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Movimiento de 1968 en México

El movimiento de 1968 en México fue un movimiento social1 en el que además de estudiantes de


la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), El Colegio de
México, la Escuela de Agricultura de Chapingo, la Universidad Iberoamericana, la Universidad La Salle,
la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,2 y la Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla, participaron profesores, intelectuales, amas de casa, obreros, campesinos, comerciantes y
profesionales en la Ciudad de México y estados como Coahuila, Durango, Michoacán, Nuevo León, Puebla,34
, Oaxaca, Sinaloa y Veracruz,2 constituidos en el órgano directriz del movimiento denominado Consejo
Nacional de Huelga(CNH). El movimiento contó con un pliego petitorio del CNH al Gobierno de México de
acciones específicas como la libertad a presos políticos y la reducción o eliminación del autoritarismo. De
fondo, el movimiento buscaba un cambio democrático en el país, mayores libertades políticas y civiles, menor
desigualdad y la renuncia del gobierno del
El estado mexicano caracterizó el movimiento como el intento de derrocar al gobierno, instaurar un régimen
"comunista" como parte de un "Plan Subversivo de Proyección Internacional"2 y lo criminalizó,1 argumentando
que sus participantes eran terroristas, delincuentes o un peligro para la seguridad nacional. Por ello, fue
reprimido continuamente durante el transcurso del mismo y con el fin de terminarlo, el 2 de
octubre de 1968 perpetró la masacre de Tlatelolco en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, logrando
disolver el movimiento en diciembre de ese año. El hecho fue cometido de manera conjunta como parte de
la Operación Galeana por el grupo paramilitar denominado Batallón Olimpia, la Dirección Federal de
Seguridad (DFS), la llamada entonces Policía Secreta y el Ejército Mexicano, en contra de una manifestación
convocada por el CNH. De acuerdo con lo dicho por sí mismo en 1969,5 y por Luis Echeverría Álvarez6, el
responsable de la matanza fue Gustavo Díaz Ordaz.7La Fiscalía Especial para los Movimientos Sociales y
Políticos del Pasado (FEMOSPP) de la Procuraduría General de la República del gobierno de México, concluyó
en 2006 en su Informe Histórico presentado a la sociedad mexicana,1 que el movimiento estudiantil "marcó una
inflexión en los tiempos políticos de México", fue "independiente, contestatario y que recurría a la resistencia
civil"1 y se potenció "con las demandas libertarias y de democratización que dominaban el imaginario mundial". 1
El mismo informe concluyó que durante el movimiento el gobierno mexicano aplicó "sus mecanismos de control
y disuasión que solía utilizar frente a la disidencia social (...) lo caracterizó como subversivo y, en lugar de
encontrar formas de atender las legítimas demandas, optó por reprimirlo y aniquilar su dirigencia y al sector que
consideró más combativo".1 Para ello recurrió a detenciones ilegales,
maltratos, torturas, persecuciones, desapariciones forzadas, espionaje, criminalización, homicidios
y ejecuciones extrajudiciales, caracterizando dicha fiscalía el uso de la fuerza institucional del estado mexicano
como "criminal".8 En los hechos fue activa la asesoría, presencia e inteligencia de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA)910 bajo la operación LITEMPO.1112 El número de personas asesinadas, heridas,
desaparecidas y encarceladas es impreciso.

Algunas víctimas de dichas acciones intentaron caracterizar la masacre de Tlatelolco ante tribunales nacionales
e internacionales como un crimen de lesa humanidad y un genocidio,131415 afirmación que fue sustentada por la
fiscalía mexicana,1 pero rechazada por sus tribunales.14 También intentaron llevar a los autores materiales e
intelectuales de los hechos ante la justicia.1614 En el cincuenta aniversario de la masacre, el gobierno mexicano
reconoció los hechos como un crimen de estado y constituyó una política de reparación a las víctimas. 17
Algunos politólogos, historiadores e intelectuales como Carlos Monsiváis coinciden en señalar que este
movimiento y su terrible desenlace incitaron a una permanente y más activa actitud crítica y opositora de la
sociedad civil, principalmente en las universidades públicas, así como propiciar la radicalización de activistas
que optaron por la clandestinidad y formar guerrillas urbanas y rurales, las cuales fueron reprimidas en la
llamada guerra sucia en México.

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