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Desglosando la ansiedad

Capítulo 1
La paradoja de la ansiedad

Un destacado violinista descubre que sus dedos se ponen rígidos a medida que él comienza
a tocar en frente del público.

Un estudiante que está listo para un examen oral descubre que su mente se nubla y es incapaz
de hablar.

Un estudiante que participa en su primera cirugía comienza a desmayarse.

Cada uno de estos percances es una característica de la condición comúnmente llamada


ansiedad. Uno de los rasgos paradójicos de la ansiedad severa (o reacción de temor) es que
una persona parece causar inconscientemente lo que él más teme o detesta. De hecho, el
temor de algo desagradable parece aumentar la probabilidad de lo que está sucediendo.

Para entender cómo la reacción de la ansiedad (o temor) parece producir sólo aquellas cosas
que un un individuo más aborrece, reflejado en este reporte por un profesor con temor a
hablar en público:

Cuando me paro delante de una audiencia, espero que mi voz y mi mente funcionarán
adecuadamente, que no perderé mi equilibrio y que todo saldrá bien. Pero, enseguida, mi
corazón comienza a latir, siento presión en mi pecho como si estuviera listo para explotar, mi
lengua se pone gruesa y pesada, mi mente se nubla y se pone blanca. No puedo recordar lo
que acabo de decir o lo que debería decir. Luego, comienzo a flaquear, apenas puedo decir
palabras. Comienzo a transpirar y estoy casi listo para caerme del escenario. Me siento muy
asustado y pienso que probablemente me irá mal.

En este pasaje vemos que, en un episodio de temor, prácticamente cada sistema del cuerpo se
afecta: (1) el sistema fisiológico se manifiesta en la transpiración, aumento del ritmo cardíaco
y el mareo; (2) el cognitivo en anticipación a que “posiblemente pasaré una verguenza, (3) el
motivacional, en el deseo de que esté lo más lejos posible de la situación traumática, (4) el
afectivo o emocional, en el sentimiento subjetivo del terror, (5) el conductual, en balancear e
inhibir el hablar y pensar. En este ejemplo, toda la reacción psicobiológica es perturbadora e
involuntaria y toma control parcial del individuo hasta que lo ha disminuido o abatido.

La naturaleza nos ha provisto con un sistema nervioso que funciona muy bien bajo
circunstancias normales. Por qué este sistema comienza a trabajar contra nosotros en
aquellas circunstancias en que más necesitamos estar muy bien?

Parte de la respuesta puede ser que, hasta cierto punto, los síntomas asociados a la ansiedad
son adaptativos y plantean un problema solo bajo ciertas circunstancias. Otra explicación es
que los síntomas que pueden haber sido adaptativos en nuestros ancestros históricos ya no lo
son. Finalmente, nuestra tendencia a exagerar la importancia de ciertas situaciones –
pensando en ellas como un asunto de vida y muerte- moviliza mucho nuestro aparato para
tratar las amenazas y así anula el funcionamiento normal. Se ha dicho que la “evolución
favorece los genes ansiosos”. Es mejor tener “falsos positivos”(alarmas falsas) que “falsos
negativos (que olvidan el peligro) en una situación ambigua. Un negativo falso - y tu quedas
eliminado de la reserva de genes. Así, el costo de sobrevivencia del linaje puede durar toda
una vida con incomodidad.

Para descifrar el misterio de la ansiedad o reacciones de temor, un ejemplo clínico de ansiedad


severa nos permitirá ver qué factores, además de la ansiedad subjetiva, pueden estar
presentes: un señor de 40 años había ido en un viaje para esquiar cerca de Denver, y mientras
estaba en las pendientes comenzó a sentir falta de respiración, mucha transpiración, mareos y
debilidad. También se sentía helado y tenía un sentimiento de inestabilidad. Tenía
dificultades para enfocarse en cualquier objeto y señales de ansiedad severa. Más que nada,
síntomas que le daban una sensación de irrealidad. Estaba en tal estado de colapso que hubo
que trasladarlo en camilla desde las montañas hacia el hospital. Como no encontraron
síntomas físicos anormales, le dijeron que tenía un “severo ataque de ansiedad”.

Qué problema psicológico podría ser tan fuerte como para producir un trastorno mental de los
sistemas psicológicos y fisiológicos a este hombre? La clave se encuentra en que causan
cambios en el cuerpo y mente. Antes del episodio del ski, él tuvo un pensamiento muchas
veces “si tengo un ataque al corazón allá arriba, sería imposible llegar a una urgencia”. Más
tarde, cuando empezó a faltarle la respiración y otros síntomas, pensó “esto debe ser un
infarto, esto es como estar muriéndose”. Después tuvo una imagen de él en un hospital, con
una máscara de oxígeno puesta muy firme en su cara, transfusiones intravenosas y doctores
en delantales blancos a su alrededor. Cada vez que tenía esta imagen, tenía un aumento
tremendo en sus síntomas. Así, la pieza faltante en este puzzle es su cognición –su
interpretación de las respuestas fisiológicas normales a un ejercicio en un ambiente y una
atmósfera enrarecida que indican un trastorno de amenaza de vida. Para entender mejor la
desgracia de este hombre se debe pensar en su situación total de vida. Debido a que todos los
exámenes mostraron que no había trastornos orgánicos, la reacción profunda ocurrió en el
momento de alguna predisposición psicológica. Es importante señalar que él había esquiado
muchas veces en montañas muy altas y había tenido síntomas que al principio eran similares a
aquellas descritas previamente. Cuando él estaba esquiando, comenzaba a tener falta de
respiración lo que a menudo estaba acompañado por dolor de pecho, especialmente después
que había esquiado un tiempo. Generalmente sentía frio y sudor.

En este particular ejemplo, sin embargo, su episodio en las pendientes de la montaña, fue
acompañado por un reciente duelo en su familia. Su hermano, quien tenía 10 años más que él,
había fallecido varias semanas antes, de un ataque al corazón. El pensamiento de este hombre
era más o menos así: “si le pasó a mi hermano, podría pasarme a mí….. mi hermano tuvo su
infarto después de hacer ejercicios y así podría pasarme a mí.. Por lo tanto, en vez de tener
una explicación verosímil de sus síntomas él los interpretó como lo que él más temía, un fatal
infarto.

Cuando vi al paciente una semana después del episodio, dijo que encontraba que su
experiencia en la nieve había sido completamente incomprensible. Para determinar con
precisión la naturaleza de sus pensamientos, le pregunté qué había pensado justo antes de su
ataque. Al principio, tuvo dificultad para recuperar su memoria. Luego recordó que tuvo un
“flash” cuando tuvo conciencia de los síntomas del pecho. “Esto podría ser un infarto, igual al
de mi hermano”. Luego tuvo una “imagen” de sí mismo en una unidad de cuidados intensivos y
otra recibiendo masaje cardíaco.

El elemento crucial en los estados de ansiedad, es un proceso cognitivo que puede tomar la
forma de un pensamiento automático o una imagen que aparece rápidamente, casi como
reflejo, después del estímulo inicial (por ejemplo, falta de respiración), que parece creíble o
verosímil, y que es seguido por una ola de ansiedad. Cuando se identifica al nexo perdido,
entonces se entiende la “misteriosa” aparición de la ansiedad. Por supuesto que un
pensamiento específico o imagen no siempre es identificable. En tales casos, es posible sin
embargo, inferir que ha sido activado un set cognitivo con un significado relevante de peligro.

Cambiando los Conceptos de la Ansiedad

Hasta hace pocos años, los trastornos de ansiedad se veían como expresión de una emoción
(ansiedad) que estaba fuera de control. Es probable que el énfasis en los componentes
emocionales puedan aparecer porque esos sentimientos tales como ansiedad y terror son los
rasgos más dramáticos de este desorden. Los otros componentes, que pueden jugar un rol
más importante en la génesis de esta condición, son eclipsados por los sentimientos
subjetivos. Este énfasis en el sentimiento ha alejado la atención de los siquiatras y sicólogos
de lo que podría ser el rasgo central de los trastornos de ansiedad –a saber, la preocupación de
una persona con miedo y su respuesta a ello.

Cuando hablamos de “convirtiendo la ansiedad en su cabeza”, es como mirar al rol de una


parte descuidada del complejo, mirando el fenómeno desde un punto de vista de lo cognitivo,
o pensando, componente –, “la cabeza”. Las quejas de un paciente se centran generalmente
en las áreas periféricas –palmas sudorosas, temblor de las manos, palpitaciones y la mayoría
de las investigaciones sobre ansiedad están enfocadas en la medición sistemática de estos
síntomas. Aunque es verdad que los pacientes generalmente no dan mucha información
sobre sus pensamientos, especialmente cuando están con ansiedad severa, cuando les
preguntamos específicamente por algo, su conciencia está saturada con amenazas e imágenes
de naturaleza amenazante.

La anécdota del esquiador con un seudo infarto ilustra un rasgo importante de ataques de
ansiedad: esto es, que una vez que la amenaza de terror ha comenzado, comienza a instalarse.
Las observaciones clínicas sugieren que el despertar automático producido en esta forma, es
interpretado por el paciente como un signo serio de trastorno mental –una interpretación que
más tarde lleva a su aparición. Este mecanismo se ve en toda la vida diaria cuando las personas
propensas a la ansiedad, experimentan una rápida alza de ritmo cardíaco después del ejercicio
o de aparecer un evento. El esquiador había sido siempre muy preocupado por sus síntomas
físicos. Durante el episodio esquiando, su respuesta física normal a ejercicios moderados, lo
alarmaron. El paciente interpretó sus síntomas fisiológicos como una señal de emergencia
médica. La interpretación de un posible infarto lo llevó a temer la muerte, lo cual activaba
mucho más los síntomas fisiológicos. Así, se estableció un círculo vicioso. (Ver Figura 1.1)
Distinción entre Ansiedad, Temor, Fobias y Pánico

Las definiciones de temor y ansiedad a menudo son confundidas, las palabras que se usan para
el mismo concepto, aún cuando hay ventajas obvias usando dos palabras distintas para
designar fenómenos distintos pero relacionados. Para entender mejor el significado de estos
términos, considere las definiciones del diccionario y sus derivaciones. Los significados
tradicionales son más útiles en clarificar la confusión semántica y conceptual que algunas
distinciones contemporáneas hechas por científicos conductuales.

