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Artículo 19 N°1

Del numeral 1 del artículo 19 se desprende:

 El derecho a la vida.

 El derecho a la integridad física y psíquica de la persona.

 El derecho al establecimiento de la pena de muerte vía ley de quórum calificado.

 La prohibición de todo apremio ilegítimo.

 La ley protege la vida del que está por nacer.

1) El derecho a la vida.

La primera pregunta que nos podemos plantear es la siguiente: ¿Es correcto hablar de derecho a la vida?

El derecho subjetivo implica tener un título jurídico que nos permite reclamar algo de alguien. “De acuerdo a
ese concepto de derecho, tener derecho a la vida significaría tener una especie de poder para reclamar la vida
a alguien”, y ello no es posible.

En otras palabras, “de haber un derecho a la vida, necesariamente tendría que existir un sujeto obligado a
darnos el soplo vital, deudor que, a nivel humano, es imposible determinar” 1. En consecuencia, la falta de
determinación del sujeto pasivo impide que propiamente podamos hablar del “derecho a la vida”.

Entonces, pareciera que es más acertado hablar “del deber de respetar la vida” más que del “derecho a la
vida”. “Con todo, lo anterior no significa que no exista un derecho subjetivo para reclamar el cumplimiento
de ese deber, ni tampoco que se excluya la legitimidad y la necesidad de reclamar ciertas prestaciones
positivas al Estado para la conservación material de la vida propia (v.gr., el otorgamiento de ciertas
prestaciones sanitarias mínimas);

En definitiva, como ha señalado el profesor Hugo Herrera, “el derecho a la vida consiste en la facultad para
exigir el respeto a la vida humana. Así, por ejemplo, si bien un enfermo terminal no puede exigir al médico la
vida misma, sí le puede exigir, en cambio, que respete su vida y no atente contra ella durante la enfermedad.
Así, también, en virtud de este derecho a la vida, un tercero está facultado para impedir al suicida consumar
su intento de eliminarse”.

Ahora bien, sin perjuicio del alcance conceptual, de todas maneras utilizaremos la expresión “derecho a la
vida”.

¿Qué es la vida?El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española dice que la vida es “la fuerza o
actividad interna sustancial mediante la que obra el ser que la posee”.

1
Núñez, Manuel Antonio: Op. Cit.
¿Qué es la muerte?

Sencillamente podríamos decir que la muerte “es el término de la vida”. Sin embargo, sobre este punto resulta
conveniente, y siguiendo al profesor Cea Egaña2, señalar que la muerte puede ser entendida en las siguientes
acepciones, a saber:

i. Muerte clínica. Corresponde a la cesación permanente del funcionamiento del organismo


humano.

ii. Muerte biológica. Que corresponde a la cesación total de la actividad de todas las células de los
tejidos, que sucede gradualmente y es seguida del proceso de descomposición.

iii. Muerte ontológica. Corresponde al momento de la separación del alma del cuerpo.

Sin perjuicio de lo anterior, “de acuerdo al estado actual de la ciencia biológica y médica, nuestro
ordenamiento ha determinado jurídicamente que la muerte de la persona se produce con la muerte
encefálica”

De esta manera el artículo 11 de la Ley Nº 19.451 sobre Transplantes y Donación de órganos establece:

“Para los efectos previstos en esta ley, la muerte se acreditará mediante certificación unánime e inequívoca,
otorgada por un equipo de médicos, uno de cuyos integrantes, al menos, deberá desempeñarse en el campo
de la neurología o neurocirugía.

Los médicos que otorguen la certificación no podrán formar parte del equipo que vaya a efectuar el trasplante.

La certificación se otorgará cuando se haya comprobado la abolición total e irreversible de todas las funciones
encefálicas. El reglamento deberá considerar, como mínimo, que la persona cuya muerte encefálica se
declara, presente las siguientes condiciones:

1.- Ningún movimiento voluntario observado durante una hora;

2.- Apnea luego de tres minutos de desconexión de ventilador, y

3.- Ausencia de reflejos troncoencefálicos.

En estos casos, al certificado de defunción expedido por un médico, se agregará un documento en que se
dejará constancia de los antecedentes que permitieron acreditar la muerte”.

Nuestro Tribunal Constitucional ha dicho al respecto:

“Que la abolición total e irreversible de todas las funciones encefálicas constituye la muerte real, definitiva,
unívoca e inequívoca del ser humano.”3.

