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Universidad Eclesiástica “San Dámaso

Bienio de Teología Litúrgica

La escritura visigótica en los manuscritos hispanos tardíos


¿Una forma de resistencia al cambio de rito?

Alumno: Jesús Colado Rodríguez

Madrid, 2015
2
Introducción

Ciertamente son muchos los aspectos a examinar si se quiere comprender de un


modo mínimamente claro la transición que se produce en la península ibérica del rito
hispano al romano –o francorromano–. Dentro de estos aspectos podríamos centrarnos
en las causas o motivaciones, en la cronología de la transición, etc. Pero quisiéramos
centrarnos en un hecho que si bien puede tomarse como algo accesorio o casi casual y
anecdótico creemos que ocupa un papel de vital importancia.
El cambio de rito es un proceso largo que conlleva, además de la dificultad
derivada de lo costoso de hacerse con nuevos libros, la dificultad que deriva de la
posible resistencia de un pueblo que está acostumbrado a rezar de una manera muy
concreta y que ve tambalearse ese mundo en el que vivía y se relacionaba con Dios.
En todo este ambiente aparecen distintos manuscritos en la ciudad de Toledo. En
este trabajo, tras un resumen muy somero de las distintas situaciones que vivirán los
mozárabes en Toledo nos fijaremos en algunos de dichos manuscritos –y de una manera
general y muy sucinta– subrayando lo que les es común y que creemos puede constituir
una manera de resistencia, un modo de conservar aquello que se tiene como propio.

3
4
1. Los mozárabes desde la reconquista de Toledo1

El rey Alfonso VI conquista la ciudad de Toledo en 1085. Lejos de encontrarse


con una ciudad caótica y sin población, lo que encuentran las tropas del rey es una
ciudad ya de por sí bien organizada con una parte de la población y con instituciones
propias. Con la entrada del rey junto a sus tropas –de origen castellano– comenzó
también la romanización (en sentido litúrgico) de la ciudad. No tanto porque los
castellanos llevasen consigo el nuevo rito, sino precisamente porque el rey se había
comprometido con el papa Gregorio VII a ayudarle a extirpar la superstitio Toletana.
De este modo, el rey introduce en la ciudad –nombrándolo arzobispo de Toledo–
a Bernardo de Sédirac, el que fuera el abad cluniacense de Sahagún. Éste ejercerá una
poderosa presión para imponer, casi haciendo tabula rasa, el rito francorromano.
Mientras tanto la población mozárabe había sobrevivido a una sociedad
musulmana e incluso había sido capaz de entrar en estratos más acomodados dentro de
la misma. Dentro de la comunidad mozárabe se encontraba una suerte de «elite patricia»
que defendía, además de sus fueros y privilegios –como el «fuero juzgo»– la
pervivencia del rito hispano como parte de su idiosincrasia. Tanto es así que el rey
Alfonso, probablemente por presiones y para evitar rebeliones y descontentos, permite
que el citado rito sea celebrado en limitadas parroquias de la ciudad de Toledo, si bien
dichas parroquias serán suburbiales. Huelga decir, por tanto, que la comunidad hispano-
mozárabe convive con el «nuevo e impuesto» rito romano. Esta convivencia no será
siempre demasiado armoniosa, ya que como clase acomodada y cierto poder adquisitivo,
la comunidad mozárabe será mirada con cierto recelo por los nuevos obispos francos. Y
la toma y dedicación de la mezquita mayor de la ciudad no contribuirá a mejorar las
relaciones. A pesar de que en el pacto de rendición se estipulaba la obligación de que la
mezquita permaneciera en manos musulmanas, el obispo Bernardo la ocupa en ausencia
del rey, aduciendo que la mezquita ocupaba el lugar de la antigua basílica visigoda
dedicada a la Virgen.
La ocupación y dedicación de la antigua mezquita constituye una declaración de
intenciones así como una excelente maniobra para independizarse del ya existente clero

1
Para todo este primer punto Cf. F. J. HERNÁNDEZ, Los mozárabes del siglo XII en la ciudad y la Iglesia
de Toledo en: Toletum. Segunda época XVI (Toledo 1985) 57-124.

