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ISSN 0718-8382
Primavera 2014
Entrevista
TRAWNY, Un segundo comienzo. Diálogo con el editor de
Peter los Cuadernos Negros de Martin Heidegger
GUIMARÃES HOEPFNER,
Soraya
CENALTES EDICIONES
HYBRIS.
REVISTA DE FILOSOFÍA.
VOL. 5-Nº 1/2014 – Publicación Semestral
Semestre Primavera
ISSN: 0718-8382
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Comité Editorial
Lic. Jorge Acevedo Guerra, U. de Chile, Chile
Dr. (c) Víctor Berríos Guajardo, U. Metropolitana de Ciencias de la Educación, Chile.
Dr. Germán Cano Cuenca, U. Alcalá de Henares, España.
Dr. Francisco Casa Restrepo, U. de la Sabana, Colombia
Dr. Rodrigo Castro Orellana, U. Complutense de Madrid, España.
Dra. Íris Fátima Da Silva, Universidade Federal do Rio Grande do Norte, Brasil
Mag. Antonio Freire Hermosilla, U. Católica Silva Henríquez, Chile.
Dr(c). Esteban Ordiano Hernández, U. Nacional Autónoma de México, México
Dr. (c) Nelson Rodríguez Arratia, U. Católica Silva Henríquez, Chile.
CENALTES Ediciones
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representan necesariamente el pensamiento de CENALTES.
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Índice
Por último, sólo queda desear una buena lectura, y mejor reflexión, de los
artículos y entrevista publicados en este número.
∗
El presente artículo forma parte de la investigación doctoral que la autora ha realizado en la
Universidad Paris VIII Vincennes-Saint Denis en cotutela con la Universidad Complutense de
Madrid, financiada por CONICYT.
∗∗
Chilena. Profesora de Filosofía y Licenciada en Educación por la Universidad Católica Silva
Henríquez. Magister en estudios avanzados de Genero y Cultura, mención Filosofía y
Humanidades por la Universidad de Chile. Doctora(c) en Filosofía por la Universidad Paris
VIII Vincennes-Saint Denis en cotutela con la Universidad Complutense de Madrid.
Nota del editor: El manuscrito original consigna todas las citas en francés, idioma en que se
ha realizado la investigación. La autora del artículo ha realizado las traducciones al castellano
para esta edición. Por lo cual, se conservan las citas en francés y se añade su traducción al
castellano; con la excepción de una cita de la Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, que se
recoge de la traducción en castellano realizada por Valls Plana para Alianza.
SOUYRIS, Lorena. «La subjetivación de la falta: entre Lacan y Hegel ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol.5
N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 7-32
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SOUYRIS, Lorena. «La subjetivación de la falta: entre Lacan y Hegel ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol.5
N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 7-32.
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A este respecto ver, HEGEL, G.W.F. Science de la Logique, premier tome – la logique objective,
deuxième livre: La doctrine de l’Essence. Traduction, présentation, notes par Gwendoline Jarczyk
et Pierre-Jean Labarrière. Kimé Editions, Paris, 2010, pp. 16/17/18/19/20/21/22/23/24/25/26.
[249], [250], [251], [252], [253], [254], [255], [256].
3
“Escribir ahora en el lugar de «a» la palabra «saber». Nosotros no sabemos aun lo que es, ya que
es sobre eso donde nosotros interrogamos. Si 1 es el campo del Otro, el campo de la verdad en
tanto que ella no se sabe […] hay un saber que dice hay alguna parte de la verdad que no se
sabe, es la que se articula al nivel del inconsciente. Es ahí donde debemos encontrar la verdad
sobre el saber”.
«[…]écrivez maintenant à la place de a le mot « savoir ». Nous ne savons pas encore ce que c’est,
puisque c’est là-dessus que nous interrogeons. Si 1 est le champ de l’Autre, le champ de la vérité
en tant qu’elle ne se sait pas […] il y a un savoir qui dit il y a quelque part une vérité qui ne se sait
pas, c’est celle qui s’articule au niveau de l’inconscient. C’est là que nous devons trouver la vérité
sur le savoir» LACAN, Jacques. Le Séminaire livre XVI :D’un Atre à l’autre. Du Seuil, 2006, Paris, p.
199.
4
Este concepto hace alusión al inconsciente tal y como lo habría desarrollado Michel Foucault en
su libro Las palabras y las cosas. En este libro Foucault desarrolla un capitulo consagrado a la
frontera entre el “Cogito y lo impensado” donde expone, a partir de la figura doble que tiene el
hombre en sentido empírico-trascendental, el modo de ser en el cual se funda la dimensión
siempre abierta que va de un cogito en cuanto acto de pensar y reflexión que se piensa a sí
mismo, hacia el lugar de lo no-pensado. Dicho lugar legitima el desconocimiento, también, que
habita en el hombre y que desborda porque se le escapa. Sin embargo, dicho no-conocido llama,
en su insistencia, al hombre al conocimiento de-sí en cuanto abrir a la posibilidad que el hombre
piense lo que no piensa y habite aquello que se le escapa. Foucault se interroga por las
condiciones de posibilidad del hombre sujetado a un lenguaje que se ha formado sin él, debido a
que constantemente huye. “[…] se trata no de la verdad sino del ser; no de la naturaleza, sino
del hombre; no de la posibilidad de un conocimiento, sino de un primer desconocimiento; no del
carácter no fundado de las teorías filosóficas frente a la ciencia, sino de la retoma en una
conciencia filosófica clara de todo ese dominio de experiencias no fundadas en el que el hombre
no se reconoce”. FOUCAULT, Michel. Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias
humanas. Editorial siglo XXI, Buenos Aires, 2002, p. 314. Por su parte, la propuesta del autor es
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SOUYRIS, Lorena. «La subjetivación de la falta: entre Lacan y Hegel ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol.5
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El estatuto de lo absoluto toma parte como el goce que siempre vuelve al mismo
lugar, sería la repetición de la diferencia absoluta. Desde esta perspectiva, el
enunciado del inconsciente es una escritura cuya huella significante marca el
lugar de la falta del saber. En la medida que este saber es la falta, aparece como
lo absoluto y se constituye como absoluto. En efecto, si existe una relación entre
saber y verdad, la escritura del inconsciente produce la afirmación de un deseo
como falta de verdad, como su negación y esa falta garantiza el goce como un
ejercicio de exclusión. Una exclusión, más bien, ligada a lo más intimo del silencio
absoluto, que no es otra cosa que la muerte. Una muerte que se inscribe como el
Autre [Otro] en cuanto es la presencia inminentemente intolerable del goce.
de la instalación de un cogito moderno distinto al cartesiano, en la medida que este cogito deja
valer la ligazón y des-ligazón simultanea del pensamiento presente a sí y aquello que,
perteneciente al pensamiento, estaría enraizado en lo no-pensado. Concluyendo, de esta
manera, que la re- significación de un “cogito” no es sino una interrogación sobre la manera de
habitar de un pensamiento fuera de aquí, no obstante, muy próximo a sí mismo; de un
pensamiento que es pero su ser es en lo no-pensante. Lo que deja entrever que no existiría una
garantía entre el “pienso” y el “yo”, en otras palabras: […] Este doble movimiento del cogito
moderno explica por qué el “pienso” no conduce a la evidencia del “Yo”; en efecto, tan luego
como se muestra el “pienso”(…) no es posible hacerlo seguir por la afirmación de que “soy”. La
apertura de un cogito que no afirma un ser, sino que inscribe un abanico de interrogaciones en
las que se pregunta por el ser, permite comprender un cierta plasticidad del soy y no-soy donde
cabe la pregunta por ¿Qué es lo que debe ser el yo que piensa, y qué es su pensamiento, para
que sea también aquello que no piensa? o, más aun, para que su pensamiento sea aquello por
lo cual el yo no es; posibilitando, así, que el pensamiento se articule en lo impensado. Sería una
ontología de lo impensado que pone fuera de juego la primacía del “pienso”. Para finalizar,
Foucault concluye que el estatuto de lo impensado, no sólo a través de la consecuencia negativa
y de orden histórico donde analiza la fenomenología, el cogito cartesiano y el motivo
trascendental de Kant; sino más bien, y es lo que interesa para este artículo, su estatuto estaría
inscrito en la relación del hombre y el inconsciente, donde lo impensado aparecería como el
lugar de lo Otro que garantizaría la ley de pensar lo impensado o de reflexionar en la forma del
para-sí los contenidos de lo en-sí. “[…]el pensamiento moderno avanza en esta dirección en la
que lo Otro del hombre debe convertirse en lo Mismo que él”.FOUCAULT, Michel. Las palabras y
las cosas, p.319.
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Ahora bien, abordar todo aquello implica detenerse en la categorización del deseo
y su distinción con el goce para mostrar la necesidad de entender la subjetivación
y la falta como una articulación que contiene de suyo un ejercicio escéptico5 y
cuya función subjetivante es lo que constituye y se constituye como duelo o
pérdida.
5
El concepto de escepticismo, en sentido etimológico, quiere decir: σκεπτικη que no obedece
necesariamente a la idea de duda, sino a la idea de examen (σκεπτεσθαι). Desde este punto de
vista, cuando se habla de un “ejercicio escéptico” en la articulación entre subjetividad y falta es
porque se intenta considerar la escritura inconsciente como cargada de momentos escépticos,
donde el movimiento significante, al desplazarse a lo Otro de sí, dicho movimiento contiene una
negación inherente que es, también, de disolución de las categorías finitas del entendimiento
consciente. De suerte que inscribir el escepticismo al interior del inconsciente es intentar
repensar el movimiento de desplazamiento y de metonimia que dan un efecto de sentido y de
significado, como lo que rinde posible poner en duda y someter a examen los significados
simbólicos que sostienen el deseo inconsciente cuya base es, finalmente, el estatuto de falta
inscrita en la cadena significante, una falta como lo imposible de colmar debido al movimiento
lógico de disolución interna que estructura la inconsciente y que no es sino la dialéctica
contradictoria que permite pensar que el inconsciente tiene un lado negativo de disolución
contra todo lo que es limitado propio a los hechos de consciencia. Así, la exhibición del
momento escéptico como momento esencial del movimiento significante que traza la escritura
y el decir del inconsciente, es la exhibición de lo Real del goce que se revela a sí mismo en su
puro devenir dialectico que va negándose/consumiéndose en su desaparición y su imposibilidad
de ser colmado. He ahí el momento de impoder del goce en tanto negación y falta, en tanto
disolución que define lo Real como lo imposible por su carácter de inaccesibilidad que lleva a su
falta esencial, a su disolución y pérdida primordial.
6
Una breve consideración acerca de la palabra deseo que se usa en el Español y el Francés,
¿corresponde ella, exactamente, a los términos alemanes que uso Hegel? En su sentido
etimológico, la palabra “deseo” viene del latín desiderium que comparece, además, con el
término “sidus”, estas dos acepciones nos permite decir que la traducción más exacta de la
palabra “deseo” es desastre. Luego el deseo es desastroso, él consiste en operar una caída o una
catástrofe cuya consideración, entonces, es de escapar a tal sideración desestabilizante; no
obstante en el mismo ejercicio de “escape” el deseo se consume en tal destrucción.Por otra
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SOUYRIS, Lorena. «La subjetivación de la falta: entre Lacan y Hegel ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol.5
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Desde este punto de vista, existe un punto de intersección entre Lacan y Hegel,
a través del estatuto de la apetencia y el goce. La primera, inscrita en el
esqueleto lógico de la dialéctica Señorío/Servidumbre como el motor de fuerza
escéptica que mueve la estructura misma de la dialéctica; la segunda, en tanto
lugar de la falta, el límite y la subversión que se manifiesta, también, como lo
imposible. En ambas figuras, una lógica anima su actividad, en cuanto fuerza
negativa que posibilita la diferencia. Es decir, lo en sí se dirige hacia el para sí, y
se constituyen en la escisión escéptica.
Desde este punto de vista, cuando se habla de una cierta función subjetivante del
duelo o la pérdida lógica, es para tomar distancia del así llamado “trabajo de
duelo” y proponer la posibilidad de traducir lo que se pierde en forma “discursiva”
subjetiva y, desde ahí, explorar el modo cómo se va articulando dicha pérdida
inscrita en el lenguaje. Un lenguaje cuya palabra se excluye deviniendo un
lenguaje inefable. Es aquí donde es viable la subjetivación de la falta en Lacan y
Hegel.
Ahora bien, dicho duelo en el lenguaje y como lenguaje instaura la pérdida como
objeto de la muerte. De este modo, Lacan plantea la figura de la muerte con el
vacío de la inexistencia del otro, de suerte que serán las conceptualizaciones de
Lacan sobre el sujeto del inconsciente las que nos llevaran a reflexionar sobre la
subjetivación de la pérdida como posibilidad de ir más allá de las teorías que giran
alrededor del trauma y la angustia, para acercarse a una “recomposición”
subjetiva en el sentido de una identidad dislocada del sujeto.
parte, El término “deseo”, en alemán, tiene dos significaciones o acepciones. Por una parte,
quiere decir, Begierde y Wunsch pero, también dice relación con el término Lust que connotaría
la idea de felicitar o simplemente una expresión de deseo. Ahora bien, en la traducción francesa,
deseo, quiere decir désir o souhaiter, donde ésta última haría referencia a Lust, del alemán. No
obstante, la primera, o sea, désir sería la expresión que tomaría Jean Hyppolite: filósofo que
tradujo al francés La phenomenologie de l’esprit y, además, Génèse et structure de la
phénomenologie de l’esprit de Hegel, Aubier, éditions Montaigne, 1978, para consagrar el
análisis hegeliano de la Fenomenología del Espíritu y donde instalaría el “deseo” como désir.
Finalmente, en la traducción al español hecha por Wenceslao Roses, éste autor traduce
Bergierde por “apetencia” que tiene matices importantes con lo que significa "desear". Las
traducciones hechas al español y al francés, a mi juicio, traerán a colación consecuencias, no sólo
semánticas, sino político/filosóficas tremendas.
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«le signifiant represente au sujet pour une autre signifiant».LACAN, Jacques. Le Séminaire Livre
XII : problèmes cruciaux pour la psychanalyse, inédit. www.gaogoa.free.fr 3eme session.
« Seminario libro XII : Problemas cruciales para el psicoanalisis »
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Para ejemplificar esto tomaremos aquello que dice Alain Badiou en su libro
Théorie du Sujet. Badiou consagra su análisis del sujeto considerando 4 tesis con
respecto al dispositivo axiomático que estructura las primeras doctrinas de Lacan
hasta los años 60. Recordemos estos principios. Primero que todo, la tesis del
lugar vacío en tanto mecanismo de repetición8, luego está la tesis de la noción de
évanouissant9 que Badiou relaciona con el principio de torsión10, posteriormente
establece una correspondencia entre la fijación imaginaria y el principio del
“todo”11 y, finalmente concluye con la tesis del phallus en tanto un principio de
encadenamiento12. ¿Cuál sería allí el recorrido lógico y topológico que intenta
8
"Más bien que de nada de lo Real, que uno se cree en el deber de suponer, es justamente de lo
que no estaba que lo que se repite procede"
«Plutôt que de rien du réel, qu’on se croit en devoir d’y supposer, c’est justement de ce qui n’était pas que
ce qui se répète procède». LACAN, Jacques. Ecrits. Du Seuil, Paris, 1966. P. 43.
9
BADIOU, Alain. Théorie du sujet. Du Seuil, Paris, 1982, p. 154.
10
“Allí donde era en el instante mismo, allí donde era por poco, entra esta extinción que es aun y
esta apertura que tropieza, yo quiero venir al ser para desaparecer de mi dicho. Enunciación que
se denuncia, enunciado que se renuncia, ignorancia que se disipa, ocasión que se pierde, ¿qué es
lo que queda aquí sino la traza de lo que hace falta bien que sea para olvidar el ser?”
«Là où c’était à l’instant même, là où c’était pour un peu, entre cette extinction qui lui encore et
cette éclosion qui achoppe, je veux venir à l’être de disparaître de mon dit. Enonciation qui se
dénonce, énoncé qui se renonce, ignorance qui se dissipe, occasion qui se perd, qu’est-ce qui
reste ici sinon la trace de ce qu’il faut bien qui soit pour choir de l’être ? LACAN, Jacques. Ecrits, p.
801.
11
“Sin embargo, una vez definida como imagen puesta en función en la estructura significante, la
noción de fantasma inconsciente no hace más dificultad. Decimos que el fantasma, en su uso
fundamental, es esto por lo que el sujeto se sostiene al nivel de su deseo desvanecido,
desvaneciéndose para que la misma satisfacción de la demanda le robe su objeto”.
«Cependant, une fois définie comme image mise en fonction dans la structure signifiante, la
notion de fantasme inconscient ne fait plus de difficulté. Disons que le fantasme, dans son usage
fondamental, est ce par quoi le sujet se soutient au niveau de son désir évanouissant,
évanouissant pour autant que la satisfaction même de la demande lui dérobe son objet »,
LACAN, Jacques. Ecrits, p. 637.
