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Respeto A Las Diferencias Pluriculturales Y Multilingüísticas.

Guatemala es un país que se caracteriza por su diversidad cultural; existen


grandes grupos étnicos que se distinguen por su forma de vida,
tradiciones, costumbres, creencias, sin embargo, lo más importante de todos los
grupos, es su gente. Tomando en cuenta todos estos aspectos, es parte de
nuestra responsabilidad y obligación, respetar, tolerar y apoyar a todos las
personas que pertenezcan a alguno de los diferentes grupos étnicos; no
tomando en cuenta el origen étnico, color de piel o el acento de la persona, ya que
todos somos guatemaltecos por lo tanto debemos buscar todos juntos un mejor
desarrollo.

La efectiva equidad entre hombres y mujeres en el empleo, parecen al rigor de las


normas, como algo concreto, como si la igualdad estaría a un paso de ser hecho,
pero en realidad, con estadísticas e informes que lo avalan, demuestran que
queda mucho por hacer para una equidad de género. La equidad laboral se refiere
a la igualdad de derechos en el trabajo que se ocupe. Ej. La mujer percibe una
retribución menor que el hombre en igual puesto de empleo, la cuota de presencia
femenina va disminuyendo en los puestos donde más se paga, los intentos por
lograr, por medio de diversas normativas del ordenamiento jurídico.
Pluriculturalidad:
El plurilingüismo, es más evidente porque todos conocemos a personas que
pueden usar varios idiomas dependiendo de la situación en la que se encuentren.
Por el contrario, pensar que una persona pertenezca a varias culturas, que las
lleve dentro de sí y que las pueda usar cuando las necesite, eso sí puede ser más
complicado de entender. Entre algunas otras acepciones, solemos decir que
alguien tiene mucha cultura si vemos que se expresa con conocimiento; por otro
lado, hablamos de nuestra cultura para indicar nuestra pertenencia a un territorio
o algún tipo de unidad socio-política (estado, comunidad autónoma, etc.).Por
cultura aquí entendemos un conjunto de ideas y símbolos compartidos por un
grupo. Así, los habitantes de un país tendrán su cultura, pero también tiene su
cultura una familia determinada, un gremio concreto, una asociación en particular
o una banda de música. Todos comparten una serie de ideas y símbolos que les
ayudan a entenderse y actuar de forma apropiada cuando están desarrollando las
actividades propias de ese grupo. En este sentido, el individuo es pluricultural por
definición porque pertenece a muchos de estos grupos y participa en muchas de
estas culturas: más que una única identidad cultural disponemos de múltiples
identidades socio-culturales.
En los Acuerdos de Paz, se reconoce que en el país, cohabitan 4 culturas (Maya,
Garífuna, Xinca y Ladino o Mestizo).Es un concepto sociológico o de antropología
cultural. Significa que se constata la existencia de diferentes culturas en un mismo
espacio geográfico y social. Sin embargo estas culturas cohabitan pero influyen
poco las unas sobre las otras y no suelen ser permeables a las demás. Se
mantienen en guetos y viven vidas paralelas.

La sociedad de acogida suele ser hegemónica y suele establecer jerarquías


legales y sociales que colocan a los otros grupos en inferioridad de condiciones, lo
que lleva al conflicto, al menos precio, a la creación de estereotipos y prejuicios
dificultando la convivencia social, siempre en detrimento de los grupos más
débiles. En los casos en que exista equidad y respeto mutuo se puede pasar de la
multiculturalidad al multiculturalismo.

Multilingüístas:
Idiomas: Aunque el español es el idioma oficial, no es hablado por toda la
población o es utilizado como segunda lengua, debido a que existen veintiún
lenguas hayenses distintas, que son hablados especialmente en las áreas rurales,
así como varias lenguas amerindias no-mayas, como el Xinca indígena y el
garífuna, que son hablados en la costa del Caribe. De acuerdo al Decreto Número
19-2003, veintitrés lenguas son reconocidas como lenguas nacionales de
Guatemala. Establecida en 1990 por el Decreto Nº 65-90, la Academia de
Lenguas Mayas de Guatemala (ALMG) es responsable de regular el uso, la
escritura y la promoción de los idiomas mayas que tienen representación
poblacional en Guatemala, así como promover la cultura maya guatemalteca. La
Academia de Lenguas Mayas de Guatemala ofrece consultas al gobierno
guatemalteco en aspecto lingüístico de los servicios públicos. Los Acuerdos de
Paz de diciembre de 1996 incorporaron la traducción de documentos oficiales y
materiales de voto a varios idiomas indígenas y demandaron la provisión de
intérpretes en casos legales para el no hispano-hablante. El acuerdo también
demandó educación bilingüe en español y en idiomas indígenas. Es común para
guatemaltecos indígenas aprender a hablar en dos a cinco de las otras lenguas
nacionales, incluyendo el español.
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El respeto a las diferencias pluriculturales y multilingüisticas es uno de los
movimientos a nivel mundial más importantes para fomentar la igualdad de las
distintas culturas y etnias.
Casi la totalidad de los pueblos latinoamericanos cuentan dentro de su territorio
con etnias que presentan diferencias lingüísticas, físicas y culturales.

