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Ser Cristiano en América Latina a Inicios del Tercer

Milenio
Víctor Codina sj
11-11-2006
(Con voz del autor: ..\..\..\100 Audios\Codina.Ser cristiano en AL s. XXI.mp3

Esquema
Seguir a Jesús
1. Reconocerle como Señor
2. Conversión al Señor
3. Aceptar el Proyecto del Reino
4. Continuar el estilo Evangélico de Jesús
5. Formar parte de su comunidad
6. Vivir bajo la fuerza del Espíritu.

Como le decía a Marta, yo tuve una charla con los del MIAMSI, entonces algunos son los
mismos, otros son diferentes, hace 20 años en La Paz; y hablé del tema sobre Ser
Cristianos en América Latina. Ahora retomo el mismo tema y lo titulo “Ser Cristiano en
América Latina al comienzo del tercer Milenio”, o sea 20 años después. Y en el fondo
trataré los mismos temas que traté entonces viendo cómo, en un contexto nuevo, estos
temas, aunque mantienen su vigencia, quedan profundamente afectados y cambiados.
Comenzaré diciendo algo del cambio de escenario y de contexto. No me extiendo porque
ayer, tanto Jorge como Antonieta les hablaron, pero alguna cosa diré para formularlo con
una imagen bíblica que a mí me ilumina.

Cambio de escenario y de contexto


Podemos decir que desde lo 60 hasta el final de los 80 América Latina vivió una época
sumamente intensa y rica con grandes cambios sociales y políticos, con utopías, con
mucha esperanza, en medio de dificultades y de tensiones. Y desde el punto de vista
Eclesial fueron los años de Medellín, de la Teología de la Liberación, de grandes
Obispos, que Comblin llama los grandes Padres de AL: Helder Cámara, Larraín,
Angelelli, Romero, Proaño, Méndez Alceo, etc.; una vida religiosa inserta en los pobres,
muchos cristianos – hombres, mujeres - comprometidos en la lucha por la justicia,
incluso hasta derramar su sangre.
Entonces, el paradigma teológico de aquellos años me parece a mí que se podría resumir
sería en el tema del éxodo. Así como Israel fue liberado de Egipto por Dios, el pueblo de
América latina experimentaba también la presencia de Dios que le liberaba de
condiciones vida inhumana y le hacía pasar a condiciones de vida más humanas. esto
aparece ya en el prólogo de Medellín. Y hay un libro de Carlos Susil, Brasilero, que
resume 20 años de teología de América Latina y lo titula “Y el mar se abrió”, haciendo
alusión al éxodo.
El Vaticano II fue recibido en AL con mucha creatividad, con mucha profundidad, desde
Medellín y pasó de lo que se llama la primera ilustración, es decir esta ilustración
moderna occidental, Europea, que la podríamos centrar en Kant, a la segunda ilustración,
una ilustración más de los problemas de la justicia que la podríamos simbolizar en Marx.
Se pasó de la modernidad a la solidaridad. Europa está muy marcada por la modernidad –
está bien - con sus defectos y sus virtudes. AL cree que esto no es suficiente y que es
necesario redescubrir la solidaridad. Esto desde los años 60 hasta el final de los 80.

Ahora bien, desde los 80 hay un cambio tanto a nivel Latinoamericano como mundial.
Vivimos un mundo post marxista y post moderno. Conocemos los datos que sólo
enumero: la caída del socialismo del Este, el triunfo del modelo neoliberal, la hegemonía
del imperio Norteamericano, la mundialización técnica y cultural que nos convierte en
una aldea global, la cultura postmoderna, el terrorismo (hoy hace 5 años del 11 de
septiembre de las Torres Gemelas de NY), … ha cambiado el escenario.

AL aunque ha superado las dictaduras, fuera de Cuba, no logra superar la pobreza y la


discriminación. Desde el punto de vista eclesial estamos muy lejos del entusiasmo de
Medellín y de Puebla y de la teología de la liberación.

Vivimos un clima de impotencia, de resignación, con un sentimiento de inevitabilidad,


tanto en el orden económico y social como en el eclesial. Se experimenta una situación de
perplejidad, de incertidumbre, de desconcierto, depresión y cansancio.

Podemos decir que si en los años 60 al los 80 vivíamos bajo el paradigma del Éxodo,
ahora vivimos bajo el paradigma del Exilio.

El exilio, como saben, es el momento en que el pueblo de Israel está desterrado en Asiria
y Babilonia, lejos de su patria, sin sacerdotes, sin reyes, sin templo, en medio de un
mundo extraño, rodeado de otras culturas, de otras religiones. Un pueblo que se siente
hundido, sin esperanza, que piensa que Dios le ha abandonado, que ha sido infiel a sus
promesas.

Pero, este momento del exilio fue un momento muy profundo para Israel. Israel se
convirtió, cambió la imagen de Dios, descubrió que Dios era padre, madre, creador,
descubrió que lo importante era vivir la fraternidad, recupera un poco la memoria de las
tradiciones, muchos de los libros del AT se escriben en el momento del exilio y del post
exilio. Es decir, es un momento de gran profundidad teológica, espiritual y religiosa para
Israel.

