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ESE EJA
Y LA
PESCA
ADAPTACIÓN Y
CONTINUIDAD DE UNA
ACTIVIDAD PRODUCTIVA
EN UN PUEBLO INDÍGENA
DE LA AMAZONÍA
PERUANO-BOLIVIANA
Enrique
HERRERA
SARMIENTO
LOS ESE EJA Y LA PESCA
ADAPTACIÓN Y CONTINUIDAD DE UNA ACTIVIDAD
PRODUCTIVA EN UN PUEBLO INDÍGENA DE LA
AMAZONÍA PERUANO-BOLIVIANA
LOS ESE EJA Y LA PESCA
ADAPTACIÓN Y CONTINUIDAD DE UNA ACTIVIDAD
PRODUCTIVA EN UN PUEBLO INDÍGENA DE LA
AMAZONÍA PERUANO-BOLIVIANA
ISBN: 978-99974-50-42-5
DL: 2-1-2094-15
Diagramación:
Jorge Bilbao Paz
Editorial INIA
www.editorial-inia.com
e-mail: info@editorial-inia.com
Impreso en Bolivia
Este libro fue realizado en el marco del proyecto Peces para la Vida,
apoyado por el Fondo Internacional de Canadá para la Investigación
en Seguridad Alimentaria (CIFSRF), programa del Centro Internacional
de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC), realizado con el respaldo
financiero del gobierno de Canadá a través del Ministerio de Asuntos
Exteriores, Comercio y Desarrollo de Canadá (DFATD).
Contenido
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Miguel Alexiades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
CAPÍTULO UNO
Una larga historia de contactos y desencuentros
CAPÍTULO DOS
El modo de vida sedentario en la comunidad
de Portachuelo Bajo del río Beni
CAPÍTULO TRES
Vigencia de la actividad pesquera en la comunidad
de Portachuelo Bajo a fines del Siglo XX
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167
EPÍLOGO
Continuidad de la actividad pesquera entre los Ese eja peruanos
y bolivianos en la segunda década del Siglo XXI
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192
Relación de entrevistados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 198
Anexo
rando la realidad de los Ese Eja bolivianos con la de los peruanos. Para
plasmar esta iniciativa conté con el respaldo de José Antonio Ochoa y
Rob Williams de la Sociedad Zoológica de Fráncfort. En ese sentido, la
existencia de esta publicación se las debo a todos ellos, por lo que quiero
entregarles mis agradecimientos de forma especial.
Por último, no quiero dejar de destacar la cordialidad y apertura de
los Ese Eja de Portachuelo Bajo (Bolivia), quienes me recibieron reitera-
das veces desde mediados de los años 1 990 y que a pesar de ello, man-
tuvieron ese mismo espíritu el 2 012 cuando volví a visitarlos. Semejante
disponibilidad también la encontré el año 2 013 entre los Ese Eja de Palma
Real y Sonene (Perú). Mi presencia a veces impertinente -con mis perma-
nentes preguntas y mi presencia constante dentro de su vida cotidiana- es
algo que espero sea retribuido con los resultados de este trabajo. Si la pre-
sente investigación sirviera, como un pequeño insumo para entender la
importancia que han tenido los recursos ictícolas dentro de esta sociedad
y ayude a construir una estrategia de manejo sostenible de estos recursos
dentro de las áreas indígenas que controlan en Bolivia y las área protegi-
das a las que acceden en el Perú, habré cumplido con una de mis mayores
expectativas personales.
Presentación
Hasta hace poco menos de un siglo, los Ese Eja controlaban un territorio
extenso sobre la Amazonía pre-Andina en las zonas de frontera entre Perú
y Bolivia, abarcando las cuencas de los ríos Madidi (Bolivia), Heath o
Sonene (frontera natural Bolivia-Perú) y Tambopata o Baahuaja (Perú).
El comienzo de la desintegración social y territorial del Pueblo Ese Eja se
da a partir del auge de la goma (a fines del siglo XIX), momento en el cual
los intereses empresariales y de Estado coinciden para iniciar un proceso
sistemático de etnocidio y de expoliación territorial. Quedan registradas
las escalofriantes palabras del presidente de la República de Bolivia, el
Coronel José Pando, quien dos años antes de asumir su cargo y refirién-
dose a los Ese Eja declara:
“No es empresa fácil la de atacarlos en sus caseríos y
perseguirlos en el bosque, y solo con el auxilio de bue-
nos perros, la pericia de hombres habituados al monte
y a la conveniente disposición de las marchas, se puede
sorprenderlos y dominarlos. Mas, ¿cuánto tiempo, cuán-
tas campañas serían suficientes? Mayor es defender los
territorios aprovechados por la industria, edificando for-
tines, organizando guarniciones militares y haciendo fre-
cuentes batidas; las pestes y el agotamiento de la caza va
a dar fin, antes de mucho tiempo, con los salvajes que no
13) De acuerdo con Klinge (1 989, citado por Morán) se han identificado 1 300
especies en la Amazonia, pero se estima que podrían llegar a ser 2 000.
Según Carvajal-Vallejos et al. (2 014) en los ríos amazónicos bolivianos se
han identificado aproximadamente 802 especies.
14) Ambos ríos fueron utilizados como vías de transporte de las bolachas de
goma que salían de territorio boliviano rumbo al océano atlántico a través
del río Madeira, afluente del Amazonas en Brasil.
24 LOS ESE EJA Y LA PESCA
15) Existe una etnografía que resulta una excepción dentro de la clasificación
que presentamos. Nos referimos al trabajo de Karen Hissink (Hissink &
INTRODUCCIÓN 25
Hahn, 1 988), quien realizó una visita a numerosos asentamientos Ese Eja a
mediados del siglo XX.
16) En el transcurso de la presente investigación tuvimos acceso a una parte de
los trabajos realizados entre la población Ese Eja que habita en el territo-
rio peruano, sin embargo sabemos que el material que teníamos en mano
era incompleto, por lo que en esta parte de nuestra exposición nos hemos
eximido de comentarlos. No obstante, una parte de dicho material aparece
citado a lo largo del estudio.
17) No obstante, tenemos conocimiento de que en los últimos años se han rea-
lizado dos investigaciones biológicas sobre ictiofauna en poblaciones indí-
genas amazónicas. Accedimos a uno de ellas (Pérez, 2 001), y de otra sabe-
mos que se ha dedicado a estudiar el aprovechamiento de especies ictíco-
las en la TCO TIM II (Argote et al., 2 014).
26 LOS ESE EJA Y LA PESCA
sociedad indígena ligada con una área de la várzea amazónica –los Ese
Eja– debió modificar en el proceso de cambio de su patrón de asen-
tamiento nómade, ocurrido como resultado de la colonización de sus
hábitats tradicionales por agentes externos. Pero indagar en el pasado la
importancia que pudo haber tenido este medio de subsistencia es algo sólo
referencial; pues lo que interesa es destacar su papel en la actualidad. Por
ello, en este estudio se evalúa de forma detenida la importancia que man-
tiene la pesca en el contexto contemporáneo que vive la comunidad de
Portachuelo Bajo.
La estrategia metodológica que ha guiado a la investigación es
diversa.
Para reconstruir los aspectos más resaltantes del pasado nómada de
la sociedad Ese Eja y del impacto que generó el proceso colonizador, se
recurrió a la información dejada en los diarios de misioneros y viajeros
que recorrieron a fines del siglo XIX e inicios del XX el noroeste boliviano
y el sudeste peruano. Además, sobre la base de fuentes secundarias, una
parte de la forma de vida actual de los Ese Eja (el acceso a la educación
formal y a los servicio de salud; sus principales actividades productivas y
algunas pautas culturales) de Portachuelo Bajo es descrita, y otra parte de
esta misma realidad es presentada con información que se obtuvo durante
el trabajo de campo.
Pero la parte más importante del trabajo de campo se focalizó en la
obtención de información contemporánea sobre la pesca en Portachuelo
Bajo. Esto se consiguió mediante el uso de herramientas metodológicas
tanto cualitativas como cuantitativas; las mismas fueron aplicadas a lo
largo de tres periodos del ciclo productivo anual pesquero, y estuvieron
circunscritas a una muestra de algunas unidades productivas de la referida
comunidad.
El primer período observado abarcó el momento en el que las llu-
vias decrecen y está por iniciarse la estación seca; las aguas de ríos, arro-
yos y lagunas se encuentran en su nivel más alto (marzo-abril). El segundo
momento comprendió la temporada propiamente seca cuando el nivel de
las aguas de ríos, arroyos y lagunas comienza a descender drásticamente
(mayo-junio). La tercera fase de trabajo de campo la realicé durante el
INTRODUCCIÓN 27
En este capítulo se hará especial incidencia en las relaciones que los Ese
Eja establecieron con diferentes agentes externos a su medio desde fines
del siglo XIX hasta la actualidad, destacando, en estas relaciones, los efec-
tos generados por la colonización emprendida por empresarios dedicados
a la explotación del caucho.
Antes de exponer propiamente dicho proceso, resulta pertinente
remarcar aquella particularidad de que los Ese Eja siempre estuvieron
articulados con las zonas de várzeas donde, según Emilio Morán, las
sociedades indígenas, antes de las incursiones colonizadoras que se ini-
ciaron en la Amazonía del continente luego del siglo XVII, “habrían sido
jerarquizadas, con tipos de cacicazgos hereditarios, con grupos de nobles,
esclavos capturados y una clase baja”. Este autor sostiene además que
es probable que estas sociedades hayan albergado grandes contingentes
humanos que se abastecían de las abundantes riquezas vegetales y anima-
les que albergan las orillas de los ríos y se beneficiaran, por otra parte, de
un acceso mayor a áreas de tierra firme (Morán, 1 993: 201). De acuerdo
con estas conjeturas, se podría suponer que los Ese Eja habrían alcanzado
un complejo desarrollo social y político, muy distinto del que informaron
sus primeros observadores: los exploradores y viajeros que recorrieron el
noreste amazónico boliviano y el sudeste amazónico peruano a fines del
siglo XIX e inicios del siglo XX, quienes sólo vieron a los Ese Eja como
un grupo fuertemente fragmentado, feroz, nómada y disperso, pero no
32 LOS ESE EJA Y LA PESCA
dieron mayores datos acerca de otros elementos que pudieran hacer pen-
sar en los términos que Morán plantea.
Lamentablemente, resulta casi imposible verificar lo sugerido por
este autor pues, en lo referido al norte amazónico boliviano, existe una
enorme escasez de documentos históricos sobre el periodo anterior al ini-
cio de la gesta cauchera, a la par de una significativa ausencia de inves-
tigaciones tanto arqueológicas como etnohistóricas contemporáneas. Por
tanto, lo que se puede afirmar de los Ese Eja sobre el periodo previo al
contacto seguramente adolecerá de algunas imprecisiones.
Es en ese sentido que las obras dejadas por exploradores y via-
jeros son necesariamente las únicas fuentes a las que se puede apelar
para reconstruir lo que pudo haber sido la sociedad Ese Eja a partir del
momento en que se iniciaron sus contactos con el mundo externo. En rela-
ción a la exposición concerniente a los procesos posteriores al contacto,
las fuentes se incrementan y las referencias son más precisas, lo que a su
vez permite aseveraciones mejor respaldadas.
20) En la presente investigación me referiré como “bajo río Beni” a todo el sec-
tor del río Beni que discurre, luego de su confluencia con el río Madidi en
el norte paceño, hasta unirse con el río Mamoré formando el río Madera en
la frontera noreste de Bolivia con el Brasil. A las nacientes del río Beni, en
las estribaciones de la cordillera andina hasta su unión con el río Madidi, las
denominaré “alto río Beni”.
UNA LARGA HISTORIA DE CONTACTOS Y DESENCUENTROS 33
Dios y conquistar esa vasta región, aunque con muy poco éxito (Álvarez,
s/f: 117 y 118).
El historiador contemporáneo Thierry Saignes asegura que las
crónicas que mencionan las incursiones incas en la Amazonía son poco
confiables para establecer con precisión la localización de los grupos
indígenas que habitaban esta región y las etnias a las cuales pertenecían
(Saignes y Renald-Casevitz, 1 998: 130). Este historiador cree que es
indiscutible aseverar –a partir de evidencias arqueológicas, lingüísticas y
de testimonios orales recogidos durante la Colonia– que hubo relaciones
entre los naturales de los grupos amazónicos y los pueblos andinos (ibí-
dem: 152) en el período prehispánico. Dichas relaciones se habrían pro-
ducido mediante los habitantes del pie de monte amazónico que pobla-
ban las partes altas del río Madre de Dios (Opataries y Manaries) y las
cabeceras del río Beni (Yuracaré, Mosetenes y Lecos). Por medio de estos
grupos, que vivían en las fronteras de ambas regiones, los incas habrían
realizado intercambios en los cuales entregaban metales, muy apreciados
por la gente de las tierras bajas, y a su vez obtenían productos de la selva
(plumas, esencias raras, pieles de animales) (ibídem: 168). Además, es
posible, según el autor, que estos intercambios hayan sido no sólo comer-
ciales, sino también religiosos y complementados con prestaciones tanto
militares como de servicio temporal.