Este fenómeno es inmanente a la cultura humana, también sucedió en el Imperio


Romano, en China, en ciudades como Nueva York a comienzos de siglo XX y aún
en la actualidad, en Yugoslavia, Checoslovaquia, en ciudades como Jerusalén, y
en muchos países de la Unión Europea.

Cinco señales que muestren respeto a las diferencias pluriculturales y


multilingüisticas

El respeto a las diferencias es fundamental para que los derechos humanos


puedan alcanzarse. Estos derechos deben ser protegidos, fomentados y puestos
en práctica de inmediato.

El respeto a las diferencias no debe ser una utopía, cada día son más los países
que se suman a derribar las diferencias y condenar los abusos o delitos raciales y
cualquier acto discriminativo con penas de cárcel y multas considerables.

Derecho a la libertad de culto

Los países deben garantizar a los ciudadanos el derecho a congregarse y


manifestar sus creencias religiosas siempre y cuando sus prácticas no violen los
derechos fundamentales de otros ciudadanos o rechacen otras religiones.

Equidad laboral

La equidad laboral busca que todos los grupos pluriculturales y multilinguisticos,


sin importar el género de sus comunidades, tengan las mismas oportunidades de
empleo.

Por tanto, un candidato no podría ser rechazado en base a su procedencia,


género, religión o etnia. Además, el salario debería ser el esperado para un
profesional que pueda ofrecer las mismas prestaciones.

Derecho al libre tránsito

No se le debería impedir el libre tránsito a un ciudadano dentro de una ciudad o


localidad por el simple hecho de pertenecer a un grupo cultural diferente.

Separar con muros, como ocurrió en Berlín tras la Segunda Guerra Mundial, solo
logra abusar de las libertades de los ciudadanos y son hechos absolutamente
condenables y que faltan al respeto a la libertad de disentir.
Lo mismo ocurre cuando obligan a comunidades indígenas a desplazarse y
abandonar sus asentamientos. Muchas veces cuando esto ocurre, de manera
ilegal se les reubica en contra de sus voluntades en zonas que no son las
adecuadas para ellos, violando sus derechos y libertades.

Libertad a la información

En comunidades donde se hablan dos lenguas, una oficial, y la regional, se debe


insertar en toda la información pública ambas lenguas para que los ciudadanos
puedan tener acceso de forma correcta a la información.

Un ejemplo correcto de este caso se puede observar en ciudades como Barcelona


en España, en donde a lo largo de la ciudad se lee información en lengua catalana
y en español.

Derecho a la educación

No se le debe prohibir el acceso a la educación a ningún niño o ciudadano por el


hecho de pertenecer a un grupo étnico en particular o por hablar una lengua
diferente.

En Estados Unidos ocurre con frecuencia que a los niños de nuevo ingreso de
habla hispana se les entregan planes de estudio especiales mientras van
dominando la lengua inglesa, evitando siempre la exclusión.

Tolerancia

La tolerancia es un valor de la población que transmite aceptación hacia diferentes


formas de pensar, de actuar y de ser, física y psicológicamente.

Esta se puede educar tanto en la infancia como en los ciudadanos más mayores,
especialmente a partir de los medios de comunicación, líderes y con campañas
publicitarias.
El respeto hacia las personas con discapacidades

Del mismo modo que no hay dos personas iguales, ninguna persona con
discapacidad es igual a otra, aunque ambas tengan la misma discapacidad. Las
discapacidades son limitaciones de las funciones que pueden interferir con la
capacidad de una persona para caminar, oír, hablar, ver, pensar y aprender,
aunque no afectan a todo el mundo del mismo modo. Además, algunas personas
pueden padecer varias discapacidades de diversa gravedad.

Al hablar o relacionarse con una persona con una discapacidad:

 Sonría y sea espontáneo.

 Céntrese en las capacidades de la persona. No se centre en la discapacidad al


punto de ya no ver a la persona.

 Hable con la persona que tenga la discapacidad (o con los responsables de su


cuidado, si es lo adecuado) sobre el modo en que se le puede incluir en las
actividades y de lo que la hace sentirse a gusto.

