias de
la familia, dejará el tratamiento y se irá a casa. La alternativa es contactarse con un tío
quien seguramente puede obtener información respecto de los padres.

Reflexiones Terapéuticas.

El sistema parece reorganizarse y en el proceso echa mano de mucha energía para


intentar mantener la organización previa. Alejandra se siente tensionada a volver al
hogar familiar mientras que el sistema familiar en su conjunto se encarga de empujar
en esta dirección. El terapeuta intenta frenar este movimiento, por lo menos hasta
tener noticias más claras respecto de cómo está reaccionando el sistema a los
cambios.

Sesión Nº5:

Transcurridos 15 días desde la última sesión, se realiza la quinta sesión a la que


asisten Fernando y Alejandra.

El tono emocional de la sesión es increíblemente diferente a la de los últimos


encuentros. Las novedades de ambos eran mayúsculas: Fernando encontró un
departamento con un amigo y se mudó a vivir allá, no se había presentado a la sesión
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
126

anterior porque perdió la micro y no tenía el teléfono de la Comunidad Terapéutica (no


quería hablar con los papás para pedírselo). El tiempo que llevaba viviendo afuera de
la casa no había sido del todo fácil, particularmente porque sentía la presión de los
padres para que volviera (lo llamaban y se lo pedían, literalmente), sin embargo
comenzaba a adaptarse a su nueva vida y tenía la promesa de un trabajo que
comenzaría en dos semanas más.

Por otro lado, las informaciones que el tío había dado respecto de los padres y lo que el
propio Fernando había podido comprobar, mostraban que la madre se había hecho
cargo de cuidar al padre en su enfermedad, en un clima de bastante tranquilidad y
respeto mutuo.

El terapeuta tomó esta información y reforzó estas ideas, particularmente el hecho que
los padres parecían encontrar un equilibrio que era impensado tiempo atrás por los
hijos, basados en los temores que los mismos tenían respecto de las consecuencias de
las discusiones de ambos.

En la sesión la emoción de ambos hijos era de tranquilidad frente a esta nueva


organización de la familia.

Reflexiones Terapéuticas.

Las conversaciones y posiciones originales de la familia parecían modificarse en la


dirección de una mayor tranquilidad, lo que a su vez generaba la percepción de que el
sistema se destrababa y podía recuperar una fluidez que la familia no conocía hacía
décadas.

Durante los siguientes 4 meses la familia continuó afianzando estos cambios en que los
padres llegaron a establecer una forma de convivencia por lo menos no amenazante ni
violenta (aunque tampoco particularmente cariñosa), mientras que Alejandra, al
egreso de la Comunidad Terapéutica, se instaló en forma independiente lo que le
permitió a ella y a Fernando establecer contactos cercanos, pero no “atrapantes” con la
familia.

La Intervención descrita intenta ser un ejemplo acerca de cómo se establece un


diagnóstico en una Intervención Familiar y cómo es posible invitar al sistema a mirar
las cosas de una forma diferente, posibilitando de esta manera la aparición de
conversaciones y emociones diferentes que destraben las relaciones entre los
miembros de la familia haciendo, que la presencia del síntoma “consumo de drogas”
deje de ser necesaria.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
127

Recursos de Formación en Información

Internet representa una forma particularmente rica en interesante para desarrollar un


mejor y más profundo acercamiento a una multiplicidad de ideas. En esta apartado se
entrega una selección de recursos disponibles en Internet sobre temas sistémicos. La
selección es de Chenail (2001).

Ideas Fundacionales

Cibernética.

American Society for Cybernetics.


(http://www.asc-cybernetics.org)

La American Society for Cybernetics (ASC) es tanto un recurso informativo como una
organización activa dedicada a las ideas sistémicas. Organizan una conferencia anual y
alberga información sobre diversas páginas.

Principia Cybernetica
(http://pespmc1.vub.ac.be/default.html)

Este proyecto internacional ha liderado la creación de uno de los mejores sitios sobre
cibernética y pensamiento sistémico. Principia Cybernetica distingue una interesante
combinación de valiosos recursos internacionales e innovaciones tecnológicas.

Ideas Batesonianas.

Towards an Ecology of Mind.


(http://www.oikos.org/psicen.htm)

The Pattern Which Connects: About Gregory Bateson


(http://www.lawrence.edu/dept/environmental_studies/bateson.html)

Estos dos sitios representan lo mejor de la web en páginas dedicadas a la vida y


pensamiento de Gregory Bateson. Incluyen enlaces a textos completos de y acerca de
Bateson.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
128

Maturana y autopoiesis.

