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FACULTAD DE FILOSOFÍA
MARZO DE 2013
2
ÍNDICE
Introducción 05
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Conclusión 43
Bibliografía 44
3
Agradecimientos:
4
INTRODUCCIÓN
Desde muy joven he sentido un interés natural por conocer la naturaleza de las
cosas, pero mi búsqueda de la verdad se limitaba básicamente a libros de divulgación
científica y nunca, hasta ahora, supe que esa necesidad de saber tendría que ser
satisfecha por medio de la filosofía. Mis hermanas ahora dicen que siempre he sido
un ¨filósofo en potencia¨.
Recuerdo muy bien el libro ¨Breve Historia del Tiempo¨, del Dr. Stephen Hawking,
en donde explica en un lenguaje no científico el origen del universo a partir de la
conocida Teoría del ¨Big Bang¨. Fue para mí muy importante, me enseñó que aunque
la teoría en sí estuviera equivocada, lo que es indudable es que el universo tuvo un
principio, que no ha estado allí por siempre, y que tendrá un final.
Sin embargo, una vez que me hice de una explicación coherente del origen del
universo, se me planteaban preguntas cada vez más complicadas:
¿Qué es la vida?
¿Creación o evolución?
¿Qué es el hombre?
5
Buscando una respuesta a la última de estas preguntas, un día me encontré con
un libro que me dio una pauta que me pareció bastante segura, el libro es El Arte de
Amar, de Erich Fromm. El autor dice que amar es un arte que puede ser aprendido,
que así como todas las artes, requiere una técnica y también necesita de la práctica;
pero que primero se ha de explicar lo que es el hombre, la diferencia primordial que
éste tiene con el resto de los seres vivos y que le da, precisamente, la capacidad de
amar.
Creo que no es necesario decir que la lectura de El Arte de Amar me fue utilísima;
como dije anteriormente, me marcó un rumbo a seguir en mi investigación además
de que, de alguna manera, me enseñó que al conocimiento también se llega por medio
de la razón.
6
CAPÍTULO I
LA IDENTIDAD PERSONAL
Con las anteriores preguntas formuladas por el profesor comenzó un día una de
nuestras clases de filosofía; creación o evolución, pero, ¿son realmente ajenas la una
de la otra? ¿La creación excluye necesariamente a la evolución, o viceversa?
1
Divergence between samples of chimpanzee and human DNA sequences is 5%, counting indels.
http://www.pnas.org/content/99/21/13633.short
2
Evolution is a fact and a theory, Moran, Lawrence, Copyright © 1993-2002 (last update: January 22, 1993).
http://talkorigins.org/faqs/evolution-fact.html
3
¿Cuál es la importancia del reciente apoyo del Papa hacia la evolución?
http://www.christiananswers.net/spanish/q-aig/aig-c017s.html
7
declaró que la creación y la evolución pueden convivir juntos sin cualquier conflicto,
con tal de que se mantenga que sólo Dios puede crear el alma humana.
Para entender en dónde radica nuestra esencia, nuestro yo, nuestra identidad
personal, creo importante buscar primero nuestro origen; ¿por qué hay algo en lugar
de nada? ¿Cuándo comenzó el universo? ¿Nació en el tiempo o junto con el tiempo?
¿Lo gobierna una voluntad o es resultado del azar? ¿Si es resultado del azar, qué hace
entonces aquí la voluntad humana?
Es necesario tener una idea de lo que nos formó, de dónde venimos, porqué somos
tan semejantes físicamente a los animales y a la vez tan diferentes al ser racionales, al
ser conscientes. ¿Hay espíritu además de materia? ¿Son el espíritu y la materia cosas
separadas e incluso opuestas, o diferentes expresiones de la misma realidad? ¿Las
sensaciones, emociones y pensamientos son lo mismo que los mecanismos físicos que
los expresan, o se trata de otra realidad que junto a las leyes materiales en que se basan
agregan las suyas propias? ¿Qué hace posible que el polvo de que estamos hechos sea
capaz de sentir y de pensarse a sí mismo? ¿Cuándo ocurrió el salto de la materia inerte
a la aparición de la identidad personal? ¿O quizá no fue un salto, sino una serie de
cambios graduales hasta que su acumulación produjo algo tan distinto que nos hace
llamarle de manera diferente? ¿La materia se transforma gradualmente hasta producir
la personalidad, conciencia, mente, alma o espíritu, o es al revés y es el espíritu el que
en su necesidad de expresarse hace que la materia tome la forma conveniente? ¿Qué
relación hay entre las piedras inertes y las inquietudes del alma?