En consecuencia podemos decir que de acuerdo a las disposiciones vigentes en nuestro ordenamiento jurídico
“la muerte del ser humano es la cesación permanente e irreversible del funcionamiento espontáneo del

2
Cea Egaña, José Luis: Derecho Constitucional Chileno. Tomo II: Derechos, Deberes y Garantías. (Ediciones
Universidad Católica de Chile, Santiago, 2004). P. 91.
3
Tribunal Constitucional Chileno: Sentencia dictada en Rol 220, de 13 de agosto de 1995.
organismo como un todo que se produce con la muerte encefálica, la cual es sinónimo de muerte del
individuo”4.

“La muerte encefálica no es sinónimo de muerte cerebral, ya que la primera abarca la muerte cerebral más la
extinción de la actividad del tronco cerebral, ubicado este último debajo del cerebro. La muerte encefálica
implica la pérdida de funciones y consiguiente deterioro de todo lo que se encuentra en el cráneo,
produciendo como consecuencia el cese de la respiración y la circulación, aunque estas últimas funciones
pueden ser mantenidas artificialmente por aparatos mecánicos. La persona humana es cadáver cuando se
constata la muerte encefálica y los médicos desde ese instante pueden suspender todo procedimiento
terapéutico y pueden ser extraídos los órganos de la persona para transplante”5. Nogueira.

Esto último es importante porque es esencial determinar cuando comienza la vida y cuando ella termina,
porque es justamente el hecho de estar vivo la condición sine qua non para ser sujeto de derecho. En otras
palabras, solamente los seres vivos son titulares de derechos y obligaciones.

En consecuencia, nos podemos preguntar ¿desde cuando comienza la vida?

Sin lugar a dudas este es un tema sumamente complejo, muchas veces se mezclan argumentos jurídicos,
morales o religiosos.

La respuesta a la pregunta la podemos contestar desde dos perspectivas, a saber, desde el derecho civil y
desde la Constitución.

Derecho civil:

De esta manera, el artículo 74 del Código Civil establece:

“La existencia legal de toda persona principia al nacer, esto es, al separarse completamente de su madre.

La criatura que muere en el vientre materno, o que perece antes de estar completamente separada de su
madre, o que no haya sobrevivido a la separación un momento siquiera, se reputará no haber existido jamás”.

En consecuencia de la lectura de la norma citada es posible afirmar que la vida del ser humano comienza
desde el nacimiento, por lo mismo, se es persona desde dicho momento.

Además, si se analiza el texto constitucional, el constituyente entrega esta materia al legislador, por lo tanto,
será este último quien se encargará de regular desde que momento se es persona, asunto que se encuentra
resuelto en el mismo Código Civil.

La idea anterior viene a ser reforzada por el artículo 77 del Código Civil:

“Los derechos que se deferirían a la criatura que está en el vientre materno, si hubiese nacido y viviese, estarán
suspensos hasta que el nacimiento se efectúe. Y si el nacimiento constituye un principio de existencia, entrará
el recién nacido en el goce de dichos derechos, como si hubiese existido al tiempo en que se defirieron. En el

4
Nogueira Alcalá, Humberto: Op. Cit. P. 393.
5
Nogueira Alcalá, Humberto: Op. Cit. P. 393.
caso del Art. 74, inciso 2., pasarán estos derechos a otras personas, como si la criatura no hubiese jamás
existido”.

En efecto, si el ser que se encuentra en el vientre materno fuera considerado persona para nuestro derecho,
no habría sido necesario redactar una norma en estos términos.

En opinión del profesor Alejandro Guzmán el propio constituyente en el art. 1° de una u otra manera deja
entrever que se es persona desde el momento del nacimiento al declarar que “las personas nacen libres e
iguales en dignidad y derechos”

Constitución

Por otro lado, parte importante del constitucionalismo entiende que la explicación anterior no es válida por
las siguientes razones:

1. Estamos frente a una norma legal que debe someterse a la Constitución, la que expresamente señala
que es un deber del legislador proteger la vida del que está por nacer.

2. La norma del Código Civil debe ser interpretada de conformidad a la Constitución y al bloque de
constitucionalidad.

3. Una de las máximas en materia de interpretación de los derechos humanos es que dicha actividad
debe hacerse siempre favoreciendo al ser humano. Y si bien es cierto, muchos autores discuten desde
que momento se es persona, ante la duda siempre será preferible optar por la vida.

Resumiendo esta última postura el profesor Nogueira nos dice:

“Así puede señalarse que nuestro ordenamiento jurídico protege la vida humana, desde cuando el espermio
masculino penetra el óvulo femenino, al fusionarse los gametos, dando inicio al ser humano, es un proceso
que es único, continuo, irreversible y autónomo, habiendo así una continuidad desde el inicio de la vida
humana (concepción), a través de ella, hasta la muerte, siendo el mismo ser humano, la misma vida humana
la que pasa por todo el proceso. Hoy es un punto pacífico de que hay vida humana desde la concepción.” 6.

