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Clima de antivalores

Ahora bien, quien pretende formar en valores debe tener muy claro que tanto la sociedad como los medios de
comunicación nos transmiten más bien un clima de antivalores, que “contagia” con frecuencia a la familia, la
escuela, la iglesia. Se nos presenta una felicidad individualista ligada al erotismo y a la irresponsabilidad. Se nos
ofrece un mundo en el que el dinero y el poder son los absolutos, donde todo se alcanza en la medida en que triunfas,
sin importar quién pierde. En la sociedad de la opulencia se vive otras formas de impunidad: irrespeto ecológico,
evasión de impuestos y responsabilidades, sin sufrir ninguna forma de condena.

De ahí que formar en valores es formar “salmones” capaces de ir contra corriente. El clima de antivalores imperante
debe ser acicate para el surgimiento de una política diferente basada en principios éticos. El valor es independiente
de las normas, está más allá de ellas, pero la necesita, como medio de implementación. Por otra parte, se pueden
vivir normas sin tener asumidos necesariamente los valores –de la manera como los hemos presentado-, pero sí como
condición indispensable de convivencia humana yd e convivencia en la tierra y cuya trasgresión no debe quedar en la
impunidad.

Además, se toman los cuatro valores y no solo uno de ellos. Estos valores someten a juicios nuestras ideologías; es
decir, esas persuasiones que tenemos como incuestionables o intocables. Los cuatro valores cuestionan el clima de
antivalor. Muy importante en algo que se promueve desde la plenitud de la persona, es el buen uso de la
inteligencia, de la búsqueda, de la investigación, de la ciencia y de la tecnología. Para ser persona en plenitud, hay
que desarrollar la capacidad de entender la realidad para poder transformarla, aunque sea en pequeñas dosis, en
números sencillos. Y todo en el horizonte solidario. Se habló siempre que lo que define la humanidad como
“sapiens” es también su capacidad de “faber”, es decir, de transformador de las realidades en algo para beneficio de
los demás. La cultura es también la cadena de transmisión de los logros de las generaciones pasadas y también la
audacia encerrada en la memoria del futuro.

Tomado de: Cabarrús, C. S.J. (s/f) Retos universitarios landivarianos. Guatemala: Universidad Rafael Landívar.

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