La palabra fear viene de la palabra del antiguo inglés faer, que significaba “repentina
calamidad o peligro”. Ahora es definida como “un presentimiento a menudo causado por un
peligro real o específico” y como “la posibilidad de que algo amenazante o indeseado pueda
ocurrir”. Estas definiciones tienen varias connotaciones de la palabra fear,

Ciclo Vicioso: Amenaza “física”

señalan la posible ocurrencia de un evento “indeseado” o calamitoso, que no ha ocurrido aún


(o sea, será en el futuro) y el individuo está preocupado (presentimiento agitado) por el
evento. El temor entonces, se refiere a la apreciación de que hay un potencial peligro en una
situación dada.

La ansiedad por otro lado, se define como “un estado emocional tenso” y a menudo está
marcado por síntomas físicos como la tensión, transpiración, palpitación y aumento del ritmo
cardíaco. El término ansiedad viene del término latino anxius y su uso de antes de 1525. El
término latino se definía como una condición de agitación y angustia. La palabra anxius
posiblemente se refería a la sensación asfixiante sentida por individuos ansiosos (Lewis, 1970).

La fobia, se refiere a un tipo específico de temor y es definida como un “temor exagerado y a


veces incapacitante. También se caracteriza por un deseo intenso por evitar la situación de
temor y que da ansiedad cuando uno está expuesto a esa situación. La palabra deriva del
griego phobos de enfrentar o evitar, que derivaba del nombre de una deidad griega Phobos,
quien era capaz de provocar temor (y pánico) en sus enemigos. Celsus, un escritor romano
acuñó el término hydrophobia para describir un síntoma común de rabia. Hipócrates, escribió
dos de las primeras descripciones clínicas de fobia de hombres: un hombre que le temía a la
llegada de la noche y también con fobia a los gatos. El primer escrito no médico apareció en el
siglo XIII cuando algunas fobias fueron descritas por los filósofos. El término fobia fue
introducido a la literatura psiquiátrica en el siglo XIX.

Las descripciones clínicas de fobias no han cambiado mucho desde sus inicios. Tully y
Demóstenes temían al escenario, Augusto César no podía sentarse en la oscuridad. En El
Mercader de Venecia, Shakespeare describía una fobia a los gatos. Pascal, un matemático,
sufría de lo que hoy se llama agorafobia. El síndrome de agorafobia no ha cambiado mucho
desde los escritos de Westphal.

El pánico, se define como un “repentino espanto exagerado”… acompañado por intentos


grandes de seguridad”. La palabra, que se usó hasta 1603, deriva del nombre de la deidad
griega Panikos, el dios de las maderas y el ganado, quien era visto como el causante del pánico
entre los Persas y por los griegos como la causa de cualquier temor repentino.

Ansiedad y Temor

La ansiedad puede distinguirse del temor en que la primera es un proceso emocional mientras
que el temor es cognitivo. El temor involucra la aparición intelectual de un estímulo
amenazante, la ansiedad involucra la respuesta emocional a la aparición. Cuando una persona
dice que le teme a algo, generalmente se refiere a un conjunto de circunstancias que no están
presentes, pero pueden ocurrir en algún momento, en el futuro. En este punto, el temor se
dice ser “latente”. Cuando una persona tiene ansiedad, experimenta un estado emocional
caracterizado por sentimientos subjetivos desagradables, tales como tensión y nerviosismo, y
por síntomas fisiológicos como palpitaciones, temblor, náuseas y mareos. Un temor se
“activa” cuando una persona se expone, ya sea física o fisiológicamente a la situación
estimulante que él considera amenazante. Cuando el temor se activa, él experimenta
ansiedad. El temor entonces, es la sensación de peligro; la ansiedad es el estado de un
sentimiento desagradable que se evoca cuando se estimula el temor. Además de la ansiedad,
una gran variedad de síntomas referentes al sistema nervioso somático pueden provocarse al
mismo tiempo.

Fobias y Ataques de Pánico

Una fobia se refiere a un objeto específico de temor. Al principio una persona le tiene miedo
a un tipo específico de temor (por ejemplo, alturas, espacios cerrados o aguas profundas).
Una vez en la situación, tiene mucho miedo de las consecuencias (caerse, sofocarse o
ahogarse). Cuando se activa una fobia, la reacción del individuo puede variar entre ansiedad
leve a pánico. Los objetos de las fobias pueden variar desde pequeños animales a ocurrencias
naturales, tales como tormentas o eventos sociales: hablar en frente de grupos grandes o ir a
fiestas. La principal característica de una fobia es que involucra la aparición de un riesgo muy
alto en una situación que es relativamente inofensiva.

Un ejemplo clarificará las interrelaciones entre estos términos. Una persona con temor a
animales pequeños percibe que ellos son peligrosos. Sin embargo, no siente ansiedad hasta
que se ve expuesto a ellos o se imagina en tal situación. La presencia de un ratón, dice, activa
el temor y la persona puede pensar “el ratón puede morderme y me puede dar rabia y morir”
o, “el ratón puede morderme y puedo desmayarme y sentirme muy mal enfrente de toda esta
gente”. Las personas que presienten estas amenazas pueden tener un ataque de pánico. El
concepto de peligro aparece por las posibles consecuencias de contacto con el animal. Antes
que la persona tenga contacto con el animal, el temor es latente. Una vez que ve al animal el
temor se activa y aparecen todos los síntomas afectivos desagradables y fisiológicos asociados
con el ataque de pánico.

Asimismo, una persona que tiene fobia a ciertas situaciones sociales tales como ir a fiestas o
dar conferencias tiene menos miedo a las situaciones mismas que a las posibles consecuencias
de estar en ellas. La fobia social es el temor, por ejemplo, a que en una situación social hará el
ridículo o “salirse de control” y quedar desconcertado. Esta persona podría sentirse nervioso y
tembloroso, transpirar mucho y experimentar cualquier otro tipo de síntomas afectivos y
fisiológicos de la ansiedad.

El pánico es un estado agudo e intenso de ansiedad, asociado con otros síntomas cognitivos,
fisiológicos y motores. Los correlatos fisiológicos de pánico son una versión intensa de
aquellos de la ansiedad, o sea, pulso rápido, mareos, transpiración fría y profusa y temblores.

Además, se tiene un sentido de catástrofe inminente, inhibiciones omnipresentes y un


tremendo deseo de huir o tener ayuda.

Temores “reales” e “Irreales”

Haciendo una distinción entre respuesta afectiva y el proceso cognitivo resuelve las
contradicciones semánticas como “realistas” o “ansiedad neurótica”, “ansiedad racional” o
“ansiedad irracional”. Es ilógico calificar una emoción o un estado de sentimiento con
adjetivos (“racional”o “irracional”, por ejemplo) que generalmente son aplicados a ideas o
conceptos. Uno puede etiquetar un miedo como real o irreal, racional o irracional. Un temor
es real si se basa en una suposición sensible, lógica y racional y con una observación objetiva.
Es irreal si se basa en suposiciones erróneas y razonamiento errado y es contrario a la
observación. La ansiedad, por otra parte, no puede ser etiquetada como real o irreal porque
se refiere a una respuesta afectiva no a un proceso de evaluación de la realidad.

Freud, hizo una distinción entre ansiedad real y ansiedad neurótica (1915-1917). El veía la
ansiedad real como “algo muy racional y comprensible”, y como“una reacción a la idea de un
peligro externo”, o sea, a un daño que se espera y se anticipa. Pensaba que la ansiedad
estaba “conectada con el reflejo de evitación” y como “una manifestación del instinto de
autopreservación. De acuerdo a Freud, la ansiedad neurótica resulta de la percepción del
peligro interno (1926). El proponía que la ansiedad neurótica es una reacción afectiva que
ocurre cuando el inconsciente impulsa la amenaza para llegar a ser consciente y resulta del
miedo a las consecuencias si los mecanismos de defensa fallan y permiten las demandas del Yo
de empujar a una persona a una acción impulsiva instintiva.

La Paradoja de Hoch

Aunque muchos escritores concuerdan con el concepto de Freud, algunos como P.Hoch, han
cambiado la lógica de esta fórmula. Hoch hizo una pregunta “¿si la ansiedad es una señal que
reprimía las fuerzas instintiva, por qué la alarma debería quemar la casa? (1950).

La paradoja de Hoch aplica especialmente a casos en los cuales el síndrome del temor
interfiere con la habilidad de una persona de enfrentarse efectivamente con una situación
peligrosa, y así aumentar mucho el peligro. Hay veces, por ejemplo, en que una persona se
anula frente a una amenaza física. Un joven manejando un auto en una ciudad muy
congestionada. Señaliza para hacer un viraje a la izquierda. Entra a la intersección y escucha
la bocina de un auto. Ahí siente ansiedad aguda y automáticamente se va a los frenos. El auto
es golpeado por la derecha. En este ejemplo, la respuesta defensiva automática interfirió con
su habilidad para ejecutar la respuesta de defensa. Si él hubiese acelerado en vez de detener
el auto, no lo habrían chocado. La reacción de anularse, asociada con la ansiedad, no fue
buena en esta situación.
El ejemplo anterior no solo ilustra que el temor puede interferir con la ejecución de una
respuesta efectiva, sino también demuestra que la ansiedad subjetiva no es una condición
necesaria para la ejecución de una respuesta de enfrentamiento. En efecto, el conductor del
auto podría haber ejecutado la respuesta apropiada en esta situación si su comportamiento de
habilidades no hubiese sido interrumpido por su antigua respuesta inhibitoria y la distracción
de la ansiedad. Igualmente, un atleta puede fácilmente movilizar sus recursos con un segundo
movimiento para llegar a hacer un punto, sin experimentar ansiedad. La situación competitiva
es suficiente para activar rápidamente el sistema nervioso central. Por lo tanto, parece que la
ansiedad nunca es una condición suficiente ni necesaria para la activación de una respuesta
instrumental de enfrentamiento. Incluso puede impedir la ejecución de una respuesta
adaptativa a una situación de peligro.