En consecuencia, si aceptamos la tesis del profesor Nogueira y de otros importantes autores, tendremos que
aceptar también que se es titular del derecho a la vida desde el momento mismo de la concepción. “El
nasciturus es titular del derecho a la vida, en cuanto a ser humano distinto de la madre”

¿Cuál es el contenido esencial del derecho a la vida?

En primer lugar diremos que el derecho a la vida comprende la existencia. En otras palabras, tener derecho a
la vida implica el derecho a permanecer vivo, derecho a vivir.

6
Nogueira Alcalá, Humberto: Op. Cit. P. 372.
Por tanto, este derecho implica que se deben tomar todas las medidas tendientes a resguardar la vida de su
titular.

Pero no basta con esto, se entiende también que el derecho a la vida impone, especialmente al Estado, una
labor mucho más activa, en orden a crear condiciones que permitan a las personas alcanzar una vida mejor,
tanto en el plano material como espiritual. En otras palabras, el derecho a la vida, también “obliga al Estado,
sus órganos y agentes a establecer un sistema de protección y promoción, incluyendo el derecho penal, para
sancionar cualquier agresión a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona, con independencia de
que ella provenga de órganos o agentes estatales o de particulares,” 7.

Además, el derecho a la vida incluye en primer lugar el derecho a la protección de la criatura que se encuentra
dentro del vientre materno, por tanto su derecho a nacer.

La profesora Vivanco sostiene “la vida humana es objeto de protección constitucional desde la concepción, ya
que desde ese momento estamos en presencia de un ser humano que reúne en sí todas las calidades y
requisitos de tal, sin importar que aún no haya desarrollado todas las potencias propias del hombre y que por
ello cuenta desde ya con la calidad de persona, que lo hace ser reconocido como digno y merecedor de la
protección constitucional”...”Lo anterior incluye el resguardo de la criatura mientras se encuentra en el vientre
de su madre, como también la protección de la salud de esta y de sus condiciones de vida durante el
embarazo.”8.

La profesora Vivanco recuerda “que este derecho también se proyecta al período final de la vida del ser
humano. En esta etapa, se refiere al trato digno hacia las personas que enfrentan graves postraciones o
enfermedades, respetándolas, acompañándolas y procurando mitigar su dolor. En el mismo sentido, la muerte
debe ser reconocida como un momento íntimo y trascendente del ser humano, en el cual este no debe ser
abandonado…”9

Finalmente nos podemos preguntar ¿si el derecho a la vida incluye también el derecho a disponer de ella?

Según la opinión del profesor Nogueira ello no es posible. “Que el derecho a la protección de la vida sea un
derecho de carácter individual, no lo convierte en un derecho de libertad o de libre disposición, en el sentido
de otorgar una facultad a su titular, para bajos ciertos supuestos o condiciones disponer de la vida propia. El
derecho a la vida tiene, en nuestro ordenamiento constitucional, un contenido de protección positiva que
impide configurarlo como un derecho de libertad que puede llevar incluido el derecho a determinar la propia
muerte”

Por otra parte, hay quienes sostienen que el hombre en uso de su libertad está plenamente facultado para
disponer de su vida. Desde luego, el titular de este derecho no está en condiciones de exigir a otro que le quite
la vida, pero si éste lo hace voluntariamente quedaría exento de responsabilidad penal. (en caso de no
consumar la conducta)

El tema de la disponibilidad de la vida como se puede apreciar nos conduce al tema de la eutanasia.

7
Nogueira Alcalá, Humberto: Op. Cit. P. 397.
8
Vivanco M., Ángela: Curso de Derecho Constitucional. Aspectos dogmáticos de la Carta Fundamental de
1980. Tomo II. (Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 2006). P. 246.
9
Vivanco M., Ángela: Op. Cit. P. 247.
Límites jurídicos al derecho a la vida.

Cuando hablamos de límites jurídicos al derecho a la vida nos estamos refiriendo a aquellas restricciones o
casos excepcionales en que el derecho tolera o justifica que se pueda disponer de la vida de un ser humano,
bajo ciertas circunstancias especiales. Por lo mismo no estamos ante un derecho absoluto.

Los límites jurídicos al derecho a la vida son:

- La pena de muerte.

- La legítima defensa.

- El uso autorizado de armas militares.

- El aborto y la eutanasia también pueden ser considerados como límites jurídicos al derecho a la vida,
pero la eutanasia no en nuestro derecho.

PENA DE MUERTE

¿Cuál es el actual estatuto jurídico de la pena de muerte en nuestro derecho?

El inciso tercero del artículo 19 N°1 sostiene “La pena de muerte sólo podrá establecerse por delito
contemplado en ley aprobada con quórum calificado”.