Saignes considera que estas relaciones se habrían deteriorado con
la caída del imperio Inca en el siglo XVI debido, fundamentalmente, al
dislocamiento que produjo el régimen colonial en los antiguos sistemas
de intercambio. El poder hispánico erigió en Los Andes un nuevo sistema
social y productivo a través del cual trató de renovar los lazos con las
poblaciones del oriente de una manera distinta: pretendió transformar a
los nativos de la región en mano de obra permanente e intentó incorpo-
rarlos a regímenes de esclavitud, generalmente, en trabajos mineros loca-
lizados en las zonas de la alta Amazonía (Tipuani, Pacajes, etc.). Tales
condiciones eran inaceptables para quienes jamás habían experimentado
interacciones de ese tipo con la región andina. Es posible que ello expli-
que el fracaso de los múltiples intentos de fundar poblaciones españolas
al oriente de Los Andes (ibídem: 132). Casi todo intento conquistador ter-
minó con la dispersión o la muerte de sus integrantes.
34 LOS ESE EJA Y LA PESCA
21) Siringuero fue el apelativo que se dio a los peones que trabajaban en las
barracas gomeras; la mayor parte de ellos eran procedentes de las antiguas
misiones jesuitas de los llanos de Moxos (Baures, Itonamas, Moxeños), de
la Chiquitanía y de las misiones franciscanas del norte paceño (Tacanas,
Toromonas, Reyesanos) (Herrera, 1 998).
36 LOS ESE EJA Y LA PESCA
22) La historiadora Pilar Gamarra señala sobre estos hechos: “Es difícil calcular
el número de tribus que habitaban la hoya de los ríos Madre de Dios, Orton
y Beni, donde se encontraban el mayor número de asentamientos, agrupa-
dos algo mas de 5 000 estradas gomeras adquiridas por los pioneros a título
de primeros ocupantes. El futuro presidente de Bolivia, José Manuel Pando,
que exploró la región del Madre de Dios, Inambary y el Beni en su parte
alta, en el año 1 892 da cifras de 20,000 individuos, distribuidos en 4 000
familias que formaban aproximadamente 30 a 40 tribus (Pando, 1 894: 95).
Sin embargo, cálculos extractados de las fuentes consultadas en nuestro
trabajo realizado en 1 987, arrojaron un número mayor a 51 000 indígenas
distribuidos entre 80 o 90 pequeñas agrupaciones étnicas pertenecientes
a tres o cuatro naciones. Pero el poblamiento no está referido sólo a las
partes exploradas por Pando, sino a toda la hoyada amazónica del Norte
y Noroeste. Aunque lo más correcto es pensar que el número de indíge-
nas localizados por los colonizadores, y que entraron en contacto con los
pioneros, podría haber llegado a 18,000 distribuidos entre 20 a 30 grupos
étnicos” (Gamarra Tellez, 1 992: 52).
23) En las referencias históricas donde se menciona a los Ese Ejas se utili-
zan diferentes apelativos. Los más comunes son: Guarayos, Tiatinaguas,
Bahuajjas, Chamas, Guacanahuas, Echojas o Sonenes. Es posible que
muchos de estos términos fueran colocados de manera arbitraria por per-
sonas externas al grupo o que respondieran a denominaciones locales que
utilizaban pequeños grupos Ese Ejas. A pesar de estos numerosos nombres,
en las fuentes históricas se puede reconocer que pertenecen al mismo
grupo porque son reiterativas algunas características: se desplazaban por
una misma región, siempre se les encontraba en las áreas ribereñas de la
UNA LARGA HISTORIA DE CONTACTOS Y DESENCUENTROS 39
24) La sociedad Ese Eja se hallaba subdividida por numerosos grupos que man-
tenían relativa autonomía unos de otros; éstos vivían de manera dispersa y
pertenecían, según la Lingüista María Chavarría, a los segmentos Batsaja y
Wiiho (Chavarría Mendoza, 1 984), y, según los misioneros del Instituto Lin-
güístico de Verano (ILV), a los clanes Bahuajja, Sonene y Ese Eja (Shoemaker
et al., 1 975). De acuerdo a los antropólogos Alexiades y Peluso (2 003) los
Ese Eja se autodividen en tres subgrupos principales, en base a diferencias
dialectales, y a su supuesto lugar de origen: “Bawaja” del rio Tambopata,
“Sonene” del rio Heath y “Na tawa” del rio Madidi.
42 LOS ESE EJA Y LA PESCA
nes comerciales que les permitían obtener víveres en los centros gome-
ros cercanos y fomentaban la cría de animales domésticos, como vacas
y gallinas, en todas las familias. También llegaron a construir un centro
de procesamiento de caña de azúcar, de donde obtenían melaza que era
comercializada en los poblados de la región. Es posible que estas medidas
tuvieran poco éxito, ya que los indígenas siguieron manteniendo sus anti-
guas parcelas agrícolas y, para proveerse de carne, continuaron sus largas
expediciones de caza y pesca que asimismo les servían para la recolección
de recursos animales y vegetales.
A pesar de las dificultades que se vivían en la Misión, los nati-
vos mostraban disposición de preservar el proyecto misional, como una
anciana lo expresó a uno de los religiosos que se estaba ausentando por
una temporada:
¿Es cierto que tu te vas a ir a tu río? –Si hermana, me voy
hasta un río que se llama Lima; entonces –me contesta
enojada– ¿Para qué nos has sacado del bosque y ahora
nos abandonas? (Álvarez, s/f: 201).26)
esté ubicado sobre un río de carácter. Es el mismo río que sirve de eje social
en esta vida y en la por venir”.
UNA LARGA HISTORIA DE CONTACTOS Y DESENCUENTROS 45
27) Pierre Clastres (1 980: 119) señala lo siguiente sobre el papel esencial que
desempeña la guerra: “No puede concebirse a la sociedad primitiva (…) sin
pensar al mismo tiempo en la guerra. Es Inmanente al ser social primitivo,
es un dato inmediato y universal de su modo de funcionamiento, la violen-
cia guerrera surge en el universo de los salvajes como el principal medio de
conservar la indivisión o ser de esta sociedad, de mantener cada comuni-
dad en su autonomía de una totalidad, libre e independiente de las otras:
obstáculo mayor levantado por las sociedades sin Estado contra la máquina
de unificación constituida por el Estado, la guerra hace parte de la esen-
cia de la sociedad primitiva. Lo mismo es decir, por consecuencia, que toda
sociedad primitiva es guerrera: donde la universalidad de la guerra, etno-
gráficamente constatada, en la infinita variedad de sociedades primitivas
conocidas”.
UNA LARGA HISTORIA DE CONTACTOS Y DESENCUENTROS 49
hacia los ríos más transitados por los caucheros (el Madre de Dios y el
Beni). De la misma forma, sólo era posible realizar las faenas de caza o
pesca en zonas con poca presencia colonizadora; por lo que también éstas
se restringieron. Es probable que los grupos habilitaran sus áreas agrícolas
en regiones de poco acceso y las redujeran en extensión y en cantidad,
pues cuando estas áreas eran ubicadas por los caucheros éstos las aprove-
chaban y luego las destrozaban (Álvarez, s/f: 129).
Cansados de huir y enfrentarse a los invasores, viendo que era
insostenible continuar con ese modo de vida, estos grupos decidieron
acercarse al mundo construido por los extraños. En algunos casos, lo
hicieron cuando las campañas de exterminio habían menguado o cuando
los grupos ya no se encontraban en capacidad de seguir dando batalla.
Además, la ocupación externa de las selvas amazónicas era un hecho
indiscutible. Entonces, no había mayores razones para seguir siendo el
blanco de las hostilidades. A partir de ese momento, con grandes temores
y de manera subordinada, fueron entablando relaciones con los foráneos.
Un joven profesor Ese Eja narró parte de estos acontecimientos, al expli-
car por qué en la actualidad en Riberalta los conocen con el apelativo de
“Chamas”:
Porque ellos, la gente blanca, lo invitaba a las fiestas y de
ahí los atacaba a los Ese Eja. Eso era en los ríos, porque
antes todo desparramado vivían nuestros antepasados.
No vivían como ahorita vemos, sino desparramados. Sé
que ellos se armaban, se iban al monte con sus flechas,
porque no usaban como ahorita las armas, su “salón”; o
sea que lo esperaban a los blancos que arribe por ahí con
el casco. Ellos esperaban en el monte, en la orilla; sé que
de ahí estaban listos y los mataba a los blancos. En los
últimos dicen que lo encontraron al grupo Ese Eja así sin
armas, lo cogieron los blancos y de ahí uno que no podía
pronunciar, o sea que no podía hablar, o sea que los Ese
Eja dijeron "chama ejacuejaqiji", o sea que "no hay, no
hay ahorita, no hay pelea ya, ya no queremos matarte
más". De ahí hablaron "estos chamas", o sea que Ese Eja
UNA LARGA HISTORIA DE CONTACTOS Y DESENCUENTROS 53
gir tanto los cultos religiosos como las prácticas ceremoniales y controlar
las enfermedades. Pero, al igual que los otros ámbitos de la vida social, las
labores de los caciques se hallaban alteradas: los lugares rituales habían
sido ocupados; por ende, no podían combatir las nuevas enfermedades
y muchas de las prácticas rituales dejaban de ser practicadas. Asimismo,
su economía se modificó al incorporar ciertos artículos industriales en su
subsistencia cotidiana (cuchillos y machetes de metal, sal y ollas de alu-
minio) que eran obtenidos a través de intercambios con rescatadores de
pieles (de tigres y de caimanes), empresarios madereros o comerciantes
que utilizaban por temporadas a los Ese Eja como fuerza de trabajo en
labores agrícolas (ibídem).
Si bien después de la segunda mitad del siglo XX existían condicio-
nes para sobrellevar una vida pacífica con la sociedad externa, el precio
que estos grupos debieron pagar por ello se evidenció en la desestructura-
ción de algunos de los ejes que sostenían su sociedad: el sistema político
quedó resquebrajado, los patrones de residencia modificados, el mundo
religioso desestructurado y el sistema económico transformado. Pero ade-
más todo eso se manifestó en las restricciones de sus desplazamientos
nómades ya que, al dejar de tener un control efectivo sobre su territorio,
no podían habilitar más sus dispersas y múltiples áreas agrícolas ni podían
acceder más allá de los alrededores de sus nuevos asentamientos (es decir,
a los recursos que albergan bosques, ríos y lagunas de las regiones que
antiguamente ocuparon). Las circunstancias los obligaron, así, a inaugu-
rar un modo de vida con características sedentarias, que podía ser alter-
nado esporádicamente con tipos de prácticas que recordaban su pasado
nómada.