Peligro Futuro y Peligro Presente

Anteriormente he enfatizado la orientación futura esencial del temor. Un evento nocivo


puede suceder, pero no ha sucedido todavía. O, puede estar pasando, pero la consecuencia
terrible no ha sucedido aún. El temor de una persona se activa mientras se acerca a la
situación de peligro. En realidad, el puede llegar a estar temeroso simplemente por hablar o
pensar en la situación de amenaza o por imaginarla. Viviendo con el temor hace que esa
situación sea más y más inminente, o sea, trae una amenaza distante al aquí y ahora.

Hay un notable cambio en las reacciones de una persona entre la anticipación de enfrentar un
peligro y realmente enfrentarlo. A medida que uno entra en la situación “peligrosa”, los
patrones de emergencia, tales como evitación, inhibición o desmayo pueden activarse. Un
estudiante de medicina estuvo muy temeroso y ansioso a medida que se acercaba la fecha de
su examen. Cuando se sentó y comenzó a leer las preguntas hubo un tremendo salto en su
grado de miedo. Pensó “no sé cómo contestaré estas preguntas”. Su mente se fue a “blanco”
y no pudo enfocarse en las preguntas. Su ansiedad fue tanta que no podía tolerarla y se sintió
impulsado a salir del aula. La confrontación directa con la amenaza provocó un mecanismo de
escape automático.

La transición por anticipación de un trauma físico nocivo a su actual experiencia es ilustrado


por un joven quien esperaba nerviosamente un tratamiento dental. Una vez que estuvo
sentado en la silla del dentista y este comenzó a tratar sus dientes, él tuvo imágenes vívidas
del taladro penetrando en su cuerpo. Comenzó a transpirar mucho y se desmayó. O, el caso
de otro joven que era muy temeroso en dar un discurso en público. Una vez que estuvo en el
auditórium y mirando al público, se le hizo un “nudo en su garganta” y se le hizo muy difícil
decir una palabra.

En esos ejemplos, es claro que la inmersión en la situación de peligro puede provocar cierta
conducta automática que no estaba presente en situaciones de la vida diaria. En el caso del
estudiante de medicina que daría su examen, no sólo hubo un agudo incremento de la
ansiedad sino que también un bloqueo mental y deseo de escapar. La fobia dental tuvo una
profunda reacción del sistema nervioso parasimpático (sudor y desmayo). Estos ejemplos
sugieren que los síntomas molestos e inhabilitantes, como bloquearse y desmayarse
representan los mecanismos de sobrevivencia que fueron útiles, a decir, en épocas
prehistóricas, para mitigar las consecuencias extremas de un ataque. En la actualidad, estas
reacciones primitivas solamente acentúan el problema y, en realidad, hacen al individuo aún
más temeroso para enfrentar el problema en el futuro – a menos que la respuesta primitiva se
repita.

La Función de la Ansiedad

Aspectos de Adaptación

Cuando consideramos tales reacciones como la ansiedad, inhibición, bloqueo, desmayo, no


está tan claro qué funciones cumplen. Sin embargo, cuando miramos estos síntomas como que
ellos cumplieron una función en la evolución de nuestra especie, su presencia comienza a
tener sentido. Los términos teleonomic y adaptational se usan para referirse a conductas que
promueven los grandes objetivos del organismo, sobrevivencia, crecimiento, reproducción,
mantención, mastery.

La conducta agresiva relevante en la exploración o competividad, por ejemplo, podría, si no se


le chequea, llevar a lesiones o muerte. El individuo tiene un conjunto de tales reguladores
automáticos que lo desalientan para avanzar mucho. Un ejemplo de tal inhibidor es el “reflejo
de la parte visual” (Marks 1969). Se ha visto que muchos mamíferos pequeños, incluyendo los
humanos, muestran una respuesta de inmovilidad cuando llegan al límite o filo de una repisa.
Esta inhibición sirve como una restricción para futuros avances en una zona de peligro. Tal
“regulador” a menudo persiste en la adultez y se manifiesta por un sentido de mareo e
inhibición física a medida que uno se acerca al filo de un precipicio.

Cuando pensamos en los temores comunes de la niñez –caerse, herirse, ahogarse, aguas
profundas, etc. podemos ver que algunos de estos por lo menos pueden servir para desalentar
al niño a aventurarse en lugares no familiares o peligrosos antes que tenga las habilidades
(por ejemplo, percepción profunda, habilidad para nadar, etc). Los temores interpersonales,
tales como el temor a extraños o la separación de la persona que los cuida, pueden
considerarse en términos similares. El niño en crecimiento experimenta gratificación a medida
que él desarrolla autosuficiencia. Pero si no se chequea, el niño puede arriesgarse en áreas
desconocidas que tienen peligro potencial. Así, muchos niños tienen un conjunto de temores
arraigados, como ser abandonados o perderse, que son activados antes que el niño se aleje de
sus cuidadores.

Cómo son esos mecanismos teleonómicos expresados en el miedo escénico, ansiedad


interpersonal, agorafobia? El temor a una evaluación negativa parece servir como un
controlador de la conducta que enajenará a otras personas. El individuo con temor escénico
se moviliza, por otra parte, para obtener gratificación y ser aprobado por la audiencia, pero
por otro lado, tiene preocupación por la posibilidad de tener que sufrir si no lo aprueban. Esta
pena anticipada de desaprobación es suficiente para alentarlo al “modo de vulnerabilidad”, lo
cual, por su mecanismo de inhibición para hablar y accionar, sirve para prevenir “un
comportamiento temerario”. En contraste, la persona con agorafobia, tiene un complejo
conjunto de temores en relación a una catástrofe “interna”, tales como un infarto, pérdida de
control o deterioro mental. Debido a que el individuo piensa que no puede enfrentar estos
peligros sin la ayuda de profesionales, se siente más asustado cuando está lejos de quienes lo
cuidan.
Así, los temores operan como una señal de la vulnerabilidad del individuo a las sanciones
sociales (temor al público, ansiedad social) y a daños físicos (ataques de pánico). Debería verse,
sin embargo, que los temores van en ambas direcciones: sirven para desalentar no solo las
conductas agresivas y peligrosas sino también para conductas regresivas de los niños. Así el
individuo que evita situaciones de riesgo es temeroso de ser sujeto a burlas de parte de sus
pares. El juego completo del sistema de contrapesos, se ve en el pánico escénico cuando una
persona se ve simultáneamente inhibida de expresarse por temor a “parecer loco” y asustado
por el hecho de aparecer inhabilitado e inmaduro debido a sus temores.

La Ansiedad es una estrategia en respuesta al miedo

La ansiedad es una experiencia dramática que generalmente ensombrece otros componentes


de la respuesta del temor. Los seres humanos están designados para experimentar una
emoción intensamente desagradable (ansiedad) en respuesta a un temor presente y son
movidos por la experiencia a tomar pasos para reducirla y prevenir su recurrencia. La ansiedad
, sin embargo, no es el proceso patológico de los llamados trastornos de ansiedad como la
fiebre o dolor, que constituyen el proceso patológico en una infección o herida. No
deberíamos permitir un mecanismo de la naturaleza para dramatizar el sentimiento de
ansiedad y engañarnos creyendo que esta experiencia subjetiva juega el rol principal en los
llamados trastornos de ansiedad.

La ansiedad actúa como un recaudador de atención. Pone atención en otras preocupaciones y


en esta experiencia desagradable y subjetiva. La experiencia es por lo general suficientemente
desagradable como que el individuo desea borrarla o reducirla. El hace esto adoptando un
cambio de estrategia, por ejemplo, no avanzar a un área no segura, no pararse en un lugar con
un vehículo que avanza y salir de ese lugar. También alertando al individuo a la noción que
puede herirse, la ansiedad lo induce a poner los frenos en acción “imprudente” o iniciar una
conducta defensiva. Estas medidas que son exitosas para reducir el peligro, generalmente
reducirán la ansiedad. Si estas no reducen el peligro, la ansiedad por lo general persiste.

La función de la ansiedad puede compararse con aquella de la pena. La experiencia de la pena


impide a una persona hacer algo para terminar o reducirla – deteniendo cualquier actividad es
producir una herida, tomando medidas para repararla, etc. La pena, sin embargo, no es la
enfermedad, (no es, digamos, apendicitis, pero puede ser una señal de ella), y así la ansiedad
no es la causa de problemas sicológicos. En los trastornos de ansiedad, la incesante
generación de ansiedad representa un mecanismo persistente, inefectivo, designado a
impulsar al organismo a reducir el supuesto peligro que está activando la respuesta de
ansiedad. Sin embargo, cuando el problema no es un peligro actual sino una mala percepción
o una exageración del peligro, la experiencia de ansiedad no es apropiada para iniciar acción
médica. Si el peligro no existe o es exagerado, el individuo no tiene forma de alejarlo.

Así, el principal problema en los trastornos de la ansiedad no está en la generación de


ansiedad sino en los esquemas cognitivos relevantes al peligro que están continuamente
estructurando experiencias externas y/o experiencias internas con un signo de peligro. (Beck
1971).

