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Ps. Marco Barrientos Segura
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
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Indice
Contenido Pag.
Introducción. 3
PRIMERA PARTE. 4
Familias con un miembro con Problemas de Drogas: Elementos para la comprensión.
Capítulo 1. 5
Definiciones acerca de la familia y su desarrollo.
Capítulo 2. 18
Las Bases Teóricas de la Intervención Familiar.
Capítulo 3. 30
Descripciones y Explicaciones sobre Familias con un miembro dependiente de
sustancias.
Capítulo 4. 53
Eficacia de la Terapia Familiar en el Tratamiento de Dependientes a Sustancias.
SEGUNDA PARTE. 58
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas.
Capítulo 5. 60
Elementos preliminares: el ambiente, los terapeutas, las formas de aproximación y los
objetivos terapéuticos.
Capítulo 6. 75
Mecánica Terapéutica de la Intervención Familiar. La Primera Consulta
Capítulo 7. 93
Mecánica Terapéutica de la Intervención Familiar. Continuidad de la Atención.
Capítulo 8. 98
Mecánica Terapéutica de la Intervención Familiar. El manejo de Aspectos Específicos.
Capítulo 9. 105
Rendimientos, Niveles de Resolutividad y Alternativas Terapéuticas.
Referencias. 131
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
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Introducción.
Existe sin embargo una brecha entre esa clara conciencia y la posibilidad de contar
realmente con ese tipo de prestaciones en los programas terapéuticos. Este trabajo
pretende ser una aporte a la disminución de esa brecha al presentar un completo
estado del arte en relación a la materia, para luego dar paso a orientaciones prácticas
para su aplicación con familias con un miembro con problemas de drogas.
Siempre que ha sido pertinente además se han ejemplificado los conceptos con casos
clínicos.
PRIMERA PARTE.
Familias con un miembro con Problemas de
Drogas: Elementos para la comprensión.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
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Capítulo 1.
Definiciones acerca de la familia y su desarrollo.
Si bien el análisis del concepto de familia puede ser abordado a partir de diversas
disciplinas tales como la sociología, la psicología, le economía, el derecho o la
antropología, surgiendo desde ahí enfoques que visualizan a la familia como institución
social, grupo humano, construcción cultural, conjunto de relaciones emocionales o
sistema natural y evolutivo (CREDHO, 2004), las diversas definiciones entregadas por
la literatura especializada comparten la idea de que el concepto de familia se refiere a
un grupo de personas que reconocen entre sí vínculos y que comparten o se
distribuyen funciones específicas que las diversas sociedades o culturas les
reservan exclusivamente.
De esta manera, por ejemplo, Fried (2000) define familia como “una unidad básica de
parentesco que incluye a todos aquellos que viven juntos o se reconocen como
entidades emocionales, relacionales y sociales significativas (personas adoptadas,
familias uniparentales, miembros de familias ensambladas, familias extensas que
rebasan los parámetros de la consanguinidad y los diseños nucleares, etc.) en la cual
los roles y normas se centran sobre la protección recíproca de sus miembros, la
regulación de las relaciones sexuales, la crianza de los niños y la definición de
relaciones de parentesco”.
Otra definición entregada por CREDHO (2004), citando a Avilés (Avilés y otros, 1991)
propone que la familia debe entenderse como “Todo grupo de personas de diferentes
edades y sexo unidas por lazos de consanguinidad, legales o consensuales que viven
untas para mantenerse y desarrollarse como personas”.
Una definición que fue muy usada, fue la de Murdock (en Neira, 1998), quien dice que
la familia es "un grupo social en que el acceso sexual es permitido entre los miembros
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Quizá una de las definiciones más amplias y útiles del concepto de familia sea la
entregada por la Comisión Nacional de la Familia quienes en su informe de 1993
definen familia como “un grupo social, unido entre sí por vínculos de consanguinidad,
filiación (biológica o adoptiva) y de alianza, incluyendo las uniones de hecho cuando
son estables” (Comisión Nacional de la Familia, 1993). Esta definición resulta
operativamente conveniente ya que pone énfasis en la forma en que los diversos
miembros del sistema familiar reconocen su participación dentro del mismo,
independientemente del estátus legal de las uniones o de su convivencia bajo el mismo
techo, elemento que cobra importancia, por ejemplo, dada la nueva legalidad chilena
respecto de matrimonio civil a partir del año 2004.
Será esta la definición que adoptará este trabajo para entender el concepto de familia
y sustentar las intervenciones terapéuticas que se presentarán más adelante.
A. Familia Nuclear: integrada por una pareja adulta, con o sin hijos o por uno de los
miembros de la pareja y sus hijos.
B. Familia extensa: integrada por una pareja o uno de sus miembros, con o sin
hijos, y por otros miembros que pueden ser parientes o no parientes.
i. Familia extensa simple: integrada por una pareja sin hijos y por otros
miembros parientes o no parientes.
ii. Familia extensa biparental: integrada por el padre y la madre, con uno o
más hijos y otros parientes.
iii. Familia extensa monoparental: integrada por uno de los miembros de la
pareja, con uno o más hijos y otros parientes.
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iv. Familia extensa amplia (o familia compuesta): integrada por una pareja o
uno de los miembros de esta con uno o más hijos, y por otros miembros
parientes y no parientes.
(Comisión Nacional de la Familia, 1993).
En general, esta clasificación de los tipos de familia es planteada por la mayoría de los
autores (p.e. Neira, 1998; CREDHO, 2004) y tiene para nuestro país la ventaja de
reconocer los tipos de familias que se presentan en nuestro medio.
Funciones de la familia.
Las diversas definiciones acerca de la familia destacan que ella es depositaria de una
serie de funciones que las diversas sociedades o culturas le encargan de manera casi
exclusiva. CREDHO (2004), citando a Hidalgo y Carrasco (1999) y otros autores
plantea que la familia cumple básicamente las siguientes funciones:
3. Funciones de socialización dado que las familias son las principales transmisoras de
la cultura, ya que enseñan las creencias, valores, normas y conductas deseables de
un grupo social. Asimismo, a través de esta función socializadora van moldeando
los comportamientos esperables según los roles, el género, el estátus social u otras
variables que asumen los individuos al vivir en sociedad.
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5. Cumple también una función mediadora con diferentes estructuras sociales puesto
que relaciona a los integrantes de las familias con otras unidades del sistema
social.
(CREDHO, 2004).
desarrollo de las personas. Además las familias, con sus redes de apoyo y
solidaridad, desempeñan un rol fundamental en la sobrevivencia de sus miembros.
En situaciones de dificultad económica tienden a fortalecerse las redes de
solidaridad y cooperación intrafamiliar.
(Comisión Nacional de la Familia, 1993).
Neira (1998), tomando el aporte de varios autores propone, por su parte, las
siguientes funciones para la familia:
Como se verá más adelante en este texto, la familia puede ser entendida como un
sistema, es decir como "un conjunto de unidades, así como de relaciones entre esas
unidades y sus atributos". Los sistemas, a su vez poseen límites (que define qué se
considera dentro a fuera del mismo), una organización jerárquica o especializada entre
sus componentes y sistemas de control (que posibilitan que los sistemas se regulen y
eviten el colapso).
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Para que el funcionamiento familiar sea adecuado, los límites de los subsistemas deben
ser claros y discernibles para permitirles el desarrollo de sus funciones y tareas sin
interferencias indebidas, pero también debe permitir el contacto entre los miembros
del subsistema y los otros (permeabilidad), haciendo que el subsistema pueda recibir
la influencia de su entorno (otros subsistemas). La claridad de los límites permite a los
miembros de la familia saber a qué atenerse y cómo conducirse, aportando seguridad
y predictibilidad a la vida familiar (CREDHO, 2004).
Los límites que son más o menos permeables, es decir, que permiten algún grado de
influencia externa y que posibilitan que el subsistema pueda responder a demandas del
entorno sin perder su identidad y autonomía relativa, son los límites más funcionales y
deseables. Por el contrario, si los límites son excesivamente cerrados (rígidos) el
subsistema se aísla y no responde a las demandas de su entorno, o si estos están
excesivamente abiertos (difusos) el subsistema pierde sus fronteras y se fusiona con
el contexto que lo rodea, perdiendo las funciones propias que desempeñaba antes de
ser absorbido (CREDHO, 2004).
Minuchin y Fishman (1984) y Minuchin (1986) plantean también que una de las
dimensiones de la estructura familiar es el poder al interior de la familia, que definen
como la influencia relativa que cada miembro de la familia tiene en el resultado de una
acción. Problemas en esta dimensión pueden ser una función jerárquica débil, que se
presenta en familias con límites difusos y ambientes poco estructurados, exceso de
poder el algún miembro de la familia que limita el potencial de desarrollo de los demás
miembros o una ausencia total de jerarquía que se presenta en familias organizadas
caóticamente en las que no se sabe con claridad quién toma as decisiones familiares.
Hasta ahora hemos revisado los elementos que constituyen la definición del concepto
de familia, sus componentes y sus funciones. Sin embargo, las familias comparten con
el conjunto de los seres vivos el hecho de que se desarrollan, crecen y evolucionan.
La mayoría de los autores que se refieren a este proceso familiar (p.e. Cibanal, 2004;
Vargas, 2004, CREDHO, 2004, Minuchin y Fishman, 1984) adoptan la postura de
homologar los momentos del desarrollo de la familia con los momentos del desarrollo
de los individuos siguiendo la idea de los estadios de desarrollo propuestos por
Erickson (1950). De esta manera se describe que la familia pasa por diversos estadios
de desarrollo que están organizados, básicamente en torno de las etapas y procesos
por los que atraviesan los hijos. La categorización más clásica de estos estadios
desarrollo fue aportada por Duvall (1957) quien distingue las siguientes etapas del
Ciclo Vital de la Familia:
2.- Etapa de crianza inicial de los hijos. Comienza con el nacimiento del
primer hijo. La tarea fundamental de la familia es darle espacio al niño en la
familia. La pareja, redefine su manera de compartir responsabilidades, de
relacionarse sentimental y sexualmente. Cambian las relaciones con las familias
de origen de ambos miembros de la pareja parental al incorporar los cuidados e
intercambio de afecto con el nuevo miembro de la familia.
3.- Familia con hijos preescolares. Esta etapa comienza con la entrada del
hijo mayor al jardín infantil. El niño desarrolla mayor dominio sobre su cuerpo y
comienza a conocer y explorar su medio ambiente. Los padres deben permitir y
aceptar esta mayor autonomía y al mismo tiempo proteger al niño de los
posibles peligros de ésta. Se pone énfasis en la enseñanza y aprendizaje de
normas.
4.- Familia con hijos escolares. Esta etapa comienza con el ingreso del hijo
mayor al colegio. Este se separa parcialmente de la familia para desarrollarse
en el ámbito escolar, lo que constituye una “prueba” para la familia porque el
medio escolar y sus exigencias evalúa la eficiencia con la que los padres han
criado y socializado a su hijo. Aparecen otros significativos para el niño. Los
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padres comienzan a tener más tiempo libre lo que les permite retomar sus
actividades y trabajos alternativos y la concentración en la pareja.
5.- Familia con hijos adolescentes. Los hijos comienzan a emanciparse. Las
reglas familiares pasan por una importante tensión al requerir adaptarse a hijos
más autónomos.
EVENTOS NORMATIVOS
Matrimonio
Nacimiento de los hijos - nietos
Escolaridad
Adolescencia
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1.- Todas las familias deben definir sus límites exteriores e interiores. Cada familia
tiene que delimitar dónde terminan sus límites naturales y cómo se construirá su
estructura interna, es decir, discriminar aquellas personas que están en la familia de
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aquellas que no están, así como la modificación de las relaciones entre los subsistemas
a medida que cambia el elenco de personajes (por adición, por ejemplo nacimiento de
los hijos o por sustracción, por ejemplo muerte de un miembro) y la edad de los
miembros de la familia.
2.- Todas las familias tienen que elegir una cantidad limitada de grandes temas de
desarrollo. Estos temas son las zonas prioritarias con las que se compromete la familia.
A su vez, estos temas se convierten en organizadores de la conducta dentro de la
familia. La familia elegirá cuales son los grandes temas que la movilizarán, ¿se
movilizará, por ejemplo para alcanzar la fama o la riqueza, o la felicidad o el trabajo
duro, etc.?.
3.- Por último, a la larga todas las familias tienen que desarrollar una serie de valores
y concepciones compartidas, no sólo respecto del mundo en el cual viven, sino también
acerca del tipo de familia que son. Este sentimiento compartido de la familia es una
característica denominada Identidad Familiar.
Los elementos expuestos hasta este punto permiten comprender que las familias se
constituyen como sistemas dinámicos expuestos a variados procesos de tensión y
cambio, uno de los cuales surge desde su propia evolución como sistema y se organiza
en torno a ciclos de desarrollo.
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Como se ha visto hasta aquí, las familias pueden presentar una amplia variabilidad
respecto de su conformación como tal o de la etapa evolutiva en la que se encuentra.
Conviene en este punto dar una breve mirada a la realidad de las familias en el chile
contemporáneo.
Al respecto, CREDHO (2004) hace una interesante revisión acerca de datos arrojados
por el CENSO del año 2002, los que con relación al tema de las características de las
familias contemporáneas chilenas muestra que la mayoría de la población vive en
familia, siendo las de tipo nuclear las más frecuentes, desplazando a las extendidas.
Las familias nucleares son de preferencia biparentales, con una madre y un padre a
cargo del hogar. Sin embargo se observa un aumento del número de las familias
monoparentales, junto con las familias reconstituidas.
Capítulo 2.
Las Bases Teóricas de la Intervención Familiar.
La historia del desarrollo del Enfoque Sistémico y la Terapia Familiar desde sus
orígenes, a mediados del siglo XX, hasta nuestros días representa una historia
apasionante respecto del rompimiento de viejos paradigmas, y de las contribuciones de
variadas disciplinas como la biología, la psicología, la psiquiatría, la antropología, la
física, la epistemología, la matemática, la lógica y la ingeniería al entendimiento del
comportamiento humano. Una revisión acabada de estos elementos excede toda la
capacidad y el espacio disponible de este trabajo, por lo que se presentará una síntesis
apretada y una selección particular de los conceptos más relevantes que sustentarán el
trabajo con familias con un miembro adicto a sustancias.
Se espera que con el desarrollo de este capítulo los profesionales y técnicos obtengan
los conocimientos conceptuales básicos que les permitan entender cómo las familias
mantienen (y a veces originan) sus problemas, como ellas contribuyen a superarlos y
cuales son los aportes que el terapeuta puede hacer para ayudar a una familia a salir
de los entrampes que la llevan a consultar. Los elementos clínicos concretos que
constituyen la Intervención Familiar con familias con un miembro con problemas de
drogas se presentarán en la segunda parte de este trabajo.