Entonces podemos decir que AL también vive hoy como una especie de exilio. De noche
oscura. A diferencia del Éxodo: ahora no sabemos quien es el Faraón, son bancos,
multinacionales… Tampoco tenemos Moisés que nos guíe; no sabemos cual es el mar
rojo que hay que atravesar, tampoco sabemos cual es la tierra prometida que nos espera.

Pero también estos años, me parece a mí, que han sido años de profundización humana y
espiritual. Como ha escrito Díaz Mateo: parece que pasamos del profeta Amos, que era el
profeta luchador por la justicia, al profeta Oseas, que anuncia la vuelta al desierto donde
Dios nos habla al corazón. Hay como un cambio de sensibilidad. Veremos más adelante
que ahora estamos, me parece a mí, en un momento en que se anuncia, quizás, un nuevo
éxodo; lo veremos al final.

Entonces, en los momentos críticos hay que mantener el seguimiento a Jesús como un
elemento esencial de la identidad cristiana. En todos los momentos de crisis de la Iglesia
los cristianos más proféticos y más clarividentes han exhortado al seguimiento de Jesús
cómo lo central del cristianismo.

¿Y esto que quiere decir? Pues que el cristianismo no es primariamente una doctrina
(aunque tengamos doctrina), ni una moral, ni un culto, sino un movimiento, un estilo de
vida, un camino, un Ethos que halla su razón de ser en una persona concreta en la figura
de Jesús de Nazaret.

Sin seguimiento de Jesús la fe y la misma cristología se convierten en algo muy abstracto.

Pero ese seguimiento en el nuevo contexto que vivimos se ha vuelto más complicado y
hay que reformularlo. Vamos a ver cómo realizar ese seguimiento de Jesús tomando las
características esenciales de todo seguimiento de Jesús, pero vistas desde otro contexto
diferente.

1º Reconocerle como Señor


Seguirle es reconocerle como Señor.
Cuando Jesús llama a los primeros discípulos ellos le reconocen como Señor.

Hoy reconocer a Jesús como Señor es más difícil que años anteriores.
Vivimos en el mundo de la modernidad ilustrada, secular, que es muy celosa de la
autonomía de la realidad creada, muy crítica ante la trascendencia, muy crítica ante una
religión que pueda ser el opio del pueblo.

Por otra parte ha irrumpido la postmodernidad que genera un horizonte religioso y


cultural nuevo, hay una crítica a las utopías de los años 60, hay una crítica a lo que se
llama los grandes relatos: progreso, liberación, historia, etc., predomina el pensamiento
débil (light), aumenta la preocupación por el individuo, por su felicidad: el cuerpo, la
salud, el sexo, la afectividad. Se pasa de la sociología a la sicología. Los libros que se
venden: “como ayudarse a sí mismo, como crecer en autoestima”. Significa que es un
cambio de acento.

Se pasa de Prometeo (el héroe griego que roba el sol a los dioses) a Narciso (es el héroe
que se mira en el espejo y se enamora de sí mismo). Se vive la filosofía de aprovechar el
instante.

Sin embargo, a la postmodernidad no podemos verla como una cosas puramente negativa,
hay cosas muy positivas: mayor sensibilidad e interés por lo diferente, las culturas
indígenas y afroamericanas, el feminismo, la ecología, la cultura juvenil, el diálogo
intercultural y el diálogo religioso.

La postmodernidad ha hecho que crezca una sensibilidad religiosa muy ambigua, a veces
sin Dios, tipo “new age”, una religión a la carta con un poco de judaísmo, budismo, etc.

Y por otra parte está surgiendo el pluralismo religioso con el encuentro entre cristianismo
y las demás religiones de la humanidad. Son algo que se nos hacen presentes con las
migraciones, con el terrorismo, con los medios de comunicación, etc.

Y esto también engendra problemas teológicos: ¿tiene sentido la Iglesia? ¿hay salvación
fuera de la Iglesia? ¿Cristo es el único salvador o hay otros salvadores? Hay cambios
religiosos profundos.

Algunos dicen: estamos en un cambio del tiempo axial. Las religiones surgieron hace
6.000 años y este tiempo está culminando. Ahora pasamos de una religión basada en la
trascendencia a una religión centrada en la inmanencia (la interioridad). Hay una
autonomía de la creación, y esto genera problemas nuevos. El problema quizás hoy día no
es el ateísmo como hace algunos años sino el agnosticismo y la indiferencia religiosa.

¿Entonces qué significa en este contexto reconocer a Jesús como Señor?


Se nos invita a profundizar en una experiencia personal de Cristo y de Dios.
“El Cristiano del futuro o será místico o no será cristiano” Karl Rahner

Esto quiere decir que debemos acentuar la iniciación a la experiencia profunda, a la


experiencia cristiana, si quieren, a la mística. Y mística entendemos no arrebatos y
elevaciones sino una experiencia profunda de Dios, de Cristo y del Evangelio.