Si el paso de la materia inerte al ser vivo fue enorme, el paso del ser vivo a la
8
persona humana es mayor; en este punto, me gusta la manera en que Erich Fromm lo
explica en su libro “El Arte de Amar”:
«Lo esencial en la existencia del hombre es el hecho de que ha emergido del reino
animal, de la adaptación instintiva, de que ha trascendido la naturaleza -si bien jamás
la abandona y siempre forma parte de ella- y, sin embargo, una vez que se ha arrancado
de la naturaleza, ya no puede retornar a ella, una vez arrojado del paraíso, -un estado
de unidad original con la naturaleza- querubines con espadas flameantes le impiden el
paso si trata de regresar. El hombre sólo puede ir hacia adelante desarrollando su razón,
encontrando una nueva armonía humana en reemplazo de la pre-humana que está
irremediablemente perdida»4.
Si tuviera que explicar yo con otras palabras el origen de la persona humana, diría
que el proceso evolutivo fue haciendo seres vivos cada vez más capaces que generaron
a unos primates también cada vez con mayor capacidad, hasta que al fin, algunos de
4
Fromm, Erich. El arte de amar. Editorial Paidós Mexican. Primera edición. México, 2003, páginas 21-22.
9
ellos alcanzaron las necesidades físicas para la autoconciencia; y de alguna manera
surgió ésta en ellos, como si la capacidad física de los seres más inferiores no tuvo la
capacidad necesaria para la autoconciencia; de manera análoga a lo mismo sucedido
en el desarrollo de las actuales computadoras personales: las primeras sólo trabajaban
con operaciones bastante simples y necesitaban mucho de la intervención humana,
en cambio ahora, las vemos con capacidades como el reconocimiento facial o dactilar
del usuario, reconocimiento de voz, conexiones rápidas e intercambios de datos,
multitareas y multimedia, etc.; digamos que fueron haciéndose físicamente cada vez
más capaces también, hasta que pueden al fin manipular los paquetes de “software”
modernos; así como los primates llegaron a ser capaces de la conciencia de su propia
existencia. ¿Hace esto a la persona humana algo similar al “software” que hace
funcionar nuestros aparatos actuales?
Todos los años, el sitio de Internet www.edge.org, que congrega a los científicos
más importantes y prestigiosos del mundo, inaugura el calendario haciéndoles a sus
miembros una pregunta crucial. La del año 2006 fue: ¿Cuál es la idea más peligrosa
del mundo? Las respuestas fueron muy variadas, pero una de ellas decía que la
cantidad de interconexiones que se hacen por internet es ya muy similar a la cantidad
que se hacen entre las neuronas de un cerebro humano y que para el año 2015, con
toda seguridad serán muchas más; la idea peligrosa sería que el internet cobrara
entonces autoconciencia. Quizá a primera vista nos parezca una idea absurda, pero si
sabemos que de alguna manera la materia inerte evolucionó durante millones de años
a la autoconciencia, y si además lo atribuimos al azar, o al orden natural que al parecer
sigue la evolución, entonces, ¿Qué evitaría que sucediera otra vez? Durante toda la
historia de las ideas, dos teorías acerca de la mente humana, fundamentalmente
opuestas, han competido por el predominio:
10
El dualismo, como la similar concepción del élan vital (esencia no física de la vida),
ha ido cediendo continuamente ante los resultados opuestos de los estudios
experimentales y hoy en día está casi extinto en gran parte porque nadie ha logrado
concebir una manera por la cual una fuerza no corpórea logre poner en acción los
músculos y guíe el comportamiento sin rechazar las leyes de la física.
La mayor ventaja de esta idea, de simple sentido común, es que admite una base
física de la actividad mental pura, echando de lado las restricciones obligatorias del
conductismo, y por primera vez desde que William James a principios del siglo XX
examinó tan anticuados conceptos, la investigación de los procesos más internos de
la reflexión y del sentimiento se ha vuelto plenamente respetable.
5
Esta explicación de Eccles, sobre la trascendencia de la mente, es citada del prefacio de Critique of the
Phycho-Physical Theory, por E. P. Poulton (Mouton, La Haya, 1973).
11
de silicón. Los teóricos funcionalistas han obtenido sus mejores conceptos del estudio
del diseño de computadoras y la inteligencia de las máquinas dando preferencia al
software sobre el hardware, esto es, a los detalles de la programación antes que a la
forma física de los circuitos. Conciben la intensión psicológica no como un enigma
planteado para el gusto de los filósofos, sino como un verdadero procedimiento que
puede programarse en las células nerviosas del cerebro, ya sea por manos humanas o
por evolución orgánica; de cualquier manera, la semejanza entre los cerebros
artificiales y el comportamiento de los cerebros humanos servirá como prueba de
ácido para la visión materialista de la mente.6
Por último, podemos concluir que la mente surge de una maquinaria de neuronas
creadas de acuerdo a un patrón genético, pero crece en un medio creado por la cultura
preexistente, que es una historia particular proveniente de los recuerdos y los archivos
de quienes la trasmiten y es definitivamente extracorpórea, o por lo menos, no se le
puede relacionar con la fisiología del cerebro que la sostiene.