La Teoría General de Sistemas (TGS)surge a partir de los desarrollos del biólogo Ludwig
von Bertalanffy, que había intentado desde 1930 descubrir leyes generales de los
sistemas, independiente de su encarnación.
La TGS surgió como tal en 1945 (von Bertalanffy, 1976) y los primeros planteamientos
fueron el intento de dar una aproximación integradora de los problemas biológicos y
promover un lenguaje común en las ciencias (Pakman, 1989). Comienza con cuestionar
la forma habitual de comprender los fenómenos, es decir buscar causas y encontrar
explicaciones dividiendo la realidad en partes.
La TGS se propone integrar las partes hasta alcanzar una construcción teórica única,
tomando en cuenta su contexto. A partir de esto surge el planteamiento de que ningún
fenómeno puede ser entendido aisladamente, que los elementos forman una totalidad
que es mayor que la suma de sus partes. Esto se ha denominado noción de Totalidad.
En este período se utilizan conceptos tales como sistema abierto, organización (en el cual
se incluye la noción de totalidad, límite y jerarquía) y control (que incluye la noción de
homeostasis, retroalimentación positiva y negativa).
Por Sistema la TGS entiende que es "un conjunto de objetos o unidades, así como de
relaciones entre los objetos y sus atributos" (von Bertalanffy, 1976).
Por Límite entendemos aquella región que separa a un sistema de otro. Los límites son
las reglas que definen quién y cómo participa dentro de un sistema, es decir definen las
reglas de pertenencia (von Bertalanffy, 1976).
Para Wiener (1954, 1967) el mecanismo de control “en el animal y la máquina” es,
precisamente la retroalimentación o Feedback que describió como "un método para
controlar un sistema reintroduciéndole los resultados de su desempeño en el pasado".
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Wiener (1954, 1967) distinguió entre el feedback negativo, que es aquel que controla
al sistema reintroduciendo la información que genera de modo de mantener la conducta
del sistema dentro de determinados parámetros (como en un termostato que agrega frío
o calor para mantener luego de la lectura de la temperatura, para mantener una
temperatura constante dentro de un cierto rango) y el feedback positivo que es aquel
que al reitroducir la información generada por el sistema genera una desviación
progresiva que termina por desbocar al sistema en una espiral de cambio que lleva
incluso a la destrucción del mismo (como ocurre, por ejemplo, en procesos sociales
complejos en los que los sucesivos eventos parecen ir agrandando la crisis hasta que
terminan por generar cambios drásticos en el estado).
Una de las primeras consecuencias de asumir esta forma de pensar fue pasar desde una
noción de causalidad lineal a una de causalidad circular (Keeney, 1987), donde un
evento A ya no se ve como causa de uno B sino como causa y efecto de B.
El campo de la Terapia Familiar desarrolló a partir de estos elementos una muy rica y
variada gama de conceptos acerca del origen y mantención de síntomas y problemas
dentro de las familias. En este período, el desarrollo de estos conceptos se concentró
en la ideas acerca de las regulaciones generadas en las conductas entre las personas
con un punto de vista de causalidad circular. De esta manera, comienza a tratarse
a la familia como un sistema, advirtiéndose que el concepto de familia satisface
todos los aspectos formales de la definición de sistema entregada por le TGS y la
cibernética, en la cual los “objetos” del sistema se refieren a los miembros de la
familia, sus interacciones a sus conductas e intercambio comunicativo y sus atributos a
las características de cada uno de los participantes del sistema familiar y las
regulaciones mutuas, donde la conducta de un miembro es causa y efecto de la del
resto y donde, por lo tanto, todos son interdependientes entre sí (ITF, 1991)
de márgenes aceptables, del mismo modo que un termostato agrega aire caliente o
frío en un sistema de calefacción con el objetivo de mantener la temperatura de una
sala dentro de márgenes establecidos.
Esta idea de la familia como un sistema dinámico que autorregula su equilibrio por
medio de sus propias conductas resultó básica en la concepción acerca del rol que
cumplen los síntomas en el sistema familiar. Para el enfoque sistémico un síntoma es
considerado como un mensaje comunicacional que se observa en un miembro (el
paciente índice) y que es función de toda la familia. El síntoma es la única posibilidad de
reacción de un sistema cuando por algún motivo su patrón interaccional se rigidiza y no
puede encontrar salidas o adaptaciones a la nueva situación que vive. Lo esencial,
entonces, es el para qué del síntoma. El mismo cumple una función protectora del
sistema: la familia se organiza en torno al síntoma y no al rededor de la etapa que vive,
por lo tanto, la "protege" de una situación difícil, ayudando de esta manera a mantener la
homeostasis familiar (Bodin, 1982). El ejemplo más clásico de esta dinámica es la
concentración de la atención sobre los síntomas de un hijo en el contexto de una
familia en que los ladres están pasando por un momento de dificultad, que se percibe
como una amenaza para la estabilidad familiar. El síntoma del hijo en este caso parece
aliviar las tensiones y devolver a la familia a una dinámica menos tensionante.
Consistentemente con estas ideas, Sluzki (1983) describe que las familias mantienen
los comportamientos sintomáticos de uno sus miembros a través de lo que denomina
como Patrones Interaccionales Mantenedores de Síntomas, que son una serie de
comportamientos repetitivos que las familias ejecutan y dentro de los cuales están
sostenidos los comportamientos sintomáticos. En la experiencia clínica resumida en su
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demostró que una un tipo de solución no es exitoso los nuevos intentos sobre la misma
solución tampoco lo serán, dejando al problema crónicamente sin solución. El
descubrimiento de esta forma de aproximarse a la solución de los problemas determinó
que Watzlawick y sus colaboradores plantearan que el verdadero problema de las
personas que venían a consultar no era el problema original por el que consultaban,
sino la solución intentada, o mejor dicho, la insistencia en el uso de una solución que
no resuelve el problema.
A estas soluciones que parecen ser cambios, pero que en realidad pertenecen a la
clase de soluciones no exitosas que no cambian nada (o no resuelven el problema),
Watzlawick y cols. (1986) las denominaron Cambio 1, es decir tipos de cambio que no
generan un cambio en el problema, sino otro miembro de la clase de soluciones no
exitosas, como, en nuestro ejemplo, quitar la pelota, o quitar el televisor, o quitar la
mesada, donde aparentemente se hacen cosas diferentes porque se quitan cosas
diferentes, pero no se resuelve el problema porque la estrategia en sí misma de
“Quitar Cosas” ha probado ser ineficaz.
Watzlawick y cols. (1986), se dieron cuenta además que existía otra clase de
soluciones que sí resolvían los problemas de las personas, estas eran soluciones que
no reiteraban sobre la misma clase de soluciones no exitosas, sino que usaban
estrategias pertenecientes a una clase diferente de soluciones. Fue lo que ellos
denominaron como Cambio 2, es decir, un tipo de cambio que modifica la regla con
que se viene actuando hasta el momento, proveyendo soluciones que ya no
pertenecen a la clase de soluciones no exitosas. Un cambio 2 en nuestro ejemplo, sería
modificar el ambiente del muchacho para que se concentrara mejor en sus tareas o
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Recapitulando sobre lo dicho hasta este punto respecto del enfoque sistémico puede
plantearse que:
Los teóricos del enfoque sistémico dieron un salto de gran importancia al examinar con
detención los alcances de las ideas respecto de la retroalimentación. En 1968 Margaret
Mead propuso el término “Cibernética de la Cibernética” (Mead, 1968) que luego, en
1973, von Foerster rebautizó como “Cibernética de Segundo Orden” o “Cibernética de
los Sistemas Observantes” (von Foerster, 1973). ¿A qué se refería este salto
conceptual?
Lo relevante de este hallazgo fue que los teóricos que trabajaban en este campo
advirtieron que el propio observador, era “regulado” por las regulaciones del sistema,
incluyéndose dentro de los niveles de recursividad que abarcan, entonces, tanto al
sistema que se observa como al observador. Esto quiere decir que el observador se ve
afectado por el comportamiento del sistema, así como el sistema se afecta por el
comportamiento del observador. De esta manera, el observador participa de la
observación con lo que ya no puede pretender ser un observador “objetivo” de una
realidad “allá afuera”, sino que está íntimamente involucrado en lo que observa. Esto
lleva a Keeney (1987) a plantear que “lo que el observador dice observar en realidad
habla más del observador que de lo observado”. Es en este sentido que von Foerster
(1973) plantea que con la cibernética de segundo orden (cibernética de la cibernética)
se pasó desde la noción de “sistemas observados” a la de “sistemas observantes”.
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Esta nueva manera de concebir la forma en que los seres vivos conocen o perciben
generó la necesidad de que el enfoque sistémico incluyera teorías respecto de este
fenómeno, es decir, teorías del conocimiento. Lo que a mediados del siglo XX había
surgido como una preocupación acerca de cómo los componentes de los sistemas
interactúan entre sí y cómo se regulaban, ahora se transformaba en una preocupación
acerca de cómo los seres vivos “conocen, piensan y deciden” (Bateson, 1972).
En general se reconoce que son tres las teorías del conocimiento incluidas en el
enfoque sistémico a raíz de este cambio epistemológico (Barrientos y cols, 1993):
1.- Los sistemas que consultan lo hacen basados en una preocupación o una alarma
específica respecto de uno o más de sus miembros. Ahora bien, si los seres
humanos participamos de la construcción de la realidad (von Glasersfeld, 1984,
Maturana y Varela, 1981, Maturana, 1991), las alarmas que llevan a las personas
a consultar son también construidas por ellas en base a sus percepciones, y
específicamente, a las explicaciones que se dan para sus problemas.
3.- Las conversaciones pueden ser definidas como intercambio comunicacional, lo que
para el enfoque sistémico significa interacción de la conducta de los miembros de
un sistema (Kunstmann y cols. 2003; Maturana, 1991). En otras palabras, un
sistema rigidizado en una conversación en torno de un problema es un sistema
que repite sus patrones interaccionales en forma continua, reduciendo su
flexibilidad para buscar soluciones alternativas a su problema.
4.- Las conversaciones generan y son generadas por emociones. A su vez, las
emociones presentes en un sistema restringen las posibilidades conductuales del
mismo, en el sentido de hacer posible sólo la conducta que es coherente con la
emoción que está presente en el momento específico (Kunstmann y cols. 2003;
Maturana, 1991). Así por ejemplo, si una familia está pasando por un período de
gran angustia debido a la enfermedad grave de un hijo, es altamente improbable
que se comporten de un modo que no sea compatible con esa angustia, por
ejemplo, será difícil que organicen una fiesta en la que todos estén en actitud
despreocupada. Desde este punto de vista, es la emoción la que restringe las
posibilidades de actuación de un sistema. Ahora bien, si el sistema logra generar
otra conversación, es decir, actuar de otra manera, eso posibilitaría generar un
cambio en la emoción. Visto desde el punto de vista contrario, si se logra generar
un cambio en la emoción también se generará un cambio en la conversación del
sistema, es decir, un cambio en sus patrones interaccionales.
Un ejemplo de esta forma de entender y operar en terapia con estas ideas sistémicas
surgidas de la cibernética de segundo orden se presenta en el siguiente caso:
Un detalle en el relato de la madre llama la atención del terapeuta. Ella comenta que
cada vez que sale de la casa, el hijo la llama por teléfono y le pide que le traiga comida
de McDonald y que cada vez que hace esto le pide por teléfono que ella lo “ragalonee”.
El terapeuta toma este elemento y pregunta en voz alta cómo puede el hijo resolver
una contradicción evidente: quiere ser adulto y desarrollarse a su manera y a la vez
quiere que lo regaloneen. Con esta idea, desarrolla una explicación alternativa a la que
traía el sistema: la madre no es inútil y no ha hecho un mal trabajo, al contrario, las
muestras de emancipación del hijo son una evidencia de que el hijo cumple con sus
tareas del desarrollo en forma adecuada, lo que a su vez es una evidencia del buen
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trabajo de los padres, pero, ¿qué papel juega el consumo de marihuana en este
contexto?. El consumo, plantea, ofrece la posibilidad al hijo de reducir su contradicción
dando la posibilidad de que sus padres se preocupen por él, sin convertirle en un niño.
Este cambio en la explicación, que incluye una explicación acerca del sentido del uso
de drogas para la familia, modificó la emoción del sistema y especialmente de la madre
quien sintió que “recuperaba” a su hijo. Este cambio en la explicación modificó también
la emoción del sistema que pasó de centrarse en los errores de los padres (y
especialmente de la madre) a un observar el período evolutivo normal del hijo,
predominando, entonces, emociones de tranquilidad. Esto llevó a un cambio en la
conversación del sistema y por lo tanto a un cambio en los patrones de interacción
entre ellos; concretamente, la madre pudo acercarse en una actitud más cariñosa (y
menos aprehensiva) al hijo, quien a su vez se sintió más respaldado y con mayor
confianza para iniciar proyectos propios en el área laboral, lo que a su vez tranquilizó
al padre y le permitió acercarse al hijo sin enojo. Al término de la terapia el consumo
de marihuana había cesado.
Hasta este punto hemos avanzado en otorgar una mirada comprensiva respecto de las
nociones generales del enfoque sistémico y su consiguiente operar terapéutico,
pasando revista a los principales conceptos provenientes de las dos grandes etapas de
desarrollo de este enfoque centradas en aportes surgidos en el contexto de la
cibernética de primer orden y la cibernética de segundo orden. Abordaremos a
continuación las descripciones, explicaciones y hallazgos acerca de la relación entre
familia, dinámica familiar y consumo de drogas.
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Capítulo 3.
Descripciones y Explicaciones sobre Familias con un
miembro dependiente de sustancias.
Otero y cols. (1989) y Herman y cols. (1993) confirman la relación entre uso de
drogas y un ambiente familiar conflictivo y hostil.
Vielva y cols. (2001) encuentran que existe una menor satisfacción con el
funcionamiento familiar tanto desde la percepción de los hijos como de los
padres en aquellas familias en las cuales los hijos consumen drogas.
Malkus, (1994) ofrece evidencias que apoyan la hipótesis de que los jóvenes
procedentes de familias con más recursos (aquellos aspectos sociales,
emocionales y físicos que hacen que la familia sea menos vulnerable y más
capaz de tratar con factores estresantes) son menos susceptibles de tener
problemas de abuso de drogas.
económicas, a la disposición de drogas y el acceso a ellas, entre otras), sino más bien
explicaciones y descripciones acerca de cómo la familia contribuye a la
mantención de ese comportamiento en el tiempo.
Modelo Homeostatico
La drogadicción puede considerarse como un proceso cíclico que involucra a tres o más
individuos, comúnmente el adicto y sus dos padres. La dinámica es tal que se presenta
una fuerte tensión entre ambos padres que amenaza con desestabilizar el sistema
familiar con una separación inminente que se regula mediante la aparición de una
acción dramática del adicto (por ejemplo se pone violento o llega intoxicado a la casa)
que hace que toda la atención se ponga en él, lo que desemboca en que la original
tensión entre los padres disminuya o desaparezca por un tiempo (Stanton y cols,
1997).