Ser cristiano no es ante todo una doctrina, un culto o una ley, sino una vida, una vivencia
una experiencia espiritual. Una mística ligada al seguimiento de Jesús.

Volver a esta experiencia es uno de los elementos positivos a los cuales nos invita la
postmodernidad. Pero debemos distinguir la experiencia de la postmodernidad, que es
una experiencia muchas veces ambigua, tipo “new age”, a la experiencia cristiana
auténtica que se nutre de la experiencia de los apóstoles que fueron testigos de la vida,
muerte y resurrección de Jesús. La primera carta de Juan que dice: “lo que hemos visto,
lo que hemos tocado… se lo comunicamos”

Debemos asumir todas las consecuencias del diálogo interreligioso. Una de las formas de
dialogar con las demás religiones es compartir nuestra experiencia del misterio absoluto y
el deseo de colaborar a la paz, la justicia y la salvaguardia de la creación.

Dentro de este diálogo interreligioso hay algunas propuestas que se formulan como
descristocentralizar la fe, es decir que Cristo ya no sea el centro de la fe, porque esto nos
impediría dialogar con las demás religiones. Yo soy crítico ante esto, me parece que no
podemos poner en paréntesis el misterio de la encarnación, muerte y resurrección de
Jesús; ni creer que por admitir que Cristo es el Señor tengamos que despreciar las otras
religiones ni ser intolerantes con ellas.

Me parece a mí que debemos reafirmar la centralidad de Cristo. Un Cristo abierto al


Padre, un Cristo abierto al Reino, un Cristo ungido por el Espíritu.

2º Conversión al Señor
A pesar de los cambios, la pobreza continúa en AL. Los pobres han pasado de pobres a
excluidos. Gutiérrez habla de los insignificantes, Galeano habla de los nadie, Sobrino
habla de las víctimas. Crece la inmigración, la corrupción, la violencia, la inseguridad, la
ingobernabilidad. Ya sabemos por Medellín que son estructuras de pecado.

Vamos a profundizar más el concepto de pecado recuperando el sentido bíblico.


Muchos autores afirman que Jesús estaba más preocupado del sufrimiento del pueblo que
del pecado. En cambio la Iglesia ha acentuado su preocupación por el pecado, pero una
preocupación desvinculada ordinariamente del sufrimiento del pueblo, lo cual ha
producido un desprestigio de la moral cristiana.
Nuestra Iglesia está más preocupada por el pecado que por el sufrimiento. Esto es lo que
le da tanto desprestigio.

Pongamos un ejemplo: Cuando llega el hijo pródigo a su casa al Padre no le duele que el
hijo no le haya respetado, ni que haya dilapidado su herencia; lo que le duele es ver a su
hijo desecho, enfermo, roto, destrozado. Esto es lo que le duele al Padre.

Entonces, los que a veces hablan de la crisis del pecado quizás no seas más que una
crítica a cierta teología del pecado alejada del sufrimiento del pueblo. Piensen en el
desprestigio de toda la moral sexual en la Iglesia.

Entonces hay que retomar el concepto bíblico de pecado y que incluso Santo Tomás
define: “Pecado es todo lo que nos hace daño a nosotros y a los demás”. “A Dios le
ofende, dice Santo Tomás, lo que nos hace daño a nosotros”. No es que se siente ofendido
por una especie de hipersensibilidad, sino lo que le duele es nuestro mal, nuestro daño,
nuestro sufrimiento.

Mons. Romero dijo: “Pecado es aquello que mató al hijo de Dios. Pecado es aquello que
mata a los hijos de Dios”. Creo que es una formulación breve y profunda de lo que es
pecado. Pecado es todo aquello que mata la vida en nosotros y en los demás. No sólo la
vida del alma sino la vida en el sentido más normal del término.

Desde esta perspectiva podemos considerar que el modelo neoliberal de economía que
produce muerte y deshumanización “es pecado”. ¿Por qué es pecado? Porque mata,
porque margina. Entonces convertirnos al Señor hoy significa convertirnos del sistema
económico neoliberal a un sistema más social, equitativo y justo que esté al servicio de la
vida del pueblo. Significa pasar de una política centralista y excluyente de género, razas y
culturas a una política realmente participativa, descentralizada e inclusiva.
Tenemos que convertirnos de los Dioses de la muerte al Dios de la Vida, que quiere que
todos tengamos vida en abundancia. Comenzando por lo mínimo que es la vida humana
digna.

El tema de la Quinta Conferencia de Obispos: “Ser discípulos y misioneros de Cristo para


que nuestros pueblos tengan vida”. No podemos separar el principio: “Ser discípulos y
misioneros…”; del final: “…para que nuestros pueblos tengan vida”. Precisamente para
que nuestro pueblo tenga vida hemos de ser misioneros.

3º Aceptar el proyecto del Reino


En los años 60 y 70 eran tiempos de grandes utopía, se pensaba que se podía cambiar la
sociedad en pocos años. Hoy día todo esta ha cambiado, como decíamos, pero es
importante afirmar que “Otro mundo es posible”. Es decir que sigue en vigencia el
proyecto de Jesús que es el Reinado de Dios. Que implica que Dios reina sobre un mundo
sin injusticia ni pobreza.