Mecanismos de Sobrevivencia
El fenómeno de la ansiedad representa solo una de las muchas “estrategias” separadas pero
interrelacionadas para tratar con amenaza y así debería de analizarse dentro del total
esquema de las respuestas del organismo al peligro. En un sentido más amplio, estas
respuestas incluyen no sólo aquellos patrones generalmente asociados con la ansiedad sino
que también la clase de conductas hostiles asociadas con la rabia. W.B. Cannon (1929)
formuló el muy conocido paradigma de la “reacción de enfrentar o escapar” para diseñar los
patrones psicológicos característicos de respuesta a la amenaza. El individuo, sin embargo,
está equipado con un rango mucho más amplio de mecanismos específicos protectores, cada
uno diseñado para tratar con peligros específicos. Las respuestas automáticas incluyen la
protección contra la entrada de sustancias nocivas o sacándolas, defendiéndolas contra algo
externo, inhibiendo nuestras propias acciones, desmayando y llegando a otros por ayuda. Un
término más completo para la sobrevivencia de las estrategias sería la “reacción de enfrentar o
evitar”. Debido a que estas conductas de amplio alcance son primitivas (en el sentido que
pueden verse en otros primates) e involuntarias, ocurren como si por reflejo y aparecen como
una línea básica de defensa contra el peligro, las he etiquetado como “reacciones primitivas”.

Reflejos

Un tipo de reacciones automáticas consiste en reflejos discretos diseñados para alejar agentes
potencialmente dañinos. Estos reflejos incluyen pestañeo, tos, broncoespasmo, vómitos y
diarrea. Un conjunto más complejo de conductas reflexivas se ha diseñado para defenderse
contra la posibilidad de trauma al cuerpo en general. Estamos expuestos a una variedad de
amenazas, tales como un golpe por objetos no animados (caída de escombros, misiles, etc.) y
atacados por criaturas vivas. La respuesta a la amenaza de ser golpeado por un objeto en
movimiento incluye tales acciones como agacharse, esquivar, retroceder, echarse para atrás y
ponerse rígido.

Patrones defensivos

Los “ataques” físicos y externos más comunes que encontramos en la vida diaria ocurren en
una consulta médica o dental y, a menudo, se manifiestan por un comportamiento defensivo
mal adaptado. Es así como procedimientos, tales como palpar el abdomen generalmente
produce un apretar automático de los músculos abdominales. Igualmente, el trabajo dental
puede provocar el apretar las mandíbulas. Muchas personas muestran una curiosa respuesta a
las inyecciones y especialmente a los procedimientos que involucran sacar sangre:
experimentan una caída grande en la presión arterial, mucha transpiración y mareos. Esta
respuesta, especialmente presente en las fobias a la sangre, pueden tal vez entenderse como
un mecanismo arcaico diseñado para minimizar la pérdida de sangre (y posiblemente reducir la
movilidad) cuando una persona está sujeta a un ataque inevitable.

Otras reacciones automáticas protectoras operan para disminuir la posibilidad de una persona
en una zona de peligro. Como lo señalamos anteriormente, una persona puede
automáticamente retroceder o quedarse rígido cuando se da cuenta que está al filo de un
precipicio. Así, automáticamente él se sujetará de un objeto si siente que podría caerse o
ahogarse. Finalmente, puede automáticamente gritar por ayuda y sujetarse de otra persona
para ayudarse cuando está en peligro de caerse, ahogarse o siendo atacado.
La estructura defensiva puede también analizarse en términos del nivel de intencionalidad
involucrada en una reacción protectora automática. La respuesta instantánea está en los
reflejos discretos que involucran el sistema nervioso somático: reflejo de las cejas, toser,
retroceder y quedar helado. Aunque estas acciones reflexivas se producen por los músculos
“voluntarios”, ellas son automáticas e involuntarias. Su valor adaptativo depende de su
velocidad y su habilidad para derivar las estructuras que actúan más lento.

Otro tipo de respuesta, que lleva a menos peligros, es más gradual e involucra el sistema
nervioso autónomo. Este conjunto de operaciones comprenden náuseas, vómitos y diarrea.
Estas respuestas son más graduales en términos de su comienzo y ejecución a como son los
reflejos, tales como la tos y el agacharse, que son para cambiar las amenazas más vitales. Las
respuestas graduales gastrointestinales, en contraste, pueden dar una protección adecuada
contra el peligro de la absorción de sustancias nocivas que requieren inmediata acción.

El tipo más común de respuesta primitiva depende de la generación de sensaciones subjetivas


desagradables que aceleran una acción intencional hecha para reducir el peligro. Muchas
conductas producto de la ansiedad caen en esta categoría. Así, la ansiedad surge cuando una
persona percibe que no tiene control absoluto del vehículo que maneja y puede inducirlo a
reducir la velocidad hasta que él se siente nuevamente controlado. Igualmente, la sensación
de mareo o desmayo producido cuando está en la cima de una escalera grande o en la punta
de un precipicio puede inducir a tomar una mejor posición o retroceder a una posición más
segura.

Otro tipo de reacción “protectora” asociada con la ansiedad se ve en los ataques de pánico.
Esta condición se caracteriza por un temor a un problema interno (infarto, ataque cardíaco,
trastorno mental), por un sentido de haber perdido el control de las funciones físicas y
mentales y también por ansiedad muy severa. La sensación de no ser capaz de pensar o actuar
es un rasgo particularmente inhabilitante. Más aún, si el “peligro” es interno, el individuo no
tiene recursos disponibles para eliminarlo y es consumido por un sentido de desamparo. Pero
él puede ir por ayuda donde un cercano. Así, algunos tipos de ataques de pánico, pueden
verse como una alarma que lo previene de un peligro abrumador y es un estímulo para
escapar de la situación y buscar ayuda. Otros tipos de ataque de pánico surgen del hecho de
una “tremenda” amenaza externa. Esta condición es vista clínicamente cuando una persona
con fobia se expone repentinamente a una situación de fobia. Por ejemplo, alguien con
claustrofobia puede tener una reacción catastrófica (“sentirse ahogado”) cuando está en un
espacio cerrado. En estos casos, la solución es simple: arrancar de la situación y evitarla en el
futuro. De aquí la necesidad de ayuda no es tan imperativa como cuando la persona se siente
amenazada por un tremendo trastorno mental interno, como el síndrome de la agorafobia.
CAPITULO 9

ANSIEDAD ANTE LAS EVALUACIONES

La Esencia de la Ansiedad ante las evaluaciones

Antes de la caída

Una persona que se enfrenta a una situación de amenaza social es como una que camina por
una cuerda floja. Se siente “vulnerable” a una serie de contratiempos si su desempeño no es
adecuado. Por seguridad, debe adoptar un rígido conjunto de reglas que sean apropiadas para
sus acciones y movimientos. Mientras más grande sea su confianza en sus habilidades, hay
menos posibilidades que él de un mal paso, potencialmente fatal. Si le fallan los nervios, su
desempeño puede ser saboteado por las reacciones de reflejo primitivo –congelamiento,
inhibición motora. Así, este ejercicio es un test de su habilidad y madurez. Una actuación
tranquila reafirma su estatus. Si falla, rompería esta imagen. Finalmente, cada acción es
observada por una cantidad de evaluadores y es medido como torpe o habiloso y es juzgado
de acuerdo a su confianza y competencia. Las palabras en cursiva en esta anécdota
representan aspectos cruciales de la psicología de la ansiedad evaluativa que será descrita en
este capítulo.

La caída potencial de esta persona es comparada con el “caer en desgracia” anticipada por una
persona ansiosa en el centro de situaciones evolutivas de la vida diaria. Como en el caso del
caminante sobre la cuerda floja, errores, malos pasos, acciones inapropiadas que representan
solamente una fracción de su comportamiento, pero el daño es a toda la persona.

Rasgos Comunes de las Amenazas Evaluativas

Hay ciertos elementos comunes entre las muchas situaciones en las cuales un individuo puede
experimentar “ansiedad ante las evaluaciones”. Los tipos de situaciones pueden agruparse
como sigue: (1) Situaciones sociales –iniciando o manteniendo una relación de persona a
persona; participando en un encuentro social (por ejemplo, una fiesta); (2) situación escolar o
vocacional –desempeño evaluado por el profesor, supervisor, o alguien de su grupo; dar un
examen; enfrentamiento con un superior sobre un conflicto de interés; competencia atlética;
(3) transacciones en el “mundo exterior” mientras viaja o compra, con vendedores, garzones,
taxistas, extraños.

Una serie de factores complejos en estas situaciones pueden agravar o mitigar los temores.
Estos factores involucran la pregunta de la evaluación y vulnerabilidad e incluyen lo siguiente:
1) el estatus relativo del individuo y el evaluador en el área de poder o atractivo social; (2) las
habilidades del individuo para presentar un atractivo o efectivo “frente”; (3) la confianza en
sus habilidades para llevar a cabo adecuadamente lo que se presente en una situación de
amenaza; (4) su evaluación del grado de amenaza, de la severidad de un daño potencial y la
posibilidad que ocurra; (5) el límite de ciertas “defensas automáticas” (inhibición verbal, falta
de espontaneidad) que pueden socavar el desempeño individual; (6) la rigidez y la
accesibilidad de las “reglas”, relevantes a un desempeño aceptable, conducta y presencia; (7)
el castigo anticipado del evaluador por no cumplir las reglas o un desempeño deficiente, etc.

Vulnerabilidad

La persona que está ansiosa al entrar a una situación evaluativa, tiene muchas preguntas que
hacerse:

1. Hasta qué grado es este un test de mi competencia o aceptación? Cuánto debo probarme a
mí mismo o a otros?

2. Cuál es mi status en relación al de mis evaluadores? Si el individuo se siente a la par o


superior a su evaluador, entonces las reglas son menos estrictas y menos flexibles y el posible
“castigo” por fallar es menos importante.

3. Cuán importante es establecer una posición de fuerza sobre el status de poder relativo
(como al tratar con el personal de servicio) o una posición de aceptación al tratar con
evaluadores sociales (como en citas a ciegas o hablar frente a una audiencia).