(Harbin y Naziar, 1975; Klagsbrun y Davis, 1977; Salmon y Salmon, 1977; Selding,
1972; Stanton, 1979). El padre, por su parte, es clásicamente descrito como distante,
desapegado, débil o ausente, siendo también mostrado como autoritario y violento,
pero fácilmente controlado por la madre, y está claramente en segundo lugar después
de la madre en lo concerniente al poder dentro de la familia (Schwartzman, 1975).
Stanton y cols (1997) plantean que este modelo triádico (es decir, que involucra a tres
actores, clásicamente a la madre el padre y el hijo) se aplica también a familias con un
solo progenitor en las cuales el triángulo se conformaría, de una manera tal vez menos
obvia, con otros miembros de la familia. Así por ejemplo, pueden darse conflictos entre
una madre y una abuela, una madre y su ex esposo o un padre y su amante y en ellos
involucrarse al hijo de la forma ya descrita.
2.- Pseudoindividuación.
Este es probablemente uno de los elementos más claros e importantes del modelo de
Stanton y cols (1997) ya que en él vincula la función que cumple el adicto en la familia
con la funcionalidad del síntoma, en este caso la dependencia a sustancias.
De esta manera, Stanton y cols (1997) plantean que el adicto está atrapado en un
dilema. Por una parte sufre grandes presiones para permanecer estrechamente ligado
a la familia (que puede derrumbarse sin él), mientras que por otra parte fuerzas
socioculturales y biológicas lo incitan a establecer relaciones íntimas externas. La
adicción es una solución paradójica para el dilema del adicto y su familia de conservar
o disolver la interacción triádica. A un nivel, el adicto ayuda a regular la tensión entre
los padres, pero a otro establece un patrón de ida y vuelta entre sus pares y su hogar.
Paradójicamente, mientras mayor en su vinculación con el grupo de pares (externo a
su familia) mayor es su indefensión porque se vincula más con la droga y de esa
manera aumenta su adicción o su “enfermedad” que lo liga a la familia.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
33
(a) Los adictos, bajo el efecto de la droga, se plantean más agresivos y asertivos
respecto de la familia en especial con los progenitores (Gangher y Shugart,
1966). De esta manera, se sienten autónomos individuados y libres, pero no lo
son, pues estas sensaciones y comportamientos se dan sólo bajo el efecto de la
droga, sin ella “no son así”.
(b) Se plantea que, al parecer, la droga produce una suerte de experiencia sexual
(Chessick, 1960; Stanton y Todd, 1979) o bien disminuye el impulso sexual, lo
que actuaría como una forma de resolución para no encontrar una pareja que
ponga en cuestión la permanencia del adicto al interior de la familia.
(c) Existe evidencia que plantea que para el adicto prima su familia de origen por
sobre la familia de procreación. Stanton y cols (1997), plantean que muchos
adictos que se separan de sus esposas vuelven a sus familias de origen, que
tienden a elegir a estos por sobre sus cónyuges cuando se trata de invitar a
familiares a programas de tratamiento. Por otra parte la familia de origen
entrega un sutil mensaje acerca de que si el matrimonio no funciona, siempre
puede volver a la casa de donde salió, lo que a la vez de ser un cariñoso apoyo
es también un poderoso mensaje para volver a su familia de origen.
“El temor de estas familias a la partida del adicto o a las relaciones externas que pueda
crear el adicto, es decir el temor a la separación, tiene otra característica paradójica. Al
tiempo que sufre obstáculos para conectarse con otros, el adicto realiza una actividad
potencialmente mortal, por ejemplo mediante una sobredosis de drogas. No obstante,
esta separación máxima, la muerte, no despierta el mismo terror que otros tipos de
separación. La familia parece entender que el deceso del adicto de algún modo
preservará el sistema o patrón familiar. A corto plazo puede ocurrir así. Al morir el
adicto, la interacción triádica aparentemente se disuelve, pero en realidad los
progenitores están unidos por la pesadumbre y pueden, una vez más, concentrar su
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
34
Las siguientes descripciones de casos clínicos ilustran las dinámicas familiares descritas
hasta aquí. Los casos están tomados de Barrientos (2000).
El matrimonio invisible.
Los siguientes dos ejemplos clínicos ilustran la forma en que las familias pueden
entorpecer los intentos terapéuticos o cómo parecen promover la conducta de consumo
de uno de sus miembros, en un intento por mantener la homeostasis familiar.
sesión asistió la madre quien relató estar muy cansada del comportamiento de
Jorge, en el sentido de que este no cumplía con las reglas de la casa haciendo que
ella se cansara en un juego incesante por lograr, infructuosamente, que Jorge
corrigiera su comportamiento. La historia del comportamiento de Jorge incluía el
hecho de que, motivado por sus problemas académicos decidió no asistir más a
clases en su escuela. Una vez que la madre se dio cuenta que su hijo no asistía a
clases, cerca de un mes después de que este abandonó la escuela, inició una larga
batalla con los directivos del colegio intentando reintegrar a Jorge a las clases
regulares, situación que fue terminantemente prohibida por las autoridades
escolares. En el intertanto, Jorge seguía consumiendo drogas, situación que la
madre desconocía hasta dos meses antes de la fecha de la entrevista, durante la
cual Jorge reprochaba a su madre la falta de apoyo que esta le entregaba. La
historia del caso continuaba con los intentos de Jorge por dejar de consumir y por
ingresar a un programa de capacitación laboral en carpintería (opción a la que él
le daba una connotación terapéutica en relación a su consumo) al que, según él,
ingresó sin el apoyo de la madre para traer los papeles necesarios para su
inscripción. Una vez que la madre supo que su hijo participaba de este programa,
lo retiró argumentando que era peligroso que él manipulara herramientas
cortantes si consumía drogas. La sesión culminó con una connotación positiva del
cansancio de la madre frente a este hijo que le daba trabajo y con una felicitación
respecto de su hijo que hacía esfuerzos por salir de su consumo de drogas.
Descripción Trigeneracional
Cirillo y cols. (1999) plantean un punto de vista de la dinámica familiar en familias con
un miembro dependiente a sustancias que incluye a tres generaciones familiares y que
insinúa la etiología del consumo, en alguna medida, en la interacción familiar.
Este hallazgo llevó a los investigadores a preguntarse cómo había sido la pauta de
crianza de los propios padres del hijo dependiente a sustancias, llegando a la
conclusión de que tanto el padre como la madre sostenían conflictos con sus propias
familias de origen, conflictos que no habían logrado ser resueltos antes del
matrimonio.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
39
Los padres, por su parte, parecían haber sido objeto de lo que Cirillo y cols. (1999)
denominan “adultización prematura” es decir, los padres habían sido forzados a
desarrollar tempranamente roles adultos dado que sus propios padres estaban
ausentes o sus cuidados eran evidentemente inadecuados. Esta situación desembocaba
en una suerte de “incompetencia” para desarrollar su rol de padres debido a la falta de
empatía que les generaba sus experiencias tempranas y específicamente el no haber
pasado por le etapa de la adolescencia.
Con estos elementos como base y agregando observaciones respecto del curso de la
vida familiar en sus pacientes, Cirillo y cols. (1999) elaboraron un modelo de
entendimiento de la relación entre dinámica familiar y dependencia a sustancias,
caracterizado como sigue:
(e) La adolescencia del hijo es un período traumatizador para los padres, por lo
que el adolescente no es sostenido en sus tensiones evolutivas.
Cirillo y cols. (1999) ordenan estos elementos en una secuencia de etapas que
coinciden genéricamente con las etapas de desarrollo del ciclo vital de la familia. De
esta manera, describen que el desarrollo más frecuente de un futuro dependiente a
sustancias y su familia pasa por las siguientes etapas:
Por otro lado, ya que el padre tampoco está totalmente atento a las necesidades del
hijo y es percibido como “ausente”, concentrado habitualmente en su trabajo, no hay
un tercero que revele lo inadecuado de la crianza de la madre.
Habitualmente la madre reacciona ante los nuevos comportamientos del hijo que
reclama mayor autonomía con una demonización de los cambios inherentes a la
adolescencia. El hijo, por lo tanto, intuye, aunque parcialmente, la contradicción del
comportamiento de la madre que se demuestra incapaz de transformar su
comportamiento de crianza. Esta rigidez se vuelve reveladora de la real naturaleza de
la relación: la madre no reconoce las exigencias evolutivas del hijo, sino que sólo lo
acepta como hijo-niño fácilmente subyugable, transfiriendo al hijo los conflictos no
resueltos con su propia madre.
En esta etapa la toma parcial de conciencia del hijo no es suficiente como para
desencadenar un comportamiento sintomático, controlado también por otros actores
como la escuela u otros parientes. El adolescente comenzará a desviar la ira que
genera la madre y aparecerán comportamientos de oposición y/o negativos como
fracasos escolares, experimentación con drogas y alcohol, conductas violentas, etc.
El adolescente siente la falta del padre. Al sentir que la madre lo presiona en una
dimensión infantilizadora, el hijo se vuelve cada vez más reactivo y por lo tanto trata
de desplazarse hacia el padre, movido por la necesidad de un reconocimiento de la
legitimidad de los propios sentimientos relativos a la inadecuación materna y de sus
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
42
Esta ausencia del padre son las últimas condiciones para un encuentro con las drogas.
Las descripciones de Cirillo y cols. (1999), particularmente las relativas a las dinámicas
familiares en la última etapa guardan una cercanía notable con las descripciones
hechas por Stanton y cols (1997) que examinamos más arriba, ya que finalmente
parece describirse un conflicto triádico entre la madre el padre y el hijo, o entre la
madre, la abuela y el hijo y parece otorgársele al comportamiento adictivo funciones
que enfatizan la característica de la pseudoindividuación.
Desde el punto de vista de este trabajo las ideas de Cirillo y cols. (1999) permiten
ampliar la mirada respecto de las dinámicas familiares y traen a la mano a un actor de
gran relevancia y que los terapeutas suelen dejar de lado debido a la forma en que se
presenta la demanda en los centros de atención: el padre y su rol dentro de la familia.
Como se verá más adelante, una sugerencia terapéutica relevante es no olvidar al
padre dentro del contexto de la terapia y traerlo a la mano de las formas más creativas
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
43
posibles, ya que, como muchas veces en la familia, él suele ser el gran ausente en la
terapia.
Otros autores que aluden a una suerte de intercambio generacional relevante para el
entendimiento de la dinámica familiar, en familias con un miembro con problemas con
sustancias, son Steinglass y cols. (1993) en su muy interesante trabajo acerca de lo
que denominaron la Familia Alcohólica
Lo relevante para nuestro trabajo es la distinción ofrecida por Steinglass y cols. (1993)
en orden a que, en el transcurso de su desarrollo evolutivo, las familias pueden
adquirir una identidad de familias dependientes a sustancias, es decir introducir en sus
comportamientos familiares de manera definida, permanente y crónica el
comportamiento adictivo invadiendo al conjunto de los miembros de la familia y sus
formas de relación.
Los hallazgos de estos autores están también relacionados con un fenómeno bastante
conocido: la herencia transgeneracional del alcoholismo, es decir una tendencia a que
los hijos de padres alcohólicos sean a su vez también alcohólicos.
Salvando en este apartado la discusión acerca de si en esta herencia priman más los
aspectos genéticos o ambientales, el aporte de Steinglass y cols. (1993) se basa en la
descripción de las tareas del desarrollo evolutivo de las familias, tal como se vio en el
Capítulo 1. De esta manera, como se recordará, una de las funciones básicas de las
familias en su primera etapa de desarrollo es la de constituir una identidad familiar
tomando como “material” para ello los elementos que se traen desde las propias
familias de origen. El punto crucial en relación a nuestro tema es qué hacer cuando
aquel “material” proviene de una familia alcohólica (o dependiente a sustancias), ¿se
incluye esos patrones de comportamiento como alternativas válidas en la interacción
de la nueva familia?.
ejemplo, ¿se tendrá acceso ilimitado a la familia de origen definida como alcohólica?, o
se limitará el acceso a ocasiones en las que no existe riesgo de complicaciones. De la
misma manera, al desarrollar sus valores, creencias y reglas de conducta compartida,
¿lo harán según el modelo de la familia alcohólica o el de la familia que no lo es?
Según Steinglass y cols. (1993) una de las opciones de la nueva familia en este punto
es constituir una identidad de familia alcohólica (otras serían no ser una familia
alcohólica o quedar en un punto intermedio de poca claridad) en la que los rituales
familiares, la actitud hacia el consumo y la forma de resolver los conflictos son
modelados, de manera implícita según los antecedentes de la familia de origen
alcohólica, incluyendo todos estos comportamientos dentro de las formas habituales de
comportamiento familiar.
El ejemplo clínico que entregan Steinglass y cols. (1993) corresponde a una mujer,
que recordaba que cuando entraba a su casa el fin de semana y veía una botella
semivacía, indicador de que el padre había bebido y que continuaría haciéndolo el resto
del fin de semana, ella entraba en “piloto automático”, lo que significaba que su
comportamiento y el de la familia cambiaba: se refugiaba en su pieza concentrada en
sus cosas y rogando que nadie viniera a visitarla a la casa, mientras el resto de los
miembros de la familia hacía lo mismo, no se sentaban juntos a comer como lo hacían
habitualmente en situaciones de sobriedad, sino que todos tomaban sus platos y
comían en sus habitaciones. Cuando habían discusiones ella trataba de quedarse al
margen, pero muchas veces se involucraba en las mismas a pesar de que sabía que
eran discusiones incoherentes.
A esta altura queda pendiente otra pregunta crucial: si bien la familia ha introducido
este patrón de comportamiento y puede predecirlo ¿porqué lo mantiene si
evidentemente a un nivel, le genera dolor?. La respuesta de Steinglass y cols. (1993)
hace nuevamente énfasis en el concepto de homeostasis familiar. Ellos plantean que
este comportamiento se mantiene porque ayuda a la familia a resolver problemas de
importancia para ellos, por ejemplo formas de intercambio emocional, problemas
sexuales, problemas con los vecinos, etc. los que no pueden resolverse en estado de
sobriedad. De esta manera, la familia cree, según los autores, que el consumo les
ayuda a desarrollar una serie de comportamientos que en otro momento no son
posibles de implementar.
Los estudios Stanton y cols (1997), Cirillo y cols. (1999) y Steinglass y cols. (1993)
presentados en este capítulo constituyen abordajes altamente fundamentados en
material clínico y de investigación y representan probablemente los abordajes más
completos, compresivos y coherentes respecto del rol que cumple la familia en el
origen y la mantención de la conducta adictiva.
