Siendo la responsabilidad un deber de la función pública ¿Cómo materializa este
deber dentro de la labor que cumple en su institución educativa?
Nosotros como hombres tenemos la habilidad de producir o crear, y crea o
produce a partir de ciertas causas o principios originarios; por lo tanto, todo acto que realiza procede de unos determinados principios. Los actos que el hombre realiza, ya sean buenos o malos, proceden de los principios que posea. Si los principios son buenos, sus acciones serán bellas y nobles, dignas de elogio, si éstos son malos, las obras realizadas serán malas, vergonzosas o censurables. El principio de una acción mala como de una acción buena, es una determinación, un acto de voluntad y todo aquello que en nosotros tiende a la razón. No hay que dudar, por tanto, de que también estas cosas cambian. Pero los cambios en nuestro obrar están bajo el control de nuestra voluntad: luego, también lo están la determinación y el principio de que ellos se originan; en consecuencia, no hay duda de que está en nuestro poder el hacer el bien o el mal. En el caso del hombre, éste también posee principios que le conducen en su actuar. Cuando estos principios son sólidos y positivos existe la posibilidad de que las actitudes del individuo sean honestas, pero cuando los principios son negativos son ilimitadas las ideas perversas que pueden llegar a generar el hombre. Y como lleva esto en el cargo que actualmente llevo, lógicamente las determinaciones de mis responsabilidades se dan de acuerdo a los principios que poseo, que lógicamente son altruistas. Dicha responsabilidad lo asumo como consecuencia de la educación que he tenido de mis maestros y del entorno que me ha proporcionado un bagaje de experiencias que me llevan a cumplir con mis deberes, no como algo obligado sino como principio de mi naturaleza humana.