12
“Porque el Falo es un significante, un significante cuya función en la economía intrasubjetiva del
análisis, levanta posiblemente el velo de la que tenía en los misterios. Ya que es el significante
destinado a designar en su conjunto los efectos del significado, como el significante los
condiciona por su presencia de significante. Este significante será pues el significante para el que
todos los otros significantes representan al sujeto: es decir que por falta de este significante,
todos los otros no representan nada. Ya que nada es representado para sí. Ahora bien, la batería
de los significantes, en tanto que ella es, siendo allí misma completa, este significante no puede
ser sino un trazo que se traza en su círculo sin poder ser contado. Lo simbolizable por la
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dar cuenta Badiou? Primero que todo comienza con el principio de torsión que
constituye al sujeto eclipsado y cuya proyección va hacia el estatuto de la
imagen fantasmática que registraría la fijación imaginaria y, por tanto, el
principio de completud. Luego la ilusión de totalidad permite la opacidad de la
falta que, en lo sucesivo, se establece como principio de repetición haciendo
posible la coherencia phalica que, a su vez, crea el efecto subjetivo del sujeto
dividido. Es en el principio de repetición de la falta, donde residiría la función
subjetivante del duelo y que reinscribiría la falta entretejida en el conjunto
significante, a saber, en la coherencia phalica. En otras palabras, sería el
vaciamiento del goce que cada duelo puede producir para llegar al deseo, que
cada sacrificio significante contiene y promueve. Ahora bien, la idea de
“posibilidad” aquí, quiere decir la no-garantía de su logro, alcanzando así, una
suerte de des-subjetivación o la pérdida de la subjetividad.
En concreto, todo sujeto esta mediado por una falta en ser y una destrucción,
como también está determinado por una repetición y una interrupción, pero
también, por una inversión y un exceso. En suma y tomando las nociones de
Hegel, el sujeto como consciencia de-sí hace presente a sí misma la “cosa” que se
piensa a sí y piensa en el sujeto. Por consiguiente, lo que está perdido, es la
inherencia de lo uno (-1) al conjunto de los significantes, es como tal impronunciable, pero no su
operación, pues al ser lo que se produce, es como se iguala a su significación”.
«Car le Phallus est un signifiant, un signifiant dont la fonction dans l’économie intrasubjective de
l’analyse, soulève peut-être le voile de celle qu’il tenait dans les mystères. Car c’est le signifiant
destiné à designer dans leur ensemble les effets de signifié, en tant que le signifiant les
conditionne par sa présence de signifiant. Ce signifiant sera donc le signifiant pour quoi tous les
autres signifiants représentent le sujet : c’est dire que faute de ce signifiant, tous les autres ne
représenteraient rien. Puisque rien n’est représenté que pour. Or la batterie des signifiants, en
tant qu’elle est, étant par là même complète, ce signifiant ne peut être qu’un trait qui se trace de
son cercle sans pouvoir y être compté. Symbolisable par l’inhérence d’un ( -1) à l’ensemble des
signifiants. Il est comme tel imprononçable, mais non pas son opération, car elle est ce qui se
produit s’égale à sa signification» LACAN, Jacques. Ecrits, p. 819.
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Desde este punto de vista, conviene aquí destacar que la subjetivación sólo puede
lograrse por la apelación al significante lo que permite afirmar, por parte de
Lacan en Le Séminaire VIII: le transfert, que para subjetivar es preciso que algo se
signifique para el sujeto, y para ello es necesario encontrar un lugar traducible en
el Otro. (sesión 5 abril 1961), es decir, que a partir de lo que se pierde pueda ser
traducible en forma discursiva, a pesar que la función subjetivante en el duelo
siempre deja un resto fallido por estar montada por la función errante de las
palabras, del lenguaje escripturaire.
Admitiendo pues, que la destrucción es una figura de arraigo del sujeto donde la
pérdida no sólo ocupa el lugar de la falta sino también de consistencia de un
exceso, entonces se puede sostener, no sólo que la pérdida es un exceso sino que,
mediante ese exceso, el sujeto se afirma en aquello que sobrevive al
incumplimiento de la falta misma, a saber, se aferra a la repetición que subyace
al efecto de presencia de la pérdida.
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“El momento dialéctico es el propio superar de tales determinaciones finitas y su pasar a sus
opuestas. 1) Lo dialéctico, tomado por el entendimiento como algo separado de por sí,
especialmente cuando se hace patente en los conceptos científicos, constituye el escepticismo;
éste contiene la mera negación como resultado de lo dialéctico. 2) La dialéctica se considera
habitualmente como una habilidad extrínseca que puede producir arbitrariamente una
confusión en determinados conceptos y una mera apariencia de contradicción en ellos, de
modo que [según este modo de ver] lo nulo no serían aquellas determinaciones, sino la
apariencia [de contradicción], y lo que el entendimiento capta, por el contrario, sería más bien
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Tout est toujours sacrifié dans et par le dire spéculatif, et ce, parce que tout y
est déjà sauvé. Le dire spéculatif obéit toujours à cette loi, il engage toujours le
processus du sacrifice comme mouvance de sa réappropriation infinie; car nul
ne peut vivre sans se donner la mort, c’est-à-dire sans aussi ressusciter en une
«nouvelle existence, un nouveau monde et une nouvelle figure de l’esprit et il
ne saurait y avoir dans cette mouvance autre chose, selon Hegel, que
l’histoire de la signifiance elle-même; histoire qui est l’autre nom de
l’aufhebung. Hegel précise toujours que cette réflexion nous appartient. Et ce,
parce qu’elle nous donne la matrice de tout ce que le dire spéculatif doit
encore éprouver en lui-même et pour lui-même. C’est ici que Hegel met en
scène le procès entièrement engendré et enduré par le dire spéculatif dans sa
confrontation avec sa propre contradiction, procès œuvrant selon une triple
modalité que nous connaissons sous le nom de dialectique14.
En efecto, aquí se da una palabra que resalta el estatuto del aniquilamiento por el
cual la traza del decir sacrificial nombra la desposesión que concierne,
precisamente, a la desaparición y la pérdida por parte del sujeto de poder
cogerse en tanto sujeto de la palabra, es decir, sujeto del enunciado.
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Se puede advertir aquí que Lacan intenta darle un significado distinto al crimen.
Por una parte a través de una idea fundacional en tanto hace posible la ley y la
norma, pero por otra parte, también se puede dilucidar un más allá donde
comparece la muerte que, también, es vida sin nombre ni sin rostro, sólo la
garantía de la trasgresión de la línea. Y más aun, se puede notar la idea de una
“segunda muerte” en el sentido que el individuo se libera de las cadenas de la ley.
15
“El sentido de este crimen, yo se los he mostrado, no puede ser que un fantasma irrisorio, pero
de lo que se trata es de lo que el pensamiento designa. El crimen seria lo que no respeta el orden
natural y el pensamiento de Sade va hasta forjar este exceso verdaderamente singular […] que
por el crimen, está en el poder del hombre de librar la naturaleza de las cadenas de sus propias
leyes, porque sus propias leyes son unas cadenas. La reproducción de las formas alrededor del
cual vienen a sumergirse en un impase de conflictos sus posibilidades a la vez armónicas e
inconciliables, es todo esto lo que necesita apartar para forzarla, si se puede decir, a empezar de
nuevo a partir de la nada. Tal es la finalidad de este crimen. Esto no es para nada que el crimen
fuera para nosotros un horizonte de nuestra exploración de deseos y que esto sea a partir de un
crimen original que Freud haya debido intentar construir la genealogía de la ley”. LACAN,
Jacques. Le Séminaire livre VII: l’éthique de la psychanalyse. Du Seuil, Paris, 1986, p. 303.
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Lo que permite acceder a aquello que está más allá de la línea y que sería un
pensamiento tormentoso y escatológico, no obstante seria una reflexión que
expresa un discurso del no-olvido que, como estructura, liga con el gesto de la
transgresión16.
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saber es por esto que Lacan toma a Antígona, para seguir los lineamientos de la
filosofía y del pensamiento en general. La tragedia es aquello que garantiza la
superación del pensamiento para dar un paso más allá. ¿No es acaso el estatuto
de lo trágico lo que envuelve lo escéptico en-sí? La tragedia oculta un impensado,
es decir, un pensamiento que al no ser pensado está a la espera constante,
configurando un por-venir. Seria, ésta la estructura misma en la relación entre
saber y no saber. De ahí que la tragedia está más allá del límite que se instala
como la barrera. Así pues, se podría decir que tres teorías se con-funden allí y
sobre-determinan, por una parte una teoría del deseo que es, de hecho, una
teoría del sujeto; luego una teoría de la cura que inscribiría la dimensión trágica
de la experiencia analítica y, finalmente una teoría ética -orientado por este bien
llamado deseo- del fin o los fines del análisis así como el recorrido que él supone.
A partir de esto, vamos a sostener que es posible establecer una cuarta teoría; si
bien Antígona representa una destitución subjetiva propia al recorrido de la
experiencia analítica, lo que podría sostener la disolución del Yo hacia una
autonomía, pensamos que en dicho recorrido la catarsis, exigible en la
tragedia, precede al horror trágico que significa volver a ese “antes” inmemorial y
atemporal para enfrentarse con “la cosa inaccesible”. Este enfrentamiento que la
catarsis provoca no es sino la fascinación del face-à-face con el goce en cuanto
puro significante que introduce y se introduce como lo Real de la abertura, de la
escisión que se sostiene por la falta.
Ahora bien, la lectura que desarrolla Lacan se organiza en dos planos. Se trata,
por una parte, de actualizar la “esencia de la tragedia”, es decir, restablecer el
lugar de la catarsis cuya escena inmemorial es la aparición de un exceso, de un
pasar a un momento de desgracia, que podría nombrar el momento del recorrido
escéptico. Por otra parte, se trata de la interpretación del texto en sí, es decir, a
partir de dicho comentario, rendir cuenta del alcance trágico inscrito en el
destino de Antígona, cuál es la sujeción de la tragedia a una economía del placer
que permita aquietar el temor y la piedad.
24
SOUYRIS, Lorena. «La subjetivación de la falta: entre Lacan y Hegel ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol.5
N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 7-32.
Víctima de su hybris, Antígona está pues más allá, no sólo del temor y la piedad,
sino que ella deja entrever el punto de mira que define el deseo, que no es sino la
función de la catarsis. Función que permite, pues, ver éste más allá como lo que
compete al Autre, puesto que, en la medida de poder cruzar el limite se provoca
una suerte de inversión, ya que algo de más allá de los limites cede la
transformación del mal por el bien. Así, para Antígona, cruzar el límite y
enfrentarse al Autre, algo, una cosa se transmuto en su propio bien. Dado esto
por supuesto, el enfrentamiento al Autre se vincula con una cadena significante
que, en sus momentos de desplazamientos y lugares, termina en el deseo puro de
la muerte20. Si Antígona encarna este deseo de muerte, esto quiere decir que,
18
“La apofania detallada que nos consagra lo que significa la posición, suerte de una vida que va a
confundirse con la muerte certera, muerte vivida de modo anticipado, muerte que se apoya
sobre el dominio de la vida, la vida que se apoya sobre la muerte”. LACAN, Jacques. Le Séminaire
livre VII: l’éthique de la psychanalyse, p. 291.
19
“Antes del progreso ético que, de Aristóteles a Kant, nos ha llevado a desplegar la identidad
ultima de la ley y de la razón, el espectáculo trágico ¿no nos muestra la primera objeción? El bien
no sabría reinar sobre el todo, sin a condición que aparezca un exceso del que la tragedia nos
advierte consecuencias fatales”. LACAN, Jacques. Le Séminaire livre VII: l’éthique de la
psychanalyse, p. 301.
20
“Nada de Moniz dionisiaco que el acto y la figura de Antígona. Pero Antígona lleva hasta el límite
el cumplimiento de lo que se puede llamar el deseo puro, el deseo puro y simple de la muerte
como tal. Este deseo ella lo encarna”
«Rien de Moniz dionysiaque que l’acte et la figure d’Antigone. Mais Antigone mène jusqu’à la
limite l’accomplissement de ce que l’on peut appeler le désir pur, le pur et simple désir de mort
25
SOUYRIS, Lorena. «La subjetivación de la falta: entre Lacan y Hegel ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol.5
N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 7-32
comme tel. Ce désir elle l’incarne». LACAN, Jacques. Le Séminaire livre VII: l’éthique de la
psychanalyse, p. 329.
21
“Muerte en la vida, dice ella, yo estoy ya muerta ante todo” LACAN, Jacques. Le Séminaire livre
VII: l’étique de la psychanalyse, p. 317.
22
En el libro llamado: Lacan avec les philosophes. De la Biblioteque du College international de
philosophie, el artículo de Jean-Luc Nancy, consagrado a la idea de “falta” y “nada”, permite
ver otro enfoque con respecto a estas dos categorías tan importantes en el pensamiento de
Lacan y que podrían dar algún alcance para pensar la dialéctica ser y no-ser. Nancy establece,
26
SOUYRIS, Lorena. «La subjetivación de la falta: entre Lacan y Hegel ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol.5
N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 7-32.
aquí, una interesante articulación entre Lacan y Heidegger, a propósito del régimen de la
“verdad”. La interrogación de Nancy con respecto al psicoanálisis es puesta en torno a la
especificidad de la verdad. Es decir pensar el psicoanálisis como verdad es ¿hacerse la pregunta
por la presencia de una falta? o, si la falta -en tanto constituye la verdad de dicha
presencia- ¿es la falta de un lenguaje en cuanto es capaz de presentar y mostrar la “cosa” que
constituye el más allá del límite? Nancy define la verdad como la manifestación de la cosa
misma que no es sino aquello que -de manera heideggeriana- contiene de suyo la inclusión de
su no-manifestación. Si la manifestación incluye su negación, entonces la verdad encierra su
ocultación. Según Nancy y bajo una lectura heideggeriana evidentemente, la verdad nos posee,
por lo que el ser humano estaría atrapado en su manifestación. En esta medida, el atrapamiento
de la verdad, conlleva la ceguera por parte del sujeto para moverse en la invisibilidad de la
verdad. En otros términos, la verdad se hace visible en su invisibilidad. Permanece a la deriva del
sentido, cuya transición al límite de cualquier significado posible, conlleva deshacer y sospechar
de la producción de sentido. Una exposición de la verdad, como manifestación no deja de
expresarse en el discurso de Lacan. Si el rasgo fundamental de Lacan es que “no hay Otro del
Otro” esto refiere a ir a la “cosa” misma, su referencia, dirá Nancy. Es referirse a ella y no a otra
cosa y que es, sin duda, la “presuposición absoluta”. Una presuposición de que hay un tope
imposible que es lo Real mismo. ¿Cuál sería, entonces, la verdad de lo verdadero?, el fracaso del
objeto a en las inmediaciones de lo Real. Sin embargo, el objeto a en lo Real, es el sujeto en la
medida que el objeto a es el lugar del límite, es el lugar sin-limites planteado al goce del sujeto.
Por consiguiente, la verdad es que el sujeto es desposeído de su goce siendo su verdad, la
exposición misma de esta desposesión y es ésta desposesión lo que significa la incompletud o
ser sujeto incompleto. Luego la verdad se manifiesta inconclusa, con una tachadura, en el
sentido que la verdad de la tachadura es, justamente, la falta de completud. Es una interrupción
del sentido que constituye el sentido propio de la falta. En efecto, el sentido de la falta es la
verdad de su incompletud, su interrupción. La relación especifica que elabora Nancy es
tomando como punto la Aletheia de Heidegger, en lo que respecta a la verdad como
desvelamiento, y que en su exposición de desvelamiento lleva la inseparabilidad de su
velamiento. De suerte que si la verdad se desvela como velamiento u ocultación inmanente, la
manifestación de la “cosa” estaría estructurada por un retiro de la misma manifestación. Nancy
aquí, hace referencia al concepto “retiro” como aquello que da significado al ocultamiento, pero
también a la “falta” y desde este juego semántico, sería lo que da significado a lo “imposible”.
Por esta razón, la manifestación es la exhibición de la falta y la “cosa” misma es la falta, su falta,
la falta en lugar. “Vérité de la manque, manque de la vérité” NANCY, Jean-Luc. Manque de Nèant.
En Lacan avec les philosophes. Biblioteque du College international de philosophie, Paris, 1991,
p. 190. Nancy consagra lo dicho en una frase al decir que la falta en la manifestación no es lo
manifestado, sino es la exhibición misma. No es lo que “parece” (paraître), sino el parecer
(paraître). Por consecuencia, es en el “parecer” donde se inscribe la falta. Del mismo modo es
posible advertir, a partir de allí, las nociones lacanianas de parêtre y parlêtre como categorías
que giran en torno a esta cuestión. Es el ser-falta en tanto que ser (del) parecer, luego, la falta
del parecer se traduce como la falta del goce, de lo Real. Resulta que, dirá Nancy, si bien la
verdad de la falta es la presentación y que su verdad constituye la falta misma, entonces la falta
es una falta de nada o, más aun, nada falta. Por lo que la verdad es que no carecemos de nada.