La perspectiva de este trabajo coincide con tales posturas. En particular, propone que
el comportamiento adictivo constituye un síntoma que protege el equilibrio de
la familia y aporta a la mantención de la homeostasis familiar.
Creemos que sólo de esa manera puede entenderse porqué las familias gastan tanta
energía generando una serie de conductas aparentemente contradictorias con los
objetivos que las llevan a consultar o que en otras oportunidades parezcan oponerse
francamente al proceso terapéutico en el que han confiado el cuidado de uno de sus
miembros.
Lo que el profesional o técnico que intervenga con familias debe buscar es la función
concreta que ese comportamiento adictivo ofrece para cada familia en
particular.
Las funciones que este comportamiento cumplirá variarán tanto como varían las
familias que consultan, no siempre se referirán a padres tensionados en sus relaciones
o a adolescentes dolidos con sus padres, sin embargo, sí se referirá en todas las
ocasiones a alguna circunstancia, real o potencial que desde el punto de vista de los
miembros de la familia, pone en riesgo la “integridad” familiar.
El Guardián de la Familia.
Consultan Angélica (42), mamá del Paciente Indice, Roberto (43), papá del PI,
de nacionalidad argentina, Luis (16), hermano del paciente índice y Rodrigo
(18), paciente índice.
La madre toma la palabra y dice que está aquí por Rodrigo. Él consume drogas,
marihuana y PBC, y desde hace un tiempo a esta parte el consumo ha
empeorado, haciéndose cada vez más frecuente. Le preocupa que Rodrigo haya
dejado el colegio y que frecuente a las amistades que frecuenta, que son, en su
mayoría, jóvenes de la calle que no son de su condición social o cultural… el
terapeuta le pregunta si hay alguna otra cosa que le preocupe. La madre piensa
un pequeño rato, mira hacia arriba y dice que no le preocupa nada de Luis, que
es un joven que se comporta muy bien… pero que sí le preocupa un poco su
marido, particularmente el hecho de que no encuentre un trabajo que le
garantice a la familia un ingreso estable. Hace poco él se había ido de regreso a
Argentina a ver si le resultaba algo, pero volvió sin resolver concretamente la
situación.
El padre responde que coincide más o menos con el tiempo en que él se fue a
Argentina, aunque en realidad comenzó como un mes o dos antes. La cosa llegó
a ser tan grave que él decidió volverse a la casa a poner orden en la familia…
esto lo decidió a raíz de un llamado telefónico de Angélica en que le comunicó
que Rodrigo la había golpeado.
Ella responde que en general él (el marido) nunca se ha puesto los pantalones
en la casa. Que es ella a la que le ha tocado ser la que pone las reglas y por lo
tanto actuar como la mala de la película…
Ella dice que él no se interesaba en la familia y que pasaba la mayor parte del
tiempo enfrascado en sus proyectos que nunca funcionaron…
Él responde que no, todo el resto está normal. Luis es un buen hijo que en
general no da problemas.
Luis: Rodrigo.
Luis: Me preocupa que Rodrigo no esté haciendo nada útil con su vida. Se
dedica a escuchar música, a salir con los amigos, a estar en la calle y a
consumir drogas. Yo lo he visto en muchas cosas, lo he visto como llega a la
casa, lo he visto en situaciones que nunca les he contado a los papás. Yo creo
que Rodrigo consume bastante más de lo que dice y de lo que los papás se han
dado cuenta. A veces llega doblado a la casa, totalmente drogado, no puede ni
hablar, o dice puras tonteras… Yo le he dicho a la mamá que lo castiguemos,
que lo dejemos sin mesada por ejemplo…algunas veces le digo lo que tiene que
hacer, le digo que piense lo que hace, le doy consejos, pero él no me pesca.
Luis: No. En una de esas puede ser que me preocupe un poco por los papás,
porque a veces pelean mucho, pero en general no me preocupa tanto. Yo
encuentro que cuando el papá estuvo en Argentina no estuvimos mal. Yo
ayudaba a la mamá, le decía qué cosas faltaban en la casa para ir a comprarlas,
le ayudaba a sacar cuentas y a ver cómo pagaríamos las deudas, etc. Las cosas
marchaban bien…
Luis: No.
Terapeuta: No entiendo.
Rodrigo: No estoy ni ahí. Me parece que son unos exagerados. Me critican por la
ropa, me dicen que parezco roto, que tengo amigos de la calle y yo les digo que
ellos son todos unos falsos que andan poniendo caritas a la gente, que dan una
impresión de cosas que no son, que delante de los amigos se ponen como la
familia perfecta… con las cagaditas que quedan en la casa… ¿porqué no le
pregunta a mi mamá cómo le va con el trago o con las pastillas que se toma
para dormir?, a veces no se despierta en toda la mañana, pasa durmiendo. ¿Por
qué no le pregunta a mi papá a ver si atina con la casa alguna vez?. El único
que salva un poco es el Luis que se le va un poco mejor… en realidad bastante
bien en el colegio… pero se pone a dar sermones, se pone latero y ahí no lo
pesco… se cree como grande el huevón…
Rodrigo: Ahí fue po… la mamá me empezó a decir que yo me había robado no
sé qué cosa, que ella me había revisado la pieza y había encontrado una lata de
atún que según ella yo se la iba a regalar a mis amigos de la esquina y me
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
51
armó un cagüin, y ahí yo le dije que no tenía porqué meterse en mis cosas y le
di un empujón y la mamá se cayó y yo me fui de la casa y volví al día
siguiente…
Terapeuta: Rodrigo ¿hay alguna cosa que te preocupe a ti, particularmente a ti?
Rodrigo: La familia.
Rodrigo: La familia. Lo falsos que son…mírelos así tan arregladitos, como si las
cosas estuvieran tan bien en la casa… pero sabe qué, yo no estoy ni ahí con
esta familia, de hecho no me quiero ni parecer a ellos… por eso les digo a ellos
y le digo a usted: yo no voy a cambiar, no estoy ni ahí con cambiar… voy a
seguir igual como soy…
En este caso, la función del consumo y del comportamiento de consumo parece obvia
en relación a la mantención del equilibrio de la familia. Rodrigo se ofrece como el chivo
expiatorio de la familia, todo en él es diferente y llama la atención, la forma en que se
viste, el lenguaje que usa, los problemas que causa etc. Tiene un gran poder al interior
de la familia, con su comportamiento logra recomponerla trayendo de vuelta al padre
desde Argentina y obligándolo a posicionarse en su rol, cuidando de esta manera que
la familia retome su cauce y no se quiebre con uno de los padres fuera del país. La
insistencia de Rodrigo en mantenerse sin cambios parece insinuar que la tarea no está
completa y que debe continuar en su rol por un tiempo.
Al finalizar este capítulo surge una pregunta que a nuestro juicio es relevante
contestar.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
52
Si bien sería insensato pretender que los sufrimientos de los miembros del sistema
familiar no tienen una concreción que se expresa individualmente en cada uno de ellos,
en nuestra opinión, poner este énfasis en el aspecto individual (y lineal) respecto de estos
problemas, como lo hacen estas definiciones-descripciones de codependencia, oscurece la
percepción respecto de los complejos equilibrios que el sistema familiar pone en juego
como conjunto frente al comportamiento adictivo.
Capítulo 4.
Eficacia de la Terapia Familiar en el Tratamiento de
Dependientes a Sustancias.
En su interesante y bien documentado estudio, Girón y cols. (2002) hacen una revisión
de meta-análisis respecto de la utilidad de la terapia familiar en los tratamientos de
personas con problemas de drogas.
En este capítulo se expondrán los hallazgos realizados por Girón y cols. (2002) en su
estudio de meta-análisis.
Estos autores plantean que el estudio del NIDA de 1995 (NIDA, 1995) hace una amplia
revisión sobre la eficacia de la terapia familiar en tratamientos de drogas destacando
los siguientes aspectos:
Stanton y Shadish (1997) publicaron un meta-análisis cuyo objetivo era comprobar los
resultados que se obtienen en los tratamientos de drogodependientes cuando se
utilizan técnicas de intervención familiar (tabla 1). Dicho trabajo analiza en
profundidad un total de 15 estudios seleccionados que cumplen los siguientes criterios:
a) el síntoma de primer interés es la adicción, b) incluyen dos o más condiciones de
comparación de las que al menos una de ellas es cualquier clase de intervención
familiar o de pareja, y c) los casos eran aleatoriamente asignados a las diferentes
condiciones de tratamiento. La muestra completa de este meta-análisis asciende a
1.571 casos, habiendo sido sometidos a tratamiento un total aproximado de 3.500
individuos. Por tanto se trata de un trabajo amplio y metodológicamente riguroso
cuyos principales resultados fueron:
Igualmente, en los casos en los que se empleó terapia familiar aumentó la tasa de
retención en tratamiento y hubo menos abandonos.
Específicamente, recibir terapia familiar fue más eficaz que recibir consejo
individual, terapia grupal y otros tratamientos usuales. Ello no quiere decir que
otros abordajes no sean eficaces, aunque estos podrían tener mejores resultados si
se les añade terapia familiar.
Girón y cols. (2002) señalan que recientemente se ha publicado una nueva revisión de
ensayos clínicos que evalúan la eficacia de las intervenciones fundamentadas en la
terapia familiar para el tratamiento de adolescentes drogodependientes(Ozechowski y
cols. 2000) (tabla 2). Dicha revisión incluye 16 ensayos clínicos y cuatro estudios en
desarrollo (sólo cinco de esos trabajos forman parte del meta-análisis publicado por
Stanton y Shadish en 1997).
Las conclusiones de esta nueva revisión vienen a corroborar los anteriores hallazgos ya
mencionados:
Las terapias basadas en la familia con jóvenes drogodependientes logran más éxito
en conseguir comprometer a las familias en los procesos de tratamiento que las
intervenciones estándar.
En una línea más reflexiva sobre la práctica clínica, De Vega (2005) argumenta que la
terapia familiar en el contexto de programas de tratamiento con pacientes adictos a la
cocaína, es particularmente útil ya que proporciona la posibilidad de intervenir con el
sistema familiar aún cuando el paciente índice no se presente a terapia. Como se verá
en los siguientes capítulos, este es un principio que tomaremos en el contexto de las
intervenciones específicas a desarrollar.
SEGUNDA PARTE.
Intervención Familiar en familias con un
miembro con problemas de drogas.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
59
En esta parte del presente trabajo examinaremos cómo implementar y desarrollar una
intervención terapéutica que se denominará Intervención Familiar y que representa un
abordaje concreto con familias que presentan un miembro con problemas de drogas.
En esta parte del presente texto se hará, en general, sinónimo paciente índice con el
miembro consumidor de la familia y se abreviará PI.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
60
Capítulo 5.
Elementos preliminares: el ambiente, los terapeutas,
las formas de aproximación y los objetivos
terapéuticos.
Una de estas creencias es, por fortuna, que la intervención familiar es necesaria y
eficaz. Sin embargo, existe una lista de creencias que enfatizan la dificultad de la
implementación de la misma. Esa lista puede resumirse, a grandes rasgos, como
sigue:
(a) Se cree que es una intervención que requiere de mucho tiempo para ser
aplicada.
(c) Se cree que conversar con una familia resulta particularmente difícil debido
a la gran cantidad de personas que ingresan al box de atención.
(f) Se cree que las familias complican los tratamientos y sobredemandan a los
profesionales y técnicos.
Es opinión de este trabajo que ninguna de estas creencias tiene suficiente asidero y si
lo tiene, resultan fácilmente salvables.
La experiencia clínica muestra también que el resto de los elementos planteados son
superables teniendo en cuenta una característica con la que siempre se puede contar:
las familias son altamente respetuosas de los profesionales con los que entran en una
relación de ayuda y por lo tanto, en el común de los casos es infrecuente que se
produzcan exabruptos inmanejables y si se producen, la propia familia ayudará a
controlar la situación. En este sentido se cuenta con un grupo de aliados que no
permitirán, en la gran generalidad de los casos, que las cosas salgan de control.
Esta característica de respeto de las propias familias permite que la conversación fluya
de manera generalmente ordenada. De hecho, la actitud de las familias suele ser de
bastante silencio y concentración en lo que se conversa, debido a que no es
infrecuente que en la sesión, y por el sólo hecho de hablar en forma diferente a cómo
lo hacen en sus casas, surjan elementos hasta ese momento desconocidos,
particularmente referidos a las emociones que cada miembro de la familia siente frente
a los eventos que le convocan.
Las familias son también entidades flexibles que suelen amoldarse a diferentes
circunstancias, incluidas condiciones físicas no del todo propicias. En la generalidad de
los casos las familias más agradecen ser partícipes del tratamiento que critican las
comodidades del establecimiento, por muy inhóspito que este sea.
La experiencia clínica muestra además que cuando a una familia se le llama a terapia,
temprano o tarde asiste a la misma. Esto requiere, por cierto, un grado de flexibilidad
del terapeuta para adaptarse a horarios a veces poco habituales o para entregar
certificados que hagan posible la asistencia o para “jugársela” en intervenciones
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
62
Por último hay que recalcar que, como se vio en el Capítulo 4, existe fundada evidencia
que permite asegurar que un proceso de tratamiento se ve favorecido con la inclusión
de intervenciones familiares.
En el Capítulo 4 se expusieron las ventajas que ofrece el trabajo con familias desde el
punto de vista de los resultados de los programas de tratamiento que incluyen estas
prestaciones como parte de su oferta terapéutica.
Existe una amplia variabilidad de formas en las que una familia se suma al tratamiento
de uno sus miembros con problemas de drogas, por lo que la invitación concreta a
cada familia específica variará en cada caso. Sin embargo las siguientes sugerencias
orientarán este proceso. Se examinarán los escenarios más comunes en los que la
familia se involucra en el tratamiento de uno de sus familiares.
El objetivo de traer a todos los miembros de la familia a terapia muchas veces parece
complejo de alcanzar, sin embargo, la insistencia reiterada, pero respetuosa, la
entrega de certificados para pedir permisos laborales y la flexibilidad horaria del equipo
terapéutico, suelen ser medidas que favorecen el logro de estas exigencias.
Esta invitación podría resultar un poco “violenta” en virtud de que los padres pueden
aparecer trayendo a la fuerza al hijo a asistir a terapia, sin embargo, la misma puede
ofrecer las siguientes ventajas:
(a) Puede hacer que los padres retomen una percepción de eficiencia en su rol y
que aborden de una manera concreta y útil la preocupación que les lleva a
consultar,
(c) Lo más importante, se logra que el joven llegue efectivamente a una primera
sesión junto a su familia, lo que cumple con el propósito de tener presente al PI
de modo de iniciar alguna intervención con él.