La doctrina entiende que la pena de muerte solamente podrá ser interpuesta para sancionar delitos
contemplados en leyes de quórum calificado y esto es una garantía que viene a reforzar el derecho a la vida.

En efecto, nuestro constituyente le entrega a una ley especial, aprobada con un quórum mayor que el
ordinario, contemplar delitos sancionados con la pena de muerte. En este orden de cosas, para establecer
esta sanción penal, se requiere una aprobación parlamentaria de la mayoría absoluta de los diputados y
senadores en ejercicio, lo cual implica importante consenso dentro de cada una de las cámaras.

En términos simples podemos decir que la pena de muerte, pena capital o de ejecución consiste en provocar
la muerte o asesinar a un condenado por parte del Estado, como castigo por un delito contemplado en la
legislación. Se trata de una pena corporal, que constituye la máxima sanción penal que se contempla en
nuestro ordenamiento jurídico.

Arduamente, durante siglos se ha discutido si acaso resulta ética, moral o jurídicamente lícita, la imposición
de esta pena por parte de los tribunales de justicia. Con todo, la Iglesia Católica por ejemplo, rechaza
categóricamente la aplicación de la pena capital.

La profesora Miriam Henríquez concluye categóricamente: “por encima de todas las razones que se exponen
a favor y en contra de la pena de muerte, entiendo necesario resaltar que darle voluntariamente muerte a una
persona, justa o malhechora, siempre será un homicidio”10

Ahora bien, las convenciones internacionales han delimitado el ámbito legítimo de aplicación de la pena de
muerte. Por un lado, la Convención Americana de Derechos Humanos en su artículo 4° párrafos 2°, y también
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su artículo 6° párrafos 2 y siguientes.

10
Henríquez Viñas, Miriam. “El derecho a la vida y la pena de muerte en el ordenamiento constitucional
chileno”. Revista Entheos, año 4, número único, Universidad de las Américas, Santiago de Chile. Pág. 110. En
Tórtora Aravena, Hugo. “Las Limitaciones al Derecho a la Vida desde una perspectiva jurisprudencial (1980-
2011)”
Producto de que Chile ratificó estos pactos, en especial la Convención Americana de Derechos Humanos, el 5
de junio del año 2001 mediante la dictación: de la ley N°19.734 derogó la pena de muerte en la totalidad de
los delitos que la contemplaba en el Código Penal (sustituyendo la pena capital por el presidio perpetuo
calificado)

No obstante lo anterior, la pena de muerte aún se encuentra vigente y subsiste de manera reducida como
sanción en caso de graves delitos cometidos en tiempos de guerra, los cuales se encuentran tipificados en el
Código de Justicia Militar 11

De acuerdo al actual panorama, cabe preguntarse ¿En Chile puede restablecerse la pena de muerte para
algunos delitos?. Ante una respuesta positiva a esta interrogante ¿Incurriría el Estado chileno en un supuesto
de responsabilidad internacional?

La doctrina no es conteste en este punto.

Para algunos autores NO sería posible reinstaurar jurídicamente esta sanción, sin dejar de cumplir las
obligaciones internacionales suscritas por Chile en materia de derechos humanos y en concreto, respecto del
derecho a la vida.

Por otro lado, otro grupo de autores consideran “que cuando la Convención Americana, en su artículo 4.2.
utiliza la expresión “actualmente”, ella debe ser entendida en el sentido que no se podrá aplicar la pena de
muerte a delitos que a la fecha de ratificación de la Convención, no hubieren tenido previsto como sanción,
dicha pena. Por lo tanto, no habría inconveniente para restablecer la pena capital, en otros casos, aun cuando
se hubiere derogado para ciertos delitos, siempre que la legislación hubiere contemplado tal sanción para los
mismos delitos, a la época de la ratificación de la Convención Americana.

Hoy por hoy, cabe señalar que el año 2007 la Organización de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 62
contra la Pena de Muerte, la cual fue suscrita por la Presidenta Michelle Bachelet durante visita a la ONU. A
esto hay que agregar que en octubre del año 2008, Chile ratificó el Protocolo Facultativo del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos sobre Abolición de la Pena de Muerte, adoptado por la Asamblea
General de las Naciones Unidas de 1989, cuyo artículo primero dispone: “No se ejecutará a ninguna persona
sometida a la jurisdicción de un Estado Parte en el presente Protocolo”. El referido Decreto fue publicado en
el Diario Oficial, el 5 de enero del año 2009.

Además, por el Decreto Supremo Nº 252 del 20 de Octubre de 2008, Chile ratificó el Protocolo a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos relativo a la abolición de la pena de muerte, adoptado en Asunción el 8
de Junio de 1990. Su primer artículo establece que “Los Estados Partes en el presente Protocolo no aplicarán
en su territorio la pena de muerte a ninguna persona sometida a su jurisdicción”. El mencionado Decreto
Supremo fue publicado en el Diario Oficial el 16 de diciembre del mismo año.