Especialmente, una de las prácticas que se mantuvo vigente hasta
algunas décadas atrás fue la de los largos desplazamientos con motiva-
ciones bélicas; por medio de éstos se siguieron cobrando venganzas entre
antiguos grupos rivales. Informaciones dejadas por los misioneros del
ILV dan cuenta de que estos actos perduraron por lo menos hasta los años
sesenta:
…antes de 1 960 estalló la guerra entre los Sonenes de
la aldea del alto Heath y las aldeas de Mateo y Caimán
[ubicadas en la desembocadura del Heath]. Como resul-
UNA LARGA HISTORIA DE CONTACTOS Y DESENCUENTROS 55
Campamento a orillas del río Beni, próximo a Riberalta (década del 90)
56 LOS ESE EJA Y LA PESCA
En los años sesenta, los asentamientos del bajo Beni fueron visi-
tados por los misioneros del ILV, quienes alentaron a los Ese Eja a que
se quedaran de manera estable en los lugares que estaban ocupando. Esta
institución, amparada en los acuerdos que había establecido con el Estado
boliviano,28) inició un permanente trabajo evangélico y aculturador, a la
vez que buscó respaldar y proteger las tierras donde se encontraban los
indígenas. Los misioneros se encargaron de tramitar ante los organismos
competentes del Estado los títulos de propiedad de estas áreas y, además,
su presencia permanente en el lugar disuadió cualquier intento foráneo de
usurpación territorial. La seguridad que garantizaban a los habitantes de
estos poblados animó a que integrantes de otros grupos, que se hallaban
dispersos, se incorporaran a ellos. A medida que iban consolidando estos
agrupamientos, los misioneros fueron complementando sus tareas religio-
sas con campañas de salud para proteger a los habitantes de las dolencias
que los aquejaban más frecuentemente. Además, los misioneros elabo-
raron programas de educación bilingüe para incorporarlos al sistema de
educación formal. Al cabo de algunos años, un número considerable de
familias decidió quedarse de manera estable al lado de los misioneros, y
se formaron así dos “comunidades”.29) Una se denominó Portachuelo Bajo
y la otra Villanueva. Los misioneros localizaron su sede de operaciones
Luego los etnólogos Karin Hissink y Albert Hahn (1 988), tomando como
referencia un trabajo del antropólogo Jurgen Riester (1 976), mencionaron
que en Bolivia vivían 670 Ese Ejas. Lamentablemente, ninguno de estos
autores menciona de qué manera lograron obtener los datos que les permi-
tieron hacer tales precisiones numéricas. Recién en los años noventa, ins-
tituciones gubernamentales y no gubernamentales han tratado de efectuar
levantamientos sistemáticos de información demográfica. Tal vez el más
importante haya sido el Primer Censo Indígena Rural de Tierras Bajas de
Bolivia realizado en 1 994 (SAE/PNUD, 1 996), donde se señala que en
total son 515 los Ese Eja de las tres comunidades cercanas a Riberalta y
68 aquellos que habitan dispersos en las inmediaciones de las ciudades de
Rurrenabaque y San Buenaventura (los que formaron la comunidad Villa
Copacabana en 1 999).
En 1 997, dentro del marco de las políticas estatales de reconoci-
miento territorial indígena, un nuevo Censo fue llevado a cabo por fun-
cionarios del Viceministerio de Asuntos Indígenas y Pueblos Originarios
(VAIPO, 1 998). El registro se realizó únicamente en las comunidades de
Portachuelo Alto, Portachuelo Bajo y Villanueva. En la primera comuni-
dad se contabilizaron 150 personas, en la segunda 232 y en la tercera 39.
Es decir que, de acuerdo con esta fuente, en esas tres comunidades habi-
taban en ese año 421 personas. En 1 999, cuando los asentamientos que se
encontraban en las nacientes del río Beni decidieron agruparse y formar la
comunidad Villa Copacabana, los misioneros de la MENT calcularon que
en ella habitaban un promedio de 250 personas.34)
Considerando estas últimas referencias y teniendo en cuenta a toda
la población, tanto a la que vive en las comunidades como a la que recién
se ha agrupado, podría aseverarse que en Bolivia habitarían entre 583
(según el CIRTB) y 671 Ese Ejas (si completamos los datos de VAIPO con
los de los misioneros).
A lo largo del trabajo de campo se realizó un censo entre las fami-
lias que se identificó se mantenían articuladas con la comunidad la mayor
parte del año.35) Se logró contabilizar que en ella habitaban 210 personas,
agrupadas en 33 viviendas, 10 (30 %) de las cuales estaban compuestas
por más de una familia nuclear y 23 (70 %) sólo por una familia nuclear.
Al comparar los datos de la VAIPO de 1 988, que señala para Portachuelo
Bajo una población de 232 personas, con los obtenidos en el trabajo de
campo, se puede visualizar que se produjo un decrecimiento poblacional
del 9,4 %.
Este hecho se podría explicar debido a la migración definitiva
que realizaron entre los años 1 998 y 1 999 dos familias nucleares y una
familia extensa hacia el río Orthon, con la finalidad de fundar una nueva
comunidad.36) Con arreglo a los datos que se obtuvo en visitas anteriores
a la comunidad, se puede establecer que los integrantes de esas familias
ascenderían a algo más de 30 personas. Es probable también que en los
datos de la VAIPO se haya incluido, como parte de la comunidad, a una
familia extensa de unos 20 integrantes que hace más de diez años, debido
a conflictos internos, se separó de Portachuelo Bajo y desde esa fecha
vive de manera itinerante entre las orillas del río Beni, en un lugar cer-
cano a Riberalta. El alejamiento de estos dos grupos familiares podría ser
la causa de un decrecimiento poblacional tan elevado.
Por otra parte, la información sobre la incorporación de nuevos
integrantes a la comunidad en los últimos años indicó que eran muy pocas
las personas que procedían de otros poblados Ese Ejas. Quienes se encon-
traban dentro de este segmento eran sólo cuatro hombres, quienes vivían
en Portachuelo Bajo luego de correspondientes matrimonios con mujeres
35) En cuanto a las otras familias, se esperó que retornaran –puesto que se
encontraban ausentes de manera temporal (habían viajado a Riberalta, se
encontraban en las playas o se hallaban de visita en otra comunidad)– para
recién censarlas. Por el contrario, se descartó de las boletas censales a las
familias, o a algunos de los integrantes de una familia, que se hallaban fuera
de la comunidad por más de un año y de los que los propios comuneros no
tenían ninguna certeza si iban a regresar.
36) La voluntad de formar una nueva comunidad hasta el momento no se ha
consolidado debido a problemas de orden legal que se han suscitado con
lugareños que reclaman el derecho propietario de la zona donde pretendie-
ron establecerse estas familias. Pese a estos problemas, dichas familias no
han expresado ninguna voluntad de retornar a la comunidad.
MODO DE VIDA SEDENTARIO EN LA COMUNIDAD DE PORTACHUELO BAJO 69
70_74 2 2
65_69 1 1
60_64 1 1
GRUPOS DE EDADES (años)
55_59 3 5 8
50_54 2 1 3
45_49 3 3 6
40_44 1 4 5
35_39 5 8 13
30_34 4 6 10
25_29 9 4 13
20_24 16 12 28
15_19 11 10 21
10_14 9 13 22
5_9 20 13 33
0_4 15 29 44
20 10 0 10 20 30 210
NÚMERO DE VARONES NÚMERO DE MUJERES TOTAL
37) Otra Misión religiosa que trabaja en la región también con poblaciones indí-
genas hace más de una década. Apoya sobre todo la labor de los misioneros
de la MENT, quienes se encuentran en Portachuelo Bajo a cargo del campo
de la salud.
38) Por medio de una educación bilingue de tipo trancisional lo que se pre-
tende es que los niños lleguen con más facilidad al dominio de la escritura y
lectura en castellano, aprovechando para ello los elementos y las caracterís-
ticas de la lengua materna (Castro Mantilla, 1 997).
MODO DE VIDA SEDENTARIO EN LA COMUNIDAD DE PORTACHUELO BAJO 73
lias, con las cuales, por lo general, van a trabajar. Las barracas castañeras
más grandes de la zona pueden albergar a más de 500 personas (inclu-
yendo a los familiares de los zafreros).
Esta situación se ha agudizado con la explotación maderera de las
especies mara (Swietenia macriphyla), cedro (Cedrela odorata) e itauba
(Mezilaurus itauba), que es cada vez más intensiva y, últimamente, con
la extracción de la palmera de asaí (Euterpe precatoria), de la cual se
obtiene el palmito. Ambas actividades extractivas han incrementado aún
más los perjuicios sobre el hábitat de la fauna de la región puesto que des-
truyen sistemáticamente el bosque del cual depende un gran número de
especies animales.
Los comuneros que todavía cazan son sólo los hombres adultos de
los grupos familiares. Ocasionalmente, ellos buscan la participación de
niños o ancianos, pero nunca de las mujeres. De acuerdo con la intencio-
nalidad que el cazador otorga a esta práctica, puede decirse que es fortuita
o intencionada. Es fortuita si se efectúa de manera imprevista cuando
transitan por los bosques de la región en dirección a sus parcelas agríco-
las (“chacos”), van de visita a comunidades vecinas o tienen que cruzar
la selva para llegar a las lagunas donde acostumbran pescar. Hacen estas
travesías armados de una pequeña escopeta (denominada “salón” local-
mente) que utilizan si en su camino se cruzan con algún animal apeteci-
ble. A la vez, esta escopeta les sirve como arma de defensa ante el ataque
de cualquier fiera. Este tipo de caza casi siempre reporta animales meno-
res (aves, monos, roedores) que suelen merodear los chacos o las sendas
por donde los comunarios se desplazan. La caza es intencionada cuando
existe la voluntad expresa de obtener algún animal del bosque. En la
actualidad, como ya se señaló, esto ocurre sólo de manera esporádica. Por
lo general, los integrantes de algunas familias, que son las más constantes
en esta práctica, se organizan cada semana o cada quince días para salir a
cazar. Casi siempre estas faenas son cortas y no duran más de una noche,
ya que se trata del momento propicio para ir en busca de sus presas. En la
actualidad se desconoce el uso de algún tipo de trampa o de armas que, se
sabe, utilizaban antiguamente. El arma más común de caza es el “salón”,
pero ocasionalmente pueden usar arcos y flechas. Cuando se internan en
el bosque por las noches, con la intención de cazar, van dos o tres perso-
84 LOS ESE EJA Y LA PESCA
nas que llevan consigo una linterna con batería eléctrica, la cual es fun-
damental para cegar al animal y luego descargarle los disparos necesarios.
Los lugares preferidos para la caza son los alrededores de chacos,
lagunas, ríos y zonas cercanas a los árboles frutales silvestres, en las épo-
cas en las que los frutos se encuentran maduros. Una faena de caza se
realiza casi siempre cuando los animales han dejado evidencias claras de
sus pasos. Los cazadores rastrean las huellas, que identifican con el olfato
y por sus formas; luego, ubican las áreas que los animales frecuentan. Una
vez que consideran que tienen la información necesaria, regresan en la
noche y esperan que sus presas transiten por donde sus sospechas los han
llevado. Es bastante difícil que un cazador en la actualidad se aventure
a internarse al bosque sin tener señales consistentes. Esto contrasta con
testimonios de los pobladores más viejos, quienes refieren que, cuando
llegaron al lugar donde se encuentra su comunidad, podían ir a cazar al
bosque en cualquier circunstancia y tenían certeza de que regresarían a
sus viviendas con cantidades considerables de carne.
Actualmente, mamíferos grandes como antas (Tapirus terrestris)
o chanchos de tropa (Tayassu pecari) prácticamente han desaparecido de
la región. Sólo se consiguen con relativa frecuencia ciertas especies de
mamíferos y reptiles, especificadas en la tabla 1.
Tabla 1
Especies animales cazadas con mayor frecuencia
(Elaboración propia a partir de trabajo de campo realizado en 1 999)
NOMBRE COMÚN NOMBRE ESE EJA NOMBRE CIENTÍFICO
Manechi Do Alouatta seniculus
Marimono Biya Ateles paniscus
Peta de Monte Shapojjene Geochelone denticulata;
Geochelone chilensis
Peta de Rio Cuaio Podocnemis unifilis
Huaso Ducuei Mazama americana
Jochi Colorado Chahuijjani Dasyprocta variegata
Jochi Pintado Se’ao Agouti paca
Taitetú Yoji Pecarí tajacu
Lagarto Shaejame Caiman yacaré
Tejón Huisoso Nasua nasua
MODO DE VIDA SEDENTARIO EN LA COMUNIDAD DE PORTACHUELO BAJO 85
Tabla 2
Principales frutos silvestres que se recolectan
(Elaboración propia a partir de trabajo de campo realizado en 1 999)
NOMBRE COMÚN NOMBRE ESE EJA NOMBRE CIENTÍFICO
Ambaibo Cahuojje
Biblanco Shahuetojjo Genipa americana
Chachairú Bojiajjo Rheedia gardneriana
Chonta Jjajjasiye Astocayum aff. maumuru
Majo Jessenia bataua
Motacú Eshiji Attalea princeps
Pacai Naja Inga sp
Tarumá Quijjeeshi Vitex sp
43) En los últimos años está incidiendo en el mismo sentido el trabajo de insti-
tuciones tanto gubernamentales como no gubernamentales, que trabajan
con poblaciones indígenas de la región, buscando involucrar en sus proyec-
tos a la mayoría de comunero, a través de asambleas o de actividades pro-
ductivas, restando de esta forma tiempo a las faenas de pesca. Un miembro
de la comunidad manifestó que en uno de los periodos de estudio había
ido a pescar con menos frecuencia debido a que fue requerido en múltiples
ocasiones para construir un corral de gallinas (acción que forma parte de
las tareas de desarrollo comunal que promueve una de estas instituciones).