5
hispano de la ciudad. No parece casualidad que el gobernador mozárabe de Toledo se
opusiese a dicha ocupación2.
Otro aspecto de las tensiones entre francos y mozárabes lo constituye el cambio
de rito en sí mismo. Debemos pensar en una población mozárabe no demasiado grande
al principio, pero que poco a poco va creciendo gracias a los cristianos mozárabes que,
huyendo desde tierras musulmanas, eligen Toledo como destino. Cambio que no fue
únicamente de rito, sino que conllevó un gran cambio a nivel musical, del modo de
escribir, etc. En definitiva, el cambio no fue únicamente cultual, sino también cultural.
Como ejemplo de lo que afirmamos baste resaltar que los documentos y
correspondencia mozárabe de la época está completamente arabizada. Los documentos
están escritos en árabe; los nombres, las expresiones… Todo ello ha bebido durante
siglos de un ambiente musulmán. Y este es otro factor a tener en cuenta. Ciertamente no
constituye el mismo tipo de cambio el cambio de una letra por otra (la carolina) que el
cambio de un idioma a otro (el árabe al latín escrito en letra carolina).
En otro orden de cosas vemos que el clero mozárabe tendrá distintos problemas
con el clero franco3. Una de las primeras consecuencias de la llegada de los clérigos
ultrapirenaicos fue la imposibilidad del acceso a puestos de poder dentro de la jerarquía
de la Iglesia toledana. El clero mozárabe tardará casi un siglo en poder acceder a dichos
puestos.
De este modo el clero mozárabe quedó relegado a las pocas parroquias que, a
pesar de la imposición del nuevo rito, pudieron conservar el antiguo. Probablemente, sin
embargo, el clero mozárabe sería más numeroso que el romano, lo cual seguramente no
haría fácil la relación entre ambos cleros.
En cuanto al resto de la población mozárabe, con el progresivo aumento de los
castellanos en la ciudad, dejará poco a poco de usar la lengua árabe. Al mismo tiempo la
endogamia que había sido la norma durante los siglos de dominio musulmán fue
desapareciendo. Y así comenzó la lenta pero casi irreversible asimilación de lo
mozárabe dentro de lo castellano.

2
Coincidimos con el análisis de Hernández.
3
Cf. Ibídem, 69-79.

6
2. Manuscritos litúrgicos mozárabes en Toledo.

La aparición de manuscritos litúrgicos mozárabes en la ciudad de Toledo no es


de extrañar, dado lo anteriormente expuesto. Efectivamente, el peso específico de la
comunidad mozárabe en la ciudad, la pervivencia del rito hispano en algunas parroquias
así como la migración de cristianos desde tierras musulmanas hace ver como no
demasiado raro el hecho de que se copiasen nuevos ejemplares de libros litúrgicos
hispanos.
Pero estos manuscritos no son una copia más. Sus detalles muestran –a nuestro
modo de ver– singularidades que no pueden ser tomadas por simples casualidades o
limitaciones materiales. Primero veamos un pequeño resumen sobre el cambio de
escritura para luego pasar a los códices en cuestión, si bien solo nos fijaremos en
algunos de los más representativos.

2.1 Desarrollo de la escritura carolina.

La escritura carolina hace su entrada en la península a través de los condados


catalanes ya en el siglo IX. Poco a poco, a medida que tanto el rito francorromano
como la influencia de los francos crecía en los territorios reconquistados, este tipo de
escritura se va imponiendo, casi hasta el punto de poder identificar (si bien una
generalización así nunca es correcta) la escritura carolina con el nuevo rito. Un nuevo
modo de celebrar, un nuevo modo de escribir. Nuevas formas de celebrar escritas de una
forma nueva.
Dejando a un lado la historicidad del llamado concilio de León de 1090, donde
se habría prohibido el uso de la escritura visigótica para los códices litúrgicos, la
realidad es que desde la introducción del rito francorromano en la península, la escritura
carolina fue ganando terreno bastante velozmente a la visigótica. La influencia, de
hecho, no se da solamente por el cambio de rito, sino que la correspondencia
diplomática y los edictos y leyes reales que venían de los territorios ultrapirenaicos –
vale la pena recordarlo– llegan escritos con la nueva escritura europea. Ello conlleva un
aprendizaje que no es precisamente veloz, pero que no fue óbice para que los scriptoria

7
no solo incorporasen escribanos que conociesen la escritura carolina, sino que además
entrenasen a los propios para que pudiesen escribir en la misma.
Consecuencia de esta influencia es la utilización de abreviaturas carolinas en
textos visigóticos4 así como notación musical aquitana probablemente ya desde finales
del s. IX5. Otro claro ejemplo es el ms. Add. 30849 estudiado por Jean Vezin6. En este
códice, escrito quizá hacia el 1086, se encuentra un breviario romano canonical que fue
escrito por alguien que conocía a la perfección (y seguramente usó durante mucho
tiempo) la letra visigótica. De todo esto es prueba tanto el uso de abreviaturas de
tradición visigótica así como de líneas enteras escritas (probablemente por descuido) en
letra visigótica7.