De esta manera, entendemos que el Estado chileno se encuentra impedido de aplicar la pena capital al interior
de nuestras fronteras.
La LEGITIMA DEFENSA12.

En términos simples - atendido que la legislación chilena no la define, sino que la trata como una circunstancia
eximente de responsabilidad – la legítima defensa regulada en el artículo 10 Nº 4 del Código penal chileno 13,
consiste en la facultad de una persona agredida para repeler la agresión, de la cual es objeto y que pone en
riesgo inminente y cierto la propia vida, por la acción de un tercero, en aquellos casos en que dicha agresión
no puede ser impedida por la fuerza pública.

Es una institución presente en la mayoría de los ordenamientos jurídicos del mundo y responde al principio
de que los bienes jurídicos del inocente priman sobre los del atacante

Los elementos para que se configure la legítima defensa son dos: La agresión y la defensa. Respecto de cada
uno se exigen ciertos requisitos. De este modo, la agresión debe ser:

i) antijurídica, es decir, no amparada por el derecho;

ii) actual o inminente, es decir, se debe estar cometiendo en el momento o debe estar a punto de cometerse
(si es un rechazo a una agresión que aún no es inminente, no es legítima defensa sino que una agresión
diferente; si el rechazo es posterior a la agresión, ya no es rechazo en legítima defensa, sino venganza);

iii) y no provocada, en cuanto no debe ser la respuesta a una agresión previa, es decir, no debe existir
provocación suficiente por parte del que se defiende

Respecto a la defensa se exige que sea proporcional, es decir, debe existir necesidad racional del medio
empleado para impedir o repeler el ataque. Esto es, que se realice con medios y de modo relativamente
semejante a los de la agresión. Así, por ejemplo, si el agresor se vale de sus puños, el agredido no puede
responder con una metralleta. En todo caso se debe tener aquí siempre presente que, dado el momento de
especial tensión de la víctima, la proporcionalidad debe entenderse en un sentido amplio, considerando esa
tensión.

12
Apuntes Teoría Política, Escuela de Derecho, Universidad de Valparaíso (Sin editar).
13
Artículo 10 Código Penal: Están exentos de responsabilidad criminal N° 4° El que obra en defensa de su
persona o derechos, siempre que concurran las circunstancias siguientes: Primera. Agresión ilegítima. Segunda.
Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla. Tercera. Falta de provocación suficiente por
parte del que se defiende. 5° El que obra en defensa de la persona o derechos de su cónyuge, de sus parientes
consanguíneos legítimos en toda la línea recta y en la colateral hasta el cuarto grado inclusive, de sus afines
legítimos en toda la línea recta y en la colateral hasta el segundo grado inclusive, de sus padres o hijos naturales
o ilegítimos reconocidos, siempre que concurran la primera y segunda circunstancias prescritas en el número
anterior, y la de que, en caso de haber precedido provocación de parte del acometido, no tuviere participación
en ella el defensor. 6° El que obra en defensa de la persona y derechos de un extraño, siempre que concurran
las circunstancias expresadas en el número anterior y la de que el defensor no sea impulsado por venganza,
resentimiento u otro motivo ilegítimo.

Se presumirá legalmente que concurren las circunstancias previstas en este número y en los números 4° y 5°
precedentes, cualquiera que sea el daño que se ocasione al agresor, respecto de aquel que rechaza el
escalamiento en los términos indicados en el número 1° del artículo 440 de este Código, en una casa,
departamento u oficina habitados, o en sus dependencias, o, si es de noche, en un local comercial o industrial y
del que impida o trate de impedir la consumación de los delitos señalados en los artículos 141, 142, 361, 365,
inciso segundo, 390, 391, 433 y 436 de este Código.”
Nuestra Legislación, concretamente la ley penal exime de responsabilidad a quien recurre a la defensa como
respuesta a una agresión, pero establece la “necesidad racional del medio empleado para impedirla o
repelerla”. El cumplimiento de estos supuestos será determinado, caso a caso, por el juez.

USO AUTORIZADO DE ARMAS MILITARES O GUERRA JUSTA

Diversos autores, entre ellos Humberto Nogueira, hacen alusión a esta limitación bajo la denominación de
Guerra Justa, ello en directa relación al Derecho Internacional Humanitario que se encuentra principalmente
contenido en los llamados Convenios de Ginebra de 1949, los cuales se complementaron con los Protocolos
de 1977 relativos a la protección de las víctimas de los conflictos armados y de los cuales Chile es parte.