Debemos purificar quizás algunas cosas, quizás fuimos un poco ingenuos, pensábamos
que las cosas podíamos cambiar fácilmente. Algunos dicen que tuvimos el peligro de ser
un poco “milenaristas”, es decir pretender construir un Reino de Dios en la tierra como se
habla en el Apocalipsis de “mil años de prosperidad”.

Pero lo importante es asumir como punto clave el Reino y con el Reino el misterio
pascual de Cristo: su muerte y su resurrección. Es decir, no podemos desligar el Reino de
la persona de Jesús. El Reino no es un proyecto puramente sociológico, ideológico o
político, sino que tiene que hacer referencia a Jesús.

El Reino es siempre el Reinado del Padre que se nos hace presente a través de la vida,
predicación y muerte de Jesús. Y dicen los exegetas que hay dos expresiones del Jesús
histórico: el Abba y el Reino. Y no se pueden desligar. El Reino es el Reino del Padre y el
Padre es el Padre del Reino.

Las derechas tienden a anunciar un Dios sin Reino. Las izquierdas hablan de un Reino
pero sin Dios. Debemos mantener unido a Dios y al Reino como un solo proyecto. Y
además debemos saber que el Reino, en último término, es Don de Dios. Por eso en el
Padre Nuestro pedimos “venga tu Reino”.

No podemos dejar abatirnos por el desánimo o la apatía ante las dificultades; debemos
trabajar para construir este “Otro mundo posible” lo que el Foro Social Mundial de Porto
Alegre pedía. Esto es aceptar y proseguir hoy el proyecto de Jesús. El proyecto de Jesús
continúa vigente. No podemos pensar que ha pasado de moda.

4º Continuar el estilo evangélico de Jesús


Continúa siendo necesario recuperar el Jesús histórico de Nazaret, como ha hecho la
teología Latinoamericana durante estos años, recuperar sus opciones por los pobres, su
preocupación por el pueblo despreciado y marginado, su conflicto con las autoridades que
le llevó a la cruz.
Ahora bien, en los evangelios Jesús está más preocupado del pueblo pobre que de los
aspectos litúrgicos y religiosos del pueblo. Incluso bíblicamente hay dos palabras griegas
que hablan de pueblo. Una palabra que es el pueblo pobre, humillado, despreciado, que
tiene hambre, pecador que en griego es la palabra “oslos”, que algunos traducen como la
chusma. Y luego hay otra palabra “Laos”, de la que viene laico, que es el pueblo en un
sentido religioso, el pueblo de Dios, pueblo sacerdotal, etc.

Jesús se preocupa más de la chusma, del Oslos, que del Laos. Mientras que la Iglesia se
ha preocupado más del Laos que del Oslos. Se ha preocupado más de la dimensión
teológica, litúrgica y espiritual, que del pueblo hambriento y pobre.

Entonces me parece a mí que debemos recuperar el caminar de la Iglesia en la línea de


Medellín, de la teología de la liberación, con su método propio de “ver, juzgar y actuar”,
la opción por los pobres, las comunidades de base, la lectura de la Biblia desde el pueblo,
el edificar una Iglesia pobre, servidora y pascual, mantener la memoria de nuestros
mártires de América Latina, etc.

Pero esto no es tan evidente que se tenga en cuenta. Si ustedes ven el documento de
participación de la V Conferencia de Obispos no se habla del método ver juzgar y actuar,
se habla muy poco de comunidades de base, no se habla de teología de la liberación, sólo
se mencionan mártires de siglos pasados pero de los recientes nada y del Reino tampoco.

Ahora bien, tampoco podemos mantener los slogans de la teología de la liberación de los
años 60 como si nada hubiera pasado. La teología de la liberación está pasando unos
momentos como de crisis, de silencio, de perplejidad. Se escribe mucho menos que antes.
Las únicas que escriben son las mujeres. Los hombres casi nadie escribe y se repite lo de
siempre.

Frente a esta teología hay como tres posturas; por si acaso, la buena es la tercera…
 La primera es la que dice que ya se ha muerto con la caída del comunismo. Se
murió con la caída del muro de Berlín, se cayó con la caída del socialismo del
Este, como era una teología marxista, al caer el marxismo la teología de la
liberación ha muerto. Si ustedes leen las crónicas de un periodista que se llama
Carlos Alberto Montaner verán que es la postura de la extrema derecha. A
 Otros piensan al revés: que goza de muy buena salud y que nada ha cambiado y
todo sigue igual.
 Otros decimos: si la teología de la liberación siempre parte de la realidad y la
realidad cambia, la Teología algo tiene que cambiar.

Entonces muchos pensamos que aunque sigue teniendo vigencia debe ser repensada y
reformulada de nuevo, y debe ser repensada y reformulada de nuevo en sus tres
dimensiones: en el ver, en el juzgar y en el actuar.