Esto sería traducido como la apropiación inapropiante y que Heidegger lo llamaría Ereignis. En
resumen, si en Heidegger el Dasein contiene el parecer de una existencia, en su parecer, el
existente (Dasein) está infinitamente expuesto a existir, he aquí su finitud y he aquí la “cosa”
misma. El carácter infinitamente finito del sujeto no es, pues, una falta como vacío, sino que la
falta está en el momento negativo de disolución escéptica entre el ser y el no-ser, no obstante,
se declara en el lenguaje por su condición de límite. NANCY, Jean-Luc. Manque de Nèant, pp.
188-192.
27
SOUYRIS, Lorena. «La subjetivación de la falta: entre Lacan y Hegel ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol.5
N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 7-32
debe ser transgredida y en este sentido no debe ser accesible por el lenguaje. De
esto se podría sugerir la idea sobre un “desastre de la nominación” que no sólo
comprende un tipo de escritura pulsional como pasión de un pensamiento
negativo sino, más aun, la violencia del lenguaje se da en el sentido que, si ya se
ha dicho que hay una negatividad que grava el decir, entonces, el movimiento de
la nominación implica aquel de la negatividad. De suerte que entre la positividad
del decir -en cuanto apela a leyes inscritas en y como presencia en el lenguaje- y
la negatividad que le está inextricablemente ligada, aflora la cuestión de la
violencia. Así, existiría una estrecha relación entre nominación y violencia.
Desgarrar el sentido a las cosas u objetos por el sesgo de las palabras, tal es la
operación de la violencia de la nominación.
Por tanto, el límite radical donde se sitúa Antígona no es más que la ruptura que
instaura el lenguaje, siendo lo trágico aquí, la violencia inherente a dicha ruptura,
a saber, la separación del sujeto al lenguaje que, al mismo tiempo que produce el
corte, transgrede su ley retornando la muerte. Pero, más allá de ella, aparece el
goce de muerte que, en cuanto ruptura, se determina en un movimiento, en
cierto modo, de violencia y resistencia. En suma, el acto de nombrar que subyace
en la reclamación de Antígona con respecto a un tipo de nominación en su decir,
permite advertir la contestación inscrita del decir y el Decir, esto es, el decir de
Antígona, cuya figura es ya la alteridad radical -expresada en una ley no escrita-
del Autre: deseo de muerte, muerte como lugar originario del lenguaje.
(…) moi, justement, je ne m’en mêle pas, de tous ce dieux d’en bas, qui ont
fixé les lois parmi les hommes (…) c’est précisément l’image de l’horizon, de la
limite. Il ne s’agit de rien d’autre que d’une limite sur laquelle elle se campe, et
sur laquelle elle se sent inattaquable, et sur laquelle rien ne peut faire que
quelqu’un de mortel puisse passer au-delà, des lois. Ce ne sont plus les lois,
mais une certaine légalité, conséquence des lois (…) il s’agit ici de l’évocation
de ce qui est en effet de l’ordre de la loi, mais qui n’est développé dans
aucune chaîne signifiante, dans rien23.
23
“Yo, justamente, yo no me meto en eso, de todos estos dioses de abajo, que fijaron las leyes
entre los hombres (…) Precisamente es la imagen del horizonte, del límite. Se trata de nada más
que de un límite sobre cuál se planta, y delante del cual se siente inatacable, y sobre el cual nada
puede hacer que alguien mortal pueda pasar más allá de las leyes. Estas no son más las leyes
sino una cierta legalidad, una consecuencia de las leyes […] se trata aquí de la evocación de lo
que es en efecto del orden de la ley, pero la que no está desarrollada en ninguna cadena
significante, en nada”. LACAN, Jacques. Le Séminaire livre VII: l’éthique de la psychanalyse, p. 324.
28
SOUYRIS, Lorena. «La subjetivación de la falta: entre Lacan y Hegel ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol.5
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entre una y otra de las autonomías hay una identidad que perder, que deja la
elección al deseo, que no es otro que el deseo incestuoso de muerte. Es por esto
necesario distinguir para no caer en el riesgo de presentar el deseo incestuoso
mortífero como el ejemplo puro de la relación del ser humano a la castración.
Por estas razones, la ley de Antígona es la ley del goce y, por esto mismo ella se
identifica al corte significante, ya que este corte significa su humanidad, su poder
de decir “no”, el poder del rechazo que expresa la indestructibilidad de su deseo.
Para responder estas interrogantes falta precisar otra cuestión, la relación del
deseo y el fantasma. Y para esto es necesario introducir algunos aspectos que
den cuenta de dicha relación. Para Lacan, el fantasma es lo que sostiene el deseo,
velando el objeto. Éste, en su aspecto imaginario, evita al sujeto de confrontarse
a la significación de la castración y, en su aspecto real, en su efecto de negación
-en cuanto la negación de un objeto real en la cual el sujeto falta- él se remite a
esta parte de él mismo que el sujeto pierde al ser marcado por el lenguaje. En el
fantasma, el objeto toma el lugar de aquello en lo cual el sujeto esta
simbólicamente privado, por lo que él deviene una alteridad, una diferencia que
“aparecería” colmada. Más allá del fantasma o en el duelo o la pérdida del objeto
-por ejemplo el caso de Hamlet delante del cadáver de Ofelia-, el sujeto
reencuentra su deseo en estado puro y no engañado por un objeto. Pero el
recobra también todo aquello que el objeto lo tenía a distancia: la castración, su
24
HEGEL, Science de la logique, premier tome- la logique objective, Deuxième livre : La Doctrine de
l’Essence, p. 18 [251].
29
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Ahora bien, ¿qué es aquí esta muerte? Sería otro nombre de los “dioses” o las
leyes no escritas. Es lo que nombra lo Real. El acontecimiento de la muerte,
cuando ella impresiona o afecta un ser que ocupa en el fantasma de un sujeto, el
lugar eminentemente singular del otro mismo (este lugar del otro con minúscula
puede ser la frontera del narcisismo o lo simbólico o lo imaginario), viene a
desintegrar el nudo freudiano de la pulsión de vida y pulsión de muerte
liberándose, entonces, el puro deseo sin objeto y el puro significante en su unidad
e identidad diferencial, en una palabra en su unidad contradictoria.
Asimismo, pues, despojado de cierto apoyo que le podría dar la presencia viva de
un ser querido, luego de estar muerto, el sujeto se encuentra sujetado por la
instancia de lo que lo domina y lo instituye como sujeto del deseo, como sujeto
hablante y poseído por el lenguaje. La desaparición, como lo que caracteriza la
muerte, expone al sujeto a un enfrentamiento repetitivo que insiste en el
inconsciente y es la pulsión de muerte. Por consiguiente, la pulsión de muerte no
es sino el ejercicio repetitivo del significante. Hay una preeminencia del
25
“El objeto, nosotros lo hemos demostrado en la experiencia freudiana, el objeto de deseo alli
donde él se propone desnudo, es sólo la escoria de un fantasma dónde el sujeto no vuelve de su
síncope”
«L’objet, nous l’avons montré dans l’expérience freudienne, l’objet du désir là où il se propose nu,
n’est que la scorie d’un fantasme où le sujet ne revient pas de sa syncope» LACAN, Jacques. Ecrits,
p. 780.
26
“yo no lo sabía”. LACAN, Jacques. Le désir et son interprétation. Inédit. Cours du 03 décembre
1958. www.gaogoa.Free.fr
27
“el hijo muerto”. FREUD, Sigmund. L’interprétation du rêve, P.U.F., Paris, 1964, P : 433. Passage
commenté par J. Lacan, Le Séminaire, livre XI, Les Quatre concepts fondamentaux de la
psychanalyse, Du Seuil, Paris, 1973, p. 56.
30
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N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 7-32.
28
Ver LACAN, Jacques. Ecrits, p. 39.
29
Esto se podría ejemplificar a través de Antígona “mon frère est mon frère, dit-elle, il est ce qu`il
est » “Mi hermano es mi hermano, dice ella, es lo que él es” y lo comenta Lacan. Ver LACAN,
Jacques. Ecrits, p. 39.
30
“Antígona lleva hasta el límite el cumplimiento de lo que se puede llamar el deseo, ella lo
encarna” LACAN, Jacques. Le Séminaire livre VII: l’éthique de la psychanalyse, p. 329.
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SOUYRIS, Lorena. «La subjetivación de la falta: entre Lacan y Hegel ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol.5
N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 7-32
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18. ROGOZINSKY, Jacob. Faire part, cryptes de Derrida. Editions Lignes, Paris, 2005.
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HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol.5 N° 1, ISSN 0718-8382, primavera 2014, pp. 33-55.
www.cenaltes.cl
Palabras clave: campos de experiencia, poder Keywords: Areas of experience, power over life,
sobre la vida, deshumanización, sociedad fábrica y dehumanization, factory society and enterprise
sociedad de la empresa, empresario de sí. society, entrepreneur of itself.
∗
Este artículo forma parte de un proyecto de investigación llevado adelante en el Centro de
Investigaciones en Teorías y Prácticas Científicas de la Universidad Nacional de Lanús, y
financiado por la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires
(Argentina). Cabe agregar que aquí se desarrollan los lineamientos de una exposición titulada
“El sujeto económico del neoliberalismo: la gestión, la terapéutica, la empresa”, que fue
expuesta en el XXIX Congreso Alas Chile. “Crisis y emergencias sociales en América Latina”.
Santiago de Chile, 29 y 30 de septiembre, y 1, 2, 3 y 4 de octubre de 2013.
∗∗
Argentino. Licenciado y Profesor de Enseñanza Media y Superior en Ciencia Política por la Universidad
de Buenos Aires, Doctorando en Filosofía por Universidad Nacional de Lanús, y Becario doctoral de la
Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires. Ha publicado diversos artículos
y capítulos de libro sobre el problema del tránsito entre las sociedades disciplinarias y las sociedades
de control desde las lecturas de Foucault, Deleuze y el “autonomismo italiano”. Actualmente realiza
una investigación acerca del neoliberalismo como tecnología de poder y modalidad de subjetivación.
Su proyecto de tesis doctoral se titula: Foucault. Un pensamiento situado en el umbral de las
sociedades disciplinarias.
MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
1
FOUCAULT, Michel. El gobierno de sí y de los otros. Curso en el Collège de France (1982-1983).
Trad. Horacio Pons. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2011. p. 38.
2
FOUCAULT, Michel. El gobierno de sí y de los otros, p. 30.
34
MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
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MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
Mientras que las críticas continúen evaluando las cosas en términos de verdad
y de falsedad, el neoliberalismo seguirá apareciendo y concibiéndose como una
mera “ideología” económica; y mientras que aparezca como una mera
ideología, se supondrá sin más que tras el discurso neoliberal subyacen
intereses minoritarios y poco trasparentes, intereses que recurren a esta u otra
ideología para ocultar su verdadera identidad5. Tras la ideología subyace el
interés, y tras el interés resurge la verdad: no hace falta añadir que la crítica
entra en el juego y que la correcta realización del juego garantizará al sujeto
crítico y reprobador la tranquilidad consigo mismo. Pero convendría
preguntarnos hacia qué lugar conduce todo aquello, e incluso si todo aquello
posibilita una crítica lo suficientemente efectiva contra el ideario neoliberal.
Por lo menos en principio, nosotros sostendríamos que el juego de lo verdadero
y de lo falso siempre abre la posibilidad de observar y de cuestionar las cosas
desde afuera –es decir, desde el lugar donde cada cosa puede concebirse y
presentarse como un fenómeno completamente ajeno ante la crítica. Se
reconocerá entonces que el neoliberalismo domina la marcha de nuestra
actualidad, y se padecerán sentimientos de disgusto y de reprobación al
encontrar que sus ideas y sus prácticas acechan por todas partes; mas de ahí
nunca se desprenderá ningún tipo de inquietud, pues el juego de lo verdadero y
de lo falso señalará que el neoliberalismo oculta intereses sumamente limitados,
tan limitados como para no comprometer en absoluto nuestra propia
subjetividad. Quizá resulte más inquietante advertir lo que sucede, o lo que
llegaría a suceder, cuando nos ahorramos la búsqueda de una verdad ubicada
5
Considérense al respecto las siguientes advertencias de Foucault: “La noción de ideología me
parece difícilmente utilizable por tres razones. La primera es que, se quiera o no, está
siempre en oposición virtual a algo que sería la verdad (…). Segundo inconveniente, es que se
refiere necesariamente a algo como a un sujeto. Y tercero, la ideología está en posición
secundaria respecto a algo que debe funcionar para ella como infraestructura o determinante
económico, material, etcétera”. FOUCAULT, Michel. «Verdad y Poder». En Microfísica del
poder. Trad. Fernando Álvarez-Uría y Julia Varela. La piqueta, Madrid, 1992. p. 192.
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MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
más allá del discurso neoliberal, una verdad que los promotores de ese discurso
conocerían y que a pesar de todo eludirían por mera conveniencia. Se
reconocería que los intereses neoliberales son hasta cierto punto y de algún
modo nuestros propios intereses; aunque en lugar de suscitar inquietud, ello
generaría inicialmente ciertos malentendidos: ¿acaso una crítica lo
suficientemente seria y efectiva descubriría el hecho de que los intereses
neoliberales aparecen a la larga como los únicos intereses posibles?, ¿deberá
aceptarse en consecuencia que toda crítica bien llevada termina anulándose a
sí misma?
6
FOUCAULT, Michel. El gobierno de sí y de los otros, p. 18.
7
FOUCAULT, Michel. Historia de la sexualidad II. El uso de los placeres. Trad. Martí Soler. Siglo
XXI, Buenos Aires, 2008. p. 10.
37
MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
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MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
Entre las décadas de 1940 y 1960, Wilhelm Röpke –un sociólogo y economista
de orientación católica, autodefinido como conservador y reformador a la vez,
y quizá el pensador más complejo y atrayente del denominado “neoliberalismo
alemán”– anunciaría insistentemente los términos en los cuales tenía que
plantearse la contienda: “nos hallamos ante una violación de la naturaleza del
hombre y de la sociedad, que parece difícilmente imaginable como estado
continuo, habiendo de desembocar, más pronto o más tarde, en una crisis; su
culminación, a través de una purificadora reflexión, no debería ser excluida sin
embargo como posibilidad”11. De manera casi simultánea, Ludwig Erhard –
democratacristiano identificado con las ideas de Röpke, devenido Ministro de
Economía durante el gobierno de Adenauer y luego Canciller de Alemania
10
FOUCAULT, Michel. Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber. Trad. Ulises Guiñazú. Siglo
XXI, Buenos Aires, 2006. p. 175.
11
RÖPKE, Wilhelm. Más allá de la oferta y la demanda. Trad. Rafael Ortolá. Fomento de Cultura,
Valencia, 1960 (1º Ed. 1957). p. 91.
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MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
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presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
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MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
18
RÖPKE, Wilhelm. Más allá de la oferta y la demanda, p. 65.
19
RÖPKE, Wilhelm. La crisis social de nuestro tiempo. Trad. Tomás Muñoz. Revista de Occidente,
Madrid, 1956 (1º Ed. 1942). p. 84.
42
MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
20
RÖPKE, Wilhelm. La crisis social de nuestro tiempo, p. 11-12.
21
ERHARD, Ludwig. «Una política económica orientada hacia la “integración interna” de la
sociedad», p. 24.
22
GISCARD D’ESTAING, Olivier. El social capitalismo. O los caminos de la prosperidad mundial.
Trad. Cristina de Künstler. Eudeba, Buenos Aires, 1981 (1º Ed. 1977). p. 116.
43
MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
23
MURILLO, Susana; SEOANE, José. Posmodernidad y neoliberalismo, p. 55.
24
RÖPKE, Wilhelm. Más allá de la oferta y la demanda, p. 73.
25
RÖPKE, Wilhelm. La crisis social de nuestro tiempo, p. 289.
44
MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
26
RÖPKE, Wilhelm. La crisis social de nuestro tiempo, p. 287.
45
MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
Los hombres (…) están ya cansados de ser las piezas bien lubricadas de un
engranaje social, político y económico. Quieren ser hombres en la más
genuina y sencilla significación de la palabra; quieren pertenecerse a sí
mismos de nuevo, a su familia y a su comunidad más inmediata; sienten
con fuerza irresistible que la sociedad moderna les condena a algo que
deviene inadecuado para la naturaleza humana27.
27
RÖPKE, Wilhelm. Civitas humana. Cuestiones fundamentales en la reforma de la sociedad y de
la economía. Trad. Tomás Muñoz. Revista de Occidente, Madrid. 1949 (1º Ed. 1944). p. 188.
28
ERHARD, Ludwig. «El orden político-económico como garantía de la libertad e iniciativa
empresarial». Artículo presentado para la publicación en homenaje al 90º aniversario de
Ludwig von Mises (1971). En Cuadernos empresa y humanismo Nº 38, Instituto Empresa y
Humanismo, Universidad de Navarra, 2011. pp. 14-15.