El uso autorizado de las armas militares constituye un límite al derecho a la vida, por ser una situación que
puede derivar en la pérdida de la vida de una persona, y que dicha circunstancia se encuentra amparada por
el ordenamiento jurídico chileno. En otras palabras, se entiende que es legítimo disponer de la vida de otro
ser humano dentro del marco del uso autorizado de las armas militares.

No existe norma que regule este uso, en razón de ello nos concentraremos en las diferentes causales
eximentes de responsabilidad establecidas en materia de justicia militar y en la normativa aplicable a la Policía
de Investigaciones de Chile.

A saber, el artículo 208 inciso primero del Código de Justicia Militar, señala que: “Será causal eximente de
responsabilidad para los militares, el hacer uso de armas cuando no exista otro medio racional de cumplir la
consigna recibida.”

Así las cosas, la vida y la integridad física de las personas debemos entenderla limitada frente a la posibilidad
que, dándose las condiciones antes indicadas, un personal de las instituciones militares haga uso de las armas,
en su contra.”

Cabe tener presente, que el Código de Justicia Militar además exime de responsabilidad a Carabineros de Chile
y a otros funcionarios públicos en esta materia, en concreto, así se concluye de los artículos 410, 411 y 412 de
este cuerpo legal, donde se exige un empleo racional de las armas.

A su vez, otros pasajes del Código de Enjuiciamiento Militar extienden estas mismas eximentes a otros
funcionarios de las ramas armadas, a saber:

i. Funcionarios de orden y seguridad públicos. FFAA.

ii. Autoridad marítima.

Por último, en relación a los integrantes de la Policía de Investigaciones, es pertinente el Decreto Ley 2460 de
1979, Ley Orgánica de Policía de Investigaciones. Así el artículo 23 bis señala: “Estará exento de
responsabilidad criminal, el funcionario de la Policía de Investigaciones de Chile, que con el objeto de cumplir
un deber que establezca este decreto ley, se viere obligado a hacer uso de armas, para rechazar alguna
violencia o vencer alguna resistencia contra la autoridad.”
El ABORTO y su estatuto jurídico.

¿Puede considerarse un límite al derecho a la vida en el ordenamiento jurídico nacional?

Antes de entregar una respuesta a la interrogante planteada, es preciso señalar que entenderemos al aborto
como la interrupción de la vida intrauterina, ya sea por causas naturales o voluntarias.

Desde esta perspectiva, podemos distinguir entre un aborto natural y un aborto provocado o inducido. El
aborto natural no reconoce ningún tipo de sanción penal a la luz del ordenamiento jurídico, en cambio, el
aborto provocado o inducido es sancionado penalmente en nuestro derecho. (CUESTIÓN QUE CAMBIO EL
AÑO 2017)

En esta materia, debemos recordar el mandato constitucional dirigido al legislador en el inciso segundo del
número 1 del artículo 19 de la Carta Política: “La ley protege la vida del que está por nacer”.

De esta manera, el Código Penal en sus artículos 342 a 345 tipifica y sanciona el delito de aborto. 14 A la luz de
las disposiciones del cuerpo legal en comento, que tipifican la conducta abortiva como delito, debiésemos
entender que en Chile esta figura no constituye un límite al derecho a la vida, puesto que no es una situación
o hipótesis en que el propio ordenamiento autorice a disponer de la vida de otro ser humano. Es más, toda
interrupción voluntaria que tenga por objetivo privar de vida al feto, no sólo es ilegal, sino que también es
inconstitucional.

De todas formas surge acá otro cuestionamiento y es sobre ¿Qué sucede en caso de aborto terapéutico?
¿Constituirá esta hipótesis una limitación al derecho que tratamos?

De acuerdo a la profesora Vivanco “el aborto terapéutico consiste en la destrucción y expulsión del feto, con
la específica finalidad de salvar la vida de la madre o evitar graves riesgos para su salud” 15.

14
Artículo 342. El que maliciosamente causare un aborto será castigado:

1.- Con la pena de presidio mayor en su grado mínimo, si ejerciere violencia en la persona de la mujer
embarazada.

2.- Con la de presidio menor en su grado máximo, si, aunque no la ejerza, obrare sin consentimiento de la
mujer.

3.- Con la de presidio menor en su grado medio, si la mujer consintiere.

Artículo 343. Será castigado con presidio menor en su grado mínimo a medio, el que con violencias ocasionare
un aborto, aun cuando no haya tenido propósito de causarlo, con tal que el estado de embarazo de la mujer
sea notorio o le constare al hechor.

Artículo 344. La mujer que causare su aborto o consintiere que otra persona se lo cause, será castigada con
presidio menor en su grado máximo.

Si lo hiciere por ocultar su deshonra, incurrirá en la pena de presidio menor en su grado medio.