Los humanistas y filósofos del siglo XV, en los albores del renacimiento,
encuentran inspiración para sus tratados acerca de la dignidad humana no sólo en la
antigüedad clásica, sino también en la obra de los Padres de la Iglesia. Resulta
innegable la influencia de estos últimos sobre las teorías de la libertad en los albores
6
Lumsden, Charles J., Wilson, Edward O., El fuego de Prometeo. Primera Edición en Español. Fondo de
Cultura Económica. México, 1985. páginas 112 – 113.
12
de la modernidad, en especial respecto a la concepción patrística del sí mismo
humano como persona o realidad sustancial, cuya libre decisión llega a concebirse
como inviolable, creativa e irreductible a la propia naturaleza o esencia.
Primero San Agustín, inspirado por la filosofía neoplatónica, pero llegando más
allá, recurre a la autoconciencia del hombre como prueba contra los argumentos de
los escépticos y en algunos de estos pasajes asocia la evidencia cierta de la existencia
del yo a la imagen de la Trinidad divina en el hombre.
Muchas veces se entiende mal a San Agustín; se dice con mucha razón que San
Agustín es el creador de la teología cristiana, que es el filósofo del cristianismo, que
es el primer pensador que logra unificar todo el saber humano, tanto el que viene de
la Revelación como el que viene de la razón, en un sistema universal. Se piensa
erróneamente que San Agustín pudo llegar a eso porque supo unificar la filosofía
platónica con el mensaje cristiano, pero, si bien es cierto que San Agustín conocía
profundamente a Platón y a Plotino, también es cierto que se llenó profundamente de
la Sagrada Escritura y encontró la forma de conciliar la Biblia con la filosofía; pero el
secreto de la grandeza única de su pensamiento no está en eso, sino en que tuvo la
13
audacia de acercarse a la Revelación y de acercarse a Platón con todo su ¨yo¨
irrepetible de Agustín. “Et factus sum mihimentipsi magna quaetio” “E hice de mí
mismo la gran cuestión”. San Agustín hizo de su ¨yo¨ la gran cuestión, el gran
problema, el problema de todos los problemas, y desde allí se asoma hacia la
Revelación y hacia la filosofía de Platón; la Revelación y la filosofía de Platón quedaron
totalmente interiorizadas dentro de su vida íntima. El contenido de la Revelación no
es un conjunto de verdades abstractas, sino un contenido de vida, un contenido que
empuja al yo, al yo concreto e irrepetible de Agustín, a su vida más íntima y profunda.
Y lo que hace San Agustín con la Revelación y con la filosofía platónica, lo hace
con toda la filosofía, con toda la ciencia, con toda la tradición, con toda costumbre,
con todo lo que se da en la experiencia humana.
Hacia todo y en relación a todo enfoca San Agustín la gran cuestión que es su
propio yo, todo lo convierte en aquel cuestionamiento que es el que provoca la
creatividad de la persona humana.7
14
en una de sus cartas la afinidad de las afirmaciones de San Agustín con su propia teoría.
Otro de los grandes pensadores del siglo XV que recibe la influencia de los Padres,
a través de los autores del platonismo cristiano medieval y de la mística del
Renacimiento, es Nicolás de Cusa. En su escrito Sobre la visión de Dios, el autor se
dirige a la divinidad e intenta entablar un diálogo con ella. En el texto, la infinitud del
Absoluto parece imposibilitarle el acercarse o abarcar a la fuente de todo ser y de toda
posibilidad, aunque la voz de Dios, lejos de exigirle anular su diferencia y su ipseidad
(sí-mismidad), lo devuelve a sí mismo:
El autor se maravilla ante un ser absoluto pero personal, que se dirige a él como a
un tú, que respeta su libertad y espera su elección. Es necesario aclarar que, a pesar
de que entre estos autores existe una centralidad del yo humano, muy pocos de ellos
llegan a concebir una ipseidad (sí mismidad) personal verdaderamente distinta e
irreductible al plano natural o esencial. La influencia de la perspectiva griega
mantiene todo su vigor. No debemos olvidar que en el Renacimiento mismo y en los
albores de la Modernidad recobran fuerza las corrientes monistas y naturalistas de la
Antigüedad, aunque, por otra parte, es esperable que la mayoría de los autores sitúen
al yo en alguna de las potencias o actividades humanas, como el entendimiento, la
memoria o la conciencia; o lo identifiquen con alguna parte de la naturaleza, como el
alma o el corazón. Muchos de los Padres lo habían hecho así, siguiendo a las escuelas
helénicas. También puede verse cierta dificultad en la definición de la persona o el
individuo humano. Algunos autores medievales la habían descrito como la “cualidad
propia” de los estoicos, como una esencia particular o, siguiendo a Boecio, como una
“substancia individual de naturaleza racional (rationalis naturae individua
substantia)”9.
Pero, como todas estas definiciones consideran a la persona una entidad completa
8
Nicolás de Cusa, De visione Dei, 25.
9
Boecio, De persona et duabus naturas, 1343d.