4. Cuál es la actitud del evaluador ¿es empático o distante? Son sus juicios objetivos o duros y
castigadores?

5. Hasta qué grado puedo confiar en mis habilidades (tales como la fluencia verbal) como
para que me ayuden en una evaluación difícil?

6. Cuál es la probabilidad de ser debilitado por distraerme con la ansiedad y la inhibición?

Status y Orden

Una buena parte de la presión para hacer bien las cosas está relacionada con una posición
relativa en una escala vertical de poder o conveniencia social. En una situación de
confrontación con la autoridad (profesor, supervisor, personal de servicio), la percepción de
relativo poder del individuo, determina su auto confianza y desempeño. Si una persona
presenta una apariencia de auto confianza y competencia, reduce su “inferioridad” en la escala
de poder. Si él ve que es más bajo, es más propenso a parecer menos confiado y menos
competente y por eso, será más vulnerable a ser reducido en poder. La dimensión de dominio-
sumisión también está involucrada. Mientras más dominante el individuo vea a su evaluador,
mas tendencias de sumisión aparecerán. El personal de servicio (médicos, taxistas,
recepcionistas, cajeros) están investidos de autoridad y dominio en virtud de su posición, lo
cual pueden usar para intimidar al individuo.

En caso de una confrontación social en la cual una persona desea dar una buena impresión,
está bajo presión para maximizar su activo social –atractivo, vestimenta, fluidez, madurez,
gracia. Un alto “puntaje” en estos activos pueden (dependiendo del los valores del evaluador)
hacer a la persona más atractiva y así asegurarle éxito en otros encuentros. Un bajo “puntaje”
lo deja proclive a ser rechazado.

Una persona podría desear rehuir de este tipo de confrontación porque el “fracaso” es
doloroso. Más aún, evitarlo deja abierta la pregunta de si él es inferior, mientras que un
fracaso “confirma” su inferioridad. Así, el temor social se expresa en parte por la experiencia
de ansiedad dolorosa y el deseo de reducir o evitar la ansiedad evitando la situación adversa.

Confianza en uno mismo

La confianza en las habilidades personales para actuar adecuadamente en la confrontación


está relacionada con la magnitud percibida en nuestras expectativas, su dificultad y el castigo
anticipado por un desempeño inadecuado.

Una disparidad en el sentido de poder del individuo o atractivo en relación a la del evaluador
aumenta la magnitud de la tarea, porque el criterio para el desempeño aceptable, es más alto
y por lo tanto, las demandas en él son más grandes. Cuando él se ve en una posición “uno
abajo” entonces la confianza global en su competencia se reduce. Más aún, si él anticipa un
“castigo” drástico por un desempeño inadecuado (pérdida de trabajo, suspensión en el
colegio, término de una relación) su confianza en sí mismo puede ser más menoscabada.
Otros factores que son constantes es que hay una relación recíproca entre la auto confianza y
el sentido de vulnerabilidad. Mientras uno sube, el otro baja.

Reglas y Fórmulas

En una situación de evaluación (por ejemplo, dar un examen, hablar en público, tener una
cita), hay una presión para conformar reglas rígidas, arbitrarias para evitar el “castigo”. El
individuo teme que no estará suficientemente fluente, ni le será fácil y, por eso experimenta
ansiedad y otros síntomas que juegan en contra para lograr su objetivo. El desvío de estas
reglas durante su desempeño dan evaluaciones negativas tales como, “me veo tímido y
asustado”, “lo que diré suena estúpido”, ”soy tan torpe”.

Hablando en público, piensa que se debe ajustar a las reglas relacionadas con el volumen y
tono de la voz, su articulación y velocidad para hablar, su fluencia y control del discurso. El
individuo, puede temer que cualquier desvío de las reglas lo pueden hacer susceptible a la
desaprobación y devaluación. En una situación social, la desviación de los canones pueden
traerle rechazo.

En otros tipos de situaciones interpersonales (preguntando por información, pidiendo un


dato), el incumplimiento de las reglas pueden producir hostilidad y desvalorización. En tales
encuentros, el individuo se enfrenta con las reglas como “no debes imponerte a la gente”. Por
eso, si él hace una petición legítima en una forma razonable, puede temer que “esto parece
una imposición”.

Reacciones Protectoras Automáticas

Inhibición automática. Las reacciones reflejas en una situación peligrosa ya han sido
discutidas. Mucha gente es susceptible a las reacciones automáticas inhibitorias que impiden
el flujo de palabras, el pensar y recordar. La “función” de estas reacciones bajo circunstancias
más primitivas puede haber sido para proteger al individuo de tomar una acción que le pudiera
provocar un ataque. Hoy, esta función es anacrónica y actualmente, lleva a la disfunción.
Consecuentemente, es bueno recordar el tipo de ataque que al individuo le gustaría evitar. No
parece haber un componente voluntario en esta reacción. Es completamente contraria a las
intenciones y deseos de la persona.

Ansiedad. La ansiedad parece ser producto de un sistema diferente que es un reflejo


inhibidor. La función de la ansiedad parece estimular a la persona para tomar una acción que
reduzca el peligro. Por lo tanto, debe estar motivado para evitar estar en una situación
peligrosa o, si lo está, escapar o minimizar el peligro siendo discreto (no hablar alto en clases).
Es obvio que, además de darle seguridad, los patrones protectores (bloquear la inhibición y el
escape de la ansiedad) tienen un efecto negativo en el desempeño. En efecto, la anticipación
de estas reacciones, es a menudo suficiente para causar ansiedad y entonces, impedir el
desempeño.

Mareo. Las personas en situaciones de evaluación sienten mareos y a menudo temor a que
puedan perder la conciencia. Este tipo de respuesta es obviamente inapropiada en una
situación de evaluación y puede ser una reversión a un temor primitivo de ser herido
físicamente, como es la fobia a las heridas con sangre.

Fobias Sociales y Ansiedades Sociales

Las fobias sociales y las ansiedades sociales se relacionan con el temor exagerado de ser el
foco de atención y desvalorización por otra persona o personas. De acuerdo a la tercera
edición del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, el rasgo esencial de la fobia
social es “un persistente temor irracional e irresistible deseo de escapar, una situación en la
cual el individuo está expuesto a posible escrutinio por otros (American Psychiatric
Association, 1980). La definición actual talvés es muy amplia ya que podría abarcar una gran
cantidad de población como también un número significativo de pacientes diagnosticados con
un trastorno de ansiedad generalizado. En contraste con la definición de fobia social, la
definición oficial de agorafobia no especifica que “las actividades normales están muy cercanas
ya que los temores o conducta de escape o evitación dominan la vida del individuo”. El criterio
restringido aplicado a la definición de fobia social estaría más de acuerdo con el concepto
general de fobia. Más aún, el DSM III incluye como ejemplos de fobias sociales “los temores de
hablar en público, usar baños públicos, comer en público y escribir en presencia de otros”.
Ciertamente, el temor de hablar en púbico no debería estar incluido ya que una gran
proporción de la población tiene este temor. Mientras más restringida sea la definición que se
usa, un porcentaje pequeño de personas con ansiedad social serían consideradas actualmente
con fobia social.

Paradojas de la Ansiedad Social

Diferente de las fobias descritas en los capítulos anteriores, un rasgo principal de las
ansiedades sociales es que el temor actual (estar nervioso e inhibido), previo a entrar a una
situación, parece creíble o posible y, en verdad, parece tener una probabilidad razonable de
producirse. Aunque una persona con fobia a las alturas, puentes, ascensores corran un riesgo
mínimo de caerse o ahogarse, un individuo que tiene miedo de quedarse mudo cuando esté
teniendo una conversación en una “cita a ciegas”, o que su mente quedará en blanco durante
un examen o entrevista, puede realmente esperar que estos eventos ocurran. El rasgo más
interesante es que teniendo el temor, pareciera que eso causara la consecuencia indeseada.
Un círculo vicioso se crea cuando la anticipación de un resultado absoluto, extremo e
irreversible tiende a dejar a la persona más temerosa, defensiva e inhibida cuando se presenta
la ocasión. Por otro lado, la persona que no experimenta el temor de un desempeño inepto,
en una situación particular, es menos propenso a responder torpemente.

Un aspecto importante de la ansiedad social en la cual los temores son muy incorrectos es la
expectativa del individuo que su torpe desempeño en una situación social será una desventaja
para sus aspiraciones sociales. La expectativa que nuestra vida será arruinada por un error
específico es muy rara. La probabilidad de esas consecuencias son muy exageradas. Aún
cuando el resultado extremo no ocurra después de una experiencia particular, el individuo, sin
embargo, esperará que ocurra algo malo “la próxima vez”.

El Temor a ser Evaluado

El temor central en las llamadas ansiedades sociales es el de una evaluación negativa por otra
persona o personas –un temor que separa lo social y las ansiedades de desempeño de la
agorafobia. En el último síndrome, una persona puede sentir miedo de espacios muy abiertos,
de campos o de playas donde no hay gente, como también de grupos pequeños o multitudes
de gente. En la agorafobia, el temor de desaprobación social aparece ser secundario al temor
de perder control, desmayarse, volverse loco, etc. En contraste, en las ansiedades sociales el
temor central es ser el centro de atención, o de exponer las “debilidades” y
consecuentemente, ser juzgado adversamente por una o más personas.

Existe una confrontación simbólica en las ansiedades sociales si un individuo llama a un


extranjero por teléfono, tratando de iniciar una conversación en un escenario social, o ante un
grupo. Cuando la persona socialmente ansiosa está comprometida en un encuentro con otra
persona o grupo de personas piensa que será examinado, probado y juzgado. Bajo
observación está su desempeño, fluidez para hablar, confianza y libertad de la ansiedad.
Distinto a la agorafobia, quien es hipersensible a los signos internos que se supone impiden un
colapso mental o físico, la fobia social es hipersensible a las señales de otras personas de
acuerdo a su aceptabilidad. Si él recibe respuestas positivas, las interpretará como señal que
está dando una buena impresión, y se sentirá menos vulnerable y con más confianza. Por otra
parte, si él recibe e integra respuestas negativas, se sentirá más vulnerable y con menos
confianza.