Artículo 345. El facultativo que, abusando de su oficio, causare el aborto o cooperare a él, incurrirá
respectivamente en las penas señaladas en el artículo 342, aumentadas en un grado.

15
Vivanco Martínez, Ángela. Op. Cit. p. 263.
En Chile, esta figura fue permitida por el Código Sanitario entre los años 1931 y 1989, en este período toda
mujer cuya vida estuviera en peligro podía solicitar un aborto si contaba con la aprobación de dos médicos.
Pero en 1989, en las postrimerías de la dictadura militar, a través de la ley N°18.826 se eliminó la facultad de
realizar un aborto terapéutico, penalizando esta práctica.

Particularmente, estimamos que la práctica de este tipo de aborto se encontraría plenamente justificado,
pues a través de él se persigue un fin legítimo, porque ante circunstancias de especial gravedad para la
integridad física y psicológica de la mujer embarazada, como son la necesidad de protección de la salud, el
embarazo por violación o incesto y la inviabilidad fetal, se le permitiría disponer de la vida del nonato o
nasciturus, en aras de salvaguardar su propia vida e integridad que se encuentran en riesgo cierto. En caso
contrario, podría tener lugar la muerte no sólo del feto, sino que también de su progenitora.

Conocido fue el caso de Griselle Rojas, una joven madre de 27 años, que el año 2003 solicitó al ministro de
Salud de la época, Osvaldo Artaza, la posibilidad de realizarse un aborto terapéutico porque la criatura que
llevaba en el vientre estaba afectado por una mola embrionaria parcial, una enfermedad que se produce por
la reproducción anormal de las células de la placenta. El feto venía sin cráneo y sin pulmones lo que hacía
inviable su vida fuera del vientre materno y ponía en serio riesgo la salud de la madre. Sin embargo, y dado
que en Chile ese año no era legal este procedimiento, la mujer debió rodar de opinión en opinión, hasta que
las autoridades decidieron, finalmente, interrumpir el embarazo, pues la joven se encontraba en riesgo vital.

Con todo, nuestra opinión además encuentra asidero en lo dispuesto en una reconocida convención
internacional respecto de la cual Chile es parte, porque de la expresión “se protege en general la vida del que
está por nacer”, utilizada por el artículo 4° la Convención Americana de Derechos Humanos, se colige que su
contenido no es absoluto, sino que admite modulaciones razonables y proporcionadas vinculadas al respeto
de la vida de la madre.16

No obstante lo anterior, hay autores como José Joaquín Ugarte que estiman que este tipo de aborto es
contrario a la ley natural y a la Constitución Política pues se trata de aquel en que se da muerte al embrión o
feto para salvar la vida de la madre.

Pero en todo caso, si para salvar a la madre fuera necesario el aborto, este sería igualmente contrario a la ley
natural y a la Constitución pues nunca puede ser lícito dar muerte a un ser humano para salvar la vida de otro.
Agrega que distinto es el caso si la aplicación a la madre de una terapia indispensable contra una enfermedad,
por ejemplo un cáncer, destinada a salvar su vida, trae como efecto accidental y no querido ni como fin ni
como medio, la muerte del feto.

Pues bien, con independencia de la opinión personal que cada uno tenga sobre este punto, actualmente el
aborto terapéutico constituye una figura prohibida por nuestro legislador, quien establece en el artículo 119
del Código Sanitario que, “No podrá ejecutarse ninguna acción cuyo fin sea provocar un aborto”. Es más,
teniendo presente el respeto por la Supremacía Constitucional, cualquier modificación a esta norma requeriría
previamente una reforma al artículo 19 Nº 1 de la Carta Fundamental, pues de prosperar incurriría en una
inconstitucionalidad de fondo.

16
Nogueira Alcalá, Humberto, “Derecho a la vida” (Primera edición, Santiago, 2007). p. 211
No obstante todo lo mencionado, entre los años 2009 y 2010 se han presentado iniciativas legales
para restablecer y despenalizar el aborto terapéutico en Chile, quedando sin efecto la posibilidad de legislar,
en 2012.

Hoy por hoy año 2017 se ha aprobado por las cámaras el proyecto de ley que despenaliza el aborto
y lo permite en tres causales (inviabilidad fetal, riesgo para la vida de la madre, violación). Se requirió la
intervención del TC para declarar inconstitucional el proyecto, pero el tribunal no acogió el requerimiento.

2) El derecho a la integridad física y psíquica de la persona.

En sentido natural y obvio, podemos decir que la integridad es la cualidad de íntegro, es decir, de algo pleno,
que no carece de ninguna de las partes que lo componen. 17

Delimitación del derecho a la integridad física y psíquica de la persona.