29
ERHARD, Ludwig. «Una política económica orientada hacia la “integración interna” de la
sociedad», p. 33.
30
RÖPKE, Wilhelm. Civitas humana, pp. 193-194.
31
RÖPKE, Wilhelm. Civitas humana, p. 197. La crítica a la “gran ciudad”, y a sus correspondientes
modos de vida, aparecerá constantemente en el viejo discurso neoliberal. Considérese como
un ejemplo más las observaciones de Giscard d’Estaing: “Se redescubren los méritos y la
46
MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
Ahora bien, las políticas propuestas no sólo deben contemplar los distintos
órdenes vitales; por el contrario, para detener las supuestas fuerzas
arrebatadoras y deshumanizantes, y para que el estado de cosas alcanzado
resulte verdaderamente irreversible, hay que dirigirse también hacia la
mentalidad y hacia la personalidad de cada trabajador. El viejo discurso
hablará en principio de “desproletarización”: “las condiciones de vida y
producción de la industria imponen precisamente la proletarización. Aquí se
tienen que aplicar los más firmes e inteligentes esfuerzos en vistas a
contrarrestar esa tendencia, creando modos de vida y de producción
industriales que lleven a la desproletarización de obreros y empleados”33.
Añádase de inmediato que la desproletarización no implicará jamás el ejercicio
de una política directa y compacta, de una política que se origine en este u
otro núcleo de poder, sean los centros de decisión del capital o del Estado, y
que recaiga después sobre el cuerpo y el alma de los trabajadores mismos. Ya
desde muy temprano, el discurso neoliberal procuraría descalificar las acciones
gubernamentales centralizadas y rigurosamente planificadas: “La enfermedad
de nuestra sociedad resulta tan grave, tan universal y tan profundamente
arraigada, que contra ella no existe ningún plan curativo que pudiéramos
sacarnos de la manga y entregarlo mañana al Parlamento, ningún plan
Beveridge en el que todo está calculado y ninguna solución de organización
eficacia de las ciudades medianas. La voluntad de mantener y de renovar los antiguos barrios
de las ciudades, y el sostenido esfuerzo por conservar las tradiciones culturales, son otros
antídotos indispensables contra la desesperante uniformidad”. GISCARD D’ESTAING, Olivier.
El social capitalismo, p. 116.
32
RÖPKE, Wilhelm. Civitas humana, p. 190. Tal y como puede apreciarse, la propiedad no se
reduce a un criterio estrictamente económico, sino que también conlleva un sentido
espiritual y moral; de hecho, esta será otra constante del discurso neoliberal. Al respecto,
cabe considerar ahora las palabras de Erhard: “la custodia del espacio vital privado no se
refiere únicamente a la actividad económica industrial (…). Más bien se refiere a la actividad
de cada uno de los ciudadanos, que quieren reservarse el derecho y la libertad de configurar
su vida personal e individual según sus propias ideas”. ERHARD, Ludwig. «El orden político-
económico como garantía de la libertad e iniciativa empresarial», p. 13.
33
RÖPKE, Wilhelm. La crisis social de nuestro tiempo, p. 281.
47
MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
Pues bien, ¿cuáles son los agentes que participan en las políticas de
desproletarización? Según se desprende del viejo discurso y de sus diferentes
vertientes, esos agentes son precisamente las industrias “no-proletarias”.
¿Pero cómo se definen tales industrias?; o en todo caso, ¿dónde hay que
buscarlas? Si se sustituyen los términos negativos por los positivos, se
descubre que no-proletaria es al final de cuentas la “empresa” –antes que la
industria propiamente dicha. ¿Y por qué la empresa? Porque justamente ella
podría adquirir el tamaño y las formas de organización que favorezcan otros
modos posibles de producción y de trabajo. Erhard remarcará la necesidad de
favorecer la autonomía y la responsabilidad de los empleados, Giscard d’Estaing
sostendrá que el trabajo debe permitir el desarrollo individual y la satisfacción
del hombre consigo mismo, mientras que Röpke agregará que el objetivo
primordial de toda reforma consiste en recuperar la “relación íntima” con el
trabajo como auténtica meta de la vida. Aquí y allá, el discurso neoliberal
advertirá que las exigencias planteadas no encuentran respuesta alguna en la
gran industria, sino más bien en las pequeñas y medianas empresas: “hay que
ver hasta qué punto, mediante un aumento de la empresa pequeña y mediana,
se logra acrecentar el número de individuos independientes y se devuelve al
trabajo un carácter personal y artesano”35. Sólo las pequeñas y las medianas
empresas satisfarían eficazmente las necesidades vitales del trabajador; sólo su
reducido tamaño y sus flexibles modos de organización posibilitarían que el
trabajo devenga más activo, más personal y más independiente. Diríase
entonces que la política de desproletarización se efectúa en las pequeñas y
medianas empresas, que se desarrolla y propaga a través de ellas, y que
únicamente mediante ellas afecta y trasforma a la personalidad de cada
trabajador. No cabe duda de que nos encontramos frente a un nuevo poder
sobre la vida; de igual manera, tampoco queda duda de que ese poder circula
entre una serie de alianzas específicas.
34
RÖPKE, Wilhelm. Civitas humana, p. 186.
35
RÖPKE, Wilhelm. Civitas humana, p. 205.
48
MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
49
MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
39
RÖPKE, Wilhelm. La crisis del colectivismo. Trad. Dagmar Seelig y Jaime Perriaux. Emecé,
Buenos Aires, 1949 (1º Ed. 1947). p. 41.
40
Nos inspiramos nuevamente en las investigaciones de Foucault: “resulta necesario que la vida
misma del individuo –incluyendo la relación con su propiedad privada, su familia, su pareja
(…) –se convierta en una suerte de empresa permanente y múltiple”. FOUCAULT, Michel.
Nacimiento de la biopolítica, p. 277.
50
MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
Según Maurizio Lazzarato, desde la década de 1970, y durante todos los años
que le siguieron, una parte cada vez mayor de la fuerza de trabajo fue
41
MÜLLER-ARMACK, Alfred; ERHARD, Ludwig. El orden del futuro. La economía social de Mercado.
Trad. Enrique Piñeiro. Eudeba, Buenos Aires, 1981 (1º Ed. 1972). p. 178.
42
FOUCAULT, Michel. Nietzsche, la genealogía, la historia, pp. 70-71.
51
MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
43
LAZZARATO, Maurizio. «Trabajo autónomo, producción por medio del lenguaje y general
intellect». En Brumaria Nº 7: Arte, Máquinas, trabajo inmaterial, Traficantes de Sueños,
Madrid, 2006. p. 37.
44
VIRNO, Paolo. Gramática de la multitud. Para un análisis de las formas de vida
contemporáneas. Trad. Adriana Gómez. Colihue, Buenos Aires, 2008. pp. 90-91.
45
NEGRI, Antonio. Fin del Invierno. Escritos sobre la transformación negada (1989-1995). Trad.
Pablo S. García. La isla de la luna, Buenos Aires, 2004. p. 47.
46
LAZZARATO, Maurizio. Políticas del acontecimiento. pp. 119-120.
52
MÉNDEZ, Pablo. « El sujeto económico del neoliberalismo. Aportes y discusiones para una nueva “ontología del
presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
47
NEGRI, Antonio; HARDT, Michael. Multitud. Guerra y democracia en la era del Imperio. Trad.
Juan A. Bravo. Debate, Buenos Aires, 2004. p. 141.
53
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presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
Bibliografía.
1. ERHARD, Ludwig. «El orden político-económico como garantía de la libertad
e iniciativa empresarial». Artículo presentado para la publicación en
homenaje al 90º aniversario de Ludwig von Mises (1971). En Cuadernos
empresa y humanismo Nº 38, Instituto Empresa y Humanismo, Universidad
de Navarra, 2011.
2. . «Una política económica orientada hacia la
“integración interna” de la sociedad». Discurso pronunciado en el IXº
Congreso Federal de la C.D.U, Karlsruhe, 28 de abril de 1960. En Cuadernos
empresa y humanismo Nº 38, Instituto Empresa y Humanismo, Universidad
de Navarra, 2011.
3. FOUCAULT, Michel. El gobierno de sí y de los otros. Curso en el Collège de
France (1982-1983). Trad. Horacio Pons. Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires, 2011.
4. . Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber.
Trad. Ulises Guiñazú. Siglo XXI, Buenos Aires, 2006.
5. . Historia de la sexualidad II. El uso de los placeres.
Trad. Martí Soler. Siglo XXI, Buenos Aires, 2008.
6. . Nacimiento de la biopolítica. Curso en el Collège de
France (1978-1979). Trad. Horacio Pons. Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires, 2008.
7. . Nietzsche, la genealogía, la historia. Trad. José
Vázquez Pérez. Pre-textos, Valencia, 2004.
8. . «Verdad y Poder». En Microfísica del poder. Trad.
Fernando Álvarez-Uría y Julia Varela. La piqueta, Madrid, 1992.
9. GISCARD D’ESTAING, Olivier. El social capitalismo. O los caminos de la
prosperidad mundial. Trad. Cristina de Künstler. Eudeba, Buenos Aires, 1981
(1º Ed. 1977).
10. LAZZARATO, Maurizio. Políticas del acontecimiento. Trad. Pablo E. Rodríguez.
Tinta Limón, Buenos Aires, 2006.
11. . «Trabajo autónomo, producción por medio del
lenguaje y general intellect». En Brumaria Nº 7: Arte, Máquinas, trabajo
inmaterial, Traficantes de Sueños, Madrid, 2006.
12. MÜLLER-ARMACK, Alfred; ERHARD, Ludwig. El orden del futuro. La economía
social de Mercado. Trad. Enrique Piñeiro. Eudeba, Buenos Aires, 1981 (1º
Ed. 1972).
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presente”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 33-55.
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HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 57-73.
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Palabras clave: Foucault, Deleuze, Las Meninas, Keywords: Foucault, Deleuze, Las Meninas,
Pintura, Pintor. Painting, Painter.
∗
El presente texto fue expuesto en el I Congreso La Actualidad de Michel Foucault, organizado
por el Departamento de Filosofía de la Universidad de Zaragoza, celebrado en Zaragoza los
días 7, 8 y 10 de mayo de 2013. Expone resultados de la Investigación efectuada como
Pasantía Doctoral en la Universidad Complutense de Madrid, financiada por CONICYT, y que
forma parte de la investigación doctoral en Filosofía que el autor realiza en la Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso.
∗∗
Chileno. Licenciado y Profesor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Post-
título en Investigación Musical de la PUCV. Doctorando en Filosofía por la misma casa de estudios,
becario CONICYT de Pasantía Doctoral en la Universidad Complutense de Madrid. Ha desarrollado su
investigación en la obra de Gilles Deleuze, principalmente en torno al tema del cuerpo y su relación
con el arte. Se ha desempeñado como profesor secundario y universitario, además de realizar diversas
investigaciones musicológicas, centradas en manifestaciones de raíz precolombina.
Nota del Editor: El manuscrito consigna todas las citas en francés, el autor del artículo ha
aportado las traducciones.
ZELAYA, Marcelo. «Foucault Pintor. Aproximación desde la lectura de Gilles Deleuze». HYBRIS. Revista
de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 57-73.
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ZELAYA, Marcelo. «Foucault Pintor. Aproximación desde la lectura de Gilles Deleuze». HYBRIS. Revista
de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 57-73.
3
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 41; Texto en que G. Deleuze cita a M. Foucault, dando la siguiente
referencia bibliográfica: FOUCAULT, Michel. L’archéologie du savoir, Gallimard, París, 1971,
pp. 115, 259-266.
4
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 47.
Ed. Fr.: Mais l’essentiel, de toute manière, c’est que la construction des séries dans des
multiplicités déterminables rend impossible tout étalement de séquences au profit d’une
histoire telle que l’imaginaient les philosophes à la gloire d’un Sujet («faire de l’analyse
historique le discours continu et faire de la conscience humaine le sujet originaire de tout
devenir et de toute pratique, ce sont les deux faces d’un même système de pensée : le temps y
est conçu en termes de totalisation et les révolutions n’y sont jamais que des prises de
conscience…»). DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 29.
5
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 93.
59
ZELAYA, Marcelo. «Foucault Pintor. Aproximación desde la lectura de Gilles Deleuze». HYBRIS. Revista
de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 57-73.
6
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 93.
7
Cabe mencionar que Deleuze, en su análisis de la obra de Foucault, aclara que no siempre
son mencionadas explícitamente ambas formas, sino que inicialmente sólo se habla de lo
enunciable y, de modo negativo, de lo no-enunciable. En este sentido plantea lo siguiente:
“Lo que La arqueología reconocía, pero todavía designaba sólo negativamente como medios
no-discursivos, encuentra en Vigilar y castigar su forma positiva que es toda una constante en
la obra de Foucault; la forma de lo visible, en su diferencia con la forma de lo enunciable”.
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 59.
8
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 59, 95.
9
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 65.
10
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 60.
60
ZELAYA, Marcelo. «Foucault Pintor. Aproximación desde la lectura de Gilles Deleuze». HYBRIS. Revista
de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 57-73.
[…] es todo un error creer que Foucault se interesa por los medios de
reclusión como tales: el hospital, la prisión, son fundamentalmente lugares
de visibilidad dispersados en una forma de exterioridad, y que remiten a
una función extrínseca, apartar, controlar […] La prisión remite a lo visible:
no sólo pretende hacer ver el crimen y el criminal, sino que ella misma
constituye una visibilidad, antes de ser una figura de piedra es un régimen
de luz […], un agenciamiento visual y un medio luminoso11.
61
ZELAYA, Marcelo. «Foucault Pintor. Aproximación desde la lectura de Gilles Deleuze». HYBRIS. Revista
de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 57-73.
ventana apenas visible, pero que inunda toda la escena. Entre dicha fuente
luminosa y la figura de Velásquez, situado en el extremo opuesto de la ventana,
se forma una concha helicoidal, cuyo fondo curvo está constituido por el plano
más profundo del estudio del pintor, desde el cual es posible observar réplicas
de cuadros –entre los cuales resplandece mayormente uno, que posteriormente
se reconocerá como un espejo– y una puerta luminosa, que otorga un espacio
de mayor profundidad al cuadro, en la que destaca la imagen de un hombre.
Sobre esta curvatura visual, se despliega la escena: al centro la princesa, a su
derecha, a la izquierda del cuadro, una de las meninas arrodillada junto a ella –
imagen que refuerza el sitial central de la princesa–, y en la parte derecha del
cuadro pueden verse la segunda menina, los cortesanos, los enanos y un perro.
Pero, según afirma Foucault, la luz no alcanza sólo esto, que es la trama visible
del cuadro, sino también su afuera, cuyo límite está marcado por la parte
posterior de la tela sobre la cual aparentemente trabaja Velásquez, situado en
el extremo izquierdo de la obra. Éste es el espacio que corresponde al modelo
que posa para el pintor, pero también el que ocupamos nosotros, los
observadores.
Sobre esta descripción, que por supuesto Foucault desarrolla con mucho mayor
detalle y maestría, se despliega una multiplicidad de líneas, entre las cuales
podemos mencionar, de modo amplio, las siguientes: 1) La que va desde la
mirada del pintor al observador, que “atraviesa el cuadro real y se reúne,
delante de su superficie, en ese lugar desde el que vemos al pintor que nos
observa; este punteado nos alcanza irremisiblemente y nos liga a la
representación del cuadro”13. Pero el lugar del observador es, a la vez, el lugar
del modelo, “el espectador y el modelo cambian su papel hasta el infinito”14. 2)
La formación de un triángulo, compuesto por las líneas que van desde la
mirada del pintor, la mirada del observador y el lienzo, este último considerado
en su parte invisible para el observador, es decir, la parte sobre la cual trabaja
Velásquez. 3) Declarando ya que el cuadro resplandeciente es un espejo, y que
sobre él se reflejan los reyes, como modelo del pintor, se traza una línea que,
desde el espejo, atraviesa todo el cuadro hasta lo que refleja, línea que corta
perpendicularmente la luz que cruza horizontalmente de derecha a izquierda.
4) Es descrita la concha en forma de hélice, de la que hablamos
precedentemente. 5) Una gran X, que deja al centro a la princesa. 6) Una
curva cóncava, que encierra, en una especie de tazón, al espejo. 7) Dos líneas
que surgen de planos de profundidad distintos, la mirada de la princesa y el
espejo, siendo ambas líneas convergentes, “de acuerdo con un ángulo muy
agudo, y su punto de encuentro, saliendo de la tela, se fija ante el cuadro, más
o menos en el lugar en el que nosotros lo vemos”15. 8) Finalmente, son
13
FOUCAULT, Michel. Las palabras y las cosas. Siglo XXI, Madrid, 1997. p. 14.
14
FOUCAULT, Michel. Las palabras y las cosas, p. 14.