Otro escenario se presenta cuando el PI tiene más de 18 años. Desde el punto de vista
abordado aquí, no es fácil afirmarse en la tutoría legal de los padres como un medio
para traer al hijo a terapia, sin embargo, si el hijo no es aún económicamente
autónomo (en caso de que el PI sea, efectivamente, el hijo) siempre puede plantearse
que, mientras no lo sea, debe acatar las normas del hogar en que vive, tal como un
“pensionista” deba acatar las normas de la pensión si no quiere ser despedido de ella,
y actuar tal como se ha descrito más arriba.
Como puede deducirse, este mensaje entregado al PI, busca, por una parte, comunicar
que la familia ha decidido hacer cambios en la vida que hasta ese momento llevan y,
por otra, aumentar la probabilidad de que el PI asista a la Intervención Familiar y que,
eventualmente, inicie tratamiento.
Resulta útil proponer al paciente que se tome conjuntamente la decisión sobre quienes
invitar a la intervención familiar y cómo cursar tal invitación. Sin embargo, siempre es
un objetivo, tanto al inicio como durante el desarrollo de la intervención, el contar con
la asistencia del conjunto de los miembros de la familia, por lo que el terapeuta debe
fomentar el logro de tal objetivo.
En este tipo de casos es útil preguntarse quienes viven bajo un mismo techo y si esto
no aclara las cosas se puede preguntar quienes cocinan y comen juntos. Estas
preguntas suelen aclarar los límites invisibles que muchas veces las familias trazan
entre una y otra en contextos complejos de espacio compartido o hacinamiento.
Las condiciones físicas del lugar en el que se realiza la Intervención Familiar no tienen
diferencia con las requeridas para cualquier intervención de salud mental en el sentido
de la disposición de un lugar acogedor, de dimensiones razonables y aislado
acústicamente. Debe disponerse de una cantidad de asientos equivalente al número de
miembros de la familia y siempre debe permitirse que ellos ocupen espontáneamente
los lugares en los que se sientan cómodos.
La forma en que se distribuyan los pacientes en los asientos será una primera e
importante información que el terapeuta tendrá del conjunto de la familia. Quienes se
sientan al lado de otros, quienes se tocan o no, quien está al centro, con cuanta
distancia se sientan los padres entre sí, quien queda frente a frente con otro, etc. son
elementos clave para observar las interacciones familiares, ya que las personas suelen
reproducir en el espacio físico las distancias y cercanías que operan en el espacio
emocional. Estas premisas sólo se cumplen, eso sí, cuando los familiares pueden
escoger libremente los lugares que ocuparán en la sesión.
Resulta recomendable, aunque depende también del estilo personal, que el terapeuta
no se sitúe tras un escritorio en el momento de la atención.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
67
Por los mismos motivos que comentamos aquí, la posición en la que se ubique el
terapeuta y los movimientos corporales que haga durante la sesión está llenos de
significado para la familia y tienen consecuencias directas sobre una variable crucial
para el desarrollo de la intervención: la neutralidad terapéutica.
Hay que recalcar que el logro de este objetivo no pasa exactamente por la cantidad de
tiempo que se le dedica a cada miembro de la familia, sino por el hecho que cada uno
se sienta claramente comprendido en su punto de vista.
De aquí en adelante se verá en este texto una reiterada alusión al “punto de vista” de
las personas que asisten a una sesión de Intervención Familiar. Esta forma no es sólo
un formulismo, ya que la intervención familiar es, en esencia, un intercambio y
examen de los puntos de vista de un grupo de personas respecto de una serie de
temas que los llevan a consultar.
Sin embargo hay razones más profundas para recalcar reiteradamente este punto.
Como vimos en el Capítulo 2, el desarrollo del pensamiento sistémico llegó a un punto
tal que permitió comprender que no existe independencia entre el observador y lo
observado, lo que significa que ningún ser humano tiene un acceso objetivo a la
realidad, y que todos, por lo tanto, construimos la realidad en que vivimos. La
consecuencia es darnos cuenta de que cada uno de nosotros vive desde su propia
certeza, desde su propio grupo de convicciones acerca de lo que le rodea, pero
también (y esto es lo realmente crucial) el darnos cuenta que no existen certezas
superiores a otras. La forma de percibir la realidad de una persona no es más real o
más correcta que la de otra persona, porque cada uno actúa desde su propia certeza,
que es tan cierta y tan válida tanto para uno como para otro.
Visto así, el intento de ser “objetivo” no es más que un intento de imponer un punto de
vista por sobre los otros, restringiendo la diversidad de certezas de las personas a sólo
una que se impone arbitrariamente como la correcta por sobre las otras. La
objetividad, de esta manera, deja de ser un instrumento de la argumentación para
pasar a ser un instrumento del poder. En términos de Maturana (1997), la objetividad
se transforma en un argumento para obligar.
La belleza de esta manera de pensar radica en las consecuencias que la misma tiene
sobre la convivencia. En efecto, la comprensión de estos elementos nos lleva desde un
intento de imponer un punto de vista al otro, buscando “tener la razón” (lo que a su
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
69
vez suele llevar a una escalada denominada “guerra por la razón” (ITF, 1991) donde
las personas argumentan tratando de imponer su punto de vista como el “más
razonable”) a responsabilizarse por las propias percepciones y buscar consensos y no
imposiciones como forma de resolución de conflictos.
Todo esto cobra una importancia capital al conversar con una familia durante el
desarrollo de una Intervención Familiar, dadas las consecuencias que una forma u otra
de conversar tiene sobre el devenir de las acciones de los asistentes a la sesión. No es
lo mismo que un miembro de la familia diga "Carlos ES un drogadicto” a que diga
“desde MI PUNTO DE VISTA Carlos es un drogadicto”. La primera afirmación es una
imposición sobre la realidad total de Carlos que lo define arbitraria y prepotentemente
como un drogadicto, lo que la mayoría de las veces llevará a una confrontación, en la
que Carlos (justificadamente) se defenderá de tal definición de su persona y exigirá
argumentos que demuestren “objetivamente” aquello, contraatacará con argumentos
que desestabilicen lo dicho y así asistiremos rápidamente a una escalada
argumentativa que tiene por objeto saber quién tiene la razón.
esto, es una práctica que debe cuidarse en forma insistente durante todo el curso de la
intervención familiar.
Si el terapeuta mira al aludido a raíz de que uno de los miembros declara algo
sorprendente como “yo sé que Andrea es mentirosa porque la he descubierto en un
montón de mentiras que le ha dicho a los papás...”, inevitablemente comunica en
forma no verbal un claro mensaje en la línea de “vaya, que sorprendente, jamás lo
hubiera pensado”. Lo complejo de esto es que, inadvertidamente, el terapeuta
colabora en la imposición del punto de vista del que comenta por sobre el aludido.
De forma contraria, lo que el terapeuta debe hacer es mantener la mirada sobre quien
habla y profundizar en lo que este dice aludiendo a que se trata de su punto de vista,
como lo hemos visto más arriba. Una vez totalmente aclarado esto, el terapeuta puede
preguntar al aludido: “Ud. qué opina respecto de lo que acaba de oír. ¿Cuál es su
punto de vista?”. De esta manera, valida la percepción del que habla, pero no se la
impone al aludido a quien además le deja la oportunidad de rebatir lo que se dice
respecto de su persona.
Aunque puede tratarse de un tópico que alude más bien al estilo particular de cada
terapeuta, la elección sobre si tutear o tratar de Ud. a los miembros de una familia
tiene relevancia práctica en la Intervención Familiar.
En general se recomienda tratar de Ud. al los padres y tutear a los hijos. Esta práctica
es una forma no verbal de recalcar la diferenciación entre el subsistema parental y el
subsistema filial, que tienen diferente nivel jerárquico al interior de la familia.
El siguiente extracto de una primera sesión realizada con una madre y su hijo
ejemplificará lo planteado hasta aquí en relación a la forma de conversar con una
familia.
Se trata de la familia Gómez Alfaro, compuesta por la madre, Ester, 35 años y por el
hijo, Cristóbal de 16 años.
T: Ester, y usted qué piensa. Le pregunto porque así como lo cuenta me queda claro
que el colegio tiene una preocupación respeto del comportamiento de Cristóbal, pero
me gustaría saber cuál es su punto de vista al respecto.
M: Yo estoy muy preocupada. Imagínese que se quede sin colegio por la tontera que
hizo. Cristóbal ha sido un niño muy bueno, pero ahora último está cambiado, ahora es
agresivo, se encierra en su pieza, da portazos, no conversa conmigo y para colmo
esto. Antes era tan amoroso, venía a la cama conmigo en las mañanas, yo le contaba
cuentos o veíamos televisión calentitos tomando desayuno los fines de semana y ahora
es como que me ladra cada vez que me acerco a él, anda siempre enojado.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
72
C: Encuentro que en el colegio son exagerados, claro que está mal lo que hice, pero yo
no estaba fumando, era mi compañero el que lo hacía, yo sólo lo estaba acompañando
y no creo que sea tan grave como para dejarnos condicionales. Me da rabia.
T: Sí.
C: No sé. Nada. Cosas. A veces no cacho. Hay días en los que me levanto con la pata
izquierda.
T: Cristóbal, ¿hay alguna otra cosa que te preocupe?, ¿algo que te moleste a ti, por
ejemplo de la casa o de tu vida...?
C: Me molesta la onda de mi mamá, que ande tan nerviosa, que me rete por todo lo
que hago. A veces encuentro que le pone demasiado color y me persigue y eso me da
lata y me dan ganas de salir de la casa.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
73
C: No.
(c) Identificar y modificar conductas repetitivas que tiendan a mantener o fomentar las
conductas del PI.
Capítulo 6.
Mecánica Terapéutica de la Intervención Familiar.
La Primera Consulta
Primera Consulta.
Descripción de la familia.
Un primer elemento que el terapeuta debe aclarar se refiere a cómo es la familia que
tiene frente a sí.
La conversación pude iniciarse pidiendo a los asistentes que se presenten, que digan
sucintamente cuál es su nombre, su edad, su ocupación y la relación de parentesco
que tienen entre sí.
Es útil averiguar si todos viven en la misma casa y si hay alguien más que comparta
con ellos el hogar
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
76
Habitualmente estos elementos son suficientes como para hacerse una idea acerca de
quienes componen la familia, sin embargo, en algunas ocasiones puede ser necesario
profundizar en algunos breves aspectos de la historia familiar, especialmente cuando la
estructura de la familia llama la atención al terapeuta. El tiempo dedicado a la
aclaración de estos puntos debe ser, en todo caso, breve para pasar lo más pronto
posible a la aclaración del motivo de consulta.
Se entenderá que la descripción de la familia queda hecha una vez que el terapeuta
tiene clara noción de los aspectos señalados aquí.
El terapeuta siempre debe partir del supuesto de que cada miembro de la familia tiene
su propia y genuina percepción de la realidad (y construcción de ella). Por lo mismo,
debe aclarar con cada uno de ellos qué es lo que le motiva a consultar.
La pregunta clave para iniciar la conversación es ¿Porqué está Ud. aquí?. Esta pregunta
debe ser formulada a cada uno de los miembros de la familia.
Existen ocasiones en las que el terapeuta cree saber exactamente porqué viene la
familia a consultar, como por ejemplo cuando otro colega la ha derivado y le ha
explicado al terapeuta claramente porqué lo ha hecho o cuando el propio terapeuta ha
concordado con un paciente en invitar a su familia a formar parte del tratamiento. Se
recomienda que incluso en esas ocasiones el terapeuta inicie la primera sesión
preguntando porqué la familia ha decidido venir o aceptar la invitación de asistir. La
información que se persigue es determinar, desde el punto de vista de cada uno de los
asistentes, qué es aquello que le lleva a presentarse frente a un profesional o técnico
de la salud mental. En estas ocasiones será necesario adaptar esta pregunta a la
situación específica, para que no suene absurda. Puede plantearse por ejemplo:
“El Dr. Martínez los envió a una Intervención Familiar, aquí tengo su interconsulta. Sin
embargo, me interesaría saber cómo comprendieron ustedes las palabras del doctor y
cómo es que tomaron la decisión de venir”. En este ejemplo importa saber porqué la
familia asiste a la intervención, pero también cómo entendieron, desde ellos mismos,
las palabras que otro profesional de la salud les ha dicho.
Ya que el lenguaje del personal de la salud suele ser complejo y difícil de retener por
las personas, se recomienda profundizar en el significado que tienen para ellas esas
palabras, especialmente cuando lo dicho por otro profesional incluye un diagnóstico.
Así por ejemplo, cuando una persona dice “vengo porque me diagnosticaron depresión”
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
77
“Entiendo que a un nivel ustedes están aquí debido a que se les hizo una invitación a
venir. Sin embargo, me interesaría saber porqué efectivamente vinieron, qué les hizo
suficiente sentido como para aceptar esta invitación y asistir. En síntesis quisiera saber
¿porqué están aquí?”.
Las respuestas a estas preguntas suelen ser un listado de preocupaciones que traen
las familias al consultar. En la mayoría de los casos ese listado de preocupaciones es
coincidente para todos los miembros de la familia, sin embargo, en algunas ocasiones
los diferentes miembros de la familia pueden plantear diferentes motivos de consulta.
En tales casos se recomienda iniciar la intervención tomando los motivos planeados
por los padres y luego tomar los motivos planteados por otros miembros de la familia.
Las preocupaciones que la familia trae se refieren, en prácticamente todos los casos, a
un miembro en específico (el PI), el que típicamente no es quien toma la palabra al
principio de la sesión. Es conveniente esperar a que todos los miembros de la familia
tomen la palabra antes de dársela al PI, con el fin de que él escuche todas las
opiniones que se tienen sobre él y tenga la posibilidad de opinar al respecto.
Consultan Georgina (50 años), madre del PI, Alfonso (56 años) padre del PI,
Alejandra (23 años) hermana del PI y Sergio (25 años) paciente dependiente la
cocaína. En el momento de la consulta todos viven juntos. Sergio había
ingresado a tratamiento dos semanas antes cumpliendo, en la fecha de la
entrevista, un período de 15 días de desintoxicación ambulatoria. Como parte
del proceso diagnóstico el terapeuta había logrado determinar que el paciente
tenía una relación particularmente difícil con su padre, quien aparecía en sus
descripciones como un hombre hosco y agresivo, mientras que, al parecer, la
madre trataba de resolver estas tensiones sin demasiado éxito. Sergio describía
a su hermana con bastante cercanía a él, aunque se frustraba y se alejaba cada
vez que se enteraba que consumía. Con estos antecedentes Sergio y el
terapeuta decidieron enviar una nota a la familia invitándolos a participar del
tratamiento.
Papá: Me llamo Alfonso, tengo 56 años y soy el que manda en este grupo
(sonríe). Soy ingeniero, trabajo en una empresa de computación, a cargo del
área de mantenimiento.
(Risas)
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
79
T: Entiendo que ustedes cuatro viven en la casa, ¿no es así?, ¿o hay alguna otra
persona que viva con ustedes?