44) El rol de la mujer en las expediciones pesqueras tiene un carácter secunda-
rio, ya que es el hombre quien por lo general las dirige. Para efectos de la
presente investigación, sólo se consideró a quien dirigió las expediciones,
por ello es posible que nuestros datos no estén resaltando la real partici-
pación de la mujer en la pesca. Sobre todo, no se menciona que luego de
los primeros días de las temporadas de lluvias –época que no estuvimos en
la comunidad– cumplen un papel decisivo en la recolección de huevos de
ciertas especies piscícolas, los cuales obtienen buceando en los arroyos.
ACTIVIDAD PESQUERA EN LA COMUNIDAD DE PORTACHUELO BAJO 97
70-74 0
65-69 0
60-64 0
GRUPOS DE EDADES (años)
55-59 0
50-54 0
45-49 1 1
40-44 1 1
35-39 1 1 2
30-34 1 1
25-29 2 2
20-24 5 1 6
15-19 1 1
10-14 2 2
5-9 3 1 4
1-4 0
6 5 4 3 2 1 0 1 2 20
VARONES MUJERES TOTAL
NÚMERO DE PESCADORES
45) Sin embargo, eso no significa que un niño no pueda obtener peces de gran
tamaño, como se podrá apreciar en la foto de la portada, en la que un niño
de nueve años posa con un pez de cerca de 100 kilos; lo obtuvo sólo con la
ayuda de uno de sus hermanos, poco menor que él.
ACTIVIDAD PESQUERA EN LA COMUNIDAD DE PORTACHUELO BAJO 99
Pescador 5 3 8 1 2 1 3 1 4 12 20
Pescador
8 7 15 2 5 3 4 2 5 21 36
potencial
Total 12 8 20 4 6 5 5 3 6 29 49
30
Periodo 3 (nov. - dic.)
25
FRECUENCIA DE PESCA
15
10
0
SEXO M M M F M M M M M M M F M M M M F M F M
EDAD (años) 5 8 9 9 11 12 19 21 23 23 23 23 24 25 26 30 37 38 40 49
PESCADORES INDIVIDUALES
EDAD (años) Y SEXO (M= Masculino. F= Femenino)
Varilla y Linhada
Ambas son las formas de pesca más utilizadas y, por lo general, se reali-
zan de manera combinada desde una canoa entre dos o tres personas como
máximo. Los espacios lacustres son los lugares ideales para desenvolver
dichas técnicas. Para llegar hasta ellos los pescadores pueden trasladarse
desde el puerto de la comunidad en sus pequeñas embarcaciones, pues la
mayor parte de las lagunas están comunicados con el río Beni a través de
arroyos. También pueden llegar caminando por medio de las trochas que
articulan las lagunas con el centro poblado, siendo poco frecuente que se
pesque desde sus orillas. Quienes no disponen de una canoa para ingresar
hasta estos lugares se la prestan de algún familiar o usan las que, a veces,
ciertos pescadores dejan en las orillas de las lagunas.
Pescar con linhada casi siempre implica también pescar con varilla.
Una faena de pesca desarrollada con ambas técnicas se inicia con la vari-
lla y culmina con la linhada. Se observó que sólo en algunos casos estas
dos técnicas se alternaban con el uso de tarrafas.
104 LOS ESE EJA Y LA PESCA
Tarrafa
La Tarrafa es otro de los instrumentos más comunes utilizados en la pesca
cotidiana. La usan especialmente en las lagunas a lo largo de todo el año,
y al inicio del periodo seco en las pozas, cuando éstas contienen abun-
dante agua.
La Tarrafa es una red de forma circular que tiene un diámetro de
entre cuatro y seis metros. Está tejida con hilo de nylon. En todos sus
contornos lleva adheridos pedazos de plomo y en el centro tiene sujeta
una cuerda que mide entre dos y tres metros. Al igual que la varilla y la
linhada, la Tarrafa se utiliza en las lagunas desde una canoa; mientras que
en las pozas la maneja un pescador que va caminando adentro. En ambos
espacios, el pescador busca un lugar en el que haya notado la existencia de
peces y donde, al tirar la red, tenga la certeza de que pueda abrirse en su
totalidad, sin el riesgo de que quede enganchada en algún tronco o rama.
Para realizar esta operación, primeramente, el pescador se coloca en uno
de los hombros la parte superior de la red y, luego, con una mano coge
108 LOS ESE EJA Y LA PESCA
la red desde la mitad y la lanza; de tal forma busca que ésta se abra en
toda su amplitud y después se hunda con el peso del plomo. A medida que
la red se va hundiendo y según la dirección que va tomando a causa del
movimiento del agua, el pescador busca dirigirla por medio de la cuerda
que tiene sujeta en la mano y amarrada a su muñeca. Luego de dos o tres
minutos extrae la red del agua tirando de la cuerda, la cual se va juntando
debido al peso del plomo. Los peces que se capturan quedan atrapados en
los intersticios de la red.
El uso de la Tarrafa data de algunas décadas atrás. Los misione-
ros que llegaron a la comunidad en 1983 sostienen que vieron que ya
se la utilizaba ese año y los ancianos Ese Eja afirman que su uso se ha
realizado en las últimas generaciones. La importancia que reviste en la
actualidad esta técnica es tal que la mayor parte de los jóvenes han apren-
dido a elaborar tarrafas: las tejen con hilos de algodón que consiguen en
Riberalta y con unas agujas especiales que ellos mismos construyen con
madera; inclusive fabrican, de deshechos de baterías eléctricas de auto-
móviles que recogen en Riberalta, los pedazos de plomo que adhieren a la
red. Algunos de los entrevistados manifestaron que aprendieron a tejer sus
tarrafas de los pescadores comerciales de la región y otros señalaron que,
47) El año 1 998 se realizaron Talleres de Lengua y Cultura Ese Eja en tres comu-
nidades Ese Eja del Perú con la finalidad de identificar algunos parámetros
del conocimiento indígena. Entre los instrumentos de pesca que se registra-
ron no se menciona ningún instrumento semejante (Chavarría, 2 000).
ACTIVIDAD PESQUERA EN LA COMUNIDAD DE PORTACHUELO BAJO 111
Chapapa
Es una de las formas de pesca colectivas más importante que se realiza
en los periodos secos y sólo en los arroyos (embocadas) que comunican a
las lagunas con los ríos. Se efectúa desde el momento que el nivel de las
aguas comienza a descender en estos espacios (mayo) hasta cuando dejan
de discurrir o se secan por completo (agosto-septiembre). La chapapa
(paco) es una trampa que se construye con hojas, cañas de una planta ribe-
reña (chuchío: Gynerium cf sagittatum) y troncos resistentes de árboles
(como el sauce). Las dimensiones que tiene esta trampa abarcan casi todo
el ancho del arroyo donde se edifica, el cual por lo general no es superior
a los ocho metros de ancho, y alcanza un largo de diez a quince metros.
La chapapa consta de dos partes. La primera recibe el agua, busca
encajonarla y orientarla hacia la segunda parte. Esta primera parte está
construida a manera de un embudo (siendo el lado más amplio de la
misma dimensión del ancho del arroyo y el lado más estrecho de unos dos
metros, como máximo), con numerosos troncos de sauce perpendiculares
insertados debajo del agua y que sobresalen de la superficie en unos dos
metros o más. De manera horizontal, sobre estos troncos se amarran cañas
de chuchíos conformando una especie de pared que se recubre con hojas
de palmeras de motacú. La segunda parte es una tarima que nace donde
termina el embudo y tiene una ligera declinación (de arriba hacia abajo).
Esta tarima es de forma rectangular y está construida de igual forma con
troncos de sauce y con chuchíos. En la medida que se evita la salida del
agua con las hojas de palmera, cuando ésta ingresa al embudo su nivel se
incrementa en unos veinte o treinta centímetros, formando una pequeña
catarata que une la primera parte de la trampa con la segunda. Así, la
tarima interceptará todo lo que la corriente del agua traiga consigo: gene-
ralmente, peces; aunque a veces pueden llegar caimanes y tortugas.
Para efectivizar el uso de la chapapa, los pescadores trancan con
hojas de palmeras el lugar de ingreso de las aguas de la laguna hacia el
arroyo y echan barbasco (veneno vegetal proveniente generalmente del
ochoo: shibe) en este espacio. De esa manera, los peces que comienzan
a asfixiarse no pueden regresar hacia la laguna y deben seguir la orien-
tación de las aguas del arroyo que corre en dirección al río y los lleva
irremediablemente hacia la chapapa. La misma fuerza del agua los obliga
ACTIVIDAD PESQUERA EN LA COMUNIDAD DE PORTACHUELO BAJO 113
Las manos
Ésta es una técnica de pesca exclusiva de las mujeres. Ellas la efectúan en
las pozas cuando sus maridos se hallan pescando con trinches o tarrafas;
en ciertos casos, lo hacen a solas o en grupos compuestos exclusivamente
por mujeres.
Por medio de este método logran conseguir especies como caran-
chos y simbaos. Para lograr su objetivo ingresan a las pozas, se ponen
en cuclillas y van tanteando los lugares donde suponen se encuentran sus
presas. No se logró averiguar de qué manera ubicaban los peces, pero lo
cierto es que, luego de breves inspecciones, recurriendo únicamente al
uso de sus manos, lograban sacarlos del agua. Los espacios de donde ellas
extraen los peces no tienen una profundidad mayor a un metro.
Faena de pesca en una poza donde solo los hombres pescan con trinches
ACTIVIDAD PESQUERA EN LA COMUNIDAD DE PORTACHUELO BAJO 117
Machete
Todo poblador de la comunidad que camina por el bosque tiene siempre
a mano un machete, el cual le sirve para abrir las trochas cuando éstas
han sido invadidas por la vegetación y como arma de defensa frente al
ataque sorpresivo de una fiera. Pero también esta herramienta se utiliza
de manera circunstancial como un instrumento de pesca, cuando se tran-
sita por zonas de bosque inundadas y se repara en la existencia de algún
pez apetecible. De igual manera se procede cuando en los arroyos, en los
meses secos, el caudal del agua ha descendido a su punto máximo; o en
las pozas que, en el mismo periodo, albergan grandes cantidades de peces.
En ambos casos se rastrea las zonas identificadas y se propinan golpes con
el filo del machete a los peces que se logran avistar. Esta forma de captura
es complementaria a otras técnicas (chapapa y trinche) y nunca se la rea-
liza de manera exclusiva, pues tampoco ocurre que alguien parte a pescar
sólo con su machete.
Espiñel
Ésta es una forma de pescar poco común derivada de la linhada. Por lo
general, se la utiliza únicamente en los ríos.
El espiñel es un hilo nylon de pescar grueso, al cual se le colocan
múltiples anzuelos de diferentes tamaños con carnadas de peces y se deja
amarrado en un tronco o una estaca en algún sector de los ríos. Se coloca
en los atardeceres y se regresa al día siguiente, en las mañanas, para veri-
ficar si algún pez ha quedado enganchado en el anzuelo. El objetivo de
esta modalidad de pesca es lograr alguna especie de tamaño mayor; aun-
que para muchos puede resultar riesgoso dejar el hilo y los anzuelos sin
mayor control. Es probable que ésta sea la razón para que no se la ensaye
con tanta frecuencia, pues muchas veces especies grandes logran romper
el hilo nylon y huir.
Arpón, arco y flecha
La pesca con estos instrumentos es parte de las técnicas más antiguas de
los Ese Eja, pero las mismas han entrado en total desuso desde hace algu-
118 LOS ESE EJA Y LA PESCA
Malla
La malla es una red de grandes proporciones (tres metros de ancho y diez
de largo) que sólo una familia de la comunidad ha comenzado a utilizar
hace pocos años. Este instrumento de pesca se usa de manera exclusiva
en las lagunas, con la finalidad de comercializar en la ciudad de Riberalta
el pescado que se consigue. Sin embargo, dicha actividad es realizada por
dicha familia con muy poca frecuencia. Es probable que esta modalidad
de pesca no resulte atractiva para la mayor parte de los miembros de la
comunidad, puesto que no tienen mayor interés de dedicarse a la comer-
cialización de pescado (lo que implica contar con sistemas de refrigera-
ción y embarcaciones apropiadas, además de viajes permanentes a Ribe-
ralta). Una pesca que fuera abundante permanentemente los obligaría a
conservar la carne de pescado, una práctica poco común entre los Ese Eja.