15
FOUCAULT, Michel. Las palabras y las cosas, p. 22.
62
ZELAYA, Marcelo. «Foucault Pintor. Aproximación desde la lectura de Gilles Deleuze». HYBRIS. Revista
de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 57-73.
demarcadas las líneas que van, por una parte, entre el pintor y el hombre de la
escalera y, por otra parte, en medio de ambos personajes, las líneas que
circulan desde el exterior del cuadro al interior del espejo y viceversa.
En efecto, no es el cuadro como cosa, sino cada una de estas múltiples líneas
las que hacen posible el cuadro-descripción y la insinuación de múltiples
curvas-enunciado, dependiendo de las singularidades que unen. Así, por
ejemplo, el emplazamiento de los reyes en el espejo, si lo consideramos como
un simple objeto visible, nos parecerá sólo una imagen borrosa, que empalidece
ante el resplandor de todas las demás cosas que conforman el cuadro. Pero si
lo consideramos como línea de luz, inmediatamente se nos hace visible una
línea que sitúa a los reyes en un punto fuera del cuadro, que hasta ese
momento era invisible. Y si atendemos a los puntos que aúna la regularidad del
enunciado al pasar por su entorno, podemos entender que tal emplazamiento,
desde fuera del cuadro, organiza toda la escena y la cierra. De este modo, los
reyes “residiendo fuera del cuadro, están retirados en una invisibilidad esencial,
ordenan en torno suyo toda la representación”16. Del mismo modo, la cárcel no
es descrita por Foucault sólo desde su dimensión arquitectónica, sino que se
interesa por ella en cuanto régimen de luz, como agenciamiento panóptico,
que desplaza líneas que van desde la torre de control a los presos y viceversa,
organizando desde un punto invisible toda la trama penitenciaria, que se
entrelaza, al mismo tiempo, con los enunciados propios del derecho penal y
otras múltiples curvas enunciativas.
De esta naturaleza son los cuadros que pinta Foucault, estas son las
coloreadas y siempre múltiples líneas que traza como fondo de sus
descripciones. Pinturas en que convergen, en un mismo acto, visibilidades y
enunciados. “No es exagerado decir –plantea Deleuze– que todo dispositivo es
un caldo que mezcla visibles y enunciables”17. Pero dicha mezcla nuevamente
pareciera sugerir una relación entre ambas formas. Ciertamente esto no es así,
y para superar tal dificultad es necesario recurrir a una tercera instancia. Nos
referimos al plano del diagrama, que es emisión múltiple de fuerzas, sobre
cuyos puntos se establece la curva de los enunciados y las líneas de luz de las
visibilidades. Así, el diagrama constituye el afuera de las formas, mientras que
ellas permanecen en su disyunción, exteriores la una de la otra, sin común
medida, irreductibles entre sí. El diagrama no constituye ni enunciados ni
visibilidades, pero se actualiza a la vez en ambos. De tal modo que, mientras se
traza la regularidad de la curva-enunciado por puntos específicos del diagrama,
por su entorno transitan visibilidades. Y, en el mismo acto, pero de un modo
completamente distinto, mientras se despliegan líneas de luz-visibilidades por
otros puntos del diagrama, entre ellos se insinúan enunciados. Esto no quiere
16
FOUCAULT, Michel. Las palabras y las cosas, p. 23.
17
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 65.
63
ZELAYA, Marcelo. «Foucault Pintor. Aproximación desde la lectura de Gilles Deleuze». HYBRIS. Revista
de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 57-73.
decir que el diagrama actúe como un principio trascendente, que opera sobre
lo visible y lo enunciable aunándolos. Más bien es un principio inmanente, que
se actualiza en ambas formas, que es parte del tejido que entrelazan ambas,
permaneciendo siempre como una multiplicidad, desde la cual divergen las
multiplicidades enunciativas y las múltiples visibilidades.
Con cada cuadro, con cada trazo, genera líneas que cortan, que fisuran el
intersticio, entrelazando un nuevo tejido, una nueva tirada de dados. Virtuoso
movimiento que admira y elogia Deleuze, y por lo cual afirma que “Foucault
siempre ha sabido pintar maravillosos cuadros”.
64
ZELAYA, Marcelo. «Foucault Pintor. Aproximación desde la lectura de Gilles Deleuze». HYBRIS. Revista
de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 57-73.
se mantienen en devenir constante. “El poder… no pasa por formas, sino por
puntos, puntos singulares que siempre indican la aplicación de una fuerza, la
acción o la reacción de una fuerza con relación a otras, es decir, un efecto
como «estado de poder siempre local e inestable»”.20 De tal modo que, así
como las formas visibles y enunciables son irreductibles entre sí, también hay
irreductibilidad entre el poder y el plano que, en su singular relación,
constituyen ambas formas.
Sobre las capas estratificadas del saber transitan líneas de fuerza, relaciones
de poder, sin las cuales no es posible entender la conformación de líneas de
visibilidad y curvas enunciativas que cruzan los agenciamiento que describe
Foucault. El diagrama opera como causa de dichas líneas y de los
agenciamientos concretos. Pero no se trata de una causa entendida como un
principio trascendente, que desde fuera genere las condiciones de posibilidad
de su efecto. Sino que, como causa inmanente, las relaciones de poder
producen un espacio en medio del cual se desarrolla la irreductible lucha entre
lo enunciable y lo visible, en el cual también, a la vez, se actualiza el diagrama
de las fuerzas. Es por esto que resulta insuficiente decir que el diagrama se
sitúa sobre ambas formas, pues no sólo está sobre, sino también bajo y entre el
complejo tejido de las múltiples líneas constitutivas de los agenciamientos
concretos. Para explicar esto, Deleuze plantea lo siguiente:
¿Qué quiere decir aquí causa inmanente? Es una causa que se actualiza en
su efecto, que se integra en su efecto, que se diferencia en su efecto. O
más bien, causa inmanente es aquella cuyo efecto la actualiza, la integra y
la diferencia. Existe, pues, correlación, presuposición recíproca entre la
causa y el efecto, entre la máquina abstracta y los agenciamientos
concretos (para éstos Foucault reserva con frecuencia el nombre de
«dispositivos»)21.
20
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 102.
21
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 63.
Ed. Fr.: Que veut dire ici cause immanente ? C’est une cause qui s’actualise dans son effet. Ou
plutôt la cause immanente est celle dont l’effet l’actualise, l’intègre et la différencie. Aussi y a-
t-il corrélation, présupposition réciproque entre la cause et l’effet, entre la machine abstraite
et les agencements concrets (c’est à ceux-ci que Foucault réserve le plus souvent le nom de
«dispositifs»). DELEUZE, Gilles. Foucault, pp. 44-45.
22
En este punto resulta de gran relevancia tener presente la aclaración que hace Deleuze
respecto del mencionado “tercer elemento”, con lo cual advierte que no hay que caer en el
equívoco de entenderlo al modo de lo que sucede en Kant, Descartes o Spinoza. Deleuze
plantea: “Pero hay que señalar que el dualismo en general tiene por lo menos tres sentidos:
unas veces se trata de un verdadero dualismo que indica una referencia irreductible entre
dos sustancias, como en Descartes, o entre dos facultades, como en Kant; otras se trata de
una etapa provisional que se supera con un monismo, como en Spinoza o en Bergson; y otra
se trata de una distribución preparatoria que actúa en el seno de un pluralismo. Ese es el caso
65
ZELAYA, Marcelo. «Foucault Pintor. Aproximación desde la lectura de Gilles Deleuze». HYBRIS. Revista
de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 57-73.
de Foucault. Entre lo visible y lo enunciable sólo existe un dualismo en la medida en que las
formas respectivas, como formas de exterioridad, de dispersión o de diseminación, los
convierten en dos tipos de «multiplicidad», ninguno de los cuales puede ser reducido a una
unidad: los enunciados sólo existen en una multiplicidad discursiva, y las visibilidades en una
multiplicidad no discursiva. Y esas dos multiplicidades se abren a una tercera, multiplicidad de
las relaciones de fuerzas, multiplicidad de difusión que ya no pasa por dos y se ha liberado de
toda fuerza dualizable. Vigilar y castigar no cesa de mostrar que los dualismos son efectos
molares o masivos que se producen en «las multiplicidades». El dualismo de la fuerza,
afectar-ser afectado, sólo es en cada una el índice de la multiplicidad de las fuerzas… Toda la
filosofía de Foucault es una problemática de lo múltiple”. DELEUZE, Gilles. Foucault, pp. 112-
113.
23
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 66.
24
DELEUZE, Gilles. «Qué es un dispositivo». En Michel Foucault, filósofo. Gedisa. Barcelona. 1990.
pp. 155-156.
66
ZELAYA, Marcelo. «Foucault Pintor. Aproximación desde la lectura de Gilles Deleuze». HYBRIS. Revista
de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 57-73.
Si los dos elementos formales del saber, exteriores en tanto que heterogéneos,
encuentran acuerdos históricos que son otras tantas soluciones para el
«problema» de la verdad, es, ya lo hemos visto, porque las fuerzas actúan en un
espacio distinto del de las formas, el espacio del Afuera, precisamente ahí donde la
relación es una «no relación», el lugar «un no-lugar», la historia un devenir26.
Es por esto que, situado desde este punto, Foucault no se limita a recorrer
simplemente las líneas desde los estratos ya formados históricamente, desde la
homogeneización vertical y horizontal que han establecido las ciencias y el
saber en general. Sino que, como ya hemos dicho, forma una diagonal,
abriendo novedosos caminos de análisis, trazando nuevas conexiones entre las
líneas de fuerza que forman el diagrama, marcando nuevos puntos sobre los
cuales actualiza la regularidad de las curvas enunciativas y las líneas de
visibilidad. Con lo cual abre una fisura, una grieta, un punto de fuga al interior
del intersticio, en el cual el diagrama ya no sólo comunica con las formas
estratificadas que lo estabilizan, sino que “según otro eje, también comunica
con el otro diagrama, con los otros estados inestables de diagrama, a través de
los cuales las fuerzas prosiguen su devenir mutante. Por eso el diagrama
siempre es el afuera de los estratos”27. Pero un afuera que no está afuera, sino
que se pliega para formar el intersticio, siendo éste la conformación de lo que
podríamos llamar el adentro del afuera28, o, lo que es lo mismo, el afuera
interiorizado. No en la conciencia de un sujeto que va al encuentro de los
25
DELEUZE, Gilles. Foucault, pp. 114-115.
26
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 116.
Ed. Fr.: Et si les deux éléments formels du savoir, extérieurs en tant qu’hétérogènes, trouvent
des accords historiques qui sont autant de solutions pour le «problème» de la vérité, c’est,
nous l’avons vu, parce que les forces opèrent dans un autre espace que celui des formes,
l’espace su Dehors, là où précisément le rapport est un «non-rapport», le lieu un «non-lieu»,
l’histoire un devenir. DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 92.
27
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 115.
28
Para explicar el planteamiento del afuera, Deleuze dice lo siguiente: “Pues Raymond Roussel
había descubierto lo siguiente: la frase del afuera; su repetición en una segunda frase; la
minúscula diferencia entre ambas (el «desgarro»); la torsión, el doblez o el redoblamiento
entre una y otra. El desgarro ya no es un accidente en el tejido, sino la nueva regla según la
cual el tejido externo se tuerce, se invagina y se dobla. La regla «facultativa» o la emisión del
azar, una tirada de dados. Los juegos de la repetición, de la diferencia y del doblez los
«cosen», dice Foucault. Esa no es la única vez que Foucault hace una presentación literaria, y
de forma humorística, de lo que puede ser demostrado por la epistemología, la lingüística,
todas las disciplinas serias. El Raymond Russel ha unido, cosido, todos los sentidos de la
palabra doblez, a fin de mostrar cómo el adentro siempre era el plegamiento de un supuesto
afuera”. DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 129.
67
ZELAYA, Marcelo. «Foucault Pintor. Aproximación desde la lectura de Gilles Deleuze». HYBRIS. Revista
de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 57-73.
Las relaciones de fuerza del diagrama, que forman el intersticio o el pliegue del
afuera, aún no son los enunciados, “son el afuera del enunciado al que éste
puede ser extrañamente semejante y casi idéntico”29, y lo mismo sucede en el
caso de las visibilidades. De tal modo que hay relaciones, en cada época, que
permiten fijar claras líneas de visibilidad y curvas enunciativas, pero hay
también aquellas que resisten a los procesos de estratificación,
desestabilizando los saberes y poderes estratificados, abriendo la posibilidad a
nuevos enunciados y visibilidades, en otros dispositivos, de acuerdo a nuevas
reglas y parámetros. Dando paso, probablemente, a otro período histórico.
29
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 108.
30
DELEUZE, Gilles. «Qué es un dispositivo». pp. 156-157.
68
ZELAYA, Marcelo. «Foucault Pintor. Aproximación desde la lectura de Gilles Deleuze». HYBRIS. Revista
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El pliegue del afuera es, según Deleuze, un tema recurrente en las propuestas
de Foucault, relacionándolo, una vez más, con una imagen pictórica. Nos
referimos a La Nave de los Locos de El Bosco, obra contextualizada en uno de
los pliegues históricos analizados por Foucault en sus estudios psiquiátricos.
Dicha imagen, según Deleuze, nos permite visualizar cómo los locos son
encerrados en lo abierto, como si la embarcación fuese el pliegue del afuera32.
De tal modo que lo que acontece al interior del barco correspondería a la
convulsionada trama de las relaciones de fuerzas, es decir, al intersticio en que
lo visible y lo decible son irreductiblemente exteriores entre sí, en virtud de la
fisura que hay entre ambos y que proyecta una línea al afuera. Esta línea de
proyección es el pensamiento lanzado al constante fluir del devenir, para
producir una nueva interiorización de las fuerzas del afuera. En esto consiste
precisamente el acto de abrir una fisura al interior del diagrama, que
desestabiliza sus formas estratificadas, pudiendo dar paso a un nuevo pliegue,
a un nuevo diagrama.
31
DELEUZE, Gilles. «Qué es un dispositivo». pp. 157-158.
32
Deleuze, con respecto al mencionado pliegue del afuera, plantea lo siguiente: “Foucault
parece estar obsesionado por ese tema de un adentro que sólo sería el pliegue del afuera,
como si el navío fuese un pliegue del mar. A propósito del loco abandonado en su nave, en el
Renacimiento, Foucault decía: «se lo ha puesto en el interior del exterior, e inversamente…
prisionero en medio del más libre, del más abierto de los caminos, sólidamente encadenado a
la infinita encrucijada, es el Pasajero por excelencia, es decir, el prisionero de la travesía». El
ser del pensamiento es ese loco”. DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 129.
33
DELEUZE, Gilles. Foucault, pp. 116-117.
Ed. Fr.: Penser ne dépend pas d’une belle intériorité qui réunirait le visible et l’énonçable, mais
se fait sous l’intrusion d’un dehors qui creuse l’intervalle, et force, démembre l’intérieur.
«Quand le dehors se creuse et attire l’intériorité…» C’est que l’intérieur suppose un début et
une fin, une origine et une destination capables de coïncider, de faire «tout». Mais, quand il
n’y a que des milieux et des entre-deux, quand les mots et les choses s’ouvrent par le milieu
sans jamais coïncider, c’est pour libérer des forces qui viennent du dehors, et qui n’existent
qu’en état d’agitation, de brassage et de remaniement, de mutation. En vérité, des coups de
dés, car penser, c’est émettre un coup de dés. DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 93.
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ZELAYA, Marcelo. «Foucault Pintor. Aproximación desde la lectura de Gilles Deleuze». HYBRIS. Revista
de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 57-73.
Ante tal consideración, es necesario dejar en claro que Foucault no tiene por
intención remontarse hasta los griegos para encontrar un tipo de subjetivación
originaria, como un punto de partida, desde el cual se encadenarían
causalmente los sucesivos procesos de subjetivación hasta el presente. Sino
que, al contrario, toma el diagrama griego para explicar que, al igual que éste,
cada período histórico tiene su propio diagrama, con sus propias reglas, de
acuerdo a los tipos de subjetivación que ha interiorizado cada época. Lo que,
en consecuencia, deja sin efecto toda inclinación a pensar que nuestra época
es el punto cúlmine de un supuesto encadenamiento histórico. No obstante,
también sería un error pensar que toda apertura a las fuerzas del afuera
desencadena una nueva tirada de dados completamente independiente de la
anterior. “El azar sólo es válido para la primera tirada; quizá la segunda tirada
se hace en condiciones determinadas parcialmente por la primera […] Eso es el
afuera: una línea que no cesa de reencadenar las tiradas al azar en
combinaciones de aleatorio y de dependencia”36. Los puntos de fuga permiten
que se integren nuevas líneas de fuerza, pero también son arrastradas otras
que dependen del mismo diagrama. El resultado es algo completamente nuevo,
que no depende causalmente del diagrama anterior, pero conserva elementos
de éste.