En el ver: Hay que hacer un análisis de la realidad no sólo social, político y económico,
sino más amplio. Hay que tener en cuenta otras dimensiones que en los años 60, 70, no se
tenían: dimensiones antropológicas, culturales, religiosas, de género, ecológicas, etc. En
los años 70 cuando un sacerdote, una religiosa, o una ONG o un agente de pastoral iba a
un barrio de nuestras ciudades de América Latina y hacía un análisis de la realidad:
buscaba cuánta gente está sin trabajo, cuántos niños mueren en los primeros años, si las
casas tienen luz, si tienen agua, si hay alcantarillado. Esto está muy bien, pero parece que
esto es insuficiente. Hay que preguntar cuántos hombres y cuántas mujeres, cuántos
jóvenes y cuántos viejos, de qué cultura son esta gente. Mucha gente que está en nuestras
ciudades vienen de culturas del campo, etc. Qué religión tienen. Por qué cada día se
levantan con ilusión para trabajar esperando un futuro mejor, qué es lo que les da vida,
por qué tienen hijos, cuando en Europa ya no tienen hijos, y aquí todo el mundo tiene
hijos. Y además tienen canarios, perros, gatos y claveles y flores. Qué es lo que da
sentido a su vida. Ven. Por qué no se suicidan colectivamente. Entonces no basta un
análisis social, económico, político, que es necesario, sino que hay que completarlo. Y
quizás algunas ONGs que quieren trabajar en AL piensan únicamente con categorías
sociales y económicas, y se olvidan culturales, que son muy importantes. Por tanto, el
ver tiene que ampliarse.

Hay que profundizar la reflexión teológica, en el Juzgar, superando todo riesgo de


milenarismo, voluntarismo, paternalismo, acentuando los misterios de la cruz, la
resurrección, del misterio y del espíritu. Se requiere una nueva praxis. Quizás no
podamos cambiarlo también., Hay que comenzar por lo pequeño, sin renunciar a lo
grande. Hay que pasar de los elefantes a las hormigas. En los años 70 pensábamos que
podíamos ir como los elefantes destruyéndolo todo. Y hoy en día pensamos que hay que
ir como las hormigas, que trabajan en red. Hay una parábola que nos podría servir como
prototipo de esta nueva situación. La parábola de la mujer que pone un poco de levadura
para fermentar la masa, en Mateo 13 Me parece que no es casual que sea la mujer.
Quizás la Teología clásica de la Liberación era excesivamente machista y nos damos
cuenta de que hay que introducir una serie de elementos nuevos con más sintonía con el
tema de la mujer.

En la praxis: Que el seguimiento de Jesús supone realmente comprometernos en esta


transformación, liberación del pueblo en AL manteniendo viva la opción por los pobres.
Continuar el seguimiento y el estilo evangélico de Jesús, pero de alguna forma con
algunos cambios.

5º Formar parte de su Comunidad

Sabemos que es esencial al Cristianismo el tema de la comunidad, de la Iglesia. Vivimos


la fe no a nivel individual sino como Pueblo de Dios, comunidad, pero el tema de la
Iglesia hoy día se ha vuelto mucho más difícil.

Hay una crisis evidentemente en el cristianismo occidental. El Cristianismo parece que se


desplaza al tercer mundo. Se habla de des helenizar al Cristianismo, des occidentalizarlo.
El Cristianismo se ha identificado demasiado con la cultura occidental, con a cristiandad.
Así como la Iglesia primitiva pasó del Judaísmo al Helenismo, hoy tiene que abrirse a las
nuevas culturas. Esto nos puede llevar a AL a un cambio de perspectivas: Abrirnos a las
culturas no solo modernas, sino también originarias, que son más vitalistas y simbólicas,
más comunitarias y participativas, más cósmicas y armónicas, más humanas y
entrañables, más religiosas que la cultura occidental, que es más racionalista,
individualista, dualista, fría y secular. Y quizás por esto muchas cosas de AL desde Roma
o desde Europa no se entienden. Es otra cultura, es otro paradigma, es otro estilo. Y la
Iglesia latinoamericana para muchos resulta sospechosa. En el fondo es que está viviendo
en otra cultura diferente.

Por otra parte vivimos lo que se llama el invierno Eclesial. Durante todo el pontificado de
Juan Pablo II. Él tiene una personalidad un tanto paradójica. Hay gente que lo exalta por
las nubes y gente que lo critica muy a fondo. Dicen algunos autores que para
comprenderlo hay que tener en cuenta que era polaco con dos experiencias dominantes:
 Una, sobretodo desde el punto de vista eclesial, que es una Experiencia
premoderna. Es decir, Polonia ha vivido una unión estrecha entre el Estado, el
pueblo y la Iglesia. Polonia se ha defendido de sus enemigos, de Rusia, de Prusia,
invocando la conciencia católica. El Papa tenía esta mentalidad de Iglesia de
Cristiandad premoderna.
 Pero por otra parte, el Papa también ha vivido la experiencia marxista.Y de alguna
forma tenía una experiencia post marxista. Y era seguramente mucho más sensible
a la justicia que otras muchas personas. Y también le hacía muy vulnerable al
marxismo, de manera que veía marxismo por todas partes. En Nicaragua cuando
al Ernesto Cardenal le riñe… Para él el sandinismo era como una especie de
marxismo que empezaba en AL.