Con la malla se pueden obtener considerables cantidades de peces,
como hacen empresarios pesqueros foráneos que han comenzado a ingre-
sar a las lagunas de la región: en sólo una noche es posible conseguir
cerca de 1 000 kilos de pescado. Uno de los misioneros que habita en Por-
tachuelo Bajo señaló lo siguiente sobre este hecho:
Yo he topado con algunos pescadores malladeros y ellos
entran en las lagunas. Yo vi una vez uno sacando 900 kilos
y yo medio frustrado porque tenía dos pescaditos que ni
daría para mi familia. Ellos llevando 900 kilos al pueblo
para vender y yo decía que de este laguna vivíamos noso-
tros, o los Ese Eja, que ellos bajan y sacan pocas cantida-
des. Pero van algunos tres o cuatro veces a la semana, y
eso hace dos años vimos casi cada semana entrar malla-
deros.48) (Entrevista a Miguel Rippman, 1 999)
El número de técnicas de pesca (11) que utilizan los miembros de
la comunidad estudiada permite sostener que emplean una cantidad supe-
48) Estos hechos fueron corroborados por el propio representante del Centro
de Desarrollo Pesquero (CDP), quien aseguró que las embarcaciones de
los pescadores podían albergar hasta 2 500 kilos de pescado, que se con-
gela desviscerado a lo largo de jornadas de extracción que duran hasta
veinte días.
120 LOS ESE EJA Y LA PESCA
tamaño. Aparte de ello, el Beni es el único río al que acceden las familias
que se encuentran de manera estable en la comunidad; mientras que las
que aún mantienen sus comportamientos itinerantes hacen uso de otros
ríos de la región, especialmente del Madre de Dios, y en menor medida
llegan hasta el Orthon, el Biata y el Geneshuaya.
Las pozas son formaciones hídricas estacionales que se utilizan
sólo en las temporadas secas, durante las cuales son fuentes ricas en
peces. El periodo de aprovechamiento es corto ya que luego de dos o tres
incursiones, casi siempre multifamiliares, se las abandona debido al ago-
tamiento del recurso. No todos los años una poza se ubica en un mismo
lugar, pues dependerá de la orientación de los desbordes de los ríos y de
la intensidad de las lluvias, factores que las originan. Por ello, cuando se
inicia el “periodo de la pesca en las pozas” será un acontecimiento impor-
tante descubrir una poza que aún no haya sido utilizada lo suficiente por
las garzas; aves que, con sus permanentes vuelos, alertan a los pescadores
sobre el lugar donde se encuentra una de éstas. Ir en búsqueda de una
poza puede resultar un trabajo infructuoso, ya que algunas veces se las
encuentra demasiado secas y con los peces muertos. El hallazgo de una
buena poza podrá atraer a muchas familias, que inclusive acampan una o
dos noches en los lugares aledaños; allí se alimentan de los pescados que
obtienen, hasta el momento en que regresan a la comunidad.
En los tres periodos observados49) los volúmenes conseguidos han
sido mayores en las lagunas (figura 5). De ellas se extrajo el 82,1 % del
total (710 kg), llegando en el primer periodo a ser los lugares por exce-
lencia pues en ellas se obtuvo el 98 % del total de la extracción pesquera.
Las lagunas de mayor producción fueron las dos más cercanas a la comu-
nidad: la Grande y la Chico (figura 5). De ellas se extrajo el 51,7 % del
total del volumen de la pesca. Las lagunas Suazo y Estívare aportaron el
22,7 % en conjunto, siendo la más lejana (Estívare) la que brindó la menor
cantidad (9 %). La Laguna San Pedro, si bien no se encuentra muy dis-
tante de la comunidad, contribuyó sólo con el 8 % debido probablemente
a que los miembros de la comunidad no asisten con mucha regularidad
49) Es preciso aclarar que cada uno de estos periodos difiere en la cantidad de
días que fueron monitoreados. El primero abarcó 30 días, el segundo 20 y
el tercero 26.
ACTIVIDAD PESQUERA EN LA COMUNIDAD DE PORTACHUELO BAJO 123
hasta este lugar, puesto que se considera que esa laguna corresponde a los
habitantes de Portachuelo Alto.
En el segundo y tercer periodo la importancia de las lagunas dis-
minuyó relativamente, a la vez que la de las pozas adquirió mayor rele-
vancia, llegando a aportar éstas algo más de la quinta parte de toda la
extracción (figura 5). En el segundo periodo el porcentaje de las pozas
alcanzó el 21,4 % y en el tercero el 21,8 %. La potencialidad productiva
que, en ambos periodos, alcanzaron las pozas hizo desistir por completo a
los pescadores de los planes de incursión en las lagunas más lejanas (Esti-
vare y Suazo). Debe considerarse el carácter estrictamente estacional de
la extracción pesquera en las pozas: en el primer periodo estas áreas no
aportaron nada y al finalizar el tercer periodo, con el inicio de las lluvias,
la mayor parte de ellas había desaparecido por la subida de las aguas.
300
Periodo 3 (nov. - dic.)
250
Periodo 2 (mayo - junio)
200 Periodo 1 (marzo - abril)
PESO (kg)
150
100
50
0
LAGUNA LAGUNA LAGUNA LAGUNA LAGUNA RIO POZAS
SUAZO ESTIVARE SAN PEDRO GRANDE CHICO BENI
ÁREAS DE PESCA
indica que la parte menos significativa del accionar pesquero de los Ese
Eja se desarrolla en los ríos, al menos en los periodos en los que se efec-
tuó este estudio (figura 6)50). Lo que los pescadores Ese Eja obtuvieron en
los ríos apenas representó el 1,5 % de todo lo que pescaron. Éste podría
ser un acontecimiento generado en las últimas décadas, a pesar de que se
sabe que el potencial pesquero de la región se encuentra en las lagunas y
no en los ríos. Esta constatación coincide con las referencias que existen
sobre los Cocamillas en el Perú, de quienes se señala que la mayor parte
del esfuerzo en la pesca lo realizan en las lagunas (Morán: 1 993, 214).
El potencial pesquero de las lagunas de la comunidad no es sólo
aprovechado por los Ese Eja, sino que, como se dijo, en los últimos años
también lo vienen explotando empresas comercializadoras de pescado,
pequeñas y medianas, las cuales probablemente incidan en el fracaso de
muchas faenas pesqueras de los indígenas, debido a que las formas de
pesca que tales empresas implementan no consideran los ciclos reproduc-
tivos de las especies piscícolas. Esta situación tiende a agravarse año tras
año a causa de la falta de control de los organismos estatales competen-
tes, como el CDP, los cuales sostienen que no tienen la capacidad de lle-
var a cabo una fiscalización rigurosa en lagunas de la cuenca del río Beni
debido a la falta de recursos. Es decir, se depende de la buena voluntad de
los pescadores de no ingresar a las lagunas de las comunidades indígenas,
no pescar en épocas de veda (diciembre-febrero) ni abandonar en estado
de putrefacción las especies que carecen de valor comercial en los alrede-
dores de las lagunas (con la consiguiente contaminación de las aguas). De
continuar este panorama, los recursos piscícolas que obtienen los habitan-
tes de Portachuelo Bajo en las lagunas de su comunidad podrían decrecer
y, consecuentemente, afectar de forma severa la actividad pesquera de los
indígenas.
50) Firestone (1 991: 79) señala que “como fuente de sustento alimenticio, el
río es la preferida de todas. La selva ofrece algo para recolectar, como cas-
tañas y algunas frutas. Los chacos producen algo de comer, principalmente
plátanos, y también arroz, maíz y yuca. Entre estas tres fuentes es el río,
con sus pescados y los huevos de peta, el que es más distinguido y más fácil
para conseguir, sólo el plátano sigue de muy cerca”.
ACTIVIDAD PESQUERA EN LA COMUNIDAD DE PORTACHUELO BAJO 125
250
Periodo 3 (nov. - dic.)
200 Periodo 2 (mayo - junio)
Periodo 1 (marzo - abril)
PESO (kg)
150
100
50
0
LAGUNAS RÍOS POZAS
ÁREAS DE APROVECHAMIENTO
200
Periodo 3 (nov. - dic.)
150 Periodo 2 (mayo - junio)
Periodo 1 (marzo - abril)
PESO (kg)
100
50
0
HILO, ANZUELO/VARILLA
TRINCHE
TARRAFA
MANOS
CHAPAPA
MALLA
ESPIÑEL
BARBASCO
MACHETE
TÉCNICAS DE PESCA
200
Periodo 3 (nov. - dic.)
Periodo 2 (mayo - junio)
150
Periodo 1 (marzo - abril)
PESO (kg)
100
50
0
HILO, ANZUELO/VARILLA
TIRO CON SALON
TARRAFA
MALLA
HILO, ANZUELO/VARILLA
TRINCHE
HILO, ANZUELO/VARILLA
TRINCHE
TARRAFA
CHAPAPA
MALLA
MACHETE
HILO, ANZUELO/VARILLA
ESPIÑEL
TRINCHE
TARRAFA
BARBASCO
HILO, ANZUELO/VARILLA
TIRO CON SALON
TARRAFA
TARRAFA
HILO, ANZUELO/VARILLA
TRINCHE
TARRAFA
LAS MANOS
TÉCNICAS
DE PESCA
ÁREAS LAGUNAS RÍOS POZAS LAGUNAS RÍOS POZAS LAGUNAS RÍOS POZAS
conseguido en el río Beni se alcanzó con ella. La pesca con malla es otra
técnica que se distingue por su carácter espacial, puesto que sólo se la usó
en las lagunas. Ahí se lograron valiosos resultados, sobre todo en el pri-
mer periodo en el que se alcanzó el 7,2 % de esa temporada. De la misma
forma, la pesca con barbasco adquiere significancia si se la compara con
las otras técnicas empleadas durante el segundo periodo. En dicha época
las incursiones de pesca con ese veneno vegetal se hicieron sólo en las
pozas y lograron alcanzar el 6,7 % de todo lo conseguido. El uso de las
manos como técnica de pesca se circunscribió al tercer periodo: efectuada
por las mujeres y únicamente en las pozas, permitió alcanzar el 2,4 % de
todo lo pescado. Por último, el uso del machete y del “salón” como instru-
mentos de pesca muestran su carácter circunstancial, si se tiene en cuenta
que con estos medios apenas se alcanzó el 1,1 % del primer periodo y el
1,3 % del tercero.
Así, desde el punto de vista de la eficiencia de las técnicas que uti-
lizan los pescadores Ese Eja cabe destacar de manera especial el uso de la
linhada y la varilla. Ambas formas de pesca, que se practican casi siempre
de manera simultánea y combinada, muestran cómo se han incorporado
instrumentos foráneos (el hilo y los anzuelos) al conocimiento que esta
sociedad guarda sobre el comportamiento de los peces (en que épocas del
año son más factibles de ser capturadas unas especies u otras) y sobre las
variaciones suscitadas a lo largo del ciclo anual en los espacios acuáticos
(ríos, lagunas y otros sectores) donde se hallan los peces (como las pro-
fundidades, las cercanías o distancias de las orillas). Ello puede señalar
el complejo camino que ha seguido esta sociedad indígena para mantener
vigente la eficiencia del aprovechamiento de la ictiofauna.
51) Se ha optado por esta alternativa ya que cuando se recabó esa parte de la
información los pescadores no recurrieron a la taxonomía Ese Eja y el inves-
tigador no contaba con el conocimiento suficiente para distinguir con preci-
sión a qué especies, dentro de las clasificaciones científicas, correspondían
los peces obtenidos. Por ello, en las boletas sólo se pudo anotar la informa-
ción sobre las especies obtenidas con sus nombres regionales.
52) Para conocer cuál era la clasificación Ese Eja se realizaron dos talleres en
los cuales, al grupo de pescadores que se invitó a estos eventos, se mostra-
ban fotocopias de dibujos de especies piscícolas identificadas en un estu-
dio ictiológico realizado por la ORSTOM en el río Mamoré (Beni) y se averi-
guaba de manera conjunta con todos los asistentes las denominaciones que
ellos les asignaban en su idioma.
130 LOS ESE EJA Y LA PESCA
500
NÚMERO DE INDIVIDUOS CAPTURADOS Periodo 3 (nov. - dic.)