15
y autónoma, una porción del ser, los autores cristianos se encuentran con aporías al
trasladar estas nociones al Dios Uno y Trino o a la persona de Cristo, y se ven forzados
a modificarlas.
Entre los pocos pensadores que conciben con mayor claridad una distinción del
yo humano y de la persona con respecto a su esencia o naturaleza podemos mencionar
a Gregorio de Nisa: él sostenía al sí mismo frente a la universalidad y los vaivenes de
la naturaleza humana. El término griego hypóstasis, cuyo sentido filosófico clásico era
“substancia” o “substrato”, señala ya para los Padres griegos (entre ellos al mismo
Gregorio de Nisa), a cada una de las personas de la Trinidad divina. En el pensamiento
de los Capadocios se consolida su significado como la ipseidad (sí mismidad)
irrepetible de las personas tanto divinas como humanas en la unidad de sus
naturalezas, un carácter propio a cada una que no puede ser clasificado en el árbol de
Porfirio ni expresado en conceptos.
Es significativo que la libertad sea aquí una prerrogativa especial e inseparable del
“yo”, a tal punto que forzar la elección equivale a invadir y opacar al sí mismo.
Erasmo aboga, como los Padres, por una concepción cooperante de la gracia y del
libre albedrío; por eso sostiene que:
10
Erasmo de Rotterdam, De libero arbitrio, II, B, 2.
16
claridad una alternativa entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte. En ese diálogo
personal Dios mismo se hace presente al hombre y lo exhorta diciendo: “Elige”.
11
Erasmo de Rotterdam, De libero arbitrio, II, A, 14.
12
Erasmo de Rotterdam, De libero arbitrio, II, A 15.
17
sigue teniendo conciencia de sí mismo como el sujeto que poseía antes otro nombre.
¿En qué consiste, pues, nuestra identidad personal? ¿En dónde radica lo más
profundo de nuestra intimidad? ¿En dónde encontramos esa línea divisoria que marca
la diferencia entre un individuo más y un ser personal? ¿Cómo experimentamos el
“yo”? ¿Es real ese “yo”, o es una mera ilusión?
Los estudios, los logros que se van alcanzando, las metas cumplidas, los éxitos y
fracasos, las lecciones de la vida, etc., también van forjando la manera de ser del sujeto
y por lo mismo pensamos que su identidad personal también, al grado de que nos
hace creer que sin tal historial, el sujeto sería definitivamente otra persona; lo cual no
es así, ya que aunque no cabe duda de que todo lo anterior influye de manera
fundamental en su actuar, el sujeto logra reconocerse como la misma persona que
antes no tenía tal o cual conocimiento o experiencia.
18
personas que toman muy en serio su identificación como profesor; desde luego, no
toleran el trato de igual a igual con los estudiantes, y fácilmente se dan por ofendidos
si no se les trata con la “dignidad” que merece su profesión.
Igual que en los aspectos anteriores: también aquí podemos hacer notar que un
cambio de profesión o de énfasis en las características de su profesión, también puede
ser tolerado por la persona, siempre y cuando haya encontrado previamente (o
precisamente en esa oportunidad) un núcleo más profundo y estable de identidad
personal.
Existen algunas personas que llegan a identificarse con sus ideas, sus principios y
sus valores. Este hecho en sí es un gran avance, pues una persona indefinida, sin
postura personal, sin ideales, sin valores, difícilmente logra realizar una conducta
valiosa.
Por tanto, podemos señalar una fuente de estabilidad que se puede encontrar en
medio de una crisis de valores, y consiste en profundizar conscientemente en el “yo”
19
personal, que actúa por debajo de los valores que se han sustentado y que en ese
momento se sienten amenazados. Cuando una persona en crisis axiológica logra esto,
se libera de la angustia que parece derrumbar a su propia persona, siendo así que lo
verdaderamente amenazado es sólo un conjunto de creencias, ideas y valores, con los
cuales se ha identificado el sujeto, y no su identidad personal.
No es raro encontrar personas que se identifican con sus rasgos psicológicos; entre
éstos podemos considerar varios tipos:
En tercer lugar, podemos detectar algunos rasgos que se llaman del carácter o
del temperamento con los que es muy frecuente la propia identificación, como
si no pudieran cambiarse o modificarse. El carácter suele distinguirse como
una serie de rasgos permanentes que son adquiridos por la persona a lo largo
de su desarrollo y formación. También aquí podríamos dejar por sentado que
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se trata de una serie de características adquiridas, aprendidas y, por tanto,
igualmente expuestas al cambio, aun cuando éste parezca más lento y difícil,
sobre todo si se trata de adultos y personas de cierta edad.
Por fin, en quinto lugar, vemos al inconsciente como uno de esos rasgos que
parecen dominar nuestra conducta, como si fuera el fondo más propio de la
persona. Entendemos por inconsciente, en primer lugar, a un conjunto de
imágenes, valores, conceptos, emociones y mecanismos de respuesta, que de
alguna manera subyacen en la persona, pero que ordinariamente no aparecen
a la conciencia, e inclusive ofrecen resistencia a ello, aun cuando suelen
manifestarse fortuitamente en los sueños, los actos fallidos y las asociaciones
libres.