En este invierno eclesial hay un deseo de volver a la cristiandad, añoranza de la


cristiandad, aumenta el centralismo de la Curia Romana, se debilitan las Iglesias locales,
las Conferencias Episcopales tienen menos fuerza, as teologías locales, se acentúa el
moralismo, la obsesión por la ortodoxia, una preocupación por mantener el influjo de la
Iglesia en la sociedad, mayor insistencia en la cantidad que de los cristianos que en su
calidad evangélica, una creciente cerrazón ante mundo moderno, una postura inmovilista
que se opone a los cambios en los ministerios, en el lugar de la mujer en la Iglesia, en la
participación de los laicos, en la moral sexual, en la liturgia, etc.

Como consecuencia en el mundo occidental hay una fuerte crisis de pertenencia eclesial.
Un gran desprestigio de la Iglesia, sobre todo de la jerarquía, de su magisterio, una
indiferencia creciente en muchos sectores y ambientes, sobre todo entre jóvenes,
intelectuales, profesionales, políticos y mujeres. Hay un cisma silencioso de gente que
abandona la Iglesia… En Barcelona hay parroquias que tienen un cuaderno donde la
gente va a darse de baja de la Iglesia… “Yo estoy bautizado, pero con esta Iglesia no
quiero saber nada…

Esta crisis también está llegando a AL a través de los medios de comunicación y de la


cultura globalizada moderna y post moderna. Para algunos el único problema es el de las
sectas, pero hay una disminución de la praxis sacramental, una mayor extensión de la
indiferencia religiosa, aunque existe la religiosidad popular; hay un divorcio entre la
Iglesia oficial y el pueblo, un divorcio entre la fe y la vida,… La fe no se ha inculturado
ni en el mundo moderno, ni en el mundo originario, indígena y afroamericano. Santo
Domingo ya no seguía en muchas cosas las líneas de Medellín y Puebla. Hay una
resistencia de la Iglesia romana en aceptar una Iglesia local latinoamericana, con sus
opciones por los pobres, la liberación, las comunidades de base, el protagonismo de los
laicos. El documento de la V Conferencia suscita muchos interrogantes.

Algunos principios para afrontar esta crisis:


 Dios es mayor que la Iglesia. Sólo Dios es el misterio absoluto. Sólo Dios basta.
La Iglesia no es la cuarta persona de la Trinidad, como algunos creían en la Edad
Media y se arrodillaban cuando en el credo se hablaba de la Iglesia. No lo es.
 La Iglesia es la Iglesia de Jesús de Nazaret, el que fue crucificado y resucitó. Por
lo tanto, la Iglesia no puede olvidar esta dimensión humilde y pobre de Jesús y
pretender vivir sólo con la gloria de la resurrección.
 La Iglesia ha de abrirse al Reino de Dios. El centro de la predicación de Jesús no
es la Iglesia sino el Reino de Dios.
 La Iglesia no se identifica con la Jerarquía. Aunque la Iglesia sea apostólica, se
fundamente en los apóstoles, la Iglesia es todo el pueblo de Dios. Y aquí no
podemos dejarnos tampoco contaminar por la misma Prensa, cuando el Presidente
va a ver al Cardenal se dice “el Presidente va a ver a la Iglesia”. Cuando el
Cardenal dice algo: “La Iglesia dice”. Claro, el Cardenal es Iglesia, nadie lo
niega, pero también otros somos Iglesia. La Iglesia queda de tal modo identificada
con la Jerarquía, con los obispos, con el Cardenal, que da la impresión que los
demás no seamos Iglesia.
 La Iglesia es Santa y Pecadora. No podemos pensar que la Iglesia es solo santa;
tampoco que solo es pecadora. Pedro, la piedra de la Iglesia, al cual el Señor le
dijo el Padre te ha iluminado, un poco más adelante le dice eres piedra de
escándalo y le llama Satanás. Si ustedes van al Vaticano en la cúpula verán que
pone tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y uno dice por qué no
siguen unos versículos más: Satanás, piedra de escándalo. Los Padres de la
Iglesia, que eran más realistas, llaman a la Iglesia casta prostituta. Las dos cosas.
 La Iglesia está bajo la fuerza del Espíritu, y por esto como saben en el credo
cuando se habla de la Iglesia se habla de ella en el tercer artículo del Credo que es
el artículo del Espíritu. El sentido es: creo en el Espíritu, que actúa en la Iglesia.

Por lo tanto hemos de tener frente a la Iglesia una postura no puramente negativa viendo
lo positivo, pero nuestro amor y fidelidad a la Iglesia no nos impide ser críticos,
proféticos, incluso conflictivos, mostrando nuestra opinión y nuestro disentimiento,
siempre dentro de la Iglesia, y como parte de ellas. Ya saben que el Vaticano II a firma la
conveniencia e incluso la obligación de que los laicos hagan sentir su voz a sus pastores.
Entonces, nuestra vivencia eclesial es complicada, supone una fidelidad creativa, esperar
contra toda esperanza, esperar que después del invierno viene la primavera.