400 Periodo 2 (mayo - junio)
Periodo 1 (marzo - abril)
300
200
100
0
BAGRE
BETÓN
BLANQUILLO
CACHORRO
CARANCHO
CUCHILLO
CURVINA
CHANANA
JATARA
LLORONA
PACÚ
PALA
PALETA
PALOMENTA
PINTADO
RAYA
RUTA
SÁBALO
SALMÓN
SEFERINO
SEREPAPA
SIMBAO
TACHACÁ
TUCUNARÉ
TUJUNO
VIEJA
YATOROMA
YAYÚ
WINASI
PAICHE
SARDINA
SURUBÍ
ESPECIES DE PECES
Figura 9. Número de individuos de especies de peces capturadas por
período de estudio (Elaboración propia a partir de trabajo de campo
realizado en 1 999)
120
PESO DE INDIVIDUOS CAPTURADOS (kg)
60
40
20
0
BAGRE
BETÓN
BLANQUILLO
CACHORRO
CARANCHO
CUCHILLO
CURVINA
CHANANA
JATARA
LLORONA
PACÚ
PALA
PALETA
PALOMENTA
PINTADO
RAYA
RUTA
SÁBALO
SALMÓN
SEFERINO
SEREPAPA
SIMBAO
TACHACÁ
TUCUNARÉ
TUJUNO
VIEJA
YATOROMA
YAYÚ
WINASI
PAICHE
SARDINA
SURUBÍ
ESPECIES DE PECES
Figura 10. Peso de individuos de especies de peces capturadas por
período de estudio (Elaboración propia a partir de trabajo de campo
realizado en 1 999)
136 LOS ESE EJA Y LA PESCA
Tabla 5
Volúmenes de extracción, consumo de proteínas de pescado y estimación
anual de consumo
(Elaboración propia a partir de trabajo de campo, 1 999)
PERIODOS N° DE N° DE N° DE VOLUMEN CONSUMO DE ESTIMACIÓN
DE PESCADORES INTEGRANTES EVENTOS TOTAL PROTEÍNAS DE DE CONSUMO
ESTUDIO EN FAMILIAS EN FAMILIAS DE PESCA DE PESCA PESCADO DE PESCADO
SELECCIONADAS SELECCIONADAS (Kg) (g/persona/ (Kg/persona/
día) año)
Primero: 13 49 48 172,65 21,12 42,8
30 días
Segundo: 13 49 52 277,45 50,1 103,3
20 días
Tercero: 12 41 33 260,25 43,9 89,1
26 días
Estimación de consumo percápita Kg./persona/año 78,4
Tabla 6
Consumo de proteínas proveniente de la caza y pesca en diferentes
pueblos indígenas amazónicos
(Elaboración propia a partir de Townsend, 1 986)
GRUPO ÉTNICO PESCADO CACERÍA CACERÍA Y AUTOR
(g) (g) PESCA (g)
Bari 72,4 14,4 86,8 Beckerman (1 980)
Makuna 36,0 46,0 82,0 Arnhem (1 976)
Shipibo 18,6 5,6 24,2 Behrens (1 981)
Siona-Secoya 65,3 Vickers (1 979)
Chimane Puerto 22,0 14,0 36,0 Chichón (1 992)
Méndez
Chimane-Chaco 16,0 28,0 44,0 Chichón (1 992)
Brazil
Maku 33,0 33,0 Milton (1 984)
Yanomami 17,0 35,0 52,0 Chagnon y Hames (1 979)
Yanomami 56,7 Lizot (1 977)
Jíbaro 28,4 55,7 84,1 Ross (1 978)
Yuqui (año de 88,0 Stearman (1 991)
estudio 1983)
Yuqui (año de 40,0 Steraman (1 991)
estudio 1988)
Sirionó 12,8 42,7 55,6 Townsend (1 996)
Ese Eja de 38,4 Datos actuales
Portachuelo Bajo
las empresas pesqueras (desde 1 994), tienen menos éxito en la pesca. Los
pobladores más ancianos manifiestan que en la actualidad no sólo consi-
guen mucho menos kilos de pescado, sino que además los especímenes
son de menor tamaño que los que obtenían años atrás.
Otro dato puede sustentar aún más esta situación: los promedios de
peso de las especies capturadas por cada pescador en cada una de las fae-
nas de pesca. Así, para el primer periodo, este promedio es 276,7 gramos/
viaje/pescador; para el segundo es 410,4 gramos/viaje/pescador, y para el
tercero 657,2 gramos/viaje/pescador; lo que en conjunto arroja un prome-
dio de 448,1 gramos/viaje/pescador. Esta cifra difiere enormemente de la
140 LOS ESE EJA Y LA PESCA
bajos, como el tejido de esteras; mientras que los hombres construyen los
artefactos de pesca o reparan aquellos que estén averiados.
Pero la vivienda no es un espacio físico estable. Es posible aban-
donarla bajo determinadas circunstancias (cuando una pareja se indepen-
diza y deja a los padres de la esposa), o derruirla y construirse una nueva
en otro lugar (si se encuentra muy vieja). Las viviendas siempre se edifi-
carán bajo un criterio matrilocal, salvo contadas excepciones. A pesar de
que todas ellas tienen un aspecto semejante, se pueden distinguir hasta
tres tipos diferentes: aquellas construidas con tablones de madera y con
techos de calamina, las que tienen paredes de chuchío y barro y techos de
hojas de palmera, y las que están construidas sólo con chuchío y hojas de
palmera.
Por la ubicación de las cocinas también se pueden distinguir dife-
rentes tipos de viviendas. En algunos casos la cocina es un ambiente espe-
cial separado de la vivienda, aunque muy cercana a ella, pareciendo una
vivienda más.
56) Si bien no se logró cuantificar las cantidades que se dispusieron para los
obsequios, lo que sí se pudo determinar fue la cantidad de pescado que
salió del entorno de la familia (extensa o nuclear) del pescador, ya sea en
forma de obsequios o como parte de los intercambios (interfamiliares o con
agentes externos al grupo: misioneros, profesores mestizos de la escuela
y tacanas de la comunidad vecina). El pescado que se distribuyó durante
los dos primeros períodos fue casi un tercio del total de todo lo obtenido:
el 34 % en el primero y el 35,4 % en el segundo. En el tercer período esta
proporción se incrementó notablemente, pues el pescado que se distribuyó
alcanzó al 49,6 % del total. El hecho de que en el último periodo exista un
índice tan elevado de pescado distribuida se halla relacionado con los tres
paiches, que en conjunto representaron el 42,3 % (110 kg) de lo capturado
en dicho período. Y es que, a más cantidad de peces capturados en una
faena de pesca, mayores serán las cantidades de lo que se distribuye el
mismo día de la pesca; por ello, una cantidad considerable de esos tres pai-
ches fue intercambiada u obsequiada.
ACTIVIDAD PESQUERA EN LA COMUNIDAD DE PORTACHUELO BAJO 145
traslada al bosque. Cuando un Ese Eja va a las pozas carga en los maricos
botellas con agua para beber, sal para aderezar los peces, yucas y pláta-
nos para asarlos. Inclusive, en varias ocasiones se notó que iban cargando
recipientes con arroz hervido. En la región, esta modalidad de consumo
de peces se considera como una práctica primitiva o bárbara, razón por la
cual sectores de la comunidad que se sienten más vulnerables a este tipo
de calificativos tratan de rechazarlas evitando ir a las pozas y, menos aún,
quedarse en ellas comiendo. Un profesor Ese Eja de la escuela señaló:
Antes, cuando él comía [los Ese Eja] en las pozas resul-
taba enfermo, ahora que se considera instruido ya no lo
hace. El [los Ese Eja], ahora, cuando va a las pozas a
pescar, va con su mochila donde pone todo lo que pesca
y luego regresa a su vivienda donde come lo obtenido
(Pedro Callau, 1 999).
La forma de consumo cuando se pesca en las Chapapas tiene ciertas
semejanzas porque, además de involucrar a numerosos grupos familiares,
muchos de los integrantes, de manera simultánea a la faena de extracción,
van ingiriendo el pescado en el mismo lugar de la pesca. Sin embargo,
estas faenas no logran convocar a los Ese Eja pescadores por días con-
secutivos en esos lugares, ni tampoco el consumo de pescados involucra
cantidades significativas. El retorno a la comunidad se hace el mismo día
y se prefiere ingerir la carne de pescado en las propias viviendas.
No es muy común que las familias de los pescadores guarden pes-
cado hasta el día siguiente de una faena de extracción. Si esto sucede es
de modo muy esporádico y sólo cuando ha existido una eficiente cosecha
de caranchos y simbados. En estas situaciones, los excedentes son guar-
dados en recipientes con agua en donde se los introduce después de haber
llegado a la comunidad para mantenerlos vivos hasta el día posterior a la
pesca (ambas especies tienen la capacidad de sobrevivir por muchas horas
fuera del agua).
Al margen de esa excepción, los pescadores preferirán agotar lo
que han pescado el mismo día, ya sea consumiendo mayores cantidades
u obsequiando proporciones más elevadas. Grandes cantidades de pes-
cado (30 o 40 kilos) pueden desaparecer de la vivienda del pescador en
150 LOS ESE EJA Y LA PESCA
muy pocas horas. Es bastante probable que este deseo por desprenderse
de manera inmediata del producto de la pesca explique por qué los Ese
Eja no han desarrollado técnicas de conservación o almacenamiento de la
carne de pescado, salvo para caranchos y simbados.
Aunque no se logró entender por qué únicamente dichas especies
podían ser conservadas en ciertas ocasiones, Pedro Machuqui explicó que
la necesidad de acabar con el pescado casi de manera inmediata tenía un
fundamento dentro de la cultura del grupo:
Si uno tiene carne en la casa y tiene relaciones con su
mujer eso puede dar enfermedad. Por ejemplo, taitetú,
tatú… el más peligroso es el pescado, como se llama,
espundia. Eso es lo que hace el pescado. Y la carne del
taitetú o del mono, eso da el cáncer.
(…) Charque [carne seca con sal] de pacú, eso es peli-
groso. Lo que me tocó es a mí. Primero salió como gra-
nito, después se abrió eso y ya iba carcomiendo, así
como pellizcar me hacía. Pica, oiga, le digo. Se me hin-
chó. Bueno, como mi suegro era curandero, el papá de
Zelia. “A ver, a ver. Ah, has comido pacú, ¿no?” “Sí”, le
dije. “Lo que has hecho relación con tu mujer, nomás es
ese. Bueno, ahora te voy a curar, pero ya no vas a comer
más”. En la tarde me curó bien, lo sobó nomás con su
mano. Con ese ya está, me calmó. Ya no me picaba, ya no
me ardía y fue sanando. (…) La carne en la casa hay que
regalarlo o venderlo. Si uno tiene ganas de tener rela-
ciones con su mujer, tiene que regalar para que termine
rápido (Entrevista a Pedro Machuqui, 1 999).
Por medio de esta prescripción, la sociedad Ese Eja estaría indu-
ciendo a que la mayoría de sus miembros tengan la posibilidad de consu-
mir los productos excedentes de las distintas unidades productivas. Si así
no lo hicieran, cualquier forma de acumulación traería consigo enferme-
dades incurables posteriormente al acto de mantener relaciones sexuales.
De esta manera, la sociedad Ese Eja ha logrado edificar argumentos que
le permiten mantener vigentes los procesos de distribución –por ende, de
ACTIVIDAD PESQUERA EN LA COMUNIDAD DE PORTACHUELO BAJO 151
tos (14,1 %), y las siestas, 64 minutos (8,9 %). Con algunos cambios, las
mismas tres actividades mostraron su importancia en los otros dos perio-
dos. En el caso de los viajes comerciales, si bien en el segundo periodo
descienden a 49 minutos (6,8 %), en el tercero alcanzan un incremento
significativo: 174 minutos (24,3 %). En el segundo y tercer periodo, en lo
que respecta al juego de los niños, hay un ligero incremento del tiempo:
137 minutos (19,1 %) y 142 (19,8 %) respectivamente. Mientras que en lo
concerniente a las siestas los índices primero suben a 78 minutos (10,8 %)
y luego descienden a 55 (7,7 %). Estas tendencias se pueden visualizar en
la tabla 8.
El hecho de que las tres actividades mencionadas muestren índices
de observación tan elevados indica varios aspectos.
En el caso del juego de los niños, hay que considerar que la pobla-
ción infantil (15 niños) comprendida en la muestra del estudio (36 per-
sonas, o sea todos aquellos mayores a los cinco años) representó el 42 %
del total. Fue común que, en cada uno de los recorridos diarios, ellos se
encontraran por lo general jugando, salvo las horas en las que se halla-
ban dentro de la escuela. Ello explica por qué se ha registrado una alta
proporción de observaciones sobre esta misma actividad; aunque lo cierto
es que, más allá de jugar o de ir a la escuela, fue frecuente percibir que
normalmente los niños no asumían otras responsabilidades. Esto llevaría
a afirmar que no se encuentran involucrados de manera directa ni perma-
nente en las actividades productivas de sus padres ni en las de carácter
sociopolítico, y que no le dedican a la escuela el tiempo que les exige. No
obstante, como ya se señaló, ello no implica que carezcan de algún nivel
de participación en las actividades productivas en las que se encuentran
involucradas las personas adultas de sus familias, pues en algunas circuns-
tancias, como en ciertas faenas de pesca, su participación fue decisiva.