34
En este punto Deleuze plantea que “Foucault considera el dispositivo de la ciudad ateniense
como el primer lugar de invención de una subjetivación: según la definición original que da
Foucault, la ciudad inventa una línea de fuerzas que pasa por la rivalidad de los hombres
libres. Ahora bien, de esta línea, en la que un hombre libre puede mandar a otro, se destaca
una muy diferente según la cual aquel que manda a hombres libres debe a su vez ser dueño
de sí mismo. Son estas reglas facultativas de la dominación de uno mismo las que constituyen
una subjetivación, autónoma, aun cuando ulteriormente esté llamada a suministrar nuevos
saberes y a inspirar nuevos poderes”. DELEUZE, Gilles. «Qué es un dispositivo». p. 157.
35
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 132.
36
DELEUZE, Gilles. Foucault, p. 152.
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ZELAYA, Marcelo. «Foucault Pintor. Aproximación desde la lectura de Gilles Deleuze». HYBRIS. Revista
de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 57-73.
37
DELEUZE, Gilles. «Qué es un dispositivo». pp. 159-160.
38
DELEUZE, Gilles. «Qué es un dispositivo». p. 155.
71
ZELAYA, Marcelo. «Foucault Pintor. Aproximación desde la lectura de Gilles Deleuze». HYBRIS. Revista
de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 57-73.
39
DELEUZE, Gilles. «Qué es un dispositivo». p. 160.
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ZELAYA, Marcelo. «Foucault Pintor. Aproximación desde la lectura de Gilles Deleuze». HYBRIS. Revista
de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 57-73.
Bibliografía.
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HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 75-92.
www.cenaltes.cl
∗
Argentino. Licenciado y Doctor en Filosofía por la Universidad Ramón Llull, Barcelona. Actualmente es
Profesor de la Facultad de Filosofía y Teología de San Miguel, Universidad del Salvador en Buenos Aires
y profesor del Instituto Superior de Ciencias Religiosas,. Facultad de Psicología, Universidad Ramón
Llull, Barcelona.
CINCUNEGUI, Juan Manuel. «Las condiciones de la creencia y la increencia en la era secular ».
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 75-92.
1
TAYLOR, Charles. A Secular Age. Belknap Press of Harvard University Press, New York, 2007, p.
539.
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CINCUNEGUI, Juan Manuel. «Las condiciones de la creencia y la increencia en la era secular ».
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 75-92.
Con respecto a (c), Taylor señala (i) la reforma religiosa y (ii) el surgimiento de
la nueva ciencia, como los carriles a través de los cuales se realiza el tránsito
hacia la era secular. En relación con (i), la reforma religiosa, dice Taylor:
Esta nueva forma de vida religiosa se encuentra conectada con el desarrollo de una
nueva concepción del individuo que fomenta en el sujeto una postura instrumental
en relación consigo mismo, a través de las prácticas de autodisciplina y las exigencias
de autenticidad. Al mismo tiempo, promueve una visión análoga respecto a la
sociedad, en cuanto ésta se concibe exclusivamente en función de los propios
individuos, entendidos ahora atomísticamente.
La noción de orden cósmico reinante durante la época premoderna, pretendía fundar
la realidad social sobre la naturaleza entendida teleológicamente, lo cual propiciaba
una comprensión muy diferente del tiempo, una en la cual se otorgaba un lugar
privilegiado a la dimensión vertical y constitutiva de la temporalidad: el llamado
‘tiempo superior’. En cambio, debido a que el tiempo desde la perspectiva moderna se
caracteriza por su horizontalidad y homogeneidad absoluta, éste tiende a convertirse
en mero recurso disponible para el ejercicio de la racionalidad instrumental, lo cual se
traduce en un entorno y una experiencia densamente secuenciada. De este modo,
señala Taylor:
La identidad atrincherada del individuo disciplinado se mueve en un
espacio socialmente construido, donde la racionalidad instrumental es el
valor clave, y el tiempo es secular de manera omnipresente... Este marco
se constituye en un orden “natural”, que debe contrastarse con uno
“sobrenatural”, un mundo “inmanente”, frente a un posible
“trascendente”3.
2
TAYLOR, Charles. A Secular Age, p. 541.
3
TAYLOR, Charles. A Secular Age, p. 542.
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CINCUNEGUI, Juan Manuel. «Las condiciones de la creencia y la increencia en la era secular ».
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Todo esto se encuentra estrechamente conectado con (ii) las premisas teóricas
y prácticas de la nueva ciencia que, por un lado, establece su objeto como un
orden inmanente que es autosuficiente respecto a su inteligibilidad. Y, por el
otro, se concibe a sí misma como una práctica que se justifica, no como había
ocurrido con la ciencia aristotélica en función de la excelencia del propio orden
de las cosas, sino en el anhelo de servicio al mejoramiento de las condiciones
de la humanidad.
De acuerdo con Taylor, el relato en el cual se narran las exigencias por llevar a
la totalidad de los cristianos a un nivel de compromiso complementa de manera
necesaria las explicaciones en torno a las desviaciones intelectuales de las que
hemos hablado, en vista a que, en solitario, estas últimas son insuficientes para
dar cuenta del modo en el cual la secularización pasó de ser un fenómeno
exclusivo de una minoría ilustrada, a convertirse en un fenómeno masivo. En
este sentido, podemos entender el orden social providencialista como un
llamado divino a vivir la realidad humana sobre la base del beneficio mutuo que
pudo, eventualmente, prescindir de toda referencia respecto a Dios, para
convertirse en un esquema atribuible exclusivamente a la naturaleza, no como
4
TAYLOR, Charles. A Secular Age, p. 773.
5
TAYLOR, Charles. A Secular Age, p. 774.
6
TAYLOR, Charles. A Secular Age, p. 774.
78
CINCUNEGUI, Juan Manuel. «Las condiciones de la creencia y la increencia en la era secular ».
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 75-92.
entidad creada por Dios, sino como realidad autónoma e independiente. Desde
allí, podemos continuar hacia una concepción en la cual las realizaciones del
plan (originalmente divino) se convirtió en nuestra propia adherencia y
participación en el proceso civilizatorio, sobre la base de una comprensión de
nosotros mismos como capaces de lograr una perspectiva universal en cuanto
‘espectadores imparciales’; o sobre la base de una autocomprensión en la cual
nos vemos como seres capaces de extender nuestra simpatía a todos los seres
humanos, o a partir de una autocomprensión de agentes para quienes la
libertad racional es constitutiva7.
7
TAYLOR, Charles. A Secular Age, p. 543.
8
TAYLOR, Charles. A Secular Age, p. 544.
79
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Como contracara, a partir del siglo XVIII advertimos nociones del bien para las
cuales resulta ineludible una aprehensión exclusivamente inmanentista. Es lo
que ocurre, por ejemplo, con autores como Gibbon, Voltaire y Hume para
quienes el fanatismo cristiano exige un tipo de lealtad que incomoda y divide a
la sociedad comprometida exclusivamente con el aseguramiento del beneficio
mutuo. Pero además de las razones en torno al fanatismo y la amenaza que
ello implica para la sociedad ilustrada. Taylor identifica en el discurso
protestante contra el ascetismo católico y la consecuente deriva anticristiana
contra el supuesto rechazo a la sensualidad, otra razón profunda de la
atracción que producen las posiciones inmanentistas. Desde esta perspectiva,
los seres humanos son concebidos como parte de una totalidad natural a la que
no podemos escapar ni trascender, aun cuando puede, en algunas versiones,
estar en nuestras manos el elevarnos a lo más alto de dicho orden por medio de
la autoconciencia, por ejemplo. Por otro lado, existe el incentivo a adherirse a
esta visión si adoptamos frente a la creencia en la trascendencia la convicción
de que la lealtad a dicho principio es el origen de cierto inhumanismo. A esto se
suma, positivamente, cierta admiración ante la constatación, cuasimilagrosa,
de que nosotros, los seres humanos, nos hemos elevado misteriosamente desde
las formas más primitivas de la naturaleza para convertirnos en estos seres
complejos capaces de pensar y de sentir. Esta admiración resulta en una
tensión irresoluble entre la posición teórica que defiende una concepción del
universo que se funda en la constatación de una legalidad ineludible en la
naturaleza, y un sentido del misterio respecto al origen de nuestra mente y
propósito en contraposición a la naturaleza inanimada.
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HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 75-92.
Pero eso no significa, como podríamos creer, que la decisión definitiva en una u
otra dirección es el fruto de haber enfrentado hasta las últimas consecuencias
los argumentos a favor y en contra, las objeciones y los contraargumentos con
respecto a esto.
9
TAYLOR, Charles. A Secular Age, p. 548.
10
TAYLOR, Charles. A Secular Age, p. 59.
81
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HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 75-92.
Para algunos, sólo cabe una interpretación adecuada del marco inmanente: la
naturalista. Por supuesto, para la mayoría de estas personas, en vista al
pluralismo ético-político imperante en las sociedades liberales, es aceptable la
posibilidad de que otros adopten una interpretación que dé cabida a la
trascendencia, pero a costa de cierta honestidad intelectual. Esto es lo que
subyace, a fin de cuentas, a las principales teorías sociológicas de la
secularización, según las cuales la modernización debía, necesariamente, venir
acompañada por una progresiva superación de la religión.
Sean cuales sean las experiencias que consoliden nuestra confianza respecto a
la posición a la que nos adherimos, una de las características en este terreno
es que nuestras convicciones no pueden alcanzar la certeza que adquirimos en
temas circunscritos como los que trata la ciencia natural o aquellas cuestiones
que incumben nuestra experiencia ordinaria. En ambos casos, sea que optemos
por una interpretación aperturista del marco inmanente, o lo leamos como
exclusivamente cerrado sobre sí mismo, vemos que en nuestra decisión
incursionamos en una esfera que va más allá de las razones disponibles. Y en
esta misma dirección, apunta Taylor, aquellos que sostienen la obviedad de su
posición en uno u otro sentido, se encuentran cautivos por una ‘figura’ que les
impide ver importantes aspectos de la realidad. Este punto es especialmente
relevante, porque lo que aquí Taylor está diciendo es que el lugar de mayor
claridad es ese espacio abierto del que hablamos más arriba, descrito por
William James, en el que somos capaces de sentir la fuerza de las opciones
disponibles.
Por supuesto, Taylor reconoce que en número e influencia los adherentes del
naturalismo son más, y por ello enfoca la mayor parte de su batería argumental
a poner de manifiesto las restricciones que produce la adhesión a las
estructuras constrictivas de la opción secularista en nuestra cultura. Su
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CINCUNEGUI, Juan Manuel. «Las condiciones de la creencia y la increencia en la era secular ».
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 75-92.
11
TAYLOR, Charles. A Secular Age, p. 551.
12
TAYLOR, Charles. A Secular Age, p. 553. Sin embargo, de acuerdo con John Milbank existe
cierta ambigüedad que se pone de manifiesto en la ansiedad que muestra Taylor y su
insistencia por deslindar la desaparición del mundo encantado y el declive de la religión. Por
supuesto, nos dice Milbank, Taylor está en lo cierto en este sentido. Pero también es cierto
que los fenómenos religiosos como el Calvinismo y el Wahabismo al que hemos hecho
referencia más arriba, propician la secularización al remover los elementos sacralizados. El
monoteísmo que no permite la mediación sacramental, nos dice Milbank, hace de lo divino
algo remoto e inescrutable que divide de manera abisal lo natural y lo sobrenatural
engendrando un tipo de inmanencia impermeable. En este sentido, la excesiva concentración
de la cristiandad latina en una reforma del comportamiento que se tradujo en el descrédito
de lo festivo popular y el espíritu extático conectado con el encantamiento, están detrás del
proceso de secularización, en tanto y en cuanto cierto modo de monoteísmo tendió hacia el
desencantamiento, y a largo plazo, resultó fatal para la religiosidad. De este modo, Taylor
debe reconocer que secularización y desencantamiento no son fenómenos independientes.
Véase MILBANK, John. «A closer woal on the wild side». En WARNER, Michel; VANANTWERPEN,
Jonathan; CALHOUN, Craig (editores Varieties of Secularism in a Secular Age.). Cambridge, MA,
Harvard University Press, 2010, p. 62.
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CINCUNEGUI, Juan Manuel. «Las condiciones de la creencia y la increencia en la era secular ».
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 75-92.
13
MILBANK, John. «A closer woal on the wild side». pp. 64-66. Desde el punto de vista teológico,
Milbank sostiene que A Secular Age puede leerse como una apelación a una vaga noción de
‘persona religiosa’. Esta persona religiosa, nos dice Milbank, que por el hecho de caminar por
el lado ‘salvaje’ de la existencia es considerada rara y extrema, es también moral y
disciplinada. Se trata de una combinación paradójica de dos aspectos aparentemente
irreconciliables. Por un lado, la religión se nutre de la energía salvaje, dionisíaca, que nos lleva
a una experiencia extática más allá de las normas, hacia la esfera de la violencia y el sexo. Por
el otro lado, la religión es considerada el fundamento último del orden social y moral.
Mientras que la práctica secular queda confinada a la inmanencia y basa lo ético en lo
preético; lo religioso encuentra su fundamento en aquello que está más allá de lo ético, la
bondad trascendente, la única que puede dar estabilidad a lo ético, porque es autooriginaria,
en contraposición a meramente epifenoménica, como ocurre con lo biológico o preético.
Según Milbank, para Taylor lo religioso se desintegra en lo meramente ético. Cuando
ignoramos lo místico, lo extático, la raíz dionisíaca de la eticidad, lo meramente ético
engendra inestabilidad. De este modo, de lo meramente ‘ético’ deviene eventualmente el
nihilismo, y una forma de paganismo excesivo en el cual se adora lo indiferente y lo
impersonal. En este sentido, Milbank cree que Taylor promueve una versión del cristianismo
que incorpora elementos preaxiales, en los que la energía no se reprime en favor de una
versión enfermiza de ascetismo, ni se rinde a una mera integración pacificada del cuerpo y el
alma con el fin de contener la violencia, naturalizándola y asumiendo su anormalidad para ser
tratada terapéuticamente.
De manera semejante, Milbank cree que es necesario una verdadera erótica cristiana que
tome en consideración la advertencia foucaultiana de que el cristianismo no ha ‘reprimido’ la
sexualidad, sino que la ha producido y descubierto al enfocarse poderosamente en el amor y
en el deseo. El problema es que ha ofrecido un mensaje ambiguo en el que este daimon es
concebido o bien como la fuente clave de la maldad o como la llave para la liberación a través
de su ‘liberación expresa’ (por ejemplo, en la práctica de la confesión)
Para Milbank, la recuperación de lo preaxial en la forma, por ejemplo, de lo carnavalesco, no
es, como pretende Taylor, una compensación frente a las energías y fuerzas oscuras del
erotismo, sino más bien un aspecto necesario que nos permite reconocer de manera ‘cómica’
los límites del orden ritual sacramental, al tiempo que se promueve una expresión pública de
lo sexual y un encuentro físico más intenso como parte del mismo orden.
Pese a su declaración respecto a la necesidad de recuperar elementos preaxiales, nos dice
Milbank, el propio Taylor reconoce que en el cristianismo encontramos una noción más pro-
cuerpo que en las concepciones preaxiales. Y esto porque la Encarnación sugiere que nuestro
cuerpo completo y la sensualidad pueden ser llevados hacia la espiritualidad, poniendo fin al
desgarramiento corporal que anima el paganismo.
14
TAYLOR, Charles. A Secular Age, p. 555.
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CINCUNEGUI, Juan Manuel. «Las condiciones de la creencia y la increencia en la era secular ».
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 75-92.
Todo esto no significa, sin embargo, que el marco inmanente sea una
construcción neutra. No cabe duda que en su propia génesis constatamos una
tendencia que nos empuja hacia una perspectiva cerrada. Sin embargo, la
experiencia de la vida en la cultura moderna occidental también está marcada
por resistencias y protestas de todo tipo. El marco inmanente es el resultado
de ciertas prácticas y desarrollos teóricos que desembocan en una
autocomprensión de nosotros mismos como parte de órdenes impersonales que
promueven sucesivamente el Deísmo, en contraposición a la ortodoxia
cristiana, el ateísmo y el materialismo.
Las estructuras cerradas u horizontales, nos dice Taylor, son aquellas que
clausuran la esfera trascendente al darle al marco inmanente un giro peculiar.
Un primer ejemplo propuesto por Taylor es el constructo en el que se combina
la figura ‘epistemológica’ dominante y la ciencia moderna. Aquí ‘epistemología’
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CINCUNEGUI, Juan Manuel. «Las condiciones de la creencia y la increencia en la era secular ».
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Taylor considera esta construcción como una estructura cerrada u horizontal porque
en ella domina una figura que establece ciertas prioridades respecto a los objetos de
conocimiento y estrictas prescripciones en la determinación del orden de las
inferencias que obstaculizan el modo de acceso a lo ‘vertical’ o ‘trascendente’.
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Eso no significa, sin embargo, que la cuestión moral sea totalmente irrelevante.