 Sea respetuoso. Ofrezca ayuda si se la solicitan o si es obvio que se necesita. No


mueva las sillas de ruedas u otros dispositivos para desplazarse sin el permiso del
propietario.

 Cuando hable con una persona con deficiencias auditivas, hable lenta y
directamente. No suponga que una persona con una deficiencia auditiva o un
trastorno del habla tenga también una discapacidad intelectual.

 Sea paciente.

 Tenga en cuenta los sentimientos de la persona al hablar con los demás. ¿Le
gustaría que se dijera de usted lo que usted está a punto de decir de la persona?

Recuerde hablar sin elevar el tono de voz a menos que la persona tenga una
deficiencia auditiva. El elevar el tono de voz no facilita la comprensión.

Usar el lenguaje con consideración


Algunos términos que se consideran apropiados con frecuencia varían de un
grupo de personas a otro y de una generación a otra. Una buena norma general a
seguir es el considerar a la persona antes que la discapacidad. Por ejemplo, una
persona con una discapacidad no es una “mujer minusválida” o un “hombre
lisiado”. Del mismo modo, la hermana Jaramillo tampoco es una “minusválida” o
una “lisiada”. Mejor refiérase a la persona primero y, si fuera necesario, haga
referencia después a la discapacidad: “La hermana Smith” o “La hermana Smith
tiene una discapacidad”.

Para los miembros con discapacidades, sus familiares o las personas


responsables de su cuidado

Sea paciente conforme otros miembros aprenden sobre las discapacidades y


superan las ideas erróneas. Comprenda que la mayoría de los miembros de la
Iglesia están dispuestos a recibir orientación sobre cómo ayudar e incluir a
quienes tienen discapacidades. Tenga en cuenta que otras personas que se
preocupan también podrían recibir inspiración sobre cómo ayudar. El Espíritu
Santo puede ayudar a los familiares, los maestros y los líderes a tender una mano
y ser de utilidad.

Sólo cuando realmente asumamos que las personas con discapacidad son
ciudadanos y ciudadanas como los demás, con los mismos derechos y
responsabilidades, habremos dado el giro definitivo hacia su integración efectiva.
Todo reposa en la capacidad y en la voluntad que demostremos para cambiar de
actitud, para aceptar la diversidad y, en consecuencia, para rechazar
posicionamientos, medidas o políticas que, directa o indirectamente, supongan
una discriminación negativa, una exclusión de las personas con discapacidad.
Pero ese cambio de actitud no es sencillo y requiere tiempo. Es cierto que a lo
largo de los últimos veinte años hemos avanzado considerablemente en esa
dirección y que hoy la igualdad de derechos es una idea en gran medida aceptada
y compartida por la sociedad. A la hora de la verdad, sin embargo, las personas
con discapacidad que requieren algún tipo de apoyo para ejercer sus derechos no
tienen las mismas oportunidades que el resto de la población.
Es el momento de llevar los derechos a los hechos, de ser consecuentes con
nuestras ideas. La única forma de hacerlo es ser conscientes de que el respeto, la
protección y la defensa de los derechos de las personas con discapacidad
constituyen su garantía máxima. Debemos entender que la protección de los
grupos más vulnerables, independientemente de cuáles sean las causas de esa
situación de mayor vulnerabilidad -la edad, la deficiencia, la enfermedad, la
carencia de recursos dan la medida de la capacidad que tiene una sociedad para
responder a las necesidades de todos y, por lo tanto, constituye el mejor indicador
de su grado de civilización y progreso social.