T: Muy bien. Para comenzar quisiera hacerles una pregunta que puede sonar un
poco rara, ya que sé que a un nivel ustedes están aquí porque les mandé una
nota invitándolos a venir, pero me interesaría saber cómo es que finalmente
vinieron, es decir, qué les hizo sentido como para llegar hasta acá. Entonces mi
pregunta es: ¿porqué están ustedes aquí? (pregunta mirando a los padres).
T: Alfonso, Ud. dice que venían teniendo problemas con él desde hace un
tiempo, ¿a qué se refiere con esto?.
T: Entiendo. Alfonso, cuando usted dice que le preocupa que Sergio se haya
metido en la coca, a qué se refiere exactamente, ¿qué es lo que le preocupa con
exactitud?.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
80
P: Me preocupa porque nunca creí que fuera a caer tan bajo. No sé a donde
podemos llegar con él. Me preocupa que se convierta en un drogadicto y pierda
la Universidad y termine sin hacer nada por su vida.
T: ¿Hay alguna otra cosa que le preocupe Alfonso?, tal vez en relación con la
familia.
P: En general no. Creo que no hay nada tan grave como la situación de Sergio.
A veces me preocupa que no nos avenimos con Georgina, discutimos sobretodo
por cosas relacionadas con Sergio, pero creo que lo que ocurre con él es más
grave que esto.
P: No.
T: ¿Cómo así?
M: Es que esto me parece terrible, creo que si sigue por este camino no va a
llegar a nada, incluso he pensado que puede llegar a morirse. Yo no se nada de
drogas, en mi familia nunca había pasado algo así, si ni siquiera trago se toma
en la casa, pero una ve las cosas que muestran en la tele y es terrible, quien
sabe qué le puede ocurrir si sigue por ese camino.
M: Que se muera... no sé... que quede botado como los viejos curados que una
ve en la calle... no sé...
T: ¿A qué se refiere?
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
81
M: Con el papá del niño. A veces nos llevamos bastante mal. Discutimos, nos
peleamos y hay momentos en que pasamos varios días sin hablarnos. Yo
encuentro que él es muy cerrado, no le gusta recibir críticas, cree que lo que él
dice es ley. Y por eso nos peleamos. Muchas veces nos peleamos por culpa de
Sergio.
M: Es decir, no por culpa de él, sino que por él ¿me entiende?, tenemos hartas
diferencias en cómo tratarlo... pero creo que ese no es el tema que nos tiene
aquí, mal que mal yo elegí casarme con este hombre y esa es una decisión mía,
pero lo importante es que Sergio se cure y salga de estos problemas.
M: No, Alejandra se porta muy bien y le va muy bien... no hay nada más que
me preocupe.
T: ¿Ayudarlo en qué?
T: ¿Te preocupa?
A: Sí me preocupa, pero no lo veo tan terrible como lo ven los papás. Yo creo
que él se metió en esto por puro tonto y que si se metió igual puede salir si se
lo propone... eso es lo que me preocupa, veo que él no se propone cosas, es
como si le diera lo mismo, no se pone metas, es como si viviera el día no más.
Aparte que mi mamá lo regalonea todo el rato y mi papá lo reta... tal vez por
eso la mamá lo regalonea tanto...
A: No.
T: ¿Cómo así?
(silencio general)
En síntesis, lo que el terapeuta debe lograr es una descripción de cuales son los
comportamientos de cada uno de los miembros de la familia antes, durante y
después de que ocurra el consumo del paciente índice.
Un ejemplo de esta exploración del terapeuta surge a partir del caso que hemos
examinado más arriba:
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
84
M: Lo que ocurre es que yo no supe que él consumía drogas, sino hasta hace
dos meses. No me había dado cuenta de lo que pasaba.
M: Sí, entiendo lo que dice. Yo hacía tiempo que tenía la duda de que algo podía
estar pasando con Sergio, pero decía: no puede ser, no creo... como una ve las
cosas que dan en la tele en que muestran esos chiquillos de las casas de
acogida que cuentan que roban las cosas de la casa para comprar droga y en la
casa nuestra eso nunca pasó... pero si lo pienso ahora... no sé... me da la
impresión que Sergio se ponía como nervioso y salía de la casa... no sé...
(Alejandra interrumpe)
A: ...se ponía como león enjaulado, daba vueltas por la casa, se ponía idiota,
empezaba a molestar a todo el mundo y después era como si no aguantara más
y salía... a consumir yo creo... porque muchas veces llegaba al otro día...
T: Eso era lo que pasaba antes... así como lo cuentan me parece que este
comportamiento no les preocupaba mucho... ¿porqué?.
(Alejandra interrumpe)
A: Era bastante típico, no todas las veces, pero varias veces coincidía.
T: ¿Y qué pasaba con todos ustedes qué hacías tú, qué hacían la mamá y el
papá?.
T: ¿Y dejaban de pelear?
S: Sí. Eran excusas que yo buscaba. Yo buscaba cualquier excusa para salir de
la casa e irme a consumir.
T: Ok. Me queda claro (risas). Cuéntenme, una vez que supieron que Sergio
estaba usando drogas, ¿hicieron algo para resolver el problema?
M: lo mandamos al sur con mi hermana. Ahí anduvo bien como dos semanas,
pero luego supimos por mi cuñado que le habían encontrado la cochinada esa
en una chaqueta... así que lo trajimos. No hicimos nada más.
Con los problemas que traen a las familias a consultar pasa lo mismo. Las familias
traen explicaciones para sus problemas. Lo crucial de ellas es que, al definir cómo
percibimos la realidad, definen también la manera en que nos comportamos. De esta
forma, por ejemplo, no es lo mismo explicarse el comportamiento de consumo de un
familiar como si se tratara de un vicio que si se tratara de una enfermedad. El primer
significado lleva a la consecuencia de satanizar al consumidor como un inescrupuloso y
falto de fuerza de voluntad o como un irresponsable, lo que generará una serie de
emociones negativas que invitarán a abandonarlo. El segundo significado, la
enfermedad, a su vez, puede tener como consecuencia emociones de preocupación y
cuidado que llevarán a la familia a proveerle alternativas terapéuticas al PI.
Otro factor de importancia es que, para intentar co-construir con la familia nuevos
significados que generen nuevas conversaciones (ver Capítulo 3) y por lo tanto, nuevos
comportamientos, se requiere conocer cuales son los significados (o las explicaciones)
que las familias tienen respecto de aquello que les lleva a consultar.
A veces no es fácil para la familia responder, dado que no es una pregunta habitual de
realizar y los miembros de la familia no parecen “venir preparados” para ella. Sin
embargo, en la gran mayoría de los casos las personas han elaborado alguna hipótesis
que les ayuda a explicar “porqué les pasa lo que les pasa”.
Si fuera el caso de que a una familia o a un miembro de ella le resulta difícil plantearse
la respuesta a esta pregunta, se le puede plantear algo así como: “Ok. Usted dice que
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
88
Sobre este punto el terapeuta debe ser especialmente cauto y cuidadoso, intentando
generar el mayor clima de confianza posible, ya que algunas veces las personas tienen
convicciones que suponen que no serán bienvenidas por terceras personas. Ejemplo de
esto son explicaciones sobre “mal de ojo”, brujería u otras por el estilo. El terapeuta
debe ser lo suficientemente flexible como para dialogar con la familia desde el marco
de la propia certeza de aquella, entendiendo que estas son las creencias de la familia y
que como tales son respetables y necesarias de conocer, aunque para algunos resulten
sólo ideas supersticiosas.
T: Ahora quisiera hacerles una pregunta un poco diferente a los que hemos
estado conversando. ¿Cuál es la explicación que tienen para el comportamiento
de consumo de Sergio?
T: Ok. Pero por donde, más o menos, han ido sus reflexiones.
A: Los amigos. Todo comenzó cuando él empezó a juntarse con un grupo nuevo
de amigos.
A: No.
S: Yo creo que es la droga. El vicio que te agarra, una vez que ya empiezas no
terminas y quieres más y más y luego el cuerpo te la pide. Yo comencé
consumiendo con algunos amigos, pero ahora consumo la mayoría de las veces
solo, así que yo creo que esta cuestión me agarró...
Visto como lo ponen los miembros de la familia existe un grupo de explicaciones que
cada uno tiene para el comportamiento adictivo de Sergio. El terapeuta logró explicar
la idea de lo que cada uno piensa respecto del origen de los problemas que le aquejan
y cada miembro de la familia comentó si propia explicación. Es interesante en el
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
90
ejemplo que ambos padres coincidan en sus explicaciones (cosa curiosa dado su nivel
de descoordinación respecto de Sergio) y que ambos se abran a la posibilidad de que
sus discusiones estén de alguna manera relacionadas con el comportamiento de
Sergio.
Hipótesis familiar.
Tal como se examinó en los Capítulos 2 y 3, los síntomas pueden ser concebidos como
comunicaciones cuya finalidad es mantener el equilibrio de la familia o la homeostasis
familiar.
De este modo, durante la exploración que se haga con la familia el terapeuta debe
tener presente en todo momento la siguiente pregunta: : ¿para qué le sirve el
consumo de drogas o alcohol a esta familia en particular?. Se trata de buscar la
función que el síntoma puede cumplir en una determinada familia.
Esta conclusión se ofrecerá a la familia como una forma alternativa de entender sus
problemas y su participación en la mantención de la conducta sintomática al interior de
la familia.
En nuestro ejemplo podría concluirse que la función del consumo de drogas de Sergio
apunta a mantener el equilibrio de la relación de los padres expuesta a frecuentes
tensiones en las que él y su comportamiento parecen ser el tema de discordia.
Concomitantemente con aquello, el comportamiento de salir de la casa a consumir
moviliza las emociones de la familia de modo que con la rabia de Alfonso y con el
nerviosismo y la culpabilidad de Georgina las discusiones se detenían, reinstalándose
un equilibrio frágil, que luego de un tiempo se verá nuevamente tensionado ya que los
participantes del sistema no han variado sus posiciones. En el sentido expuesto, la
conducta de consumo de Sergio actúa como un regulador de la tensión familiar y de
esa manera cumple con su rol de mantener la homeostasis familiar.
Sin embargo, existen casos en los que no resulta del todo fácil generar este tipo de
conclusiones. En esos casos la siguiente pregunta ha probado clínicamente ser de
utilidad:
"Lo que voy a plantearle puede resultar un poco curioso. Le sugiero que piense su
respuesta porque la pregunta que voy a hacerle no es muy tradicional por lo que
supongo que no ha pensado antes en la respuesta. No tiene porqué responderme
ahora, si quiere puede pensarlo hasta la siguiente vez en que nos encontremos.
Hay que tener presente, sin embargo, que las conclusiones a las que llegue el
terapeuta serán siempre hipótesis que deben ser probadas con la familia en el sentido
de examinar si lo que se le plantea les resulta razonable o no.
Recapitulando lo dicho hasta este momento, el terapeuta debe explorar en una primera
consulta los siguientes elementos:
Capítulo 7.
Mecánica Terapéutica de la Intervención Familiar.
Continuidad de la Atención.
Hasta este momento hemos hecho un recorrido que nos ha llevado desde el saludo
inicial a la familia hasta la construcción de un diagnóstico familiar en relación a sus
problemas. En este capítulo examinaremos algunas directrices acerca de cómo se
continuará la atención de la familia en las sucesivas sesiones que se desarrollarán con
ella.
Los contenidos con los que se construirá esta explicación o sentido alternativo surgen
directamente del proceso diagnóstico examinado más arriba y específicamente de la
hipótesis familiar que se construyó en ese proceso.
El camino que se sigue con la familia en esta etapa de la Intervención Familiar intenta
un recorrido diferente, en el sentido de mostrarle a la familia que han elegido una
forma de adaptación que ha resultado eficiente (ya que la familia sigue en pie), pero
costosa, ya que involucra la entrega o “sacrificio” de uno de sus miembros, el PI,
mientras que por otro lado, oculta el conflicto de base dejando a la familia atrapada en
una situación que se vuelve crónica.
Mostrar este “mecanismo” a la familia tiene un efecto impactante que le dificulta seguir
adelante con “más de lo mismo”, mientras que, al mismo tiempo, abre la posibilidad al
terapeuta para hacer una invitación tan sugerente como obvia: “si hemos descubierto
que el consumo de drogas de uno de sus miembros contribuye a que ustedes regulen
un conflicto o una preocupación importante, pero por algún motivo difícil de enfrentar,
miremos ese conflicto o preocupación de frente y trabajemos directamente sobre él,
dejando de lado el comportamiento adictivo que hasta el momento ha operado como
si fuera una pantalla de humo”.
Esta invitación, de ser aceptada por la familia, abre el camino para iniciar una
conversación diferente a su interior, para abordar los conflictos que la tensionan y para
descubrir cuales han sido los mecanismos reguladores que han puesto en marcha, pero
que no les han ayudado a resolver sus problemas de manera de recobrar la fluidez en
la vida familiar.
Hay que recalcar aquí, como ya se expuso en el Capítulo 3, que lo que se plantea a la
familia no es un punto de vista cándido de tipo causal lineal en la dirección de que el
consumidor desarrolla este comportamiento porque la familia tiene un conflicto. Lo
que se le está mostrando a la familia, e invitando a modificar, es la forma en que ellos
contribuyen a la mantención de ese comportamiento. Una buena forma de mostrar
con claridad esta idea es recalcar el hecho de que ellos han desarrollado una serie de
comportamientos (muchos de los cuales han requerido gran energía física, pero
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
95
Al igual que el terapeuta está preparado para las recaídas de sus pacientes, debe
estarlo también para la aparición de estas conductas y no debe desalentarse por las
mismas. Un enfoque de utilidad puede ser preguntarse, junto con la familia, cuál es el
sentido de este comportamiento, en la misma línea que se ha analizado anteriormente.
Se puede preguntar a la esposa, por ejemplo, “la veo muy empeñada en gastar
energía en contribuir a que su marido recaiga... por ejemplo al pedirle que haga el
pisco sour para los invitados (aunque su problema no sea el pisco). ¿Cómo es que esto
ocurre?, ¿a qué atribuye usted que esté dispuesta (de forma inconsciente) a hacer
esto?, ¿sigue el comportamiento de consumo cumpliendo un función de utilidad para
ustedes?”
De esta manera y pensando en las consecuencias, las personas que entienden que se
les está “culpando” por el comportamiento de su familiar consumidor de drogas
tenderán a defenderse y a encontrar injustas las apreciaciones del terapeuta. En tal
escenario, el terapeuta debe esforzarse por hacer estas distinciones y proponer a la
familia que se está hablando de responsabilidad y por lo tanto, del grado de control
que ellos tienen respecto del comportamiento de su familiar. Cuando los miembros de
la familia entienden esta diferencia, la emoción preponderante es de tranquilidad ya
que aumenta su percepción de control de la situación.