Por otro lado, también habría que atender a las descripciones de algunos
psicólogos a este respecto, según las cuales, el inconsciente parece ser una zona real
21
de la propia persona, semejante a los ocho novenos de un iceberg que permanecen
ocultos por debajo de la superficie del mar y que su influencia en la conducta es
determinante en ella, o por lo menos, típicamente productiva de algunas reacciones,
inexplicables a primera vista, tales como la exageración de ciertas respuestas, los tics
nerviosos, los síntomas neuróticos, tales como las manías, las obsesiones y las fobias.
¿Estamos al fin frente a la identidad personal o hay algo más íntimo que el
inconsciente?
Así como al hacer vibrar un tenedor y acercarlo a una copa con agua hasta la mitad
la copa también vibra al unísono; una obra de arte suele conmover las fibras más
delicadas de una persona; la experiencia estética impacta a la persona entera.
22
sin preocupaciones, sin interrupciones, favorece la profundidad de una experiencia
estética; las tensiones ordinarias de la vida son un obstáculo para ella.
23
elementos integrantes de su mundo personal y el espectador capta ese mensaje gracias
a la existencia de su propio mundo interno, en cierto modo semejante al del artista.
13
http://www.humanismointegral.com/DOCUS_SS/d)%20ART/01_525_ART.html
24
El conocimiento de estratos profundos de la otra persona le da al conocedor la
posibilidad de un conocimiento más profundo de sí mismo: cuanto mejor se reconoce
la calidad de persona del otro, más crece la calidad de persona de uno, y también se
podría decir al revés: cuanto más fuerte es una personalidad, más fácilmente sabe
reconocer en los demás su propia calidad de persona y más crece esa persona. Este
autoconocimiento, facilitado gracias al conocimiento del otro, es la forma peculiar del
conocimiento por connaturalidad, que ya explicamos más arriba y que también se da
en la experiencia de intimidad interpersonal.
25
CAPÍTULO II
Las respuestas dependen, en cierta medida, del grado de “sí mismidad” alcanzado
por el individuo. En el niño pequeño, la “sí-mismidad” apenas si se ha desarrollado; el
infante aún se siente uno con su madre y no experimenta el sentimiento de
separatidad mientras su madre está presente; su sensación de soledad desaparece, y
sólo en el grado que el niño desarrolla su sensación de separatidad e individualidad,
la presencia física de la madre deja de ser suficiente y surge la necesidad de superar
de otras maneras la separatidad14.
14
Fromm, Erich. El arte de amar. Editorial Paidós Mexicana. Primera Edición, Colección Contextos. México,
2003. página 25.
26
De manera similar, el ser humano en sus inicios, se siente uno con la naturaleza:
el suelo, los animales, las plantas, constituyen aún su mundo y se identifica con los
animales, como lo expresa el uso que hace de máscaras animales, la adoración de un
animal totémico o de dioses animales; pero conforme se va liberando de tales vínculos
primarios, más intensa se torna su necesidad de encontrar nuevas formas de escapar
del estado de separación:
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unos pocos pasos alejado del rebaño, resulta evidente si se piensa en la
necesidad de no estar separado; el temor a la no conformidad se racionaliza
como miedo a los peligros prácticos que podrían amenazar al rebelde,
aunque en realidad la gente quiere someterse en un grado mucho más alto
de lo que está obligada a hacerlo, por lo menos en las democracias
occidentales.
Sin embargo, la mayoría de las personas ni siquiera están conscientes de su
necesidad de conformismo; viven con la ilusión de que son individualistas,
de que han llegado a determinadas conclusiones como resultado de sus
propios pensamientos y que simplemente sucede que sus ideas son iguales
que las de la mayoría; el consenso de todos sirve como prueba de la
corrección de “sus” ideas; y como aún tienen necesidad de sentir alguna
individualidad, tal necesidad se satisface en lo relativo a diferencias
menores como las iniciales en la cartera o en la camisa, la afiliación a un
partido político, o su apoyo a un equipo deportivo y se convierten en la
expresión de las diferencias individuales; el lema publicitario “sé diferente”
nos demuestra esa patética necesidad de diferencia, cuando, en realidad,
casi no existe ninguna.
La unión por la conformidad no es intensa y violenta; es tranquila, dictada
por la rutina, y por ello mismo, suele resultar insuficiente para aliviar la
angustia de la separatidad; la frecuencia del alcoholismo, la afición a las
drogas, la sexualidad compulsiva y el suicidio en la sociedad
contemporánea constituyen los síntomas de ese fracaso relativo de la
conformidad tipo rebaño.
La conformidad tipo rebaño ofrece tan sólo una ventaja: es permanente, y
no espasmódica, el individuo es introducido en el patrón de conformidad
desde la infancia, y a partir de ese momento, nunca pierde el contacto con
el rebaño; hasta su funeral está estrictamente de acuerdo con el patrón.