6º Vivir bajo la fuerza del Espíritu


Ustedes saben que en la Iglesia ha habido durante muchos siglos, la Iglesia occidental, la
Oriental no, un olvido del Espíritu. Hay que recuperar la fe en el Espíritu. Pero muchas
veces la fe en el Espíritu queda ligada a lo personal. Muchos signos y secuencias sobre el
Espíritu parece que se reducen a lo personal. Dulce huésped del alma, descanso de
nuestro esfuerzo, brisa en las horas de fuego, guía para no torcer el sendero, está muy
bien, pero no podemos limitar el Espíritu a lo personal.

El Espíritu anima la Iglesia. Hemos de recuperar la dimensión eclesial del Espíritu como
decíamos antes.

Pero el Espíritu no se encierra tampoco a la Iglesia: actúa en la creación –es el Espíritu


Creador-, actúa en la historia, en los acontecimiento, en las culturas, en las religiones, en
los deseos del pueblo, -lo que el Vaticano II llama los signos de los tiempos-, el Espíritu
llena el universo. Entonces, se nos exige en nuestros días discernir la presencia del
Espíritu no sólo en la Iglesia y en nosotros, sino en el pueblo, en la historia, en lo que está
sucediendo.

Y hay un clamor del espíritu que debe ser escuchado:


 A nivel eclesial, hay una clara emergencia del laicado. El laicado es el gigante
dormido que está despertando con fuerza y pide espacio, responsabilidad y
protagonismo: ser escuchados en sus aspiraciones, ser consultado en los temas en
los que son expertos: familia, sexualidad, ciencia, técnica, política, economía,
cultura. Ser tenidos en cuenta como creyentes, pues poseer el sentido de la fe y el
don del Espíritu. De ahí que los laicos tengan que asumir su misión protagónica
en este momento histórico y eclesial.
 A esto se suma el clamor de las mujeres de dentro y de fuera de la Iglesia, que no
soportan ya por más tiempo el machismo, el patriarcalismo, la marginación, la
exclusión, a las que han sido secularmente sometidas. Este es un claro signo de
los tiempos que cada vez se agudiza y profundiza más. Sería triste que la Iglesia
fuera menos sensible a este tema que la sociedad civil. Las mujeres en la Igesia
han de ser valientes para llevar adelante sus propuestas. En estos días estaba
leyendo un librito que ha escrito Antonieta que se llama “Teresa y Catalina”.
Teresa de Jesús y Catalina de Siena, y la ha escrito ella, que es dominica, con una
nicaragüense que es de la Compañía de Santa Teresa, y redescubren Teresa y
Catalina, no sólo desde el punto de vista histórico, sino como paradigma de
mujeres, que en medio de una sociedad opresora y machista, intentan reivindicar
su esencia, su profundidad, a través precisamente de la mística. Se lo recomiendo.
 También los jóvenes de dentro y de fuera de la Iglesia quieren ser escuchados
como portadores de la responsabilidad del presente y del futuro.
 A nivel social hay que constatar el surgimiento de nuevos movimiento sociales y
humanos antiimperialistas, que afirman que otro mundo es posible. Movimientos
sociales, de indígenas, afroamericanos, ecologistas, pacifistas, minorías sexuales,
feministas…. A través de ellos es el Espíritu el que está clamando.
 En América Latina está surgiendo también una nueva izquierda con políticos
sensibles a los problemas del pueblo marginado, algunos más, dicen, desde una
social-democracia –Brasil, Uruguay, Argentina-, otros más desde el socialismo –
Venezuela, Bolivia….
 El Espíritu se manifiesta también a través de las diversas religiones que nos
llaman al diálogo.
Todo esto lo debemos discernir. ¿Por qué? Porque así como el Hijo se encarnó en Jesús
de Nazaret, el Espíritu no se encarna en nadie en concreto sino que mueve a todos desde
dentro. Y como en nosotros lo bueno se mezcla con lo malo hemos de discernir en estas
acciones del Espíritu la presencia del Espíritu de lo que ya no viene del Espíritu sino del
egoísmo humano.

Hemos de saber reconocer la acción del Espíritu en muchas de estas propuestas por una
sociedad más justa, equitativa, digna, respetuosa de las culturas, de las religiones, de las
minorías marginadas, de las mujeres, que defiende la tierra, una vida digna para todos,
con pan, techo, educación, salud, capacidad de festejar y de ser felices. Sin embargo, no
podemos canonizar todo lo que hay en estos movimientos. No todo es bueno.