Muy por el contrario, es en la esfera de la moralidad donde el materialista
encuentra una explicación plausible acerca de las razones ocultas de aquellos
que insisten en negar las evidencias de la realidad adoptando una postura
religiosa. Para el materialista, siendo el mundo real indiferente, peligroso y
amenazante, la opción creyente solo puede ser entendida como un refugio,
16
TAYLOR, Charles. A Secular Age, p. 559.
87
CINCUNEGUI, Juan Manuel. «Las condiciones de la creencia y la increencia en la era secular ».
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 75-92.
Así es como va uno de los relatos. La idea crucial es que la parte científico-
epistémica es completamente autosuficiente. Esto es algo que la mente
racional será capaz de creer independientemente de cualquier convicción
moral. Las atribuciones morales hacia un lado o hacia otro se presentan
cuando intentamos explicar por qué algunas personas aceptan y otras
resisten la verdad. La conexión entre la ciencia materialista y la afirmación
humana surge debido a que nos hemos convertido en seres maduros,
valientes a la hora de enfrentar los hechos17.
Ahora bien, si los argumentos a favor del materialismo, desde el punto de vista
epistémico, no resultan concluyentes (y, evidentemente, no lo son si prestamos
atención al actual estado del debate), debemos explicar qué es lo que ha
empujado a tantas personas a adoptar esta perspectiva en los últimos siglos.
De acuerdo con Taylor, un elemento crucial son las llamadas ‘historias de
conversión’ que desde la época victoriana, post-darwiniana, han marcado
nuestra imaginación social y cultural. Esto es así porque la explicación de la
masiva ‘conversión’ que han experimentado las sociedades occidentales resulta
implausible si se pretende que la misma ha sido el efecto de la rendición de
cierta perspectiva moral frente a los facticidad bruta de la realidad. Lo que ha
pasado en realidad es que cierta perspectiva moral ha dado lugar a otra.
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CINCUNEGUI, Juan Manuel. «Las condiciones de la creencia y la increencia en la era secular ».
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 75-92.
Lo que antes era una posible construcción entre otras se reduce hasta el
nivel de una imagen, en el sentido de Wittgenstein, es decir, pasa a formar
parte del trasfondo incuestionable, algo cuya forma no se percibe, pero
que condiciona, de modo inadvertido, la manera en que pensamos,
inferimos, experimentamos, y procedemos a objetar y argumentar19.
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CINCUNEGUI, Juan Manuel. «Las condiciones de la creencia y la increencia en la era secular ».
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 75-92.
20
TAYLOR, Charles. A Secular Age, p. 568.
21
TAYLOR, Charles. A Secular Age, p. 569.
90
CINCUNEGUI, Juan Manuel. «Las condiciones de la creencia y la increencia en la era secular ».
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 75-92.
22
TAYLOR, Charles. A Secular Age, p. 571.
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CINCUNEGUI, Juan Manuel. «Las condiciones de la creencia y la increencia en la era secular ».
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 75-92.
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92
Entrevistas
interviews
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382, Primavera 2014, pp. 95-109.
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SGH: Comienzo por cuestiones factuales que, no por casualidad, son muy
relevantes. ¿Cuánto tiempo, de hecho, le llevó el proceso de edición de los
Cuadernos?
PT: De cierta manera, este fue un trabajo fácil. Los Cuadernos Negros son
manuscritos redactados en una caligrafía bien clara. Ahora, si usted es capaz
de leer esa caligrafía alemana, no tiene problemas en transcribirla
directamente en el computador. Esos Cuadernos fueron especialmente fáciles
porque la familia (de Heidegger) ya había hecho una primera transcripción;
claro que yo me basé en el original. Así, pienso que la edición de los tres
volúmenes llevó cerca de un año; los próximos volúmenes, deberían salir en el
otoño europeo. Son manuscritos terribles de Heidegger, pero, en verdad,
divertidos para trabajar con ellos.
PT: No. Este es el orden original; nada fue modificado por mí. Es un manuscrito
perfecto.
SGH: Esto es curioso e importante de saber, porque quiere decir que las notas
no son, de modo alguno, anotaciones – lo que con otras palabras usted
menciona en su epílogo, Die Handschriften sind durchgearbeitet 3 – es decir,
ellas fueron meticulosamente trabajadas, no son escritos de un impetuoso.
3
TRAWNY, Peter; Überlegungen II – VI, p. 534.
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TRAWNEY, Peter, GUIMARÃES, Soraya. «Un segundo comienzo. Diálogo con el editor de los
Cuadernos Negros de Martin Heidegger ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382,
Primavera 2014, pp. 95-109.
PT: Eso es lo peor. En mi opinión, el número I nunca existió. Tal vez haya
existido en algún momento, pero Heidegger pudo haberlo destruido. Él siempre
se refirió a los Cuadernos por números sin nunca haber mencionado un
Cuaderno I; por tanto, yo lo interpretaría de esta forma: si es que algún día
existió, ya no existe más.
SGH: Bueno, pienso que esos son elementos relevantes para cualquier
interpretación posible. Ahora, quisiera pasar a lo filosófico y comenzar con la
cuestión del significado de “ser alemán” y de ese Dasein alemán, que no es algo
necesariamente inédito, por el contrario, es extensamente discutido en el
Volumen 38 4; así como también, casi 30 años después, lo vemos mencionar un
cierto Dasein griego5.
PT: Ese es un tema crucial en los años 30 y hasta el 41, y no sólo en los
Cuadernos. De hecho, es verdad que en ningún otro manuscrito la cuestión de
ser alemán es tan fuerte como en esas notas. Ella es crucial para su narrativa
filosófica sobre el primer y el segundo comienzo6, como usted sabe. Está
bastante claro que Heidegger conecta la Revolución Nacionalsocialista
[Nationalsozialistische Revolution 33/34] con el denominado “segundo
comienzo”.
SGH: Si, pero entonces, justamente, eso vuelve la comprensión lógica aún más
difícil. Podemos, sin mayores complicaciones, referirnos a una “filosofía griega”,
aquella del “primer comienzo”, y de eso se puede inferir a los griegos como
pueblo; así, también, con la lengua griega. En ese sentido, también la filosofía
alemana es única. Aquí me refiero, claro está, a todos los que antecedieron a
Heidegger, aunque él mismo, en ese Cuaderno, llegue al punto de citar
solamente las fechas de nacimiento de Wagner y Nietzsche, como los grandes
eventos de la historia alemana7. No estoy aquí elaborando ninguna disculpa
para justificar el orgullo desmedido de Heidegger por lo alemán, sólo estoy
sugiriendo que tiene un cierto sentido –dentro de la lógica heideggeriana–
4
HEIDEGGER, Martin. Logik als die Frage nach dem Wesen der Sprache. Ed. V. Klostermann, Al
cuidado de Günter Seubold, Vol. 38, Frankfurt, 1998.
5
HEIDEGGER, Martin. Auftenhalt: Séjours. Ed. Du Rocher, Edición Bilingüe al cuidado de François
Vezin, París, 1992.
6
Heidegger se refiere sistemáticamente a los alemanes como portadores de la tarea de
retomar de la primera disposición de los griegos en relación a la cuestión del ser. En la
esencia del ser alemán residirá, por tanto, esa condición de posibilidad, de mostrarse
desprovisto de valentía (atolmos) para aquella tarea, al mismo tiempo en que, solamente, en
ese cuestionar adviene la valentía (tolma) para otro comienzo. Esa idea reaparece
frecuentemente como “otro comienzo” [Der anderen Anfang] o un “recomenzar” [das
Wiederanfangen] en diversos pasajes.
7
HEIDEGGER, Martin. Überlegungen II-IV (Schwarze Hefte 1931 – 1938), p. 523.
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TRAWNEY, Peter, GUIMARÃES, Soraya. «Un segundo comienzo. Diálogo con el editor de los
Cuadernos Negros de Martin Heidegger ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382,
Primavera 2014, pp. 95-109.
SGH: Entonces, para usted tampoco parece claro el por qué él “necesita” del
pueblo en ese contexto; a no ser que hagamos un ejercicio entre niveles óntico
y ontológico.
PT: De cierta manera, él siempre pensó que la filosofía sólo podría ser posible
en la esfera de un pueblo. Yo diría que para él, la filosofía debe ser siempre
alemana o griega; no existe algo como filosofía en sí, pero si existe siempre una
filosofía en el contexto de un pueblo. Nunca es universal, sin conexión con un
cierto Tópos, un lugar. En este punto, el lugar siempre está conectado con una
Tierra que está, a su vez, conectada con el pueblo.
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TRAWNEY, Peter, GUIMARÃES, Soraya. «Un segundo comienzo. Diálogo con el editor de los
Cuadernos Negros de Martin Heidegger ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382,
Primavera 2014, pp. 95-109.
PT: Existe un cierto tiempo filosófico que es típico, pero yo diría que para
Heidegger el tiempo necesario es el de la revolución. Esto quiere decir, que él
no está tratando del mundo de una determinada comunidad sino que de una
historicidad [Geschichtlichkeit]. Y la historia, para él, solamente es en cuanto
situación de irrupción, de ruptura de algo que termina y comienza. Entonces, el
punto central aquí es la revolución. Primero, él tiene hasta un punto de vista
positivo sobre la Revolución del Nacionalsocialismo; pero después, se vuelve
más crítico al respecto. En todo caso, la Revolución del Nacionalsocialismo fue
para él un indicio, una señal, el trazo de una determinada situación histórica, y
esa situación histórica exigía una respuesta, como usted dice. En un mundo
como el nuestro, donde nada acontece, Heidegger diría que es un mundo de
diversión, de placer, no de la filosofía. En este sentido, el Nacionalsocialismo fue
una provocación real para pensar esa situación. Más tarde, él va a decir que el
problema es que él entendió el otro comienzo, pero no el Nacionalsocialismo.
Entonces, usted podría decir que en esa fase, él está pensando aquel segundo
comienzo. En las lecciones del semestre de verano de 1932, titulado
Parménides9, usted observa a un filósofo lidiando con los griegos y con una
excelente idea sobre un segundo comienzo. Sin embargo, inesperadamente,
algo acontece: la revolución. Probablemente él pensó que debería haber una
conexión, que no se trataba sólo de una mera coincidencia; entonces presenta
(o intenta) una filosofía para esa revolución, porque pensaba que esta
8
“All diesses ist von Grund auch undeutsch – Was sollen Denker in so rauschender zeit?”
HEIDEGGER, Martin. Überlegungen II-IV (Schwarze Hefte 1931 – 1938), p. 233.
9
HEIDEGGER, Martin. Der Anfang der abendländische Philosophie. Auslegung des Anaximander
und Parmenides. Ed. V. Klostermann, Vol. 35, Al cuidado de Peter Trawny, Frankfurt, 2012.
99
TRAWNEY, Peter, GUIMARÃES, Soraya. «Un segundo comienzo. Diálogo con el editor de los
Cuadernos Negros de Martin Heidegger ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382,
Primavera 2014, pp. 95-109.
revolución (y eso es una locura) podría ser un segundo comienzo. Yo, sin
embargo, diría que no me parece muy sensato ver a Hitler como una respuesta
a los griegos pero, muy probablemente, Heidegger llegó a pensar que podría
ser.
PT: No fue una revolución normal. No fue democrática en ningún sentido; fue
iniciada por un genio político al que denomina “padre del estado”. Heidegger
estaba fascinado por Hitler porque no era un hombre común; conocía a
Nietzsche, Wagner, era más bien un arquitecto que un político. En cierto
sentido, Hitler despreciaba la política y, para Heidegger, esto fue interesante;
ver a un político que desprecia la política, la administración y que, de algún
modo, intenta hacer política como arte. Quizás, esto representó, para él, la
posibilidad de conectar su pensamiento con este proyecto (político).
PT: ¿La obra de un hombre como Heidegger? Si usted considera Ser y tiempo,
esta fue, ciertamente, la obra más importante que hizo. Él se va a referir
siempre a esa obra. Pero, ¿y lo que acontece después de Ser y tiempo? Creo
que tenemos que revisitar, de un modo nuevo, el período post-Ser y tiempo. En
1928, 29, 30, él, en verdad, no sabía qué hacer. Hace una cosa aquí, otra allá,
pero no hizo mucha cosa; buscaba algo, era un filósofo sin una idea.
SGH: O uno con una idea obsesiva (el sentido del ser).
PT: O uno con una idea obsesiva; pero en cierto sentido él estaba incómodo.
Las lecciones son interesantes, pero no tan importantes como Ser y tiempo y
no tienen un contexto claro. Vea, por ejemplo, el concepto de meta-ontología:
muchos estudiosos heideggerianos están lidiando con, tal vez, 25 páginas de un
curso, pero el mismo Heidegger no vuelve nunca más sobre ese asunto.
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TRAWNEY, Peter, GUIMARÃES, Soraya. «Un segundo comienzo. Diálogo con el editor de los
Cuadernos Negros de Martin Heidegger ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382,
Primavera 2014, pp. 95-109.
PT: Exactamente. Tal vez esa haya sido la temática durante semanas, un año,
pero no era la idea para él. La idea, para Heidegger, y yo estoy bastante
convencido de eso, es la relación entre el primer y el segundo comienzo, entre
los griegos y los alemanes, y va a intentar llevar a cabo esa idea, con todas sus
fuerzas, en los años 30 y 40. Entonces, entre 1944-45, cuando cada vez se
vuelve más claro su fracaso, que ese proyecto no va a acontecer, él colapsa.
No sólo su pensamiento colapsa; él mismo tiene un colapso nervioso. Él sufrió
con el fracaso de ese proyecto. Entonces, tiene que desarrollar nuevas
estrategias; usted puede ver claramente en los Cuadernos de 1946-47, que él
está buscando un nuevo punto de partida, porque sabía que no podría
continuar con ese proyecto: era el fin. Desgraciadamente, muy
desgraciadamente, esa narrativa de los griegos y alemanes era su auténtico y
genuino proyecto. Incluso, en la entrevista para Der Spiegel 11 habla sobre la
importancia histórica de los alemanes y griegos: ¡eso en 1966! Él nunca
abandonó ese proyecto, pero estaba claro que él mismo sabía que no era muy
conveniente hablar de eso en público.
SGH: ¡Qué pena! Yo, particularmente, tenía la romántica idea de que todo el
tiempo, efectivamente, él ejercitaba la mantención de la cuestión por el
sentido del ser, que esa era la cuestión, que, por lo demás, aparece
repetidamente en todas las partes de ese primer volumen de los Cuadernos,
como aquello digno de ser preguntado [Fragwürdige]. Es decir, a lo largo de los
años, su filosofía trató de esa pregunta, cada vez, de acuerdo con cada tiempo
del mundo; sea el tiempo de la técnica, de la cibernética y, por último, de la
información. Cuidaba, en la filosofía de Heidegger, reflexionar de modo
renovado el desvelar/velar del ser.
PT: Antes que todo, quiero decir que esa es mi interpretación, algo que intento
explicar en mi libro. Esa narrativa es, efectivamente, en lo que, realmente,
consiste su proyecto filosófico. Es, apenas, una interpretación, no quiero pelear
por ella, eso no es lo que me interesa; y yo bien quisiera estar engañado, pero
no encuentro que este sea el caso. Si usted toma, por ejemplo, el problema de
la técnica, que le interesa particularmente, en los años 30, ¿no encuentra que
él está, totalmente, en contra de ella?
10
Curso de 1928, publicado en HEIDEGGER, Martin. Metaphysische Anfangsgründe der Logik im
Ausgang von Leibniz. Ed. V. Klostermann, Vol. 26, Al cuidado de Klaus Held, Frankfurt, 1978.
11
HEIDEGGER, Martin. Das Spiegel Gespräch, (1966), en Aus der Erfahrung des Denkens (1910 –
1976). Ed. V. Klostermann, Tomo 2, Vol. 13, Al cuidado de Wilhelm von Hermann, Frankfurt,
2002.
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TRAWNEY, Peter, GUIMARÃES, Soraya. «Un segundo comienzo. Diálogo con el editor de los
Cuadernos Negros de Martin Heidegger ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382,
Primavera 2014, pp. 95-109.
SGH: Bueno, al leer ese volumen, veo a un hombre con rabia pero, también,
amedrentado. Alguien que no está, para nada, satisfecho con el curso de los
cambios del mundo, de la transformación del mundo en cultura, organización,
en visión de mundo. Pero, esto es precisamente lo que hace más difícil la
comprensión, y la situación es aún más extraña, después, si partimos desde el
punto de vista de la visión que Heidegger tiene de la técnica en esa época y,
por otro lado, si observamos su visión del Nacionalsocialismo, algo no
concuerda porque, ¿no es justamente el Nacionalsocialismo la personificación
de la técnica por excelencia? ¿Qué puede haber más técnico que eso?
PT: Y así critica al Nacionalsocialismo. Usted debe observar que hay una
diferencia entre los alemanes y los nacionalsocialistas; y esta es una diferencia
aún más desagradable. Es bastante evidente que los alemanes no son los
nacionalsocialistas; ellos son innegablemente los representantes de la
tecnología, así como, por lo demás, los judíos serán más tarde esos
representantes.