Las respuestas fisiológicas del individuo socialmente ansioso podrían ser similares a aquellas
de la persona agorafóbica pero no se notan. Puede sentir el mismo tipo de síntomas
simpáticos (ritmo cardíaco rápido, transpiración) o parasimpáticos (desmayo, caída de la
presión arterial) que el agorafóbico; sin embargo, estos recuerdan el temor que él no se
desempeñará adecuadamente (que puede ser posible), ya que el agorafóbico tiene el temor de
un desastre interno (muy imposible). Se ha visto que algunos pacientes con ansiedad de hablar
en público, realmente sienten temor de ataques de pánico, y algunos tienen ataque de pánico,
pero son la minoría.
Las Defensas “Primitivas”

El único factor que parece ser lo peor para una persona socialmente ansiosa no es la
experiencia subjetiva de la ansiedad per se, aunque esto es una desventaja, sino varias
inhibiciones, específicamente aquellas que interfieren con su desempeño. Así, varios tipos de
inhibición, tales como interferencia con la fluidez para hablar, pensar, recordar y memoria
lejana –son los factores mas inhabilitantes en este trastorno y, una vez que están involucradas
en el circulo vicioso, perpetúan el temor de pasar a una situación de fobia.

Estas respuestas paradójicas a una amenaza, más que preparar al individuo para desempeños
más efectivos, lo perjudican. La explicación parece ser, como lo hemos dicho, que un sistema
defensivo primitivo se moviliza a medida que el individuo se acerca a la situación social. Este
sistema, evocador de “congelado” e “inmovilidad atónita”(Gallup 1980) prepara al individuo
para salir bien de un asalto físico, pero no lo prepara para desempeñarse bien y con madurez.
Más aún, la naturaleza de esta respuesta primitiva innata, está diseñada para producir
inmovilidad y mutismo. Así, paradójicamente, la defensa contra un desafío de hablar fuerte y
participar activamente en una situación particular, provoca justo lo contrario.

Diferencias entre la Fobia Social y la Agorafobia

En un artículo de 1983, P.L. Amis, M.G.Gelder y P.M. Shaw escribieron sobre varios rasgos que
diferenciaban estos dos síndromes y consecuentemente, ayudan a clarificar y a entenderlos.
87 personas con síntomas de fobia social fueron comparados con 57 personas con los síntomas
de agorafobia para determinar si los síntomas eran parte de síndromes distintos (los autores
usaron el diagnóstico no restrictivo de la fobia social de acuerdo al DSM III (1980). El patrón de
situaciones fóbicas era distinto en estos dos grupos, como también lo fue el patrón de los
síntomas autónomos. Los síntomas que podían ser vistos por otros eran más frecuentes entre
los de fobia social, mientras que el “desmayo” era más frecuente entre los de agorafobia.

Situaciones que provocan los Síntomas de una Fobia

Las fobias sociales reportaban ansiedad más severa al presentarse, al encontrarse con gente, al
usar el teléfono; mientras que los agorafóbicos mostraban más ansiedad severa al estar solos o
en lugares no familiares, al cruzar las calles y en el transporte público. La lista de las
situaciones fóbicas la veremos en la Tabla. 9.1. Al revisar las situaciones que diferencian estos
dos tipos de fobias, es claro que la fobia social está relacionada específicamente con
situaciones interpersonales y que el centro de la preocupaciones es el escrutinio de otras
personas. La agorafobia, en contraste, se relaciona con estar solos en lugares no familiares o
desafiantes que presentan muchos tipos de estímulo y representan varios grados de distancia
desde sus hogares (seguridad). La fobia social, entonces, parece abarcar la noción de un niño
sujeto a evaluación por adultos mientras que la agorafobia parece semejarse al niño que han
puesto en un lugar extraño por primera vez. En el caso de la fobia social, la otra persona o
personas están involucradas en poner atención “al niño”; mientras que en el caso de la
agorafobia, la otra gente lo ignora al punto de no preocuparse si algo desastroso le sucederá.

En el estudio de Amies, Gelder y Shaw (1983), la noción de ser atacado está basada en el
descubrimiento que el grupo agorafóbico es mucho más propenso que el grupo con fobia
social a experimentar temores a animales pequeños (ratas, murciélagos y lauchas), serpientes,
aguas profundas, aviones, inyecciones, etc. El típico grupo agorafóbico de estos temores
sugiere que este grupo está básicamente asustado de algún tipo de daño físico o ataque.

Tabla 9.1

Comparación de los principales temores en la Agorafobia y la Fobia Social

Lo más severo cuando la principal queja es la Lo más severo cuando la principal queja
Fobia Social es la Agorafobia

Ser presentado Estar solo

Conocer gente con autoridad Lugares no familiares o desconocidos

Usar el teléfono Cruzar las calles

Visitas en el hogar Transporte público

Ser observado cuando hace algo Tiendas de departamentos

Ser molestado Multitudes

Comer en casa con amigos Espacios abiertos

Comer en casa con la familia Tiendas pequeñas

Escribir en frente de otros Ratones, lauchas, murciélagos

Hablar en público Serpientes

Insectos voladores

Aguas profundas

Aviones

Sangre, heridas

Síntomas Somáticos

Ciertos síntomas somáticos tienden a ser más notorios en la agorafobia que en la fobia social.
Como se ve en la Tabla 9.2, la agorafobia es más probable de tener síntomas típicos de
“colapso”: debilidad de las extremidades, dificultad para respirar, mareo/desmayo, y episodios
actuales de desmayo. Esta diferenciación sugiere que, en la agorafobia, se ha movilizado una
respuesta primitiva distinta. Este sistema, el parasimpático, está generalmente asociado con
fobias de sangre, pero evidentemente también juega un rol en la agorafobia.

Tabla 9.2

Comparación de los principales síntomas en la Fobia Social y la Agorafobia

Item Social Fobia Agorafobia p


(%) (%) menos que

Sonrojarse 51 21 .001

Espasmos de músculos 37 21 (.07)

Debilidad en extremidades 41 77 .001

Dificultad para respirar 30 60 .001

Desmayos/mareos 39 68 .01

Episodio actual de mareo 10 25 .05

Zumbido y ruido en oídos 13 30 .05

Palpitaciones 79 77 SI *(Sin importancia)

Músculos tensos 64 67 SI*

Boca/garganta secas 61 65 SI*

Sentirse enfermo 40 40 SI*

Temblor 75 75 SI*

Sensación de vacío en el 63 54 SI

Estómago

El Fenómeno de la Ansiedad Social

En un estudio clínico, K.A. Nichols (1974) escribe sobre los rasgos de la ansiedad social en 35
casos que se vieron durante tres años. Las siguientes observaciones se vieron en fases
distintas de trabajo de terapia, y cada ítem se vio en por lo menos 50% de los casos:

1. La percepción de no aprobación o mirada crítica de otros.

2. La expectación de desaprobación o mirada crítica de otros

3. Una fuerte tendencia de percibir y responder a las críticas inexistentes de otros

4. Una sensación de ser menos capaz y menos poderoso que otros –baja autoestima

5. Tener ideas rígidas de una conducta social apropiada, y no ser capaz de cambiar la
conducta para tratar las dificultades

6. Fantasía/imaginación negativa lo cual produce ansiedad previa

7. Alta conciencia y temor de ser evaluado y juzgado por otros

8. Sentido de sentirse observado.


9. Discriminación y temor a situaciones que podrían tener un resultado inesperado y
propenso a atraer la atención.

10. Un sentido de sentirse atrapado en tales situaciones (o sea, estar socialmente encerrado).

11. Una interpretación exagerada de la retroalimentación sensorial relacionada con tensión o

vergüenza.

12. Detención de sensaciones del cuerpo dentro de las situaciones sociales.

13. Temor de ser visto como “enfermo” o que pierde el control (o sea, los signos físicos del
pánico).

14. La experiencia de un progresivo posicionamiento de la incomodidad.

Nichols sugiere que la incidencia de la ansiedad social está relacionada con alguna fase
específica del desarrollo. Piensa en los últimos años de adolescencia como un punto posible
de iniciación. Finalmente, agrega que, en el desarrollo de la ansiedad social, el rol de los
rasgos de personalidad y sus aspectos cognitivos asociados, son importantes.

Vergüenza e “Imagen Social”

La experiencia de la vergüenza es importante en las discusiones de ansiedad social porque la


persona socialmente ansiosa, muchas veces es temerosa de pasar vergüenza. La vergüenza es
un afecto relacionado con la concepción que la persona tiene de su imagen pública en el
momento en que es observada o piensa que es observada. La noción de su imagen social
puede ser exacta o inexacta, pero él cree que su imagen ha sido manchada y le preocupa la
opinión de su observador, entonces es propenso a sentir vergüenza. La posibilidad de que lo
tomen como débil, inferior o inepto, sería tan amenazante como si lo hablaran en estos
términos. En otras palabras, lo que otros piensen de él es el ingrediente más importante de la
inducción de vergüenza – sin tener en cuenta si ellos comunican esta opinión.