 En primer lugar, debemos facilitar a las personas con discapacidad el


ejercicio de sus derechos, informándoles adecuadamente acerca de los
mismos y ayudándoles a ejercerlos cuando sea necesario. Difícilmente
podrán acceder a las prestaciones económicas a las que tienen derecho o a
los servicios que mejor responden a sus necesidades y preferencias si no
los conocen.
 Debemos promover su libertad de elección. Tener la posibilidad de elegir
entre diversas opciones es una de las libertades básicas de las personas. A
todos nos parecería inconcebible que otros decidieran por nosotros a cerca
de dónde debemos vivir y con quién, en qué escuela estudiamos, a qué
actividad deseamos dedicarnos, quiénes son nuestros amigos y tantas
otras cosas que, con mayor o menor margen de libertad, vamos eligiendo.
 En cambio, aceptamos que se limite el derecho de elección de muchas
personas con discapacidad; y así, no nos preocupamos por el hecho de que
las barreras urbanísticas, arquitectónicas o de comunicación obstaculicen, o
incluso impidan, su acceso a servicios de uso público, ni consideramos
seriamente la posibilidad de promover la participación activa de las
personas con dificultades de comprensión en la adopción de las decisiones
que les afectan.
 Debemos corregir nuestra tendencia a la sobreprotección y a la
infantilización de las personas con discapacidad. Reconocer y asumir
su capacidad para elegir la vida que desean llevar exige que quienes
conforman su entorno inmediato y la sociedad en general superen esa
arraigada tendencia a la compasión. Esta actitud dificulta el ejercicio de sus
derechos, y el trato diferenciado que conlleva, ahonda el sentimiento de
discriminación.
 Debemos comprender, además, que los derechos de una persona con
discapacidad, como los de cualquier otra, sólo pueden limitarse en
aquellos casos en los que su ejercicio pudiera conllevar un nivel de riesgo
objetivo superior al razonable y del que no es consciente. Esta limitación es
una cuestión muy seria, con importantes consecuencias para la vida de esa
persona y por tratarse de una cuestión tan grave, requiere ser tratada con
mucha cautela y con las máximas garantías, sobre todo en aquellos casos,
no infrecuentes, en los que existan conflictos de intereses o de derechos
entre el entorno más cercano y la persona con discapacidad. El
procedimiento de incapacitación es la única forma de ofrecer estas
garantías: en él, es un Juez quien decide si efectivamente las
circunstancias de la persona determinan que no tiene capacidad suficiente
para adoptar las decisiones que le afectan, y si dicha incapacidad se
extiende a todas las esferas y actos de su vida o si, por el contrario, sólo
afecta a un determinado tipo de actos , en cuyo caso la persona
conservaría su capacidad y su libertad para realizar, autónomamente, los
actos para los que no ha sido incapacitada.
 Por último, debemos dejar de identificar a las personas con
discapacidad por su discapacidad y empezar a identificarlas por su
condición de personas. Las personas con discapacidad tienen, como las
demás, diversas facetas en su forma de ser y en su forma de vivir -
habilidades, sentimientos, sensaciones, miedos, preferencias, prioridades,
rechazos y maníasque no se encuentran necesariamente relacionadas con
su discapacidad y, por lo tanto, sólo debemos tomar esta última en
consideración cuando resulte pertinente con respecto a aquello que
estemos diciendo o haciendo.

Una sociedad es accesible cuando quienes viven en ella tienen la posibilidad real
de participar, de vivir a su manera, de relacionarse y de acceder a los servicios,
todo ello en condiciones de igualdad con el resto de la ciudadanía. Una sociedad
accesible no discrima a las personas por ninguna razón -ni por motivos
económicos, ni por motivos sociales, ni por motivos personales-, y asume la
diversidad de todos los ciudadanos que la integran y respeta y hace respetar sus
diferencias.

La construcción de una sociedad de estas características implica varios


cambios fundamentales con respecto a las personas con discapacidad:

Por un lado, es imprescindible abandonar la idea de que la normalización consiste


en incorporar a estas personas a estructuras y procedimientos concebidos sin
tener en cuenta sus necesidades y entender que, por el contrario, consiste en
integrarlas en nuestros entornos de vida habituales adaptando estos entornos a
las necesidades de todos.

Aceptar la diferencia de un niño con discapacidad en la escuela no significa


“admitirlo” en la escolarización ordinaria, significa adaptar esta última a sus
necesidades y considerar que esa especificidad también forma parte de la escuela
ordinaria.

Todos procuramos construir un mundo de actividades y de relaciones ajustado a


un ritmo que nos es propio. Pero esto no siempre es fácil: ni nuestro entorno
social, ni el mercado laboral, ni las estructuras educativas tienen todavía la
flexibilidad necesaria para garantizar el respeto de los distintos ritmos vitales.

Por último, es necesario adoptar en los ámbitos del urbanismo, la arquitectura y


el diseño de equipamientos, mobiliario, utensilios y objetos, la filosofía
del “Diseño Universal”, también conocido bajo el nombre de “Diseño para
Todos”.
Se trata de que todas las cosas puedan ser utilizadas por todo el mundo y de que,
por lo tanto, en su diseño se tengan en cuenta las distintas necesidades. No
consiste en hacer adaptaciones para las personas con discapacidad, sino en
producir las cosas desde el principio con unas características que se ajusten no
sólo a las necesidades de estas últimas, sino también a las de los niños, los
mayores, las mujeres embarazadas y cualquier persona que, de forma transitoria o
permanente, vea disminuida su capacidad.

Conseguir que estas directrices de actuación se conviertan en una realidad y


redunden en beneficio de las personas con discapacidad y del conjunto de la
población exige el compromiso de todos.

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