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Multilingüístas:
Idiomas: Aunque el español es el idioma oficial, no es hablado por toda la
población o es utilizado como segunda lengua, debido a que existen veintiún
lenguas hayenses distintas, que son hablados especialmente en las áreas rurales,
así como varias lenguas amerindias no-mayas, como el Xinca indígena y el
garífuna, que son hablados en la costa del Caribe. De acuerdo al Decreto Número
19-2003, veintitrés lenguas son reconocidas como lenguas nacionales de
Guatemala. Establecida en 1990 por el Decreto Nº 65-90, la Academia de
Lenguas Mayas de Guatemala (ALMG) es responsable de regular el uso, la
escritura y la promoción de los idiomas mayas que tienen representación
poblacional en Guatemala, así como promover la cultura maya guatemalteca. La
Academia de Lenguas Mayas de Guatemala ofrece consultas al gobierno
guatemalteco en aspecto lingüístico de los servicios públicos. Los Acuerdos de
Paz de diciembre de 1996 incorporaron la traducción de documentos oficiales y
materiales de voto a varios idiomas indígenas y demandaron la provisión de
intérpretes en casos legales para el no hispano-hablante. El acuerdo también
demandó educación bilingüe en español y en idiomas indígenas. Es común para
guatemaltecos indígenas aprender a hablar en dos a cinco de las otras lenguas
nacionales, incluyendo el español.
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El respeto a las diferencias pluriculturales y multilingüisticas es uno de los
movimientos a nivel mundial más importantes para fomentar la igualdad de las
distintas culturas y etnias.
Casi la totalidad de los pueblos latinoamericanos cuentan dentro de su territorio
con etnias que presentan diferencias lingüísticas, físicas y culturales.
El respeto a las diferencias no debe ser una utopía, cada día son más los países
que se suman a derribar las diferencias y condenar los abusos o delitos raciales y
cualquier acto discriminativo con penas de cárcel y multas considerables.
Equidad laboral
Separar con muros, como ocurrió en Berlín tras la Segunda Guerra Mundial, solo
logra abusar de las libertades de los ciudadanos y son hechos absolutamente
condenables y que faltan al respeto a la libertad de disentir.
Lo mismo ocurre cuando obligan a comunidades indígenas a desplazarse y
abandonar sus asentamientos. Muchas veces cuando esto ocurre, de manera
ilegal se les reubica en contra de sus voluntades en zonas que no son las
adecuadas para ellos, violando sus derechos y libertades.
Libertad a la información
Derecho a la educación
En Estados Unidos ocurre con frecuencia que a los niños de nuevo ingreso de
habla hispana se les entregan planes de estudio especiales mientras van
dominando la lengua inglesa, evitando siempre la exclusión.
Tolerancia
Esta se puede educar tanto en la infancia como en los ciudadanos más mayores,
especialmente a partir de los medios de comunicación, líderes y con campañas
publicitarias.
El respeto hacia las personas con discapacidades
Del mismo modo que no hay dos personas iguales, ninguna persona con
discapacidad es igual a otra, aunque ambas tengan la misma discapacidad. Las
discapacidades son limitaciones de las funciones que pueden interferir con la
capacidad de una persona para caminar, oír, hablar, ver, pensar y aprender,
aunque no afectan a todo el mundo del mismo modo. Además, algunas personas
pueden padecer varias discapacidades de diversa gravedad.
Cuando hable con una persona con deficiencias auditivas, hable lenta y
directamente. No suponga que una persona con una deficiencia auditiva o un
trastorno del habla tenga también una discapacidad intelectual.
Sea paciente.
Tenga en cuenta los sentimientos de la persona al hablar con los demás. ¿Le
gustaría que se dijera de usted lo que usted está a punto de decir de la persona?
Recuerde hablar sin elevar el tono de voz a menos que la persona tenga una
deficiencia auditiva. El elevar el tono de voz no facilita la comprensión.
Sólo cuando realmente asumamos que las personas con discapacidad son
ciudadanos y ciudadanas como los demás, con los mismos derechos y
responsabilidades, habremos dado el giro definitivo hacia su integración efectiva.
Todo reposa en la capacidad y en la voluntad que demostremos para cambiar de
actitud, para aceptar la diversidad y, en consecuencia, para rechazar
posicionamientos, medidas o políticas que, directa o indirectamente, supongan
una discriminación negativa, una exclusión de las personas con discapacidad.
Pero ese cambio de actitud no es sencillo y requiere tiempo. Es cierto que a lo
largo de los últimos veinte años hemos avanzado considerablemente en esa
dirección y que hoy la igualdad de derechos es una idea en gran medida aceptada
y compartida por la sociedad. A la hora de la verdad, sin embargo, las personas
con discapacidad que requieren algún tipo de apoyo para ejercer sus derechos no
tienen las mismas oportunidades que el resto de la población.
Es el momento de llevar los derechos a los hechos, de ser consecuentes con
nuestras ideas. La única forma de hacerlo es ser conscientes de que el respeto, la
protección y la defensa de los derechos de las personas con discapacidad
constituyen su garantía máxima. Debemos entender que la protección de los
grupos más vulnerables, independientemente de cuáles sean las causas de esa
situación de mayor vulnerabilidad -la edad, la deficiencia, la enfermedad, la
carencia de recursos dan la medida de la capacidad que tiene una sociedad para
responder a las necesidades de todos y, por lo tanto, constituye el mejor indicador
de su grado de civilización y progreso social.
Una sociedad es accesible cuando quienes viven en ella tienen la posibilidad real
de participar, de vivir a su manera, de relacionarse y de acceder a los servicios,
todo ello en condiciones de igualdad con el resto de la ciudadanía. Una sociedad
accesible no discrima a las personas por ninguna razón -ni por motivos
económicos, ni por motivos sociales, ni por motivos personales-, y asume la
diversidad de todos los ciudadanos que la integran y respeta y hace respetar sus
diferencias.