PT: No, no hay. Eso va a aparecer en el próximo volumen. Pero, como usted
misma habló de esperanza, Heidegger tenía la esperanza de que las promesas
antimoderrnistas de los nazis se cumplieran. Sin embargo, es claro que los
nazis sólo estaban interesados en dominar el mundo; la única cosa que querían
era tecnificar el mundo. Heidegger va a reconocer eso en 1934-35 y, en
consecuencia, se vuelve un rebelde contra los nazis. Cuando en esa época él
habla de maquinación [Machenshaft]12, él no es capaz de encontrar el punto
de vista. En los años 50, como usted mencionó, él ya está lo bastante libre
para decir que la imposición total [Gestell] es nuestro mundo y que no podemos
tener un punto de vista fuera de él. Él está realmente enojado, agresivo,
luchando contra la tecnología porque piensa que esta es nihilista, que es algo
no-alemán [undeutsch]. Esto es muy problemático. ¡Ni necesito saber que es un
absurdo en términos filosóficos!
12
En la sección III, Heidegger critica la ascensión de un “Nacionalsocialismo vulgar” y de la
historicidad velada en cada maquinación.
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TRAWNEY, Peter, GUIMARÃES, Soraya. «Un segundo comienzo. Diálogo con el editor de los
Cuadernos Negros de Martin Heidegger ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382,
Primavera 2014, pp. 95-109.
PT: Si. ¡Eso es un problema porque los griegos no tenían a Heidegger! Heidegger
pensó, en cierto sentido, y eso está bastante claro en los Cuadernos negros,
que la filosofía debe ser un pensar histórico sobre el ser [seinsgeschichtliches
Denken]. Él no conectó ese proyecto al hombre-Heidegger, porque pensaba
que toda filosofía debe ser un pensar histórico. En otros cuadernos, por
ejemplo, él critica a Husserl por no haber comprendido el pensar histórico del
ser, pero ¡Husserl ni siquiera conocía eso! Volviendo a su pregunta, la diferencia
es que Heidegger es un pensador histórico del ser, mientras que los griegos
nunca tuvieron un pensador de esas características. Es como la perspectiva
hegeliana, él era el único que realmente entendía lo que estaba pasando.
Curiosamente, para él, no es una coincidencia lo que aconteció en Alemania y
que sólo un alemán podría entender eso.
PT: Eso que Heidegger intenta hacer con esa cuestión es, desde mi punto de
vista, una banalidad. Es verdad que hay una cierta tradición en hacer una
distinción entre esotérica y exotérica, pero como dije antes, no es muy
inteligente afirmar eso. En 2700 años de filosofía ¿podríamos, quizás, hablar
de 50 filósofos? En verdad, no tenemos más que esos. No solamente entre los
griegos y alemanes, sino incluyendo a Heráclito, Anaximandro, etc. Esto hace
¿dos filósofos por siglo? Quizás, como dice Nietzsche, los filósofos son animales
raros, y todos saben eso. En el futuro, no vamos a lidiar con los textos de Peter
Trawny, quizás lidiemos con los de Badiou (Alain), puede ser.
13
Ver HEIDEGGER, Martin. Überlegungen II-IV (Schwarze Hefte 1931 – 1938). pp. 277, 281, 332, 361, etc.
14
Ver TRAWNY, Peter. Adyton: Heideggers esoterische Philosophie. Ed. Matthes & Seitz, Berlín, 2010.
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TRAWNEY, Peter, GUIMARÃES, Soraya. «Un segundo comienzo. Diálogo con el editor de los
Cuadernos Negros de Martin Heidegger ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382,
Primavera 2014, pp. 95-109.
PT: Ser un filósofo quiere decir más que filosofar en determinadas situaciones.
Yo diría que incluso un hombre común puede encontrarse en situaciones en las
que filosofa, pero no es un filósofo. Entonces, ser un filósofo es algo muy
especial a mi modo de ver. Pero Heidegger hace de eso algo grandioso. Él
arruina todo al decir que ‘el dominio público no es capaz de comprenderme, no
es capaz de comprender a Platón, a Nietzsche’. Pero, es evidente que el
dominio público no es capaz de comprender a Kant; es obvio que el dominio
público nunca está interesado en leer filosofía de modo intenso. Sin embargo,
esa no es la cuestión relevante sobre el dominio público. Es decir, como
Heidegger piensa, las personas no tienen a Nietzsche como modelo cotidiano,
ellas tienen, si se me permite la broma, a Pelé pero no a Nietzsche; en
consecuencia, tengo que crear una esfera esotérica donde puedo hablar para
las personas que pueden comprenderme, y esos son pocos. Pero como ya dije,
eso no es relevante a mi modo de ver.
SGH: Sí.
PT: No se debe creer en cada aspecto del texto. Él tiene un ídolo, un modelo a
seguir y ese, claramente, es Nietzsche. Por lo mismo, el gesto nietzscheano
está muy presente; el gesto de exclusividad, de soledad, que es el gesto de
Zaratustra que vive en las montañas. En cierto sentido, los Cuadernos negros
son una gran escenificación. Yo creo que Heidegger quería que fuese así. Por
ejemplo, al final de los años 40 continua con ese tono desesperado en los
Cuadernos. Al mismo tiempo, escribe otro texto llamado Los cuatro cuadernos15
y, ¡en esos tiene un tono diferente! No hay nada de ese resentimiento violento,
por el contrario, es una filosofía simple y clara. No debemos olvidar que, en los
Cuadernos negros, Heidegger sabe exactamente lo que está haciendo.
15
Ver HEIDEGGER, Martin. Vier Heften, Vol. 99. (Inédito).
104
TRAWNEY, Peter, GUIMARÃES, Soraya. «Un segundo comienzo. Diálogo con el editor de los
Cuadernos Negros de Martin Heidegger ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382,
Primavera 2014, pp. 95-109.
PT: Eso está bastante claro; basta ver la influencia nietzscheana en su estilo.
No solamente intenta escribir como Nietzsche, como exagera la perspectiva de
Nietzsche. Él intenta hacer de Nietzsche lo que Nietzsche nunca fue. Usted
observa que él está todo el tiempo hablando de silencio, de que el dominio
público es un agujero perdido, a nadie le importa, esto obviamente es, en
cierto sentido, una temática nietzscheana.
SGH: Otro punto de este volumen que me agradaría abordar, es el hecho que
Heidegger está todo el tiempo jugando con los opuestos: visión de mundo -
filosofía; digno de ser cuestionado [Fragwürdige] - cuestionable [Fragliche]16; o
lo inmenso [Riesige] - lo grande [Grösse], o la tecnificación [Technisierung] - el
pensar el sentido [Besinnung]. ¿Es tan así? ¿No hay posibilidades porque todo
se reduce a un todo o nada? ¿O la filosofía o el peligro de la mediocridad
[Durchnittlichkeit]17?
SGH: Esa es la cuestión, porque aparentemente, así como aconteció con los
griegos (en lo que respecta a su modo de encontrar a los entes), no hay nada
que podamos hacer al respecto.
PT: Quizás los griegos fueron una especie de imagen. Pero, ¿qué imagen es
esa? Bebemos vino el día entero, tenemos nuestros amoríos, entre un amor y
16
Ver HEIDEGGER, Martin. Überlegungen II-IV (Schwarze Hefte 1931 – 1938), p. 353.
17
Ver HEIDEGGER, Martin. Überlegungen II-IV (Schwarze Hefte 1931 – 1938), p. 330.
18
Nota del Traductor: La palabra se usa en el sentido que toda decisión implica una escisión.
105
TRAWNEY, Peter, GUIMARÃES, Soraya. «Un segundo comienzo. Diálogo con el editor de los
Cuadernos Negros de Martin Heidegger ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382,
Primavera 2014, pp. 95-109.
otro, bebemos nuestro vino, leemos Hölderlin; tal vez trabajamos dos horas en
el campo y volvemos a hacer todo de nuevo. No digo que estoy en contra de
eso, ¡pero!
SGH: No, nadie podría ser contrario de eso; pero, de hecho, es problemático.
PT: Si. ¡Sería buena la vida así! Pero eso no es un proyecto filosófico. Usted no
puede llevarlo a las personas. Ahora, hablando en serio, ese es precisamente el
problema cuando Heidegger está criticando a la ciencia occidental en los años
33–34. Él intenta desarrollar su alternativa propia. Usted observa, en el texto
que leyó, que existe un nuevo tipo de saber19. Pero, si usted piensa
responsablemente, si usted pudiese preguntarle, por favor, ¿díganos algo sobre
ese tipo de saber que está más allá de la ciencia occidental? Entonces es
prácticamente imposible decir algo al respecto. Cuando él habla de abolir la
ciencia occidental es como su predilección por Hölderlin, es nefasto. Es claro
que nadie desea solamente calcular en la vida, no es algo bonito e interesante,
pero, como un filósofo, usted debe poder ver el otro lado. Si estamos lidiando
con la tecnología, los mass media, por un lado podríamos decir ¡al diablo con los
mass media! Sin embargo, no se puede negar que, de hecho, tenemos un rol en
ellos. No tiene sentido solamente decir ¡al diablo con los mass media! Aquella es
una posición ridícula. Por consiguiente, en su maniqueísmo, Heidegger
defendió, en aquella época, posiciones que son francamente ridículas.
PT: Ciertamente tiene que ver con eso. Pero, lo que realmente importa es
reconocer que en esa época, 1933, él afirma realmente un detengan la
filosofía22 e inicien la metapolítica. En esa situación revolucionaria, él afirma
que tenemos que romper con la filosofía. Pero observemos bien, ese es un
pensamiento interesante; empero, ¿Qué va a ser entonces la metapolítica? De
cierta manera, es la metafísica del pueblo histórico y esto es, probablemente,
19
Ver HEIDEGGER, Martin. Überlegungen II-IV (Schwarze Hefte 1931 – 1938), p. 457.
20
Ver HEIDEGGER, Martin. Überlegungen II-IV (Schwarze Hefte 1931 – 1938), pp. 135, 324.
21
Ver HEIDEGGER, Martin. Überlegungen II-IV (Schwarze Hefte 1931 – 1938), p. 115.
22
Ver HEIDEGGER, Martin. Überlegungen II-IV (Schwarze Hefte 1931 – 1938), p. 226.
106
TRAWNEY, Peter, GUIMARÃES, Soraya. «Un segundo comienzo. Diálogo con el editor de los
Cuadernos Negros de Martin Heidegger ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382,
Primavera 2014, pp. 95-109.
23
Ver HEIDEGGER, Martin. Hölderlins Hymne “Der Ister”. Ed. V. Klostermann, Vol. 53, Al cuidado
de Walter Biemel, Frankfurt, 1984.
24
Ver TRAWNY, Peter. Sokrates oder die Geburt der politischen Philosophie. Ed. Königshausen &
Neumann, Würzburg, 2007.
25
La fracción del Ejército Rojo (RAF) o el Grupo Baader – Meinhof.
107
TRAWNEY, Peter, GUIMARÃES, Soraya. «Un segundo comienzo. Diálogo con el editor de los
Cuadernos Negros de Martin Heidegger ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382,
Primavera 2014, pp. 95-109.
26
Ver HEIDEGGER, Martin. Beiträge zur Philosophie (von Ereignis). Ed. V. Klostermann, Al cuidado
de Friedrich von Hermann, Frankfurt, 1989.
108
TRAWNEY, Peter, GUIMARÃES, Soraya. «Un segundo comienzo. Diálogo con el editor de los
Cuadernos Negros de Martin Heidegger ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° 1, ISSN 0718-8382,
Primavera 2014, pp. 95-109.
SGH: Bueno, muchas gracias por compartir con nosotros sus reflexiones sobre
los Cuadernos negros de Heidegger y, también, sobre su filosofía.
27
Ver TRAWNY, Peter. Medium und Revolution. Ed. Matthes & Seitz, Berlín, 2010.
109
Centro de Altos Estudios Filosóficos y de Ciencias Sociales
i
Los textos recibidos serán sometidos a evaluación por pares bajo
sistema de “doble ciego”. La revista tendrá un periodo total de 60 días
desde la recepción del artículo para informar de su aceptación,
rechazo, o aceptación condicionada a correcciones.
Para los originales aceptados, se emitirá un certificado que indique el
volumen, número y fecha en que será publicado.
ii
Las palabras en latín y en otros idiomas modernos que no sean el
castellano deben estar en cursivas. Para las palabras del Griego Clásico
se debe ocupar la fuente Athenian.
3 Formalidades que deben cumplir las reseñas
Se admiten reseñas de libros que sean relevantes como materiales de
investigación para la filosofía y que hayan sido publicados durante los
dos años anteriores al número de la revista (por ejemplo, para los
números del año 2014 se pueden reseñar textos publicados desde el
2012 en adelante). No se admiten reseñas de revistas.
Las reseñas deben venir en el idioma oficial de la publicación que es el
castellano. Para las reseñas la extensión máxima es de 6 carillas con la
misma fuente y tamaño que los artículos.
Las reseñas deben estar encabezadas con los datos generales del libro.
Primero el título, en línea aparte el nombre del autor, luego editorial,
el traductor (sólo si es relevante como información), ciudad, año,
número de páginas y por último se debe incluir el número del ISBN.
4 Entrevistas y Traducciones.
iii
NORMA DE CITACIÓN Y REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
iv
En el caso de que el libro tenga dos autores se separarán por punto y
coma (;), si se trata de un libro conjunto donde los autores indican un
rol de edición o coordinación, se indicará a continuación del nombre
entre paréntesis como (editores) o (coordinadores) u otro en el caso
que corresponda como en el siguiente ejemplo:
v
iii) Artículos en revistas se anotarán siguiendo los criterios anteriores
y con una estructura como la siguiente: APELLIDO, Nombre. «Título del
artículo». En Nombre de la Revista. Número y/o volumen, Editor o
institución que publica, Lugar de publicación, Año o fecha según
corresponda. Como en el siguiente ejemplo.
vi
8. FERNÁNDEZ, Luis. «Entrevista con Roberto Esposito» En Diario
perfil, Buenos Aires, 19/04/2009.
viii) Para anotar otro tipo de fuentes, deben seguirse las orientaciones
entregadas en los casos anteriores y adaptar estos criterios en la
medida que sea necesario.
Un ejemplo completo de bibliografía sería como el siguiente:
vii
B. CITAS TEXTUALES
viii
xi) Las citas documentales textuales también podrán anotarse a pie
de página, cuando el autor considere que son una evidencia necesaria
para corroborar lo que está afirmando, o ahondar en ello; pero que es
innecesario anotarlas en el cuerpo del párrafo. En este caso, al igual
que en los caso anteriores, la cita textual deberá estar “entre comillas”,
seguida por la referencia correspondiente; como en el ejemplo
siguiente:
ix
___________________________________
1
BELTRÁN, Luis. Historia de las doctrinas económicas. Teide, Barcelona, 1989. p. 89.
2.
LÉVÊQUE, Jean-Claude. «Estética y Política en Jacques Rancière». En Revista
Escritura e Imagen, Nº 1, Madrid, 2005. pp. 121-122.
___________________________________
1
BELTRÁN, Luis. Historia de las doctrinas económicas, p. 89.
2
LÉVÊQUE, Jean-Claude. «Estética y Política en Jacques Rancière», pp. 121-
122.
x
el mismo criterio que para la segunda y consecutivas referencias, esto
es: Autor, Título de la fuente y página o páginas citadas.
xv) Las referencias generales, del tipo “consultar HEGEL, G. La
Fenomenología del Espíritu” resultan contraproducentes para el
sistema de citación de HYBRIS en todas sus formas, ya sea entre
paréntesis o a pie de página y no se admiten por tres razones. En
primer lugar porque no son efectivas, pues afirmar que una idea o
teoría aparece de manera general en tal fuente en realidad no aporta
mucho en términos de análisis a menos que se discuta los enunciados
precisos y se ponga en evidencia específicamente y en detalle tal idea o
teoría y sus posibles interpretaciones. En segundo lugar, porque
dificulta el trabajo de edición y abulta innecesariamente el número de
citas, dificultando la lectura. En tercer lugar, porque esta práctica
genera bibliografías muy generales con poco valor para el investigador
que acude a revisarlas. Por lo tanto, si se va a citar o a referenciar una
obra, esto debe remitir a una página o a un número acotado de páginas
y nunca a una fuente completa.
xvi) Anotaciones especiales, como las que se usan para textos
antiguos no conservados, o conservados en versiones y fragmentos, o
que han sido catalogados de manera específica, se anotarán
conservando la anotación tradicional y añadiendo la fuente
intermediaria de la que se ha extraído el fragmento, incluyendo
número de página de esta última. También se aplica el criterio de hacer
la referencia completa de la fuente intermediaria la primera vez, y en la
segunda y siguientes citas, una referencia abreviada como en el
siguiente ejemplo:
xi
D. TRANSLITERACIÓN DE GRAFÍAS GRIEGAS
xii