Contención Emocional.
Examinar y conversar sobre las emociones que la familia tiene en el desarrollo del
tratamiento, tranquilizar a la familia frente a las situaciones de recaída, entregar
información respecto del curso y el desarrollo del problema de adicciones u otra
información que la familia requiera, son acciones que contribuyen a la mantención y
fomento del bienestar de la familia en el curso del tratamiento.
Capítulo 8.
Mecánica Terapéutica de la Intervención Familiar.
El manejo de Aspectos Específicos.
Este es tal vez el elemento de mayor importancia. Con repetida frecuencia, y tal
como ocurre en la dinámica familiar normal, los padres resultan ser los
miembros de la familia que menos asisten a la Intervención Familiar. Esta
ausencia puede llevar a que dentro de la propia intervención se le deje afuera
como un tema de relevancia o simplemente se olvide preguntar por su punto de
vista, lo que es una forma de continuar en la Intervención con la regla utilizada
por la familia y que ha probado no ser útil.
Por otro lado, resulta también bastante frecuente que los propios PI, en caso de
tratarse de hijos de la familia, tengan a su vez la percepción de problemas
severos con esos padres, los que muchas veces comienzan con la percepción de
abandono por parte de ellos.
Pare enfrentar esta situación el terapeuta debe proponer una distinción entre
certeza y confianza.
Ahora bien, al ser la confianza una opción, también puede ser una opción en
términos de salir arbitrariamente de una situación de desconfianza. Dados
ciertos elementos, la persona puede optar por confiar, por "depositar" la
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
100
confianza en otro. Esto también como una forma de salir del dolor de la
desconfianza, es decir "opto por confiar para no seguir entrampada en el dolor
de la desconfianza", es una opción "mezquina" por la tranquilidad personal.
Para hacer posible esta opción se le indica a los familiares que hagan un listado
de los comportamientos y signos que indudablemente les entregan certeza
absoluta de que el PI ha consumido (ejemplos típicos de esto son ojos rojos,
esquivar la mirada, entrar a la casa y no saludar, irritabilidad, discurso
acelerado, etc.). Este listado se afina con la ayuda del PI hasta llegar a aquellos
indicadores que de una manera clara y precisa se presentan exclusivamente y
sin lugar a dudas sólo cuando el PI ha consumido. A este listado se le llamará
"Indicadores de Certeza" (se puede pensar en incluir pruebas de drogas en
orina como elementos para "salir de dudas", siempre y cuando se negocie esto
con el PI y se establezca la regla de que las discrepancias que puedan surgir a
raíz del resultado de la prueba son tratadas en sesión de Intervención Familiar).
Como se planteó más arriba no es común que las familias generen situaciones
complejas en el contexto de la intervención familiar, sin embargo existen dos
situaciones que pueden resultar complejas de manejar, especialmente para terapeutas
inexpertos: el llanto de uno de los miembros de la familia y una discusión durante el
desarrollo de la sesión. Examinaremos ambas situaciones.
Frente a esta situación el terapeuta debe dejar el espacio para que la persona llore
y no debe intervenir en aquello, a la espera de que alguno de los familiares
reaccione. Tampoco debe consolar a la persona que llora, ya que si esa emoción
está ahí es por un motivo que el terapeuta debe averiguar. Por supuesto, no se
trata de que el terapeuta quede impertérrito, como una piedra, sino de echarse
para atrás en una señal de respeto con el dolor de esa persona, esperando que ella
se desahogue, pero siempre en una actitud de entender lo que ocurre. Una buena
forma de retomar la conversación es preguntar a la persona que lloraba: ¿Qué fue
lo que le dio pena?.
Detener una escalada de este tipo en realidad no es difícil. Muchas veces basta con
hacer un gesto con la mano señalando lo inadecuado de aquella discusión. Otras
veces conviene decirles: "les sugiero que no sigan por ese camino porque ya
sabemos a donde van a llegar y por lo mismo no tiene sentido en el contexto de
una intervención en que estamos buscando soluciones y caminos diferentes a los
que ya realizan en su casa... como ponerse a pelear".
Otra alternativa es hacer algo un poco más osado: ejecutar alguna conducta no tan
"propia" de un terapeuta (como aplaudir o parase del asiento o mostrarse
sorprendido por una hoja del macetero) de modo de dejar a los asistentes
perplejos, propiciando así un cambio de emoción para luego explicar que se hizo
eso para sacarlos de la escalada de una discusión.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
102
Keeney (1992) compara la psicoterapia con una visita guiada a un museo, en la que el
guía es el paciente y el visitante es el terapeuta quien tiene la posibilidad de preguntar,
a medida que el paciente muestra los cuadros de su vida. En general es el paciente
quien elige qué mostrar y qué no, pero esta visita por los cuadros de la vida del
paciente o de la familia es una empresa conjunta en la que el terapeuta puede dejarse
impresionar por los detalles y solicitar que le abran puertas o le muestren rincones que
el paciente sólo había mostrado superficialmente.
Esta metáfora sirve para proponer una idea fundamental: la curiosidad debe ser el
motor de la exploración cuando se entrevista a una familia. Resulta adecuado dejarse
sorprender y usar este impulso, la curiosidad, como un elemento básico que oriente la
conversación.
Dada la definición de familia con la que trabajamos en este texto “no tener a nadie en
el mundo” es una realidad muy improbable en nuestro país, sin embargo,
exploraremos también esa posibilidad para ver cómo intervenir.
Tal vez una de las experiencias más frecuentes experimentadas por profesionales o
técnicos que desarrollan Intervenciones Familiares es que a la hora de planificar la
invitación a la familia del paciente, este plantee que sus familiares no asistirán a la
terapia.
Debido a esto, siempre es conveniente tomar estas palabras con algún grado de
escepticismo e insistir en la invitación a los familiares utilizando las estrategias que
revisamos en el Capítulo 5. En una amplia cantidad de casos estas estrategias son
suficientes para que los familiares asistan a terapia, por lo que debe insistirse
reiteradamente sobre ellas antes de que el terapeuta se de por vencido.
La experiencia clínica muestra que con estas soluciones, unidas a la paradoja que
involucran, se generan movimientos en la familia que en una amplia cantidad de
casos hace que el pariente ausente se presente (a veces sólo de visita) a la
Intervención Familiar. Por otro lado, además, estas soluciones permiten el
desarrollo de la Intervención aún en ausencia de algunos de los miembros de la
familia.
Como se dijo más arriba, la definición de familia con la que hemos trabajado aquí
hace que este escenario sea altamente improbable de existir, por lo que se
recomienda al terapeuta insistir en la búsqueda de otro significativo.
Muchos pacientes en esta situación muestran más bien las consecuencias de sus
propias elecciones (cuyos orígenes es necesario explorar) por desvincularse
totalmente de sus familiares o incluso sus amigos, por lo que en estos casos, los
objetivos del trabajo familiar varía enormemente de lo planteado aquí.
Capítulo 9.
Rendimientos, Niveles de Resolutividad y Alternativas
Terapéuticas.
Concentración y Rendimiento.
La Intervención Familiar propuesta aquí está diseñada para ser aplicada en sesiones de
45 minutos con una periodicidad de 1 vez a la semana y con una familia a la vez.
Dependiendo de la complejidad del caso, las sesiones podrían espaciarse hasta a dos
veces al mes.
Debido a que el material con el que se trabaja durante la sesión proviene de la propia
vivencia de la familia y a que muchas veces la familia se lleva tareas para realizar
entre sesiones, son escasas las oportunidades en que las familias se beneficiarán de
una asistencia más frecuente que una vez por semana.
Niveles de resolutividad.
se entiende que casos familiares más severos deben ser derivados a instancias de
mayor especialización que puedan proveer Terapia Familiar.
Es obvio pensar que estos criterios para la derivación a Terapia Familiar deben ser, a
su vez, adaptados al nivel de resolutividad que tenga el programa terapéutico dentro
del cual se integre la prestación de Intervención Familiar y también a la disponibilidad
de recursos más especializados que provean Terapia Familiar en las redes locales. Sin
embargo, en términos generales debe pensarse en una derivación a Terapia Familiar
en los siguientes eventos:
Este enfoque multifamiliar incluye objetivos que van más allá de lo propiamente
terapéutico para adentrarse en variables cercanas a las estrategias de desarrollo local.
Capítulo 10.
Caso Clínico.
La Bella Durmiente.
La Paciente Indice se llama Alejandra, una mujer de 42 años, de clase media aunque
recientemente empobrecida, soltera y sin hijos. En el momento del inicio de la
Intervención Alejandra estaba ingresada, desde hacía dos semanas, en una Comunidad
Terapéutica debido a su adicción a las Benzodiazepinas. Hasta ese momento vivía en la
casa familiar con sus padres, Rosa de 70 años y Sergio de 75, y con su hermano
Fernando de 40.
Sesión 1.
Asisten a la sesión Rosa (70), madre de la paciente índice (PI); Sergio (75), padre la
PI, Fernando (40) hermano de la PI y Alejandra (42), paciente índice.
Papá
Fernando
Alejandra
Terapeuta
Mamá
Reflexiones Terapéuticas.
al medio sin mayor contacto con el resto, al lado del padre, pero sin tocarlo. La
distancia de los padres es máxima entre ambos. ¿Qué relaciones parecen comunicar
estas posiciones?. Los padres parecen distanciados el uno del otro poniendo a los hijos
en medio de ambos, la madre parece tener una hija especialmente cercana (¿una
aliada?), mientras que el padre no parece tener un cercano o un aliado particularmente
definido. La composición de la familia genera una curiosidad casi inmediata: ¿cómo es
que esta familia ha mantenido esta forma durante tanto tiempo, es decir, cómo es que
dos hijos evidentemente adultos se mantienen todavía en la casa de los padres?, ¿la
mantención de ellos dentro de la casa será importante para esta familia por algún
motivo?.
Comienza hablando Sergio. Se presenta como el padre de esta familia. Dice que es
jubilado, que trabajó 30 años en una fábrica de muebles, donde llegó a ser el
encargado general de todo el proceso productivo. Actualmente se decida a la jardinería
en su casa y al dominó con un grupo de amigos. Dice que está separado de la señora…
Él responde que viven en la misma casa porque la situación económica no les permite
mantener dos casas. Duermen en piezas separadas.
Rosa dice que ella es dueña de casa, se dedica esporádicamente a un grupo de señoras
voluntarias que trabajan con enfermos. Ratifica la información entregada por Sergio.
Fernando dice que vive en la casa y que no hace nada. Ha tratado de irse de la casa a
un departamento con amigos un par de veces, pero no le ha resultado y termina
regresando. No tiene pareja. Dice que tiene una enfermedad cardíaca crónica, que
requiere cuidados, pero que no es incapacitante.
Alejandra dice que tampoco hace nada y se dedica a ser dueña de casa y a ayudar a la
mamá. Tiene una pareja, pero no es del agrado de la familia, por lo que le cuesta
mucho llevar adelante esa relación.
La familia vive de las pensiones de los padres, que es bastante baja, y de ayudas
esporádicas de la hermana de la madre que tiene una buena situación económica.
La madre toma la palabra y dice que están ahí por el problema de consumo de
medicamentos de Alejandra. Ella comenzó a consumir remedios para los nervios, hace
como 12 años, porque era muy nerviosa, andaba siempre como asustada, con
sobresaltos. En esa época Alejandra trabajaba como secretaria en una empresa y
estaba tan estresada que debió dejar ese trabajo. Fue la madre, quien le recomendó
los mismos remedios que tomaba porque también era bastante nerviosa. Con el
tiempo Alejandra llegó a consumir hasta media caja de diazepam diaria y en general
pasaba dormida todo el día. Un doctor les daba recetas para que pudieran comprar los
medicamentos, pero hace poco tiempo el doctor dejó de trabajar en el consultorio y al
consultar, otro le diagnosticó adicción a las BDZ. Probaron con remedios naturales,
pero no le hicieron nada y Alejandra se sentía cada vez peor. En el Servicio de
Urgencia, al que fueron buscando atención, la derivaron a un COSAM y desde ahí
llegaron a esta Comunidad Terapéutica.
La madre dice que le preocupa que Alejandra esté saliendo con una persona que es
mala compañía. Pololea con el cuidador de autos de la esquina de la casa, que duerme
en la calle y queda botado borracho los fines de semana...
Alejandra la mira con cara enojada. El resto de la familia mira silenciosa al frente.
El terapeuta pregunta a Rosa si hay otra cosa que le preocupe. Ella dice que la
situación con el marido.
Dice que le preocupa que el marido puede ser violento con ella. Están separados hace
como 10 años, pero viven juntos y la convivencia se hace imposible de soportar. Él la
vigila y le grita.
Sergio toma la palabra y hablando en voz bastante alta dice al terapeuta: ¿porqué no
le pregunta cómo me trata?, ¿le parece a usted razonable que ella compre la comida
para ella, se cocine en un anafre en su pieza y no me cocine nada a mí?, ¿le parece
razonable que se gaste la plata de las contribuciones de la casa en otras cosas y
estemos a punto de perder la casa?
El terapeuta le pide que espere su turno para hablar. Sergio lo mira fijamente y hace
un ademán como para seguir hablando… el terapeuta le hace un gesto con la mano
para que no continúe hablando. Sergio se calla murmurando “así no llegaremos a
ninguna parte, nada va a cambiar”
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
112
Rosa dice: ¿ve? Es así como se pone. Se pone como un energúmeno, no hay quien lo
pueda detener, se pone violento…
Ella dice que le preocupa un poco Fernando, que no sabe cuando se va a instalar en la
vida, lo ve tan dejado, como que no tiene iniciativa, esto debe ser por su enfermedad.
El terapeuta le pregunta si hay alguna otra cosa que le preocupe. Dice que no.
Alejandra toma la palabra para decir que la madre tiene razón, que muchas veces el
padre ha llegado a ser peligroso y que le da miedo... el terapeuta le pide que espere
un poco a que llegue su turno para hablar.
Sergio: Porque esta puede ser la oportunidad de enfrentar los problemas que tenemos
como familia. Si hablamos frente a una persona externa, a un experto, quizá podamos
ponernos en algo de acuerdo.
Terapeuta: Desde su punto de vista Sergio ¿cuales son los problemas de la familia?.
Alejandra toma la palabra y plantea que las cosas no son así, que es el papá el que se
pone violento y que la mayoría de las veces es él quien inicia las discusiones en forma
violenta, así que no es correcto que se ponga como una especie de mártir de la
familia...
Sergio: Las peleas se dan especialmente entre Rosa y yo. Ella me ha perdido
totalmente el respeto, se pelea conmigo casi todos los días y no me agradece nada de
lo que hago por ella. Por ejemplo, hace una semana le traje un kilo de filete para que
cocinara para la todos y me lo tiró por la cabeza, literalmente. Yo lo guardé en el
refrigerador y ella lo cocinó por la noche y lo guardó en su pieza que mantiene con
llave... ¿cree usted que yo comí algo de esa carne?, nada, ella lo guardó y yo no vi
nada de esa carne...
