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Imperialismo en el siglo XIX (1870 -1914)

Uno de los procesos claves que se dan en la Sociedad Europea Finisecular (de fines de Siglo XIX) se relaciona
con la presencia del Imperialismo. Este se define como la forma más compleja de expansión ya que supone la
ventaja militar (no necesariamente bajo conquistas territoriales), y se expresa en la influencia económica,
política, ideológica y cultural, de una potencia sobre un país o conjunto de países. A diferencia del fenómeno
imperialista, el concepto Imperio se refiere a la expansión territorial de un país o Estado, sustentada en la
conquista militar, principalmente, bajo la continuidad territorial. Existen también otras formas de dominación, por
ejemplo, se encuentra el Colonialismo, referido a la instalación de un establecimiento comercial o militar fuera
del territorio de un Estado y cuya finalidad es controlar una ruta comercial y/o la explotación de recursos
naturales.
Debemos considerar que:
Imperialismo y colonialismo son dos términos que habitualmente utilizamos para referirnos al establecimiento
de un régimen de dominación de un estado sobre otro. Sin embargo, ambos remiten a fenómenos distintos, que
presentan connotaciones también diferentes.
El imperialismo implica la subordinación de un estado o territorio con respecto a otro, no sólo bajo los márgenes
de una dependencia política o económica de la población, sino también cultural. Bajo estos parámetros, un
patrón lingüístico, valórico, religioso, una cosmovisión completa se impone sobre otra, transformándose de esta
manera en un modelo oficial que generación tras generación termina siendo asimilado, en mayor o menor grado
por la población sometida, como natural y propio.
Cuando no existe una penetración cultural, sino que más bien, la dominación efectiva se restringe sólo al ámbito
meramente administrativo o formal; es decir, bajo formas de subordinación económica y política solamente,
hablamos de un fenómeno distinto: el colonialismo.

Orígenes y fundamentos del imperialismo europeo.


El gran impulso que dio inicio a esta nueva fase expansiva debemos buscarlo principalmente en la dinámica que imprimió
a Europa el capitalismo industrial, de la mano de la nueva realidad geopolítica que impuso en el continente los principios
de equilibrio territorial, armamentístico y de legitimidad que siguieron al congreso de Viena (1815). Por una parte, la
situación de equilibrio obligaba a las potencias a dominar territorios extra europeos para manifestar su poderío, y por
otra, rotos los grandes monopolios comerciales, el intercambio alcanzaba un dinamismo sin precedentes.
Económicos:

Las nuevas necesidades que imprimió a las naciones europeas el desarrollo de la industrialización, desde mediados del
siglo XVIII, demostraron la limitación que presentaban los mercados internos. Era necesario abastecerse de materias
primas, cada vez más baratas y abundantes, para mantener el ritmo de crecimiento y producción, y satisfacer así la
creciente demanda de los mercados europeos, a la par de la necesidad de encontrar nuevos puntos de distribución de
los excedentes de producción a las manufacturas, como un mecanismo para controlar los precios.

Culturales:

La expansión determinó el desarrollo de una lógica de dominación, ya no sustentada en el principio religioso solamente,
sino en supuestos científicos e ideológicos, que presentaban a la Europa occidental como la cúspide del desarrollo y el
progreso, obligándola a dirigir una “misión” de civilización mundial. El hombre blanco artífice de este desarrollo, ofrecía
una vida de confort y bienestar material a los no blancos.

Demográficas:

A lo largo de los siglos XVIII y XIX, el mundo experimentó un crecimiento poblacional espectacular, lo que obligo a reubicar
en distintas partes del orbe los excedentes de población, iniciándose una serie de migraciones desde el viejo continente,
hacia América primero, y luego hacia África, Oceanía y Asia. Se desarrolló el concepto del espacio vital. Los avances en la
medicina, disminuyeron considerablemente la mortalidad de la población. El bienestar general, logrado en las primeras
fases de la revolución industrial acelero el crecimiento, aportando abundante mano de obra y mercados de consumo, pero
determinando a su vez, una mayor demanda de productos.

Habitantes en el Mundo en el siglo XIX, por continentes (en millones de habitantes):

Políticas

La expansión entrego prestigio internacional; mientras más posesiones de tenia, mayor potencia expresaba la nación. En
gran medida, la conquista de nuevos territorios también se utilizó como instrumento político al desviar la atención de la
población hacia conflictos externos, liberando a las clases dirigentes de la presión social que implicaban las graves
desigualdades que provocó la industrialización y la migración.
Tecnológicas

El desarrollo de redes de comunicación cada vez más eficientes, como el ferrocarril, la navegación a vapor, el telégrafo y
el teléfono, ampliaron el horizonte nacional hacia realidades distantes, pero que se fueron integrando progresivamente
a la propia, unificándolas.
ORGANIZACIÓN DE LOS IMPERIOS COLONIALES
Varió según las circunstancias y el lugar, adoptando diversas variantes: desde las relaciones diplomáticas a la
simple conquista acompañada del exterminio de los pueblos aborígenes. El uso que se dio a los territorios sojuzgados
también varió.
Hubo diferentes formas de dominación y organización colonial:

Las colonias de administración directa


Territorios que por el derecho de conquista habían caído en la órbita de la metrópoli. Ésta imponía sus funcionarios y sus
instituciones, organizando la administración. Fueron las más extendidas.

Protectorados
Territorios donde se respetaba el gobierno indígena responsable de la actividad interior del área, mientras la
política exterior y militar era gestionada por la metrópoli. En la práctica, al seguir las directrices marcadas por ésta, los
protectorados quedaban sujetos a la soberanía de la potencia con la que habían pactado. Fue un modelo utilizado por
Francia (Marruecos) y Reino Unido (Birmania).

Dominios
Territorios con mayoría de colonos respecto a la población indígena que consiguió un amplio autogobierno limitado por
un gobernador metropolitano. Fueron los casos de Canadá, Australia y Nueva Zelanda respecto a Gran Bretaña.

Territorios metropolitanos
Considerados como una prolongación de la metrópoli. Fue el caso de Argelia con respecto a Francia.

Concesiones
Territorios cedidos o alquilados por estados independientes a la metrópoli, codiciados por su interés
estratégico o comercial. Fue el caso de China que, tras la Guerra del Opio, hubo de ceder algunos de sus puertos (Hong
Kong) al Reino Unido.

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