El factor clave en la activación de vergüenza es la exposición a la observación de una o más


personas. Este afecto es provocado cuando una persona se da cuenta que ha sido observado
violando normas sociales específicas, expectativas o demandas, especialmente en relación con
la presentación y la conducta apropiada. Su apariencia o conducta desviada son juzgadas,
(cree él), como reflejo de su debilidad, inferioridad, ineptitud o inmadurez. Las sanciones
públicas por la falta de conformidad, permiten que el individuo se sienta inferior, despreciado
e inmaduro. Las consecuencias sociales actuales, pueden consistir en depreciación disimulada
o expresiones abiertas de desaprobación, fluctuando entre mínima imitación a un ridículo
manifiesto. Deberíamos tener presente que si una persona puede ocultar o disimular su
conducta vulgar o “inferior a lo establecido” o se compromete en una actividad vergonzosa en
privado, entonces él no siente vergüenza.

Una persona que siente vergüenza se siente relativamente indefensa en tratar de


contrarrestar su mala imagen pública. Piensa que está sujeto a penosas represalias públicas,
tales como humillación pública y ridículo, y “no tiene poder” para detener estos ataques. La
opinión social es absoluta e irrevocable. Es inútil para él tratar de modificar el veredicto del
grupo y debe acceder al derecho de los miembros del grupo de reírse a su costa. El individuo
reconoce su conducta “inepta” por juicios tales como “hice una exhibición pública de mí
mismo”, y agacha su cabeza o trata de ocultarse para evitar la mirada fija.

En su mente, el antídoto para la vergüenza es desaparecer de la situación. Una persona dirá,


por ejemplo, “me gustaría desaparecer”. En contraste, la ansiedad es generalmente
acompañada por la inclinación de huir o por inmovilidad pasiva.

Las relaciones públicas tratan con la corriente de la evaluación pública, tales como admiración
o desvalorización. Un grupo social específico, enfatiza los valores superficiales (peculiar a ese
grupo) -apariencia aceptable, buen desempeño, modales apropiados, buen vestir, madurez- y
da recompensas públicas (admiración, respeto, privilegios especiales). Una persona que se
desvía de las normas del grupo recibe un “castigo” de desprecio, burla y aislamiento. Debemos
enfatizar que si la opinión de los miembros del grupo es irrelevante o no le importa a él, no
sentirá vergüenza.

Cuando hablamos de imagen pública en un momento dado, no significa que la conducta


“inaceptable” sea necesariamente observada por un grupo. La interacción puede ser con otra
persona con quien no hay una relación personal pero quien es un representante del grupo
social: o sea, un extraño en la calles, un telefonista. Al mismo tiempo, parece que los extraños
pueden reforzar la vergüenza más rápidamente de lo que puede hacer alguien cercano. Por
eso, es casi imposible para los padres avergonzar a un niño por sus infracciones en las reglas
domésticas. Sin embargo, el niño puede ser mucho más sensible a la vergüenza inducida por
extraños o por su grupo de amigos aunque sean mínimos los desvíos de las normas del grupo.

La vergüenza es una forma de influencia social .Otras personas tratan de producir vergüenza

en

nosotros como para controlar nuestro comportamiento ahora y en el futuro. Típicamente, una

persona está expuesta a una situación que produce vergüenza. Aunque esta puede ser la

primera experiencia en la cual él relaciona este tipo de situación con este afecto desagradable,

el recuerdo está guardado y eso influencia las formas en que él se acerca a situaciones

similares en el futuro. En cierto sentido, se establece una regla particular en el individuo: “Si

me comporto de cierta forma, entonces seré ridiculizado y me dará vergüenza”. Es el afecto

de verguenza que pone “dientes” a la regla. De esa forma, el individuo está inclinado a seguir

la regla y evitar la vergüenza que podría resultar por esa violación a ella.
La ansiedad y la vergüenza difieren en muchas formas. Por una parte, la ansiedad

generalmente ocurre antes que uno entre a una situación estresante o amenazante y puede

continuar durante la situación. Pero desaparece cuando la situación se acaba. El sentimiento

de vergüenza comienza durante la “exposición” a la experiencia vergonzosa y puede continuar

por mucho tiempo después de finalizada la experiencia.

Temor a la Pérdida de Amor o Abandono

En relaciones íntimas, las demandas son más “personales” que en “relaciones públicas” y

tienen que ver con satisfacer las necesidades específicas y las expectativas de una persona

particular más que preservar una imagen. Las expectativas, por lo general, se centran en

cualidades intangibles tales como consideración, comprensión y cariño. Si una persona no

logra esas expectativas, las sanciones toman la forma de retirar el afecto o rechazo. El afecto

derivado de este tipo de sanción es la tristeza. Las cualidades evaluadas en las relaciones

íntimas (atención, empatía, cariño) son a menudo más asociadas con “los rasgos de carácter”,

mientras que aquellos admirados por el grupo están relacionados con la apariencia y el

desempeño. En las relaciones íntimas, una persona es menos propensa a que le importen las

reglas del grupo y, en cierto modo, puede dejar caer su apariencia. La preocupación en las

relaciones íntimas es generalmente con la aceptación total e incondicional sin tener que

conservar las apariencias.

Los temores por pérdida de amor o abandono a veces pueden confundirse con las mismas

preocupaciones del desempeño como son las otras ansiedades de evaluación. En estos casos,

el individuo teme a que él no cumplirá con las expectativas o demandas de un amado.

Entonces, puede caer en la misma rutina o costumbre que el individuo socialmente ansioso: (1)

un sentido de vulnerabilidad porque la otra persona tiene poder para terminar la relación.

Puede llegar a temer que nada de lo que haga está bien, (2) Un sentido de ser continuamente

juzgado y posiblemente desaprobado. (3) una inhibición defensiva, de modo que su conducta
actual llega a ser artificial y formal. (4) “Pensamiento catastrófico” con las consecuencias de

rechazo. Por ejemplo, una mujer estaba en continuo estado de “ansiedad alta” por la

posibilidad de ser rechazada por su novio. Creía que él estaba juzgando “todo” lo de ella, -

cómo se vestía, hablaba, cocinaba, organizaba su vida social. Le preocupaba que un solo mal

paso lo haría romper la relación. Necesitaba continuo refuerzo que él no estaba enojado con

ella. Finalmente, él la dejó –no por alguna deficiencia en su desempeño sino porque no podía

tolerar sus incesantes dudas de inseguridad.

Ansiedad por hablar en público

Existen muchos síntomas e incapacidades involucrados en la ansiedad severa de hablar en

público que incluye varias facetas de la ansiedad de evaluación: vulnerabilidad de ser el centro

del escrutinio o por ser juzgado cruelmente, con predicciones negativas; muy baja autoestima,

sentido de incompetencia, sentirse en desventaja por inhibición involuntaria, control

deteriorado de los pensamientos y el hablar, expectación de “castigo” por quebrar las reglas.

Ser capaz de desempeñarse. Lo más importante para una persona que hablará en público es

sentirse capaz de “funcionar”. El orador debe ser capaz de mantener una posición vertical,

mantener su equilibrio, abrir su boca y hablar muy claro. Si no puede hacer eso, significa que

“no tiene control sobre el funcionamiento de su cuerpo y mente. Debido a que el control en la

“mente y cuerpo” es esencial para sobrevivir, la destrucción de su funcionamiento por los

mecanismos primitivos, representa una amenaza simbólica. Síntomas específicos como

ladearse, una voz débil, sentimientos de mareos, falta de fluidez, rigidez en la postura, etc.

Todo eso le significa “no puedo controlarme”, “no puedo desempeñarme adecuadamente”,

“cualquier cosa puede sucederme”. Sentirse victimizado por procesos internos es similar a la

experiencia de la agorafobia, excepto que no implica la presencia de un trastorno de amenaza

de vida o de desintegración.

Esta demostración de falta de control se nota (o por lo menos así lo cree el orador) en la
audiencia. La persona entonces experimenta no sólo el temor a que no sea capaz de

desempeñarse bien sino también el mayor temor que esta falla en su funcionamiento sea

juzgada por la audiencia como una indicación de su enfermedad, nerviosismo, inmadurez,

neurosis y deficiencia.

Rol de la Ansiedad. Aunque los aspectos subjetivos de la ansiedad son difíciles de describir,

parecen ser universalmente experimentados en respuesta a un sentido de amenaza en la

situación de evaluación. Los síntomas fisiológicos son inicialmente del tipo simpático:

aumento de la presión arterial, pulso y transpiración. Estos síntomas, sin embargo, rara vez

son seguidos por desmayos, mareos (parasimpático). La sensación de desmayo a veces es

resultado de la caída en la presión arterial y puede relacionarse con la acumulación de sangre

en las extremidades inferiores. Igualmente, la boca seca y/o la transpiración son reacciones

autónomas.

La ansiedad en sí misma sirve como un “estímulo” a futuras conceptualizaciones negativas.

Primero, la propia experiencia desagradable sirve para distraer a la persona de la tarea

inmediata, igual como lo haría una pena grande. Luego, él interpreta la ansiedad como una

señal dramática de que no está funcionando bien (y no lo hará bien). La ansiedad misma, más

que cualquier otra evaluación de sus capacidades, se toma como un índice de disfunción. El

individuo tiene ideas como “esta es una señal que no estoy haciéndolo”. Luego, toda su

autoestima se deteriora. Como la atención del individuo se desvía a su ansiedad y como su

aparato cognitivo motor se desvía al peligro, es muy probable que haya un aumento en su

“nerviosismo”, así como también un aumento en la dificultad para desempeñarse.

Información del Desempeño. El típico individuo con ansiedad de hablar en público, usa la

información de la audiencia para saber si lo está haciendo bien. Si la respuesta es negativa,

seguro que su funcionamiento va a sufrir. Si él considera que la audiencia lo encuentra

inadecuado, ese juicio puede activar su noción de no ser adecuado y puede provocar
respuestas “protectoras” no adaptativas. Puede volverse incapacitado, deteriorado e incluso

quedarse mudo. En realidad, él podría funcionar si pensara que es capaz de hacerlo en estas

circunstancias. La respuesta negativa de la audiencia lo hace pensar que no puede hacerlo en

buena forma, en un buen nivel y por eso comienza el círculo vicioso.