En relación a la frecuencia con la que se producen los viajes de
carácter comercial a la ciudad de Riberalta, cabe que destacar la impor-
tancia del vínculo que ha adquirido dentro de la comunidad la comercia-
lización de sus productos y la adquisición de bienes de origen industrial.
Esto hace pensar en la pertinencia de evaluar las dimensiones de los exce-
154 LOS ESE EJA Y LA PESCA
Tabla 8
Promedios de asignación de tiempo a distintas actividades
por periodo de estudio
(Elaboración propia a partir de trabajo de campo realizado en 1 999)
ACTIVIDADES PRIMER PERIODO SEGUNDO PERIODO TOTALES
TERCER PERIODO
Obs. % min. Obs. % min. Obs. % min. Obs. % min.
Productivas
Pesca 64 6,0 43 74 10,1 72 51 5,3 38 189 6,8 48
Agricultura 66 6,2 45 37 5,0 36 55 5,7 41 158 5,7 41
Recolección 28 2,6 18 2 0,3 2 18 1,9 13 48 1,7 12
Caza 8 0,7 5 6 0,8 5 6 0,6 4 20 0,7 5
Venta fuerza de 26 2,4 17 1 0,1 0,7 24 2,5 18 51 1,8 13
trabajo
Elaboración 7 0,7 5 17 2,3 16 16 1,7 12 40 1,4 11
artesanía
Reprod. 21 2,0 14 23 3,1 22 12 1,2 8 56 2,0 14
Material
Cuidado Niños/ 67 6,2 44 43 5,8 42 47 4,9 35 157 5,7 41
Limpieza
vivienda.
Viajes 110 10,3 74 50 6,8 49 234 24,3 174 394 14,2 102
Comerciales
Preparar 82 7,6 54 84 11,4 82 75 7,8 56 241 8,7 62
alimentos
Recreación
Fútbol 79 7,4 53 46 6,2 45 28 2,9 23 153 5,5 39
Juego de niños 151 14,1 101 141 19,1 137 190 19,8 142 482 17,4 125
Visitas 77 7,2 51 33 4,5 32 38 4,0 28 148 5,3 38
Conversando 91 8,5 61 68 9,2 66 42 4,4 31 201 7,2 52
Siesta 96 8,9 64 80 10,8 78 74 7,7 55 250 9,0 64
Mirando TV 18 1,1 12 0 0,0 0 0 0,0 0 18 0,6 4
Hablar por 0 0,0 0 2 0,3 2 1 0,1 0,7 3 0,1 0,7
radio
Socio-Político
Asiste a la 52 4,8 34 9 1,2 9 8 0,8 6 69 2,5 18
escuela
Post. Médica 12 1,1 7 7 0,9 6 6 0,6 4 25 0,9 6
Asb. Comu. y 0 0,0 0 3 0,4 3 25 2,6 19 28 1,0 7
otros
Asistencia a 18 1,7 12 13 1,8 13 12 1,2 8 43 1,6 11
culto
Total General 1 073 100 714 739 100 718 962 100 716 2 774 100 714
ACTIVIDAD PESQUERA EN LA COMUNIDAD DE PORTACHUELO BAJO 155
dentes agrícolas y las características que han asumido los procesos de ela-
boración y venta de artesanías61) (son los productos que por excelencia
se intercambian en el mercado); así como la dependencia que se estaría
generando en cuanto a artículos de origen industrial. Investigaciones que
se detengan en estos hechos podrían ayudar a entender de qué manera la
economía de autosubsistencia de la comunidad Ese Eja se viene superpo-
niendo a nuevas formas económicas.
En lo que respecta al elevado promedio que las siestas muestran en
los índices de observación, esto deja ver que el descanso que se acostum-
bra realizar en las tardes es frecuente; habitualmente, se hace después de
haber vuelto del chaco o tras alimentarse con el producto de una faena de
pesca o de caza. Además, esta observación deberá complementarse con
otros momentos de descanso, como en las mañanas, cuando no se desarro-
lla ninguna labor en particular, al igual que antes de irse a dormir propia-
mente en las noches, una vez que los pobladores se encuentran desligados
de las responsabilidades que les demandan sus actividades diarias.
También deben considerarse otras dos actividades que se destaca-
ron por sus elevados índices en los tres periodos: la preparación de ali-
mentos y las conversaciones.
La primera de éstas alcanzó promedios de 54 minutos (7,6 %), 82
(11,4 %) y 56 (7,8 %) respectivamente en cada uno de los tres periodos, y
la segunda de 61 minutos (8,5 %), 66 (9,2 %) y 31 (0,31 %) en los tres lap-
sos de estudio. Las cifras correspondientes a la preparación de alimentos
indicarían la importancia atribuida a los momentos en los que las fami-
lias se reúnen en torno al fogón de la cocina para cocinarlos. Esto adqui-
rió mayor notoriedad en las circunstancias en las que el pescador volvía
de una faena exitosa o cuando la familia del mismo recibía, como obse-
quio, pescado de algún pariente o vecino. Estas ocasiones convocaban a
la familia y, entre largas tertulias, se ingerían los alimentos; usualmente,
esto sucedía después de las tres o cuatro de la tarde. En lo que respecta
al tiempo que se dedica a las conversaciones, puede señalarse que son
61) Un aspecto en el que valdría la pena detenerse tiene que ver con el papel
que desempeñan las mujeres en todo este proceso, puesto que los produc-
tos artesanales que ellas elaboran son la base fundamental en estas nuevas
relaciones económicas.
156 LOS ESE EJA Y LA PESCA
comunes en las tardes (lo hacen especialmente las mujeres, mientras espe-
ran que sus maridos retornen de cazar o pescar) y cuando comienza a ano-
checer; aunque también son posibles durante las mañanas, cuando ningún
integrante ha salido aún de su vivienda. Las largas conversaciones son un
hecho dado cuando los días son lluviosos o fríos y no existen posibilida-
des de salir hacia el bosque; entonces, es preferible quedarse al interior de
la vivienda, calentándose.
Sobre el resto de actividades, cabría señalar que los índices de
tiempo asignados no demuestran mayor relevancia. Sin embargo, tampoco
habrá que desmerecer el tiempo que se invierte en otras actividades que si
bien no son cotidianas son fundamentales en determinadas circunstancias
o días de la semana, como el caso de la asistencia al culto, a las asam-
bleas comunales y a eventos convocados por las organizaciones indígenas
a las que pertenecen los miembros de la comunidad.
Haciendo una comparación entre los tres grandes grupos en los que
se han clasificado las 21 actividades que efectúan en su vida cotidiana, se
puede señalar que el promedio general de tiempo que alcanzan, en los tres
periodos de estudio, las Actividades Productivas es ligeramente superior
al tiempo invertido en Recreación (48,8 % frente a 45,2 %), correspon-
diendo a las Actividades Sociopolíticas la diferencia (el 5,9 %). Si bien
estas tendencias presentan altibajos, en los promedios porcentuales man-
tienen apenas pequeñas diferencias entre uno y otro de los tres periodos,
como se puede apreciar en la tabla 9.
Tabla 9
Tiempo en porcentaje (%) empleado por actividad y periodo de estudio
(Elaboración propia a partir de trabajo de campo realizado en 1999)
ACTIVIDADES PRIMER PERIODO SEGUNDO PERIODO TERCER PERIODO TOTALES
Productivas 44,6 45,6 55,9 48,8
Recreación 47,7 50,1 38,8 45,2
Sociopolíticas 7,6 4,3 5,3 5,9
Totales 100,0 100,0 100,0 100,0
tiene una nueva evidencia para afirmar que la comunidad se halla bastante
vinculada con los circuitos mercantiles regionales.
De la misma manera, resulta importante destacar que, del tiempo que
los pobladores invierten en las actividades productivas tradicionales, el que
exclusivamente se dispone tanto para la pesca como para la agricultura es
notable. La recolección tiene un índice inferior a ambas y la caza uno casi
imperceptible. Esta constatación vendría a corroborar la imagen común que
se tiene de los Ese Eja pues, efectivamente, le dedican un tiempo impor-
tante, dentro de los espacios que disponen para sus sistemas productivos, a
la actividad pesquera. Otra cosa que resulta interesante señalar es la impor-
tancia que parece haber adquirido en los últimos añosla agricultura, ya que
en ella invierten casi tanto tiempo como en la pesca. Un hecho que, de la
misma forma, corroboró algunas apreciaciones preliminares indicando que
a la caza le dedican un espacio muy pequeño de su tiempo, siendo ésta, de
todas las funciones productivas, la que menos se realiza.
Debe destacar que en el segundo periodo el porcentaje de tiempo
dedicado a la pesca fue uno de los más elevados (sólo superado por pre-
paración de alimentos) respecto de las diez actividades productivas:
72 minutos (el 10 % de todo ese periodo). Esto no hace sino corroborar
que dicho periodo fue muy importante para la actividad pesquera, pues
los volúmenes que se obtuvieron representaron el 47,2 % del total de los
tres periodos, y las incursiones de pesca fueron más frecuentes que en
los otros dos periodos, pues se efectuaron cada cuatro días (en los otros
dos se lo hizo cada cinco días). Además, este dato puede indicar que la
población de la comunidad destina mayor tiempo a la actividad pesquera
cuando ésta se torna más productiva.62)
En esa medida, desde el punto de vista del tiempo invertido, puede
afirmarse que la pesca es fundamental como medio de subsistencia dentro
de la comunidad; lo que permite, además, confirmar que la fauna piscícola
es la fuente más importante de obtención de proteínas animales, teniendo
en la caza a un sustituto de muy poca relevancia. Por otro lado, la agricul-
tura muestra también una importancia significativa probablemente porque,
aparte de cubrir las necesidades del autoconsumo, una parte de la produc-
ción se dispone en forma de excedente para los intercambios comerciales.
65) En los cálculos no se ha incluido aquellas faenas de pesca en las pozas que
abarcaron más de un día..
ACTIVIDAD PESQUERA EN LA COMUNIDAD DE PORTACHUELO BAJO 161
66) No se señalan los promedios de tiempo para cada uno de los periodos por-
que no se encontraron diferencias significativas.
162 LOS ESE EJA Y LA PESCA
Tabla 11
Promedios de tiempo según área de aprovechamiento en horas
(Elaboración propia a partir de trabajo de campo realizado en 1 999)
ÁREA PROMEDIO DE PROMEDIO DE PROMEDIO DE
TIEMPO GENERAL TIEMPO DE VIAJE TIEMPO DE PESCA
Laguna Suazo 9:04 3:00 6:04
Laguna Estivare 13:03 4:00 9:03
Laguna San Pedro 6:11 1:30 4:41
Laguna Grande 9:03 2:00 7:03
Laguna Chico 9:14 1:30 7:44
Río Beni 3:51 1:00 2:51
Pozas 8:04 2:00 6:04
Total 58:30 43:30
Total general 8:21 2: 09 6:12
Tabla 12
Eficiencia de la pesca por hombre en diferentes pueblos indígenas
amazónicos (Elaboración propia a partir de Vickers, 1 989, Ceron, 1 991,
Morán, 1 993, y trabajo de campo realizado en 1 999)
GRUPO ÉTNICO EFICIENCIA DE LA PESCA (KG/HORA) AUTOR
Cocamilla 2,2 Stocks (1 983)
Itacoatiara 4,5 Smith (1 979)
Siona-Secoya 5,8 Vickers (1 989)
Ese Eja 2,2 Datos actuales
Tabla 13
Promedios de observaciones registradas de las principales actividades
productivas, por periodo de estudio
(Elaboración propia a partir de trabajo de campo realizado en 1 999)
PERIODO PRIMER SEGUNDO TERCER TOTAL
ACTIVIDAD Obs. % Obs. % Obs. % Obs. %
Caza 8 2,6 6 3,2 6 1,5 20 2,2
Pesca 64 20,7 74 39,6 51 12,6 189 21,0
Recolección 28 9,1 2 1,1 18 4,5 48 5,3
Agricultura 66 21,4 37 19,8 55 13,6 158 17,6
Actividades de 143 46,3 68 36,4 274 67,8 485 53,9
mercado*
TOTALES 309 100,0 187 100,0 404 100,0 900 100,0
* Venta de fuerza de trabajo, elaboración de artesanía y viajes comerciales
que algunos grupos familiares realizan en las playas que aparecen en los
meses secos, donde, desde los precarios campamentos que los poblado-
res levantan, se dedican a recolectar huevos de tortugas y a pescar. No
obstante, estas prácticas tienden a ser menos importantes a medida que el
modo de vida sedentario se ha ido consolidando en Portachuelo Bajo.