Además de la conformidad como forma de aliviar la angustia que surge de
28
la separatidad, debemos considerar otro factor de la vida contemporánea:
el papel de la rutina en el trabajo y en el placer: el hombre se convierte en
“ocho horas de trabajo”, forma parte de la fuerza laboral, de la fuerza
burocrática de empleados y empresarios; el hombre tiene poca iniciativa,
sus tareas están programadas por la organización del trabajo; incluso hay
muy poca diferencia entre los que están en posiciones inferiores de la escala
y los que han llegado más arriba; hasta los sentimientos están programados:
alegría, tolerancia, responsabilidad, ambición y habilidad para llevarse bien
con todo el mundo sin inconvenientes.
Hasta las diversiones están rutinizadas en forma similar, aunque no tan
drástica: las agencias publicitarias seleccionan a los artistas de moda, a las
canciones; los dueños de las salas de cine y de espectáculos seleccionan las
películas y los eventos y pagan, además, la propaganda respectiva. Las
demás diversiones son también uniformes: las telenovelas, los partidos
deportivos, los pasatiempos, las reuniones sociales, etc. Desde el
nacimiento hasta la muerte, de lunes a lunes, de la mañana a la noche, todas
las actividades están rutinizadas y prefabricadas.
c) Una tercera manera de lograr la unión reside en la actividad creadora, sea
la del artista o la del artesano. En cualquier tipo de tarea creadora, la
persona que crea se une con su material, que es a su vez, su mundo exterior.
El carpintero que construye una mesa, el joyero que fabrica una joya, el
campesino que siembra el trigo o el pintor que pinta una tela, en todos los
tipos de trabajo creador, el individuo y su objeto se hacen uno, el hombre
se une al mundo en el proceso de creación.
Esto, sin embargo, sólo es válido para el trabajo productivo, para la tarea
en la que yo planeo, yo produzco, y yo veo el resultado de mi labor.
Actualmente en el proceso de trabajo de un empleado o un obrero en la
interminable cadena, poco queda de esa cualidad unificadora del trabajo.
El trabajador se convierte en un apéndice de la máquina o de la
29
organización burocrática; ha dejado de ser él, y por eso mismo no se
produce ninguna unión aparte de la que se logra por medio de la
conformidad.
Hoy en día es muy común confundir el amor con el instinto sexual, que en el
hombre no se halla en estado de reposo y de neutralidad, sino en un estado de
permanente tensión; el instinto sexual en el hombre es fuerte y vivaz y sólo revela, por
sí mismo, la naturaleza del hombre, mostrándonos con claridad, que la convivencia
mutua de los sexos no encuentra respuesta al sentimiento de separatidad del hombre
solamente a nivel del instinto, sino que debe alcanzar el nivel del amor.
Pero, ¿qué es el amor?, ¿en qué consiste su verdadera diferencia con el instinto?
30
de la existencia de un deseo sensual, sino en el sentido de que enraíza ese deseo en la
profundidad espiritual del hombre; en realidad, es sólo ahí en donde se convierte en
experiencia, pues, de otro modo, se queda en un simple impulso.
Para los seres que no están dotados de razón, las leyes de la naturaleza son por sí
mismas leyes de la existencia; mientras que para el hombre son, además, pistas para
el pensamiento, temas que rigen la experiencia que, en su forma consciente, se obtiene
a partir de la profundidad.
Entonces, continúa Santo Tomás, llamar a la vida a una nueva criatura no significa
solamente formar un embrión que se desarrollará hasta ser un hombre; significa
también participar de manera inmediata en la llamada a la existencia de un ser
espiritual; sin embargo, aunque el instinto actúa en el cuerpo, el cuerpo no es la fuente
del espíritu, de modo que la transmisión de la vida a una nueva criatura humana, es
decir, la finalidad del instinto, alcanza una grandeza insospechada, pues solamente
Dios puede ser el creador de un ser espiritual; Dios es el único creador inmediato de
un alma espiritual que comienza a existir en el momento en que dos seres, varón y
31
mujer, siguiendo la voz del instinto, dan comienzo a la existencia de un nuevo
organismo humano.
Esta pequeña reflexión de Santo Tomás sobre el instinto, nos muestra que la
convivencia mutua de los sexos no satisface en el hombre esa sensación de separatidad
de la que hemos estado hablando, para ello, tal convivencia debe superar el instinto y
alcanzar el nivel del amor
Pero, ¿qué es el amor?, ¿en qué consiste su verdadera diferencia con el instinto?
15
Wojtyla, Karol. El don del amor, Trilogía inédita, Quinta Edición, preparada por Juan Manuel y Alejandro
Burgos, Biblioteca Palabra, Madrid, España, 2009, páginas 58-59.
16
Cf Summa Theologica.