2.2 Los códices visigóticos tardíos8.

Como afirma Lorenzo Martínez, uno de los más grandes centros de


mozarabismo de la ciudad de Toledo fueron las parroquias de las santas Justa y Rufina y
santa Eulalia. Y en el ambiente de dichas parroquias salen varios manuscritos escritos
no en escritura carolina –que ya se había impuesto en la mayor parte de la península y
también de la ciudad de Toledo a principios del s. XIII– sino en escritura visigótica.
Un ejemplo es el Liber Misticus, conservado en la Biblioteca Nacional con
numeración 10110. Este códice ha sido datado por Mundó entre los s. XIII y XIV. En
cuanto a su procedencia sabemos que fue «escrito por Fernando Juánez en la parroquia
toledana de las santas Justa y Rufina»9. Otro Liber Misticus datado en el siglo XIII por
Mundó procede de la misma parroquia10.

4
Cf. S. ZAPKE, Sistemas de notación en la Península Ibérica: de las notaciones hispanas a la notación
aquitana (siglos IX-XIII) en: Hispania Vetus, Manuscritos litúrgico-musicales. De los orígenes
visigóticos a la transición francorromana (siglos IX-XII) (Bilbao 2007) 208-209.
5
Cf. Ibídem, 205-208.
6
Cf. J. VEZIN, El códice British Library add. 30849 y la introducción de la carolina en España en: Studia
Silensia XXVI (Burgos 2003) 212, 217-220.
7
Cf. Ibídem, 211-222. En el mismo artículo Vezin, hablando de un fragmento de un breviario que
perteneció a Silos, incluso llega a afirmar que el escriba podría haber sido forzado a escribir en letra
carolina.
8
Para todo este epígrafe nos basamos en el artículo de L. M ARTÍNEZ, Pervivencia de la escritura
visigótica en la comunidad mozárabe de Toledo (con especial referencia a las parroquias de las santas
Justa y Rufina y santa Eulalia en: Anales Toledanos LXIII (Toledo 2008).
9
L. MARTÍNEZ, Pervivencia de la escritura visigótica en la comunidad mozárabe de Toledo… en: : Anales
Toledanos LXIII (Toledo 2008) 12.
10
Cf. Ibídem, 13.

8
Estos códices fueron datados en un principio por Agustín Millares Carlo como
escritos alrededor del siglo X. Posteriormente, y gracias a los estudios de Mundó,
sabemos que la datación es largamente posterior a cuanto se creía. También en otros
manuscritos la diferencia en la datación es sustancial11. Si bien Millares no aceptó del
todo dicha datación en la tercera (y póstuma) edición de su Tratado, poca discusión
puede haber actualmente sobre su datación.

2.3 Inferencias: «Nuestra liturgia, nuestra letra».

A la luz de estos datos, creemos bastante obvio establecer ciertas relaciones


entre los citados manuscritos y la comunidad mozárabe donde se forman.
Debemos recordar que nos encontramos en una Toledo reconquistada hace poco.
La población castellana, la población franca y una fuerte comunidad mozárabe creciente
por las migraciones de cristianos que vivían en tierras musulmanas, conviven no sin
tensiones e incluso –por el afán de mantener sus fueros y tradiciones– llegan a tener
distintos alcaldes12.
En este ambiente, donde –recordémoslo– la comunidad mozárabe se expresa en
árabe también en sus documentos oficiales (por ejemplo de compra-venta13) la misma
comunidad (aunque sea en la figura de los clérigos) manda copiar manuscritos de rito
hispano en una ciudad donde la escritura carolina es no solo característica de la mayoría
de la documentación no mozárabe, sino que sin duda se percibiría como escritura
extraña tanto en el ámbito civil como en el litúrgico.
No es difícil, pues, ver en la elección de la escritura visigótica para estos textos
litúrgicos algo más que casual o conveniente materialmente. Podría aducirse, de hecho,
que para el copista sería mucho más fácil copiar un manuscrito tal cual lo ve, estando
seguramente éste escrito en letra visigótica. O que a los clérigos provenientes del sur de
la Península no les sería fácil leer la nueva letra. Y, sin embargo, aunque así fuera no
deja de sorprender la copia de un manuscrito litúrgico tan tardío en una escritura en