Respecto de su contenido o núcleo esencial, en un primer lugar este derecho estaría integrado por la
prohibición de torturas y otros tratos crueles inhumanos o degradantes y la prohibición de amenazas.

En este punto, la profesora Vivanco indica que este derecho implica que existen ciertas prohibiciones que
nacen de esta garantía, esto es, que queda prohibido todo acto que constituya de algún modo una mutilación
o lesión a otro, así como tampoco se puede atentar contra la autodeterminación sexual de la persona. A su
vez, existirían también deberes positivos que nacen de esta garantía, como es el asegurar una alimentación
adecuada a todas las personas, proporcionarles vivienda y abrigo, derechos que no están directamente
contemplados en la Constitución, pero que derivan de esta garantía. También el Estado debe preocuparse de
promover la integridad física, en cuanto a incentivar al individuo el cuidado de su cuerpo y su salud 18.

No obstante lo anterior, no podemos desconocer que hay actos de fuerza que quedan amparados por el
derecho, a saber, la autorización que el ordenamiento jurídico concede a las fuerzas de orden y seguridad
públicas al enfrentar a un antisocial renuente a una aprehensión, o bien al intentar reprimir una fuga de un
recinto penitenciario.

Por su parte, podemos decir que el derecho a la integridad Psíquica impide que una persona humana sea
objeto de humillaciones, actos vejatorios o discriminaciones arbitrarias, y a su vez implica no ser víctima de
daños mentales o morales, que le impidan conservar su estabilidad psicológica o emocional afectando con
ello su dignidad.

3) La prohibición de los apremios ilegítimos.

Delimitación de la prohibición de apremios ilegítimos

En el inciso final del artículo 19 N° 1 se prohíbe la aplicación de todo apremio ilegítimo.

De acuerdo al diccionario de la Real Academia de la Lengua Española apremiar consiste en oprimir,


apretar o compeler a alguien para que haga prontamente algo, o bien consiste en obligar a alguien con
mandamiento de autoridad a que haga alguna cosa.

17
RAE
18
Vivanco Martínez, Ángela. Op. Cit. p. 248.
No obstante este significado, el profesor Cea Egaña nos dice que en un sentido amplio podemos
entender por apremio “todo acto o mandato, sea de la autoridad o de los particulares, que cumple u obliga a
ejecutar una conducta”19.

Sin embargo, hay ciertos apremios que se estiman legítimos, es decir, aquellos que no vulneran el texto
constitucional. Por apremio legítimo entendemos que es aquél “impuesto con justicia, que es proporcionado
a la consecución de una finalidad lícita, producto de una decisión de autoridad competente en un proceso
justo.”20 Por ejemplo un embargo, el arresto, la incomunicación, entre otros.

Dadas las así las cosas cualquier apremio que no reúna estas condiciones puede ser calificado como ilegítimo.
A dichos del profesor Cea Egaña “son apremios ilegítimos, las torturas, los tormentos, los suplicios y, en
general, todo trato cruel, inhumano o degradante de la dignidad de la persona, sea psíquica o físicamente
aplicado”21. Es decir siguiendo esta opinión, todo tormento físico y psicológico, los azotes y/o malos tratos
crueles de palabra o de obra que produzcan serios daños en el cuerpo o en la psiquis de la víctima, constituirían
la conducta que prohíbe la Carta Fundamental.

La Carta Fundamental al prohibir los apremios ilegítimos lo que en definitiva está prescribiendo o
deslegitimando es la aplicación de la tortura, la cual se encuentra también prohibida en el ámbito jurídico
internacional.

Así, según lo dispuesto en el artículo 1º de la Convención contra la Tortura y otros tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes, que fue ratificada por Chile y publicada en 1988, entendemos por tortura: “todo
acto por el cual se inflija intencionalmente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o
mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto
que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por
cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean
infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o
con su consentimiento o aquiescencia”. Agrega esta disposición que “no se considerarán torturas los dolores
o sufrimientos que sean consecuencia únicamente de sanciones legítimas, o que sean inherentes o incidentales
a estas”.

Por ende, el sujeto activo que aplica tormentos o torturas a otro sujeto, comete delito y asimismo, infringe el
texto constitucional, atentando contra todo el ordenamiento institucional.

La protección jurídica o garantía judicial de los derechos consagrados en el numeral 1 del artículo 19 de la
Constitución.

De acuerdo a lo dispuesto en el artículo 20 de la Constitución, los derechos contenidos en el Nº 1 del artículo


19 se encuentran amparados por la acción constitucional de protección.

19
Cea Egaña, José Luis. Op. Cit. p. 113.
20
Cea Egaña, José Luis. Op. Cit. p. 113.
21
Cea Egaña, José Luis. Op. Cit. p. 113.

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