32
refieren al placer sensual o espiritual, o los sentimientos que los acompañan, dejan al
hombre en una relación básica de sujeto a objeto, no constituyen todavía el amor,
porque ninguno de ellos alcanza el centro de la identidad personal y sólo cuando lo
alcancen, nos encontraremos ante lo que hemos llamado la experiencia de la
pertenencia.
33
¡Cuánto es necesario hacer para transformar una simple atracción en una amistad
profunda!
El amor, por esencia, entrega de verdad el ser humano al ser humano, en eso
consiste el hecho de su existencia; pero esta entrega no lleva ningún derecho a la
explotación, posee un sentimiento ético más profundo: en el amor el individuo se
encuentra, por así decirlo, confiado a otro individuo, la persona a la persona.
Para los varones, por ejemplo, el camino favorito es el tener éxito, el ser tan
poderoso y rico como lo permita el margen social de la propia posición.
Para las mujeres, en cambio, consiste en ser atractivas, por medio del
cuidado del cuerpo, la ropa, etc.
El tener modales agradables y conversación interesante, el ser útil, modesto,
inofensivo, es también un camino bastante popular para lograr que se nos
ame.
Muchas de las formas de hacerse querer son iguales a las que se utilizan para alcanzar
el éxito o para ganar amigos e influir sobre la gente. En realidad, lo que para la mayoría
de la gente de nuestra cultura equivale a digno de ser amado es, en esencia, una
mezcla de popularidad y “sex-appeal”.
También pensamos que no hay nada que aprender sobre el amor, que el amor es
un objeto y no una capacidad; creemos que amar es sencillo y que lo difícil es
encontrar un objeto apropiado para amar (o ser amado por él). Tal actitud tiene varias
causas, arraigadas en el desarrollo de la sociedad moderna. Una de ellas es la profunda
transformación que se produjo en el siglo veinte con respecto a la elección del “objeto
amoroso”.
34
Además del elemento de dar, el carácter activo del amor se vuelve evidente en el
hecho de que implica ciertos elementos básicos, comunes a todas las formas del amor.
Esos elementos son: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento.
Sin embargo, la esfera más importante del dar no es la de las cosas materiales, sino
el dominio de lo específicamente humano. ¿Qué le da una persona a otra? Da de sí
misma, de lo más precioso que tiene, de su propia vida. Ello no significa
necesariamente que sacrifica su vida por la otra, sino que da lo que está vivo en él -da
de su alegría, de su interés, de su comprensión, de su conocimiento, de su humor, de
su tristeza-, de todas las expresiones y manifestaciones de lo que está vivo en él. Al
dar así de su vida, enriquece a la otra persona, realza el sentimiento de vida de la otra
al exaltar el suyo propio.
35
CAPITULO III
Hemos visto también que la persona, para serlo plenamente, debe ser libre, que
una de las principales características que hacen esa “sí mismidad”, es la libertad. Sin
embargo, en el ser humano existen también pulsiones o tendencias, tanto hacia el
bien como hacia el mal, y sólo el ejercicio de la libertad decide hacia cuál de estas dos
direcciones habrá de orientar su vida: una vida orientada hacia el egoísmo camina
individualistamente hacia el desarraigo; en cambio, una vida dirigida hacia el sano
amor propio abierto al prójimo apunta hacia el personalismo comunitario; en palabras
de Maritain:
«El ser humano está situado entre dos polos: uno es material, que en realidad no
atañe a la persona verdadera, sino más bien a la sombra de la personalidad o a eso que
en el sentido estricto del término llamamos individualidad; y otro polo espiritual que
concierne a la verdadera personalidad. El polo material es el individuo, y el espiritual, en
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cambio, es la persona, fuente de libertad y de bondad»18.
«El corazón tiene sus razones que la razón no conoce, de modo que el grado de mis
certezas está muy cerca del índice de mis querencias»19.
18
Maritain, J. La educación en la encrucijada de los caminos, Egloff, París, 1964.
19
http://alteregoo.com/filosofia-2/el-corazon-y-la-razon-de-pascal.
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otro, y disponiéndose a hacer por el otro lo que haría por sí mismo.
Moral y conocimiento son indisociables, quien ama los valores agradece que se le
ofrezcan como un don, mientras que el altanero autosuficiente será siempre un
corroído por el resentimiento ante los valores que le superan; el resentimiento ciega
a la hora de la captación de los valores, frente al resentimiento, sólo cabe el amor. El
hombre que ama es un ser agradecido, el agradecimiento es el polo opuesto al
resentimiento.