Chilean School of Biology of Cognition: The Web Page of Humberto Maturana.


(http://www.inteco.cl/biology/index.htm)

Autopoiesis plus...
(http://www.pnc.com.au/~lfell/index.html)

Ambos sitios son excelentes introducciones a las ideas de Maturana e incluyen accesos
a artículos y numerosos sitios en la web.

Construccionismo y Constructivismo.

Kenneth J. Gergen´s Home Page.


(http://www.swarthmore.edu/SocSci/kgergen1/web/page.phtml?st=home&id=home)

La página de Gergen presenta varios de sus artículos y programas analíticos de sus


cursos. Es también un excelente recurso para conectarse con personas e instituciones
de orientación construccionista en todo el mundo.

Radical Constructivism Page.


(http://www.univie.ac.at/constructivism)

Este recurso es una mina de oro para los interesados en explorar una variedad de
ideas constructivistas. Posee enlaces con artículos online, software y revistas.

Society for Constructivism in the Human Sciences.


(http://orgs.unt.edu/constructivism/society.htm)

La Sociedad publica la revista Constructivism in the Human Sciences. También alberga


el Constructivism Forum, un grupo de discusión online.

Narrativa.

Narrative Psychology: An Internet and Resource Guide.


(http://maple.lemoyne.edu/~hevern/narpsych.html)

Definitivamente este es el recurso para ideas narrativas. El sitio alberga numerosos


ensayos, artículos online, syllabi y otros maravillosos recursos narrativos.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
129

Comunidades Sistémicas.

Ackerman Institute.
(http://www.ackerman.org)

Uno de los institutos más antiguos de terapia familiar, el Ackerman continúa siendo
sede de innovativas soluciones sistémicas. El sitio contiene artículos online,
descripciones detalladas de programas y videos que pueden ser encargados.

The Dulwich Centre Website.


(http://www.dulwichcentre.com.au)

El sitio presenta una valiosa clasificación de abordajes narrativos para el cambio.


Incuye el “Commonly Asked Questions About Narrative Therapy”, un excelente
recurso, y hospeda la nueva revista The International Journal of Narrative Therapy and
Community Work.

Houston Galveston Institute.


(http://www.neosoft.com/~hgi)

El Instituto es un excelente recurso para los interesados en terapias postmodernas y


colaborativas. Ofrece su boletín mensual y una extensa lista de referencias sobre su
trabajo e investigación clínicos.

The Institute for the Study of Therapeutic Change.


(http://www.talkingcure.com)

Este sitio presenta un interesante proyecto de investigación focalizado en una nueva


manera de medir el cambio en terapia. Permite bajar documentos con sus manuales y
artículos

The KCC Foundation.


(http://www.kcc-international.com/index.htm)

El sitio presenta abundante información sobre abordajes sistémicos en terapia,


resolución de conflictos y gerenciamiento sistémico también presenta la revista Human
Systems: The Journal of Systemic Consultation and Management.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
130

The Leeds Family Therapy and Research Centre (LFTRC).


(http://www.psyc.leeds.ac.uk/lftrc)

El sitio ofrece información sobre una amplia variedad de proyectos, incluyendo sus
manuales de terapia sistémica.

The Mental Research Institute (MRI)


(http://www.mri.org)

Uno de los primeros institutos de orientación sistémica, el MRI continúa siendo uno de
los recursos más importantes en pensamiento y práctica sistémicos. El sitio posee
enlaces a sus más recientes investigaciones y programas clínicos.

Public Conversation Project


(http://www.publicconversations.org)

El Public Conversation Project es una iniciativa enraizada en la comunidad dedicada a


la promoción de conversaciones colaborativas como medio para resolver los conflictos
sociales. El sitio provee lecturas y otros recursos para ayudar a aprender este
interesante abordaje sistémico.

The Virtual Faculty


(http://www.massey.ac.nz/~alock//virtual/welcome.htm)

Esta es la página de un grupo de psicólogos reconocidos internacionalmente, quienes


comparten el interés en las ideas y prácticas postmodernas, discursivas y narrativas.

Centros de Formación en Terapia Sistémica:

Instituto de Terapia Familiar de Santiago.


(http://www.itfsantiago.cl)

Felix de Amesti 350, Las Condes, Santiago. F: 228 7830

Instituto Chileno de Terapia Familiar.

Av. Larraín 6925. F: 277 3518


Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
131

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