11
Como en el manuscrito 35.4 del grupo toledano Cf. A. M. MUNDÓ, Millares Carlo y las dataciones de
códices visigóticos en: Boletín Millares Carlo XIII (Gran Canaria 1994).
12
Alcalde de mozárabes y alcalde castellanos. Cf. F. J. HERNÁNDEZ, Los mozárabes del siglo XII en la
ciudad y la Iglesia de Toledo en: Toletum. Segunda época XVI (Toledo 1985) 109-112.
13
Cf. D. CABANELAS ofm, Otro documento de los mozárabes de Toledo en: Toletum. Segunda época
XVII (Toledo 1985).

9
proceso de total desaparición. Más bien, nos parece, que este hecho responde más bien a
la identificación de una comunidad no solo con su liturgia, sus tradiciones, sus leyes,
sino también con un estilo. Incluido el caligráfico. Sobre todo cuando hablamos de un
tipo de letra de los más longevos de toda la Edad Media. No porque la letra visigótica
tenga un significado especial, sino por la identificación entre una comunidad y los
signos que le hacen sentirse tal: comunidad. Casi como una bandera, un escudo o un
país.

10
Conclusión

En este trabajo hemos podido observar primeramente los distintos


acontecimientos que acaecieron en la ciudad de Toledo desde su reconquista en 1085.
Quizá la población mozárabe, acostumbrada a vivir bajo dominio musulmán aunque
conservando su fe y muchas de sus costumbres, no esperaba que su liberación trajese
consigo toda la serie de cambios que en efecto comportó.
Tras observar, seguidamente, la existencia de códices tan modernos –de los
siglos XIII y XIV– hemos podido ver cómo, a pesar de toda asimilación al resto de
castellanos, siempre quedó un sentimiento común de mozarabía, de pertenencia a un
grupo en particular –por muy diluido que este sentimiento estuviera–; en suma: de
identidad. Por eso, y aún a riesgo de ser demasiado osados a la hora de hacer este
análisis, creemos ciertamente que la copia de no uno sino varios manuscritos de rito
hispano en fechas tan tardías responde principalmente a una defensa de la propia
identidad no solo por las palabras contenidas en dichos códices, sino incluso hasta en el
tipo de letra utilizada.

11
Bibliografía

CABANELAS, D. OFM, Otro documento de los mozárabes de Toledo en: Toletum.


Segunda época XVII (Toledo 1985).
HERNÁNDEZ, F.J., Los mozárabes del siglo XII en la ciudad y la Iglesia de Toledo en:
Toletum. Segunda época XVI (Toledo 1985).
MARTÍNEZ, L., Pervivencia de la escritura visigótica en la comunidad mozárabe de
Toledo (con especial referencia a las parroquias de las santas Justa y Rufina y santa
Eulalia en: Anales Toledanos LXIII (Toledo 2008).
MUNDÓ, A. M., Millares Carlo y las dataciones de códices visigóticos en: Boletín
Millares Carlo XIII (Gran Canaria 1994).
VEZIN, J., El códice British Library add. 30849 y la introducción de la carolina en
España en: Studia Silensia XXVI (Burgos 2003).
ZAPKE, S., Sistemas de notación en la Península Ibérica: de las notaciones hispanas a la
notación aquitana (siglos IX-XIII) en: Hispania Vetus, Manuscritos litúrgico-
musicales. De los orígenes visigóticos a la transición francorromana (siglos IX-
XII) (Bilbao 2007).
ZIMMERMANN, M., La disparition de la liturgie wisigothique en: Écrire el lire en
Catalogne (IXe-XIIe siècle), Bibliothèque de la Casa Velázquez 23, II (Madrid
2003).

12
Índice

Introducción 3

1. Los mozárabes desde la reconquista de Toledo 5


2. Manuscritos mozárabes en Toledo 7
2.1 Desarrollo de la escritura carolina 7
2.2 Los códices visigóticos tardíos 8
2.3 Inferencias «Nuestra liturgia, nuestra letra» 9

Conclusión 11
Bibliografía 12

13

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