Conclusiones
grupos rivales. Esta situación condujo a las familias Ese Eja contactadas a
mantener una relación estrecha con esta institución religiosa, y también a
aceptar su propuesta “civilizadora”. Se incorporaron a un modelo de edu-
cación formal bilingüe y se beneficiaron de las campañas de salud. Des-
pués, admitieron congregarse en torno al poblado que se formó y restrin-
gir los largos desplazamientos que sus sistemas productivos implicaban,
a la vez que modificaron sus formas de organización social. De la misma
manera, tuvieron que adecuar sus estructuras políticas al nuevo contexto
y cambiar sus valores tanto religiosos como simbólicos. La influencia de
los misioneros también los indujo a iniciar significativas relaciones con la
sociedad regional a través del intercambio comercial de ciertos produc-
tos agrícolas y la venta de pieles de animales silvestres. Pareciera que los
cambios que experimentaron los grupos Ese Eja que se vincularon con
el trabajo del ILV fueron preferibles a la inseguridad que les generaba
vivir fuera de la tutela de esta institución; lo cual podría explicar por qué
grupos que se encontraban dispersos en la zona del río Madidi decidie-
ran integrarse a un nuevo proyecto civilizador que gestaron los mismos
misioneros a fines de los años sesenta.
Luego de la hecatombe generada por el sistema de explotación del
caucho y después del vínculo que grupos Ese Eja establecen con el pro-
yecto misionero del ILV, los pobladores de Portachuelo Bajo comienzan
un periodo de relaciones fluidas y pacíficas con la sociedad regional y
nacional boliviana, mismas que perduran hasta la actualidad.
Pero, en este nuevo contexto, los Ese Eja pasan a formar parte de
los estratos sociales subordinados de la nación boliviana: no gozan de
la mayor parte de los servicios básicos estatales, muestran altos índices
de analfabetismo y bajos niveles de escolaridad; a pesar que las epide-
mias nos los diezman más, conservan una esperanza de vida muy baja. La
seguridad jurídica sobre las escasas tierras que ocupan es limitada y cada
vez tienen menos posibilidades de acceder a los recursos del bosque, de
los ríos y las lagunas. Su participación política en las instancias del poder
regional es restringida y además son víctimas del desprecio de sectores
ajenos al grupo, que comúnmente los catalogan de “bárbaros”. En este
largo proceso de interrelación con el mundo externo, los Ese Eja no sólo
se adaptaron a nuevas condiciones políticas, sociales, económicas y reli-
CONCLUSIONES 169
Sonene y Palma Real, en el Perú. Los breves periodos que estuve en esos
tres lugares me permitieron recabar información sobre las particularidades
de la actividad pesquera en el presente, cuando los Ese Eja tanto de Perú
como de Bolivia han intensificado sus vínculos con la economía de mer-
cado y han incrementado sus relaciones con los Estados y las sociedades
de ambos países.
En lo que viene presentaré algunos datos al respecto, y plantearé
ciertas reflexiones acerca de la manera en la que perdura la vigencia de la
actividad pesquera dentro de esta sociedad indígena.
viano. Mediante esta vía, desde el año 2 010 se accede a Riberalta en tan
sólo una hora (a diferencia de las 12 empleadas antiguamente por vía
fluvial). Esto significa que el transporte de los productos es mucho más
fácil y barato, especialmente de la castaña a la que ahora los Ese Eja de
Portachuelo Bajo acceden, la cual les genera en cada zafra los mayores
ingresos económicos anuales y desde hace un tiempo les permite adquirir
bienes que antes les resultaban inaccesibles. Al presente, varios de ellos
son propietarios de motos y de artefactos eléctricos (televisores, radios,
etc.) que funcionan con energía obtenida a través de paneles solares que
algunos han instalado. El hecho de que ahora la mayor parte de las fami-
lias cuente con motos significa que casi todos pueden alcanzar la ciudad
sin mayores inconvenientes68).
Así, la seguridad jurídica sobre el área territorial de la que forma
parte Portachuelo Bajo trajo consigo una serie de efectos que prefiguran
su realidad actual: acceso exclusivo y preferente a diferentes recursos
naturales (madera, peces, castaña) y su aprovechamiento con fines comer-
ciales, incremento de los ingresos monetarios y una fuerte dependencia de
la economía de mercado69).
La realidad de las comunidades peruanas tiene otras
particularidades.
En éstas los procesos de cambio han sido menos abruptos, posible-
mente porque se han venido dando paulatinamente desde los años setenta
del siglo pasado, cuando a cada una de las tres comunidades existentes en
70) El paiche es una especie nativa del eje principal del río Amazonas y de otros
del norte del continente sudamericano. En los setenta del siglo pasado fue
introducido en las lagunas Valencia y Sandoval en el Perú, como parte de un
programa estatal. Posteriormente ingresó a las aguas del río Madre de Dios,
donde la especie siguió un proceso exitoso de expansión aguas abajo y en
cuencas aledañas del territorio boliviano, donde se ha instalado de forma
abundante en lagunas y arroyos (Carvajal Vallejos et al., 2 011).
71) Entre los años 1 990 y 2 000, el paiche ocupaba una posición marginal en
las capturas de Portachuelo Bajo. Actualmente, y según datos de un estudio
reciente, realizado el año 2 012 (Argote et al., 2 014), el paiche representa
el 47 % de los desembarques en esta localidad y en dos comunidades veci-
nas (una Tacana y una Ese Eja). Se puede asumir que la invasión del paiche
a las lagunas y la predominancia de esta especie en las cadenas productivas
pesqueras, está teniendo un impacto social significativo en la comunidad.
184 LOS ESE EJA Y LA PESCA
73) Me refiero a los castigos que provenían de los “dueños de los animales”, a
quienes cazaban o pescaban en abundancia y de forma innecesaria (véase
nota 33). Según Pinedo (2 008: 91) este tipo de prescripciones se sostu-
vieron mientras las sociedades indígenas vivían “bajo condiciones de baja
densidad poblacional, tecnología simple, abundancia de recursos y limitada
integración a una economía de mercado”.
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REFERENCIAS 195
Actividades productivas
Dentro de éstas fueron contempladas las actividades productivas de sub-
sistencia tradicionales.
Caza: Se consideró como tal a toda partida efectuada con el pro-
pósito explícito de obtener una presa para abastecer la dieta alimentaria
de una familia nuclear. No fue considerada una faena de caza el hecho de
que algún individuo, de manera fortuita, obtuviese un animal en las inme-
diaciones de la comunidad o en cualquiera de sus traslados por áreas ale-
jadas. En ese sentido, las faenas registradas abarcaron desde el momento
que el cazador partía con ese propósito hasta que retornaba a su vivienda.
Pesca: Igualmente, se consideró que estaba efectuando esta activi-
dad algún integrante de la vivienda desde el momento que salía con la
decisión expresa de pescar hasta cuando retornaba.
Recolección: De la misma manera, una salida de recolección fue
tomada en cuenta desde el momento de la partida de la vivienda hasta el
de llegada. Si un individuo iba al bosque por cualquier otra razón y de
200 LOS ESE EJA Y LA PESCA
Actividades de recreación
Se consideró como tales aquellas relacionadas con los momentos de des-
canso, de juego o de ocio.
El juego de los niños: Es sobre todo una actividad frecuente hasta
los trece o catorce años. Los niños caminan en grupos por la comunidad,
cazando insectos luminosos con los que fabrican linternas, recogiendo y
comiendo lo que proveen los árboles frutales, organizando y jugando par-
tidos de fútbol o de voley, subiéndose a los árboles y muchos son dies-
tros fabricando sus propios juguetes (hacen aviones, televisores, canoas,
metralletas) de maderas livianas, empleando machetes y cuchillos para
hacerlo. En algunas ocasiones fui testigo de dichas acciones; en otras, los
padres de los niños señalaron “ellos están jugando”.
El juego de fútbol y de voley: Es una de las actividades de dis-
tracción mas importantes que tienen los individuos jóvenes y adultos de
ambos sexos. Casi todas las tardes se producen encuentros de fútbol entre
202 LOS ESE EJA Y LA PESCA
saciones por este medio que se efectuaron en las mañanas o en las tardes
fueron registradas, pero no las que se realizaron después de las 19:00.
Actividades sociopolíticas
Las actividades que corresponden a esta sección se han gestado a causa
de los vínculos que los comuneros de Portachuelo Bajo mantienen con
instituciones de origen foráneo, las cuales se han incorporado a su vida e
influyen de manera directa en su cotidianeidad.
Asistencia a la escuela: En la temporada escolar casi todas las
mañanas la mayor parte de niños y adolescentes acude a la entidad educa-
tiva; sin embargo, también son frecuentes las inasistencias, especialmente
cuando los estudiantes son requeridos por sus familias para realizar algu-
nas actividades productivas o cuando viajan fuera de la comunidad.
Asistencia a la posta médica: En las mañanas, y cuando funciona
la posta de la comunidad, las madres de familia suelen llevar a los hijos
menores que se encuentren enfermos. Estos momentos suelen ser impor-
tantes para muchas mujeres, pues ahí se reúnen y desarrollan largas
conversaciones.
Asistencia a los cultos religiosos: Ésta es una actividad a la que
asiste un sector importante de los miembros de la comunidad los domin-
gos en la mañana, y las personas más cercanas a la Iglesia lo hacen todas
las mañanas muy temprano.
Asistencia a asambleas comunales y otro tipo de eventos: Se con-
sidera como tal la presencia en reuniones comunales (que se celebran
en muy pocas oportunidades), y la asistencia a eventos a los que en los
últimos años suelen convocar las organizaciones regionales y nacionales
indígenas, sea en comunidades cercanas, en la ciudad de Riberalta o cual-
quier otra ciudad del país.
Algunas actividades esporádicas, como un velorio o un entierro,
que pude presenciar en dos ocasiones, no fueron incluidas en la presente
clasificación. Es preciso aclarar que no se notó en ninguna circunstancia
la realización de otras actividades de carácter ritual, pues las mismas no
se produjeron mientras yo realizaba los recorridos cotidianos.
LOS ESE EJA Y LA PESCA
ADAPTACIÓN Y CONTINUIDAD DE UNA ACTIVIDAD PRODUCTIVA EN UN
PUEBLO INDÍGENA DE LA AMAZONÍA PERUANO-BOLIVIANA
En este libro se discute la pertinencia de una imagen bastante extendida
y divulgada acerca de la sociedad Ese Eja: su estrecho vínculo con la
actividad pesquera.
Habitantes históricos de un extenso territorio que abarcó las cuencas
fluviales de la frontera amazónica que comparten el Perú y Bolivia, como
resultado de la explotación gomera efectuada a fines del siglo XIX, los
Ese Eja debieron modificar tanto sus patrones de asentamiento como
sus sistemas productivos y concentrarse en los asentamientos que
formaron cerca de los núcleos urbanos que aparecieron en esa región.
Enaquel contexto de colonización, la pesca se convirtió en su principal
medio de subsistencia y en la proveedora central de proteínas animales
para su dieta alimentaria.Priorizar la actividad pesquerafueuna opción
que se vio facilitada por el amplio conocimiento de los ecosistemas
acuáticos que, como una sociedad de varzea, los Ese Eja poseían y,
además, porque dichos ecosistemas resultaron residuales para la econo-
mía extractivista forestal que se impuso.
Con la reciente inserción en el mercado y la presencia de los Estados
nacionales en esa región de la Amazonía (proceso que no tiene más de
dos décadas), la actividad pesquera mantiene su importancia, aunque
bajo una estrategia distinta: se ha convertido en un vehículo de
intercambio comercial a través del cual los Ese Eja acceden a bienes y
artículos de origen industrial que han incorporado en sus nuevas formas
de vida.
Frente a este nuevo panorama, en el libro se sostiene que si la normativi-
dad ambiental y aquella que ampara los derechos territoriales indígenas
no regula de forma efectiva la incidencia del aprovechamiento pesquero
comercial intensivo efectuado por los propios Ese Eja–el cual se suma ala
contaminación proveniente de la minería aurífera aluvial–ni prevé las
consecuencias de los proyectos de construcción de represas hidroeléc-
tricas en la región, no solamentese pondría en riesgo la conservación de
la riqueza ictiológica, sino que se afectaría la principal fuente de provi-
sión de proteínas animales de la que los Ese Eja disponen, y se limitaría
su articulación con el mercado moderno del cual son cada vez más
dependientes.