El amor a lo más alto y perfecto abre al hombre al mundo de los valores porque
los ve como campos de posibilidades de autorrealización; A. López-Quintás nos señala
que quien ama a los valores por lo que son en sí, no teme entregarse a aquello que le
supera, al contrario, lo recibe y acoge como al mejor compañero de juego:
Este mundo rebosante de valores es el que constituye a la persona. Scheler puso gran
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empeño en destacar la vertiente personal del ser humano e interpretó la persona como
una realidad que se constituye dinámicamente mediante actos de entrega a los valores,
sobre todo a los más altos, en cuya cima campea, sobrevolándolos a todos, el máximo
valor que es el Ser Absoluto. Esta vida en constante apertura a lo que nutre nuestra
acción más noble y fecunda es la vida en el espíritu, una forma de existencia humilde y
colmada a la par. Por el contrario, el hombre orgulloso, atenido a sí mismo, vive en un
mundo sombrío y desierto»20.«
Así que quien vive en el valor se puede definir como buscador del bien y hacedor
de la felicidad en esa medida. Esto significa que el hombre, como diría Zubiri:
«No tiene solamente en su haber propiedades con las que nace, sino además
propiedades por apropiación» 21 , las cuales apropiaciones no servirán de
expropiaciones de las otras personas, sino como apropiaciones personalistas y a la
«par comunitarias, apropiaciones que por lo demás no deben entenderse en sentido
materialista y cosista, sino en general, como conquistas felicitantes del humano, ya
que:
«la felicidad constituye el bien formal último del hombre, la posibilidad de las
posibilidades»23, pues, en última instancia,
«El hombre no es la conjunción de dos cosas: una realidad y un ideal, sino al revés.
En una realidad que no puede ser real más que precisamente siendo ideal. El hombre es
20
López-Quintás, A. Edith Stein y su acceso a la plenitud de lo real. VVAA., Santiago de Compostela, 1978,
páginas 20 – 21.
21
Zubiri, X. Naturaleza, historia y Dios. Editora Nacional, Madrid, 1963, página 337.
22
Ibid., página 393.
23
Ibid., páginas114 y 393.
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animal de ideales por y para ser animal de realidades»24.
«Mi principio consiste en trabajar por el bien público, sin preocuparme de si alguien
lo aprecia. Creo que es el modo de trabajar de la divinidad, que cuida del bien del universo,
le reconozcan los hombres o no. Muchas veces me ha ocurrido que personas que estaban
en deuda conmigo no me han otorgado dicho reconocimiento, y ello no me ha
desalentado. Mucho menos me desalentaría que el público, que carece de información,
no tuviera en cuenta nuestros desvelos»26.
24
Zubiri, X. Naturaleza, historia y Dios. Editora Nacional, Madrid, 1963, página 393.
25
Lévinas, E. De otra manera de ser, o más allá de la esencia. Editorial Sígueme, Salamanca, 1978, página
238.
26
Leibniz, G. W. Filosofía para princesas, Alianza, Madrid, 1989, página 96.
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3.3 Amar a otro es decirle con sinceridad: siempre estaré contigo
No basta con comprender que el otro es como yo, y de poco sirve apelar a
captaciones analógicas o meramente intelectivas de la realidad del otro.
¿Por qué? ¿Por qué la libertad humana, tan esencialmente movida por el amor
puede ser odiadora?
Algo hay enfermo y herido en la naturaleza del hombre; el hombre es amor, pero
amor de algún modo enfermo, y la historia entera de la humanidad es el proceso de
esa enfermedad y de su remedio. Desde el momento mismo de su concepción el
hombre necesita de los otros y se proyecta hacia los otros y su situación se hace
patente en el encuentro. La percepción del otro y la respuesta al otro (el momento
físico y el momento personal del encuentro), son en última instancia actos de amor o
actos de odio.
Muchas son, en efecto, las formas de amor, y algunas de ellas están reseñadas por
los sabios más antiguos; el mismo Aristóteles decía ya en su «Ética a Nicómaco»:
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Santo Tomás de Aquino atribuye cinco efectos a la amistad:
Lejos de hacer desaparecer a los amigos, la amistad los une desde sus
diferencias y desde el respeto de sus peculiaridades:
Podríamos decir, pues, por último, con Homero que el amor fraterno es «dos
marchando juntos»29, y con Saint Exupèry añadir que «amarse no es mirarse el uno al
otro, sino mirar en la misma dirección».
27
Laín, P. Teoría y realidad del otro. Alianza, Madrid, 1983, páginas 590 - 592.
28
Ibid., página 592.
29
Homero, Ilíada, X, 224.
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CONCLUSIÓN
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Bibliografía:
3. Evolution is a fact and a theory, Moran, Lawrence, Copyright © 1993-2002 (last update:
January 22, 1993). http://talkorigins.org/faqs/evolution-fact.html
4. Fromm, Erich. El arte de amar. Editorial Paidós Mexicana. Primera Edición, Colección
Contextos, México, 2003.
7. Lévinas, E., De otra manera de ser, o más allá de la esencia. Editorial Sígueme,
Salamanca, 1978.
10. Lumsden, Charles J., Wilson, Edward O. El fuego de Prometeo. Primera Edición en Español.
Fondo de Cultura Económica. México, 1985
12. Wojtyla, Karol. El don del amor, Trilogía inédita, Quinta Edición, preparada por Juan
Manuel y Alejandro Burgos. Biblioteca Palabra. Madrid, España, 2009.
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