Conclusión
Ser cristiano en Al en el Tercer milenio continúa consistiendo en seguir a Jesús.
Pero hemos pasado del paradigma del Éxodo al del Exilio.
Lo que es cierto es que el Señor camina con su pueblo y que el Espíritu que llena el
universo guía a la historia, también la nuestra.
Sin embargo podemos preguntarnos si no estamos ante un nuevo éxodo como después del
exilio de Israel. Ustedes saben que al final del exilio surgen profetas, como el segundo
Isaías, que anuncian que habrá un nuevo éxodo, como el que hubo al principio. Son los
textos que leemos cada año en Adviento: el desierto florecerá, del páramo brotarán
manantiales, y todo esto se cumplirá. Pero se cumplió no con el protagonismo de los
líderes sacerdotales o regios de Israel, que no tenían, sino por medio de Ciro, rey de
Persia, un pagano, al cual el profeta lo llama Ungido de Dios, Mesías. Es decir, Dios se
sirve de un rey pagano para que el pueblo pueda volver a su patria. También hoy en AL
hay signos que nos hacen presagiar que se acerca un nuevo éxodo, y como en el exilio de
Israel, también ahora son grupos de la sociedad civil, política, quizás marginados hasta
ahora, los que se convierten en instrumento del Espíritu para afirmar que otro mundo es
posible.
A nivel eclesial también hay un fuerte clamor exigiendo cambios…
No podemos ser ingenuos. Una golondrina no hace verano. Hay mucho que discernir, hay
mucho que cambiar a nivel social y eclesial, pero parece que estamos ante tiempos
nuevos. Lo que es cierto es que el Señor camina con su pueblo y que el Espíritu que llena
el universo guía los caminos de la historia, también la nuestra.
No tengamos miedo. Muchas gracias.

Plenario de Grupos
Profundizaremos el estilo de Jesús

¿Cómo estar en un mundo tan cambiante siendo discípulos de Jesús?


¿Cómo seguir siendo de Iglesia y estar en el mundo?
¿En un mundo tan cambiante cómo saber si estamos haciendo bien?
¿Qué significa la aceptación del otro y a la vez anunciar el evangelio?

Los primeros cristianos se encontraron frente al imperio y al principio se dedicaron a


hacer una sociedad alternativa.
Ej. Los esclavos: no podían cambiar la esclavitud, pero por lo menos entre ellos fueron
cambiando la forma de tratarlos.
Luego cuando tienen mayor influencia, desde el poder, producen más cambio pero con
sus ambigüedades. Uno no sabe qué es peor.
Vivimos en las ciudades pero no nos acomodamos.

¿Qué hacer?
Ver las parábolas del fermento, de la sal, etc.
Ayudando de a poco a que el mundo sea diferente
Y desde el movimiento ir buscando y discerniendo qué es lo que debemos hacer.
No supone renunciar a lo que hacemos. Pero desde nuestros lugares ver lo que podemos
hacer. En algunos casos tendremos que dejar cierto tipo de trabajos.
Cómo los primeros cristianos: dejar de ser gladiador, escultor de ídolos, dueño de casa de
prostitución, etc.
Pero hoy vemos las implicancias indirectas de muchas cosas que hacemos y eso nos
crea ansiedades y tensiones.
Para eso debemos discernir en la comunidad teniendo desde el estilo evangélico y
teniendo en cuenta: Pecado es lo que mata a los demás.

¿Cuál es la pedagogía para hacerlo?

Siempre de una forma respetuosa, dialogante, no condenatoria.


El evangelio es una buena nueva, no una doctrina.
Mester ha escrito un artículo muy bonito sobre el exilio
“En el exilio tuvieron que cambiar el concepto de Dios y de comunidad.
Descubrieron que Dios es Padre y Madre, y quiere una comunidad de amor”.

Detrás de los movimientos del mundo está el Espíritu


Reconociendo que el Espíritu está detrás, sin embargo, no podemos canonizar todo lo que
hay en estos movimientos. No todo es bueno.
Lo que podemos hacer es ayudar a que estos movimientos no se desvíen, no se polaricen
o radicalicen. Que no vayamos de un extrema a otro.
No se trata de sacralizar y satanizar.
Ver lo que hay de bueno y ayudar a que no se mezclen con otras cosas malas.
Pero hay que diferenciar:
Una cosa es ser crítico ante una cosa que en principio es malo Ej.: Fábrica de armas
Otra cosa es ser crítico con una cosa que en principio es bueno Ej.: Movimiento feminista

¿Qué hacer frente a las posturas cerradas de la Iglesia?


No se trata de hacer una manifestación contra los obispos.
Pero como profesionales podemos hacer llegar nuestra opinión a los obispos que tiene
más fuerza que la opinión de un grupo de campesinos.

¿Qué significa este fenómeno del Opus Dei?


No quiero meterme en esto.
En la Iglesia hay grupos con diferentes tendencias.
En el invierno eclesial el Opus ha tenido mucho que ver.
Parece que este Papa se está distanciando de estos sectores.

¿Qué hacer frente a las representaciones dentro de la Iglesia?


Es difícil. Ni podemos convertirnos en ovejitas mansas ni podemos romper con la
jerarquía.
Entre estos extremos hay muchas posturas intermedias.
Hay que discernir en cada caso. Y la respuesta será distinta en cada caso.
Tener una presencia que en muchos casos deberá será conflictiva y proféticas

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