Aquí se pone como usted la ve, como mosquita muerta, pero en la casa es bien
diferente. Yo no soy el malo de la casa.
Sergio: Me parece que lo que le conté es el origen de todo lo que ocurre en la casa.
Sergio: No.
Fernando: Vine porque Alejandra me llamó para la casa y me pidió que viniera.
Alejandra dice que ella cree que le va a ser de ayuda venir a terapia porque... el
terapeuta nuevamente le pide que espere su turno para hablar y ella hace un gesto
como de pedir perdón por interrumpir y se queda callada.
la Alejandra. El ambiente se vuelve muy pesado, pelean los papás, Alejandra trata de
controlar la situación y al final los dos terminan peleando contra ella y también entre
ellos...
Fernando: Yo trato de no estar en la casa o estar lo menos posible. Salgo casi todo el
día, me voy a conversar con mis amigos... y si llego alguna vez a la casa y me doy
cuenta de que la cosa está muy tensa me voy a dar otra vuelta y llego como a las
cuatro de la mañana cuando ya todos están dormidos. Me he tratado de ir de la casa
un par de veces, pero no me resulta y tengo que terminar volviendo nuevamente.
Fernando: Lo que pasa es que tengo una enfermedad cardíaca que en realidad no es
tan grave, pero a veces me juega una mala pasada. Me ha ocurrido ya dos veces que
me he ido de la casa y cuando he llevado un tiempo viviendo afuera, compartiendo con
un par de amigos, me he enfermado… no sé… parece que me baja la presión y me he
sentido muy mal, se me daba vuelta todo, como que perdía el equilibrio, al final no me
podía ni mover, me dolía el pecho y me tuvieron que llevar a Urgencias. Ambas veces
ha ocurrido que mis amigos me han dicho que tal vez lo mío es más grave de lo que
parece y me han “invitado” al irme, porque me dicen que es mucha la responsabilidad
y eso… así que he terminado de vuelta en la casa…
Fernando: En realidad pienso parecido al papá, creo que se les pasó la mano a la
mamá y a ella en el uso de los remedios... y ahora yo estaba un poco preocupado
porque veía que Alejandra pasaba en la casa y pasaba casi todo el tiempo durmiendo.
Yo sé que es difícil dejar de tomar medicamentos, así que me parece genial que
Alejandra esté aquí donde la pueden ayudar.
Fernando: No.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
115
Terapeuta: ¿Cuando dice "dentro de la casa" está diciendo que no salía para nada?
Alejandra: Ni a la plaza.
A: Un poco, yo no diría que salgo tanto, pero salgo a ver a mi pololo, como no puedo
llevarlo a la casa... pero no es tanto... será una o dos horas al día.
T: ¿Cómo así?
A: Me preocupan las peleas entre los papás, especialmente, me preocupa que mi papá
es un hombre que se pone muy violento y creo que puede llegar a hacer daño a mi
mamá... o ella causar un problema grave... a veces temo por sus vidas... Lo complejo
es que me doy cuenta de que soy la única que pone un poco de cordura en la casa,
porque Fernando se va cuando empiezan las peleas y es a mí a quien le toca
tranquilizar la situación entre ambos...
A: Quien sabe... parece que sí. En general me preocupo de que ambos no se pongan
violentos... me da miedo que el papá le pegue a la mamá...
T: OK. Quisiera hacerles una pregunta dirigida a todos: ¿qué pasa antes durante y
después de que Alejandra ha consumido?
(Silencio)
S: No es fácil decirlo, porque es como que no hay un momento muy claro en que
Alejandra consuma y otro en que deje de consumir. Ella toma remedios todos los días,
es un consumo permanente...
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
117
T: OK, ¿y si yo le preguntara cómo se da cuenta Ud. que ella ha tomado remedios, qué
me diría?
S: Que es cuando ella duerme por mucho tiempo. Ahí me doy cuenta de que ha
tomado más remedios que de costumbre, porque los toma todos los días.
T: ¿Y Ud. Rosa, cómo se da cuenta que Alejandra ha tomado más remedios que de
costumbre?
T: ¿Y no le da miedo que le pueda pasar algo, como que haya tomado una sobredosis
y le pueda causar un daño a la salud?
R: Fíjese que no, porque ella sabe muy bien cómo funcionan los medicamentos. Y en
general me he fijado que ella duerme más luego de que se ha quedado despierta hasta
tarde en la noche cuando el padre y yo hemos estado discutiendo.
A: Y yo me quedo despierta hasta esa hora, atenta a que no se vayan a hacer daño,
especialmente cuidando que el papá no le vaya a pegar o hacerle otra cosa a la mamá,
y a veces trato de intervenir para que las cosas se tranquilicen, pero no siempre me
resulta, porque la pelea sigue y se ponen a pelear conmigo...
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
118
T: Entiendo. Pero entonces, desde su punto de vista Alejandra, ¿el que usted duerma
hasta tarde es un indicador de que ha tomado más remedios que de costumbre o es
que se duerme porque se ha quedado despierta hasta tarde?
T: ¿Y qué hace?
F: No, a esa hora ya no puedo hacer nada, no puedo salir, así que me voy a acostar
rapidito.
F: Yo creo que por cansancio, me da la impresión que los vence el cansancio y se van
a acostar... sino seguirían peleando.
S: Sí, yo creo que la peleas no se terminan, al final nos vamos a acostar de puro
cansados no más.
T: OK. Déjenme preguntarles algo diferente: ¿han hecho algo para superar el
problema de consumo de Alejandra?.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
119
R: Lo que pasa es que no sabíamos que ella tenía este problema de adicción, yo creía
que ella tomaba pastillas porque era nerviosa... cuando el doctor nos dijo que podía
ser eso, tratamos de mejorarla con remedios naturales, homeopáticos, ¿me entiende?,
pero ella se sentía cada vez más mal, y luego fuimos al COSAM y después nos
mandaron para acá.
T: Y Ud. Sergio ¿cómo lo ve, qué intentos han hecho por superar el problema?
S: Yo vengo diciendo hace varios años que jugar con los remedios es peligroso, lo digo
y lo digo, pero no me hacen caso...
T: Así que su estrategia ha sido tratar de convencerlas de que está mal lo que hacen...
S: Así es.
F: Yo he visto muchas veces al papá decirle a la Alejandra que no siga con esto de los
remedios para los nervios. Yo también le he dicho algunas veces...
F: No.
A: Yo creo que para mí este es un problema hace poco, lo que yo quería era estar
tranquila, no estar tan tensa, pero parece que se me pasó la mano... recién ahora me
siento haciendo algo por mí...
Hacia el final de la sesión el terapeuta pregunta sobre las explicaciones que tiene la
familia para lo que le ocurre a Alejandra. El padre y Fernando coinciden en que
Alejandra y la madre han jugado irresponsablemente con los remedios. La madre y
Alejandra plantean que Alejandra es muy nerviosa y por lo tanto ha necesitado los
medicamentos.
Reflexiones Terapéuticas.
No han existido intentos de solución exitosos. Más bien los mismos pueden describirse
como recientes a raíz de la definición de dependencia a BDZ por parte de un médico,
incluyendo uso de medicamentos homeopáticos y consultas en el COSAM. El intento
más reiterado, aunque nada de exitoso, ha sido el del padre, quien ha tratado de
convencer, con reproches, a Alejandra y a la madre acerca de lo peligroso de utilizar
indiscriminadamente medicamentos. Fernando ha usado la misma línea de solución,
pero de una manera menos sistemática.
Regula la tensión que se genera entre los padres de modo tal que la día
siguiente de sus discusiones ambos desplazan su atención hacia Alejandra y
regulan su comportamiento dejando de discutir, ya sea por la preocupación
por su vida o por velar su sueño.
Es posible pensar que otros elementos confluyen para mantener los hijos al
interior de la familia. Tal es el caso de la enfermedad de Fernando y el tipo de
elección de pareja de Alejandra.
Con esta invitación el terapeuta invita a la familia a iniciar una Intervención Familiar,
cosa que la familia acepta.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
122
Sesión Nº2:
Inicia la sesión recordando las ideas propuestas en la anterior y decide buscar más
información respecto del conflicto de los padres.
Los datos recabados indican que ellos han tenido un conflicto severo desde hace
prácticamente 40 años, ya que visualizan la fecha de inicio del mismo próximo al
nacimiento de Fernando. En estos años el conflicto ha tenido algunas escenas
“escabrosas” como que el padre ha sido verbalmente violento con la madre o que la
madre le ha escondido la comida al padre.
El terapeuta intenta explorar si sería viable que los padres redujeran su nivel de
conflictos. Frente esta exploración surge, en la sesión, una discusión de importante
magnitud que convence al terapeuta que ninguno de los padres está dispuesto a
moverse de su posición. Las vías de conciliación de ambos parecen bastante cerradas.
El terapeuta detiene la discusión diciendo que ya había visto suficiente como para
hacerse una idea de la interacción entre ambos y que los invitaba a detenerse, porque
no tenía sentido seguir en esa dinámica conocida por todos si lo que querían era
buscar nuevas formas de comportamiento en la sesión.
Surge la idea de que los padres han estado más preocupados por Fernando en este
tiempo en que Alejandra está internada, parece haber tenido recaídas en su estado de
salud, cosa que él reconoce sólo a medias: se ha sentido un poco, sólo un poco peor,
pero no es para tanto.
El terapeuta les pregunta a los hijos qué es lo que más temen en este ambiente
familiar:
A: Que el papá sea violento con la mamá o que ella haga algo grave contra él.
T: OK. Pero, ¿hasta donde llega su miedo?, ¿cuál cree que es el riesgo que, en su
opinión, corren los papás en este momento?
T: ¿Cuan grave?
T: OK. Pero ¿cuan grave?, ¿qué puede ser tan grave como para que Ud. decida
mantenerse por tanto tiempo en la casa cuidándolos?
A: Ud. no ha visto lo que pasa en la casa. A veces las cosas que se dicen, las caras que
ponen, la rabia que les da... como que se transforman... y en esos momentos me da
miedo, creo que, tal vez sin querer se les pueda pasar la mano y que uno mate al
otro...
F: (con cara de sorpresa) Chuta... nunca lo había pensado así. Quien sabe, tal vez por
eso no me he ido de la casa...
Reflexiones Terapéuticas.
La regulación del sistema parece moverse ahora hacia Fernando: los padres comienzan
a preocuparse por una desmejora en su salud, mientras que él parece también
reconocer tal desmejora.
Sesión Nº3.
La tercera sesión se realiza dos semanas después de la segunda. Los padres no llegan
a la sesión sin dar explicaciones, tal parece que se descoordinaron y no llegaron.
Reflexiones Terapéuticas.
El terapeuta trata de mostrar un punto de vista diferente acerca de los temores de los
hijos, con la esperanza de que los mismos disminuyan.
Por otro lado, y quizá basado en las conversaciones terapéuticas Fernando parece
pensar en una estrategia diferente: buscar un lugar a donde irse. Parece no estar
cómodo con el rol que el sistema le intenta entregar como regulador de los conflictos,
es cierto que ha hecho intentos previos en eta dirección, pero este tiene una
diferencia, es primera vez que Alejandra no está en la casa mientras él intenta buscar
otro lugar para vivir. Tal vez esto puede ayudar a que sus intentos sean ahora
diferentes.
Intervención Familiar en familias con un miembro con problemas de drogas
125
Sesión Nº4.
Ella comenta que recibió una llamada telefónica de la madre en que le comunicaba que
Fernando se había ido de el casa y que el padre estaba enfermo. Si bien en la llamada
no había una petición explícita de la madre, Alejandra sentía que esta la había llamado
para pedirle ayuda.
La presión era máxima en ese momento, porque luego de esa llamada Alejandra no se
había podido comunicar con su casa, ya que el teléfono estaba cortado y el celular
tampoco respondía.
Para aumentar la dificultad, Fernando no había llegado a la sesión y ella no tenía idea
de dónde podía encontrarse.
Reflexiones Terapéuticas.
Sesión Nº5:
Por otro lado, las informaciones que el tío había dado respecto de los padres y lo que el
propio Fernando había podido comprobar, mostraban que la madre se había hecho
cargo de cuidar al padre en su enfermedad, en un clima de bastante tranquilidad y
respeto mutuo.
El terapeuta tomó esta información y reforzó estas ideas, particularmente el hecho que
los padres parecían encontrar un equilibrio que era impensado tiempo atrás por los
hijos, basados en los temores que los mismos tenían respecto de las consecuencias de
las discusiones de ambos.
Reflexiones Terapéuticas.
Durante los siguientes 4 meses la familia continuó afianzando estos cambios en que los
padres llegaron a establecer una forma de convivencia por lo menos no amenazante ni
violenta (aunque tampoco particularmente cariñosa), mientras que Alejandra, al
egreso de la Comunidad Terapéutica, se instaló en forma independiente lo que le
permitió a ella y a Fernando establecer contactos cercanos, pero no “atrapantes” con la
familia.
Ideas Fundacionales
Cibernética.
La American Society for Cybernetics (ASC) es tanto un recurso informativo como una
organización activa dedicada a las ideas sistémicas. Organizan una conferencia anual y
alberga información sobre diversas páginas.
Principia Cybernetica
(http://pespmc1.vub.ac.be/default.html)
Este proyecto internacional ha liderado la creación de uno de los mejores sitios sobre
cibernética y pensamiento sistémico. Principia Cybernetica distingue una interesante
combinación de valiosos recursos internacionales e innovaciones tecnológicas.
Ideas Batesonianas.
Maturana y autopoiesis.
Autopoiesis plus...
(http://www.pnc.com.au/~lfell/index.html)
Ambos sitios son excelentes introducciones a las ideas de Maturana e incluyen accesos
a artículos y numerosos sitios en la web.
Construccionismo y Constructivismo.
Este recurso es una mina de oro para los interesados en explorar una variedad de
ideas constructivistas. Posee enlaces con artículos online, software y revistas.
Narrativa.
Comunidades Sistémicas.
Ackerman Institute.
(http://www.ackerman.org)
Uno de los institutos más antiguos de terapia familiar, el Ackerman continúa siendo
sede de innovativas soluciones sistémicas. El sitio contiene artículos online,
descripciones detalladas de programas y videos que pueden ser encargados.
El sitio ofrece información sobre una amplia variedad de proyectos, incluyendo sus
manuales de terapia sistémica.
Uno de los primeros institutos de orientación sistémica, el MRI continúa siendo uno de
los recursos más importantes en pensamiento y práctica sistémicos. El sitio posee
enlaces a sus más recientes investigaciones y programas clínicos.
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