El “entreacto”de las actitudes disfuncionales, a menudo es acentuada por una respuesta

negativa de la audiencia, y lleva hacia una andanada de pensamientos como (“pueden pensar

que estoy nervioso”, “piensan que soy débil”, “me están degradando”). Como resultado, el

individuo subjetivamente siente una baja en su sentido de ser capaz de influir en la audiencia y

que su poder se aleja de él. A medida que él se pone “débil y sin poder”, siente gran peligro y

se siente vulnerable a un ataque o desaprobación por parte de la audiencia. El efecto claro es

una caída catastrófica en su confianza para ser capaz de depender de sus capacidades

funcionales y verlo a través de esta crisis.

Conjunto cognitivo durante el habla. El conjunto cognitivo de una persona antes de hacer su

presentación incluye una gran variedad de actitudes y evoca cogniciones desagradables. Todo

el conjunto es ver a la audiencia como amenazante, lista para pararlo en cualquier desliz. El

punto de vista de sus expectativas es que debe hablar claro y articuladamente, que su

contenido sea apropiado e interesante, que sus modales sean naturales y confiables, pero no

muy casuales o informales. Piensa que cualquier desviación de estas reglas darán paso a una

respuesta crítica. Su auto-percepción es que será desnudado, expuesto y no adecuado; y más

aún, que sufrirá inhibiciones desgarradoras y ansiedad que impedirán su desempeño y sufrirá

la crítica y el ridículo. Este conjunto se manifiesta en pensamientos automáticos como “no

seré capaz de hacerlo”, “se enojarán conmigo”, “haré el ridículo”.

Al comienzo del discurso, el conjunto cognitivo consiste en auto monitorearse y evaluación de

la respuesta de la audiencia. Esto está representado por evaluaciones negativas y horrendas

predicciones: “parezco tonto”, “no me estoy expresando bien”, “olvidaré lo que deseo decir”,
“parezco niño”, “no quiero seguir adelante”, “me veré forzado a parar”. La interpretación de

la respuesta de la audiencia se basa en un foco selectivo y se expresa en pensamientos tales

como: “están aburridos”, piensan que soy patético”, “desean que esto ya hubiera terminado”.

El conjunto cognitivo entonces, prepara a la persona para ver un peligro. El orador se prepara

para tratar con un adversario a quien ve como más poderoso que él mismo y quien puede

atacarlo o abandonarlo. El orador se siente vulnerable y expuesto y no percibe que tiene

armas efectivas para defenderse de ataques anticipados. De aquí que se evoque una

respuesta primitiva defensiva -rigidez, inhibición de articulación. El problema es que la

audiencia no es un enemigo que lo atacará, y así, consecuentemente, la protección defensiva

no lo protege del todo. De hecho, debilita su funcionamiento y lo acerca a lo que él quiere

desesperadamente evitar: controlarse en su funcionamiento físico y cognitivo y que la

audiencia no lo vea débil ni incompetente.

Ansiedad ante las Evaluaciones

La ansiedad ante las evaluaciones puede tomarse como una ilustración de los procesos

involucrados en la anticipación de una confrontación específica con una situación evaluativa -

aprehensión con respecto a recursos disponibles para tratar con el “peligro”- y en movilización

de “defensas” primitivas contra la amenaza. Tomemos el caso de un buen estudiante que es

propenso a la ansiedad. Muchos meses antes del examen, está seguro que le irá bien y cree en

sus habilidades y confianza en estar bien preparado. Puede, incluso, sobrevalorar sus

posibilidades de tener éxito.

En algún momento, mientras se acerca la fecha del examen, la posibilidad de no hacerlo bien

entra a su pensamiento. Mientras el examen toma el carácter de una amenaza seria, su

cercanía al test comienza a hacerlo pensar en las consecuencias de fallar –un golpe a su auto-

estima, un obstáculo a futuros planes, una derrota personal, una desgracia a los ojos de sus

amigos y desilusión de su familia.


Pensando en el momento de evaluación de su desempeño, además de la posibilidad de

derrota y sus consecuencias, también afecta su auto estima. A medida que la amenaza se

acerca hay un cambio automático en su organización cognitiva hacia un “conjunto de

vulnerabilidades.” La atención del alumno gira hacia una variedad de posibles debilidades –

omisiones en el material, deficiencias en la comprensión, dificultades en aprender y expresar

lo que ha aprendido. Puede seriamente cuestionarse lo que ha aprendido y su habilidad para

cubrir el material adicional necesario para la evaluación.

A medida que la amenaza por hacerlo mal aumenta, la ansiedad en sí misma también

aumenta y lo puede impulsar a más esfuerzos para cubrir su material y le da una advertencia

tal como “nunca podrás estar preparado a tiempo”.

Supongamos que el día del examen llega. La vulnerabilidad domina. El estudiante está

preocupado por sus propias debilidades y la probabilidad que las preguntas del examen

puedan atacar vacíos desconocidos en su conocimiento o comprensión. A medida que va

mirando su examen, su cognición lo influencia para ver las preguntas como enormes y sus

propios recursos como mínimos. Si las preguntas fueran realmente difíciles, entonces la

diferencia entre las demandas y sus propios recursos puede ser grande. Esa discrepancia se

traslada hacia una amenaza: “no seré capaz de manejar esto”.

A estas alturas puede ocurrir uno de los fenómenos más incapacitantes asociados con la

ansiedad ante las evaluaciones. Su mente se va a “blanco”, tiene dificultad para tener acceso

al material con el cual él es muy familiar y su habilidad de racionamiento parece paralizarse. El

bloqueo es un componente de la ansiedad ante las evaluaciones, así como también de otras

evaluaciones de la ansiedad que son difíciles de explicar. Una posible explicación es que el

individuo percibe la tarea como que abruma sus recursos disponibles: por ejemplo, las

preguntas pueden parecer muy lejanas a su comprensión, conocimiento o habilidad. La

percepción que el test es complicado puede tener el mismo efecto en él como cuando una
tarea es realmente difícil. Podemos decir que, cuando se enfrenta a algo que sobrepasa sus

capacidades, el aparato cognitivo cierra una parte de su capacidad así como una compañía

eléctrica, por circunstancias distintas, cierra automáticamente parte de su capacidad. Otra

explicación posible de la tremenda inhabilidad, racionamiento y expresión verbal puede ser

que los reflejos primitivos inhibidores están activados para servir la función anacrónica de

trasladar toda la atención al peligro.

El componente cognitivo es obvio en casos de evaluaciones de la ansiedad progresivas.

Mientras el estudiante continúa luchando con las preguntas o instrucciones, tiende a exagerar

defectos en su conocimiento, comprensión y sus respuestas. Cada imperfección toma la forma

de un peligro y aumenta la propensión a un fracaso.

Muchos estudiantes, por supuesto, parecen ser capaces de movilizar sus recursos cuando se

enfrentan con un test y una vez que comienzan a escribir, sus pensamientos empiezan a fluir y

la vulnerabilidad baja. El tema serio de la evaluación de las ansiedades, sin embargo, es que es

incapaz de rechazar o anular la vulnerabilidad. Continúa operando en dos niveles: uno que

trata con las actuales preguntas del examen, y el otro, con continuas predicciones y auto-

evaluaciones. Nociones como “eres estúpido”, “nunca terminarás a tiempo”, “no puedes

entender”, ponen un gran peso en su capacidad cognitiva y eso reduce la eficiencia y el

desempeño. Algunos estudiantes pasan de la fase defensiva (cuerpo rígido, puños apretados)

a la fase débil o inútil (sentirse mareado, cojo, etc.) –una respuesta que sugiere una reacción

parasimpática. Otros pueden responder con ataque de pánico –ansiedad abrumadora y un

deseo incontrolado de huir- y en verdad, puede irse y no regresar.

Síntesis

Para el sujeto sensitivo ser evaluado (por ejemplo, dar un examen, hablar en público o salir a

una cita) es parecido a estar sometido a una prueba penosa. Puede ser como ir a un dentista

para un tratamiento de un diente. La situación evaluativa se ve como una confrontación o


desafío que pone al sujeto a la defensiva. El asume que es incumbente a él verse con los

evaluadores y encubrir sus supuestos defectos, ineptitud, ignorancia, mientras que es su rol

revelar su ignorancia, ineptitud y estupidez. Debido a que él mira a las otras personas

(audiencia, notas de las evaluaciones, fechas) como que ven las debilidades, piensa que ellos

se darán cuenta de cada caída, señal nerviosa y lo devaluarán por eso. Así, queda rígido

después de cada percance e imagina la reacción negativa inmediata de los evaluadores y los

efectos negativos a futuro.

Desde el momento que él se siente vulnerable, la reacción del sujeto es auto-protectora: se

oculta bajo su concha como para cubrir cualquier cosa. Actualmente, este ocultamiento se

expresa en la forma de la inhibición. Desafortunadamente para él, la inhibición no solo oculta

las debilidades (ya que lo previene de escribir o decir “algo estúpido”) sino también interfiere

con la presentación efectiva de él mismo. En consecuencia, el sujeto está perdido por el

mecanismo fundamental (reflejo) designado para protegerlo.

Los temores premonitorios llevan a una rigidez antes de un encuentro. El sujeto se apoya en sí

mismo para absorber el impacto de un escrutinio agresivo de los evaluadores. Este tipo de

inhibición, sin embargo, interfiere con la auto-expresión espontánea. Así, al comienzo de un

encuentro, su mente se va a blanco, tartamudea y no puede enfocarse en lo que debe decir o

escribir. Más aún, percibe las preguntas del examen como si fueran más difíciles de lo que son,

a la audiencia la ve poco amistosa y la cita menos interesante. También subestima su

capacidad de afrontamiento. “Romper el hielo” consiste en levantar la inhibición a través de la

acción, descubriendo que él no necesita retraerse y puede permitir un juego libre de su

personalidad o habilidad sin represalias.

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