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"Una educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos

inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una
sociedad que se quiera más a sí misma". Gabriel García Márquez.

PUNTO DE VISTA

EDUCACIÓN PARA UNA CIUDADANÍA DE SU TIEMPO


Por Ricardo Villa Sánchez
@rvillasanchez

La educación pública de alta calidad no es el resultado de políticas educativas por


sí solas, sino también de políticas sociales. Esta máxima del modelo finlandés,
comprende que un país con igualdad de oportunidades, parte de la educación
pública, pluralista, gratuita y de calidad, articulada al bienestar social, al desarrollo
sostenible y a la calidad de la democracia.

Nada es casualidad, en un país sin memoria: en el día mundial de la salud mental,


los estudiantes se movilizaron en defensa de la educación superior, por la grave
amenaza de recortes sustanciales a su financiación. Muchos al escuchar sus
consignas, sufrimos una especie de dejavu; otros, lanza en ristre, salieron a
censurar la manifestación de la indignación de los estudiantes, durante la
movilización, y después de la misma, en presiones y ceses de actividades. En un
país democrático, es clave que dejen a los estudiantes pensar por sí mismos y
expresarse a su manera. El pluralismo es el soporte fundamental de la autonomía
universitaria y de una ciudadanía estudiantil.

Para Amartya Sen, la ampliación de la capacidad del ser humano, tiene importancia
directa e indirecta para conseguir el desarrollo. En este punto, la educación es una
capacidad esencial que posibilita el progreso de un país, promueve la autonomía,
fortalece otra escala de valores, permite el diálogo social como forma de resolución
de conflictos, le aporta a la movilidad social y cultural. Por ejemplo, muchos
consideran que la lucha eficaz contra la corrupción parte de una educación de
calidad.

La educación no sólo genera competencias, habilidades y destrezas en el individuo,


sino que lo aproxima a la libertad, así como justifica la revitalización del ser político
por medios diversos y alternativos, en los que le permite auto reconocerse, en su
visión y rol en el mundo de la vida. En un país en que haya igualdad de
oportunidades de acceso a la educación, habrá mayor calidad de vida. Por ejemplo,
en Santa Marta, tanto el Rector de la Universidad del Magdalena como el Alcalde
actual, así pareciera que ahora no miraran en la misma dirección, son egresados
del sistema de educación pública hasta el nivel superior, son fruto de un proceso de
recuperación de lo público, en el que inició su liderazgo, y se formaron como
profesionales y como ciudadanos: ¿Qué tal que caminaran unidos o en propósitos
comunes de desarrollo social para la Región Caribe?

Cuando una persona se priva de la posibilidad de educarse, asume que, de manera


inevitable, esa carencia será un lastre y un limitante en su vida. Mientras que una
educación universal, que siembre consciencia en ciudadanos libres, para que se
enganchen en la productividad del país, como agentes del desarrollo, con trabajo
digno, será el pasaporte hacia el avance social. En esa vía, para el estudio J14, los
jóvenes en Bogotá, que desertan en su educación, lo harían por problemas
económicos o para poder avanzar en su proceso educativo, deberían trabajar y
estudiar; en el caso de las mujeres, su no continuidad en los estudios se asociaría
al embarazo a temprana edad o al cuidado de sus hijos. Es decir, cuando dejan de
ser jóvenes en sus vivencias, adquieren responsabilidades de adultos, por lo que,
pareciera, les tocara escoger entre estas mismas y su vida propia o bajar los brazos
para etiquetarse como "NINIS", los que ni estudian ni trabajan, los que se ven
sometidos al atraso, a la trampa de la pobreza, a la inseguridad y a la
instrumentalización. ¿Será por esto que sólo 16 de cada 100 jóvenes en la capital
del país accedan a la educación superior? En fin, quizás para responder a esta
pregunta, en Bogotá para 2015, se invirtió más del 12% (3,2 billones) en educación,
de lo que se gastó en todo el país; ya veremos si esta acción, se trunca o refuerza,
en el futuro.

Las nuevas ciudadanías que se movilizaron en defensa de una causa transversal


que reivindican, no le pertenecen a nadie: bájense de esa nube. Representan una
ciudadanía informada, así haya mucha basura y frivolidad, en diversos espacios
formales e informales, como, por ejemplo, en las redes sociales; que está en una
búsqueda de espacios de deliberación política y que se encienden con causas que
reivindican, no por personas o liderazgos carismáticos, sino en defensa de sus
derechos. Los jóvenes y capas medias que se movilizaron por la educación superior,
fueron los que en su mayoría votaron por el Sí a la Paz, se pronunciaron en las
elecciones al Congreso de la República, en las primarias de las Consultas Internas
e Interpartidistas, en la primera y segunda vuelta y en la Consulta Anticorrupción.
Esto no significa que militen en Partido o movimiento político alguno.

La reivindicación del derecho a la educación es una causa política que une a la


ciudadanía. Además, representa una de las pocas oportunidades que da la fuerza
para superar a la desigualdad social. Eso no se puede desconocer. Allí uno podría
reflexionar que la pregunta en educación no es ¿usted no sabe quién soy yo? sino
¿usted no sabe quién podría llegar a ser yo? Lo que ocurre es que le temen a una
ciudadanía empoderada para el buen vivir, la dignidad y la democracia. La defensa
de la educación es una causa popular que une en propósitos comunes y genera
esperanza. Por tanto, es una aptitud política. Ojalá buscara adaptar al ciudadano a
su tiempo, para que, en una Colombia más educada, se experimente la Paz.

Santa Marta, 16 de octubre de 2018.

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